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Sistema socioeconomico y

Estructura regional en la
Argentina
Alejandro B. Rofman y Luis A. Romero
Prólogo
El presente libro es el resultado de un análisis crítico de los
modelos tradicionales que describen el proceso histórico de
estructuración espacial de un país. Estos modelos limitan en
general, su caracterización a aquellas variables que, por ser
cuantificables y estar respaldadas por una abundante
información empírica, dan la impresión de una gran exactitud en
el análisis. Ello presupone, en definitiva, que esas variables
actúan en forma aislada del contexto socioeconómico que las
comprende. De este modo, la trayectoria histórica de los
fenómenos más significativos a escala regional se convierte en
una sucesión de hechos desconectados y sin relaciones
significativas con los demás.
La historia regional, en cambio, si quiere reflejar la realidad y
dar de ella una interpretación válida y útil, debe partir de un
marco conceptual claro, que debe ser previamente definido.
Entendemos que es preciso disponer de un modelo de
interpretación global del comportamiento de la sociedad
estudiada para que cada hecho histórico que la afecta en su
conformación regional pueda ser explicado por la totalidad de
circunstancias –de tipo económico, social y político– que la
configuran.
En la primera parte presentamos un modelo de análisis; en él
intentamos examinar las relaciones entre los procesos de
formación socioeconómica y de configuración regional. Se
refiere a una sociedad determinada, la argentina, cuyo rasgo
dominante a lo largo de toda su historia ha sido su desarrollo
capitalista dependiente.
Entendemos que la estructuración regional resultante a través
del tiempo no es otra cosa que el efecto de las decisiones
adoptadas por los agentes representativos de tal sistema (el
Estado y los inversores privados), a cuya conducta se deben
ajustar los demás sectores de la sociedad. La distinción
fundamental entre unos y otros consiste en que los primeros
desempeñan roles dominantes en el marco de la estructura socio-
económica, mientras que los segundo no afrontan otra
alternativa que orientar su conducta dentro de las pautas
establecidas por aquellos.
En la segunda parte intentamos aplicar este modelo al análisis
del proceso histórico argentino, desde la Independencia hasta
nuestros días. La periodización adoptada para definir cada una
de las etapas se basa en los cambios y ajustes que el modo de
desarrollo capitalista dependiente ha exhibido desde el inicio del
proceso. Dentro de cada una de las etapas, hemos procurado
definir tanto la peculiar inserción del país en el sistema
internacional y el modo de acción de los agentes de inversión
como los efectos de esa acción a escala regional.
Este trabajo fue preparado por los autores en su carácter de
investigadores del Centro de Estudios Urbanos y Regionales del
Instituto Torcuato Di Tella. Las tareas comenzaron a principios
de 1969 y se dio a conocer una primera versión, como
documento interno, en marzo de 1970. Esta segunda versión,
corregida y aumentada, contó con la colaboración de Lilia Ana
Bertoni.
Los autores consideran este aporte como un esfuerzo inicial, y
de ninguna manera final, para el estudio de las características
particulares del desarrollo regional y urbano en la Argentina.
Queda así una amplia tarea por delante. En una sociedad como
la argentina, donde el capitalismo dependiente ha ido
acumulando en su seno numerosas contradicciones, la que se
refiere al dispar desarrollo espacial exige un análisis riguroso y
en permanente revaloración. El que aquí se incluye apunta a
avanzar en esa dirección, escogiendo como elemento central de
estudio el correspondiente proceso histórico.
Alejandro B. Rofman
Luis A. Romero
Julio de 1973
Primera parte. El marco teórico
Introducción
El objetivo de este trabajo es describir las formas de
estructuración espacial en la Argentina, a través de su desarrollo
histórico.
Lo estudios referidos a este tema en otros contextos nacionales,
si bien poco numerosos, han utilizado marcos metodológicos en
extremo similares.
Los modelos respectivos han consistido en análisis empíricos de
los procesos de cambio espacial. Así, a través de las estadísticas
referidas a grandes agregados económicos, se describen las
alteraciones del equilibrio espacial en el tiempo.
Ello se lleva a cabo sin insertar la evaluación en un modelo de
interpretación del comportamiento de la sociedad global. Tal
modelo esta explícitamente ausente de las respectivas
investigaciones, pues el enfoque supone que los procesos de
ajuste espacial se producen en forma autónoma, sin
condicionantes estructurales.
En otras palabras, las decisiones adoptadas dentro del sistema
económico-social y que se vinculan con la formación de las
regiones no se refieren a las leyes específicas de funcionamiento
de dicho sistema, sino que responden a factores de atracción o
movilización de los procesos locacionales que actúan aislados
de todo otro contexto de orden superior.
