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INSTITUTO SUPERIOR PRIVADO

ROBUSTIANO MACEDO MARTÍNEZ

Texto expositivo-argumentativo explicando la relación


entre Teoría de la Relevancia, Modelo del Código,
Modelo Ostensivo/Inferencial y la Comprensión
Lectora.

BORRADOR

CARRERA: Profesorado de Educación Secundaria en Lengua y Literatura.

PROFESORA A CARGO: Rivarola, Daiana.

INTEGRANTES:

FRANCO, Elisa.

LEZCANO,Lucas.

PONCE DE LEÓN, Milagros.

AÑO: 2018
En el siguiente texto se pretende abordar la relación que existe entre la Teoría de la
Relevancia, el Modelo del Código, el Modelo Inferencial/ostensivo y la comprensión lectora.
Tomando como referencia el marco teórico brindado y trabajado en la asignatura “Pragmática
y Enunciación”, como así también, dar a conocer nuestra interpretación tanto grupal como
individual.

Siempre que se lee es importante realizar la comprensión lectora para poder entender un
texto, de lo contrario, no tendría sentido. Un lector comprender un texto cuando puede
encontrarle significado, cuando puede ponerlo en relación con otros textos, con lo que ya sabe
y con lo que le interesa.

Primeramente, es importante mencionar que el lenguaje es una acción intencionada. Hablar


no es sólo expresar pensamientos, transmitir contenidos, sino, además, realizar actos. El
proceso de comunicación humana se caracteriza por el conjunto de actividades racionales que
se llevan a cabo y que nos permiten no sólo obtener información del entorno a través de la
percepción, sino inferir nuevos conocimientos a partir de otros ya adquiridos.

Como usuarios de la lengua y utilizando términos de la Teoría de los Actos del habla, al emitir
un enunciado lo hacemos con una determinada intención y pretendemos que nuestro
enunciatario reconozca la intención de nuestro enunciado, es decir, la información
pragmática. Por lo tanto, cuando dos usuarios de la lengua se encuentran en un intercambio
de mensajes están obligados a cooperar, a esto Grice lo denomina “principio de cooperación”.

Dan Sperber y Deidre Wilson en 1986 publicaron un libro llamado “Relevance” cuyo propósito
fue extender y modificar la teoría de Grice (las máximas de cualidad, cantidad, relación y
modo). Entre estas cuatro máximas, la menos desarrollada fue la máxima de relación: “ser
relevante”. Los autores tratan de explicar de una forma diferente el proceso de la
comunicación lingüística.

Ambos diferencian dos prototipos en la comunicación humana: el primero es el modelo del


código que se basa en la hipótesis de que comunicar es codificar y decodificar mensajes o, en
otras palabras, “empaquetar” mensajes y enviarlos a un destinatario para que recupere
dichos pensamientos o ideas que están en la mente del emisor. Por otra parte, el segundo es el
modelo de ostensión-Inferencial en el cual, la comunicación se realiza por medio de índices
que el comunicador proporciona con el fin de que el destinatario pueda inferir sus intenciones.

En cuanto al segundo prototipo, vemos que hay una gran distancia entre lo que se dice
literalmente y lo que se pretende decir, en otras palabras, lo que se dice no siempre coincide
con lo que se quiere decir, debido a que este proceso está mediado por una serie de
mecanismos inferenciales y contenidos implícitos. La tarea del destinatario consiste en
intentar reconstruir en cada caso la intención comunicativa del emisor de acuerdo con los
datos que le proporciona su información pragmática. Para ello, evalúa el contexto verbal y no
verbal de intercambio comunicativo, buscando la información relevante que necesite para
inferir un mensaje adecuado. Por ejemplo, el lenguaje en sentido figurado depende de la
interpretación del destinatario, de la intensión del emisor y del contexto en el que se transmite
para su clara interpretación. Es decir, si decimos “La noticia fue un balde de agua fría”, a lo que
realmente se refiere es a una noticia inesperada y que causa una sensación desagradable.
Los procesos pragmáticos permiten salvar la distancia entre la representación semántica de
una oración y su interpretación como enunciado realizado en un contexto. Supongamos que:
Julia le dice a María: Juan es transparente. No basta con que María reconozca el significado
lingüístico codificado para que el proceso de comunicación sea exitoso, es necesario que
pueda inferir cuál es el verdadero significado que el hablante quiso dar y por lo tanto, el
contenido que quiso transmitir en este caso: Juan es “sincero”. La estrategia empleada
combina codificación e inferencia: se codifica un mensaje diferente del que se quiere
transmitir para que sirva como estímulo a partir del cual el destinatario infiera el contenido
que se quiso comunicar.

