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Rev. do Museu de A rqueologia e Etnologia, São Paulo, Suplemento 3: 371-385, 1999.

OBJETOS VIAJEROS E IMÁGENES ESPACIALES:


LAS RELACIONES DE INTERCAMBIO
Y LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO SOCIAL

Marisa Lazzari*

Dos conceptos raramente central para la reproducción de valores individuales


relacionados: intercambio y espacio y comunales. El espacio, entonces, no puede ser
reducido ni al dominio físico ni al cognitivo. El
En Antropología, el “descubrimiento” del don espacio es el resultado de ambos dominios, a la
(Mauss 1925) significó reconocer que las personas vez que participa activamente en la estructuración
intercambian cosas que no son necesarias desde el de los mismos. Las escalas espaciales entonces,
punto de vista de la subsistencia básica, y en no son neutrales sino que están constmidas soci­
consecuencia, explorar los principios por los cuales almente y de este modo, son centrales en el proceso
la gente necesita intercambiar ha sido una búsqueda de creación de valores y su reproducción.
de importancia central desde entonces. La respuesta En mi perspectiva, el intercambio de bienes
ha sido a menudo que la gente necesita llevar una puede ser visto como una práctica de dos caras, don­
vida socialmente integrada, y que estas transacciones de el trabajo y la reproducción social - y la cons­
ayudan a la integración (Strathem 1992:169). Sin trucción de identidades - pueden fundirse. Al mismo
embargo, la teoría de intercambio ha sido reconfigu- tiempo, es una manera mediante la cual tanto los
rada en Antropología, focalizando el debate en las individuos como las sociedades pueden construir
ambigüedades y heterogeneidades en el intercambio enormes escalas espaciales, materializando la presen­
más que en los aspectos normativos u homogéneos cia de lugares y personas lejanas no disponibles en la
(Weiner 1992:17). Siguiendo esta línea, explorar si interacción cotidiana y expandiendo así sus límites
la integración social está en las raíces de las relaciones espaciotemporales. Así, el intercambio de bienes re­
de intercambio requiere la reevaluación de algunos sulta muy útil para ver al espacio, no como un abismo
conceptos, tales como intercambio, espacio, valor y que hay que sobreponer, sino como algo intencio­
reciprocidad. nalmente manipulado que al mismo tiempo construye
Por otra parte, las sociedades raramente pue­ a las sociedades y a los individuos. El espacio puede
den ser reducidas a una sola estructura espacial ser visto como construido a través de la circulación de
(Gregory 1989). Los seres humanos construyen sus cultura material, a la vez que con un rol activo en la
redes personales de relaciones sociales, y la cultu­ conformación de estas redes de circulación. Por lo tan­
ra material es un campo poderoso de negociación to, podemos preguntamos: ¿cuáles fueron las intencio­
de valores personales y sociales. Como con­ nes al establecer conexiones a larga distancia? ¿qué
secuencia de esto, una variedad de redes flexibles tipo de imágenes de sí misma construye una socie­
puede ser esperada, algunas relacionadas con la dad a través de la manipulación de estas imágenes?
legitimación de relaciones de poder, otras con la ¿pueden estas distribuciones de cultura material ser
construcción de identidades personales, otras con vistas como un lenguaje espacial de poder?
la resistencia. Estas redes crean una serie de imágenes
espaciales que a su tumo se vuelven de importancia
La creación del valor y la reproducción
social: intercambio, espacio y conflicto
(*)CONICET- Instituto de Cs. Antropológicas, Sección
Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad ¿Qué hace que algo tenga valor de intercam­
de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina. bio? Lo más común es considerar a la distancia

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Rev. do Museu de A rqueologia e Etnologia, São Paulo, Suplemento 3: 371-385, 1999.

