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María Laura Gili y Graciana Pérez Zavala

Compiladoras

ESTUDIOS LATINOAMERICANOS:
DIÁLOGOS INTERDISCIPLINARIOS
SOBRE SOCIEDAD, HISTORIA, CULTURA,
FRONTERA Y TERRITORIO
María Laura Gili y Graciana Pérez Zavala
Compiladoras

ESTUDIOS LATINOAMERICANOS:
DIÁLOGOS INTERDISCIPLINARIOS
SOBRE SOCIEDAD, HISTORIA, CULTURA,
FRONTERA Y TERRITORIO
Primera edición, 2015

Gili, María Laura


Estudios latinoamericanos: diálogos interdisciplinarios sobre sociedad, historia, cultu-
ra, frontera y territorio / María Laura Gili y Graciana Pérez Zavala. - 1a ed. - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Aspha, 2015.
576 p.: il.; 24x17 cm.

ISBN 978-987-3851-00-1

1. Historia. 2. Antropología. 3. Patrimonio Cultural. I. Pérez Zavala, Graciana II. Título


CDD 306

Fecha de catalogación: 18/12/2014

Diseño y diagramación: Odlanyer Hernández de Lara

Aspha Ediciones
Virrey Liniers 340, 3ro L. (1174)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Argentina
Telf. (54911) 4864-0439
asphaediciones@gmail.com
www.asphaediciones.com.ar

IMPRESO EN ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINA

Hecho el depósito que establece la ley 11.723


Publicación del Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos: Diálogos interdiscipli-
narios sobre sociedad, historia, cultura, frontera y territorio (antropología, historia, ciencias sociales,
geografía, música popular), Villa María, 18 y 19 de abril de 2013.

Organización
 Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Humanas, Universidad Nacional
de Villa María.
 Secretaria de Investigación y Extensión, IAPCH, Universidad Nacional de Vi-
lla María.
 Centro de Investigaciones Precolombinas, Delegación Académica Villa María.
 Red de Paisajes Integrados sobre Estudios Sudamericanos. Sede UNVM.
 Internacional de Conocimiento.

Coordinadoras
María Laura Gili y Graciana Pérez Zavala.

Comité Organizador
Rodolfo Juncos, Alfredo Crespo, Cristina Gallo, Susana Dutto, Silvina Mercadal, Sil-
vina Simielli, Milena Lucero, Rubén Jaime, Sergio Alonso y Adriana Watson.

Colaboradores estudiantes y graduados


Paula Fernández, Celeste Audagna, Matías Luna Broggi, Santiago Altamirano, Leila
Nejad, Mariana Gottero, Juan Fernández y Nahuel Díaz.

Evaluadores del volumen


Mgter. Carla Avendaño, Dra. Elisa de Campos Borges, Dr. Diego Fonti, Mgter. María
Fernanda García, Dr. Matías Giletta, Mgter. Mauricio Grasso, Mgter. Claudia Harring-
ton, Lic. Odlanyer Hernandez de Lara, Lic. Rodolfo Juncos, Dra. Thamar Kalil, Dra.
Diana Lenton, Dra. Cristina Liendo, Mgter. Alicia Lodeserto, Dra. María Elena Luce-
ro, Mgter. Yoli Anélica Martini, Lic. Silvina Mercadal, Dr. Dorando Michelini, Mgter.
Ernesto Olmedo, Lic. Sebastián Olmedo, Mgter. Daniela Pilar Paruzzo, Dra. Dina
Picotti, Dr. Jovino Pizzi, Dra. Graciela Preda, Dra. Malvina Rodriguez, Mgter. Susana
Rotman, Dr. Ricardo Salas Astrain, Mgter. Fernando Sossai, Dra. Amanda Valiengo y
Dra Marcela Tamagnini.

Declaraciones de interés
 Municipal, Educativo y Cultural por la Municipalidad de Villa María.
 Municipalidad de Villa Nueva.

Avales
 Asociación Internacional para el estudio de la música popular (IASPM Améri-
ca Latina).
 Centro de Estudios Históricos “Profesor Carlos S. A. Segreti”. Unidad Aso-
ciada a CONICET.
 Centro de Investigaciones Precolombinas (CIP). Buenos Aires.
 Centro de Investigaciones Precolombinas (CIP). Delegación Académica Río
Cuarto.
 Centro de Investigaciones Precolombinas (CIP). Delegación Académica Truji-
llo.
 Foro Latinoamericano de Educación Musical Sección Argentina (FLADEM
Argentina).
 Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Na-
cional de Río Cuarto.
 Escuela Normal Víctor Mercante, Villa María.
 Instituto de Educación Superior del Centro de la República “Dr. Ángel Diego
Márquez” (INESCER), Villa María.
 Instituto del Rosario. Profesorado Gabriela Mistral, Villa María.
 Taller de Etnohistoria de la Frontera Sur (Tefros).

Auspicios
 Secretaría de Políticas Universitarias. Ministerio de Educación. Presidencia de
la Nación.
 Fundación de la Universidad Nacional de Villa María.
 Deporte y Turismo de la Municipalidad de Villa María.
Índice

Prólogo............................................................................................................................ 17
María Laura Gili y Graciana Pérez Zavala

Parte I. Problemáticas Latinoamericanas

I. Expresión pública, integración y democracia más allá del Estado-Nación: reflexiones


para las profesiones del conocimiento desde el pensamiento nuestramericano........................... 21
Eduardo Devés-Valdés

II. Hacia una historia para la integración Latinoamericana................................................ 31


Edmundo Aníbal Heredia

III. Educación y filosofía en Nuestra América.................................................................... 43


Mauricio Langon

IV. Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la cultura: la thesei occidental
puesta a prueba................................................................................................................... 53
Ana María Rocchietti

Parte II. Política e interculturalidad

V. Superación del multiculturalismo y ciudadanías interculturales emergentes........................ 71


Alcira B. Bonilla

VI. Pobreza y exclusión de las periferias etnizadas e idealizadas.......................................... 83


Jorge Alberto Kulemeyer

VII. Lo político y la interculturalidad................................................................................. 93


Eduardo Vior

Parte III. Ideologías, filosofías y ciencias sociales en los procesos


liberadores de Nuestra América

VIII. Filosofar desde sujetos y procesos liberadores de Nuestra América..............................


Horacio Cerutti Guldberg, Carmen Elena Villacorta, Carlos Asselborn, Oscar 107
Pacheco y Gustavo R. Cruz
IX. El derecho a desear....................................................................................................... 109
Horacio Cerutti Guldberg

X. Análisis de la ideología demócrata cristiana a partir de la filosofía nuestroamericana y la


filosofía de la realidad histórica............................................................................................ 111
Carmen Elena Villacorta

XI. La supresión de la democracia por medio del utopismo democrático................................ 115


Carlos Asselborn

XII. Revolución y democracia: ¿una vinculación utópica?..................................................... 119


Oscar Pacheco

XIII. La ideología indianista: desafíos descolonizadores a las filosofías y las ciencias sociales
emancipadoras..................................................................................................................... 123
Gustavo R. Cruz

Parte IV. Debates filosóficos e históricos

XIV. La crítica descolonial de los supuestos epistemológicos y políticos de la modernidad....... 129


Carlos Alberto Merlo

XV. Dussel y Apel una cuestión de principios..................................................................... 139


Eduardo Ovidio Romero

XVI. El a priori antropológico en la problematización del concepto de desarrollo.................. 149


Oriana Cosso

XVII. El ideal emancipatorio del pensamiento filosófico nuestroamericano en el contexto


insurreccional del período 1968-1974.................................................................................. 159
Norma Lidia Rodríguez

XVIII. Pensamientos sobre Mariátegui: aportes para un marxismo latinoamericano........... 169


Rocío Fatyass

XIX. La irrupción del pobre y el nuevo “comienzo” del filosofar latinoamericano según el
pensamiento de Juan Carlos Scannone................................................................................. 177
Guillermo Carlos Recanati

XX. Narrativas Peronistas. Presencias y ausencias de una obstinación argentina................. 187


Ana Lucia Magrini

XXI. El primer peronismo como experiencia revolucionaria. La interpretación de Jorge


Abelardo Ramos y Juan José Hernández Arregui............................................................... 199
Gerardo Russo
XXII. En la periferia: de la crítica literaria al estudio de la cultura de masas...................... 213
Silvina Mercadal

XXIII. Aspectos diacrónicos en la concepción estructuralista: una aplicación en la historia


de la arqueología................................................................................................................. 225
María Virginia Ferro

Parte V. Estado, territorios, migraciones e interculturalidad

XXIV. Medio ambiente y desarrollo: los desplazados en América Latina........................... 235


Florencia Chiffel Valdez y Clara Dalmasso

XXV. La resignificación de los espacios urbanos a partir de procesos migratorios: mujeres


Chamulas en León Guanajuato.......................................................................................... 245
Erika Julieta Vázquez Flores

XXVI. Interculturalidad y plurinacionalidad en el camino de la democratización. Estado y


pueblos indígenas en Argentina y Bolivia del siglo XXI....................................................... 255
Virginia Quiroga y Mariano Yedro

XXVII. De Bolivia a la Argentina, fronteras cruzadas por mujeres. El caso de las


migrantes bolivianas en la provincia de Córdoba.................................................................. 267
María Luz Holgado y Mariana Gottero

XXVIII. Vida cotidiana, trabajo y migración: prácticas y espacialidades compartidas......... 275


Claudia Isabel Ortiz

XXIX. Una mirada desde lo postcolonial y la otredad acerca de los migrantes bolivianos en
Río Cuarto. Reflexiones sobre el documental el ‘imperio de los colores................................... 285
María Noelia Galetto y Mariana Lerchundi

XXX. Procesos Interculturales: Extraterritorialidad y Desterritorialización en la


Literatura Contemporánea.................................................................................................. 295
Silvia Cattoni

XXXI. Palabras migrantes. Ver al otro a través del idioma otro. Diálogos interculturales e
interliterarios entre renovación e integración.......................................................................... 305
Massimo Palmieri

XXXII. Desandando la interculturalidad: problemas y desafíos derivados de una


experiencia de intervención................................................................................................... 311
Paula Ayelén Sánchez Marengo, Truyitraleu Tappa, Milva Natalí Valor e Iván
Zgaib
Parte VI. Políticas públicas, ciudadanía, alteridad y educación

XXXIII. La noción de “formación provincial de alteridad” para pensar los procesos de


inclusión habitacional en localidades chaqueñas.................................................................... 323
Cecilia Quevedo

XXXIV. Las “áreas de desarrollo indígena” en Chile: una observación crítica desde los
aportes de Habermas y Dussel............................................................................................. 339
Victoria Rivera Ugarte y Francisca Gómez Lechaptois

XXXV. Diseño de políticas públicas sobre el espacio urbano a partir de la percepción de los
niños. El caso de la localidad de Morrison (Córdoba).......................................................... 349
Emiliano Spontón, Mauricio Menardi, Antonella Vagliente, Olivia Antonio,
Ignacio Cancé y Emilio Pérez Campanelli

XXXVI. La expansión del derecho a la educación… ¿ha generado escuelas más


democráticas?...................................................................................................................... 361
Silvia María Paredes y Andrea Riva

XXXVII. Sobre mestres e aprendizes: relação universidade-escola na formaçao inicial de


professores........................................................................................................................... 369
Tatiana Leite da Silva Pessôa

XXXVIII. A proposta pedagógica da UFPR – setor Litoral; e o Programa de Extensão:


mídia e educação nas escolas das Ilhas do Litoral Paranaense.............................................. 379
Rafael da Silveira Falcão

XXXIX. Una mirada diferente sobre Iquitos..................................................................... 387


María Victoria Fernández

Parte VII. Herencia social, formas de pertenencia y expresión

XL. Raíz común de las músicas sudamericanas e influencias mutuas................................... 395


Alejandro Arelovich

XLI. El Siku: expresión de la cosmovisión andina en el NOA.......................................... 403


Susana Dutto

XLII. Música y estructura social en la Frontera Sur de Córdoba durante la segunda mitad
del siglo XIX: una analogía................................................................................................ 413
Gustavo Torres

XLIII. Relaciones entre Música y Sociedad en Los Pasos Perdidos, de Alejo Carpentier...... 425
Isabel Abellán Chuecos
XLIV. La música popular chilena durante el proceso de conformación y consolidación de la
unidad popular en chile: el caso de Víctor Jara y su interpretación aurática de la realidad..... 431
Pablo Reyna Manero

XLV. Subjetividad multicultural y performance artística: ópera y música popular en el


sudeste cordobés a principios del siglo XXI.......................................................................... 441
Manuela Reyes

XLVI. Performance del tango en Villa María y Río Cuarto entre 1940 y 1970.
Comparación del repertorio y las creaciones........................................................................... 451
Silvia Irene Aballay y Alfredo José Crespo

XLVII. La gestión turística sobre los bienes patrimoniales medidas de mitigación ante su
aplicación............................................................................................................................ 461
Yanina Aguilar

XLVIII. La herencia social como potencial cultural histórico local. Villa Nueva (la del
Paso de Ferreyra). Pedanía Villa Nueva. Cuenca del Tercero Abajo. Córdoba................... 469
María Laura Gili, Graciana Pérez Zavala, Silvina Simieli, Adriana Watson,
Sergio Alonso, Paula Fernández, Celeste Audagna, Matías Luna Broggi y
Nahuel Diaz

XLIX. Villa Nueva, provincia de Córdoba: características de su población a partir del


Censo de 1869.................................................................................................................... 479
Graciana Pérez Zavala, María Laura Gili y Silvina Simieli

L. Un análisis de la cultura política obrera: el caso de la ciudad de Río Cuarto (1930-


1943)................................................................................................................................. 493
Martha Grodsinsky y Gabriel Germanetto

Parte VIII: Literatura, historia, género e identidades

LI. Los procesos de subversión y resistencia en el campo de las literaturas de “Nuestra


América”............................................................................................................................ 505
Marisa Moyano

LII. Los discursos fundacionales de la conquista: la negación del “otro” en los procesos de
construcción territorial.......................................................................................................... 513
Juan Manuel Borgatello

LIII. Literatura e identidad. Fronteras del discurso y relatos identitarios en la región


pampeana cordobesa............................................................................................................ 519
Marcela Melana y Fabián Mossello
LIV. La emergencia de una subjetividad afroamericana en la poesía de Nicolás Guillén y
Luis Palés Matos................................................................................................................ 525
Giselle De La Cruz

LV. ¿Qué es el arte? es posible pensar un arte americano..................................................... 535


Laura Mir

LVI. Fantástico, policial, religioso, amoroso: la voz del “otro” social en la literatura
cordobesa............................................................................................................................. 543
Mariana Celeste Valle

LVII. Normas y leyes en la construcción discursiva de la feminidad..................................... 553


María Eugenia Álvarez

Autores............................................................................................................................ 561
PRÓLOGO

L a presente publicación se corresponde a los trabajos presentados en el marco


del Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos: Diálogos interdisci-
plinarios sobre sociedad, historia, cultura, frontera y territorio (antropología, historia, ciencias
sociales, geografía, música popular), realizado durante los días 18 y 19 de Abril del 2013 el
campus de la Universidad Nacional de Villa María, Provincia de Córdoba, Argentina.
El evento tuvo como antecedente el I Ciclo de Conferencias: Pensamiento Latinoamerica-
no efectuado en la misma sede, entre marzo y mayo de 2012, mediante el cual se ge-
neró un espacio académico de debate de problemáticas históricas, antropológicas y
patrimoniales. En esa ocasión, la iniciativa formó parte de la Internacional del Conocimien-
to, espacio académico internacional promovido por el Dr. Eduardo Devés Valdés, que
busca vincular a investigadores de diversos países y disciplinas.
El simposio fue organizado por el Instituto Académico Pedagógico de Cien-
cias Humanas, el Centro de Investigaciones Precolombinas/delegación UNVM, (CIP-
UNVM), la Red de Estudios Integrados Paisajes Sudamericanos, Sede UNVM. Sus
objetivos fueron generar un espacio de intercambio internacional e interdisciplinario
de producciones científicas sobre estudios latinoamericanos de sociedad, cultura, his-
toria, política y territorio. Promover al mismo tiempo la interacción entre expertos e
interesados en las temáticas. Así como favorecer la difusión de realizaciones particula-
res y conjuntas entre los centros de estudios involucrados.
La actividad se desarrolló con conferencias de especialistas que nos honraron
con su presencia. Así, Eduardo Devés Valdés, de Chile, habló sobre “Expresión
pública, integración y democracia más allá del Estado-Nación: reflexiones para las
profesiones del conocimiento desde el pensamiento nuestramericano”; Edmundo
Heredia, de Argentina, tituló su disertación: “Hacia una historia para la integración
latinoamericana”; Mauricio Langon, de Uruguay, hizo lo propio reflexionando sobre
“Educación y filosofía en Nuestra América”; y Ana María Rocchietti, de Argentina,
dio su conferencia sobre “Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la
cultura: la thesei occidental puesta a prueba”.
Además se realizaron dos Mesas Redondas. Una de ellas versó sobre Política e
interculturalidad, con los trabajos de Alcira B. Bonilla, “Superación del multiculturalismo
y ciudadanías interculturales emergentes”, Jorge Alberto Kulemeyer “Pobreza y exclu-
sión de las periferias etnizadas e idealizadas”, Eduardo J. Vior, “Lo político y la inter-
culturalidad”. Y otra sobre Ideologías, filosofías y ciencias sociales en los procesos liberadores de
Nuestra América, con los trabajos de Horacio Cerutti Guldberg, “Filosofar desde suje-
tos y procesos liberadores de nuestra América. El derecho a desear”; Carmen Elena
Villacorta “Análisis de la ideología demócrata cristiana a partir de la filosofía nues-

17
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

troamericana y la filosofía de la realidad histórica”; Carlos Asselborn, “La supresión de


la democracia por medio del utopismo democrático; Oscar Pacheco, “Revolución y
democracia: ¿una vinculación utópica?” y Gustavo Cruz “La ideología indianista: de-
safíos descolonizadores a las filosofías y las ciencias sociales emancipadoras”.
El conjunto de los trabajos presentados en las mesas de discusión se organizó
según su afinidad temática en: Debates filosóficos e históricos; Estado, territorios,
migraciones e interculturalidad; Políticas públicas, ciudadanía, educación y medios de
comunicación; Herencia social, formas de pertenencia y expresión; Literatura, historia
e identidades. Todos ellos dan cuenta del potencial del abordaje interdisciplinar en los
estudios sobre América Latina.
La realización del evento y la presente publicación contaron con la colabora-
ción y el financiamiento de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de
Educación de la Nación, como así también del Instituto Académico Pedagógico de
Ciencias Humanas, de la Universidad Nacional de Villa María y de la Fundación de la
Universidad Nacional de Villa María.
Finalmente agradecemos, especialmente, la inestimable colaboración de do-
centes, estudiantes y graduados del Instituto Académico Pedagógico de Ciencias
Humanas y del Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Sociales, ambos de la
Universidad Nacional de Villa María.

María Laura Gili y Graciana Pérez Zavala


Universidad Nacional de Villa María

18
PARTE I
PROBLEMÁTICAS LATINOAMERICANAS
I
EXPRESIÓN PÚBLICA, INTEGRACIÓN Y
DEMOCRACIA MÁS ALLÁ DEL ESTADO-
NACIÓN: REFLEXIONES PARA LAS
PROFESIONES DEL CONOCIMIENTO DESDE
EL PENSAMIENTO NUESTRAMERICANO1
Eduardo Devés-Valdés
Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago de Chile
eduardo.deves@usach.cl

Buenos días a todas y a todos.

Q uiero comenzar saludando a quienes se encuentran participando en este Primer


Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos: Diálogos interdisciplinarios sobre
sociedad, historia, cultura, frontera y territorio.
En el marco del viaje intelectual por 100 ciudades de América Latina que rea-
licé en 2011 y 2012 estuve en Villa María que fue la ciudad número 61.
En esa ocasión conocí la Universidad Nacional de Villa María, primero en su
sede de Córdoba y luego en esta ciudad, donde reunido con profesoras y profesores
de esta casa imaginamos un encuentro académico que sería periódico, tratando de
articular la universidad con otras de la provincia, del país y del Cono Sur de América
Latina y por qué no, a más largo plazo, de cualquier parte del mundo.
Se conversaron algunos criterios: que fuera un encuentro de carácter interdis-
ciplinario e internacional y que apuntará a subir la calidad académica.
Es mi deseo que un encuentro como este signifique un paso hacia la calidad
de nuestro quehacer y nos permita avanzar hacia una integración intelectual latinoame-
ricana, tan necesaria para un desarrollo académico, científico y tecnológico de nuestros
pueblos.
Creo que este asunto ya es un tema que debe recorrer nuestras discusiones
académicas, pues se trata de articular el quehacer intelectual, en tanto quehacer intelec-
tual, a las necesidades de conocimiento, de información y de educación de nuestros
pueblos.

