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CURRICULUMENLINER sere eeseeeaeee Ali Baba y los cuarenta ladrones Andnimo (Cuento de Las Mil y Una Noches) rai E una antigua ciuded de Persia vivian dos hermanos: Kasim y Alf Baba. Su padre murié: cuando ellos estaban saliendo de la primera juventud y dejd muy pocos bienes. Kasim, el mayor, entré en relaciones con una viuds rica y transcurridos algunos meses se casé tienda y, puesto que era habil y los tiempos de escasez le habian despertado el entendimiento, vio prosperar su comercio muy de prisa, tanto que al cabo de jo llamarse rico. ella. Con el dinero de la viuda abrié una unos afios pr Ali Baba también se casi, pero tuvo menos suerte. Se puso al servicio de un lefiador, por lo que se pasaba la mayor parte del dia en el bosque, h cortando y cortanda. Hecha una buena provisidn, se iba de vuelta a la ci transportando sus haces de lefia en los tres asnos que pertenecian a su amo. ia en mano, iudad Un dis, mientras cargaba su lefia sobre el lomo de los animales, divisé una enorme ‘columna de polvo, producida por un grupo de hombres 8 caballo que venian hacia donde él se encontraba. Temeroso de un mal encuentro, Ali Babé escondié el hacha, trepé a un rbol muy frondaso y se oculté lo mejor que pudto entre el fallaje, ‘dejando que pasaran sin verlo. Los hambres se detuvieran y se apearon muy cerca de él, justo frente a una roca enorme que estaba recostada contra un pequefio ‘cero cubierto de maleza. Todos eran robustos, vestian buenas ropas y estaban armados hasta los dientes. Ali Baba no dudé ya de que fueran ladrones; los.conté y ‘eran cuarenta, El que parecia ser el jefe se acercd a la roca. Pardndose frente a ella, exclamd, en vor tan alta que sus palabras llegaron claramente a los ofdos de Alf Baba: —|Sésamo, dbrete! ‘Con estas palabras, Is roca se abrié con gran estruendo. Por Ia abertura fueron pasando, uno tras otro, los treinta y nueve bandoleros, y, por Ultimo, el capitan. Apenas estuvieron dentro, se lo oyé gritar con igual fuerza: —iSésame, clérrate! Alf Babé no quiso moverse de su sitio, asombrado y curioso por lo que estaba pasando. No tuvo que esperar mucho tiempo. Adn ne pasa media hore cuando ‘oy6 un ruido subterréneo, para después ver cémo se abrian lentamente las pefias ano dudarlo, alguien se disponia a salir. Los fue contando, para estar bien seguro: Uno... dos...diez... treinta y ocho... treinta ynueve.... cuarental Eliiltimo en emerger fue el capitén, que una vez fuera volvid a gritar: —|Sésamo, clérrate! Todos volvieron a montar sobre sus caballos y se alejaron del lugar. Al Babs salié de su escondite y se acercé a la roca y para probar si las palabras que dijera el jefe de los ladrones también darian resultado pronunciadas por él, dijo: —1Sésamo, dbretel De inmediato la roca gird y Ali Baba pudo entrar a la cueva. Oh maravilla! No se encontraba en una gruta Idbrega y oscura, como pensé, sina en una sala bien iluminada, Ricas alfombras, soberbios tapices, bellos muebles, armas, joyas y toda clase de riquezas se scumulaban en el recinto. Unas puertas conducian a otras estancias y galerias donde se alineaban cofres finos y recios sacos de cuero, Tebosantes de monedas de oro y plata, de rubies, zafiros y otras pedrerias, junto a enormes lingotes de los metales més preciados. Al Babé se queds con la boca abierta. Como hombre piadoso que era, pensé que Ald premiaba de aquella manera su constancia y tesdn en el trabajo. Sin perder tiempo salié en busca de sus asnos, los reunié a la entrada de la caverna y los. cargé con todo lo que pudiesen llevar, eligiendo entre aquellas riquezas lo que mas. le convenia: el oro y Is plata acufiados en relucientes dinares, tomanes, cequies, piastras, escudosy libres. Tapé el preciaso cargamento.con ramas del bosque para que nadie en el camino se percatars y pronuncid en alta woz: —Sésamo, ciérrate! —Y la roca volvid a tapar la puerta de la cueva, Alf Babé se encamind hacia la ciudad y llegando a su casa, conté a su mujer lo que habia pasado pidiéndole que guerdase el secreto. La esposa, muy contenta por la suerte que habia tenide su marido, le ayudé a cavar un hoya en el patio de la casa pare enterrar el oro. Era sin