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I. Introducción
La libertad y la liberación son dos conceptos que a veces se utilizan, bien como
sinónimos, bien como causa y consecuencia entre sí. Son también una preocupación
antigua del pensamiento político y también religioso. Desde los primeros siglos de
nuestra era, con la irrupción del cristianismo, la libertad era considerada peligrosa en sí
misma si no era acompañada por el abandono de la misma a la voluntad de Dios. Así,
San Agustín acuñó el pensamiento de que no hay, para el alma peor muerte que la
libertad para el error1 y Santo Tomás de Aquino diluyó la libertad del hombre en la
predestinación2. Correspondió a Guillermo de Ockham iniciar una nueva vía: la libertad
en el sentido cristiano estaba limitada a la obediencia a la ley de Dios, empero, el
hombre en cuanto tal podía ser libre en cuanto ser político. Comenzaba entonces una
lenta y progresiva separación entre dos esferas que hasta el día de hoy parecen
confundirse: la de la fe y la del poder secular 3.
Sin embargo, a mediados del Siglo XX, la Nueva Teología se impuso en los ambientes
católicos. Autores como Teilhard de Chardin, Yves Congar, Hans Küng y Joseph
Ratzinger propusieron una nueva manera de comprender la teología en un momento en
el cual ya no se podía continuar negando ni la secularización ni la modernidad. Uno de
*
Profesor Universitario en Historia por la Universidad Nacional de Luján. Doctorando en Historia por la
Universidad de San Andrés. Es Diplomado en Teología por el Seminario Internacional Reina-Valera. Ha
dirigió y coordinó la publicación electrónica tradicionalista “Sursum Corda” y es miembro de número de
la Fundación Tridentina por los Valores Clásicos.
1
San Agustín, Ep. 166. Cfr. Gregorio XVI, Mirari Vos. Carta Encíclica sobre los errores modernos, 15
de agosto de 1832, Buenos Aires, Semper Fides, 2006.
2
Santo Tomás de Aquino, Suma Telógica, Parte I - Cuestión 23, Artículo 1.
3
Taylor, Stephen, La desteologización de la teología. Los problemas del pensamiento moderno,
Barcelona, Sodalitium, 1981.
los temas que se discutió fue el de la libertad humana, la misma fue causa de graves
discusiones que se cristalizaron en el Concilio Vaticano II, dónde la Nueva Teología
consiguió imponer la redacción final de la Constitución Gaudium et Spes, que en
palabras de Paulo VI tenía como fin abrir la Iglesia a los problemas del mundo
moderno4. Al mismo tiempo, y retomando las palabras del Concilio, ciertos grupos de
teólogos, inspirados en Karl Barth dieron a luz la teología de la liberación, sobre la que
Roma rápidamente pasó examen, primero con notificaciones, exámenes y pedidos de
aclaraciones, para finalmente, condenarla. ¿Cuál era el centro de esa condena? El
concepto mismo de liberación que se acercaba al del marxismo y otras ideologías
modernas.
Entre los teólogos que más cuestionó ésta vertiente teológica se encuentran Joseph
Ratzinger, primero como teólogo privado, luego como Prefecto de la Congregación para
la Doctrina de la Fe y finalmente como Papa, expuso los errores de la teología de la
liberación, al mismo tiempo que la contrastaba con la “libertad” en una clave muy
cercana a la que Hanna Arendt diferenciará “libertad” de “liberación” en su obra Sobre
la Revolución.
Es imposible hablar de éstos intelectuales sin hacer, siquiera, un breve repaso de sus
vidas. No obstante las diferencias religiosas que van de suyo, tanto Arendt como
Ratzinger compartieron en común la condición de alemanes pertenecientes a minorías y
la experiencia del nazismo.
Hanna Arendt nació en 1906 en Linden, pasó sus primeros años en Königsberg, la
ciudad de Kant y finalmente Berlín. Perteneciente a una familia de judíos liberales e
intelectuales, como se puede apreciar, pasó su vida en el norte de Alemania, la zona más
modernizada desde lo político y económico y donde los protestantes eran mayoría.
