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Aurelio Fernandez Compendio de Teologia Moral © Aurelio Fernndez, 1995 by Ediciones Palabra, S. A. 1995 P2 de la Castellana, 210. 28046 Madrid Produccién: Francisco Femandez, sa ibrerta habitual ies Palabra, S. A. EDICIONES PALABRA Gréficas Rogar, S. A. - Fuenlabrada (Madrid) (Madrid L epelseutep uo9 opreo ey uoIeZEIEMNIas ef ‘sarquIOY soy ‘ap vrowsjouco yj f vauyrodwayuos emyno vy opeaunied ey * ‘sesorirjax seanoadsiod sey ap £ sorg ap weBreur [e pepreat BL 9p vIOuAAIA A uoToRJasdzaqUT oWLoD ‘UOISeZLTENORS ET “soy -ndjpsip sns v snsap 1od epepuotiosue worsiur e] ¥ soyresop soy ‘squswraiuemsisuod ‘f peprueumy Bj esoqawze anb sey sod souoroemuys se] 8 epres “e1sa(8] ef ap onuap A eueNstI9 3 &[ ap ZI ef & “eosng wystesOUr O80]9a) [> ‘soureyUasad ‘anb vorSo[oa1 eaqo ¥] aquosut as oorewt aise ug “ear [eI -ueurepury 2359 oie oqoUrerTepros sopezeydure souressa UEUINY UOTOIPUCD ef Ua TeIUaISe as anb sayexour Eid soy SouOTOIpuos SeAanU Se[ Ua UgTquTE) ered -sau A wong ey eqreureaonu sesuod oBfxe femioe WOTIENTS FT oayou 2380 20g ‘onreyembuy syuaarod un one sourepreTTEY sou ‘ovrenuoo of aq “Jepod asa ap emyye ef ® [exoUT pepTT. -vsuodsez wun arember ‘seaniny £ saquasaud souorsesaued se] 9p ofyeuaq ue opezyin 19s vexed onb ‘peprreumny | ap eyoreur ey aiqos & ourstur Js axqos ‘opumiut To axqos sepod ap sejoo sape) arquioy [9 opeismbuos ey eroueUt ‘2159 og “opeysadsosur odusen oynut ou aoey oTjoxresap un opmaasuos wey woru99} 2] £ Bfoua|S eT “souO;oRIUa} A sopeprpiqysod sns woo ‘seaquios £ s2any shs tod ‘saxoura1 A sezuezedse sns uoo epefroruoua wun ¥ soursoyor sou sisqo wagered vj woo A ‘peprreumy ap sistio epungaxd eu Wo sosouruy soureyjey sou anb reumge operaSexa So ON NOQIOVINASTYd ‘COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL frecuencia en el secularismo, que excluye a Dios y la trans- cendencia como horizonte del hombre y de su mundo. Y este eclipse de Dios esté conduciendo a un vacio en el hombre de razones para vivir, para trabajar, para luchar, para esperar. La sola abundancia de cosas no hace a los hombres mas felices, ya que un progreso sin «alma» no sacia el corazén humano. Esta oscuridad afecta al hombre en su verdad susten- tadora; a la percepcin de su dignidad sobre todo en los, primeros pasos de la vida y en las tiltimas estaciones; a la libertad tanto en su concepto como en su realizacién per- sonal y social, ya que unas veces se la desvincula de su medida interna que es la verdad y otras se la convierte en capacidad de decidir individualmente sin atender a los demés con quienes se comparte la vida. Una libertad, asi entendida, caeré en la esclavitud del capricho o en la sole- dad del egofsmo. La convivencia justa, pacifica y solidaria con estos presupuestos. No podemos olvidar, cuando se insiste en cualificar la vida, que la cali- dad de la vida humana es de orden esencialmente moral. @De dénde brota la vinculaci6n iltima e incondicional de los preceptos morales? Inmediatamente de la concien- cia, que es la norma préxima del'comportamiento; es obvio que se trata de la conciencia bien formada, de la conciencia que reconoce la verdad y a cuya busqueda no renuncia por la opinién dominante, por indolencia 0 por comodidad. Pero la conciencia no esta cerrada en si misma, se resuelve en subjetividad auténoma, sino que es ellugar sagrado donde el hombre percibe la verdad, su luz y sus exigencias. En la conciencia resuena la voz de Dios y en su luz se refleja la Luz eterna. La conciencia esta referi- da ala verdad y a la autoridad inherente a la misma ver- dad, La ericfclica Veritatis splendor, que el autor ha incorpo- rado con inteligencia y fidelidad a este Compendio de ‘Teologia Moral, sondeé con rigurosa lucidez la separacién 8 PRESENTACION de verdad, bien y libertad, operada por la cultura moder- na, y reivindicé con abundantes razones su vinculo esen- cial. El amor auténtico es inseparable de la verdad. Si el hombre no respeta la verdad; se extravfa, se esclaviza y malogra. También ha tenido en cuenta el autor la enciclica Evangelium vitae; en realidad no ha necesitado trabajo especial, ya que la obra moral de los tres tomos se mueve en el mismo sentido. La fidelidad a la verdad nada tiene que ver con actitu- des intolerantes; si inquieta, en cambio, el que entre noso- tros sea sospechoso de dogmatismo o fundamentalismo quien posee convicciones firmes y las defiende con dedica- ci6n y valentia, Sin habitos morales, sin conciencia moral, sin leyes inspiradas en los valores morales, no tendremos Ja garantia de que los derechos humanos serén realmente defendidos. La evangelizacién es inseparable de la transmision del evangelio de la verdad y de la vida. La nueva evangeliza- cién no se limita al anuncio inicial o a una pastoral de la iciacion cristiana; es preciso rehacer por todas partes el humano de la persona y de la sociedad. Es urgente la proclamacién de la verdad evangélica sobre los proble- mas mayores de la existencia humana: la relaci6n de los hombres con Dios Creador y Redentor, el respeto de la vida en todas las situaciones y en todos los momentos de su itinerario, la dignidad de la persona humana que, con el eclipse de Dios en nuestra sociedad, también parece haber entrado en penumbra, el destino universal de los dienes de la tierra, etc. Fe y vida de fe van unidas en la Revelacién cristiana. La acogida del Evangelio es al mismo tiempo obediencia de la raz6n, que se tragciende en Dios, entrega del cora- z6n, que se fia amorosamente de El, silencio orante, y pies para recorrer los caminos del mundo cuidando como buen samaritano del hombre cafdo y maltratado. La fe actiia por la caridad; y'en ésta revela su rostro genuino, su 9 aq ¥ ap vunizoog wand pedoosidiz upysruon 2} ap aruapisesg ogra @p ods:40 ZANDZV Ig OGUVOT web wy epAeary + ‘aquerpuodsaxios je waysezd uorcoyar eres K ozreny ‘ofequn ap sesoy senre anb sourvasag “eIse[3] Bap eu -EIDop FI JoINe Jo auOdxa ‘peprMBas £ uoDEULIOFUT EpTIOS ‘pepuep uog ‘ajuasasd orwauow op peprfaydied ey ua ‘em euINg BUN S29 TVYON VIDOTOAL a O1ANHAWOD 2393 “soquafu9 -ouoo sns erueureumodo serdure epond 20109] fo onb ered omayde epeo ue exrwies vljo y ‘euoueUTID song ue ‘epeorqnd souaumpjoa sosanus san wa exgo [erweuNuOU ns ezpaquis £ eumnse: orpuadwog a1so ug “zopuyuseg oreIny. ‘youd Jo ugiqure: oprpuodsas vy pepisaseu vise y “ote ‘seoTseq So[eIOUT sauONsend auqos zopuapds sHOIL2A Boyjojoue By “eoHOIeD wIsajB] P| ep OUNsIOeIED |p ‘saxeTIUOD sojtsumoop soy sod epenrpioey oista ey as ware) wis “«ofara o[ 4 oaanu oj» opejrunse warq exa{0q0 as “eor|gBuEAe upjoereduioo wl opuamis ‘enb soj ue ‘soquaumnsut soun souour op ueqeypo ag “TeIOWY BIZoTOAY, ap upTquTE, “e}BoIOaY, ap sojenueur sonanu rex0qeyo op PepIsoaeu BI & Opuarp -wodsaz auazA as soue sopren ooey apsoq ‘seteuny sez -ua{o Sesi@AIp se[ ap epnce vy esjoad anb aiuapraa sa anb sane "“extrouODe B] ‘OYarap [9 “esBojoorsd ef ‘esBoyors0s j We aluowoyweuuropard asraesuoD Tu asxTonpad ‘ore, NOIOVINASTd or sod ‘apand ou ‘ey3oyo9) opo} aque so [eroyy eFSOpOAL, ET “sepeuaps00o seis ue ayusure}eyrod expenoue es sure; -uasaad anb ego eT “(9] “u) «opunut jap eplA vy] exed soure Je wo somyy s;onpard ap woTseIAGO ns o1SLI We S9ay SOT 9p UoFROOA Bf 9p vlOUDIOOXD vf eUTUINIE ep ey “eMITOSA vpeieg e ap eULNDOP v] uoo Opes JoseuE ue Up -equaUNTTe “eouTUETO UOTOISOdxa ns ‘TeIOUr eyZOTOAY, E[ TOT -ooyiad_as anb petoadse ugrouare wun asreysaid aqaq» :01 -oaya wa ‘sourag] snpor woroidg ojexeq [2 UA ‘Peprueumy, vy e emyrade ns £ peprfetseyoa ns ‘oysyronsar ap oywaTUr -MnBes Jo wa UpToo9j10d ap A eanIsod ugIsueUNp ns ‘eu, -suio puprogjoadso nis ‘ooypuar saopIe Ns OMATY Te eTeD. ‘9p upiquie) opeceiqns vy & ‘TexOWY EJZOPOA], ap tolsesouar ap sozionjse soysnur opepuaxsax BY IT OUPOREA [a “(pz “W) «ousstur Js ep e120 -ujs efanua P| ue ours oursrint js e aquoUTeUa|d esrenuOOHS ‘spend ou ‘ewisrur 1s 10d opewre vy sorg enb vy & exrOT 2] ua emyeLIO woTUD B So» B1qUIOY [2 OWLOD “(GT ‘S3dg 12 uinypnng) «soy U09 UpTEMUIOD eI ¥ aUqUIOY [ap UOTIEDOA ‘e[ We aysisuoo eueUMY peprUsp ef ap Ie SFU UOZeI ET BT] oweopeA oTfouog jap sexquyed uo Dap souropog “so1g. ap aoure Ja £ oyadsar [a age anb v prariayd ap auozti0y P Fensour upiqures ous “eueuny ugIoeZTTEas e apicury 0 aoadioqua anb of 1efounuap o[9s ou aqap TeIOW e}8O[OR], ey] ‘exquioy [e opueoyfUsIp £ opueztuewny ‘opueraqry ‘yiso oquaur[ead ‘sopo) 10d ugs}o9p Uod oprpuaidure oxen ourures un op £ ugprod jap ‘etourour 8] ap ugioeogtund By ap spawn v Js axjUE UDLoELFoUODAL FI ¥ A SOIC HOD UOTE -nuroo Bf @ sexquIOY So| 8 eAdT] BISITBI B] OpueNy “soograes souop so] 9p UOToeIpeLN OULD saxquIOY So] amu PepLTeP “Hos ap & perroqy ap “e1osnl ap optauts9y s2 vise[S] PT “ol| anbe vas anb uo eprpaur ey] we 0189 19s apand ‘oyorp 10fe~ [e]o0s upTowrd ap o ugToeIOqy op ‘eOUeoyoUEq ap ugtonafsUy OU fuOTOBATES ap OFOUTEIONS Se BIS[ST BT “onsaeyy [ep ojuorwrNes [e euapeYsy UOTETAUT Ns A BUTAIp sqUENy ‘AVON VJOOTOAL Ha OIGNaAWO PROLOGO Este libro, titulado Compendio de Teologia Moral, resu- me una obra mas extensa, Teologfa Moral. Facultad de ‘Teologia de Burgos: tres voliimenes publicados en la Editorial Aldecoa en los afios 1992-1993. Se trata, pues, de un Compendio en doble sentido: por- que resume una obra de mayor extensién y en cuanto pre- tende ofrecer un «compendio» de la Moral Catélica. Publicar un «compendio» de Teologfa Moral tiene la -ventaja de ofrecer al ptiblico no especializado un conoci- miento sucinto de la moral cristiana. Pero encierra un riesgo para los profesionales de la teologfa: aminorar la obligaci6n de los estudiantes de las Facultades de Teologia y de los Seminarios de dedicarse al estudio profundo de la moral catdlica. Los planes de estudios de los Seminarios y Teologados josos conocieron siempre amplios Manuales que se estudiaban a lo largo del curriculum teolégico. Esos Manuales constaban al menos de tres voltimenes, y su estudio integro constituyé la fuente de conocimientos de la ciencia moral del clero espafiol en el presente siglo. ‘Y aquf mismo se levanta un temor con el que este libro va a la imprenta: fomentar el defecto estudiantil de leer un breve resumen que, si bien les facilita adquirir ideas preci- sas, les impida enfrentarse con el estudio ms profundo de Ja Teologia Moral y se contenten con estas nociones prima- ras y elementales de los temas éticos. 13 st waronusip suognyy 28108 sapuauriarg IY smyumu sprousgry winged usury susataxa wia1oqry avnuatosuos siroueqrT onuosuod syroyrusoy zona wenypeBuvag Ipunyunu ppaBuvagy saBurzuag ayia umnuog ‘USe[3] DL ap [ros wuLCq maquvoyfiaga jo sic! visouoyins aq 1910] sapapyfusuyD sopuspe.s 18240010) oomugua) oYysasaq ap O81p9D voygivy visas] v ap ousweI0D nigmuuoo nso snuup snuasepie) oraunsoud ouogo a¢f sipag avoyoisody vjay SVIOIS aw saw NI oI so Oa Ad za Aq Isa wa Ha aq aa 4 £9 a0 90 sw v1 S661-XET PLPEI 2 ssepreoniseid e ounrue as & euenstio wpa vy ap Seong svjoue8}xo svy ap orpryse [9 Ue 10109] Te voznpoxUT uoumyoa aise anb ap asap 2 oysaytueur ‘ou 10g ‘ourULIA] [ep osomsrx spur OpHuas [9 9 «orpuadutoo» un se oxqy 189 ‘ordioutad Je BS=p 98 owLod ‘opour a1s9 9g “jpop vySoJoay, estarxe BIG PI ap OLpMsa fa IOIO9T |e sIyTT9e] orpuadiiog yap wanyo9q BI anb apuayaid as o[[9 oD “j10 mSojoay ue uaoarede enb sojnap sourstm soy woo weIo -unua os sopeqiede soszaaqp soy ‘a[qisod of wa ‘K somydes, ua K souorooag ue uoIstaIp ¥| azdvg Bpes Ua X ‘soapoed -sax sauatunjon Soy WOO waptodsato9 as BGO eIS® OprAIP as aonb wa saying sau se] ‘orai9MIO9 Ua “SoUDUIDIOA sama SO 9p uoIstatp ey wrodsaz as ousrUNsy “eUndye BFeIBOTAIG wu ~ojousut 2s ou A wurSed ap ard e sejou sey tesa as “esuSIxO Bago ¥| ¥ SouOISHTeE senuNUOD UoseY as UY a}S9 LOD “epepoar -Bsop spur BuLI0} ue 0 oqTOUTEAaIG Soperen ‘seUID} sOMISTUE SO] Pepy[}oxy uos axjuanous so199] 9 anb eitfrqisod off, “oxpuaduiog [9 & esuarxo vago vf azquo eIouapuodsoxs09 RB] be aq ‘yeoyy ySopoaz ap soudUIIOA sax} Soy aUSUE -pruarep rerpmaso ered em eun our opps wer eiuasard as & owanxe ajso we s9v9 arm ou orpuadwoy asy, ‘AWaON ¥ID01OaL Fa O1ANaaWOo COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL MM = Mater et magistra OA —Octogesima adveniens OT —Optatam totius PH Persona humana PP Populorum progressio PT — Pacem in terris QA —Quadragesimo anno RH Redemptor hominis RM —Redemptoris missio PRIMERA PARTE, MORAL FUNDAMENTAL VS Veritatis splendor or -myse 4 «AI sojnydea soy ‘Tenjoe pepaysos ef ap sa10109s soydure ue pexou epra Bf ap sIs1I9 Ey wo Optus} weY Sept 0a} svso anb souoysnazodax sey expmase 717 o7ns1d20 1g “pr oynndvo ja ua even, 26 sist w3s9 ueapout onb sesneo se] op & of[2 eq “2IqQeuon -sonout owos eyuasoid as ‘snrourestqiq ‘onb ovep rotutd aise reognisnf opesegeu aoey 9s anb ojund [2 v}sey ‘sep -exnogrp op vus|] yiso tems" BaTyINO ef op s0}0es um ered ‘ooq]Quq eiStA ap owind jp apsep erouapina vise Ore “sopeUE jue soj 2p eapunsut epia e e oquay eaeumy euostod ey ap ong zemze [2 ua eMUS 2s feuNUE fe { auquioy Je ante WOTD -epouareyfp ef ‘sqUauTesJoo1g "euosiad wos epuodsex109 a[ anb pepruaip vf woo enala ou ousrur arquroy jp ‘one -oo of ap ‘sand ‘Texow zs.eqanb [ep waBzeut fe asrmNsUOD apand ou vueuiny erouarstxo vy anb ouodorg ‘axquroy Jap zenyov |e seoyHsn op wren -o1ojonponuy 19969 auan anb 7 ojnydvo jap sgndsap- aund woud eT ‘Js aujue sepeuorseral oxed ‘seyTISTP: sazted sop ap eysuoo ‘yazauay pouopy usiqure) epeuTOUEp ‘jprusuopung ooy ey “oweNsto [ep oon9 seMUDe TEP sorueurepury soy erpmysa onb eow vsBoqoay, ey op aured B] 59 pusuYpung wow ‘exquIOU ns voFpUT OBIED woronponuy SOLNSWVGNN SOT rout UoIOeg ‘COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL dian, respectivamente, la especificidad y las caracteristi- cas de la moral cristiana. Ya en el émbito de la moral cat6- lica, se incluye un capitulo sobre la historia de la Teologia Moral, es el capttulo VI. Finalmente, esta primera parte concluye con el capitulo VII en el que se recogen algunos modelos de exposicin de la moral catélica en los iltimos tiempos. La segunda parte estudia cuatro temas comunes a toda teorfa moral: la libertad (capttulo VII1), la conciencia (capitulo D0), la norma o ley (capétulo X) y las fuentes de la moralidad (capitulo X71). Estos cuatro postulados permiten hablar de un actuar «ético», pues sin libertad el bien» y el emal» subsisten, pero pierden el cardcter de «morales». De modo semejante, sin el juicio de la conciencia segiin el cual la persona acttia correctamente o practica el mal, al hombre no cabe imputarle el cbien» y el «mal» morales. Pero ni la libertad ni la conciencia son creadoras de los valores morales, sino que los asumen de las normas, bien estén inscritas en el propio ser del hombre, o porque asf lo determinan las leyes dictadas por quien tiene autoridad para ello, o sea, Dios y los hombres constituidos en digni- dad. De ahi la importancia de las leyes en el comporta- miento ético. 