embargo. una mujer curiosa, como lo son todas. las mujeres, y no se contentaba con admirar el maravilloso y reluciente montén. Quiso también contar las monedas, y cuando vio que eran demasiadas, decid medirias. Pero eran tan pobres que ni siquiera tenian una medida de granos. La mujer entonces se dirigié a la casa desu cufiads rica, en busca de un celemin. La esposa de Kasim, deseosa de saber para qué su cufiada le pedia una medida, de Roche y con tanto apresuramiento, puso un poco de sebo enel fondo del recipiente, Para que quedara adherida cualquier cosa que alli se depositase. De welta a casa, la mujer de Ali Baba comenz6 a vaciar una tras otra, las medidas. Echaba el contenido en ellhoyo que el lefiador habia abierto en el suelo dela cocina, y para contarlas, a cada medida que vaciaba, hacia, con un tizén, una raye en la pared. Devolvid la medida temprano al otro dia, sin percatarse de que en el sebo del fondo iba pegado un dinar de ora. Apenas se hubo ido, su cufiada descubrié la moneda y cuando Kasim llegd esa noche a su casa, le conté lo que habia pasado, diciéndole: —Kasim, td te crees rico, pero te engafias. Alf Baba lo es mucha mas que tll. No cuenta el dinero como nosotros, lo mide en recipientes!— Y le ensefio la moneds de aro. Esto desperté la envidia de Kasim, quien fue a ver 2 su hermano a la mafiana siguiente y le explicd lo que él y su mujer habian descubierto. Ali Baba no pudo ocultar ya nada y le confesd lo que le habia pasado, ademas de ensefiarie las palabras apropiadas para abrir y cerrar la roca, Los hermanos acordaron ir ambos a la caverna en ocho dias mas, con numerosas bestias de carga. Kasim, sinembargo Tesolvid para sus adentros no esperar a Alf Baba y salid, pues, él solo esa misma madirugada con diez burras cargados con grandes cofres. Tomé el camino que le habia indicado su hermano y no tard en encontrar la roca que tapaba la cueva. Acercando sus mulosa la parte en que debia estar la entrada, Kasim grité: —|Sésamo, dbretel La roca dejé al descubierto la entrada de la cueva y una vez que Kasim entrd, se ‘volvida cerrar. Deslumbrado, Kasim empezda revolverlo todo, comasi subitamente hubiera enloquecido. Todo se lo queria llevar. Tantas riquezas acumuld para cargar sus mulos, que el sudor le corria por la frente. En su ansiedad, perdi por completo la nocidn del tiempo, y cuando ya tenia llenos. los cofres, y sdlo le faltaba salir de la cueva, cargarlos en sus animales y emprender el regreso, se dio cuenta de que habia olvidedo por completo cual era la palabra magica que lograba abrir y cerrar el lugar. Con la fatige y el atolondramiento, no lograba recordar cudl era el grano cuya magico nambre tenia la virtud de mover ja roca, Angustiado, se puso a gritar frente a la puerta: —iCenteno, dbrete! ;Mijo, dbrete! ;Arroz, dbretel jTrigo, dbrete! ;Centeno, dbrete! Repetfa, se confundia, sudabayy desfallecfa de angustia, sin quela memoria acudiese en su ayuda, Pero de nada le valid, la roca seguia quieta, Cerca de la medianoche, volvieron los ladrones y vieron los burros de Kasim a la entrada de la cueva, cargados con los cofres. Inquietos por este hecho extrafo, los ladrones, sable en mano, se pararon frenteaila puerta, mientras el jefe pronunciaba las palabras. Kasim, que habia sentido el ruido, pensé.que su muerte estaba préxima yy pensé salir corriendo apenas se abriera la puerta, pero Io hizo con tan mala suerte que derribé por tierra al jefe y alli namas, los otros bandidos lo remataron. Luego cerraron la cueva, dejando adentro el cuerpo sin vida de Kasim. Mientras tanto, la mujer de Kasim comenz6 a inquietarse cuando vio que se hacia Roche y su marido no llegaba: entonces fue a casa de Ali Baba y le habié de su inquietud. Ali Babé conaciendo la codicia de su hermano, comprendié al punto lo ‘ocurrido y partid inmediatamente en su buisqueda. Al llegar al lugar, pronuncid frente alla roca las palabras magicasy cuando ésta se abrid, vio alli, junto ala puerta, el cuerpo sin vida de su hermano. Recogiéndolo, lo monté en uno de sus burros y lo tapé con lef. Ya que estaba alli, y puesto que tenia dos asnos de sabra, les echs encima todo el ‘oro que pudo y tras dejar todo en arden y la cueva cerrada, se volvid a