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Venezuela: Desafíos y
propuestas
Demetrio Boersner
Septiembre de 2013
La democracia social en Venezuela:
Desafíos y propuestas
Demetrio Boersner*
*
Licenciado en Estudios Internacionales y Doctor en Ciencias Políticas, con una extensa
trayectoria en el servicio diplomático venezolano. Profesor de la Universidad Central de
Venezuela (UCV) y reconocido intelectual de la centro-izquierda latinoamericana.
Instituto Latinoamericano de
Oficina en Venezuela de la
Caracas, Venezuela.
Representante de la
Benjamin Reichenbach.
Flavio Carucci T.
Director de Proyectos del ILDIS
Asistente:
Verónica Fortunato
El uso comercial de las publicaciones de la Fundación Friedrich Ebert (FES), por cualquier
medio, no está permitido sin el consentimiento por escrito de la organización mencionada.
ÍNDICE
Algunos de los grandes temas del siglo XXI que afectan a la humanidad en su
conjunto, y que se destacan en la agenda de la Democracia Social, son los
siguientes:
Sin libertad política y garantías para los derechos humanos y ciudadanos, todo
intento por transformar o reformar el orden social resultaría en alguna forma de
colectivismo autoritario. La falta de libertad democrática y las violaciones de los
derechos humanos frenan el progreso de la humanidad y ocasionan guerras y
violencia. Por ello, los demócratas sociales apoyan los movimientos civiles y
populares, así como la acción de gobiernos democráticos, de la Organización
de Naciones Unidas (ONU) y de otras organizaciones internacionales, en pro
de la defensa y ampliación de la democracia política (representativa y también
participativa).
Conscientes de que los países y pueblos del mundo son cada vez más
interdependientes por efecto de la globalización económica e informativa, los
socialdemócratas o demócratas sociales asignan una alta prioridad a la política
exterior y los empeños de promover la paz, la democracia y la equidad
internacionales.
(a la cual Abraham Lincoln, por su parte, definió como el “gobierno del pueblo,
por el pueblo y para el pueblo”).
Pluralismo filosófico
Tercera vía
Solidaridad internacional
Sin embargo, estos grandes avances se concentraron ante todo en los primeros
veinte años de la era democrática, y a partir de 1980 se tornó más difícil la
situación del país y de su sistema político. La economía mundial entró en crisis, y
los más afectados fueron los países en vías de desarrollo, particularmente los de
América Latina, agobiados por grandes deudas externas. Desde centros de poder
del Norte se impuso al mundo un nuevo paradigma económico de austeridad y
reducción de los gastos y servicios sociales. El colapso de la Unión Soviética en
1990 desequilibró al sistema internacional y dio poder excesivo a los grandes
centros capitalistas. Aunque el régimen comunista representa un socialismo
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deformado, tiránico y perverso, su caída, y el triunfo mundial del conservadurismo
económico y político, afectaron también al socialismo democrático, a la democracia
social, a los trabajadores y a los países en desarrollo. En el mundo entero, las
nuevas condiciones alentaron un desmejoramiento de la condición popular y una
mayor brecha entre ricos y pobres, razón por la cual cundió el descontento social.
En Venezuela se manifestó fuertemente este desmejoramiento del clima social, a
cuyas razones económicas objetivas se añadió un marcado deterioro o
agotamiento de los liderazgos democráticos, un aumento de la corrupción y una
injustificable indiferencia de las élites ante el crecimiento de la pobreza. La
irresponsable campaña de desprestigio contra los partidos políticos por parte de
importantes voceros de la intelectualidad elitista terminó por debilitar al sistema
democrático.
