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John Bunyan
John Bunyan
Charles Haddon Spurgeon comentó sobre Bunyan: "¡Caramba, este hombre es una
Biblia viviente! Podrían punzarle donde quieran y descubrirán que su sangre es
una sustancia extraña llamada Biblina, es decir, que la propia esencia de la Biblia
fluye de sus venas. No puede hablar sin citar un texto bíblico, pues su alma está
llena de la palabra de Dios. Lean cualquier escrito suyo, y verán que es casi como
la lectura de la Biblia misma."
Spurgeon comenzó a leer a Bunyan desde muy niño y afirmó en diversas ocasiones
que leyó El Progreso del Peregrino muchísimas veces, por lo menos, cien veces.
Y eso que no era su libro favorito, pues consideraba que La Guerra Santa era
todavía superior.
Un señor de nombre George Offor, editor de Las Obras de John Bunyan, que
durante ciento cincuenta años ha sido la publicación clásica de la obra de Bunyan,
nos proporciona una sucinta descripción de Bunyan:
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ocasión lo requiriera; no se jactaba, sino que tenía un humilde concepto de sí
mismo, y se sometía a los juicios de los otros; aborrecía mentir y jurar, no se
vengaba de sus enemigos, le gustaba reconciliar diferencias y hacer amistad con
todos; tenía un ojo veloz y agudo que iba acompañado de un excelente
discernimiento de las personas, y poseía un buen juicio. En cuanto a su persona,
era alto de estatura, de huesos fuertes, aunque no muy corpulento, de mejillas
sonrosadas y de ojos brillantes y azules, con un fino bigote, cabello pelirrojo, y su
forma de vestir era sencilla y modesta."
El reinado de Carlos I contó con la presencia del Arzobispo William Laud (1573-
1645), que desde muy joven se opuso a la prevaleciente teología calvinista y buscó
restaurar por la fuerza, las prácticas litúrgicas católicas. Entró en violentos
conflictos con los puritanos. Su influencia llegó a ser tan poderosa, que 20,000
emigrantes huyeron a las colonias puritanas de Nueva Inglaterra. Después de la
muerte de Laud en 1645 y de Carlos I en 1649, hubo un gobierno parlamentario
bajo el protectorado de Oliver Cromwell.
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Tras la muerte de Oliver Cromwell en 1658, le sucedió su hijo, Richard Cromwell,
como 'Señor Protector', pero se trataba de un hombre sin dotes para el mando ni el
deseo de ejercerlo, y abdicó en 1659. El Protectorado de Inglaterra fue abolido y
se estableció la Mancomunidad Inglesa (Commonwealth). Durante el período de
inestabilidad civil y militar que siguió, George Monck, gobernador de Escocia,
preocupado por el peligro de anarquía que corroía a la nación, determinó restaurar
la monarquía.
El siguiente reinado fue el de Jacobo II que fue de muy corta duración, ya que su
celo por unir a la Iglesia de Inglaterra con la Iglesia de Roma, condujo al pueblo a
rebelarse contra esta tiranía, y tuvo que huir a Francia, en 1688, el mismo año en
que murió Bunyan. Luego siguió una época de tolerancia y libertad, bajo el reinado
de Guillermo y María. Su Acta de Tolerancia de 1689 garantizaba la libertad
religiosa para los disidentes protestantes.
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Primeros años de Bunyan.
John nació a fines del año de 1628, siendo sus padres Tomás Bonnion y Margaret
Bentley. Todo lo que sabemos acerca de su nacimiento es la escueta anotación
oficial en el registro civil de Elstow: 'John, el hijo de Thomas Bonnion fue
bautizado el 30 de Noviembre'. Su nombre figura en medio de un registro de 18
niños, todos presumiblemente nacidos durante el año del Señor de 1628. Así, de
una manera tan simple, comienza una vida muy vigorosa.
Del oficio de su padre Tomás, Bunyan aprendió a muy temprana edad a ser un
calderero, es decir, a reparar ollas y cacerolas, a trabajar como plomero, a trabajar
en metales, y a usar el martillo y la forja. Desde muy niño tuvo que trabajar
arduamente para ganarse el pan. Conjuntamente con este oficio, John aprendió un
estilo de vida profano, siendo su tutor principal a este respecto un chico llamado
Harry, "un joven de nuestro pueblo, a quien mi corazón se encontraba ligado más
que a cualquier otro, aunque era la criatura más perversa por sus maldiciones y
juramentos y por su vida licenciosa."