1 Conferencia realizada en Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos: Diálogos interdisciplinarios sobre
sociedad, historia, cultura, frontera y territorio, Universidad Nacional del Villa María, 18 de abril de 2013.

21
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Este encuentro que imaginamos hace un año aproximadamente, ahora se ma-


terializa. Por ello, mis felicitaciones al señor decano y a quienes lo han organizado,
principalmente las profesoras María Laura Gili y Graciana Pérez Zavala.

Introducción y planteamiento del problema

Esta charla quiere tener en cuenta algunos desafíos de la sociedad contem-


poránea. Estos desafíos no son muy recientes, pero somos más sensibles a ellos en la
actualidad. Ellos son:
- la constitución de un mundo global y de una esfera mundial, donde culturas, medios de
comunicación, viajes, migraciones ponen en contacto frecuente a millones y
millones de personas de muy diversas procedencias;
- lo que llamaré el “apetito metanacional” que mueve a tanta gente a proyectarse
más allá de las fronteras provinciales, estaduales, nacionales hacia el mundo;
- el sentimiento que el poder está mal repartido en el mundo y que algunos estados, las
multinacionales, algunos organismos y otros pocos agentes poseen un poder
muy grande, en relación a la inmensa mayoría de la gente;
- el sentimiento correlativo que la intelectualidad latinoamericana está aportando relati-
vamente poco al acervo intelectual mundial y que no es escuchada como quisiera…
En relación a estos desafíos, me interesa articular tres nociones: quehacer inte-
lectual, integración intelectual de Nuestra América y sociedad civil, presentando los
siguientes problemas:
a) ¿Cómo potenciar el quehacer intelectual a través de la integración de nuestra
región, asumiendo el protagonismo de la sociedad civil y particularmente de
las propias comunidades y redes?
b) ¿Cómo aprovechar la dinámica del quehacer de estas comunidades y redes pa-
ra realizar y potenciar la democracia, la participación de nuestra región, de
nuestra gente en la esfera mundial?
Para responder a esto me focalizaré en la cuestión de una sociedad civil que se
articula meta-nacionalmente, cuando digo meta-nacionalmente digo más allá del esta-
do-nación. Estado - Nación, entendida la sociedad civil principalmente como opinión
pública, como expresión pública, apuntando a sus posibilidades como unidad de análi-
sis para pensar la realidad latinoamericana como unidad.
Respecto al quehacer intelectual, quiero asumirlo como actividad clave del mundo
contemporáneo, especialmente en cuanto se refiere a sociedad del conocimiento y por
tanto a la necesidad de impulsar este quehacer para mejorar la calidad de vida, eman-
ciparse de la condición periférica y alcanzar mayor presencia o inserción global.
La integración intelectual, quiero destacarla como aquella dimensión de los proce-
sos de integración que nos cabe particularmente a intelectualidades y universidades, en
este afán de hacernos partícipes de un proceso que nos proyecte mejor hacia la esfera
mundial; la sociedad civil me interesa particularmente en tanto que opinión pública, que ex-
presión pública regional, y me interesa como unidad de análisis para pensar la realidad
y la historia de la región. En la constitución de esta expresión pública regional la cons-
titución de un pensamiento latinoamericano ha sido una cuestión decisiva.

22
Expresión pública, integración y democracia… E. DEVÉS-VALDÉS

La hebra que puede tejerse entre quehacer académico-sociedad civil - expre-


sión pública - conciencia regional - integración - pensamiento nuestramericano, con-
tribuye a formular un proyecto y elaborar una agenda de trabajo sobre la cual me in-
teresa hablarles. Para tratar estos asuntos les presentaré seis reflexiones acerca de expre-
sión pública, integración y democracia más allá del Estado-Nación: reflexiones para las profesiones
del conocimiento desde el pensamiento nuestramericano y les pido que las reciban como prota-
gonistas de un proceso y no simplemente como expectador@s de éste.

Reflexión 1: El deseo o apetito meta-nacional que inspira a las instituciones


académicas y a las redes intelectuales

Este apetito por ir más allá de las fronteras se advierte fácilmente, pues hoy el
quehacer académico busca realizarse construyendo sistemas de trabajo, evaluación y
acreditación internacionales, tendiendo hacia los convenios, hacia la participación en
equipos y en congresos. Nos parece que nuestro quehacer de ningún modo se valida
ni se justifica socialmente si no se proyecta meta-nacionalmente.
Quiero hacerles existencialmente presente el hecho que progresivamente con-
cebimos el escenario para desplegarnos como algo que trasciende las fronteras locales
e incluso nacionales o, dicho de otro modo, que para realizarnos profesionalmente, e
incluso muchas veces personalmente, sentimos la necesidad de ir más allá de lo nacio-
nal, hacia lo meta-nacional, en ondas progresivas hacia lo vecinal, lo consureño, lo
latinoamericano y más allá.
Por cierto, ello no ocurre únicamente en las universidades e instituciones
académicas sino en los ámbitos más diversos. Hace ya buen tiempo, por ejemplo,
Andrés Serbin (1997:10) constataba que desde los años 1980 numerosos movimientos
sociales y ONGs han adquirido una proyección tanto a nivel regional como global,
como es el caso de movimientos de mujeres, derechos humanos y organizaciones
indígenas, dando lugar a un entramado social que configura los gérmenes de una so-
ciedad civil regional.

Reflexión 2: La sociedad civil en tanto que expresión pública como unidad de


análisis para pensar la historia regional como totalidad

La constitución de una sociedad civil regional puede ser considerada como un


buen deseo que debe irse realizando en el futuro. Sin embargo, tenemos manifestacio-
nes muy antiguas de ello, al menos desde el siglo XVIII. Estas formas regionales de
expresión pública pueden alcanzar el nivel de unidad de análisis para pensar y para
organizar el relato de la historia regional, permitiendo precisamente superar otras uni-
dades de análisis de menor alcance:
a) Superar en primer lugar aquella fórmula perezosa, incapaz de concebir la re-
gión más allá del Estado Nación, y que intenta por tanto pensarla como sim-
ple sumatoria de Estado Nación, cuyas historias corren en paralelo y quizás
articuladas por algunas guerras fraticidas;
b) Superar también una fórmula conservadora que nos remite a cierta unidad la-
tinoamericana asociada a una herencia colonial y a un catolicismo colonial

23
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

barroco, que nos habrían obligado a un conjunto de trazos culturales comu-


nes;
c) Superar en tercer lugar la idea que nos concibe como atados a una historia
común en tanto que pueblos explotados por similares imperios y sometidos a
una historia común de la cual somos pacientes más que agentes.
d) Superar, por último, la que busca elementos emancipatorios comunes, pero
que no logra pasar de los procesos de independencia y poco más allá, desta-
cando elementos similares más que compartidos.
No se trata que estas fórmulas carezcan completamente de validez, pues todas
se hacen cargo de alguna dimensión real.
Pero entender la expresión de la región y para la región (aunque no siempre
de toda la región y para toda la región) como unidad de análisis permite asumir mejor
nuestra calidad de agentes de una historia, asumir mejor nuestra unidad, otorgar más
importancia a las intelectualidades y profesiones del conocimiento, a la vez que pro-
yectarse mejor hacia una esfera mundial.
De esta manera, a veces, programada y otras espontáneamente, se ha ido ge-
nerando una opinión pública regional y dibujándose una conciencia, dialécticamente,
causa y fruto de este mismo proceso.
Concebir una sociedad civil regional es pensar desde el encuentro y la expre-
sión-discusión pública, desde los lugares de encuentro e intercambio, desde una cierta
conciencia regional, desde quienes han querido explícitamente ir más allá, para no
encapsularse en el E-N.
En esta constitución la intelectualidad y el pensamiento nuestramericano han
tenido un papel importante, asociados muchas veces al quehacer político e incluso
estatal.
Ahora bien ¿en qué sentido puede hablarse de una sociedad civil nuestrameri-
cana, en tanto expresión pública común, compartida?

Reflexión 3: Acerca de algunos hitos en la historia de la sociedad civil de Nues-


tra América

Sobre la historia de la sociedad civil en Nuestra América se ha escrito relati-


vamente poco, aunque existe un conjunto de trabajos que por países, separadamente
intentan mostrar sus procesos de constitución. Hacer un recuento histórico de la
sociedad civil regional, entendida como discusión pública, como esfera pública regio-
nal, es hacer la historia de la constitución de un conjunto de personas, agrupaciones,
medios de comunicación, instituciones que se han articulado más allá de sus territorios
de origen y de sus pertenencias nacionales para entender y hablar de la región como
conjunto o de importantes sub-unidades de ésta. En buena medida, no exclusivamen-
te, estas voces constituyen lo que llamamos “pensamiento latinoamericano”.
Me contentaré con señalar apenas una decena de hitos, en el entendido que
pueden destacarse muchos más:
1) En las últimas décadas del siglo XVIII, por ejemplo, se gestó ya una proto-
sociedad civil expresada en el movimiento de Túpac Amaru. Resonando en
pueblos de residencias lejanas, constituyó una forma de conciencia y de voz

24
Expresión pública, integración y democracia… E. DEVÉS-VALDÉS

que repercutió en lugares de lo que hoy es Bolivia, Perú, Colombia, Argentina


y Chile. Se hicieron eco de esto figuras como Diego Cristóbal Túpac Amaru,
Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui y Antonio de Rojas.
2) Muy poco después, durante la primera década del XIX se manifestaron en
Europa las primeras redes, en las cuales se reconocían figuras latinoamerica-
nas de procedencias diversas, que circulaban ideas independentistas. El núcleo
más importante se reunió en Londres. Allí se articularon figuras como Fran-
cisco Miranda, Andrés Bello, Bernardo O’Higgins, Simón Bolívar, Servando
Teresa Mier, algunos de los Caballeros Racionales y de la Logia Lautaro. La
correspondencia y los encuentros entre estas figuras constituyen un primer
momento de opinión pública de la región y para la región como conjunto.
3) Una nueva manifestación se desarrolló en las décadas siguientes. Los viajes y
los exilios, desde inicios del período independiente, favorecieron la comunica-
ción entre figuras políticas e intelectuales de diversos países. Relevantes fue-
ron los exilios de la intelectualidad argentina en Uruguay en Chile con amplia-
ciones hacia Perú. Se constituyó así durante los años 1840 una red con circu-
lación de gente y sobre todo de ideas, donde deben destacarse: D. F. Sarmien-
to, J. B. Alberdi, Victorino Lastarria, Francisco Bilbao y Andrés Bello, entre
muchas otras figuras.
4) Durante los años 1860 se creó la Sociedad Unión Americana, motivada por
las amenazas y agresiones a la independencia se creó instancia de colaboración
e integración, que generó un discurso y una orgánica respecto de la región
como conjunto. Si bien esta iniciativa fue de breve duración y no logró, ni lo
deseó mayormente, transformarse en una asociación más allá de Argentina,
Chile y Perú, se constituyó en un hito por ser una de las primeras iniciativas
de constitución de un movimiento intelectual supranacional post independen-
cia y, por cierto la que agrupó gente de mayor reconocimiento.
Escribían en 1862, los editores de la obra Colección de Ensayos y Documentos rela-
tivos a la Unión y Confederación de los Pueblos Hispano Americanos, José V. Lastarria, Do-
mingo Santa María, Álvaro Covarrubias y Benjamín Vicuña Mackenna:

podemos asegurar, constituyéndonos en eco de la Sociedad Unión-


Americana, que la presente obra no es más que una modesta ovación que
esta última hace a la causa común de la gran nacionalidad hispano latina
del Nuevo Mundo, en los solemnes momentos en que una de nuestras
repúblicas hermanas (México) disputa al extranjero con las armas sus
más santos y esenciales principios de existencia (AAVV 1862:8).

5) Durante la primera y segunda décadas del siglo XX se desarrollaron conferen-


cias internacionales de mujeres en América Latina, en Argentina (1910), Chile
(1923), Perú (1924) y Colombia (1930), siendo el derecho a voto el centro del
debate. Algunas de las líderes dieron forma luego a la Conferencia Interameri-
cana de Mujeres que se reunión en La Habana en 1930.
Más recientemente se han venido realizando conferencias latinoamericanas de
mujeres desde 1977, en que el Concejo Económico y Social de la ONU y la

25
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

CEPAL, organizaron también en La Habana la Conferencia regional sobre in-


tegración de la mujer en el desarrollo Económico y Social de América Latina.
Se acordó allí realzar reuniones periódicas para “identificar las necesidades re-
gionales y subregionales de las mujeres, presentar recomendaciones, realizar
evaluaciones periódicas de las actividades llevadas a cabo en cumplimiento de
los acuerdos y planes regionales e internacionales sobre el tema y proporcio-
nar un foro para el debate sobre estas materias”.
6) Durante la segunda década del siglo XX se creó la United Negro Improve-
ment Association, la UNIA, el mayor sindicato de afro-descendientes de la
historia, bajo la inspiración del jamaiquino Marcus Garvey, cubriendo con sus
periódicos, organizaciones y actividades numerosas ciudades de América y el
Caribe, comprendido el norte de Brasil.
7) Un salto importante en amplitud y sobre todo en permanencia se produjo a
mediados del siglo XX con la fundación de la CEPAL y la progresiva redifi-
cación de cientistas económico-sociales inspirad@s en el paradigma cepalino,
a lo cual contribuyeron los grandes exilios que pusieron en contacto a mucha
gente del Conosur y luego con Venezuela, Centroamérica y México. Esta red
se ha expresado en múltiples instituciones, multitud de publicaciones, perse-
verando ya por más de 6 décadas y emitiendo sistemáticamente una expresión
sobre la región.
8) La segunda mitad del siglo XX ha visto la proliferación de asociaciones profe-
sionales y sociedades científicas iberoamericanas cuyo objetivo principal ha
consistido en desarrollar el quehacer intelectual en su propio campo pero que
desde allí se han ido proyectando hacia una reflexión sobre la región: proble-
mas de salud, de economía, de educación, de medioambiente entre otros. De-
be destacarse, por ejemplo el caso de CLACSO, Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales que desde los años 60s se ha constituido en un espacio y un
foro para pensar los problemas sociales regionales emitiendo opiniones y re-
comendaciones.
9) Desde comienzos de los 1990s, se han dejado sentir movilizaciones indígenas
en numerosos lugares de América Latina, comenzando con Ecuador y México,
que repercutieron ampliamente en la región. Simultáneamente, teniendo como
ocasión la reflexión y la crítica en torno a las conmemoraciones del V Centena-
rio desde comienzos, se han ido sucediendo reuniones de pueblos indígenas.
Esto ha permitido, como nunca antes hacer oír una voz sobre problemas com-
partidos, con análisis, reivindicaciones comunes y la creación de una agenda re-
gional que no se restringe a quienes se reconocen como indígenas.
10) El Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre entre 2001, 2002, 2003 y
2005, ha sido la ocasión más masiva y sonada de reunión de una sociedad civil
donde ONGs, movimientos sociales, universidades y partidos, se han dado ci-
ta en la mayor reunión de este género en la historia.

Reflexión 4- El pensamiento latinoamericano como expresión pública regional

En la constitución de una expresión pública, la intelectualidad en un sentido


amplio y nuestro pensamiento han alcanzado un papel protagónico.

26
Expresión pública, integración y democracia… E. DEVÉS-VALDÉS

El pensamiento nuestramericano, al concebirse como expresión regional ha


permitido hablar desde y para la región, estableciendo un ámbito de discusión pública
más allá del Estado - Nación. Esta discusión se constituye en un espacio integrado o
compartido de hecho, en unidad por sobre las diferencias nacionales, donde se intenta
pensar y decir regionalmente.
Quiero tomarme de las palabras del filósofo mexicano Leopoldo Zea en rela-
ción a que el estudio de las ideas permite entender la trayectoria de nuestra historia y
hacer así alguna filosofía de la historia. La historia de las ideas va mostrando la consti-
tución de una esfera de expresión pública, una discusión que compromete a gente de
diversos lugares.
En este sentido se van reconociendo como partes de un todo y constituyendo
ese todo como unidad, con problemas propios, con diálogo, con espacio de discusión,
con una sociedad civil (y particularmente una sociedad civil intelectual) donde a pesar
de los afanes nacionalistas o chovinistas de los Estado – Nación, se constituye como
unidad y se formula propuestas hacia el futuro, objetivos y tareas.
Advierto entonces una línea de pensamiento y de integración intelectual que
puede inspirar el desarrollo que un quehacer más amplio, con múltiples dimensiones y
con un carácter regional. Precisamente, potenciar este quehacer ha sido un objetivo
del integracionismo intelectual seguido por Eugenio María Hostos, José Enrique
Rodó, José Vasconcelos, Joaquín García Monge, Gabriela Mistral, Raúl Prebisch y
Leopoldo Zea, entre otras figuras claves.

Reflexión 5- Las voces del sur, las voces de las periferias en la discusión públi-
ca mundial como contribución a la democracia, como participación como gen-
te-cracia mundial

Se ha constatado un apetito existente en la actualidad es una cuestión, tanto


individual como institucional, que nos empuja a desenvolvernos meta-nacionalmente,
pero advertimos también una larga trayectoria de expresión colectiva.
Por otra parte, he hablado también del poco reconocimiento que advertimos a
nivel mundial, lo que indica una relativamente baja capacidad de trascender las fronte-
ras de nuestra región, para poner nuestras voces académicas, científico tecnológicas,
de las humanidades y las ciencias sociales.
Para presentarnos ante la esfera mundial, interesa mucho destacar el asunto
del lugar de enunciación para no construir nuevas hegemonías. ¿Desde donde se
habla? Intentar una expresión pública regional, una expresión nuestramericana, que
contribuya a no pensar el mundo en términos de hegemonías nacionales, a no pensar
como agentes de un E-N que pretende aumentar su poder.
Esto permitiría ubicarse mejor en la perspectiva de la gente, de la humanidad,
de la totalidad y no desde el propio Estado – Nación, ni necesariamente desde la pre-
ponderancia de los Estados- Nacionales, como lo vienen haciendo algunos agentes de
la escuela de Brasilia. Es decir me interesa pensar el quehacer de la humanidad en el
espacio mundial y contribuir a su preservación y expresión
Dicho en otros términos: quisiera pensar desde el pueblo mundial y no desde
el E-N; no desde el poder de los gobiernos o las empresas o las burocracias interna-

27
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

cionales sino más bien desde la sociedad civil, la opinión pública; desde la expresión y
el bienestar de la especie; no desde la gobernabilidad o gobernanza, sino desde la con-
vivencialidad; no para tener un mundo gobernado, bien gobernado y bien homogenei-
zado, sino un mundo donde tiendan a desaparecer los gobiernos.

Reflexión 6- El peligro de la idealización de la sociedad civil

No se ha pretendido señalar que sólo la sociedad civil como expresión pública


constituya lo latinoamericano en tanto que unidad ni que el E-N sea puramente divi-
sionista. No se trata de trasladar todas las virtudes a una sociedad civil antitéticas a los
defectos del Estado.
De hecho, en la sociedad civil se expresan todos los poderes, intereses, ideo-
logías, religiones y fanatismos. Sabemos que muchos de los más importantes medios
de comunicación están controlados por poderes empresariales, cuyo motivo es sim-
plemente el lucro.
Por cierto, se expresan también personas y agrupaciones contrarias a los
DDHH, no tanto por sus ideas como por los tipos de prácticas que implementan:
armamentismo, guerra, concentración del poder, clientelismo, racismo, subordinacio-
nes de todo tipo.
No se debe idealizar esta sociedad civil, como homogéneamente democrática,
altruista ni menos totalmente representativa. De hecho, lo que puede denominarse
como sociedad civil de Nuestra América ha sido muy predominantemente masculina e
“hispanoamericana” es decir con bajísimos niveles de interacción con Brasil, antes de
1950 o 1960, como también con bajísima presencia de interlocutor@s de los pueblos
indígenas o afroamericanos y de mujeres.

