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República Bolivariana de Venezuela.

Misterio del Poder Popular para la Defensa.


Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada.
UNEFA – Núcleo Nueva Esparta.

Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, y los


acontecimientos posteriores a la Batalla de Carabobo.

Prf: Celenia Bustamante Realizado por:

Francisco J. Gamboa M.

C.I: 26.082.767.

5to semestre de Ing. Civil.


El 1820 ocurrieron en España sucesos políticos que tuvieron repercusión importante en
la guerra de independencia. A comienzos de año, varios regimientos concentrados cerca de
Cádiz para partir a América, se sublevaron bajo al mando del Coronel Riego e iniciaron un
movimiento revolucionario que rápidamente se extendió a Madrid y a la mayor parte de las
provincias metropolitanas. Los revolucionarios exigían: suprimir la inquisición, gravar con
impuestos al clero y la nobleza, cerrar monasterios, confiscar propiedades agrarias de los
nobles y restaurar la constitución de 1812. Bajo la presión del movimiento liberal, el Rey
Fernando VII convocó las Cortes, prestó juramento a la constitución de 1812 y suprimió la
inquisición. Al mismo tiempo, el gobierno español, envió instrucciones a sus jefes Militares
en las colonias para entrar en negociaciones con los republicanos.

Este cambio de actitud del gobierno español condujo a la firma del Tratado de
Armisticio y Regularización de la Guerra, también conocido simplemente como el
Armisticio de Trujillo entre la Gran Colombia y el Reino de España el 25 y el 26 de
noviembre de 1820 en Trujillo, Venezuela. Representadas ambas naciones por Pablo
Morillo y Simón Bolívar, respectivamente. Mediante estos tratados quedaba oficialmente
derogada la guerra a muerte, se acordaba una tregua de seis meses además de constituir de
facto un reconocimiento del estado colombiano. Según el propio Libertador, este Tratado
‘‘es digno del alma de Sucre’’, por el cual desde ahora en adelante ‘‘se hará la guerra entre
España y Colombia como la hacen los pueblos civilizados’’.

El 27 de noviembre de 1820, en el pueblo de Santa Ana, en Trujillo, se realiza la


histórica entrevista entre Bolívar y el Jefe realista Pablo Morillo, para ratificar con un
abrazo los Tratados que acababan de firmar.

El Tratado de Armisticio tenía por objeto suspender las hostilidades para facilitar las
conversaciones entre los dos bandos, con miras a concertar la paz definitiva, fijando una
línea de demarcación que abarcó: e l río Unare, remontándolo desde su embocadura al mar
hasta donde recibe el Guanape; las corrientes de éste subiendo hasta su origen; de aquí una
línea hasta el nacimiento del Manapire; las corrientes de éste hasta el Orinoco; la ribera
izquierda de éste hasta la confluencia del Apure; éste hasta donde recibe al Santo Domingo;
las aguas de éste hasta la ciudad de Barinas, de donde se tirará una línea recta hasta Boconó
de Trujillo; y de aquí la línea natural de demarcación que divide la Provincia de Caracas del
Departamento de Trujillo.

El Armisticio firmado en Trujillo quedó interrumpido antes del plazo señalado y la


guerra se reanudó a partir del 28 de abril de 1821. La causa de esta interrupción fue el
pronunciamiento de la ciudad de Maracaibo, en donde una asamblea popular reunida el 28
de enero, declaró la ciudad y su territorio constituidos en "República Democrática", unida a
Colombia. Inmediatamente después de este pronunciamiento, las tropas patriotas entraron
en Maracaibo y ocuparon la plaza. Estos hechos fueron interpretados por los realistas como
una violación del Armisticio, basándose en que Maracaibo estaba dentro de los límites del
territorio que les correspondía según el tratado. Sin embargo, el pronunciamiento de
Maracaibo era un acontecimiento de gran importancia que venía a reforzar las posiciones
políticas y militares de los independientes. Esta ciudad y su provincia habían permanecido
fieles al gobierno Español y el cambio de actitud que ahora asumía no podía quedar sin el
debido respaldo del gobierno patriota. En tal sentido, el Libertador mantuvo la ocupación
de la ciudad e invitó al jefe español a conversaciones para llegar a un acuerdo favorable del
incidente. Este arreglo no fue posible, y ambos bandos convinieron reanudar las
hostilidades a partir del 28 de abril.

Aunque el Armisticio se rompió antes de vencerse el plazo, sirvió para refrescar la


tropa, entrenarla, vestirla y darle nuevos bríos para la lucha que continuó y desembocó en la
batalla de Carabobo.

