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Alianza Universidad AKL ef £3244 OP foo2rest = Carl Schmitt La dictadura Desde los comienzos del pensamiento modemo de la soberania hasta lt lucha de clases proleraria Alianza Editorial “Titulo orignal Die Ditacur © Duncker te Honblot, Bein © Bios: Allznas Beer $A. Mads, 1989 Cale Misa, 36-28 2000045, ISBN: 4.262425 Depdsto legals M. 3.5181985 Timpres en Artes Geis eat, S.A Maside Heid 31, 2039 Madsid Printed in Spin, INDICE, Advertencia preliminar a la cuarta edicién (1978) Aavertencia preliminar a la tercera edicion Brétogo a ta'segunda edicion Prologo a ta primera edicion Capitulo 1: LA DICTADURA COMISARIAL Y LA. “PEORIA DEL ESTADO a) La teorla técnicoestatal y Ia teorla juridica del Estado 1a representacion tradicional de Ia ditadira ju ‘uice romana, 23-—Fl eoneepta de dictadura en Hlaquiavolo, 36a ctecniciteds como nots. de { concepel6n del Estado, 39--Racioalismo, toe Sickdad 9 ejecativo come’ novss. del nacieate Es. Ingo. mouetno, fOe—La iteratura de" los" arcana fides damn expresion de tal goneepeta, toe adura ysinageieyencencional en in Iiefaira aes arden, Sea atyanteniacion juree citica de los monarcémacos en ta Vindictae de anius Brutus, 0--Lae dos especies, de! mocerno derecho natural derecho natural basedo en Ta fesucia y derecho'naturat basado en fa cencla natura! en el contenido de Ia decisin y en al Sonocimfento del valor de ta decision. coms: tal, En'pertcular en Tots ¥ Putendort) Stocks Sono representante dela coneepcion estamental Seg jatucia, 35 ) La definfctén de dlctadura comisarial en Bod EI concepta de soberania en Rodina y Ia contro versa sida con ell. sobre dietara y robe. Fania en Bodino, Hobbes, Pufendorf, Thomasius y Wolff, 57—Definicién de Bodino del dictador 7 3 37 como un comisario y st definiciéa del comisa Tio, 6i—Investigacion de esta definicion; el dle fador ‘como comisario de accida, 70—La dicts dura de A. Sidney y Locke, 72. Cap, 2: LA PRACTICA DE LOS COMISARIOS RE- ‘Glos HASTA EL SIGLO XVIII La_plenitudo potestatis papal, su ejercicio a travds de los comisarios y sur lucha a través: de Jn teorla.coneilir del efercicio de. los. poderes intermedios, 13--El comisario como der dele Balas coo representante personal (vices ge Fens), "Ta-Principes seculares comissrios, $0 Siversidad de amisiones y" atribuciones, 80;—Co- inlsarios de-goblerno y- del ejército en el Estado ela Iglesia en el siglo. xv, 88—EI. comisario como instrumento. del. absolitisme, monérauico para’ el allanamiento de los derechos ‘estame nles: “—a) ef comisario. de ejecucién: a ejecu tion como guerra, 93—La ojeeucion en el impe- Ho aleman "y 1a Significacion de. los comisarios Imperiales. frente al-comandante militar, 95-— Ta'ejecucién contra los 2ebeldes bohemlos por el archiduque Maximilian de, Baviera como ‘com fario de ejecucion, 99-—b) El paso de comisario Gel elerelio 8 loner permanente, 104—La Slenificacion,tipica de Prosia, 109- com Sonir ute ratatne canmy comming ule asatin, exe cada en el ejemplo de una comisiga de reforma on Estria, 110. Disgresién sobre Wallenstein como dictador Cap, 3: LA TRANSICION A LA DICTADURA SOBE RANA EN LA TEORIA DEL ESTADO DEL SI- GLo XVir Log Intendentes del rey de, Francia como, com Sarjos del gobierno ‘centralista ys. oposicion a los poderes intermedios, 138—Lavinculacion dela, feoria de los poderés_intermedios can Ja octrina de Ia llamada division, més proplamen: te, balanceamiento de poderes’ en, Montesquieu, Mita validee sin excopcion de la ley goncral 113 Indice como medio, tanto de Ja libertad politica como del despotisino, 143—El despotisme legal como Gictadura de ld razén esclarecida: Voltaire; 105, fisiocratas, en particular Mercier de la Rivigre, M5.