Sin embargo, un más profundo análisis de contenido de estos
enfoques permitirá reconocer que, en forma implícita, los
autores no dejan de adoptar ciertos supuestos estructurales para
encarar los estudios. Así, entre otros precondicionantes, se
admite que no existen barreras institucionales para que las
decisiones conformadoras del espacio actúen respondiendo a los
factores de localización vigentes. Esta tácita admisión se
convierte, por lo tanto, en la aceptación de un modelo de
comportamiento de las relaciones sociales y de la acción del
Estado que responde a una concepción alejada de la realidad.
Libre movimiento de mercancías y fuerza de trabajo, actitud
neutral del sector público, plena oportunidad para todos los
oferentes de mercancías en el mercado de competir sin
limitaciones, etc., surgen como supuestos conformadores del
esquema funcional que incluye los cambios espaciales. De este
modo, la visión del sistema social, que opera como trasfondo de
la estructuración regional, es incorrecta, parcial y desconectada
de los reales procesos que la afectan.
Los análisis que estamos comentando destacan, como
principales factores y procesos locacionales: transformaciones
tecnológicas relevantes en él sistema económico, expansión de
las fronteras geográficas para incorporar nuevas zonas al
proceso productivo, transformaciones en la estructura de la
demanda, volumen y características del proceso inversor
localizado, etc.
Estos factores son estudiados en sus efectos e interrelaciones,
extrayéndose del cotejo de los mismos numerosos indicadores
cuantitativos de comportamiento. Se estimula de este modo el
empleo de sofisticadas técnicas de medición de los hechos
económicos relacionados con las transformaciones del espacio
geográfico, generándose un análisis cuyas leyes de causalidad,
encerradas dentro del manejo de la información, operan
desconectadas del marco histórico-social real.
¿Cuáles son las consecuencias de este método de análisis que
objetamos?
En primer término, las comprobaciones empíricas de las
hipótesis más relevantes en cuanto al fenómeno de cambio
espacial padecen de omisiones significativas: las que se vinculan
con las dimensiones de análisis socioinstitucionales de orden
superior que afectan a los hechos económicos que se
cuantifican.
Por otra parte, la reducción del análisis al sector de las
decisiones relacionadas con el proceso productivo supone que
las acciones originadas en el ámbito social o político no ejercen
influencia sobre el espacio. Y ello es inexacto. En la medida en
que las decisiones del sector público o de los factores de poder
concurren a modificar, por ejemplo, la acción permisiva o
prohibitiva del Estado, a través de la legislación de fondo, este
es un factor imposible de omitir en un análisis de este tipo.
Además, en el sistema social vigente en el marco espacial a
analizar, es a través del proceso político -en otras palabras, el
Estado- como una clase o grupo económico intenta establecer un
sistema de relaciones sociales que le permiten imponer un
sistema de relaciones sociales que le permiten imponer al
conjunto de la sociedad un modo de producción propio. Esta
afirmación ratifica la necesidad de insertar en el análisis los
procesos políticos que, si bien no parecen cuantificables, con sus
mecanismos de comportamiento condicionan las acciones
económicas ligadas a la estructura espacial.
Por último, los procesos que tienen lugar en el contexto de la
sociedad global no pueden seccionarse de acuerdo con sus
categorías sectoriales, tanto como el análisis de la sociedad
global, exige conocer las intersecciones y jerarquías entre las
estructuras económicas, sociales y políticas. Cada proceso está
integrado a los demás, generando efectos de carácter circular,
yendo del nivel económico social al espacial y viceversa,
Una nueva inversión, que desencadena reacciones en la
estructura espacial, viene condicionada por un cierto sistema
socio-político y apoyado por normas legales que la habilitan y la
orientan en la selección de la ubicación. A su vez, recauda,
ahorros privados o públicos, nacionales o extranjeros, y se guía
por pautas de consumo e inversión según él comportamiento y
composición de la estructura social existente.
Por otra parte, esa inversión se localiza donde el régimen de
propiedad de la tierra lo habilita, moviliza mano de obra que
contrata a través del respectivo mercado (influyendo así sobre la
distribución del ingreso), presiona sobre la estructura de poder al
incorporar un nuevo factor de peso al esquema pre existente, etc.
Pero, al mismo tiempo, hay nuevas interacciones que surgen de
los cambios marginales en los procesos descriptos que también
influyen en las decisiones sobre ocupación del espacio. Estas
interacciones provienen de la formación regional que se va
estructurando y que pre-determina nuevas opciones de
localización. Hay un evidente efecto arrastre y efecto inercia que
limita el campo de oportunidades de las nuevas localizaciones
de las inversiones.
En síntesis: el análisis parcial elude las observaciones de la
realidad integral del fenómeno espacial y no evalúa los
condicionamientos sociales y políticos, de indudable peso en los
procesos locacionales.