Apenas con dieciséis años cumplidos, y justo cuando necesitaba del amor y la guía
de su madre, 'el dedo de Dios la tocó y se durmió', nos informa Bunyan. Esta
pérdida, muy dolorosa en sí misma, fue acompañada al mes siguiente por otro
golpe. Su hermana Margaret también murió. Al mes de la muerte de la hermana,
el padre de Bunyan, Tomás, se casa por tercera vez. No ha de sorprendernos que
aquel muchacho de mente sensible, ya privado de las benéficas influencias de la
madre y de la hermana, se entregara a caminos de desenfreno y obstinación. Se
convirtió en el cabecilla del grupo de jóvenes con quienes se juntaba: un cabecilla
en todo tipo de vicios e impiedades.
En el año de 1644 se necesitaban reclutas para el ejército parlamentario. Las aldeas
eran recorridas en la búsqueda de robustos jóvenes. Sin Dios en el mundo, y
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habiendo alcanzado la edad reglamentaria, Bunyan fue reclutado en ejército
parlamentario y se convirtió en un soldado.
¿Qué actividades desempeñó? Todo lo que el propio Bunyan nos informa está
contenido en noventa palabras. Toda la evidencia indica que su trayectoria en el
ejército no fue nada brillante. Lo que sí sabemos es que en años posteriores llegó
a ser un buen soldado de Jesucristo.
Durante los días que estuvo acuartelado, posiblemente llegó a escuchar muchos
sermones de predicadores puritanos, que llegaban a predicar a la iglesia parroquial
de Newport Pagnell, donde se encontraba acuartelado Bunyan, así como de
aquellos predicadores que fungían como capellanes. Posiblemente recibiera un
ejemplar de La Biblia de Bolsillo del Soldado, que fue publicada en 1643, y de la
cual sólo dos ejemplares sobreviven a la furia del tiempo. Seguramente contaba
con mucho tiempo disponible para estudiar su contenido. Posiblemente recibiera
también un ejemplar del Catecismo del Soldado, que había sido escrito para el
ejército parlamentario, para motivación e instrucción de todos aquellos que
hubieren tomado las armas en esa causa de Dios y de Su pueblo, especialmente de
los soldados comunes.
Bunyan nos refiere la siguiente historia: "cuando era soldado, fui seleccionado
conjuntamente con otros compañeros para sitiar una ciudad (que se piensa que es
Leicester), en el año de 1645. Cuando ya estaba yo preparado para ir, un soldado
de mi compañía se ofreció para ir en mi lugar; como di mi consentimiento, tomó
mi lugar. Llegando al sitio, y estando de centinela, recibió un disparo en la cabeza
con la bala de un mosquete, y murió."
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Se supone que la esposa de Bunyan se llamaba María, ya que la primera hija que
tuvieron, que, por cierto, era ciega, se llamaba María. El primer hijo varón se
llamaba John. Parece que María tuvo mucho tacto en la relación con su esposo
impío, y en vez de censurarle y reprocharle, le contaba cosas acerca de su padre,
un hombre piadoso, cuyas virtudes exaltaba. Le ponía enfrente una especie de
espejo en el que se veían reflejados su padre y el esplendor de las virtudes
domésticas de la hija.
Y, tal vez, después de todo, no hacía sino lo que los demás hacían en aquellos días
caballerescos: "repetir y cantar cualquier cosa dentro de la iglesia y hacer lo que
quisieran al salir de ella." Un poco parecido a lo que hacen los católicos el día de
hoy.
