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Signo lingüístico

Unidad lingüística que permite representar


completamente un evento comunicativo
en sus propios términos

El signo lingüístico es una unidad


lingüística que puede ser percibida por el
ser humano mediante los sentidos y que
permite representar completamente un
evento comunicativo en sus propios
términos. Es una construcción social que
funciona dentro de un sistema lingüístico
y que pone un "elemento" en lugar de otro.
Como sistema, tiene la capacidad de
aplicarse a sí mismo y de explicar los
demás sistemas de signos; pero es
importante advertir que en la lingüística y
en la semiótica la teoría define al objeto, y
por lo tanto el signo es consecuencia de
una perspectiva teórica.

El signo lingüístico fue abordado por dos


autores diferentes, por un lado Ferdinand
de Saussure y por el otro Charles Sanders
Peirce, quienes a finales del siglo XIX
desarrollaron sus estudios en los cuales
abordaron un mismo fenómeno: el signo,
pero desde diferentes perspectivas:
Saussure utiliza una perspectiva
lingüística, mientras que la de Peirce es
lógico-pragmática. Y ambos sentaron las
bases de lo que hoy se conoce como la
"Teoría General de los Signos". Si se tiene
en cuenta al signo desde la perspectiva
del estudio de F. Saussure este establece
un signo biplánico: un significado, que es
el concepto; y un significante, que es la
imagen acústica.

El signo se puede definir como la


representación de la realidad. Saussure lo
demuestra con su teoría, debido a que
todo lo que es interpretado como
significado (concepto) se debe a algo de
la realidad, por eso se dice que el
significante es la huella psíquica que deja
en la mente. Esto hace posible que los
habitantes que hablan una sola lengua,
puedan tener una comunicación efectiva
al momento de expresar cualquier tema
que tenga relación con el contexto en el
que se vive, el receptor pueda entender de
que se está hablando. “La lengua es un
sistema en donde todos los términos son
solidarios y donde el valor de cada uno no
resulta más que de la presencia
simultánea de los otros.”[1] Ferdinand de
Saussure plantea el signo lingüístico
como un proceso mental en el cual el
significante y significado son biunívocos,
es decir, el signo es indivisible y tanto el
significante y significado no pueden ser
separados; a partir de esto, se dice que el
signo es como una moneda de dos caras.
El significado es un concepto, mientras
que el significante es una imagen
acústica. El concepto se encuentra en
nuestra mente, dependiendo del contexto
y de los referentes adquiridos. En cambio,
la imagen acústica no se limita al sonido
de la palabra, sino es la huella psíquica
que deja en nuestra mente. "El significante
lingüístico; en su esencia, de ningún modo
es fónico, es incorpóreo, constituido, no
por su sustancia material, sino
únicamente por las diferencias que
separan su imagen acústica de todas las
demás. Este principio es tan esencial, que
se aplica a todos los elementos materiales
de la lengua, incluidos los fonemas" [2] La
teoría propuesta por Saussure ha servido
como base para la creación de los
modelos de comunicación.

Para Saussure el signo lingüístico posee


características específicas:

La arbitrariedad del signo lingüístico:


hace referencia a que el signo es
arbitrario en el sentido que la unión
entre el significado y el significante es
inmotivada, es decir, convencional.
Arbitrario con relación al significado, ya
que el enlace que une el significado con
el significante es inmotivado, es decir,
no existe motivo o razón por el cual
exista una relación entre significante y
significado. Por ejemplo, en los
sinónimos (varios significantes y un
solo significado), las lenguas (español:
tiza, inglés: chalk), incluso en las
onomatopeyas (español: quiquiriquí,
francés: cocorico) y las exclamaciones
(español: ¡ay!, alemán: ¡au!).
Carácter lineal del significante: Los
elementos del significante lingüístico se
presentan uno tras otro formando una
cadena ya que el significante se
desenvuelve en el tiempo únicamente y
tiene los caracteres que toma de éste.[3]
El signo es lineal porque el significante
se desenvuelve sucesivamente en el
tiempo, es decir, no pueden ser
pronunciados en forma simultánea, sino
uno después del otro, en unidades
sucesivas que se producen linealmente
en el tiempo. Por ejemplo, ¡a-c-a-b-o-d-e-
ll-e-g-a-r!.

