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PSICOLOGÍA

SEGUNDO DE BACHILLERATO

UNIDAD SEXTA:
LA PERCEPCIÓN
6. La percepción Página 2 de 18

1. Introducción 1

Históricamente el estudio de la percepción correspondió a la filosofía, que se


preguntaba si hay un mundo físico y real independiente de la experiencia y, si existe,
¿es la percepción un procedimiento fiable para conocerlo?

El enfoque psicológico de la percepción no está interesado en saber si existe o no un


mundo físico. Lo que a la psicología le interesa es, fundamentalmente, el proceso de
percibir, y en ese sentido el problema para los psicólogos es averiguar cómo se
construyen los perceptos, entendiendo por tales las representaciones mentales, a
partir de la interacción entre la energía física procedente del exterior del organismo y
el propio organismo perceptor.

Es decir, cómo se origina la representación que percibimos a partir de, por


ejemplo, la luz reflejada por un objeto y lo que el sujeto humano aporte en el
proceso de percepción: los ojos, las experiencias previas, expectativas, etc.

Los primeros teóricos de la percepción entendían que la percepción estaba formada


por unos elementos atómicos irreductibles que denominaban sensaciones. Además
consideraban que el organismo intervenía en el proceso perceptivo de modo pasivo.
Se limitaba a recoger la energía física externa que afectaba sus órganos sensoriales,
transformándola, en la consciencia, en una determinada y concreta sensación. En la
transformación de energía física exterior en sensación no influían ni el aprendizaje ni
otros procesos psicológicos, como la emoción o la motivación; el organismo se
limitaba a ser una canal de transmisión que asociaba energía física con sensación, sin
intervenir en el proceso. Partiendo de esas sensaciones se formaba la percepción.

De hecho, la percepción, no sería otra cosa más que una serie compleja y agrupada
de sensaciones. Cuando vemos, por ejemplo, un coche, estaríamos recibiendo en
los órganos sensoriales una serie compleja de estimulaciones que nuestra mente
transformaría en átomos de sensación, y sería el conjunto de esos átomos de
sensación los que, juntos y agrupados, forman la percepción del coche.

Actualmente la psicología no mantiene esa postura. La percepción es entendida ahora


como un proceso que no es pasivo, ni es separable en partes atómicas, y que se forma
no sólo por la receptividad de esa energía física que estimula nuestros órganos
sensoriales, sino por la participación activa del sujeto en la formación los perceptos.

2. Los rasgos fundamentales del proceso perceptivo

Se trata de establecer los rasgos fundamentales que pertenecen a la descripción de


todo fenómeno perceptivo.

1 N. DEMBER William y S. WARM Joel. “Psicología de la percepción”. Alianza Editorial. Colección alianza psicología nº
28. Madrid 1990 (1979/1960). Se trata de un manual sobre psicología desde la perspectiva del procesamiento de la
información.
BARLOW Horace, BLAKEMORE Colin, WESTON-SMITH Miranda, eds.- “Imagen y conocimiento. Cómo vemos el mundo
y como lo interpretamos.”. Editorial Crítica. Colección Drakontos. Barcelona 1994 (1990). Es una colección de artículos
que barren desde la parte más física de la percepción, y por tanto comienzan con nivel neuronal, hasta niveles más
complejos de percepción. Es ameno aunque de alto nivel (algunos artículos), y algo rapsódico. GARCÍA NORRO,
Juan José y GARCÍA-BARÓ, Miguel.- “Filosofía (libro de texto de 3º de BUP)”. Editorial Alhambra. Madrid 1987 (1986).
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El primero de ellos es que la percepción es un fenómeno bipolar, y con esto se quiere


decir que existen dos polos que conforman la percepción. El primer polo es la energía
estimular que actúa sobre nuestros órganos sensoriales, pero además se encuentra la
aportación de la propia espontaneidad del sujeto, que es la encargada de interpretar
ese material que suministran los sentidos.

No somos pasivos respecto a la captación de los estímulos del medio, si lo


fuéramos no podríamos sorprendernos frente a esas imágenes, ya que simplemente
estaríamos captando una cualquiera energía estimular, pero es justamente nuestra
intervención en el mecanismo de percepción lo que nos hace sorprendernos frente
a esas figuras imposibles.

Más aún, es justamente nuestra intervención la que origina la aparición de ciertas


ilusiones ópticas como las de movimiento:
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El segundo rasgo que caracteriza a la percepción es que es un fenómeno adaptativo.


Y con eso se indica que tanto los órganos sensoriales, como el modo en que se
percibe, es el resultado de un proceso de adaptación de la especie al medio ambiente
en busca de la supervivencia.

Por ejemplo, los mosquitos hembra son capaces de ver el calor generado por la
sangre de los animales de sangre caliente, es así como consiguen guiarse para
poder extraerles la sangre. Para ellos, ver el calor, es una ventaja adaptativa sin la
cuál no podrían sobrevivir. Sin embargo, para la mayoría de las especies animales,
ser capaz de ver el calor, no significaría una ventaja de esa clase, y por eso esa
característica no ha sido seleccionada en su proceso evolutivo.

La tercera característica es que la percepción es un fenómeno selectivo. Es decir,


percibir consiste, entre otras cosas, en seleccionar de todo un cúmulo de energía
estimular, una pequeñísima parte.

