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8. Manejo de la DM: estilos de vida


y nutrición
Dr. Eric Hernández Triana
Médico Internista. Endocrinólogo. Director Científico
Endocare. Expresidente y Miembro Honorario de la
Asociación Colombiana de Endocrinología. Bogotá.

Introducción
La DM2 es una epidemia íntimamente relacionada con los cambios
del estilo de vida de la época actual como sedentarismo, urbanización
acelerada, aumento de ingestión de calorías y estrés. La presencia de
estos factores de riesgo se asocia con aparición de exceso de grasa vis-
ceral, que deteriora la sensibilidad a la insulina, que a su vez incrementa
los requerimientos de insulina y favorece el aumento del glucagón.
El tratamiento de la DM2 no será óptimo si no hay adherencia a
los ajustes necesarios en el régimen alimentario, a una actividad física
frecuente, al manejo del estrés y al abandono de hábitos indeseables
como el tabaquismo y el alcoholismo, entre otros. A estos ajustes los
llamaremos cambios terapéuticos del estilo de vida (CTEV). La correc-
ción de los factores de riesgo para DM2 es la forma más adecuada en la
prevención y también es parte fundamental del manejo desde el diag-
nóstico de la enfermedad. Incluso ante la presencia de complicaciones,
la prevención secundaria es exitosa si se acompaña de CTEV que con-
trolen dichos factores de riesgo. Cuando se cumplen los CTEV, los nive-
les de glucemia y los factores de riesgo asociados como dislipidemia e
hipertensión mejoran y se mantienen mejor controlados.
La hiperinsulinemia constituye el factor de riesgo más importante
para predecir el primer infarto cardiaco en Colombia, como lo demos-
tró en el estudio Interheart, donde tener insulina >10 UI/mL fue más
determinante que los factores de riesgo tradicionales(76). El aumento de
grasa abdominal causa hiperglucemia, cuya presencia está relacionada
con mayor propensión a padecer angina inestable(77). La adopción de
CTEV mejora directamente la sensibilidad a la insulina, reduciendo la
hiperinsulinemia y controlando los niveles de glucosa.
No obstante hay menos evidencia que soporte estos conocimientos
si pretendemos compararla con la evidencia producida para soportar la
aprobación y el mercadeo de los medicamentos, para cuya evaluación
se cuenta con recursos financieros elevados.
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Manejo nutricional
Con el objetivo de investigar el papel de los patrones dietéticos en
la prevención de la DM2, un metanálisis(78) analizó diez estudios pros-
pectivos que incluyeron cerca de 190.000 sujetos libres de diabetes al
inicio. Luego de un seguimiento de 2 a 23 años se demostraron 8.932
nuevos casos de diabetes. Todos los estudios lograron una reducción
del riesgo relativo para desarrollar DM2 que fluctuó entre 15 y 83%.
La tasa de riesgo después del análisis de sensibilidad fue: 0,34, IC 95%:
0,44 a 0,24. De acuerdo con esta investigación, los patrones dietéticos
caracterizados por un alto consumo de frutas, verduras, granos enteros,
pescado, aves de corral y por bajo consumo de carnes rojas, alimentos
procesados, bebidas endulzadas con azúcar y alimentos ricos en almi-
dón, puede retardar la progresión de la DM2.
Debe establecerse un régimen nutricional que sea ante todo factible
para el paciente. Hay diversos enfoques, existe acuerdo en la disminu-
ción de calorías, la disminución de carbohidratos rápidamente absorbi-
bles, el aumento de la fibra, la disminución de grasas saturadas y la sal.
Los regímenes alimentarios con muy alta ingestión de proteínas se han
estudiado para el control de peso; sin embargo, el aumento de la carga
proteínica pone en peligro la función renal. Hay diferencias culturales
importantes que persisten a pesar de la globalización. Hay presión so-
cial y comercial para aumentar la ingestión de alimentos; la occidentali-
zación lleva a aumento del tamaño de las porciones: ha habido ofertas
de la industria alimenticia para vender alimentos “aptos para diabéti-
cos”, los cuales no siempre son adecuados.
El manejo de cada paciente debe individualizarse; debe hacerse
énfasis en la importancia del manejo nutricional. La dieta debe ser ba-
lanceada, completa, adecuada, suficiente, equilibrada y, sobre todo,
