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Las masas en el futbol

En los últimos tiempos, cada vez que se menciona el futbol se lo asocia inmediatamente
con el termino “violencia”. Desde siempre, este deporte ha sido un foco de conductas
que expresan agresión, entendidas en gran parte como rituales.

La violencia en el deporte ha existido siempre pero en los últimos años su aumento fue
desmedido y el grado de violencia, en estos casos, es extremo.

El futbol es uno de los deportes que más publico convoca en nuestro país y también a
nivel mundial. Por esta razón, es el deporte que más probabilidades brinda para la
manifestación de actos violentos hasta tal punto que por momentos se ha
conceptualizado como un deporte violento en sí mismo, como si la violencia fuese parte
de su estructura. Es cierto que le futbol como deporte contiene la especifica agresividad
humana más la necesaria agresión hacia un contrincante que en muchas oportunidades
es visto como un enemigo con todas las consecuencias negativas que esto produce en
los propios jugadores.

Este deporte nacido, entre otras causas, como necesidad de canalizar los impulsos
agresivos del hombre, ha llegado a convertirse, en nuestro país, en una fuente de
violencia general, lo cual ha desvirtuado su origen y su naturaleza.

El futbol simboliza el terreno de juego de la vida, donde el individuo lucha diariamente,


ataca o se repliega, fracasa o vence.

Los tumultos deportivos que tienen una relación intrínseca con el deporte pueden ser
clasificados como respuesta a la injusticia percibida (una decisión del arbitro o de las
autoridades) o como expresiones de victoria o derrota. Cabe destacar también que otras
manifestaciones colectivas de agresividad solo tienen una relación indirecta con el
deporte, ya que son realizadas por aficionados predispuestos a la violencia, mientras que
en algunos comportamientos agresivos del publico la conexión únicamente se da en el
sentido de que el espectaculo deportivo constituye un pretexto para manifestar
ideologias y viejas rivalidades.

En las expresiones de victoria o de derrota, se manifiesta a veces una extrema excitación


emocional que conduce a la pérdida de autocontrol habitual y a un comportamiento
desinhibido e irracional. Una excitación intensa, independientemente del tipo de
emoción (euforia o ira), produce desinhibiciones agresivas, sexuales, exhibicionistas o
infantiles tanto en la victoria como en la derrota. Las multitudes que responden a una
injusticia percibida reflejan un estado de frustración. La frustración a que nos referimos
consiste en estallidos hostiles que siguen a alguna acción que interfiere o defrauda unas
expectativas legítimas acerca de la disponibilidad, reglas y adjudicación del juego.

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