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Pirámide de La Sociedad Cubana en Cecilia Valdés La Desigualdad Racial
Pirámide de La Sociedad Cubana en Cecilia Valdés La Desigualdad Racial
FACULTAD DE FILOLOGÍA
Jūratė Kazlauskaitė
Filología hispánica
Vilnius
2018
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Anotacija
Kubos ekonomika, pagrįsta plantaciniu ūkiu ir vergų darbo jėga, sukūrė išnaudotojų ir
išnaudojamųjų santykius, kurie davė pradžią rasistiniu pagrindu suformuotos socialinės hierarchijos
atsiradimui. Hierarchijos viršūnėje baltieji visuomenėje užėmė dominuojančias pozicijas mėgaudamiesi
teisėmis ir privilegijomis, kuriomis negalėjo pasigirti „spalvotieji“. Šiuo tiriamuoju darbu siekiama
atskleisti, kaip XIX amžiaus pradžios Kubos visuomenė aprašoma Ciliro Villaverde romane Cecilia
Valdés bei pažymėti, kokios socialinės hierarchijos bei rasinės nelygybės apraiškos atsispindi
skirtingose kasdienio gyvenimo srityse: tarpasmeniniuose santykiuose, švietime ir profesinėje plotmėje.
Raktiniai žodžiai: Cecilia Valdés, Cirilo Villaverde, kolonijinė Kuba, socialinė hierarchija, rasizmas.
Abstract
Economy of Cuba, which was based on plantations and slave labour, gave way for formation of
racist social hierarchy in the country. At the top of the hierarchy were white people, who due to their
dominant status could enjoy exclusive rights and privileges, opposite of the situation of “coloured”
people. Aim of this work is to give insight into how the society of 19th century Cuba is depicted in the
novel Cecilia Valdés written by Cirilo Villaverde as well as to note how social hierarchy and racism
manifests itself in various aspects of everyday life: interpersonal relations, academic and professional
settings.
Keywords: Cecilia Valdés, Cirilo Villaverde, colonial Cuba, social hierarchy, racism.
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Índice
Introducción ................................................................................................................................... 4
1 Contexto histórico-social de Cuba ............................................................................................ 6
1.1 Conquista y colonización......................................................................................................................... 6
1.2 Desarrollo del sistema de plantaciones y esclavitud .............................................................................. 7
1.2.1 Formación de las clases sociales ......................................................................................................... 8
2 Cirilo Villaverde y su novela Cecilia Valdés ............................................................................. 13
2.1 Vida del autor........................................................................................................................................13
2.2 Cecilia Valdés ........................................................................................................................................14
2.2.1 Génesis de la novela .........................................................................................................................14
2.2.2 Antiesclavismo y la relación con la realidad .....................................................................................14
3 La situación y el estatus de las mujeres .................................................................................. 16
3.1 El ascenso ..............................................................................................................................................16
3.2 La objetualidad de la mujer ..................................................................................................................17
3.3 Predeterminación y la familia ...............................................................................................................19
4 Educación.............................................................................................................................. 22
4.1 Situación de la educación y los intereses del gobierno español...........................................................22
4.2 Discriminación racial y prejuicios en la área de educación ..................................................................23
4.3 Diversos medios de educación reflejados en Cecilia Valdés.................................................................24
4.3.1 Esclavos de los ingenios ....................................................................................................................24
4.3.2 Sirvientes de casa..............................................................................................................................25
4.3.3 Negros y mulatos libres ....................................................................................................................26
4.3.4 Familias blancas adineradas.............................................................................................................27
5 El ámbito laboral ................................................................................................................... 30
5.1 Fuerza de trabajo esclava .....................................................................................................................30
5.1.1 Plantaciones......................................................................................................................................30
5.1.2 Sirvientes de casa..............................................................................................................................35
5.2 Fuerza de trabajo libre ..........................................................................................................................37
5.2.1 Los de color .......................................................................................................................................37
5.2.2 Los blancos........................................................................................................................................38
5.3 La jerarquía ...........................................................................................................................................40
Conclusiones................................................................................................................................. 41
Referencias bibliográficas ............................................................................................................. 43
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Introducción
Cecilia Valdés del escritor Cirilo Villaverde es una obra maestra cubana del siglo XIX que abarca
muchos temas políticos, culturales y sociales importantes en la isla de la época. Empleando los
elementos de ficción, como los personajes y la trama, el autor describe detalladamente el mundo real
cubano que él mismo presenciaba. Acaso por ser tan realista, costumbrista y completa, por abarcar
tanto, la novela fue estudiada bastantes veces según distintos acercamientos hablando de la esclavitud
(Leante, 1975), el discurso (Gelpí, 1991), la gastronomía (Collard y de Maesenner: 2009), las
relaciones sociales (Murillo Garnica, 2009), la ciudad de La Habana de la época (De la Torriente,
1948).
El objetivo principal de este trabajo de investigación es analizar la obra de distinta aproximación:
no solo revelar la presencia de la jerarquía social y desigualdad racial en la novela Cecilia Valdés, sino
también mostrar cómo estos se manifiestan en distintas áreas de vida: las relaciones interpersonales,
educación y labor. Procuramos demostrar como la pertenencia a una u otra clase o raza determina las
condiciones y la calidad de vida de sus miembros. Asimismo, estudiamos la complejidad de las
relaciones interraciales.
Mediante presente estudio recopilo los datos importantes acerca del tema tratado tanto de las
anteriores análisis del libro, que existen bastantes pero con distinta aproximación de la mía, como de
las investigaciones sobre el contexto cubano relevantes para mi propósito, que son las que predominan
en este análisis.
Los primeros dos capítulos de este trabajo se dedicarán a la aclaración del contexto: la situación
histórico-social de Cuba y el origen del libro sin olvidar a presentar su autor. En el primero hablaremos
de la colonización y el desarrollo del sistema plantacional que influenció la formación de las clases
sociales cubanas tal como fueron. En el segundo presentaremos la vida de Cirilo Villaverde, la cual
dejó su huella importante en la obra, además, comentaremos en que se inspiraba el autor para crear el
personaje principal Cecilia y como gradualmente la obra de un cuento evolucionó hasta su versión final
y completa.
La parte analítica de presente trabajo consta de tres capítulos, cada uno de ellos propondrá el
análisis de discriminación y pirámide social en las áreas indicadas anteriormente. En el primero de los
tres capítulos indagaremos en la situación de la mujer cubana, particularmente la de una mulata, en la
que una se encuentra a la hora de buscar las relaciones duraderas, es decir, la familia. En el segundo
analizaremos la situación educativa cubana y en que grado este privilegio era accesible a cada grupo
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social. Al final estudiaremos las condiciones y posibilidades de trabajo que brindaba el sistema colonial
para distintas clases sociales.
El método analítico es el método principal que empleo realizando este trabajo de investigación. A
fin de apoyar mis ideas uso variedad de fuentes de las cuales aquí mencionaré solo las principales que
empleaba para cada de las partes de contexto y análisis. Comentando el contexto me baso en los
trabajos El negro en la Cuba plantacional escrito por I. Castellanos y J. Castellanos (1988) y Azúcar y
clases sociales en Cuba (1511 – 1959) de Juan Alfonso Bravo (1981). A fin de hablar sobre el autor y
el libro compilo los datos de dos prólogos de distintas ediciones de Cecilia Valdés, uno de Iván Albert
Schulman (1981), otro de Jean Lamore (2016). En la parte analítica comentando la situación de la
mujer me baso en algunos capítulos del libro Literatura y esclavitud en la novela cubana del siglo XIX
escrito por Mercedes Rivas (1990). La situación de la educación la examina Rogelio De la Torre en
Historia de la Enseñanza en Cuba (1999), de igual manera lo hace Edward D. Fitchen en su trabajo de
investigación Primary Education in Colonial Cuba: Spanish Tool for Retaining “La Isla Siempre
Leal?” destacando el papel de la metrópoli para la educación de la colonia. Por la dificultad de
encontrar fuentes acerca del contexto del ámbito laboral colonial aporto mi propio análisis original. No
obstante, para explicar las causas de la violencia que ejercían los amos hacía sus subordinados
considero necesario basarme en audio material Deshumanización y violencia1 por profesor y divulgador
científico Jorge Laborda Fernández (2017).
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Un episodio de canal Quilo de ciencia.
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condiciones favorables del clima y la riqueza del terreno fueron notados y ayudaron a desarrollar
ciertas actividades sobre las que vamos a hablar en el siguiente apartado.
Según I. Castellanos y J. Castellanos (1988: 137) “de África se llevaron a Cuba no menos de
850.000 negros desde el siglo XVI al XIX”. “Del gran total de las importaciones corresponden apenas
2 % a los siglos XVI y XVII, un 12,5 % al siglo XVIII y un 85,5 % al siglo XIX” (Castellanos, I. y
Castellanos, J., 1988: 135). “En 15 de Febrero de 1815, el Congreso de Viena declaró que la trata de
África era incompatible con los principios de humanidad y de moral universal” (Armas y Céspedes,
1866: 67). Como destaca Francisco de Armas de Céspedes esto no la abolió sino la denunció y dejó a
cada país elegir la época hasta la cual debería terminar con el tráfico. España, igual que Francia y
Portugal, se opusieron y se negaron a abolir la trata en corto plazo. Inglaterra tomó la iniciativa y
empezó las negociaciones con los países involucrados en la trata negrera. En el caso de España
firmaron tratados de abolición (1817, 1820), pero la trata florecía como antes: “en 1832, los comisarios
ingleses de Sierra Leona, manifestaron que la trata por España era entonces tan activa como en otra
cualquiera época. <…> En 1833 dijeron que los españoles se hallaban más empeñados en el comercio
de esclavos que otra nación cualquiera” (Armas y Céspedes, 1866: 69). Así casi todo el siglo XIX Cuba
resistía las presiones británicas contra el comercio de los negros y abolió la esclavitud solo en 1880.
