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Visión de España
En 1911, Huntington encomendó a Joaquín Sorolla (1863-1923) un encargo muy especial que le ocupó
los últimos años de su vida: la decoración de una gran estancia rectangular con una serie de paneles,
que ilustrarían las distintas regiones de España, captando su peculiar carácter a través de sus
paisajes y sus gentes.
El resultado fue la sala que hoy conocemos con el nombre de Sorolla, ornamentada con catorce paneles
de gran formato pintados al óleo y montada póstumamente en 1926. Esta serie, que Sorolla empezó a
esbozar en 1911, quedó concluida en 1919 y su ejecución llevó al artista a viajar por toda España,
pintando y tomando apuntes durante los ocho años que duró la creación del trabajo.
Las obras, que es la primera vez que salen de su emplazamiento original, han sido restauradas para la
ocasión por un equipo de expertos conjunto entre Bancaja y la Hispanic Society. La colocación de los
cuadros es muy distinta a la que han tenido en la sala de la Hispanic Society de Nueva York. En la
exposición "Sorolla. Visión de España" las obras están a una altura mucho más baja, lo que permite
resaltar la grandiosidad, el color y la proporción de las mismas.
En total, una obra colosal que ocupó los últimos años de su vida activa; él mismo la consideró «la obra
de su vida», llamándola exactamente con ese nombre en distintos escritos que se conservan. El juicio
sobre el conjunto que constituye la exposición organizada por Bancaja es que se trata no sólo de la
obra más importante de Sorolla, sino también de uno de los más importantes conjuntos pictóricos de
todo el siglo XX.
Castilla. La fiesta del pan
1913
Ésta es la más grande y la más planificada de las obras de la exposición. A diferencia de las otras, en las que
pinta una particularidad curiosa de cada región, aquí lo mezcla todo, completando así una amalgama de
personajes y motivos a los que Sorolla dio muchas vueltas. Para “su” Castilla, el pintor tomó los modelos al
natural pero terminó la composición en su estudio de Madrid.
Óleo sobre lienzo; 351 x 1392 cm.
Sevilla. Semana Santa:
Los Nazarenos
1914
Esta obra describe una típica escena andaluza, en la que se aprecia un grupo de mayorales, dos delante de dos
toros y otros tres al fondo, que conducen reses bravas a través de un camino rural, paraje de pitas y
chumberas, que bordea el camino de tierra y las vías del ferrocarril. Se aprecia cómo cada zona de color fue
motivo de juego para el pintor, destacando el blanco sorollesco.
Óleo sobre lienzo; 351 x 762 cm
Sevilla. El baile (La Cruz de Mayo)
1914-1915
Para realizar la obra 'Sevilla. El baile', Sorolla ejecuta varios estudios y bocetos. El resultado es una escena
típicamente española llena de color, luz y movimiento que, junto con el cuadro de Valencia y el de Los Toreros
de Sevilla, refleja las obras más españolas de esta colección.
Óleo sobre lienzo; 351 x 302,5 cm.
Sevilla. Los toreros
1915
A Sorolla le pareció tan hermoso el puerto de Barcelona que lo eligió como motivo de su cuadro. Si bien, más tarde
decidió dar prioridad al pescado, pero cambiando de escenario, trasladándose hasta Santa Cristina, en Lloret de Mar.
En El pescado vuelve a surgir el típico eje cromático sorollista blanco-azul, pero con más fuerza que antes: el blanco
sigue una línea quebrada a través de las ropas de las mujeres, desde la izquierda hasta la camisa de la mujer del
centro de la composición.
Óleo sobre lienzo; 351 x 485 cm.
Valencia. Las grupas
1916
Ayamonte le parecía a Sorolla exacto de color y construcciones, por eso eligió esta región. En La pesca del atún, un
panel de casi cinco metros de longitud, hay una íntima imbricación entre el paisaje y las figuras de los pescadores.
Surge de nuevo el blanco y el azul organizando cromáticamente la composición, acompañado por la potencia del toldo
amarillo, cuyos reflejos se extienden a través de todos los elementos. Se suma el rojo de la sangre de los pescados y
el conjunto de brochazos grandes entre los que vuelve a resaltar el brillo del blanco.
Óleo sobre lienzo; 349 x 485 cm
Visión de España, regresó a Valencia en septiembre
de 2009 y permaneció expuesta hasta el 12 de
octubre de ese año, en que salió definitivamente de
España con destino a Nueva York, su sede
permanente. Antes, los 14 lienzos del pintor
valenciano recorrieron cinco ciudades españolas.
La gira de la exposición comenzó en Sevilla, del 22
de abril al 29 de junio en el Museo de Bellas Artes,
para trasladarse a Málaga, en cuyo Museo Municipal
se pudo ver del 18 de julio al 21 de septiembre.
Posteriormente viajaron al MNAC de Barcelona, del 16 de octubre hasta el 11 de enero de 2009, pasaron por el
Museo de Bellas Artes de Bilbao, del 2 de febrero al 12 de abril, y tuvieron un final de lujo de su periplo en el
Museo del Prado de Madrid del 7 de mayo al 26 de julio.