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HISTORIA ECONÓMICA

La economía

De la economía se han dado varias definiciones: “la ciencia que estudia la actividad humana como relación entre fines
(infinitos) y medios escasos que pueden utilizarse de manera alternativa”; “la ciencia que estudia aquellos aspectos de la
conducta e instituciones humanas que utilizan recursos escasos para producir y distribuir bienes y servicios con vistas a la
satisfacción de las necesidades humanas”. Los conceptos claves de estas definiciones son:
- actividad humana
- fines o medios infinitos
- medios escasos o alternativos
- producción y distribución
La Economía se ocupa de cómo resuelven las sociedades el problema de satisfacer las necesidades de sus miembros. Estas
necesidades son infinitas porque, satisfechas las básicas, aparecen otras nuevas. El problema económico es, por tanto, el de
distribuir lo que se tiene y producir lo que se necesita. El problema económico básico es la distribución: 1) de los recursos
productivos (tierra, trabajo, capital) entre los diversos empleos posibles para producir lo que se necesita; 2) de lo producido
entre los consumidores.
La Economía se divide entre tres grandes ramas: la Teoría (cuerpo de axiomas, proposiciones y teoremas cuyo conjunto nos
ofrece un modelo, o una serie de modelos, acerca del funcionamiento de una economía), la Econometría (ciencia instrumental
que sirve para relacionar esa construcción teórica que es la Teoría con la economía real, permite medir magnitudes
económicas), y la Economía Aplicada (utiliza los conceptos de la Teoría y los métodos de la Econometría para explorar la
realidad).

La historia económica

Puede definirse de varias maneras:


1) El estudio de las diversas economías que se han dado en el pasado hasta el presente; en este sentido es tanto una rama
de la Historia, en cuanto que estudia una parcela de la sociedad en su dimensión de largo plazo, como una rama de la
Economía, en cuanto que utiliza el pasado como fuente de evidencia empírica para contrastar las teorías y métodos de
la ciencia económica.
2) La búsqueda sistemática de explicaciones económicas a los fenómenos sociales. Postula que la variable económica
tiene un peso considerable sobre el desarrollo a largo plazo de otras grandes variables sociales. Este enfoque se
relaciona con el materialismo histórico.
Tiene como centro de estudio el cambio económico. El fenómeno preferente de la atención de los historiadores económicos es
el que dio origen a su nacimiento y a su consolidación: la Revolución Industrial y el proceso de crecimiento económico y
modernización social a que el industrialismo dio lugar. El estudio de economías pasadas permite un mejor conocimiento de la
sociedad, conocer los límites de las distintas teorías económicas, esclarecer las conexiones entre la variable económica y las
demás variables sociales, hacer recomendaciones de alcance político y de política económica. La Historia Económica
contribuye así a la elaboración y el perfeccionamiento de una teoría general del desarrollo económico y social.
La Historia Económica es la historia de los hechos y de las vicisitudes económicas a escala individual o empresarial o
colectiva. En el análisis histórico-económico es necesario tener en cuenta las peculiares características fisiológicas y
psicológicas del hombre, tanto su racionalidad como su irracionalidad, sus características mentales, sociales y culturales, todo
ello a escala individual y colectiva. No solo es la narración de los hechos económicos, sino también la historia de los hombres
y de las instituciones, además de las estrechas y a menudo inextricables relaciones entre instituciones y vicisitudes económicas,
y entre estas últimas y las vicisitudes sociales, políticas y culturales.
Para ser considerada como obre de historia económica, una investigación tiene que abordar una problemática de tipo
económico, que encaje en las tres preguntas fundamentales de la economía: ¿qué producir?, ¿cómo producirlo?, ¿cómo
distribuir lo producido? Estos interrogantes se articulan en una serie de preguntas más específicas, relacionadas con la
determinación de los precios, con la asignación de recursos escasos, con las variaciones a corto y largo plazo de la producción,
del empleo, de la demanda y su estructura, de la distribución de la riqueza y del beneficio, etc. Además, debe utilizar
conceptos, categorías y paradigmas tomados de la teoría económica.
La historia económica ha de abordar entonces problemas de naturaleza esencialmente económica, sin embargo, sus problemas
pueden diferir de los tratados por la economía. Esto obedece a varias razones: 1) el economista pretende identificar ciertas
relaciones, interacciones o incluso leyes válidas para distintas situaciones históricas, mientras que el objetivo del historiador de
la economía es describir y reconstruir circunstancias económicas específicas, consideradas en su individualidad y en su
especificidad; 2) con el desarrollo de la historia económica como disciplina autónoma, se ha ido conformando una
problemática que, aunque sigue siendo esencialmente económica, corresponde a la historia económica; 3) el énfasis que el
economista y el historiador económico ponen en determinados fenómenos difiere según el tipo de economía que es objeto de
estudio; 4) si bien no es imposible que el economista se refiera a economías, estructuras económicas y acontecimientos
económicos de un pasado lejano, el interés que predomina en ellos al hacer previsiones y trazar planes para el futuro próximo
significa que normalmente investigan el panorama económico contemporáneo. El historiador económico en general se ocupa
de sociedades y economías de un pasado lejano, lo que supone una falta de sintonía entre la problemática y la documentación
disponible. Ello se debe a que las preguntas del historiador reflejan y tienen su origen en la cultura y en la sociedad de la que

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forma parte el historiador, mientras que la documentación que el historiador debe usar responde a las preguntas, las inquietudes
y la curiosidad de una cultura, una sociedad y un mundo diferentes.

La relación entre historiadores y economistas

1) La Economía tiende a creer que la sociedad es poco más que un sistema económico, estudia una parcela de la
sociedad y no la sociedad como un todo, lo que puede generar resultados interesantes, pero también producir
deformaciones engañosas en el conocimiento de la realidad. La Historia es una ciencia social más ambiciosa que la
Economía, porque trata no sólo de comprender al ente social en su conjunto, sino además de abarcarlo en su totalidad
temporal, aunque ha tenido que parcelarse tanto cronológica como metodológicamente.
2) El trabajo del economista es explicar cómo funciona la economía; el del historiador económico consiste en explicar
cómo funcionaba en el pasado.
3) El economista suele orientarse hacia el futuro, hacia la determinación de elementos regulares en las relaciones de
asociación entre variables económicas, le interesa descubrir leyes y paradigmas a través de análisis fácticos concretos
(por tanto pertenecientes a un pasado más o menos próximo); o bien a través de la lógica deductiva formal. El
historiador, en cambio, se orienta hacia el pasado. Mientras que el economista utiliza la experiencia pasada para
predecir o tratar de condicionar el futuro, el historiador se conforma con observar el pasado para entenderlo en sus
propios términos.
4) Por el afán de identificar paradigmas operativos, el economista tiende a considerar sólo las variables que parecen
mostrar ciertas regularidades en sus relaciones recíprocas y formas de comportamientos previsibles y racionales. El
historiador económico no puede realizar la misma operación. Para explicar el funcionamiento y la performance de una
economía determinada debe tener en cuenta todas las variables, todos los elementos, todos los factores que
intervienen. Y no sólo las variables y los factores económicos. El historiador debe incluir en su análisis las
instituciones jurídicas, las estructuras sociales, los factores culturales, las instituciones políticas, tanto por el efecto de
estas instituciones y estructuras en la performance de la economía estudiada como por las repercusiones de la
situación económica sobre las mismas. El historiador económico tampoco puede descuidar las demás variables
menores y los accidentes, racionales o irracionales, previsibles o imprevisibles, que contribuyen a formar una
situación histórica determinada; ha detener presentes todas las variables de una situación histórica dada, porque todo
forma parte de una realidad compleja. El conjunto de variables por las que se interesa el economista es mucho menor
y más homogéneo. La extrema amplitud de variables, su heterogeneidad y su carácter caótico impiden que el
historiador pueda formular leyes y le obliguen a reconocer la singularidad de cada situación histórica.
5) El economista trabaja en el corto plazo, período durante el cual los elementos de la realidad permanecen invariables,
por lo que sus modelos mantienen un grado aceptable de verosimilitud. El historiador prefiere el largo plazo, donde
todo cambia y es endógeno, no permitiendo postular elementos o factores inmutables, ni eliminar determinadas
variables, calificándolas de exógenas.
6) La teoría económica supone que la gente tiende a actuar de forma racional. Para la formulación de una teoría lógica y
generalizadora, el economista tiene que suponer necesariamente la existencia de fuertes asociaciones de carácter
repetitivo entre determinadas variables de base. Pero esto no es realista: la gente raramente se comporta como se
espera. El historiador no sólo tiene que habérselas con un número mucho mayor de variables, sino también con
elementos no mensurables, irracionales e imprevisibles, y con asociaciones que cambian constantemente entre las
variables.

Los economistas y los historiadores viven actualmente en precaria coexistencia, lo cual es insatisfactorio para ambos grupos.
Los economistas necesitan reintegrar la historia y esto no puede hacerse por el sencillo procedimiento de transformarla en
econometría retrospectiva. Los economistas necesitan esta reintegración más que los historiadores, porque la economía es una
ciencia social aplicada. Hobsbawm entiende que la economía, divorciada de la historia, es como un barco son timón y que los
economistas sin la historia no tienen una idea muy clara de hacia dónde navega el barco. Apela a la creación de modelos
históricamente específicos, basados en una generalización de la realidad empírica. Es necesario que la ciencia económica
forme o redescubra la perspectiva histórica. La historia, que aspira a ser “historia total”, podría y debería utilizar las técnicas,
los modos de argumentación y los modelos de la ciencia económica, aunque no sin limitarse a ellos. La historia no puede ni
necesita usar algunos de estos modelos de la economías excepto como controles mentales. No se trata de formular modelos tan
generales que escapan a la especificidad histórica y resultan triviales, ni tampoco de construir modelos de economías posibles o
imaginarias. La economía es siempre históricamente específica, y estas generalidades, por complejas que sean, son
insuficientes para comprender cualquier etapa histórica real de la producción o la naturaleza de su transformación. Los
historiadores necesitan explicaciones además de análisis. La ciencia económica prefiere lo segundo a lo primero. Para que la
teoría económica tenga utilidad para los historiadores, ésta debe especificarse de un modo que la acerque más a la realidad
social. Si la historia necesita modelos teóricos, y estos modelos tienen que ser abstractos y simplificados, al menos deberían
serlo dentro de marcos que se especifiquen históricamente.