En el siguiente apartado hablaremos de las clases sociales que se formaron en Cuba durante esta
época plantacional-esclavista.
Enseguida vamos a hablar de las clases sociales que primero diferenciamos en dos grupos según el
color de la piel: los blancos y los de color.
Los peninsulares son españoles nacidos en España que llegaron al nuevo continente en búsqueda
de fortuna y poder. De parte de la Corona eran considerados como sus representantes y se les
ofrecieron todas las posibilidades para enriquecer, obtener poder político y militar. Ellos eran los que
ocuparon los cargos más importantes de gobernadores, jefes militares, etc., también disfrutaban de
todos los privilegios comerciales y podían realizar negocios en grande escala con la península puesto
que defendían los intereses de la Corona. Algunos de ellos eran importantes hacendados, formaban
parte de una oligarquía muy rica. La mayoría de los peninsulares vivía constantemente en la ciudad de
La Habana y casi por completo ausentaba de sus ingenios que estaban alejados de los centros a causa
de que el viaje resultaba duro y fatigoso (Castellanos, I. y Castellanos, J., 1988: 169).
Aunque los blancos peninsulares eran los que se beneficiaban de más privilegios, no podemos
negar la presencia de un grupo de españoles pobres que, por ejemplo, se ocupaban de pequeños
negocios de venta y habrían baratillos justo donde vivían con sus familias, en las plantas bajas oscuras
y peor ventiladas de las casas de familias adineradas de La Habana.
La sociedad criolla surge a partir del siglo XVI (Atucha, 2010: 5). Los criollos eran descendientes
de los peninsulares españoles nacidos en el continente. Para la ley eran españoles pero considerados, de
parte de la Corona y los peninsulares, como inferiores. Ellos mismos se sentían españoles y tenían
ambiciones a obtener altos puestos en el gobierno y el ejército. No obstante, la metrópoli no se fiaba
demasiado de ellos para darle tanto poder y les ofrecía solo puestos intermedios y privilegios para
realizar las actividades comerciales menos importantes.
Sin embargo, los criollos eran los principales hacendados. Entre ellos se encontraban los
hacendados ricos que mayoría de su tiempo vivían en La Habana y los pequeños que a consecuencia de
que no podían mantener una casa en la ciudad estaban obligados a residir permanentemente en sus
plantaciones más por la necesidad que por su propia preferencia (Castellanos, I. y Castellanos, J., 1988:
169).
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El grupo creciente de criollos empezó a consolidarse hacía finales del siglo XVIII: su estatus
social y poder económico aumentaron, asimismo, la Revolución Francesa desencadenó la creciente
conciencia política del cubano, que hizo desarrollar la idea sobre la posibilidad de independizarse de la
Colonia (González Suárez, 2005). A comienzos del siglo XIX durante la etapa llamada Reformismo los
criollos solicitaban cambios a la metrópoli para igualar sus derechos con los de los peninsulares
(Atucha, 2010: 5 – 6). Creciente tensión por la desigualdad y las relaciones conflictivas entre
peninsulares y criollos provocaron en los últimos el nacimiento de la identidad cubana, es decir, los
criollos ya no querían reconocer la autoridad de la metrópoli, que aparentemente solo defendía sus
intereses, se identificaban como los ciudadanos de Cuba así contrastando con los españoles
peninsulares.
La “burguesía de color” (Castellanos, I. y Castellanos, J., 1988: 152) es la clase que también
podríamos llamar élite de negros y mulatos o, simplemente, la clase artesanal. En la sociedad cubana
esta clase ocupaba el sitio entre los blancos y los esclavos. Era gente de color que no pertenecía a un
amo y controlaba los principales oficios de la isla, se dedicaban a la peluquería, negocio de funeraria,
sastrería, ocupaban puestos de oficiales de las milicias, capataces de muelles. Esta élite tenía casas
donde vivían con sus familias, siervos y jornaleros, eran educados y sabían leer. El sastre Uribe, un
personaje que Cirilo Villaverde escoge para modelar a base de la vida real, poseía el taller más popular
de La Habana y era dueño de más de 13 esclavos.
La “burguesía de color” a menudo imitaba en su forma de vivir a los ricos blancos, del mismo
modo amueblaban sus casas, educaban a sus niños. Estos mulatos y negros tenían bienes materiales y
ciertas libertades como ciudadanos pero como eran de color estaban obligados a respetar a los blancos:
“el más rico de los negros o mulatos tenía que cederle la acera y hablarle con sombrero en la mano, en
señal de respeto, al más pobre e ignorante de los blancos” (Castellanos, I. y Castellanos, J., 1988: 152).
Los intelectuales de esta clase comprendían que nadie les iba a dejar alcanzar el estatus social que
deseaban. Era necesario hacer algo, por lo tanto las ideas abolicionistas, liberales y democráticas se
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Esta parte y sus subdivisiones (La “burguesía de color”, Los “libres de color”, Los “esclavos semi-libres”, Esclavos) es
una recopilación de datos relevantes del capítulo III de “El negro en la Cuba plantacional” de Isabel Castellanos y Jorge
Castellanos.
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difundían entre ellos. Los blancos se sentían amenazados, temían que esta clase social bastante
numerosa podía iniciar la rebelión de los negros bozales en las plantaciones.
Después de la Conspiración de la Escalera en 1844 parte de las libertades de esta clase era
restringida. Sus miembros ya no podían pertenecer a la milicia, llevar armas, trasladarse sin permiso e,
incluso, caminar en las calles después de las once de la noche (Castellanos, I. y Castellanos, J., 1988:
155 – 156). La “burguesía de color” crecía solo hasta los años 40, cuando los cambios en la situación
en el país impidieron su futuro progreso.
Los “libres de color” (Castellanos, I. y Castellanos, J., 1988: 140) eran los que podían permitirse
comprar su libertad (mediante la coartación) o la recibían de sus amos como un acto de benevolencia
(manumisión). Hacia la segunda mitad del siglo XIX esta clase de negros y mulatos libres no
aumentaba tanto como había hecho antes. La enorme demanda existente de los esclavos endurecía el
proceso de la liberación. El precio para comprar la libertad aumentaba y los amos estaban menos
dispuestos a gratificarla. Cabe mencionar que los hijos de una madre que se liberaba eran considerados
como esclavos y seguían perteneciendo a los amos.
En las ciudades había número considerable de los que preferían permanecer en el estatus de
coartados, etapa de la transición a ser libre, sin convertirse a ser libres completamente (Castellanos, I. y
Castellanos, J., 1988: 167). Así podían evitar los impuestos o la carga de sus deudas que eran
responsabilidades de los libertos. Además, los “esclavos semi-libres” (Castellanos, I. y Castellanos, J.,
1988: 167) conservaban la casa del amo como refugio en caso de la enfermedad o desempleo.
1.2.1.3 Esclavos
Podríamos dividir toda la población negra en los bozales, ladinos y cimarrones3. Los bozales
eran los negros africanos recientemente traídos de su tierra. Su color de piel era el más oscuro, ellos no
conocían nada, ni lengua, ni las nuevas costumbres, ni los órdenes que se les imponían. Los hacendados
los consideraban muy fuertes y muy resistentes al trabajo duro, teniendo esto en cuenta los mandaban a
trabajar en las plantaciones. Los ladinos eran negros hispanizados porque ya habían vivido en el
3
Baso mi división en aquella que se propone en el trabajo de máster “Los contrastes en Cecilia Valdés” de Eva Slováková
p. 21.
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sistema colonial, sabían hablar español y habían conocido la cultura. Los cimarrones eran negros
escapados de las plantaciones por el comportamiento inhumano de los mayorales o el trabajo
insoportable.
Además, podemos dividir a los esclavos en los esclavos urbanos y esclavos rurales sobre los que
hablaremos un poco en los subcapítulos siguientes.
1.2.1.3.1 Urbanos
Los esclavos urbanos eran los que vivían en las casas de la oligarquía rica y la clase media y eran
responsables de las labores domésticas, cocinaban, lavaban, etc. Los siervos que se dedicaban al
transporte también vivían bajo el techo de sus amos. Esta clase tenía que aguantar menos que los
rurales en las plantaciones.
1.2.1.3.2 Rurales
Los rurales eran los esclavos de las plantaciones de tabaco, café, azúcar y ganadería. Al sector
plantacional fluía enorme cantidad de esclavos traídos de África. Se sabía que el trabajo en los ingenios
azucareros era el más duro. “Parece hoy increíble, pero hay abrumadora evidencia de que la jornada de
trabajo del esclavo en tiempo de zafra era de 19 y hasta 20 horas diarias” (Castellanos, I. y Castellanos,
J., 1988: 134). En los ingenios de café el trabajo era más fácil ya que recoger el café era mucho más
sencillo, además, no había tanta prisa que exigía la caña recién cortada. De noche los esclavos podían
dormir, el café no se recogía, a diferencia de los ingenios de otro tipo los esclavos podían sentarse. Para
no desperdiciar el tiempo los amos les ordenaban embellecer los jardines. Los esclavos cafetales tenían
tiempo para sus propios huertos donde cultivaban plátanos, yuca, maíz, etc. En los ingenios azucareros
el trabajo fatigaba mucho y las condiciones eran menos favorables, florecían los crueles castigos
corporales. Los mayorales trataban a los trabajadores de manera muy violenta e inhumana ya que los
amos se presenciaban raramente. La vida se parecía mucho a los campos de concentración Europeos.