geográfica como fuente de valor para un objeto de cambio, pero como todos los casos etnográficos
intercambio. Cuanto más lejano su origen, más muestran, es la necesidad social la que determina
exótico se lo considera y así mayor es su valor de su rareza y juega un rol central en definir el valor
intercambio en función del rol que éste puede llegar de un objeto determinado (Godelier 1977:149,
a tener a nivel interno en un grupo. El trabajo in­ 1981).
vertido en su producción u obtención suele ser otra Pero ¿cuál es el rol del espacio en la reproduc­
medida, dado que a mayor inversión de energía ción social?2 Las relaciones sociales tienen una
para obtener o producir un determinado bien, se doble dimensión: forman espacios a la vez que de­
supone que mayor es su costo y por lo tanto, ma­ penden de los espacios para reproducirse, por loque
yor es su valor. En perspectivas marxistas incluso las sociedades son los agentes creadores de sus
se mantiene este criterio dado que es la igualdad en propias imágenes espaciales. Este proceso está en
la mano de obra empleada en la producción de los el corazón de la creación de valor, así como también
bienes lo que vuelve a los objetos intercambiables. es central en las tensiones acarreadas por los valo­
Sin embargo, a diferencia de posturas económicas res sociales en competencia. Esto sugiere que la dis­
neoclásicas, todos los términos económicos están tancia física es un tema clave, ya que como toda
entrelazados con las relaciones sociales de pro­ dimensión espacial, es construida con un propósi­
ducción (Miller y Tilley 1984). to (Helms 1988), el cual puede ser muy distinto de
Tanto a través del movimiento de objetos que su rol resultante. Las distancias no son un abismo
crea, como por medio de los objetos o conocimien­ que hay que superar, un costo a minimizar exclusi­
tos foráneos que obtiene a cambio de sus pro­ vamente, sino un recurso de autoridad creado para
ductos, el trabajo se entrelaza con otros paisajes ser disputado (Gregory 1989).
sociales más allá de lo local. Aún en intercambios Los objetos exóticos suelen ser considerados
ceremoniales estrictos, el proceso de trabajo está como contenedores de poder y de símbolos de las
presente, dado que en estos los objetos materiales regiones distantes sólo controladas por aquellos
son exhibidos como la objetificación del ren­ que las conocen. Los especialistas político-religi­
dimiento natural de la mano de obra de los distin­ osos, tienden a estar interesados en y mejor infor­
tos sectores (Battaglia 1990). A pesar de que en mados sobre estos mundos más allá de sus tierras
economías no capitalistas la equivalencia abstracta de origen, y suelen buscar evidencias tangibles de
de mano de obra no es transformada en dinero, los estas asociaciones (Helms 1988:164). Abarcando
procesos generales de trabajo - mucho más que la desde artesanías y animales o seres humanos hasta
división de tareas - 1 están involucrados en la técnicas, habilidades o conocimiento, estas eviden­
generación de valor. Sin embargo, deberíamos re­ cias tangibles pueden presentarse en una gran
cordar aquí que lo que es considerado una cantidad variedad de formas. El problema es ¿puede la dis­
“equivalente” de mano de obra utilizada no es tancia ser siempre considerada como una medida
fácilmente reducible a las inversiones de tiempo o del poder? ¿Podemos asumir cada vez que encon­
energía. La equivalencia de los objetos intercam­ tramos objetos “exóticos” que éstos tuvieron este
biados puede implicar ciertas consideraciones del rol en el pasado? ¿Todos los objetos exóticos
trabajo involucrado o los esfuerzos realizados para significaron lo mismo en la vida cotidiana de una
obtenerlos como la tasa mínima posible de inter­ sociedad? Además de los problemas que surgen
de cómo definir qué es exótico (ver Gamble 1993),
hay otros que derivan del supuesto de que la dis­
tancia es un costo a minimizar a través de las re­
(1) El trabajo puede ser entendido en dos niveles: 1) el des de intercambio (para maximizar beneficios
trabajo específico para la producción de un objeto y 2) el
trabajo abstracto, el trabajo en general que ha sido nece­
sario para que ese objeto exista, es decir el trabajo social­
mente necesario. Esto puede entenderse com o el tiempo (2) A la hora de pensar en la reproducción social o comu­
de trabajo socialmente necesario, pero además, como todas nal, debemos tener presente un punto fundamental a fin
las relaciones sociales involucradas en este proceso (Miller de evitar el problema de la teleología: las sociedades no
y Tilley 1984). Por otra parte, el proceso general de trabajo tienen intenciones en sí mismas y a pesar de que los agen­
puede dividirse en aquel que involucra la producción y tes no tienen la posibilidad de controlar las consecuencias
apropiación del excedente, y aquel que no involucra exce­ no intencionales de la acción, sólo los agentes humanos
dentes. Ambos existen en toda sociedad (Saitta 1989). tienen intenciones (Giddens 1979).

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políticos esta vez). El punto no es negar esto, pero valor que estos consideran esenciales para la repro­
tomarlo como una entre las tantas posibilidades y ducción social. En la dialéctica de la creación del
estar así abiertos al hecho de que los objetos exóticos valor, cada relación establecida que implica una
pueden ser usados para negociar muchas relaciones circulación de objetos también es una manera de
diferentes en distintas redes de interacción social. recordar cómo podría no resultar bien, dado que
Cualquiera de estas “medidas” no debería implica una serie de supuestos sobre su funciona­
ignorar que el valor de algo no es una medida objeti­ miento adecuado y significación, los cuales son
va y universal, sino que se construye en relación a compartidos por aquellos que participan en el inter­
procesos de reproducción social particulares. En cambio.
estudios antropológicos, la reproducción de una Cualquier acto3, tiene un determinado valor,
comunidad ha sido considerada al enmarcar el el cual se manifiesta a través de sus capacidades
intercambio de dones en un marco más amplio de esenciales o consecuencias posibles. El valor puede
intercambios: de comida, de objetos cotidianos, de ser medido como la capacidad relativa de un acto
alianzas, matrimonios, incluso de la vida y de la de expandir el espacio-tiempo de una relación “yo-
muerte (Battaglia 1990, 1994; Godelier 1977; otro” formada en y a través de prácticas sociales
Helms 1988; Humphrey y Hugh-Jones 1989; Munn (el espacio-tiempo intersubjetivo).4 En consecuen­
1992; Strathem 1992; Weiner 1992). Las comuni­ cia, cada acto o práctica tiene un nivel de potenciali­
dades crean los valores que contemplan como dad, dado que el espacio-tiempo que forma tiene
esenciales para su viabilidad como tal. Este es un capacidades expansivas relativas (Munn 1992:6-9).
proceso dialéctico ya que supone un aspecto posi­ Dicho nivel de potencialidad, implica la capaci­
tivo de creación de valores (vistos como “positi­ dad de desarrollar las relaciones espaciotemporales
vos”), además de un intento de controlar lo que la que van más allá de sí mismo, y así, expandir el
comunidad piensa que socava dicho valor o defi­ control espaciotemporal de un actor. La potenciali­
ne como no podría realizarse (valores negativos) dad entonces, refiere a la capacidad de ciertas prác­
(Munn 1992). Consecuentemente, cada relación es ticas de crear un presente que se experimenta como
una manera de recordar qué podría arruinarla, cómo implicando un acto deseado o retomo posterior
podría dejar de funcionar. De esta manera, la (Munn 1992: 11).
circulación de dones está inmersa en y crea un sis­ Los intercambios de larga distancia crean un
tema intrincado de tiempo-espacio-persona (Munn intrincado sistema de tiempo-espacio-persona, por
1992: 3). Esta perspectiva implica agregar una lo que constituyen prácticas de alto nivel de po­
nueva dimensión al análisis del intercambio: los tencialidad de importancia central para la produc­
intercambios materiales no deberían ser vistos ción de valores sociales (Munn 1992: 3). Estos
como apartados de otros intercambios. Sin embar­ intercambios crean mayores extensiones perso­
go, aunque diferentes prácticas sociales (intercam­ nales que los intercambios intra-comunales. En este
bios) pueden ser parte del mismo sistema simbóli­ contexto, la circulación de cultura material no crea
co, la tensión que pueda existir entre ellas en tér­ tan sólo senderos o rutas que expanden el espacio
minos de las demandas que éstas plantean sobre
los procesos de trabajo, nos permite pensar en la
posibilidad de que redes sociales diferentes en (3) Un acto es la operación de un agente que tiene el po­
competencia coexistían. Esto da lugar para algo tencial de rendir ciertos resultados.
que no suele ser considerado en los estudios (4) Formas significantes o cargadas de sentido son creadas
etnográficos, que es la tensión en términos de por los agentes en el proceso de ser construidos en los
términos establecidos a su vez por estas formas. En con­
resistencia. Los conflictos pueden ser resueltos por secuencia, el significado es relacional y está implicado en
medio de la construcción de un “todo” simbólico, todas las prácticas sociales. El valor de un acto determinado
sin embargo, podemos usar la perspectiva tempo­ puede ser visto como las capacidades esenciales del mismo
ral de la arqueología para comprender los cambios o las co n se cu en cia s c la v es p o sib les que éste pueda
en estas resoluciones simbólicas de las tensiones producir. Implica una dimensión más profunda de signifi­
cado cultural, el cual está im plicad o en los actos y
sociales y su legitimidad. Así, los intercambios
productos que tienen valor (valué producís). Así, tanto la
deberían ser vistos como parte fundamental de la naturaleza del valor com o su forma particular no pueden
constitución tanto de las personas como de las so­ ser asumidas, dado que ambas son inducidas por el mate­
ciedades, dado que participan en la creación del rial cultural (Munn 1992).

