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El famoso dibujo de Leonardo de vinci “el hombre de vitruvio”, sobre las proporciones
del hombre, está basado en las indicaciones dadas por el mismo Vitruvio en esta obra. El
dibujo se conserva ahora en la Galería de la Academia, en Venecia.
A las proporciones del cuerpo humano dadas por Marco Vitruvio se suman a
otras de Leonardo, añadiendo y corrigiendo alguna de ellas:
Cuatro dedos hacen una palma.
Cuatro palmas hacen un pie.
Seis palmas hacen un codo.
Cuatro codos hacen un paso.
Veinticuatro palmas hacen a un hombre.
Si separas la piernas lo suficiente como para que tu altura disminuya 1/14 y estiras
y subes los hombros hasta que los dedos estén al nivel del borde superior de tu cabeza,
has de saber que el centro geométrico de tus extremidades separadas estará situado en
tu ombligo y que el espacio entre las piernas será un triángulo equilátero.
Desde la parte superior del pecho al nacimiento del pelo será la séptima parte del
hombre completo.
Desde los pezones a la parte de arriba de la cabeza será la cuarta parte.
La anchura mayor de los hombros contiene en sí misma la cuarta parte.
Desde el codo a la punta de la mano será la quinta parte.
Desde el codo al ángulo de la axila será la octava parte.
La mano completa será la décima parte.
El comienzo de los genitales marca la mitad del hombre.
El pie es la séptima parte.
Desde la planta del pie hasta debajo de la rodilla será la cuarta parte.
Desde debajo de la rodilla al comienzo de los genitales será la cuarta parte.
La distancia desde la parte inferior de la barbilla a la nariz y desde el nacimiento del
pelo a las cejas es, en cada caso, la misma, y, como la oreja.
Este diseño del hombre, es la simetría básica del cuerpo humano y por extensión del
universo. Crea 16 posiciones distintas.El trabajo realizado por Vitruvio en principio, inspiró
a Leonardo a realizar el estudio de proporciones conduciéndole a esa obra de arte y
conocimiento, que está considerada como una de las más importantes del siglo XV y de
nuestros días.
Marcus Vitruvius Pollio fue un arquitecto, ingeniero, escritor y tratadista del siglo I a.
c.
Se desconoce el lugar y año de nacimiento pero se sabe que vivió durante la época de
César y Augusto. Pudo haber nacido en Verona; otros creen que debió nacer en Placencia,
y algunos le juzgan natural de Mola de Gaeta, la antigua Formia; parece ser esta última
suposición la mejor fundada.
Se sabe, sin embargo, que su existencia fue larga y activa: fue soldado, con César, en
Hispania y Grecia, donde actuó como ingeniero militar. Luego residió en Roma, y allí
trabajó en las construcciones de César y Augusto, del final de la República a los albores
del Imperio. En Roma compuso, durante los últimos años de su vida, su famoso tratado
de diez libros, "De Architettura".
Lo mismo que las huellas de su existencia, también los restos de su labor han sido
borrados casi enteramente por el tiempo; sólo existen algunos en la población de Fano,
para la cual construyó Vitruvio una famosa basílica y un arco de triunfo augustal aún
visible, aunque modificado. En el campo de la técnica se le debe la invención del módulo
quinario en la construcción de los acueductos. Proyectó también máquinas de guerra y
edificó muchos monumentos.
Del Libro Tercero. Sobre columnas y capiteles
El libro cuarto de virtuvio, trata de templos dóricos, corintios y toscanos, con preceptos
técnicos y rituales de construcción. El libro V está dedicado a los edificios de utilidad
pública: el foro, la basílica, el erario, la cárcel, la curia, los teatros, los pórticos, los baños,
la palestra y los puertos. Vitruvio se confirma como experto técnico donde trata de los
teatros y de los puertos, y hasta se le percibe innovador cuando cita y describe
sumariamente una obra suya: la basílica de Fano.
Ordenes de Arquitectura. Dórico
El tratado tuvo suerte variada a través de los siglos, pero no ejerció una verdadera
acción sobre el pensamiento artístico hasta León Battista Alberti (siglo XV) y los
tratadistas del Renacimiento, y tuvo, gracias a la imprenta, vastísima difusión (la edición
príncipe se imprimió en Roma en 1486). Sobre todo en el siglo XVI, la fama de Vitruvio se
elevó aún más allá de los méritos reales de su obra: adquirió valor de rígido canon de la
arquitectura antigua y, como tal, fue entendida en sentido normativo.