Por otra parte Saussure hace referencia al


concepto de “Mutabilidad e Inmutabilidad
del Signo”.[4] Lo que Saussure intenta
diferenciar, por un lado, es que la
Inmutabilidad se refiere a que un
significante es elegido libremente con
relación a la idea que representa pero
impuesto con relación a la comunidad
lingüística que lo usa. Por el otro, se
refiere a la Mutabilidad del signo, es decir,
a un cambio o alteración del mismo ya
que éste se continúa en el tiempo, la cual
siempre conduce a un desplazamiento de
la relación entre el significado y el
significante.

Principios del signo


lingüístico
El signo lingüístico posee las siguientes
características:[5]
Arbitrariedad. El lazo que une el
significante y el significado es arbitrario.
Saussure aclara que con «arbitrario»
quiere decir inmotivado: la idea de árbol
no está ligada por relación alguna con la
secuencia sonora á-r-b-o-l.
Linealidad del significante. El
significante se desarrolla en el tiempo:
constituye, pues, una línea temporal. En
oposición a los significantes visuales
(una fotografía por ejemplo), los
acústicos solo disponen de la línea del
tiempo: sus elementos se presetan unos
tras otros formando una cadena. Al
pronunciar /árbol/, se emite un sonido
detrás de otro: á-r-b-o-l. La
representación escrita árbol proporciona
también un claro ejemplo: la sucesión
en el tiempo es sustituida por la línea
espacial de los signos gráficos.
Inmutabilidad y mutabilidad. Con
relación a la comunidad que lo utiliza, el
signo lingüístico es impuesto,
inmutable. Pero los signos lingüísticos
con el paso del tiempo pueden alterarse,
por lo cual es posible hablar, a la vez, de
inmutabilidad y mutabilidad del signo
lingüístico. Por ejemplo, en castellano
primitivo mecer significaba «menear»,
«agitar», «encogerse de hombros»; en la
actualidad, el significado de este
término se ha restringido a «mover
acompasadamente la cuna de los
niños».

Teoría de Peirce

Los tres componentes del signo según la perspectiva


de C. Peirce.

A diferencia de Saussure, a Charles S.


Peirce no le preocupaba el funcionamiento
de la lengua; su preocupación era más
general, ya que le interesaba cómo el ser
humano conoce la realidad.

Peirce definió al signo como:


«Un signo o representamen, es algo que,
para alguien, representa o se refiere a
algo en algún aspecto o carácter. Se
dirige a alguien, esto es, crea en la mente
de esa persona un signo equivalente, o,
tal vez, un signo más desarrollado. Este
signo creado es lo que yo llamo el
interpretante del primer signo. El signo
está en lugar de algo, su objeto. Esta en
lugar de ese objeto no en todos los
aspectos si no solo con referencia a una
suerte de idea, que a veces he llamado el
fundamento del representamen».[4]

Para Peirce, el signo es una entidad de


tres caras:[6]
Representamen: Es una cualidad
material que está en lugar de otra
cosa.[4]
Interpretante: Aclara lo que significa el
representamen y a su vez representa el
mismo objeto. Peirce distingue tres
interpretantes de un signo:
Interpretante Dinámico: se trata del
efecto particular que un signo
provoca en la mente de un
intérprete en una situación concreta
de enunciación, en un contexto
determinado de utilización.
Interpretante Inmediato: es
pensado como el concepto o
significado que comporta todo
signo, independientemente del
contexto y circunstancias de su
enunciación. Peirce afirma que se
trata de una abstracción y de una
posibilidad.
Interpretante Final: presupone a los
otros dos tipos de interpretantes.
Es el interpretante pensado como
un hábito que hace posible la
interpretación recurrente y estable
de un signo.
Objeto: Peirce hace hincapié en que
para que algo sea un signo, debe
representar a otra cosa, llamada su
objeto. Se referirá a los signos como si
tuvieran un único objeto, pero aclara que
un signo puede tener más de un objeto.
Distingue dos tipos de objeto:
Objeto Inmediato: (interior a la
semiosis) es el objeto tal como es
representado por el signo mismo,
cuyo ser es dependiente de la
representación de él en un signo.
Objeto Dinámico: (exterior a la
semiosis) es la realidad que por
algún medio arbitra la forma de
determinar el signo a su
representación.