Es importante señalar que, por inferencia nos referimos a un proceso cognitivo, una capacidad
humana innata que nos permite razonar o hipotetizar acerca de una información que no está
del todo explicita, es decir, se busca llenar el vacío o laguna por medio de inferencias. Esto
también es importante para llegar a comprender un texto y poder interpretar lo que el autor
quiere comunicar pero no lo escribe explícitamente. Nos permite establecer conexiones entre
el nuevo material que exhibe el texto y el conocimiento ya existente en la memoria para lograr
una mejor interpretación de la lectura. También, podemos destacar que para desarrollar la
capacidad Inferencial de los estudiantes es necesario formularles diversas preguntas y
emplear estrategias tales como el empleo de textos pequeños donde ellos descubran
información que no está escrita. Por ejemplo, presentarles una pequeña descripción para que
descubran de qué trata el texto.

Por otra parte, cuando se trata de ostensión, se estaría aludiendo al comportamiento que
evidencia una intención comunicativa por parte del emisor. Todo acto ostensivo conlleva una
garantía de pertinencia, es decir, un valor informativo coherente que es de interés para el
receptor.

Este planteamiento nos conduce a una siguiente interrogante: ¿A que nos referimos cuando
algo es relevante?

Ser relevante es una propiedad que surge de la relación entre enunciados y contexto, es decir,
entre el enunciado, por un lado, y un individuo con su particular conjunto de supuestos en una
situación concreta, por el otro. Lo que puede ser relevante para alguien en un momento dado,
puede no serlo para otra persona, o puede no serlo para él mismo en otras circunstancias. Un
mensaje es pertinente cuando produce efectos contextuales, es decir, cuando unido a un
contexto genera informaciones que no estaban ni en el enunciado ni en el ambiente, ni en el
contexto, ni en el texto.

Uno de los objetivos cognitivos del enunciador es potenciar al máximo la relevancia de sus
enunciados, a fin de que su interlocutor tenga un punto de apoyo desde el cual pueda procesar
de una manera inmejorable la información comunicada intencionadamente. El principio de
relevancia garantiza que el hablante intenta lograr el mayor efecto posible con el menor
esfuerzo cognitivo de procesamiento. Cualquier aportación innecesaria aumentaría el riesgo
de malentendidos y acabaría deteriorando el grado de relevancia del enunciado. Así, un acto
de comunicación ostensiva garantiza que el conjunto de supuestos que el emisor desea hacer
manifiesto para el destinatario es suficientemente relevante como para que al destinatario le
merezca la pena procesar el estímulo ostensivo y que ese estímulo ostensivo es el más
relevante que el emisor podría haber utilizado para comunicar.

Ahora bien, ¿cómo es posible que podamos comprender una oración o un enunciado sin que
esté del todo explícito?

El hombre es un ser dotado de capacidad cognitiva, capacitado para procesar la información


de forma Inferencial. Lo más propio y específico de la comunicación humana reside en la
posibilidad de extraer informaciones nuevas a partir de conocimientos parciales u desligados.
Ni los animales ni los ordenadores la poseen. Por lo tanto, Si observo que Pedro usa lentes,
infiero que tiene problemas visuales. Y, a su vez, si veo que muchas personas salen con
abrigos, infiero que es porque hace mucho frío fuera de la casa.

En relación con la comprensión lectora, siempre que se lee se lo hace para entender, sino
faltaría un sentido. Un lector comprende un texto cuando puede encontrarle significado,
cuando puede ponerlo en relación con lo que ya sabe y con lo que le interesa. La comprensión
se vincula entonces, estrechamente con la visión que cada uno tiene del mundo y de sí mismo,
por lo tanto, ante un mismo texto, no podemos pretender una interpretación única y objetiva.