8 Finalmente, el juicio moral sobre la actividad humana est condicionado por la situacién concreta del hombre, ena que juegan un papel decisivo, ademés de la accién en si misma, las circunstancias en que actiia y los fines que se propone (capitulo X1). Esta segunda parte concluye con un estudio teol6gico- histérico acerca del mal moral, es decir, sobre el «pecado» (capitulo XI). 20 Capitulo I CUESTIONES FUNDAMENTALES , 43-94) Este primer Capitulo tiene cardcter introductorio y en, 41 se estudian seis cuestiones fundamentales: la sinonimia de los términos «ética» y «moral»; la relaci6n entre moral sentido y valor de la Iamada «ética civily; la cristianismo-moral; la unidad de la ciencia teolégica de la que participa la Teologfa Moral y la ayuda que aportan al estudio de la moral otras disciplinas auxi- liares, tales como la Antropologia, la Psicologia, el Dere- cho, etc. I. ETICA 0 MORAL Estos dos términos proceden uno del griego y otro del latin, pero tienen la misma significacién original. «Etica» deriva de la palabra griega «éthos» (=costumbre) y «moral» del término latino «mos-moris» (=costumbre). Ambos tienen, pues, la misma raiz sem4ntica. Por ello Etica y Moral, etimolégicamente, se identifican y se defi- nen como la «ciencia de las costumbres». Pero, con el tiempo, ambos vocablos han evolucionado hacia significaciones distintas (si bien, complementarias) del actuar humano. Asf, por ejemplo, ha sido frecuente que 24 & & yexour ejonpuoo anua arspxa anb ugroeyar ¥y pepreaper eu2}9 Yoo seIpnise & oyfana By ‘PrOUAaIOUT BI ap eaLap anb Temymo uoreMNs Bf ‘soduren soum|M so] we ‘ozeg “eM -[no wpeo ap sesorsyjar serouaaso sey UOD z0A onib wptton «teu JP Zooey» 0 «uaIq reMoe» :osorStfaz O99 oFfdure un ard -uio}s opruol ey eueUMY eOnpuoD Ee anb aluapraa sy Jexour f ug ySyfer equ UOPETSY “| “esorBtjax siuowrentsnpoxe vong eum asrep epand anb se8ou eisey aitaureotper sepresedas e [esour A uoTs “ex reoynwept ep opesed eq as ‘odwion ap ojsedse 01309 wa ‘sand ‘seapr ap oojana un v soumstse aquawTemoe anb opep ‘Texour srxead ey & wsoStpar eyouaar ¥] anuo siSsoTUyS Bj ZeMNUTIOY ep wIEN as :o}21DU0N UA “OSOIBIJar WeBLIO ap Seong se[ ¥ Joye xedou epuayaad onb jenyoe ean Bf ap 4o}09s uM ap BIO} El ‘vsdU2y,“sesOWByar SeIoUaID ap EpeA “op [eiour Bf op JOTwA Ja ‘vpundag “Tesour K uorByes ano wo!ejar e] ap eorade BIIOISTY BI ap SOIep SO] ‘Basti :sepreyuauE -ajduioo souoyjsano sax opeysede aise ua soureaquelg NOLOTTHY A VOLE IE opeyeiep Seu oIpmse UN Sp esraId eUIDy 2189 O1Dg "UOIDE[OATY, BI op Seong sefoua¥[xe se] e enoIqe exdwors ze1se 8p ey anb of 10d ‘souuiyy soqdord sns r200u00r aqap Ey -9sopy vane P| ‘aured ns 10g “ofenSuoy [9 eisey K oporgur ns | osn[pur 9 sajeiaurepuny sordaau09 soy eayosory eurdrostp | ap aonpep jexowr exoI0o1 BT ‘OIDaTS UG “uoTDE[aX eUTTUT wun waysTx9 ‘oo1Z9oa1 Jequs ortrend ue [eIOUr | K LOYOSOTY, ‘eufdyosrp owroo eanig e] ante ‘ugouTsIp wisa eased SHIVINAWWANn SaNOIISAND mw “epta Bf Wa renue saxomb Ig» *eULa} UOTIEATES EI BOAA anb OUTS “eIDALI09 9} -uaureueumy epia eun anaq] tanof Ja anb v epeqaLIO BA ou sysop ap easondsax vy X “(91 “61 JW) «ceusoio pia vf and -esuo9 ered ourong ap 12084 op oy gnb? ‘onsoepy :snser ¥ oyfe8ueag [ap wodof Ja eoey anb erumBard eursyur ey uo ‘@Boo0d 8s UOTOUNSTp IS “vULIa19 UpTOeUapOD BI O UIZEA “Tes &| outs ‘opunur aise ue euBLuny peproray 4 UoroOaIed B] 019s ou ans{srod uy ns K ugrovpaaoy vy ap sordioutad sns vallep «eo1ofoe} feIOUr» ¥f ‘OTTeNUOD fo Jog “TeMNIeU PepTD “He} BI eB1suoo £ oustur Js ¥ axofsur as “epenoape vonpuoD ‘eum ojuerpeur ‘erquioy Ja onb e apuan A ugzex B] ap soon sordjourid sns eonpap «voygsory ferour ef ‘o13j9 ua ‘anb «ug» Jo unSes A kopoigur jap ugzez sod :souorounst sop sefiy souout [e aqeo ‘ojaz9U09 Wy “vsBoJoo vy K eYOs -o[g &| anua usisixe en sefouauayTp seUISTUL Sey ep as Seu -adiostp sequre anua :«eo189[0o1 [eIOUr 0 voli9» A «eayOs “ofg [eour o gong» ante mMBustp ostoaud sa ‘squeuET -sqpur use|duza 2s sojqeooa soqure onbune ‘aytre}sq0 oN ordoad sa 9[ anb oo18ojoay aru3u Bau sa}oyze9 [ap euydiostp wise ¥ eIouEIstp uapand & sop -enoope SUSU Los saETTUNS seUNBTe { eeUENSTID sprezg> ouros ‘seme|suswou seNQ “vo13o}0a, VON O Poop miBojoay equaurequtstpuy ouTMOUAp as eUYdrOsIp wyS9 on gnbe oq ‘owueureisay, oAanN [a Ua «zotIg» ap 0 «TRIO» ap ugiqurey K eonyjod ¥| ap ouquig [> uo «[BIOU» © «wong» ap eIQey aqvo ‘oT Jog “eusureIUTsHpur asresn Uapand anb opour ap ‘souruzip1 soqure ap oo!Sojoura opruas fe aajona 98 pepljenioe ¥j ua “Ose [ap os Ou aonb oxod ‘ra0ey BIIqQeI anb seuorsunsip seungye ap zesod e- oyuesqo oN ‘souoy3ypar seiunsip se Jod sepeorew seong sefouaBIxs see ‘suxiojuoo oueUY TeNIDe [9 QOYTUBIs was o ‘osoFByfax Opeoy quis un gazesu09 ¢jeiour anb senuorur ‘eyoso[y vy Ua ep miso 9s Ouro fe} "yeuOITeL BISIA ap OIUNE Jo opsop euEUINY, vronpuod ey awloInfua Bred aseATasar 9s €eOTI9» OUTLII9} [> ‘TWHOW VIDOTOAL 4a O1aNazAWOO 1° 2p wun eped angisrod | COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL creencia religiosa, y los resultados no siempre son satis- factorios. Hist6ricamente, en el pensamiento filos6fico de este siglo, cabria hablar de tres teorfas: los que tratan de iden- tificar moral y religién (Hermann Cohen); quienes preten- den negar cualquier tipo de relacién entre ambas (Nicolai Hartmann) y aquellos que tratan de interrelacionarlas entre si (Max Scheler). A pesar de que cabe sefialar diversos matices para fijar las relaciones que existen entre religién y moral, aqui momento, parece conveniente enunciar tres datos f mente constatables. a) Si bien la filosofia de todos los tiempos ha profesado a naturaleza de la ética, en la actualidad existen algunos sistemas filos6ficos que renuncian expresamente a profe- sar todo tipo de programa ético. Es de notar que esa nega- tiva obedece casi siempre a actitudes previamente asumi- das en contra de la religién, mas que a las exigencias inte- lectuales que se profesan, b) No obstante, parece que todo sistema filos6fico, si es riguroso y trata de dar respuesta a los problemas tilti- mos que cuestionan la existencia, humana, no puede menos de