"Cuando el Puritanismo parecía ser hollado bajo el pie, en el reinado de Jacobo I.,
que promulgó el Libro de los Deportes, y dio orden de que cada clérigo leyera
desde el púlpito, el domingo, que eran la voluntad y el placer reales que los jóvenes
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jugaran al fútbol, y al críquet, y otros juegos y pasatiempos en la tarde de los
domingos, algunos ministros piadosos, que realmente amaban al Señor, no sabían
qué hacer. Uno de ellos pensó que, tal vez, estaría bien hacer lo que el rey ordenaba,
pero agregar algo más, así que, cuando llegó el domingo para la lectura del Libro
de los Deportes a la gente, él dijo: 'el rey y las autoridades me ordenaron que les
leyera este documento; pero, haberlo leído aflige mi corazón y mi conciencia. Yo
sé que es perverso, y malo, y vergonzoso y abominable profanar el domingo según
son invitados a hacerlo, y me pregunto qué será de mi país cuando desde la propia
iglesia se recomienda el quebrantamiento del día domingo'. Así habló el buen
hombre, para tranquilidad de su propia conciencia, y con la esperanza de despertar
las conciencias de otros." Es lo que hizo el ministro Christopher Hall en presencia
de John Bunyan.
Prosigue diciéndonos Charles Spurgeon: "En los días de Carlos I y Carlos II era
posible encontrar un grupo, encabezado por Laud de la Iglesia de Inglaterra, que
alababa el ritual, que ensalzaba las buenas obras; por el otro lado habrían
encontrado al grupo de los puritanos que predicaban con rigidez la justificación
por fe y la salvación por gracia.
Ahora, señores, ¿dónde podían encontrar la tarde del domingo al ministro que
predicaba por la mañana sobre buenas obras? Pues, con una dama a cada lado,
danzando alrededor del Palo de Mayo, según está descrito en el Libro de los
Deportes; y si lo hubieran necesitado para algo, un poco más tarde, por la noche,
habrían tenido que enviar a algún bedel confiable de la parroquia, para que lo
sacara de la cantina del pueblo. Pero, ¿dónde está el hombre que predicó sobre la
salvación por gracia en el conventículo? '¡Oh!,' responderá alguien, 'está en casa
cantando salmos con su familia.' ¿No danza alrededor del Palo de Mayo? 'No; ese
viejo fanático nunca quebranta el día de guardar; dice que es en contra de la ley de
Dios.' Bien, pero ¿no se encuentra en la cantina? 'No; me atrevo a decir que esa
vieja criatura supersticiosa está de rodillas en algún lado, orando.' Todo mundo
sabe que esto era así. La teología puritana engendraba una vida puritana; la doctrina
de la justificación por fe convertía a los hombres en santos; pero el otro grupo que
predicaba esa maravillosa doctrina de la salvación por obras, fue demasiado lejos
para demostrar que no podían ser salvados por sus obras, de ninguna manera. Los
caballeros de largos cabellos, con sus guedejas perfumadas, y sus abominaciones
que no pueden ser mencionadas por una lengua pura ni escuchadas por el oído de
la decencia, estos eran los traficantes de obras, los que sostenían que la salvación
era alcanzable por sus propias acciones."
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"Me encontraba sumergido en mi deporte dominical, cuando una voz que salió
súbitamente disparada del cielo, vino directo hacia mi alma, preguntándome:
'¿abandonarás tus pecados e irás al cielo, o conservarás tus pecados e irás al
infierno? Ante esto, me vi extremadamente confundido. Por tanto, abandonando
mi juego, miré hacia el cielo y fue como si con los ojos de mi entendimiento,
contemplara al Señor Jesús, mirándome con sumo desagrado, y como si en verdad
me amenazara con un terrible castigo por estas y otras prácticas impías."
Bunyan siguió asistiendo a la iglesia anglicana de Elstow durante cuatro años, que
fueron de intensa agitación y ambivalencia en su alma. Como dijimos
anteriormente, veía con adoración y con un espíritu de superstición a la iglesia, al
sacerdote y a los ornamentos sagrados. Su amor por la vida social, por los deportes
en el descampado, por los bailes y por tocar las campanas en el campanario de la
iglesia, únicamente generaban un conflicto mayor.
En una ocasión, cuando profería juramentos como un loco, lo escuchó una mujer
malvada y de vida liviana, y declaró que, por las blasfemias que profería, Bunyan
"era el individuo más impío que ella hubiera escuchado jamás; era capaz de
corromper a toda la juventud del pueblo."
