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Fracaso del
Sistema de
Pensiones de
Reparto
Lunes, 25 de junio de 2018
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Demandas sociales y estándar de vida senil
“El concepto de justicia social es por fuerza un concepto vacío y carente de significado, porque en
él no hay ninguna voluntad que pueda determinar los ingresos relativos de las distintas personas,
o evitar el hecho de que dependan en parte de la casualidad.”
En la actualidad, prácticamente nadie puede discutir, con datos en la mano, que la población mundial cada
vez tiene más esperanza de vida, más ingresos per cápita, es más productiva, las tasas de natalidad disminuyen
con el pasar de los años, etc. La tecnología y la creación de riqueza han permitido este tipo de fenómenos que
nos permiten ver en perspectiva que la calidad de vida es mejor que hace un par de décadas, dónde las
enfermedades azotaban a todas las personas, especialmente a los niños, reflejo de ello es la tasa de
mortalidad infantil histórica en Chile, mostrada en el siguiente gráfico (Fuente: MINSAL)
Bajo esta lógica, en Chile se estima que para el 2050, la población de personas sobre los 60 años de edad
alcance los 6.3 millones -pasando a representar al 29,5% de la población- suplicando a la cifra actual. Por
otro lado, la esperanza de vida actual se sitúa en 81,6 años para las mujeres y 76,5 años para los varones,
estimando así para el 2050 un 84,7 años para las mujeres y 80,8 años para los hombres (Fuente: Comisión
bravo, 2014-2015).
Dadas estas cifras, y muchas otras de crecimiento económico y todas las personas que han abandonado la
línea de la pobreza extrema, resultaría insólito pensar si quiera en ver tantas protestas en las calles de todo el
país. ¿Cómo es posible ver tanto descontento social con estos datos?
Para resolver estas y otras preguntas de esta índole, es necesario tener, no solamente cifras macroeconómicas
y demográficas, sino que también saber interpretarlas. Por ejemplo, el aumento del ingreso per cápita
esconde un dato que puede resultar perturbador, y es que como es de esperarse, no todos crecen a la misma
velocidad, y esto puede representar una desigualdad muy grande entre los que más avanzan -algunos
parecieran hacerlo con patines- y los que lo hacen a pasos más lentos.
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La desigualdad en si no representa un problema per se, pues es lógico pensar que ante capacidades distintas
y esfuerzos distintos los resultados serán distintos también. Entonces es ahí cuando surge otro problema que
no puede ser medido por cuanto crece o deja de crecer el PIB, por ejemplo, y ese problema viene de la mano
con la élite política; la corrupción, el cohecho y el tráfico de influencias.
Un estudio, aplicado a 1.300 personas en las cinco regiones más pobladas del país, reveló que el 53% de los
chilenos está en el grupo de los "desilusionados retraídos", es decir, personas con nula participación política
y muy descontentos con la situación actual. En la otra vereda, con apenas el 3%, están los "conformistas
integrados", que presentan bajos niveles de descontento, pero mucha participación social (Fuente: encuesta
sobre participación política realizada por el centro MIDE UC).
Otro problema latente, quizás muy fuertemente relacionada con el punto anterior -cohecho, corrupción y
tráfico de influencias- es el incremento sostenido en el tiempo sobre la canasta básica de consumo. Este
punto no sería gran problema si hubiese un mercado fuertemente competitivo, donde los precios no fueran
influenciados por oligopolios pertenecientes a bienes y servicios esenciales para la población. Ergo, un
aumento en el ingreso per cápita puede esconder dos cosas importantes; una desigualdad causada por
beneficios sesgados, propiciados por un fuerte poder económico, y un exceso en el aumento de precios de la
canasta básica, causados de manera autoritaria por el o los ofertantes, generando que los consumidores sean
relativamente (precios versus ingresos) más pobres o en el mejor de los casos mantengan su nivel.