la ciudad dando ‘un rodeo para no-ser visto, Llegé @ su casa a eso del anochecer. Lieg6 a la casa de su cuniada y le dijo: —Motivos tienes para afligirte. Pero el mal ya esta hecho y no tiene remedia, Tendremos ‘que hacer aparecer Is muerte de Kasim come algo natural. Tenia Kasim una esclava llamada Morgiana. Alf Baba la llamd en su presencia y luego de referirie lo que considerd oportuna, le dijo: —Hoy necesita que me ayudes a acultar.a todos la desgracia que nos aqueja . La muchacha, que era extremadamente aguda y discreta, fue hasta la casa del boticario y pidié una pécima de las que se usan sdlo en las enfermedades més graves, mientras decia llorando al boticario: —iAy. qué triste, mucho me temo que este remedio no haga efecto. {Qué buen amo voy a perder!. Temprano, al otro dia, repitié la maniobra, con lo cual se extendié por el barrio la noticia de que alguien estaba en trance de muerte. La misma Morgiana se encargd de propagar la noticia: Kasim, el hermano de Ali Babs, era quien se encontraba tan grave. El mal lo habia atacado de pronto mientras visitaba a su hermano. A mediodia ya se anuncié que habia muerto y manderon buscar un atatid, donde colocaran el cuerpo de Kasim y lo trasladaron al cementerio. De este modo nadie sospeché nada sobre la causa de la muerte de Kasim. ero los ladrones, al volvera ls Cueva y no encontrar el cadaver de Kasim, supusieron que éste tendria un cémplice, por lo que decidieron que uno de ellos fuera hasta el pueblo a investigar si alguien habla muerto o desaparecido. El ladrén encargado de encontrar a los que habian entrado en su cueva recorrié. la ciudady llegé hasta la casa del boticario. Hablando con él se enteré de que el hermano de Ali Baba habia muerto y sospechando que podian ser ellos los que buscaba, pidié al boticerio que le ensefiare la casa de Ali Babs. El boticario se la ensefié y cuando el ladrén queds solo, hizo sobre Is puerta de Alf Babs una cruz con tiza, para poder ensefidrsela a su jefe y a los demas bandidos. Sin embargo, Morgiana que vio todo aquello desde su casa y temiendo que corriera peligro la vida de Ali Babé, pinto una cruz con tiza en tadas las puertas de la calle. ‘Cuando al otro dia vinieron los ladrones decididos @ cobrarse venganza, no pudieron saber cudlera en verdad la casa de su enemigo, pues habia cruces en todas las puertas. Un segunda ladrén fue a la ciudad un dia mas tarde. Poco mas 0 menos, le sucedié: lo mismo que al otro, Hablé también con el boticario, quien lo condujo todavia con mayor seguridad, frente a la casa de Alf Baba. En su puerta hizo el bandido otra sefial, en rojo esta vez, para reconocerla cuando llegase la hore de la venganza. Pero Morgiana estabs alerta y, al ver el signo, traz6 otro igual en cada una de las puertas de la calle. Nuevamente las ladrones no pudieron identificar la casa y entonces el jefe de los ladrones decidié ir en persona. Guiada también par el boticario, se detuvo ante la casa y, sin perder el tiempo en sefisles intitiles, la observé bien, miréndola por todos lados y se volvid al bosque para preparar el castigo. Ordend que sus bandidos trajeran cuarenta tinajas y se metieran dentro. Cargéndolas en mulos de dos en dos, se puso I delante de la recua, como si fuese un vendedor de aceite llevando sus existencias al mercado. Al caer la tarde pasd, coma lo habian planeado, delante de la casa de Ali Babé. Al llegar, pidié hablar con el duefio de casa y una vez que se hubo presentado, le dijo: —Sefior, desde muy lejos traigo estas tinajas de aceite, pare venderio mafiana en el mercado y a estas horas no sé dénde hospedarme. Os ruego que me hagéis el favor de ‘dejarme hospedar en vuestra casa. Ali Bab, hospitalario como buen musulmén y creyendo que el viajero era realmente un mercader de aceite, le dijo: — (Bienvenido sois! Podéis pasar le noche aqui. Y llamé a Morgiana, quien estaba a sus érdenes desde la muerte de su hermano, para que dispusiese la cena y una cama para el huésped. Cuando Ali Babé se retiré, el jefe de los bandidos salid al patio donde habian quedado las tinajas y fue desde la primera ala tltima diciendo: —Cuando yo tire piedrecitas desde el cuarto que me han dado, saldréis de la tinaja. ‘Cuando todas