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LAPAGINATRAGICA | ; DELA GUERRA Diciembre de 1975. Précio : $ 1,50. Aéreo $ 2.- LASER NO 17. RT lasers de a guoraen oeny, jee de comendos, que pudo cambiar asters tn botas de ls Arden, Su figura tn epetads como lade Rom: mel y no se le siguié ningiin proceso porque 8 integralmente las leyes de Ia guerra. TS PT ATT \ Después de protagonizar lag mas electrizantes aventuras de su époea, Skorzeny fallecio de cincer broigatial a los 67 afios de edad, radieado tranquilamente en Espata, donde diriaia una praspera empresa comercial. Na die, ni él mismo siquiera, hubiera pensado que este hombre iba a morir de muerte natural, en su cama, En agosto de 1943, Hitler le encargo la mision més inverosimit de su carrera: rescatar a Mussolini de su invuinerable presidio en el Gran Sus $0. Para estudiar bien el terreno, Skorzeny volo a bordo de un He-111 por fos alrededores de la prision. Y para demostrar que su existencia estuvo mu thas veoes cara a cara con la muerte, arriesgando el pellejo en cada una de sus ‘misiones imposibles”, propias de una pelicula de suspenso, v Por el mismo, uno de esns tantos episodine eamos, escrito cats a oe» pete ee eee i, ee Le eee eS Foal fabel is wisrs para go seorcat eon enue abate oe ee am aranen Vel eceee maar Fe eet oe toc anne cpomcone- Me cncorabe” onde He ee ee re rae oem eee enon sige ios ee = iAlarmal Son cazas_ ingleses ! Nuestepiloto volo en smiciaulo. Yo me spreuré pone ° spe aver logue deo sobre boton-dhsparador dela smetraladra, esperé av edn Precis que ol ton va a su anterior ruta, cuando me di suenta gue Sanames eayende en pceda Me vol’ y contampie el angistiado roste de ra voWer ean 8 po tuesto pilots, que hacia desexperedosexusrzos pa Seton horizons Una rp eos me bast pra darme ora a elmo tor uquiedo dl aparto no fancola, Sequimos bsjando vertainesamente Ns podlamos pensar en lanzarmos con paracaldes, Lo io gue of Por a taver fe! —iAgerase! ‘ is manor sobre dos aside. Insitvamente are con furs : ros dl canoe to's onto, Cast nmoditement chocamos conta ar et ae Isat delcomandante SS 080 SKOT2OY,slbicade de peligros y de eee ‘audaces, un verdadero “James Bond” de la guerra (age ete do estatur), ojo anus, los norteanerce 2 \(Cara—cortada) por une enorme cicatrir que intro on uno do su fresuemes dose eq Muy alto not le habian apodado Scarface le Hegaba de la oreja a la boca, diantiles 4 Ue so Ga torah Nacido el 12 de junio de 1908 en Viena (Austria), Otto Skorze- ny tuvo una infancia pobre y austera. Eran los afios duros después de la Tera. Guerra Mundial, cuando Alemania habia quedado destruida, viviendo una te: rrible depresién econdmica. Probé por primere vez la mantequilla a los 15 aos de edad, poco antes de ingresar a la Universidad de Viena para seguir la ‘carrera de ingeniero. En estos centros de estudio se conservaba todavia la costumbre los duelos a espada entre los alumnos. Skorzeny, bueno para la cerveza y A aguardiente, pero acostumbrado a una existeneta de privaciones materiales, con gran sentido de la disciplina, tomé parte muy pronto en estas peleas de juventud, ‘Su primer duelo a espada fue memorable. Tenia 18 afios, y lore cordé de esta maner El afio 1926 me hice miembro de un “clan” juvenil, lo que ‘me proporcioné la ocasin de tratar a los que se denominaban “hermanos de grupo”. La amistad que entablé con ellos. segui ‘conservandola hasta mucho tipo después de pasada mi época de estudiante, En aquel entonces éramos, simplemente, muchachos que no teniamos més remedio que educarnos como hombres enteros, dis- uestos a enfrentarnos con la lucha por la vida. Los excesos estudiantiles, tales como el aleoholismo y el Juego, tan fustigados y comentados en las peliculas, en mi-poca de estudiane formaban parte del pasado, a Tgnoro el nombre del periodista que me dio el apodo de “scarface”. No le guardo rencor alguno, a pesar de que su for- ‘ma de apelarme me recuerde las