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El tsunami tecnológico y el impacto de la ola en la educación.

Marta Elisa Castro Eberle – 06/2017

Es sabido que la tecnología y la conectividad han transformado los sistemas productivos,


la manera de hacer negocios y de ofrecer servicios y han introducido profundos cambios
en la forma de comunicarse. La ola estalló y su impacto sigue generando cambios en las
instituciones, las empresas, los gobiernos y en los individuos. Algunos sectores la
incorporaron rapidamente y supieron cómo transformarse, otros, aún van caminando a
pasos lentos. Tal es el caso del sector educativo, cuyas dificultades para la adaptación se
perciben, fundamentalmente en tres ámbitos: el gubernamental, que raramente adopta
estrategias verdaderamente transformadoras; el sistema educativo vigente, que no sabe
cómo actuar - en tiempo y forma –; y, finalmente, en los educadores, que debido a su
desconocimiento de las nuevas tecnologías retrasan el proceso de cambio. En este
contexto, los desafíos del “oficio” de enseñar se presentan de forma distinta e involucran a
nuevos actores procedentes de campos diversos de la sociología, la filosofía, la pedagogía
o del sicoanálisis, etc.

¿Quiénes son estos nuevos actores? Son los programadores, los diseñadores de juegos,
los especialistas en entretenimiento, los arquitectos informáticos, los ciberabogados, los
gestores de información en la nube, entre tantas otras profesiones que se crearon con esta
ola y están introduciéndose en el universo educativo. Podemos decir que son “artesanos”
y sociables, porque trabajan con especificidades y complejidades increíbles, pero no están
cerrados en su pequeño mundo creativo.

Son muy distintos respecto de lo que postula el sociólogo estadounidense Richard Sennet
(1), que explora el concepto del oficio de enseñar como una virtud artesana, pero una virtud
no sociable, que “proporciona respeto personal pero que aísla a la gente”. Estos nuevos
actores, inevitablemente, por pertenecer a la era de la globalización, están conectados con
el mundo y se relacionan permanentemente con otras culturas. Se está produciendo un
quiebre de paradigmas que pone en jaque al modelo educativo vigente.

Sí, en jaque mate, pues es el final de la partida: el rey – léase la educación – está
arrinconado y el juego llegó a su final. La neoeducación tiene que encontrar su camino.

Frente a la multiplicidad de culturas en conexión, demandando igualdad y respeto, no se


puede hablar de un conocimiento hegemónico. Pero, a la vez, no se puede olvidar que este
movimiento es dominante. Son polos opuestos imponiéndose: el individual- emancipador y
el colectivo-masivo.

¿Cuál debe ser la nueva forma de enseñar para responder a estas demandas tan
desiguales?

No hay una fórmula única, pero lo que sí se sabe, es que la educación no se restringe más
a la transferencia pasiva de conocimientos. Es un proceso de construcción interactiva en
el cual los “involucrados” tienen función activa. La Internet tiene un papel fundamental en
la viabilidad de este modelo, pues puede, efectivamente, conferir al usuario el poder de ser
agente conductor de su proprio proceso de aprendizaje. La nueva generación está

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poniendo a los educadores contra la pared. Su forma de aprender es más dinámica, más
autónoma y no está centrada, exclusivamente en el educador. La generación actual quiere
aprender para relacionarse con el mundo, ya que hoy el mundo se encuentra al alcance de
sus manos. El filósofo francés Michel Serres (2) contextualiza y define a esta generación,
a la cual denomina “Pulgarcita”. Son los jóvenes conectados a la red, los que, según él,
“están destinados a transformar el mundo” con su capacidad inventiva, que manejan con
los pulgares sus smartphones (por esto el nombre “pulgarcita”) con habilidad asombrosa.
Serres explica que “ellos tienen literalmente el mundo en la mano, todo su saber está en
el teléfono inteligente, manejan informaciones y se conectan con el mundo con una
velocidad impresionante”. A través de sus aparatos se relacionan con otras culturas, se
entretienen, consumen, aprenden solos. Son hijos de un mundo en mutación, sin barreras
físicas, donde domina la inmediatez.

Serres nos recuerda el camino histórico de la transmisión del saber. Primero por medio de
la palabra; luego mediante la invención de la escritura y posteriormente con la aparición de
la imprenta (el primer gran movimiento de propagación de la información y del
conocimiento) que produce una “metamorfosis total en la sociedad”, hasta la aparición de
la informática con sus cambios radicales. Según él “ninguna generación tuvo tantas
novedades de golpe”. Esta trasformación todavía deja a los educadores, las instituciones
y los gobiernos anestesiados. Todo fue tan intenso y rápido que no han tenido capacidad
de reaccionar ni de aprender. Es indiscutible: la generación digital hace otras conexiones
y pone otras habilidades en juego para aprehender y aprender. Serres menciona que las
“instituciones han sido creadas en un mundo que ya no existe” y, como muchos otros
autores, nos desafía a pensar cómo vamos a resolver los problemas de transmisión de
saberes, en este contexto y con una generación con estas características.

Hay un “gap” generacional que debe ser transitado. Serres lo llama “grieta” generacional.
Ambos - grieta y “gap”- pueden entenderse de distinta manera. La grieta nos habla de la
profunda diferencia que existe entre la forma de aprender-enseñar de una y otra
generación. El “gap” habla del tiempo que aún falta recorrer hasta que la generación digital
llegue a los espacios de enseñanza – formales e informales – y tome para sí este oficio.

