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James Allen

BIOGRAFIA:

James Allen (1864-1912) nacido en Leicester, Inglaterra, el 28 de noviembre de 1864 es un escritor


misterioso y poco conocido en el mundo literario.

Aunque sus obras han influenciado a millones de personas, hoy permanece casi desconocido y
ninguno de sus diecinueve libros da pistas sobre su vida, excepto para hablar de su lugar de
residencia, Ilfracombe en Inglaterra.

Su nombre no se puede encontrar en ninguna obra importante de consulta. Ni siquiera la


Biblioteca del Congreso o el Museo Británico contienen muchos datos acerca de él.

Tras perder su padre el negocio familiar, éste emigró a los Estados Unidos en 1879, pero fue
asesinado antes de poder reunir a su familia en América. James Allen tuvo que abandonar la
escuela a los quince años, trabajando en empleos administrativos hasta 1902, cuando decidió
dedicar todo su tiempo a la escritura.

Lamentablemente, la carrera literaria de Allen fue muy corta, hasta su muerte en 1912. Durante
ese período escribió diecinueve libros que contienen un torrente de ideas para inspirar a las
generaciones futuras. La característica principal de su obra es el intentar demostrar que el poder
del pensamiento influye para lograr la felicidad.

Poco después de terminar su primer libro, Allen se mudó a Ilfracombe, en la costa suroeste de
Inglaterra. La pequeña ciudad con sus hoteles, su paseo marítimo victoriano y onduladas colinas le
ofreció la tranquila atmósfera que necesitaba para proseguir sus estudios filosóficos.

Como un hombre piensa fue su segundo libro. A pesar de su posterior popularidad y siendo el libro
que mejor encarna su pensamiento, lo consideró una obra menor y su esposa Lily tuvo que
persuadirle para que lo publicara.

Su filosofía posterior fue muy influenciada por el hecho de que el protestantismo liberal descartó
el dogma de que el hombre es pecaminoso por naturaleza, substituyéndolo por la idea optimista
de la creencia en la bondad innata de éste.

Para Allen este cambio de doctrina fue la la mayor revolución del siglo XIX y lo consideró parte de
un movimiento parcial de reconciliación entre la ciencia y la religión después de la publicación de
El Origen de las Especies por Darwin. En efecto, este escribió que la cumbre de la cultura moral se
alcanza cuando llegamos a reconocer que debemos controlar nuestros pensamientos.

También amalgamó ideas budistas, al considerar que lo que somos es el resultado de nuestros
pensamientos. En la visión de Allen, el hombre es el suma de cómo piensa y siente en su corazón.
Insistió en el poder de la persona para formar su carácter y crear su propia felicidad: el
pensamiento y el carácter son uno y nos enriquecemos espiritualmente cuando somos conscientes
de la unidad del todo, conocemos el poder de la meditación y experimentamos nuestro
parentesco con la naturaleza. Es decir, hoy estamos donde nuestros pensamientos nos han
llevado, y nosotros somos los arquitectos - para bien o para mal - de nuestro futuro.

Obras recomendadas

 Como un hombre piensa


 Entrada en el Reino
 De la pobreza al poder
 El dominio de destino
 El camino de la prosperidad
 Por encima de la agitación de la vida
 Todas estas cosas juntas
 Ocho pilares de la prosperidad
 La vida triunfante
 La luz en las dificultades de la vida
 Meditaciones
 Por la mañana y por la noche
 A través de la Puerta del Bien

La verdadera felicidad. (resumen)

No podemos alterar las cosas físicas, disponer de los demás según nuestros gustos ni tampoco
ajustar el mundo a nuestros deseos, pero si podemos alterar las cosas interiores -nuestros deseos,
pasiones y pensamientos-, podemos conformar nuestro afecto por los demás, y podemos moldear
el mundo interior de nuestra mente para que se ajuste a la sabiduría, y además conciliarlo con el
mundo exterior de los hombres y las cosas.

No podemos evitar el desconcierto del mundo, pero si vencer las turbaciones de la mente. Las
obligaciones y las dificultades de la vida reclaman nuestra atención, pero podemos imponernos a
la ansiedad que conllevan. Aunque nos rodee el estruendo, podemos tener callada la mente,
aunque este envuelto en responsabilidades, el corazón puede descansar, en pleno combate,
podemos conocer la paz perdurable.

Los veinte textos que componen este libro, por inconexos que puedan parecer en la letra, se
armonizan en su espíritu, pues dirigen al lector hacia esas cumbres del autoconocimiento y la auto
conquista que, irguiéndose sobre la vorágine del mundo, se elevan hasta donde reina el Silencio
Celestial.

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