Este trabajo, por el contrario, intenta abordar la estructura del
proceso histórico de formación urbano regional en la Argentina
contando previamente con un marco teórico integral. Es decir, se
pretende referir las cambiantes formas espaciales a un
determinado comportamiento de la sociedad global en sus
distintas etapas históricas.
La definición de un modelo teórico exige identificar
previamente las variables y la dimensión de análisis que lo han
de integrar. Ella son:
1. El sistema internacional que vincula los distintos sistemas
nacionales.
2. El sistema nacional, que es uno de los elementos
constitutivos del sistema y dentro del cual se desarrolla un
determinado tipo de formación social vinculada a los
similares de las demás unidades nacionales.
3. Las relaciones de poder como expresión de las jerarquías de
dominación social, tanto en el sistema internacional como en
el nacional, entendiendo por poder “la capacidad de una clase
social para realizar sus intereses objetivos específicos”
4. Los sistemas decisionales que constituidos por los encargados
de tomar decisiones operan como ejecutores de las relaciones
de poder vigentes en cada sistema.
5. El sistema urbano-regional, basado en la jerarquía de
sistemas de centros urbanos y que resulta de las decisiones
tomadas por las respectivas estructuras de poder.
6. Las etapas históricas en la evolución del sistema
internacional y nacional identificadas a través de los procesos
estructurales y los cambios que afectan el comportamiento de
ambos sistemas.
La inclusión de esta última dimensión de análisis permitirá
analizar las relaciones entre sistemas y clases sociales por
medio de su evolución histórica.
Identificadas las variables –tanto las independientes como las
dependientes- y la dimensión de análisis, corresponde
enunciar el marco teórico en que se desenvuelven y las
relaciones que las vinculan.
Tal objetivo puede alcanzarse partiendo de un análisis del
mecanismo real que vincula los sistemas nacionales entre sí.

1. El funcionamiento real del sistema


internacional
El sistema internacional suele ser presentado como una
estructura funcional que relaciona unidades independientes entre
sí y cuyo poder de negociación es homogéneo. Es decir, el
enfoque clásico afirma la independencia de cada sistema
nacional en sus relaciones con el Resto de Mundo, visualizada a
través de su status jurídico-institucional y de su capacidad plena
de negociación a escala mundial con uno, varios o todos los
demás sistemas nacionales.
Las confederaciones políticas de Estados, que comienzan a
adquirir universalidad al fin de la Primera Guerra Mundial, y
que se difunden y amplían en las últimas dos décadas, así los
reconocen en sus enunciados explícitos.
Este proceso, que afirma en sus principios la igualdad entre las
naciones, tiene una contrapartida en las vinculaciones
económicas (comercial, financiera, etc.).
Las de carácter comercial son las más antiguas y se materializan
en tratados de intercambio de bienes y servicios. Las de tipo
financiero incluyen transferencias de excedente acumulado en
forma de préstamos o inversiones de nación a nación. Las de
tipo global adquieren su máxima representatividad en los
tratados y acuerdos de integración económicos.
En todos los casos, se supone que cada sistema nacional goza de
plena soberanía para actuar como generador de decisiones y que
la concertación de vínculos se realiza sin que ninguno de los
sistemas decisionales esté subordinado a los demás.
Esta visión formal del modus operandi del sistema internacional
queda desvirtuada en cuanto este es analizado más en
profundidad.
El poder relativo de cada sistema nacional no puede medirse por
su “capacidad legal para contratar”, que no está en discusión,
sino por la libertad de acción y los logros obtenidos en el
proceso histórico de las interrelaciones.
Si se puede evaluar un fenómeno por sus efectos, estos son
evidencias incontrastables de la ausencia de igualdades reales y
no meramente formales en las relaciones entre sistemas
nacionales.
La igualdad jurídica ya expuesta no se verifica en los niveles del
desarrollo económico y social. La existencia de disparidades
agudas entre los potenciales económicos de cada sistema
nacional es una realidad estadísticamente comprobada. Si se
revisan series estadísticas, se observará que el fenómeno de las
diferencias en los indicadores usualmente escogidos como más
representativos del nivel de desarrollo relativo identifica dos
comportamientos dispares. Lo que es más significativo, sin
embargo, es que tal disparidad se mantiene en lapsos dilatados.
(Una investigación practicada a tal efecto informa que los países
seleccionados para el análisis -45 de todos los continentes- han
mantenido un orden jerárquico relativamente estable cuando se
trabaja con el índice de ingreso per cápita, en el período 1913-
1963.) Si el análisis se hace por grupos de países (quintiles), el
ordenamiento sigue permaneciendo estable y, lo que es
significativo, más rígidamente en ambos extremos (países de
alto ingreso y países de bajo ingreso).
Es decir que la supuesta igualdad jurídico-política no se
manifiesta a nivel económico, y menos aun cuando la
observación trasciende el simple análisis coyuntural y se realiza
en el largo plazo.
