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QUETZALCÓATL Y LA
TOLTECAYÓTL
Enrique FLORESCANO
E l C o l e g i o d e México
I. E l p r o b l e m a : origen y complicaciones
D e v e r d a d a l l í estuvieron juntos,
estuvieron viviendo.
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ENRIQUE FLO RESCAÑO
M u c h a s huellas de lo que h i c i e r o n
y que allí dejaron todavía están a l l í , se ven
las n o terminadas, las llamadas columnas de serpientes.
Eran columnas redondas de serpientes,
su cabeza se a p o y a b a en la tierra,
su cola, sus cascabeles están arriba.
Y t a m b i é n se ve el m o n t e de los toltecas
y a l l í e s t á n las p i r á m i d e s toltecas,
las construcciones de tierra y p i e d r a , los m u r o s estucados.
Allí e s t á n , se ven t a m b i é n restos de l a c e r á m i c a de los toltecas.
C o m o se desprende de la e s t r a t i g r a f í a de T e o t i h u a c á n y Tula,
la d e s t r u c c i ó n de a q u e l l a fue anterior a la f u n d a c i ó n de é s t a , que
W i g b e r t o J i m é n e z M o r e n o — c o m o resultado de u n cuidadoso a n á -
lisis de los datos contenidos en la historia t r a d i c i o n a l s i t ú a e n el
siglo x. Los comienzos de Teotihuacán, la construcción de las
grandes p i r á m i d e s , parece deben fecharse en los siglos 11 ó n i des-
p u é s de Cristo.»
Y adelante agrega:
Es verdad que existe en l a historia del siglo x un sacerdote
de Quetzalcóatl que parece h a b e r d e s e m p e ñ a d o un papel impor-
tante en el n a c i m i e n t o de Tula, pero resulta d i f í c i l en verdad
c o n f u n d i r l o con el creador de una vasta c u l t u r a , como ocurriría
si c o n s i d e r á r a m o s a esta c i u d a d c o m o la capital de los toltecas.24
A d o r a b a n a u n sólo s e ñ o r q u e t e n í a n p o r dios, el c u a l l l a m a -
b a n Quetzalcóatl, cuyo sacerdote t e n í a el m i s m o n o m b r e q u e tam-
bién le l l a m a b a n Quetzalcóatl, el c u a l era m u y devoto y aficio-
nado a las cosas de su s e ñ o r y dios, y p o r esto era tenido en
m u c h o entre ellos y así lo q u e les m a n d a b a lo h a c í a n y c u m p l í a n
y no e x c e d í a n de ello; y les s o l í a decir m u c h a s veces que había
u n solo s e ñ o r y dios que se d e c í a Quetzalcóatl, y que n o quería
más que culebras y mariposas que le ofreciesen y diesen en
sacrificio; y como los dichos t o l t e c a s en todo le c r e í a n y obede-
c í a n n o eran menos aficionados a las cosas divinas que a su sacer-
dote, y m u y temerosos de su dios.28
A) L a religión de Quetzalcóatl.
este modo devino el símbolo que recogía todo ese pasado fa-
buloso y lo proyectaba más o menos acertadamente al pre-
sente de T u l a .
L a conciencia entre los nonoalcas de ser los herederos
y trasmisores de ese pasado glorioso, el hecho de que fueron
ellos y no los toltecas los que impulsaron el desarrollo de l a
cultura tolteca, son dos razones demasiado poderosas para
obligarlos a aceptar el dominio de un pueblo seminómada y
salvaje. Por ello, cuando se deciden a presentar el último
combate y son derrotados, abandonan a T u l a y a los toltecas.
C o n la salida de este grupo selecto de T u l a se mezcla l a
huida del gran pecador Ce Acatl T o p i l t z i n Quetzalcóatl, y
éste es u n hecho más que viene a fortalecer nuestra hipótesis.
L a leyenda y el mito confunden dos aconjtecimientos que si
no ocurrieron exactamente al mismo tiempo, si expresan el
mismo sentido: la derrota de un pasado perdido que se inten-
taba restablecer.