aventuras del Iejano Oeste, los 5 tiempos de héroes como Cooper, o Ia idea romantica que et vul- go se ha formado sobre los “gangsters” de Chicago, considera- dos en su época poco menos que como reyes. Puedo afirmar formalmente que las cicatrices de mi rostro no son consecuencias de duelos a cuchillo sostenidos en los am- bientes de los bajos fondos. Me las “‘gané”, diciéndolo de una forma simplista, de un modo “honrado”. No ignoro que Ia antigua costumbre, alemana y austriaca, de los duelos a espadas entre estudiantes se considera en algu- nos paises como’ una salvajada. También sé que dichos duelos —que todavia se sostienen en algunos paises latinos, entre efreu- Jos militares y universitarios—, no pueden ser comprendidos por fa mentalidad de otros paises. Sin embargo, quiero explicar el “porque” de esta costumbre y “romper una lanza” por dichos duelos. Es natural que se critique esta costumbre si se considera’ equivocadamente que se trata de un privilegio de clase, que, como tal, contribuye a fomentar una diferencia entre las distintas clases. Algunas criticas extranjeras se han apoyado en este as- pecto de los duelos Considero yusto, también, que muchas de Jas costumbres estudiantes fueran consideradas como superadas y pasadas de moda. A pesar de ello, era de vital importancia que las refor~ mas fueran introduciéndose paulatinamente y no de una forma Drutal, tal y como sucedié en e! ZIT Reich, ya que la antigua costumbre de los duclos estudianitles no perjudicaba a nadie y podia scr considerada, en cierto modo, como un apoyo de la fuerza conservadora de nuestro Estado, El duelo a espada era, sencillamente, un medio educative ¥ ‘como tal fue ejercido durante mucho tiempo. Combatiamos ba sdindonos en fa idea de medir nuestras fuerzas, nuestra destFezay no siendo, por tanto, considerado como una vergiienza ser her por nuestro adversario, No obstante, aquel que intentaba evitar la herida desviando la cabeza era sancionado. Todos aquellos que consideran que el “boxeo” es una sustit-ién de aquellos duelos, Tropas de salto clomanas realizado ejercieios a aterrizaje en plancadiores Skorzeny ¥ cn grupo de camaradas estudiantes de Viens poram der pues de tno de los duelos. £1 mismo Skorzeny muestra la cietre tn su ila izquierda, por ta cual los americanos le px 1 ib 5 rola i americanos le pusieron el nombre de Scarface” (cara cortada) al tombre que se corvitio en el mis. famoan de Europa durant lll Guerra Mure estan completamente equivocados. El tmico motivo de nuestras Juchas era el tratar de conseguir un dominio completo sobre nues- tros cuerpos y nervios. Estibamos obligados a luchar en actitud ofensiva, prohibiéndosenos adoptar una postura defensiva. Esto, es tible, tenia un sentido digno de elogio Todo homore que vive y piensa pasiamente, no Hlegara nun- ca realizar grandes cosas. Cualquier clase de vida requiere un ‘minimo de actividad. Y la actividad es Ia tinica que puede dar- 1n0$ resultados positivos. El hombre activo consigue desarrollar ‘st petsonalidad de una manera mas completa; y Ia suma de sus actos acabaré. dindole unos resultados que, no cabe Ja menor duda, le favorecerin, Desde jévenes se nos educé para que nos inspirisemos en ichos principios, y me_siento reconocido de que asi fuera. La educacién que recibi me ha permitido tener el completo dominio de mis nervios en muchas ocasiones que asi lo requerian ‘me dio la capacidad de enfrentarme friamente con toda clase de peligros. En el transcurso de mi vida me he visto obligado a encajar un elevado mimero de golpes, tanto morales como fisicos; ero nunca me descorazoné y, cada vez, luché con nuevos brios. Nunca podré olvidar los sentimientos que surgieron en mi du- rante mi primer duelo, sostenido en febrero de 1927. Los diversos movimientos del cuello y del brazo que en accién protegen nes ‘ro cuerpo de posibles heridas aceleraban los latidos de nuestro corazén de una manera vertiginosa. En tal