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o iD aS GC. SeSe re ee a — LA EDUCACION Dis | | BARCELONA ‘ ANTONIO J, BASTINOS, Epitor EMULE BE BELAYO. NU. Db 1889 ES PROPISDAD Inpreniade Jaime leptis, Nulariade, min. & —BANCELONA. PROLOGO No éalentamos escribir un libro de Pedagayia, ni siquiera nos praporemos estudiar el alma humana, ese espiritu sublime que, coma el Divina Sey de quien ema: na, y d cuya imagen ha sida formado, es uno ca su esencia y tino en cierla manera, si se alende @ sus faculindes fundamentales, d sea d sus concepciones, sus senlimientos y @ los impulsos gue en vintud de estas concepelones y senlimientos en ella se deler- minan, Plumas mejor cortadas que la nuestra se han oeu- pado del estudio del hombre en sw parte espiritual y material: todos cuantos han tralado de la educacidia del nino, para formar en él wna segunda naturaleza, que se acergue cuanto sea posible d laperfeccién y que responda al doble fin para que fad eriado el sér huma: no, han convenido ea la necesidad de que se eduquen de wa modo arménico ef alma y el ewerpo, es decir, que et ha se aQende i le parte meleetual, fisien yo moral del Hierno sé de cuyo perfeecrommnlento se trata, y onda lendriamos gue oponer si esto, ni una sola palabra fuera preciso anadir, sf la prdctica correspondiese gi ta teorta en la eduecavion lel sentdnienta, comin sucedy en lo que d da inteliqencia se repere. Encjecto; despucs de exponerse en fos tratados de Antropologia los diferentes aspeclos que pos presenta la personalidad nunana, compuesta de expire y mate teria y dolada aquol de fateligencia, sensibdlidaid y ras luaiad, viene la Pedayagia y se orupa ile le organiza. cidn de maestro cuerpo, admirable miigueni, obra fa ids neabuda del Artifion Supremo, de los cucdados que para su ennsersacton y desarvello esle cuerpo siecesila, de las complejas facultades de ta trteligencia g del modo de cullivarlas y desarvollaytas; pero al deseender al terreno de los sistemas, melodos y jaracedonientas, haliamos que se da grandisima preferensia d la parte instruction, 6 sea al desearoletimienta de la iadedigen- cia, y tanto es asi, queen la mayor parte de estos tra- tadas silo se habla eome de paso de la nducaciéa de fos sentinientos morales, d menos que se enticada por educacién moral la ensenansa del Catecismo ¢ NWisto~ ria Sagrada, enseiansa que sie una esmerada ten~ cin y firme veluntad del Maestro 6 la Muestva, queda redweida d una de tantas asignaluras en gue se verse ta lo memoria mecinica con preferencia d la racional. Como resultado de lo que Yecamos dicho. se hallan escuelas piblicasen que, yracias d an buen sistema de ensciianza proparcionaite al mimero de los alum- hos, con exeelentes metodos y acertados procedimirn- tos, se ve adclantar rdpidamente a los gue d edla con- ee eneren, on las difercites asiqnalaras que forman sy programa; pero aque se hace por el desarrallo fisiea, por la salud y vobustes de aquellas cviaturas? muy pore rose. 2Qud puede dacerse para educay sus seatimientos? Menus todavia, por na decir que ubsolutamente nada. ia vazdn concibe y la experiencia denistra que cannio mayor order material reinden ma escucla, menos puede estudiarse el cardeter moral de cudu wre de los alemnos, sus lendencias, san inelinaciones; pars sujetos d una severe discipling, hablando poro y tan x6lo de lo perteneciznie é las asiqnalaras que se ense- ran en el establecimiento, escribiendo solamente lo que se des dicta daquello euye redacedn se encarga, sa- tiendo de los bancos automiticaimente para formar se~ wmictroulos, en cada uno de tos cuntes se encuentra un ans(raclor gue casera wnt asiynabnre, y voleiendo ¢ marchar 4 comps para sentarst de nueva y ocuparse on la eseritura 6 ed dibujo y las nivas en las labores; salumente hay que castiyar algin acto de rebeldia, al- pena ostensihle muestea de edlera 6 de envidia, y vids frecuentemente ta falta de aplicacidn: pero bajo aque: Hla aparente calma, en aquellas ordenadas filas, entre aquella poblacién en miriotera, jcuéntos corazones laten dnpulsados por nacientes inelinaciones, gue seria necesarioestudian para desarrollay concenientemente écombatir coa energia, segrinse indole! ;Cudnios sen- Umientos germinan gue preden convertirse en lirdni- vas pasiones, labvando ta desqracia de aqueilos trai- viduos & induciéndolos aeaso 6, mejor dicho, arras- trdndolos @ criminates actos! Los nittos no saben finyir, se nos obsercard. eons No fingen, no; pero se voationen por el saludable te mor gue Hencn al Maestro, por ol respelo que inspira hasta et local de ta escuela. Lo que mis debe preoeupar al educador no es et nbio tracundo y mal safrido, que da un bofeténal que le mancha el eseritn 6 le toca ef coda y le hace estro- pear un dibujo; no os la nite gue se apodera furtiva- mente del dedut de su companera, que Lene dos, mien- tras ella no puede caser hien pur habersedejado el suyo md su casa; eslos son actos tmpreneditados muchas ve- ces, slenpie ostensibles, y por lo tanto pueden ser ine meiiatamente castigados, sin que haya que deplorar lampoto al escdndalo; antes bier, como la c COR sigue da cerca d la falta, esto sirve desaludable leccidn pare los demds, Lo peor es el rencoroso que no desaho- g@ su eRoje y espera ocasior pura vengarse d mansal- va; la eavidiosilla que nada toma, pero que todo lo desea porque eslus malas inclinaciones no pueden co- rregivse d lempo, y es menester esperar d que hayan dado su pernitioso fruto, si wna palabra tmprudente no vende al que las abriga, En las horas de recreo es cuando se revelan mejor los instintos y tas propensiones de los alumnos. «Por sus piegos se conoce el aiho—ha dicko en sus proverbios el mids sabin de tox sabios—y se conceptia cudles han de ser sus obras. AUi se ve el cardcler dominante de uno que quiere siempre designar y dirigtr los juegos, y st no, 20 par- otpa de ellos; la tnconstancia de otro, que se cansa de todo y desea variar sin cesar; latarbulencia de este, que grila y hace mds raido que seis de los olvos; la ine dotencia de aquel, que prefiere la inaccida al juego Lp mds divertido; el genio quisqnilloso del que se enjada por waa broma de sus compareras; pera zildnde estd el tiempo y ef local para estos reereos, tan idiles para la expansion del educanda como para la observacién y estudio del educador? Del modo que estin situaies y organizadas nuestras eseuelns oficiales, sin ur mal jardin, sfrcen patio stquiera para solaz y esparci= miento de los alumnos, no se preden retener en el ex. tablectmicnto mas que las seis horas de clase, y como dslas son trdispensables para ensenar las asignaturas del programa, de aget gue se vean privados de un me dio que haria mds grata para ellos la épora de tox es tadios y faciliterta la tarce del profesor. Cuando se establezcen los paseos escoleres, si es gue esto dleya d nealizarse en nuestro pats; cuando un die se muestoen d los niios les bellesas de la Naturalesa en la feraz campita, otro se proponga d sucontempla: «idn arlistico monwmento, hoy se les ame la atencion hacia la actividad humana, haciérdolos presenciar las diferentes operaciones del labrador, empleado en la sieqa, la irilla b la vendimia; 6 admiremos con ellos el complicado mecanismd de una milyuina eplicada d cualgurer género de industria, producto de la intedi- gencia y molor utitisima gue simplifica et trabajo; en- tonces, sin. salirse los alumnos 6 alumnas de sus ordé- wadas filas, hablardn, se comunicardn sus abservacio- nes, manifestardn d. sus maestros las tmpresiones que en ellos produce lo que es pbjeto de su contemplucién, y el podrd jugar de tos sentimicntos que doninan & los Nernos seres confiados d su tutela. Hoy por hoy, nada de esto es posible; pero traslade= mos nuestro pensamiento d un colegio ern que haya — ih pensionistas 6 medio pensionistas de uno tt olvo sexo: allise habla, se come, se juega, se pased, siempre bajo la inspeccién de we superior; mas suponiando por wit momento que el director 6 directora no los perdiese de vista, cosa que no cs factible, 6 que los ayos 6 auri- Hares fucsen tan iddneos ¢ inteligentes noma al jefe del establecimiento, y que diesen minuciosa cuenta de las obseroaciones hechas sobre los nacientes sentimivntos de los ninos, sobre el cardcter que empieza i delinear- xe, gpodria divigir los primeros y correyir el sequito? Mucho lememos que jucse demasiada tarde; porque abrigamos la intima convéeciin de que ask como en la educacion Pnieleciual se puade aprovechar eb Kempo perdido, y nuned es tarde para comunicar conoeimien- tos, para reetificar juicios 6 desvanceer falsas ideas, la educacién del sentimienta, y aun la de lavoluntad, de- ben empezar desde la ewnn, puesto que los instintos son tnnatas en la especie humana, y hasta en los animales; que en aquélla sé convierten en sentimivn~ los y, mds pronto de la que geasralmente se cree, for- man un hdbito que es como una sequrda naturelesa. Si de las observactones que el profesor haga acerca del cardcter de una criatura se desprende que wn mel sen- Umiento, la envidia, por ejemplo, ha echado retees en su corasdn, serd muy difici!, si no imposible, deste- rrarle para siempre; mas st nolase la ausencia de otro bueno y de preciosas consecwrncias, v. g , el de la com: pasidn, serd de toda punto imposible inspirarle de wn modo eficaz; porque la yerba crecida, st es nociva, se consigue wuisds arrancaria con mds 6 menos trabajo; pero cuanilo la sumilla de hermosa planta no ha exis- tido 6 se ha mhogado bajo ta tierra, ningin riego né Jo: (ae abono, ningin trabajo del agricultor serd suficivate para hacerla gernunar, Lo repelimos: desde la mds Werna infancia deben es- iudiarse los instintos vagos ¢ tndecisos que empiesan é der eatoridy al cardeter moral del parvulille, como aguellas tenwes rayos de lus que, precedienda ib la sa- fida del sol, doran el hortzonte y que por su palides 6 esplendar dejan comprender siel dia serd tempestuoso 6 apacihle, No perdemos de vista gie eserthimos para Macsteos y Macstras, en euyos establecinientos ingive= sen los nihus cuande ya han salido de este primer al- horde su existencia; pero entre nuesiros compancros hay padres y madres de familia, tratan con padres de famitia, gosan de mds 6 menos influencia entre dos de susahimnos 6 ahemnas, sus consejos serdar sicinpre mis alendidas que los de una persona profana enel arte de educar, y avaso la terdia experieneta de ta fal- la de educacién de un vino en se primera imfancia, por lo que loca d la dereceiin de sus sentimientos, va ie saludable aviso para gue se atienda major a la de sus hermanos menores, de manera que empesando esta direccton en la cunu, continnanda en el hagar x terminando en tu escuela, se forme el cardeter moval del individuo vonjorme & Ja voluntad divéna, d los preceptos del Fuangelio y ul las leyes tumanas, por- que este cardeler 6 moda de sex (nds que la fastrac- efdn mds completa) asequre la wanguilidad de los in- diniduos y el orden de ta. sociedad. ee CAPITULO PRIMERO, Tnstintos En nuesiro prdlogo 6 prefacio dejamos apuntado el objeto de esta obrita, que creemos dé vital inlerés para cuantos s¢ ocupan en la direceién de la infan- cia; sabumos «jue bos falta autoridad para Lratar ma leria tan conspicua como trascendental; pero por lo mismo que su objeto es lan sublime y sus resultados tall preciasos, creemos que muchas vigilias, mucho lwabajo de parte del esorilor, muchas paginas consa- gradas 4 él, obtendran suficients recompensa, si un reducido numero de familias, decimos mal, una sola, un solo individuo, fogra, corregidas a tiempo sus malas inclinaciones, alcanzar una existencia util para la familia y la patria, siempre dentro de Jas leyes que rijan ala nagidn respectiva, existencia més 6 menos combatida por