Doctorada con una tesis sobre el amor en San Agustín, Arendt no consiguió la
4
Sartori, Luigi, La Chiesa nel mondo contemporaneo. Introduzione alla «Gaudium et spes», Padua,
Messaggero, 1995.
5
Hemos decidido no tratar aquí su obra más reciente, Jesús de Nazareth, donde aborda éstos problemas
de una manera mucho más extensa. La incorporación de ese texto implicaría una extensión que afectaría
la economía del presente trabajo y que haría menester incorporar otras obras de Hanna Arendt para
hacerlas entrar en diálogo con el teólogo de Tubinga.
habilitación docente universitaria por su condición de judía 6. El ascenso del nazismo al
poder la llevó a interrogarse por el origen del antisemitismo y tuvo que huir de
Alemania a Francia, donde conoció a Walter Benjamin. En 1940, tras la caída de
Francia bajo la bota del III Reich, fue deportada a un campo de concentración del cual
pudo huir, junto a su esposo, el poeta y filósofo Heinrich Blücher y otros intelectuales y
refugiarse en los Estados Unidos. En ésta época, Arendt se relaciona de manera muy
estrecha con organizaciones sionistas que tenían por fin ayudar a los judíos en la Europa
ocupada y permitirles escapar, bien a Estados Unidos o bien a Palestina.
Otra región de Alemania y otro origen social e intelectual fueron la cuna de Joseph
Ratzinger. Nació en Marktl am Inn en 1927, en una Alemania desvastada por la Gran
Guerra y a las puertas del nazismo. La condición de su padre de acérrimo opositor al
nacional socialismo fue la causa por la que, a medida que el partido iba escalando
posiciones, la familia tuviera que mudarse en varias oportunidades8. En su
autobiografía, Ratzinger describe las continuas mudanzas en zonas rurales del sur de
Alemania; a diferencia de Ardendt no provenía de una familia de intelectuales ni con
antecedentes académicos, su padre era un policía y su madre una ama de casa, por lo
que el descubrimiento de la cultura, la filosofía y la historia ocurre dentro de la Iglesia
Católica9. No sólo eso, mientras que Arendt, al ser nativa del norte, fue testigo desde su
infancia del progreso Alemán, Ratzinger recordaba la vida en Tittmoning, una ciudad
fronteriza “olvidada por el progreso” y luego en Aschau, un pueblo de campesinos en el
que pobreza no era sinónimo de miseria. El nacional socialismo irrumpió en un pueblo
alejado de las grandes corrientes políticas, siendo visto con curiosidad y temor cuando
el mismo arremetió contra el catolicismo 10. Nuevamente los Ratzinger vuelven a
6
Baehr, Peter, Hannah Arendt, Totalitarianism, and the Social Sciences, California, Stanford University
Press, 2010, pp. 66
7
Arendt, Hanna, Sobre la revolución Buenos Aires, Alizanza, [1963] 2008.
8
Andler, Mark, Bernstein, “A Future Pope Is Recalled: A Lover of Cats and Mozart, Dazzled by Church
as a Boy”, The New York Times, 22 de abril 2005. Versión On Line. Vista el 12/8/2013:
http://www.nytimes.com/2005/04/22/international/worldspecial2/22germany.html?_r=0&adxnnlx=11143
40564-13zVUfWUfsfMLXhqWFxrDA&pagewanted=print&position=
9
Ratzinger, Joseph, Mi vida, Encuentro, Madrid, 2006, pp. 56, 67
10
Ratzinger, Joseph, Mi vida, op., cit., pp. 49-51.
