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Huésped S
[Coda y final de "Idiota escritor"]
Es preciso aprender a leer la obra de Aira como si fuera cualquier cosa para
advenir a la lectura de aquello que se quiere tal cual en tanto summum
incomparable del deseo. Es como solicitar una prueba de amor, como la que le
ofrecen las ponqueras Lenin y Mao a Marcia en el relato La prueba. Las dos chicas
callejeras rapean a Marcia en su camino de la casa a la escuela, invitándola sin
preámbulos a “c…” (coger), verbo tan histéricamente desplazado en el idioma
argentino como “chichar” en el idioma caribeño. La insolencia no es otra cosa
que una declaración de amor, e instaura en Marcia una espera implorante de la
prueba definitiva. Pero es Marcia, en su espera de la prueba quien también pasa
por la prueba. Marcia debe escuchar la “mala literatura” de Lenin y Mao, los
clichés punk, contraculturales, transgresivos, nihilistas, revolucionarios y hasta
terroristas de este “Comando del Amor” constituido por las dos loquitas, clichés
que se vuelven más fascinantes mientras mas ingenuamente se entregan ellas a
su potencia imaginativa (i.e., la “sonrisa seria” de Mao y su gracia para fabular
sin pretenciones, es decir, narrar sin proponerse la calidad literaria ). Durante
esa “escucha” sobreviene finalmente la prueba de ese amor que tanto se nos ha
dicho que transforma el universo, con toda su violencia cataclísmica. Aira pisa
“hasta el piso” el acelerador de su fuga hacia adelante en la máquina del
melodrama. Como insiste Sandra Contreras en su comentario de este relato, aquí
el cliché de que el “amor todo lo puede”, encuentra en el fondo de su más literal
e ingenua acepción una salida a lo nuevo. El texto estetiza sin cortapisas la
violencia y el terrror en el aparatoso final de esta historia de amor adolescente y
“loquito”; y lo hace de manera tan “poco seria”, irresponsable e insólita que
roza (lo digo con la “sonrisa seria” de Mao) lo sublime. Testifico que leer los
libros de César Aira impone una prueba semejante. Leer luego el estudio crítico
realizado por Sandra Contreras es reconocerse en un análisis lúcido, como pocos,
del trance que condujo a más de uno a decirse, en ausencia de garante, lo mismo
que el príncipe Mischkin: “A mí me tienen por idiota y, sin embargo, yo soy
inteligente, sólo que ellos no alcanzan a verlo”. Pero me pregunto cómo sería la
prueba “Aira” después que Sandra Contreras ha establecido con todo el rigor
conceptual e institucional que el caso requiere, que si bien ni el autor ni la obra
ni los personajes se hacen los idiotas, serlo es el modo de su rara inteligencia.
NOTAS
Clément Rosset, Le Réel. Traité de l’idiotie. Paris: Minuit, 1977, p.42.
Peter Sloterdijk, Bulles, Sphères, Microsphèrologie, Tome I. Trad. par Olivier
Mannoni. Paris: Pauvert, 2002, p. 521.
Ibid., p. 520.
Jean-Luc Nancy, Being Singular Plural. Trad. by Robert D. Richardson and Anne
E. O’Byrne. Stanford, Ca.: Standford University Press, 2000, p. 32.
Nunca se sabe cuándo las palabras de Mischkin son ingenuas o ingeniosas, o
cuándo responden a un ingenio ingenuo.
Fiodor Dostoyevski, Obras Completas, tomo II. Madrid: Aguilar, 1981, p. 560.
Sanuel Beckett, Watt, New York: Grove Press, 1953, p. 17.
Clèment Rosset, Op. cit., pp. 41-42.
Según Giorgio Agamben, la cualquieridad no es una condición de indiferencia a
las propiedades de un ser, sino un reclamo de su singularidad,
independientemente de que pertenezca a una u otra clase o conjunto, o de
cualquier ausencia genérica de su pertenencia o su propiedad; es el ser que se
quiere como tal o tal cual, con todos sus predicados. Ver Giorgio Agamben, The
Comming Community, Minneapolis, Minn.: University of Minnesota Press, 1993,
pp. 1-2.
Insisto, de paso, en diferenciar la idiotez literaria de la locura literaria. No hay
sinonimia entre el Loco y el Idiota, aunque se puede ser las dos cosas, la locura
no se agota en la idiotez ni viceversa.
Samuel Beckett, Op. cit., p. 31.
Ibid., p. 156. Mis versiones al español.
Ibid., p. 76.
Ibid., p. 163.
Ibid., p. 21.
Fernando Pessoa, Poesías completas de Alberto Caeiro, con Prefacio de Ricardo
Reis y notas de Alvaro de Campos. Trad. de Ángel Campos Pámpano. Valencia:
Pre-Textos, 1997, p. 20.
Poema XXXIX, ibid., p. 149.
Poema inconjunto 11, Ibid. p, 219.
Poema II, ibid., p. 49.
Poema V, ibid., p. 57.
Poema XX, ibid., p. 107.
Ver nota 9.
Ibid., pp. 332-333.
“Carta de Fernando Pessoa a Adolfo Casais Montero sobre la génesis de los
heterónimos”, en Pessoa, Obra Poética. Tomo I. Trad. de Miguel Ángel Viqueira.
Barcelona: Ediciones 29, 1990, p. 325.
Poema XXIV, op. cit., p. 115.
Poema II, ibid., p. 49.
Poema VIII, ibid., p. 77.
Nótese la homología que con esta figura guarda El Mudito, protagonista y
narrador de El obsceno pájaro de la noche, de José Donoso.
Traduzco el siguiente texto: “He had to be an idiot so that, like Dilsey, he
could be impervious to the future, though unlike her by refusing to accept it all,
without thought or comprehension; shapeless, neuter, like something eyeless and
voiceless which might have lived, existed merely because of its ability to suffer,
in the beginning of life; half fluid, groping; a pallid and helpless mass of all
mindless agony under sun, in time yet not of it save that he could mightily carry
with him that fierce, corageous being who was to him but a touch and a sound
that may be heard on any golf links and a smell like trees into the slow bright
shapes of sleep.” Ver “An Introduction to The Sound and the Fury”, in Mississippi
Quarterley 26, Summer 1973: pp. 410-415.
The Sound and the Fury, New York: The Modern Library, 1956, pp. 48.
L’Idiot de la famille, Paris: Gallimard, 1971, pp. 24-25. Ofrezco mi traducción
de las citas.
Ibid., p. 32.
Ibid., p. 623.
Ibid., p. 626.
Parafraseo a Sartre en Ibid., pp. 630-631.