Las principales corrientes en Historia Económica

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La Historia Económica es una disciplina relativamente joven, surgida al calor de los cambios generados por la Revolución
Industrial. Habiéndose afianzado desde mediados del siglo XIX, la disciplina experimentó entre 1930 y 1970 un desarrollo
extraordinario.

Nueva Escuela Histórica de Economía Nacional: Surgió en Alemania a fines del siglo XIX. Fue el primer impulso para una
historia social que se ocupara seriamente de los problemas desencadenados por la industrialización. Su principal representante
fue Schmoller. Estos historiadores sociales y económicos ampliaban el objeto de la historia más allá de la política y la cultura
espiritual, para englobar en él también a la sociedad y la economía, pero adoptaron algunos principios del historicismo alemán:
la insistencia en el papel central del estado, los métodos de crítica de fuentes, el concepto de que la cientificidad de la historia
consistía en la evaluación crítica de las fuentes, la idea de que la economía sólo podía ser comprendida históricamente y dentro
de un marco de valores e instituciones de un pueblo.

Marxismo: Según Marx, en la producción social de su existencia, los hombres entran en determinadas, necesarias e
independientes de su voluntas, relaciones de producción (las relaciones sociales que los hombres tejen entre sí con el objeto de
producir y repartirse bienes y servicios), las cuales corresponden al grado de desarrollo determinado de sus fuerzas productivas
materiales (fuentes de energía, materias primas, máquinas, conocimientos científicos y técnicos y trabajadores). Las fuerzas
productivas y las relaciones de producción constituyen la infraestructura o base económica de una sociedad, a partir de la cual
de constituye una superestructura jurídica, política, a la que corresponden las formas de la conciencia social, abarcando las
formas ideológicas. Este esquema marxista de la organización de las sociedades puede concebirse como una bipolarización
infraestructura/superestructura, o bien como un escalonamiento de niveles: en la base las fuerzas productivas, sobre las que
reposan las actividades económicas, las cuales sirven de base a las relaciones sociales y a las instituciones políticas y dan
forma a los discursos ideológicos. El materialismo histórico plantea el grave problema del determinismo entre los niveles de la
realidad social. Una tendencia antigua del marxismo, calificada de economicista, reducía todos los fenómenos de la
superestructura a la infraestructura. Una tendencia posterior (grupo de Althusser) propone una visión por la cual cada uno de
los niveles constituye por sí mismo una estructura relativamente autónoma y la relación infraestructura/superestructura tiene
doble dirección, si bien, en última instancia, la economía es determinante.
Marx distingue la sucesión de modos de producción a lo largo de la historia, cada uno definido por las relaciones de
producción que le sirven de base: 1. el modo de producción antiguo, con la esclavitud; 2. el modo de producción feudal, con la
servidumbre; 3. el modo de producción capitalista, con el asalariado. La evolución de la humanidad no sigue un curso lineal,
sino que procede por mutaciones de una estructura a otra. Los modos de producción pueden sucederse unos a otros por vía
revolucionaria, corta y brusca, o mediante transformaciones más lentas, a lo largo de muchos siglos, incluso coexistir, siendo
uno dominante y otro dominado. En un cierto momento de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad
entran en contradicción con las relaciones de producción; entonces se inicia una época de revolución social. El cambio en la
base económica subvierte, más o menos, toda la superestructura. Marx evita caer en el determinismo: los hombres, aunque
estén insertos en las estructuras sociales, no son objetos pasivos, sino activos de su propia historia. Todo el proceso de la
historia (prehistoria) se presenta como el período de procreación del comunismo.

Historiografía francesa: La Escuela de los Annales abre la cantera de la historia económica desde la década de 1930, apoyada
en series de precios de producción y de rentas. La gran depresión incita a los contemporáneos a preguntarse por qué se alternan
los tiempos de expansión y los tiempos de recesión en las actividades económicas.

New Economic History: Durante la década del 60 nace en América la New Economic History, una historia económica que
trabaja con modelos teóricos y se basa en cuatro supuestos: 1) existen leyes de bronce que determinan el curso de la economía;
2) la economía capitalista se caracteriza por un crecimiento imparable que adopta formas parecidas en todas las sociedades
modernas o en vías de modernización, como afirmó Rostow; 3) el proceso de modernización económica conduce a una
modernización política (sociedad de mercado libre y democracia liberal); 4) el método cuantitativo no sólo es aplicable a los
procesos económicos, sino también a los sociales. La escuela de la cliometría transforma la historia económica en econometría
retrospectiva, aplicando la cuantificación y los instrumentos estadísticos y matemáticos al campo de la historia. Su principal
representante, Robert Fogel, se caracterizó por la búsqueda y utilización de fuentes y de técnicas matemáticas.
La cliometría ha sugerido o incluso instaurado revisiones de las respuestas a determinados interrogantes propios de la historia
económica. Sin embargo, su función principal ha sido crítica. Al observar que los historiadores económicos tradicionales
expresan de modo implícito proposiciones de historia económica, a menudo de forma confusa y mal formulada, los cliómetras
han intentado hacer explícitas estas proposiciones y, en la medida en que puedan formularse de modo riguroso y con sentido,
analizarlas por medio de datos estadísticos. Puede probar que afirmaciones históricas que gozan de aceptación general y sin
espíritu crítico son errores.
Tres campos de la historia económica se enriquecieron de la mano de la cliometría: 1) la contrastación de hipótesis; 2) la
reconstrucción de cuentas nacionales; 3) la formulación (o reformulación) de respuestas a viejas preguntas. Mediante sus
argumentos contrafácticos, que dan por sentado que tomar la medida A en lugar de B hubiera alterado de modo específico el
curso de los acontecimientos, no intentaron determinar probabilidades retrospectivas, sino desmontar explicaciones imprecisas
del pasado. La reconstrucción de series de grandes agregados económicos mediante la cuantificación y el análisis formalizado
ha sido uno de los ámbitos más importantes para la cliometría, aunque el uso que hace de la teoría le permite identificar
sustitutivos adecuados o formas de estimación para aquellas variables sobre las cuales falta información.
Las limitaciones de la cliometría son serias: 1) en la medida en que proyecto sobre el pasado una teoría esencialmente
ahistórica, su relación con los problemas más generales de la evolución histórica no está clara o es marginal; 2) la selección de

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un aspecto de la realidad económica al que puede aplicarse la teoría quizás de una imagen falsa; 3) necesariamente tiene que
apoyarse no sólo en datos reales, que a menudo son fragmentarios y poco dignos de confianza, sino también y en gran parte en
datos inventados o supuestos mediante conjeturas; 4) riesgo de incurrir en circularidad al argüir del modelo de los datos, en la
medida en que éstos no se hallen disponibles de forma independiente. En resumen, la cliometría puede criticar y modificar la
historia producida por otros medios, pero no produce respuestas propias.

Los historiadores económicos se debaten hoy entre la satisfacción y el desencanto. En parte, el desaliento de los historiadores
económicos nace del sentimiento de que su trabajo no es apreciado ni por los historiadores ni por los economistas. A los
primeros les desanima el empleo que hacen los historiadores económicos de la jerga económica y de las técnicas cuantitativas,
incrementado como consecuencia de la revolución cliométrica. En cuanto a los economistas, los frutos de la revolución
cliométrica han tenido un efecto inesperado. En la medida en que los historiadores económicos han erigido como sus supremos
valores la aplicación de la teoría económica y el empleo de las técnicas econométricas, el resultado es que tienen muy poco que
enseñar a los economistas. Para determinados problemas que preocupan a los economistas puede no haber evidencia
contemporánea suficiente o debidamente documentada, de manera que los mejores ejemplos siguen procediendo del pasado.
Esto hace que los economistas presten cierta atención a la historia económica, pero su lista, aunque ampliada en los últimos
tiempos, no es lo bastante larga como para hacerles mantener esa atención. Además, demasiados economistas prefieren hacer
su propia interpretación de lo que consideran se “los hechos” pasados, ignorando las más recientes contribuciones de los
historiadores económicos. La teoría económica actual es un conjunto de modelos enfocados principalmente al corto plazo y
aislados del mundo exterior por una lista de restricciones y supuestos simplificadores, de carácter inacabado para la historia
económica. Los historiadores económicos son concientes de esta situación, pero también de su incapacidad para remediarla.
Las posibilidades de que la historia económica haga una verdadera contribución a la economía para por su colaboración con
algunos campos:
a) La economía del desarrollo
b) La economía del crecimiento
c) La economía neoinstitucional
d) La economía del cambio tecnológico
e) La economía del bienestar
f) La economía del medio ambiente

En estos casos, no se trata tanto de que los historiadores económicos vuelvan a tomar prestadas construcciones completas
acabadas por otras disciplinas, sino de que la historia económica preste su cooperación activa a proyectos en curso.
Desde finales de los años 50, la historia económica se ha beneficiado del empleo del razonamiento económico y de las técnicas
cuantitativas. Sin embargo, un número creciente de historiadores económicos tiene la sensación de que esta dependencia de
herramientas diseñadas para el tratamiento de cuestiones del corto plazo está limitando la capacidad para enfrentar problemas
del largo plazo. La teoría económica standard supone un estado del mundo en el cual la mayor parte de las variables se
mantiene constante a corto plazo, de manera que sólo hay que preocuparse por una pocas, y (a menudo) por relaciones de
causa-efecto en un único sentido. En la actualidad, los vigías de la historia económica escudriñan el horizonte de las corrientes
laterales de la economía en busca de nuevos caminos.