personalizada al gusto y al entorno real de cada paciente.
El 90% de los pacientes con DM2 tiene exceso de peso, el tratamien-
to dietético se basa en reducir la ingestión de alimentos con alto conte-
nido calórico y alto índice glucémico. Varios abordajes se han propues-
to, algunos de los cuales se han comparado mediante ensayos aleato-
rios controlados: en un estudio en el que se compararon durante seis
meses las dietas Atkins, Zone diet, Weight Watchers y la dieta Ornish,
se encontraron los siguientes resultados: las cuatro dietas generaron
una pérdida de peso modesta, pero estadísticamente significativa en
el transcurso de seis meses. Aunque la dieta Atkins genera las mayores
pérdidas de peso en las cuatro primeras semanas, la pérdida de peso
al finalizar el estudio fue similar, independientemente del tipo de dieta
seguida. La mayor tasa de abandono se presentó en los grupos que rea-
lizaron las dietas Atkins y Ornish, esto sugiere que muchos individuos
encuentran que estas dietas son demasiado difíciles de seguir.
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Ejercicio físico
El ejercicio físico consume energía (calorías). Las calorías son alma-
cenadas en la grasa corporal. El organismo llena sus reservas de grasa
con el fin de proveer energía durante el ejercicio aeróbico prolonga-
do. Los músculos más grandes en el organismo son los de las piernas
y naturalmente éstos queman la mayoría de las calorías, lo cual hace
que caminar, correr y montar en bicicleta estén entre las formas más
efectivas de ejercicio para reducir la grasa corporal. El ejercicio mejora
la sensibilidad a la insulina por diversos mecanismos: aumenta el flujo
de sangre a los tejidos sensibles a la insulina, induce un aumento en los
transportadores musculares de glucosa (GLUT-4), y reduce los niveles
de ácidos grasos libres(79). Además, el ejercicio proporciona otros bene-
ficios como mejoría de la tensión arterial, de la actividad miocárdica y
del perfil lipídico, disminuyendo los triglicéridos y elevando los niveles
de colesterol HDL. La eficacia del ejercicio en la prevención de la DM2
ha quedado consistentemente demostrada en los estudios Finnish Pre-
vention study(80), Daquin y Diabetes Prevention Project(81,82). En todos
se pudo reducir el paso a diabetes en 60% cuando se lograba bajar 5
kg mediante la práctica de ejercicio físico aeróbico durante aproxima-
damente 150 min a la semana, en al menos cinco sesiones, y bajar el
consumo de grasas. Los resultados de estos estudios de intervención
no son extrapolables a todas las poblaciones, como lo demostró The
Indian Diabetes Prevention Program en el sudeste asiático, en el cual
la prevención con CTEV fue de tan solo 28,5%(83). Esta diferencia puede
explicarse porque la tasa de progresión de intolerancia a la glucosa a
diabetes es más alta en Asiáticos hindúes, como lo demuestra la inci-
dencia acumulada de DM2 de 55,0% en tres años frente a 18,3% anual
en los controles. Esto fue significativamente mayor que en el estudio
finlandés (6% anual), estadounidense (11% anual) y en el chino (11,3%
por año). En los hindúes la mayor incidencia acumulada se puede ex-
plicar por mayor resistencia a la insulina con índices de masa corporal
más bajos; esto podría ser extrapolable a la población latinoamericana
como lo propone la IDF al definir los valores de referencia de perímetro
de cintura, (90 cm varones y 80 cm mujeres), valores que se relacionan
con riesgo cardiovascular en Colombia en hombres(84) y en mujeres(85).
Un metanálisis de ensayos aleatorios controlados, realizado por la
colaboración Internacional Cochrane, encontró que “el ejercicio com-
binado con dieta resulta en una mayor reducción de peso que la dieta
sola”. Además, en un estudio en Colombia, se demostró que un plan
de ejercicio puede reducir la circunferencia abdominal de una forma
estadísticamente significativa, además que mejora parámetros cardio-
vasculares en resistencia y clase funcional al ejercicio. Prescribir ejerci-
cio físico a pacientes con diabetes tiene algunas particularidades: ellos
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presentan mayor incidencia de enfermedad coronaria, en especial asin-