las desdichas y males que son palrimonio de la Humanidad, pero tranquila y resig- nada, cuya término sea una muerte dulce, principio deuna dichosa oternidad. Asi ¢l marino, que en noche de horroroso naufra gio surca lasaguas en su débil esquite, animadode un caritativo senotimiento, se ticne por dichoso si puede SSeS arrancar de jas garras de la muerte y restituir at seno de su familia & uno solo de los inlelices nautra- gos que Juchan con las embravecidas olas. Acaso se tendra por aventurado lo que hemos alir- mado en el protogo de este libro, es i saber: que nunca era lurde para aprender, para adquirir cono- cimientos, para cultivar la inteligencia, y vamos @ explunar esta idea. Desde los primeros albores de la razon, puede esta ilustvarse, hacieudo que el parvulo se hje on aquello que nos conviene, satisfaciendo prudentemente su euriosidad, cuando nos dirige una pregunta G cuan- do desea enterarse de las cualidades de algtin objeto; pero la instrucelén eseolar propiamente dicha, la ensefanza de Ia leclurn, base de todos los conoci- mientos humanos, no importa qué no empiece tan temprano como generalmente se desea. Greamos que de los cuatro a los cinco afios, y no antes, deben ensenarse las letras, y despues conti- nuir sin interrupcion la ensenanza de esta intere- sante asignatura, y este la mismo a los Ninos que a jas niflas; pucs si biea las allimas suelen sor mis precoces, en cambio tiencn por to regular menos asignaluras literarias que estudiar, y por consiguien- te mas liompo para aprenderlas Us muy dificil qué unawriatura menor de euatro anos arlicule bien; pues aunque los padres, encan- tados de su precoz chachara infantil, digan que ha- hla claro, se refieren a que eon bastante claridad se eattiende lo que dice; pero no es regular que salgan con precision de su aparato boeal las articulaciones directas dobles, como tra, ére, tte. Empezara, pues, a ler mal, puesto que nose puede exigir de él un trabajo superior al estado de su desarrollo fisice, y sera muy difleil que mas tarde se corrijan este y otros vicios de articulacién y pronunciacidn. Pero demas de barato que lhable tan claro como su padre as Q5e y lea tan correctamente como el Maestro, genlendera jo que lec? No creemos que nadie se alreva a contestarnos afirmativamente. Y si nolo enlionde, gde qué servira su fectura? Ningun resultado huend puede dar, y acaso algu- nos malos, sicudo el primero eansar [a vista con un trabajo initif, el segundo él de acostumbrarse a leer sin saber lo que se lee, y por vorsiguiente sin fijar la atencién, y el tercero, mediante ciertas circuns- tancias, el de halagav la vanidad del pequeiuelo, 4 quien inconsiderados parientes, vecinos 6 amigos alaban por su adelanto (que ellos creen real y que no es nas que ilusorio), pudiéndose aqui apticar con entera propiedad aquel vulgar adagio que dice; «No por mucho madrugar amauece mds Lemprano » Ka nuestra larga carrera protesional, nos ha su- cedido alguna vez presenlarsenos una alumna die hueve Aios, por ejemplo, acompanada de los autores desus dias, y manifestarnos éstos von cierto emba- razo mezelado de pena que la nina me sabia una Je- tra; hemos dirigido una mirada 4 la aspirante a! in- greso, y si hemos visto brillar en su semblante la inteligencia, después de eseuchar las escusis de sus padres, que siempre vienen 4 ser enfermedades su- yas 6 de la nina, viajes, perdidas de inlereses, elc., con cuya relacién suelen ocultar su incuria, hemos contestado resueltamente: «No importa, ya aprendera.» ¥ no nos hemos arrepentido de nuestra afirma- cin; porque exeitando en ella Jos sentimientos de amor propio y emulation, hemos conseguido que salga de nuestro establecimiento lun instraida coma cualquiera de las que han empezado 4 los seis aiios. = it Ahora bien; gsucede lo mismo con los delectos de} corazon? ;Ay de mi! La experiencia nos demuestra lo cons trario: vada dia, cada hora que él nifioo