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IINSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO “DR. JOAQUÍN V.

GONZÁLEZ”
PROFESORADO EN LENGUA Y LITERATURA

SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA: CANON LITERARIO, CANON


ESCOLAR Y FORMACIÓN DEL GUSTO

Cátedra B TV: Lic. y Prof. Elisa Salzmann

Gustavo Favieri

E M I L Y D I C K I N S O N : U N A P O É T I C A
C E R E B R A L

Una de las dificultades que presenta leer a Emily Dickinson es el comprender el


inmenso trasfondo metafísico que ella construye a través de elementos muy concretos,
sólidos, y que irrumpe en medio de una aparente quietud cotidiana. Son frecuentes sus
reflexiones acerca de la muerte, la vida, la amistad, la naturaleza, y sobre un mundo en
el que ella misma se encuentra como espectadora. Notable es el extrañamiento de su
percepción del mundo: la particularización de una parte del cuerpo, no siempre como
sinécdoque, sino como la ampliación de aquella parte por sí misma. Una subjetiva
visión pero hecha objetiva a través de la descripción testimonial propia de una cronista:
explica las transformaciones hacia un estadio de trascendencia y elevación hacia lo
Divino. Pero surge otra dificultad: ¿Qué se presenta como Dios en sus poemas? Si bien
hay una epifanía reveladora, muy lejos está del misticismo. Evidentemente este Dios no
es exactamente un señor barbado que mora en su cielo sino más bien se trata de el
mismo razonamiento Humano, una comprensión suprema de la naturaleza del mundo
como un todo. Esta razón se materializa en ese órgano del pensamiento que es el
cerebro. No son pocas las menciones acerca de esta pieza del cuerpo que experimenta
transformaciones que lo llevan a su perfeccionamiento o, tal vez, a la locura. Por
ejemplo citaremos el poema 632, que comienza con el verso “El Cerebro – es más
amplio que el Cielo”.

[632]

The Brain – is wider than the Sky –


For – put them side by side –
The one the other will contain
With ease – and You – beside

The Brain is deeper than the sea –


For – hold them – Blue to Blue –

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E M I L Y D I C K I N S O N : U N A P O É T I C A C E R E B R A L

The one the other will absorb –


As Sponges – Buckets – do –

The Brain is just the weight of God –


For – Heft them – Pound for Pound –
And they will differ – if they do –
As Syllable from Sound –

c. 1862

El poema comienza describiendo propiedades físicas, medibles del cerebro: la


extensión, la profundidad y el peso. Su tono es enunciativo: “El cerebro es más amplio
que el cielo”. Mide esta extensión colocándolos juntos en el segundo verso, “colócalos
lado a lado”. El resultado de esta medición marca la superioridad del cerebro, no
solamente se mide una propiedad física sino todo el universo que dentro de él habita,
incluido el propio cielo. Se dice que los rincones inexplorados del mundo están en las
profundidades del abismo marino, incluso hoy luego de enviar cohetes a la Luna no es
posible acceder a estos lugares. Tal es su profundidad. En el verso siguiente, si tenemos
en cuenta esta propiedad del mar de poder sumergir cualquier cosa por grande que
parezca, plantea que el propio mar puede ser absorbido dentro del cerebro, como un
balde contiene a una esponja. En cuanto al peso, iguala al del cerebro con el de Dios. El
resultado esta vez no es claramente favorable para ninguno de los dos elementos
medidos. Libra por libra, darán casi lo mismo, excepto que tal vez pueda diferenciarse
Dios del cerebro o el cerebro de Dios como la sílaba del sonido. Esto es en la voluntad
que tiene la sílaba de la falta de ella que tiene el sonido. Se trata de una inteligencia
mayor en uno sobre el otro pero hay oscuridad en este verso sobre quién supera a quién.

A continuación, analizaremos el poema 280, que comienza con “Sentí un Funeral en


mi cerebro”:

[280]

I felt a Funeral, in my Brain,


And Mourners to and fro
Kept treading – treading – till it seemed
That Sense was breaking through –

And when they all were seated,


A Service, like a Drum –
Kept beating – beating – till I thought
My mind was going numb –
E M I L Y D I C K I N S O N : U N A P O É T I C A C E R E B R A L

And then I heard them lift a Box


And creak across my Soul
With those same Boots of Lead, again,
Then Space – began to toll,

As all the Heavens were a Bell,


And Being, but an Ear,
And I, and Silence, some strange Race,
Wrecked, solitary, here –

And then a Plank in Reason, broke,


And I dropped down, and down –
And hit a World, at every plunge,
And Finished knowing – then –

c. 1861

El poema comienza con la descripción de una experiencia. No de forma


melancólica, ni marcando con la palabra “funeral” el tono solemne de una pérdida. Más
bien el tono es similar al usado por un paciente que describe a su médico un síntoma de
algo que le ocurrió. Sí el poema anterior era similar a un discurso científico, este se
asemeja a una crónica de un proceso de transformación. Describe el funeral que sintió
pasar en su cerebro: los deudos pasan y pasan. La repetición de las palabras y los
sonidos dan una idea de una situación muy ruidosa. Sufre un funeral como una persona
podría sufrir un vecino ruidoso. No es su funeral, no es el funeral de un ser querido. Es
una ceremonia ajena pero que por su locación está obligada a soportar. El batir del
tambor y otra vez la repetición que marca la duración del evento que termina por acallar
su mente entre tanto ruido. La procesión continúa y al levantar el “cajón” este cruje a
través de su alma. La caminata con esos pesados pies calzados con botas le retumban
íntimamente. Todo el cielo se comporta como unas campana que repican en su ser, que
no puede ser otra cosa que una oreja que escucha todo. El yo del poema junto con el
silencio, una raza extraña a esa altura, se quedan solos hasta que la razón se fractura
haciéndola caer. Nuevamente la repetición da idea de la duración de esta caída.
Finalmente choca contra el mundo, como una epifanía, en la que logra comprenderlo en
profundidad al zambullirse en él.

Finalmente este corpus referido al cerebro se completa con el poema 410, “La
primera noche de aquel día había llegado” en el que hay ecos de la transformación
anteriormente descrita en el poema 280.
E M I L Y D I C K I N S O N : U N A P O É T I C A C E R E B R A L

[410]

The first Day's Night had come—


And grateful that a thing
So terrible—had been endured—
I told my Soul to sing—

She said her Strings were snapt—


Her Bow—to Atoms blown—
And so to mend her—gave me work
Until another Morn—

And then—a Day as huge


As Yesterdays in pairs,
Unrolled its horror in my face—
Until it blocked my eyes—

My Brain—begun to laugh—
I mumbled—like a fool—
And tho' 'tis Years ago—that Day—
My Brain keeps giggling—still.

And Something's odd—within—


That person that I was—
And this One—do not feel the same—
Could it be Madness—this?

c. 1862

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