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Las Cartas del Restauro

por felixpons
Las llamadas “Cartas del Restauro” están editadas bajo el nombre de las distintas ciudades donde se realizaron las reuniones
de los países miembros de las organizaciones vinculadas al terreno de la conservación y restauración. Fueron realizadas con
la intención de establecer de común acuerdo unas recomendaciones para las intervenciones. La primera reunión que se hizo
fue en Viena en 1905. De las siguientes asambleas irradiaron las llamadas “Cartas”, como son la de Atenas (1931), Roma
(1932), Venecia (1964), París (1972), Roma (1972), Copenhague (1984) y Cracovia (2001). Cada una de ellas, en pocas
palabras:

– La Carta de Atenas de 1931 describe la salvaguardia de la arquitectura, es decir la conservación sin intervención.

– La Carta de Roma de 1931 desarrolla el problema del repristino o copia sin elementos básicos que lo amparen, así como
la copia como base de la restauración.

– La Carta de Venecia de 1964 separa la restauración como método de la conservación.

– La Carta de Roma de 1972 define la salvaguardia de los monumentos añadiendo a éstos la pintura y la escultura. En sus
capítulos describe la metodología necesaria para el reconocimiento e intervención restaurativa, la cual fue elaborada por
Cesare Brandi.

– La Carta della conservazione e del restauro degli oggetti d’arte e di cultura, 1987. Se desarrolla la metodología de
intervención, siempre basándose en la Carta de 1972. Define y diferencia conservación, prevención, restauración y
mantenimiento. Esta última carta fue cuestionada por algunos teóricos de la restauración como M. Cordaro, que defendía en
su postura a Cesare Brandi como verdadero ideólogo de la Carta del Restauro.
– Carta de Cracovia del 2000. Se hace hincapié en la importancia de la compatibilidad de materiales así como la interacción
de la obra con el hombre, la naturaleza y el medio físico. Cabe destacar su interés en la educación social, ya que “La formación
y la educación en cuestiones de patrimonio cultural exigen la participación social y la integración dentro de sistemas de
educación nacionales en todos los niveles”.

La Carta Atenas de 1931: A pesar de tener carácter normativo no se adoptó de forma genérica en todos los países firmantes.
Eso sí, sentó precedente en las posteriores legislaciones y fue la base de los textos legislativos de muchos países. Su influencia
se vio por ejemplo en la Carta de Venecia (1964) o la de Cracovia (2001). Cabe destacar entre sus páginas:
– Restauración: cualquier intervención que respete los principios de la conservación y con los estudios previos pertinentes,
restituya el objeto en los límites de lo posible y necesario, concediéndole una relativa legibilidad.

– Mantenimiento: es el conjunto de programas y acciones interventoras, encaminadas a mantener los objetos de interés
cultural en condiciones óptimas de integridad y uso, especialmente si han sufrido actuaciones de conservación y/o
restauración.
– Importancia de la conservación frente a la restauración, destacando la necesidad de que tareas constantes de
mantenimiento la hagan factible.

– Necesidad de respetar todos y cada uno de los estilos y épocas.

– Administración y legislación de los monumentos: se destaca el derecho a la colectividad sobre la propiedad privada.

– Se ve necesaria la colaboración con otras disciplinas científicas (física, química) para parar la degradación de los
monumentos.

