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ORESTES HÉROE TRÀGICO

La tragedia de Esquilo nos ofrece el máximo intento por hacer comprensible el destino
del héroe dentro de un universo moralizado. El exceso de hybris, que castigan los
dioses en Agamenón y Clitemestra, está concebido como pura falta contra la justicia;
el mismo poeta testimonia su originalidad —por lo demás. Solón es ya un precedente
claro, y hay otros más^ al afirmar tajantemente que sólo la conducta injusta y no la
simple felicidad se atrae la desgracia. Bien, como decíamos, no considera al héroe
como originalmente injusto, sino que comete su falta en una situación humanamente
oscura; es simple error que exige valor y es un indicio de grandeza. Así, Agamenón,
puesto en el dilema de sacrificar a su hija o renunciar a la expedición a Troya, exclama
: «¿Qué decisión está libre de males? ¿Cómo ser un desertor y abandonar la
alianza?». Sólo la superior sabiduría divina ve claro en esa situación oscura, sabe que
Agamenón se equivocó; y Esquilo entiende así su muerte como castigo. Los ancianos
del coro intuyen religiosamente ese castigo y el mensajero, con su jactancia insolente
sobre el saqueo de Troya, lo justifica más. Pero al tiempo ese castigo es obra impía,
traición cobarde que degüella a un esposo, un héroe, como a una oveja en el
matadero, y Agamenón, después de su muerte, encontrará el amor y la venganza de
los suyos. De esta manera Esquilo ha sabido introducir el tema de la injusticia
castigada en el antiguo esquema del héroe muerto tras su mayor hazaña, sin por ello
aniquilar moralmente la figura de ese héroe. Se dice que Macbeth es la tragedia más
esquílea de Shakespeare y en cierta medida esto es verdad: ¿pero qué queda de
Macbeth a su muerte sino el recuerdo de sus crímenes? En cambio, lo característico
de Esquilo es que su moralización del tema épico del héroe no se hace a expensas de
su humanidad, que, al contrario, es profundizada más y comprendida mejor. Es
interesante hacer notar que esta moralización se introduce ahora también en el mundo
divino. Frente al dios que obra mal o bien según los casos, ahora tenemos, de un lado,
a los dioses que gobiernan con la inteligencia y la justicia: Zeus, Apolo, Atenea; de
otro, a las fuerzas oscuras y sangrientas, las Erinias. En vez de ellas, aparece en
algunos pasajes el ttXáíTTCüp, el dios que causa el mal; por ejemplo, hace a Jerjes
cometer el error en la colocación de su flota que le será fatal en la batalla de Salamina.
Desde nuestro punto de vista lo que aquí nos importa es señalar que de este modo se
logran ulteriores apoyos para caracterizar, desde el punto de vista de la justicia, el
destino humano. Orestes, como antes Agamenón, se encuentra en un dilema
difícilmente soluble para la sabiduría humana: o dejar sin venganza a su padre o
matar a su madre. Así como Agamenón ha seguido consideraciones humanas —
por legítimas que sean— frente a la justicia divina, así Orestes sigue la justicia
que le marca Apolo frente a consideraciones que también encuentran apoyo en
el mundo divino, pero en dioses que Esquilo considera inferiores a sus nuevos
dioses justicieros. Las Erinias son diosas objetivamente y al tiempo representan la
conciencia de Orestes de haber obrado contra normas sagradas ; pero su decisión fue
justa, pues se apoyó en otros principios divinos superiores. Otras veces el caso es
distinto. El aXásTcop de los Persas es usado como instrumento del castigo de los
dioses justos a la injusticia y la hybris de Jerjes. En el Pr0meteo Zeus es aún un dios
tiránico e injusto que al final de la Trilogía, según se cree, evoluciona en el sentido del
dios de la justicia que luego es, libertando a Prometeo; así, en la obra que
conservamos el sufrimiento del protagonista tiene un sentido, puesto que su
resistencia a ceder provoca el cambio de Zeus. Es una mirada dentro del mundo de lo
divino, al cual pertenecen tanto Zeus como Prometeo, no un alegato del hombre contra
un dios satánico, como en la obra de Shelley. Con todo, no conviene separar
demasiado al héroe esquí- leo de los demás héroes trágicos. La justificación moral de
su destino no llega a ser completa; convendría estudiar a fondo este punto, porque
sobre la base de la Orestíada se ha ido demasiado lejos, según estimamos. Todavía
queda, como dato mítico heredado con el tema, un resto de la que pudiéramos llamar
culpa objetiva, de la que el héroe no es responsable, pero que es causa de dolor. Es lo
perseguida por el tábano, puro terror y angustia; es Etéodes, en los Siete, que lucha
hasta el final aunque se sabe condenado. Ni una ni otro han obrado contra la justicia,
aunque sobre ellos pese la ira de una diosa o la maldición de un padre. Esquilo sólo
sabe decirnos que sus sufrimientos serán fructíferos: lo será madre de un nuevo
pueblo; Eteocles salvará su ciudad. Su muerte, de otra parte, vendrá del acto libre c
impío del combate con su hermano. Sin embargo, por mucho que estén entrecruzados
el bien y el mal en Esquilo —y las Suplicantes, con la trilogía a que pertenecen, es un
nuevo ejemplo de ello—, por mucho que la injusticia y el crimen sean en él vistos
como resultado erróneo de la decisión de un hombre noble en una situación
humanamente oscura, no hay duda de que en Sófocles, menos original, se halla la
más fiel continuación del conjunto de los precedentes épicos y líricos relativos al tema
del héroe y del obrar humano. Y con ello coincide el hecho de que el héroe de la
tragedia sofoclea ha sido siempre considerado como el más claro representante del
hombre trágico. No hay generalmente en él la hybris que llega al crimen, como en
Esquilo, y que es castigada; cuando esto sucede, como en el caso del Creonte de la
Antígona, no se trata del personaje central de la tragedia. El héroe sofocleo no es
castigado arbitrariamente por los dioses; su fin, incluso en el caso de Edipo, depende
de su acción. Esta acción puede definirse fundamentalmente como afirmación de sí
mismo, lo que puede implicar conciencia del propio valor, caso de Edipo, o
resentimiento, caso de Ayax, Filoctetes, Electra. Esta afirmación de sí mismo puede
actuar en el sentido de la voluntad divina y el héroe vence : así en Electra. O puede
prescindir de la sabiduría divina o tratar de corregirla y entonces cae: así Edipo, Ayax.
Pero el esquema es más complejo. Filoctetes es simplemente obligado a ceder y a
secundar el plan divino de la toma de Troya. En Antígona la heroína secunda la ley
divina y su acción, como en Electra, choca en cambio con la humana; el tirano es
ciertamente castigado, pero ella muere.

