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2. El colectivo sometido a estudio Serger age Te Terie Z 9.1. Datos generales En el periodo de implantaci6n del programa que hemos estudi do los jueces formularon peticiones para aplicarlo a 497 menores. ue habian estado implicados en 229 sucesos delictivos (expedien- tes). Solo una parte de esas peticiones (390) habjan sido informada el dia 30 de abril de 1.991, fecha escogida para cerrar la mue evaluar; las ultimas peticiones (107) estaban todavia en ta jnicial del proceso. : Los datos de este trabajo se referirdn, por lo tanto, a los 497 menores con peticién de estudio cuando se trate de describir la muestra y a 390 cuando hayan de analizarse las propuestas reali- zadas. 7 Si se tratara de otras medidas aplicadas en la Justicia de Menores pastaria quizds con hacer el analisis de los nifios 0 adolescentes implicados; al tratarse de intervenciones en las que se ha de contar con las victimas, las cifras han de referirse con frecuencia a ellas. Por esa razon se contemplan a menudo el ntimero de expedientes, es decir: el nimero de acciones delictivas diferentes, al margen de tos menores participaron en ellas. Como promedio ha de tener- en cuenta que hay 2,17 menores que intervienen en cada hecho, fico n.° 1) nuestra es substancialmente (76%) de Barcelona ya que wgados de Menores los que aceptaron experimentar el ‘primer lugar. No obstante, una cuarta parte de los casos a Girona y Tarragona en una proporcién similar, La zgado» debe tenerse en cuenta para evitar las generaliza- mas del peso de Barcelona ha de considerarse que el parece haber sido aplicado al mismo tipo de poblacién Fovincias.(ver grafico n.° 2) Grafico | Compesicie Ja muest nde Menores ones de mediacion Grafico 2 Juzgados que hacen la peticion ra por menores implicados y Por : e \Pedien Expedientes BB Poo HBB Programa viable grama realizado 12% (61) Gira 11% (57) Tarragon 76% (379) Bi 2.2. Los casos viables y los programas realizados En opinion de los mediadores, no todos los casos Propuestos para la mediacién eran viables. De hecho, en 98 casos (33,5 %) se informé : negativamente de las posi ilidades 0 de la conveniencia de hacerlo. Por esta razon los datos que intentan cuantificar la evaluacién se refieren a los 292 menores (0 los 129 expedientes Correspondientes) en los que se valoré como posible intentar el acuerdo, después de ., estudiar las diligencias previas y haber realizado los contactos preli- minares con las victimas. : Los casos no viables suponen un colectivo de victimas, de meno- : res 0 de tipo y caracteristicas dela transgresion que debe ser estudia- \ do aparte. Con ello puede acotarse mas para quien es util el progra- ma y como aproximarse adecuadamente a las Personas afectadas. Por razones diversas, en 50 casos no se realizé, en todo o en , el programa previsto. Puede decirse que fracas la mediaci6n. 0 mas realmente llevados a cabo fueron los que afecta- enores (107 expedientes). mérica puede decirse, por lo tanto, que el porcentaje pgramas realizados fue del 83 % y que la viabilidad h de los casos estudiados. 67 3.1. Las chicas: pocas pero todavia diferentes El colectivo para el que los jueces de menores solicitaron el estudio de una propucsta de mediacién estaba compuesto en un 8,7 % por chicas. Una proporcién no muy diferente del conjunto de casos sobre los que actua esta justicia especial, como puede verse analizando los cuadros | y 2. No obstante, como luego comentaremos al estudiar otras varia- bles, el grupo de chicas es manifiestamente diverso del de los chicos estan implicadas en conflictos diferentes, no se distribuye igual por edades y es mas sensible a las variaciones de criterio que se dan entre juzgados (la chicas representan el (8,44 % de la aplicacion del programa en Barcelona, el 6,56 % en Girona y ¢l 12,28 % en Tarra- na). i A pesar de la expansion de la intervencién que el programa ha supuesto hacia casos que anteriormente