plantearse ciertas preguntas fundamentales acerca del actuar moral de la persona, Tal planteamiento, de una u otra forma, esté siempre abierto a algiin presu- puesto religioso. ©) Todas las religiones contienen preceptos y progra- mas morales. En efecto, con mayor o menor exigencia, Dios ~o los dioses, en el caso del politeismo- demanda del hombre una conducta moral adecuada a las propias creen- cias religiosas. En consecuencia, salvo alguna excepcién, del conjunto de la historia del pensamiento, cabe deducir que la rela- cién entre ética y religiGn es algo que no es posible evitar, siempre que se proponga con rigor la existencia humana y no se parta de concepciones negativas, asumidas previa- 24 (CUESTIONES FUNDAMENTALES mente. Y es que la vida del hombre no puede conducirse arbitrariamente, sino que ha de comportarse de modo coherente, tal como precisa su origen, que no es otro que su religaci6n original con Dios. Por el contrario, cuando Dios desaparece del horizonte del hombre, se cumple ine- xorablemente la méxima tan repetida: «Si Dios no existe, todo esté permitidos. 2. La moral de origen religioso Como se ha dicho, las religiones mas variadas a lo largo de la historia de la humanidad abundan en proponer normas morales que regulen la conducta del hombre. Son conocidos los programas morales de las religiones més les. Asi, por ejemplo, los «cinco mandamientos» ismo (no matar, no robar, no cometer adulterio, no abstenerse de estupefacientes) o las «cinco colum- nas» del mahometismo (la profesién de fe, la oracién, la limosna, la observancia del Ramadan y la peregrinacion a la Meca) o los «cinco deberes més universales» del confu- jones mas primitivas, tanto de las culturas asidticas, indoeuropeas, como de las precolombinas, etc. En consecuencia, en las diversas culturas teistas, reli- gin y moral se implican mutuamente, hasta el punto que es preciso afirmar que todas las creencias religiosas com- portan un programa y una praxis moral que vincula la vida de quienes confiesan esas creencias. 3. Negacién de la moral religiosa Por el contrario, algunas corrientes culturales de nues- | tro tiempo pretenden negar un fundamento religioso a la ciencia moral o al menos pretenden negar las exigencias 25 lt “010A Jap epteno vj od epuesed ns waqrsar ou saperour sazopea soy anb aruap “sa 9 A "voodg eped ua sajqupnuut o7fa sod £ eLorsty ey ap oyax5u09 ojwaWOU UN Ue SoUepEPNID Sof Op BLTEMIGTe per sunjoa Bj ap wepuedep sopesour «eur» fo & etraiqe [9 anb [a ua ‘wopensuestios» oon19 vureiBard un wa asrepang — :Soreypourur spur Soy nbs apf “soBsarr soungpe eaayuoD | «ap p> BL ep ezuENIM e wsUaJOp BL A O7UOMUT fo O1Dq “souepepnip soy sopor axiue pep “Hepyos ey & perseqy el ‘eronsnt el ‘peprensy ey epueurap anb «tfafo vane eun ap wysondoxd ef aqeo ‘opnities aso ug, “Tes eJouaAysuod vy WarETION) anb sounuutos sauoToIALLOD seungje zejuase wepond anb e| uo wypdure spur euroyey -e(d eno epuewrp off 10g “Jexou spread wun reIUoUrepuny ered ‘Temmieu Kot Bj U9 vrousaro e| ouioo soper ‘semos sou -ofooqAuoo werye} of ‘Temyd eqaumpenioopoquT so onb A sora, B osmmoad Je eBaru onb ‘«eoqe[> pepalsos gun ¥ sond ‘op ~euepuod 19s aqap ou Loud » oayUT 248e anb OIe[D Sz ‘210 ‘epepriqesuodsar eI ap eistjenstiastio9 eon9> ‘eqensuasuod ugroeorunut0D e| ap ¥oLI9» ‘«eLTEpTTOS BING ioqiver anb soquiou sosioatp soy sy aq “souepepnto so] op wionpuoo vy weft anb erouarayox ap sovund sounsye ap eSuodsip [e1sos vrouaarauon eI “eunsoyeye|d eso aaqos ‘anb euxz0y ap ‘sojqand soy ap vonsjod & yeanyyno wpa vj ez -Woutze op souorsuaraid woo aoeU «T[AID woL9» el ‘axqUIO™. owis;us ns vorpur owo3,“anpuery ap vfanosg» epeur “RI] e| 8p coyosopy eureiBord [e optim ea owoIU 213 “souepepnio So] sopo} ¥ soumutoo erouarayax ap sound soood Anur auaH anb pepersos eun ue vrouaalauoo y ered snares epond onb ‘ostiasuoo ap doti9 etm re10qe[a wapusyoad sosoyne souNsTE “oa ‘vonyjod ‘Te100s epra e| ap & oruanurestiod Jap sonquIE sosiaatp Soy voreqe anb owssieinjd un op epeuedusose & epipaoaad ‘«eorep» eanyjno eum ap oysoy yo IY THAI VOULg V1 TIT ‘Se IVLNAWVaNN SANOLLSAND 9% ‘UOFSTTaL EI axqos wyuarse as [exoUL ¥] 9p OWN oweurepuny Jo onb 1090u09ar ou so LIEN -sip Anur eno £ esorSqjax ferour Bj £ eoysoyy von9 e[ ANUS uo1ounsip e] xeutye s9 e500 eum x “esorByfax eptA v[ X sora, so onb ‘Temseu snumy ns ap eprestsop opionb ey as onb ap wearrap [exOUr B| ap sauo;oeraidroyuy sespey seis (991s ‘D) eueNsHO TexoU ef op eNIUOD Wa seTHOUE -nBxe wred sazome soso ¥ aan ‘Up!Stfar ef reoysnf vied ofode un goyiuais wey we onb of org “uyWIETe oJosoTy, [Pp tod eysondoad «eueoyurados ugronyosax» Bf ap efouans -asuoo wun aque souresg “sorg op BoUaISHXS ef wzpuErE anb e] [exou epra vy oquourestoasd so ‘suey UBos “une. 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En este caso se corre el riesgo de defender una ética de «mfnimos» que ni siquiera logre alcanzar los valores éticos profesados en la Declaracién de los Derechos Humanos de la ONU. Esto significarfa la pérdida de algunos valores éticos irrenun- ciables, dado que los derechos humanos alli profesados, aparecen protegidos en las Constituciones de todos los regimenes democréticos. En este sentido, la «ética civil» puede representar un retroceso frente al logro que signifi 6 para la cultura atléntica la formulacién de los Derechos del Hombre en el afio 1948, después de la gran confronta- cién mundial que supuso la segunda guerra europea. —La defensa de la «ética civil» puede llevar consigo la renuncia a buscar un fundamento moral més seguro para la convivencia, En tal supuesto, se caerfa en la tentacién de ‘quedarse en valores inmediatos, menos exigentes y més faci- les de alcanzar, pero renunciando a otros valores éticos més, altos y cercanos a la persona y a su dignidad. En esta situa- cién, estarfamos ante un caso evidente de pereza en la bis- queda de un camino, ciertamente més exigente, pero tam- bién més eficaz y seguro para el homBre y para la sociedad. —Finalmente, cuando la eética civil» es defendida por los catdlicos, se corre el riesgo de que se prive a la socie- dad de la riqueza ética del cristianismo. Y, si bien es cierto que la Iglesia no debe imponer su programa moral a los no creyentes, sin embargo no puede renunciar a proponer- lo ala sociedad de todos los tiempos. Con ello la Iglesia cumple el mandato imperativo de Cristo y es fiel a la obli- gacién que le incumbe de prestar un servicio eficaz ala convivencia entre los hombres. Por todas estas razones, aun admitiendo los motivos que la suscitan, la moral catélica tiene algunas prevencio- nes contra los programas que defienden la «ética civil», pues, si bien puede ofrecer una solucién inmediata a una 28 CUESTIONES FUNDAMENTALES sociedad que padece una gran crisis de valores morales, a Ia larga conllevara no pocos males. También en este campo es preciso aplicar el principio de Arist6teles: «ut error pequefio en el principio al final conduce a errores muy graves». En consecuencia, la actitud de los catélicos