CONCLUSIÒN: Orestes es considerado héroe porque quiebra a partir del


consentimiento de Apolo, las leyes sociales y políticas tradicionales impulsadas por su
sentido moralizante (Rompe la mesura de vida: Hibrys). Decide matar a una mujer
lujuriosa quién engañó al padre (madre). Así buscará restablecer la moral de su
familia y por ende del pueblo. Por ello, al final de la tragedia es perdonado y será rey
de Micenas (Argos).

2. Qué representa Apolo

Al inicio de la tragedia:

Apolo Incita el asesinato de Clitemestra a Orestes. Simboliza la reparación de la moral


a travès de la Ley de Talión:

“En el caso del destino asignado a Orestes, la oblicuidad no está dada tanto por el
comando a seguir, que es algo claro y distinto –vengar a su padre–, como por las
consecuencias que resultaran de tan inhumana acción –matar a su madre–, y en ese
sentido es una determinación divina más allá de la naturaleza humana. Entre tanto,
debemos tener presente que este periplo de crímenes tiene como norte el reparar con
sangre el hecho de sangre para, finalmente, transformar el círculo vicioso de la
venganza mediante la purificación ritual, con la sangre lustral de un animal de
reemplazo. Como consecuencia final de las peripecias de Orestes suponemos que se
abrirán las puertas de la locura en que vive el matricida, para producir la
transformación decisiva de la arcaica lógica del talión. Apolo, por lo demás,
simplemente cumple el plan de Zeus, que se revela como el argumento definitivo para
dar sentido al misterioso padecimiento de los Atridas, porque –como dijera Confucio–
cuando las cosas humanas se sitúan más allá del bien y del mal, es porque está
soplando el espíritu divino. Y es lo que le pasa a Orestes, que deviene instrumento del
destino en un asunto que tiene sus raíces más profundas en la lógica de la guerra. En
este caso, de la guerra de Troya, ciudad lejana del Oriente, que por alguna razón,
oblicua también, fue defendida en su momento por Apolo y Artemisa pero que, por
fuerzas superiores, se inclinaron las balanzas de la victoria hacia el pueblo de los
argivos, de los aqueos, y de los teucros, es decir de los protegidos por Palas Atenea,
que ahora entra a la escena.”

Apolo, en la tercera tragedia que integra la Orestiada, representa el denfesor de la


Hibrys (mesura – moral) de Orestes.

Apolo actúa de abogado de Orestes mientras las Furias actúan como abogado de la
fallecida Clitemnestra. Apolo convence a Atenea de que, en un matrimonio, el marido
es más importante que la mujer, señalando que Atenea nació sólo de Zeus y sin
intervención de una madre (Zeus se tragó a Metis)

Antes de que se cuenten los votos, Atenea vota en favor de Orestes. Apolo y Atenea
sostienen que los dos homicidios tienen diferente gravedad. El hijo tiene la misma
sangre que el padre porque él lo ha generado y por lo tanto tiene el derecho de
vengarse. Después del recuento, los votos son iguales en cada lado. Atenea intenta
convencer a las Furias de que acepten su decisión. Las Erinias, increpan a Atenea por
vulnerar viejas leyes. Pero, al final, ellas se someten. (Sin embargo, en Ifigenia en
Táuride, de Eurípides, las Furias siguen acosando a Orestes incluso después del
juicio).
Atenea entonces les da otro nombre, las Euménides (‘benevolentes’), quienes se
comprometen a mostrar su lado mas benigno a Atenas. Las Furias serán entonces
honradas por los ciudadanos de Atenas para asegurar su prosperidad. Atenea también
declara que en adelante los empates entre los jurados deben resolverse en beneficio
del acusado, siendo absuelto, puesto que la misericordia debe prevalecer siempre
sobre la severidad.

3. Papel del Coro

En las obras trágicas griegas el coro es parte del destino del hombre. Anticipa o
profundiza las desgracias de los personajes nobles. El coro es el punto intermedio
entre el dios y hombres, orientan al espectador.

4. Personajes de la Orestiada:

1. Furias o Erinias: Ley del Taliòn


2. Eumènides: Espìritus Benevolentes, abandono de la ley del Taliòn.
3. Electra: instigadora para quebrar la moral de Orestes (mate a su madre)
4. Clitemestra: La lujuria y la venganza
5. Agamenòn: Muerte y lujuria
6. Apolo: Defensa de la moral de Orestes
7. Atenea: equilibrio y democracia
8. Areópago: sabiduría polìtica

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