La Carta de Roma, 1932: donde se fijó los criterios de intervención en el patrimonio histórico y se puso límite a las
reconstrucciones. Fue realizada para fijar criterios de intervención en el patrimonio italiano, y pronto fue adoptada por
diferentes países europeos. En el Preámbulo se hace mención al trato de carácter nacional que recibía las cuestiones sobre la
restauración del patrimonio, emplazando este hecho como fundamental dentro de los intereses políticos, sociales y
económicos del país (situación que posibilitaba una mayor tutela del patrimonio al estar todos los estamentos de la sociedad
concienciados del valor de su patrimonio nacional).
Se dejó patente en sus páginas su alejamiento de los planteamientos de Viollet-le-Duc(unidad de estilo o la recuperación del
monumento devolviéndolo a su estado primigenio aunque este estado jamás hubiera existido en el propio monumento a
intervenir).
Fue una Carta que marcó las teorías sobre la restauración en el siglo XX y que todavía tiene plena vigencia hoy en día. Italia
inauguraba con esta Carta una nueva etapa marcada por el restauro científico.
Carta de Roma: http://ipce.mcu.es/pdfs/1932_Carta_Restauro_Roma.pdf
En 1938, debido a que se sucedían las intervenciones con escaso rigor, se crea el Istituto Centrale del Restauro, cuya labor
formativa y normalizadora estuvo bajo la responsabilidad del crítico de arte Cesare Brandi, director del centro. En ese mismo
año aparecen también las “Instrucciones para la Restauración de Monumentos”.
La Carta de Venecia, 1964: cuando acabó la II Guerra Mundial se tenía la necesidad de reconstruir las ciudades arrasadas
por las luchas de los ejércitos enfrentados. En esos años nació la concienciación de conservar y proteger los centros históricos
de las ciudades europeas. En la Carta de Venecia vemos el primer documento donde se recogen una serie de medias para
proteger esos valiosos conjuntos históricos. Trato la Carta de impedir las reconstrucciones basadas en la hipótesis, permitiendo
sólo la anastilosis(aquí vista como recomposición de partes auténticas que estén fuera del edificio, obtenidas del subsuelo y
que pudieran reponerse con garantías en el edificio).
Entre sus dictámenes se puede ver ya una evolución con respecto a la de Atenas, fundamentalmente porque se supera el
concepto de monumento para abarcar otros más amplios como los ámbitos urbanos y rurales.

Todavía hoy se tiene la voluntad, por parte de los Estados firmantes de este documento de proteger el conjunto patrimonial
que tienen en sus fronteras. Es una carta con plena vigencia.

Carta de Venecia:

http://www.mcu.es/patrimonio/docs/MC/IPHE/Biblioteca/VENECIA.pdf
La Carta de Roma, 1972: Procede de un programa definido por Cesare Brandi y otros historiadores. En ella se detallan
artículos muy interesantes que debemos tenerla en cuenta como principios generales, por estar descritos los criterios y la
terminología general que actualmente es admitida por todos.
Se amplia el concepto de “arte”: “todas las obras de arte de todas las épocas, en la acepción más amplia, que comprende desde
los monumentos arquitectónicos a los de pintura y escultura, aunque sean fragmentos, y desde el hallazgo paleolítico a las
expresiones figurativas de las culturas populares y del arte contemporáneo” (art. 1).

Se prohíben: “Complementos estilísticos o analógicos, incluso en forma simplificada y aún cuando existan documentos
gráficos o plásticos que puedan indicar cuál hubiera sido el estado de la obra completa”…“las remodelaciones,
reconstrucciones o traslados a emplazamientos distintos de los originales, a menos que esta medida esté dictada por razones
superiores de conservación” (art. 6).

Se admiten: “añadidos de partes en función estática o reintegraciones de pequeñas partes históricamente


verificadas”…”limpiezas, que para las pinturas y esculturas policromadas, no deben llegar nunca al esmalte de color,
respetando la pátina y los posibles barnices antiguos”… “anastilosis documentadas con seguridad, reinterpretación de lagunas
que reconstruyan hendiduras de poca entidad con una técnica claramente diferenciable a simple vista con las partes originales”
(art. 7)
Carta de Roma de 1972:

http://ipce.mcu.es/pdfs/1972_Carta_Restauro_Roma.pdf
“Carta de 1987 de la conservación y restauración de los objetos de arte y
cultura”: http://ipce.mcu.es/pdfs/1987_Carta_BienesMuebles-Italia.pdf
El debate llega hasta nuestros días difiere entre la importancia de una metodología de restauración universal y la
individualización de la restauración arquitectónica, arqueológica,… Hoy en día se cree que las cartas son imposibles que den
una respuesta general a un caso particular, además tienen el riesgo de que sean utilizadas para manipular ideológicamente o
comercialmente el patrimonio olvidando los destinatarios de la protección de éste, que son los ciudadanos. Habrá que
plantearse que cada equipo de restauración tome sus decisiones basados en: el estudio de la obra en diferentes vertientes, la
reflexión, la intervención y la conservación preventiva.

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