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Dialogos de bioética Nuevos saberes y valores de la vida Juliana Gonzalez V. Jorge E. Linares (coordinadores) Juliana Gonzalez V. Jorge E. Linares S. (coordinadores) Didlogos de bioética Nuevos saberes y valores de la vida Programa Universitario de Bioética Seccion de Obras de Filosofia FONDO DE CULTURA ECONOMICA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE. MEXICO, Facultad de Filosofia y Letras Programa Universitario de Bioética Primera edicién, 2013 Gonzalez Valenzuela, Juliana, y Jorge Enrique Linares (coords.) Didlogos de bioética. Nuevos saberes y valores de la vida / coord. de Juliana Gonzilez Valenzuela, Jorge Enrique Linares. ~ México FCE, UNAM, FFyL, 2013 (663 p. ;21 x 14 cm ~ (Seccién de Obras de Filosofia, Ser. Bibliote ca de Etica y Blostica) ISBN 978-607-02-4508-4 1. Bioética 2. Bioética — Sociedad 3. Ciencia ~ Ftica 4. Filosofi res, Jorge Enrique, coord. Il. Ser. IT. t LCR724 Dewey 176 G644d Distribucién mundial Seminario de Biblioteca de Etica y Bioética Fnvestigacemige Universidad Nacional Autonoma de México (Facultad de Filosofia y Letras) y Fondo de Cultura Economica Coleccién dirigida por Juliana Gonzalez Valenzuela Volumen 5. Didlogos de biostica Diseno de portada: Paola Alvarer Baldit Ilustracién: “Atlas anatémico de conectividad de los largos haces de materia blanca, trazado a partir de los datos de resonancia magnética de difusién en el marco del proyecto europeo conNzcr (http://brain-connect.eu) ‘Miembros del equipo: Delphine Duclap, Alice Lebois, Benoit Schmitt, Pamela Guevara, Denis Le Bihan, Jean-Francois Mangin y Cyril Poupon. D.R. © 2013 Universidad Nacional Auténma de México Facultad de Filosofia y Letras (Proyecto wavitr in-493509 de Ia Direceién General de Asuntos de Personal Académico) Coordinacién de Humanidades (Seminario de Exica y Bioética 2009-2012) Ciudad Universitaria, 04510 México, D.F D.R. 2013, Fondo de Cultura Econémica (Carretera Pieacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F Empresa certificada ISO 9001:2008 ‘Comentarios: editorial @fondodeculturaeconomica.com swww.fondodeculturaeconomica.com 5) $227-4672; fax ($5) $227-4694 Se prohibe Ia reproduccién total o parcial de esta obra, sea cual fuere ‘el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos. ISBN 978-607-02-4508-4 Impreso en México + Printed in Mexico inilinisteilaniaasutictsieeisssaccilaal Introduccién Jurtana GonzALEz Volver a pensar la vida y su valor ha sido ciertamente una de las tareas cientificas y filoséficas mas significativas del siglo xx y de lo que va del xx1, puesto que sus hallazgos han revolucionando profundamen- te las ideas y valoraciones que habian prevalecido en nuestra tradi- cién. Adentrarse en estas innovaciones, dar cuenta de sus aspectos sobresalientes y repensar también por cuenta propia la teméatica des- de perspectivas cientificas y humanisticas, es el principal hilo con- ductor de estos Didlogos de bioética. Ellos han sido resultado de las in- vestigaciones originales realizadas por 34 académicos que forman parte del Seminario de Investigacién de Etica y Bioética de la UNAM’ © que fueron invitados ex profeso, todos ellos especialistas en distintas disciplinas: biologia, genética, neurociencias, medicina, psicologia, bioética, filosofia, derecho, historia y letras modernas. Por mas de un ano, de 2010 a 2011, el Seminario Ilevé a cabo un intenso «, en M. Inoue-Murayama ct al. (eds.), From Genes to Animal Behavior, Tokio-Nueva York, Springer, 2011, pp. 165-183. ® Véase J. Maynard Smith, D. G. C. Harper yJ. F. ¥. Brookfield, «The evolution of ag- gression: can selection generate variability?», en Philosophical Transactions of the Royal Society of London, Series B, Biological Sciences, 319(1196), 1988, pp. 557-570 y N. J. Dinge- manse y D. Réale, «Natural selection and animal personality», en Behaviour, 142(9-10), 2005, PP. 1159-1 184. 