—La construcclén de la monarquia como una dictadura hereditaria en Cerutti, 148.—La abo. licién de Ia argumentacién absolutista de la mal- dad “del hombre en Morelly y Mably, 149.—La fadura en Mably como dictadura dé reforma y Ta anticipacién tedrica de la dictadura jacobi ha, I5t-—La dictadura en Rousseau en’ conexion, Con el Contrar Social y la sustitucién del pen samiento contractual por el moderno. conc: Ge comisario, 154—La volonté générale y la Kectica del terror, 158-—Lépistareur y dictateur gn el Contrar Social y su signilicacion para el Eoncepto de dictadura’ soberana, 164, Cap. 4: EL CONCEPTO DE DICTADURA SOBERANA El concepto moderno del poder constituyente no gra el fundamento te6rico de la dominacion de Cromwell, 178—La dictadura. soberana como comision de’ accién, su. distincién de la monar- quia absoluta y del estado policia de un lado, y de We dictadira comtsrial de bir, 1781 concepto eee ‘constiruant del pueblo como supuesto a postoitdad teorice de Ta dictadura sobers MB La asencia ded peuneir coesitaeih 86.—Los comisarios del postotr consiitnnt (co: misarios del pueblo) ‘en oposicién a los. comisa- Flos de un. pouvoir constitué, 180-—La dictadura Soberana como comision de’ accion revoluciona- ‘de un pouvoir constituant, 192-—La dictadura Soberana’ de la Convencion Nacional ‘de 1793 1795, 198. Cap, 5; LA PRACTICA DE LOS COMISARIOS DEL, PUEBLO DURANTE LA REVOLUCION FRAN: ces Comisarios de Ia Asamblea Nacional constituyen- te de 17891791, 199-—La Asamblea Legisiativa de 1791-1792, 202,~"Misiones y atribuciones de los co- misarios’ de la Convencién Nacional hasta la ins Litwelon del Comité de salut pubic, 205-—BL des- Srrollo ulterior de ia comisibu de’ acciOn incon icionada, 202-—La transicion a las competencias Feguladas, 215—Los “comisariosextraorginatios bajo Nepolegn Ty ef gobierno real 216. Cap, 6; LA DICTADURA EN EL ORDENAMIENTO, ‘DEL ESTADO DE DERECHO EXISTENTE (EL. ESTADO DE SITIO) La sustancia de la martial law: una suspensién del derecho existente en interés de una aceién elica, 22—Forma juridiea "yacto oficial “compuesto, La lor wiartiate: de 1789, 231—Le état de sid: ge en la ley de 1791, 234—La suspension de la Constinicion, 239—Lé dai de sidge segtin el de- Geto de 18l1, 240,—En la Coastitucion de 1815, 244—Durante’ la restauracion, 24—Darante. la monarquia burguesa, 250-—La’ dictadura sobera: ha de fa Asamblea Nacional de 1848, 252.~Bl. ar Heulo 48 de Ia Constitucién alemana’de 1919, 257. Indice de nombres y materias Indice ADVERTENCIA PRELIMINAR ALA CUARTA EDICION (1978) Desde 1969 han aumentado de forma inesperada los trubajos sobre el problema del estado de excep. cidn en el derecho, Obedece esto a la dinamica de un desarrollo que ha convertido las emergencias y crisis en elementos integradores o desintegradores de una andmala situacién intermedia entre guerra y paz. De abi el interés cientifico que conserva una mo- nografia sobre el tema de la dictadura que utiliz la documentacién historica y presta especial aten- cién a los conceptos. Podria incluso suceder que al- gunos capitulos de este libro apareciesen hoy bajo ‘una luz completamente nueva. Febrero 1978. cs. ADVERTENCIA PRELIMINAR ALA TERCERA EDICION Las referencias contenidas al final del prologo a Ia segunda edicién (infra, p. 17) pueden completarse con diversos articulos posteriores, que profundizan en el tema de la dictadura y tratan especialmente de su desenvolvimiento desde el estado