Esta comprobación estadística es una primera manifestación de
que por debajo de las simples relaciones formales de equilibrio
internacional subyacen procesos que provocan y conservan una
situación de desequilibrio de persistente efecto en el tiempo.
Este desnivel reconoce sus raíces en factores existentes en la
constitución y desarrollo del sistema internacional de relaciones
económico-sociales capitalistas, en clara contradicción con el
esquema teórico de la igualdad ya enunciado. El análisis de
dichas relaciones reconoce diversas aportaciones históricas de
necesaria recapitulación para una mejor comprensión del
enfoque a presentar.
Al respecto, apunta Sunkel que para encontrar “análisis serios
del tema es preciso remontarse a las teorías clásicas del
imperialismo en su versión marxista o en interpretaciones no
marxista”.
Los aportes citados, entre los que se destacan los trabajos de
Lenin, Bujarin y Rosa Luxemburgo, incorporan para el análisis
contemporáneo valiosos elementos teóricos. Los dos primeros
estudian el sistema económico mundial para introducir el
concepto de dominación por parte de las naciones imperiales,
como efecto de las relaciones que el sistema capitalista plantea a
escala internacional. Rosa Luxemburgo, a su vez, realiza una
muy precisa aportación desde la problemática del proceso de
acumulación desigual a nivel de las relaciones entre naciones.
En este sentido, representa un antecedente muy significativo de
los trabajos de Baran y Sweezy sobre las vías de salida del
excedente económico -y sus efectos-- «desde el área
desarrollada hacia las nuevas regiones de necesaria
incorporación al sistema capitalista mundial».
Estas teorías, sin embargo, se plantearon en una etapa particular
del desarrollo del capitalismo y resumieron la perspectiva crítica
desde los centros mundiales de generación de los procesos de
desigualdad estructural.
Los sucesivos reajustes experimentados por el comportamiento
del sistema capitalista desde el momento en que tales estudios
fueron efectuados, y las características específicas y cambiantes
con que aquellos se han manifestado en los países no
desarrollados, imponen una actualización enriquecida de las
teorías clásicas.
Un intento, aun cuando parcial, en esta dirección fue el realizado
por diversos economistas a través de la discusión crítica de la
teoría clásica y neoclásica del comercio internacional e
interregional.
Gunnar Myrdal desde el área desarrollada del sistema capitalista
internacional, y Raúl Prebisch desde el área subdesarrollada, son
los autores más conocidos que han abordado el tema de los
efectos desequilibradores acumulados en el tiempo de las
relaciones comerciales entre naciones de desigual grado de
desarrollo relativo.
Ambos puntualizaron, específicamente, los mecanismos de
traslación de excedente económico en las vinculaciones
comerciales a escala internacional e interregional, con el
correspondiente efecto multiplicador apropiado por el sistema
económico nacional dominante.
Este enfoque, pese a ello, es parcial y no constituye un modelo
de cuestionamiento global de las respectivas sociedades
subdesarrolladas, apareciendo desvinculado de las leyes mismas
de funcionamiento del citado sistema.
Finalmente, los problemas emergentes de las relaciones
estratégico-militares y los fenómenos de difusión de modos de
comportamiento a través de los medios de comunicación de
masas son elementos contemporáneos a insertar en un modelo
de análisis de los factores causales de las desigualdades en el
nivel de desarrollo económico-social documentado
anteriormente.

2. Factores constitutivos y condiciones


de funcionamiento del sistema internacional
Los factores más relevantes para definir la formación y
perdurabilidad del proceso constitutivo de las desigualdades
económico-sociales entre los sistemas nacionales, en el área
capitalista, se enumeran a continuación.
1.- El primer factor se vincula con la influencia que ejerce la
adopción del modo capitalista de producción de los inicios del
desarrollo industrial moderno.
El mayor potencial económico de un grupo de sistemas
nacionales productivamente desarrollados se origina en un
determinado tipo de relaciones de producción vigentes en las
etapas históricas en que la desigualdad internacional se
estructura. El sistema capitalista de relaciones de producción
posibilita la rápida acumulación del capital en las naciones hoy
más desarrolladas. Es de recordar que tal proceso tiene lugar,
esencialmente, a principios de la era de la Revolución Industrial,
cuando el mecanismo de distribución del ingreso) estaba
dominado por el fuerte control que ejercían las clases
propietarias sobre quienes ofrecían su mano de obra al mercado
de factores no regulado y recién institucionalizado Esa
capacidad de apropiación del excedente generado, implícito en
las mismas relaciones de producción capitalistas recién
formalizadas, permitió a un grupo de sistemas económicos
nacionales desarrollar un mercado financiero de gran expansión
y generar una acelerada tasa de innovación tecnológica. Cuando
se internacionaliza en forma definitiva el mercado de
producción y distribución del sistema capitalista, ya queda
estructurado el desequilibrio entre los sistemas nacionales. Los
que se incorporan en forma creciente al marco de
internacionalización de la economía se enfrentan a una
estructura cristalizada y, por ende, sólo pueden actuar como
socios menores. En este proceso de transferencia internacional
del modo de producción capitalista desde los centros de
irradiación inicial hacia las nuevas áreas aparecen nuevos
actores, especialmente capacitados para los mecanismos de
captación de los mercados.