30 LAS RAICES EVOLUTIVAS DE LA ETICA s or el contrario, una discontinuidad es en su capacidad de anticipar o los efectos de sus acciones y en su capacidad de tomar distintas a decisiones. ° Al igual que todos los primates, y muchos otros animales, tene- E mos un comportamiento social; y una parte de este comportamiento deriva de la agresividad, que hunde sus raices en la historia evolutiva r de los primates y, con anterioridad, en los mamiferos. E] comporta- miento social y sus reglas de accién y de supervivencia deben enten- derse a partir de la comprensién de la paraddjica relacién entre el al- truismo y la agresividad, para comprender que en su origen ambos tenian como resultado la supervivencia del grupo. El temor alos gru- pos «distintos», el miedo a los «otros», que cohesionaba a los grupos en el pasado y les permitia su supervivencia, es seguramente la raiz de practicas xenéfobas, homofébicas, racistas y de discrimina- a cién que hoy son inaceptables. nou Seleccién natural y el dilema: z altruismo-egoismo i a Una caracteristica que Ilevé a Darwin a cuestionar el papel de la a seleccién natural (que se entendia como una marcada competencia individualista) fue el reconocimiento de la presencia de comporta- s mientos altruistas entre los humanos y en otras especies. Aparente- - mente, la seleccién natural favorece comportamientos egoistas, pues 5 cada individuo busca sobrevivir y reproducirse triunfando en la com- z petencia con los otros individuos de su especie. Darwin mismo en- 3 tendié este problema y buscé la forma de explicar el mecanismo que : hace posible el altruismo, por lo que acepté que ademés de compe- tencia hay cooperacién entre los individuos de una especie. Su pro- puesta para resolver el dilema entre selecci6n competitiva y seleccion cooperativa fue la diferenciacién entre seleccién individual y selec- cién grupal. Esto es muy importante, pues si no se acepta la selecci6n. 2 grupal no hay altruismo, en la idea de J. B. S. Haldane,’ Robert Tri- “J.B. S. Haldane, The Causes of Evolution, Londres, Longmans, Green & Co,, 1932.y J. B.S, Haldane,«Population genetics», en New Biology, 18, 1955, pp. 34-51. 31 A EVOLUCION Y BIOBTICA vers," y Richards Dawkins,"' entre otros, este aparente altruismo es en el fondo egoismo genético puro. Diversos autores han intentado refutar la idea de seleccién grupal, sin considerar que existen diferen- tes tipos de grupos, y algunos de los cuales pueden ser objetos legiti- mos de seleccién natural, como los grupos sociales, por ejemplo."” Los autores mencionados y muchos otros evolucionistas no aceptan la distincidn entre seleccién individual y seleccién grupal, consideran que los casos de aparente altruismo son en realidad un egoismo genético, que orienta a la proteccién de los propios genes. No obstante, los humanos —como muchos otros animales— desa- rrollamos comportamientos que benefician a otros individuos, aun a costa del propio beneficio, a este tipo de comportamiento se le cono- ce como altruismo." En el terreno de la biologia evolutiva el costo y los beneficios son medidos en términos de supervivencia o de ade- cuacién reproductiva de la especie, y no del individuo. Para conocer en detalle la objecién de muchos evolucionistas, veamos las diferen- cias entre la seleccion individual y la seleccién grupal (de parentesco o familiar). La seleccién de parentesco es una estrategia evolutiva de algunos organismos cuyo comportamiento favorece el éxito reproductivo de un pariente, aun a costa de su propia vida o su reproduccién. El con- cepto fue formalizado por John Maynard Smith (4964) a partir de las propuesta de Fisher y Haldane, que trataban de dar una respuesta a las inexplicables, desde un punto de vista seleccionista, tendencias altruistas. Haldane, quien popularizé la idea con un ejemplo un tanto en broma, sefialaba que en términos genéticos, es equivalente salvar © R, L. Trivers, «The evolution of reciprocal altruism, en The Quarterly Review of Biology, 46(1), 1971, pp. 35-87- 3°R, Dawkins, The Selfish Gene, Nueva York, Oxford University Press, 1976. 2 E, Mays, What Makes Biology Unique?, Cambridge, Cambridge University Press, 2004. © para estudios recientes sobre evolucién, modelos genéticos y caracteristicas del al- truismo en distintas especies animales, véase J. A. Fletcher y M. Zwick, «Strong altruism can evolve in randomly formed groups», en Journal of Theoretical Biology, 228, 2004, pp. 303-313; J. A. Fletcher y M. Doebeli, «How altruism evolves: assortment and synergy>, ‘en Jourvial of Evolutionary Biology, 19, 2006, pp. 1389-1393; L. A. Dugatkin, The Altruism Equation, Princeton, Princeton University Press, 2006, y L. Lehmann y L. Keller, «The evolution of cooperation and altruism. A general framework and classification of mo- dels», en Journal of Evolutionary Biology, 19, 2006, pp. 1365-1725. 