ante la es doble: denunciar sus insuficiencias y, al mismo tiempo, ofertar la moral catélica con la conviccién. de que ofrece al individuo y a la convivencia social la solu- cién para afrontar con eficacia los graves problemas que demanda la sociedad y la cultura de nuestro tiempo (I, 67-73). Estas cuestiones se suscitan porque el planteamiento inicial de la vida moral se aleja de la ensefianza catélica, ‘que profesa que el fundamento tiltimo de la vida moral es la creencia en Dios. En efecto, desde la primera pagina de la Biblia (Gen 2, 16-17), Dios es quien determina lo que es bueno» y «malo», y lo impone al hombre porque su ser y su felicidad dependen de que admita ese juicio moral pro- puesto por Dios: Pero, desde los albores de la humanidad, el hombre comié del érbol prohibido el «érbol de la cien- cia del bien y del mal» porque consintié en la tentacién del demonio que le sedujo bajo la promesa de que asf seria como Dios (Gen 3, 1-7). Desde entonces, la humanidad repite esa triste experiencia y, en lugar de «ser como | Dios», se somete a la esclavitud de sus propias pasiones. |Con ello no sélo degrada su dignidad, sino que hace muy dificil la'convivencia social. IV. CRISTIANISMO Y MORAL Se trata de precisar en qué sentido el cristianismo incluye un programa moral, pero que no se agota en él. En efecto, si para algunos la fe cristiana se reduce a una vida moral, otros pretenden profesar la creencia cristiana al 29 Te ‘wuxrojsuexy emo “eues anb ‘soig ap uop un ap ony owed s9[qisod wos o[gg “aaquioy [ap seziany sey eiadns wadtxe ‘anb oj anbiod ‘oydaooad ap epsoB2y7> ¥| ofeq opoy are asiou -odoid uapand ou oyaBueag o unas epta vy & 1oure [E> rovrarsiBeyy Jp Jod opeanige so jse & euenst [exour ¥] ap BLLOISHY BT adouo.ax OF sy “919 ‘SazquIOY So] Sopor ‘woo Pepitepros ¥| ap “eronsnt el ap ‘pepniseo v] ap seongose sejOUOsTKO SE] ITAA 0 OByursUa [e Teuopad ‘ojduzafe sod ‘ey enue onb sapernoyrp sey zezadns souoyseoo we epend ou -enysti9 Jp ‘soquaureioes $0] ap eIOeI8 ey < mutdsg jep epnce B] UOd Of6s ‘o1DaJ9 wy “eUENISTD [erour E| 9p [eIToUTEIONS £ oo18ojoreumoud oydroursd Jo erreurepuny as jnby “soid ap epnte ef ewreppar onwerurydums ns enb sopeasya we) os sauoIse90 Ua saTeIoUT sazaqap Sosa anb ‘ypungag “coeur owios & «ourang» owos eutuLia,ap sord anb oj ap ours ‘erquioy Jap sotzaiti9 so] ap uepuadap ou soong sexopea soy anb ‘azaumug “sefouansesuos sop sejs9 SoURUE [e BIOULOD Tend of ‘SOIC Jod epejaaay une spur “esorStjoz fexOuT etm so anb ours ‘ooygsopy cong eurer8 -ord un so ou ouenstzo [esour afesuaur 2 ‘warq BION epepoaad [exour wun so euepsprD [exOUr ETE “(88 ’SA) eBr9ueISH eT por e wroaye anb upystoap wun so 9j BT woRDpad uo wisand 59 ous so4po4{ ua aonpen as ou fs ayuureIRURIME BpItoe s2 ou wageyed eum arog “wpa 2opy 28 anb pupion wun ‘aquaUL -[euosiad oprata o3s119 9p oustun}2ou09 UN OUTS ‘2yuOuE ¥[ woo seoypes & seBos" ap wey 2s amb souororsodoxd ap 01 -unfuoo un aquaura|duys 2 ou anb “euenstzo ay Bf ap onsor ouopepson jp spur zaa bun xequasasd & xesadnoax a8 syerOUur epia & sefouaar9 anue peprun | texadnoar opresaseu sa ‘oon9 eurexBosd un woo oust. 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Pero tampoco es licito contraponer los mandamientos de la ley de Moisés en el monte Sinaf y las ensefianzas de Jestis en el monte de las bienaventuranzas. Ante algunos errores en este sentido, la Encfclica Veritatis splendor ensefia: «Las bienaventuranzas no tienen propiamente como objeto unas normas particulares de comportamiento, sino que se refieren a actitudes y djsposiciones bésicas de la existencia y, por consiguiente, no coinciden exactamente con fos mandamientos. Por otra patte, no hay separacién 0 discrepancia entre las bienaventuranzas y los mandamien- tos: ambos se refiereti al bien, a la vida eterna... Ademés, el ‘Serm6n muestra la apertura y orientacién de los manda- mientos con la perspectiva de la perfeccién que es propia de las bienaventuranzas» (VS, 16). En efecto, la moral cristiana se enriquece con las ense- fianzas éticas del sermén de las bienaventuranzas, que, si bien «contienen la formulacién més amplia y completa de | Ia Ley Nueva, en clara conexién con el Decélogo» (VS, 12), sin embargo «en su profundidad original son una especie de autorretrato de Cristo y precisamente por esto, son invi- 32 CUESTIONES FUNDAMENTALES taciones a su seguimiento y a la comunién de vida con El» (Ws, 16). 5*. El fundamento de la moral cristiana es la Persona de Jestis y sus ensefianzas Pero, al momento de precisar el origen y el fundamen- to de la moral cristiana, es preciso sefialar que la fuente principal es la Persona y la ensefianza moral de Jesis. En efecto, el primer dato de la moral cristiana es la vida misma de Jesucristo. A ella acudiré el cristiano en deman- da del estilo de conducta que debe practicar, pues Jestis de Nazaret inauguré un nuevo tipo de existencia, El cristia- no, cuando se cuestiona acerca de cémo debe vivir, tiene la gracia inmensa de contar con el paradigma de la vida del Dios hecho hombre, el cual, en palabras de San Pedro, «os dejé un ejemplo para que sigdis sus pasos» (1 Ped 2, 21). ¥ que San Juan urge con estas palabras: «Quien dice que permanece en El, debe andar como El anduvo» (1 Jn 1, 6). Pero, dado que no se trata de una copia literal de la vida hist6rica de Jestis, el cristiano acude al Evangelio -y, en general, al Nuevo Testamento y a la Tradicién, tal como son interpretados por él Magisterio- en demanda de crite- rios éticos para conducir su vida, de acuerdo con su fe en Jesucristo. V. CARACTER TEOLOGICO DE LA MORAL CATOLICA La ciencia teol6gica, como todas las demas ciencias, es una, en la que se integran los diversos saberes acerca de Dios y de su obra salvadora; pero, por exigencia de estu- se parcela en diversas disciplinas. Asi es comin la fa Dogmatica, Moral, Ascética y Mistica © Teologia Espiritual, Pastoral, etc. La relacién de la 33 se soyoadse so] 1eoeysap sp pepisaoeu se nbe aq “esd epwa uo saeioul seroueTx9 sey JeWWaseId ap O1I9U09 opout PP Tex eBopoaT, BI B aoaxyO feIOISeY EFBOTOAY, | O19g “eIse[8] B] ap Ouds Jo uD ‘ouroo vonsjod efouaaiauos el ap onquIR [9 Ua OUR} ‘TeIOOS opiuas Je opuearosuod waiq Is ‘oueNstI0 eed ap ejonp -woo P| B ajUsUIEANp ws peIOWy BIBOTOAL, BI ‘OUI OD PP Jog “eHoIsTy e| 9p seIoueisuNaxo SesIOMp SET UD eISOIBT 2 eanogja sa0ey vosnq £ saruarqure & soduron somMsIp soy unos openoape spur opou: [ep oorpStead ofestrour [2 et -uasaad op vren se}Bojorsalyg e| woo epeuoroeyar spUI yISO Tero1seg esSopoay eT ‘Js axe uerouarap 2s o1ad ‘o}DEItI0 ap sound sosseatp uouenueur seurdiostp sop seisg, Texoyseg ep8ojoal, A TeIoWy eIBOJORY, “¢ “ugpooopiod erdoud vy rezueoye vied oun’ ‘peo & sopensepe sorpeut soj graoaxyo onb odurey oursrut Te ‘ouenstio epeo op eayjoadsa ugioes0a eI ap orpnise Pp uo eprerosou0s as perarndsg eyBojoay, Ff ‘owed ns 10g “sezuemuanzuarg Se] Jod sopeur -eppard sapexour sazopea so] ap sejouaBixe sey soquaAArD SOL ap yrepueurop A vonsmnseo exaUr e[ ap