Conceptos claves de la Economía

 Microeconomía: estudia las unidades básicas del sistema económico. Su campo está constituido por los mercados de los diferentes
productos, bienes o servicios. Considera como unidades básicas a la familia (consumidor) y a la empresa (productor). Estudia cómo se
forman los precios, qué cantidades se producen y qué cantidades se consumen partiendo de mercados individuales, de un determinado
bien o servicio y prescindiendo del resto de la economía (equilibrio parcial); una vez estudiado el equilibrio de cada mercado, o
generalizando a partir de unos cuantos casos representativos, agrega las conclusiones, construyendo una teoría del equilibrio general,
describiendo la economía en su conjunto como la suma de las partes. No hay salto cualitativo de las partes al todo, sino que la
agregación de las unidades básicas no da el funcionamiento del sistema. Al tender cada mercado al equilibrio, la economía en su
conjunto tiende también al equilibrio. Las depresiones son inexplicables porque la economía tiende automáticamente a solucionarlas
encontrando por sí misma el nivel y la estructura de precios adecuados. Las inflaciones tienen fácil remedio manteniendo la disciplina
monetaria, es decir, no emitiendo demasiado dinero.
- Mercado: contexto dentro del cual toma lugar la compra y venta de mercancías, o donde se encuentran quienes demandan bienes y
servicios con quienes los ofrecen. Del encuentro entre uno y otro resultan un precio y una cantidad intercambiada. En condiciones
normales, los mercados tienden al equilibrio. Por continuos tanteos, la oferta y la demanda tienden a encontrar un precio
satisfactorio para ambas, al que las cantidades que una quiere vender y la otra comprar son iguales. Si la oferta y la demanda están
constituidas por un número suficientemente grande de individuos, de modo tal que sus decisiones particulares no sean capaces de
alterar el precio al cual se transan los bienes, se habla entonces de un mercado de competencia perfecta; si la oferta está limitada a
unas pocas, o a una sola firma, se habla respectivamente de oligopolio o monopolio; si es la demanda la restringida a pocos o un
solo comprador, se utilizan los términos oligopsonio y monopsonio. Para que un mercado sea considerado estrictamente como de
competencia perfecta, además, es indispensable que no haya restricciones para la entrada al mismo de nuevos oferentes o
demandantes y que, por otra parte, la información de los mismos sea completa y actualizada.
- Demanda: la cantidad que los consumidores de un producto están dispuestos a adquirir. La Ley de la Demanda dice que la cantidad
demandada de un bien se mueve en sentido inverso al de su precio. La elasticidad de la demanda se refiere a la respuesta que los
consumidores dan ante una variación del precio. Cuando ante variaciones pequeñas del precio tenemos grandes variaciones en la

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cantidad demanda, hay demanda elástica. Cuando las variaciones de precio producen cambios pequeños en la cantidad demandad,
hay una demanda rígida o inelástica. Cuando la variación del precio y la de la cantidad demanda son de la misma magnitud, hay una
demanda de elasticidad media o unitaria.
- Oferta: la cantidad de bienes que los productores están dispuestos a vender a los distintos precios. A mayor precio, mayor será la
cantidad que los productores estén dispuesto a vender. También la oferta puede ser elástica, inelástica o de elasticidad unitaria.
- Bienes: son objetos útiles, provechosos o agradables que proporcionan a quienes los consumen un cierto valor de uso o utilidad.
Los bienes económicos, más específicamente, son objetos que se producen para su intercambio en el mercado, es decir, son
mercancías, tienen un precio. Los bienes libres son aquellos de precio cero o de oferta ilimitada. Los bienes de consumo son
aquellos que son utilizados para la satisfacción directa de una necesidad. Los bienes de producción sirven para producir otros
bienes, o para producir servicios.
- Precio: cantidad determinada de dinero por la cual se intercambia un bien o servicio. El precio es el valor de un bien expresado en
términos monetarios, ya sea que éste se fije -como es usual- en unidades monetarias, o que se determine según la equivalencia con
cualquier otra mercancía que desempeñe el papel de dinero en el intercambio. Aunque los precios puedan ser controlados o fijados
más o menos arbitrariamente por los gobiernos, la teoría económica establece que ellos surgen de la interacción entre la oferta y la
demanda en el mercado. Las fuerzas que intervienen en el mercado son de una naturaleza tal que tenderán a seguir su propia lógica,
su propio interés, de modo que cualquier control que se imponga sobre los precios producirá una reasignación de los recursos en la
producción de bienes y servicios. La intersección de las curvas de oferta y demanda determina, en un momento dado, cual será el
precio de equilibrio para una mercancía en particular. Un aumento en la demanda creará oportunidades para que los oferentes exijan
un precio más alto, y hará también que otros oferentes potenciales, que hasta entonces no habían entrado al mercado, concurran al
mismo. Si la demanda baja habrá una tendencia a la disminución del precio, pues ante la escasez de compradores algunos oferentes
estarán dispuestos a rebajar el precio de sus mercancías para poder venderlas. Del mismo modo, aunque en forma opuesta, opera la
oferta: ante precios altos habrá muchos oferentes que preferirán el dinero a las mercancías que poseen, en tanto que, ante precios
bajos, la oferta se desestimulará. A largo plazo estos movimientos servirán para atraer más o menos inversiones a ciertas ramas de
producción, creando un efecto que compensa en parte el anterior: los precios bajos harán que se reduzcan las inversiones, y por lo
tanto la oferta a largo plazo, promoviendo indirectamente un aumento de los precios; los precios altos, naturalmente, producirán el
efecto inverso. En una economía de mercado, por lo tanto, los precios actuarán como señales que sirven para encauzar el flujo de
los recursos escasos que intervienen en la economía, haciendo así que la producción se encamine hacia aquellos bienes y servicios
que poseen mayor demanda. Igualmente cumplirán el papel de racionar los bienes entre los consumidores, de modo que éstos los
escojan no sólo de acuerdo a sus preferencias, sino en relación a la escasez relativa de los mismos. De allí que los controles de
precios produzcan profundas distorsiones en la economía, llevando frecuentemente a la escasez, el racionamiento o el surgimiento
de mercados paralelos, y generando en definitiva una asignación ineficiente de los recursos disponibles en una sociedad.
- Consumo: acto o proceso de obtener utilidad de una mercancía o servicio. En un sentido general sirve para indicar el proceso de
adquisición de bienes y servicios, así como también la cantidad que se gasta de cada uno de ellos. Es la finalidad última de la
actividad económica. Los bienes que se consumen cumplen la función de satisfacer una necesidad. La ciencia económica hace
abstracción de consideraciones éticas o morales en cuanto a definir lo que es una necesidad: se considera por tal cualquier deseo de
bienes o servicios que tenga de hecho el consumidor. En un sentido más amplio utilidad es equivalente a bienestar, satisfacción, etc.
- Utilidad: capacidad que tiene un bien para satisfacer una necesidad, lo cual es un componente subjetivo y, por ende, inmensurable.
La utilidad marginal se refiere al aumento o disminución de la utilidad total que acompaña al aumento o disminución de la cantidad
que se posee de un bien o conjunto de bienes y es, matemáticamente, igual a la derivada de la curva que describe la función de
utilidad a medida que aumentan los bienes a disposición del consumidor. Cuando un individuo adquiere unidades adicionales de
una mercancía la satisfacción o utilidad que obtiene de las mismas va, desde luego, aumentando; pero dicho aumento no es
proporcional o constante, pues cada vez resulta menor la utilidad obtenida de la última unidad considerada. Llegará un punto en
que, por lo tanto, se alcance el máximo de utilidad y, a partir de este punto, podrá haber incluso una utilidad negativa, pues unidades
adicionales del bien resultarán en definitiva una molestia, produciéndose entonces una desutilidad. Este comportamiento del
consumidor queda expresado en lo que se llama la Ley de la utilidad marginal decreciente, que puede ser enunciada diciendo que a
medida que el consumo de una mercancía aumenta en un individuo, manteniéndose constante todo lo demás, su utilidad marginal
derivada de esta mercancía decrecerá. La ley de la utilidad marginal decreciente sirve para explicar el comportamiento de la
demanda, para comprender por qué y cómo distribuyen los consumidores su renta entre unos bienes y otros: el consumidro tenderá
a distribuir su renta de tal manera que las utilidades marginales de los bienes consumidos, ponderadas por sus precios, sean iguales;
la utilidad total, obtenida del gasto de un ingreso dado, alcanzará su máximo cuando el gasto se distribuya de un modo tal que cada
unidad de gasto (unidad monetaria) determine utilidades marginales iguales para todos ellos; debido a que los precios de los bienes
difieren debiera decirse, para enunciar la afirmación anterior con más exactitud, que la utilidad en realidad se maximiza cuando las
utilidades marginales de los bienes son proporcionales a los precios relativos de ellos. Esta es la condición de equilibrio para el
individuo, considerado como consumidor. La ley de la utilidad marginal decreciente permite entender, entonces, cómo opera la
demanda de un determinado bien o servicio, pues no es la utilidad que una mercancía aisladamente produce la que determina su
demanda, sino la utilidad marginal que ésta posea para él en las circunstancias concretas en que se produce su elección.
- Producción: es cualquier actividad que sirve para satisfacer necesidades humanas creando mercancías o servicios que se destinan al
intercambio. Igual que los individuos y las familias acuden al mercado para procurarse los bienes de consumo que necesitan para
satisfacer sus necesidades, existen otros entes económicos (empresas y productores individuales) que se dedican a producir bienes y
servicios de consumo (que satisfacen directamente necesidades) o de producción (bienes que sirven para la producción).
El progreso tecnológico consiste en lograr una mayor productividad por medio del “rodeo productivo”, es decir, la inversión o
formación de capital. Capital es el conjunto de bienes de producción. Desde el punto de vista empresarial el capital está constituido
por un conjunto de valores o fondo unitario que integran todos los bienes invertidos en una empresa que se utilizan para la
producción y, por lo tanto, para la obtención de rentas y ganancias. El capital, en este sentido, es un factor de producción que, junto
con la tierra y el trabajo, resulta indispensable para el desarrollo de las actividades productivas. El capital suele dividirse
normalmente en capital fijo, que comprende al factor o conjunto de factores que no varía con el volumen producido (los bienes
durables tales como edificios, maquinarias e instalaciones de diverso tipo), y capital variable, que sí varía al variar el volumen
producido (trabajo, stocks de materias primas, bienes en proceso y componentes que son usados más rápidamente).