acababan en amonestacion uotra medida similar, la tendencia al descenso del numero de chicas Cuadro 1. Distribucién por edad y sexo. Propercion de chicos | 92} 66) 12.2) Att OG | il Cundro 2, La proporcion de chicos y chicas en otros grupos de mengres : Ey Chicos Ri ee <0 ee | chy 1991 914 a Expedientes en Catalunya, | Libertad vigilada, 1991 a g | v Internamiento, 199) : soups | 89,9 | B | 10) uiltimos afios se ha mantenido en e} mediacion. Siguen quedando fuera, definitivamente, las aati que tenfan que ver con la insumisiOn a la patria potestad, |g Acign. denada o las fugas del domicilio que, con los Trib in, ta desor ’ Tutelares, les afectaban de manera especial. DUnal, Progr producido en los Ma 4 3.2. Demasiado pequefios para la justicia poco maduros para lamediacion La media de edad de los menores para los que se peticion de mediacidn se situa en los 13,6 afios, con una t hizo a concentrarse en los 14y 15 afos (en esas edades se eiton ee st puede verse en el cuadro 3, el 58 % de los casos). Atta com, Pero lo mas significativo no es la edad promedio sino |, cia significativa de niflas y nifios de poca edad. De tis Presen, variable indica diferencias notables con respecto a otras eo stg proporcién de menores de 12 afios, por ejemplo, es edidas la mientras que en los menores a los que se aplicé en 1991 118 q de internamiento este grupo s6lo supuso un 4,9 % ae Medida tuvieron libertad vigilada fue un 4,6 %. En ambas mmediaae: los que no se dieron casos de nifios de 8 y 9 aiios. AS, adem. La distribucién por edades no resulta uniforme si se q algunos colectivos. Las chicas, por ejemplo, estan mas o ife men los 15 afios. La diversidad se observa también etanat ae, juzgados: en Barcelona y Girona el peso central ee SC Separan (5 afios, mientras que en Tarragona el grupo mas im hee el grupo n | evolucion en el tiempo de la aplicacién Ase ha podido influir: al menos en Barcelona los cas: Programa sobre todo a la primera época. S CASOS de nifigs le que el proyecto inicial plantease la idoneid a la poblacién primaria y los delitos de a i del ede haber sido un factor determinante al ce que los Jueces canalizaran hacia Bite nay nte la cuestién de la edad centré una okie ae TENCian Ntradas tante de los debates con los mediadores y de las entrevistas con los jueces. : ‘ y La discusi6n reflejé la presencia de inconvenientes de dos tipos: en primer lugar hay acuerdo en que la infancia no ha de llegar a la justicia; en segundo lugar, no es facil mediar con una persona que no ha salido de la etapa de madurez infantil, que no puede establecer ciertas relaciones, que no puede hacer determinados andlisis. Las reticencias para que el grupo infantil sea objeto de la inter- vencion de la justicia penal de menores son compartidas, en general, por jueces y mediadores. No obstante, su mayor presencia en el colectivo que ha sido objeto de esta medida nos hizo pensar que, quizas, los jueces la consideraron una medida mas «inocua» (que en cualquier caso no produciria dafios al menor) por lo que no pusieron tantos reparos para aplicarla. Parece que no en todos los juzgados ha sido asi, sin embargo el programa de mediacién aparece como un claro ejemplo de cémo la ampliacién del catélogo de medidas, la racionalizacin de las intervenciones y el buen hacer de los profesio- nales puede conducir a una extensién de los espacios de control «blando» si no se fijan limites. No obstante, se dio una fuerte coincidencia de interpretaciones al senalar que, con frecuencia, la inclusién de menores de 12 afios era debida a que estos formaban parte de un grupo de preadolescentes y adolescentes. Como veremos, una parte importante de las transgre- _ siones en las que se ha intervenido tienen que ver con conductas de grupo, compuesto a veces por menores de diferente edad. En estos casos se ha tendido a no dejar fuera de la respuesta a ninguno de los - componentes. ’ Desde otra perspectiva, cabe sefialar que la mediacién es una - intervenci6n relacional que presupone componentes de razonamien- to formal: minima comprensién abstracta de la sociedad, de las reglas de la justicia, de la complejidad de la realidad personal del otro,... El proceso de responsabilizacién que se sigue se basa en establecer un didlogo que conduce al andlisis del problema en todas sus facetas y no sdlo en las percibidas por el autor; un andlisis que comporta una edad minima para su realizacién. Afrontar la justicia ontar a la victima suele ser demasiado para un nifio. Pese a los s de los mediadores se han dado suficientes casos en los que mente se resolvié el conflicto, pero en los que el menor nterandose muy poco del argumento de la «pelicula» respon- izadora.«Era un caso grave, el nifio tenia 10 afios y le habia O un ojo a un vecino de 6... Habia sido una imprudencia y el © estaba fuertemente afectado. Cuando el mediador lo tuvo inte no supo qué decirle...Se levant6 y fue a tratar el tema con la e. El dafio era demasiado grave como para pretender que un fio de 10 ajfios se hiciera responsable». _ Sin embargo, la experiencia con los mas pequefios no ha sido siempre negativa. Los profesionales parecen haber realizado una nm ye tated compensadora Despuds de que un nig , : ) Jos adultos ja comisaria el juzpado a Vy ar es que aeabe en manos de yayportan’ por of entado ale mato que Ie puede pase madiacidn, Lo ldgrco hubrer asi alguna persona ¢ en ol lugar adocuadd Sus preocupacrones infantiles, Ey mediadores se han encontrado arre ndo un Mal produc; i SOMELAMIENO jnadeouado a Ja respuesta penal. En parte yo C , 80 ¢ G Un @ a sido el sobreseimiento poy c 0 sacl excesivo impacto de la judicializacidn, la inadeouacig,,” eae yee produjo-en momento y Nga ad son facto pudo relativizar el problen), att ay V< ) ) Cuadro 3. La escolarizacién en los diferentes colectivos de menores Re ti j } gee Poblacién nueva atendida | por la DGJJ el afio 1991 || Lib. vigilada 1991 Internamiento 1991 | Mediacién | | ., . _ Cuadro 4. La escolarizacién por r edad y sexo mats [rat (Chieos|Chicas} 8 | 9 | 10 | 17 | [sy |3s9 330 29 | 5] 8 [16 }23 Jas |s9 fio [as [a7 | 6 | Wyo fis. (23. is.) 0} | 2 1414 liz lar los (is | | asi] 72.2 | 72,7 | 67.4 }100. | 88,9 | 88,9 | 85.2 | 87,5 | 77.6 | 80,1 | 57.9 | 53,1 | 60 | fence} 27.8 [27.3] 32.6] 00] 11.1] 11.1 | 148 | 12'5| 20.4 199 | 42,1 | 4609 | 30 | | La desescolarizacién, sin embargo, en un periodo como la prea- dolescencia tan sensible al fracaso y a la exclusidn de las aulas debe medirse afio a afio. Las cifras mas elevadas se sittan en los 15 y 16 afios (42,1 y 46,9 %) y se reduce drasticamente por debajo de los 13 afios (ver cuadro 4). De hecho la permanencia en la escuela —tenien- do presente las variaciones que se han producido para la poblacién general en los ultimos afios— es un indicador de posibles cambios en la poblaci6n que se atiende. E! perfil social de la Poblacion que llega a la justicia de menores parece estar variando de manera importante y la evaluacién del programa de mediacién lo constataria. La reduc- cién del porcentaje de alejados del sistema en las edades de la primaria obligatoria indicaria una disminucidn del colectivo con _ grandes necesidades sociales. La disminucién de los desescolariza- i, en la preadolescencia y la adolescencia podria indicar un cambio poblacién controlada por sus conflictos sociales. n linea, otros trabajos anteriores (Martin, J. y Dapena, J m cémo la poblacién bajo medidas de libertad vigilada propio medio en 1988 estaba fuera de la escuela en 0 contraste puede verse cémo en la poblacién que 10s habia 32 alumnos de BUP (entre el 10 y 20 % de en edad de cursar secundaria) mientras en el citado lo aparecia uno para una poblacién de 301 jdvenes de mdidas entre los 15 y los 18 aiios. los mediadores -todos ellos con larga experiencia de Dam-— remarcaron en las sesiones de discusién que les ‘ante un conjunto de menores desconocido entre los 73 de laj a n realmente