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y el tiempo personal y social, sino que también los social (Gregory 1989:206; Soja 1989, 1997). Esto
objetos se convierten en artefactos especialmente significa que las demandas que se establecen so­
únicos, al desarrollar propiedades históricas que bre los procesos de trabajo de una sociedad pueden
los hacen recordables incluso mucho tiempo venir de diversos lugares o cadenas de autoridad.
después de haber dejado de circular (memorability) Esto puede ser particularmente conflictivo cuando
(Munn 1992: 12, Weiner 1992). La cultura mate­ el proceso de trabajo no está tan diversificado como
rial en estos intercambios es el medio que corporiza en las sociedades occidentales de hoy en día. La
una serie de cualidades que son consideradas como espacialidad (la estructuración espaciotemporal de
significantes de extensión espaciotemporal. A tra­ la vida social) está entremezclada con la espaciali­
vés de las mismas, un actor produce un grado de­ dad de los procesos de trabajo, la cual provee a la
terminado de extensión espaciotemporal de sí mis­ primera de su materialidad (Soja 1989). La espacia­
mo, y de esta manera, produce su propio valor. El lidad entonces, en un sentido general, se constituye
nivel de valor de un individuo en términos de los tanto a través de las pequeñas tácticas de la vida
retornos recíprocos potenciales que pueda obte­ cotidiana como por medio de las estrategias políti­
ner en el futuro, se expresa en términos de un pro­ cas mayores. Al ser la arena conflictiva que consti­
ducto de valor, que puede ser fama o cualquier otra tuye a la vez que es consecuencia de la acción so­
forma de reconocimiento social. En este proceso, cial, la espacialidad puede desarrollar diferentes
la comunidad o grupo social al que pertenece formas y niveles. Concentrándonos en el espacio
adquiere valor - y posee un rol en la circulación creado de la organización social y la producción
regional de bienes - a través de sus miembros podemos descubrir las relaciones sociales que están
renombrados o prestigiosos (Munn 1992). A tra­ tanto inscriptas en él como constituidas a través
vés de la capacidad de ser recordados (memorabi­ de sus formas variadas y producciones (Soja 1997).
lity]), y los objetos materiales que la corporizan, la El proceso de expansión del espacio-tiempo
extensión temporal es posible y la presencia de intersubjetivo5 mencionado anteriormente impli­
otra gente y otros lugares se vuelve disponible. ca un proceso de jerarquización. El desarrollo de
Otros mundos, otros valores, se enredan de esta diferentes extensiones espaciotemporales, impli­
manera en la vida cotidiana y en consecuencia, ca diferentes niveles espaciotemporales de control,
rutinizan cualquier reclamo que puedan ayudar a y estos niveles son categorías relativas: el control
sostener, ya sea comunal, individual o sectario. espaciotemporal que un actor puede ejercer es
Podríamos decir entonces, que la cultura material siempre mayor y/o menor que el que puede ejercer
puede ayudar a dibujar representaciones espaciales, otra persona (Munn 1992). Los intercambios, y los
mapas mentales del universo al cual una persona espacios-tiempos intersubjetivos que son creados
pertenece o del cual está excluida. a partir de ellos, intentan mediar las tensiones
La distancia física es tan sólo otra forma de creadas por principios antitéticos, tales como los
espacio, y su construcción y percepción estarán principios de autonomía individual y los de inclu­
relacionadas directamente con la construcción de sión social. En relación a esto, diferentes prácticas
espacios de menor escala, más cotidianos. Los serán consideradas como poseedoras de valores po­
espacios cotidianos están relacionados con las sitivos o negativos, según los supuestos sociales
prácticas rutinarias, y es en estos espacios cotidia­ sobre el tipo de relaciones de poder que son posi­
nos, en la interacción cotidiana, donde los inter­ bles y aceptables para la sociedad (Munn 1992:19-
cambios ocurren (Barrett 1989). Podríamos argu­ 20). Esto puede ser considerado como un conjun­
mentar entonces que los intercambios están entre­ to particular de redes, resultante en un modo de
mezclados con las prácticas de trabajo y su forma dominación6 (sensu Bourdieu 1994) particular.
y lugar dependen de los senderos o caminos rutina­
rios de distintos agentes.
Así, estas dimensiones no son separables de
las instalaciones concretas de poder en el espacio, (5) “Intersubjetivo” se usa en el sentido de la creación
mutua de los actores a través de su interacción y la eva­
su materialidad, pero tampoco son meros reflejos
luación mutua involucrada en la relación (Munn 1992).
de las mismas: por el contrario estas dimensiones, (6) Para Bourdieu, la dominación no es el efecto directo y
más cognitivas si se quiere, también ayudan a cons­ simple de las acciones de un grupo de gente con poderes
truir el distanciamiento espaciotemporal de la vida coercitivos, sino el efecto indirecto de un grupo complejo