momento, incluso, nos parece irreal la presencia de nuestro adversario; nos limitamos a ‘concentrarnos y estar alerta partvitar el ataque siguiente, El olor de los medicamentos preparados por los médicos de ambos contendientes penetra en nosotros a través de las fosas nasales y queda ya ligado para siempre al recuerdo de todos nuestros duelos. A fuer de sincero debo admitir que tenia miedo de mi adver- sario, un miedo atroz. Pero me sentia observado por centenares de ojos de personas que querian cerciorarse de que sabia compor- tarme como un hombre. No me quedaba mis remedio que aguan- a tar, concentrarme en lo que hacia, evitar cualquier fallo, Carecia de careta que protegiera mi cara; ello me permitia observar cémo- damente a mi adyersario, que habia tomado asiento sobre un banco a unos ocho metros de donde yo me encontraba, ataviado igual que yo. Teniamos aproximadamente la misma eslatura, nuestras fuerzas se asemejaban. Los organizadores de mi primer duelo’ me hhablan elegido un adversario que poseia unas condiciones fisicas similares a las mias. Sin embargo, él ya habia combatido otra vez, ‘por Jo que tenia un tanto a su favor. ‘Sus amigos Je rodeaban de la misma manera que los mios se agrupaban a mi lado; le daban las instrucciones finales al igual ue ellos me las daban a mi: “Mantente derecho; hiergue los hombros, no te azares, no eches la cabeza hacia atrés si te hieren; procura dominar el dolor, puesto que muchos ya lo han hecho antes que ti...” ““;Buena suerte”, fue lo iltimo que dijeron mis amigos. Me coloqué en el lugar sefialado, Oi la voz de un camarada que decia: —Ruego haya silencio. Se inicia el duelo a espada. ‘Senti que mi corazén latia aceleradamente. Vi la cabeza de mi adversario como si estuviera envuelta en una neblina a través de mis lentes protectoras. Se dio la sefial reglamentaria; nuestros Drazos describieron un circulo sobre nuestras eabezas y ambos ata- ‘camos al mismo tiempo descargando nuestros primeros golpes. Las cespadas chocaban, se oia el chasquido de los aceros, que se amor- tiguaban cuando la espada tocaba uno de nuestro brazos. Es una sensacidn extrafia la que se siente al recibir el primer golpe. La primera excitacié. da paso a la tranquilidad y uno se siente dueiio absoluto de sutnervios. Se continia el combate pau- sadamente ;sélo se siente el fuerte latido del pulso promovido por ¢l esfuerzo que hace el brazo. ‘Los, minutos de lucha se cronometraban rigurosamente por nuestros auxiliares, La pausa se aprovechaba para curar nuestras pequefias heridas. En tales ocasiones llega un momento en el que ambos contrincantes piensan solamente una cosa: ““gCémo me estoy portando? ;Cudl sera el primero de los dos que recibe una herida de importancia?” Pero hasta tales pensamientos llegan a olyidarse en el trans- curso del combate : Creo que fue en el séptimo asalto euando, de pronto, noté un fuerte golpe en mi cabeza; me extrafid que la herida no me do- liera como habia esperado; sélo noté que un liguido caliente se deslizaba por mi cuero cabelludo, Me limité a pensar “Me ha tocado, Espero no haber movido la cabeza para esqui- var el golpe.”” Me senti completamente relajado y recordé os consejos que se me habian dado: “Debes luchar de una forma activa; ¢s preciso atacar ; no pue- des dejarte vencer por el miedo.” Pronto pude aprovechar un fallo de mi contrincante y también le hers Es casi increible lo que puede llegar a cansar un duelo que apenas dura media hora. Cuando transcurri4 el tiempo fiiado, no- tamos que los misculos de nuestro brazo estaban agarrotados ; nuestros cuerpos, cubiertos de sudor. ‘A continuacién se nos dejé al cuidado de los médicos que su- turaron nuestras heridas sin emplear anestesia alguna. Se hacia asi para educar Ia resistencia fisiea. Mi adversario habia recibido tres heridas; yo, solamente una. ~Mis camaradas se apresuraron a felicitarme. Pero, también, para no romper un precedente, me sefialaron los