La etapa de rápida expansión y acumulación del capital en las
naciones que desencadenaron el proceso de la Revolución
Industrial se realizó en condiciones de atomización de los
mercados de oferta y aguda competencia interna. Cuando el
proceso requiere la incorporación de nuevos mercados, en la
segunda mitad del siglo 19, surgen combinaciones empresariales
bajo la forma de unidades de comportamiento monopólico u
oligopólico que lideran la irrupción del capital europeo y
norteamericano en las economías latinoamericanas, asiáticas y
africanas.
Así se genera el mecanismo asimétrico: egreso de capitales
desde las áreas donde el excedente económico acumulado
necesita encontrar “salida” para su uso, y recepción, en las
mismas áreas, de un creciente flujo de excedente económico
generado en las regiones de inversión.
En este proceso, las poleas de trasmisión del sistema
inversión-apropiación-generación-remisión del excedente son
aquellas unidades dominantes en el mercado, las que irán
constituyendo, a través del tiempo, formas cada vez más
complejas hasta culminar en las empresas multinacionales del
presente.
De este modo, el fenómeno de inserción de las antiguas colonias
en el sistema de relaciones capitalistas se realiza por medio de
vinculaciones directas entre agentes del sistema provenientes de
los países de rápida industrialización y las oportunidades de
inversión abiertas en las regiones que progresivamente se
incorporan a dicho sistema.
La sustracción de excedente económico a escala internacional se
funda en las relaciones de explotación inherentes al
funcionamiento del sistema capitalista que se implanta.
La transferencia del excedente que se origina en el área
periférica debido a las relaciones de explotación planteadas en el
modo de producción capitalista se realiza entre empresas de la
región dominada y empresas de la región dominante, aun
cuando jurídicamente pertenezcan al mismo grupo propietario.
Es que, “cuando se habla de relaciones entre regiones,
obviamente se alude a las que los hombres de una región
mantienen con los de otras”. Aunque parezca superflua la
aclaración, el principio de considerar a las relaciones de
dominación y sus correspondientes efectos como generadas por
quienes operan dentro del sistema capitalista, tanto en el centro
como en la periferia, difiere sustancialmente del que postula
vinculaciones entre países o regiones. En este último caso, la
ruptura de la vinculación supone la ruptura de la relación centro-
periferia. En el primero la desigualdad explicada está inserta en
un determinado comportamiento del modo de producción
capitalista. Solo si este es superado desaparecen las causas
generadoras de la citada desigualdad.
2.- El segundo factor se relaciona con la desigual distribución de
las ventajas derivadas del proceso de intercambio comercial
entre los integrantes del sistema internacional. Dadas las
limitaciones en la dotación de materias primas y alimentos, en
los países que encabezaron la Revolución Industrial funcionó,
desde principios del siglo pasado, un mecanismo de división
internacional del trabajo. Este mecanismo asignó a ciertos
sistemas la función de proveer de productos primarios al
mercado mundial y a otros la de ofrecer bienes manufacturados
en cambio. Esta desigual asignación de funciones, sobre la base
de supuestas ventajas comparativas, produjo históricamente una
traslación del excedente en un solo sentido, entre ambos
subsistemas de los beneficios del comercio internacional. Este
fenómeno ha sido estudiado en profundidad por trabajos de la
CEPAL, que lo han cuantificado para el área latinoamericana y,
contemporáneamente, en los ensayos acerca del «intercambio
desigual», elaborados por Emanuel y Amín, entre otros. En
esencia, el factor desequilibrante descansa en la incapacidad del
grupo de naciones a las que, históricamente, desde el inicio de la
Revolución Industrial les correspondió producir para el mercado
mundial bienes primarios, de obtener para sus productos precios
que permitiesen afrontar los más elevados valores de los
productos industrializados.
Esta incapacidad, a su vez reconoce su origen tanto en la
ausencia de poder de dicho subsistema para ejercer presión en la
puja comercial internacional como en factores de tipo estructural
íntimamente vinculados al primero (monopolización del
comercio, demanda diferenciada de los productos, producción
de sustitutos, etc.).
El resultado de este proceso secular se advierte en las
insuficiencias permanentes del subsistema menos favorecido
para acumular recursos de origen externo que le son
imprescindibles para financiar un proceso autosostenido de
desarrollo económico.
