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EXÉGESIS JONÁS CAPÍTULO 3

CÉSAR CARHUACHÍN

Teólogo

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA REFORMADA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y HUMANIDADES

PROGRAMA DE TEOLOGÍA

Barranquilla D.E.I.P., Atlántico

Abril de 2018
EXÉGESIS JONÁS CAPÍTULO 3

Crítica Textual

En el tercer capítulo del libro de Jonás hallamos 4 variantes, las cuales las trataremos de

manera particular para verificar si alteran o no el sentido del texto.

La primera variante a la hallamos la palabra ar2q5O# (y proclama) en el versículo 2 propuesta

así en el Códice de Leningrado B 19A es igual qO añadiendo qw#, dentro de esta variante hay

otra posibilidad que nos dice que muchos manuscritos de Ediciones del texto hebreo según

Kennicott de Rossi-Ginsburg optan por qO. Esto obedece a una regla gramatical hebrea la cual

dice que la conjunción w% delante de una palabra que comienza con cualquier consonante

vocalizada con ə ( %) su forma es O. Por tanto la forma gramatical correcta sería ar2q5O. Dicha

variante no afecta directamente el sentido del texto, así que es una variante de tipo gramatical

superficial.

La segunda variante a la hallamos en la palabra compuesta hw6n%yn#-la6 (a Nínive) en el

versículo 3 propuesta así en el Códice de Leningrado B 19A, dentro de esta variante hay otra

posibilidad que nos dice que muchos manuscritos de Ediciones del texto hebreo según Kennicott

de Rossi-Ginsburg colocan la palabra compuesta hw$n%yn#-la6, es decir, la palabra termina con

el punto vocálico ṣērê ( $). Esto obedece a una estilística gramatical, ya que los puntos vocálicos

ṣērê y səḡōl tienen el mismo equivalente. Así que la variante no representa un cambio sustancial

en el texto.

La tercera variante a la hallamos al final del versículo 4 y nos propone que algunos aquí

transponen hasta el capítulo 4 en el versículo 5, es decir, omiten el relato donde se describe a la

ciudad de Nínive y lo que el rey de esa ciudad hace para hallar el perdón de Dios, además las
quejas que hace Jonás a Yahvé y su respuesta a éste. Lógicamente esta variante omite gran parte

del texto del capítulo tercero de dicho libro. Lo cual nos pone en la mesa una dificultad en cuanto

a cantidad textual. Sin embargo al hacer la lectura del 3:4 al 4:5 no nos representa un cambio

brusco en el contexto inmediato del texto. Consideraremos esto en los aportes de la crítica

literaria y redacción.

La cuarta variante a la hallamos en la palabra compuesta ]l6m6-la6 en el versículo 6, la cual

está propuesta así en el Códice de Leningrado B 19A, dentro de esta misma variante hay otra

posibilidad que nos dice que muchos manuscritos Ediciones del texto hebreo según Kennicott de

Rossi-Ginsburg colocan la palabra compuesta ]5l6m6-la6, es decir, la palabra termina con la

vocal reducida šəwā ( %). Esto obedece a la estilística gramatical hebrea y no representa ningún

cambio sustancial al sentido de la palabra en el texto y su contexto.

Crítica Literaria

Dentro del capítulo 3 del libro de Jonás hallamos tres unidades temáticas. Las cuales

llamaremos: Yahvé envía nuevamente a Jonás, La conversión de Nínive y el Perdón Divino. En

este capítulo no se manifiestan dependencias literarias. En cuanto a

1. Yahvé Envía Nuevamente a Jonás (3:1-4): Esta unidad temática comienza con las

palabras emitidas por Yahvé a Jonás (1-2). La referencia que la ciudad es “grande para Dios”

puede entenderse como un superlativo o puede ser entendida literalmente: Nínive es grande para

Dios. Posteriormente Jonás se traslada a Nínive y realiza la proclamación de su destrucción.

2. La conversión de Nínive (3:5-9): Esta subunidad temática inicia con un giro lingüístico

con el cambio de los personajes, es decir, de Jonás a los ninivitas, lo cual representa un enganche

literario. Podemos decir que el versículo 5 condensa toda la información de la conversión de


Nínive y los versículos 6 al 9 despliegan los detalles de la misma. Podemos afirmar con los

resultados de la Crítica Textual que esta subunidad temática hay discontinuidad en el texto.

3. El Perdón Divino (3:10): Esta subunidad temática inicia con un cambio de personaje,

dejando así ver claramente un enganche literario, lo cual representa una delimitación entre

unidades. Esta subunidad nos muestra que Dios ve el arrepentimiento de Nínive y desiste de su

castigo.