Por otra parte, para desarrollar la capacidad Inferencial de los estudiantes es necesario
formularles diversas preguntas y emplear estrategias tales como el empleo de textos
pequeños donde ellos descubran información que no está escrita. Por ejemplo, presentarles
una pequeña descripción para que descubran de qué trata el texto.

En conclusión, aquellos textos que nos resultan más relevantes, son los que aportan más
conocimientos. Pero, entre dos textos que aportan igual conocimiento, será más relevante el
que exija menos esfuerzo y procesamiento. Comprender mejor el texto exige un esfuerzo
continuo y, para ello, debemos asociar esa información con otras previas y extraer la mayor
cantidad de inferencias posible para complementar los detalles que aparecen en él.

Si un hombre de negocios dice No tengo saldo, seguramente todos


entenderemos que ya no hay dinero en su cuenta bancaria, que está arruinado, y quizá que
está pidiendo dinero, trabajo o cualquier otro tipo de ayuda para salir de la crisis. Si quien
pronuncia la misma frase es una adolescente, todos entenderemos que lo que quiere decir es
que no tiene ya crédito en su teléfono móvil, que no puede realizar llamadas desde él, y quizá
que está pidiendo dinero para recargarlo o se está justificando ante sus padres por no haber
podido llamarles… En estos dos casos, una misma frase puede vehicular contenidos muy
diferentes, con intenciones comunicativas también muy diferentes. La razón de que esto sea
así es que la información codificada lingüísticamente no agota, ni mucho menos, el conjunto
de contenidos que el hablante quiere comunicar: los enunciados lingüísticos no transmiten la
totalidad de estos contenidos, sino que son simplemente indicios de la intención comunicativa
del hablante. Desde el punto de vista de la comprensión, resulta claro que la interpretación de
un enunciado no es simplemente una cuestión de descodificación: no basta con conocer a la
perfección las reglas gramaticales de una lengua, ni con conocer las acepciones de las palabras
que forman un enunciado para poder decir que se ha interpretado adecuadamente. En el
ejemplo anterior, las relaciones gramaticales son las mismas y las palabras utilizadas se
emplean con el mismo significado. Y, sin embargo, la interpretación que obtenemos es bien
diferente. La razón es que, además de descifrar correctamente el contenido codificado, es
necesario integrar la información proporcionada por medios lingüísticos con otra información
contextual (y, por tanto, extralingüística) para obtener una interpretación en la que todos los
elementos que configuran el acto comunicativo sean tenidos en cuenta. El proceso por el que
se lleva a cabo esta integración de informaciones procedentes de fuentes diversas puede
caracterizarse como un proceso inferencial, en el que a partir de la combinación de unas
premisas, se obtiene una conclusión. Sólo cuando integramos el enunciado con un dato
contextual como la identidad del emisor (¿hombre de negocios o adolescente?) estamos en
condiciones de elaborar inferencialmente una interpretación del enunciado. 7 Estos hechos
ponen de relieve, pues, que la comunicación no es simplemente un proceso de codificación y
descodificación del que se puede dar cuenta por medio de reglas como las que describe la
Gramática; en la comunicación verbal, este proceso se da, pero no es el único: en paralelo se
da también un proceso de producción y de interpretación de indicios, cuyas propiedades debe
caracterizar la Pragmática. El proceso básico y fundamental es este segundo, que engloba al
primero. Comunicarse es, pues, participar en una forma de comportamiento determinado por
pautas relativamente estables y sistemáticas; pero estas pautas no son sólo de naturaleza
gramatical, sino también de naturaleza pragmática.

La naturalidad del intercambio muestra que nuestra actividad comunicativa está


sometida a otras pautas que van más allá no sólo de las que regu- lan la buena formación de
las estructuras gramaticales, sino también de las que gobiernan la pura y simple transmisión
eficaz de información. Lo que parece evidente de entrada es que lo que se comunica, en cierto
sentido, va más allá de lo que se dice literalmente

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