euNouD 10d [eIOW, vyBopoay, B] preAd[a oyuoTUTEare08 Isq “sOpeZANEQ SO]| sopoi ap peppues yl e epeurey vf eiuasaidax euepstio u9Io -e00 B[ anb opep ‘vongosy vy & [eIOW eBOpOAY, B| 1eOIOe ap Peprssoeu vy] aiuaqs as peprfemioe e] wo UDIquIE, “sesorBypax souapig se] ap sosquiayur so] ¥ ayampersadse ‘souepspio soungye 19s wemnyour anb ‘ugfoa}r0d Bf e SauOIDEOOA sey equips Temmundsg eyojoaz v] onb senuarur ‘«soong souusur» ap Bupoop eun rouodord v jexopy BpBoTOAY, BI ofmpuos USIO -UNsIp ¥ys9 UpIquiEy, ‘opedad [9 Uoo sepeuOPerar se ouEM | -epadsa ‘euensiz9 epta vj ap sounutoo spur souojoenas Sey Bquipnase [eIOW EI aNb seNuatuT ‘ugIooapIed ap sopersa SWIVINAWWaNA SANOLISAND ve S0}29}9 BIBUIp as KIS_ “ONZOSY o penyLIdsy wABojOay, B] 4 Jexowy &| opiqeput opour ap aseredas as ob v upiqurey of -npuoo [Rio ey8op0RI, B[ ap eoNSMses UoTORIUDTIO BSy Tenapydsy eyBopooy, £ Tero wIBOpOaL, *z ‘ooqugtreg oyparad Te X seoypsopy seane sey e our -prorde as & oorqsq ouarfe fo opusrprad any fexoyy wySopoay, B| ‘||? Woy “eoIsinses eT ELEY ayTOMTEMUD] aseztisop 9s [e1oWy &] anb X eopguifog ve] ap aseredas as ‘oyuourerao] ‘anb erouanoasuoo ouros ofen ‘oduron ns uo epya ‘[eI0yy 21 9p uopoezteroedso visg “TEI0W EIBOTOAY, ap exper eI ak -mansur seymsar so] ap wmuorpmis omy VI ‘Ser4995 SEIS 10g “TION ¥ABOoa], ap oomusDpede o} axes anb ‘sypsoyy aviBojoaiy souonmmysuy wago ns goyqnd sozy eng “euroy wa sosayord £ jouedse wymsof Jo WAX OPIS BP sozuaruion & ‘sy “opreuosayuioo fe epeorde fexow el ap orpmise Jap erouantaatiod vj :seonopid sauozes 10d ogee e onaT] 2s eulBog Jap o1oadsar TeIOYY ¥| ap UOTeTedas EY “(wpuvoydd snqpiout 19 winioejjeut suataonb sopyf) epi ¥] 8 epeoyde oj e[ op ugtsasduod e] eosng anb exBojoa1 B[ ap auzed epjanbe owsos pexopy eyBopoay, ef aTUYap wLIqeo ‘opnuas aise uy ‘sopioistut sms £ sorg auqos 9f e[ ap reUORK ox [ep sovreiusuto[duoo sorsedse weyuasasdar sequre anb ours ‘Tex0yW vj ap vonyuIZoq E exedas ou oumnby ap SpUIOY, ‘OpIges se OUICD "Isy “sopexsIpaut svorBojoar soins se[ uozery peprum eso 9p opeqeoe ojapour 1 “euydrostp e189 ep Oo1Z9[0a1 1aI9yzE9 [9 TOUTE OLTesaDaU $9 [eIOW esBo[oa, e| ap omeysa [9 sesfoosd ap opZoWIOU [TY Texoyy] BIBopoay, & eoppunsog eyBopooy, “T “solep soquama|s soy unas epereyas ouaTA fOSTp SeSTOATP Se[ WOd TeIOW eyOTOO], seorBopo2} set ‘TWHOW VIDOTOAL a O1aNaaNOD COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL pastorales de la Teologfa Moral, tal como urge la Congre- gaci6n para la Educacion Catdlica: «La ensefianza de la moral a los alurmnos que se prepa- ran al ministerio sacerdotal conlleva un estrecho contacto y relacién con la pastoral» (La formacién teoldgica de los futte- ros sacerdotes, 101). 4, Teologia Moral y Derecho Canénico Es un dato facilmente constatable que, desde que la Teologia Moral se constituyé en ciencia auténoma y se separé de la Dogmitica, fue influenciada en exceso por el Derecho Canénico. Ello contribuyé a hacer la Teologfa Moral més casufstica y en estrecha dependencia de la ley con menoscabo de la conciencia. Estos excesos han sido criticados con razén en los tiltimos afios. Ello, no obstan- te, no puede Ievar al extremo contrario: a que se constru- ya.un tratado moral en el que la conciencia se constituya en realidad absoluta, sin tener en cuenta lo imperado por Ianorma, tal como denuncia la Encfclica Veritatis splendor (cfr. n. 55). Pero, entre la Teologfa Moral y el Derecho Canénico existe una cierta relacién. En efecto, la Moral orienta la vida entera del cristiano en orden a alcanzar su propia perfeccién en Cristo. Las exigencias morales brotan, pues, del ser mismo del creyente en Jesucristo. El Derecho, por su parte, fija las normas de conducta del creyente en el seno de la Iglesia, con el fin de regular los derechos y deberes del cristiano en la comunidad eclesial. Por eso, las normas del Derecho Canénico, aun juzgando los actos externos, vinculan la conciencia, y, en este sentido, son objeto de deber moral. De aquf la complementariedad entre la Teologia Moral y el Derecho Canénico. 36 (CUESTIONES FUNDAMENTALES VL TEOLOG{A MORAL ¥ CIENCIAS AUXILIARES La Teologia Moral, como la Dogmatica y demas sabe- res teol6gicos, tiene como fuente principal la Sagrada Escritura, la Tradicién y las ensefianzas del Magi sntimamente relacionadas entre sf: La Tradici6n, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, segtin el plan prudente de Dios, estén unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros, cada uno segtin su cardcter, y bajo la accién del Espiritu Santo, con- tribuyen efectivamente a la salvacién de las almas» (DV, 10). En consecuencia, la ciencia moral encuentra los valo- res morales y deduce los criterios éticos de esa fuente comin. Pero, dado que el actuar del hombre implica la complejidad de todo lo humano, la Teologia Moral recurre en auxilio de otras ciencias, pues el saber acerca del hom- bre ha experimentado en los tiltimos tiempos no pocos adelantos: Los progresos de las ciencias biolégicas, psicolégicas y sociales permiten al hombre no sélo conocerse mejor, sino ‘aun influir directamente sobre la vida de las sociedades» (Gs, 5). El conjunto de esos saberes se denominan con el enun- ciado genérico de Ciencias del Hombre, que comprenden, al menos, las siguientes disciplinas: la Antropologfa, la Psicologia, la Genética, la Sociologia, la Economia, la Politica y el Derecho. La Teologfa Moral debe recurrir a estas ciencias en ayuda no sélo para emitir un juicio moral correcto, sino con el fin de adentratse en el ser humano y ayudar al hom- bre a conducirse de modo éticamente correcto, conforme a su gran dignidad de persona. Pero no puede quedarse en Jos datos que le ofrecen esas ciencias, dado que la moral 37 of seszoatp sey uouodxe es opunges Jo ue £ wong wousto [9p vlouaisixe vj weoynsnf anb soroumse) soungye Wess -npe as oxound jo wg ‘soprenautayduros axed ‘sajenstsep sopeiszede sop ua apiaip as ojnasdeo [a ‘uy 2180 wo, “oquewpemano veoYpsnf a1wepuoatoo aoared ‘aruEysqo ou ‘uoroejaaay e[ 10d epepeae vise euensti9 [exour e[ anb ou1919 $2 91g 1s ‘on of Jog “Te10UK afesuaur ns eoaxyo eIse[S] eT ‘anb je Jermyn aquerqure 2459 e ‘oruowresjoord ‘so onb opep ‘oduian oxysenu ap worsens ese zauodxo ajqrpnyour wares owioa viuasard 9s osad ‘Texopy ¥sBopoay, eI ap o1pmsa ap er -syeur oqusurerdord so ou omnes 2352 ep oplueiw09 1s "eon wIowalD e| ap OFpMIsa 2p o1efgo Je wos onb ‘sopexour eye» [op £ «tiatgp Jop erOuD -stxe @] Boru as une A ong ovals um se arquroy Jo 1s eu \dtoutid soy & & soon sazopeA ereyfnoed Anux worsens eum es slaw von BIDUO ¥f ‘HaIq song “eTNsN EL ap pata ef viduano as saaquioy so] azue efauaaration vy twa anb ostoaid 89 ab 0 sazaqap & soysaiap uep as anb auodns oypazap P ‘pHyes e| £ pepawuxazua g uoispxe onb ep aired ‘ojdurafo sod ‘eujorpour ey “orpnysa ns esz9a Tend [9 argos o7a/qo 1eP pepreor ey suOdns efouato epes anb ayuepiaa sq (ipr-se D NOWOVOLILLSAL AS ‘TWIOW OHOSH TH mopydeg | ge “aaquioy Jap Buatp wong wionpuoD uN op wnUETES uo oXnnsuoo as & seuBumy