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"La nona es bizarra, no existe en realidad,

es sólo una metáfora"


Pepe Soriano cuenta el motivo azaroso que lo llevó a interpretar por primera vez esta obra
en teatro. Hoy y mañana la presenta en el Auditorio Fundación, a las 20.30.

Un clásico. Pepe Soriano, en el rol que popularizó en cine, en 1979. Hoy y


mañana cierra la gira en Rosario, tras presentarse en Mar del Plata y Buenos
Aires.

La nona se devora todo lo que ve, come sin razón, sin deseo, sólo por comer.
Roberto “Tito” Cossa creó el personaje como una metáfora social abierta a varias
interpretaciones, pero también para que se haga cuerpo y alma en un sólo actor,
Pepe Soriano. El experimentado intérprete, que había encarnado “La nona” en
1979, nunca la había hecho en teatro. Una vez prometió en broma que la haría
cuando cumpliese 85 años, y ahora le tocó. “La nona” sube al Auditorio Fundación
hoy y mañana, a las 20.30, con dirección de Jorge Graciosi, y un elenco integrado
por Hugo Arana, Miguel Habud, Sabrina Carballo, Miguel Jordán, Patricia Durán y
Mónica Villa. “«La nona» es una obra bizarra, porque esta nona no existe, es una
metáfora. Acá no juega la piedad, sino el sálvese quien pueda”, dijo Pepe Soriano
a Escenario.
—¿Por qué tardó tanto para protagonizar “La nona” en teatro?
—La estrenó Ulises Dumont en teatro, estaba escrita para mí, pero como yo
estaba trabajando y Cossa quería estrenar, lo hizo Ulises Dumont. Posteriormente,
en el 79, hicimos la versión cinematográfica con Héctor Olivera, y después Carlos
Rottemberg un día me recordó que yo le dije «cuando cumpla 85 años la hago» y
él lo tomó al pie de la letra. Y un día me llamó y me dijo «¿cuántos años cumplís?»
y le dije «85». «Bueno, hay que hacer ’La nona’”. «Bueno, está bien, hagámosla»,
dije. Así que debutamos en Mar del Plata, después fuimos a Buenos Aires y
lanzamos una pequeña gira que culmina esta semana en Rosario.
—¿Qué diferencias notó en hacer ese rol en los 70 a interpretarlo ahora,
cuando su edad se acerca más a la del personaje?
—(Risas) Sí, la nona tiene 100 años, yo tengo 85, así que no hay tanta
diferencia. En aquel tiempo, con la película, tuve que hacer largas sesiones de
maquillaje, muy largas, porque además no había tantos especialistas como ahora,
como se ve en la televisión. Eso a mí me llevaba tres o cuatro horas por día y me
había quedado la cara a la miseria, en cambio ahora no necesito ponerme nada
(risas).
—¿Cuál es la mayor metáfora de “La nona”?
—Cuando le preguntaron a Cossa, en el momento del estreno, dijo que la
metáfora de “La nona” es la muerte, porque es la única verdad absoluta y
definitiva, lo demás es opinable. Lo que pasa es que las metáforas se incrustan en
la gente en algún lugar, porque generalmente están relacionada con cierto
malestar que la gente tiene con algo, más allá de que en la obra se ríen mucho.
Ahora ¿cuál es el malestar de cada uno? Qué se yo, hay tantas versiones como
gente viene al teatro. Hay gente que está más ligada a la política y me dicen “la
nona es el fondo buitre” y es una posibilidad, otro dirá “yo estoy cansado de pagar
réditos y pago y pago”, y también está bien.
—¿Y cuál es la que más se acerca para usted?
—La nona se come todo y a partir de ahí cada uno le da la inserción que le
venga en gana o necesita. Lo que es importante, para mí, es que la obra queda
abierta a la interpretación de cada espectador. No es un cuentito donde los
príncipes se enamoran y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Esta es una
historia que no sabemos si tiene fin.
—¿Lo que mejor refleja es la miseria de la condición humana?
—No tengas ninguna duda, esto tiene que ver con los potenciales que el hecho
cultural ha reprimido en cada uno de nosotros. En “El malestar en la cultura”
(Sigmund Freud, 1930), una de las lecturas es la lucha del hombre contra el
hombre, se tienen que dictar leyes de convivencia. Bueno, yo creo que esta familia
empieza diciendo “somos pobres, pero somos honestos”. Y no son ni tan pobres ni
tan honestos (risas), en algún lugar hasta pueden llegar a matar, porque la quieren
envenenar a la nona. Entonces evidentemente no son lo que enuncian solamente,
uno enuncia “soy una buena persona, me gano la vida laburando”, pero
potencialmente ¿qué es uno? Ese es el tema, ¿no?
  —¿Qué sobresale en “La nona” en la faz interpretativa?
—Desde el punto de vista interpretativo es bastante simple, porque no tiene
contradicciones. Los personajes se complican para el actor cuando tienen
contradicciones, como tenemos los seres humanos. “La nona” va a comer, a
devorar y no tiene otro objetivo.
—¿Usted dijo que esta obra nació como un grotesco pero para la época actual
es una obra bizarra?
—Sí, yo creo que sí, el teatro en general tiene más que ver con problemáticas
sutiles, digamos chejovianas, que esta obra, que de alguna manera es bizarra,
porque esta nona, en la realidad, no existe, es una metáfora. Siempre van a
rescatar en la familia algo bueno de esa abuela que les ha tocado en suerte. Creo
que acá no juega la piedad, lo que juega acá, al final, es sálvese quien pueda.

El loro que voló desde Rosario

“Me da alegría que cerremos la gira de ‘La nona’ en Rosario, porque fue en
Rosario donde nació ‘El loro calabrés’, en el Hotel Presidente en el 74”, recordó
Soriano. El actor adelantó que volverá a presentar este unipersonal el 16 de
octubre en el Centro Cultural Kirchner. Además, dijo que regresará a la TV en “La
leona”, la ficción encabezada por Echarri y Dupláa. “Ellos son como mis hijos”,
confesó.

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