Professional Documents
Culture Documents
CUENTO CLÁSICO
Las hadas
Charles Perrault
Érase una viuda que tenía dos hijas; la mayor se le parecía tanto en el carácter y en el
físico, que quien veía a la hija, le parecía ver a la madre. Ambas eran tan desagradables y
orgullosas que no se podía vivir con ellas. La menor, verdadero retrato de su padre por su
dulzura y suavidad, era además de una extrema belleza. Como por naturaleza amamos a
quien se nos parece, esta madre tenía locura por su hija mayor y a la vez sentía una
aversión atroz por la menor. La hacía comer en la cocina y trabajar sin cesar.
Entre otras cosas, esta pobre niña tenía que ir dos veces al día a buscar agua a una media
legua de la casa, y volver con una enorme jarra llena.
Un día que estaba en la fuente, se le acercó una pobre mujer rogándole que le diese de
beber.
Cuento Moderno
Hablaba y hablaba
Max Aub
Cuento Postmoderno
Llamada
2. Inicio
3. Narrador
Sintaxis:
Distancia:
Focalización:
Tono:
4. Hay dos parejas excluyentes, según él, en estas funciones preparatorias, y son g-d y h-
q (prohibición-transgresión de la prohibición y engaño del agresor a la víctima-complicidad
involuntaria de la víctima).
5. los cuentos proceden de la misma fuente?». Una vez más, como la tenaz mariposa de
luz contra aquello que le fascina, Propp se siente atraído por el misterio del origen de los
cuentos. Sin ánimo de competir con el historiador, reconoce que su pregunta no deja de ser
una hipótesis, para agregar, muy sagazmente, que acaso no sea cuestión para el
historiador, sino para el psicólogo, pues pudiera ser que «los límites del cuento se explican
por los límites de las capacidades imaginativas del hombre»75. Esta opinión, sin embargo,
es rechazada por él mismo en seguida, con el débil argumento de que, de ser así, no habría
más cuentos que los del tipo maravilloso. La existencia de otras clases de cuentos
pensamos nosotros, bien podía responder a diversas capacidades de la propia imaginación.
Pero dejando a un lado este asunto, que nos llevaría -y tal vez nos llevará- a
consideraciones psicoanalíticas de la escuela de Jung76, se echa de ver en seguida que
Propp no renuncia fácilmente a la creencia de que «la fuente única puede encontrarse en
la realidad»77, preparando así el camino a su siguiente libro, de carácter materialista
histórico.
Propp es el primer sorprendido ante la fuerza de esta constatación y, aunque advierte que
no le corresponde al morfólogo (hoy diríamos estructuralista) «interpretar» lo que esta ley
quiere decir, no resiste a la tentación de hacerlo, aun a modo de interrogante: «¿no significa
esto que todos los cuentos proceden de la misma fuente?». Una vez más, como la tenaz
mariposa de luz contra aquello que le fascina, Propp se siente atraído por el misterio del
origen de los cuentos. Sin ánimo de competir con el historiador, reconoce que su pregunta
no deja de ser una hipótesis, para agregar, muy sagazmente, que acaso no sea cuestión
para el historiador, sino para el psicólogo, pues pudiera ser que «los límites del cuento se
explican por los límites de las capacidades imaginativas del hombre»75. Esta opinión, sin
embargo, es rechazada por él mismo en seguida, con el débil argumento de que, de ser
así, no habría más cuentos que los del tipo maravilloso. La existencia de otras clases de
cuentos pensamos nosotros, bien podía responder a diversas capacidades de la propia
imaginación. Pero dejando a un lado este asunto, que nos llevaría -y tal vez nos llevará- a
consideraciones psicoanalíticas de la escuela de Jung76, se echa de ver en seguida que
Propp no renuncia fácilmente a la creencia de que «la fuente única puede encontrarse en
la realidad»77, preparando así el camino a su siguiente libro, de carácter materialista
histórico