sefousyD sessoAIp eUNE “eyUL -ouomne ns zapiod us ‘TeIOW eFBoIOaY, eI ‘pour 2959 aq -ourotiay ugisuasdwoD vf ap 0 sap ~r9sqo sv] ap sopennsax Soy v epeurpsogns omnposqe Ua ¥159 ow ‘ezapemieu e[ 9p K aiquioy [ap seouaI9 se] ap sopernsat So] 9p UgIqurer siueuTeTseso0u osopuaTrTs te ‘TeIoUt ‘oon o eID0s £ oonIgsIy oysoy owIOD PeprTEIOU ¥] op ousti9U9y [op wednoo as seisp seUOIW “SouPUIMY spIOUaID Sepeutey jse se] ap o1xertios [9 u9 o[9s opexoqe zoqes tm e asionpad apand ou fexour eySozoat B| ‘DamrouioM upisuoMUEp ‘bun aquourepressoan voryduur eyso(Zy v| ap [BOW wUEDOP P| anb oisand “renonred peynourp wun ote foy wenwenoue 98 ezueyasua ns £ jerour ByBoTOO ef ‘oruoUTE OID» uopuayds spon.a, eoyyoug el ap eULNDOP ¥] SO eis “uoLoMUEpLOgns ugiovzmbuvsal ap sordroutsd soy e eyuauresomntr as ~aeysnfe ap wey auqUioY fap SBIOUAID sey OLTaISIBEp-UIOTD “[pexL-eMAZI9Sq ¥] ANUS UOToEIax ET ‘sopedioursd saquony [p 4 ‘esareyppune sesuafo> wos seur[drostp S859 ‘O[[9 10d “e1onpuoo ap o1axoN09 ody un suodwy sojg enb fe ‘sxquioy ep opuryosd spur oyorur -Jou9 un ap apaooid anb oarreutiou opruatios un avon ‘TWHOW VJOOTOAL Ha OIGNaEWOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL corrientes ideolégicas que niegan los presupuestos de la vida moral y por ello explican las causas intelectuales de la crisis de nuestro tiempo. I ALGUNOS TESTIMONIOS QUE JUSTIFICAN LA CIENCIA ETICA La vida moral es reclamada espontdneamente por el hombre. Cada uno, de modo inmediato y espontneo, des- cubre el «bien» y el «mal» de sus propios actos, al modo como detecta la everdads y el «error» cuando juzga la rea- lidad o formula su propio pensamiento. Aste nivel, es incuestionable que el hombre tiene dos puntos de referencia obligada: el conocimiento y, en conse- cuencia, las categorias «verdad-error» y la vida, que se juzga mediante los criterios ebien-mal». Y esas dos dimen- siones del hombre, pensar y vivir, constituyen dos datos irrenunciables. ‘Pues bien, si existe una doctrina acerca del pensamien- to recto, parece que debe existir otra que estudie el que la vida se dirija de modo adecuado, Estos datos son constatados por los grandes pensado- res de todas las épocas. Asf, por ejemplo, Aristételes, que recoge la cldsica definicién del hombre como «animal racional>, afirma que, al modo como es propio del hom- bre el pensar, también sélo el hombre tiene la capacidad de juzgar el bien y el mal, lo justo y lo injusto. De este modo, segiin el pensador griego, el hombre se distingue del animal por el pensamiento y por el quehacer moral: concedida para expresar el bien y justo y lo injusto, y el hombre tiene esto de especial entre los animales: que séio él percibe el bien y el mal, lo justo y lo injusto» (Politica, 1, 2, 1253). El pensamiento greco-latino ~que constituye el inicio y 40 EL HECHO MORAL. SU JUSTIFICACION el fundamento de la cultura de Occidente- se asienta sobre la importancia del conocimiento racional y sobre el valor de la persona humana, a la que se demanda una conducta digna, Asi, por ejemplo, la crisis social que sufre la sociedad de Atenas, después de una época en que se desarrollaron las diversos saberes: la fisica, la metafisica, la astronomia, la medicina, las matematicas, el deporte, etc., se supera apelando a la renovacién de la vida moral de la sociedad griega que habfa decaido notablemente. Esta fue la vocacién principal de Socrates, que es, en cierto modo, el fundador de la ética como ciencia. Para Socrates, la ética es «la ciencia de las ciencias», y afirma que es la ciencia que «contribuye a hacer al hombre dicho- so». Lo cual no logran las matematicas, la historia, el deporte o la medicina. ‘Socrates propone a su discfpulo Critias la posible obje- cién de si la vida moral podria ser un obst4culo para el progreso humano: «Pero veamos, querido Critias, si separas esta ciencia (la ética) de todas las demés, ¢nos veremos por eso menos curados por la medicina, peor calzados por un entendido zapatero, peor vestidos por un tejedor y libres de la muerte por mar o en campafia mediante un piloto y un experto general?». La respuesta de Critias avala la enseftanza del maestro: «No, sin duda». Y Socrates sentencia: «Faltandonos esta ciencia, ninguna de estas cosas llegar de manera que nos sea titil» (Carmines de la filosofia, 1744 a-d). La doctrina socrética es que los diversos saberes y la vida humana en s{ misma serén mejores en la medida en que se practique una vida moral. En concreto, la salud («la medicina»), la economia (el «zapatero» y el «tejedor»), la técnica de los transportes (el epiloto») y hasta la defensa 41 ‘opmuas [2 YAS JorM}M9 uoHseno ¥| ap OsmtIBD fe Ua “Peprlear ‘Wy ‘opunts [ep 4 pepoydos el ap ‘axquioy jap UoIsta epeUTUE solep Bun woo sepeuorperar sopesmyqno squstueidaxd sesnteo ‘squojems se3se ap Wo8H0 Ye ‘senuosUS oyTp s9 ou ‘oun ‘epeo ap eLO3sIy ELK efoUstrOdxo e| ByastD OUND ‘org “BIO suazedsuen £ pephseuoy ‘pepueprpos “eronsnf zeimase 9p ‘edo [e190s & [euosiod uprovaowas joorpeu Dun 2p pop}seodtt | Spur Zea epeo ezypn8e X apungpp 9s “~'sexayu9 soUO|OEL A sojgand usdeped anb wopyjod uptodnitos ap owe jse “20 Juigtt099 & TeIS0s wroNsn{U ap seULIO} saneIE se AVY seeonyjod « [eos epra ET reaowar ered orpour» ourc ‘worsrax BI augos ‘epequase ‘]esour yy & epade ‘TenI9e pepafsos | ap saeur So] Iexoumua ap sgndsep ‘edeg Jo ‘o1saya ug “sopuajds supiig eorojoug Bf aoey anb ourstus Jo so SISHTPUE 18H -«sourezodsa [eno [2 o1ad ‘soxjosou ered a[qistaut optmu: un» ue 9219 95 ou Is “jue aquIase OUtOD ‘o “eanyTy epIA Bun ap eztesadsa ey woo sosorByjax A sopexour seuopea 9p [aagu Jo BAa[9 9s OW JS ZeOYOUT BBS TENIOE Peparoos eI us Tetour wpra eun sod opeztfexauad swe [2 ‘019959 wy (1 ‘Band pans vy 2p vo13}49) «uoronoal9 ap sa] “Jaout uos ou oxed ‘uojoenupe ap £ o}warumuase ap ora{q0 ‘uaiq Ani 2s tepspod Texour e ap seapr seaysuBeur Sey ‘sou -eradsa [eno [9 oted ‘sonosou vzed aqqistaur aiuawremoe opunur un wis £ sorg un wig “Kal wun e UpFoE[ar TOO wionpuoo ensonu wuTuLZaap anb ayuoyoYo esneD BUN “ex -nyeu of 8] 8 om ou Ugzez By Is epsons o1se anb ayqisoduy so odwop owstur qe oxed ‘soyesour seunxgur & epeuTpiogns ‘3382 atara ap wuts] ensanu epor onb opresooou Sq» MAX Of8tS JO sapeuyy ¥ vdomg ap yernyyno stsqz9 ef reaqes ered vony vy] e gjade anb 10jne ono “Wey sod eIsondxa eULNDOp BI Se eISZ “ugpByper ef ap X sor ap apurosead aaquioy Je 1s e[qisod soared ou 01a x “onprarpur NOIOVOLALISA nS “1VAOW OHDH Tt wy TP Pepron ¥] zopze oursyur Ja Woo efarod as £ a[mIs0d 95 ou sexnua}tt ZeoYOUT PIOs [eID0S OND BUN ap epueUIOP vy anb aneape osjoaud so oxog “eortqnd & yenprarpur epra ey ap saxoroes sondure ua sapesour Sax0fea Sof ap epyeo ef aye Tenioe peperoos vy op euxzere eT sye ap ‘oonsiodry oxmmny 989 we eISHOUseIvO UOTOdrIOSep ET EpeIaSexa S9 ON “(692-597 ‘vonuor vorsyf augos sory) woreugie vquiog wuisyul ef £ upfoenuaoua® op sodured so} ‘onb une sauoad ‘sepeproane sorqizioy aszeatsop uepand anb ‘outa aur soouors ~"eInfrq ws9 optsour ey anb voxgusea ‘ezzony Bf