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Otra clase de principios antitéticos (o eje de contra­ cuantitativa y absoluta. La causa del intercambio yace
dicción, Giddens 1984) podría ser aquella de en la deuda establecida con anterioridad, y la vida po­
jerarquía/igualdad, la cual además de ser una lítica consiste en personas forzando a otros a ser la
contradicción estructural de una sociedad, puede causa de la propia acción (Strathem 1992:180). En
ser el punto alrededor del cual se produzca el este proceso, tanto las cosas como las personas son
conflicto social1(ya sea latente o manifiesto, sin creadas, dado que una persona será visible socialmen­
que implique necesariamente guerra o lucha arma­ te a través de los efectos que provoque en otras personas
da). Cada red de interacción, junto a las cadenas (Strathem 1992). Más aún, incluso en el intercambio
de autoridad asociadas a éstas y cada juego de de artículos de trueque, la aparente igualdad de los
principios contradictorios podrían ser descriptas socios no es más que el acuerdo formal de intercambiar
también como un campo. Un campo es un espacio (Humphrey y Hugh-Jones 1989, Liep 1990, Strathem
social entendido tanto como un juego de fuerzas 1992), dado que la coerción ejercida a fin de compro­
que se imponen a aquellos involucrados en él, como meter al otro en el intercambio es parte constitutiva
una serie de luchas en las cuales los agentes se del proceso en progreso. Por otra parte, todos los
encuentran, cada uno con diferentes significados y intercambios tienen también una dimensión de
objetivos según su posición en el campo por lo que intercambio de mercancías, al ser muchas veces el
contribuirán a reproducir o a subvertir las estructuras interés personal en el juego político el motor de los
sociales (Bourdieu 1994:55, mi traducción). mismos (Bourdieu 1977, 1994; Appadurai 1986).
Retomando el punto inicial de esta sección, Lo que agrega valor a un objeto, producto o
podríamos decir que todos los intercambios tienen una servicio, no es tan sólo la distancia de origen en sí
dimensión de intercambio de dones,8dado que ninguna misma. Más bien, es el ser adquirido a través de
medición de valor ocurre en un contexto vacío de sig­ determinados canales de intercambio - cualquiera
nificado social. No hay manera posible de establecer sea su naturaleza - lo que les confiere valor. Como
el valor de intercambio de algo fuera de la relación mencioné al comienzo de esta sección, un hecho
involucrada. La evaluación es más cualitativa que que sostiene esto es la muy bien documentada cos­
tumbre de buscar a través del trueque bienes que
están disponibles localmente (McBryde 1989, Ta-
§on 1991, Godelier 1977). El objeto exótico impor­
de acciones las cuales son generadas por las restricciones
cruzadas de los dominantes, quienes de esta manera están tado es valorado porque está inserto en un modo
a su vez dominados por la estructura del campo a través transaccional (trueque, intercambio de mercancías,
del cual la dominación es ejercida (1994:57, traducción o cualquier otro tipo) el cual está valorado positiva­
de la autora). mente, y de este modo da valor a los bienes involu­
(7) Giddens (1 9 7 9 ,1 9 8 4 ) d iferencia contradicción de
crados (Gell 1992:148). Los objetos no tienen valor
conflicto social: la primera im plica la existencia de dos
principios estructurantes opuestos en un sistema social, social hasta que entran en estrategias de reproduc­
los cuales dependen entre sí y se niegan mutuamente a la ción social (Barrett 1989). Más aún, como Bour­
vez. Las sociedades están estructuradas en contradicción dieu destacó (1977: 64): ‘the homogeneity of the
involucrando la fusión y exclusión de opuestos. El segun­ production of habitus produces a homogenisation
do se refiere al control de los recursos de asignación y los
of dispositions and interests thatfar from excluding
de autoridad y puede ser tanto la oposición de intereses
respecto de esto (latente o manifiesta) com o la lucha activa. competition engenders it by inclining those who
Es im portante destacar que “m an ifiesta” no im plica are the product of the same conditions of produc­
necesariamente guerra o conflicto armado. Lo importante es tion to pursue the same goods, whose rarity may
que sin ser lo mismo, “contradicción” y “conflicto” están muy arise entirelyfrom their competition’ (énfasis mío).
cercanos, dado que los conflictos de intereses y las luchas
En los estudios de intercambio, tanto arqueo­
activas se agrupan en tom o de las intersecciones de las
contradicciones en la reproducción social (1984: 232-233). lógicos como antropológicos, la medida del valor
(8) C.Gregory (1982: 8-9) ha definido al intercambio de de un objeto en ausencia de dinero suelen ser con­
dones (“gifts”) com o intercambios de bienes inalienables sideraciones abstractas del trabajo o tiempo inver­
entre no-extraños, estableciendo relaciones personales tido en la producción u obtención de un objeto
cu a lita tiv a s entre las p ersonas que participan en la
(Strathem 1992) mientras que la reciprocidad suele
transacción. El intercambio de mercancías o (“com modi­
ties”), por el contrario, es un intercambio de bienes alie­ ser tomada como la regla natural que ordena todos
nables entre extraños estableciendo relaciones cuantitativas los intercambios no monetarios. En relación a esto
entre los objetos que participan de la transacción. y a partir de lo expuesto hasta ahora, podríamos