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El rendimiento de un factor es el aumento que experimenta la producción al aumentar en una unidad la cantidad de ese factor
empleado sin aumentar la cantidad empleada de los demás factores. La ley de los rendimientos decrecientes dice que en un proceso
productivo, si aumentamos la cantidad empleada de un factor, pero no aumentamos la de los demás, los rendimientos de ese factor
tenderán a disminuir. Los rendimientos decrecientes se presentan cuando, al añadir más cantidad de un factor productivo, se
obtienen crecimientos menos que proporcionales en la cantidad producida.
La unidad básica productiva es la empresa, cuya actividad característica es producir, esto es, combinar factores de producción para
crear bienes y servicios de consumo o de producción. La teoría económica ha prestado particular atención a dos problemas
fundamentales que enfrenta el productor: qué combinación de factores utilizar para lograr la eficiencia y qué cantidad producir para
maximizar las ganancias. Sobre ambos temas se ha llegado a resultados concluyentes, al menos en lo que respecta a una economía
de competencia: la eficiencia productiva se alcanza cuando el valor del producto marginal de cada factor productivo es igual a su
coste marginal; el nivel óptimo de producción se logra cuando el ingreso marginal -el ingreso que produce la "última" mercancía
vendida- se iguala con el coste marginal de producción. La empresa estará en equilibrio cuando el coste marginal sea igual al precio
al que el producto se vende en el mercado. El ingreso es el volumen de productos vendidos. El coste es el total de gastos realizados.

 Macroeconomía: estudia los grandes agregados. Hay salto cualitativo al pasar de los mercados individuales a los grandes agregados
nacionales e internacionales. La lógica de los grandes agregados es diferente a la de los pequeños mercados. Puede haber desequilibrio a
nivel de grandes agregados, y el papel del gobierno es crucial para restablecer el equilibrio y garantizar el crecimiento.
- Renta: flujo de bienes y servicios; conjunto de bienes y servicios consumidos e invertidos durante un período de tiempo. A escala
macroeconómica, llamamos Renta Nacional al flujo de bienes y servicios producidos en un país o nación durante un año que indica
el nivel de bienestar de una nación. Dado que el total producido en un país durante un año será igual a la suma de los ingresos de
sus individuos, la Renta Nacional podrá estimarse a partir de estadísticas de producción, de estadísticas de ingresos personales.
Además, dado que la oferta (producción) y la demanda (ingresos) se encuentran en los mercados, la estadística de gasto será una
tercera fuente. Deberían coincidir perfectamente, pero nunca es así y siempre hay errores. 1) En el sistema de los ingresos, los
problemas son la ocultación y las rentas no monetarias (autoconsumo, trabajos no remunerados monetariamente; 2) En cuanto al
sistema de producción, el principal problema es la posibilidad de doble contabilización (cuando incluimos como producto final
tanto el valor de lo producido por una determinada rama productiva como el valor de lo producido por la rama productiva que
abastece a la primera de materia prima o de otro factor de producción). Un método para calcular la Renta Nacional como
culminación del proceso productivo, y de relacionar el producto con los factores necesarios para producirlo es el de la tablas input-
output que, según su creador, el economista estadounidense de origen ruso Wassily Leontief, “describen el flujo de bienes y
servicios entre todos los sectores industriales de una economía durante determinado periodo”. Son radiografías de una economía
que muestran sus relaciones intersectoriales y permiten planificar las necesidades de una economía en proceso de cambio.
- Riqueza: todo bien que produce o puede producir renta. Riqueza nacional es el conjunto de activos productivos de una nación. El
valor de la riqueza cambia con el tiempo. A la riqueza se le puede agregar o añadir: inversión. A su vez, se desgasta con el tiempo o
el uso; a la reposición del desgaste se le llama amortización. Pero además la riqueza puede aumentar o disminuir de valor por
causas externas a ella, sin que intervengan modificaciones físicas. El principal modificador externo de la riqueza es la técnica. Los
cambios tecnológicos pueden tanto revalorizar como desvalorizar un activo (un activo es un trozo de riqueza), al igual que los
factores de localización, la legislación, las costumbres, etc.

 Factores de Producción: Son los diferentes recursos escasos que contribuyen a la creación de un producto. Algunos bienes libres que
contribuyen también a la producción, como el aire o la fuerza de gravedad, no son considerados factores de la misma puesto que no
entran en transacciones económicas y su precio es nulo.La economía política clásica consideró tres factores de producción: tierra, trabajo
y capital, a cada uno de los cuales correspondía una clase específica de ingresos: las rentas, los salarios y las ganancias o beneficios,
respectivamente. En la moderna teoría económica ya no se exige una explicación separada para la comprensión de cada uno de estos
factores y la distinción entre los mismos ha devenido más formal que práctica, y se utiliza especialmente como herramienta clasificatoria
para la presentación de ciertas estadísticas o para el estudio de algunos problemas concretos.
- La Tierra: llamamos así al conjunto de los recursos naturales. La tierra, en la economía clásica, era considerada como uno de los
factores básicos de producción que se diferenciaba del trabajo por su carácter no humano y del capital porque su oferta global no
podía incrementarse. La tierra es espacio para el desarrollo de actividades productivas -para la siembra o la cría de ganado, para la
instalación de plantas u oficinas- pero no es un espacio general y abstracto, sino uno que se valoriza de acuerdo a su facilidad de
acceso y su proximidad a los mercados. En economía el factor tierra incluye todos los recursos que se encuentran en el suelo y en el
subsuelo: aptitud del terreno para la producción agropecuaria, disponibilidad de agua, características del clima, existencia de
bosques, fauna y minerales. De la existencia de todos ellos -y de la demanda existente para los mismos, naturalmente- dependerá
también el precio de la tierra. Cuando se define a la tierra como un factor productivo diferente del capital se hace una distinción
entre los recursos naturales propiamente dichos y las mejoras introducidas por el hombre para el aprovechamiento de los mismos.
Estas son inversiones de capital que incluyen el mejoramiento de los suelos, la canalización de ríos, la construcción de puertos,
edificios, excavaciones mineras, caminos, cercas, etc. Para Ricardo, los precios de los alimentos estaban abocados
irremediablemente a aumentar, porque la población tiende a crecer, lo que causaría un aumento de la renta de la tierra y la ventaja
para los terratenientes. Sin embargo, Ricardo no dio peso suficiente al cambio tecnológico, el cual ha permitido que aumenten los
rendimientos de la agricultura y con ello que aumente la producción, sin que crecieran mucho los precios agrícolas y, por ende, la
renta de la tierra. La resultante ha sido, en contra de lo que esperaba Ricardo, un crecimiento relativamente escaso o nulo de la renta
de la tierra a pesar del enorme crecimiento demográfico. Otro defecto de la teoría ricardiana era suponer que el coste de otros
factores, como el trabajo, era constante.
- El Trabajo: es la actividad humana encaminada a satisfacer una necesidad. El trabajo tiene un precio determinado por la oferta
(determinada por el volumen total de población y la fracción de población activa dentro de ella, la cual depende de factores muy
diversos, de tipo institucional, cultural y estructural) y la demanda (determinada por su productividad monetaria real, la cual se
descompone en salario, productividad física y precio del bien final). El trabajo, por tanto, se negocia en un mercado con
características propias, el mercado de trabajo, el cual no se comporta siguiendo exclusivamente las leyes económicas, pues a los

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problemas sociológicos y culturales hay que agregar las restricciones que establecen las leyes laborales, los controles del Estado y
la presión de los sindicatos. Desde la Revolución Industrial, la productividad ha aumentado notablemente, lo cual ha absorbido y
compensado los aumentos en los salarios reales y los aumentos en la oferta total de trabajo. La demanda de trabajo ha crecido
enormemente en los últimos dos siglos, más que la oferta, y ese aumento de la demanda se debe al aumento en la productividad.
- El Capital: es el conjunto de todos los factores de producción “producidos”, es decir, hechos por el hombre. La definición que más
comúnmente se utiliza en economía es la de capital físico, es decir, el conjunto de bienes de producción (fábricas, máquinas, minas,
tierras de labor), todos aquellos bienes que no sirve al consumo directo, sino a la producción de otros bienes. La definición de
capital monetario se refiere al dinero como bien de producción. La teoría marxista define al capital como un sistema social y
económico. El capital suele dividirse normalmente en capital fijo, que no varía con el volumen de producción y comprende los
bienes durables tales como edificios, maquinarias e instalaciones de diverso tipo, y capital circulante o variable, que aumenta o
disminuye según el volumen de producción (materias primas, energía, trabajo). La idea de capital está relacionada con la de “rodeo
productivo”. Producir capital significa posponer el consumo. Ahorrar es abstenerse de consumir, reservar un bien para una futura
utilización. Invertir es producir capital. Lo característico es ahorrar para invertir, pero a veces se ahorra para atesorar. Para invertir
tenemos que tener cubiertas nuestras necesidades más inmediatas. La decisión de invertir vendrá determinada por los gustos y
preferencias, el nivel de la renta, y la rentabilidad esperada de la inversión. Al abstenerse del consumo presente y utilizar los
recursos disponibles para la creación de bienes de capital se asegura, sin embargo, un mayor consumo futuro, pues el valor de la
producción depende en gran medida de los medios de capital empleados para llevarla a cabo. De allí que el crecimiento económico
y el mayor nivel de vida de las naciones modernas depende, en una medida importantísima, de la gran cantidad de capital
acumulado que permite los altos rendimientos actuales y, por lo tanto, un nivel de consumo mucho más alto.

