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Omacel Espinoza
UNEFM
omacel29@gmail.com
aparece en una foto abrazando a un niño morenito y harapiento, que vive en un ranchito
ubicado en una calle que el candidato, muy probablemente, nunca había transitado ni
volverá a transitar.
Debe de ser fácil explicar que saber de semiótica es entender la articulación de
estrategias encaminadas a comunicar, confundir, manipular, seducir y agredir a los
demás.
Si eso fuera posible, podríamos dialogar con el elector, con el anciano y con el
estudiante que aplaude, incautamente, ante los chantajes culturales que les ofrecen los
demagogos de todas las tendencias políticas, a partir de un hábil manejo de los símbolos
con los que estos ancianos, estudiantes y funcionarios se identifican. De allí, pasaríamos
a recomendar una actitud crítica hacia la publicidad, la religión y las prácticas burocráticas
de instituciones públicas y privadas.
De esta manera, nos ganaríamos muchas enemistades de peso (y otras que
simplemente nos tendrían por energúmenos reaccionarios e impenitentes) tratando de
hacer entender al mundo que todos nos encontramos atravesados por redes económicas,
políticas e ideológicas de las cuales somos eslabones (vulnerables) aunque no lo
sepamos; tratando de hacer entender al mundo, también, que es momento de comenzar
a comprender qué lugar ocupamos en el entramado social donde los hilos de tales redes
actúan.
Como se ve, tal empresa tiene sus riesgos: Todos estamos de acuerdo en la
necesidad de despertar la conciencia crítica... hasta que nos critican frontalmente.
Pero, aún corriendo los riesgos, ¿cómo explicar que la semiótica es una ciencia
confiable para acometer una crítica de la cultura y de la sociedad a gran escala, si ni
siquiera cuenta con método riguroso de análisis, avalado por las grandes autoridades de
la semiótica? ¿Cómo explicar que no importa si no existe tal método, que viene a ser el
mismo "problema" de las Humanidades, según el pensamiento positivista; y que basta con
que la semiótica y su hermana gemela, la semiología sean, como dijo Barthes, una
aventura?
¿Cómo explicar, finalmente, que la semiótica es el estudio de los signos que
conforman los textos (así como las estrategias de representación) y que ella puede ser un
buen comienzo para comprender y valorar los distintos textos que construyen la cultura,
desde una ética razonable, que enfrente las ráfagas de información que nos viven, que
nos moldean y condicionan, vulnerando nuestra integridad mientras nos prometen,
desvergonzadamente, espejismos de libertades muy variadas y apetecibles?