se fueron a dormir, Morgiana que atin trajinaba en la cocina, se quedé de repente a oscuras, pues en el candil se habia consumido todo el aceite. No habia més aceite ni velas en la casa, por lo que a Morgiana se le ocurrié tomar la jarra del aceite y bajar a buscar un poco de las tinajas que habia dejado all el falso mercader. ‘Cuando se acercaba 4 una de ellas, sintié una voz que venia de su interior que reguntaba: — 2s ya ls hora? Entonces se dio cuenta de que algo malo pasaba y que su amo y la familia corrfan peligro. Contestd a la voz: —Todavia no, pero pronto serd. Asirecorrié todas las tinajas, contestando lo misma, y se dio cuenta de cudntosbandidos habian entrado ala casa escondidos en lastinajas. Eran treinta y nueve y la ultima tinaja era la Unica que contenfa aceite. Morgiana tomd una enorme caldera y la llend con el aceite de la Ultima tinaja y la puso al fuego. Cuando el aceite comenzé a hervir, lo fue arrojando dentro de cada tinaja. Una vez terminada esta operaciGn, fue a la cocina, apagé la ldmpara y se fue a dormir. Una hora més tarde, el jefe de los ladrones salid sigilosamente de su cuarto yarrojé una piedra a la tinaja mas proxima. Naturalmente, no obtuvo respuesta. Repetido en vano el intento, y temeroso de algtin percance, bajé al patio en busca de sus hombres. Bajé al patio y acercandose a la primera tingja sintid el olor del aceite caliente. Enel acto se dio cuenta de que su plan habia sido descubierto y forzando una cerradura que daba al jardin, huyé lejos de alli Al dia siguiente, Morgiana explicé al asombrado Ali Baba lo que habia ocurrida, — Te debalia vida —dijo Ali Babé- y para darte una prueba de miagradecimiento, desde hoy te doy la libertad y diez mil zequies. El jefe de los ladrones, mientras tanto, habia ideado otra manera de entrar a casa de Ali Babs. Torando el nombre de Cojia Husan y disfrazado de comerciante de finisimas ‘elas, se presenté nuevamente. Ali Babé ordend a Moralana que preparase una rica ‘cena para el distinguido sefior, pero la fiel esclava reconacié casi en el acto al jefe de losladrones y observandolo atentamente, notd que llevaba un pufial escondidedebajo de sus vestiduras, —¥a comprendo —se dijo—, este malvado es el peor enemigo de mi buen amo: pretende asesinario, pero yo lo impediré. Se fue a su cuarto y se vistid con un traje de bailarina, se cif a la cintura una cadena de plata que terminaba en un pufal también de plata, Ordend a otro sirviente que ‘tomara un pandero y que la siguiera, mientras ella terminaba su atuendo con una mascara para danzar, Después de ballar un rato frente a Alf Babd y el falso-Cojia Husan, sacé el pufial de plata y uséndolo como parte de la danza lo presentaba frente a los espectadores, en la forma en que las bailarinas profesionales lo hacen implorando la generosidad del pUblico. Alf Baba echd una moneda de oro en el pandero y Cojia metio. Is mano en su bolsa para ofrecer también una, cuando Morgiana se arrajé sobre ély le clavé el pufal en el carazén. Ali Baba dio un — Qué has hecho, desdichada? —, le dijo. — He hecho esto para salvaros, sefior, a vos y a tu familia —contesté Morgiana. Y abriendo el vestido de Cojia Husan. ensefi.a su amo el pufial con que estaba armada. —Miradio bien, le dijo, es el falso mercader de aceite y el jefe de los ladrones. Lo reconoci enseguida, ‘Ali Babé abrazé a Morgiana y le —Te dila libertad, ahora te casards con mi hijo. Pocos dias después se celebraron las bodas de Morgiana con el hijo de Ali Babs. Este no volvié par la Cueva de los ladrones por mucho tiempo. Al cabo de un afio, invité a su hijo y los. dos montaron a caballo y se acercaron al pefiasco. Ali Baba dijo: “/Sésamo, brete!" y la roca gird. Entraron los dos y se dieron cuenta que nadie habia regresado por alli desde que murieron los ladrones. Ali Baba y su hijo lenaron sus maletas de ‘oro y las cargaron en sus caballos pera regresar a la ciudad. Desde entonces vivieron con todo esplendor las familias de Ali Baba y su hijo, pero sin confesar a nadie mas el secreto de la cueva. Coleccin Cuento Contiga, 2004, H. Beyer A Cussen, A. Fontaine L. Fontaine ‘Santiaga: Centro de Estudis Pblicos¥. 2 ae

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