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SEGUNDO DE BACHILLERATO
UNIDAD SEXTA:
LA PERCEPCIÓN
6. La percepción Página 2 de 18
1. Introducción 1
De hecho, la percepción, no sería otra cosa más que una serie compleja y agrupada
de sensaciones. Cuando vemos, por ejemplo, un coche, estaríamos recibiendo en
los órganos sensoriales una serie compleja de estimulaciones que nuestra mente
transformaría en átomos de sensación, y sería el conjunto de esos átomos de
sensación los que, juntos y agrupados, forman la percepción del coche.
1 N. DEMBER William y S. WARM Joel. “Psicología de la percepción”. Alianza Editorial. Colección alianza psicología nº
28. Madrid 1990 (1979/1960). Se trata de un manual sobre psicología desde la perspectiva del procesamiento de la
información.
BARLOW Horace, BLAKEMORE Colin, WESTON-SMITH Miranda, eds.- “Imagen y conocimiento. Cómo vemos el mundo
y como lo interpretamos.”. Editorial Crítica. Colección Drakontos. Barcelona 1994 (1990). Es una colección de artículos
que barren desde la parte más física de la percepción, y por tanto comienzan con nivel neuronal, hasta niveles más
complejos de percepción. Es ameno aunque de alto nivel (algunos artículos), y algo rapsódico. GARCÍA NORRO,
Juan José y GARCÍA-BARÓ, Miguel.- “Filosofía (libro de texto de 3º de BUP)”. Editorial Alhambra. Madrid 1987 (1986).
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Por ejemplo, los mosquitos hembra son capaces de ver el calor generado por la
sangre de los animales de sangre caliente, es así como consiguen guiarse para
poder extraerles la sangre. Para ellos, ver el calor, es una ventaja adaptativa sin la
cuál no podrían sobrevivir. Sin embargo, para la mayoría de las especies animales,
ser capaz de ver el calor, no significaría una ventaja de esa clase, y por eso esa
característica no ha sido seleccionada en su proceso evolutivo.
Los murciélagos pueden oír sonidos de una frecuencia que el ser humano no puede
oír –ultrasonidos- y que son emitidos por ellos mismos para, al ser captados
cuando rebotan en los objetos y en las paredes de las cuevas en las que viven,
poder conocer su posición y así volar evitando chocar con ellos. La vista no les
serviría, ya que en las cuevas no entra apenas luz, y como consecuencia casi son
ciegos.
Cuando miramos, por ejemplo, a alguien que habla nos pasan desapercibidas
múltiples cosas justo por el hecho de no atenderlas. Recibimos esa información a
través de los sentidos, pero no la procesamos, no hacemos con ella memoria, ni
siquiera sabemos que ha ocurrido.
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Por ejemplo, puede ocurrir que alguien, mientras escuchamos a otra persona, tosa
ligeramente, si tras acabar la audición nos preguntan si se tosió, quien y cuantas
veces, es muy probable que no lo sepamos.
Es decir, no nacemos sabiendo percibir, sino que de igual manera que aprendemos a
hablar o a andar, aprendemos a percibir.
Sin embargo, no hay duda de que aprendemos a percibir. Los ciegos de nacimiento
que recuperan la vista tienen graves dificultades para percibir, es decir, para
comprender la estimulación que su vista recibe. Una persona especializada en
olores es capaz de distinguir matices que otra no puede diferenciar. Un analista de
fotografías aéreas es capaz, por su adiestramiento, de diferenciar estructuras que
son invisibles al profano. Luego existe un adiestramiento de la percepción que
puede ampliarse y especializarse.
3. Nivel Físico.
En el nivel físico se trata de analizar nuestro aparato físico perceptual; y por tanto, y
en primer lugar, los sentidos.
Para muchas clases de energías físicas, como por ejemplo los rayos cósmicos o los
campos magnéticos, no disponemos de ningún órgano sensorial, por lo que no
podemos percibirlas. Aunque eso no significa que ningún ser vivo pueda hacerlo, y
así, por ejemplo, las aves que emigran son capaces de percibir los campos
magnéticos que les orientan en sus migraciones.
vista, oído, tacto, olfato y gusto; con todo, y a estos, se pueden añadir algunos
receptores situados en la piel que proporcionarían información sobre el calor, el frío y
la presión.