La manera de seleccionar lo que percibimos es múltiple. En principio, y a través del


proceso de adaptación evolutiva, se seleccionan los órganos sensoriales que vayamos a
tener, y por tanto la clase de energía estimular que vamos a poder percibir. Pero no
sólo eso, mediante ese proceso también se selecciona el rango de energía estimular que
vayamos a percibir dentro de un sentido en concreto.

Es decir, el proceso de adaptación evolutiva no sólo es responsable de que


tengamos oídos con los que percibir la energía estimular que denominamos sonido,
sino que también es responsable del espectro de sonidos que vayamos a percibir, y
así, existen frecuencias sónicas que nuestra especie no es capaz de percibir por el
oído, pero que sí pueden percibir, por ejemplo, los perros.

Las mariposas, por ejemplo, pueden percibir la franja de energía electromagnética


que se extiende por el ultravioleta, lo cuál les resulta muy útil para distinguir las
flores que tienen polen.

Los murciélagos pueden oír sonidos de una frecuencia que el ser humano no puede
oír –ultrasonidos- y que son emitidos por ellos mismos para, al ser captados
cuando rebotan en los objetos y en las paredes de las cuevas en las que viven,
poder conocer su posición y así volar evitando chocar con ellos. La vista no les
serviría, ya que en las cuevas no entra apenas luz, y como consecuencia casi son
ciegos.

“Algunos lepidópteros, por ejemplo, son capaces de detectar olfativamente a la


hembra a una distancia de más de diez kilómetros; si el hombre dispusiera de una
sensibilidad semejante, sería capaz de oler a la mujer a unos 500 kilómetros de
distancia”. PINILLOS, José Luis. Principios de Psicología.

Pero donde realmente se muestra el carácter selectivo de la percepción es a través del


fenómeno de la atención. Y así, dentro del rango de energía estimular que podemos
percibir sólo percibimos una pequeñísima parte de la energía que nuestros sentidos
recogen, que es sobre la que ejerceos nuestra atención en un momento dado, el resto
de la energía estimular que reciben nuestros sentidos es despreciada, no atendida, en
detrimento de aquella pequeña parte sobre la que ejercemos la atención.

Cuando miramos, por ejemplo, a alguien que habla nos pasan desapercibidas
múltiples cosas justo por el hecho de no atenderlas. Recibimos esa información a
través de los sentidos, pero no la procesamos, no hacemos con ella memoria, ni
siquiera sabemos que ha ocurrido.
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Por ejemplo, puede ocurrir que alguien, mientras escuchamos a otra persona, tosa
ligeramente, si tras acabar la audición nos preguntan si se tosió, quien y cuantas
veces, es muy probable que no lo sepamos.

Y por último, la cuarta característica de la percepción, es que es un proceso que


adquirimos por aprendizaje.

Es decir, no nacemos sabiendo percibir, sino que de igual manera que aprendemos a
hablar o a andar, aprendemos a percibir.

Aprender a percibir no consiste en un aprendizaje teórico, es un aprendizaje práctico


que, cuando dominamos, realizamos sin esfuerzo y sin darnos cuenta de haberlo
aprendido.

Sin embargo, no hay duda de que aprendemos a percibir. Los ciegos de nacimiento
que recuperan la vista tienen graves dificultades para percibir, es decir, para
comprender la estimulación que su vista recibe. Una persona especializada en
olores es capaz de distinguir matices que otra no puede diferenciar. Un analista de
fotografías aéreas es capaz, por su adiestramiento, de diferenciar estructuras que
son invisibles al profano. Luego existe un adiestramiento de la percepción que
puede ampliarse y especializarse.

En lo que sigue se analizará la estructura de la percepción distinguiendo en ella tres


niveles de procesamiento de información, pero teniendo en cuenta que la percepción
es en sí un proceso global, y que esa separación se realiza únicamente para facilitar la
comprensión, y no por que describa un hecho real.

3. Nivel Físico.

En el nivel físico se trata de analizar nuestro aparato físico perceptual; y por tanto, y
en primer lugar, los sentidos.

La misión de los sentidos es recoger información. Como ya se ha dicho esta recogida


de información es selectiva respecto a la clase de energías físicas que somos capaces de
percibir.

Para muchas clases de energías físicas, como por ejemplo los rayos cósmicos o los
campos magnéticos, no disponemos de ningún órgano sensorial, por lo que no
podemos percibirlas. Aunque eso no significa que ningún ser vivo pueda hacerlo, y
así, por ejemplo, las aves que emigran son capaces de percibir los campos
magnéticos que les orientan en sus migraciones.

Los órganos sensoriales de que disponemos se deben a un proceso de adaptación al


medio, y si no disponemos de sentidos para algunas energías es porque percibirlas no
es vital para nuestra supervivencia.

La manera usual de clasificarlos atiende a la clase de información que comunican, y


bajo esa consideración se clasificarían del siguiente modo:

Los órganos sensoriales exteroceptores o mundoceptores son lo que darían


información acerca del mundo exterior. En lo esencial constituyen los cinco sentidos:
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vista, oído, tacto, olfato y gusto; con todo, y a estos, se pueden añadir algunos
receptores situados en la piel que proporcionarían información sobre el calor, el frío y
la presión.

En otra categoría se situarían aquellos órganos sensoriales que suministrarían


información sobre nuestros estados internos, y que se denominan, genéricamente,
somatoceptores. Dentro de los somatoceptores los hay de dos clases. Por un lado se
encuentran los propioceptores, que tienen como misión informar de la posición,
movimiento y equilibrio del cuerpo —lo que de modo genérico se denomina
cinestesia— y se encuentran situados en los músculos y en las articulaciones, pero no
sólo ahí, ya que, por ejemplo, el sentido del equilibrio lo está en el oído interno.