tomática, además de la presencia de disautonomía cardiovascular; que
obligan a que sea recomendable muchas veces hacer una ergometría y
otros exámenes para descartar estos problemas. La presencia de retino-
patía diabética obliga a evitar ejercicios de alta resistencia y aquellos en
los que la cabeza sea sometida a vibración. La presencia de neuropatía
sensitiva predispone a pie diabético. El ejercicio de competencia es un
capítulo especial, más en los pacientes que requieren insulina.

Educación en diabetes
Muchas veces los CTEV van en contravía de las costumbres familia-
res y sociales. Aplicarlos efectivamente requiere un alto nivel de con-
ciencia de enfermedad y de conocimiento del valor de éstos en la cali-
dad de vida y disminución de las complicaciones. Un programa basado
en educación por telemedicina(86) ha mostrado resultados en pacientes
hispánicos incluso mejores que en otros grupos étnicos.

Control de los hábitos perjudiciales


Alcoholismo
El consumo leve a moderado de alcohol menor de 15 g/día ha re-
sultado ser preventivo de DM2(87), la dosis protectora está en 22 g día y
la deletérea > 60 g día, estos son resultados de un metaanálisis con 20
estudios al respecto(88) que confirman la relación en forma de “J” entre
la cantidad promedio de alcohol consumido por día y el riesgo de DM2,
puesto que un consumo mayor resulta deletéreo. El efecto benéfico a
dosis bajas podría estar dado por efectos antioxidantes o antiinflama-
torios; también hay relación de aparición de diabetes postpancreatitis
relacionada con alcoholismo.
Tabaquismo
La prevalencia de diabetes aumenta con el hábito de fumar. En un
estudio en ambos sexos(89) se demostró que entre los que fumaban más
de dos paquetes por día, los hombres tenían una prevalencia 45% ma-
yor de diabetes que los hombres que nunca habían fumado; el aumen-
to para las mujeres fue de 74%. Dejar de fumar reduce la prevalencia
de diabetes hasta ser similar a la de los no fumadores después de cinco
años en las mujeres y después de diez años en los hombres. Una re-
lación dosis-respuesta parece probable entre el tabaquismo y la inci-
dencia de la diabetes. Entonces los que dejan el vicio de fumar pueden
obtener beneficios sustanciales.
El tabaquismo activo duplica el riesgo de diabetes entre la población
sana de hombres(90). El uso del tabaco puede empeorar 2,8 veces la mi-
croalbuminuria en pacientes con diabetes mellitus(91). Para los hombres
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diabéticos fumadores, el riesgo cardiovascular es más alto para cada


factor de riesgo y sus combinaciones, el riesgo absoluto de muerte por
enfermedad cerebrovascular aumentó de forma más pronunciada que
para los hombres no diabéticos, incluyendo los fumadores no diabéti-
cos(92). Adicionalmente, el riesgo relativo para amputaciones es mayor
en los diabéticos fumadores que en los no fumadores; las curvas de
morbimortalidad en fumadores son claramente significativas aun desde
consumos bajos de cigarrillo. La supresión total del tabaquismo consti-
tuye una prioridad en el manejo del paciente con diabetes.
Drogadicción
El uso de drogas psicoactivas es un factor de riesgo para cetoacido-
sis diabética. En una población estadounidense, el 42% de los pacientes
con cetoacidosis diabética tuvo historia de uso de estupefacientes(93);
probablemente la complicación se produce por menor cumplimiento
de las indicaciones y mayor incidencia de infecciones.