fallos y faltas en ‘que habia incurrido, Esto motivé que no me sintiera tan orgulloso de mi hazafia como me habia sentido pocos momentos antes; tuve ‘conciencia de 1o que me faltaba tod J: por aprender y de lo rmu- cho que debia de esforzarme en lo sucesivo. s En los tres afios siguientes sostuve trece duelos a espada“Eilo ‘me permite preguntar: zSe puede considerar extrano que mi ““tersa” cara se convirtiera con el tiempo en la “scarface” que ‘acompafia a mi persona en el dificil camino de la vida? Proclamo que estoy orgulloso de que mis heridas sean conse- cenencia de duelos estudiantles; de haber “dado la cara” volun tariamente;; de haber soportado estoicamente el dolor y de haber sahido comportarme en todo momento con dignidad OE alee) Cuando estallé la guerra, en 1939, el ingeniero de 31 afios, Otto Skorzeny, se present6 voluntariamente a las filas. Abandoné un lucrative né gocio que tenia en Viena y se ofrecié como piloto de la famosa Luftwaffe. Sabia conducir pequefios aviones civiles, por lo que confiaba iba a ser admiti- do en la Fuerza Aérea de Hitler. Pero, después de 5 moses de adiostramiento, le comunicaron que era demasiado “viejo” para convertirse en aviador de ‘guerra Entonces, sin dejarse abatir, se present como postulante de la ‘nueva guardia personal de Hitler, le Leibstandarte SS, donde, después de su- {rir unas pruebas durisimas, logro conseguir un puesto. Eran solo 12 los hom- bres elogides para dicha socci6n Su cardcter fuerte hizo que durara poco tiempo alli. Entonces, ‘como oficial de ingenieros que era, y con la mision de mantener en servicio los carros blindados del Ejército alemén, tomé parte en las campafias de Ru- mania y de Hungria, como asi también en ta invasion a Rusia, durante el ve- rano de 1941. Después de 6 meses en p! frente, donde intervino en muchas acciones de guerra, el oficial SS fue aevuelto a Berlin para hacerse cargo de unos nuevos “servicios especiales”, es decir, preparar un cuerpo de comandos, de hombres elegidos, capaces de cumplir las misiones mas peligrosas. Estaba naciondo asi el Otto Skorzony do la leyenda, La operacion més arriesgada e increible de la 2da. Guerra Mun: dial fue el rescate del dictador italiano Benito Mussolini aliado de Alemania, que fue arrestado el 24 de julio de 1943 por orden de! Rey Victor Manuel. E! "Duce" estaba encerrado en un recinto seereto, cerca del Gran Sasso, una estacion de invierno a 1.226 metros de altura, en los Apeninos, ECOmo resca- tarlo de ese reducto impenetrable? Habia un solo hombre en Alemania capaz de semejante proeza, y él mismo conto asf esta verdadera odisea dal siglo XX. u ITALIA Via capula & woot 1963 ‘Mapa que indica la ruta del rescate de Mussolini por Skorzeny. oa enrol sa ae) staba plantado delante mio. Su altura no sobrepasa Y 80 le nota un poco cargado de espaldas. A medida que me ha bla, se va animando més. Sus gestos son breves y contenides y, no obstante, emana de ellos un enorme poder de sugestin, ~ Tengo para usted una mision de la solini; mi amigo, nuestro fiel compafiero de lucha, ha sido traicionado por su Roy y arrestado por sus propios compatriotas. Yo no puedo ni debo abando- nar, en este momento de peligro, al més grande de todos los italianos. Para Duce representa la personificacion del Gltimo César romano. Pero lo mas gi ve es esto: Italia se pasard sin duda al campo enemigo, y por exo Mussolini tiene que ser salvado a toda costa, lo mas répido posi lo. Yo te encargo, entonces, esta mision, cuyo éxito final serd de une trascen- dencia incalculable para el desarrollo de las futuras operaciones militares. Si, como yo le pido, usted no retrocede ante ningiin riesgo con tal de lograr la ‘meta fijada, todo saldra bien. iEstoy seguro! Se interrumpié, como para dominar la emocién que se apoderaba do su vor, ~ Todavia nos queda un detalle esencial —prosigue Hitler Tie- ‘Re que consorvar el secreto més estricto. Aparte de usted mismo, solamenta 5 