De hecho, su funcionamiento es muy parecido a la herramienta de albañilería


denominada “nivel”, que viene a consistir en un depósito de líquido horizontal en
el que hay una burbuja; la burbuja se queda en el centro cuando la herramienta se
apoya en una superficie no inclinada, si se inclina la burbuja se sitúa en el lado del
depósito que está opuesto al de la inclinación.

Una segunda clase de somatoceptores son los interoceptores, que son aquellos
encargados de informar al sujeto del estado de sus vísceras —lo que de modo genérico
se denomina cenestesia— y que están situados en los pulmones, corazón, estómago,
intestinos, etc.

Un último grupo de órganos sensoriales serían aquellos que se distinguen por ser
informadores del dolor, a estos se les denomina nocioceptores.

El dolor no es una propiedad de los sentidos, no la producen los sentidos, sino el


cerebro, a partir de la información que procede de los nocioceptores. Porque la
produce el cerebro, y no los sentidos, es posible que éste, en ausencia de los
sentidos, alucine el dolor; es decir, lo invente. Esto es lo que ocurre con el
fenómeno del denominado dolor en los miembros fantasmas, que consiste en sentir
dolor en miembros amputados. Es el cerebro el que, ante la carencia de
estimulación de una articulación, funciona activamente alucinando la sensación de
que se tiene la articulación y de que se siente dolor en ella.

Pues bien, es en referencia a la relación entre órganos sensoriales y clase de sensaciones


que se establece la ley de Johannes Müller, conocida como Ley de Müller, y que dice que
aunque un tipo ajeno de energía sea capaz de estimular un órgano sensorial preparado para
otro tipo de energía, la sensación que recibiremos será del tipo habitual que suministra ese
sentido; esto es, la cualidad o clase de sensación depende más de la fibra nerviosa estimu-
lada que de la clase de estímulo que provoca la sensación.

La cuestión es ¿qué ocurre si fuéramos capaces de estimular un órgano sensorial


con una clase de energía sensorial que estuviera preparada para ser captada por
otro órgano sensorial diferente? Por ejemplo, ¿qué pasaría si fuéramos capaces de
estimular la vista con una energía táctil?, ¿veríamos la presión táctil o sentiríamos
la presión por la vista? Pues bien, lo que la ley de Müller establece es que
“veríamos” la presión. Naturalmente no veríamos realmente la presión, sino que si
ésta va a ser captada por los ojos significa que los ojos producirían imágenes tras
ser estimulados por la presión. Algo así ocurre cuando un golpe en los ojos
provoca la sensación de “ver las estrellas”, o en los oídos provoca un zumbido.

Otra cuestión es la del estudio de cuál sea la máxima o mínima cantidad de energía
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estimular que podemos detectar, bien desde la ausencia total de percepción, o bien
desde una percepción previa. A tales cantidades de energía se las denomina umbrales
de detección.

En principio hay que señalar que no todo aquello que detectamos lo hacemos de
modo consciente, y así, puede haber energía subliminal –estímulos que no pasen a la
consciencia- que haya sido detectada. Sabemos que lo ha sido porque, en el caso
afirmativo, el sujeto realiza una tarea.

Es una práctica prohibida, aunque en ocasiones se realice, la de intercalar en las


proyecciones de los cines, o de los anuncios, fotogramas aislados que el ojo no es
capaz de captar conscientemente debido a la velocidad de emisión de la película; y
así, por ejemplo, se pueden intercalar algunos fotogramas de patatas fritas durante
la emisión de una película. Sabemos que el espectador no ha visto esos fotogramas
en concreto, porque si les preguntamos afirman no haberlos visto, pero también
sabemos que sí han sido percibidos de modo no consciente, porque el índice de
consumo de patatas fritas se incrementa sobre la media de veces en que se ha
proyectado la película sin incluir esos fotogramas.

Con todo, lo que sigue, se refiere al estudio de umbrales de detección conscientes.

Pues bien, existen varias clases de umbrales de detección dependiendo del tipo de
órgano sensorial que se trate.

Por un lado están los umbrales absolutos 2, que son aquellos que establecen la
máxima, y mínima, cantidad de energía estimular que un órgano sensorial es capaz de
captar en condiciones ideales, sobre un fondo de estimulación vacío con, al menos,
más de un 50% de aciertos sobre el número total de pruebas.

Es decir, si estamos tratando de conocer cuál sea el umbral mínimo del sonido,
pondremos al sujeto en una situación en la que haya el mayor silencio que seamos
capaces de producir. O si es de luz, en la absoluta oscuridad.

En el caso de establecer la máxima cantidad de energía estimular que puede percibirse


se denomina umbral máximo, si es la mínima cantidad será umbral mínimo.

Además de los umbrales absolutos también es un umbral de detección el umbral


diferencial, que consiste en la cantidad de energía estimular en la que deben diferir
dos estímulos para obtener una nueva sensación.

Y así, supongamos que tenemos 100 gr. sobre una mano como estímulo inicial, o
básico; pues bien, el umbral diferencial sería la cantidad de peso que tenemos que
añadir a los 100 gramos para notar una nueva sensación.