de sitio clé sico —es decir, policial y militar— del siglo 20x hasta el estado’ de excepcién financiero, econémico y social del siglo xx. Estos articulos estan reprodu- Gidos en el capitulo Ausnahmezustand und Biirger- kriegslage (Estado de excepcidn y estado de guerra civil), de mi coleccién «Verfassungsrechtliche Auf- sitze», 1958 (pp. 233-371). El indice sistematico de materias de la coleccién remite a los lugares corres- pondientes (bajo [as palabras: Ausnatmezustand, Diktatur, Notstand und Notverordnungen y Klas- sischer Begriff des Ausnahmezustandes). Diciembre, 1963. cs. PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION Es de lamentar que no haya aparecido alguna critica cientifica a la primera edicién, con la cual hubiera tenido que enfrentarse una ‘segunda edi- cién. La discusién cientifica se ha contentado hasta ahora con alguna alabanza general, un reconoci- miento incidental o una aceptacion’ técita de los conceptos elaborados y un par de glosas malicio- sas publicadas en Zeitschrift fiir dffeniliches Recht. Una excepcién, que desde luego es de interés por la significacién cientifica de su autor, se reficre a una sola cuestién, que es la interpretacién de las palabras «regalia Suprema», contenidas en los acuer- dos de 1632 del emperador con Wallenstein, en su segundo generalato (p. 118 de este libro).’ Ulrich Stutz ha demostrado, en Zeitschrift der Savigny- Stiftung, Seccién Canénica XII, 1922, pp. 416 'ss., que como «regalia suprema» puede designarse ef jus reformandi; Joh. Heckel ha complementado esta interpretacion, en la misma Revista (XIII, pp. 518 y siguientes) con nuevas pruebas de este uso lingiifs- tico. No niego que en otros respectos pueda desig- narse el jus reformandi con las palabras «regalia suprema», pero no siempre tienen este contenido ni lo tienen de una manera exclusiva. Lo que im- porta aqui es lo que quieren decir en ja cléusula de los Acuerdos de 1632: «5. De los paises ocupa- dos, la regalia suprema en el imperio, como una 5 6 a ied recompensa extraordinaria.» Es fécil utilizar fra- ses como «regalia suprema», «regalia mejor», «pre- sea ms costosa y mas perfectas, etc. (cf. Heckel, loc. cit., p. 523), sin un sentido exclusivo, especial: mente en ‘un lenguaje barroco. Ademés,’en el. si- glo xvut la esfera de lo eclesiastico esta indudable- mente separada de la esfera de lo secular, por lo que dentro de cada una de ambas puede existir una «regalia suprema», En los Acuerdos con Wa- Henstein no hay ningiin interés politico reconocible como jus reformandi. En cambio, la concepeién de que la expresiGn erezalia suprema» designa aqut la dignidad electora, ademas de responder igual- mente al lenguaje de Ia época, en conexién con las recompensas pagadas, indica’ el acertado sentido de una erecomperisa extraordinaria», lo cual con- cuerda bien con la situacién del aio 1632. Sin investigaciones més profundas de historia y de teoria de la Constitucién, no puede tratarse hoy cientificamente tal cuestién de interpretacion ni el problema general de la dictadura. El mismo curioso fenémeno aparece en casi todos los paises europeos, bajo formas distintas: como dictadura abierta, como practica de las leyes de apodera- miento; en formas aparentemente legales, es decir, en las formas prescritas para una reforma consti: tucional, para encubrir rupturas de la Constitucién, en Ta legislacién efectuada por mayorias absolutas patlamentarias, etc, No es en modo alguno «posi tivo> ignorar lo sencillo. También la ciencia del derecho pablico esta obligada a tener conciencia de los problemas de su