escolarizado incidentes con el curso correspond entes con perspectivas de futuroyy plazo. Su experiencia mas inmediata €h 4 ya no afectaba solo a los barrios mai producirse una mayor diversidad de La interpretaci6n de estos cambios inica. Por un lado la introduccién de j incidencia en la modificacién de los criterios cias habrian producido una «democratizaci6l cion mayor de la respuesta penal a las transgrest Los adolescentes transgresores de determinados% cuya correccién apenas superaba el marco de las com hoy siendo ya objeto de alguna medida. Por otro lado, otros profesionales interpretariam’ Se esta produciendo una incorporacién de los le clases medias a la delincuencia. Probablemente las 40S Nes Son ciertas y compatibles. Como luego comentaR actividades conflictivas que conducen a la justicia d ce estar cambiando, asociandose mucho mas a la © Cente, y no predominantemente al contexto social Comas, D. 1988). Rs ee we cierto es que el programa de meat chjcto de ec Parle importante de esa «nueva» PO lidas en la actual justicia de menores. 3.4. Muchas menos carencias storm scent oo también parece confirmada a través de la ee aie ae una serie de preguntas del cuestionano po de tos 24? an ectadas por el mediador en los menores. En ¢l® slo el Ambi ores Cuvo programa propuesto se Ilevd acabo ta" ficatl” to de la familia se encontraron algunas carencias Si8™ Cuatro 5, 5 — detectadas en los menores a ] nado de | T aaanas |HEN Sens (emit | Habites wm 3 s vas (ver cuadro n.° 5), aunque de hecho la may, presentan vacios y necesidades en un area, también ai sia a otras. El programa fue aplicado, de hecho, a un colectivo en el fe | fas necesidades educativas y sociales no parecen ser el nucleo di fee | minante de los conflictos.Tan sdlo en casos muy Sere fos mediadores se vieron en la necesidad de efectuar al juez ropes especificas de intervencin social o educativa desde otras instancias publicas 0 privadas. : Debe matizarse, sin embargo, que la propia dindmica de la intervencion en este programa no conduce al anilisis en profundi- dad dela realidad personal y social del menor, por lo que la informa- cién del mediador es mis parcial y sesgada que la proveniente de una observacion en medio abierto, o tras la elaboracién de i proyecto educativo individualizado para la aplicacién de una medi- da. El propio disefio del programa, asi como las teorias genéricas sobre las situaciones en las que esta indicado plantearse acciones relacionadas con la mediaci6n, son condicionantes del tipo de trans- gresiones, del tipo de poblacion en la que se ha intervenido. Bien 0 mal, era una poblacion predefinida, una poblacién previamente definida como «asistible». No obstante, la novedad, la necesidad del ensayo-error, tanto para los jueces que habian de formular las peti- ciones como para los profesionales que empezaban a tantear cémo tender las demandas en cada una de las situaciones, ha podido ducir un sesgo que solo una segunda evaluacién —una vez revisa- ama-— podra evidenciar. En cualquier caso, analizamos i6n cuyas tipologias han ido cambiando (ver Cejfe 1992) no de un proceso dindmico de aplicacién ex novo de un pro- b ' | 3.5. Entre la gamberrada y la pelea po de transgresiones que constaba en la primeras diligencias es indica que los menores a los que se aplicé el programa cometido, en primer lugar, actos substancialmente ligados a a las cosas (gamberrismo, vandalismo, pintadas, etc.), en con elementos afiadidos de hurto o robo; en segundo jones (fundamentalmente efectos asociados a peleas indi- © enfrentamientos entre grupos de menores); finalmente, jones relacionadas con la propiedad. Adema: el cuadro se on enfrentamientos verbales (insultos, amenazas.etc.) y les asociadas a la substraccién de motocicletas y a la ropiada con ellas. (En los grificos 3 y 4 puede estructura de las transgresiones en los 390 menores e elaboré un informe propuesta). 75

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