ENSAYO DE:
Arquitectura del Renacimiento o renacentista
Es aquella producida durante el período artístico del Renacimiento europeo, que abarcó
los siglos XV y XVI. Se caracteriza por ser un momento de ruptura en la Historia de la
Arquitectura, en especial con respecto al estilo arquitectónico previo: el Gótico; mientras
que, por el contrario, busca su inspiración en una interpretación propia del Arte clásico, en
particular en su vertiente arquitectónica, que se consideraba modelo perfecto de las Bellas
Artes.
Otra de las notas que caracteriza este movimiento es la nueva actitud de los arquitectos,
que pasaron del anonimato del artesano a una nueva concepción de la profesionalidad,
marcando en cada obra su estilo personal: se consideraban a sí mismos, y acabaron por
conseguir esa consideración social, como artistas interdisciplinares y humanistas, como
correspondía a la concepción integral del humanismo renacentista. Conocemos poco de
los maestros de obras románicos y de los atrevidos arquitectos de las grandes catedrales
góticas; mientras que no sólo las grandes obras renacentistas, sino muchos pequeños
edificios o incluso meros proyectos, fueron cuidadosamente documentados desde sus
orígenes, y objeto del estudio de tratadistas contemporáneos.
Contenido
Períodos
La Historia de la Arquitectura del Renacimiento, como éste mismo, suele dividirse en dos
grandes períodos denominados en italiano por el numeral de los años:
Fase de culminación o madurez: el Renacimiento medio, que cubre el primer cuarto del
siglo XVI (hasta el saco de Roma de 1527). Durante ese periodo, los principales
arquitectos italianos intervinieron en los distintos proyectos del inicio de las obras de la
Basílic de San Pedro (Donnato Bramante, Antonio da Sangallo el Viejo, Rafael y Miguel
Ángel).
Fase del Manierismo: el Renacimiento tardío, desde mediados del siglo XVI hasta el
comienzo del siglo XVII (en que se inicia la arquitectura barroca). En esta fase, siguiendo
la maniera de Miguel Ángel, las individualidades de los arquitectos comienzan a
sobreponerse al proyecto teórico clásico. Destacan maestros como Andrea Palladio y
Giulio Romano.
La Arquitectura del Renacimiento estuvo bastante relacionada con una visión del mundo
durante ese período sostenida en dos pilares esenciales: el clasicismo y el humanismo.
Hay que destacar que los ideales y valores renacentistas no pudieron surgir totalmente
desvinculados del acervo medieval que le precedió, sin embargo, los conceptos que
subyacen a este estilo arquitectónico se construyeron sobre la consciente y efectiva
ruptura de la producción artística de la Edad Media, en especial del estilo gótico.
Búsqueda del ideal clásico: A través del clasicismo, los hombres del Renacimiento miraban
hacia el mundo greco-romano como modelo para su sociedad contemporánea, buscando
aplicar en la realidad material cotidiana aquello que consideraban que pertenecía a un
mundo más idílico que real. En este sentido, la Arquitectura, en especial, intentó
concretar conceptos clásicos como la belleza, surgiendo así la teorización y ordenación del
movimiento, fundamentado en la Arquitectura clásica griega y romana. Según los teóricos
renacentistas éste era el camino idóneo para alcanzar el mundo ideal.
Visión profana sobre temas religiosos: Los valores clásicos, desde el punto de vista del
Cristianismo, de enorme influencia en este período (teniendo el cuenta que el
Renacimiento surge en Italia, donde la presencia de la Iglesia Católica fue decisiva para el
Arte), eran considerados paganos y de carácter pecaminoso. Para superar esta censura de
la Iglesia Católica, se integró la visión del mundo cristiano con el proyecto de
recuperación de los ideales clásicos, a través de escenas desacralizadas y edificios hechos
a la medida del hombre. Esta fue otra de las innovaciones del movimiento.
La importancia de la perspectiva
Plaza del Capitolio, en Roma, diseñada por Miguel Ángel, ejemplo de espacio perspectivo.
El dominio del lenguaje clásico, para hacer llegar estos efectos útiles en los edificios, hace
posible el estudio de la perspectiva. Como resultado, surge una arquitectura insertada en
un espacio perspectivo, integralmente aprehendido por el observador y cuyas relaciones
proporcionales se muestran de forma analítica y objetiva.
