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¿ARGUEDAS MISTI O INDIO?

TITULO: tío ayúdame con un buen título en quechua

El Perú tuvo la dicha de acoger en sus entrañas a un grande de la literatura, Arguedas, es


una especie de simbiosis entre la teoría y la praxis. Es el máximo representante del
neoindegenismo en la narrativa, a través de sus obras alcanza la dimensión y profundidad
en las que va desojando su perspectiva del mundo andino, al que está inmerso desde la
muerte de su madre. Su producción novelesca nos permite estudiar la evolución en la
comprensión y tratamiento del género, sino también entenderlo como un proceso inductivo
que se inicia en el pueblo chico (yawar fiesta), pasa por el pueblo grande (ríos profundos)
y culmina en la ciudad (todas las sangres). La suma novelesca Arguediana es una totalidad
que ha expresado la unidad – vida o sueño-del hombre peruano andino. Su pasado ilustre
y sus frustraciones de ahora. Cabe recordar lo que ocurrió en la mesa redonda que se llevó
a cabo en Lima con el objeto de analizar la novela “todas las sangres “ allí se sostuvo que
“ todas las sangres” no sirven como documentos a los sociólogos, esta hipótesis fue
sostenida por Salazar bondi y Quijano, frente a esto Arguedas exclamó ¡diablos! Si no es
un testimonio, entonces yo he vivido por gusto; se vive en vanó, o no he vivido. ¡No! Yo he
demostrado lo que he vivido…”

La niñez que le toco vivir a José María Arguedas estuvo envuelta en un mundo quebrado,
partido. Ya que su tragedia se inicia a los tres años, cuando pierde a su madre, Victoria
Altamirano, en consecuencia su padre, contrae nupcias con una terrateniente, Grimanesa
Arongoitia Iturbi viuda de Pacheco: ella determino que el pequeño José María viviera con
la servidumbre. Debido a esto el niño encuentra el cobijo de la cocinera de la hacienda, y
de todos los niños quechuas de su edad. Este nuevo contexto fue vital para Arguedas, el
desarrollo de su infancia en una comunidad indígena fue decisivo, ya que fruto de esto
nace el amor por la sierra y su gente, esta vivencia hizo que Arguedas tuviera ese amor
profundo por los indígenas.

José María Arguedas, tuvo como su lengua materna el quechua antes que el castellano,
que solo llega a dominar entre los 9 y 10 años. Es contradictorio saber que su primera
lengua fue el quechua y no el castellano. Ya que en la el sistema lingüístico, el niño desde
el vientre de la madre ya tiene configurado la lengua que va a poseer, pero este aprendizaje
se trunca en Arguedas a los tres años. Fue quechua casi puro hasta la adolescencia. Algo
de lo que no se pudo despojar nunca y esto es una limitación de la pervivencia de su
concepción primera del universo. Y es donde va adquirir una nueva concepción del mundo
andino.

José María Arguedas escribe también una serie de 44 artículos publicados entre los años
1939 y 1944 en el diario La Prensa, de Buenos Aires. Estos artículos contienen sobre
hombres y ciudades, danzas, ritos y ceremonias indígenas y en defensa del arte popular.
Como señala Sybil, es que Arguedas en su obra; logra expresar con lucidez las potencias
creativas con que el hombre andino contribuye a la construcción del Perú. De esta forma
se puede apreciar el trabajo constante y dedicado del escritor peruano enfocado
esencialmente en el hombre andino. En estos artículos se puede dilucidar la temática del
indigenismo en el Perú, que a su vez fue preparado como una ponencia para el coloquio de
escritores, de Génova, organizado en el año 1965. Todos estos trabajos publicados por
Arguedas fueron parte de una vivencia empapada de indios, los cuales como el mismo autor
lo afirma dieron un nuevo sentido a la concepción del mundo andino.

El discurso pronunciado en octubre de 1940 de 1968, con motivo de recibir el premio Inca
Garcilazo de la Vega, fue un ataque contundente a las tiendas occidentales: No soy un
aculturado. De esta posición se puede rescatar ideas fundamentales como un escritor
comprometido. En consecuencia el mismo Arguedas describe esa dualidad de la siguiente
manera: “Entiendo y he asimilado la cultura llamada occidental hasta un grado
relativamente alto. Admiro a Bach y a Prokofiev, a Shakesperae, Sófocles y Rimbaud, a
Camus y Eliot, pero más plenamente gozo con las canciones tradicionales de mi pueblo;
puedo cantar, con la pureza auténtica de un indio chanka, un harawi de cosecha. ¿Quién
soy? Un hombre civilizado que no ha dejado de ser en la médula un indígena del Perú. Y
así, he caminado por las calles de París y de Roma, de Berlín y de Buenos Aires. Y quienes
me oyeron cantar, han escuchado melodías, absolutamente desconocidas, de gran belleza
y con un mensaje original”. De esta forma Arguedas nos aclara que si bien es cierto que no
se puede se extremista y rechazar la cultura occidental, pero tampoco es posible olvidar y
dejar de lado nuestra propia cultura.

Francisco Miró Quesada, afirma lo siguiente: Es difícil decir qué aspecto de su personalidad
era el más interesante. Pero el que más me impresionó fue su identificación con el Perú
autóctono, con los comuneros campesinos de los Andes, con el idioma quechua. Lo
extraordinario de esta identificación es que, a pesar de ser plena, apasionada, no producía
en él ningún rechazo de la civilización europea. Su identificación con el hombre autóctono
no tenía nada que ver con el indigenismo fanático que rechaza todo lo occidental y, sobre
todo, lo hispánico. Lo que José María Arguedas rechazaba era la actitud despreciativa y
prepotente de algunos peruanos frente al “indio”. Para él, el Perú era una síntesis del
Occidente y la civilización andina. En efecto como afirma Quesada, Arguedas estaba muy
enrraizado con el hombre andino. En todo caso su preocupación fue como se dan las
relaciones costa/sierra, ¿interétnicas? O ¿habría que recurrir a una visión etnocultural? Y
como lograrlo. Son interrogantes que tendrán que ser respondidas más adelante.

En fin el mundo andino fue una vital preocupación para Arguedas, ya que pudo penetrar y
comprender el pensamiento andino desde una visión interna y parte de ella, tal como se
puede deslindar en sus obras y acciones. La pérdida de su madre marco el hito de toda su
vida, ya que fue un hombre que se identificó hasta los tuétanos de los huesos con los indios.

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