Otra categoría de umbrales, distinta de la de detección, es la de reconocimiento. Los


umbrales de reconocimiento se diferencian de los anteriores en que aquí se trata de
reconocer algo entre varias alternativas posibles.

Por ejemplo, un umbral de detección podría ser el tiempo en que tiene que estar

2 En ocasiones se llama umbral absoluto a lo que aquí se denomina umbral mínimo


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proyectada una palabra en una pantalla para darnos cuenta que ha habido una
proyección; en cambio, el umbral de reconocimiento estaría en el tiempo que tiene
que estar proyectada una palabra para que reconozcamos qué palabra es de una
lista dada.

Los umbrales de reconocimiento son mayores que los de detección, es decir es más
fácil decir que un estímulo ha ocurrido que reconocerle.

Requerimos más tiempo para reconocer qué palabra de entre cuatro -por ejemplo:
coca-cola, bitter-kas, palomitas, patatas- ha sido proyectada, que para saber que ha
habido alguna que se ha proyectado, aunque no sepamos cuál.

También se estudian los umbrales de identificación, que son como los anteriores
pero sin informar de las posibles alternativas.

Este umbral es aún mayor que el de reconocimiento, ya que es más difícil decir cuál es
el estímulo que reconocerlo entre varios para los que estamos preparados.

El valor de los umbrales puede variar no sólo de una persona a otra sino incluso para
una misma persona es variable por motivos que se consideran azarísticos. A pesar de
ello es posible hallar un valor medio estadístico tanto para una persona como para una
especie.

Así, y como ejemplo orientativo de los umbrales mínimos de la percepción


humana, está:
Vista: luz de una vela en una noche oscura a 55 km de distancia.
Oído: tic-tac de un reloj de pulsera a seis metros.
Gusto: una cucharada de azúcar en 7 litros de agua
Olfato: una gota de perfume en una casa de 3 habitaciones.
Tacto: el ala de una abeja que cae sobre la mejilla desde un centímetro de altura.

Respecto al estudio del umbral diferencial en los órganos sensoriales exteroceptores,


Enst Heinrich Weber (1795-1878) halló una ley que lleva su nombre —Ley de
Weber— que dice: I / E = K, donde E es el estímulo básico del que se parte, I es el
incremento de energía necesario para obtener una d.j.p. (diferencia justamente
perceptible), y K es una constante, denominada constante de Weber.

Y así, supongamos, por ejemplo, que tenemos 100 gramos como estímulo básico y
que la constante de Weber es de 1/50, entonces, y operando en la Ley de Weber,
tendríamos que E * K = I, es decir, que como E es igual a 100 gramos, y como la
constante de Weber es 1/50, entonces, para obtener una nueva sensación
tendremos que incrementar con 2 gramos; es decir, I es igual a 2 gramos, ya que
100 por 1/50 es igual a 2.

Si el estímulo inicial es de 500 gramos, y como la constante no varia, podemos


predecir, resolviendo la ecuación, que I tendrá que ser igual a 10 gramos.

La validez de la ley de Weber no es completa. Se cumple en los grados intermedios de


estimulación básica, pero para los extremos, cerca de los umbrales absolutos, fracasa.
Por lo demás, la constante de Weber es distinta para los diferentes órganos
sensoriales. Con todo, muestra en forma matemática la utilidad biológica de los
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umbrales diferenciales; cuanto menor es el estímulo básico el umbral diferencial se


hace menor 3.

Eso permite que, por ejemplo, por la noche oigamos ruidos que son imperceptibles
por el día, como por la noche el ruido de fondo es mínimo, no es necesario un gran
incremento de ruido para que sea oído, y así, podemos oír andar a una persona por
la calle, cuando por el día tal sonido es inaudible. 4

4. Nivel Psicológico: la atención

Para que los estímulos del medio se nos presenten como objetos, es decir, como
realidades concretas dotadas de sentido, y por tanto para que percibamos, hace falta
que previamente atendamos.

La atención es ese fenómeno mediante el cual se centra la conciencia en un


determinado estímulo o grupo de estímulos.

Los estímulos que llegan del medio ambiente son múltiples y no es posible centrarnos
en todos, en realidad atendemos a un número relativamente pequeño de ellos.

Se ha calculado que para atender a todo lo que recibimos por los dos ojos haría
falta un cerebro de un año de luz cúbico de arista.

La forma en que se selecciona, dentro de los estímulos posibles, cuales van a ser
percibidos es mediante la atención. Esa selección se produce de varias formas. Por un
lado seleccionamos cuál vaya ser el sentido al que vamos a dar prioridad, y al hacerlo
desatendemos la información que nos suministra otro. Además, dentro ya de los
estímulos que recibe un órgano sensorial concreto, sólo atendemos a una pequeña
selección en detrimento de otros estímulos de la misma clase.

Y así podemos, en ocasiones, dar prioridad al oído en detrimento de la vista, y no


fijarnos en lo que vemos, sino prestar plena atención a lo que oímos. Pero dentro
de los sonidos, aún podemos atender justo a una gama concreta, por ejemplo a lo
que nos está diciendo una persona, y no enterarnos del ruido ambiental, o de lo que
dicen otras personas.