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El capítulo y su contenido se basa en datos compilados de dos prólogos para el libro Cecilia Valdés: uno escrito por Jean
Lamore (edición de 2016), el otro por Iván Albert Schulman (edición de 1981).
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específica. Aparecen muchos personajes auténticos como el sastre Uribe, los profesores Saco, Govantes
del Seminario de San Carlos, Tondá el militar, los músicos Claudio Brindis de Salas, Ulpiano Estrada.
Por añadidura, Leonardo, uno de los personajes principales, posee muchos rasgos definitorios de la
juventud cubana (Lamore, 2016: 21). Se describe la trata negrera y la tensión real que hubo entre los
traficantes de esclavos y los representantes de Gran Bretaña, asimismo, el modo de divertirse de los de
color en las calles de La Habana.
Lo que se presenta en Cecilia Valdés es la vida del personaje ficticio acomodada en la realidad
específica. Por consiguiente, podríamos analizar esta novela casi como un testimonio de la época, ya
que el autor refleja una realidad presenciada.
Seguidamente comenzará la parte práctica del trabajo, dedicada para investigar el contenido del
libro según distintas aproximaciones que parecieron las más adecuadas para reflejar las peculiaridades
de la sociedad cubana de la época: la situación de las mujeres, la educación y el ámbito laboral.
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3.1 El ascenso
Utilizamos la palabra “ascenso” en el sentido del adelanto en una jerarquía social. Para poder
comprender plenamente lo que en el contexto cubano en el que estamos situados significa “ascender”
deberíamos contrastarlo con el descenso. Las palabras del personaje principal, Cecilia, dirigidas a su
amiga Nemesia nos servirán para aportar una explicación: “no lo niego, mucho que sí me gustan más
los blancos que los pardos. Se me caería la cara de vergüenza si me casara y tuviera un hijo saltoatrás5”
(Villaverde, 2016: 375). Como bien afirma coincidiendo Mercedes Rivas (1990: 78) no existe mayor
desgracia para una mulata que traer al mundo a un hijo de piel más oscura que haría acordarse siempre
de su origen africano y del destino de esclavo.
El color negro se había convertido en un color que causaba odio. Mientras tanto, los blancos
desde el principio de la colonización siempre eran los que tenían el mejor estatus económico y social.
Es lógico que a fin de mejorar la condición suya y la de sus descendientes la mujer de color sentía la
necesidad de ir blanqueándose en unión con un hombre blanco. Esto, en consecuencia, conducía a la
discriminación de su propia raza. La imagen de Cecilia nos ayuda a ilustrar lo anteriormente
comentado:
Amaba por un sentimiento espontáneo de su ardiente naturaleza y sólo veía en el joven
blanco el amante tierno, superior por muchas cualidades a todos los de su clase, que podían
aspirar a su corazón y a sus favores. A la sombra del blanco, por ilícita que fuese su unión,
creía y esperaba Cecilia ascender siempre, salir de la humilde esfera en que había nacido, si
no ella, sus hijos. Casada con un mulato, descendería en su propia estimación y en la de sus
5
El lexicógrafo Lisandro Alvarado describe un salto atrás como: “Producto de castas de color, que en el cruzamiento resulta
con tez más oscura que la de la madre” (Pérez, 2000: 31).
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iguales: porque tales son las aberraciones de toda sociedad constituida como la cubana
(Villaverde, 2016: 163).6
La actitud discriminante de Cecilia partía de la misma sociedad colonial-esclavista en que se
había formado como persona (“blanco, aunque pobre, sirve para marido; negro o mulato, ni el buey de
oro” (Villaverde, 2016: 86) le enseñaba la abuela Josefa cuando era niña. Es un buen ejemplo de como
se educaban las niñas desde muy pequeñas). Lo que absorbió consciente e inconscientemente modelaba
su comportamiento favorable hacía los blancos y desfavorable hacía los de color. Por lo tanto, no
notaba a su lado al mulato músico Pimienta7 que estaba enamorado de ella y, en cambio, se esforzaba
para mantener una relación con el blanco rico Leonardo Gamboa ilusionada por casarse.
A algunas mediante el proceso de blanqueamiento la vida les ofrece el destino más favorable, no
obstante estas afortunadas se avergüenzan y/o esconden sus orígenes8. El caso de María de Regla nos
deja ilustrar algunos de los aspectos que acabamos de mencionar y muestra la complejidad de
relaciones entre los miembros de familia de raza mezclada:
Dolores y Tirso eran hermanos uterinos. La primera, nacida en La Habana, salió negra,
porque a esa raza pertenecía su padre; el segundo, nacido después en el ingenio La Tinaja,
salió mulato, porque su padre, fuera el que fuese, era de la raza blanca. De aquí provenía el
que ellos no se viesen como tales hermanos, y que María de Regla quisiese más a Tirso, que
mejoraba la condición, que a Dolores, la cual perpetuaba el odioso color, causa aparente y
principal, creía ella, de su inacabable esclavitud. Pero aun en este particular estaba María de
Regla condenada a ver defraudadas sus más risueñas ilusiones de madre. Tirso, su preferido,
no la quería, mas se avergonzaba de haber nacido de negra, enfermera del ingenio por
añadidura. Al contrario, Dolores adoraba en su madre (Villaverde, 2016: 303).
De lo visto, podemos constatar que la discriminación por el color de la piel se manifiesta no solo
entre razas aparentemente distintas (blancos y los de color) sino, incluso, dentro de la misma y hasta
entre los miembros de una familia. La discriminación es el reflejo de una tremenda degradación de
valores humanos causada por la existencia del sistema de la esclavitud.
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En el pasaje, como en muchos más en el libro, se escucha una voz “educadora” del autor al explicar las peculiaridades de
la sociedad cubana de la época. Aquí Cecilia le sirve de ejemplo.
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José Dolores Pimienta era un buen pretendiente para Cecilia de parte de los hombres de color, era un “sastre y diestro
tocador de clarinete”, “agraciado de rostro”, “modesto y atildado en su persona” (Villaverde, 2016: 382).
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“¿Cuántos condes, abogados y médicos andan por ahí, que se avergonzarían de que su padre o su madre se les sentara al
lado en el quitrín, o los acompañara a los besamanos del Capitán General en los días del rey o de la reina Cristina? Quizás tú
no estás tan enterado como yo, porque no te rozas con la grandeza” (Villaverde, 2016: 205 – 206), le comenta a su aprendiz
Pimienta el famoso sastre de La Habana señor Uribe.
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2016: 37). Existe el contraste entre una mujer blanca y una de color. Leonardo, un donjuán, describe la
diferencia entre dos enamoradas suyas Isabel y Cecilia, representantes respectivamente de dos razas:
La de allá [Isabel] me trae siempre loco, me ha hecho cometer más de una locura y todavía
me hará cometer muchas más. Con todo, no la amo, ni la amaré nunca como amo a la de acá
[Cecilia]... Aquélla es toda pasión y fuego, es mi tentadora, un diablito en figura de mujer, la
Venus de las mula... ¿Quién es bastante fuerte para resistírsele? ¿Quién puede acercársele sin
quemarse? ¿Quién al verla no más no siente hervirle la sangre en las venas? ¿Quién la oye
decir: te quiero, y no se le trastorna el cerebro cual si bebiera vino? Ninguna de esas
sensaciones es fácil experimentar al lado de Isabel. Bella, elegante, amable, instruida, severa,
posee la virtud del erizo, que punza con sus espinas al que osa tocarla. Estatua, en fin, de
mármol por lo rígida y por lo fría, inspira respeto, admiración, cariño tal vez, no amor loco, no
una pasión volcánica (Villaverde, 2016: 414).
Según se plantea en la cita, las dos mujeres se diferencian por su naturaleza: una representa lo
culto, lo frío y bello, aunque menos vital y más aburrido, la otra encarna lo salvaje, lo primitivo, lo
pasional, lo instintivo. Lo comentado entra en el tópico del negro como representante de la barbarie y el
blanco – de la civilización.
Isabel, a su vez, es una mujer bonita, amable, virtuosa, cabe mencionar que tiene una educación
cristiana porque vivía en un convento, así su padre querría “libertarla de los peligros del mundo”
(Villaverde, 2016: 232). Cecilia tiene otra experiencia. De niña pasaba horas y horas en la calle
presenciando los vicios y actos inmorales de la sociedad: “¡bien temprano, a fe, llamó a sus puertas la
legión de pasiones que gastan el corazón y abaten las frentes más soberbias!” (Villaverde, 2016: 75). Es
una mujer además de preciosa, muy tentadora, apasionada, sensual. Los factores que la distinguen de
Isabel son los que la convierten en un objeto de interés para los hombres blancos.
Además de apasionada, una mujer de color es fácil de conseguir. Eso se debe a dos causas. En
comparación con las mujeres blancas, las de color no cuidan hasta tal punto de su virtud que no tiene
tanto valor ni para ella misma, ni para la sociedad. Asimismo, como hemos mencionado en el apartado
anterior, la mujer de color prefiere relaciones con un blanco y hasta cierto punto las busca.
Es importante mencionar que el siglo XIX según los datos demográficos “en la clase de los
blancos, hay mucho más hombres que mujeres, mientras predominan las mujeres en el grupo de los
mulatos libres” (Villaverde, 2016: 41). Siendo así para los hombres blancos les faltan mujeres de su
raza, por lo cual ellos tienden a relacionarse con las de color.