3.- El tercer factor radica en la desigual tasa de acumulación de
recursos económicos y técnicos por cada sistema nacional. Los
mayores recursos financieros y tecnológicos, la capacidad de la
mano de obra, nivel de consumo, etc., posibilitan a los sistemas
nacionales de más antiguo desarrollo exhibir una aptitud
comparativa superior en la captación del excedente a escala
internacional.
La mayor capacidad relativa de las naciones en las que el
proceso de desarrollo industrial y comercial es más antiguo le
garantizó la creciente acumulación de riqueza.
Es decir que el proceso se realimenta a sí mismo. Su carácter
circular y acumulativo se reflejó en este mecanismo de causa
efecto: a una estructura productiva eficiente para competir
internacionalmente le correspondió una mayor parte de los
recursos a distribuir. Estos, al acumularse cada vez en mayor
cantidad en las naciones más desarrolladas, incrementaron tal
capacidad competitiva. Y así sucesivamente.
4.- Como efecto de los factores anteriores se produce una
desigual difusión internacional de los frutos del progreso
tecnológico.
Aníbal Pinto analiza ese proceso en el plano de los países
latinoamericanos.
Así, puntualiza la incapacidad histórica de los núcleos
productivos instalados desde el exterior o vinculados a este en
difundir hacia el resto del sistema nacional los beneficios
derivados de la productividad elevada que generan tales centros.
Se advierte, de este modo una coexistencia tanto espacial como
sectorial, de procesos tecnificados a semejanza de los que
predominan en los países “centrales” que los exportan, con
actividades estancadas desde el punto de vista tecnológico.
Los “enclaves” o sectores altamente desarrollados en su
eficiencia técnica, están representados en la primera etapa de
inserción en el sistema capitalista internacional por los procesos
extractivos de minerales y la actividad agropecuaria para la
exportación; con posterioridad, cuando el proceso de inversión
externa se orienta hacia las actividades manufactureras, la
instalación de las respectivas unidades productivas conlleva un
modelo de desarrollo tecnológico muy complejo, fuertemente
distorsionante de las demandas de fuerza de trabajo.
Este fenómeno dejó al margen o sustancialmente rezagadas a las
otras actividades o áreas.
Un ejemplo citado por el mismo Pinto es ilustrativo de esta
doble concentración -espacial y sectorial- de progreso técnico y
la consiguiente tasa desproporcionadamente elevada de
productividad e ingreso con referencia a las actividades
«tradicionales» de cada sistema nacional. En Chile, «la gran
minería de cobre tenía una productividad alrededor de 12 veces
mayor que la media (del país) y más de 20 veces superior a la de
la agricultura».
Este enfoque puede ilustrar sobre otro de los factores causales
de las desigualdades existentes a nivel del sistema internacional.
En los países receptores de inversiones externas, la introducción
desde el Resto del Mundo de tecnologías de elevada
productividad no beneficio sino a áreas o sectores productivos
muy específicos, los que no actuaron como difusores o
irradiadores al resto del sistema de los beneficios que percibían.
El proceso aludido fue y sigue siendo diferente en los países
industrializados.
«Precisamente no de los elementos básicos de contraste entre
las estructuras de los países subdesarrollados y los "adultos"
reside en los niveles relativamente parejos de productividad que
presentan, en los segundos, los diversos sectores». Y se citan los
casos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania occidental y
Japón. A iguales conclusiones se arriba cuando el fenómeno se
analiza en su dimensión espacial. Los efectos de las «nuevas»
tecnologías, con su consiguiente elevación de la productividad,
están incorporados mucho más igualitariamente a nivel
interregional en los países «adultos» que en los de escaso
desarrollo.
Este mecanismo, además, refuerza los efectos citados en el
parágrafo 1 y actúa como un proceso de realimentación
recurrente. De este modo, los países exportadores de tecnología
«sucursalizan» -para usar el feliz término empleado por Sunkel-
su desarrollo, ampliando su «espacio» nacional a áreas o
sectores de países proveedores de recursos primarios. Estos no
participan de los frutos de este progreso técnico porque no son
propietarios efectivos de las actividades que se instalan en su
seno.
Estos cuatro factores que interactúan entre sí explican
plenamente la desigualdad en el ingreso entre sistemas
nacionales. Por otra parte, la brecha entre los países
industrializados capitalistas y los países no desarrollados en
cuanto a nivel del producto e ingreso per cápita se ha seguido
ensanchando.
Ocurre que quienes se benefician con el sistema de desigualdad
entre los sistemas nacionales crean los instrumentos
indispensables para asegurar su perdurabilidad. Para ello operan
condicionamientos de tipo político que actúan en la dirección
deseada por quienes presionan para mantener y acrecentar el
papel diferencial descripto.
Lo expresado permite arribar a esta conclusión: el sistema
mundial es visto desde la perspectiva a que nos hemos referido,
un sistema interdependiente pero con distinto nivel de
participación en las naciones que lo integran.