El filósofo y escritor argentino Ernesto Laclau postula que entre una mudanza de convicción
a otra se pasa por un “vacío”. Desde esta perspectiva, el ser que está pleno no avanza, no
cambia. La crisis tiene el poder de encontrar un nuevo sentido y de provocar un cambio.

¿Estamos experimentando “el vacío”? Había “plenitud” educativa, todo parecía funcionar
bien, hasta que vino el “tsunami tecnológico” y arrasó con muchos conceptos y prácticas
tradicionales. Nos hallamos justamente en el período crítico, en el que aún no se han
abandonado los modelos de enseñanza del pasado y todavía no se ha llegado a lo nuevo.
Pero, ¿cómo sería este “nuevo” enseñar? La respuesta, la están buscando, los filósofos,
los pensadores, los educadores, especialistas en las nuevas tecnologías, entre tantos otros
interesados en el “proceso de construcción del conocimiento” - como lo define Norbert
Elias.

Norbert Elias (3) rechaza la idea del “individuo aislado (homo clausus) como el sujeto
principal del conocimiento y propone el homines aperti, el sujeto de las redes de
interdependencia que construye su conocimiento y saber en la escalera de caracol, en un

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proceso que no tiene principio”. Este pensamiento es muy adecuado para los días actuales,
donde las redes virtuales dominan, donde la interacción entre culturas es posible y está a
“un movimiento de pulgar”.

Es fascinante percibir que esta misma ola que destrozó la educación, es la que nos permite
reconstruir la educación. Ella posibilitará que se aten los hilos sueltos y este sinfín de
conceptos puedan, finalmente, entramarse para construir otra dinámica educativa.

Vayamos a un ejemplo práctico: una plataforma virtual abierta y colaborativa, desarrollada


- al mismo tiempo - por profesionales de distintos países, de múltiples ámbitos
interdisciplinarios, financiada o no por gobiernos, organismos internacionales o,
simplemente, a través del financiamiento popular (crowdfunding), que tenga el objetivo de
llevar – gratuitamente - por la red (World Wide Web) educación y cultura a la nueva
generación, tiene el poder de entramar estos conceptos. Esta es la dinámica de los
“hacedores” de herramientas digitales.

Y ahora, ¿cuál será la dinámica de los usuarios (educador-padre x alumno-niño, por


ejemplo)?

Si educar “es emancipar” – como dice el filósofo francés y profesor de política, Jaques
Rancière (4), las nuevas generaciones tienen, más que todas las anteriores, esta
posibilidad. Algunos conceptos de la obra de Rancière pueden encontrar terreno fértil y
germinar en este mundo virtual y conectivo, detengámonos en algunos de ellos: la
emancipación, la capacidad de cualquiera de aprender sin maestro explicador, la atención,
la voluntad, la igualdad y el poder de los anónimos.

La escuela, el campus, ya no necesita paredes. Las conexiones, con el uso del internet, se
hacen de manera rápida y fácil y otros “espacios de aprender” se crean. Los usuarios
pueden, desde sus dispositivos, acceder gratuitamente a las mismas herramientas, sin
necesitar estar encerrados tras los muros de la escuela. Todos tienen la misma posibilidad
(igualdad). Se puede acceder al saber sin pagar por ello, sin necesidad de estar en un
ambiente formal de enseñanza (el poder de los anónimos) y sin maestro explicador.
Los que “no tienen títulos” pueden producir conocimientos, compartirlo e influenciar en
esfera global, en un movimiento, verdaderamente, democrático. Para Rancière la
democracia es la práctica misma de la política y rompe la lógica de las desigualdades – es
el poder de la igualdad de cualquiera puesto en acción. Las aplicaciones móviles, como
herramientas para ampliar saberes, por ejemplo, parten de este principio “emancipador”, o
sea, permiten que el usuario interactúe y aprehenda sin maestro explicador. Son intuitivas,
auto explicativas, provocan la voluntad, despiertan la atención porque son entretenidas; en
suma, son muy distintas de las “clases aburridas” de la escuela tradicional. ¡Todos pueden!
La capacidad y “el poder de cualquiera” nunca estuvieron tan cerca de la gente - ¡a un
pulgar!

Referencias:

(1) Antelo, E. (2010). “Compromiso”, “Oficio”, “Vocación”, Revista “La tía” en sección “Personal
Teacher”, N°5, Disponible en línea: www.revistalatia.com.ar.

3
(2) Serres, Michel (2012), Pulgarcita, Paris: Manifestos de Pommier.

Serres, Michel (2015), Conferencia Las nuevas tecnologías, revolución cultural y cognitiva.
En: https://www.youtube.com/watch?v=8qh44YFczto

Serres, Michel (2013) - Entrevista, El Mundo: Nuestras instituciones han sido creadas en un mundo
que ya no existe. En: http://www.elmundo.es/espana/2013/12/21/52b4e6c022601db6358b4584.html

(3) Elias, Norbert (2010) “La sociología del conocimiento de Nobert Elias” por Enrique Guerra
Manzo – México D.F. En: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-
01732012000300002

(4) Rancière J. (2007), El Maestro Ignorante - Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual.
Ed. Buenos Aires: Libros del Zorzal.

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