Una segunda clase de somatoceptores son los interoceptores, que son aquellos
encargados de informar al sujeto del estado de sus vísceras —lo que de modo genérico
se denomina cenestesia— y que están situados en los pulmones, corazón, estómago,
intestinos, etc.
Un último grupo de órganos sensoriales serían aquellos que se distinguen por ser
informadores del dolor, a estos se les denomina nocioceptores.
Otra cuestión es la del estudio de cuál sea la máxima o mínima cantidad de energía
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estimular que podemos detectar, bien desde la ausencia total de percepción, o bien
desde una percepción previa. A tales cantidades de energía se las denomina umbrales
de detección.
En principio hay que señalar que no todo aquello que detectamos lo hacemos de
modo consciente, y así, puede haber energía subliminal –estímulos que no pasen a la
consciencia- que haya sido detectada. Sabemos que lo ha sido porque, en el caso
afirmativo, el sujeto realiza una tarea.
Pues bien, existen varias clases de umbrales de detección dependiendo del tipo de
órgano sensorial que se trate.
Por un lado están los umbrales absolutos 2, que son aquellos que establecen la
máxima, y mínima, cantidad de energía estimular que un órgano sensorial es capaz de
captar en condiciones ideales, sobre un fondo de estimulación vacío con, al menos,
más de un 50% de aciertos sobre el número total de pruebas.
Es decir, si estamos tratando de conocer cuál sea el umbral mínimo del sonido,
pondremos al sujeto en una situación en la que haya el mayor silencio que seamos
capaces de producir. O si es de luz, en la absoluta oscuridad.
Y así, supongamos que tenemos 100 gr. sobre una mano como estímulo inicial, o
básico; pues bien, el umbral diferencial sería la cantidad de peso que tenemos que
añadir a los 100 gramos para notar una nueva sensación.
Por ejemplo, un umbral de detección podría ser el tiempo en que tiene que estar
proyectada una palabra en una pantalla para darnos cuenta que ha habido una
proyección; en cambio, el umbral de reconocimiento estaría en el tiempo que tiene
que estar proyectada una palabra para que reconozcamos qué palabra es de una
lista dada.
Los umbrales de reconocimiento son mayores que los de detección, es decir es más
fácil decir que un estímulo ha ocurrido que reconocerle.
Requerimos más tiempo para reconocer qué palabra de entre cuatro -por ejemplo:
coca-cola, bitter-kas, palomitas, patatas- ha sido proyectada, que para saber que ha
habido alguna que se ha proyectado, aunque no sepamos cuál.
También se estudian los umbrales de identificación, que son como los anteriores
pero sin informar de las posibles alternativas.
Este umbral es aún mayor que el de reconocimiento, ya que es más difícil decir cuál es
el estímulo que reconocerlo entre varios para los que estamos preparados.
El valor de los umbrales puede variar no sólo de una persona a otra sino incluso para
una misma persona es variable por motivos que se consideran azarísticos. A pesar de
ello es posible hallar un valor medio estadístico tanto para una persona como para una
especie.
Y así, supongamos, por ejemplo, que tenemos 100 gramos como estímulo básico y
que la constante de Weber es de 1/50, entonces, y operando en la Ley de Weber,
tendríamos que E * K = I, es decir, que como E es igual a 100 gramos, y como la
constante de Weber es 1/50, entonces, para obtener una nueva sensación
tendremos que incrementar con 2 gramos; es decir, I es igual a 2 gramos, ya que
100 por 1/50 es igual a 2.
Eso permite que, por ejemplo, por la noche oigamos ruidos que son imperceptibles
por el día, como por la noche el ruido de fondo es mínimo, no es necesario un gran
incremento de ruido para que sea oído, y así, podemos oír andar a una persona por
la calle, cuando por el día tal sonido es inaudible. 4
Para que los estímulos del medio se nos presenten como objetos, es decir, como
realidades concretas dotadas de sentido, y por tanto para que percibamos, hace falta
que previamente atendamos.