El Tratado de Regularización de la Guerra significó el compromiso de ambos bandos


de hacer la guerra respetando las normas más elementales del derecho de gentes, que
habían sido violadas de parte y parte durante los años de la guerra. Desde 1810, la guerra
fue una contienda en que no se respetaba la vida de los prisioneros, ni siquiera la de los
heridos en el campo de batalla. Tal manera de hacer la guerra fue terriblemente perjudicial
a nuestro país, por el carácter de contienda civil que tuvo y por la inclinación de grandes
sectores del pueblo a apoyar a los realistas. La firma de este Tratado vino, pues, a significar
la terminación de la guerra a muerte, proclamada por El Libertador desde 1813.

El presidente elegido en Cúcuta fue el Libertador Simón Bolívar y como vicepresidente


resultó electo el general Francisco de Paula Santander. Ambos se juramentaron el 3 de
octubre. Pocos días después Bolívar nombró el primer gabinete, constituido por Pedro
Gual, José Manuel Restrepo, Pedro Briceño Méndez, José María del Castillo y Rada y
solicitó la autorización del Congreso para marchar al sur a fin de proseguir las campañas
libertadoras. Se le concedió, dándole amplias facultades sobre los territorios que fuesen
teatro de operaciones. A la cabeza del Gobierno quedó Santander como vicepresidente de la
República encargado del ejercicio del Poder Ejecutivo.

El 13 de octubre de 1821 cesaron las sesiones del Congreso de Cúcuta, que actuó en
forma soberana, sin presiones de ningún género, ya que el mismo Bolívar fue garante del
clima de libertad y autonomía en que se desarrollaron las actividades de esta magna
asamblea Gran Colombiana. De acuerdo con las facultades que le había otorgado el
Congreso para dirigir la guerra, el Libertador dispuso que el general Antonio José de Sucre
se trasladase a Guayaquil (que en octubre de 1820 se había independizado de los
españoles), y desde allí avanzara hacia Quito. Es la Campaña del Sur, en la cual habrá
combates y batallas de singular relieve, entre estas últimas Bomboná, el 7 de abril de 1822,
dirigida por el propio Bolívar, y Pichincha, el 24 de mayo siguiente, por Sucre. El 13 de
julio se incorpora formalmente Guayaquil a Colombia. Y el 27 del mismo mes se celebra en
esa ciudad la entrevista de Bolívar con el general José de San Martín. Más tarde, el
Protector del Perú se retirará del campo de la política y de la guerra. En el Ecuador,
totalmente incorporado desde mediados de 1822 a la Gran Colombia, el Libertador sigue
con gran preocupación el desarrollo de los sucesos en el Perú. Entre tanto, el 17 de julio de
1823, manda personalmente la batalla de Ibarra, donde derrota al coronel realista Agustín
Agualongo. Llamado por los patriotas peruanos, emprende viaje por mar, el 7 de agosto de
1823, desde Guayaquil, y llega el 1 de septiembre a Lima. Estará en el Perú hasta el 3 de
septiembre de 1826, cuando emprende el regreso después de dejar libre de la dominación
española a la tierra de los incas y de haber fundado la República de Bolivia.

Durante la ausencia del Libertador, el vicepresidente Santander rigió los destinos de


Colombia desde Bogotá, adonde se había trasladado ya el Gobierno a fines de 1821. Los
congresos constitucionales de 1823, 1824 y 1825, que se reunieron en aquella ciudad con
participación de senadores y diputados de todas las provincias, orientados por la capacidad
administrativa y política del vicepresidente y sus principales colaboradores, fueron
estructurando mediante numerosas leyes y resoluciones la vida civil de la República, en un
clima de amplia, aunque no total, libertad de prensa; ejemplos de ésta fueron las polémicas
que en Bogotá sostuvieron en 1823 Santander y el estadista Antonio Nariño, así como las
campañas periodísticas que en Caracas llevó a cabo de 1822 a 1824 el Venezolano. La
guerra, que no había terminado del todo en Venezuela con la batalla de Carabobo en 1821,
pues quedaba el foco realista de Puerto Cabello, se reinició con las operaciones del
brigadier Francisco Tomás Morales en el occidente venezolano, apoyado por la escuadra
española del almirante Ángel Laborde. La batalla naval del lago de Maracaibo, ganada por
el almirante José Prudencio Padilla en julio de 1823 como consecuencia del ataque patriota,
fueron destruidos muchos buques realistas y capturados otros. Los realistas en la más
angustiosa situación picaron los cables y trataron de escapar haciéndose a la vela; pero
fracasaron en su intento, pues sus buques mayores fueron hechos prisioneros. La mayor
parte de la tripulación del San Carlos se arrojó al agua e igual suerte corrió la de los otros
buques, excepto la del bergantín-goleta Esperanza, que fue destruida por una explosión.
Sólo tres goletas escaparon al abrigo del castillo San Carlos.

Esta victoria marcó definitivamente la independencia venezolana del yugo español.

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