tiempo. Ast se justifica el presente, ensayo de estudiar algunos siglas del pro ema de la dictadura. Otra cosa sucede indudable- mente con la cuestién’ de la prognosis. Yo he pres- cindido de intentar nada semejante, aun cuando aqui existen ya algunos precedentes. Erwin von Beckerath, por ejemplo, dice al final de su libro, Prstogs ” sumamente inteligente y claro, Wesen_und Werden des fascistischen States (Berlin, 1927, pp. 1545), que con la creciente concentracién def poder cco- nomico y politico en pocas manos se disgregara la idea de las mayorias, y si («como suponemos») siguen creciendo las tensiones econémicas y pol ticas en Europa, «es probable que el Estado autori- tario, junto con una transformacién de la ideologia politica, recupere terreno dentro de la comuni- dad_cultural occidental». H. Nawiasky profetiz6, el 18 de febrero de 1925, en Munich, con esta frase lapidaria en su forma y en su contenido, que «la caida de Mussolini no es més que una cuestion de tiempo» («Die Stellung der Regierung im modernen Staal», Cuaderno 37 de la Coleccién Recht und Staat, ‘Tubingen, 1925, p. 23). Ahora bien, es claro que todo To terreno es a la larga tan solo «una cuestién de tiempo» y que el riesgo mismo de tales profecias no es, por lo tanto, muy grande. A pesar de ello, yo prefiero no meterme en eso. Sobre la trayectoria de la idea de la dictadura se encuentran algunas observaciones al tratar del aspecto filosoficohistérico de la dictadura en la ac- tualidad (prélogo a la 1,* edicién) y del comienzo racionalista de la dictadura en el siglo xvar (car pitulo TI), Sin embargo, falta todavia una expo- sicién completa de esta linea de desarrollo. Por cierto que en mi trabajo Die geistgeschichtliche Lage des heutigen Parlamentarismus (especialmen- teen el capitulo TI, «La Dictadura en el pensa- miento marxista», 2 ed., 1926, pp. 63 ss.) se mucs- tran algunos momentos decisivos de la historia de Jas ideas del siglo x1x, por lo que me remito a dicho lugar. Bonn, agosto 192 PROLOGO A LA PRIMERA EDICION El decir que no solo los libros, sino también los dichos tienen su destino serfa tina trivialidad, si con ello solamente se aludiese a las transforma. ciones que se operan en el transcurso del tiempo para demostrar, mediante una prognosis a poste- riori o mediante un horéscopo filosoficohistérico, como sucedié lo que sucedi6». Pero no es tal cosa el propésito de este trabajo, el cual se esfuerza mas bien por establecer_ conexiones sisteméticas, cuyo cometido es tan dificil precisamente porque debe investigarse un concepto central de la teoria del Estado y de la teoria de la Constitucién, el cual, si alguna vez ha sido tomado en considera- cién, ha aparecido, todo Jo més, de una manera incidental y confusa, en Jos linderos de diversas esferas —historia politica, politica en el sentido de Roscher, teorfa general del Estado—, pero en lo demas ha permanecido como un término politico tan confuso que explica su enorme popularidad, asi como la aversién a admitirlo que muestran los, eruditos del derecho, En 1793 se Jamentaba un jacobino: on parle sans cesse de dictature. Hoy, todavia no se ha dejado de hablar de ella, y tal vez seria una ocupacién divertida elaborar un cua Gro de los distintos sujetos concretos y abstractos de una dictadura real o presunta, Pero con ello no se habria hecho mucho para aprehender el concep- » 2» Le dictaduns to de dictadura y, a Io sumo, se habria introdu- cido, una vez mas, la confusién general en la con- ciencia, Pero a pesar de ello, una vez que se ha derivado de otras conexiones’un concepio de