la nifia ba pasado al lado de unos padres descuidados, se ha ido ahogando el germen de un sentimiento bénevolo, destinada & Jabrar su felicidad y la de las personas que estan en contacto con ¢l 6 desarrotlando el de olro sentimiento innoble, que transformado en habi+ to d6 converlido en pasion, Je dominara toda su vida, esclavizando su voluntid y haciendole desgraciado, cuands no delincuente. Al salir de las manos dela Naturaleza, todos nos hallamos dotados de ciertos instintos, que lienen mayor 6 menor fuersa y adquiecen mis d inenos de sarrotlo, segtin el temperamento, pues éste, aunque susceptible de modilicaciones, existe ya al nacer, siendo casi siempre heredado. Sobre esios instintos y los sentimientos que son su consecuencia, debe estar siempre fija ta mirada del edueador para dirigirlos convenientemente. Obedeciendo al inslinto de conservation, el paja- rillo en el nido bate lasalas y abre el pico demandan- do el alimento que sus padres se apresuran a intro- ducir ea @l; el polluelo picatea, buscaudo la semillita que ha de nutrirle y prolongar su débil existencia, y ch nifio abre sus labios y, cuando la madre la no- deiza introduce #n ellos él pezin, chupa con fuerza hasta extraer el precioso jugo que ha de alimen- larte. Se ve, pues, que este instinlo es comun a los hom: hives v a los animales; de consiguienie, no hay que tamer que ninguna criatura pacional carezca de él. Ko efecto; mas larde, conocierndo el pmrvulillo que por la boca se introduce el alimentlo que reerea su paladar y sacia su hambre, cuando no puese mamar, Neva A los labios cuanto coge, asi el pedazo de pan, ean como la foro ta fruta, tanto el ehupador de plato marfil, como una lave, Unas tijeras, cualquier cosa; porque en su inconsciente apetito no puede discer nit las suslancias alimenticias de tas que no lo son. y cnlre éstas, las nocives de las provechosas. No cunple a nuestro propésilo entarecer la vigi- Janeia que wecesitan los que cuidan Ja Verna criatu- ru, para evilar que sé¢ trague algin objelo pequenia dintroduzea en su eslomago suslancias vencnosas; Jos tratados de higiene do Ja infaneia, lan neecsa- rios a las madres de familia, dan reglas para evitar estos accidentes 6 remediarios; lo que si creenios del aso 5 iulvertir, como después probaremos, que esta disposicion de los nifios, vste instinte de eonserva- cidn, tan alil y lan precioso, mal dirigido produce la gula, con sns diferentes gradaciones, glotoneria ¥ golosina; cagendra tambien la avaricia, y algo des- pads, chandose empieza a lener conciencia del preti- gpo, ¢] miedo, con todas sus desagradahles conse- cuencias, origen de Ja pusitanimidad y eobardia, El infante, por medio de esa facullud que se lane pereepcién exierna, ve, oye y se despierla su alen= cién y sucesivumente su curiosidad, Obstrvese con cudnta insistencia mira un objeto que sc le presente por primera vex; inlenla aproxi- marsé i cl para locarle, y si lo consigue y es cosa manualle, lo toma en sus manos, lo examina por todos fados; si ya sabe hablar, pregunta su nanibre, el fin a que se destina, ele. Por ta misma raxén, si oye un ruidod que no eslé acostuinbrado, desea conocer la caust; ya mayor, cuando se refiere en su presencia algun suceso que est al alcanee de su in- Ieligoncia, preguala hasta entorarse de todas sus de- lalles. 4 Qué niio vo tiene alicion a los cuentos? .Cual no se Complate 6n escucharlos? Paes este instinto dela curiosidad aynda poderosa- e {8 — mente al educador, cuando éste sabe sacar partido de él para toda clase de Wlil ensehanza. Cuando lo que el nifio ve U oye por priniera vey, se diferencia de un modo muy notable de to que te es conocido, su curiosidad se convierle en sorpresa, y ésta en admiracion que manifiesta con sa sonrisa, con sus gritos de jabilo, alargando sus bracitos y ha- ciendo todos los esfuerxos imaginablea para poseer, dal menos vor de cerca y locar, €] objeto que