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ACASSUSO
De Rafael Spregelburd
ACASSUSO
PRIMER ACTO
1 / DEFENSA
MARTA CAAMAÑO:
Señor juez, señores abogados, fiscales, autoridades y maestras de la
escuela, padres, alumnos.
Bueno.
¿Puedo leer?
¿No?
Lo que pasa es que me lo preparé así para no olvidarme de cosas
que… todo fue tan rápido que… tan confuso. Tantos detalles.
¿No leo?
¿Lo digo de memoria?
Bueno. Como me vaya saliendo, entonces.
Señores.
Una cosita, nada más, leo. Chiquita. Después sigo con mis…
impresiones no escritas. Pero para planificar mejor mi… discurso. Mi
defensa. O sea… a mí no me queda claro si yo… si ustedes piensan
que yo… ¿yo me tengo que defender? No, ¿no?
Son otros los que…
(Lee) A quien crea que la docencia es una tarea que una elige, le
decimos: no. A quien crea que la escuela es un segundo hogar,
también le decimos no.
La docencia es algo que “nos” elige, y si bien nos resistimos como
bueyes a este trabajo que tiene más zonas negras que
gratificaciones, muchas de nosotras hacemos de esa resistencia una
vocación, y dale que vamos. A quien crea que un segundo hogar
puede tener el aspecto de un manicomio, que con todo respeto es lo
que más se parece a la escuela 78 del distrito escolar Merlo, yo le
digo que no. Que ni educadores ni educandos encontrarán allí algo
parecido a un hogar.
Pausa.
Yo soy muy crítica de… del estado… Del estado de las cosas.
Pausa.
El chumbo estuvo siempre. Que algunas directoras, e incluso
porteros, van armados a la escuela no es una novedad, mal que le
guste. A lo mejor Su Señoría recién se desayune con esto y en ese
caso yo le digo a Su Señoría: “Bienvenido al mundo real”, con todo
respeto.
¿Sigo?
Yo preferiría las preguntas puntuales, las que me quieran hacer.
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2 / GAUCHITA
M. GREGORINI: Ah.
S. BRUNETTI: Tengo dos. Primero tenía un segundo. Ahora me lo
juntaron con un octavo.
M. GREGORINI: Bueno, pero yo no te tengo. (Revisa sus planillas.)
S. BRUNETTI: ¿Cómo que no me tenés?
M. GREGORINI: No te tengo.
S. RIVAROLA: Bueno, Marta, pero fijate si…
M. GREGORINI: ¿¡Que me fije qué!? ¡No la tengo! (La mira.) No te
tengo.
S. DOMBER: ¿Y por qué no la agregás?
M. GREGORINI: ¿Cómo la voy a agregar? Si no está no la puedo
agregar. (A S. BRUNETTI.) No te tengo. Si no te tengo, vos no vas a
cobrar nunca. ¡Nunca!
M. ELIZARRAGA: Fijate en la otra carpeta.
M. GREGORINI: ¡No la tengo! (Cambio de tono.) ¿La otra carpeta?
¿La roja? ¿Qué querés? ¿Que me fije ahí? (A. S. BRUNETTI.) Mirá,
Susana: voy a ver si te tengo en una carpeta que tenemos acá para
estas cosas. Pero no te prometo nada.
Salen M. GREGORINI y S. BRUNETTI. MARTA se lleva consigo la caja
de la cooperadora, divino tesoro.
S. DOMBER: (Como si se tratara de algo muy grave.) “Me puedo
llevar regla y escuadra”, me dice. Ocho y cuarto de la mañana. “Me
puedo llevar regla y escuadra”.
S. RIVAROLA: Bueno, dejala. Es nueva.
M. ELIZARRAGA: No nos amarguemos la mañana.
M. LOCOCO: Le pone ganas.
S. RIVAROLA: Voy a ver si entró al grado. Y a ver si Delia sabe algo
más. (Sale.)
S. DOMBER: Sí. Y vení a contarnos. Regla y escuadra. Sí, le pone
ganas, ¿no? (Pausa.) Pero les tiene miedo a los chicos. Porque si les
querés enseñar, si le ponés pilas, los chicos se dan cuenta y te hacen
la vida imposible. ¿Vos sabés lo que le contestó Susana?
M. ELIZARRAGA: Ah, no sabés. Le dijo: “Regla y escuadra no; las
va a usar Susana. Punto. Esto no se discute más.”
M. LOCOCO: Sí, qué bestia. Bueno, es la vice, ¿no? Y esta otra
zapalla, que se ubique, ¿no?