Crítica Género y Formas

Podemos afirmar que el Género literario que hallamos en el libro de Jonás es La Novela y el

subgénero o forma es una Historia con tono Profético

Género Formas Características de las Estructura de las Sitz im lebem

Formas Formas

La Novela Historia Historia con introducción Los sucesos no están Proclamación

con tono de tono profético en conectados Pública

Profético seguida por sucesos casualmente, sino que

fantásticos y hay un armado de

reconocimiento de Yahvé hechos increíbles que,

por parte de no israelitas sumados, constituyen

un mensaje muy claro:

los no israelitas oyen la

palabra de Yahvé.

Crítica de Tradición
Podemos ver que el capítulo tres del libro de Jonás nos manifiesta de manera resaltada tres

tradiciones: La palabra de Dios, la fe en Yahvé y el arrepentimiento de Dios.

La Palabra de Dios: El rb2D2 de la revelación profética. La revelación en el signo. En 2

Samuel 23:1ss David es arrebatado por el Espíritu de Dios y su palabra, y él mismo habla la

palabra de Dios en una temprana profecía mesiánica (para un discurso directo semejante cf.

Balaam en Núm 24:4, 16). En un arrobamiento profético, el hablante tiene ojos y oídos para esa

visión suprasensorial, y puede por ende impartir el misterio. Hay una relación entre imagen y

palabra. La visión mesiánica contiene la palabra profética; la visión ha de ser puesta en palabras.

Los profetas posteriores están familiarizados con una relación parecida entre visión y palabra; cf.

los llamamientos de Isaías (cap. 6) y Ezequiel (cap. 1), las visiones de Amós (caps. 7ss), y las

visiones de Zacarías (caps. 4–5), aunque a veces incluso el profeta necesita un intérprete que

pueda traducir la visión en palabras (cf. Zac 1:9; 2:4; 4:4; 6:4). La revelación en el signo y la

palabra. Sin embargo, en los profetas que escriben, la revelación visual es menos significativa.

La voz que habla no es la de ellos sino la de Dios. Los juegos de palabras (cf. Am 8:2; Jer 1:11–

12) destacan la relación entre imagen y palabra, pero la palabra no tiene que ir combinada con

una imagen. Sea largo o corto, el discurso halla su nervio vital en la palabra recibida de Dios, de

modo que la locución completa puede en sí misma ser llamada palabra de Dios. La recepción de

la palabra es un proceso espiritual. Esto es implícito, si bien hay pocas referencias expresas al

Espíritu (cf. 2 Sam 23:2; Núm 24:2; Os 9:7). Disolución del signo. La palabra se va liberando

cada vez más del signo, y llega a ser pura expresión de la revelación. Como en el llamado de

Samuel (1 Sam 3), Dios mismo es el que habla, y esta palabra es un llamamiento que le da poder

al propio Samuel para hablar la palabra de Dios (1 Sam 9:27) con su promesa, su exigencia y su

juicio (1 Sam 15:23, 26). La palabra se convierte entonces en una fuerza en la historia de Israel.
Dada a conocer por los profetas, llega a cumplirse (1 Re 2:27; Jue. 13:12), es irresistible (2 R.

1:17), y permanece para siempre (Is 40:8). Los profetas que escriben. La fórmula «Vino la

palabra del Señor» en el encabezamiento de los libros proféticos (Os 1:1; Miq 1:1; Sof 1:1)

implica que el libro entero es palabra de Dios, sin distinción entre la voz divina en el profeta y su

expresión escrita. La idea de revelación está presente en el concepto, y hay una transición hacia

la comprensión de todo el AT como palabra de Dios. Si esta palabra es enseñanza, tiene un

aspecto dinámico como bendición (Is 2:3; Am 8:11–12) y como limitación (Am 3:8). La palabra

es puesta en los labios de Jeremías (Jer 1:9). Es su gozo y su deleite (15:16), pero también lo

coloca bajo compulsión (20:7ss). No es un sueño vano, ya que, aunque venga revestida de una

visión, es una fuerza irresistible (23:29) que es conocida porque infaliblemente llega a cumplirse

(28:9). La claridad respecto a ella viene sólo con la oración, ya sea como sujeción de sí (15:10ss)

o como intercesión (42:7ss). En Isaías 40ss, la palabra permanece para siempre (40:8) y lleva

dentro de sí misma su cumplimiento, logrando su misión no menos que la lluvia o la nieve

(55:10–11). Por proceder de Dios, es la fuerza eficaz que es epítome de toda la verdadera

profecía.