Recapitulación y proyecciones

Para terminar quiero poner en relieve unos pocos asuntos que se desprenden
o se proyectan desde las reflexiones que acabo de ofrecerles:
Se ha pretendido presentar un conjunto de conceptos que permitan pensar
mejor Nuestra América en el mundo, sin tener como principal unidad de análisis el
Estado – Nación.
Luego el deseo o apetito meta-nacional que inspira a las instituciones acadé-
micas y a las redes intelectuales.
Se ha presentado a continuación la sociedad civil en tanto que expresión
pública como unidad de análisis para pensar la historia regional como totalidad, desta-
cando algunos hitos en la historia de la sociedad civil.
Se ha mostrado a continuación la significación del pensamiento latinoameri-
cano como expresión pública regional y las posibilidades de mejorar la participación
de nuestra expresión en la esfera mundial.
Por último, se ha destacado la necesaria precaución para no idealizar la socie-
dad civil.
Quiero terminar con cuatro breves propuestas para una agenda intelectual:

28
Expresión pública, integración y democracia… E. DEVÉS-VALDÉS

La primera consiste en insistir en la tarea de creación de espacios de expresión y creación


intelectual, apuntando a un proceso de integración intelectual regional, constituyan en
potenciadores de nuestro quehacer al obligarnos a estar al nivel no solo nacional sino
Conosur.
En consecuencia, debe desde ya pensarse en las maneras de darle continuidad
y crecimiento en varios aspectos.
Redes de importante cobertura y persistencia se han inspirado en principios si-
milares. La Internacional del Conocimiento, Asociación Argentino Chile de Estudios
históricos e Integración Cultural, Corredor de las Ideas, la SOLAR, la Asociación de
Historia de las RRII, entre tantas otras de las cuales han participado muchas y muchos
de ustedes, por ejemplo Ana María Rochetti, Graciana Pérez Zavala, Edmundo Heredia,
Mauricio Langón, Horacio Cerutti y seguramente muchas otras personas presentes.
La segunda propuesta consiste en perfeccionar los sistemas de internacionalización. Quiero
decir, que por una parte es clave internacionalizarse para potenciarse, para oxigenarse
y exogenizarse, para ponerse a nivel de otras comunidades, para medirse en torneos de
más alto nivel, para organizar grupos que aprovechen sinergias externas, etc.
Pero como en todo existen los vicios: el vicio del papelismo de acumular certi-
ficados. Quiero comentar que hemos descalificado de un congreso que he coordinado
hace unos meses a una persona que presentó alrededor de cuarenta resúmenes en
distintos simposios, incluyendo incluso su nombre en los resúmenes de todos sus
estudiantes.
La tercera consiste en apostar a la proyección de los trabajos a nivel internacional. Una
fórmula que no se contente con la noción, ya simplemente formal de una publicación,
que otorga algunos puntos para el currículo y queda guardada en las bodegas de las
universidades, es decir la publicación que sirve para autor@s y no para lector@s. Pro-
pongo que apostemos sólo a una publicación virtual en internet, y que toda la energía-
dinero se gaste en traducciones, al menos al portugués y al inglés y que esto sirva tam-
bién para prepararse para que la convocatoria para el próximo encuentro de esta serie,
espero el próximo año, se presente igualmente en 3 idiomas.
La cuarta, articular intelectualidad y universidad a una para-diplomacia cultural científico-
tecnológica conjunta y, por cierto, una para-diplomacia que se coordine y se imagine
como parte de un proyecto regional de larga trayectoria.
Pienso particularmente en la creación de programas de formación de agentes,
gestor@s y de una para-diplomacia nuestramericana.
Si nuestros Estados - Nacionales no han sido capaces de coordinar sino en
muy bajos niveles una diplomacia compartida, las universidades y las redes intelectua-
les pueden dar algunos pasos muy prácticos formando a esas personas con apetito
meta-nacional de las mismas universidades, de instituciones culturales diversas, de
organizaciones sociales, de ONGs, de empresas, de organizaciones deportivas y ecle-
siásticas para proyectarse e insertarse meta-nacionalmente, con una inspiración regio-
nal, como agentes en una esfera regional y más allá.
Pienso que como parte de este proyecto que está emprendiendo la Universi-
dad Nacional de Villa María de encuentro internacional, podría sumarse un curso o
seminario de formación de agentes adosado al encuentro y aprovechando parcialmen-
te la misma gente que participe.

29
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Espero que estas ideas y propuestas contribuyan al diálogo en este encuentro


intelectual y al fortalecimiento y la proyección de las redes intelectuales.

Muchas gracias

Bibliografía

AAVV. Colección de Ensayos y Documentos relativos a la Unión y Confederación de los Pueblos


Hispano Americanos, Santiago de Chile, 1862.
SERBIN, Andrés, “Globalización y sociedad civil en los procesos de integración”
Nueva Sociedad Nro. 147. Enero-Febrero, 1997.

30
II
HACIA UNA HISTORIA PARA LA
INTEGRACION LATINOAMERICANA1
Edmundo Aníbal Heredia
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
eanibalheredia@hotmail.com

Historia de la historiografía de las relaciones internacionales latinoamericanas

S e ha dicho que las relaciones internacionales, como disciplina o sistema de cono-


cimiento, se origina en la Gran Guerra del siglo XX, es decir en las primeras
décadas de ese siglo; sin embargo, los antecedentes de la historia de su historio-
grafía pueden remontarse a Heródoto, que mencionaba a las “gentes” y a los “bárba-
ros” para referirse a los extranjeros con respecto a Grecia. América Latina, en tanto,
tiene sus peculiaridades, como es lógico para un sector del mundo que fue ocupado,
conquistado y colonizado por europeos durante tres siglos, para luego transitar un
dificultoso camino para afirmar su independencia. Por tanto, su historia de la historio-
grafía tiene su propia cronología; con respecto al período nacional y a las relaciones
entre sus naciones, las disputas regionales suscitaron una densa y prolífica producción,
que ponía especial atención en las rivalidades políticas y sobre todo en las pretensiones
territoriales disputadas entre los vecinos, que se presentaron en esa historiografía co-
mo grandes causas nacionales.
Esto condujo a que esas historias dejaran de lado en su mayoría el tema de la
integración, preocupados más bien en la afirmación de sus soberanías nacionales. En
los últimos decenios esta situación se ha ido superando; los historiadores científicos
han conseguido despegarse de sus visiones nacionales, luego de pasar por una etapa de
historiadores diplomáticos, los “diplo-historiadores”. Estos diplo-historiadores, en su
intención de defender causas nacionales, han hecho más por la separación que por la
integración latinoamericana. Obviamente, un diplomático que escribía un libro de
historia debía sostener las posiciones que le habían sido instruidas en su Cancillería, en
función de una política nacional. Estas sucesivas etapas, superadas unas tras otras,
permiten presagiar que se aproxima la instancia de la historia de la integración lati-
noamericana.

1 Conferencia brindada en Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos: Diálogos interdisciplinarios sobre
sociedad, historia, cultura, frontera y territorio, Universidad Nacional del Villa María, 19 de abril de 2013.

31
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Para tomar un ejemplo, recordamos el conflicto limítrofe entre Perú y Ecua-


dor, que ha durado casi dos siglos, y que felizmente ha sido resuelto a finales del siglo
XX. La historiografía de las relaciones entre estas dos naciones, y aún parte de sus
historias nacionales producidas por sus propios estudiosos, ha contribuido a incentivar
los rencores y los reproches recíprocos, creando un ambiente hostil que trascendió a
sus ciudadanos. Otra de las dos cuestiones mayores que afectaban las relaciones entre
las naciones sudamericanas, esto es los diferendos limítrofes entre Chile y Argentina –
el último de los cuales por el Canal de Beagle-, también acusa la existencia de una
bibliografía que, en lugar de dar pie a entendimientos pacíficos y mutuamente prove-
chosos, agregaba leña al fuego. En ambos casos, estos resquemores han sido profun-
dos y persistentes, y aún son necesarios estudios objetivos que contribuyan a su supe-
ración. Esto quiere decir que el estudio y la investigación están vinculados íntimamen-
te con la realidad política, y que su avance y perfeccionamiento está también supedita-
do a la realidad que vive cada estudioso como ciudadano de una nación.
Problemas menores subsisten y siguen siendo condicionantes. ¿Será que hay
que esperar que se terminen todas las disputas, fricciones y recelos entre nuestras na-
ciones para que entonces florezca una historiografía más objetiva, más científica? ¿O
será que ésta debe preceder a ese momento, y ayudar con ello a que ese momento esté
más cercano? Esto significa un profundo compromiso de quienes estamos dedicados a
estos estudios. Ejemplos hay en la historia de la humanidad de pensadores que calen-
taron la cabeza de dirigentes y estadistas que a su vez encendieron guerras y estados de
tensión y desconfianzas recíprocas.
La historia de la historiografía de América Latina comienza con el chileno
Diego Barros Arana hacia los 1860; no encontró o no buscó las soldaduras entre sus
naciones, pero al menos sostuvo la historicidad propia de lo americano, superando así
la visión hegeliana de que es un apéndice de Europa; aun cien años después historia-
dores españoles como Morales Padrón y Hernández Sánchez-Barba seguían viendo
América como una prolongación de Europa, con lo que halagaban así a sus connacio-
nales. El esfuerzo de Barros Arana no pasó de ser una exposición sucinta de la historia
de las naciones americanas, sin que hubiese un intento de relacionarlas entre sí, con lo
que podría haber dejado bases para una futura historia de la integración latinoamerica-
na. Desde entonces los pensadores o filósofos latinoamericanos han marcado una
senda que los historiadores no han aprovechado debidamente, salvo en estudios mo-
nográficos sobre cuestiones puntuales; esto es, en la historiografía de las relaciones
entre las naciones latinoamericanas han prevalecido los nacionalismos que han sosla-
yado una visión omnicomprensiva de la gran región.
En alguna medida, los estudios historiográficos sobre la materia comenzaron
a avanzar y a cambiar hacia la década de 1970, en coincidencia con la toma de con-
ciencia acerca de los beneficios de los estudios interdisciplinarios. Personalmente, he
sido testigo de que por entonces prevalecía en la enseñanza de la historia en nuestras
Universidades la idea de que las distintas ramas de la historia debían mantenerse es-
trictamente como tales, y no confundirse, por ejemplo, con la sociología, con la antro-
pología, con la geografía, etc. En todo caso, la historia de las relaciones internacionales
formaba parte de la historia política o de la historia diplomática. Es posible que la
persistencia de la tendencia a considerar a la historia como una disciplina autónoma,

32
Hacia una historia para la integración Latinoamericana E. A. HEREDIA

poco permeable a los aportes de otras ciencias que tratan del hombre, haya sido la
causante principal de esta situación que observábamos en aquellos tiempos, y que
felizmente estamos superando.

Historia y actualidad

Cada vez es más notorio que el estudio de la historia de las relaciones interna-
cionales se instala en el pasado reciente o aún en lo inmediato (lo que ocurrió ayer
nomás), y relega o desatiende su contextualización en tiempos históricos mayores.
Aún falta profundizar en el reconocimiento de que lo que ocurrió ayer y aun lo que
está ocurriendo hoy es resultado y consecuencia necesaria de lo que ha ocurrido en un
tiempo histórico largo. La tendencia señalada obedece, sin duda, a que los aconteci-
mientos actuales son los que demandan mayor dedicación no sólo por la importancia y
por la significación intrínseca que se le asigna en la vida de los pueblos y de las nacio-
nes, sino también, y fundamentalmente, porque el avance de los medios de comunica-
ción masiva así lo imponen. Vivimos un estado de precipitación de los acontecimien-
tos que en rigor es una percepción exaltada de esos acontecimientos, lo que debe ser
superado en la medida en que se asigne mayor importancia al conocimiento histórico.
También se percibe que, en tanto es más actual el objeto de estudio más se
acerca a ramas de estas disciplinas, como son la política, la economía y la diplomacia.
Y esto tiene un efecto de rebote, porque la interacción entre los estudiosos del “tiem-
po largo” con los del “tiempo corto” da lugar a que los primeros adquieran las prácti-
cas propias de los segundos, incluyendo sus metodologías y teorías. Esta coyuntura
actual debe ser motivo de cuidado, pero también aprovechada tanto por historiadores
como por quienes analizan la situación actual, y en este sentido la interacción puede
ser un recurso beneficioso para la profundización del conocimiento de las relaciones
internacionales, tanto para los tiempos históricos como para la actualidad.

Historia documental y fuentes actuales

La historiografía de las relaciones en el siglo XIX, esto es desde los inicios de


nuestras vidas nacionales latinoamericanas, está muy atada a los documentos –en parte
y fundamentalmente porque no se puede valer de testimonios vivos-, y por tanto exige
una metodología distinta a la que se ocupa de la historia más reciente. Por eso los
estudios sobre el siglo XIX o anteriores ponen énfasis en la historia diplomática, en la
que se tratan fundamentalmente asuntos políticos y económicos, más que cuestiones
sociales o culturales, para lo cual los documentos escritos son más escasos. A su vez,
estos estudios devienen a menudo en temas del derecho internacional, que se ocupan
del “deber ser” y no tanto del “ser”, esto es de lo que es o fue realmente; por lo tanto,
se inscriben en la historia del derecho internacional, tanto público como privado.
Una forma de esta orientación es la de poner énfasis en los Tratados Interna-
cionales como explicadores de las relaciones internacionales, unos Tratados que en
buena parte de la historia quedaron reducidos a papeles, y sólo a eso. Es decir que los
documentos, de alguna manera, imponen el tono del estudio y lo limitan. La historia
reciente –coetánea, más que contemporánea- prescinde en gran medida de esos do-

33
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

cumentos escritos –entre otras cosas, porque los archivos públicos de tiempos recien-
tes están vedados-, por lo que la historia documental del siglo XIX, esto es desde el
comienzo de las nacionalidades latinoamericanas, tiende a ser considerada como una
arqueología, desde el punto de vista metodológico. Estas características marcan unas
diferencias notorias en los métodos de aproximación para el estudio de la materia,
según sea el tiempo de que se trata.

Nombres y conceptos

Una nueva historia de las relaciones internacionales latinoamericanas requiere


una revisión de los nombres y también de los conceptos que ellos expresan. Ya hemos
desterrado el término “descubrimiento”, porque es evidente que los habitantes origi-
narios ya se habían descubierto a sí mismos y a su naturaleza geográfica y no necesita-
ban que otros lo hicieran por ellos, y además porque la palabra descubrimiento se
asoció al derecho de poseer lo pretendidamente descubierto, tanto el espacio geográfi-
co como sus habitantes; pero aún falta mucho por hacer, y lo más gravoso del término
es que a partir de él se afirmó que la humanidad no existía hasta que llegó el europeo,
como que algunos españoles han declarado que España dio el “ser” a América. El
término “América Latina”, en tanto, se ha instalado con gran persistencia, aunque en
rigor no incluye la América de lenguas no latinas, especialmente las originarias del
continente. “América Latina y el Caribe”, es una expresión inventada desde los Esta-
dos Unidos para distinguir o partir en dos sus áreas de dominación y los distintos
grados de esa dominación; recordemos que un italiano, Vespucci, prestó su nombre
para denominar América a este continente; que un francés, Michel Chevalier, llamó
América Latina a esta parte del continente y, por fin, que un cubano, José Martí, nos
dio la pauta para llamarla “Nuestramérica”, denominación cargada de un significado
más auténtico y propio que los anteriores. Las palabras y los nombres, por tanto, no
son ingenuos, ingenuos solemos ser nosotros, los que las usamos.
En cuanto a la disciplina de estudio, otros términos de diferente connotación,
como “Relaciones Internacionales” (aplicado indiscriminadamente para las relaciones
entre países que aún no se habían conformado como naciones), “Relaciones Interesta-
tales” (que reduce las relaciones a las establecidas entre los Estados, ignorando o sos-
layando otros vínculos tanto o más profundos, como los culturales o sociales), corres-
ponden ser revisados. En muchos de estos términos aquilatados en la historiografía
tradicional puede advertirse aún el manto encubridor y distorsionador del pensamien-
to europeo.
Otros términos como relaciones “inter-culturales”, “inter-regionales”, “inter-
étnicas”, “inter-institucionales”, etc., aún falta incorporar consistentemente en la histo-
ria de las relaciones entre los pueblos latinoamericanos, con lo que se podrá destacar
mejor su incidencia en un orden mundial de las relaciones. Entre ellas, cabe incorporar
las relaciones “inter-personales” y las “inter-académicas” (como las que estamos prac-
ticando aquí, por ejemplo).
Las relaciones entre las naciones latinoamericanas han estado teñidas de con-
flictos, y esto hace importante incorporar una distinción y análisis en los estudios de
las relaciones inter-regionales que identifique a las “regiones de conflicto”, ya que una

34
Hacia una historia para la integración Latinoamericana E. A. HEREDIA

gran parte de estas controversias y las más graves en cuanto a estados de tensión y
guerra han sido las cuestiones territoriales. La historiografía que ponga atención en
estas regiones, al ser también “regiones de frontera”, podrá contribuir a crear condi-
ciones objetivas y subjetivas para que se conviertan en “regiones de integración”. En
estos casos, estas regiones comprenden más de una nación, esto es son bi o pluri-
nacionales, y también bi o multi-culturales o multi-étnicas, hasta conformar “regiones
culturales” que trascienden los límites geodésicos o arcifinios marcados y disputados
por los Estados nacionales y determinados por trabajosos Tratados internacionales. La
adopción de estos conceptos, hasta configurar las bases de una nueva teoría de las
relaciones internacionales para América Latina, debe traer como consecuencia una
mayor vinculación entre las varias especialidades de la materia general, y entre ésta y
otras ciencias sociales.

La identidad latinoamericana

Esto nos lleva a la conclusión de que el estudio de las relaciones entre los
pueblos y entre las sociedades latinoamericanas debe tener en cuenta a las identidades
de sus pueblos y de sus sociedades. La identidad nacional es una de las identidades que
tienen los individuos y las comunidades; hay otras identidades de los mismos indivi-
duos y sociedades, como la religiosa, la étnica, la profesional, la del género (o sexo),
etc. Entendiendo a América Latina como una región en el mundo, hay que reconocer
que hay una identidad latinoamericana, y que cada individuo latinoamericano es porta-
dor de una identidad que merece esa calificación, tanto como posee una identidad
nacional, una identidad cultural, etc. Una teoría para la historia de las relaciones inter-
nacionales latinoamericanas debe incorporar, en consecuencia, la entidad que le co-
rresponde a la identidad latinoamericana.
Por tanto, también se originan relaciones entre identidades compartidas, cua-
lesquiera sean ellas. Por ejemplo, yo estoy más relacionado con un ciudadano chileno,
por razones de amistad o de profesión, o por alguna otra afinidad, que con el vecino
que vive al lado de mi casa. Porque las identidades están determinadas más por facto-
res culturales que por la localidad o la nacionalidad, y las culturas no son respetuosas
de los límites territoriales de una nación, porque responden a otros factores. Si nos
preguntáramos cuál es la cultura o las culturas que conviven en territorio argentino,
por ejemplo, la respuesta nos daría elementos para apreciar mejor las relaciones con
otras naciones que tienen culturas afines a las nuestras.
Como parte inherente a esa identidad, una historia de las relaciones interna-
cionales latinoamericanas debe incluir, necesariamente, el drama de la conquista que
comenzó hace quinientos años, porque entonces se inició un proceso de sometimiento
de pueblos por invasores que impusieron su cultura, sobreponiéndolas a las origina-
rias, las cuales no obstante subsistieron y cuyos relictos o vivencias son hoy una repre-
sentación vívida de aquel pasado. Las numerosas y variadas culturas existentes a la
llegada del europeo quedaron entonces involucradas en una misma situación, con lo
que se inauguró el proceso que conduciría a la identidad latinoamericana. Este proceso
ha sido persistente a través de los siglos, esto es las relaciones entre dominadores y
dominados, lo que se trasunta en la estratificación socio-económica de los pueblos

35
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

latinoamericanos, más acentuada en unos países que en otros, pero en todos presente
en la actualidad. Es éste uno de los factores esenciales de esa identidad.
En fin, es necesaria una nueva historiografía de las relaciones entre las nacio-
nes y los pueblos latinoamericanos que tengan como base las premisas señaladas;
cuando se hayan puesto de relieve las afinidades y semejanzas, ya no será necesario
hablar de integración: ésta aparecerá ante nuestros ojos porque los lazos emergerán
hacia la superficie desde la América profunda.