La tratadística renacentista
Inspiración vitruviana
Leonardo da Vinci fue uno de los artistas que se inspiraron en Vitruvio. Este diseño,
el Hombre de Vitruvio es la interpretación de Leonardo para las reglas de proporción
definidas por Vitruvio en su Diez libros de arquitectura.
Sin duda, para la creación del modelo teórico, la observación de las ruinas fue la
inspiración predominante de los primeros arquitectos renacentistas italianos, pero a
medida que el Renacimiento evolucionaba, los estudiosos, pasarán, sistemáticamente, de
ofrecer o recuperar los cánones y obras técnicas del clasicismo a redactar sus propios
tratados del estilo, que aunque basados en el clasicismo, llegan a ser efectivamente anti-
clásicos.
El tratado vitruviano, como único gran referente teórico de la arquitectura clásica, y pesar
de su carencia de contenido, sirvió de base para todos los principales estudios realizados
por el Renacimiento. Por ejemplo, un trabajo nítidamente derivado del vitruviano son los
diez libros de Leon Battista Alberti, conocidos como De re aedificatoria.
A pesar de que la Arquitectura romana también se preocupó de esta cuestión (El tratado
vitruviano resalta este dato, visto que estaba concebido como una carta dirigida al
emperador), la manifestación de este deseo de afirmación social por parte de los
arquitectos renacentistas es un elemento nuevo de este período cuando se compara con
la forma de producción artística medieval. Ésta se caracterizaba por la creación colectiva
(y anónima, por excelencia) y dominada por la cultura del saber fazer. Los tratados
formalizan el deseo del hombre renacentista de manifestarse como individuo ante el
mundo y colaborador necesario para contextualizar la Arquitectura como disciplina
académica.
Asimismo, Brunelleschi inicia una tradición que se separa al arquitecto de los antiguos
gremios medievales y cuya profesionalización es cada vez más patente en la época,
afirmándose como intelectuales alejados de la construcción propiamente dicha. Muchos
críticos que analizan el fenómeno desde una óptica marxista identifican aquí el momento
en el que la incipiente burguesía toma de las clases populares el dominio de los medios de
producción (dejando éstas de poder construir y pasarán a poder diseñar), posibilitando así
un proceso de explotación del proletariado por el capital, que se recrudecerá durante la
Revolución Industrial.
La catedral de Santa María del Fiore fue inicialmente ejecutada en estilo tardo-románico,
pero su construcción duró varias generaciones (fue iniciada en 1296 y a la muerte de
Brunelleschi, en 1446, aún no se había concluido). No fue un edificio proyectado: su
diseño y su construcción se armaron de forma paralela. Aunque existía un plano general
para su forma y distribución interna, los detalles constructivos, según era corriente en la
práctica edificativa medieval, iban siendo resueltos a medida que avanzaba la
construcción, en la propia obra. Por tanto, a pesar de que la necesidad de construir una
gran cúpula sobre un determinado punto de la iglesia preexistía, la forma de la misma no
había sido decidida de antemano. Cuando llegó el momento de erigirla, los artesanos
florentinos se encontraron con un vano de 40 metros, imposible de cubrir con las técnicas
constructivas tradicionales.
Brunelleschi, por lo tanto, quedará en la Historia del Arte como el responsable de haber
trazado el camino que prácticamente todos los arquitectos del Renacimiento seguirán para
realizar sus obras. Como se ha dicho antes, sin embargo, el arquitecto florentino no tenía
pleno conocimiento de los diferentes órdenes sistematizados en el lenguaje clásico, lo cual
se pone en evidencia cuando acaba creando un lenguaje arquitectónico propio, en el que
los elementos clásicos aparecen pero no responden al estilo antiguo.