Como ya se ha visto en el análisis de los cuatro factores, cada
uno de ellos identifica dos grupos definidos de sistemas
nacionales.
En la terminología ya conocida, los que perciben los beneficios
mayores, como resultado del actual funcionamiento del sistema
económico mundial que está adscripto al capitalista, son las
denominadas naciones «centrales» o dominantes. Los otros, los
socios menores en la distribución de los recursos que se generan
a escala internacional, son las llamadas naciones «periféricas» o
dominadas.
Esta dicotomía, centro-periferia implica en su misma
denominación la posición que cada integrante del respectivo
subsistema ocupa con relación a la forma de apropiación del
excedente económico. La función que cada subsistema tiene
asignada en el sistema económico internacional resulta,
entonces, una variable dependiente de la forma como viene
operando tal sistema. En la expresión de Sunkel, las relaciones
económica internacionales constituyen probablemente el
elemento central de explicación en cuanto a la conformación de
las economías «periféricas».
Sin embargo, a interpretación y el análisis de este proceso
histórico de desigualdad internacional no puede explicarse sin la
necesaria inclusión de las relaciones de poder económico
sociales.
«El análisis de economía central y economía periférica no se
refiere sino a una función económica. No nos dice nada, en
cambio, de los procesos sociopolíticos, ni hace ninguna
referencia a los procesos de dominación en las economías
periféricas ni a los procesos y estructuras de dominación y
subordinación en el contexto internacional». En la misma
dirección se expresan Cardoso y Faletto cuando puntualizan que
la dinámica de la estructura económica no puede ser entendida
dentro de su exclusiva dimensión, sino que es necesario
encontrar un «punto de intersección» en el que el poder de
generación del desequilibrio económico sea expresado como
dominación social, pues es a través del proceso político como
«una clase o grupo económico intenta establecer un sistema de
relaciones sociales que le permiten imponer al conjunto de la
sociedad un modo de producción propio»
Detrás del enfoque puramente sectorial, y como condicionante
esencial, operan otras categorías de análisis. Su importancia
radica en que no solo explican el fenómeno económico descripto
sino que a su vez permiten estudiar el comportamiento de todo
el sistema social. Funcionando este sistema como un proceso
ininterrumpido de relaciones entre las distintas dimensiones que
lo componen, es preciso analizar el todo para comprender
cabalmente cada una de sus partes.
Las variables que es necesario introducir a tal efecto son tres:
1. El modo de producción de la formación social específica.
2. El sistema de poder, que opera tanto a escala nacional como
internacional.
3. El sistema de toma de decisiones, que está condicionado por
las formas de participación de sus integrantes en la articulación
de los mecanismos decisionales.
Para incorporar estas nuevas variables es preciso recapitular las
conclusiones previas.
Afirmábamos que la relación centro-periferia en que se
desenvuelve el sistema internacional en su funcionamiento
económico supone una jerarquización de los roles de sus
componentes., La característica esencial de tal relación es que
ella se desarrolla en un plano de subordinación.
En efecto, el predominio de un grupo sobre el otro constituía,
según el análisis previo, condición fundamental para asegurar en
el tiempo la permanencia del mecanismo de reparto desigual de
la riqueza. Este mecanismo estaba inscripto y tenía asegurada su
perdurabilidad en el sistema de relación de producción
capitalista imperante en el espacio donde se manifestaba el
fenómeno de la desigualdad internacional.
La subordinación como aspecto saliente del proceso, surge así
como corolario lógico de un sistema que la necesita para
asegurar su continuidad.
Por otra parte, otra de las condiciones básicas de supervivencia
del sistema socioeconómico era y es precisamente la generación
de mecanismos adecuados de control que permiten regular
favorablemente el proceso de apropiación ininterrumpida de
recursos por el subsistema de naciones más favorecidas.
El hecho de la subordinación y las correspondientes funciones
de control suponen la existencia de estructuras que desempeñan
ambos cometidos. Estas son las estructuras de poder.
Es en el análisis de la estructura del sistema capitalista y de su
comportamiento a escala internacional donde se puede
reconocer en amplitud el modo como tiene lugar el ordemiento
jerárquico entre sistemas nacionales. Para ello es preciso
estudiar cómo se ejerce el poder a través de qué, estructuras, y –
mediante qué sistema de toma de decisiones se lo lleva a la
práctica.
A tal efecto, y para coincidir con el lenguaje en uso, se acepta,
como concepto de subordinación jerárquica a escala
internacional, el ya difundido de dependencia externa.
En la versión de Quijano la dependencia es un sistema particular
de interdependencia en el universo capitalista, dentro del cual un
sector es dominante sobre los demás. Esta definición se
corresponde con las formulaciones ya realizadas en esta
exposición.
Al respecto, Adams expresa que dicha estructura, asimilada a un
dominio de poder, se plantea a través de una relación que es
necesariamente «bipolar».