Historia e integración

Una revisión de la historia de las relaciones internacionales latinoamericanas


de los siglos XIX y XX requiere necesariamente buscar los antecedentes en los tiem-
pos coloniales para una explicación plausible; y esto es porque la marca dejada por la
conquista y colonización europeas aún persiste en las organizaciones territoriales, tan-
to en la configuración de naciones, como en la creación de ciudades tanto portuarias
como interiores; la estructuración espacial de las naciones latinoamericanas, incluyen-
do sus parcialidades territoriales político-administrativas, han conservado en buena
medida aquella configuración colonial, preparada según un plan de ocupación y domi-
nación en la relación metrópoli-colonia, cuya continuidad hasta el presente podríamos
calificar de relación centro-periferia. En efecto, la observación del mapa de la conquis-
ta y colonización con sus divisiones administrativas permite comprobar que han que-
dado marcas profundas en la actual estructuración espacial latinoamericana.
Precisamente, una base para dirimir los conflictos territoriales ha sido la de
considerar que las superficies de sus naciones debían ser las que tenían en el momento
de su emancipación de España, tomando como fecha referencial al año de 1810. A
partir de entonces, los esfuerzos en favor de la unión de las naciones latinoamericanas
han debido confrontarse con la dilucidación de esas cuestiones territoriales, ya que
consideraban a este factor como el fundamental para asentar las soberanías nacionales.
Independencias, soberanías nacionales, delimitaciones territoriales de las na-
ciones, han sido así objetivos fundamentales en la historia de América Latina, que han
tenido su gravitación en las relaciones entre sus naciones y en consecuencia en los
planes de concertación. En rigor, algunos de los dirigentes de la época de las indepen-
dencias estaban convencidos que esas independencias sólo se lograrían cabalmente
mediante una acción concertada y de nivel continental. Las ideas de unión, pacto o liga
estuvieron presentes desde un comienzo, aún antes de la conformación de los Estados
nacionales, tomando algunos como modelo casos externos, como la Liga Hanseática
europea o la Anfictionía griega. En sus máximos propulsores o ejecutores la idea de la
confederación ocupó un lugar importante, tanto que en la primera mitad del siglo XIX
el signo predominante de las organizaciones políticas fueron los sistemas confederati-
vos, que incluían un sentido integracionista conformado según los imperativos y vicisi-
tudes propios de la afirmación y organización de los Estados nacionales. En ese idea-
rio tres objetivos -la independencia, la soberanía y la integración-, estaban consustan-
ciados y se complementaban recíprocamente, y eran indispensables en la búsqueda de
la libertad y de la felicidad de los pueblos latinoamericanos. El sistema confederativo
era para sus ideólogos la culminación y la consagración plena de la independencia, sin
lo cual esa independencia sería precaria, inestable e incompleta.

36
Hacia una historia para la integración Latinoamericana E. A. HEREDIA

Sin embargo, luego de las guerras de independencia las Confederaciones se


mantuvieron enfrascadas en dirimir sus conflictos internos, en los que apelaron a la
ayuda onerosa de los imperios, despreciando la oportunidad de organizar institucio-
nalmente las naciones en armonía con la concertación y la integración.
Esa unión y concertación tuvo como objetivo inicial adquirir fortaleza para
enfrentar a la metrópoli imperial, para lo cual fue necesario pactar y condicionar sus
planes a las condiciones impuestas por otras naciones europeas. Desde una visión
retrospectiva, vemos que la historia de la integración como instrumento para oponerse
al imperialismo culmina en la actualidad en la oposición a la hegemonía de los Estados
Unidos, como es ostensible en el llamado “socialismo del siglo XXI” que hoy es sos-
tenido en varias naciones latinoamericanas.
Así como los sistemas confederativos estaban en los inicios de los procesos
emancipadores, el imperialismo norteamericano ya estaba prefigurado desde los co-
mienzos de su propia independencia, y era parte sustancial del ideario de figuras como
Jefferson y Monroe, que sentaron las bases para la expansión de esa nación. Aunque
aún no era un imperio, comenzaba a actuar como tal, o sea que desde un comienzo de
la vida nacional de los latinoamericanos ya estaba insinuado el peligro concreto que
justificaba la unión y la concertación de estos países.
La historia de esos primeros esfuerzos por la integración, tanto como los fra-
casos y frustraciones merece ser relevada, no sólo para el conocimiento de los eruditos
y amantes del estudio del pasado, sino como una lección viva para los políticos y diri-
gentes del presente y del futuro. Ella ilustra sobre los errores cometidos y marca como
signo positivo la existencia de un ya largo proceso que, aunque interrumpido y malo-
grado, muestra su continuidad en el tiempo y su proyección hacia el futuro.
Sin embargo, las historiografías tradicionales de estas naciones no dan la rele-
vancia a este aspecto de las relaciones, cuando no lo omiten totalmente, para ensalzar
en cambio el sentido nacional o nacionalista de su pasado. En suma, han prevalecido
las historias visceralmente dedicadas a defender causas nacionales contra declarados
enemigos de la vecindad. En este sentido, una visión a lo largo de la historia muestra
la persistencia y recurrencia de varios tipos de conflictos territoriales y marítimos, que
a su vez han modelado a través de los tiempos formas diversas de relacionamiento:
uno fue el motivado por el expansionismo de los Estados Unidos, cuya víctima prin-
cipal fue México, pero que se extendió a otros espacios de América Central y del Sur;
otro fue el determinado por la apropiación de islas, predominantemente caribeñas, por
varias naciones europeas, que a su vez determinaron competencias estratégicas de
poder y comerciales para la apropiación de mercados y control de circuitos comunica-
cionales. Un tercer tipo de conflictos fue el que tuvo como protagonista principal a la
Cordillera de los Andes, cuya compleja geografía y sus riquezas naturales, reales o
presentidas, ocasionaron enconados litigios entre las naciones sudamericanas; estos
conflictos fueron los más ardientes y ocuparon gran parte de la atención de los go-
biernos en todo el siglo XIX y parte del XX. Por eso el peruano Luis Alberto Sánchez
ha dicho que América Latina es el fruto de los Andes; es su espina dorsal, diríamos
nosotros, la que nos mantiene erguidos. Otro tipo más de conflicto fue el motivado
por la comunicación interoceánica, focalizado en el istmo de Panamá –cuyo Canal
creó dos continentes al escindirlo- y en el Estrecho de Magallanes –que permitió la

37
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

circunvalación, demostrativa de que el mundo es redondo-. Y por último, el heredado


de las Coronas de España y Portugal, y que tuvo como escenario principal la cuenca
del Plata. Es necesaria una visión totalizadora de esta realidad para entender cada una
de estas cuestiones y a su vez integrarlas en su contexto hemisférico, sin lo cual sólo
tendremos una visión fragmentada e incompleta.
Hay un poderoso elemento común que permite colocar dentro de un mismo
marco el campo de estudio de las naciones latinoamericanas: la relación centro-
periferia. Esta similitud da lugar a observar todo el espacio latinoamericano y en toda
su extensión temporal desde una misma perspectiva de análisis. Esta relación centro-
periferia debe entenderse también en una dimensión espacial, puesto que los espacios
fueron uno de los factores esenciales tenidos en cuenta por los imperios para la ocu-
pación colonialista.
Las generaciones que se sucedieron hasta casi finalizar el siglo XX, sin embar-
go, recibieron la impronta de estudios sobre la historia de las relaciones internaciona-
les que pusieron énfasis en las historias de las epopeyas nacionales en las que se re-
marcaba el carácter “nacionalista” y “patriótico” en relación a los vecinos inmediatos;
la mayoría de los autores eran diplomáticos, y muchos de ellos abrazaron el ideario
“panamericanista”, favorable a la política continental de los Estados Unidos. En una
lista sucinta, y a manera de ejemplos, pueden mencionarse a Enrique Corominas, Ma-
riano José Drago, Enrique Gil, Ernesto Quesada para Argentina; Hildebrando Accioli
para Brasil; Pedro de Alba para México. Puede dimensionarse el sentido contrario a la
integración que tuvieron estos autores por sus visiones nacionalistas y en muchos
casos de adscripción a un sistema panamericano que admitía explícita o implícitamente
la hegemonía de los Estados Unidos.
A ellos han sucedido pensadores que incursionaron en esta historia desde una
perspectiva latinoamericanista e integracionista, tales como Arturo Ardao en Uruguay,
Arturo Andrés Roig en Argentina, Lepoldo Zea en México, Raymundo Barros
Chablín en Chile, Francisco Cuevas Cancino en México, Luis Alberto Sánchez en
Perú. Obviamente, sólo para mencionar algunos nombres notables.
Un nuevo término, que encierra un nuevo concepto nacido en este siglo, es
propicio para encarar una saludable renovación de estos estudios: se trata de la alter-
globalización, que da pie para entender las relaciones desde otros parámetros que en-
globan al planeta en un común denominador y que postulan en cambio las diferencias,
las especificidades y las alternativas posibles a un mundo globalizado.
En fin, la historia de estas relaciones debe tener muy en cuenta las circunstan-
cias en que se han formado nuestros Estados nacionales, desde un pasado de domina-
ción colonial hacia la formación de naciones que emergieron y se consolidaron tras
luchas contra los imperios y contra sus rivales regionales, todo lo que representa una
realidad dramática y en cierto modo traumática. Por ello es importante analizar la per-
tinencia de incorporar conceptos de la ciencia de las relaciones internacionales actua-
les, tales como la “percepción”, esto es la imagen o representación que se hace la gen-
te sobre sucesos internacionales, tanto como producto de los mensajes de los medios
de comunicación como de la propia formación ciudadana de los individuos, que obra
como pre-concepto o prejuicio.

38
Hacia una historia para la integración Latinoamericana E. A. HEREDIA

Los efectos producidos por la percepción –se ajuste o se aleje de la realidad


concreta por imperio de esos tamices- constituyen a su vez una realidad misma en
cuanto participan en la creación de un ideario que forja la sociedad a partir de esa
percepción y que a su vez gravita en las futuras decisiones internacionales. Los inter-
nacionalistas hablan hoy de “percepciones” para señalar las interpretaciones que se
forman y elaboran en las oficinas de las Cancillerías, en la opinión pública, en los sec-
tores dirigentes y aún entre los mismos analistas de las relaciones internacionales con
respecto a acontecimientos o a situaciones de la vida internacional. El término “per-
cepción” y el uso que de él se hace está fuertemente motivado, como es obvio, por la
influyente acción que en el mundo moderno ejerce ese poderoso agente intermediario
constituido por los medios de comunicación.
En efecto, a partir de cada fenómeno o acontecimiento internacional se arma
una batería gigantesca de informaciones que presenta la noticia con el color, el calor y
el sabor que cada medio de comunicación considera conveniente. A ello se agregan las
declaraciones formales de los voceros oficiales que dan cuenta de lo acontecido, pre-
sentadas en forma oral o escrita, y aún con el uso de imágenes que impactan en las
mentalidades individuales y colectivas; de todos modos, estas declaraciones necesitan
de los medios de comunicación, que son en definitiva los dueños de la información. Se
crean así los elementos con los cuales se formarán las “percepciones”. Este fenómeno
ha llegado a ser tan importante como el significado o importancia intrínseca del hecho
mismo. O sea que hay dos hechos, el real y el percibido. A menudo los efectos que
causan las percepciones superan el impacto del hecho mismo, ya sea éste un Tratado
internacional, un incidente fronterizo o una disposición gubernamental que afecta los
intereses de otro país. Se ha dicho que es tan importante y trascendente para el mundo
lo que se decide en una Asamblea de las Naciones Unidas como la información que el
público recibe de la misma, con la cual forma su opinión. Los estudiosos de las rela-
ciones internacionales están ocupándose de estas percepciones como un aspecto deci-
sivo de la materia; aún cuando centren su atención en una cuestión específica, no pue-
den dejar de dedicar un capítulo de sus análisis a las “percepciones” que se forman
acerca de ella.
Esto tiene vigencia para todas las relaciones a nivel mundial, pero para Améri-
ca Latina se agrega, se superpone y se confunde con sus propias características con
otro tipo de influencias en las interpretaciones de los fenómenos internacionales de la
región, que a veces es superior aún al de las percepciones. Puede ser superior porque
suele operar en el subconsciente de quienes observan los hechos internacionales, y
está ya instalado previamente en su mentalidad, por lo que adquiere las características
de un prejuicio, o un “pre-juicio”, que condiciona inexorablemente la percepción del
hecho en sí. Se trata de las “sensibilidades” con que los acontecimientos regionales –
los que pertenecen a la esfera de las relaciones entre las naciones latinoamericanas-
son recibidos e interpretados. En tanto la percepción, tal como es tratada por los in-
ternacionalistas, consiste específicamente en la interpretación racional del hecho de
que se trata, la sensibilidad se refiere más bien a la actitud previa existente en quien
percibe ese hecho y que condiciona la interpretación; a menudo escapa de la racionali-
dad para ingresar al ámbito de la emotividad, de la intuición y del sentimiento. Por
tanto, aunque se confunden, percepción y sensibilidad bien pueden ser tratados como

39
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

la manifestación de dos actitudes diferenciadas y que confluyen participando cada una


con lo suyo hasta conformar la interpretación de un hecho de dimensión internacio-
nal.
Los orígenes de esas sensibilidades vienen de la profundidad de las propias
historias nacionales y de las relaciones vecinales latinoamericanas. En efecto, estas
historias nacionales se han formado en un crisol o en un caldero en que las rivalida-
des, los roces y conflictos vecinales han tenido un papel significativo. La importancia
que le asignemos está en relación directa con la incidencia que le reconozcamos como
factor a superar para llegar a la integración latinoamericana. A su vez, las investigacio-
nes y las explicaciones textuales de estas historias nacionales y su enseñanza en las
escuelas han sido un poderoso factor en la formación de estas sensibilidades. No han
sido ajenos a este proceso los órganos oficiales y privados, o diversos ámbitos intelec-
tuales, que de distinta forma han mantenido vigentes los rencores, más allá de las me-
ras declamaciones de esos mismos ámbitos.
Los conflictos limítrofes han sido uno de los poderosos determinantes de es-
tas sensibilidades. La mayor parte de los enfrentamientos internacionales de la región
han tenido como causa eficiente las disputas por territorios; a menudo han tenido
como objeto espacios desérticos, estériles o helados, pero también han estado motiva-
dos por la posesión de zonas con riquezas naturales importantes. En todos los casos
estas cuestiones territoriales han perturbado y demorado considerablemente relaciones
mutuamente provechosas; en tanto, y en correspondencia con estas situaciones, se han
gastado porciones considerables de los presupuestos nacionales en dotaciones bélicas,
al tiempo que las fuerzas armadas adquirían papel protagónico al creer que su misión
específica de custodios de las soberanías territoriales estaba asociada al uso del propio
poder político nacional.
Por su parte, las historiografías producidas en cada nación latinoamericana
han resultado completamente incompatibles con las de otras naciones cuando se han
referido a las superficies territoriales que cada una de ellas se atribuía como originarias
y por tanto genuinas de su propio país. La historia de las relaciones internacionales
argentinas escrita por Carlos Escudé y Andrés Cisneros muestra gráficamente que si
cada una de las naciones latinoamericanas hubiera obtenido los territorios que consi-
deraba suyos hubiese sido necesario más de un continente para satisfacerlas. A ello se
agrega que algunas intentaron parecerse a Europa o a los Estados Unidos y por tanto
diferenciarse y menospreciar a las naciones vecinas; otras se encerraron en sus propias
raíces acentuando sus particularidades también como una manera de diferenciarse de
esas vecinas, y negando las semejanzas.
Percepción y sensibilidad, en fin, son partes constitutivas de un imaginario,
que cuando es adoptado por un pueblo o una sociedad pasa a ser un imaginario colec-
tivo y, lo que es peor, se constituye en un ideario nacional.
Felizmente, los mayores conflictos por cuestiones limítrofes han quedado
prácticamente superados en los finales del siglo que pasó. Esto nos hace ser más op-
timistas que Eric Hobsbawm en su pronóstico de cómo se desenvolverán las relacio-
nes internacionales en este siglo XXI. Correlativamente, falta ahora que se superen y
disipen las sensibilidades negativas creadas por esos conflictos y alimentadas por las
interpretaciones historiográficas.

40
Hacia una historia para la integración Latinoamericana E. A. HEREDIA

Si tenemos que explicar y aún justificar que la historiografía de las relaciones


internacionales latinoamericanas producida hasta bien avanzado el siglo XX se refería
esencialmente a los conflictos y a las disputas territoriales que realmente cubrían estas
relaciones, en estos comienzos del siglo XXI, en el cual campean otros vientos -por
cuanto la mayoría y los más importantes conflictos han sido superados-, y en que mo-
vimientos como el socialismo latinoamericano se abren paso en esta región, cabe espe-
rar que otras premisas infundan las bases de esos estudios, y entre ellos parece lo más
plausible plantearse hipótesis en favor de una efectiva integración.

41
III
EDUCACIÓN Y FILOSOFÍA EN
NUESTRA AMÉRICA1
Mauricio Langon
Universidad de la República
mlangon@gmail.com

Introducción

E ste encuentro no es un mercado de intercambios de estudios que acumulan co-


nocimientos en el tranquilo transcurrir de inocuas indagaciones. Lo interpreto
como un espacio de problematización y diálogo que, detrás, delante, en primer
plano, se siente conmovido e interpelado por problemas de vida o muerte, que impac-
tan en nuestra América. Esos espantos que culminan en crímenes contra la humanidad
(singular y colectiva) y la vida, son fruto maduro de la cultura de Occidente. Como lo es
también el desarrollo de “la ciencia y la tecnología” -para bien y para mal-.
En la raíz de esos frutos benéficos y maléficos están nuestros buenos oficios, in-
cluyendo la filosofía y la educación.
Con este primer plano y con el telón de fondo de los “biopoderes negativos”
que atacan la vida en las diversas maneras en que ésta se despliega al florecer en distin-
tas culturas, y nos degradan hasta el despojo de nuestra dignidad humana, mientras
preparan la muerte de todas las cosas, es que, según entiendo, deberíamos expo-
ner(nos) y discutir acá. No deja de ser paradójico que insista en hablar de filosofía y
educación. Y en escribir.
¿Qué relaciones podríamos establecer entre filosofía y educación con “nuestra
América, la pobre”? ¿Qué podrían aportar esas disciplinas -tan débiles, tan impotentes,
tan sospechosas, tan ambivalentes, tan miserables-, para que los pueblos de nuestra
América retomen la marcha hacia su liberación sin tropezar en el escollo de los egoísmos,
y sin recaer en las ilusiones y acciones del injusto progreso capitalista globalizado?
En ese contexto propondré preguntarnos: ¿Por qué debería ser la nuestra, una
educación filosófica? ¿Qué diferencia (qué diferencia vital) podrían llegar a hacer, y en qué con-
diciones, la filosofía y el filosofar en la educación de nuestra América? O: ¿Qué haría que en la
educación de nuestra América fuera indispensable filosofar? Y: ¿Cómo deberíamos con-

1 Conferencia dictada en Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos: Diálogos interdisciplinarios sobre
sociedad, historia, cultura, frontera y territorio, Universidad Nacional del Villa María, 19 de abril de 2013.

43
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

cebir las actividades humanas de educar (y educarse) y de filosofar (y pensar)? Y ¿Cómo


deberíamos realizar esas acciones?

¿Qué diferencia vital podrían llegar a hacer la filosofía y el filosofar en la


educación de nuestra América?