Según Peirce es necesario que existan


tres condiciones para que algo sea un
signo:
El signo debe tener cualidades que
sirvan para distinguirlo.
El signo debe tener un objeto, aunque la
relación del representamen con el
objeto no basta para hacer de uno el
signo del otro; para ello se necesita un
interpretante.
La relación semiótica debe ser triádica:
comportar un representamen que debe
ser reconocido como el signo de un
objeto a través de un interpretante. La
semiosis, es el instrumento de
conocimiento de la realidad, y es
siempre para Peirce un proceso triádico
de inferencia mediante el cual a un
signo (llamado representamen) se le
atribuye un objeto a partir de otro signo
(llamado interpretante) que remite al
mismo objeto.

Peirce distingue también tres clases de


signos y los clasifica según cómo se
presente a sí mismo, cómo se relacione
con su objeto y cómo se relacione con su
interpretante. De esta manera los clasificó
en indicios, íconos y símbolos:

Índices: El signo guarda relación física


de causa-efecto o proximidad con el
objeto al cual representa, y son
espontáneos. Muestran algo sobre las
cosas por estar físicamente conectados
con ellas. Por ejemplo, el síntoma de
una enfermedad.
Iconos: Se dan cuando el signo se
parece al objeto representado. Sirven
para transmitir ideas de las cosas que
representan simplemente imitándolas.
Tiene la naturaleza de una apariencia y,
como tal, sólo existe en la conciencia.
Las representaciones artísticas
(escultura, pintura...) son un ejemplo,
pero las onomatopeyas, en el plano oral,
también.
Símbolos: Se dan cuando hay una
relación injustificada entre signo y
objeto, como resultado de la
conveniencia. El símbolo está
conectado con su objeto en virtud de la
idea de la mente que usa símbolos, sin
la cual no existiría tal conexión. Las
palabras, números, signos religiosos y
banderas, son, entre otros, algunos
ejemplos.

Véase también
Escritura acrofonética

Referencias
1. Saussure. Curso de lingüística general.
Alianza. p. 138.
2. Saussure. Curso de lingüística general.
Alianza. p. 148.
3. Peirce, Charles Sanders (1999). ¿Qué es
un signo?. Madrid: Traducción castellana de
Uxia Rivas.
4. Vitale, Alejandra (2001). El estudio de los
signos. Buenos Aires: Eudeba.
5. Arroyo Cantón, Carlos; Berlato Rodríguez,
Perla (2012). «La comunicación». En
Averbuj, Deborah. Lengua castellana y
Literatura. España: Oxford University Press.
p. 407. ISBN 9788467367966.
6. PEIRCE, C. S. (1987). Obra lógico-
semiótica. Madrid: Taurus.

Bibliografía
Vitale, Alejandra, El estudio de los
signos. Eudeba, Buenos Aires, 200s,
1999. (cap.1)
Peirce, Charles Sanders, “¿Qué es un
signo?, Traducción castellana de Uxia
Rivas, Madrid, 1999.
PEIRCE, C.S.; Obra lógico-semiótica.
Madrid, Taurus, 1987.
Saussure, Ferdinand de (1998); Curso de
lingüística general. Madrid: Editorial
Alanza
Reyna, Susana (1994); Manual de
redacción e investigación documental.
México: Editorial Trillas

Enlaces externos
Saussure y los fundamentos de la
lingüística

Obtenido de
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title=Signo_lingüístico&oldid=106663110»

Última edición hace 1 mes por Joan…

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