32 LAS RAICES EVOLUTIVAS DE LA ETICA javida de un hijo, dos hermanos, cuatro sobrinos, u ochos primos, de ccuerdo con el numero de genes que compartimos con cada uno de ellos. En este sentido, incluso es favorable a la propia genética la Sefensa de la patria, pues al menos tedricamente esta conformada por individuos mds cercanos genéticamente que otros grupos equi- valentes. Evidentemente, los comportamientos descritos son en rea- lidad comportamientos egoistas, pues lo que se protege son. los pro- pios genes que est4n presentes en nuestros descendientes y familiares més 0 menos cercanos, 0 en paisanos con quienes compartimos una historia evolutiva mas cercana. Por supuesto, los cuidados parentales, en todos los animales que los practican, inchiidos los humanos, y que podrian ser vistos como actos altruistas, tienen a final de cuentas un fentido egoista, pues cuidamos a los hijos, 0 alos nuestros, para prote- ger a nuestros genes. De la posicién de autores como Desmond Morris'* y Richard Dawkins,® que llevan al extremo la interpretacién de la superviven- cia del mAs apto, emergen afirmaciones como aquella que asume que el ser humano es egoista por naturaleza. Esta posicién se fundamenta en dos factores que explican los deseos humanos egoistas para lograr la transmisién genética: sobrevivir hasta la edad reproductiva y en- contrar pareja. En este sentido, podria pensarse que la naturaleza humana est condicionada a la necesidad de conseguir los recursos materiales, sociales y sexuales que permitan lograr estos dos objeti- vos, sin embargo, en estas posturas se olvida o se niega que la natura- leza del ser humano también esté definida por su evolucién cultural, y que las caracteristicas de cada individuo estan definidas por el bi- nomio genoma-ambiente, y lo segundo, también implica la historia cultural. La seleccién de grupo La opcién de Darwin a la contradiccién entre comportamientos al- truistas y seleccién natural fue la seleccién grupal. Nosotros coincidi- “ D. Mortis, The Naked Ape: A Zoologist’s Study of the Human Animal, Nueva York, Del- ta Book, 1967. ‘SR. Dawkins, op. cit. 33 EVOLUCION Y BIOETICA mos con diversos evolucionistas que han defendido esta perspectiva, en especial con Eliot Sober y David Sloan Wilson.'* Ambos han de- fendido que la seleccién de grupo ha sido una fuerza importante en la evolucién de la especie humana, ya que consideran que la selec- n grupal puede explicar la constitucién de diversos caracteres, principalmente aquellos relacionados con la evolucién cultural. Las caracteristicas de una seleccién grupal implican que haya variacién fenotipica, heredabilidad, y consecuencias adaptativas, en donde la heredabilidad estarfa modulada por la cultura; ello implicaria, a su vez, la re-formulacion de la idea de cultura, que no seria exclusiva de la especie humana, sino también de aquellas especies que presentan esos patrones sociales. D. S. Wilson ha desarrollado una explicacién sobre el origen de la religién con base en esta propuesta de la seleccién grupal."” Sos- tiene que los humanos somos capaces de constituir comunidades gracias al desarrollo de normas morales que pueden crear una cierta uniformidad conductual que permite, a su vez, establecer relaciones parecidas a una comunidad basada en la uniformidad genética; es de- cir, mediante las normas morales un grupo se une con un comporta- miento solidario al interior, por sus creencias compartidas mas que por sus genes, y a la vez, que se separa e incluso se enfrenta a otros grupos con diferentes creencias. Esto es una critica a la idea de kin selection o seleccién familiar, una consecuencia de la seleccién a ni- vel individual, muy defendida por Dawkins con su planteamiento del «gen egoista». La posibilidad de formar estas comunidades tiene un origen en la evolucién humana, Wilson sostiene que hay sistemas morales innatos que hacen posible el desarrollo de cédigos éticos, estos Ultimos tendrian elementos contingentes determinados por la historia particular de cada grupo. De este modo, los sistemas morales innatos son similares a los patrones que permiten el desarrollo del pensamiento matemiatico y otras formas de pensamiento cientifico, © de creatividad humana. Si se desarrollan o no y hasta qué punto, dependerd de un ambiente cultural. Esta organizacién social es favo- “ E, Sober y D. §. Wilson, Unto Others: the Evolution and Psychology of Unselfish Beha- vior, Cambridge-Londres, Harvard University Press, 1999. 17D, S, Wilson, Darwin’ Cathedral: Evolution, Religion and the Nature of Society, Chica- go, University of Chicago Press, 2002. 