Manejo del estrés


Adicionalmente al estrés de la vida moderna, los pacientes que
padecen diabetes están sometidos a una abultada información angus-
tiante sobre su futuro, con complicaciones médicas, sociales y labora-
les. Cerca del 70% de los pacientes diabéticos manifiestan síntomas
de angustia y/o depresión, pero cuando se estudian en una entrevista
estructurada para saber si presentan o no un trastorno depresivo ma-
yor, muchos no cumplen estos criterios(94). Los síntomas depresivos y
la angustia en estos pacientes coexisten sólo en el 23% y su presencia
está relacionada con un mal autocuidado. Un estudio demostró además
que la angustia se relaciona con la hiperglucemia, pero no los síntomas
depresivos ni el trastorno depresivo mayor. Entonces debe diferenciar-
se la presencia de angustia de síntomas depresivos menores o de un
verdadero estado depresivo para darle un manejo adecuado(95).
Autovaloración de la calidad de vida en el manejo
de la DM2
La calidad de vida es un concepto complejo con varias dimensiones,
es un juicio subjetivo que refleja el grado de satisfacción y sensación
de autobienestar, relacionado con dimensiones biológicas, comporta-
mentales, emocionales y sociales, unas subjetivas y otras objetivas(96).
En un estudio realizado en la ciudad de Medellín(97) se encontraron
correlaciones altas entre una muy baja percepción de calidad de vida
en aquellos diabéticos con deterioro de las funciones físicas, así como
mayor nivel de irritabilidad y negación y distorsión afectiva en aquellos
con bajos puntajes de salud mental, encontrando un promedio alto de
hipocondría. Por lo tanto, las intervenciones educativas serán más efec-
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tivas entre más temprano y menos deteriorado esté el paciente. Sin


embargo, rara vez está considerado dentro del equipo de trabajo activo
un profesional de salud mental con conocimientos suficientes en DM2
y tanto el médico como la nutricionista no disponen de tiempo para
afrontar estos aspectos con suficiente profundidad.
La documentación objetiva del nivel de angustia debe ser compar-
tida entre los miembros del equipo como parte de la atención clínica y
requiere sólo un pequeño cambio en la perspectiva actual. Un enfoque
integral para distinguir la depresión clínica de la angustia relacionada
con la enfermedad permite ofrecer soporte para la gestión de la angus-
tia emocional como una parte del manejo integral y tiene mayor pro-
babilidad de beneficio clínico para la gran mayoría de los pacientes con
diabetes. Entre las habilidades deseables para todos los miembros del
equipo está el desarrollo de una escucha atenta y empática, ser sensi-
bles y prudentes en el interrogatorio y, al brindar la educación, usar co-
mentarios atinados y reflexivos, teniendo en cuenta el momento sico-
lógico del paciente con respecto a la enfermedad y sus complicaciones.

Conclusión
El manejo ideal de la DM2 es interdisciplinario, integrando diversas
disciplinas que capaciten al paciente en automonitoreo, régimen ali-
mentario saludable, ejercicio físico adecuado, control del estrés, mane-
jo de su enfermedad en situaciones anormales, etc; para que el pacien-
te sea el que más vele por llegar y mantener las metas de buen control.
Este tipo de manejo tiene claras ventajas sobre el modelo fragmentado
de atención actual, pero entra en conflicto con la realidad actual de
la aplicación del tratamiento. Las presiones de tiempo de la forma de
atención clínica impiden mejorar. En especial hay miopía de las organi-
zaciones administradoras de planes de salud en la prevención efectiva
de enfermedades de alto costo, porque atacan especialmente el costo
inmediato, desaprovechan su gran capacidad para invertir en la preven-
ción, más rentable social y económicamente a mediano y largo plazo.
La falta de inversión en estos aspectos está fomentando torpemente
modelos mucho más asistenciales que preventivos.
Hay urgente necesidad de iniciar programas de intervención comu-
nitaria a gran escala(98), que se centren en mayor actividad física y opcio-
nes saludables de alimentos, especialmente para los niños. Los organis-
mos internacionales de salud y el gobierno respectivo deben centrarse
intensamente en programas de promoción y prevención de la obesidad
y en el manejo del síndrome metabólico. Asesorarse de verdaderos
especialistas y fomentar programas interdisciplinarios que, usando las
nuevas tecnologías de la información, permitan mejorar la educación
de los pacientes diabéticos es el camino más rentable a largo plazo.

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