María de Regla, una mulata bonita, en La Tinaja sufría por muchos acosos de los hombres:
“ningún hombre se ha acercado a mí sino para hablarme de amores” (Villaverde, 2016: 511) dice ella y
sigue nombrando sus “enamorados”. Cuando se siente obligada a dar explicaciones por su infidelidad
con un blanco al esposo Dionisio9 exclama: “¡La libertad! ¿Qué esclavo no la desea?” (Villaverde,
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De estas relaciones ilícitas, fuera del matrimonio, nace su hijo mulato Tirso.
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2016: 513). Los hombres blancos a menudo se acercaban a las mujeres como posibles salvadores 10,
dado que en la jerarquía social ellas casi siempre se encontraban en las condiciones inferiores, ellos, en
contraste, en las superiores. Es lógico que las mujeres se inclinaban hacía las oportunidades y a veces
se adelantaban en ofrecer sus bonitos y jóvenes cuerpos a cambio de la posibilidad de avance en la
escala social. Desafortunadamente, rara vez su disposición les conducía al fin favorable. De esto
hablaremos más en detalle en el siguiente apartado sobre la predeterminación y la familia.
El lugar donde se juntaban los muchachos de diferentes razas eran las fiestas de los de color.
Tomemos de ejemplo el baile de cuna organizado por una mulata rica Mercedes Ayala. En la fiesta “no
escaseaban tampoco los jóvenes criollos de familias decentes y acomodadas11, los cuales sin empacho
se rozaban con la gente de color y tomaban parte en su diversión más característica, unos por mera
afición y otros movidos por motivos de menos puro origen” (Villaverde, 2016: 96). Estos “motivos de
menos puro origen” eran el proceso de formación de vínculos sexuales. Cabe aclarar que allí de la raza
blanca participaban solo los hombres, las mujeres “mudas espectadoras, los veían desde la ventana de
la casa” (Villaverde, 2016: 96); “a las once no quedaba en ellas [las ventanas] caras blancas, al menos
de mujer. De esta circunstancia se aprovecharon los jóvenes de familias decentes (…) que abrigaban un
cierto escrúpulo para ponerse a bailar con las mulatas amigas o conocidas” (Villaverde, 2016: 113 –
114). Existe un statu quo en el cual las mujeres, considerando relaciones interraciales no forzadas en
las situaciones cotidianas, quedaban a distancia mientras los hombres, guiados por sus intenciones, se
relacionaban sin escrúpulos. Públicamente las amistades íntimas interraciales eran inaceptables, de
manera que podemos llamarlas el secreto público.
10
En el caso de Cecilia era Leonardo, en el caso de María de Regla un blanco vizcaíno.
11
Aquí como ejemplos podrían servir Leonardo Gamboa o su amigo Diego Meneses.
19
20
Su merced no sabe, ni Dios quiera que sepa nunca lo que pasa por una esclava. Si es
soltera porque es soltera; si es casada porque es casada; si madre porque es madre, no tiene
voluntad propia. No le dejan hacer su gusto en ningún caso. Parta su merced del principio que
no le permiten casarse con el hombre que le gusta o que quiere. Los amos le dan y le quitan el
marido. Tampoco está segura de que podrá vivir siempre a su lado, ni de que criará a los hijos.
Cuando menos lo espera, los amos la divorcian, le venden el marido, y a los hijos también, y
separan la familia para no volver a juntarse en este mundo (Villaverde, 2016: 507).
María de Regla enfatiza que las mujeres esclavas experimentan la falta de voluntad de cualquier
tipo, por ejemplo, para elegir un marido. Los amos son dueños, los esclavos se igualan a las mercancías
que se poseen, se compran y se venden según el antojo de los primeros. En un episodio del ingenio La
Tinaja se organiza el “casamiento de tres o cuatro esclavas, cuya voluntad no se exploró ni por mera
forma” (Villaverde, 2016: 482); en otro presenciamos la venta de una familia:
“se veía un grupo compuesto de una negra y cuatro niños de color, el mayor de doce años
de edad, la menor una mulatica de 7, todos cosidos a la falda de la primera, la cual tenía la
cabeza doblada sobre el pecho y cubierto con una manta de algodón. Enfrente de este
melancólico grupo se hallaba un negro en mangas de camisa, y a su lado un hombre blanco,
vestido decentemente, quien leía en voz baja de un legajo de papeles abiertos, que a guisa de
libro sostenía en ambas manos, y el primero repetía en voz alta, concluyendo siempre con la
fórmula:
—Se han de rematar: éste es el último pregón. ¿No hay quien dé más?” (Villaverde, 2016:
282)
La venta se organiza sin escrúpulos aunque se trata de seres humanos. Es un drama familiar,
sufren la madre y los niños pequeños, es posible que no vuelvan a ver uno al otro jamás.
Continuamos describiendo la condición de las mujeres libres de la piel oscura. Cabe resaltar que
estas féminas en los ojos de los blancos se dividían en dos clases: la canela, quiere decir una mujer
mulata y, como afirma Leonardo, “el carbón, género mucho más inferior” (Villaverde, 2016: 136). Las
negras eran despreciadas y probablemente (ya que los hombres optaban por la canela) no tenían otra
opción que formar familia con los negros y mulatos de su propia raza. Las mulatas tenían más
relaciones con la raza blanca, pero como declara Fernando O'Reilly a Cándido Gamboa, en la sociedad
“no se cree, ni se espera tampoco, que las de la raza mezclada sean capaces de guardar recato, de ser
honestas o esposas legítimas de nadie. En concepto del vulgo, nacen predestinadas (sin capacidad de
cambiar su papel social preestablecido) para concubinas de los hombres de raza superior. Tal, en
efecto, parece que es su destino” (Villaverde, 2016: 598). Así el destino de las mujeres de la raza
híbrida es ser nada más que amantes de los hombres blancos. Además, es importante mencionar que los
matrimonios de diferentes razas legalmente en Cuba se permitían solo a partir del 1881 (Naranjo
Orovio, 2009: 314).
El caso de la predeterminación más marcado e interesante es el de Cecilia y su familia. El
blanqueamiento se produce incluso en numerosas generaciones. Empezando por su bisabuela (negra
Madalena Morales), abuela (mulata Josefa Alarcón), siguiendo con su madre (Rosario mulata Alarcón),
20
21
así mismo sin olvidar que el hijo de Cecilia es también un fruto de relaciones interraciales. Así como
aclara Mercedes Rivas (1990: 78) se produce una mejora étnica que podría traer bienestar social y
económico. En el caso de la familia y especialmente Cecilia, esto pasa hasta cierto punto. Su padre
blanco adinerado Cándido Gamboa apoya económicamente a ella y a su abuela y por su color de piel es
superior a todas las mujeres de color. A pesar de esto, hay así llamado efecto del techo de cristal12, es
decir, existen barreras invisibles que impiden el futuro avance. Cecilia no puede convertirse en una
esposa legal, Leonardo se avergüenza y su relación con ella, aunque da a luz a su primer hijo, se enfría.
Este techo de cristal es la discriminación de los de color por las leyes escritas y no escritas de la
sociedad.
El destino de las mujeres blancas, en contrario, estaba claro: casarse y tener hijos con un hombre
blanco. Como comenta Jean Lamore, la virtud y la virginidad de la mujer blanca estaban protegidos ya
que “se trataba de conservar la posición dominante en la sociedad, mediante la garantía de la
legitimidad de los hijos” (Lamore, 2016: 43).
12
Original de inglés glass ceiling barriers, el término que por primera vez se presenta en un artículo de Wall Street Journal
(1986) E.E.U.U. en el contexto de obstáculos que existen para las mujeres en el ámbito laboral.
21
22
4 Educación
En el segundo capítulo reflexionaré acerca de la educación en la primera mitad del siglo XIX en
Cuba. El capítulo constará de tres partes. Primero analizaremos cual es la situación de la educación y
como la ignorancia del vulgo ayuda a sostener al régimen colonial-esclavista. A continuación
hablaremos de la discriminación racial y ciertos prejuicios en el aparato educativo. Al final
examinaremos los medios de educación de gente perteneciente a diferentes grupos sociales y cómo
dichas circunstancias influyen en el desarrollo de sus vidas.
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13
Por el medio de una manifestación de un testigo Richard Henry Dana, un abogado de E.E.U.U. que visitó a Cuba en 1859
(Fitchen, 1974: 112).
23
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14
Rebelión de esclavos (1791 – 1804) en la isla de Haití, una de las colonias francesas, que terminó con éxito de los
revolucionarios de color y la abolición de la esclavitud.
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25
La misión de dar religión cristiana a los africanos15 era una de las principales excusas de la trata
negrera, sin embargo, irónicamente, resultó casi totalmente ignorada. Según Isabel Castellanos y Jorge
Castellanos “el boom azucarero” en el siglo XIX causó el empeoramiento de la vida religiosa que se
manifestó en las plantaciones, “la Iglesia Católica (…) descuidó bastante la educación religiosa del
negro esclavo” (1988: 178) y los sacerdotes raramente eran visitantes de ingenios. Los bozales carecían
de tiempo personal ya que estaban obligados a trabajar excesivamente, además sufrían de la
malnutrición aguda y las enfermedades. Por consiguiente, la tasa de mortalidad de los esclavos en los
ingenios en el siglo XIX se incrementó y se mantuvo sumamente alta. En esta situación, lógicamente,
apenas podemos hablar del bienestar y la instrucción.