Los arquitectos que siguieron este método trazado por Brunelleschi fueron sin embargo
responsables de la plena recuperación del lenguaje clásico. El dominio del clasicismo se
logró de hecho a lo largo del siglo XV (aunque su sistematización definitiva no llegó hasta
la publicación del tratado de Sebastiano Serlio en el siglo siguiente) y encontró en Donato
Bramante a su figura más paradigmática. Para entonces (especialmente después de que
Alberti expusiera su teoría de la arquitectura en su tratado De re aedificatoria) ya se
conocían de modo más fehaciente las formas constitutivas de las arquitecturas griega y
romana como posibilidades de composición, y tanto sus soluciones concretas como la
síntesis espacial propia de la arquitectura clásica eran, en general, conocidas. Así, los
arquitectos renacentistas tuvieron a su disposición todo el potencial creativo que ofrecían
el lenguaje y la técnica clásicas y el espíritu de su época. El lenguaje arquitectónico del
Renacimiento se expresó a través, no de las copias de los clásicos, sino de su superación.
Bramante también popularizó otra forma profundamente clásica que fue desarrollada y
explorada posteriormente. Está inspirada en los arcos de triunfo romanos y fue brillante
por sus características compositivas aplicadas a los proyectos de palacios y villas, piezas
clave del Renacimiento en la arquitectura civil.
La principal imagen de este estilo bramantino se encuentra en las tríadas de aberturas
adornadas con arcos, dos de los cuales están a la misma altura y con el central mayor, el
denominado sistema de orden más arco, basado en la combinación del orden
arquitectónico clásico y el arco de medio punto. Frente al problema, entonces, de conectar
en una misma unidad dos entidades espacialmente similares pero de diferentes
dimensiones, la solución fue emplear dos sistemas de orden más arco de diferentes
dimensiones siguiendo la norma de que el extradós del arco del sistema de menor
dimensión fuese tangente a la moldura inferior del entablamento del orden mayor.
La superación de los clásicos, manteniendo siempre la búsqueda del clasicismo típica del
período, se dio especialmente en la medida que los arquitectos propusieron soluciones
espaciales clásicas para proyectos nuevos (como en los grandes palacios, diferentes de las
construcciones romanas, o en las nuevas catedrales o basílicas). Elementos como las
bóvedas y las cúpulas se usaron de una forma nueva, y se emplearon los órdenes (jónico,
corintio, etc.) característicos de la arquitectura de la Antigüedad.
Pórtico en la
Tribuna El Tempietto o Templete de Basílica de Cúpula de San
del Convento de San Pietro in Montorio de Sant'Ambrogio de Pedro de Roma,
Santa Maria della Roma, Bramante. Milán, Bramante. construida
Grazie de Milán, finalmente con el
Bramante. diseño de Miguel
Ángel.
A medida que el dominio del lenguaje clásico evolucionaba, fue creciendo en los
arquitectos renacentistas un cierto sentido de liberación formal de las encorsetadas reglas
del clasicismo, de forma que el eventual deseo de superación (que siempre existió en
mayor o menor medida) cambió de ser un elemento fundamental a ser fruto de la nueva
producción de estos autores. Tal fenómeno, considerado ya como un anuncio del
movimiento estético que, años más tarde, se concretaría en el Barroco, ganaría fuerza
especialmente en las primeras décadas del siglo XVI. El Cinquecento fue un momento en
que la intención de sistematizar el conocimiento de los cánones clásicos estaba
plenamente superada, a través de los tratados de Sebastiano Serlio o Jacopo Vignola. Así,
los elementos compositivos del clasicismo dejaron de usarse en edificios como
experimentación "en busca de lo clásico", sino partiendo de su plena conciencia, en
"busca de su innovación".
Independientemente de las razones, es cierto que la difusión se dio con más empuje,
paradójicamente, por la asimilación de ciertas ideas anticlásicas forjadas en el
Manierismo, estilo pujante en aquel momento (comienzos del siglo XVI). La tratadística
clásica estaba ya plenamente desarrollada, de forma que los arquitectos de fuera de
Italia, en general, poseían un buen dominio de las reglas compositivas clásicas y de su
teorías, lo que ya les permitía tomarse ciertas licencias creativas. Es necesario destacar
que existen estudiosos que no consideran al Manierismo como un movimiento ligado al
Renacimiento, sino como un estilo nuevo y radicalmente opuesto a éste. De esta forma, la
producción manierista de los demás países europeos puede, eventualmente, no ser
considerada como una arquitectura genuinamente renacentista. En cierto sentido, es
posible decir, según este punto de vista, que en estos países se combinó una producción
típicamente medieval con una arquitectura post-renacentista (como en Francia).
