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VICTORIA SOBRE LOS DEMONIOS - ESPÍRITUS INMUNDOS

Introducción: El tema de los espíritus inmundos debe ser manejado con equilibrio, evitando
extremos como: “Nada tenemos que ver con ellos” y “verlos en todas partes”. La misma
Escritura nos dice: “No podemos ignorar las maquinaciones del enemigo”, también: “No
tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra principados, potestades, gobernadores y
huestes de maldad” y “En mi nombre echaran fuera demonios”. Debemos ser guiados por el
Señor para discernir los ataques del enemigo y ejercer la autoridad y victoria que ya Cristo nos
ha dado…

Victoria sobre los demonios - espíritus inmundos

I. UN HOMBRE EN LA SINAGOGA (Marcos 1:21-23).

a) Jesús es maestro por excelencia.

Nota: El Señor siempre nos está enseñando. Debemos destacar que la liberación era algo nuevo
para los israelitas, pues en el A.T. éste ministerio no se ejerció como tal (Salvo algunos casos
aproximados al concepto de liberación, como cuando David tocaba y el espíritu malo se
apartaba del rey Saúl). Es por eso que en la sinagoga se asombraron: Mr. 1:27. Pero, es allí en la
sinagoga (espacio de enseñanza), donde está precisamente Jesús enseñándoles.

b) Un hombre con espíritu inmundo.

Nota 1: Es muy importante tener presente que quienes asistían a la sinagoga eran hebreos o
prosélitos (gentiles que se convertían al judaísmo), por tanto quienes estaban allí estaban bajo
pacto, conocían la ley de Moisés, participaban de la pascua, los hebreos eran descendientes de
Abraham, en las fiestas anuales iban al templo en Jerusalén, y eran fieles asistentes a la
sinagoga cada ocho días. Pero a pesar de todo esto él tenía un espíritu inmundo.

Nota 2: Aquel día Jesús estaba en la sinagoga, y ante la enseñanza y presencia de Jesús, el
espíritu inmundo empezó a gritar… por mucho tiempo estuvo allí en ese hombre e iba a la
sinagoga, pero ahora allí estaba Jesús. La religión no libera ni salva a los hombres, el verdadero
salvador y libertador se llama Jesucristo nuestro Señor.

II. LA PERSONALIDAD DE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS O DEMONIOS (Mr. 1:24).

a) Su origen no es claro, pero sí su naturaleza y objetivos.

Nota: Algunos enseñan que son los ángeles caídos, otros que son una generación pre adánica, y
otros enseñan que pertenecen a otra clase de seres que se en algún momento se rebelaron
contra Dios… Lo que la Biblia sí nos enseña claramente es que aborrecen al ser humano y todo
aquello que sea una expresión de Dios. Su objetivo es destruir, llevar al hombre a la
condenación eterna.

b) Tienen voluntad, sentidos, razonamiento, son emisarios del reino de las tinieblas.

Nota: Todas esas capacidades como personas y agentes del mal, van dirigidas a la destrucción
de familias, matrimonios, finanzas, iglesias, ciudades, personas, etc. Planean estrategias y
desarrollan proyectos para generar enfermedades, muertes, cautiverio espiritual, adicciones,
desórdenes mentales y emocionales, etc.

III. LA BATALLA DESDE LA AUTORIDAD ESPIRITUAL.

a) Jesucristo venció y delegó su autoridad en la iglesia.


Nota: Jesucristo venció en la cruz del calvario a las potestades demoniacas, y venció por medio
de la muerte al que tenía el imperio de la muerte esto es al diablo. Cuando Jesús resucitó
delegó en su iglesia su autoridad, y es muy significativo que en el mismo contexto (Marcos 16)
le dijo: “En mi nombre echaran fuera demonios”.

b) La fe y la palabra de Dios son armas poderosas (Mr. 1:25-26).

Nota 1: Jesús declara una palabra con autoridad, es una orden. Nuestra declaración está
amparada en lo que Jesús ha hecho y dicho. Son acciones de fe, algunas veces están
acompañadas de una expresión evidente, como en éste caso: “el espíritu inmundo
sacudiéndoles con violencia, y clamando a gran voz, salió de él”. Pero, en otras ocasiones no
hay señales, porque es algo espiritual.

Nota 2: Debemos cuidarnos de los extremos (creer que a más cantidad de gritos más poder, o
que más aceite de oliva va a ayudar). Al observar los evangelios vemos que Jesús lo hizo con la
palabra, además porque él estaba ungido, él lo dijo “el Espíritu del Señor está sobre mí para
sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, a poner en libertad a
los oprimidos” Jesucristo vino a traer libertad a los cautivos. En Cristo tenemos victoria sobre
los espíritus inmundos o demonios.

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