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aseverar que: 1) la existencia de una medida obje­ queológicos y antropológicos andinos. Desde lue­
tiva - al menos aparentemente - de valor es un go, esta región demanda una racionalidad econó­
producto histórico propio de sistemas sociales par­ mica particular (Golte 1980, Salomón 1985). Las
ticulares como el capitalista por lo que no debería­ comunidades andinas suelen usar diferentes am­
mos buscar equivalentes en la naturaleza para estu­ bientes ecológicos en distintas altitudes o pisos por
diar intercambios no monetarios de otras socieda­ medio de la residencia dispersa, lo cual implica la
des; y 2) la reciprocidad nunca es una regla en el ventaja de poder complementar los ciclos produc­
sentido de un plan de acción seguido consciente­ tivos de diversos artículos básicos con un incre­
mente, así como tampoco es un molde universal que mento de la productividad a largo plazo (Golte 1980)
da forma y cohesión a las sociedades humanas, co­ (por ejemplo, Fig. 1). Se suele aceptar que estos es­
mo una suerte de pegamento social. Siguiendo a fuerzos están orientados a alcanzar la autosufi­
Weiner la reciprocidad es “..an unbounded arena ciencia comunal, el “ideal Andino” por excelencia,
where combative forces are subtly or aggressively encamado en este sistema vertical mediante el cual
engaged” (1992: 41). El intercambio de bienes es cada grupo étnico explota directamente un máxi­
mejor comprendido como compuesto por diferen­ mo de pisos ecológicos (Murra 1975). Dicho ideal
tes niveles, un laberinto de juegos y estrategias, es considerado el responsable de larga estabilidad
las cuales deben ser constantemente construidas a observada en las estrategias económicas y sociales
través del tiempo por los actores y cuyos pasos y del área andina. A pesar de la consideración de los
cambios no deben ser perdidos de vista por ellos. aspectos políticos, las sociedades andinas suelen
Tanto la “jerarquía” como la “diferencia”, más que ser vistas como totalidades cohesionadas y el uso
la “igualdad” y la “cohesión” son los principios de los pisos como adaptaciones en beneficio de
estructurantes de las redes de intercambio. Los toda la comunidad. Sin embargo, y como algunos
intercambios materiales son negaciones corporiza- críticos de este modelo señalan, el establecimiento
das de la estabilidad social, puesto que el riesgo de islas de explotación de recursos alejadas de los
de que fallen está siempre presente (Battaglia 1994: núcleos poblacionales principales obedeció mu­
641, Bourdieu 1977, Strathem 1992, Weiner 1992). chas veces a intereses sectarios de la élite domi­
Uniendo todos estos aspectos, podríamos pos­ nante (Van Burén 1996). Particularmente la visión
tular que la circulación de cultura material puede de que estos “archipiélagos verticales” reflejan
crear imágenes espaciales muy amplias de una adaptaciones estables con tradiciones culturales
sociedad, por lo que me refiero a la estructuración persistentes subyacentes, ha obscurecido la varia­
de un paisaje social de exclusión y/o pertenencia, bilidad de las sociedades andinas y las fuentes de
un universo relacionai que se aprende a través de tensiones dentro de ellas (Van Burén 1996). Por
la experiencia directa con aquella cultura mate­ ejemplo, en estos modelos el intercambio de bienes
rial que pueda “extender” el espacio-tiempo per­ sólo se considera como tal cuando involucra a
sonal y social. Las imágenes espaciales son múlti­ miembros de diferentes grupos étnicos y suele tener
ples redes socioespaciales de poder que se entrecru­ un lugar inexistente en los mismos dado que el in­
zan y se superponen, las cuales deberían ser ana­ terés es precisamente demostrar que el mismo no
lizadas en términos de “discurso y representación fue una práctica común en los Andes (contra Brow-
de relaciones de poder” (Battaglia 1994) que ade­ man 1980, 1984).
más deberían integrarse con los aspectos materiales En la región surandina, esta autosuficiencia
de las relaciones de poder: los procesos de trabajo. económica se cree que fue alcanzada por una com­
Es esperable que la circulación de diferentes clases binación de ambas estrategias: el control directo
de materiales creen diferentes imágenes espaciales, de pisos ecológicos y los intercambios a cargo de
las cuales pueden por supuesto ser contradictorias. caravanas. Las variaciones en el énfasis entre es­
tas estrategias suelen ser adjudicadas al tiempo y
los cambios en la organización social (ver Albeck
La interacción social en el noroeste 1994). En cuanto a las caravanas, se cree que las
argentino durante el período Formativo mismas eran formadas por sociedades de economía
pastoril que circulaban a lo largo de vectores que
La consideración de la geografía y la ecología comunicaban la Puna, los valles, la costa del Pací­
ha sido siempre fundamental en los estudios ar­ fico y la selva tropical (Dillehay y Núñez 1988:611).