Por tanto, la atención es un mecanismo mediante el cual se cambia la pérdida de una


enorme cantidad de información por la posibilidad de manejar, de modo efectivo, una

3 Posteriormente Gustav Theodor Fechner (1801-1887) afirmó una ley que incluía a todos los umbrales diferenciales
de los distintos sentidos. Y así, según la siguiente fórmula: IS = k * I / E, donde IS significa el incremento en la
sensación y k es una constante de proporcionalidad. Planteado como una ecuación diferencial Fechner lo resolvió
integrando la ecuación con lo que resultaba una fórmula logarítmica: S= k log. e E + C, donde C es una constante de
integración y log. e es el logaritmo neperiano correspondiente. Según esa fórmula la intensidad de la sensación es
proporcional al logaritmo de la intensidad del estímulo. Es decir, si la intensidad del estímulo se incrementa en
proporción geométrica, la de la sensación lo hace en proporción aritmética.
4 Actualmente los umbrales son un tema de debate. Dentro de los psicólogos que aceptan el umbral absoluto la
cuestión estriba en si estos representan un cambio continuo o discontinuo, es decir en si vamos teniendo
paulatinamente una nueva sensación (de forma continua), o si la obtenemos de forma discontinua. Una nueva teoría,
teoría de la detección de señales diría que es imposible percibir en condiciones ideales, por el contrario siempre se
produce "ruido", por ejemplo a la hora de medir el umbral absoluto del sonido el sujeto siempre puede oír ruidos de
ropa, su corazón etc. Si tal cosa se acepta no es posible alcanzar el umbral absoluto. Con todo parece actualmente
posible una teoría que englobe los distintos aspectos tanto de las dos teorías de los umbrales, la continua y la
discontinua, como la de la teoría de detección de señales.
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pequeña parte de la información disponible, que es la que resulta importante en un


momento dado.

Dentro del fenómeno global de la atención existen distintos campos de estudio. Por
un lado se encuentra, justamente, el aspecto selectivo de la atención o atención
selectiva. Además puede estudiarse la concentración, que es el intento de excluir
estímulos que puedan interferir en la actuación en una tarea determinada. También el
fenómeno de la búsqueda, que es la situación en la que el observador busca en un
conjunto de señales un subconjunto específico.

De este mecanismo se hacen incluso pasatiempos en revistas y periódicos.

Otro campo de estudio en la atención es el mecanismo de la activación, que viene a


ser la disposición a responder ante cualquier estímulo que aparezca. También se
encuentra la predisposición, que es la preparación para percibir un tipo de estímulo
concreto. Y la vigilancia o atención sostenida, que es la capacidad de mantener la
atención durante períodos de tiempo prolongados

De todos ellos vamos a centrarnos en el primero y el último.

5. La atención selectiva.

Lo que aquí se estudiaría serían aquellos mecanismos que hacen que la atención
seleccione, de entre distintas posibilidades, aquello que termine por ser percibido.

Existen varios niveles en que esa selección se produce. El primero es el que discrimina
entre fondo y figura, ya que es la figura la que será percibida con nitidez sobre un
fondo difuso. La segunda es el modo en que agrupamos los estímulos para producir
objetos de percepción. Y la tercera sería la manera en que nuestra atención se polariza
para atender a unos en vez de a otros posibles conjuntos de estímulos.

5.1.1. Fondo y Figura.

La atención es focal, esto es, separa el campo perceptual en dos


partes, una en la que se centra nuestra atención y que recibe el
nombre de figura y otra, que la enmarca, más difusa, que recibe el
nombre de fondo. Esta distinción entre fondo y figura se realiza
sobre la información que suministran cada uno de los distintos
órganos sensoriales.

La figura tiene el carácter


de algo sólido y compacto
que se adelanta sobre el
fondo y le da cualidad de
“cosa”; el fondo, en Escher. Sky and water I
cambio, presenta el carácter de algo vago y difuso que se
encuentra tras la figura.
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Además la figura posee un área más pequeña y de color más brillante; el fondo tiene
un área mayor que la figura y de color indefinido.

Por último, los límites que distinguen la figura del fondo se incluyen dentro de la
figura, por eso la figura presenta forma y contorno definido y el fondo no.

En ocasiones nos encontramos con configuraciones de fondo y figura reversibles,


en los que lo que es fondo puede pasar a ser figura y viceversa, como en el caso de
la copa de Rubin, el cubo de Necker o la suegra-nuera de Boring, con todo no es
el caso usual.

Copa de Rubin Cubo de Necker Suegra-nuera de Boring

Existen algunas leyes 5 que explican qué factores intervienen en el hecho de que un
conjunto de sensaciones se articulen como fondo o como figura. Entre estas destacan la
del tamaño relativo, que indica que, a igualdad de otras circunstancias, el área más
pequeña suele configurarse como figura. Y la que distingue entre áreas envolventes y
áreas envueltas; y así, la superficie envuelta suele configurarse como figura y la
envolvente como fondo.

5.1.2. Leyes de agrupación de estímulos

Las leyes de agrupación de estímulos funcionan como factores que determinan cómo
agrupamos los estímulos que recibimos por los sentidos para, a partir de éstos,
configurar las figuras que percibimos. Estas leyes son leyes innatas, por tanto comunes
a la especie humana. Existen muchas, quizá las más conocidas son las que siguen.

Ley de Proximidad que afirma que, manteniendo el resto de los factores constantes,
los estímulos próximos tienden a percibirse como formando parte de un mismo
objeto. La proximidad no sólo es espacial, también es temporal.

Ley de Semejanza que mantiene que, conservando el resto de factores constantes,


los estímulos se agrupan por su semejanza.

