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El Empirismo inglés
(siglos XVII – XVIII)
+++ü
Contexto histórico de la Inglaterra del siglo XVII
• En contraste con el racionalismo continental europeo, el pensamiento británico es pragmático.
• En la segunda mitad del siglo XVII, Inglaterra se convirtió en la primera potencia colonial,
comercial y capitalista del mundo.
• A fines del siglo XVII, por presión de la burguesía, se instaura una monarquía parlamentaria.
• La libertad en el comercio y el desarrollo de la tecnología produjeron a fines del siglo XVIII la
Primera Revolución Industrial.
Sus respuestas:
• La fuente del conocimiento es la experiencia sensible
•No existen las ideas innatas
Racionalismo Empirismo
1. El empirismo de Locke
John Locke (Wrington, Inglaterra, 1632 - 1704)
Obra fundamental “Ensayo sobre el entendimiento humano” (1690)
Solipsismo:
Del latín “[ego] solus ipse”: “sólo yo existo"
Idea clave: “Existir = percibir o ser percibido”
• El conocimiento del mundo empírico debe
purificarse eliminando todo pensamiento
→ Sólo deben quedar las percepciones puras
= “Des-intelectualización” de las percepciones
• La única substancia: Espíritu que percibe.
→ No hay una substancia exterior.
• Realidad externa = estados mentales del yo
• Dios garantiza la existencia de las cosas
→ Son ideas que subsisten en Él.
Ej: Un árbol existe aunque no lo percibamos,
porque Dios lo observa constantemente.
La clave del solipsismo Ejemplo de esta idea solipsista
3. David Hume
y el rechazo de la idea de
la causalidad
David Hume (Edimburgo, Inglaterra, 1711 – 1776)
Obras fundamentales: “Tratado de la naturaleza humana” (1739)
“Investigación sobre el entendimiento humano” (1746)
• Tampoco el yo es substancial:
→ Solamente existen los estados pasajeros
(tristeza, alegría, hambre, admiración, etc.).
Existen formas de racionalidad, desdeñadoras el saber filosófico, “que en vez de tender a la contemplación
de la verdad y a la búsqueda del fin último y del sentido de la vida, están orientadas (…) como ‘razón
instrumental’ al servicio de fines utilitaristas, de placer o de poder”.
Juan Pablo II, Encíclica “Fides et Ratio” (1998), n. 47.