Así se creó un vacío de poder que fue colmado, a partir de 1999, por un nuevo
régimen personalista y militarista, ideológicamente influido por el comunismo de
modelo cubano, pero que de hecho encumbró a una nueva oligarquía financiera,
además de una alta burocracia estatal y partidista. En el lado positivo de su
balanza, cabe señalar la creación de mecanismos denominados “misiones” para
prestar asistencia a sectores sociales de bajo ingreso y mejorar su situación
sanitaria, educativa, alimentaria y de vivienda. Infortunadamente, estos
mecanismos no incluyen la vigorosa creación de puestos de trabajo en el sector
formal de la economía, sino que alientan el inflamiento del empleo estatal
improductivo. De manera general, la política social del régimen no pasa de ser
asistencialista además de autoritaria y signada por la imposición de una ideología
oficialista. Por dogmatismo y demagogia, el régimen ha realizado expropiaciones y
estatizaciones masivas de empresas privadas, sometiéndolas a un manejo
burocrático generalmente inepto, y ha sofocado la libertad de intercambio
económico. Con ello ha destruido gran parte del aparato productivo nacional,
revirtiendo cuarenta años de desarrollo y reduciéndonos nuevamente a la
condición de país dependiente de importaciones. Al mismo tiempo, por descuido e
incompetencia, ha dejado que se deterioren las infraestructuras, el sector eléctrico
y las industrias básicas, incluida la industria petrolera. Bajo su amparo, ha crecido
la criminalidad y la inseguridad personal y colectiva. La política exterior del régimen
se caracteriza por el abandono de una diplomacia equilibrada, y la adopción de una
conducta maniquea y mesiánica que pretende liderar una suerte de revolución
mundial “anti-imperial”. Agobiado por sus errores y por divisiones internas, el
régimen ha entrado en crisis, y es urgente la presentación, como alternativa
política, de un modelo de país con una democracia social renovada.
El modelo político-institucional
Estado de derecho
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de los derechos humanos y cívicos, etc.- forma parte de la civilización universal
y no está sujeto, en su esencia, a los cambios de hegemonía de clases o
bloques hegemónicos en el seno de la sociedad. En la medida en que crezca la
democracia social, sin duda el Estado de Derecho será ampliado y mejorado,
pero no se cuestionará su validez fundamental.
Representación y participación
Derechos humanos
El modelo de sociedad
Ciudadanía y participación
Los movimientos que luchan por una democracia social siempre mantienen vínculos
estrechos con la clase trabajadora, y procuran cohesionar un bloque social progresista
de trabajadores de la ciudad y del campo, y de capas medias técnicas, profesionales e
intelectuales. Igualmente pueden mantener relaciones de coincidencia y alianza con
los sectores empresariales productivos e identificados con el desarrollo económico
nacional. Representan asimismo los anhelos colectivos de grupos sociales no clasistas
pero de algún modo menoscabados en sus derechos y legítimas aspiraciones: las
mujeres en lucha por la igualdad completa; los jóvenes, en necesidad de mayor apoyo
para culminar sus estudios e insertarse a
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la vida productiva; las minorías discriminadas por su origen social, raza, etnia,
religión o preferencia sexual. En la futura construcción de una democracia
social en Venezuela, el movimiento sindical, los gremios profesionales, las
universidades y academias, las asociaciones de emprendedores y de
empresarios pequeños y medianos, así como los grandes empresarios con
vocación productora y patriótica, jugarán papeles importantes. A ellos se les
agregarán las asociaciones de lucha feminista, juvenil y de grupos
discriminados, así como las comunidades religiosas y éticas.
El modelo económico
Ello implica la creación de una economía mixta que combine los mecanismos
del mercado con una planificación democrática y flexible, coordinada por el
Estado en consulta con todos los sectores de la sociedad, que oriente los
esfuerzos y las expectativas del capital, del trabajo y de los consumidores hacia
un desarrollo diversificado y sustentable de las fuerzas productivas internas, y
hacia una distribución equitativa del ingreso nacional.
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financiación pública, bajo supervisión del poder legislativo y de una contraloría
autónoma y eficaz.
El modelo social
Movilización social
Sin duda sería altamente deseable que en un futuro no lejano, todas las
fuerzas de la democracia social venezolana se (re)unieran en un solo partido.
Uno de los factores que podría facilitar su unión es el trabajo ideológico. El
pueblo venezolano debe ser informado de que, más allá del programa mínimo
ofrecido por la Unidad Democrática, existe un pensamiento más avanzado,
demócrata-social, para la etapa de evolución que se planteará inevitablemente
después del mero restablecimiento de la libertad política. La elaboración de
tesis y programas progresistas, para el mediano o largo plazo, servirá
igualmente de instrumento de captación de nuevos militantes y simpatizantes
para las organizaciones demócrata-sociales.
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Insistencia constante en valores y principios