 El Dinero: Cualquier mercancía que sea aceptada ampliamente en una sociedad como medio de pago y medida de valor de los bienes y
servicios. En sí mismo el dinero no sirve para nada; su esencia es servir nada más que como instrumento de cambio. El productor recibe
dinero a cambio de sus mercancías, pero ese dinero lo acepta porque sabe que los demás también lo aceptarán cuando él lo utilice para
comprar algo a su vez. Funciones del dinero: 1) medio de pago: el dinero es el objeto que se transfiere entre las partes cuando se efectúa
un pago. En tal sentido sirve como medio de intercambio, función esencial en la economía de todas las sociedades, salvo las más
primitivas, donde las transacciones se efectúan mediante el trueque; 2) reserva de valor: el dinero es aceptado como medio de cambio en
gran parte porque puede guardarse y utilizarse en el futuro, cuando se quiera comprar algo; esta función permite también ahorrar, aunque
es necesario que su valor sea estable (si hay inflación, el dinero guardado irá perdiendo valor, lo que desanima el ahorro; si hay
deflación, el dinero guardado ganará valor, los precios bajarán y se ahorrará); 3) unidad de cuenta: el dinero se utiliza en una economía
como el sistema métrico decimal en el mundo físico, relacionando el valor (el precio) de un producto con el de todos los demás, y
permitiendo sumar o restar los valores de productos diversos (sistema abstracto a través del cual se fijan los precios de cada uno de los
bienes y servicios y se pueden realizar los intercambios entre los agentes que concurren a la producción y el consumo).
- Demanda de dinero: La demanda por una mercancía que cumple a la vez la función de medio de pago y de reservorio de valor. El
dinero, en tanto medio de pago, no es demandado en realidad por sí mismo, sino como un medio para la obtención de bienes y
servicios. La naturaleza precisa de la demanda monetaria es un tópico central de la moderna macroeconomía, y como tal ha sido
debatido ampliamente en los últimos años. ¿Qué impulsa a los agentes económicos a tener dinero? El keynesianismo sostiene que
tres motivos dan origen a la demanda monetaria: a) motivo transacción: existen necesidades derivadas de las transacciones que
realizan los individuos y las empresas, quienes necesitan dinero para sus adquisiciones de bienes y servicios; b) motivo precaución:
los individuos demandan dinero guiados también por la precaución, como una forma de protegerse ante contingencias imprevistas;
c) motivo especulación: lleva a demandar dinero cuando la rentabilidad de otros activos, por ejemplo bonos o títulos, no resulta
suficiente. Cuando se calcula la rentabilidad de los bonos deben tomarse en cuenta no sólo los pagos de intereses sino además la
posibilidad de tener pérdidas o ganancias de capital. Si la esperada pérdida de capital es mayor que el ingreso por intereses el
resultado neto será negativo, y los individuos preferirán retener o demandar dinero, no bonos o títulos; esto último, sin embargo,
dependerá también de las expectativas existentes. Hay cuatro grandes determinantes de la demanda de dinero: 1) la renta; 2) el tipo
de interés; 3) las expectativas en general; 4) las expectativas acerca del movimiento de los precios.
- Activo: todo aquello que una persona o empresa posee o le deben; los activos, por lo tanto, forman parte del patrimonio. Los
activos incluyen activos reales, es decir, bienes económicos que no son dinero y que son difícil de convertir en dinero, como
terrenos, edificaciones, plantas, máquinas, mobiliario y otros bienes; activos líquidos, cuando tienen total poder liberatorio, es decir,
cuando es aceptado sin problemas como medio de pago, es decir, cuando es dinero; activos semilíquidos, que son aquellos activos
que son fácilmente vendibles (o aceptados en pago), pero que a su vez le rinden algo a su propietario, como los títulos de deuda
pública.
- Liquidez: es la facilidad con que un activo puede convertirse en dinero. Los activos comprenden el efectivo, que es perfectamente
líquido, y otros que resultan gradualmente menos líquidos: divisas, valores, depósitos a corto y largo plazo, cuentas de resultado
acreedor, bienes de consumo duraderos, bienes de capital, metales preciosos, obras de arte, etc. El grado de liquidez de cada uno de
estos activos se mide por la facilidad de convertirlo en dinero efectivo.
- Interés: es el precio que se paga por el dinero que se presta. Se justifica porque: 1)el prestamista, al hacer el préstamo, ha
renunciado a la liquidez, y ese sacrificio tiene un precio (el tipo de interés); 2) el prestamista le está rindiendo un servicio al
prestatario. Generalmente se expresa como un tanto por ciento anual sobre la suma prestada, aunque dicho porcentaje puede
definirse también para otros períodos más breves, como un mes o una semana, por ejemplo. Al porcentaje mencionado se le
denomina tasa de interés. La tasa de interés, en principio, depende de la valoración que haga quien presta el dinero con respecto al
riesgo de no recuperarlo: cuanto mayor el riesgo mayor tendrá que ser el interés necesario para compensarlo. La incertidumbre hace
que la misma suma de dinero tenga más valor, relativamente, en el presente, pues la utilidad que ésta alcance en el futuro siempre
podrá ser inferior que la actual. Pero, más allá de este primer elemento, el tipo de interés reinante en un mercado será aquel que
iguale la oferta de fondos prestables con su demanda. Estos fondos prestables, como cualquier otro bien, tendrán así un precio de
equilibrio en el mercado, que será el tipo de interés al que se arribe.
- Oferta Monetaria: es la cantidad total de dinero en circulación en una economía. Depende del Estado y del sistema bancario. Se
compone de tres elementos: moneda fraccionaria, billetes de banco y cuentas corrientes. Las cuentas corrientes no son dinero de

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curso legal sino que, por el contrario, son dinero creado por el sistema bancario, que está compuesto mayoritariamente por
compañías privadas (dinero privado).
- Sistema bancario: el banco es un establecimiento que se ocupa de la intermediación financiera. Los bancos son entidades
mercantiles que se ocupan de comerciar con el dinero, considerado como mercancía, y por ello reciben y custodian depósitos y
otorgan préstamos. La organización y las funciones de la banca moderna dependen del crédito y éste, a su vez, es factible en gran
parte gracias al desarrollo del sistema bancario. Los bancos toman fondos del público y del gobierno y los utilizan para efectuar
préstamos a los clientes que los solicitan. El dinero entregado a los bancos queda a disposición de los depositantes a través de las
cuentas corrientes en que se asientan los movimientos que éstos hacen, y en las que el dinero puede ser retirado por medio de
cheques, órdenes especiales de pago que el banco reconoce. De los fondos así obtenidos el banco separa regularmente sólo una
pequeña parte, el llamado encaje, para atender los compromisos que surgen cuando se emiten cheques; el resto queda a su
disposición para efectuar préstamos, por los que cobra un interés determinado. De esta manera los bancos cumplen la función de
permitir la circulación del dinero en la economía, proveyendo la custodia de las cantidades que los depositantes no necesitan de
modo inmediato y entregándolo a quienes requieren de capital para el desarrollo de sus actividades. Así obtienen sus ingresos, con
los que costean sus gastos operativos y obtienen ganancias. Los Estados han estado dispuesto a tolerar que los bancos privados
pusieran en circulación nuevos medios de pago si ello permitía al propio Estado beneficiarse de la innovación. Además de ser para
el Estado una fuente de crédito y de impuesto, el sistema bancario está sujeto a fuertes controles del Estado, que es por ello el
principal responsable de la evolución de la oferta monetaria. El Estado tiene poder para señalar a los bancos privados qué
proporción mínima de reserva fraccionaria deben mantener en sus cajas. Con ello, se modifica la capacidad de crear dinero que
tiene el sistema bancario.
- Teoría cuantitativa de los precios: afirma que el nivel general de los precios depende de la cantidad de dinero en circulación.
Históricamente, tanto la población como la renta han aumentado, y desde luego, también lo ha hecho la oferta monetaria. Cuando
ésta no crece o crece más despacio de la demanda, resulta una tendencia de los precios a disminuir, ya que al escasear el dinero
relativamente y al abundar los bienes y servicios relativamente, el precio de éstos en términos de aquél tenderá a bajar. Cuando, por
el contrario, la oferta monetaria crece más rápidamente que la renta los bienes y servicios escasearán con relación adinero, y sus
precios, por tanto, subirán. Si abunda el dinero, habrá más gente con dinero dispuesta a comprar un número limitado de bienes; al
no haber para todos, los precios de esos bienes subirán. Si hubiera poco dinero, los bienes y servicios sobrarían y sus precios
tenderían a bajar. La versión extrema de la teoría cuantitativa diría que todo aumento de la oferta monetaria produce un aumento
proporcionalmente igual de los precios. Esta versión hoy está desprestigiada, y se tiende a pensar que los precios aumentarán a una
tasa aproximadamente igual a la diferencia entre la tasa de crecimiento de la oferta monetaria y la tasa de crecimiento de la renta
nacional: si la oferta de dinero crece a la misma velocidad que la demanda (renta nacional), los precios serán estables; si crece más
deprisa, los precios aumentarán tanto más rápidamente cuanto mayor sea la diferencia entre una y otra tasa de crecimiento; y si
crece más despacio, los precios bajarán, tanto más cuanto mayor sea la diferencia entre ambas tasas.

