Consiste en levantar los tejidos blandos gingivales obtener accesibilidad y
visibilidad de los defectos óseos, el hueso subyacente y la raíz, para poder realizar las maniobras operativas requeridas. El correcto manejo de los tejidos asegura una mejor cicatrización y un postoperatorio más confortable para el paciente.
3.3.1. Colgajo de espesor total o mucoperióstico:
Una vez realizadas las incisiones (levantar un colgajo mucoperiostico), debemos tomar un periostotomo delicado y colocarlo en la zona coronal por mesial del colgajo, hasta estar en contacto con el hueso.
Ubicado al proceso alveolar y haciendo suave
presión en dirección hacia apical, introducimos entre el periostio y el hueso, con un movimiento oscilante muy suave, y desprendemos el colgajo.
El periostotomo debe mantenerse
siempre en contacto con el hueso.
La utilización de un dedo adicional
colocado sobre la pared epitelial del colgajo permitirá guiar el movimiento del periostotomo.
Una arquitectura ósea irregular, zona de
extracciones recientes o una zona edéntula muy fibrosa dificultan el avance del instrumento, puede ayuda el bisturí para cortar las adherencias. Tener cuidado para evitar la perforación del colgajo o lacerar el periostio (post-operatorio complicado). Ventajas: Es relativamente fácil de desprender. Provee una buena visibilidad de los defectos Permite hacer ostectomías y osteoplastías Tiene mejor post-operatorio.
Desventajas: Se expone el hueso a medio externo, lo cual aumenta la posibilidad de reabsorción ósea superficial.
3.3.2. Colgajo de espesor parcial o mucoso:
Se llama cuando el desprendimiento del colgajo de tejido subyacente se hace con bisturí, dejando adheridos al hueso el periostio y algo del conectivo.
El bisturí se coloca en la superficie ósea y se comienza a incidir
separando el tejido conectivo del periostio, con el bisturí ligeramente inclinada hacia el hueso.
Si hubiera una incisión
vertical se recomienda comenzar por la zona mesial. Una vez escindidos los bordes, seguimos profundizando con el filo del bisturí siempre ligeramente angulado hacia el periostio, pero sin lesionarlo. Es de suma importancia la ayuda con succión de alta potencia para despejar el campo.
Este colgajo tiene la ventaja que no deja hueso expuesto durante la
cirugía, lo que evita la reabsorción superficial, pero no está indicado cuando haya que trabajar sobre tejido óseo. El colgajo mucoso se usa básicamente en procedimientos mucogingivales, donde sólo se necesita tratar tejidos blandos.
3.3.3. Manejo intraoperatorio:
Debe ser desprendido para evitar la irritación mecánica, perforaciones o tensiones que pueden alterar la circulación, lo cual podría resultar en una necrosis tisular y producir edema y/o dolor post operatorio incrementado.
Una vez elevado el colgajo, el ayudante debe separar el mismo evitando
comprimir su base con el separador, lo cual alteraría la circulación produciendo isquemia y alterando la cicatrización. Se debe chequear la ubicación del instrumento utilizado para separar y la presión que el ayudante le imprime al mismo.
Figura. La base del colgajo debe se dealmente el doble de la altura del
mismo y mayor que el borde marginal
Mantener el tejido húmedo para evitar la deshidratación. Es necesario
colocar periódicamente el colgajo y humedecerlo en una gasa embebida en suero fisiológico. Se recomienda realizar los colgajos en el menor tiempo para evitar inconvenientes. El colgajo se debe planificar de manera tal que cuando se realicen incisiones verticales, el ancho de la base sea siempre mayor que el margen gingival y el doble de su altura.
Colgajo mal diseñado: No se previó el
tamaño de la lesión y la incisión vertical se ubicó equivocadamente sobre el defecto óseo. La incisión intracrevicular debió extenderse un diente sano más allá del límite radiográfico de la lesión. 3.4. OSTEOTOMÍA U OSTECTOMÍA
Es cuando se levanta un colgajo
mucoperióstico se expone el hueso maxilar, debe efectuarse el corte o la exéresis ósea, con el fin de eliminar o retirar el hueso que cubre el objeto de la intervención quirúrgica.
Así pues podemos realizar:
Osteotomía: Corte o sección del hueso. Ostectomía: Eliminación o exéresis del hueso.
Con cuatro tipos de materiales o instrumentos.
El empleo del material rotatorio (pieza de mano o contraángulo con fresas de distintos tipos) es el que preferimos para efectuar las osteotomías y ostectomías, abren el camino a otros instrumentos (pinza gubia, escoplo, etc.). La pieza de mano y la fresa redonda de carburo de tungsteno del n° 8 son el instrumento ideal Algunos prefieren las fresas más gruesas y en espiral. En casos especiales (osteotomías maxilares), pueden utilizarse otros sistemas como las sierras oscilantes, etc.
La realización de osteotomías u ostectomías por lingual debe ser muy
cuidadosa, ya que el porcentaje de complicaciones y secuelas es alta. El fresado óseo debe practicarse a pocas revoluciones, intermitentemente y con una fresa que corte adecuadamente. Realizar la irrigación con un chorro de suero fisiológico o agua destilada estéril sobre la zona donde fresamos el hueso. Para facilitar la acción de corte o de exéresis ósea la pieza de mano debe desplazarse en la misma dirección del giro de la fresa Con un chorro constante debe bañarse la fresa mientras corta, evitando así su sobrecalentamiento y que se atasque. No debe usarse el aspirador como separador o para extraer fragmentos sólidos (hueso, encía, dientes, etc.) de la herida. La irrigación consigue evitar el atascamiento o embotamiento de la fresa lo que disminuiría su poder de corte, y refrigera el hueso evitando el recalentamiento óseo y la posibilidad de necrosis con la formación de secuestros. La irrigación puede ser interna (incorporada en el instrumental rotatorio) o externa (efectuada por el ayudante con una jeringa), hay que reducir la temperatura también en la superficie. Cuando cortamos tejido dentario, la irrigación es aun más necesaria ya que la producción de calor es mayor y se tapona o embota la fresa más rápidamente. La velocidad recomendada en cirugía ósea oscila alrededor de las 20.000 r.p.m. Con velocidades mayores, la irrigación constante no consigue sus efectos, especialmente la correcta refrigeración del hueso. Esto aumenta el porcentaje de complicaciones como, por ejemplo, el índice de aparición de alveolitis seca tras una extracción quirúrgica. Con una velocidad de rotación de 500 a 1.000 r.p.m. nos aseguramos la ausencia de daños térmicos y una curación ósea perfecta.
El material rotatorio permite cortar o
eliminar el hueso de forma precisa, su uso es cómodo, y en ocasiones podremos completar el trabajo con instrumentos manuales como la pinza gubia o las pinzas sacabocados.
El excesivo calor durante el fresado
conduce a la necrosis ósea (45- 47 grados centígrados durante 30 segundos) siendo las causas más frecuentes: excesiva velocidad, fresa poco cortante, excesiva presión, fresa demasiado grande e insuficiente irrigación en profundidad o en la superficie.