Este concepto de bipolaridad es básico, pues se funda en la
correspondencia entre dos niveles en la relación de dominio,
para caracterizar una estructura determinada de poder. Como se
verá, este mecanismo supone un proceso de realimentación del
poder que es esencial para reconocer el origen y el desarrollo de
los fenómenos espaciales en un sistema nacional determinado.
Para que la dominación entre los distintos estratos de poder sea
efectiva es preciso, concomitantemente, que haya acuerdo en
cada estructura dominada. Este acuerdo, que es congruente con
el carácter bipolar o de ida y vuelta del proceso dependiente, se
identifica a través de la identidad de objetivos entre los distintos
niveles del poder.
Dependencia implica relacionamiento específico entre
economías centrales y periféricas. Sin embargo, este modo de
relacionamiento específico o se da entre unidades
independientes. Por el contrario, en el modo de vinculación de
las distintas partes subsumido dentro de una estructura mayor
que es el sistema de relaciones de interdependencia
internacional (…) la dependencia no aparece (... ) como un
elemento externo o factor exógeno. Es un elemento componente
de cada una de las sociedades dependientes.
A través de la estructura de poder se define tal identidad de
metas y se canaliza, en forma descendente y ascendente, la
dominación entre los sistemas.
Este sistema opera a nivel de cada país y sus vinculaciones
internacionales son las que trasmiten las decisiones
conformadoras de las relaciones de dependencia. En el país
central, la clase social dominante posee intereses comunes con
los de la clase social dominante del país periférico. Así, resulta
visible la bipolaridad del mecanismo de jerarquización del poder
a escala internacional. Es que así como el grupo dominante del
país central está vinculado al del país periférico, existe una
condición de reciprocidad necesaria para la perdurabilidad del
esquema de dependencia.
Estas últimas expresiones descubren el real mecanismo en que
se funda las relaciones económicas internacionales. En lo
esencial, tales relaciones se efectivizan a través de los
segmentos o clases dominantes de cada unidad nacional. La
circunstancia de que las sociedades nacionales alcancen, como
promedio, un nivel mayor unas que otras en el desarrollo de sus
fuerzas productivas tiene que ver con el modo como se
distribuye el excedente social en las respectivas burguesías de
resultas de sus vinculaciones externas. Hay entonces, sectores
dominantes «centrales», que operan a nivel de una unidad
nacional, y sectores dominantes «periféricos», que actúan en
otra sociedad nacional, con distinto nivel de participación en la
capacidad de apropiación de los excedentes generados a escala
del sistema mundial de relaciones de producción capitalista.
El intercambio comercial, el proceso de inversión de capitales,
la remisión de beneficios, etc., se producen entre los grupos
económicos propietarios de cada sistema nacional, que si bien
pueden entrar en contradicciones o disputas coyunturales
presentan una alianza estructural, basada en la unidad de
criterios.
La dependencia se convierte, así en un fenómeno es específico
de la sociedad capitalista, inherente a su propio funcionamiento
y cuyo análisis debe realizarse dentro mismo de la estructura
económico-social de cada componente del sistema internacional.
La posición relativa en la jerarquía de poder puede afectar,
entonces, la capacidad de cada nivel para generar e imponer sus
decisiones, pero no pone en tela de juicio su fuerte
mancomunión de intereses y metas.
Sí se acepta que cada estructura de poder así definida se vincula
con la del estrato superior e inferior, pueden incluirse
subsistemas espaciales menores que la escala nacional, en los
que se observe en vigencia un sistema de poder compatible con
los existentes en unidades espaciales mayores.
En estos sub-espacios, por reducidos que fuesen -como por
ejemplo un pequeño núcleo urbano o una zona rural de
economía cerrada-, también se ha de identificar un grupo social
dominante que canaliza la estructura de poder real y responde a
ella.
Esta observación general (:fJ';xcluye la existe�ía de intereses
propios de �s estructur)s de poder locales; ( nacionales o
regionales), que, aunque convergentes en general con los
intereses de as estructuras de poder de orden superior, pue-
den divr:gir circunstancialmente, sin que se alteren las bases)
mismas re comportamiento del sistema capitalista dependiente.}
Por ello, esta descripción del proceso de interconexión entre
estructuras de poder que operan en distintas dimensiones
J � espaciales y con diferente participación en el proceso deci-
sional sufre alteraciones cuando se analiza, en detalle, su
i_uncionamiento. ·
\ Surgen, así, �01?1�ctos y contradicciones que, resueltos en
un proceso dialéctico, conducen a nuevas formas de estruc-
turación jerarquizada del poder} Es decir, la dinamización del
funcionamiento de esa red de estructuras ilustra sobre los
cambios que se operan en los rangos y dominios de cada uno
de los sistemas de poder

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