En el orden normal actual, globalmente orientado hacia la maximización de ga-


nancias y al éxito monetario individual reservado a diversas elites, no es casual lo que
ocurre con la democracia. Deja de ser concebida como poder del pueblo, y como odio a todo
privilegio. Y, mientras los sectores populares -en tanto pueblo y en tanto pueblos- resultan
cada vez más excluidos, precarizados y sumidos en la impotencia; la “democracia”,
pasa a ser vaciada y concebida como mera forma de gobierno detrás de la cual de hecho
operan eficazmente oligarquías de diverso tipo (financieras, empresariales, tecnocráti-
cas, etc.).
No es casual que el conocimiento sea concebido en singular, reducido a los as-
pectos positivos del desarrollo cientítico-tecnológico (ocultando sus aspectos nefastos)
y -a través de las grandes instituciones “de punta”, los think tanks (que se supone que
“piensan”, pero los tanques son para dejar de pensar) y otras técnicas de dominación-
puesto al servicio de una economía injusta.
No es casual que la educación (reducida a la educación formal) pueda ser pre-
sentada como panacea o al menos paliativo de las injusticias del mundo actual, y parti-
cularmente de la pobreza, al tiempo que queda reducida a una instrucción pública
pobre para pobres, cuyos contenidos básicos consisten en la transmisión de lo ya sabi-
do, para desarrollar las aptitudes y actitudes que requiera el mercado de trabajo.
No es casual que la filosofía sea entendida como la mera transmisión –irrefle-
xionada e indiscutida- de un corpus cerrado de pensamientos y métodos exclusivamente
“occidentales”. Mientras el hacer filosofía entendida como pensar radical, dubitativo,
no dogmático, crítico, solidario; que intenta filosofar de nuevo ante cada uno de los
grandes problemas de la humanidad actual, recurriendo al diálogo entre los saberes de
todos los pueblos, tiende a ser excluida de los estudios -incluso latinoamericanos-
pues, con esas características, no resulta funcional al sistema global. No resulta fun-
cional un pensar radical y en diálogo interculural (desde y a través de razones distintas) para ir
construyendo “la razón de todos en las cosas de todos” (Martí). Y tienden a desapare-
cer de las instituciones políticas, de las educativas y hasta de las académicas, el conocimien-
to de lo diverso, la creación, la discusión y la argumentación que, entre otras cosas,
también caracterizan lo mejor de la tradición “occidental”. Los elementos fundamen-
tales de lo que podría considerarse su logos o razón clásicos: el lenguaje (pensamiento,
comunicación, educación), la discriminación entre lo justo y lo injusto (ética, política) y
el conocimiento del mundo (ciencia), se han disociado; y cada uno de ellos, se ha dis-
torsionado.
Es una necesidad de la liberación de nuestra América, de la humanidad y de la
vida en general, re-unir estos niveles y transformarlos mutuamente. Cuando hablo de
filosofar, pongo el acento en actitudes y actividades indispensables para hacer filosofía, para
educar, para hacer ética y política, para conocer. Estoy hablando de una filosofía transformada
desde los pueblos en actividad democrática (un democratizar para seguir poniendo el asun-

44
Educación y filosofía en Nuestra América M. LANGON

to en términos de acción). Una filosofia transformada también por el impacto de la revolu-


ción científico-tecnológica, que la obliga a buscar su propio rigor. No tanto transfor-
mada por los conocimientos, sino por la acción de conocer (incluyendo la duda sobre el
conocimiento dado en cada momento y su estudio crítico, tomando en cuenta otros
saberes y haceres, incluidas todas las artes). Y una filosofía transformada por la práctica
educativa, particularmente por la práctica de filosofar con niños, adolescentes y, en gene-
ral, con personas que no se van a dedicar profesionalmente a la filosofía. Este filosofar
transformado, por su parte, permitiría re-unir y transformar esos niveles (políticos, edu-
cativos, de conocimiento): no hay educación liberadora sin cuestionamiento, sin pen-
samiento crítico y creativo, sin diálogo; no hay ciencia y tecnología liberadoras sin
reflexión crítica, ética y política sobre sus efectos y su actividad; no hay democracia sin
los demás, sin igualdad, sin diá-logos (a través de distintos modos de pensar), sin dia-ethos
(a través de diversos modos de valorar) y sin dia-pathos (a través de diversos modos de
sentir). Entre todos.
Kant enseña que no es posible aprender filosofía -porque no hay libro que
pueda compendiar el saber filosófico pues los filósofos discrepan entre sí- pero sí
aprender a filosofar. Por tanto, no se trata de enseñar pensamientos ya hechos, ciencias
que se pueden presentar en un curso o en un libro (maneja el ejemplo de Euclides
para las ciencias formales y el de Polibio para las ciencias fácticas2) como acabadas, para
que los jóvenes la impriman en su entendimiento, sino de enseñar a pensar (en el sentido
de señalar caminos y presentar herramientas para que los estudiantes vayan aprendiendo
a desplegar y mejorar su propio modo de pensar, de querer saber), a través de los au-
tores y conocimientos que ocasionalmente se presenten como pretexto para aprender a
pensar con ellos, pese a ellos y contra ellos. Es decir, propone el método cetético (de
investigación), y sólo complementaria, eventual y provisoriamente el método dogmático3
(exposición de lo conocido por otros). Hoy que sabemos que ningún conocimiento
puede presentarse legítimamente como definitivo, sino como un saber en construcción y
en diálogo con otros, este planteo no sólo es válido para la enseñanza y aprendizaje de
la filosofía, sino para todo conocer o saber. De modo que si se puede aprender a filosofar,
también se podrá aprender a matematizar, historizar, fisicizar, literaturizar…, de modo de
desplegar plena e integralmente los modos de pensar, hacer y producir, propios de cada
colectivo y cada singular. Y eso exige determinados modos de enseñar, probablemente
específicos para cada disciplina, pero también enriquecidos con el diálogo interdisci-
plinario.

Investigar para una educación filosófica nuestroamericana

Creo que estamos en condiciones de pensar una educación nuestroamericana


que sería inconcebible, en tanto tal, si no incluyera un filosofar en el sentido de cues-

2Kant distingue entre ciencias “como las matemáticas” y ciencias “como la historia”.
3 Esta distinción se funda en las palabras griegas correspondientes. “Con ella se marcarían dos maneras
diferentes de pensar. Una, la dogmática como un pensamiento aferrado a sus propias premisas, a puntos
de partida dejados fuera de cuestión. Otra, la cetética siempre dispuesta a poner en cuestión problemática
premisas y puntos de partida.” Warat, Luis Alberto “Cuestiones dogmáticas y cetéticas más allá de Tercio
Sampaio”. http://periodicos.ufsc.br/index.php/sequencia/article/viewFile/17342/15914

45
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

tionamiento radical, original de y para nuestros pueblos, para enfrentar nuestros pro-
blemas, para pensar, actuar y crear en nuestra realidad. En diálogo; en democracia.

Algunas investigaciones grupales

Es en este contexto que quiero presentar investigaciones grupales que tienen


sus antecedentes en modos de concebir la educación filosófica en la enseñanza media
que pasaron por la construcción de programas de filosofía centrados en problemas. Las
prácticas docentes que hemos ido desarrollando nos llevaron a pensar un filosofar en el
aula distinto del mero transmitir filosofía. Creemos así ir superando desde las prácticas de
aula las oposiciones entre filosofía y filosofar, entre pensamiento y pensar, y otras, didácticas
y disciplinares.
En las investigaciones iniciales4 nos centramos en observar las prácticas edu-
cativas en aulas de filosofía: qué hace el docente, qué pasa en las clases. Usamos todo lo
que teníamos a mano: miramos, escuchamos, tomamos notas, grabamos, filmamos.
Observar no es nunca tarea fácil ni neutra. También empleamos entrevistas en pro-
fundidad y grupos de discusión.
En la investigación que estamos culminando ahora centramos la atención en
la cuestión de la argumentación. Ello permite trabajar un punto clave que –siendo origi-
nariamente filosófico- atraviesa otras disciplinas. Como “Biología” incluye expresa-
mente “argumentación” en su programa, observamos clases de esa disciplina además
de las de filosofía (en los mismos grupos de estudiantes).
Este asunto nos pareció también relevante porque se da en un contexto de
mala calidad y ausencia creciente de la argumentación en los ámbitos públicos, princi-
palmente políticos y mediáticos. Así como por el hecho de que, los pocos “debates”
radiales o televisivos que no son sobre fútbol se plantean entre presuntos “especialis-
tas” (“todólogos” cuya opinión se toma para cualquier cosa). El resto de la población
queda marginado a la posición pasiva o al debate privado. En el caso específico de las
discusiones sobre educación, normalmente los educadores y educandos son excluidos
(en varias ocasiones por fundamentos que caen en falacias “ad hominem” que los
descalifican porque son los más directamente involucrados), sustituidos por políticos o
por “expertos” (lo que suele implicar falacias “de autoridad”). Se discute cada vez
menos y peor, incluso en el ámbito “parlamentario” (donde prima la negociación a partir
de posiciones o intereses asumidos previamente), lo cual resulta un peligro para la
democracia “representativa” que tiende a transformarse en “sustitutiva”, a la vez que
se hace “presidencialista”. Se renuncia a argumentar, se renuncia a pensar porque ya se
ha votado a quien piense por uno. Incluso en Uruguay, donde Vaz Ferreira sostenía
que nunca hay que renunciar a pensar, y que hay que hacerlo cada vez mejor; siempre,
ante cada nuevo caso, repensar de vuelta; cada vez más informados, cada vez tomando
en cuenta más perspectivas, y no pensando lo nuevo a partir de la receta de un “siste-
ma” dado. Se dirá que la filosofía latinoamericana no es sistemática. A lo mejor no
quiere serlo. No se trata de encontrar una piedra filosofal que permita entenderlo to-

4 El equipo está integrado por Marisa Berttolini, Isabel González y yo. En las instancias iniciales también
lo integró Carolina Macedo. En cada instancia trabajamos con varios profesores y profesoras.

46
Educación y filosofía en Nuestra América M. LANGON

do, explicarlo todo y aplicarlo a todo presente y futuro. Se trata de construir la convi-
vencia y el com-pensar de seres humanos distintos en sociedades justas.

Nuestro concepto de “problema”

En nuestras investigaciones desarrollamos algunos conceptos a partir de las


prácticas de educación filosófica centrada en problemas, en las cuales hay considerable
libertad para elegir problemas capaces de conmover a los estudiantes e irlos desple-
gando y articulando a lo largo de cada curso,5 recurriendo para ello (y no exclusiva-
mente) a filósofos de distintas culturas, concepciones y tiempos. La idea no es centrar el
curso en el conocimiento del pensamiento o el sistema de ciertos filósofos, tampoco el
de determinados temas, sino de algunos problemas, a fin de que, poniendo a disposición
de los alumnos recursos conceptuales y metodológicos que el pensar de la humanidad
ha ido elaborando, los alumnos estén en mejores condiciones no sólo de pensar esos
problemas filosóficamente, sino de ir adquiriendo o desarrollando (individual y colecti-
vamente) su modo propio de plantearse y pensar los graves problemas que los afectan,
así como afectan a la humanidad y al mundo, de manera mejor, más crítica, libre, crea-
tiva y solidaria. El docente se ve incentivado en su propia creatividad y esfuerzo de
profundización, más que obligado a cargar con el peso de la obligación de “cumplir”
un detallado programa, que se ha de desarrollar en un lapso de tiempo previsto y de
evaluar según el conocimiento (en el mejor de los casos, la comprensión) que pueda
demostrar el alumno en una prueba más o menos estandarizada.
Doy un ejemplo de la diferencia entre cursos organizados sobre temas y sobre
problemas.6 No se trata de transmitir al estudiante que, en lo que respecta a Dios, la
información de que hay dos cuestiones básicas: la de su esencia y la de su existencia;
explicarlas; enumerar posiciones que se han sostenido (generalmente en el marco del
pensamiento occidental y cristiano) respecto a ambas cuestiones. No se trata de distin-
guir respuestas, de modo que los estudiantes aprendan palabras y no las confundan.
No se trata de repetir algunos argumentos a favor de alguno de los ismos que se tuvo
tiempo de explicar. No se trata de evaluar a los estudiantes según cuánto de eso sean
capaces de recordar, entender y exponer el día del “examen”. Sea cual sea el tema, el
verdadero problema para el estudiante es cómo “saltar” ese obstáculo escolar para obtener
certificaciones que le permitirán ejercer algún oficio. Para resolver ese problema hay que
memorizar (a veces, entender) y repetir. Pero los problema filosóficos, ésos que no dejan
dormir, y llevan a plantearse preguntas que hacen a la vida de cada uno, como: ¿Hay o no
un Dios o dioses?; ¿Hay algo más allá del ser humano?; ¿Hay vida después de la muer-
te?; ¿De qué modo inciden o no inciden esos problemas en otros tales como ¿qué

5 En Uruguay “Filosofía” es una “asignatura” del currículo obligatorio de todas las orientaciones u opcio-
nes, en los últimos 3 años de Bachillerato, con una carga horaria de 3 horas-clase semanales.
6 Los cursos de Filosofía se ordenan generalmente según un criterio de exposición de conocimiento

temático (que puede ser más o menos sistemático) o histórico. Organizarlos en torno a problemas permite intro-
ducir tanto cuestiones históricas como temáticas, como recursos para trabajar algunos problemas, y en función
de esto. En cambio, la exposición histórica y la temática pueden prescindir de problematizar y hacerse, de
hecho, antifilosóficas. No es posible abarcarlo todo en esos criterios, sino simplificando, recargando, omitiendo u
organizando la información con determinada orientación. Es decir, son del orden de las respuestas y no de las pregun-
tas; por lo cual caen fácilmente en dogmatismos o matan los problemas.

47
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

debo hacer? ¿qué me cabe esperar? Ese tipo de problemas, aparecen como mero tema
a desarrollar demostrando conocimiento de una información dada que se le pasa al
estudiante. Puede pasar todos los cursos sin rozar siquiera sus problemas existenciales. Ni
los problemas reales a los cuales se ha enfrentado y se encuentra enfrentada la huma-
nidad.
Este partir de problemas y problematizar permitió que los docentes de filoso-
fía desarrolláramos la noción de “función filosófica”.

Función filosófica

Tomamos (manipulamos) la idea de Roig que distingue un tipo de discursos


que son utopías de la función utópica que puede descubrirse en todo discurso, sea o no
del género utópico: cómo se proyecta en función de futuro. Análogamente podemos
decir que hay una disciplina educativa que se llama filosofía, pero que en toda educación
juega una función filosófica: cómo se plantea en relación con los saberes y la realidad: ¿se
limita a transmitir lo dado por sabido para su repetición, su comprensión, su continua-
ción? ¿lo pone en duda, lo problematiza, genera rupturas, transformaciones, propone
vías inéditas? Esa función se da en toda la actividad educativa y en toda educación. No
sólo en los contenidos educativos; también en los modos en que se presentan, en las acti-
vidades que se realizan; también en las relaciones que se van tejiendo en ella; también
en las condiciones en que se da, las características de sus espacios, su ambiente, su
clima, sus tiempos, sus ritmos, sus ritos, su gestión… En todo lo que pasa en educa-
ción.
Por ejemplo, nos dirá una profesora: “¿Cómo puedo hacer filosofía con esos
que vienen sin comer? ¿Cómo puedo exigirles a esos que están cansados de trabajar
todo el día y se están durmiendo en clase? Con esos no puedo hacer filosofía, con esos
hago otra cosa…” No. Justamente esos tienen derecho y necesidad de educación fi-
losófica. No se trata de darles un barniz de cultura para lucimiento en algún evento
social ni de hacer divertidas las clases; se trata de ponerlos en condiciones de enfrentar
la realidad, problematizándola, pensándola, transformándola. No sólo sufriéndola.
Nuestra educación: ¿incluye una función filosófica? ¿Cómo se tratan los alum-
nos entre sí? ¿Cómo se relacionan con sus docentes? ¿Y éstos entre sí? ¿Cómo inten-
tamos transformar esos tratos? ¿Y las jerarquías? Y los espacios: ¿los hacemos ámbitos
donde se pueda pensar, dialogar, discutir, criticar, crear? ¿o los hacemos lugares de
cumplimiento y aplicación de normas reglamentarias?

Observaciones de clase y debates argumentativos

En nuestras investigaciones intentamos observar cómo se dan ese tipo de co-


sas en la clase. Y particularmente, en la más reciente: ¿cómo se da la función filosófica
en el debate argumentativo?
Trabajamos teoría de la argumentación, hicimos grillas de observación y plan-
teamos el debate en las aulas sobre una cuestión que, a su vez, estaba en el debate
público: el “matrimonio igualitario”, asunto que motivó intervenciones de “especialis-
tas”, parlamentarios, dignatarios eclesiásticos, etc. Como disparador del debate utili-

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Educación y filosofía en Nuestra América M. LANGON

zamos entrevistas periodísticas a dos ex Presidentes de la República. Y pudimos ver


las falencias argumentativas en los estudiantes que, en general, tendían a reproducir los
mismos lugares comunes, falacias y “vértigos argumentativos” (Pereda) que suelen
darse en la “discusión” pública. Y la violencia, presente también en la educación con
variadas formas del argumento “ad baculum” (que suele tener detrás un “garrote” real
que le da eficacia, y continúa en el plano argumentativo el recurso a la violencia, inclu-
so física).
Al comenzar nuestras investigaciones ya había muchos profesores trabajando
en las líneas esbozadas más arriba. Y, puesto que trabajamos con buenos profesores de
filosofía, eran de esperar por un lado, buenas estrategias y resultados docentes y, por
otro, fuertes obstáculos o dificultades.
A partir de las primeras observaciones, entrevistas y, particularmente, grupos
de discusión entre docentes, surgieron algunos conceptos relevantes en el aula de filo-
sofía, de los cuales decidimos trabajar tres: el rigor, el interlocutor y los textos en el trabajo
filosófico en el aula.
Respecto a los textos, la principal cuestión es si se trata de determinar cuáles
son los textos filosóficos para basar en ellos nuestra educación filosófica (es decir, cómo
ir rompiendo con el corpus casi exclusivamente occidental de la “historia de la filoso-
fía”) o si muchos otros textos “no filosóficos” (y hasta pretextos) pueden y deben
también ser tratados filosóficamente. Y, en cualquier caso, el problema de fondo cómo
trabajar filosóficamente, en el aula, un texto; qué sería un trabajo filosófico sobre textos.
¿Quién es el interlocutor para la filosofía? Porque la imagen clásica nos pone al
Maestro Sócrates conversando a la sombra de un árbol al borde de un río, cara a cara
con su discípulo dilecto Fedro. El Maestro ha elegido a su interlocutor y discípulo para
sembrar en un “alma apropiada” la semilla de la que brotarán otros discursos, capaces
de lanzarse en diálogo cara a cara con otros interlocutores, y así imperecederamente.
De modo que el diálogo cara a cara, excluyente de todos los demás, se amplía indefini-
damente, pero en círculos que siempre seleccionan interlocutores por amor: discípulos,
amigos. Platón lo pone por escrito.7 Con eso pone la filosofía a disposición de todos: ya
no selecciona interlocutores.
Nuestro problema es conceptualizar y desarrollar un diálogo filosófico democrático
incompatible con posiciones oligárquicas (aristocráticas o tecnocráticas), del cual par-
ticiparan clérigos y laicos, adultos y jóvenes, varones y mujeres, sin transformarlo por eso
en charla banal. O, inversamente, de conceptualizar y desarrollar las exigencias de un
rigor filosófico educativo y democrático, que no recaiga en posiciones tecnocráticas o aris-
tocráticas. Quizás planteando, como criterio de tal rigor y de tal diálogo, postulados de
este tipo: Si un diálogo sobre cuestiones que involucran a todos no acepta por interlocutores a todos,
no es filosófico; si en el proceso de resolución de problemas que involucran a todos, predomina conside-
rar estos problemas como cuestiones técnicas, reservadas a especialistas, no es un proceso filosófico.
Pero, en la práctica: ¿Quién es interlocutor en el aula? ¿Sólo alguno de mis
alumnos? ¿Sólo todos mis alumnos? ¿Sólo quienes llegan a determinada altura de la edu-
cación formal? ¿Sólo por un tiempo? ¿Todos los niños, los jóvenes, los adultos, los vie-
jos? ¿De todos los pueblos, culturas, sociedades, religiones, opciones sexuales…? Es

7De paso, menciona a dos personas a las que los interlocutores contarán su conversación: ambos, en la
época de composición del diálogo, ya se sabe que no son “almas adecuadas”.

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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

posible dar a éstas y otras preguntas análogas las respuestas más abiertas, abarcadoras
o democráticas. Hay que filosofar con todos. Pero igual siguen siendo problemas reales
y prácticos como filosofar con Pablo, que “siempre está molestando”; con Alberto, que
“me deja la cara y se va”; con Esther, que se pinta y se mira al espejo mientras hablo;
con Alicia, que ya sabe que es superior porque su padre es…?, ¿con Jeniffer, que ya
sabe que es inferior porque su madre es…? El trabajo filosófico con todos no es sen-
cillo. Pero, sin él, no hay sociedad democrática.
En tercer lugar nos ocupamos del rigor filosófico. ¿Qué se puede entender rigu-
rosamente por filosófico? ¿Hay un rigor filosófico? Si lo hay ¿en qué consistiría? Y si
hay un rigor propio del aula filosófica ¿qué características tendría?