34 Ree LAS RACES EVOLUTIVAS DE LA ETICA recida por la seleccién natural, de tal forma que la adecuacién pro- medio del grupo seria superior a la de otros grupos; es decir, la su- pervivencia y reproduccién de cada uno de los miembros del grupo es, en promedio, superior a la de otros grupos que no constituyen una comunidad con caracterfsticas altruistas. Nos(otros) La pregunta por ideas morales muy elaboradas en la historia cultural, como la de la «dignidad humana» (sin duda, una idea de origen reli- gioso), es para muchos dificil de contestar, pero es claro que una teo- ria distinta sobre la capacidad ética humana debe empezar por reco- nocer las similitudes y las diferencias entre el animal humano y los otros animales, y por modificar radicalmente nuestra vision antropo- céntrica. Una ética acompanada de ideas evolutivas implica re-valorar con otro significado el valor de la vida humana, asi como replantear en conjunto con la filosofia la re-valoracién de cuestiones como la equidad, la justicia, la libertad individual, la moralidad, y, desde lue- go, la definicin intrinseca de lo que es un «ser humano», su rela- cién y su trato con otras especies y, en general, con los ecosistemas del planeta. Hablar de moralidad hace referencia a esa amalgama de emocio- nes, sentimientos y comportamientos de empatia, carifo, altruismo, cooperacién, que los humanos podemos desarrollar hacia nuestros parientes y demas congéneres, preferentemente aquellos con los que convivimos.'* En la busqueda por comprender més sobre la naturaleza de lo humano, el andlisis de la evolucién de nuestro sentido moral se ha ido convirtiendo en objeto de estudio de muchas disciplinas que se basan en las aportaciones derivadas de la teoria darwinista de la evo- lucién. Como hemos dicho en pérrafos anteriores, Darwin consi- deraba nuestra disposicién moral como una adaptacién, como un instinto social que aseguraba el bienestar de los hijos, favorecia la '* L. Castro Nogueira y M. A. Toro Ibattez, «Los origenes de la moralidad», en Revis- ta de Libros, 136, 2008, pp. 24-28. 38 EVOLUCION Y BIOETICA cooperacién entre parientes y transformaba un grupo animal en una comunidad. Desde esta perspectiva, el sentido moral de la humani- dad se concibe como una derivacién de procesos de seleccién natu- ral que favorecen el desarrollo de disposiciones para actuar en be- neficio de la comunidad. En contraste, por ejemplo, para Thomas Huxley,” la naturaleza humana no posefa una verdadera moral, sino por el contrario, era amoral y egoista. Dado que consideraba que la evolucién de algunos comportamientos se produjo bajo una fuerte competencia entre individuos, asi, una selecci6n individual, segan Huxley, favorece la proliferacién de conductas egoistas que promue- ven el éxito evolutivo de algunos individuos, a expensas de sus com- petidores. Una accién altruista es el acto desinteresado en el que se benefi- cia a otro individuo, en detrimento de uno mismo (no basta con la ayuda a otro individuo, se tiene que perder algo con ello). En térmi- nos biolégicos, altruismo significa hacer algo para ayudar a las posi- bilidades reproductivas de algtin otro, incluso aunque esto implique aparentemente la disminucién de las posibilidades reproductivas de uno mismo. De aqui que un comportamiento altruista es aquel que iricrementa la adecuacién reproductiva de otros en detrimento de la propia. Por el contrario, una accién egoista es aquella que beneficia a uno mismo perjudicando a otro individuo. Entre estos dos extremos hay otras posibilidades de comportamiento: interés propio (benefi- ciarse a uno mismo sin perjudicar a otros), cooperacién (beneficiar- se a uno mismo y a otro individuo al mismo tiempo), cortesia (no perjudicarse a uno mismo y beneficiar a otro individu). Bajo la luz de la teorfa darwinista se acepta que se favorecen los comportamientos egoistas en aquellos en los que en la lucha por la existencia los individuos actuan por encima de otros, con tal de ga- rantizar su supervivencia. El extremo de este comportamiento es la guerra, aunque es evidente que los seres humanos también se com- portan, en ciertas situaciones, de forma altruista eligiendo perjudi- carse a si mismos para beneficiar a otros, sin esperar una retribucién futura. Sin embargo, ya vimos que el sacrificio en favor de seres préxi- 1 T, Huxley, «Evolution and ethics (the roman lectures for 1893)», en Collected Es- says, vol. 9, Londres, MacMillan, 1893. 