Ley de Continuidad dice que, conservando el resto de factores constantes, tendemos


a completar la continuidad de los estímulos, aunque no estén, en atención a guardar
sus formas.

Ley del Cierre, que indica que salvaguardando el resto de los factores constantes,

5 Rubin y Koffa
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tendemos a cerrar las figuras incompletas, aunque falten los estímulos


correspondientes, en orden a guardar sus formas.

Ley de Semejanza. Ley de Continuidad. Ley de Clausura.


Ley de Proximidad. Agrupamos por semejanza los Nosotros “completamos” el arco Completamos los estímulos
Agrupamos en bandas las líneas estímulos en líneas de círculos y y la línea que pasa por “detrás” incompletos en orden a cerrar las
horizontales de cruces en vez de hacerlo en de las “columnas” verticales, figuras y, así, percibimos tres
columnas mixtas aunque falten sus estímulos. rectángulos.

Las leyes de agrupación de estímulos facilitan la captación de estímulos como formando


parte de un todo, lo cuál da origen a toda una serie de errores de percepción.

Los errores de percepción más conocidos son las denominadas ilusiones, que se producen
por una limitación de nuestro aparato perceptivo, ya sean los propios órganos de la
sensación, o ya sea por la manera que tenemos de agrupar los estímulos.

Un ejemplo de ilusión producida por el modo en que están constituidos nuestros


órganos sensoriales es el efecto visual de ver una vara recta doblada cuando
sumergimos la mitad de la vara en agua.

Sin embargo, las ilusiones perceptivas más conocidas no se deben a una limitación
del órgano de percepción.

Ilusión de Muller-Lyer Ilusión de Contraste


Paralelogramo de Sanner. Ilusión de Titchener.
El segmento A parece menor Parece haber cuadros negros en
El segmento B parece más largo Los círculos centrales de las
que el segmento B, aunque son las intersecciones de las líneas
que el A, pero son iguales figuras miden lo mismo
iguales. blancas

Ilustración de Edward Adelson.


Ilusion de Zollner Otra ilusión debida a Zollner Cordón trenzado de Fraser
El color de la ficha A es el
Las líneas transversales son De nuevo las paralelas Se percibe una espiral, pero son
mismo que el de la ficha B
paralelas, aunque no lo parece. horizontales parecen no serlo líneas concéntricas
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Otra clase de errores perceptivos son las denominadas Percepciones Confusas, que se
originan a partir de estímulos de baja intensidad, lo cuál posibilita que identifiquemos de
modo erróneo la percepción que estamos teniendo.

Por ejemplo, en la lejanía, y con poca luz, se pueden confundir un hombre quieto
con un árbol.

Por último también se encuentran las denominadas alucinaciones, las cuales se


distinguen de los demás errores perceptivos en que se producen sin que haya ningún
estímulo que las produzca o se malinterprete; es decir, es una creación absoluta de la
mente.

Las alucinaciones no sólo son visuales, algunas simulan otros órganos sensoriales,
oído, tacto, vista, gusto…, en ocasiones las alucinaciones consisten en no percibir
algo, y se denominan alucinaciones negativas. En ocasiones el sujeto sabe que
está alucinando, en ese caso se habla de alucinosis en vez de alucinación. Los
motivos que causan las alucinaciones son variados, puede deberse a una afección
de los órganos sensoriales, a lesiones causadas en el cerebro, a estados cerebrales
anómalos producidos, en ocasiones, por drogas psicotrópicas, y a enfermedades
mentales.

5.1.3. Factores de polarización de la atención

Existen distintos factores o leyes que muestran porqué se polariza nuestra atención,
es decir, qué hace que nuestra atención atienda a unos estímulos en vez de a otros.
Estos factores son de dos tipos, los producidos por condicionantes internos como son
el interés y la necesidad, y los externos, que dependen más bien de la propia estructura de
los estímulos.

Por ejemplo, y respecto al factor del interés, si estamos interesados en el deporte y


no en la moda, posiblemente atenderemos a las noticias de deporte en vez de a las
de moda. Si tenemos alguna necesidad, por ejemplo vamos andando por la calle
con hambre, atenderemos al tipo de estímulos que indiquen comida.

Respecto a los factores externos también los hay de dos clases, aquellos que se refieren
a las características físicas e intrínsecas de los estímulos, y entonces se destaca el
tamaño, la intensidad del estímulo, y el movimiento, y aquellos que se refieren a las
características comparativas de los estímulos, y entonces se trata del contraste de los
estímulos, el cambio de estímulos, la novedad del estímulo, la sorpresa, la incongruencia entre
los estímulos y la complejidad, entendiendo por más complejo aquel estímulo con el que el
sujeto puede hacer más.

Como ejemplo de tamaño estaría cómo nuestra atención se dirige a una persona más
grande frente a otra más pequeña, respecto a la intensidad puede ejemplificarse con el
flash de las cámaras fotográficas, que llama nuestra atención, ejemplo de movimiento
es cuando alguien levanta la mano, y la mueve, para llamar la atención de otra persona.
Ejemplo de contraste sería una persona sin uniforme entre otras uniformadas, de
cambio se refiere a una modificación de estímulos habituales, la silla que se cambia de
lugar en una casa llama la atención del que vive en la casa, pero no del visitante. La
novedad se refiere a la aparición de un estímulo nuevo sobre los estímulos antiguos,
por ejemplo un nuevo jarrón en una casa, la sorpresa se refiere a lo inesperado y no
previsible, por ejemplo si aparece un gato en una clase; la incongruencia es cuando
vemos estímulos que aparentemente entran en conflicto con otros, o con lo que
creemos saber, por ejemplo si vemos a alguien por la calle que pensábamos había
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muerto; y la complejidad se refiere a que preferimos estímulos complicados a


estímulos simples, y así, en general, preferiríamos una pelota con varios colores que
una monocroma.