Rasgos de un rigor filosófico

Tratamos, entonces, de determinar rasgos propios de un rigor filosófico, prin-


cipalmente en la educación: rasgos de la función filosófica, de una educación filosófi-
ca. Pero que en realidad constituyen criterios de rigor para toda actividad filosófica:
desde la producción de una obra filosófica, su interpretación y su crítica, la enseñanza
filosófica formal, las diversas presencias de lo filosófico en espacios cotidianos, desde los
públicos a los más íntimos.
El rasgo más general es el de la anormalidad de lo filosófico. Su no dejarse atar a
un orden ni a una orden; su resistencia tenaz a dejarse determinar por normas pre-
asumidas o por autoridades definitivas; su insistencia en crear libremente, sin reglas; su
esfuerzo por criticar toda normativa; su conciencia de la instrumentalidad y provisorie-
dad de cualquier norma. Su carácter i-rregular y extra-ordinario.
Los otros que destacamos son su:
 Fermentalidad. Que sea fermento: en sus problemas, sus angustias, sus dudas,
sus incompletudes. No un conocimiento acabado, sino que movilice. Que sea
algo que abra perspectivas; siempre inacabado. Siempre en movimiento e
inquietud. “Más amorfo, pero más plástico, libre y fermental” (Vaz Ferreira).
Este carácter se manifiesta especialmente en algunas aulas de filosofía, donde
vive y donde es posible recuperarlo de la amputación de los criterios exclu-
yentes de círculos que definen lo filosófico por su encierro en determinada
normalidad, por su cierre a los demás, y por su cierre a las otras disciplinas, por su
parte cerradas a lo filosófico.
 Originalidad. Cada una de nuestras aulas es original, en el sentido que usa Lévy-
Strauss respecto a los mitos: en filosofía, tampoco hay versión “de la cual las
otras serían solamente copias o ecos deformados” (Lévi-Strauss). Cada obra,
cada artículo, cada clase es original. Es origen de efectos imprevisibles a su vez
originales. Rescatamos con esto un rasgo inseparable de lo filosófico en el aula,
donde la originalidad vive en la reiterada y siempre renovada experiencia de efí-
meros diálogos entre profesores y alumnos, que resultan todos transformados.
 Inseguridad. Lo rigurosamente filosófico es falible, es discutible. No hay normas
que garanticen los resultados, efectos, calidad, potencia o valor de un aula. No
es posible repetir filosofía. Cualquier receta o recurso que hoy “funcionó” para una
obra o una clase, puede transmutarse mañana en manea para el filosofar. El

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Educación y filosofía en Nuestra América M. LANGON

aula filosófica vive en la inseguridad. También en la de saber si realmente es


buena, si lo ha sido sólo para el docente, si lo ha sido para todos.
 No obsolescencia. Al contrario de lo tecnológico, en filosofía toda obra es actual;
todo instrumento, vigente. Lo filosófico recomienza cada vez con rupturas
radicales respecto a algo, que no por eso queda obsoleto. Y vive en diálogo.
Hasta cuando considera -como Deleuze- que la filosofía hace imposible el
diálogo. Porque esa misma proposición merece ser discutida, puesta en diálo-
go con otras, y por tanto entra en un proceso de discusión. En el aula se juega
a diario esa no obsolescencia filosófica, lidiando por hacer vivir cotidianamente las
dimensiones de lo filosófico.
 Radicalidad. Lo filosófico exige replantearse cada vez las “cuestiones de prin-
cipio” (Ranovsky). Una discusión sólo es filosófica si llega hasta la raíz, si llega
a cuestionarse los principios de que se parte cada vez. Los principios ajenos y los
propios. Como la raíz es el hombre mismo –dice Marx- sólo se es radical cuando se
argumenta ad hominem: contra el hombre. La discusión estaría, entonces, en el mis-
mo plano de la violencia y la guerra: hay argumentaciones que son violentas y
otras que llaman a la violencia; hay vértigos argumentales y sus diferencias con la
fuerza bruta son de grado (Pereda). Cuestiones de este tipo nos afectan particu-
larmente cuando tratamos de investigar cómo se argumenta en el aula de filo-
sofía, porque lo puesto radicalmente en debate es el ser humano o, en plural,
los seres humanos; incluyéndonos a todos los nosotros para los cuales los otros
son los demás. Por eso, en el fondo, la radicalidad exige el diá-logos inter-cultural,
que alcanza esa napa profunda de símbolos y significados desde donde cada
grupo humano adquiere sentido negando a otros en las palabras y en los
hechos. En el aula, es el desafío de plantear problemas de fondo, remover
seguridades, instalar la duda, ponerse en tela de juicio. Desafíos riesgosos,
pues se hace filosofía con seres humanos vulnerables. Hay que encontrar for-
mas de aunar radicalidad y cuidado del otro y de sí, de construir el aula como
lugar de experiencia, de pasar peligros juntos.
 Lo filosófico no selecciona interlocutores. No insistiré en este punto que ya desarro-
llamos. Sólo volver a subrayar: ¿Para quiénes es la filosofía, hoy? El aula filo-
sófica (hoy, habitualmente intercultural) requiere a todos como interlocutores;
es para todos; todos interpelan, todos son interpelados. Para lo filosófico
todos son competentes.
 Lo filosófico se mete con todo. A lo filosófico nada de lo humano le es ajeno: todo
le compete. Y todo lo filosófico compete a cada ser humano. Por eso lo filo-
sófico se mete en todo; y quiere que todos se metan a filosofar.
 Dialoguicidad de lo filosófico. Lo filosófico no es reducir diferencias entre inter-
locutores y evitar conflictos, sino avanzar en dia-logo, a través de distintos
logos (ethos y pathos). Un aula que no fuera dial-ógica no sería filosófica.
 Lo filosófico no admite tribunal. Como es un proceso de construcción de vida en
común en diálogo, lo filosófico no puede admitir un juicio final. Es un diálo-
go sin tribunal (Ranovsky), sin fallo en última instancia, siempre abierto. Un
aula filosófica no puede someterse a un tribunal, pero deberá abrirse a diálo-
gos con otros. Nadie se queda con la última palabra. Se trata de seguir dialo-

51
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

gando. A la vez que actuando. Pero la acción filosófica también tiene estas mismas
características: no tiene garantía; nada garantiza su éxito y, cada vez, probará de
vuelta…

52
IV
EXTREMO PASADO.
DEL ORIGEN DE LAS ESPECIES AL
MALESTAR EN LA CULTURA:
LA THESEI OCCIDENTAL PUESTA A PRUEBA1
Ana María Rocchietti
Universidad Nacional de Río Cuarto
anaau2002@yahoo.com.ar

Es imposible para el cuerpo vivo de un hombre recorrer cientos


de años pero no lo es para su cultura. En lo que así se llama
cultura, en la palabra y el pensamiento de un hombre, lo sepa
o no, se alberga un recorrido singular de la historia del hombre
(Juresa y Muerza, 2009:13).

La lucha por la vida es rigurosísima entre individuos y varie-


dades de la misma especie. (Ch. Darwin, El origen de las es-
pecies [1859] 2007:73).

Introducción

L a discusión sobre la evolución de las especies (y sus implicaciones sociales,


culturales y políticas) pertenece al cosmos científico e ideológico de la mentali-
dad burguesa madura y su sobresaliente “realismo”. Se consolidó a partir del
siglo XVIII pero nació, en verdad, mucho antes, en el XI. José Luis Romero decía
que, el campo de las mentalidades, no es el del pensamiento sistemático sino el del
caudal de ideas que constituye el patrimonio común y del cual aquel es como una es-
pecie de espuma, en una relación no siempre coherente (Romero 2006:17). Ha existi-
do y existe, por consiguiente, un mundo, una cultura y una mentalidad burgueses na-
cidos en Europa y expandidos a los continentes europeizados:

Desde que se aceptó esa nueva situación casi física, la alteración en las
condiciones de su vida fue tan sustancial que merece ser designado con

1 Conferencia ofrecida en Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos: Diálogos interdisciplinarios sobre
sociedad, historia, cultura, frontera y territorio, Universidad Nacional del Villa María, 18 de abril de 2013.

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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

un nombre especial. Adquiere libertades –de movimiento, de matrimo-


nio, de comercio- protegidas por estatutos que se dan los burgueses de
cada ciudad. Desarrolla actividades nuevas: comercio, servicios, profe-
siones. El régimen de libertades crea las condiciones para que hagan uso
de su capacidad para desarrollar la riqueza, una riqueza dineraria y no
raíz, como era característico de los señores (Romero 2006:19).

Este triunfo de la modernidad objetiva y subjetiva encierra, no obstante, un


desgarramiento y una pasión concretos debido a su ruptura con la teología y el males-
tar que le produce a esa cosmovisión la división, aparentemente irreparable porque
vuelve una y otra vez a ella, entre Naturaleza y Razón, entre thesei y physei. Este ensayo
examina sus implicaciones antropológicas.
Thesei, para los griegos, era la teoría; physei era la materia, el mundo físico o natural.

La responsabilidad del hombre

El origen de las especies por selección natural, escrito por Charles Darwin, se publicó
en 1859. Venía a culminar una tradición de pensamiento de acuerdo con la cual hay
una razón material en la estructura y desenvolvimiento del cosmos. Ese libro puso a los
vivientes en la dimensión de los flujos causales independientes y los liberó de su enclave
en el ámbito del ser. Cumplía así el mandato positivista de extirpar la metafísica en una
sociedad que acababa de terminar económica y políticamente con la sociedad feudal y
su ideología religiosa.
Sin importar la magnitud de su complejidad (desde organismos unicelulares a
complejos sistemas funcionales) lo viviente ya no respondía a una forma y voluntad
inmutables sino a las restricciones ambientales del planeta que habitaban, se multipli-
caban respondiendo a la exigencia de la selección natural y su historia biológica se
volvía un complicado itinerario geológico de especiaciones y extinciones.
La singularidad de Darwin consistió en su capacidad para ofrecer un modelo
de transformaciones que tenía posibilidades de ser comprobado, explicando cómo
funciona la evolución a partir de la interacción entre los organismos y su ambiente. Sin
embargo, los resultados de su esfuerzo no fueron para siempre: el desarrollo de la
biología genética abrió nuevas perspectivas para comprender el misterio de la vida.
Desde Anaximandro (500 AC) a Darwin, la posición del Hombre en ese enigma ha
tenido implicaciones sociológicas y éticas.
La contribución darwiniana a la ideología burguesa estaba contenida en su li-
bro fundamental, culminando el esfuerzo de filósofos y juristas que –desde el siglo
XVII- intentaban fundamentar el iusnaturalismo como piedra basal política del Estado,
del comercio y de la expansión colonial europea. Decía Darwin:

Como las especies de un mismo género tienen por lo común –aunque no


en modo alguno constantemente- mucha semejanza en costumbres y
constitución y siempre en estructura, la lucha, si entran en mutua compe-
tencia, será, en general, más rigurosa entre ellas que entre especies de
géneros distintos (Darwin 2007:73).

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Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la cultura… A. M. ROCCHIETTI

La ideología occidental se nutrió, desde sus orígenes, en la concepción de que


la Naturaleza es una especie de escalera con distintos niveles de perfección. Desde
Aristóteles a Linneo esta convicción ha configurado una doxa, aún vigente, que se
puede sintetizar en la oposición physei – thesei: naturaleza- pensamiento o naturaleza-
cultura.
El Sistema Natural de Linneo (1735) permitió nombrar a varios miles de plantas
y animales de acuerdo con una jerarquía racional de géneros y especies, conjuntos fijos
de seres que incluía a los humanos en su escala de complejidad. En su viaje en el Bea-
gle y en geografías muy diferentes a la de su Inglaterra industrial y burguesa, Darwin
parece haber descubierto la variedad de lo viviente. La estadía crucial pudo ser la de las
Galápagos, en el Pacífico: sus terrenos volcánicos, su aislamiento y la escasa prodigali-
dad de su ambiente le hizo comprender la diversidad de caminos que podía poseer la
diversidad biológica porque si bien había animales parecidos en el continente sudame-
ricano tenían características particulares. Había cormoranes que no volaban e iguanas
que no trepaban a los árboles y que se alimentaban de algas, las tortugas eran inmensas
y algunas tenían una curvatura en la caparazón –a la altura del cuello- y otras una hen-
didura. Concibió la posibilidad de que los animales se transformaran a lo largo de las
generaciones en una secuencia de cambios acumulativos y pergeñó un argumento
explosivo: los individuos de cualquier especie no son idénticos entre sí, los mejor
adaptados al ambiente2 sobreviven por causa de la selección natural. Esa selección es
omnipresente, involuntaria, anónima. La lucha por la supervivencia se establece entre
individuos, entre especies, entre especies y ambiente; la razón para que ella reine en la
Naturaleza es bien simple: nacen más que los que se pueden sustentar. Estas fuerzas
han tenido vigencia desde los tiempos más remotos y seguirá por siempre porque la
Naturaleza se rige por la ley de la transformación, no por la voluntad de creación.
Más tarde, ya en el siglo XX, se descubriría que a este esquema causal le falta-
ba una pieza: la población y la distribución –en ella- de su variación genética. La clave
de una población es su combinatoria reproductiva y la composición génica de sus
ontogenias aún cuando las frecuencias génicas se mantienen en equilibrio de una gene-
ración a otra siempre que las poblaciones consideradas sean muy grandes 3. Por añadi-
dura, las poblaciones experimentan cambios debidos a mutaciones producidas en sus
miembros. Aún cuando las mutaciones exitosas no son tan frecuentes puede estimarse
que este mecanismo es el responsable de acelerar las especiaciones y sirve para explicar
la variedad enorme de vivientes a lo largo de los tiempos geológicos.
La revolución económica burguesa requería una revolución intelectual que sis-
tematizara la experiencia de la nueva sociedad de clases, con su aparente libertad de
ascenso y la nueva moral que introducía en la Historia.
En 1964, Dobzhansky escribía que la cultura no es el producto de la evolu-
ción biológica sino de la capacidad para desarrollarla y mantenerla. No habría cultura
sin genes humanos; la capacidad para tener cultura es un carácter de la especie Homo
sapiens, en el mismo sentido en que su cuerpo tiene una temperatura de 36º y una
gestación de nueve meses. La agencia directriz de la evolución orgánica es la selección
natural y ésta, a su vez, una agencia del ambiente. Para responder al ambiente la cultu-

2 Esta idea le pertenecía a Jean Baptiste Lamarck que lo precedió.


3 Ley de Hardy-Weinberg (1908).

55
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

ra es enormemente superior para las respuestas adaptativas al medio y una de sus ven-
tajas es la velocidad porque se transmite de una generación a otra; la base genética que
ha hecho posible la cultura les otorga a sus poseedores una ventaja adaptativa de una
potencia sin precedentes (Dobzhansky 1964:93-94).
La cultura, generativa y multiplicadora, genealógica y generacional, lingüística
y discursiva se vuelve, en el marco evolucionista, una herramienta efectiva para sobre-
vivir. Una fuerza sujeta a otras fuerzas anónimas y funcionales; su racionalidad implíci-
ta y su economía política apuntan a una sistematización orgánico-fisiológica de la pri-
vilegiada supremacía humana.
La distancia que va de Darwin a Dobzhansky (significativos exponentes de la
historia del evolucionismo) expresa la confianza comtiana en el poder del pensamiento
burgués. Comte, al señalar las ventajas de su curso de filosofía, dice:

En primer lugar, el estudio de la filosofía positiva, al considerar los resul-


tados de la actividad de nuestras facultades intelectuales, nos suministra
el único medio verdadero y racional de hacer evidente las leyes lógicas
del espíritu humano, las cuales hasta ahora han sido buscadas por cami-
nos poco oportunos para develarlas.
Para explicar adecuadamente mi pensamiento a este respecto, citaré un
ejemplo […] Consiste en que todo ser activo, y en especial todo ser vivo,
puede ser estudiado en todos sus fenómenos bajo dos aspectos funda-
mentales, el aspecto estático y el aspecto dinámico, es decir, como un ser
apto para actuar y como un ser actuando efectivamente […] En una pa-
labra, al considerar todas las teorías científicas como grandes hechos
lógicos, es únicamente a través de la profunda observación de esos
hechos que se puede llegar al conocimiento de las leyes lógicas.
La filosofía positiva, a partir de Bacon, ha llegado a tener tal preeminen-
cia y adquiere hoy una influencia tan grande sobre los espíritus –incluso
sobre los que han permanecido ajenos a su gran desarrollo- que los me-
tafísicos, ocupados en el estudio de nuestra inteligencia, no han visto otra
manera de detener la decadencia de su pretendida ciencia, sino em-
peñándose en presentar sus doctrinas como si estuvieran fundadas sobre
la observación de los hechos. Y así, han imaginado en estos últimos
tiempos que podían distinguir por una singular sutileza, dos clases de ob-
servación de igual importancia, una exterior y la otra interior, estando
destinada esta última exclusivamente al estudio de los fenómenos intelec-
tuales. No es éste el lugar de entrar en la discusión de este sofisma fun-
damental. Me limitaré solo a indicar cuál es la prueba esencial que de-
muestra que esta pretendida contemplación directa del espíritu por sí
mismo es meramente ilusoria (Comte 2004, Lección I: 47-48).

Apagado el escándalo darviniano, iba a surgir justamente una exploración de


las profundidades de ese interior del hombre burgués pero con una pretensión materia-
lista como la de aquel. Por supuesto implicaba seguir separando physei y thesei pero de
una manera nueva: el thesei no tenía la pureza y la serenidad de la lógica sino la turbu-

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Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la cultura… A. M. ROCCHIETTI

lencia de la sexualidad. El fundamento interior era tan biológico como el exterior evo-
lutivo. El Hombre podía liberarse de la casta, del despotismo, de la Iglesia, de la gleba
pero no de su pulsión erótica, de sus símbolos y de sus síntomas.
La carrera fulgurante y polémica de Sigmund Freud empezó con una investi-
gación sobre la etiología de las parálisis.4 Su formación era anatomo-patológica y la de
los psiquiatras franceses, clínica. Esto marcaba una diferencia controversial entre
quienes eran partidarios del laboratorio-morgue y aquellos que preferían la observa-
ción de síntomas (Maffi 2005:14). Con Charcot, Freud aprendió a asignar el origen de
la enfermedad a un trauma, a un golpe, a una marca lejana que retornaba en forma de
síntoma. El trauma psíquico sería un acontecimiento inadvertido pero con fuerza
etiológica (Freud 1992). Pronto, Freud empieza a asignar a esta causa el funcionamien-
to de toda la vida mental. En ella, la “descarga del afecto” es crucial: un afecto conte-
nido, asociado a un trauma, que no llega a ser descargado, puede retener un recuerdo
doloroso por años. Esta idea la tomó de la teoría de Darwin sobre el desarrollo de las
emociones en los animales y en el hombre: toda energía aportada a un organismo vivo
debe ser descargada (ley de la derivación de la excitación). La pregunta de por qué, si es así,
no permanece en la memoria consciente del enfermo, la responderá la vía simbólica: hay
un proceso subterráneo, libidinal, inconsciente que desplaza y sublima el dolor, lo
insoportable del trauma al síntoma. El síntoma es símbolo cuya naturaleza Freud
siempre preservó como real, histórica y biológica. Sus sucesores estructuralistas ha-
brían de convertir la libido en lenguaje. Es decir, el inconsciente se conduciría como
lenguaje hasta el punto tal que sólo existiría la primacía del significante y éste sería el
vehículo de lo real (aquello que, estando más allá del lenguaje, no se puede nombrar), lo
simbólico (cresta del iceberg de lo no decible) y la realidad (el mundo en sí mismo).

El malestar en la cultura

En 1930, Freud publica una obra de carácter filosófico, conocida sintética-


mente como El Malestar.
¿Qué dice El Malestar sobre la cultura, sobre la “civilización”, sobre la Huma-
nidad?
En principio, dice Freud:

No podemos eludir la impresión de que el hombre suele aplicar cánones


falsos en sus apreciaciones, pues mientras anhela para sí y admira de los
demás el poderío, el éxito y la riqueza; menosprecia, en cambio, los valo-
res genuinos que la vida le ofrece. No obstante, al formular un juicio ge-
neral de esta especie, siempre se corre peligro de olvidar la abigarrada va-
riedad del mundo humano y de su vida anímica… (Freud 1979: 3017).

Freud define a la cultura de una manera audaz: las obras del Hombre se vuel-
ven hacia él en forma de culpabilidad erótica o tanática. Inevitablemente retornan en
forma de malestar neurótico. La civilización posee un precio enorme, fatal. Especial-

4 Concretamente cuando en 1895, cuando viajó a Paris para asociarse a Charcot en los estudios de las
histerias, quien dirigía La Salpètriere, en donde había dos mil quinientos casos (Maffi 2005).