Con todo lo mencionado anteriormente, se puede empezar a realizar un análisis económico, político, social,
cultural y demográfico, para poder llegar a conclusiones verídicas, representativas y no sesgadas de cómo
debe ser el sistema de pensiones en Chile, para que pueda cumplir su rol fundamental: maximizar la entrega
de pensiones teniendo en cuenta los factores actuales y futuros. Se debe tomar una actitud de reflexión crítica,
desarrollar políticas sociales con el fin de proteger la integridad de las personas mayores, que entregaron su
vida laboral para el desarrollo propio y del país. Los sistemas de pensiones reflejan -en alguna medida- la
forma en la que los adultos mayores son integrados en la sociedad. Los sistemas de reparto fueron
introducidos por el alemán Otto Von Bismarck en 1889, en Alemania. En Estados Unidos, “The New Deal” (el
nuevo trato) introducido por Franklin Roosevelt en 1935, aplicó por primera vez las políticas de seguridad
social en América. Todos estos sistemas de seguridad social estaban basados en la “solidaridad
intergeneracional”.
Se adjunta el gráfico del “Financial Times” sobre la quiebra en Los Sistemas de pensiones de reparto.
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Detallamiento del sistema de pensiones.
Sistema de reparto (antes de 1981)
A nivel latinoamericano, Chile se destaca como uno de los primeros países en el desarrollo
de la seguridad social, con un sistema que comenzó de manera integral en el año 1924
(Fuente: Arellano, 1988). Sistema que se mantuvo y evolucionó con el correr de los
presidentes, hasta 1981. Estas instituciones, que conformaban el sistema de seguridad
social, permitiendo la integración y participación social, se abastecía de las cotizaciones
obligatorias que realizaban los trabajadores y empleados (en la categoría de empleador se
incluía también al Estado). La economía política de este proceso llevó que hacia fines de los
70`s, el Sistema de Pensiones en Chile se constituyera de con 35 cajas de previsión y
alrededor de 150 regímenes previsionales distintos.
Toda esta información, obligaciones y requerimientos para los cotizantes se incluían en más
de 600 cuerpos legales. El sistema era fuertemente cuestionado por su alto nivel de
segmentación, variable en beneficios y requisitos dependiendo del oficio al que el cotizante
se dedicara. Además, tenía ausencia de portabilidad de derechos entre cajas. Los beneficios
y requerimientos para cotizar dependían de cuanto y por cuanto tiempo cotizara en
trabajador, además de la caja a la que perteneciera.
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Nuevo Sistema de Pensiones A.F.P. (después de 1981)
Este año es clave para entender el sistema actual, puesto que a partir de 1981 y bajo la
consigna de fomentar un modelo pro mercado en los temas de ahorro previsional y de
seguros de salud de la seguridad social, se implementa bajo el D.L. 3.500 un nuevo diseño
para las pensiones de los chilenos (exceptuando Dipreca y Capredena). Para este caso
particular (Dipreca y Capredena), poseen un sistema financiado en un 91% por el Estado y
un 9% de aportes provenientes del personal activo y pasivo.
Las cotizaciones previsionales se hacen de cargo del cotizante (trabajador), con la excepción
de aquellas relativas al seguro social de accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales, que siguen siendo de cargo del empleador. El porcentaje de cotización se
establece uniformemente en un 10% -exceptuando a los trabajos pesados, que se
descuenta un 2% adicional al sueldo imponible- que mensualmente se va acomulando en
el Fondo de Capitalización Individual, más una cotización que cubre el seguro de invalidez y
sobrevivencia y una comisión a la A.F.P (ambos a cargo del trabajador).
Lo que cada trabajador ha tenido que pagar por concepto de comisión a las Aseguradoras
de Fondos de Pensiones ha ido variando conforme pasan los años. En 1983 alcanzó su pico
llegando a representar un 4,87% del ingreso imponible, luego convergió (desde 1984 hasta
1997) hasta estabilizarse en un 3%. Posteriormente, resultado de la reforma (Ley 20.255) se
implementó un mecanismo de licitación de nuevos afiliados. Hoy, según la AFP en que se
cotice, el nivel se ubica entre el 0,47% y 1,54% del ingreso imponible. Desde la reforma del
2008 (primer mandato de la ex presidente Michelle Bachelet), el empleador se hace cargo
del porcentaje correspondiente al seguro de invalidez y sobrevivencia. En el año 2002, otra
reforma permite a cada AFP administrar 5 fondos distintos (A, B, C, D y E), cada uno está
regido por ley, estableciendo en donde y cuanto se puede invertir, representando el riesgo
correspondiente (A es el fondo más riesgoso y E el fondo menos riesgoso) y la posibilidad de
rentabilidad varía también (A es el fondo más rentable y E el fondo menos rentable).