S. DOMBER: ¿Vos sabés lo que le pasó? Parece que Marta no la
tenía en las planillas.
M. ELIZARRAGA: No va a cobrar nunca.
M. LOCOCO: Y no. Si no la tiene…
S. DOMBER: Parece que la buscó en la carpeta y no estaba.
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3 / ANGIE
4 / RAMA
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5 / MUSCULOSA
M. GREGORINI: No se metan
M. LOCOCO: Y sí. Pero esa con mis cuentas.
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M. GREGORINI: Yo ya tenía
M. CAAMAÑO: ¿Y si te pongo la todo anotado.
diferencia encima?
M. LOCOCO: Sí, de mil amores.
6 / DÍNAMO
S. DOMBER: A lo mejor te va a
tocar decirles la verdad. Que no
sabés. Que me inflé sí me lo acuerdo…
S. BRUNETTI: No…
¿Pero vos sabés que pensé que
Después no me creen nada. me había inflado acá?
7 / MATRÍCULA
8 / PLUTÓN
9 / PUCHOS
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Entra M. ELIZARRAGA.
DELIA: ¿Cuándo te llamó ese Angie por última vez, Marta (Lococo)?
S. RIVAROLA: ¿Qué sabrás vos si vine o no? Si vos no viniste, el
día de paro…
DELIA: ¿Y qué querías, Susana? ¿Que carnereara una huelga? Ah,
no, chicas, miren que si lo de los regalitos se torna un problema para
todas, acá esto se arregla muy fácil. Se acabaron los regalitos. Y que
cada una se compre la blusa que necesita.
M. CAAMAÑO: ¿Qué? ¿La tengo que devolver?
DELIA: ¿No ven, chicas? Acá falta un ingrediente mágico de
compañerismo, nos falta la camaradería masculina… ese tufo
desinteresado, viril, que es lo que hace que los hombres se junten
entre ellos para hacer grandes tareas…
Entra GLADYS.
DELIA: … como ganar un partido o robarse un banco. ¿No, Gladys?
M. LOCOCO: Sí. Y encima se dan el lujo de ponerse bonetes…
GLADYS: ¿Quiénes?
M. LOCOCO: …Y festejar el
cumpleaños a la cajera. ¿No,
Gladys? M. GREGORINI: ¿Cómo
pretende que anote lo de los
puchos?
S. DOMBER: ¿Qué cajera?
M. LOCOCO: La que cumplía
años. ¿No, Gladys? ¿No estabas
cuando contaron?
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SEGUNDO ACTO
10 / PEAJE
SUSANA RIVAROLA:
¿Usted me pregunta por el arma?
¿Qué arma, específicamente?
¿El chumbo de la señora Delia Lobo?
Bueno, a lo mejor yo no soy la más delimitada para dar esta
explicación. Porque yo tuve –y tengo, sigo teniendo-, Su Señoría,
una opinión respecto de estas cuestiones. Y es una opinión forjada a
fuego, no me van a convencer de lo contrario.
¿Es una escuela el lugar más apropiado para llevar armas de fuego?
No, no lo es. Y esto es lo que yo pienso.
Paso a explicarle del arma de la señora Delia Lobo.
Los Sagasti, del séptimo de la mañana, son dos casos-problema. Se
sabía que al menos uno de ellos está en la cuestión ésta del peaje,
les cobran peaje a sus compañeritos para pasar por Etcheverry y
salir del barrio. Y no se hizo nada en su momento. Hasta que un
buen día, Sagasti se apersona en la escuela con el chumbo. La
señora Delia Lobo se entera, lo va a buscar, lo saca del aula y le dice
lo siguiente –tengo testigos- le dice: “¿Sabés, Sagasti, que ahora hay
un programa escolar para canjear armas por juguetes? Un arma por
un juguete. Decime qué juguete te gustaría tener y yo lo arreglo con
las punteras a nivel municipal, pero me tenés que dejar el chumbo.”
¿Sabe lo que le dijo Sagasti? “Una pelota de básquet”. (Timbre.)
11 / AZUL
12 / CROQUIS
13 / TIMBRES
14 / PICHON
15 / GOLEADOR
16 / PELOS
Entra M. GREGORINI.
S. RIVAROLA: Che, pero contá… Mirá, Marta, ¿escuchaste? Parece
que encontraron pelos, toda la bonaerense está agarrada del
microscopio buscando el ADN…
GLADYS: Parece que los tipos entran lo más bien vestidos de traje.
DELIA: Claro, bien mozos.
GLADYS: Como ya tienen los túneles cavados desde hace semanas,
lo único que tienen que hacer es hacer creer a la policía que los
tienen a todos de rehenes.