36 cinoma LAS RAICES EVOLUTIVAS DE LA ETICA mos con los que se comparte un elevado ntuimero de genes, no seria propiamente altruismo, sino egoismo. ‘Como ya sefialamos con anterioridad, consideramos que el al- truismo existe como resultado de evolucién social, y aunque el com- portamiento tiene una base genética, ésta no es determinante en las acciones del ser humano. Actualmente, el estudio de la naturaleza egoista o altruista del ser humano sigue siendo foco de un fuerte de- bate que esta estrechamente ligado a los origenes bioldgicos del sen- tido moral del ser humano. Si compartimos las tesis de Darwin, como sugerimos en el breve apartado sobre la explicacién evolutiva, el sentido moral surge de tres aspectos inherentes al animal social humano: a) de la naturaleza per- sistente y constante de los instintos sociales, incluyendo los lazos fa- miliares, el amor y la simpatia que se siente hacia individuos de la propia tribu o comunidad; b) del aprecio que tiene el ser humano ha- cia la aprobacién de sus compafieros y el disgusto que le genera su reprobacién, y c) de la extraordinaria capacidad de sus facultades mentales, que le permiten reflexionar sobre sus actos pasados y sus motivos, y que lo orientan en la busqueda de la felicidad, parte fun- damental de la cual consiste en lograr el bien comiin.”° La capacidad moral también es parte del mecanismo evolutivo que ha permitido que la conducta cooperativa se exprese en nues- tra especie como una cualidad que —al ser compartida y valorada socialmente— nos induce a cooperar cada vez mas. Desde esta perspectiva, cooperar resulta ser una mejor estrategia bioldégica que competir. Altruismo y egoismo coexisten tanto en seres humanos como en animales no humanos. Muchos autores como De Waal”! y Riech- mann” nos recuerdan la existencia de conductas comunes entre los mamiferos sociales, los p4jaros, entre otros, tales como son la limpie- za reciproca, la eliminacién mutua de pardsitos y la proteccién mutua » L, Castro Nogueira y M. A. Toro Ibéfiez, «Los origenes de la moralidad»», en op. cit. 2" F, de Waal, Primates y fildsofos. La evolucién de la moral del simio al hombre, Barcelona, Paidés, 2007. 2 J! Riechmann, «Somos los seres humanos egoistas por naturaleza?», en Ensayos para fundamentar éticas de suficiencia y politicas de autocontencidn, Madrid, Los Libros de la Catarata, 2009. 37 EVOLUCION ¥ BIOETICA © cuidado parental. Entre los insectos sociales (avispas, abejas, hor- migas, termitas) existen conductas claramente altruistas y también en ciertos vertebrados podemos encontrarlas, por ejemplo, en aque- llos individuos que se exponen a un riesgo mayor con tal de avisar a los miembros de su grupo de la presencia de un depredador. También son conocidas las capacidades de los grandes simios para «ponerse en el lugar del otro que sufre», como ocurrié en el caso de Binti Jua, una gorila hembra que rescaté a un nino de tres afios en el zooldgico de Brookfield de Chicago, cuando el ni se su bid a un pasamano y cayé seis metros en la exhibicion de los gorilas.”* La evolucién no excluye los comportamientos prosociales, mo- rales y altruistas, que seguramente representan alguna ventaja selecti- -va para la especie. Ninguna sociedad humana puede existir sin que sus miembros convivan ayudéndose continuamente unos a otros. Como afirma Riechmann,” el comportamiento altruista para los se- res humanos (y para muchos otros animales) es tan natural como el egoista. Entre los argumentos de rechazo a la concepcién meramente egoista del humano, destaca el proporcionado por Ayala,” quien sos- tiene que si la guia suprema de la moralidad fuera la multiplicacién de los genes, el precepto moral fundamental e inviolable seria el tener el mayor ntimero de hijos posibles y (dedicando a ello menos esfuer- zo) promover a nuestros hermanos y parientes cercanos a que tengan gran mtimero de hijos. Pero el dedicar la vida del hombre a inseminar el mayor numero posible de mujeres y la de las mujeres a estar conti- nuamente embarazadas no es, sin embargo, la norma suprema de la moralidad. Hay que entender que aunque haya tendencias innatas los cédigos o sistemas éticos orientan las acciones; vale la pena recor- dar el titulo de este capitulo: existe una herencia biolégica que ha res- pondido a diversos procesos adaptativos, y en ese sentido hay siste- mas biolégicos innatos, entre ellos el moral, pero hay también en el ser humano una historia cultural en la que se han desarrollado dife- rentes cédigos éticos que han regulado la convivencia de los grupos humanos. 