Pedro, un personaje de la novela, nos sirve de ejemplo para mostrar en que estado estaba la
educación en los ingenios. De origen un negro, considerado mejor que otros esclavos, él ocupaba un
puesto importante de Contramayoral16 en el ingenio La Luz. “Aunque aquel esclavo había aprendido de
coro ciertas oraciones del catecismo que le enseñaron para bautizarle, no sabía escribir ni pintar
guarismos” (Villaverde, 2016: 397). Como se plantea en la cita, Pedro recibe educación religiosa,
cuanto menos, aprende a rezar, mientras habita el ingenio. Sin embargo, nadie le instruye a escribir
(suponemos que a leer tampoco), ya que no se establecían las escuelas en los ingenios. Cuando Pedro
como un encargado tenía que indicar el número de barriles del café recogidos durante el día, le
mostraba a su señorita Isabel varas de arbusto con cortes. Es un modo primitivo pero efectivo de
mostrar los números visualmente que empleaba, ya que no manejaba la escritura. Podemos deducir que
el resto de los esclavos, inferiores a Pedro, su gestor en el ingenio La Luz, tenían la misma o, incluso,
peor formación.
Los esclavos de las plantaciones evidentemente carecían de educación, “los ingenios de fabricar
azúcar no consentían, por lo general, en su inmediata vecindad, esos símbolos [antes menciona escuelas
e iglesia] del progreso y de la civilización” (Villaverde, 2016: 429).
15
En palabras de Rosa, la esposa de un traficante de bozales, un personaje del libro: “hombres salvajes, es para bautizarlos y
darles una religión que ciertamente no tienen en su tierra” (Villaverde, 2016: 188).
16
Contramayoral es un puesto bastante alto en la jerarquía del ingenio (después del dueño y mayoral). Los negros podían
ocuparlo si ganaban confianza de sus amos.
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lengua y, aunque no era muy común, a leer y escribir. Cuán amplias eran las posibilidades dependía del
nivel y confianza de los dueños. Desafortunadamente, según parece, ya que faltan datos que afirmaran
lo contrario, los señores no tenían interés en organizar la formación de sus sirvientes. Estaban
complacidos con el cumplimiento de sus tareas y no exigían más.
Seguidamente analizaremos como el ambiente de casa contribuía a la formación de los sirvientes.
Para ilustrarlo he escogido tres personajes del libro: Dolores Santa Cruz, y los esposos María de Regla
y Dionisio, que pertenecen a una familia de condes Jaruco de alto estatus social.
De Dolores Santa Cruz se sabe poco pero conocemos que el servicio a la rica familia le dio la
posibilidad de ahorrar dinero y mediante la coartación comprar su libertad. Después de que se convirtió
en liberta Dolores estableció un lucrativo negocio de venta de alimentos. Eso, sin duda, no hubiera sido
posible si ella no hubiera vivido en ciertas condiciones que la proporcionaron con conocimientos y
posibilidades de ganar y ahorrar dinero y no le hubiera hecho comprender como funciona el mundo de
los negocios.
María de Regla no obtuvo ninguna educación formal, no obstante, mientras sirvió de doncella en
la casa de sus amos tenía más contacto con ellos y sus invitados de alto estatus social, que con los de su
condición. De este modo aprendió a hablar sin fallos (rasgo común de gente ineducada), buenas
maneras, modos de vestir y un comportamiento discreto con los blancos. Todas sus cualidades
mencionadas la destacaban entre otros de la condición esclava.
Dionisio, el esposo de María de Regla, es el ejemplo más marcado. Él aprendió a leer y escribir
“que le revestían de mérito extraordinario a los ojos de sus compañeros de esclavitud, mucho más
ignorantes que él” (Villaverde, 2016: 265), además su manejo de la cocina y repostería “le daba más
valor en el mercado que a los otros esclavos sin oficio” (Villaverde, 2016: 266). Irónicamente, su buena
educación, la que en distintas condiciones hubiera sido un mérito, le costó la libertad. Después de la
muerte de su dueño al ser vendido en vez de 500 pesos, que ya tenía preparados, costó 800. Le quitaron
los 500 y la vendieron por 300.
26
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pagar algún tipo de cuota17” (De la Torre, 1999: 349). Es interesante que la mayoría de los profesores
en estas escuelas privadas, como dice Rogelio A. de la Torre, eran los mulatos o negros libres,
asimismo, se educaban “juntos varones y hembras, blancos y ‘de color’” (De la Torre, 1999: 349), la
diferenciación, según parece, no era posible por falta de instituciones educativas.
Cirilo Villaverde en Cecilia Valdés nos muestra un ejemplo de mencionadas escuelas, la escuela
de Lorenzo Meléndez a la que a compañía de otros blancos, pardos y negros asistía el personaje
Malanga que el autor nos presenta como “el negro o mulato joven (…) sin oficio ni beneficio,
camorrista por índole y por hábito, ladronzuelo de profesión, que se cría en la calle” (Villaverde, 2016:
534 – 535). La imagen de Malanga, un joven común, callejero, sin grandes ambiciones, nos
proporciona una buena posibilidad para introducir las oportunidades de educación de cuales disponía
un libre de color en Cuba de aquella época.
Para empezar, su padre era “bien intencionado africano” (Villaverde, 2016: 535) que aspiraba que
su hijo recibiera alguna educación decente (sepa leer/ escribir) que le facilitaría el futuro mejor. Pese a
la obligación y los castigos de la parte de padre, ningún resultado fue conseguido. El niño, poco
inteligente y con maliciosas inclinaciones faltaba a las clases, pasaba horas en la calle con otros niños
de su edad. Desengañado y sin otro remedio el padre le puso de aprendiz con el maestro zapatero donde
su hijo dentro de más de cuatro años aprendió a manufacturar zapatos de mujer y siguió trabajando
ocasionalmente.
Vía el caso de Malanga nos familiarizamos con dos caminos de instrucción de mulatos y negros
libres. Uno es estudiar en una escuela (aunque de poca calidad), el otro, servir de aprendiz con un
maestro: sastre, zapatero, peluquero, etc. No todos iban beneficiándose de estos caminos para mejorar
su condición: Malanga no lo hubiera hecho si no hubiera estado bajo presión18. Existían medios,
aunque limitados19, de educación para los libertos.
17
De lo que comenta Cirilo Villaverde era posible pagar por la educación con lo que producías en casa legumbres, aves,
huevos y velas de cera.
18
Desafortunadamente, seguía delinquiendo, le capturaron y castigaron.
19
Como ya hemos mencionado, por la discriminación racial no podían acceder a la educación superior.
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28
de las ciencias naturales como agronomía, química, botánica que menciona después. Este tipo de
educación no era completa, profunda, ni científica y si uno querría obtener educación de mayor calidad
o de la que no se ofrecía en la isla, optaba por estudiar fuera en Europa.
En el siguiente subapartado examinaremos separadamente la educación de hombres y mujeres de
la clase alta adinerada de la sociedad debido a que hay algunas diferencias entre estas. Primero
hablaremos de los hombres y comentaremos la educación de Leonardo Gamboa y su amigo Fernando
O’Reilly ya que representan dos tipos de estudios: dentro del país y fuera del mismo. Después
explicaremos como era la educación de las hermanas de Leonardo y de Isabel Ilincheta, los cuales
también son ejemplos de distintos medios de educación.
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Son las palabras del personaje de don Cándido.
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Fernando O’Reilly y su alto nivel de razonamiento y conocimiento. Por mucho que insiste don
Cándido, es objetivo, no apoya a ninguna parte, intenta profundizar en las circunstancias dando una
serie de preguntas aunque es un blanco, además, su conocido, que está culpando a una mulata pobre y
ajena; “como juez recto y de conciencia, demando las pruebas del delito; espero que el actor haga
buena la acusación, interrogo para conocer los antecedentes y consecuencias del reo, y lejos de
provocar una sumaria condenatoria, obtengo la más brillante declaración absolutoria” (Villaverde,
2016: 595). Se contiene de prejuicios y no toma decisión determinada hasta no recibir fuertes
argumentos.
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5 El ámbito laboral
En este capítulo nos acercaremos al ámbito de trabajo de diversos estratos sociales modelado por
Cirilo Villaverde. El contenido se agrupa según el tipo de trabajadores y las áreas laborales.
Comentaremos, por un lado, el trabajo realizado por los esclavos no solo en las plantaciones, sino
también en las casas de sus amos, por otro lado, examinaremos la labor que desempeña la gente libre
tanto en distintos oficios como en las ocupaciones prestigiosas. Prestaremos especial atención a las
condiciones de trabajo en las que se encontraba el grupo social más vulnerable, es decir, los esclavos.
5.1.1 Plantaciones
En Cecilia Valdés se describen dos ingenios La Luz y La Tinaja, pertenecientes a distintas
familias: el primero a la familia Ilincheta, el segundo a la Gamboa. Las dos contrastan por el
desempeño del papel esclavista y por la actitud hacía los esclavos. A continuación los comentaremos
por separado.
5.1.1.1 La Luz
El nombre simbólico La Luz, por el cual Cirilo Villaverde optó nombrar la plantación, lleva la
connotación positiva. El cafetal se parece a un locus amoenus. El jardín, alumbrado por la luz del sol,
abundante de flores más coloridas y aromáticas, lleno de diversos árboles frutales, pájaros exóticos y
tranquilidad, rodea la casa de los amos. Las tareas principales de los esclavos en descrita época del año,
el verano, eran recoger el café (que no era un trabajo difícil) y embellecer el entorno.