57
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

mente porque ella habría de consistir en una renuncia progresiva al incesto. Ésa es su
naturaleza.
Comienza relatando que un lector sobresaliente –cuyo nombre no menciona-
le ha escrito a propósito de su trabajo El porvenir de una ilusión, señalándole que en el
principio la religiosidad es un sentimiento oceánico, una sensación de eternidades en el
seno de una experiencia esencialmente subjetiva, fuente de la energía religiosa.
“…Sólo gracias a este sentimiento oceánico podría uno considerarse religioso, aunque
rechazara toda fe y toda ilusión…” (Freud 1979: 3017).
Se trata, razona Freud, de un sentimiento de comunión, de inseparable perte-
nencia al mundo exterior. Intenta, entonces, una explicación psicoanalítica, a la que
define como genética. Por empezar, la experiencia del Yo como mismidad –cuestión que
aparece como indiscutible- es engañosa ya que el Yo se continúa hacia adentro sin
límites precisos, con una entidad psíquica que llama Ello. Hacia el exterior el Yo pare-
ce tener límites claros y precisos -sólo lo pierde en circunstancias patológicas-. Sólo los
pierde cuando está enamorado. Cuando amamos, sostenemos que Yo y Tú son una
sola cosa.
Esta situación del Yo no puede haber sido de la misma manera siempre. Es
necesario verlo de manera evolutiva.5 El lactante no discierne entre él mismo y el
mundo exterior. Lo aprenderá gradualmente por los estímulos que le llegan sin poder
discernir, al comienzo, entre los estímulos que recibe desde su propio cuerpo y aquel
que no está siempre disponible: el seno materno. Comienza a distinguir entre lo que pro-
duce dolor y displacer y aquello que lo induce a abandonar el principio del placer. Sin
embargo, tendrá lugar el intento de disociar del yo todo cuanto pueda constituirse
como fuente de displacer, a expulsarlo formando un yo completamente hedónico.
“Los límites de este primitivo yo placiente no pueden escapar a reajustes ulteriores
impuestos por la experiencia.” (Freud 1979: 3019)
Finalmente, el hombre entroniza el principio de realidad, el cual habrá de do-
minar en toda la evolución ulterior. El yo debería defenderse de estímulos displecente-
ros internos y externos. Originalmente, el yo lo incluye todo, luego desprende de sí al
mundo exterior. Nuestro actual sentido yoico no es más que el residuo atrofiado de un
sentimiento universal de comunión entre el yo y el mundo. Sus contenidos ideativos
son los de, infinitud, de comunión con el Todo.
No es sorprendente que lo primitivo se conserve junto a lo evolucionado (la
psique adulta) sino que lo característico de lo humano sea que nada de lo que se ha
formado se desvanezca, que no puede desaparecer jamás. Y que pueda volver a surgir
en circunstancias como las de una regresión profunda. Es la constancia de lo pretérito.
Es-ser-lo uno-con-el-todo implícito en su contenido ideativo:

En incontables ocasiones se ha planteado la cuestión del objeto que


tendría la vida humana, sin que jamás se le haya dado respuesta satisfac-
toria, y quizá ni admita tal respuesta….¿qué fines y propósitos de vida
expresan los hombres en su propia conducta, qué esperan de la vida, qué
pretenden alcanzar en ella?...aspiran a la felicidad (Freud 1979: 3024).

5 No comprobable sino considerada como probable.

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Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la cultura… A. M. ROCCHIETTI

Quien fija el objetivo vital es el principio del placer. Solamente la finalidad de


evitar el sufrimiento relega un segundo plano al principio del placer. Una forma de
hacerlo sería aislarse, de alejarse del temible mundo exterior; otra, pasar al ataque contra
la Naturaleza sometiéndola a la voluntad del Hombre, como miembro de la comuni-
dad humana, empleando la técnica y la ciencia. La embriaguez, la manía ayudan a im-
pedir estímulos desagradables. Individuos y pueblos han reservado para los estupefa-
cientes un lugar en la economía libidinal. A ellos se les debe no solamente el placer
inmediato sino también la independencia frente al mundo exterior. También sufrimos
cuando el mundo exterior nos impide satisfacer nuestros instintos; se trata de dominar
las fuentes internas de nuestras necesidades, de aniquilar nuestros instintos. Se sacrifi-
ca la vida o se gobierna el instinto a través de las instancias psíquicas superiores, some-
tidas al principio de realidad. Como resultado, los impulsos perversos se vuelven irre-
sistibles y lo prohibido seduce. Satisfacer una pulsión instintiva, indómita, es incom-
parablemente más intenso que el que se siente al saciar un instinto dominado. Tam-
bién influye para aminorar el sufrimiento la sublimación acrecentando el placer del
trabajo psíquico e intelectual aunque su punto débil radica en que sólo es accesible a
unos pocos. Porque supone disposiciones y aptitudes que no todos tienen. La tenden-
cia a independizarse del mundo exterior se denota en un grado mucho mayor en la
imaginación (sustraída al principio de realidad) reservándola para la satisfacción de dese-
os difícilmente realizables. El arte -como imaginación- nos ofrece un narcótico ligero y
un refugio fugaz frente a los azares de la existencia. Asimismo, rechazar el mundo
(como lo hace el ermitaño) o el impulso de transformarlo en el delirio. Uno de esos
delirios colectivos son las religiones y sirven para procurarse felicidad y protección.
Otro método, no menor, para eludir el sufrimiento es –por supuesto- el “arte
de vivir”, el amar y ser amado. El amor sexual -por su carácter subyugante- nos pro-
porciona la experiencia más poderosa y se vuelve el prototipo de nuestras aspiraciones
de felicidad. Pero, sin embargo, nunca estamos más cerca del sufrimiento que cuando
amamos. El amor por la belleza (del arte, de la naturaleza) no nos impide sufrir pero
nos “indemniza”: “…La belleza no tiene utilidad evidente ni es manifiesta su necesi-
dad cultural y, sin embargo, la cultura no podría prescindir de ella” (Freud 1979:
3029).
En conclusión, el designio de ser felices que nos impone el principio del pla-
cer es irrealizable pero no por ello debieran abandonarse los esfuerzos por acercarse a
él siguiendo la obtención del placer o evitando el dolor aún cuando ninguno de estos
recursos nos permitirá alcanzar lo que anhelamos. Cada ser humano elegirá -de acuer-
do con sus características- una técnica vital. Quien en la edad madura vea su fracaso
podrá elegir entre la intoxicación crónica y la psicosis, que no es otra cosa que una de-
sesperada tentación de rebelión.
Las tres fuentes del sufrimiento humano son: la Naturaleza, la caducidad del
cuerpo y la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la
familia, en el Estado y en la sociedad. Los pesares que se derivan de las dos primeras
lograremos mitigarlas; no así los derivados del origen social: no atinamos a compren-
der por qué las instituciones que nosotros mismos hemos creado no nos proporcio-
nan protección y bienestar para todos. Comenzamos a sospechar que también aquí
existe una porción de indomable naturaleza pero ahora se trata de nuestra propia

59
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

constitución psíquica. Nuestra llamada cultura llevaría gran parte de la culpa por la
miseria que sufrimos y podríamos ser mucho más felices si la abandonásemos para
retornar a condiciones de vida más primitivas.
¿Qué razón habría para esta hostilidad hacia la cultura? Habría razones histó-
ricas para eso, dice Freud: primero, el triunfo del cristianismo sobre las religiones pa-
ganas, con su desprecio por el mundo terrenal; segundo la creencia de los europeos -
lanzados a viajes de exploración- de que los pueblos primitivos llevan una vida simple,
modesta y feliz (después se ha visto que no es así); tercero, existe una motivación
histórica: cuando el hombre aprendió a conocer la neurosis (que socava las posibilida-
des de felicidad de la sociedad civilizada) y a comprender que el ser humano no logra
soportar la frustración que le impone la sociedad en aras de sus ideales de cultura, se
deberían eliminar o atenuar las exigencias culturales.
El control de la Naturaleza logrado en el transcurso de las últimas generacio-
nes no ha elevado la satisfacción placentera que se esperaba. Resulta, pues, que no nos
sentimos muy cómodos en nuestra actual cultura. Entonces hay que dedicarse a la
esencia de esta cultura cuyo valor para la felicidad humana se pone en duda.

…el término cultura designa la suma de las producciones e instituciones


que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que
sirven a dos fines: proteger al hombre contra la Naturaleza y regular las
relaciones de los hombres entre sí (Freud 1979: 3033).

Los primeros actos culturales fueron el empleo de herramientas, el dominio


del fuego y la construcción de habitaciones. El poder que ha otorgado al hombre la
posesión de bienes le ha generado un sentimiento de omnipotencia y omnisapiensa
que ha proyectado en sus dioses. Los dioses son ideales culturales. El hombre ha llegado a
ser un dios con prótesis. El futuro traerá aún mayores logros exaltando todavía más la
deificación del hombre. Pero tampoco el hombre de hoy se siente feliz con su
semejanza con Dios.
También celebramos como manifestación de cultura el hecho de que la
diligencia humana se vuelque a cosas que parecen carecer de la menor utilidad. Eso
inútil es la belleza. Pedimos al hombre que dote a sus objetos de belleza. También
exigimos orden y limpieza. Lo contrario es barbarie.
Otro aspecto que valoramos en la cultura es la producción de las actividades
psíquicas superiores, de sus producciones intelectuales, científicas y estéticas. Valora-
mos las ideas, especialmente las religiosas, las filosóficas, la idea del perfeccionamiento
de la nación o de la Humanidad.
Un aspecto estratégico de la cultura es la regulación de las relaciones entre los
hombres (como vecinos, colaboradores, objetos sexuales de otros, como miembros de
una familia o del Estado).

La vida humana en común sólo se torna posible cuando llega a reunirse


una mayoría más poderosa que todos que cada uno de los individuos y
que se mantenga unida frente a cualquiera de éstos. El poderío de tal
comunidad se enfrenta, entonces, como “Derecho” con el poderío del

60
Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la cultura… A. M. ROCCHIETTI

individuo que se tacha de “fuerza bruta”. Esta sustitución del poderío


individual por el de la comunidad representa el paso decisivo hacia la cul-
tura (Freud 1979: 3036).

Con ella, los miembros de la comunidad restringen su posibilidad de


satisfacción; el primer requisito de la cultura es el de justicia; aquel que responde al
principio jurídico por el cual lo establecido no será violado a favor de un individuo. El
resultado final es que se establece un derecho al que todos hayan contribuido con el
sacrificio de sus instintos y que no deje a ninguno a merced de la fuerza bruta. La
libertad individual no es un bien de la cultura. El desarrollo cultural impone restric-
ciones y la justicia exige que nadie escape a ellas. El anhelo de libertad se dirige contra
algunas exigencias de la cultura o contra toda ella; el hombre no dejará nunca de
luchar por su libertad frente a la voluntad de la masa.6
Podemos caracterizar el proceso de evolución de la cultura como los cambios
que impone a los dispositivos instintivos del hombre cuya satisfacción, finalmente, es
la economía de nuestra vida. Hay analogía entre el proceso de la cultura y la evolución
libidinal del individuo.7 Otros dos mecanismos son la sublimación de los instintos y su
frustración cultural por supresión, represión o por cualquier otro proceso.

El hombre primitivo, después de haber descubierto que estaba literal-


mente en sus manos mejorar su destino en la Tierra por medio del traba-
jo, ya no pudo considerar con indiferencia el hecho de que su prójimo
trabajara con él o contra él… (Freud 1979:3038).

En Tótem y Tabú (1913), Freud había presentado a la familia primitiva con una
autoridad ilimitada (la del padre) frente a la cual se había producido la alianza fraternal:
los hijos al aliarse para matar al padre habrían descubierto que la asociación es más
poderosa que el individuo. La fase totémica de la cultura se basa en las restricciones
que los hermanos debieron imponerse mutuamente para consolidar este nuevo
sistema. El Tabú fue la primera Ley, el primer Derecho. La vida en común de los
hombres adquirió un doble fundamento: por un lado, la obligación del trabajo y, por
otro, el poderío del amor (impedía al hombre prescindir de su objeto sexual, la mujer,
y a ésta de su amor por el hijo). Los padres de la cultura humana fueron, entonces,
Eros y Ananké (la necesidad). La genealogía de la política es, pues, totémica.
¿Por qué la cultura no hace felices a los seres humanos?
Hay que señalar que el amor genital –fuente del mayor placer y de la mayor
felicidad- establece una dependencia del objeto de amor y se puede experimentar el
mayor sufrimiento cuando se pierde el objeto del amor. Los que logran la felicidad por
medio del amor deben efectuar un sinfín de modificaciones psíquicas (depositando su
amor no en un solo objeto sino en una variedad de ellos o amando a la Humanidad o

6 En este punto de la argumentación, Freud señala que hasta el momento el examen de las características
de la cultura ha sido intuitivo, sin contradecir el lenguaje o el sentido común y evitando caer en el error
del prejuicio que la equipara con la perfección.
7 Ejemplifica esta afirmación con la atracción erótico anal en el niño que se resuelve como ahorro, orden

y limpieza.

61
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

en una religión). El impulso amoroso que instituyó a la familia sigue operando en la


cultura ya sea satisfaciendo el amor sexual o coartándolo. El amor entre padres e hijos
y entre hermanos fue en su origen plenamente sexual y fue coartado. Ambas
tendencias –el amor sensual y el inhibido (el cariño o las amistades) tienen valor en la
cultura. El divorcio entre el amor y la cultura parece inevitable.
Comienza a manifestarse como conflicto entre la familia y la comunidad más
extensa porque la tiende a unirnos en unidades más amplias y la familia no renuncia a
sus individuos. Cuanto más íntimos sean los vínculos dentro de una familia, mayor
será el impulso a aislarse. El modo de vida en común, filogenéticamente establecido se
resiste a ser sustituido por el cultural. También las mujeres se oponen a la corriente
cultural ejerciendo una influencia dilatoria y conservadora. Las mujeres representan los
intereses de la familia y de la vida sexual; la vida cultural -en cambio- es tarea
masculina, imponiendo a los hombres dificultades crecientes y obligándolos a sublimar
sus instintos y, por ello, se ven obligados a distribuir su libido en sus tareas. La libido
que dedica a la cultura la sustrae a la mujer y a la vida sexual. Por su lugar secundario
en la cultura las mujeres son hostiles a ella.
La cultura tiene tendencia a inhibir la vida sexual. Eso ya se había manifestado
en el totemismo que trajo consigo la prohibición de elegir un objeto incestuoso,
“…quizá la más cruenta mutilación que haya sufrido la vida amorosa del hombre en el
curso de los tiempos” (Freud 1979: 3041). El tabú, la ley y las costumbres afectarán al
hombre tanto como a la mujer. No todas las culturas avanzan a igual distancia por ese
camino.
En nuestra cultura occidental ese desarrollo llega a su culminación. La
represión comienza en la infancia y determina la elección de un solo objeto de sexo
contrario. La cultura nos dice que –por lo menos en tiempos de Freud- sólo está
dispuesta a tolerar la unión única e indisoluble entre un hombre y una mujer.
Pero la cultura exige otros sacrificios.
En el amor, los amantes se bastan a sí mismos; no tienen interés alguno por el
mundo exterior. Eros tiende a fundir varios seres en uno solo. La cultura, a su vez,
tiene interés en ligar libidinalmente a toda una comunidad de hombres favoreciendo
cualquier camino que establezca entre ellos fuertes lazos amistosos. Esto exige una
restricción de la sexualidad.

La verdad oculta detrás de todo esto es que el hombre no es una criatura


tierna y necesitada de amor, que sólo osaría defenderse si se la atacara,
sino por el contrario un ser entre cuyas disposiciones instintivas también
debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el
prójimo no se le representa únicamente como un posible colaborador y
objeto sexual, sino también un motivo de tentación para satisfacer en él
su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para
aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus
bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y ma-
tarlo (Freud 1979: 3046).8

8 Aquí Freud explica por qué el precepto ama a tu prójimo como a ti mismo parece insensato a los fines del
individuo. Sin embargo el mandato de un amor genérico y universal sirve a los fines de la cultura.

62
Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la cultura… A. M. ROCCHIETTI

La cultura debe imponer sus preceptos para impedir la agresividad humana


porque –de lo contrario- la sociedad estaría siempre al borde de la disolución. La ley
no alcanza las formas más sutiles de la agresividad ya que aunque se aboliera la
propiedad9 aún subsistirían los privilegios sexuales. La agresividad está en la base de
todos los vínculos amorosos humanos (quizá con la excepción del amor de la madre
por su hijo varón). Si se anulara la familia (germen de la cultura) y se instauraran
relaciones sexuales libres tampoco podría predecirse la desaparición de la agresividad.
Además, se extenderán los vínculos amorosos siempre que existan hombres sobre los
cuales descargar los golpes.
Comenta Freud que se dedicó a estudiar la hostilidad entre vecinos (españoles y
portugueses, ingleses y escoceses, etc.) y la llamó narcisismo de las pequeñas diferencias. Cree
ver una característica ineludible de intolerancia. Y si la cultura exige sacrificar el amor y
la agresividad puede entenderse por qué al hombre le resulta tan difícil ser feliz en ella.

Las minuciosas investigaciones realizadas con los pueblos primitivos ac-


tuales nos han demostrado que en manera alguna es envidiable la libertad
de que gozan en su vida instintiva, pues ésta se halla supeditada a restric-
ciones dentro orden, quizá aún más severas que las que sufre el hombre
civilizado moderno (Freud 1979: 3048).

La tendencia a la destrucción es innata y autónoma y es uno de los peores


obstáculos a la cultura. El instinto de destrucción desciende del instinto de muerte.
Las masas humanas habrán de ser unidas libidinalmente, pero no basta ni la necesidad
ni la ventaja. La hostilidad, la agresión de todos contra todos se opone al designio de
la cultura. El instinto de muerte comparte con Eros la dominación del mundo. Eros y
el instinto de destrucción luchan por él. En ese marco, la cultura puede ser definida
como la lucha de la especie humana por la vida. No sabemos por qué los animales no
tienen una lucha por la cultura.
¿A qué recursos apela la cultura para coartar la agresión?
En la historia del individuo, la agresión se ha vuelto inocua. ¿Qué ha
sucedido? Ha introyectado la agresión; se ha vuelto contra el propio yo. La cultura lo
desarma a través de una vigilancia instalada en su propio yo. Como una guarnición militar
en la ciudad conquistada: uno se siente culpable cuando se ha cometido algo que se
considera malo. La subordinación del hombre se lleva a cabo por su desamparo y por
su dependencia. Sólo ocurre cuando se internaliza una autoridad y se crea el superyo, el
cual atormenta al yo pecaminoso con la angustia y en la medida en que lo pasado y lo
superado perdura siempre. La conciencia moral también varía de acuerdo con la
frustración externa: en los buenos tiempos la moral es más indulgente; en los malos se
vuelve severa y contrita. Freud cree advertir un proceso similar a nivel de pueblos. El
destino es un sustituto de la autoridad del padre.
Cuando el conjunto en el que vive el niño es la familia, el conflicto se
manifestará en el complejo de Edipo pero cuando se trate de extender la comunidad
será la cultura la que forje el sentimiento de culpabilidad. Éste puede llegar a ser

9 En este punto de la obra, Freud critica a los comunistas y su concepción del psiquismo.

63
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

difícilmente soportable para el individuo. De este modo, la neurosis se impone con


intensidad; la culpabilidad no es sino una variante de la angustia. La angustia oscila tras
todos los síntomas.
La culpabilidad introducida por la cultura permanece inconsciente y se
expresa como un malestar.
La tesis fue madurando a través de tres obras: Tótem y Tabú (1913), El porvenir
de una ilusión (1927) y El malestar en la cultura (1930). Se trata de una antropología
pesimista, por una parte, y, por otra, de una antropología del sujeto que no podía ser
ignorada.
Su teoría del sujeto insiste en su naturaleza desgarrada, revulsiva y contradic-
toria con el orden social y pone en duda el carácter heurístico del relativismo cultural;
es decir, de la aserción metodológica incuestionada de que toda cultura debería ser
juzgada en sus propios términos. En Tótem y Tabú supone el origen de la cultura en la
consagración de la solidaridad generada por la rebelión contra la autoridad del padre
potente y prepotente. Se trata de una metáfora ahistórica (como todas las metáforas)
que destaca el carácter de la revuelta subjetiva contra la norma. En los otros dos
trabajos avanza sobre la naturaleza de la religión y de otras formas de satisfacción
simbólica: ilusiones para compensar el desamparo y el conflicto implícitos en la socia-
lización humana.10
Pero la cuestión central –probable razón del rechazo a la tesis freudiana
cuando se la mira desde la verdad histórica- alude a una metáfora inquietante: la
matanza del padre omnímodo, potente y prepotente cuya muerte sella el colectivo
humano, le da origen y sentido. El padre odiado marca la diferencia con la raíz animal
de la humanidad y sienta las bases de una metáfora trascendental. El padre -todavía
animal- y los hijos vengadores viene a sustituir “algo” que nos es aún desconocido:
trágico o político.
La elocuencia política de la metáfora del padre no nos sustrae, a su vez, la
índole del conocimiento que proporciona: el placer ha quedado afuera de la existencia
social. Su muerte (renuncia) es indispensable para realizar ese colectivo convivencial.
Vale la pena repasar las consideraciones lingüísticas y semiológicas sobre las metáforas
que nos ha aportado el siglo XX. La lengua es un dominio de determinación y de
autodeterminación incuestionable; ya de Saussure había descubierto que pese a las
modificaciones que pudieran sufrir los signos o los desplazamientos del significado y
del significante habrá siempre tres características que les serán propias: los signos
poseen valor relativo, opositivo y negativo haciendo de la Lengua un sistema de puros
valores (de Saussure 1945) siendo su masa hablante la única y verdadera realidad.
Cuando el uso de la lengua se da en el marco de la poética o de la política se advierte
el carácter sustitutivo de la metáfora, su lugar preponderante en la retórica y su
trascendencia en la cultura. Fue Paul Ricoeur el que descubrió que en la sustitución de
un término por otro existe una tensión porque el término sustituido no desaparece de
la significación sino que emerge en esa tensión entre la palabra literal y la metáfora que

10 Esta antropología –denominada por Freud psicoanálisis- destinada a estudiar el primitivo en mí pero que
explora la huella en la cultura del malestar provocado por el descubrimiento de que hay algo primitivo
estructurante que se proyecta socialmente, tiene como trasfondo el devenir de la Primera Guerra Mundial y
el ascenso del nazismo.

