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Los excrementos, también denominados heces o materia fecal, son el conjunto de los
desperdicios sólidos o líquidos que constituyen el producto final del proceso de
la digestión. Están formados por los restos de los alimentos que no son absorbidos por
el aparato digestivo, tales como fibras y otros componentes que no son útiles para el ser
en cuestión. Asimismo, en su composición hay células del epitelio intestinal que se
descaman durante el proceso de absorción de los nutrientes, microorganismos y otras
sustancias que pueden atravesar el epitelio intestinal.1
Las "heces ideales" son pardas, se hunden y tienen aspecto de morcilla con grietas en la
superficie (tipo 3 de la escala de Bristol) o bien de salchicha o serpiente, lisa y blanda (tipo
4 de la escala de Bristol).3 Las heces duras se producen cuando existe estreñimiento. Las
heces pastosas, blandas o líquidas son heces diarreicas.1
Cuando las heces flotan, casi siempre es debido a una absorción deficiente de
los nutrientes de los alimentos (malabsorción) o a un exceso de gases (meteorismo).
También puede suceder cuando se produce una infección gastrointestinal.4
Las heces que tienen mal olor, flotantes y grasosas, pueden deberse
a malabsorción grave, especialmente si se acompaña de pérdida de peso, lo que significa
que el organismo no está absorbiendo los nutrientes de manera apropiada.4 Las heces que
tienen un olor muy desagradable y anormal pueden deberse a ciertas afecciones y, en
ocasiones, a cambios en la alimentación.6