mudarse, ésta vez a Traunstein. Nuestro autor, con dolor nos relata como el peso de la
historia se cernía sobre el pequeño pueblo, como los temores y las pasiones de la guerra
lejana, se hacían omniscientes y dividían las consciencias de los católicos, para muchos,
en efecto la victoria de Hitler no era la victoria de Alemania, “sino del Anticristo, y que
era el comienzo de los tiempos apocalípticos para todos los creyentes”11. En 1946, con
16 años fue enviado con otros compañeros del internado a prestar servicio en las
baterías antiaéreas, siendo trasladado en varias ocasiones de una punta a otra del sur de
Alemania y los territorios ocupados. En 1944, según relata en su autobiografía, delgado
y demacrado apareció en su casa para ser, luego de tres semanas encontrado por
Wehrmacht y enviado a las trincheras, donde desertó pocas semanas antes del fin de la
guerra. La llegada de las tropas norteamericanas sorprendió al joven Joseph que fue
enviado a un campo de prisioneros en Ulm.
Liberado finalmente, inició sus estudios sacerdotales en Freising para luego pasar a la
Universidad Ludwig-Maximilian de Munich por su vocación de teólogo. Allí redactó su
tesis titulada “El Pueblo y la casa de Dios en la doctrina de Agustín sobre la Iglesia",
embarcándose años más tarde en la tortuosa tarea, según el mismo relata, de su tesis de
habilitación sobre la teología de la historia en San Buenaventura, que le permitió ejercer
la docencia en Freising 12. Desempeñó la docencia en Bonn y luego en Münster, desde
donde fue convocado como perito del Cardena Frings, para el Concilio Vaticano II. Allí
no ocultó su adscripción a la Nueva Teología y trabajó en estrecha colaboración con los
teólogos Hans Küng y Edward Schillebeeckx. Fue compañero del primero durante su
trabajo como docente en Tubinga, publicó artículos en la revista Concilium pero
empezó a distanciarse de él y otros intelectuales a causa del ambiente marxista que
imperaba en la época. En 1972 fue uno de los fundadores de la revista Communio con la
colaboración de Hans Urs von Balthasar , Henri de Lubac y Walter Kasper. Mientras
que Concilium plantea el Vaticano II como una ruptura con la tradición de la Iglesia,
Communio sostiene que el mismo debe ser interpretado en clave de hemenéutica de la
continuidad, una frase que Ratzinger utilizó en varios documentos desde que fue
elegido como Pontífice.
11
Ibid., pp. 67
12
Ibid., pp. 110ss.
13
Ratzinger, Joseph y Messori, Vittorio,Informe sobre a fe, Madrid, BAC, 1985, pp. 16-21.
III. La política en Arendt y en Ratzinger
Hanna Arendt sostiene que la única causa que se ha abandonado en la última centuria
fue la de la libertad, la cual determinó la existencia de la política14.
Eirc Hobsbawm señala la misma realidad sobre la Primera Guerra Mundial: iniciado el
ciclo bélico con en 1914, en más de una oportunidad los hombres llegaron a temer el fin
de la humanidad y no es exagerado hablar de “la era de las matanzas”. En el mismo
sentido de la persuasión a través de la aniquilación el historiador explica la justificación
dada por los Estados Unidos al lanzar las bombas atómicas sobre un Japón ya de
rodillas17. El miedo a la destrucción era alimentado por una violencia de tintes
pornográficos, tal como la describió Susan Sontag18 y como retrató, proféticamente
14
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución., op., cit., pp. 11.
15
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución., op., cit., pp. 12-13.
16
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución., op., cit., pp. 17.
17
Hobsbawm, Eric, Historia del Siglo XX, Buenos Aires, Crítica, 2003, pp. 32.
18
Sontag, Susan, Bajo el signo de Saturno, Buenos Aires, De Bolsillo, 2007, p., 108.
Katherine Burdekin en Swastika Night19. En ésta novela cuya acción comienza siete
siglos después del hipotético triunfo del nazismo en dónde el único enemigo es Japón,
no obstante, el mismo desarrollo bélico que permitió a ambas potencias fascistas
apoderarse del mundo es el que les impide la conquista sobre el otro. Otros temas se
retratan en la distopía de Budekin: el uso de la memoria y el olvido por medio de la
reescritura de la historia, la apoteosis de los líderes y el terror de los bombardeos aéreos
sobre las masas civiles.