Otra característica de la atención es su carácter fluctuante, es decir la atención no


se está quieta, sino que continuamente cambia, examinando el medio, sin
detenerse. En consonancia con esto están los conocidos como movimientos
sacádicos de los ojos, que son pequeños movimientos espasmódicos que se dan en
éstos.

6. La atención sostenida o vigilancia

La vigilancia, o atención sostenida, es la capacidad de los observadores de mantener el


foco de atención, y de permanecer alerta ante los estímulos durante largos períodos de
tiempo.

El interés por este tema procede del mundo militar.

Durante la 2ª Guerra Mundial, en Gran Bretaña, los operadores de radar en


patrullas antisubmarinas tenían que permanecer, a menudo durante mucho tiempo,
mirando la pantalla del radar. A partir de cierto tiempo su eficacia en detectar los
submarinos decrecía e incluso se producían alucinaciones. Estas alucinaciones se
enmarcan dentro de los casos de deprivación sensorial.

La deprivación sensorial consiste en limitar drásticamente, o bien la estimulación


que le llega a un sujeto, o bien la variación en esa estimulación. En estos casos el
individuo crea sus propias percepciones, alucinándolas; su estado psicológico es el de
una tremenda ansiedad.

Todos los experimentos sobre la capacidad de mantener la vigilancia señalan que ésta
sufre una fuerte función de decremento según se prolonga en el tiempo. La tarea de la
investigación radica en establecer esta función y en hacerlo para los distintos sentidos
ya que, por ejemplo, la eficacia de la atención es superior con imágenes auditivas que
con visuales.

Una peculiaridad de la vigilancia es que su eficacia mejora de modo sustancial si se le


proporciona al observador información de como lo está haciendo, incluso aunque esa
información no sea totalmente verdadera.

7. Nivel Cultural.

Es el nivel más adaptado a las necesidades culturales del individuo concreto.

Desde este nivel se produce una selección, una interpretación y una valoración de lo
percibido.

Uno disputa clásica en psicología de la percepción es la de cuánto de nuestra


percepción depende del aprendizaje hecho por la experiencia.

Respecto a los estudios sobre personas que han tenido desde el nacimiento una
privación visual, que posteriormente ha sido curada, todos los investigadores son
unánimes al informar que la percepción de un cuadrado, un círculo o un triángulo
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es muy pobre. Durante un largo período es imposible ver uno de estos objetos
como un todo, con características distintivas evidentes de modo inmediato, las
diferencias se suelen encontrar cuando las ve juntas pero se le olvidan. Su
capacidad para aprender el nombre de las figuras es nula, aunque el
reconocimiento táctil sea inmediato y total. Incluso una vez que se identifica un
objeto esta identificación se deteriora con un pequeño cambio de contexto. Por
ejemplo, si reconoce un terrón de azúcar en la mano del examinador puede ser
incapaz de reconocerlo suspendido de una cuerda. Hebb cita el caso de un paciente
al que se describe como extremadamente inteligente, que sólo podía identificar
cuatro o cinco caras después de dos años de haber sido operado.

El aprender a percibir no se limita a la vista, se da también en los demás órganos


sensoriales. Como ejemplo aplicado al tacto se encuentra el siguiente experimento:
al chimpancé Rob se le privó de estimulación táctil normal en los antebrazos, las
manos, los pies y las piernas con vendajes y cartones. Tras 31 meses fue liberado
de los cartones y se le impuso una tarea discriminativa que consistía en que se le
recompensaba si al estimular el experimentador, con un pellizco, el índice de su
mano derecha, Rob giraba la cabeza hacia la derecha, igual para el dedo índice de
la mano izquierda. A pesar de la sencillez de la tarea Rob no dio muchas muestras
de haber aprendido después de 2000 ensayos. Un chimpancé de control, no
privado de estimulación, alcanzó un nivel de respuestas casi perfecto después de
una décima parte de los ensayos que se realizaron con Rob.

No hay duda, en el presente, de que existe un aprendizaje perceptivo que se realiza


durante la infancia, y sin un esfuerzo del que seamos de adultos conscientes. Es una
disposición al aprendizaje que tiene un periodo crítico tras el cual, si no se ha realizado, se
pierde, y hace muy difícil, cuando no imposible, su realización.

Aprendemos a percibir tanto en el aspecto de la unidad, esto es reconocer que hay una
figura que resalta respecto al fondo, como en el de la identificación, esto es en el de
reconocerla como miembro de una clase de figuras.

Ahora bien, las clases de figuras que nos rodean son algo cultural.

No es lo mismo vivir en una ciudad que con los esquimales en el Polo Norte. En
una ciudad tenemos automóviles, un edificio, una televisión etc., la cultura
esquimal no proporciona esos objetos, proporciona otros distintos, y pone al
individuo en otras situaciones perceptivas que debe dominar si quiere sobrevivir;
por ejemplo, el esquimal es capaz de diferenciar más de veinte tonalidades de
blanco.