Los estímulos que llegan del medio ambiente son múltiples y no es posible centrarnos
en todos, en realidad atendemos a un número relativamente pequeño de ellos.
Se ha calculado que para atender a todo lo que recibimos por los dos ojos haría
falta un cerebro de un año de luz cúbico de arista.
La forma en que se selecciona, dentro de los estímulos posibles, cuales van a ser
percibidos es mediante la atención. Esa selección se produce de varias formas. Por un
lado seleccionamos cuál vaya ser el sentido al que vamos a dar prioridad, y al hacerlo
desatendemos la información que nos suministra otro. Además, dentro ya de los
estímulos que recibe un órgano sensorial concreto, sólo atendemos a una pequeña
selección en detrimento de otros estímulos de la misma clase.
3 Posteriormente Gustav Theodor Fechner (1801-1887) afirmó una ley que incluía a todos los umbrales diferenciales
de los distintos sentidos. Y así, según la siguiente fórmula: IS = k * I / E, donde IS significa el incremento en la
sensación y k es una constante de proporcionalidad. Planteado como una ecuación diferencial Fechner lo resolvió
integrando la ecuación con lo que resultaba una fórmula logarítmica: S= k log. e E + C, donde C es una constante de
integración y log. e es el logaritmo neperiano correspondiente. Según esa fórmula la intensidad de la sensación es
proporcional al logaritmo de la intensidad del estímulo. Es decir, si la intensidad del estímulo se incrementa en
proporción geométrica, la de la sensación lo hace en proporción aritmética.
4 Actualmente los umbrales son un tema de debate. Dentro de los psicólogos que aceptan el umbral absoluto la
cuestión estriba en si estos representan un cambio continuo o discontinuo, es decir en si vamos teniendo
paulatinamente una nueva sensación (de forma continua), o si la obtenemos de forma discontinua. Una nueva teoría,
teoría de la detección de señales diría que es imposible percibir en condiciones ideales, por el contrario siempre se
produce "ruido", por ejemplo a la hora de medir el umbral absoluto del sonido el sujeto siempre puede oír ruidos de
ropa, su corazón etc. Si tal cosa se acepta no es posible alcanzar el umbral absoluto. Con todo parece actualmente
posible una teoría que englobe los distintos aspectos tanto de las dos teorías de los umbrales, la continua y la
discontinua, como la de la teoría de detección de señales.
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Dentro del fenómeno global de la atención existen distintos campos de estudio. Por
un lado se encuentra, justamente, el aspecto selectivo de la atención o atención
selectiva. Además puede estudiarse la concentración, que es el intento de excluir
estímulos que puedan interferir en la actuación en una tarea determinada. También el
fenómeno de la búsqueda, que es la situación en la que el observador busca en un
conjunto de señales un subconjunto específico.
5. La atención selectiva.
Lo que aquí se estudiaría serían aquellos mecanismos que hacen que la atención
seleccione, de entre distintas posibilidades, aquello que termine por ser percibido.
Existen varios niveles en que esa selección se produce. El primero es el que discrimina
entre fondo y figura, ya que es la figura la que será percibida con nitidez sobre un
fondo difuso. La segunda es el modo en que agrupamos los estímulos para producir
objetos de percepción. Y la tercera sería la manera en que nuestra atención se polariza
para atender a unos en vez de a otros posibles conjuntos de estímulos.
Además la figura posee un área más pequeña y de color más brillante; el fondo tiene
un área mayor que la figura y de color indefinido.
Por último, los límites que distinguen la figura del fondo se incluyen dentro de la
figura, por eso la figura presenta forma y contorno definido y el fondo no.
Existen algunas leyes 5 que explican qué factores intervienen en el hecho de que un
conjunto de sensaciones se articulen como fondo o como figura. Entre estas destacan la
del tamaño relativo, que indica que, a igualdad de otras circunstancias, el área más
pequeña suele configurarse como figura. Y la que distingue entre áreas envolventes y
áreas envueltas; y así, la superficie envuelta suele configurarse como figura y la
envolvente como fondo.