Como las formas de difusión difieren de país a país y aunque la arquitectura producida por
aquellos países sea efectivamente renacentista, existe un Renacimiento diferente para
cada región de Europa, según como llegó la influencia desde Italia y el momento histórico
en que vivían. En general, parece que el Renacimiento dotó de elementos nuevos a las
arquitecturas medievales nacionales, siendo, en muchos casos, difícil establecer
diferencias entre arquitectura gótica tardía y arquitectura renacentista, debido a que se
construyó basándose en la combinación de ambas estéticas.
Arquitectura renacentista en Francia
2ª etapa: Purismo
Con el paso de las décadas, la influencia del Gótico fue desapareciendo, llegándose a
alcanzar un estilo más depurado y ortodoxo, desde el punto de vista del Renacimiento.
El purismo se caracteriza por una mayor austeridad decorativa, que se limita a algunos
elementos concretos, generalmente de inspiración clásica. Hay un cierto cansancio de la
exuberancia decorativa a mitad del siglo XVI y se imponen los edificios de aspecto más
sereno, armónico y equilibrado. Algunos arquitectos consiguen reciclar su producción
tardo-gótica para iniciarse en este nuevo estilo: tal es el caso, por ejemplo, de Alonso de
Covarrubias, Rodrigo Gil de Hontañón y Pedro de Ibarra. El centro de la producción
renacentista se localizó en Andalucía con Diego de Siloé (fachada de la Catedral de
Granada y Sacra Capilla del Salvador de Úbeda); Pedro Machuca (Palacio de Carlos V en
Granada), el arquitecto más decididamente clásico; Andrés de Vandelvira (Catedral de
Jaén y de Baeza) y Diego de Riaño (Ayuntamiento de Sevilla).
A mitad del siglo XVI, la iniciación del Monasterio de San Lorenzo del Escorial como
símbolo del poder de Felipe II de España por Juan Bautista de Toledo (fallecido en1567) y
Juan de Herrera supuso la aparición de un nuevo estilo, que se caracteriza por el
predominio de los elementos constructivos, la ausencia decorativa, las líneas rectas y los
volúmenes cúbicos. Significa además la introducción de los postulados manieristas
provenientes de Italia.
La lejanía de esta zona con respecto a Italia diluyó la influencia del Renacimiento, pero
existen valiosos ejemplos de edificaciones que combinan elementos renacentistas con la
tradición arquitectónica local. En Hungría, ya antes de la segunda mitad del siglo XV se
construyeron casas de estilo italiano. El rey húngaro Matías Corvino contrató a
constructores y escultores italianos, uno de los cuales, Aristóteles Fioravanti, viajó de
Hungría a Moscú para levantar la Catedral de la Asunción en el Kremlin. Bajo el reinado
de Luis II de Hungría y Bohemia, se construyó la Capilla Bakócz de la Catedral de
Esztergom, ejemplo de decoración renacentista. Otras obras influidas por el Renacimiento
en Europa oriental son el Castillo de Wawel y la Capilla de Segismundo en Cracovia, la
ciudad polaca de Zamość, el Palacio Real y las Iglesias de San Miguel y San Esteban de
Vilna, en Lituania, la localidad de Telč o el Castillo de Český Krumlov en la República
Checa.
Hatfield House fue mandada a construir en su totalidad por Robert Cecil, primer conde de
Salisbury, entre 1607 y 1611, y es el ejemplo perfecto de la arquitectura de transición
entre el estilo Tudor y el Renacimiento. El edificio conjuga un ala Tudor, con ventanales
con parteluz y tejado almenado y dos alas claramente influenciada por las fachadas de los
palazzos italianos. Su fachada central, originariamente en forma de logia abierta, había
sido atribuida a Iñigo Jones, aunque el porche central de estilo jacobino, hace
probablemente falsa esta atribución. Dentro, la elaborada escalera tallada muestra la
influencia italiana en la ornamentación inglesa.
La obra de Jones fue seguida por maestros como Christopher Wren con su diseño de la
Catedral de Saint Paul de Londres y de muchos edificios públicos e iglesias londinenses
que se construyeron tras el Gran Incendio de Londres, en 1666. La devastación de la
ciudad fue una oportunidad única para una nueva generación de arquitectos seguidores
de la arquitectura clásica, que construyeron a una escala superior a la que nunca
probablemente se había construido en una ciudad. Sin embargo, a estas alturas el estilo
italianizante importado por Iñigo Jones ya estaba fusionado por el Barroco.