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tig.l - Distribución de los recursos naturales en distintas fajas altitudinales {Sierra de Aconquija, Tucumán). Tomado de Scattolin y Korstanje 1994:195.
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Esto es considerado el motor de la integración eco­ 1994, Fernández Dístel 1974), así como también
nómica y la armonía política al movilizar los recur­ en Chile, particularmente en San Pedro y el valle
sos productivos entre diferentes áreas (ibid: 604, del Loa (Berenguer y Dauelsberg 1993, Muñoz
620). Estos autores entienden a la “armonía social” 1993). Asimismo, estilos cerámicos del NOA se
como ausencia de evidencia de conflictos violen­ han encontrado con amplias dispersiones, inclu­
tos o guerra en el registro arqueológico. El conflicto yendo también áreas de Chile. Esto concluyó en
social y las relaciones de poder en el sentido dis­ muchas ocasiones en la asociación de estilos cerá­
cutido en la sección anterior están claramente au­ micos y tipos de patrón de asentamiento con áreas
sentes en esta explicación donde la norma de reci­ geográficas y ecológicas específicas. Las similitu­
procidad parece ser más que nunca una suerte de des y los límites observados en estas distribuciones
pegamento que provee de cohesión social. dieron lugar a la confección de esferas o áreas estilís-
El período Formativo en el Noroeste Argenti­ tico-culturales (contra Quiroga 1995, Ventura 1991).
no9 (ca. 600 aC - 900/1000 AD) es generalmente En este marco, el rol de los materiales líricos tales
caracterizado como aquel donde grupos igualitarios como la obsidiana en las estrategias de interacción
segmentarios vivían en pequeñas aldeas sedentarias social ha tenido un espacio reducido. La conside­
agrícolas o ganaderas con bajos niveles de jerarquía ración de materiales distintos de la cerámica o los
y manteniendo una dinámica interacción social, metales se ha limitado a algunos bienes orgánicos
siempre simétrica y orientada a la obtención de bienes cuyo origen pudiese ser rastreado.
exóticos y a complementar la subsistencia, la cual Aún cuando la mayor parte de los investigado­
sin embargo es vista como básicamente autosuficiente res reconoce que la demanda de gran parte de estos
(Berberián y Nielsen 1988; Núñez Regueiro 1974; recursos pudo haber provenido del ámbito simbóli­
Núñez Regueiro y Tartusi 1993; Olivera 1988; Raffi- co/religioso, y que los factores sociales jugaron un
no 1977,1991; Scattolin 1990; Tarrago 1993; contra papel central en la redefinición constante de las
Gero y Scattolin 1995). Aquí me referiré a las evi­ estrategias de reproducción (Pérez Gollán 1994: 36,
dencias encontradas en algunos sitios característicos Tarrago 1994), es común asignar un papel de princi­
de este período, con la idea de discutir el modelo asu­ pio estructurante de las relaciones de intercambio a
mido de Formativo y sugerir una manera alternativa la complementaridad económica establecida a partir
de consideración de la interacción social y el inter­ de la distribución diferencial de recursos, lo cual ex­
cambio de bienes en dicho período. plica en última instancia a la demanda social. La
Hay evidencias claras de circulación de dis­ complementaridad económica es vista como algo que
tintas clases de bienes entre las diversas áreas eco­ alimenta a los “intercambios superestructurales”, los
lógicas del NOA10 desde momentos muy tempra­ cuales se realizan sólo si la autosuficiencia económica
nos. Por ejemplo, productos específicos de la sel­ está asegurada. Uno de los mayores problemas de
va Argentina han sido encontrados desde momen­ esta perspectiva, es la idea de que lo económico puede
tos anteriores al Formativo en los valles semiáridos ser separado de lo político o lo simbólico. Otro proble­
y en la Puna (Aschero 1979, Aschero y Yacobaccio ma, es que el espacio parece ser tan sólo el escena­
rio, así como el factor limitante, de la acción huma­
na. El espacio es aquí una fuente de valor, pero sólo
(9) En la periodificación del NO Argentino, el Formativo como una función de la distancia entendida como
sucede al Período Arcaico (el período experimental de abismo que hay que superar cuando se buscan ob­
domesticación de vegetales y camélidos, ca. 800-1800 aC), jetos de prestigio no disponibles localmente. Es más,
y precede al Período de Desarrollos Regionales (jefaturas el espacio aquí surge como un principio ordenador,
con territorios bien definidos, construcciones fortificadas
dado que la diversidad ecológica impone la nece­
y asentamientos de alta concentración edilicia, etc. ca.
1000-1436). Después de este último, los Inkas conquistaron sidad de complementaridad económica. Así, el inter­
el área (Núñez Regueiro 1974). cambio es visto como un mecanismo regulador que
(10) El NO de Argentina ha sido dividido en tres sub-áreas equilibraba la subsistencia y alimentaba las activi­
geográficas distintas: la Puna o tierras altas áridas, la 'valli- dades rituales.
serrana’ (valles y sierras) y las selvas occidentales (las cua­ En consecuencia, las diferencias observadas
les están ubicadas en el lado este de los Andes). Incluyen
en la cultura material de las sociedades del Forma­
las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán y La
Rioja. Cuando se habla de Andes Centro-Sur, se refiere al tivo son explicadas en términos de adaptaciones a
S de Perú, N de Chile, NO Argentina y S de Bolivia (Gonzá­ los distintos ambientes y especialización, lo cual
lez 1975). trajo autosuficiencia en la subsistencia. Por el con­