Leyendo la descripción de La Luz observamos cuanto apreciados eran los amos, especialmente la
señorita Isabel, que después del fallecimiento de su madre se encargaba de la hacienda siendo de gran
ayuda para su padre21. “Ninguno de los [esclavos] que pasaban al alcance de Isabel dejaba de darla los
buenos días y de pedirla su bendición, doblando la rodilla en señal de sumisión y respeto” (Villaverde,
2016: 410). El fundamento de tanta simpatía hacia la señorita yace en su comportamiento empático,
21
Tomás Ilincheta a Leonardo Gamboa: “desde que murió mi esposa, que santa gloria haya, mi Isabel está hecho cargo de la
casa, del cafetal y de todos mis negocios. ¡Ay! No sé qué sería de mí si también ella me faltase” (Villaverde, 2016: 397).
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digno e humano hacía los subordinados. Isabel, como su padre, está acostumbrada a tratar a los siervos
con respeto que refleja la costumbre de emplear “Usted” en vez de “tu” a la hora de dirigirse22.
La familia Ilincheta reside permanentemente en la plantación, por consiguiente, está siempre
presente y dispuesta a atender a las necesidades de sus subordinados. Pese a que se practiquen los
castigos, estos parecen estar reducidos y justos. Antes de salir de la plantación para pasar las Pascuas
con la familia Gamboa en La Tinaja y ver el estreno de la nueva máquina de vapor para moler caña, la
señorita ordena a Contramayoral Pedro no usar el látigo:
Mira, Pedro, estoy pensando que por sí o por no, lo mejor será que guardes el látigo en tu
bohío hasta después de Pascuas. Sí, sí, mejor será pues mientras le tengas en la mano has de
querer usarlo, y yo no quiero que se levante el látigo para nadie, ¿lo oyes, Pedro? Que no suene
el látigo en mi ausencia (Villaverde, 2016: 400).
Al principio Pedro la contradice pero señorita Isabel le recuerda que su padre despidió al mayoral
por estar demasiado violento23. En La Luz no existe amplia brecha entre la autoridad y el subordinado:
“el Contramayoral, sin la insignia ominosa de su oficio, yendo de un lado a otro, animaba a sus
compañeros al trabajo y daba la mano en muchos casos, como para imprimir mayor peso a la palabra
con la obra” (Villaverde, 2016: 410), existe cooperación. Cuando Pedro reclama que sin señorita la
Pascua de negro será muy triste, esta es la reacción de Isabel:
—¿Por qué? preguntó Isabel con exagerada sorpresa. Le diré a papá que les deje tocar
tambor en los dos días de Pascuas y el día de Reyes.
—Ma como la niña no etá allante, le negre no se diviete.
—¡Qué bobería! Nada, a bailar, a divertirse para que esté contenta la niña cuando vuelva del
paseo (Villaverde, 2016: 400).
Para la señorita saber que sus esclavos están felices es la causa de alegría. Conforme se muestra,
se preocupa por su bienestar. A su vez los “esclavos, tenían a su ama por la más hermosa y buena de las
mujeres, por un ser delicado y sobrenatural” (Villaverde, 2016: 419) y cuando Isabel partía de La Luz
le pedían volver pronto y en un coro triste despidiéndose cantaban: “la niña sen va, probe cravo llorá”
(Villaberde, 2016: 419).
El ambiente grato y el tratamiento respetuoso en La Luz crean una atmósfera placentera y de
colaboración tanto para los esclavos como para los amos lo que aligera la condición dura de los
primeros.
22
Isabel Ilincheta a Leonardo Gamboa: “Es una costumbre en mí el tratar de V. a todo el mundo. Aun con mis propios
esclavos, si son viejos sobre todo, se me escapa el decir V. A papá le sucede lo mismo frecuentemente” (Villaverde, 2016:
250).
23
Isabel a Pedro: “Tú sabes que papá botó al mayoral en abril porque daba mucho cuero” (Villaverde, 2016: 400).
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5.1.1.2 La Tinaja
Queda sobreentendido que el lugar paradisiaco como hemos visto que es La Luz es algo
excepcional. El ingenio azucarero La Tinaja es todo lo contrario, el que, aparentemente, refleja más la
realidad, penosa y triste, de un esclavo. Cabe señalar que Cirilo Villaverde a propósito frecuentemente
emplea las estructuras bipolares a fin de complementar y reflejar mejor las ideas a través de
oposiciones24.
Es importante notar que la familia Gamboa viene a visitar la lejana plantación únicamente en
ocasiones dado que su residencia permanente está en La Habana. De esta manera, no presencia, aunque
tampoco completamente ignora, las condiciones inhumanas en las que viven sus esclavos. Es aplicable
la expresión española: ojos que no ven, corazón que no siente. La responsabilidad casi completa por los
esclavos de La Tinaja había caído sobre los hombros de los administradores contratados que habitaban
el ingenio constantemente. Por desgracia, en La Tinaja reinaba un hombre cruel: don Liborio.
24
Ejemplos: el cafetal La Luz vs. el ingenio azucarero La Tinaja, el mundo blanco vs. el mundo de los de color, Isabel
Ilincheta vs. Cecilia Valdés, la familia Ilincheta vs. La familia Gamboa, etc.
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33
—¡Ah, mi suama sumecé! exclamó dando un suspiro. Tlabaja, tlabaja; poco comía; no
conuca; no cuchina; no mujé: cuera, cuera, cuera... (Villaberde, 2016: 477).
Conforme a su declaración los siervos trabajan largas horas, sufren de mala alimentación, no
tienen ni antedichos huertos, ni cerdos, ni familias, les castigan impetuosamente. No obstante, existen
más pruebas que respaldan el comportamiento inhumano hacía los esclavos en La Tinaja. En un
episodio Leonardo casi mata furioso al guardiero de 60 años de La Tinaja cuando no lo encuentra en su
puesto:
—¡Cállate, perro viejo! Anda, corre a abrir la talanquera. ¿No corres todavía? ¿No sabes
correr? Ya haré que el Mayoral te avive un poco con el cuero. ¡Anda! ¡Vuela!... y trató de
pegarle (sin alcanzarle por fortuna) un puntapié en la cabeza desde el caballo (Villaverde, 2016:
434).
En otro episodio don Liborio, el Mayoral del ingenio, después del día largo de trabajo, como lo
habitual, estaba poniendo los esclavos en filas para la revisión. Para acelerar el proceso “enarboló el
látigo y empezó a repartir latigazos a diestro y a siniestro, sin distinguir inocente de culpable, hasta
lograr la formación deseada” (Villaverde, 2016: 456). No obstante, nadie le detuvo ya que:
“[L]os señores del ingenio La Tinaja aprobaron y celebraron el castigo <…> Doña Rosa,
mujer cristiana y amable con sus iguales, <…> sentimos decirlo, al ver las contorsiones de
aquéllos a quienes la punta del látigo de cuero trenzado del mayoral abría surcos en sus
espaldas o brazos, se sonreía, tal vez por creer grotesco el espectáculo, o exclamaba,
exclamación en que la hacían coro las personas de que se hallaba rodeadas:—¡Hase visto gente
más bruta! ” (Villaverde, 2016: 457).
La misma escena sino otra reacción, más humana y compasiva, de los miembros de la familia
Ilincheta:
“Doña Juana, al contrario, apartó los ojos para no ver, ya que la política la vedaba retirarse y
era fatal el oír los latigazos y los quejidos sordos de las víctimas. En igual caso se hallaban las
sobrinas de esta señora [las señoritas Isabel y Rosa Ilincheta]” (Villaverde: 2016: 458).
Existen limitadas opciones que tienen los esclavos en estas condiciones: adaptarse y sufrir,
comprar la libertad (difícil en los ingenios azucareros), fugar o suicidarse. Sin tener remedio la mayoría
se adapta, otros, llenos de fe, huyen:
Ni debe extrañar al señor don Cándido que se le hayan fugado siete negros [de La Tinaja],
cuando por la misma época se han alzado 12 de Santo Tomás, 8 de Valvanera, 6 de Santa
Isabel, 20 de La Begoña, y 40, sí señor, 40, como Vd. lo oye, de La Angosta, el ingenio aquí
inmediato, perteneciente al Excmo (Villaverde, 2016: 444 – 445).
Los fugitivos cazados con perros, como si fueran animales, una vez capturados son castigados
con latigazos y obligados a sufrir “una condena más o menos larga en la finca, [llevando] grillos de
doble ramal, o [arrastrando] cadena con maza” (Villaverde, 2016: 445). De los siete escapados Pedro,
el líder, lo habían traído capturado y gravemente mordido por los perros; se suicidó tragando su lengua
en la enfermería ya que optó por no sufrir más. Otros cinco negros cimarrones que arriesgaron volver a
La Tinaja estaban gravemente castigados por don Liborio con un látigo, muy temprano por la mañana
33
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de Pascuas. Aquí vemos claramente el contraste con el cafetal La Luz donde señorita Isabel invita a los
esclavos para celebrar y divertirse. El autor usa el mismo periodo temporal, las Pascuas, para mostrar el
punto de vista de los amos y distintos modelos de comportamiento, en este caso, lo poco humano que
son los Gamboa. El último de los siete huidos de La Tinaja, Pablo, un amigo de Pedro se ahorcó y fue
encontrado por Isabel y Leonardo en un bosque.
