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OASIS ECONÓMICO EN BOLIVIA

Así fue el calificativo que dio el Ministro Alfredo Rada al consultarle acerca de la
economía nacional y las diversas críticas lanzadas por el sector de empresarios privados
de Bolivia en relación a las últimas medidas económicas accionadas desde el Gobierno
Central: incremento del mínimo nacional y haber básico, anunció del pago del doble
aguinaldo y la ley de empresas sociales.
En ese mismo sentido el ministro de Economía y Finanzas, Mario Guillén, manifestó que
por el momento. Bolivia no asumiría ninguna medida interna en respuesta a la crisis
argentina Señalo que Argentina vive una devaluación de su moneda y un incremento de
la inflación, ambos fenómenos se compensarían y no otorgarían ventajas comparativas
en el costo de sus productos frente a los nacionales: Por consiguiente, no se prevé que
exista una avalancha de productos argentinos en el mercado boliviano.
Esta declaración se puede calificar como una verdad a medias, porque si se analiza el
flujo comercial entre Bolivia y Argentina se observa que incluso en periodos donde la
inflación argentina se disparó las importaciones no sufrieron grandes variaciones, mucho
menos se limitaron. En el periodo 2006-2017 Bolivia tuvo importaciones por un monto de
10.541 millones de dólares mientras que las exportaciones (excluyendo las ventas de gas
natural) solamente ascendieron a 1.614 millones de dólares dejando como saldo una
balanza comercial negativa de 8.927 millones de dólares, de acuerdo a cifras del último
reporte lanzado por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
En ese mismo periodo Argentina sufrió periodos de inflación importantes: 38,50% (2014),
27,80% (2015), 40,70% (2016) y 24,70% (2017), mismos que coincidieron con la salida de la
presidenta Cristina Kirchner y el ingreso de Mauricio Macri. Los resultados de la balanza
comercial entre Bolivia y Argentina para estos años siguieron una trayectoria
ascendente con resultados anuales de 846 millones de dólares (2014) 1.051 millones de
dólares (2015), 834 millones de dólares (2016) y 1.113 millones de dólares (2017)
respectivamente.
En ese marco, es importante detallar cuáles fueron los componentes del Índice de Precios
al Consumidor en Argentina que registraron más elevación e influyeron al
comportamiento de la tasa de inflación anual. Curiosamente los costos se vincularon más
con los Servicios Públicos, como Vivienda, Agua, Electricidad y otros combustibles (158%
acumulado 2016/2017), Salud (74,6% acumulado 2016/2017) y Transporte (65,5% acumulado
2016/2017) que fueron comparativamente superiores a la incidencia de componentes
como Alimentos y Bebidas No Alcohólicas, Bebidas Alcohólicas y Tabaco, Comunicaciones,
Prendas de Vestir y Calzado, Bienes y Servicios Varios, Equipamiento y Mantenimiento
de Hogar, Educación, Recreación y Cultura, Restaurantes y Hoteles, tal cual señala el
Informe “Inflación en Argentina: Periodo 2007-2017” elaborado por la Bolsa de Comercio
de Santa Fe publicado en marzo de este año.
La apreciación de Guillén bien podría resultar incorrecta si se parte de una premisa
donde la inflación es generalizada en todos los rubros que hacen al Índice de Precios al
Consumidor. El Gobierno argentino ha intervenido en los sectores que le han significado
una gran carga presupuestaria y ha traído como resultado un déficit fiscal que al primer
trimestre de 2018 sumó 30.000 millones de dólares. Por estas razones es necesario poner
mucha atención a lo que suceda con la economía argentina, Bolivia sostiene desde finales
del 2011 un tipo de cambio fijo artificial, con el objetivo de apreciar la moneda nacional
y “bolivianizar” la economía. Dicha acción supone un alto costo para la producción
nacional, que pierde competitividad con los mercados externos puesto que los demás
países de la región fluctúan sus monedas en miras de posicionar la producción nacional a
menores precios frente a la oferta de sus pares en el mundo. Con un dólar más barato en
Bolivia se dan condiciones favorables para adquirir mercancía del extranjero en
desmedro de la producción nacional que debe competir en una situación de disparidad
incuestionable.
Finalmente recalcar que este análisis solo refleja la incidencia de las importaciones
legales, cuando sumamos el contrabando al debate el escenario cobra una connotación
mucho más alarmante; no olvidemos que el contrabando ha sido una asignatura pendiente
del Gobierno actual, en buena medida exacerbada por políticas contemplativas y flexibles
que solo han dado palmadas en la cabeza a un sector cada vez más poderoso que domina
las zonas francas de Bolivia en contubernio o no con autoridades fronterizas.
El oasis económico boliviano se desvanecerá cual espejismo en el desierto, salvo que las
autoridades abandonen el “discurso” por la verdad de los hechos y actúen en
consecuencia.

Por: Carlos Armando Cardozo Lozada


Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del
Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía

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