19
Burdekin, Katherine, Swastika Night, Old Westbury, Feminist Press, 1985.
20
Arendt, Hanna, Sobre la revolución, pp., 19-20
21
Arendt, Hanna, Sobre la revolución, pp., 22.
22
Ratzinger, Joseph, Teoría de los principios teológicos. Materiales para una teología fundamental,
Barcelona, Herder, 1985, pp. 457.
de ser expresión de una justicia al servicio de todos y se convierta en producto de la
arbitrariedad, en abuso por parte de los que tienen el poder para hacer las leyes.” 23
Ya Paulo VI había señalado que la violencia era inaceptable bajo cualquier perspectiva,
y debe ser especialmente rechazada cuando se plantea como la vía necesaria para la
liberación. Para Paulo VI como Ratzinger, la violencia es la madre de la opresión y la
esclavitud27 y tienen su origen en la tiranía de un misterioso “interés común”, que en
realidad es hipócrita y que sostiene el poder de los más fuertes28. Así, en el pensamiento
político de Ratzinger, los hombres actúan como seres libres, movidos por su libertad y
están obligados, compelidos a participar en la política, ya que, en caso de no hacerlo,
23
Habermas, Jürgen, y Ratzinger, Joseph, Entre razón y religión… Dialéctica de la secularización,
Mexico, FCE, 2008, pp. 42.
24
“Las actuales sociedades democráticas, en las que loablemente todos son hechos partícipes de la
gestión de la cosa pública en un clima de verdadera libertad, exigen nuevas y más amplias formas de
participación en la vida pública por parte de los ciudadanos, cristianos y no cristianos”, en Ratzinger,
Joseph, “Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos
en la vida política”, Congregación para la Doctrina de la Fe, 24/11/2002, §1. Visto el 16/8/2013 en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20021124_politi
ca_sp.html#top
25
Habermas, Jürgen, y Ratzinger, Joseph, Entre razón y religión… , op., cit., pp, pp. 39.
26
Bendicto XVI, “Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI al Cardenal Kasper, con ocasión de la
Segunda Conferencia Internacional sobre la Paz y la Tolerancia”, 4/11/2005, visto el 16/8/2013 en
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/letters/2005/documents/hf_ben-
xvi_let_20051104_kasper-istanbul_sp.html#top
27
Paulo VI, “Evangelii nuntiandi”, 8/12/1975, visto el 16/8/2013 en
http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/apost_exhortations/documents/hf_p-
vi_exh_19751208_evangelii-nuntiandi_sp.html#top. En el mismo sentido Paulo VI, “Discurso en la
Jornada del Desarrollo en Bogotá” 23/8/1968, visto el 16/8/2013 en
http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/homilies/1968/documents/hf_p-
vi_hom_19680823_sviluppo_sp.html.
28
Benedicto XVI, “Spe Salvi”, 30/11/2007, en visto el 16/8/2013 en
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20071130_spe-
salvi_sp.html.
son responsables de la violencia que puede ser desatada29. Si volvemos a las páginas de
Introducción al Cristianismo, o Informe sobre la fe veremos en el teólogo de Tubinga
un acérrimo enemigo del abandono ciego a la autoridad: en el primero advierte que el
poder magisterial del Sumo Pontífice (como el de todo gobernante) se encuentra
limitado por el sensus fidelium, en el informe sobre la fe, que su labor como prefecto de
la más importante congregación vaticana no tenía como fin el de acallar o ahogar las
voces, sino, corregir los errores y las desviaciones, pero siempre, sometido al imperio de
una Ley superior. En su autobiografía destaca la poca importancia que se le prestó en
los distintos pueblos donde vivió de niño a la cuestión política: la imagen idílica de la
aldea, de las granjas dónde por más pobreza que hubiera, jamás faltaba el pan o la leche,
iban unidas a un total desinterés por el avance del nacional socialismo, que poco a poco
se iba imponiendo y terminaba acorralando a quienes, tarde, habían decidido levantar su
voz..