personas conocen nuestro plan. Usted soré destinado a la Fuerza Aérea, be jo fas Grdenes del general Student, que ya esté al corriente de todo esto. Us ‘ted tratara con é! personalmente todos los detalles. Espero que muy pronto @8t6 en condiciones de darme buenas nvticias. iLe deseo suertel Las palabras de! Fuhrer me parecen tan persuasivas que, por el momento, no tengo la menor duda de que la émpresa saldré bien, Sus frases tienen un acento cilido, emocionante, especialmente cuando evoca la lealtad inquobrantable de su amigo italiano, Yo estoy completamente entusiasmado, Un vigoroso apretén de manos termina nuestra entrevista. Duren: ‘@ e508 minutos —que a mi me parecieron muy largos— la mirade del Fuhrer ‘80 ha dejado un instante de escrutar la expresion de mis ojos. Aun cuando, hhabiertdo dado media vuelta, me dirijo hacia la puerta, tengo la impresion que Hitler me sigue mirando. 3 En el momento de salir, saludo una vez més con el brazo en alto. ‘Afuera, me espera el ayudante, Mientras me conduce hacia la Casa de Té, es ‘toy pentendo fijamente en la grandiosa mision que acaban de encargerme. Trato de recordar e! color de los ojos del Fuhrer. {Grises? Café? Cosa cu riosa, soy incapaz de acordarme con precision de ese deta. Por el contrario, siento todavia sobre mi aquella mirada, de una fuerza casi insostenible, pare: ida a la de un hipnotizador. = El general Student lo espera en el despacho, mi capitén Hemos llegado répido a nuestro destino. El general me recibe on una pequefia oficine. Es un hombre jovial, un poco gordo. Cuando se cierra la puerta detrés de mi, me doy cuenta que hay una torcera persona alli dentro. ‘Nada menos que el propio Himmler, jefe supremo de la SS! Los rasgos de su cara, inmaviles, no dejan traslucir el menor pensamiento, Himmler comienza a comentar los sucesos de Italia, calificendo a “algunos personajes de traidores, a otros de demasiado débiles, o de no simpa- tizar con el fascismo. Siguiendo una vieja costumbre mia, saco de mi botsllo papel y lépiz para tomar nota de algunos nombres que me eran desconocidos. {Al verme, Himmler me apostrofa violentamente: — Esta loco? iEstas cosas deben permanecer secretas, y si qui re grabarse algo, debe solamente meimorizarlol. CEntendié? Un poco sorprendido, guardo nuevamente mi lapicor pbieza bien” pensé. Tendré mucha suerte si, en el remolino de aquel do recordar 5 6 6 nombres de todos los que me ha citado. — La defeccion de Italia es segura —prosigue Himmler Li cs saber cuando se producira. Puede ser mafiana mismo. Ya hemos de- 10s en conversaciones secretas con los “Esto om: pues ogni teetado, en Portugal, a agentes ital Aliados. Nuevamente 61 mencioné~ymbres, localidades. Luego, se dedica ‘a conversar con el general Student acerca de cuestiones que no me concier- ‘nen. Es entonces cuando pido permiso para llamar por teléfono @ Berl iSiempre esos malditos cigarrillos! Usted no puede estar unas horas sin fumar. Ya veo que no es el hombre indicado pars este’ misién, Decididamente Himmler, mi méximo superior, ne me quiere mu. cho itré a decirle al Fuhrer que me cambie de destino? Apage él cgariito ‘on el pie y excucho al ayudante que me dice, como consuelo 1“ — No se preocupe demasiado, mi capitén, El Reichsfubrer reta a ‘todo el mundo, y un minuto después ya ni se aouerda, Un poco més sosegado, vuelvo a entrar al despacho del general rsa ISA Pocos minutos después, ya hemos ultimado los primeros detalles n. All dia siguiente deberé volar, con el general Student, hacia Ro- ‘ma, Oficialmente, seré su ayudante de campo. Al mismo tiempo, 50 hombres de mis “fuerzas especiales”, partirin desde un serddromo de Berlin para el sur de Francia y, de alli, dirigise @ Roma junto con la primera division aero- transportada que debera tomar posiciones en el frente italiano. = Por lo demés, ya veremos lo que hay que hacer en el terreno rmismo— concluye el general Durante 3 semanas tratamos en vano de descubrir