2 F de Waal, op. cit. > J. Riechmann, «;Somos los seres humanos egoistas por naturaleza?», en op. cif. 28°F, J. Ayala, Origen y evoluci6n del hombre. i | LAS RACES EVOLUTIVAS DE LA ETICA Biolégicamente, el altruismo basado en el razonamiento «dado que comparto un gran numero de genes con mis parientes cercanos, es facil que desarrolle un comportamiento altruista con base genética hacia ellos», se ha explicado mediante tres mecanismos:** 3. La seleccién familiar, que parte del hecho de que estamos em- parentados unos con otros, y que por tanto esté en nuestro interés reproductivo que se reproduzcan aquellos que compar- ten nuestros genes. >. La manipulacién paterna, que consiste en el interés de los pa- dres del individuo para que éste ofrezca esa ayuda y los padres han sido capaces de manipular al individuo en cuestién para que la ofrezca. El ejemplo més conocido es quiz el de la cria gue sirve de alimento a sus hermanos. 3, El altruismo reciproco, que se basa en la ayuda mutua funda- mentada en la premisa desaparece- ra>2” De aqui se sigue que no pueden existir en realidad actos al- truistas, porque el altruismo se reduce a egoismo, es decir, que no es mis que un acto egoista disfrazado. Similar a la postura de De Waal,”* se ha insistido en los ultimos afios en la defensa de una continuidad entre la moralidad humana 36, Riechmann, «;Somos los seres humanos egoistas por naturaleza?», en op. cit. 2 Tdem. 28 F, de Waal, op. cit EVOLUCION ¥ BIOFTICA (como producto de la evolucién) y las tendencias sociales de muchos animales, lo que justifica una transicién continua entre el animal social y el animal moral. De esta forma, los fundamentos de nuestro comportamiento moral se pueden rastrear en el comportamiento de los simios como el chimpancé comin (Pan troglodytes) y el bonobo o chimpancé pigmeo (Pan paniscus). Para De Waal, es cierto que los animales (incluyendo a los huma. nos) somos producto de fuerzas evolutivas que promueven el interés propio, el egoismo; sin embargo, esto no excluye el desarrollo de ten- dencias altruistas y compasivas, las cuales combinadas con facultades intelectuales como las del ser humano dan lugar a un sentido moral: «[...] lo que la seleccién natural produce es extremadamente diver- so: puede producir la indiferencia social que encontramos en mu- chos animales solitarios, pero también rasgos sumamente cooperati- vos, amigables y empiticos [...]»” La moral humana seria imposible sin la existencia de ciertos componentes emocionales que son claramente visibles entre prima- tes. Asi, en el comportamiento de los grandes simios se encuentran componentes basicos de la moral humana, es decir, compartimos con los grandes simios caracteres muy bdsicos. De acuerdo con De Waal, estas acciones son emprendidas para el mejoramiento de la comunidad, por lo que son un precursor signifi- cativo de la moral en las sociedades humanas. Si bien De Waal no los considera seres morales, reconoce que los chimpancés tienen un sen- tido del orden y de las reglas sociales sobre la conducta esperada, ma- yormente para construir las naturalezas jerarquicas de sus socieda- des, en las que cada miembro sabe su propio lugar.*° En la propuesta de De Waal, la moral humana se ha desarrollado a partir de la socializacién de los primates (entendida como el desa- rrollo de conductas tales como la empatia, la habilidad de aprender y seguir las reglas sociales, la reciprocidad y la pacificacién), pero con dos niveles adicionales de sofisticacisn. Los humanos imponemos nuestros cédigos morales en la sociedad mucho mas rigurosamente, con la construccién de recompensas, castigos y reputacién; y aplica- » De Waal apud T. Sommers, «Moral animal: entrevista con Frans de Waal», en Le tras Libres, junio, 2008, p. 12. °° B, de Waal, op. cit. 40 sintnidtsiinasnansstill LAS RAICES FVOLUTIVAS DE LA ETICA mos también, combinado con las emociones, un grado de juicio y ra- zonamiento para el cual no hay paralelismo en los demas animales. Los componentes de la moral radican en las capacidades menta- les y sociales para construir sociedades en que los valores comparti- dos fuerzan a la conducta individual a través de un sistema de aproba- cién y desaprobacién. En ese sentido, los chimpancés poseen vestigios de las capacidades conductistas de nuestros sistemas éticos.