M. LOCOCO: ¿Para qué?
GLADYS: ¿Cómo para qué? Para ganar tiempo. Cierran las puertas.
Cae la cana, y les dicen que piden un helicóptero, sánguches de
miga y qué sé yo qué para fugarse. Todo mentira. Lo que necesitan
es tiempo. Vuelan las cajas de seguridad, agarran la guita, las
joyas…
DELIA: ¡Ay, joyas!
GLADYS: Es un banco de zona norte, imaginate qué no habrá
metido ahí la gente de Acassuso… Mientras la cana cree que van a ir
soltando rehenes de a poco y llegan refuerzos, los tipos meten todo
en unos gomones, se sacan el traje, tienen unos shores abajo…
DELIA: ¿Cómo? ¿Se sacan todo? (Pausa.)
GLADYS: Se quedan en shores… (Pausa.) Para irse en los
gomones…
DELIA: (Ensoñada) …cubiertos de joyas…
M. LOCOCO: Pará, pará… ¿cómo que se sacan todo?
GLADYS: Tendrán unos shores abajo del traje, para remar más
cómodos…
DELIA: …con tantos collares al cuello…
M. LOCOCO: ¿Cómo sabés que se sacan todo? ¿Se ponen en
cueros? ¿Delante de las rehenes?
GLADYS: (Afirmando.) ¿No te dije que encontraron pelos?
TODAS: ¡Nooooo!
M. ELIZARRAGA: Perdoná, pero… ¿pelos, pelos?
TODAS: (Gritan, entre calientes y escandalizadas.) ¡Nooooo! ¡Pará!
GLADYS: Bueno, a los efectos del análisis del ADN da lo mismo…
S. RIVAROLA: ¿Te imaginás? ¿Haber estado ahí de rehén?
DELIA: Y… por ahí se hicieron ayudar por las rehenes para
desvestirse…
M. ELIZARRAGA: ¿Y cómo… o sea… cómo…? ¿Se quedan en short?
M. LOCOCO: ¿No llevan camisetas?
GLADYS: Pleno verano.
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17 / REPULGUE
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18 / RÍO
19 / FALOS
S. DOMBER: No te pueden
Yo igual tampoco sabría muy matar en el sueño. Si te matan
bien como formular la pregunta en el sueño es que morís de
esta… (Sale.) verdad.
20 / MOUSE
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TERCER ACTO
21 / DEPORTISTA
GLADYS RONDÓ:
Nunca queda del todo claro si se trata de una declaración, de un
discurso escolar, o de qué.
Señores presentes, jueces y autoridades en general, deportistas,
docentes, papis, niños:
Soy un hombre rudo, pero de corazón lo declaro, desde luego para
que perdonéis la humildad de mi alocución, en la que huelga la
literatura y abunda en camiones… (lee mejor) abunda en cambio el
sentimiento puro y amontonado.
El triunfo en el deporte debe ser completo, en cualquiera de sus
ramificaciones. Escojamos una para dominarla a fuerza de constancia
y de tesón. Y ya que hemos de escoger, escojamos fútbol. El fútbol,
por miles de motivos, merece nuestro esfuerzo, un esfuerzo que -si
somos tesoneros- se verá coronado por el éxito, desde el pecuniario
al trascendental. Tributemos nuestros cálidos aplausos a este
campeón mexic… argentino que hoy es agasajado, recordemos sobre
todo en el extranjero a nuestra querida patria, que la hemos
colocado muy alto, en un lugar envidiable, y sepamos hacer latir con
fuerza otros corazones mex… argentinos en el destierro, que se
inflen como los nuestros, hoy, aquí, señores, cuando vemos jugar a
Edgar Fabiani con su balón. (Hace una seña a EDGAR, que entra
aterrado y queda parado a un costado, vestido de traje, y en prolija
decadencia. Es un muchachón tímido y demasiado abundante, el
único hombre en este mundo de maestras.) Que esto sirva de
estímulo para dedicar nuestra juventud al deporte viril del siglo XX
en que vivimos. Oh, Edgar; héroe del deporte en el querido suelo
que nos vio nacer, hijo dilecto de nuestra Virgencita de Guadalupe,
gracias por este magnífico espectáculo del deber cumplido,
espectáculo guadalupano del fútbol, coreografía de una patria
grande, pujante y tricolor.
Y aprovecho para repetir –porque ya lo he dicho pero algunos parece
que tienen tierra en las orejas- que el que no traiga el recibo pagado
taca-taca de la cooperadora no entra nunca más a la canchita. Usted
saben que yo no jodo.
Gracias.