Fe en Yahvé: En el versículo 5 del capítulo 3 de Jonás se utiliza el verbo he’emîn (Hiph. de la

raíz ‘âmen, ser firme, seguro). Este verbo, empleado con Dios como complemento, expresa la

actitud del hombre frente a Yahvé, que se revela por su palabra o sus actos; esta actitud es una

adhesión total del hombre que “se siente seguro, porque Yahvé es seguro” (ne’émân, Dt 7:9; Is

49:7), es decir, fiel, “que guarda la alianza y la bondad hasta mil generaciones” (Dt 7:9,12).

Como la palabra de Yahvé es de ordinario una orden o una promesa, la fe no puede ser sólo una

adhesión intelectual; las más de las veces están en primer plano la confianza (Gen 15:6; Is 7:9;

Ex 14:31) o la sumisión de la voluntad (Ex 4:31; Dt 9:23). Esto se deduce asimismo de las
expresiones que designan la ausencia de fe o la incredulidad: por ejemplo, despreciar a Yahvé

(Núm 14:11) o ser rebelde a la palabra de Yahvé (Dt 9:23).

El Arrepentimiento de Dios: El verbo niḥam, que se traduce de ordinario por arrepentirse,

puede significar tener piedad (Jue 21:15), dejarse doblegar (Amós 7:3), pasar de la cólera a la

misericordia o a la inversa (Jer 18:8,10) o, para emplear la expresión bíblica, “arrepentirse del

mal” decretado (Ex 32:12,14). Ya que el AT emplea numerosísimos antropomorfismo, no hay

que extrañarse de que atribuya a Dios el arrepentimiento, si bien es cierto que algunos textos

rechazan, en principio, este sentimiento como indigno de su santidad: Yahvé “no miente ni se

arrepiente en absoluto, porque no es hombre para arrepentirse” (1 Sam 15:29; Núm 23:19).

Los escritores sagrados ha concebido a Dios como un ser personal, una voluntad agente.

Desde luego que les era imposible describir su acción sin recurrir a los sentimientos que imperan

en la acción humana, aun cuando estuvieran íntimamente convencidos del carácter

“completamente distinto” de Dios, elevado por encima de todo ser terrenal. Al atribuir a Dios

sentimientos que son, en el hombre, contradictorios, insinúan que Dios posee atributos que

parecen irreconciliables. Cuando Jeremías declara que Dios se arrepiente del mal que había

resuelto hacer (18:8,10), y en otra parte que no se arrepiente (4:28), da entender que Dios es a la

vez misericordioso y constante en sus designios; mediante la primera afirmación quiere hacer

acreedores a sus oyentes a la confianza en el Dios bueno y compasivo; mediante la segunda,

apartarles de la gravedad y de lo serio de las amenazas de Dios, que pone por obra sus

decisiones. Igualmente el autor de 1 Sam 15 afirma en el v. 29 que el decreto de rechazar a Saúl

–decreto expresado en el v. 11mediante la fórmula: Yahvé se arrepiente de haberle escogido- es

irrevocable, porque Yahvé “no se arrepiente”, es decir, es inmutable en sus designios.


En el capítulo tercero de Jonás nos damos cuenta del arrepentimiento de Dios cuando Nínive

se convierte de su mal y Dios es movido a misericordia por la conversión de ellos.

Crítica de Redacción

El Señor no hace alusión alguna a la resistencia opuesta por Jonás a la primera llamada. Este

no cambia en absoluto de actitud; se limita a obedecer simplemente porque le ha resultado

imposible eludir la exigencia. El relato del arrepentimiento espontáneo de Nínive parece una

ilustración, en forma narrativa, de las palabras del Señor a Ezequiel (Ez 3:4-7). Si el profeta

hubiese llevado el mensaje de Dios a un pueblo extraño, de lengua desconocida, éste habría

escuchado, mientras que Israel se negó a oír lo que Dios le decía a través de Ezequiel. Los

ninivitas ofrecen un duro contraste con Israel, que se mantuvo obstinado a pesar de todas las

predicaciones de los profetas.

Jeremías enseña explícitamente (18:7-8; 26:3) que los oráculos divinos de condenación son

condicionales; que el Señor se volverá atrás y no enviará el castigo con que amenaza si la nación

se arrepiente de sus malos caminos. Este incumplimiento de los oráculos divinos es precisamente

la lección fundamental del libro. Sin embargo, esta cuestión especulativa acerca del

cumplimiento de los oráculos parece secundaria por las siguientes razones: el cumplimiento de

los oráculos no era el único criterio de autenticidad que se aplicaba a las profecías; el carácter

condicional de los oráculos de condenación debía estar ya bien establecido cuando se escribió

este libro; en todo el resto del AT se nota muy escasa preocupación por este problema

especulativo; finalmente, en el mismo relato de Jonás la cuestión central no es si se cumple o no

la amenaza de destrucción proclamada por Jonás, sino que la misericordia del Señor alcanza

incluso a los ninivitas.

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