*! De modo similar a la postura de De Waal, Marc Hauser” sostie- ne la idea de que los seres humanos poseemos una facultad moral in- nata, compartida por otros primates. Ese sistema es similar al que Chomsky® y Steven Pinker™ han defendido sobre la capacidad lin- iifstica del ser humano. De acuerdo con Hauser, el ser humano ha desarrollado un érgano moral que le permite aprender cualquier sis- tema moral. Para Hauser, nacemos con un programa inscrito en la estructura de la mente, esto es, una gramatica moral universal, consti- tuida por un conjunto de reglas complejas que nos permiten decidir qué acciones estan permitidas, prohibidas o son obligatorias. Para Hauser, estas reglas no son deterministas en cuanto a que no estable- cen un repertorio de conductas finito y especifico, sino que en fun- cién de cada caso se van combinando plasticamente. Otra postura que comparte la idea de la continuidad emocional con los primates mas préximos es la sostenida por Christine Kors- gaard,®* para quien, aunque compartimos con otros animales emo- ciones y sentimientos como la empatia y la compasién, la moralidad requiere adicionalmente la capacidad de reflexionar sobre nuestras acciones e intenciones para hacer juicios morales sobre ellas. En este sentido, se entiende a la moralidad como algo mas que un conjunto de respuestas emocionales o instintivas, no controladas por nuestra capacidad reflexiva y critica. » Idem. © M. D. Hauser, Moral Minds: How Nature Designed Our Universal Sense of Right and Wrong, Nueva York, Ecco, 2006. ©. Chomsky, Language and Problems of Knowledge: The Managua Lectures, Cambridge- Londres, rr, 1988. * S, Pinker y P. Bloom, «Natural language and natural selection», en The Behavioral and Brain Sciences, 13(4), 1990, pp. 707-727. * C. M, Korsgaard, «Morality and the distinctiveness of human action», en F. de Waal, Primates and Philosophers: How Morality Evolved, Princeton, Princeton University Press, 2006, pp. 98-121. 41 EVOLUCION Y BIOETICA Si bien podemos aceptar que el desarrollo de los sistemas mora- les tiene una base bioldgica, y que esté ligado estrechamente al modo en que ha evolucionado el cerebro y nuestras facultades intelectuales, también el desarrollo de la cultura y las sociedades explica los orige- nes del comportamiento moral, muchas veces opuesto a los instintos mas egoistas de nuestro ser. Nuestra moralidad es, indudablemente, una combinacién de genes y cultura. Como afirma Riechmann,* los seres humanos no somos por na- turaleza seres de necesidades insaciables y egoistas, sino seres mesti- zos y mixtos, donde se mezclan impulsos egoistas y comportamien- tos y motivaciones sociales. La predominancia de comportamientos egoistas y altruistas no es, pues, algo intrinseco a la biologia de los se- res humanos, sino que depende también, en gran medida, del tipo de sociedad y cultura en que se genera, y si ésta favorece 0 no los com- portamientos altruistas en detrimento de los egoistas 0 viceversa. Homo ethicus Pocos aios después de la sintesis neodarwinista, la mayoria de los evolucionistas se volvieron partidarios de sostener que, por una par- te, la capacidad ética surge como consecuencia inevitable de la emi- nencia intelectual humana y carece de valor adaptativo per se y, por otra, que los distintos codigos morales son producto de la evolucion cultural, y no de la biolégica. Coincidimos con Ayala en que el comportamiento ético, enten- dido como la capacidad de formular juicios morales, emerge de la presencia de tres facultades en el ser humano que son necesarias y, en conjunto, suficientes para que dicho comportamiento se produz- ca: a) anticipar las consecuencias de las acciones (esto es, reconocer los vinculos entre medios y fines); b) hacer juicios de valor (evaluar acciones, prefiriendo unas a otras), y c) elegir entre lineas de acci6n alternativas (libre albedrio). A diferencia de Ayala, para quien ninguna de las tres condiciones necesarias para el comportamiento ético se da en los animales no hu- 86], Riechmann, «Somos los seres humanos egoistas por naturaleza?