ad- mira, Ile aqut ct origen de un sentimiento de que el edu- eador puede obtener excelentes resultados, tanto para la ensefianza religiosa, como pura la estclica. Muerto en su nacimiento por falta de estimulo, queda el nidoifrivolo éindiferente; dirigido, educado, produce e) respeto a todo fo grande, el amor a todo lo bello y por consiguiente la retigiosidad, cl eutusiasino por la virted y (con naa imaginacion viva y convenien- temente educada) puede convertir al que le posee en an notable artista. El infante, no sdla desta conservar su vida, sing que en cuanlo Wene nocidn del yo se ama ti si mismo a que d ninguna otra cosa; este amor es incons- cliente, pero existe fuerte ¥ vigorosd; sus senlidos le muestran que hay infinidad de seres y de objelos en Tos cuales se fija mas 6 menos, el no yo: y la pereep- rién interna, que empieza 4 desarroilarse, le dice que exisle @ mismo, el yo. “no dice yo, pero dice e! rene 6 da aera, como lo oye a los que le rodean, y se amad si mismo, cuyo aiecto es mas vehemente cuanto maa se ve objeto de los mimos y caricias de Jos demas; asi puede notarse que un grilo, un gesto de desagrado, a veces hasla una mirada severa de aquellas mismas personas a enyo cariio esta hahituado, le hace prorrumpir en amargo Hanto. No le han hecho dato, su parte fisiea no ha padecido en Jo mas minimo, ydonde ha recibi- Sag do, pucs, 1a herida que le hace ltorar? Ea su amor propio. Esto, qué ya podriamos Mamarsentimiento, iis hien que inslinlo, contenido y modevado por fa edu- eacion, produce la dignidad, el honor, el deseo de gloria, origen de nobilisimas aceiones; sublimade por el ejemplo, las buenas lecluras y olras cireuns- tanci#s, puede conducir hasta el heroismo;exaltado, extraviado. se convicrie en orgullo 6 en su hermana menor, jue es Ja necia vanidad, rayanda a veeos tr inaldita soberbia y en desprecio de sus semejantos, A pesar de amarse el] infante si mismo, hay en él ovo inslinto que podriamos Hamar do inferioridad o subordinacion; asi vemos que, no solainente en Ins primeros aos, sino aun después (sino esque una perversa educacién haya borrado esta nocién salu= dable, este conocimiento de su debilidad fisica é in- leleclual, coniparandose con las personas mayores), se complace en que le atiendan los muchachos demas edad que él, tiene 4 mucha honra el acompa- harse con ellos y obedece a Jas personas adullas, aunque sean desconocidas, sin inquirir con qué an- toridad ni en virlud de qué derecho les dan nna or= den. Este instinlo es cl prineipio del respelo a los supe- riores, que hace al hijo diéeil con sus padres y al alumno con los Macstros; lo cual es evidente que fa- vilita la cnsefanza y favorece la edueacién en lodas sus fases, constiluyendo después el ciudadand paci- fico, fick a las anloridades, y la esposa sumisa y de. levente, centro de una familia tranquila y ordenada, Otro de log instintos de fa infancia es el dela ad- hesiéu. Las tiernas crialuras sé adhieven fuertemente 4 cuante las rodea, como la débil yedra al muro 6 4 la roca junto al cnal ha nacido; aman a sus padres y hermanitos, no porque lo sean, sind porque en ellos — 2 — encuentran cariio y apoyo; asl seve a la queporuna cipcanslancia forluita se ha eriado en casa de una nodriza, prodigar sus caricias 4 aquella mujer rusti- ca yd su familia, tal vez huratia yrepulsiva, y llorar y foreejear por desasirse de los brazos de la tierna madre, sefiora de hermoso rostro, de slegante figura, de dulce wow y atraclivos modates. Por la misma razon Hora, y muchas veces de un modo lenaz y persistente, al verse en Jos allombrados y decorados salones de la mansién paterna, y ‘sonrie de nue- vo al volver 4 divisar las desnudas paredes de la casa donde se ha eriado y sus toscos habitantes, y hasta él mastin y la vaca y Ja higuera del patio. Este tustinio es quizis el mas fecundo de cuantos naeen en el corazén hnimand; en el tienen origen el atecto de la