Considero valioso citar un párrafo de carácter resumidor que, mediante las reflexiones de Isabel,
sintetiza las condiciones de la vida en el ingenio:
En las pocas horas de su estada en el ingenio, [Isabel] había podido observar cosas que,
aunque oídas antes, no las creyó nunca reales y verdaderas. Vio, con sus ojos, que allí reinaba
un estado permanente de guerra, guerra sangrienta, cruel, implacable, del negro contra el
blanco, del amo contra el esclavo. Vio que el látigo estaba siempre suspendido sobre la cabeza
de éste como el solo argumento y el solo estímulo para hacerle trabajar y someterle a los
horrores de la esclavitud. Vio que se aplicaban castigos injustos y atroces por toda cosa y a
todas horas; que jamás la averiguación del tanto de la culpa precedía a la aplicación de la pena;
y que a menudo se aplicaban dos y tres penas diferentes por una misma falta o delito; que el
trato era inicuo, sin motivo que le aplacara ni freno que le moderase; que apelaba el esclavo a la
fuga o al suicidio en horca como el único medio para librarse de un mal que no tenía cura ni
intermitencia. (Villaverde, 2016: 478 – 479)
Según propone Jorge Laborda Fernández “una de las causas de la violencia a lo largo de la
historia y en todas las culturas humanas es el acto de dejar de reconocer al otro, sobre el que se va a
ejercer la violencia, como ser humano” (Laborda Fernández, 2017: s.p.), es decir, deshumanizar las
victimas. Como hace notar Jorge Laborda Fernández, la deshumanización permite percibirlas “como no
humanas y, por consiguiente, desprovistas de derechos y de la obligación de ser empáticos con ellas”
(Laborda Fernández, 2017: s.p.), lo que no solo facilita la violencia, sino también reduce el sentimiento
de culpa después de ejercerla.
La deshumanización en Cecilia Valdés se manifiesta en varias ocasiones. En una señorito
Leonardo Gamboa a sus compañeros explican los derechos de las personas haciendo distinción entre
seres humanos: “hay personas y hay cosas; que muchas de éstas, aunque hablan y piensan, no tienen los
mismos derechos que aquéllas” (Villaverde, 2016: 135). El caso más destacado se refleja en la
conversación de esposos Rosa y Cándido Gamboa. El diálogo se trata de la expedición del barco
Veloz25 que se puso en peligro debido a que los ingleses estaban siguiéndolo. Cuando los perseguidores
aparecieron demasiado cerca, se dio el orden de la parte del capitán para aligerar el barco y facilitar la
maniobra. Como explica don Cándido a doña Rosa:
En un santiamén fueron al mar los cascos del agua de repuesto, no poca jarcia y los fardos
que había sobre cubierta...
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La expedición era destinada para transportar la gente de África a Cuba.
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—¿Los bozales quieres decir? ¡Qué horror! exclamó doña Rosa, llevándose ambas manos a
la cabeza.
—Pues es claro, continuó Gamboa imperturbable. ¿Tú no ves que por salvar 80 ó 100 fardos
iba a exponer su libertad el Capitán, la de la marinería y la del resto del cargamento, que era
triple mayor en número? (Villaverde, 2016: 272)
Esto indica que sin remordimiento alrededor de 100 hombres fueron tirados al mar. En siguientes
palabras se muestra la posición deshumanizante de señor Gamboa acerca los esclavos:
[T]ú te has figurado que los sacos de carbón sienten y padecen como nosotros. No hay tal
<…>
Y dale con creer que los fardos de África tienen alma y que son ángeles. Esas son
blasfemias, Rosa; <…> Pues de ahí nace el error de ciertas gentes... Cuando el mundo se
persuada que los negros son animales y no hombres, entonces acabará uno de los motivos que
alegan los ingleses para perseguir la trata de África. Cosa semejante ocurre en España con el
tabaco: prohíben su tráfico, y los que viven de eso, cuando se ven apurados por los carabineros,
sueltan la carga y escapan con el pellejo y el caballo. ¿Crees tú que el tabaco tiene alma? Hazte
cuenta que no hay diferencia entre un tercio y un negro, al menos en cuanto a sentir (Villaverde,
2016: 273 – 274).
Según lo visto los negros africanos se igualan a cosas, a animales, a mercancías, en el libro les
llaman “fardos”, “bultos”, “sacos de carbón”. Los esclavos africanos son las víctimas del proceso
sistemático de deshumanización.
26
El subrayado es mío.
35
36
Desde el fragmento extraemos que tipo de puestos de trabajo existían y que trabajo realizaban los
esclavos. Las lavanderas se ocupaban de limpieza y planchado de vestimenta, mientras que las
costureras se dedicaban a su costura. Los caleseros, los tenían dos. Aponte se encargaba de carruajes y
caballos, mientras el viejo Pío desempeñaba los oficios de zapatero y portero. El cocinero Dionisio el
“que más madrugaba en la casa” (Villaverde, 2016: 263), era responsable de hacer fuego, preparar café
mañanero para los señores, comprar alimentos en el mercado y hacer la comida. “A la vuelta del
mercado había siempre ajuste de cuentas del cocinero con su ama, regaños y amenazas de castigo por el
precio de las carnes, por su calidad y aun peso; porque en vez de pollos trajo gallinas” (Villaverde,
2016: 264). Como enseguida comenta el autor: “es condición del esclavo no acertar nunca a complacer
a sus amos” (Villaverde, 2016: 264).
Aparte de los mencionados, había en la casa otros esclavos: Dolores, doncella de señoritas
Gamboa, y su hermano menor criado Tirso. María de Regla, su madre, desde hace años no habitaba en
la casa, fue castigada con el duro trabajo en el ingenio La Tinaja por amamantar a su propia hija
Dolores a escondidas27.
27
Trabajaba de nodriza para doña Rosa, cuidaba a su bebé niña Adela. Le fue prohibido amamantar a su hija Dolores de la
misma edad.
28
Un niño doce años de edad.
36
37
(como llamaban los criados a doña Rosa Sandoval de Gamboa), mi amito 29. Si yo pudiera decir
la verdad, niño, su merced vería que no tuve yo la culpa. ¡Bueno está ya, niño Leonardito!
(Villaverde, 2016: 260)
Por mucho que rogaba calesero Aponte30 siendo inocente e intentando evitar traicionar a señor
Gamboa, así hubiera dado su excusa válida y hubiera demostrado su inocencia, no consiguió
convencerle a señorito que parara de castigar. Leonardo, que el mismo día se había sentido humillado,
en aquel momento trataba de liberar la rabia acumulada. Los padres oyendo el escena no intervinieron,
la voz del esclavo quedó insignificante. Por añadidura, existían lugares de castigo para remitir los
esclavos “culpables”. Una opción era enviarles a pertenecientes plantaciones, como en el caso de María
de Regla. Otras nos presenta doña Rosa en una discusión con Dionisio: “—Yo sé lo que me digo,
Dionisio, y no vengas tú a corregirme la plana. Si tú tienes leyes, yo sé a dónde se enderezan a los
doctores como tú. Ahí está la maestranza de artillería31 y ahí está el Vedado.32 No cuesta nada un curso
de derecho en esos lugares” (Villaverde, 2016: 264 – 265).
Los episodios analizados de la casa de Gamboa en La Habana nos ayudan a percibir el ambiente
de maltrato cargado de amenazas, apodos despectivos, violencia, falta de respeto y consideración de
derechos humanos.
29
El uso del diminutivo no muestra cariño, como es común, sino expresa la humillación completa de calesero Aponte. Más
sufre, más “tierno” habla con su amo, según se ve en la cita.
30
Aponte era “bastante fornido, ancho de hombros y de cara, más fuerte si no más alto que [Leonardo]” (Villaverde, 2016:
118 – 119). Se rinde a su amo a pesar de su superioridad física.
31
De nota de Villaverde: “una especie de presidio correccional, cuyo capataz, sargento cumplido del cuerpo, se hacía cargo
de castigar al esclavo que, habiendo cometido una falta, se lo remitían los amos con ese objetivo” (Villaverde, 2016: 265).
32
Según nota de Villaverde es tipo del campo del trabajo donde se castigaban los esclavos (Villaverde, 2016: 265).
37
38
a puerta desde mañana o realizaban la venta en el mercado. De igual manera, había pequeños
empresarios que establecían tiendas de reventa de alimentos (Dolores Santa Cruz), poseían zapaterías
(Gabriel Sosa) o sastrerías (Francisco de Paula Uribe).
Mucho reconocimiento obtuvo seño Uribe, un renombrado sastre de La Habana, que vestía la
buena parte de élite habanero de moda francesa e, incluso, contrataba a jornaleros que trabajaban en la
tienda o a distancia. Los mulatos hermanos Nemesia y Pimienta, amigos de Cecilia, trabajaban para su
empresa. El último, José Dolores Pimienta, también se dedicaba a música33 (la profesión que había
heredando de su padre, seño Pimienta) y con frecuencia diestramente tocaba clarinete en las fiestas de
clase baja en compañía de otros negros y mulatos del mismo oficio. En abanico de profesiones de
“libres de color” entran poetas (José de la Concepción Valdés), barberos, carpinteros. Un negro joven
Tondá34 que trabajaba en milicia persiguiendo delincuentes de color. Desafortunadamente, había gente
de esta ocupación, entre ellos es nuestro conocido Malanga y los cimarrones que se mantenían robando.
33
Los músicos ganaban poco, por ello Pimienta era obligado trabajar en la sastrería.
34
“Era el protegido del Capitán General Vives, quien le sacó de la milicia de color donde tenía el grado de teniente, y
después de ascenderle a capitán, previa la venia de S. E. el rey, de facultarle para usar el don y ceñir sable, le dio comisión
para perseguir criminales de color en las afueras de la ciudad, sin duda por aquello de que no hay peor cuña que la del
mismo palo” (Villaverde, 2016: 295 – 296).