 La intervención del Estado en la economía: el peso del Estado dentro de la economía de los distintos países, medido por la proporción
de Renta Nacional que el Estado apropia en forma de impuestos, aumenta con el tiempo y con el desarrollo económico. Para Smith, la
intervención del Estado en la economía debía ser muy limitada, circunscrita a mantener la paz y el orden, en hacer que se respectaran las
leyes, en recaudar lo necesario para mantener la burocracia necesaria a esos fines. En el siglo XX, el panorama ha cambiado,
básicamente porque se ha perdido la fe en que los mecanismos impersonales del mercado funcionen a satisfacción de la mayoría.
Algunos piensan que el mercado funciona demasiado lentamente y que el Estado debe intervenir para acelerar el proceso de desarrollo
económico. Otros (marxistas, comunistas) piensan que el mercado es un sistema económico rechazable, bien porque requiere la
propiedad privada, bien porque produce distorsiones e injusticias. Otras posiciones intermedias consideran que el mercado funciona,
pero presenta problemas de equidad, lentitud, de tendencia al desequilibrio o fluctuaciones, que requieren la acción correctora del
Estado. Se piensa que el Estado tiene una función niveladora de las utilidades marginales; que debe corregir las distorsiones e injusticias
que produce el mercado cuando no se dan las condiciones de libre concurrencia; que debe corregir acumulaciones no justificadas,
intervenir para paliar temporalmente los rigores que imponen los ajustes del mercado, y satisfacer necesidades colectivas (salud,
educación, cultura, etc.). Dos posiciones a favor de la intervención del Estado: a) los desarrollistas, que recomiendan la acción del
Estado para suplir y acelerar las vacilaciones y tanteos del mercado; b) los keynesianos, que desconfían de la capacidad autorreguladora
de la competencia a nivel macroeconómico.
- La política fiscal: es el arma más clásica utilizada por los gobiernos para intervenir en la economía, y su principal instrumento es el
presupuesto (instrumento contable que registra los ingresos y los gastos del Estado). Ingresos del Estado:
a) impositivos: los impuestos son exacciones sin contrapartida inmediata. A cambio de los impuestos el Estado rinde unos servicios
públicos gratuitos y satisface las llamadas “necesidades colectivas” tales como la paz, el orden, la justicia, la defensa, etc. Podemos
definir los impuestos directos como aquellos que gravan directamente la capacidad de pagar del contribuyente (como el impuesto
sobre la renta). Los impuestos indirectos gravan de manera indirecta la capacidad de pagar; lo que gravan, típicamente, es una
transacción, casi siempre la adquisición de un bien o un servicio (impuestos de consumos y aranceles de aduanas). Para el
consumidor es preferible un impuesto directo, porque es más equitativo (pagan más los más ricos)y porque permite al contribuyente
redistribuir su gasto como quiera. Se considera a los impuestos directos como más justos (progresivos) que los indirectos, tachados
de regresivos porque no discriminan según la capacidad de pagar. Sin embargo, no todos los impuestos indirectos son regresivos, ni
todos los directos progresivos. Según su incidencia sobre la capacidad de pagar, los impuestos pueden clasificarse en: a) regresivos,
si recaen con más peso sobre las rentas bajas que sobre las altas; b) proporcionales, si recaen con igual fuerza sobre unas y otras; c)
progresivos, si recaen con mayor peso o proporción sobre las rentas altas.
b) no impositivos: derivados de las actividades empresariales o cuasi empresariales del Estado, como las tasas (ingresos que el
Estado obtiene a cambio de ciertos servicios o contraprestaciones que él mismo realiza) y los ingresos patrimoniales (los que recibe
el Estado como propietario de empresas u otros activos como tierras, edificios, etc.)
Si el presupuesto no está equilibrado, puede saldarse con déficit (los gastos son mayores a los ingresos) o superávit (los ingresos
son mayores a los gastos). El déficit del presupuesto público se salda pidiendo dinero prestado. El Estado emite obligaciones
(pagarés, promesas de pago) con el nombre genérico de Deuda Pública. Comprar Deuda Pública es hacer un préstamo al Estado.
Hay dos tipos de compradores de Deuda: los particulares y los bancos. Los bancos tienen mucho dinero, por lo que pueden hacer
grandes préstamos rápidamente, y tienen grandes redes de distribución que le permite, a su vez, revender la Deuda a sus clientes

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particulares, convirtiéndose así en meros intermediarios. Puede ocurrir que, bien porque la emisión sea muy grande, bien porque el
Estado esté desprestigiado, bien porque el país sea muy pobre y no haya muchos ahorradores, los bancos tengan dificultades en
colocar la Deuda y entonces se conviertan ellos en prestamistas del Estado. En este caso, el Estado se ve obligado a darles
incentivos (además del interés que paga la Deuda) para que acepten quedarse con los títulos; y el más frecuente es el derecho a
monetizar la Deuda. El Estado, en cierta medida, obliga a la banca a comprar la Deuda Pública y, en cierta medida, autoriza a la
banca privada a monetizar la Deuda Pública (a expandir su pasivo monetario). En realidad, el Estado está diciendo a los bancos
“prestadme dinero y yo a cambio os autorizo a emitir más dinero”. Si los bancos colocan la Deuda entre los particulares, no habrá
monetización; si la banca se guarda la Deuda y crea dinero, entonces sí hay monetización, lo que puede tener efectos inflacionistas.
No toda la Deuda Pública es fruto del déficit. La Deuda flotante o a corto plazo se emite para remediar problemas de liquidez a
corto plazo debidos, típicamente, a la estacionalidad con que se pagan los impuestos. Ha sido muy frecuente, sin embargo, que el
Estado se encuentre incapaz de pagar su deuda flotante y decida convertirla en Deuda a largo plazo o deuda consolidada.
- La política monetaria: es otra arma de intervención gubernamental en economía, con el objetivo de regular la actividad económica
a través de variaciones en la Oferta Monetaria y del precio del dinero, es decir, del tipo de interés. En épocas de inflación, una
contracción de la Oferta Monetaria contribuirá a frenar el aumento de precios, en virtud de la estrecha relación existente entre
dinero en circulación y precios. Una disminución de la Oferta Monetaria tenderá a reducir el crédito disponible, por lo que tanto la
actividad productiva como el consumo decaerán. La demanda de bienes y servicios decaerá y ello tenderá a producir una
moderación o una caída en los precios. En épocas de depresión, una expansión de la Oferta Monetaria producirá un efecto
euforizante. Aumentará el crédito y se abaratará, lo que producirá un aumento de la demanda, de la actividad económica y de los
precios. Una de las críticas a la política monetaria es que es más eficaz para reprimir la inflación que para remediar la depresión,
porque, si las perspectivas son malas, será difícil convencer a empresarios y consumidores de hacer uso del crédito. Su eficacia
como arma antiinflacionista no se discute, pero se objeta que puede resultar un medio brutal e indiscriminado que perjudique a
ciertos sectores de la economía. La máxima efectividad se consigue con una buena combinación y armonización de la Política
Monetaria y la Fiscal, la llamada Política Mixta. Los principales instrumentos de la política monetaria son: a) los redescuentos
(operación mediante la cual el Banco Central de un país descuenta letras y otros efectos que los bancos comerciales, a su vez, han
descontado a sus clientes. El redescuento es una forma de crédito que se da a los bancos comerciales y que permite a éstos mejorar
su liquidez); b) la política de mercado abierto (compra y venta de títulos valores efectuadas bien por el banco central, bien por el
ministerio).
- Marco jurídico e institucional: el Estado también puede intervenir proveyendo el marco jurídico e institucional en que se mueve
la actividad económica.
- Estado empresario: la participación del Estado en el proceso productivo, produciendo bienes y servicios en competencia con la
empresa privada.
- Política comercial: típicamente, en el comercio exterior. Las armas principales son fiscales y monetarias: los aranceles son
impuestos, el control de divisas está dentro de la política monetaria. También puede utilizar medios diplomáticos, sanitarios y
militares.
- Servicios sociales y económicos: el Estado puede intervenir en áreas como la salud, la educación, la vivienda, el mercado laboral,
la seguridad social, la cultura, etc. El principal instrumento de intervención del Estado en estas áreas es el gasto público, la
manipulación de la opinión pública y medidas administrativas.

 Comercio Internacional: Intercambio de bienes o servicios entre personas de distintos países. La diferencia esencial entre el comercio
dentro de las fronteras nacionales y el comercio internacional es que este último se efectúa utilizando monedas diferentes y está sujeto a
regulaciones adicionales que imponen los gobiernos: aranceles, cuotas y otras barreras aduaneras.
- Ventaja absoluta: beneficio que obtienen unos países o regiones en la producción de ciertos bienes por la desigual distribución de
los recursos (humanos, climáticos, geológicas, energéticos).
- Ventaja comparativa: teoría formulada por primera vez por David Ricardo a comienzos del siglo XIX, que explica los beneficios
que obtienen todos quienes participan en el comercio internacional. También se la denomina teoría del coste comparativo. La
misma afirma que, en unas condiciones técnicas dadas, el producto total que se obtiene de la especialización y el cambio, en lugar
de la autarquía y el aislamiento económico, se maximizará si cada país o región se especializa en la producción de aquellos bienes o
servicios en los que su coste comparativo sea relativamente menor. Aunque todas las regiones o naciones estuviesen igualmente
dotadas, saldrían todas ganando si unas se especializasen en unas cosas y las otras en otras, porque la especialización permite
aumentar la productividad, debido a las economías de escala, a las economías externas y a que la especialización aumenta la
destreza.
- Aranceles: son impuestos indirectos que gravan las mercancías importadas. Los aranceles fiscales tienen como finalidad
primordial la recaudación. Los aranceles protectores tienen por finalidad proteger a algún sector de la economía nacional:
encareciendo el producto importado, aminora la competencia extranjera y permite que el sector nacional venda más caro. No es el
arancel el único medio de proteger estorbando el comercio, hay otros más radicales, como las prohibiciones, las cuotas, el control
de cambios, los reglamentos sanitarios, y otros. Las trabas al comercio benefician a una minoría (los productores del bien
protegido) y perjudican a la mayoría (los consumidores y, en el caso de que el bien protegido sea un factor de producción, los
productores que utilizan ese bien como factor). Hay al menos cuatro argumentos a favor del arancel: 1) argumentos
extraeconómicos: se trata de mantener actividades aunque sean ineficaces porque en período de guerra puede ser necesario
autoabastecerse; 2) arma negociadora: vivimos en un mundo proteccionista; si nosotros practicamos el liberalismo, nuestra
economía se verá desmantelada; 3) argumento fiscal: el arancel fiscal tiene tanta justificación como el resto del sistema impositivo,
aunque debe ser moderado, afectando mínimamente los flujos comerciales; 4) argumentos dinámicos: la competencia de un país
desarrollado puede mantener a otro, de gran potencial industrial, en estado de subdesarrollo porque el mercado del país
subdesarrollado se encuentra ya abastecido por las importaciones provenientes del país adelantado; para desarrollar esas
potencialidades es necesario un arancel que excluya las importaciones y permita a esas industrias nacientes del país atrasado
desarrollarse.

