Costitucion Apostolica

SACRAE DISCIPLINAE LEGES

La constitución apostólica a través de la cual se promulgo el código de Derecho

canónico, expone la causa de la reforma y renovación de las leyes de la Iglesia al
considerar estos cambios como necesarios para una configuración más plena a la
misión salvífica de Cristo, que le ha sido confiado a ella.
La decisión de renovación del código del 1917 fue una expresión de la
providencia de Dios, que inspiró la idea a Juan XXIII juntamente con la convocatoria
del Concilio Vaticano II. Este acontecimiento preanunció la estrecha relación existente
entre estos pues el nuevo código para su publicación necesito del trabajo conciliar, es
decir del desarrollo de toda su doctrina.
También es resaltante que la intención de fondo al promulgar el nuevo código
es la de reformar la vida cristiana a la luz de la eclesiología conciliar, en la cual están
sus fundamentos. Así muestra que lo importante no es la ley en sí misma sino que el
fin del corpus de leyes es con miras a poder conformar a la Iglesia (pueblo de Dios) a
la plenitud a la que esta llamada.
Es aquí donde resalta la novedad con fidelidad a la Tradición de la que habla
esta constitución apostólica, ya que el nuevo código busca aterrizar en el lenguaje
canónico toda la doctrina sobre la Iglesia: como pueblo de Dios organizado
jerárquicamente en estrecha comunión y que participa de la triple función de Cristo
(sacerdote, profeta y rey). Aunque no se pueda verter completamente todo el misterio
eclesial en los cánones, siempre estarán empapados en su esencia misma de esta
eclesiología, la cual será la llave hermenéutica para su recta interpretación.
Así se explica la necesidad mutua de ambos, porque la disciplina eclesial busca
ordenar tanto al cuerpo eclesial como la vida personal de cada fiel, con miras al fin
puesto por la doctrina del Vaticano II, recogida del deposito de la fe por el colegio de
los obispos, que concibe a la Iglesia como “sacramento universal de salvación”. En
consecuencia el código es una ayuda, un instrumento eficaz con el que la Iglesia
puede perfeccionarse a sí misma para que se manifieste en ella los signos que llaman a
la fe, que permitirá la apertura del cielo a más gente.