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El avance de la blockchain
Entre los hitos recientes se encuentran: el interés generado por las criptomonedas y
las ICOs, la explosión del ecosistema Ethereum, el debut de Japón como primera
gran economía en aceptar al Bitcoin como un instrumento oficial de pagos, la
emisión de los primeros futuros del Bitcoinpor parte de la Chicago Mercantile
Exchange, el estudio por parte de una veintena de países para emitir sus propias
criptomonedas, la preparación de grandes bancos y corporaciones para la
masificación de aplicaciones basadas en la blockchain y el avance para el respaldo
monetario de criptomonedas más allá de la tecnología.
Este 2018 se viene una gran ola de ventas de autos eléctricos asequibles. Si bien,
aunque el 2017 fue el año con mayores ventas de carros eléctricos —casi 200 mil
unidades en EUA y por primera vez, un millón de unidades alrededor del mundo—,
los autos eléctricos solo representan aproximadamente 1.5% de la venta total de
automóviles en EUA y menos del 1% en todo el mundo.
A pesar del rápido crecimiento que ha tenido la CRISPR-Cas9 en los últimos años,
aún quedan muchos obstáculos por delante. Un estudio publicado a principios del
2018 reveló que la mayoría de los humanos podrían poseer anticuerpos que
combaten los dos tipos más importantes de la proteína Cas9, que es el pilar de la
tecnología CRISPR-Cas9. Además, la creciente polémica ética y social sobre la
edición genética complica aún más el proceso de aprobación regulatoria. Sin duda,
la CRISPR-Cas9 podrá presentar grandes riesgos para salud, pero si los ensayos
clínicos resultan exitosos, la recompensa será mucho mayor.
Pero mientras las personas disfrutan estas nuevas experiencias, los gobiernos
tendrán un reto mayor: comenzar la reinvención de la economía política, la
diplomacia y la gobernanza en el marco de la Cuarta Revolución Industrial. Por
ejemplo, cada vez veremos más países desarrollando estrategias nacionales de
Inteligencia Artificial y de Ciberseguridad — ambas serán claves para ser relevantes
a nivel geopolítico. Y lamentablemente, los legisladores y jueces no tienen
conocimientos sólidos de tecnología.
La ciencia ficción jugó un papel fundamental sobre lo que podría ser la IA y en los
años recientes, algunos entusiastas de la tecnología se decepcionaron por las
aplicaciones “poco espectaculares” de la IA. Sin embargo, el 2018 será un gran año
para esta tecnología, ya que los algoritmos de aprendizaje automático (o machine
learning, por su término en inglés) la están mejorando y los inversionistas le están
apostando con convicción.
Cabe subrayar que las áreas de expansión de la IA están siendo diferentes a las del
software tradicional. Entre ellas hay que destacar los dispositivos de
reconocimiento de voz, detección facial, reconocimiento de emociones, uso de
lenguaje natural, creación de contenido, integración con sistemas de aprendizaje
automático, aprendizaje no supervisado, procesamiento vía edge-computing, así
como compilación y presentación masiva de Big Data. Además, en línea con el
avance tecnológico, todos estos procesos no solo serán más avanzados, sino
también serán más económicos —y en diversos casos, descentralizados.
La industria healthcare fue el sector de AI que levantó más dinero y realizó más
operaciones en 2017. Ahí veremos aplicaciones en áreas como administración y
monitorización del estilo de vida, asistentes virtuales, imágenes médicas y
diagnóstico, entre otros. Estas aplicaciones mostrarán beneficios tangibles de la
aplicación de la IA, dejándonos la sensación de que el ser humano y la máquina
pueden combinarse para mejorar a la especie humana.
Es por estas razones que el año entrante también traerá más debate sobre las
implicaciones de los avances tecnológicos. Por ejemplo, se espera que las agendas
pública y legislativa incluyan temas como las directrices éticas dentro de la IA, la
eliminación de empleos por parte de procesos basados en esta tecnología, la
atención a desplazados digitales, así como la implementación de conceptos como
justicia, confianza y equidad.
Sin embargo, habrá dos novedades relevantes en estos hackeos. Por un lado, el
objetivo primario de los delincuentes será con menos frecuencia el robo de
información personal y más comúnmente, la apropriación de sistemas — desde la
explotación de vulnerabilidades del IoT, hasta la falla de sistemas médicos, así
como el ataque a infraestructura crítica, la seguridad nacional o la ciberguerra.
Por el otro, será el primer año en el que la mayoría de los ataques sean hechos con
estructuras relacionadas a la IA: uso de chatbots para enviar spam, phishing o
fraude, criptográficos o ransomware basados en machine learning, creación de
patrones para evitar ser detectados o ataques de fuerza bruta basados en IA para
adivinar contraseñas.
A pesar de que la IA pueda ser utilizada para la defensa de los nuevos sistemas
digitales, es probable que, en términos absolutos, el cibercrimen explote mejor
estas nuevas tecnologías, pues sus consecuencias más radicales pueden amenazar
la vida de las personas o desplomar activos tecnológicos de referencia. En síntesis,
la amenaza estará llegando no solo a afectaciones nunca antes vistas, sino que
requerirá que los usuarios y organizaciones tengamos un nivel de precaución al que
no estamos acostumbrados —y para el que quizá sea difícil prepararnos.
La llegada de la red 5G