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- Balanza de pagos: instrumento contable que registra las transacciones internacionales (pagos y cobros) realizadas por un país en un
período de tiempo determinado, generalmente un año. Estas transacciones pueden dividirse en cuatro grupos: 1) compras y ventas
de mercancías; 2) compras y ventas de servicios; 3) transferencias sin contrapartida (regalos y similares); 4) préstamos. En ella se
incluyen los pagos efectuados al extranjero por la adquisición de bienes y servicios, junto con las entradas provenientes del exterior
por los mismos conceptos. Como tal, es un sumario estadístico que muestra todas las transacciones externas en las que está envuelto
un país durante un período dado de tiempo, un año por ejemplo. La balanza de pagos se compone de dos cuentas: la balanza por
cuenta corriente y la balanza o cuenta de capital. La primera de ellas está integrada por la balanza comercial, que refleja el
movimiento de bienes, y la balanza de servicios, que muestra el movimiento de las exportaciones e importaciones denominadas
"invisibles", las cuales incluyen todo tipo de servicios; la segunda muestra el saldo entre las entradas y salidas de capital, los
préstamos y las salidas acomodantes (partidas de la balanza de pagos que vienen determinadas por la evolución de las demás y que
contribuyen a mantener el equilibrio contable; las otras partidas se llaman autónomas, y su magnitud viene determinada por las
decisiones de los agentes económicos con total independencia de las otras magnitudes de la balanza de pagos). El saldo final de la
balanza de pagos debe ser reconciliado mediante movimientos compensatorios simétricos a dichos movimientos, que consisten en
un aumento o disminución de las reservas internacionales que posee un país. Si el saldo final de la balanza de pagos es positivo o
superavitario ello significa que el país ha tenido, durante un período dado, mayores ingresos que egresos netos; esa diferencia pasa
a integrar entonces las reservas de oro y divisas que el país posee, en un movimiento que suele llamarse creación de reservas.
Cuando el saldo es deficitario, del mismo modo, la creación de reservas adquiere un signo negativo, lo que significa que el país
posee menos cantidades de oro y divisas que al cierre del ejercicio anterior.
- Tipo de cambio: cada país tiene su propia unidad monetaria; pero en el comercio internacional las transacciones exigen pagos en
monedas extranjeras. El precio al que una moneda se cambia por otras recibe la denominación de tipo de cambio. En el mercado
libre internacional, el tipo de cambio de una moneda se determina igual que cualquier otro precio en el mercado, es decir, por el
juego de la oferta y la demanda. Si el Estado no interviene y deja que el tipo de cambio se fije cada día en el mercado internacional,
se habla de un tipo de cambio flotante. Si el Estado interviene, puede hacerlo de varias maneras: la más drástica es la fijación de un
tipo de cambio por ley, es decir, el tipo de cambio fijo, el cual puede funcionar como un sistema de patrón oro, por el cual lo que se
fija es la equivalencia de la moneda en oro, y se mantiene su convertibilidad en ese metal, o bien puede funcionar en un sistema de
patrón fiduciario, por el cual el Estado fijará el tipo de cambio de la moneda en las principales monedas extranjeras de los países
con los que la nación tiene más estrechas relaciones económicas; hay otras políticas intermedias de intervención del Estado en el
mercado de cambios, que reciben el nombre genérico de flotaciones sucias, por las cuales el Estado interviene en el mercado para
evitar las fluctuaciones excesivas de su moneda, pero deja que el tipo de cambio siga los rumbos que marca el mercado. El sistema
de patrón oro y el de tipo de cambio flotante son regímenes de regulación automática, mientras que el sistema de cambio fijo con
patrón fiduciario requiere normalmente que el Estado suplemente con su acción el automatismo del mercado.
La tasa de cambio entre las monedas convertibles es fijada, como ocurre para cualquier otro precio, por la oferta y la demanda
mundial de las mismas. Estas varían, en principio, de acuerdo a los saldos de la balanza de pagos, es decir, como resultado de los
movimientos del comercio internacional: un déficit hará que un país tenga exceso de moneda nacional frente a las restantes divisas,
haciendo que el valor de éstas aumente y que se registre una perdida de valor -devaluación- de la moneda nacional; un superávit
producirá, naturalmente, el efecto inverso, una revaluación. Al producirse una devaluación los bienes que exporta el país resultarán,
por lo tanto, más baratos: su precio, medido en moneda nacional, será menor en términos de dólares u otras divisas. Este hecho
estimulará el aumento de las exportaciones, pues los compradores foráneos preferirán obviamente adquirir bienes más baratos. Algo
semejante, pero de signo inverso, ocurrirá con las importaciones, pues una devaluación las encarecerá, estimulando su contracción.
El resultado de ambos procesos incidirá en la eliminación de los déficits de la balanza de pagos, reestableciéndose así el equilibrio
en las cuentas externas de la nación. Lo anterior tiene validez, sin embargo, sólo si los mercados cambiarios pueden actuar
autónomamente, sin intervención gubernamental. En esas circunstancias se dice que existe un tipo de cambio libre o flotante. Los
bancos centrales pueden alterar estas circunstancias mediante diversos procedimientos: pueden darse excesivas emisiones de la
moneda nacional -para atender déficits presupuestarios internos- produciéndose una devaluación que no responde a los saldos del
comercio internacional, y pueden también intervenirse los mercados cambiarios mediante la restricción de la oferta de divisas, la
fijación de paridades específicas para diversos fines, etc. Este tipo de cambio intervenido, que puede servir para reducir el costo de
los productos importados, tiene sin embargo serias limitaciones: tiende a acumular déficits importantes en la balanza de pagos y a
producir un sistema de precios distorsionados.