Los hombres son propensos a culpar a su propia ocupación como un obstáculo que
les impide la vida espiritual. Pero Dios puede utilizar la ocupación de las personas
para salvar a las almas que perecen. Como lo que ganaba en Elstow no era
suficiente para mantener a su esposa y a su hija ciega, comienza a buscar trabajo
en Bedford, más o menos a dos kilómetros de distancia de su pueblo natal.
"Un buen día -dice Bunyan- la buena providencia de Dios me llevó a Bedford para
trabajar en mi oficio. Y en una de las calles vi a un grupo de tres o cuatro damas
que estaban tomando el sol a la puerta de una casa y hablaban acerca de las cosas
de Dios. Me acerqué para oír lo que decían. Como ya podía hablar de cosas de
religión, me acerqué no sólo para oír sino para intercambiar ideas. Pero mi corazón
desfalleció cuando oí hablar a esas mujeres. Oía, pero no entendía nada, pues
estaban muy por encima del alcance de mi entendimiento. Las mujeres hablaban
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del nuevo nacimiento, de la obra de Dios en sus corazones, y cómo fueron
convencidas de su propio miserable estado por naturaleza. Hablaban de promesas
y palabras que les habían proporcionado refrigerio, consuelo y apoyo contra las
tentaciones del demonio."
El corazón de Bunyan debe haber ardido cuando escuchó que las mujeres
rechazaban toda justicia propia, como inmunda e insuficiente, y que no les podía
proporcionar ningún bien. Bunyan no sabía que tenía que nacer de nuevo.
Abrumado por el peso de la convicción, se había visto claramente en el espejo.
Pesado en la balanza de la verdad, había sido encontrado falto.
Bunyan regresó una y otra vez para hablar con aquellas mujeres, pues, comenta,
"no podía permanecer lejos de ellas." Comienza a leer la Biblia completa, y a fijar
su mente en Dios y en la salvación. Ahora lee las Epístolas de Pablo. En su
autobiografía relata un sueño que tuvo por esta época, que le convenció de su
condición perdida y de la esperanza de su salvación. Soñó que se encontraba en
una parte oscura de un valle, separado por una pared con una estrecha abertura, del
lado soleado de la montaña. Esforzándose mucho, Bunyan pasó a ese lado soleado
de la montaña. Él mismo interpreta su sueño así: "la montaña significaba la iglesia
del Dios viviente; el sol que resplandecía de ese lado era el reconfortante
resplandor de Su rostro misericordioso sobre los que estaban allí; la pared, pensó,
era la palabra de Dios, que establecía una separación entre los cristianos y el
mundo; y la brecha estrecha que estaba en la pared, era Jesucristo, que es el camino
hacia Dios, el Padre."
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Bolton, que trataba sobre los temas del fin: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria.
Impactado por la lectura, se apresura a comentar las nuevas con los puritanos del
pueblo, quienes le tuvieron miedo. Poco a poco se ganó su confianza. Primero de
manera privada y luego hablando en público. El grupo se entregó a escudriñar
diligentemente las Escrituras y a orar. Este ejercicio de fe, buscando la guía divina,
los llevó a la fundación de la iglesia evangélica de Bedford. La fundaron el señor
Gifford y once miembros.
¿Quiere decir esto que Bunyan había llegado a una meseta de estabilidad? De
ninguna manera, pues en su autobiografía nos indica que un grado de inestabilidad
permaneció por un espacio de aproximadamente dos años a partir de aquel
momento. Luego vino una revelación adicional de la justicia sustitutiva, imputada
y perfecta de Jesucristo, que resultó es un estado más asentado.
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cielo por mi Cristo, por mi Cabeza, por mi justicia y mi vida, aunque todavía estaba
en la tierra por mi cuerpo y mi persona."
El encarcelamiento de Bunyan
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valerosa de todas fue la de su segunda esposa Elizabeth. Suplicando ante el airado
Juez Twisdom, que expresó en lo concerniente a su marido que "su doctrina es la
doctrina del demonio", ella le respondió: "mi señor, cuando el justo Juez aparezca,
se sabrá que su doctrina no es la doctrina del demonio."