A l abandonar T u l a los derrotados nonoalcas, los toltecas
que iniciaban apenas su proceso de aculturación, retoman el
poder reinstalando a su dios, "el ojo que ve de noche", " e l
que tiene instrumento para ver, dios de los jóvenes guerre-
ros", juez y vengador, omniscente y omnipresente Titlaca-
huan, Tezcatlipoca. Pero he aquí que los toltecas, pese a su
victoria, han perdido algo que indudablemente tiene un gran
prestigio entre los habitantes del Valle de México y de lo cual
carecen: una tradición histórico-cultural. Y este era un ele-
mento que los derrotados nonoalcas sí tenían. Los nonoalcas
sabían muchas cosas del pasado de las cuales hablaban: sa-
bían el secreto de la agricultura, conocían el arte de los libros
pintados, edificaban bellas casas y palacios, trabajaban la plu-
ma y tallaban como nadie las piedras preciosas. Y, además,
venían del lugar donde se había creado a los dioses, del l u -
gar donde todo había tenido su origen. Por ello T o p i l t z i n
los mandó llamar, para que embellecieran a T u l a con sus
artes. Y ahora, los nonoalcas se han ido, los que sabían hacer
cosas preciosas han dejado solos a los toltecas. ¿Qué van a
hacer ahora los toltecas?
Los toltecas pronto adquieren conciencia de que es nece-
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sario algo más que l a fuerza de las armas para imponerse a
estos pueblos del Valle, profundamente arraigados en sus tra-
diciones religiosas milenarias. De modo que después de que
los toltecas desalojan a los nonoalcas de T u l a , herederos de
la tradición teotihuacana, se dan cuenta de que han perdido
un elemento imprescindible para fortalecer su posición domi-
nadora, y tratan entonces de arrogarse para sí las virtudes y
tradiciones que adornaban a los nonoalcas. De esta manera
pensaban acrecentar su prestigio y consolidar su posición.
Esta hipótesis, que pudiera parecer fantasiosa, además de
apoyarse en nuestros desarrollos anteriores, se sustenta en los
datos siguiente que nos suministran las fuentes.
No dice Sahagún que al salir Topiltzin-Quetzalcóatl de
T u l a , camino de T l a p a l l a n , se le presentaron unos nigromán-
ticos (embajadores o sacerdotes toltecas) requiriéndole en l a
siguiente forma:
Consideración final
NOTAS
20 i b i d . , p . 7 2 .
21 " T u l a y los toltecas s e g ú n las fuentes h i s t ó r i c a s " , en R e v . M e x i -
c a n a d eE s t u d i o s Antropológicos, n ú m s . 2 - 3 , tomo q u i n t o , 1 9 4 0 , p . 8 0 y ss.
Ahí, a t r a v é s de u n cuidadoso a n á l i s i s de l a o b r a de S a h a g ú n , los Ana-
les d e Cuauhtitlán, l a H i s t o y r e d u Méchique, la Colección d e Cantares
TULA-TEOTIHUA CAN 233
Mexicanos, los A n a l e s d e losCakchiqueles, y de un m a p a de Tula del
siglo x v i n , JIMÉNEZ M O R E N O demuestra que la T u l a a que se refieren
esas fuentes es la T u l a de Hidalgo.
22 S i e t e ensayos sobre l a cultura náhuatl, México, UNAM, 1958.
p p . 36-7. Véase del mismo autor L o s a n t i g u o s M e x i c a n o s a través d e s u s
crónicas y cantares, México, F.C.E., 1961, p. 27.
23 "Tula, la supuesta capital de los toltecas", p p . 160-1.
24 L O C . C i t .
25 H i s t o r i a General d e l a scosas d e Nueva España, t. 1, Libro pri-
mero, p. 278.
26 O b . c i t . , t. m , Libro décimo, p. 186.
27 Ibid., p. 187.
28 I b i d . , pp. 188-g.
29 "Tula, la supuesta c a p i t a l de los toltecas", p p . 160-1.
30 " T e o t i h u a c á n , la ciudad sagrada de Quetzalcóatl", pp. 183-4.
31 Los desarrollos siguientes sobre la Serpiente E m p l u m a d a y Q u e t z a l -
c ó a t l son u n r e s u m e n de u n estudio m á s extenso y detenido sobre estos
problemas. Aquí, propiamente, sólo presentamos las conclusiones, sin
e x p o n e r el m a t e r i a l e m p í r i c o sobre el que nos apoyamos. V é a s e a l efecto
el trabajo: L a Serpiente E m p l u m a d a , Tláloc y Quetzalcóatl, en un
número próximo de Cuadernos Americanos.
32 Cf. R o m á n PINA C H A N , Mesoamérica. México, I N A H , 1960, p. 77;
y t a m b i é n de P e d r o A R M I L L A S S U o b r a antes citada " T e o t i h u a c á n , T u l a y
los toltecas". ARMILLAS sitúa a la construcción del Templo de la Ser-
piente E m p l u m a d a en la fase M i c c a o t l i , que corresponde a l Teotihua-
cán 11 de VAILLANT.