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trario, las similitudes suelen ser interpretadas como Esto provee una imagen alternativa a la que surge
la consecuencia de la búsqueda de bienes de pres­ desde el análisis de las evidencias de otras áreas,
tigio y de subsistencia no disponibles localmente. donde la obsidiana, las valvas marinas, los metales
Ubicar a las sociedades en las intersecciones y los distintos estilos cerámicos tienen contextos
de las historias locales y las historias más amplias de ocurrencia separados o incluso no se encuentran
ha sido siempre una tarea difícil (Roseberry 1989). entre las evidencias recuperadas, por ejemplo en
Es cierto que existe una disponibilidad diferencial los casos de Loma Alta (Falda del Aconquija), Ala-
de recursos que plantea la necesidad de mecanis­ mito (Campo del Pucará), el valle de Hualfin, La­
mos especiales para su obtención. Sin embargo, la guna Blanca (Puna) (Lazzari 1997). En el caso par­
consideración de las historias locales en el marco ticular de Loma Alta (Fig. 2), mientras el patrón
del área surandina se complica aún más si consi­ de asentamiento plantea similitudes con los valles
deramos a la vida social como un mero reflejo del húmedos orientales y la cerámica plantea en mayor
“orden” impuesto por la naturaleza. Superar esta medida similitudes con el valle de Hualfin al
visión implicaría la consideración más detallada occidente (Scattolin 1990), las obsidianas y las
de las relaciones de poder y la dominación11como cuentas de valvas marinas plantean claras relacio­
construidas y desafiadas activamente. nes de mayor escala espacial hacia el occidente, la
Incluir otros materiales podría iluminar dis­ Puna y el Pacífico (Lazzari 1998). En este caso, es­
tintos aspectos de las relaciones de intercambio en ta relación con la Puna no obedecería estrictamente
el Formativo del NOA. Por ejemplo, las distribu­ a una necesidad subyacente de pastoreo de caméli­
ciones de obsidiana posiblemente muestren la exis­ dos, ya que la sierra de Aconquija ofrece condicio­
tencia de un Formativo distinto, uno que incluso nes aceptables para dicha actividad en altitudes
podría ser distinto de aquel que ya conocemos a mayores a aquella donde se encuentran los sitios
partir del estudio de estilos cerámicos, metales y de residencia. Otro punto de interés es que, mien­
patrones de asentamiento. Estos diversos “For- tras en Yutopián estas distintas clases de evidencia
mativos” pueden damos todos juntos una imagen aparecen en un mismo contexto - una unidad habi­
más compleja del período. tacional separada del resto del sitio - (Gero y Scat­
Las investigaciones más recientes muestran tolin 1994, 1995), en Loma Alta aparecen en con­
que el patrón de adquisición y circulación de obsi­ textos distintos: la obsidiana aparece solo en las
diana podría haber sido extremadamente compli­ habitaciones, mientras que las cuentas de valvas
cado. Hasta el momento, distintas áreas del NOA marinas aparecen en algunas habitaciones y en tum­
estaban involucradas en el uso de por lo menos bas. En otros casos, como sitios en los que se supo­
cuatro fuentes de aprovisionamiento diferentes, no ne la existencia de arquitectura ceremonial como
siendo éstas en algunos casos las fuentes más cer­ Alamito o Tafí, la presencia de objetos no locales,
canas a los sitios (Yacobaccio y Lazzari 1995). particularmente de la obsidiana, es prácticamente
Más aún, estudios recientes muestran que la nula (Berberián y Nielsen 1988, Cremonte 1996,
distribución de estilos cerámicos pudo haber sido González y Núñez Regueiro 1960, Núñez Regueiro
bastante más flexible y entremezclada que lo que 1971, Núñez Regueiro y Tartusi 1993). Esto podría
se pensaba hasta el momento. En Yutopián (Valle evidenciar una tendencia a privilegiar los contex­
del Cajón), por ejemplo, aparecen en los mismos tos donde ocurre la acción pública sobre los objetos
contextos algunos estilos usualmente considera­ en sí mismos a la hora de ejercer el control social
dos como parte de áreas culturales distintas, junto (Lazzari 1997). Si agregamos a esto los hallazgos
con evidencias de trabajo de metales y obsidiana de estilos cerámicos de alta calidad asociados al
(no local) en unidades domésticas que aparecen tráfico caravanero y el consumo de alucinógenos
separadas del resto (Gero y Scattolin 1994, 1995). como la cerámica Vaquerías o el estilo Condorhua-
si polícromo que aparentan tener contextos espe­
cíficos y limitados de ocurrencia (Korstanje 1995,
González y Baldini 1989, Núñez Regueiro y Tar­
(11) Para Giddens “dominación” refiere a las asimetrías
tusi 1993), el patrón se complejiza aún más. Estos
estructuradas en los recursos - de asignación y de autoridad
- usados y reconstituidos en las relaciones de poder (1984: casos pueden permitimos pensar en redes de circu­
50). En este punto, adhiero también a la concepción de lación de objetos mucho más flexibles y compli­
dominación de Bourdieu 1994, nota 5. cadas en el Formativo del NOA, sujetas a la consti­

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tución y reproducción de diferentes lazos. Cuando tas formas de autoridad, las cuales a través de sus
miramos las evidencias provenientes de este perí­ demandas, podrían haber estado en conflicto.
odo, la sensación es que en cada sitio el tiempo- La relaciones entre la circulación de bienes no
espacio debe haber sido extendido en cada direc­ locales y los procesos de trabajo deberían ser explo­
ción posible a través de la cultura material. Las imá­ radas en cada caso, a fin de analizar si estos bienes
genes espaciales que ésta dibujó, los senderos que fueron parte de la misma red de interacción o si
marcó, parecen haber sido múltiples redes que se estuvieron envueltos en redes distintas con deman­
entrecruzaban y se superponían, algo más de acuer­ das particulares que competían con aquellas de­
do con la idea de interacción social y circulación mandas planteadas por las demás redes. Esto a su
de objetos expuesta anteriormente. vez, podría llevamos a la identificación de fuerzas
El patrón de circulación de bienes observado contradictorias y tal vez, a la identificación de con­
es lo suficientemente complejo como para pensar flicto social (en cualquiera de sus versiones) y las
en una gran variedad de relaciones de interacción posibilidades de resistencia, si es que las hubo. De
y redes que coexistían y planteaban sus demandas este modo, se plantea un acercamiento de “abajo
sobre los procesos de trabajo locales. Es posible en­ hacia arriba” (Saitta 1994, Thomas 1993), desde
tonces pensar que estas demandas podrían haber lo cotidiano, desde aquello que construye las re­
estado ligadas a distintos lazos sociales y a distin­ des de dominación - y las resistencias - a través

Fig.2 - Falda occidental del Aconquija y áreas aledañas.