De esta manera el predicador laico languideció en prisión durante doce años. Tenía
muy breves compensaciones, como que se le permitiera la visita de su esposa e
hijos, la disponibilidad de libros y material para escribir, así como la compañía de
otros no conformistas. Pero Bunyan escribió que la "separación de mis esposa y de
mis pobres hijos ha sido con frecuencia para mí en este lugar como arrancarme la
piel de mis huesos, no sólo por su compañía, sino que a menudo se vienen a mi
mente las múltiples durezas, miserias y necesidades que mi pobre familia enfrenta,
especialmente mi pobre hijita ciega, María, que está más cerca de mi corazón que
nadie. Eso destroza mi corazón."
Es de hacer notar que Bunyan podía ser puesto en libertad en cualquier momento,
siempre que aceptara no predicar en público. Incluso el doctor John Owen
intercedió por Bunyan, pero sin ningún éxito. Sin embargo, el infatigable espíritu,
nacido de la verdadera libertad del Evangelio, no cedería.
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religiosa. No se sabe con certeza cómo se efectuó su liberación. Sin embargo, su
grupo observó un día de acción de gracias con motivo de su liberación.
Ese mismo año le fue concedida una licencia a John Bunyan como predicador
independiente, es decir, que no era anglicano. Sin embargo, después de tres años
de libertad, le fue impuesto un período adicional de cárcel de seis meses.
Bunyan construyó una casa para congregarse. Allí predicaba a vastas audiencias.
Con frecuencia sostenía disputas con eruditos que venían para oponérsele, pues lo
consideraban una persona ignorante. Sin embargo, confundía a todos con sus
repuestas sencillas y basadas en las Escrituras. Cada año visitaba a sus amigos de
Londres, donde su reputación como predicador era muy grande. Predicaba en
Southwark, en el mismo distrito donde más tarde predicó Spurgeon. Predicaba a
multitudes de tres mil personas. También visitaba otras partes del país. Incluso
fundó comunidades en varias partes. Incluso se comenta que muchas comunidades
deben su origen a la predicación de medianoche de Bunyan cuando salía con
permiso de la prisión.
Sin embargo, como todo pastor fiel, Bunyan no dejó de estar sujeto a la trampa de
lo que podría llamarse una "inocente indiscreción". Una chica de 21 años, llamada
Agnes Beaumont, necesitaba trasladarse urgentemente de la granja de su hermano
a una reunión de una iglesia no conformista ubicada al este de Bedford, viendo al
pastor Bunyan que iba montado en su caballo, lo presionó para que la llevara en
las ancas del caballo. Después de suplicarle encarecidamente, Bunyan aceptó con
renuencia. Pero el padre de Agnes estaba espiando la escena y montó en cólera, y
por lo tanto, esa noche no le permitió que entrara en su casa. Después de que Agnes
aceptó no volver a asistir a reuniones en las que ministrara Bunyan, se le permitió
que entrara nuevamente en su casa, aunque en el término de una semana el padre
de Agnes falleció. Como resultado de ese hecho, los oponentes de Bunyan lanzaron
rumores relativos a un envenenamiento y adulterio. Eventualmente Bunyan quedó
limpio de las acusaciones, aunque debe haber lamentado profundamente el aventón
que le dio a Agnes.
En una de esas giras, cuando regresaba a Londres a caballo, y estaba lloviendo muy
fuerte, pescó un resfrío. Siguió una violenta fiebre, y, después de una enfermedad
de unos diez días, entregó su alma al creador. Su hija ciega murió a temprana edad,
su segunda esposa Elizabeth murió seis años después de Bunyan, y sus otros tres
hijos vivieron una vida cristiana y su hijo mayor Thomas, llegó a ser un
predicador.
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tan insignificante, esto es, desde una perspectiva mundana, es la gloriosa confusión
de la sabiduría humana que resultó cuando tal tesoro espiritual como El Progreso
del Peregrino, nació de este confinamiento.
A lo largo de los años, Bunyan desarrolló una muy cercana amistad con el
Vicecanciller de la Universidad de Oxford, erudito puritano y pastor, el doctor
John Owen. El doctor Owen lo invitaba a predicar anualmente en su iglesia de
Londres, ante una congregación aristocrática que incluía a algunos parientes de
Oliver Cromwell. Otra amistad cercana fue la del alcalde de Londres, Sir John
Shorter.
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