Las leyes de agrupación de estímulos funcionan como factores que determinan cómo
agrupamos los estímulos que recibimos por los sentidos para, a partir de éstos,
configurar las figuras que percibimos. Estas leyes son leyes innatas, por tanto comunes
a la especie humana. Existen muchas, quizá las más conocidas son las que siguen.
Ley de Proximidad que afirma que, manteniendo el resto de los factores constantes,
los estímulos próximos tienden a percibirse como formando parte de un mismo
objeto. La proximidad no sólo es espacial, también es temporal.
Ley del Cierre, que indica que salvaguardando el resto de los factores constantes,
5 Rubin y Koffa
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Los errores de percepción más conocidos son las denominadas ilusiones, que se producen
por una limitación de nuestro aparato perceptivo, ya sean los propios órganos de la
sensación, o ya sea por la manera que tenemos de agrupar los estímulos.
Sin embargo, las ilusiones perceptivas más conocidas no se deben a una limitación
del órgano de percepción.
Otra clase de errores perceptivos son las denominadas Percepciones Confusas, que se
originan a partir de estímulos de baja intensidad, lo cuál posibilita que identifiquemos de
modo erróneo la percepción que estamos teniendo.
Por ejemplo, en la lejanía, y con poca luz, se pueden confundir un hombre quieto
con un árbol.
Las alucinaciones no sólo son visuales, algunas simulan otros órganos sensoriales,
oído, tacto, vista, gusto…, en ocasiones las alucinaciones consisten en no percibir
algo, y se denominan alucinaciones negativas. En ocasiones el sujeto sabe que
está alucinando, en ese caso se habla de alucinosis en vez de alucinación. Los
motivos que causan las alucinaciones son variados, puede deberse a una afección
de los órganos sensoriales, a lesiones causadas en el cerebro, a estados cerebrales
anómalos producidos, en ocasiones, por drogas psicotrópicas, y a enfermedades
mentales.
Existen distintos factores o leyes que muestran porqué se polariza nuestra atención,
es decir, qué hace que nuestra atención atienda a unos estímulos en vez de a otros.
Estos factores son de dos tipos, los producidos por condicionantes internos como son
el interés y la necesidad, y los externos, que dependen más bien de la propia estructura de
los estímulos.
Respecto a los factores externos también los hay de dos clases, aquellos que se refieren
a las características físicas e intrínsecas de los estímulos, y entonces se destaca el
tamaño, la intensidad del estímulo, y el movimiento, y aquellos que se refieren a las
características comparativas de los estímulos, y entonces se trata del contraste de los
estímulos, el cambio de estímulos, la novedad del estímulo, la sorpresa, la incongruencia entre
los estímulos y la complejidad, entendiendo por más complejo aquel estímulo con el que el
sujeto puede hacer más.
Como ejemplo de tamaño estaría cómo nuestra atención se dirige a una persona más
grande frente a otra más pequeña, respecto a la intensidad puede ejemplificarse con el
flash de las cámaras fotográficas, que llama nuestra atención, ejemplo de movimiento
es cuando alguien levanta la mano, y la mueve, para llamar la atención de otra persona.
Ejemplo de contraste sería una persona sin uniforme entre otras uniformadas, de
cambio se refiere a una modificación de estímulos habituales, la silla que se cambia de
lugar en una casa llama la atención del que vive en la casa, pero no del visitante. La
novedad se refiere a la aparición de un estímulo nuevo sobre los estímulos antiguos,
por ejemplo un nuevo jarrón en una casa, la sorpresa se refiere a lo inesperado y no
previsible, por ejemplo si aparece un gato en una clase; la incongruencia es cuando
vemos estímulos que aparentemente entran en conflicto con otros, o con lo que
creemos saber, por ejemplo si vemos a alguien por la calle que pensábamos había
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Todos los experimentos sobre la capacidad de mantener la vigilancia señalan que ésta
sufre una fuerte función de decremento según se prolonga en el tiempo. La tarea de la
investigación radica en establecer esta función y en hacerlo para los distintos sentidos
ya que, por ejemplo, la eficacia de la atención es superior con imágenes auditivas que
con visuales.