22 / MORONDANGA
50
23 / JENNIFER
24 / TUPPER
Entra M. CAAMAÑO.
M. GREGORINI: No me consta.
DELIA: Ay, Marta. Mirá, te
presento a Edgar.
Y no me importa quién me avisó
o no, sino quién lo autorizó.
Te anoto.
M. GREGORINI: Dudo mucho
que nadie me invite a un picnic.
25 / VALE
CUARTO ACTO
26/ ZOMBIES
MARTA CAAMAÑO:
Me pongo como loca, cuando pasa eso, señor juez. Señor Consejo
Escolar.
Yo… antes del episodio… qué terrible… se ve que había tenido que
faltar… por algún problema de salud.
Yo ya estoy grande.
Y éste no es un sistema que respete a las que estamos grandes.
Yo ya tengo la edad real para jubilarme, pero como no me reconocen
cuatro años de antigüedad que hice en Tres de Febrero porque
parece que perdieron todo, ahora si me quiero jubilar no llego ni al
64% móvil. Así que yo sigo. Hasta que me reviente el hígado, o algo,
yo sigo. Y así todas, como zombies, como la noche de los muertos
vivos. ¿Qué se creen, que lo que pasó venía de la nada?
Acá lo uno afecta a lo otro.
Y ahí llega Gladys con la noticia. Gladys, la educadora física.
Cuando cayeron los chorros de Acassuso.
Timbre.
27 / CLARÍN
Entra DELIA.
DELIA: ¿Cómo que cayeron, Marta?
M. CAAMAÑO: No sé, lo escuchó Gladys.
DELIA: Debe ser un error. Esta escuela es un teléfono
descompuesto.
M. CAAMAÑO: Bueno, yo lo escuché con todas las letras… “La
policía agarró al hombre del tarje gris y le están tomando declaración
porque…”
DELIA: ¡Mirá, Marta! ¿A vos te parece que yo me puedo dejar llevar
por lo que vos escuchaste? ¿Qué traje gris? ¡Gladys!
Entra M. GREGORINI y M. LOCOCO.
DELIA: Ah, Marta, ¿dónde quedó la compu ésa? La tengo que usar.
Quiero leer el Clarín sin pagarlo. ¿Vos te entendés con internet,
Marta? ¿Dónde se conecta?
M. GREGORINI: No sirve.
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28 / RADIO
29 / ROSAS
Entra S. BRUNETTI.
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30 / DELACIÓN
M. LOCOCO: ¿Qué?
S. RIVAROLA: Es horrendo. Horrendo. Así van a ir cayendo todos.
Por una mina que va y los delata. Una chiruza que primero disfrutó
de las joyas, de Sabato, y después tuvo pruritos y llamó a la cana.
¿Para qué? ¿Para ser tapa de revista?
31 / SABATO
Entra M. GREGORINI.
S. RIVAROLA: ¿Estás bien, Marta?
M. GREGORINI: A mí hay algo que no me cierra. Acá hay gato
encerrado.
S. RIVAROLA: ¿Querés sentarte, te falta el aire?
M. GREGORINI: No, la cosa no es tan fácil. Ponele que sos un
escritor de increíble renombre, ponele que tenés tus manuscritos en
tu casa y ponele que vivís en un país donde no se sabe si habrá un
futuro. ¿Qué hacés? Metés tus manuscritos, valiosos, incunables, en
una caja de seguridad de un banco. Punto. Entonces yo digo: si ya
los metiste en el banco, pagando unos onerosos doscientos o
trescientos pesos por mes de mantenimiento de la caja, un básico de
una portera, ponele, y ya está, ni se te ocurre que te los puedan
robar del banco, ¿para qué los vas a asegurar en tres palos verdes?
S. RIVAROLA: Es cierto.
M. GREGORINI: No sólo es cierto, es vergonzoso. Porque, ¿qué se
deduce de todo esto? Que Sabato tenía una caja de seguridad, que a
lo mejor ahí tenía algunas joyas de su señora, o algún premio
enchapado en 18 kilates, lo que quieras, pero ningún manuscrito. No
hay manuscrito, ¿entienden?
S. RIVAROLA: Te entiendo perfectamente. El tipo no escribió nada,
y aprovecha el robo para que el seguro le pague tres palos verdes.
Es un genio. O sea, yo como escritor no sé si me gusta, igual lo
valoro, pero planeándose una jubilación de privilegio me parece un
genio.