Libertad y liberación.
El nudo del libro que analizamos de Hanna Arendt es la Revolución. Según nuestra
autora la revolución es necesariamente violenta, pero no puede ser reducida a la
violencia en sí misma si no implica un nuevo comienzo:
29
Ratzinger, Joseph, “Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de
los católicos en la vida política”, op., cit.
30
Habermas, Jürgen, y Ratzinger, Joseph, Entre razón y religión…, op., cit., pp. 44.
31
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución, op., cit., pp. 21.
32
Arendt, Hanna, Sobre la revolución, op., cit., pp. 45.
considerablemente del magisterio de Gregorio XVI, Pío IX o San Pío X o Pío XII 33,
para quienes democracia y cristianismo eran dos realidades antitéticas e irreconciliables.
Ratzinger sostiene que es función de la Iglesia colaborar para que los hombres sean
libres de las opresiones y de las dictaduras y establezcan regímenes democráticos y
republicanos, donde la violencia sea erradicada 34.
33
Gambra, Rafael, “Cristianismo contra Democracia”, Revista Roma 75, 1982.
34
Ratzinger, Joseph, “Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de
los católicos en la vida política”, op., cit.
35
Jauregui, Carlos (comp..), Escritos del Cardenal Walter Kasper, Buenos Aires, Carismata 1998, pp. 67.
36
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución, op., cit., pp. 65.
37
Jauregui, Carlos (comp..), Escritos del Cardenal Walter Kasper, op., cit., pp. 72.
38
Ratzinger, Joseph y Messori, Vittorio,Informe sobre a fe, Madrid, BAC, 1985, pp. 16ss.
sus connotaciones y resonancias a través de todo el mundo, sin excluir a los Estados
Unidos.39
Volvamos al aspecto más secular. Barrington Moore Jr., sostiene que en el orden
político existen tres tipos de revoluciones. Las revoluciones burguesas conducen a la
formación de estados democráticos de derecho; las revoluciones desde arriba, es decir,
dirigidas por el estado se convierten en conservadoras y concluyen en el fascismo.
Finalmente las revoluciones campesinas dan a luz a regímenes comunistas. Las primera
tienen tres objetivos: el fin de los gobiernos arbitrarios, la substitución de regímenes
tiránicos por otros justos y racionales, y finalmente conseguir la participación popular
en la formación de los nuevos gobiernos. Pero Moore Jr., se separa de manera
inexorable de Arendt al sostener que el fin de la revolución es servir al desarrollo social
de la población en general40. En otras palabras pone el acento en la liberación y no en la
libertad.
Para Ratzinger la cuestión social es algo que no puede ignorarse. El mundo moderno ha
sido testigo de la caída inevitable de los grandes “paradigmas ideológicos que, en un
pasado reciente, pretendían ser una respuesta «científica» a esta cuestión”; la
“revolución” que enfatizó la liberación sólo condujo a las dictaduras y regímenes
totalitarios que al caer, dejaron mayor miseria, más violencia y sociedades sumidas en el
relativismo, y el debilitamiento del hombre, desvirtuando así todo sentido a la Res
Publica. Para Ratzinger, la única manera de remediar esto es por medio de la
recuperación de la auténtica sabiduría política 44, Arendt dirá que será viendo la labor de
39
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución, op., cit., pp. 73.
40
Moor Jr, Barrington, Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. El señor, y el
campesino en la formación del mundo moderno, Bercelona, Península, 2002, pp. 586-587.
41
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución, op., cit., pp.79.
42
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución, op., cit., pp. 84.
43
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución, op., cit., pp. 86-87.
44
Benedicto XVI, “Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en la 24ª Asamblea
Plenaria del Consejo Pontificio para los laicos”, 21/5/2010. Visto el 17/8/2013:
los Padres Fundadores de los Estados Unidos, quienes crearon un nuevo orden basado
en la libertad y la igualdad jurídica.