38
39
país” (Villaverde, 2016: 170). Después de contraer el matrimonio con doña Rosa de una familia criolla
adinerada se hizo hacendado del ingenio La Tinaja. En compañía de otros hacendados don Cándido
compró el buque Veloz y se empeñó en negocio de la trata negrera lucrativo35 que no solo proveía la
fuerza de trabajo para su ingenio sino también traía grandes beneficios a él y sus socios.
La siguiente área de trabajo es la de las haciendas. Aparte de Cándido Gamboa se nombran
muchos hacendados: don Joaquín Gómez, “Samá, Martiartu, Mañero, Suárez Argudín, Lombillo, Laza”
(Villaverde, 2016: 255) y otros. Los hacendados nombran a cargos importantes de la administración y
el gobierno de sus ingenios (los administradores36, los mayorales37 y mayordomos38) la gente de raza
blanca. Los trabajadores de bastante importancia, como en La Tinaja, maquinista39, carpintero-
arquitecto40 de igual manera eran de raza blanca.
Sin embargo, los trabajos intelectuales prestigiosos de médicos, abogados, lectores de la
Universidad, etc. pertenecían a los estudiosos, a menudo a los que vinieron de España o allí acababan
sus estudios. El amigo de Leonardo O`Reilly que estudió en España y, además, era el “miembro de una
familia la más orgullosa de La Habana, de la primera grandeza de España” (Villaverde, 2016: 212 –
213) cuando volvió recibió el puesto de Alcalde Mayor de distrito de San Francisco de lo cual era muy
orgulloso (Villaverde, 2016: 612). Anacleto Bermúdez41 es otro personaje educado, un un joven
abogado que llegó de España (Villaverde, 2016: 140).
Cabe mencionar que en Cecilia Valdés se hacen menciones de muchos rangos militares:
sargentos, tenientes, coroneles, capitanes, superintendentes, comandantes, mayores, comisarios,
guardas, etc. Sin duda alguna, del poder más alto en el ejército y el gobierno político militar de la
colonia gozaba un español Capitán General D. Francisco Dionisio Vives, así llamada, la primera
autoridad de la isla. La figura de esta persona real queda presente en la obra, e, incluso, se presenta (en
el octavo capítulo de la segunda parte) como un personaje activo que habla con un hacendado y tratante
de esclavos, el amigo de Cándido Gamboa, Mañero sobre la expedición del Veloz y el tratado de
35
Doña Rosa a Leonardo: “¿Qué negocio deja más ganancias que el de la trata?” (Villaverde, 2016: 256). Cándido Gamboa
a su esposa: “Con mi bergantín se pueden traer con seguridad y en corto tiempo no uno, sino varios cargamentos, y no hay
muchos como él. Habrá tres años que se lo compré a Didier, de Baltimore, y ya ha dado cuatro viajes felices al África. Este
era el quinto viaje y ya me he reembolsado tres veces de su costo” (Villaverde, 2016: 269).
36
Don José de Cocco de Cádiz era el administrador del ingenio Valvanera (Villaverde, 2016: 442).
37
Don Liborio era un blanco aunque por ser bronceado parecía al mulato: “cuando se lo quitó [el sombrero] para hablar con
don Cándido viose que mientras la parte superior de su frente parecía de un hombre blanco, la nariz, las mejillas y las manos
nadie diría sino que eran de un mulato; tan quemadas estaban del sol” (Villaverde, 2016: 453).
38
El mayordomo de La Tinaja era gallego. “el gallego mayordomo de la finca” (Villaverde, 2016: 486); el mayordomo de
la casa Gamboa en La Habana era D. Melitón Reventos de Asturias (Villaverde, 2016: 299).
39
El maquinista era un americano del granítico Maine, en los Estados Unidos de Norte América (Villaverde, 2016: 483).
40
El carpintero-arquitecto era un vizcaíno (Villaverde, 2016: 306).
41
Según las notas a pie de página el personaje Anacleto Bermúdez está basado en una persona real del mismo nombre
(Villaverde, 2016: 140).
39
40
5.3 La jerarquía
Es interesante como interactúan los miembros de distintas clases e ocupaciones en los
enfrentamientos de día en día en las condiciones naturales. Según podemos notar, desafortunadamente,
existe la segregación y discriminación según la posición social.
En el episodio descrito en el capítulo anterior (“El trato inhumano. Fugas y suicidios”) los
esclavos de casa, los caleseros Aponte y Leocadio, no expresan su solidaridad con otros, aunque
inferiores, de la misma condición esclava, y se ríen con los señores de La Tinaja cuando don Liborio va
repartiendo los latigazos (Villaverde, 2016: 457 – 458).
En otro episodio de una fiesta de los de color aparece un esclavo de casa Dionisio llevando la
ropa de su amo. Varias veces se acerca y se aleja de Cecilia, mirándola con desprecio. Un oficial de la
sastrería de Uribe (un negro o mulato libre) nota su conducta amenazante e empieza a discutir con él, le
llama “un individuo inferior <…> cocinero y… esclavo” (Villaverde, 2016: 380). El oficial
inmediatamente busca y cuenta lo ocurrido a su amigo Pimienta. Él en la conversación siguiente con el
conflictivo Dionisio le dice “—¡A, perro! Habías de ser esclavo. ¡Afuera!” (Villaverde, 2016: 384).
En otra ocasión el orgulloso O`Reilly, Alcalde Mayor, tiene que ceder el paso para el general
Vives (Villaverde, 2016: 221). Los nobles y plebeyos eran inferiores a la autoridad militar: “había en la
Habana alguien superior y más privilegiado que un segundo génito de conde, aunque Grande de España
de primera clase” (Villaverde, 2016:221).
Para resumir, los siervos de casa se sienten superiores o más afortunados a los esclavos de
plantaciones, los mulatos y negros libres se sienten mejores que los esclavos, un mulato, aunque libre
es inferior a un blanco, un blanco, aunque educado y de buena posición debe ceder a un militar de alto
rango.
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41
Conclusiones
Lo expuesto a lo largo de este trabajo nos permite observar el corte detallado de la pirámide de la
sociedad cubana que se refleja en Cecilia Valdés. La presente investigación nos facilita percibir la
jerarquía social de la naturaleza desigualante entre las razas donde la gente blanca siempre ocupa la
posición superior disfrutando de los derechos y privilegios que la de color carece. Tras haber realizado
este estudio podemos llegar a la conclusión que en Cecilia Valdés el orden social injusto, que divide la
sociedad en blancos y negros, libres y esclavos y parte de las relaciones eslavista-esclavo, se manifiesta
sistemáticamente en todas las áreas retratando la calidad de vida y la complejidad de las relaciones
interraciales.
Observamos que la presencia de la desigualdad y el racismo impacta al ámbito de las relaciones
interpersonales. Mientras las mujeres blancas sometidas a las normas no se interesan en las relaciones
con otra raza, las mujeres de color, motivadas por el ascenso en la escala social, discriminan a su propia
raza optando por los hombres blancos. Estos, a su vez, se aprovechan de fácil oportunidad de crear
amistades ilícitas con las mujeres de naturaleza “salvaje” convirtiéndolas en objetos de deseo sexual.
No obstante, las relaciones interraciales amorosas por ser inaceptables por la sociedad racista-colonial
no tienen futuro legal, debido a que los matrimonios de raza mixta en Cuba solo se permiten a partir de
1881. Las mujeres de color libres se encuentran sometidas al efecto del “techo de cristal”, por más que
quisieran ser reconocidas como cónyuges de los blancos no pueden conseguir que el sistema de la
sociedad lo admita. Notamos que la condición esclava no brinda la posibilidad de elegir pareja ya que
por ser un esclavo un ser humano pierde cualquier voluntad propia. Lo dicho nos lleva a la conclusión
que la desigualdad restringe la libertad en las relaciones interpersonales de gente libre, los esclavos, por
su condición, no tienen ninguna ya que dependen completamente de sus amos.
Es útil unir y comentar juntos la área de la educación y el ámbito de trabajo dado que los dos
temas están estrechamente vinculados considerando el hecho que la formación obtenida con frecuencia
determina la ocupación y que la discriminación en el ámbito laboral va después de la discriminación en
la área de formación. Observamos que una buena posición social o el título garantiza para los blancos
una vida acomodada sin considerar su formación: el padre de Leonardo está convencido que su hijo va
a tener importancia en el mundo a pesar de no haber estudiado diligentemente. Mientras los blancos
pueden estudiar sin ser discriminados racialmente, los de color en el campo de formación padecen de
prejuicios y quedan en la marginalidad. Se piensa que los de la raza negra de la naturaleza no es apta
41
42
para la formación educativa y ocupaciones intelectuales y había nacido para realizar los trabajos
físicos. La mayoría de los africanos sin otra educación aparte de la religiosa realizan los trabajos más
rudos en las plantaciones, el resto de los esclavos sirven bajo los techos de sus amos; los dos grupos
sufren maltratos y violación de derechos humanos a base diaria. Pese a que los “libres de color” tienen
posibilidad de aprender algún oficio sirviendo de aprendices o instruirse en las escuelas primarias de
escasa calidad, sin embargo, no pueden acceder a las instituciones de educación superior debido a que
se pide un certificado que demuestre la “limpieza de sangre”. La ignorancia e discriminación es la
manera a través de la que la metrópoli ejerce su poder sobre la raza oprimida ya que no excluyen la
posibilidad de conspiraciones contra la autoridad.
En breve, las existente jerarquía, es decir, los blancos en posición dominante, los “libres de color”
por medio y los esclavos y desigualdad racial establecen lo que podríamos llamar limitaciones para
gran parte de la sociedad sea en las relaciones interpersonales, instrucción o trabajo.
42
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