M. GREGORINI: ¿Y quién soy yo para desbaratar sus planes?
¿Quién soy yo si sus novelas entraron en una especie de cono de
sombra y ya no vende lo que necesita para llevar ese ritmo de vida
exultante que tiene Sabato? ¿Quién vengo a ser yo? ¿Quién me va a
creer a mí si llevo mi hipótesis a los detectives? ¿Y además por qué
haría yo una cosa así? ¿Por qué simpatizaría yo con los que guardan
la propiedad del rico y reprimen al pobre? Todo esto me da náuseas,
díganme si el mundo en el que nos movemos no es como para
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32 / ESTÉNCIL
33 / GOPHER
34 / ESCOBA
DELIA: ¡Ay por el amor de dios, si querés decirle algo, decilo, Marta!
M. ELIZARRAGA: Se lo estoy di-di-di-di-di-ciendo… Vos tenés que
recuperar la ca-ca-ca… ¡La calma!
M. CAAMAÑO: ¡Lo que hace falta recuperar acá es la honestidad,
Delia!
DELIA: ¿Ustedes me hablan de honestidad, a mí? ¿En serio, chicas?
¿En serio, Susana?
EDGAR: ¿Sabés lo que hacemos en el Depo con la honestidad de
Morón? ¿Querés ver por dónde nos la pasamos en el vestuario?
Lo de siempre. (Tratando de
buscar adeptas, que no halla.)
Vos te mandás la macana, y
después salís a buscar quién te EDGAR FABIANI: ¿A qué
arregle las cosas. cancha ibas vos?
MARTA CAAMAÑO: A la de
Nueva Chicago.
(A las demás.) Ella deja que las Yo limpiaba los baños, ahí.
cosas se salgan de control.
M. LOCOCO: Bueno, no se
lastimó nadie. Fui y copié sesenta líneas del
S. DOMBER: ¡Yo sí! Deuteronomio arriba de los
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35 / PISTOLA
36 / CORPIÑOS
37 / INDIA
EDGAR: ¡Ah! Hoy es tu día de suerte. ¿Qué quiero yo? ¿Qué quiere
Él de vos? Mirá. Acá tengo un encendedor que le gané a un pibe de
cuarto en los penales. Si prende, te salvás. Si no prende, te mato.
EDGAR FABIANI le pone el revólver en la nuca. DELIA LOBO no
repara en nada. Sacude la cabeza negativamente.
EDGAR: ¿Vos qué querés, directora?
Prueba el encendedor. No anda. Apuntando a DELIA, da un paso
hacia atrás.
DELIA LOBO: Yo quiero un gomón que me saque de todo esto.
EDGAR: Cuando te toca, te toca.
DELIA: Quiero remar, desnuda, río abajo.
EDGAR FABIANI la escucha un instante: el discurso de DELIA es
desesperado y enigmático. EDGAR lo escucha y luego se va, solo,
confundido. Abandona su botín y sale. DELIA LOBO sigue hablando
sin darse cuenta de que se ha ido.
DELIA: Quiero ser una india, cubierta de joyas, quiero sentir el frío
de la esmeralda entre mis senos, y remar, remar hacia el sur, a
donde van las almas cuando ya han cumplido la tarea en esta tierra.
Tierra de penumbras… y de barro...
38 / SEISDEDOS
M. CAAMAÑO: ¿Cómo?
GLADYS: Que el policía…
DELIA: ¿Y los hombres desnudos…?
GLADYS: Uruguayos, eran. Al de traje gris lo agarraron en
Aeroparque.
M. CAAMAÑO: ¿A dónde se quería ir?
GLADYS: No se quería ir a ningún lado: vino de Uruguay.
S. RIVAROLA: ¿Cómo?
DELIA: Yo debo haber entendido todo mal. Todo mal.
S. DOMBER: ¿Pero y el túnel? ¿Era mentira?
GLADYS: ¿Qué túnel?
DELIA: Me quiero morir. ¿No cavaron un túnel?
S. DOMBER: Lo de Sabato…
GLADYS: Entraron por un túnel…
S. DOMBER: Porque Cajita dice que es mentira que Sabato haya
escrito “El Túnel”…
M. CAAMAÑO: En tres palos verdes, lo aseguró. ¿Sabés qué racha?
¿Cobrar tres palos verdes por algo que nunca te tomaste el trabajo
de escribir?
GLADYS: ¿Qué? Lo escuché hoy en la radio. La mujer de uno. Los
entregó a todos, estaban detrás del tipo de traje gris que aparece en
los videos de seguridad del banco, y el detective Seisdedos…
M. CAAMAÑO: ¿Pero Seisdedos quién es?
DELIA: Basta, no sigan. No sigan, chicas. No se entiende lo que
pasó. Dejémoslo acá.