Hablando de rentabilidad, la rentabilidad promedio de un pensionado es U.F + 8% (mayor
que la rentabilidad del mercado privado promedio y superior a la rentabilidad de fondos
similares en Europa. (Fuente: Superintendencia de Pensiones).
¿Qué sucede con las personas que no lograron, por distintos motivos, reunir un fondo
mínimo para una pensión que les permita vivir?
Existen dos beneficios; pensiones mínimas por derecho (a quienes cumplan 20 años mínimo
de cotizaciones) y pensiones asistenciales focalizadas, PASIS, sujetas a la situación fiscal
presupuestaria y no por derecho. Cabe recalcar que ambas son “extra-sistemas”, es decir,
financiadas por impuestos y asignadas a la ley de presupuesto.
El estado financia todos los costos asociados a la transición del Sistema de Pensiones. El
valor presente de todos estos pagos se estimó para 1981 en 136% del PIB, y han llegado a
representar aportes anuales del Estado de casi 5% del PIB en 1984, sin incluir el costo
previsional de las Fuerzas Armadas. Se igualó la edad de jubilación para todos los cotizantes;
65 años para los hombres y 60 años para las mujeres. (Fuente: Comisión Bravo, 2014-2015).
La tasa de reemplazo (la relación que hay entre la primera jubilación que recibe un individuo
en comparación con su último sueldo nominal.) en Chile es de un 45% (Fuente: Comisión
Bravo, 2014-2015).
Según lo expuesto anteriormente, sabemos que un cotizante destina un 10% de su sueldo
imponible para su fondo individual, pero si lo comparamos con la OCDE, esta cifra solo
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representa la mitad. (Tasa de cotización promedio OCDE es de 19,7%, (Fuente: Unidad de
pensiones privadas OCDE).
Del estudio se concluye que si se toma en consideración a las personas que cotizaron entre 35 a 40 años (o
más) logran una pensión mediana (valor más representativo) de $420.144, muy por encima del promedio de
$176.000 que anuncia el movimiento NO + AFP, que toma en cuenta a las personas que cotizaron por menos
de 20 años (incluso el 10% de todos los cotizantes, que lo hicieron por menos de un año).
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Conclusión del sistema y sus fallas.
El problema de los sistemas de reparto, estructuralmente, es la demografía. Un problema que solo
puede ser solucionado mediante un aumento en el porcentaje de cotizaciones cada vez mayor por
cargo de los trabajadores, o logrando que el Estado cumpla esa deficiencia, acorralándolo a presiones
fiscales que rozan el límite de lo permitido para la salud financiera fiscal del país. Actualmente, la
relación entre masa laboral (población laboral activa) y pensionados es 5:1.
A la fecha de la creación de este informe, y según la Superintendencia de Pensiones, se calcula que
en los fondos acumulados existen USS 186.000.000.000 ($118.947.502.200.000), propiedad de cada
chileno, que deberían ser expropiados para repartirlos entre todos los pasivos, independientemente
de cuanto aportó cada uno.
La cifra promedio de hijos por mujer cayó a 1,8 en 2015, y la cantidad total de alumbramientos se
redujo 2,5% respecto al año anterior. (Fuente: INE). La mayor cantidad de muertes de mujeres
ancianas ocurre a los 90.4 años y los hombres a los 85.6. (Fuente: Estadísticas Vitales. Anuario 2015.
INE).