familia, la piedad filial, cl fraternal ca- rifio, la amistad, ¥, mas tarde, el amor, la filantropia, la caridad, el patriolismé y la humanidad; la nega- cidn de estos dulecs sentimientos engendra la misan- lropia y el egoismo; el misino instinto, mal dirigids y convertido en pasién, produce los celos jerneles, la feroz cavidia y hasla el odio 4 determinadas perso- nas, familias 6 razas, 6 la homanidad em general. No solamente la tierna criatura se adhicre icuanto le rodea, sino que merced al instinto de imitation se identifica con ello; asi es que nadie habra dejado de ohservar del modo que copia las atciones, los gestos y, ntas tarde, las voces, el lenguaje, los modismos ¥ cuanto puede delas personas y hasta los gritos de los animales que estau en contacto con 4, La marre mis ignorante, la mas ruda nodriza ¥ la sencilla ninera conocen esta aplitud de los pequenos seres vonfiados d su cuidado, y la utilizan para ense- harles lodas esas habilidades de saludar, batir pal- mas, Seialar con el dedo y lantos gestos y palabras, apenas arlicrladas, que son la delicia de la familia. Historia 6 cuento, corre de boca en boca el resul- — a tado que produjo el encervar 4 un nifio recién deste- fado, y que aun no sabia hablar, en uua habitacion donde dlisfrutaba de toda tomodidad, pero donde no Negaba el humane acento, con prohibicién expresa de hablar para los criados que le vestian y desnuda- ban y le levaban elalimento, Al poco tiempo se nota que la criatura, qne, como es natural, no hablaba una palabra, imilaba perfectamente con su vocecita, qué habia adquirido un timbre casi metilico, el ruido «ue producia Ja llave en la cerradura, unico que lle- gaba asus ofdos. Resliluidd al send de la familia y ile la Sociedad, aprendié sin dificultad ninguna 4 expresar sus necesidades, y sucesivamente sus tdeas ysentimientos, por medio del lenguaje, Ja ingeniosa fibula de los cangrejos demuestra también Ja propension que ticnen 10s nifios 4 Ja imi- tacion y Jo intitiles qne son las tedricas cosehanzas ¥ ios consejos mas sanos y pradentes, si el ejemplo no Jos auloriza. Hemos indieado los principales instintos de la in- fancia: en los capitulos sucesivos estudiaremos los sentimjéntos que ellos engendran, las virtudes y vicios (ue son su resultado, cuando Megan A conver- lirse en hAbito, y los funeslos efectos que irremedia- blemente produce, cuando adquieren la fuerza ava- salludora de la pasién. Indicaremosde paso los medios que juzgamos mas éficaces para seeundar los fines de la Providencia al dotar al sér racional de tales pro- pensiones; con objeto de que los padres én el bos gar, Con los muchos recursos que tienen 4 su alcance, y el maestro en la escuela, con fos mas limitados de que dispone, completen en eada eriatura ta obra pres alilecta del Supremo Creador. CAPITELG I Gula, golosina, glotonerla, generosidad verdadera, generosidad fingida, avaricia, economia. Dice cierto anliguo moralista que ia guta os la pri mera pasidin del hombre, porque empieza a triunfar desde la cuna; pero no estamos de acuerdo con esia ascveracidn, porque no pudo la Sabiduria de Dios dotar al niio de una propension tan funesta, que la Iglesia califica de pecaco capital, esto es, de unode los siele qué son origen 6 causa de Jos demis, defi- niéndala como mm apeliio desurdentuly en ef comer y heber, No; la Uerna infancia no liene ese apelito desurde- sado. KL sér humano, por consecuencia de la eni original, mace imperfecto, pero no viciose, El v es el desarreglo de Tos naturales instintos 6 inclina- ciones, Elinfante no liene olro mediode satisfacer su hant- bre ysu sed que tomarel pechodela madre @ nodriza. yacude a ¢) con frecuencia para atenier desta doble necexidad; pero und vez satisfecha se dueriic, 6 suclla el pezim y se pone @ juguetear @ ai reir, de manera que nO la senales de que le ciegue la guia. Mis ade-

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