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Frente a la protección a Jesús Santrich por parte de la

Conferencia Episcopal de Colombia, respetuoso y filial


pedido de los católicos:
¡Paren de favorecer a las FARC!

La acogida proporcionada por la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia


Episcopal en la sede de "Caminos de Libertad" al cabecilla de las FARC Jesús
Santrich, ha escandalizado país, al mundo entero y aun a altos prelados de la
Santa Iglesia.
Santrich fue capturado por la Fiscalía hace más de un mes para que responda por
el grueso expediente de pruebas que lo incriminan - a él y a otros cabecillas de las
FARC – por el millonario tráfico de cocaína hacia los Estados Unidos.
Alega la CEC, a través de su Secretaría de Comunicación, que se trata de un acto
de humanidad, criticando a quienes objetan el cuestionable gesto calificándolos
como dañinos para la unidad de la Iglesia.
En realidad, la acogida protectora a Santrich ha sido un gesto más de apoyo con
que la izquierda católica compromete el prestigio moral de la Iglesia presionando
a los fieles para que acepten las graves concesiones al comunismo plasmadas en
el Acuerdo Final con las FARC.
Si fuese un sentimiento humanitario verdadero estos altos jerarcas se
conmoverían también con el sufrimiento de las víctimas de la guerrilla y con la
persecución a los militares patriotas por parte de la justicia politizada, como fue
el caso el coronel Hernán Mejía, víctima de un doloroso cáncer que padeció
mientras pagaba injusta prisión.
El Presidente Santos, por su parte, también amordazó los poderes del Estado
para utilizarlos en la aparente legitimación de este nefasto Acuerdo, no teniendo
escrúpulos en irrespetar el resultado del Plebiscito del 2 de octubre de 2016.
Estas victorias de las FARC no habrían sido posibles sin el apoyo constante de
altos prelados pues así se impidió una reacción efectiva a las conquistas
comunistas que el gobierno Santos les concedió bajo el falso interés de la paz.
Hoy, el País se ve encadenado por un paquete de medidas legislativas, aprobadas
irregularmente vía Fast Track, que cambian radicalmente nuestro orden jurídico
y le conceden a las FARC plena impunidad por sus crímenes, incluyendo los de
lesa humanidad y otorgándoles grandes privilegios políticos. Peor aún, estamos
"ad portas" de que se coloque a la Colombia tradicional y la misma Iglesia en el
banquillo de los acusados de la nueva Comisión para el Esclarecimiento de la
Verdad, la Convivencia y la No Repetición, pseudo tribunal instalado ad hoc para
transformar a las víctimas de las FARC en victimarios como sucedió con Pol Pot
en la Camboya de los años 70.
Alrededor de 33 o 36 comisiones supra estatales impondrán, en la práctica, la
instauración del comunismo en todos los campos de la sociedad colombiana,
impulsando a la Nación por procesos en los que no se salva la propiedad privada
ni la familia, ni la libertad, ni siquiera el propio Estado.
Los actos delictivos de Jesús Santrich dejan al descubierto que las FARC
continúan delinquiendo, que nunca tuvieron intención de cumplir con sus
compromisos en el Acuerdo Final.
Consolidando todas las formas de lucha –legales e ilegales– y habiendo
conquistado el nuevo y ventajoso frente político, las FARC se apresuran a
rearticular el frente de guerra bajo el ropaje mal disimulado de bandas delictivas
o disidencias, existiendo ya un contingente de alrededor de dos mil guerrilleros
armados que buscan transformar a Colombia en una narco-república cuya
inmensa fortuna es usada para desequilibrar el actual proceso electoral
financiando candidatos que les permitiría hacerse del poder por encomienda.
En ese marco, ¿qué hacen esos sectores de la Conferencia Episcopal protegiendo
a este criminal y delincuente pedido en extradición para que rinda cuenta por sus
delitos, ya no de sus incontables crímenes, sino de los nuevos comprobados
después de la firma del Acuerdo Final?
¿Mero acto de humanidad o complicidad con las metas comunistas y anti-
cristianas?
Para esperanza de los colombianos de bien comienzan a oírse voces disonantes de
valientes prelados que califican esta acogida como seriamente cuestionable
jurídica y moralmente.
Es a estos Pastores que dirigimos nuestras súplicas, para que hagan oír sus voces
hasta lograr un clamor que salve la Patria del comunismo "intrínsecamente
perverso" como lo calificase Pío XI, para que se siga defendiendo a la Santa
Iglesia humillada por la conducta de estos prelados, descalificándola frente al
rebaño.
Suplicamos que esa santa resistencia sea acompañada por la convocación de los
fieles a recitar Rosarios públicos por Colombia, pues sólo así se podrá salvar la
Nación retomando las vías de la Civilización Cristiana bajo la protección del
Sagrado Corazón de Jesús a cuyos pies fue consagrada. Si se procede así, esa
valentía será registrada por la historia en páginas de oro como un hecho
memorable.
Medellín, 13 de mayo de 2018

Centro Cultural Cruzada


centro.cultural.cruzada@gmail.com Cel: 3022243167

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