Claramente las cifras demográficas no favorecen en lo absoluto a la sostenibilidad en el tiempo del
Sistema de Reparto de Pensiones, por lo que nos lleva a cuestionarnos cuáles son las alternativas al
mejor sistema para otorgar las mejores pensiones posibles ante este problema demográfico que
afecta a gran parte del mundo, sin poner en riesgo los recursos fiscales que deberán ser otorgados
en otros temas país, tales como listas de espera en la salud, educación, seguridad, infancia, etc.
Ya vimos los datos entregados por distintas fundaciones (que no están a favor de un sistema de
capitalización individual), instituciones gubernamentales, agencia de estadísticas, etc, y los
resultados son buenos para quien cumple con los requisitos, como cotizar sin interrupciones y por el
tiempo que se supone (30 años o más).
El actual sistema flaquea en lo siguiente: Depende de un mercado laboral estable, productivo e
inclusivo (demanda laboral para personas entre los 45 años o más). Teniendo todo esto presente,
aún con la baja tasa de cotizaciones y la anticipada edad de jubilación en relación a los países OCDE,
pueden obtener buenos resultados -pensiones que oscilan entre los $460.000 o más-.
Según informa la Comisión Bravo, para obtener pensiones que ronden los $550.000 mensuales, se
deben tener acumulados $100.000.000 aproximadamente (este número variará dependiendo de la
tasa de rentabilidad de los fondos y los niveles de riesgo que asuma el trabajador).
Si tomamos esos $100.000.000 y los comparamos con los $20.000.000 que posee el 60% de los
trabajadores, las matemáticas hacen su trabajo; No puedes obtener grandes resultados aportando
esas cifras de dinero.
¿Entonces por qué los resultados no son buenos para todos?
La respuesta a esa pregunta no tienen necesariamente una respuesta única, pero la respuesta técnica
de consenso entre los especialistas, tiene que ver justamente con las flaquezas del sistema.
1) Chile posee un mercado laboral inestable y poco inclusivo.
2) El trabajador mediano en Chile tiene bajo nivel de educación superior.
3) En consecuencia, el trabajador mediano en Chile es poco cualificado, eso se ve reflejado en
su renta imponible.
4) Al ser poco cualificado, Chile es uno de los países menos productivos y que menos valor
agregado a las exportaciones tiene de la OCDE.
5) Evasión laboral, ausencia de cotización, apropiamiento indebido de las cotizaciones por
parte de los empleadores y acuerdos entre empleadores y empleados para no cotizar,
generando así mayor sueldo líquido, representan otro problema grave.
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Propuestas
Parte crucial para mejorar el sistema de pensiones es el potenciar la productividad. La productividad
tanto de las empresas como de manera individual de los trabajadores es clave, es el pie inicial para
poder aumentar los ingresos, la inversión, el ahorro, disminuir la presión fiscal, el endeudamiento y,
como consecuencia, subir las pensiones de una manera significativa.
Luego de estudiar el informe de productividad elaborado por el presidente de la Comisión Nacional
de Productividad, Joseph Ramos, se concluye que si bien el nivel de la participación femenina en el
mercado ha evolucionado positivamente, aún sigue teniendo cifras preocupantes. De 31% en 1990 a
48% en la actualidad. La tasa de participación femenina alcanza 48% (2015), por debajo de los países
latinoamericanos, de la OCDE, incluyendo los países en vías de desarrollo (52%), y por cierto muy por
debajo de los países desarrollados de la OCDE (61%), liderado por los nórdicos (65%).
El impacto macroeconómico de integrar a la mujer al mercado laboral formal en un porcentaje de
61% y más (como en los países desarrollados de la OCDE) se incorporarían 900.000 mujeres
adicionales a la fuerza de trabajo, lo que aumentaría el PIB en 6% (Datos del estudio contratado por
Subsecretaría de Economía en 2016).
(Fuente: Comunicado de prensa de la Comisión Nacional de la Productividad, septiembre 2017).
“Para elevar la productividad y mejorar bienestar de los chilenos urge una política que
impulse una mayor Participación Laboral Femenina”.
-Joseph Ramos.