7. Nivel Cultural.
Desde este nivel se produce una selección, una interpretación y una valoración de lo
percibido.
Respecto a los estudios sobre personas que han tenido desde el nacimiento una
privación visual, que posteriormente ha sido curada, todos los investigadores son
unánimes al informar que la percepción de un cuadrado, un círculo o un triángulo
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es muy pobre. Durante un largo período es imposible ver uno de estos objetos
como un todo, con características distintivas evidentes de modo inmediato, las
diferencias se suelen encontrar cuando las ve juntas pero se le olvidan. Su
capacidad para aprender el nombre de las figuras es nula, aunque el
reconocimiento táctil sea inmediato y total. Incluso una vez que se identifica un
objeto esta identificación se deteriora con un pequeño cambio de contexto. Por
ejemplo, si reconoce un terrón de azúcar en la mano del examinador puede ser
incapaz de reconocerlo suspendido de una cuerda. Hebb cita el caso de un paciente
al que se describe como extremadamente inteligente, que sólo podía identificar
cuatro o cinco caras después de dos años de haber sido operado.
Aprendemos a percibir tanto en el aspecto de la unidad, esto es reconocer que hay una
figura que resalta respecto al fondo, como en el de la identificación, esto es en el de
reconocerla como miembro de una clase de figuras.
Ahora bien, las clases de figuras que nos rodean son algo cultural.
No es lo mismo vivir en una ciudad que con los esquimales en el Polo Norte. En
una ciudad tenemos automóviles, un edificio, una televisión etc., la cultura
esquimal no proporciona esos objetos, proporciona otros distintos, y pone al
individuo en otras situaciones perceptivas que debe dominar si quiere sobrevivir;
por ejemplo, el esquimal es capaz de diferenciar más de veinte tonalidades de
blanco.
Por tanto, la constancia perceptiva falsea los datos de los sentidos, y lo hace para ser
más objetiva que esos mismos datos. Se basa en gran medida en la capacidad del
perceptor para tener en cuenta las circunstancias de la estimulación y compensarlas.
Una persona miedosa tiende a oír voces o ver cosas en la oscuridad de acuerdo con
su miedo.
Cuando se sufre una separación afectiva tendemos a "ver a la persona por la calle",
o si oímos una llamada de teléfono a pensar que es ella quien llama, aunque fuese
absurdo que sea ella.
Las expectativas también pueden ser conscientes, y se dan cuando hay instrucciones
explícitas, ya sean dadas por otros o por nosotros mismos, sobre lo que se tiene que
percibir. De hecho muchas de nuestras expectativas son formadas por las presiones o
indicaciones del grupo, o de una persona con cierta autoridad sobre nosotros.
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Así se pasa la vista por una multitud buscando un amigo. O buscamos un libro en
una estantería con la imagen de que es rojo, de forma que sólo paramos la atención
ante un libro rojo.
Por otro lado sabemos que nuestro modo de percepción depende en gran medida de
nuestro modo de ser, sistemas de ideas, intereses y demás.
Lo cuál ha sido utilizado por los psicólogos para determinar aspectos de nuestra
personalidad. El procedimiento funciona presentándonos estímulos ambiguos y
esperando que, al interpretarlos, proyectemos nuestra personalidad.
EJERCICIO 6.1
1. Pon dos ejemplos, aunque tengas que inventarte la situación, de umbrales de identificación,
reconocimiento, diferencial y absolutos respecto del sonido.
2. Supongamos que estamos interesados en conocer cuantos puntos de luz deberíamos añadir a una
habitación iluminada por 30 para obtener una nueva sensación. Imaginemos que lo constante de Weber
para esta ocasión es 1/10. ¿Y si la habitación está iluminada por 50?
3. Poner ejemplos de situaciones en las que la atención se polarice por los distintos condicionamientos
explicados; internos y externos.