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Autor

Gabriella Tami.

El mundo a través de los sentidos de un gato

¿Sabías que la lengua de los gatos posee diferentes tipos de


papilas? Las que están en el centro y dan una sensación áspera a
la lengua no detectan los sabores pero, con su forma de gancho,
son útiles durante la alimentación y el acicalamiento. En cambio
las papilas gustativas no son ásperas y están en punta, bordes y
dorso de la lengua.
¿Qué ven?

Los gatos no ven lo mismo que nosotros. Nuestra visión es de tres colores, la suya de dos:
ven bien el azul y el verde-amarillo pero perciben el rojo y naranja como si fueran tonos de
amarillo. A pesar de no ver bien todos los colores, los gatos son muy sensibles a la luminosidad
y necesitan 5 veces menos luz de la que necesitamos nosotros para poder ver algo (pero en
la oscuridad total, ni nosotros ni los gatos vemos nada). Su sensibilidad a la luminosidad les
permite también percibir con facilidad las diferencias entre gradaciones de gris, habilidad
que les ayuda a detectar las presas inmoviles y mimetizadas en el ambiente. Al ser cazadores
crepusculares, sus ojos son muy sensibles al movimiento, sobre todo en condiciones de
penumbra. En cambio su visión es más borrosa que la nuestra y los detalles de un objeto que
nosotros podemos percibir estando a 20 metros de distancia, un gato podría percibirlos a 6
metros, es decir estando mucho más cerca. Sin embargo acercarse mucho al objeto tampoco les
ayudaría a verlo mejor ya que los gatos tienen poca capacidad de acomodación y no enfocan
bien los objetos muy cercanos: su visión óptima se situa entre los 2 y los 6 metros.

¿Qué oyen?

Los gatos tienen más capacidad auditiva que nosotros: su oído les permite captar los
ultrasonidos, es decir sonidos tan agudos que quedan fuera de nuestro umbral de detección.
Esta especialización para los sonidos de alta frecuencia, que supera incluso el oído de los
perros, les ayuda a localizar las presas que comunican a través de los ultrasonidos, como los
ratones. Además gracias al movimiento independiente de sus orejas cónicas y capaces de girar
180º hasta apuntar hacia el origen del sonido, el gato es capaz de localizar con precisión la
fuente de un sonido, capacidad que resulta de gran ayuda en la caza.

¿Qué huelen?

Con 67 millones de receptores, el olfato de los gatos es más desarrollado del nuestro que sólo
tiene 5 millones de células olfativas. Su olfato sensible les permite identificar olores presentes
en concentraciones muy bajas además de reconocer los componentes de las mezclas químicas
más complejas, como se habrá dado cuenta cualquier propietario que haya intentado engañar
al gato escondiéndole su medicamento en la comida.

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Además del olfato, los gatos tienen otro sentido, llamado olfato accesorio, que sirve para
captar feromonas en lugar que simples olores y que tiene sus propios receptores en un órgano
colocado en el paladar, el órgano vomeronasal. Las feromonas son sustancias volátiles que
tras ser emitidas por un gato son capaces de modificar la fisiología y la conducta del gato
que las recibe, mientras que no tienen ningún efecto sobre las personas o perros de la casa.
Las feromonas intervienen en el control de muchas conductas, como la sexual y la territorial
y cuando un gato las está captando muestra una expresión típica llamada flehmen, en la que
estira el cuello, abre la boca y frunce el labio superior.

¿Qué saborean?

Los gatos pueden discriminar los sabores ácidos, amargos y salados mientras que no detectan
el dulce. Su sentido del gusto es menos desarrollado del nuestro, teniendo en cuenta que
ellos tienen 500 papilas gustativas y nosotros 9.000. Los gatos compensan esta “desventaja”
con un olfato muy desarrollado. Además la sensibilidad de sus papilas gustativas es máxima
a 30ºC, razón por la cual para estimular el apetito de un gato se le puede calentar la comida.

¿Qué sienten en la piel?

La piel de todo el cuerpo es la sede del tacto. Sin embargo, su sensibilidad varia en función
de la zona, siendo la nariz y las almohadillas zonas especialmente sensibles: con la nariz el
gato puede detectar la temperatura del alimento, con las patas puede investigar la textura,
tamaño y forma de un objeto nuevo. Además la piel dispone de una serie de pelos táctiles o
vibrisas: se trata de pelos largos, rígidos y extremadamente sensibles que se encuentran al
lado de la nariz (bigotes), encima de los ojos, en las mejillas y barbilla, y en la muñeca. Al
tocar los objetos que le rodean o al vibrar por las corrientes de aire, las vibrisas proporcionan
al gato información sobre el espacio a su alrededor, facilitan la manipulación de las presas y
les ayudan a moverse sin chocar contra los objetos en situaciones de escasa iluminación.

AUTOR
Gabriella Tami.

BIBLIOGRAFIA
Beaver B.V., 2003. Feline behavior: a guide for veterinarians. Second Edition. Saunders.

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