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de los hábitos y las tareas cotidianas. Así, podría­ de destacar que la historia es un proceso mucho
mos obtener una mejor visión de las diferentes más fragmentario, en el que la racionalidad econó­
formas en que el poder se manifestó, y de esta ma­ mica y sus aplicaciones varían de acuerdo a las
nera, dar mejor cuenta de las prácticas sociales en estrategias políticas y de identidad. Las socieda­
el Formativo. Más aún, muchos de estos objetos des no resuelven primero sus problemas econó­
parecen ser de uso cotidiano, es decir, no serían micos, alcanzan su nivel de autosuficiencia, y des­
objetos de prestigio (por ejemplo la obsidiana, pués, en el tiempo libre restante, se dedican a los
Lazzari 1998). Por el sólo hecho de estar involucra­ rituales y la reproducción social. Más aún, como
dos en las actividades cotidianas, aún sin haber hemos visto anteriormente, el trueque o intercam­
merecido un tratamiento especial en las tareas de bio puramente económico puede alimentar otros
todos los días o en su confección, estos objetos intercambios, por ejemplo los ceremoniales, pero
crearon un mapa de dimensiones espaciales más también tiene un significado social que le es propio,
amplias a las experimentadas inmediatamente, el dado que la aparente igualdad de los socios no es
cual a su vez constituyó una experiencia vivida y más que aquella planteada por el común acuerdo a
aprendida de manera no discursiva, una suerte de intercambiar y esto implica la presencia de una
ventana a un mundo al cual se pertenecía o del cadena de valores socialmente aceptados y una ma­
cual se estaba excluido según cómo se participase nera legítima de reproducirlos.
en las redes de interacción y circulación de objetos.
El intercambio de bienes y servicios no es un
mecanismo de regulación homeostática (contra Consideraciones finales
Halstead 1989), sino una práctica social que cons­
truye un paisaje particular, cuyo mapa y la respec­ La complementaridad ecológica y la distancia
tiva posición en el mismo, es aprendido por los física son dimensiones materiales de significación
miembros de cada sociedad a través de su participa­ diversa, aún en el nivel intra-comunitario: ambas
ción en estas redes de circulación de cultura mate­ plantean más que una relación en la naturaleza, algo
rial, por lo que son el producto a la vez que el medio externo que es usado y de esta manera, da forma a la
para la acción social. Tal como el espacio arquitec­ vida social. Más precisamente, ambas son mapas del
tónico puede constituirse en “libros para ser leídos mundo cuyo significado e importancia pudo muy bien
con el cuerpo” (Bourdieu 1977: 90), el paisaje so­ haber sido diferente, según distintos grupos o inclu­
cial construido por medio de los objetos que circu­ so según distintos agentes individuales. Esta
laban y las relaciones sociales que se establecían a dimensión simbólica ya ha sido reconocida (Núñez
través de ellos, era también un “libro” del cual se y Dillehay 1979, Pérez Gollán 1994, Salomón 1985),
aprendían valores y roles por medio de la participa­ sin embargo en muchos casos suele quedar limitada
ción en dichas redes y de la inserción de los obje­ al lugar de mera expresión superficial de la distri­
tos en los paisajes locales generados por las tareas bución de recursos, algo que utiliza un orden dado
cotidianas. Así, la constitución de estas redes de en la naturaleza para ordenar al mundo social. En la
circulación, las imágenes espaciales que conforma­ búsqueda por revelar todas las manifestaciones
ban, los cambios en las mismas y las demandas posibles del poder, la naturaleza y la sociedad no pue­
laborales que dichas redes planteaban, deberían ser den ser separadas, sin embargo, las explicaciones no
estudiados como campos donde las contradicciones deberían detenerse en las condiciones dadas por el
sociales se reflejan y se constituyen en diversas medioambiente o la organización de las actividades
formas de conflicto social, ya sea éste manifiesto de la subsistencia. En ese caso, caeríamos en la trampa
o latente. En vez del “Formativo” como parte del de escribir historias cícücas, donde una sola variable
origen de “lo andino”, podremos encontrar varios explicativa en creciente escala de influencia y comple­
Formativos, donde la cohesión y la armonía están jidad determinaría el curso de la historia.
lejos de ser la norma, lo que de esta manera permiti­ Podríamos decir que ni la reciprocidad como
ría comprender mejor el proceso posterior de com­ norma, ni la distancia física o la complementaridad
plejidad y desigualdad social. Esto no contradice económica que surge de una particular ecología,
la idea de una racionalidad económica específica organizan todos los aspectos de la vida social. Más
relacionada con la geografía y ecología andinas. bien, las reglas, los recursos y las estrategias pue­
Tomando esto, y yendo un poco más lejos, se trata den tener diferentes historias, al estructurar a la vez

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que estar conformadas a través de distintos habi- ayudar a descubrir las relaciones sociales que están
tusu (Bourdieu 1977), y es precisamente a partir de tanto inscriptas en él como constituidas a través
estas historias diferentes que el conflicto puede sur­ de sus formas variadas y producciones (Soja 1997).
gir. Estas historias entrecruzadas, pueden invo­ En consecuencia, cuando hablamos de relaciones
lucrar la reproducción de diferentes valores y auto­ que aparecen como estrictamente económicas, tales
ridades, por lo que redes distintas y en competencia como la complementaridad entre distintas áreas
son creadas en este proceso. Espacialmente, esto ecológicas, estamos hablando también de una cons­
resulta en la construcción de múltiples estructuras trucción nuestra. Una distribución espacial del tra­
espaciales. Redes diferentes, relacionadas con bajo como tal, pudo haber sido en el pasado tanto
prácticas sociales diferentes y objetos materiales un espacio cognitivo como una estructuración ma­
distintos, pueden dar lugar a geografías muy distin­ terial del espacio, y más aún, hasta qué punto am­
tas, y en consecuencia, las sociedades raramente bos estaban relacionados entre sí y con el espacio
pueden ser reducidas a una sola estructura espacial físico debería ser evaluado antes que asumido.
(Gregory 1989). Entender hasta qué punto estas
imágenes espaciales en el Formativo fueron el re­
sultado y el medio por el cual se concretaron las Agradecimientos
relaciones de poder y la resistencia, y para cuáles
grupos de interés, depende de reconocer el rol fun­ A los organizadores del I Encuentro de Teoría
damental de la vida cotidiana en la reproducción y Arqueológica en Sudamérica, Dr. Pedro P Funari
el desafío de las relaciones sociales establecidas. y Eduardo Neves, por su gentileza y hospitalidad
Como hemos visto, explorar el espacio creado y a todos los participantes del mismo, por el rico
de la organización social y la producción puede debate e intercambio de ideas que propiciaron.

(12) ’’Habitus” es un concepto que Bourdieu (1977:86) ha


definido como “...a subjective but not individual system of
internalized structures, schemes o f perception, conception,
and action, common to all members of the same group or
class and constituting the precondition for all objectifica­
tion and apperception...” Más adelante agrega (p. 95):..
“Because the habitus is an endless capacity to engender
products, thoughts, perceptions, expressions, actions -
whose limits are set by the historically and socially situated
conditions o f its production, the conditioned and conditio­
nal freedom it secures is as remote from a creation o f unpre­
dictable novelty as it is from a simple mechanical reproduc­
tion o f the initial conditionings.”

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