“es libre quien puede hacer únicamente lo que quiere sin ser impedido por ninguna
coacción exterior, y que goza por tanto de una plena independencia. Lo contrario de la
libertad sería así la dependencia de nuestra voluntad ante una voluntad ajena.”46
Liberación debería ser entonces el proceso por el cual el hombre se hace libre. Sin
embargo, existe una hermenéutica errada de la “liberación”, que al poner como
condición sine qua non la supresión de la libertad individual, se encuentra condenada al
fracaso47:
Voluntad ajena, voluntad de otro, sumisión a otro. Ese fue el signo de la Revolución
Francesa, dónde el modelo republicano americano jamás pudo prender, porque la
libetad fue relegada ante la liberación de las necesidades materiales del hombre. El
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2010/may/documents/hf_ben-
xvi_spe_20100521_pc-laici_sp.html#top
45
Ratzinger, Joseph, “Instrucción Libertatis Conscientia. Sobre la libertad cristiana y liberación”,
Congregación para la Doctrina de la Fe, 22/3/1986. Visto el 16/8/2013 en:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19860322_freed
om-liberation_sp.html#top.
46
Ratzinger, Joseph, “Instrucción Libertatis Conscientia…” op., cit., §25.
47
Ratzinger, Joseph, “Instrucción Libertatis Conscientia…” op., cit., §37.
48
Ratzinger, Joseph, “Instrucción Libertatis Conscientia…” op., cit., §27.
pueblo jamás gobernó en el modelo revolucionario francés, en el mejor de los casos se
gobernó para él, pero la norma fue
“la usurpación del «poder soberano», llevada a cabo por quienes se llamaban a
sí mismos sus representantes, los cuales se habían colocado « en independencia
absoluta respecto a la nación »49
Ésta revolución no significó la libertad para nadie y sólo muy pocos y a cuenta gotas
fueron liberados de la miseria, por lo tanto, se inició así un ciclo revolucionario que no
ha tenido fin. El “Usurpador” (Robespierre, Hitler, Lenin o Stalin) buscó para
consolidar su poder un enemigo frente al cual la comunidad nacional se pueda
posicionar como una e indivisible, y ese enemigo podía estar en el extranjero o bien, en
el seno mismo de la nación y por ello, más peligroso, debiendo ser exterminado 50.
Una de las principales acusaciones contra los judíos dentro de la Alemania nazi fue
que eran agentes civiles, intelectuales portadores de un destructuvo y corrupto
«espíritu crítico». La quema de libros de mayo de 1933 fue lanzada por el grito de
Goebbels: «La época de extremo intelectualismo judío ha terminado ya, y el triunfo de
la revolución alemana ha dado nuevamente derecho de paso al espíritu alemán”.51
49
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución, op., cit., pp. 98-99.
50
Arendt, Hanna, Sobre la Revolución, op., cit., pp. 103.
51
Sontag, Susan, op., cit., pp. 97.
52
Sontag, Susan, op., cit., pp. 101.
Cuando se pone como primer imperativo la revolución radical de las relaciones
sociales y se cuestiona, a partir de aquí, la búsqueda de la perfección personal, se entra
en el camino de la negación del sentido de la persona y de su trascendencia, y se
arruina la ética y su fundamento que es el carácter absoluto de la distinción entre el
bien y el mal53.
La teología de la liberación, que se nutre del marxismo implica una alteración de los
conceptos cristianos de libertad y lleva a justificar la violencia como medio liberador
53
Ratzinger, Joseph, “Instrucción sobre algunos aspectos de la «Teología de la liberación», 6/8/1984,
visto el 16/8/2013. En
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19840806_theolo
gy-liberation_sp.html#top
54
Ibid.
Huelga también señalar que ambos fueron acusados de conservadores. Se trata de una
acusación simplista, de aquellos que han decidido no penetrar en tan profundas mentes
que tanto han estudiado y tanto han vivido, especialmente, los horrores de la Guerra.
55
Ibid., p., 26-29.