el lugar exacto donde Badoglio tiene encerrado a Mussolini, Ni una sola pista, ni un indicio siquiera. Finalmente, y recurriendo nuestros espias més arriesgados, cree ‘mos que el lider italiano se encuentra en un hotel situado en las faldas del Gran Sasso. ‘Ahora hace falta conseguirnos mapas detallados de la region. cho hotel, de construccién reciente, no figura en ninguna carta, por lo «ue 1nos verios obligados a sacar fotos aéreas. El general Student pone a mi dispo: sioidn un avién equipado con cémarasticogrifica y, Ja mafiana del 8 de. sep tiembre, despegamos de Pratica di Mare, cerca de Roma, acompafiados del ceapitin Rad -mi amigo de la universidad- y de un oficial de inteligencia, Teniendo que ocultar 8 los italianos el verdadero motive de nues: ‘ra operacion, convenimos en cruzar el macizo de los Abruzzos a 5,000 me. ‘ros de altura. Ni siquiera ol piloto esti en nuestro secrete: le decimos que va ‘mos a sacar fotos de algunos puertos en el Adriético Cuando nos encontramos 2 cerca de 30 kilémetros del Gran ‘Sasso, hacemos algunas fotos de prueba, con la camara instalada en la panza del avid. Comprobamos, con pesar, que el hielo bloquea ol mecanismo: el ‘aparato es inutilizable, 15 12 de.teptiembre de 1943 : Wego det aterrizaje en ta explanada det Gran Sasso, un grupo de peracaidistas de la compara comandada por fl primer teniente Von Berlepsch se prepara para la acciém del rescate de Mussolini Felizmente hemos llevado una cémara portal, y de ella tenemos que user, mal o bien, Empezamos a sentir frio, ya que solamente llevabamos puesto el ligero uniforme del Cuerpo Expedicionario de Africa, Como no es posible abrir completamente la gran cabina de vidrio ‘ratera, durante el yuelo, tenemos que sacar la eabeza, hombros y manos por luna abertura lateral, afin de poder fotografia algo. Jamés pensé que el aire de afuera estuviera tan helado. Me golped tun viento polar, mientras Radi me sujetaba desde adentro las piernas. Pude di- visar, a través de la mirilla de la cémara, grandes rocas grises, algunas cumbres rnevadas, y una gran explanada: era el hotel, nuestro objetivo, un edificio ma- cizo e imponente, Tomo Ia primera foto y, con la mano izquierda, trato de correr la manila para dar paso a Is segunda. Siento los dedos completamente agarro- tados por el frio. Aleanzo a sacar tres fotos y luego, con una sacudida nerviosa de le aviso a Radi que ya es tiempo de metorme nuevamente dentro del ai Pasan varios minutos antes que pueda reaccionar: por poco me ongelo. Me miro al espejo y me veo completamente azul — Al primero que me hable del hermoso sol italiano, le rompo la ‘cara ~aleanzo a comentar. Esa misma noche analizamos con calma las fotografias que he ‘mos tomado, mientras nos llegan informes alarmantes. Si no actuamos répido, posible que las tropas alemanas en Italia sean derrotadas y el pais se pate al bbando contrario, Una cuestién de vida o muerte. tie ee PERAD Una operacién por tierra, para tomarnos el hotel del Gran Sass Y regresar con Mussolini, es impracticable. Un ataque militar por las laderas ‘montafiosas nos reportaria pérdidas enormes y dariamos tiempo a los carabi- eros para esconder al Duce en otro sitio. v7 Solamente nos quedan dos recursos; ataque con paracaidistas, 0 tun aterrizaje de avidn-planeador cerca del hotel. Después dé muchas discu ~ siones, optamos por el segundo, [Al estudiar el plan de accién para rescatar @ Mussolini de su s6ll do hotel en la montafta, caimos en un detalle: debido a la atmésfera enrare: dda de esas alturas, haria falta, para evitar un descenso demasiado répido, pars: ‘caidas especiales que no disponfamos. Ademés, previ un descenso muy dis sado de los hombres en razén del terreno accidentado, de manera que una ‘operacién répida, llevaba a cabo en formacién .corrada, sorfa imposible. Solamonte resultaba viable el aterrizaje de varios planeadores. Pe 16,

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