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1. INTRODUCCIÓN
Tiene su origen en el cerebro y por lo tanto es una enfermedad física, a pesar de que a
lo largo de los siglos se ha considerado erróneamente por muchas culturas como un
fenómeno sobrenatural, lo cual ha ocasionado la estigmatización de las personas con
epilepsia, su rechazo en el medio social y la búsqueda de soluciones mágicas a través
de tratamientos alternativos que no tienen ningún fundamento. La importancia de
este ensayo se da a conocer como la epilepsia puede afectar a las personas y que se
evalué un correcto tratamiento.
2. DESARROLLO
La epilepsia es una alteración neurológica, quizá la más frecuente que afecta entre 0,5
y 2% de la población general. Se caracteriza por la recurrencia de crisis que pueden
manifestarse como pérdida del conocimiento, movimientos involuntarios, sensaciones
raras, alteración autónoma del humor y las funciones mentales. La palabra epilepsia
viene del griego y quiere decir ‘’ser tomado’’ o ‘’sorprendido’’.
A finales del siglo XIX, el neurólogo inglés John Hugling Jackson, estableció la definición
de epilepsia que permanece vigente hoy en día: "una descarga súbita, rápida y
excesiva de las células cerebrales".
Las podemos dividir en dos grandes grupos: las crisis generalizadas y las crisis parciales.
Por otra parte, las crisis parciales se expresan por síntomas motores, sensoriales o
emocionales que se originan en una parte del cerebro. La forma en que una crisis se
presenta depende de la edad del paciente: las crisis en los bebés son muy diferentes a
las del adulto, y en la adolescencia pueden o bien desaparecer o bien cambiar. Hay
algunos factores que pueden facilitar la aparición de crisis: la falta de sueño, el alcohol,
niveles bajos de azúcar o de calcio en la sangre, falta de oxígeno, la luz intermitente, la
fiebre alta y, lo más frecuente, que el paciente no siga las instrucciones del médico y
no se tome su medicina.
El aura es un síntoma inicial (o señal) de una crisis, una especie de advertencia de que
la crisis va a presentarse.
No hay que confundir una crisis epiléptica con crisis de migraña, o con síncopes (caídas
bruscas de la presión arterial con disminución en el riego sanguíneo cerebral), o bajas
de azúcar en la sangre (hipoglicemia), o convulsiones debidas a fiebre, o crisis de
apnea (suspensión de la respiración) en el recién nacido, o con espasmos del sollozo, o
trastornos del sueño (sonambulismo, terrores nocturnos, micción, etc.), o intoxicación
medicamentosa. También puede haber crisis de origen psicológico: son las
pseudocrisis. No debemos descuidar los aspectos psicosociales de la epilepsia. Es una
parte esencial del tratamiento, pues se procura darle al sujeto epiléptico la mejor
calidad de vida posible.