dic- tadura, mostraremos ya aqui cudles son los mo- mentos esenciales para el conocimiento de la cucs- tién contenidos en el lenguaje politico, mediante los que sea posible introducir en la aturdidora am- bigiiedad del término una orientacién provisional, no solo puramente terminolégica, y uma referencia a su conexidn con otros conceptos de la teoria ge- neral del derecho y del Estado. La literatura politica burguesa, que hasta el aio 1917 ha aparentado ignorar cl conocimiento de una dictadura del proletariado, se permiti6, en el mejor de los casos, caracterizar el sentido poli de la palabra indicando que, ante todo, si aba Ja dominacién personal de un individuo, si Bien ligada necesariamente a otras dos repre. fentaciones: a una, que este dominacién se apoya en un asentimiento del pueblo, que tanto da que sea impuesto 0 imputado, y, por tanto, en un fun- camento democratico, y la’ otra, que el dictador se sirve de un aparato de gobierno fuertemente sentralizado, apropiado para el gobierno y la ad ministracion de un Estado moderno. Segin esta concepcién, el prototipo del dictador moderno es Napoleén i. Para no escoger una manifestacién ocasional cualquiera, dentro de la enorme cantidad de obras politicas, utilizaremos como ejemplo las expresiones de Ia’ obra de Bodley sobre Francia (Londres, 1898). Aqui se encuentra con frecuencia la palabra (dictatorship), la cual tiene incluso un lugar propio en el indice alfabético de materias, pero las referencias de este indice son curiosas: Dictadura=Régimen autoritario i partismo, e incluso=Boulangismo, Gambetta aspi- raba a la «dictaduras, su actividad politica era un Prélogo a ecesarismo potencial» (If, 409); Napolen 1 era wn dictador militar (1, 259). Pero también Mama dictadura a todo ejecutivo fuerte, con un. sistema de gobierno centralizado y una cabeza autocratica (I, 80); y, finalmente, para valer como dictadura basta todo realce personal de un presidente, todo egobierno personal» (personal rule), en el mas. am- plio sentido (1, 297 ss). Seria la mas necia pedan- teria tratar de’ plasmar en una frase una obra po litica que, por lo demas, es rica en observaciones sensatas y acertadas, y mas aim con una palabra como diciadura, a 1a que la etimologia general da una extensién ilimitada, puesto que, segiin ella, puede Tlamarse dictador'a todo aquel que «dicta» Pero en esta cuestion trashice por todas partes Ia conexién entre la dominacién personal, la dem cracia y el centralismo, a pesar de la terminologfa oportunista; solo que el momento de la domina- cién personal queda rezagado con frecuencia, por causa de la acentuacién del aparato del gobierno centralizado, que resulta en sf necesaria por mo- tivos técnicos. Asi se explica la cutiosa serie de adictadores» del siglo xrx:_ Napoleén_ I, Nano- Jen HT, Bismarck, Thiers, Gambetta, Disracli, in- cluso Pio IX. Para la literatura politica alemana, la obra de Bruno Bauer, Disraelis romantischer und Bismarcks sozialistischer Imperialismius (1882), es un documento instructive de esta nocién_polf tica, A esto responde también el que en Ostro- gorski, el jefe de partido de una democracia mo- derna. que tiene en su mano el Caucus, la méqui- na del partido centralizada, sea llamado con cierta concisién dictador, 0 que en la literatura nolftica de los Estados Unidos, los adversarios de Ta cen tralizacién amen «dictatorial» a toda medida del sobierno federal que atente a la independencia de os Estados singulares. Pero segtin el uso mas mo- derno del lenguaje, siempre es caracteristico de

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