Por otro lado, estudiamos propuestas de la Comisión Bravo, de las tres que se presentaron en el
informe final, por temas de control fiscal, solidaridad intergeneracional, cuidado macroeconómico y
de tasas de empleo, nos quedamos con la propuesta C. A continuación nombramos las propuestas
sin detalle -exceptuando la propuesta C- por tema de espacio (Comisión bravo contempla 246
páginas.)
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Propuesta C: “Aumentar el ahorro para el pilar contributivo”
La propuesta C se desglosa en las siguientes Sub-propuestas:
1) Establecer una nueva cotización previsional de cargo del empleador
del 4%
2) Establecer que al menos una fracción de esta mayor cotización de
4% se destinará a un pilar solidario.
3) Considerar un período de transición de al menos 4 años para el
incremento que se propone en la tasa de cotización, con el objeto
de producir un menor efecto negativo sobre el mercado laboral.
4) Establecer una norma que ponga un límite máximo a la parte no
imponible de la remuneración (para evitar la evasión de cotización
mediante acuerdos con el empleador).
5) Elevar el límite máximo de las cotizaciones para pensiones desde el
actual tope (73,2 UF) al que está vigente para efectos del seguro de
cesantía (109,8 UF).
6) Aumentar las actuales bajas multas a los empleadores que
descuentan y no traspasan las cotizaciones de los trabajadores.
7) Crear en la Dirección del Trabajo una división de previsión social,
que reporte a la Subsecretaría de Previsión Social sobre todas las
8) materias vinculadas con las declaraciones, pagos, fiscalización y
cobranza en materia de seguridad social.
9) Extender el período de cotizaciones obligatorio hasta la edad de
retiro efectivo del mercado laboral, en caso que ésta sea posterior
a los 60 años en el caso de las mujeres y 65 años en el caso de
hombres.
10) Introducir cambios a la normativa APVC (Ahorro Previsional
Voluntario Colectivo), de forma que se logre que un mayor número
de empresas y sindicatos lo utilice.
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Encuesta de conocimiento y opinión Sistema de Pensiones.
En el desarrollo del informe se ve también que gran parte del descontento es por mera falta de conocimientos
sobre el sistema, de lo cual gran responsabilidad recae sobre las AFP, que no han entregado la información
oportuna y relevante a los cotizantes. Se adjunta, además, unos gráficos obtenidos de una encuesta realizada
por el equipo de trabajo responsable de este informe, llevada a cabo a 80 personas de un rango etario que va
desde los 18 hasta los 52 años, dentro y fuera de la universidad. Con una moda igual a la mediana de 22 años,
un porcentaje de respuesta masculina de 47.5% y 52.5% de respuestas femeninas. De esta encuesta se
concluye lo siguiente:
30
25
20
15 26
10 20
12 Total
5 8 8 6
0
Femenino
Femenino
Femenino
Masculino
Masculino
Masculino
No Si Tal vez
25 21
20 14 16
12
15
10 5 4 6
2
5
0 Total
Femenino
Femenino
Femenino
Femenino
Masculino
Masculino
Masculino
Masculino
10
¿Actualmente ud se encuentra a favor o en contra
de las afp?