 El equilibrio macroeconómico: Los economistas clásicos, en especial Smith y Ricardo, concentraron su interés en los problemas del
crecimiento a largo plazo. Para ellos, el equilibrio a largo plazo estaba garantizado por el funcionamiento de los mercados. Say fue el
primero en enunciar el principio de que, a través del funcionamiento flexible de los mercados, en una economía no puede haber
superproducción o exceso de oferta. Keynes puso en entredicho esta ley porque advirtió que en la mayoría de los mercados, al menos en
el siglo XX, los precios no se comportaban con la flexibilidad necesaria como para que funcionara la ley de Say; en muchos mercados
los precios no bajan aunque haya exceso de oferta. Por eso puede haber crisis prolongadas. Para los clásicos, la cuestión estaba en que la
economía creciera y no permaneciera estancada, advirtiendo que la clave del crecimiento estaba en la inversión. Para los keynesianos,
también.
- La demanda global: desde una óptima macroeconómica, llamamos demanda global a la demanda de bienes y servicios en el
conjunto de toda la economía. Se trata de la demanda de todos los bienes, determinada por las rentas agregadas de todos los
miembros de esa economía. La demanda global final de una economía se descompone en demanda de bienes de consumo y ahorro:
estas son las dos alternativas que tienen las economías familiares para dar empleo a su renta. Frente a esta demanda global tenemos
una oferta global u oferta agregada. Esta será en realidad la Renta Nacional, es decir, el conjunto de bienes y servicios producidos
durante un período determinado. Y estos bienes y servicios podemos dividirlos en dos grupos: de consumo y de inversión. Por
definición, la demanda de bienes de consumo, más el ahorro, deben ser iguales a la producción de bienes de consumo más la
producción de bienes de inversión. De lo contrario, la situación es grave. Si la demanda es mayor que la oferta, los precios tenderán
a subir: hay peligro de inflación. Si la demanda es menor que la oferta de bienes de consumo, habrá excedentes invertidos, muchas
empresas tendrán pérdidas, no se contratarán nuevos trabajadores y habrá peligro de paro. El problema, por tanto, está en lograr que
el ahorro sea igual a la inversión. Para los clásicos, esta igualdad se producía automáticamente: el público ahorraba para obtener un
beneficio depositando ese dinero ahorrado en un banco al máximo tipo de interés posible; si había exceso de ahorro, los bancos se
encontraban con más fondos de los que podían prestar y bajaba el tipo de interés, lo que disminuía el ahorro. Para Keynes, la gente
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no ahorra por el tipo de interés, sino en función de su renta; las variaciones en el tipo de interés afectan poco al ahorro, y además, el
mercado de dinero también es rígido a la baja, de manera que por mucho exceso de ahorro que haya, el tipo de interés nunca baja a
cero; por tanto, la demanda de bienes de consumo no tiene por qué se igual a la oferta, por lo que puede haber tendencias a la
inflación y al paro que la economía no corrige sola sino que necesita la intervención del Estado.
- Multiplicadores: la teoría de multiplicador nos muestra cómo un cambio en una de las magnitudes claves de la economía, tales
como el gasto público, la exportación, o la inversión en general, se magnifica a través de toda la economía, lo cual puede ser causa
de fluctuaciones. En general, es la relación que una variable ejerce sobre otra en forma ampliada, es decir, cuando el efecto
producido es mayor que la causa que lo origina. El término se aplica normalmente para medir la proporción en que aumenta la renta
nacional a partir de un incremento del gasto público y/o del gasto de inversión privado.
- Aceleradores: El principio del acelerador nos muestra otra fuente de fluctuaciones económicas: las fluctuaciones en la inversión
debidas a variaciones en el consumo. El acelerador nos relaciona el volumen de inversión con el consumo, y sugiere que meros
cambios de ritmo en el consumo pueden provocar fuertes oscilaciones en la inversión. Según este principio, llamado también teoría
del acelerador, cuando la renta está creciendo, es necesario que haya una inversión adicional para aumentar la producción de bienes
de consumo. Si la renta disminuye o es constante no se requiere nueva inversión, o sólo se necesita la destinada a reemplazar el
equipo que se desgasta. Ahora bien, cuando la renta crece, cada incremento de la renta inducirá un aumento más que proporcional
de la inversión, dado que la duración de los bienes de capital es mayor que el período contable normal de un año. Es decir, la
inversión es no sólo función de las variaciones de la renta sino que, además, el nivel de la nueva inversión será un múltiplo de la
variación de la renta. Tal múltiplo se denomina coeficiente acelerador, o simplemente acelerador.
- Ciclos: la experiencia histórica muestra que las magnitudes económicas evolucionan con altibajos u oscilaciones a lo largo del
tiempo. Se denominas ciclos a las fluctuaciones regulares de las actividades económicas a lo largo del tiempo, usualmente medidas
o expresadas como variaciones del producto nacional bruto. Las fases principales del ciclo son la de auge o expansión, donde
crecen la actividad económica total y el empleo, y la de recesión o contracción, donde disminuye el ritmo de la economía y
descienden -o se estancan- dichas variables. A las recesiones también se las suele llamar depresiones, aun cuando este último
término, en algunos casos, se reserva para las recesiones de cierta consideración; si la depresión es muy intensa se utiliza, en el
lenguaje cotidiano, la palabra crisis, aunque este vocablo carece de mayor precisión y es empleado en forma poco rigurosa para
aludir a una situación de recesión aguda. Desde un punto de vista económico crisis es, sin embargo, el punto en que la expansión
alcanza su máximo y "estalla", pasándose a la recesión. La fase expansiva del ciclo también se designa con la palabra inglesa boom,
aunque muchos autores sólo usan este término en casos de una expansión de cierta consideración.
Ya desde finales del siglo XVIII se observó que las actividades económicas no progresaban de un modo lineal sino que seguían un
patrón caracterizado por alzas y bajas, repitiéndose el ciclo cada cierto tiempo. Las oscilaciones no eran bruscas, sino que
respondían a un patrón aproximadamente sinusoidal, como en un verdadero ciclo, aunque cada fase expansiva mostraba un
incremento con respecto a la anterior. Durante el siglo XIX se señaló el carácter comercial de las oscilaciones y se observó que los
ciclos tenían una duración aproximada de entre ocho y diez años de crisis a crisis. A estos ciclos los llamó Schumpeter “ciclos
Juglar”, pero también se han observado ciclos más breves, de unos tres años, otros más largos, de unos 20 años (“ciclos Kuznets”),
y otros aún más largos, de medio siglo o más.
Han aparecido numerosas y variadas teorías para explicar los ciclos económicos y toda la materia ha sido objeto de un fuerte debate
durante mucho tiempo. Algunos teóricos, como Marx, opinan que los ciclos económicos son inherentes al capitalismo. Otros, como
Moore, se inclinaban por atribuir los ciclos a factores climatológicos. Otro tipo de teorías del ciclo hacen hincapié en factores de
carácter psicológico. En general, estas teorías atribuyen al crédito bancario gran parte de la responsabilidad por las fluctuaciones en
la actividad económica. Otro grupo de teorías son las llamadas del subconsumo, que atribuyen las crisis a una deficiente
distribución de la renta, que hace que exista un desequilibrio creciente entre lo producido y lo vendido: las crisis de subconsumo
son también de superproducción. Para Schumpeter, los ciclos son consecuencias de la innovación tecnológica. Las teorías más
satisfactorias del ciclo son las keynesiasnas: en épocas de normalidad, los mecanismos del multiplicador y del acelerador se
combinan para producir procesos de rápido crecimiento: cualquier aumento fuerte ocasional en la inversión produce efectos
multiplicadores sobre el consumo que, a su vez, provoca un efecto de aceleración sobre la inversión. Inversión y consumo se van
estimulando recíprocamente y causando un típico proceso de rápido crecimiento. Pero el mecanismo de aceleración lleva en sí
mismo un mecanismo de retroceso. Basta con que el consumo deje de crecer para que la inversión se venga abajo. El consumo no
puede crecer indefinidamente a tasas muy altas porque el crecimiento de la población es lento y hay grandes sectores del consumo
que son poco elásticos a la renta. En un cierto momento aparece la superproducción o el subconsumo, llega la crisis, y todo el
mecanismo de aceleración-multiplicación empieza a funcionar marcha atrás. La caída de la inversión provoca una caída en el
consumo, lo cual deprime más la inversión. Se alcanza un nivel mínimo en la depresión, nivel del que se sale cuando la necesidad
de renovar el equipo pone de nuevo en marcha el mecanismo aceleración-multiplicación.
- Inflación: aumento general del nivel de precios que obedece a la pérdida de valor del dinero. Las causas concretas e inmediatas de
la inflación son diversas pero, en esencia, se produce inflación cuando la oferta monetaria crece más que la oferta de bienes y
servicios. Cuando esto ocurre, existe una mayor cantidad de dinero a disposición del público para un conjunto de bienes y servicios
que no ha crecido en la misma proporción. Ello hace que el dinero resulte relativamente más abundante y que, como en el caso de
cualquier otra mercancía cuya oferta se amplía, tienda a reducir relativamente su valor, haciendo que se necesite entregar más
unidades monetarias para obtener la misma cantidad de bienes. El origen más frecuente de la inflación es el déficit fiscal. Los
gobiernos normalmente emiten bonos o títulos para enjugarlo, con lo que incrementan la deuda pública; pero todos los instrumentos
de financiamiento obligan al pago de intereses y deben rescatarse, al menos en parte, en algún momento, pues no es posible
sustituirlos indefinidamente por otros. Ello origina que aumente en definitiva la cantidad de dinero en circulación, creándose dinero
inorgánico que no está respaldado por una ampliación de la base monetaria. El proceso, en ciertas condiciones, puede llevar a una
espiral incontenible de precios: el aumento del valor nominal de las mercancías hace que los sindicatos y otras fuerzas sociales
presionen por aumentos en los salarios (y a veces por un incremento en el gasto público social), lo que incide en los costos
nominales de las empresas quienes, a su vez, aumentan el precio final de sus mercancías. Cuando el gobierno acepta estas presiones
-imponiendo aumentos de salarios o su indexación, y aumentando sus gastos nominales- se produce una presión inflacionaria
creciente que lleva al fenómeno conocido como hiperinflación o, en todo caso, a que se mantenga un alto nivel de inflación durante
períodos bastante prolongados.
Analíticamente suele distinguirse entre inflación de demanda e inflación de costos aunque ambas, en el proceso referido
anteriormente, son dos expresiones de un mismo fenómeno. La inflación de costos se produce cuando aumentan los precios de los
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factores productivos, especialmente los salarios, lo que lleva a que las empresas trasladen tales aumentos de costos a los precios; la
inflación de demanda ocurre cuando la economía entra en una fase expansiva, hay mayor cantidad de dinero en poder del público y
existe una presión de la demanda que encuentra una oferta que no puede crecer al mismo ritmo. No se produciría inflación, en
realidad, si los salarios aumentasen sin que se expandiese la oferta monetaria: sus incrementos serían compensados, directa o
indirectamente, por el descenso de otros precios; pero, al validar el aumento de los salarios con un aumento en la oferta monetaria,
se genera una expansión en la demanda agregada que impulsa los precios hacia arriba. Se crea así un círculo vicioso, pues unos
aumentos retroalimentan a otros, provocando situaciones inflacionarias que a veces se prolongan por muy largo tiempo.
- Desempleo: ausencia de empleo u ocupación: están desocupadas o desempleadas aquellas personas que, deseando trabajar, no
encuentran quien las contrate como trabajadores. Para que exista una situación de desempleo, sin embargo, es necesario que la
persona no sólo desee trabajar sino que además acepte los salarios actuales que se están pagando en un momento dado. También
suele hablarse, en un sentido menos preciso, del desempleo de otros factores productivos: tierra, maquinarias, capital, etc.
Las causas del desempleo son múltiples y variadas, originando en consecuencia diferentes tipos o modalidades de desempleo. El
desempleo que se llama friccional o de búsqueda es aquel que se produce por la falta de homogeneidad y de información perfecta
que pueda existir en el mercado de trabajo. Obedece, por lo tanto, a una situación claramente transitoria, motivada por el tiempo en
que los trabajadores y empleadores pierden hasta que encuentran la colocación o el personal que satisface sus necesidades. Dado
que la búsqueda de trabajo representa un costo, básicamente por el tiempo requerido en obtener la información sobre las ofertas
existentes, la persona desempleada evaluará los posibles beneficios de una búsqueda más larga contrastándolos con el aumento en
los costos que ella representaría. Esta evaluación determinará el tiempo medio de búsqueda y, por lo tanto, dará origen a un mayor o
menor desempleo friccional. Cuando el trabajador no acepta ciertas colocaciones porque tiene la expectativa de conseguir otra
mejor si espera un tiempo prudencial, se habla de desempleo de precaución o especulativo. En todo caso el desempleo friccional, en
las sociedades modernas, que usan ampliamente diversos medios de comunicación, resulta bastante reducido en términos
porcentuales. Se habla de desempleo estacional, por otra parte, para referirse al que se produce por la demanda fluctuante que existe
en ciertas actividades, como la agricultura, por ejemplo. En este caso existen períodos del año económico que requieren de mucha
mano de obra -como la temporada de cosecha, por ejemplo- y otros en que la demanda se reduce notablemente. El desempleo
estacional se hace menor cuando las personas tienen posibilidades de ocuparse en otras ramas de actividad durante el período en
que desciende la demanda de trabajo. Suele hablarse también de desempleo tecnológico cuando éste es producido por cambios en
los procesos productivos que hacen que las habilidades que poseen los trabajadores no resulten ya útiles, en tanto que puede no
haber suficientes personas entrenadas en las nuevas técnicas como para satisfacer la demanda. En condiciones en que la demanda
agregada disminuye, como en la fase recesiva del ciclo económico, se produce también un incremento en el desempleo que, por lo
tanto, suele llamarse cíclico. La disminución en la demanda de trabajo presiona los salarios hacia la baja hasta que llegan a un punto
en que, finalmente, se reactivan las inversiones y la economía en general, con lo que el desempleo comienza a decrecer. En la
economía keynesiana se habla también de un desempleo producido como consecuencia de deficiencias en la demanda agregada
que no tienen carácter cíclico: la preferencia por la liquidez hace que no todos los ingresos se canalicen hacia la inversión o el
consumo, lo que produce una deficiencia de la demanda que lleva a un equilibrio económico en una situación que no es de pleno
empleo, y que sólo puede ser compensada mediante el incremento en la demanda que origina el gasto público. El desempleo,
además, es producido también por factores de tipo legal o institucional: cuando las autoridades de un país fijan un salario mínimo
impiden que se ofrezcan colocaciones a un nivel inferior a éste, con lo que no es posible el descenso de los salarios reales y se
dificulta el crecimiento de la demanda de trabajo; del mismo modo opera la fijación de salarios diferenciales para diversas
categorías de trabajadores y cualquier limitación al desplazamiento de la mano de obra, ya sea geográfica o según ramas de
actividad. Las limitaciones que pueden imponer los sindicatos y grupos de presión a la contratación de mano de obra -según edad,
sexo o nacionalidad- o los requisitos formales de aprendizaje que se establezcan operan en el mismo sentido. Por último, se ha
comprobado que el propio seguro de desempleo, cuando ofrece compensaciones tan altas o tan largas que desestimulan la búsqueda
de trabajo, aumenta el desempleo global de un país, y lo mismo sucede cuando se establecen subsidios directos a sectores pobres de
la población que estarían, de otro modo, dispuestos a conseguir una colocación.

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