oitouNTeIO) exaINBUPXs os wIp UDSTE Ig “UO|BITOU 1859 09 Jeo atamb as ou odurap aoey apsap apuop siTe ‘osnppur ‘souensiia sazoyea soy ap ¥eoso wy aquaMa|quaEAeUT ejpey 9s azdurays ‘oqqeuapuba so onb of o aqqeasap so anb 0] 10d ‘ojeur $9 0 ouang s9 anb of xod wyunfaad 98 perap -}o00 opunur jo we opueny ““soureriodwioo souraqap ou1g9 [2 ‘Tear souaqap onb o} ‘sa0ey souraqap anb of 2190s "ughsono Bj uoo woyRuapr 9s saz0TeA SO] ap URRSAND eT» reqoureoueg ef v epsy ea [no ensonu ‘ousjuepsto [ap soapy sazoyea soy Jeuopuege 8 aseBaq] as Is ‘onb equepioog ¥ a1ielape «vorugre wquiog, ¥[ ap asped> opeureyy fq “Braquasstoy soUIay COTMOTE on1sy [9 anidas | sarei9g ap ugToeuLIge eso “uaIq sang “sojgand soq ap eonsjod & vopuiguosa ‘Je100s epta eI ap o}tmfuod Je ssp wa eNUD ‘nb ouls ‘onpiatput Jap eionpuod ef o[9s ou o1taTsar as ‘Texur epra e aeaep opuens ‘nb ap atuapras'spur uTOeT -easu09 Bf 59 “319 ‘SOJOSOTY SOT ‘SOB0[9II0s Soy ‘seIsyUIOUOTa So] ‘soonsjod soy ‘soyetoos seroueysur seszaatp se] uooey Peprenioe ef wa anb soong sazopea ap epuewiap ey ‘o109y9 ug ‘ugfodeoxe eun so ou oduray oxsanu anb ey ap ‘seo -odg se] sepor uo eieisuod as soreidgg op EUEDOp EIS “qexou epi gf azqos wewourepumy 2s opuens opexofeur epanb opoi ‘(«jexouad> [9) eoyqnd ‘WHO VJOOT0AL a OLaNazaWOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL I LA NEGACION DEL HECHO MORAL, No es facil hacer la radiografia de los diversos hechos culturales que han dado origen a tantos errores que des- virtian y en ocasiones niegan la ciencia y la vida moral. Aqui hacemos mencién de tres tendencias que defien- den autores mds conocidos y que se oponen ms directa- mente a los enunciados doctrinales de la moral cristiana. Son los siguientes: — Los que niegan el sujeto ético, es decir, que el hom- bre pueda ser objeto y sujeto de la vida moral. — Los que afirman que no es posible justificar el adeber» moral. El salto del eser» al «debers, afirman, no puede justificarse, — Las diversas corrientes que niegan que se dé el «bien» y el «mal» morales objetivos, independientemente del sujeto y de las circunstancias en que se encuentra el hombre. 1, Negacién del sujeto ético Los errores de estos autores respecto a la ciencia ética derivan de una falsa concepcién del hombre. En efecto, es una verdad compartida la intima relaci6n que existe entre antropologia y ética, dado que la conducta que se exija al hombre depende necesariamente de la concepcién que se tenga de él. Pues bien, las teorfas antropolégicas insuficientes son hoy numerosas y todas ellas tienen repercusién en la con- cepcién de la ética. Cabe reducirlas a cuatro grandes corrientes: 44 EL HECHO MORAL. SU JUSTIFICACION 4a) Antropologias reduccionistas: el hombre es un objeto Se alista en esta teoria el llamado «antihumanismo», 0 sea aquellos autores que afirman que el hombre es un ser més de la creacién: el hombre es un «objeto» y por ello no cabe hablar de chumanismo», En el catélogo de autores que cabe mentar en esta ideologia cabe citar al conocido marxista Louis Althusser y al cientffico francés Jacques Monot. L. Althusser es un materialista duro, que neg6 todo influjo chumanista» en el pensamiento de Marx. Para Althusser es preciso acabar con el «fetichismo del hom- bre», Lo decisive es la historia, que «es un proceso sin sujeto». El sujeto de la historia no es el hombre, sino los factores sociales, econmicos, etc. El llamado chumanis- mo», escribe, es «un mito de la ideologia burguesa». El hombre no esta sobre Ja masa social, sino que est subor- dinado a ella. Es evidente que esta prioridad de los factores sociales, econémicos, etc. por encima del hombre no llega mas que a.una ética de eficacia social, conforme a los valores del materialism dialéctico: es ebueno» o «malo» lo que con- duce al desarrollo social en sentido marxista, pero no en cuanto perfecciona al hombre como persona. Ademas para Althusser, la ética es provisional, sigue el mismo ritmo de los factores sociales. J. Monot se mueve en un terreno cercano al marxismo. Este cientifico francés afirma que el hombre es sélo mate- ria y que su origen es fruto del azar. Y, conforme a su tesis de que solamente la ciencia experimental merece el nom- bre de ciencia, sostiene que la ética carece de validez cien- tifica, pues representa tno més entre los procesos que ha experimentado la vida'del hombre a lo largo de la historia. La ética, afirma, «es una repugnante mezcla de religi dad judeocristiana, de progresismo cienticista, de creencia 45 ly sod ‘oseo |2 sy “eweumy perseqy] v] zeSou v UaLInoaL sax -ome soyso ap soundie “arquioy fe & jeurrue ye weyenat off sod & ewe Jap ezopeBou- femmoajarur pranoe wise aTUy pouagy 2] unBau anb soy (9 “soanupsuy sapeuorsed soanrexadtar ¥ asrauodo apand vjsuezouos ej anb 4 soongues sozueru -euoyo|puod sorz9{9 Je9u9A ap Zedeo So axqUIOY [ep PeLEqH [ anb auapraa sa ‘otrenuios Je Jog “e[]9 ep aqusurfedioutd apuadap ou oxad ‘eombysd-oonywios uolongrisuoo By TOO Jaa anb o8[e uan eueumy eonpuod e] anb £ soxo19exe0 so] uo oXngur voNguES UTOMINSUOD eT and aTUEpIAS Sz -eonjopad e] us uawarsos ‘e] nb so] sosoxouumur tos $s ‘wapuayap se] en soy soyonut Uuos ou ‘a}UoUTeOLIO93 “Is ‘A “souOTsed se] £ soueUINY SOL “UNSUT soy WeXOTEAAIQOS ‘a{UaUIN|UANDasUOD ‘onb £ axqUIOY, Je 4 jeumre yo oxqua oisrxo onb eapenpeno ejouarsyIp B eoeisop OU soiuend 1od seppredwioo os sepI09} SEIS pig) eexsonu ¥y oo SePEUO!OEIAA ‘srusureypanse saroadsa sej Woo sourredutoo anb saus8 soy “rap 20d epezrue8io ~"yas9 eueumy eonpUOD el ‘seoNIguOS soseq a1gos wsuvosep BuEuiny [Pf208 eIINpUOD eT» ssaua8 soy ua BUTT UgovoHTdxe ns wouEH «soyues SO] ap OWSTTUNTe> Jo eIsey A «soueUMY soyDep» sopeurely Soy onb reunge & eBay] ‘arquioy [ep orwerurer -xodutoo Je [e1our [eae Opo} TeBau Jod ozsonysa Ns wa ‘A, “(08s ‘s3sen.gs oan v7 “Bqjo1901208) eeqsezIBOjOIG & sojoso[g So] ap soueur sel ap wong ¥| aqusumpexoduay zemnIat ap o1wawiou jp opeBoq] ey anb ap peprriqisod x] squoures -umfuoo sezapisuoo weyraqap seistuBUINY & soOgAUAI® :eyRojOIg E| © FYOSOTY e[ 2p dures Jap one ey ep orpmse fo Tepe|sen ap wIowertraAti0D NOIDVOIALLSAL NS “TVHOW OHISH TA oF B] Mbe aq “sauel sol ap oj9s epuedap erquioy jap zenI9e Jp anb opep ‘oo1o[01q se1pxe9 ap so vong e onb zeuAge e eB9T] [eno Je ‘UOSTM ‘O PIeMpY OUoLdUILIOU 0801912 [9 oelsap PULTOOp vyse UsuaHUeUT ob saxome sol aU “exquioy Jap 4 Teunrue Jap orpmass: JP zeune wopuayaid onb soZoj9y@ soyjanbe uos ‘Terauad uy ‘auquioy [a A [BUITUE Ja aryUa [eIoUAse eOUALAZIp aISTX OU nb uewuye souainb sourstmeumupue sof e weuMs 3g. ouguo un ojgs s2 axquioy jg “soustuDLUNysIUD SOT (q ‘Jerusurpradxa £ eoquog) vpouaT9 e| teas ot anb sazaqes sono uvjoasdsop anb & oogsrugio ouistreuZop un wesayoad anb so] sod epmnes so pouoyy ap ezueuasua ey ‘aired ns 10g “eueys}io [exour Bl ap OrOLIeISp [e OpmgrUoS Wey SEIS ~reun svapr se] owoo opiqes so X-Touedsa ouspMUIOD [a wa ‘ojdurofe sod ‘erouongur eis) oAny Tend Ja ‘s7uTEIy OJOSOTY, [PP omp oussfxreu! 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