33
35
30 25
25
20
13
15 9 Total
10
5
0
Femenino Masculino Femenino Masculino
A favor En contra
27
30 23
25 19
20
11
15
10 Total
5
0
Femenino Masculino Femenino Masculino
No Si
11
Conclusión:
Como se demostró durante el desarrollo de este informe, existe un evidente contraste entre buenos
indicadores per cápita económicos y de salud con un profundo descontento social alimentado por, entre otras
cosas, unas pensiones que, en su mayoría, no alcanza ni si quiera para el consumo de una canasta básica de
bienes y servicios, teniendo que decidir en algunos casos entre reducir el consumo en comida para poder
medicarse. Es evidente también que el actual Sistema de Pensiones está bajo la lupa social por los “malos
resultados que ha entregado” según se pronuncia el movimiento “No + AFP” y otras fundaciones detractoras
del sistema. Pero luego de que se haya investigado lo suficiente, con fuentes de distintas corrientes políticas,
leyendo libros e informes de profesionales destacados a nivel nacional e internacional en el tema de
pensiones, se ha podido concluir que el sistema actual de pensiones no ha entregado malos resultados, si se
toma en consideración lo que cada cotizante ha aportado a su fondo individual. Es pertinente recalcar que
bajo un sistema de ahorro previsional, los resultados varían según el poder monetario que se ingrese a cada
cuenta. Como se mencionó anteriormente, la rentabilidad promedio del sistema es U.F. + 8%, logrando que
del 100% de los fondos acumulados en las cuentas individuales, un 70% represente la rentabilidad por el
manejo de las inversiones. Para ejemplificarlo, si un trabajador promedio al momento de su retiro posee 100
millones de pesos, significa que 30 millones fueron los que ha aportado durante sus años de cotizaciones, y
los otros 70 millones corresponden al rendimiento obtenido por su AFP. Dada estas circunstancias, se logró
corroborar que el resultado de las malas pensiones para por otros factores, ajenos tanto al Sistema de
Pensiones como a los trabajadores. Estos factores pueden resumirse en el nivel de ingresos que tiene un
trabajador mediano, el nivel de productividad que tiene un trabajador mediano, el nivel de educación superior
y especializada que tiene un trabajador mediano, el importante 30% de mercado irregular presente en el
territorio nacional, las cotizaciones que los trabajadores independientes no han hecho a su cuenta individual,
la poca densidad de cotización, los arreglos y abusos en los descuento de las cotizaciones y posterior no pago
por parte de los empleadores, etc.
El Sistema de Pensiones por Reparto no es viable y sostenible en el tiempo. Las razones se escribieron en este
informe y se procede a resumir: el Sistema de Pensiones por Reparto tiene una falencia estructural
importante, y es que necesita de una fuerte relación positiva entre trabajadores activos y pasivos, cosa que
no se da, como quedó evidenciado anteriormente mediante estudios y gráficos. Segundo, Los Sistema de
Pensiones en los países europeos están quebrados (evidenciado con estudios y gráficos presentados
anteriormente), y se dice que están quebrados por el enorme gasto fiscal que representan -el caso más
emblemático es el de Polonia o Francia- llegando a 350% del PIB. Existe un argumento de ajuste, que los
Sistemas de Pensiones por Reparto no quiebran, se ajustan, y puede ser verdad, pero todos los ajustes van en
desmedro del poder adquisitivo de la gente, de la inversión o del gasto fiscal. Como cada vez hay menos
activos por cada pasivo, debes ajustar el porcentaje de cotización aumentándolo hasta que llegue un punto
de no dar más. Traspasar ese aumento a los empleadores genera un quiebre en el mercado laboral y se
dispararía la tasa de desempleo. Si el Estado, por otro lado, asume ese aumento, lleva a las cifras catastróficas
de presión fiscal mencionadas por este informe en países nórdicos, a lo que Estado deberá recurrir a dos
opciones: endeudarse con otros países y luego pagar esa deuda más intereses o subir los impuestos e intentar
reducir la presión fiscal, aunque está comprobado que los aumentos de impuestos tienden a reducir el poder
adquisitivo de las personas con menores ingresos. Se habla de injusticia porque claro está que no todas las
personas trabajan lo mismo, con los mismos ingresos, con el mismo esfuerzo, por el mismo tiempo, para
repartirlo a todos por igual. Por otro lado, hoy existe en los fondos individuales una gran desviación estándar
con respecto al promedio de los fondos de las personas, representadas por sus distintos niveles de ingresos,
esfuerzo y cualificación. Aplicar el Sistema de Reparto implica expropiar todos los fondos individuales y con
ellos todos los esfuerzos de las personas, para repartirlos entre todos por igual.
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Bibliografía
Arellano, José Pablo. Políticas sociales y de desarrollo. Chile 1924-1984. 2da Ed. Santiago: Cieplan 1998.
Matus, Alejandra. Mitos y Verdades de las AFP. 1ra Ed. Santiago, Octubre 2017
Demografías y vitales
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