>, en op. cit. 42 LAS RAICES EVOLUTIVAS DE LA ETICA manos, consideramos que las condiciones anteriores existen en for- ma incipiente en los primates y otros animales, y en ese sentido po- {Liamos hablar de cierta axiologia en el ambito animal, aunque no propiamente de la capacidad ética, que seria el resultado de un pro- ceso evolutivo gradual y cultural, pero se trata en este caso de un atri- puto que sélo existe cuando las caracteristicas subyacentes (las capa- cidades intelectuales) han alcanzado un cierto grado avanzado de Gesarrollo. Las condiciones necesarias para que se dé el comporta- miento ético sélo aparecen cuando se atraviesa un cierto umbral evo- utivo; la aproximacién al umbral es gradual, pero tales condiciones aparecen solo y de manera relativamente repentinas cuando se ha al- canzado el nivel intelectual que hace posible la anticipacién del futu- ro y la abstraccion. De esta manera, es posible distinguir claramente entre el origen de la capacidad moral, que derivaria de la evolucién biolégica, y el origen de los cédigos éticos, que tendrian una raiz cultural. Una cosa es ser capaces de aceptar, juzgar y actuar en funcién de valores éticos y otra muy distinta es cudles son esos valores éticos a seguir; esto es, sila capacidad moral esta determinada por la constitucién biolégica de los seres humanos, de ahi no se sigue necesariamente que las nor- mas éticas o los cédigos morales estén también determinados por a naturaleza biolégica del humano. Los cédigos o normas morales concretos pueden originarse en una convencién social, en un acuer- do, en la eleccién libre de los individuos, etcétera, y cambian en de- terminados contextos socioculturales. Desde esta perspectiva, el comportamiento ético o la moralidad es una consecuencia del origen evolutivo de estas facultades asocia- das ala avanzada capacidad intelectual del humano, por lo que resul- ta razonable pensar que nuestro sentido moral es un producto de la evolucién bioldgica. 2Qué aporta a la bioética la concepcién evolutiva de la vida?, y jala concepcién evolutiva del ser humano? El planteamiento de una continuidad entre los seres humanos y el resto de los animales supo- ne una concepcién de lo humano en la que la diferencia entre nuestra especie y la mayoria de los animales es de grado, y no una diferencia esencialista. Lo cerca que estamos conductual y genéticamente de otros animales, sobre todo de los grandes simios como son los gori- 43 EVOLUCION Y BIOETICA las, orangutanes, chimpancés, ha sido utilizado como evidencia para sostener que es preciso ampliar algunos de los derechos humanos ha- cia estas especies (asi lo promueve el llamado Proyecto del Gran Si- mio). En el fondo sigue vigente la discusién sobre aquello que cons- tituye lo especifico del ser humano y hasta dénde deberia hacerse extensivo el concepto de persona o incluso de humanidad. Frente a las concepciones deterministas de lo humano, que lo reducen a los genes o meramente al ambiente, emerge una postura en la que el ser humano se entiende como el unico constituido por una especifica conjuncién de biologia y cultura. Ni estamos determi- nados genéticamente como propusieron algunas posturas radicales dentro de la sociobiologia, ni estamos determinados ambientalmente como sostienen algunos conductistas. Es la conjuncién de la biologia ya cultura, de lo innato y lo aprendido, la que explicaria la continui- dad con el resto de las especies, pero dando cabida a las diferencias especificas que los seres humanos poseemos, pero que de ninguna manera nos colocan intrinsecamente en un escalén superior por so- bre el resto de la biosfera. Desde el punto de vista genético, los hamanos compartimos con los grandes simios un porcentaje muy elevado de nuestros genes: al- rededor de un 98% con chimpancés y bonobos, mas de un 97% con los gorilas y mas de un 96% con los orangutanes. Ante estos datos podemos ver lo cerca que estamos genéticamente de otras especies, pero también los datos nos invitan a pensar en cémo esa pequefia di- ferencia genética se traduce en una gran diferencia intelectual, emo- cional, cultural y social. Esto nos lleva a plantear que no se trata solamente de la propor- cién de genes que nos acercan o distancian de otros animales, sino de cémo éstos se expresan fenotipicamente de formas tan variadas. Es en el proceso de desarrollo ontogenético donde esta la base de nues- tras diferencia con otras especies. En la medida en que nacemos an- tes de tiempo, como animales prematuros, con el aspecto del feto de un mono (neotenia) y necesitados de una més prolongada infancia y proceso de aprendizaje, nuestra deficiencia biolégica se compensa culturalmente, pues una vez nacidos somos moldeados por un tite- ro cultural en el que para proseguir con nuestro proceso de madura- cién intervienen tanto las capacidades innatas recibidas en la dota- 44

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