Por tanto, la experiencia es fundamental a la hora de percibir; de hecho a no ser que


lo que percibamos sea absolutamente nuevo tendemos a categorizarlo, esto es, a
incluirlo en una clase de objetos ya conocida por experiencia.

Y así, el habitante de la jungla que nunca ha visto un avión puede denominarlo


“pájaro estruendoso”; es decir, percibe el nuevo objeto a través de las categorías
tradicionales de percepción que le ha suministrado su experiencia, la cuál se da en
el marco cultural concreto en el que ha nacido.

En el nivel cultural también destaca el fenómeno de la constancia perceptiva, que


consiste en una tendencia a modificar la percepción de los objetos para que éstos se
conformen a como ellos son en nuestro trato ordinario con ellos, y no a como los
recibimos en cada caso.
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Por ejemplo, cuando miramos, un cuenco inclinado


recibimos la información, debido al ángulo desde
el que lo miramos, de que su abertura es elíptica,
no circular; sin embargo, corregimos esta
impresión al percibir y afirmamos que vemos una
abertura circular. Esa corrección es fruto de la
constancia perceptiva, que hace que percibamos al
objeto constante, a pesar de las variables
perspectivas en que se nos muestra.

La constancia perceptiva funciona en todos los


aspectos de la percepción, no sólo en la forma. Por
ejemplo, y respecto al tamaño, cuando vemos a
alguien en la distancia no le vemos como si tuviera
realmente el tamaño con que le vemos, ni
suponemos que, al acercarse, está creciendo, aunque su figura en nuestra retina
está realmente creciendo, corregimos nuestra percepción para mantener la
constancia del tamaño.

De nuevo, también con otros aspectos como la intensidad de iluminación, si vemos


un mantel blanco con luz brillante, o con sombra, vemos una intensidad de color
diferente, pero no pensamos que es debido a un cambio de color en el objeto,
mantenemos que el color del objeto es el mismo, aunque no sea eso lo que estamos
viendo.

Por tanto, la constancia perceptiva falsea los datos de los sentidos, y lo hace para ser
más objetiva que esos mismos datos. Se basa en gran medida en la capacidad del
perceptor para tener en cuenta las circunstancias de la estimulación y compensarlas.

Otro procedimiento cultural mediante el cual interpretamos lo recibido son las


expectativas, que suelen funcionar como predisposiciones a percibir algo en
concreto.

La mayoría de las expectativas funcionan sin control consciente por parte de la


persona que las tiene.

Una persona miedosa tiende a oír voces o ver cosas en la oscuridad de acuerdo con
su miedo.

Cuando se sufre una separación afectiva tendemos a "ver a la persona por la calle",
o si oímos una llamada de teléfono a pensar que es ella quien llama, aunque fuese
absurdo que sea ella.

Un caso especial de expectativas inconscientes son las que se producen a través de la


percepción subliminal, en la cual somos influidos por una estimulación de la que no
somos conscientes y que nos predispone respecto a nuestra conducta.

El “conocer” a las personas en el sentido de “calarlas”, puede explicarse como la


evaluación a nivel no consciente de rasgos de comportamiento, etc., de la persona
observada.

Las expectativas también pueden ser conscientes, y se dan cuando hay instrucciones
explícitas, ya sean dadas por otros o por nosotros mismos, sobre lo que se tiene que
percibir. De hecho muchas de nuestras expectativas son formadas por las presiones o
indicaciones del grupo, o de una persona con cierta autoridad sobre nosotros.
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Existen muchos estudios sobre cómo nuestras expectativas se conforman. En estos


experimentos se introduce al individuo, sobre el que se experimenta, en un grupo
de personas compinchadas que mentirán diciendo que perciben algo que no
perciben, y así provocarán una percepción errónea en el individuo sobre el que se
experimenta.

Un tipo muy especial de expectativas conscientes se denomina imágenes de búsqueda,


y funcionan al hacernos una imagen mental del estímulo, o grupo de estímulos, que
queremos percibir, tras lo cuál pasamos la vista por nuestro espacio de percepción
hasta encontrarlo.

Así se pasa la vista por una multitud buscando un amigo. O buscamos un libro en
una estantería con la imagen de que es rojo, de forma que sólo paramos la atención
ante un libro rojo.

Por otro lado sabemos que nuestro modo de percepción depende en gran medida de
nuestro modo de ser, sistemas de ideas, intereses y demás.

Lo cuál ha sido utilizado por los psicólogos para determinar aspectos de nuestra
personalidad. El procedimiento funciona presentándonos estímulos ambiguos y
esperando que, al interpretarlos, proyectemos nuestra personalidad.

Un ejemplo de esto es el denominado test de Rochard, más conocido como el test


de manchas.

Personalidad, inteligencia y carácter pueden en parte ser establecidos a través del


modo de percibir.
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EJERCICIO 6.1
1. Pon dos ejemplos, aunque tengas que inventarte la situación, de umbrales de identificación,
reconocimiento, diferencial y absolutos respecto del sonido.

2. Supongamos que estamos interesados en conocer cuantos puntos de luz deberíamos añadir a una
habitación iluminada por 30 para obtener una nueva sensación. Imaginemos que lo constante de Weber
para esta ocasión es 1/10. ¿Y si la habitación está iluminada por 50?

I / E = K; I = K· E; I = 1/10· 30; I=3

I = 1/10· 50; I=5

3. Poner ejemplos de situaciones en las que la atención se polarice por los distintos condicionamientos
explicados; internos y externos.

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