64
Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la cultura… A. M. ROCCHIETTI

la sustituye (Ricoeur 2001). Otro aspecto de este proceso es que su estructura


profunda no puede ser sino ideológica. Podemos advertir en ella un residuo intrigante
como lo es la sospecha sobre la voracidad ilimitada de los hijos vengadores, imagen
descarnada sobre lo que subyace en la angustiosa civilización.
La explicación darwiniana prevé que los individuos compitan entre sí en la
selección sexual y, además, los individuos puedan competir entre ellos en el seno de la
especie.11 No existiría, en este aspecto, solidaridad de lo semejante. Esta cuestión es
aterradora, si bien se la mira, porque el sentimiento oceánico con que describe Freud a
la unión religiosa12 debe abarcar también al otro o al alguno, similar, que puede tornarse
un atacante, piedra filosofal de la mentalidad burguesa. La civilización exige dominar
tanto la prehistoria biológica como la prehistoria libidinal.

El colonialismo

En Sociología de una revolución, 1959 (2012), Franz Fanon describe el nudo


principal de la razón colonialista europea: en Argelia los franceses interpretaron que la
forma más directa y rápida de subvertir la resistencia de los colonizados era apuntar a
las mujeres, dada una cierta certeza etnológica de que por debajo del patriarcalismo
existía una sociedad matriarcal. Si esta historia antropológica era verídica entonces los
colonizadores debían liberar a las argelinas de su enclaustramiento en el hogar y del
velo bajo el cual su belleza exótica era mantenida oculta por sus hombres. La lucha
contra el velo tomó, entonces, la forma de la destrucción cultural necesaria para
obtener los principales objetivos de los franceses en el país africano. Dice:

Los fenómenos de la anti-culturalización deben entenderse como la impo-


sibilidad orgánica en que se encuentra una cultura para modificar alguno
de sus tipos de existencia, sin revisar al mismo tiempo sus valores más pro-
fundos y sus modelos más estables. …Los fenómenos de resistencia que
se observan en el colonizado deben interpretarse como actitudes de anti-
asimilación, de mantenimiento de su originalidad cultural y nacional.
[…] Así la violación de la mujer argelina en un sueño de europeo, está
precedida siempre por el desgarramiento del velo. Asistimos a una doble
desfloración. De la misma manera, la conducta de la mujer no es jamás
de adhesión o aceptación, sino de sumisión.

Cada vez que el europeo encuentra a la mujer argelina en sus sueños eróticos,
se manifiestan las particularidades de sus relaciones con la sociedad colonizada. Sus
sueños no se desenvuelven ni en el mismo plan erótico ni al mismo ritmo de los que
se refieren a la europea.

El afán rabioso del colonialista para despojar de su velo a la argelina y su


decisión de ganar a toda costa la victoria del velo, provocan la respuesta

11 El cuidado de un padre sobre su hijo es explicado por el impulso de la selección natural (Cf. Ruse 2008
125).
12 Religare, palabra latina de donde proviene religión significa unión.

65
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

del autóctono. Las intenciones deliberadamente agresivas del colonialista


en torno al haik confieren nueva vida a este elemento muerto, por estable
y sin evolución en la forma y en los colores, del stock cultural argelino
(Fanon 2012: 25 y 26).

Podría considerarse este enfoque como una búsqueda para explorar, en


profundidad, el malestar de la cultura. La realizó un psiquiatra de la cultura colonialista
cuya posición revolucionaria implicó el análisis de la desesperación organizada.
Repetida en la mayor parte de las fronteras del mundo, la capacidad evolutiva
del colonialismo -es decir, su potencia para destruir la forma de vida y de creencias de
los colonizados y desplegar su política erótica- retrocede a “lo primordial dentro de
nosotros mismos, europeos” y tiñe a su antropología de un fondo de pulsiones que no
puede sino impregnar su thesei, su elaboración teórica, horrorizada ante la crueldad
pero inmanente al carácter mismo de la situación colonial. Ésta retrocede así a la
adoración de la cultura como tensión humana primaria y avanza hacia la Indigenización
de la teoría como sede final de la mente de los colonizados.
Al colocar el pensamiento indígena en el interior de la producción teórica se
presiona colonialmente sobre él de la misma manera en que los franceses imaginaron
la batalla del velo. Hay algo en ese pensamiento, como bastión de la otredad, que
debiera ser derrotado con la finalidad de que cese el malestar y su sustancia.
La comprobación de la impotencia para elaborar la existencia de los “otros”
requiere una antropología de la Naturaleza y una antropología del Extremo Pasado
como paliativo a la perturbación persistente de que resulta imposible destruir ese
pensamiento sin matar.
El extremo pasado se revuelve en el plano de la erótica y del concepto
impregnado de desesperación. El darwinismo aportó una visión racialista de la cultura
de la que la descripción de Fanon da cuenta en forma de erotismo colonial, de una
economía política de la cultura basada en la extirpación, el reemplazo y la absorción.

Conclusiones

La obra darviniana fue realizada con una finalidad grandiosa pero hasta cierto
punto conformista. Ofrecer un cosmos al thesei burgués, concreto y experimental,
comprobable apenas se observara a los vivientes en su ambiente natural. Algo sucedió
con la mentalidad burguesa porque al final del siglo que la engendró en todo su poten-
cial, se puso a bucear las profundidades de un physei perturbador cuya consistencia
básica radicaba en la biología del malestar, de la desesperación. El colonialismo, una
modalidad de Extremo Pasado encierra una impotencia fundadora: una vez que lo ha
destruido todo, se ha demolido a sí mismo; una vez que ha domesticado todo, no tiene
más opción que disolverse a sí mismo en el peso de la razón colonial.

Referencias bibliográficas

COMTE, Augusto, Curso de Filosofía Positiva, Buenos Aires, Ediciones del Libertador,
2004.

66
Extremo pasado. Del origen de las especies al malestar en la cultura… A. M. ROCCHIETTI

DARWIN, Charles, El origen de las especies, Buenos Aires, Centro Editor de Cultura,
2007.
DOBZHANSKY, Theodosius, “Cultural Direction of Human Evolution. A Summa-
tion”, en S. M. GARN, Culture and the direction of human evolution, Detroit, Wayne
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FANON, Frantz, Sociología de una revolución, Buenos Aires, La Cámpora, 2012.
FREUD, Sigmund, El malestar en la cultura, Madrid, Alianza, 1979.
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hablante como don del lenguaje, Buenos Aires, Editorial Atuel, 2009.
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ROMERO, José Luis, Estudio de la mentalidad burguesa, Buenos Aires, Alianza, 2006.
RUSE, Michael, Charles Darwin, Madrid, Katz, 2009.
SAUSSURE, Ferdinand de, Curso de Lingüística General, Buenos Aires, Losada, 1945.

67
PARTE II
POLÍTICA E INTERCULTURALIDAD
V
SUPERACIÓN DEL MULTICULTURALISMO Y
CIUDADANÍAS INTERCULTURALES
EMERGENTES1
Alcira B. Bonilla
Facultad de Filosofía y Letras (UBA) / CONICET (ANCBA)
alcirabeatriz.bonilla@gmail.com

Introducción

D esde una perspectiva filosófica intercultural “nuestroamericana”, que da ca-


bida a categorías alternativas de la Filosofía de la Liberación, tales como la
víctima y el oprimido como sujeto del filosofar, el ejercicio del pensamiento
como una praxis liberadora y en función de ella, la revalorización de las culturas origi-
narias y populares, etc.2, se plantea revisar la filosofía académica, la traducción posible
entre formas diversas y situadas de razón, la desencialización de la noción de cultura,
nuevos análisis en torno a derechos humanos y ciudadanía, etc.3 En esta perspectiva,
una investigación situada de lo político propone desafíos complejos; entre éstos: 1)
asumir críticamente la trayectoria ambivalente de la filosofía en “nuestra América”,
sobre todo en sus contribuciones ético-políticas. La filosofía se desarrolló en el sub-
continente en gran medida como saber colonial y neocolonial; empero, no deben olvi-
darse expresiones emancipatorias ya muy tempranas (los sermones de A. Montesinos
en diciembre de 1511, por ejemplo); 2) explicitar las deficiencias del modelo multicul-
turalista liberal del pensamiento político y mostrar aportes para la mejor comprensión
de lo político por parte de la propuesta filosofía intercultural; 3) a partir de resultados
de avance en el estudio filosófico del fenómeno migratorio reciente en América Latina
(los flujos entre países de la región), mostrar la aparición de las ciudadanías intercultu-
rales emergentes, analizar sus consecuencias para resignificar el concepto de ciudadan-
ía y plantear el desiderátum de la plena vigencia de estas nuevas formas de mayor inclu-
sión.

1 Ponencia ofrecida en el marco de la Mesa Redonda “Política e Interculturalidad”.


2 Dos buenos trabajos de síntesis son los de E. Dussel 2005 y E. Demenchónok 2005.
3 La bibliografía sobre Filosofía Intercultural es ya amplísima. Dos de las principales contribuciones

relativamente recientes son R. Fornet-Betancourt 2009, y J. Estermann 2006.

71
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

La Filosofía Práctica en “nuestra América”: entre la “ciudad letrada” y la


emancipación

Hablar de “Descubrimiento” para referir que un grupo de europeos llegó a


Guanahani en 1492 resulta anacrónico, ya que la realidad geográfica denominada
“América” existió mucho antes. Contra el sentido común según el cual los descubri-
mientos entre personas o pueblos son mutuos, en este caso tal denominación resulta
de la naturalización de la desigualdad del poder y del saber “(…) que transforma la
reciprocidad del descubrimiento en apropiación del descubierto” (Santos 2005:141). A
partir del “Descubrimiento”, Europa actuó como nexo entre el “nuevo” mundo y el
“antiguo” (el sistema regional afro-asiático-mediterráneo) y fue consolidando bajo la
égida de sus imperios la construcción del primer sistema mundial así como la moderna
invención de “América”, concebida como terra incognita y vacía, objeto de especulación,
conocimiento y explotación. A. Roig pone énfasis en la correspondencia entre el ego
conqueror y su presencia en América, y el ego cogito, dato central para la ciencia y la filo-
sofía de la modernidad:

Por cierto que el ego cogito cartesiano nunca tuvo una sola cara, en
cuanto que la posesión de la ciencia no le era ajena, en absoluto, a la po-
sesión de la naturaleza y, con ella, esos seres a los que el colonialismo eu-
ropeo bautizó con el nombre de ‘naturales’. Las Cartas de la Conquista de
México (1519-1526), de Hernán Cortés constituyen, por eso mismo, algo
así como la versión fáctica del Discurso del Método y el modo como, desde
la tragedia, nos abrimos a la modernidad. El ego cogito cartesiano tuvo
siempre a su lado, para nosotros en particular, el ego conqueror cortesia-
no. Cartesianismo y cortesianismo se nos dieron a la par y hasta podría-
mos decir que el primero nos llegó con la cara del segundo (Roig
2005:235-236).

Los pobladores originarios de América, sus instituciones, lenguas y culturas


fueron valorados como fuerza de trabajo, fuente de placer, o riqueza material. A los
sobrevivientes se les impusieron saberes, instituciones políticas, “civilización”, lenguas
y religión, implantándose la “condición colonial”.4 Especularmente los “otros” de
Europa (Bhaba 2002), no mejoraron en lo esencial su situación con la creación de los
estados nacionales modernos y en esa misma condición fueron incluidos luego los
descendientes de los inmigrantes europeos. La gravedad de esta “condición colonial”
sólo puede comprenderse si se toman en cuenta los factores políticos, sociales y
económicos que conformaron las formas de dominación, y, sobre todo, los culturales
y educativos que están en la raíz de la inferiorización, racialización y marginalización
de los pueblos originarios, los esclavos importados de África y sus descendientes, y los
mestizos, criollos e inmigrantes, con el agravante señalado: esta América imaginada

4Prefiero hablar de “condición” y no de “situación” colonial dada la persistencia y aparición constante de


nuevas formas e instrumentos de colonización y, sobre todo, la identificación con los mismos que se
produjo en las naciones luego independizadas de la metrópoli hispana, pero nunca libres de los intentos
de dominación de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos.

72
Superación del multiculturalismo y ciudadanías interculturales… A. C. BONILLA

como “lugar vacío” fue representada también como el “desierto” (y devenida desierto
por los genocidios) o el lugar de la “barbarie”.
Para entender la gestación del saber filosófico en la región, debe considerarse
que la Conquista institucionalizó la “ciudad letrada”. Una pléyade de religiosos, admi-
nistradores, educadores, profesionales, escritores y servidores intelectuales constituye-
ron “(…) el anillo protector del poder y el ejecutor de las órdenes” (Rama 2004:57).
Tras ella, reforzándola, la “ciudad escrituraria” comienza en 1538 con la creación de la
Universidad de Santo Domingo a la que sucedieron otras rápidamente; ellas se encar-
garon de la “escritura del orden”, que, según funciones y oportunidad, se realizó en
latín o en castellano. Tales acontecimientos fundacionales signan en gran medida el
porvenir filosófico de América; o sea, el carácter dependiente de su filosofía durante
siglos, hasta hoy. Roig constata que en nuestras instituciones académicas y fuera de
ellas existieron producciones filosóficas que, si bien tuvieron un carácter europeísta o
norteamericano en virtud de su condición colonial, también se convirtieron en ins-
trumentos de emancipación (Roig 2005:531-550). Empero, la filosofía intercultural
concluye que, fueran de signo ideológico conservador o progresista, la mayor parte de
las expresiones filosóficas nuestroamericanas, en razón de tales orígenes, manifiestan
su dependencia de la filosofía monocultural europea y de los mitos que están en la
base de la misma. R. Panikkar analiza tres: 1) el principio del pensar analítico que, al
dividir por partes, opera por identificación y no tolera ni la multivocidad ni la equivo-
cidad.; 2) el principio del pensar conceptual o racional, cuyo instrumento privilegiado,
el concepto, reduce la pluralidad a unidad y permite captarla, manejarla y dominarla
(cf., las etimologías de conceptus y Begriff5). El imperio de este modo de pensamiento
llevó a olvidar formas del conocimiento simbólico o por participación; 3) el principio
del pensar escrito, con la consiguiente desvalorización de la palabra hablada (y de la
“palabra dada”), la negación de un lugar en la historia para las culturas ágrafas, la su-
presión de los saberes de transmisión oral, etc. Este principio, elevado a privilegio
sagrado por las “religiones del Libro”, va de la mano con la ontologización del dere-
cho, que convierte en realidad una normativa de disciplinamiento y dominación social
(Panikkar 2004:27-44).
Hoy, a más de cuarenta años del “Manifiesto en pos de una Filosofía de la Li-
beración”, superador de la discusión sobre la existencia de una filosofía latinoamerica-
na entre A. Salazar Bondi (1968)6 y L. Zea (1969)7, interesa, lo mismo que a E. Dussel
y a los firmantes del Manifiesto, subrayar la necesidad de liberación real no sólo para
las clases oprimidas, sino del epistemicidio sufrido y de la dependencia de nuestros
saberes y prácticas filosóficas, sin olvidar que el tiempo transcurrido entre ese momen-
to y nosotros no puede medirse en años, sino con la serie luctuosa de acontecimientos

5 Para la revisión de las etimologías correspondientes (conceptus, proveniente del verbo capio; y Begriff, del
verbo begreifen), cf. los diccionarios de Ernout y Meillet (1959), respectivamente.
6 Este filósofo juzga que el espléndido desarrollo de la filosofía en América Latina refleja una tradición

imitativa, casi servil e inauténtica del filosofar, incapaz de generar sus propias categorías. Sólo un retorno
a la sustancia histórica de nuestras comunidades puede ayudar en la búsqueda de estas categorías origina-
les.
7 El autor reconoce el carácter imitativo de la filosofía latinoamericana, pero sostiene que los autores se

han abocado a la resolución de los problemas planteados por la propia realidad histórica, superando la
inautenticidad original en la autenticidad de la asimilación.

73
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

desencadenados a partir del ascenso de las dictaduras en todo el subcontinente y su


secuela de muertos, desaparecidos, exiliados -física y moralmente desgastados-, etc.; y,
luego, la fragilidad de las democracias y el neoliberalismo de los ‘90. Con R. Salas,
señalo que la filosofía latinoamericana es aún demasiado monocultural y etnocéntrica y
que no se ha involucrado en las transformaciones actuales de la región (Salas 2012:
257-277). Es hora de “volver a Martí”, el pensador de “nuestras repúblicas dolorosas
de América”, que comparten una historia común, una identidad cultural paradójica-
mente basada en la diversidad y el mestizaje y, sobre todo, dolores comunes. Como
partes de un “nosotros resistente” -el nuevo sujeto histórico y político- José Martí
convoca en Nuestra América (1881) a “leer para aplicar, pero no para copiar”, a trans-
formarnos subjetiva y socialmente, haciendo del enérgico ejercicio del pensar un servi-
cio en el ámbito público, a cambiar las formas discursivas propias del “deleite del
crepúsculo” por las del “deleite del alba”. Esto significa también el compromiso de
dar la voz, sin representarlos, a quienes se han visto privados de la autonomía del decir
(y ser escuchado) durante siglos, para incorporarlos a nuestro acervo filosófico común
(Bonilla 2013).

De la perspectiva multiculturalista a la intercultural

Los discursos sobre lo político de estos treinta años evidencian un giro desde
las teorías liberales y socialistas de la homogeneización modernizadora al planteo de
un lugar teórico para las minorías de origen étnico, migrante y otras (Colom 1998:58-
59). El empleo de la categoría de “multiculturalismo”, en general excede la mera fun-
ción descriptiva y se convierte en una categoría normativa teórica y de la praxis políti-
ca, que facilita institucionalizaciones pluralistas de la heterogeneidad cultural (Colom
1998:11-12), incluidas las políticas migratorias (Mármora 2004:27). Los filósofos del
multiculturalismo principalmente han vinculado cultura e “identidad cultural” con
ciudadanía, a partir de C. Taylor, con su defensa de la recognition, y de W. Kymlicka,
que propugna un liberal culturalism.
En Multiculturalism and “The Politics of Recognition” (1992), Taylor recurre a la ca-
tegoría de “reconocimiento” (Anerkennung) de la primera ética hegeliana (Honneth
2003), motivado por las luchas de los grupos francófonos en Québec. Sensible a las
diferencias e identidades culturales, critica los modelos procedimentalistas liberales
que en nombre de principios abstractos de justicia rechazan las cuestiones referidas a
la “vida buena” y las metas colectivas. Sin embargo, al entender el derecho a la identi-
dad cultural y moral y su reconocimiento en términos de “survivance” (supervivencia
cultural a través de las generaciones), aunque convoca al diálogo bajo la categoría ga-
dameriana de “fusión de horizontes”, olvida las mediaciones que éste puede llegar a
establecer y que de algún modo redundan en cambios en los sujetos y grupos implica-
dos que siempre afectan de un modo u otro sus identificaciones con las identidades
culturales de origen. Estas dificultades se vuelven más evidentes en el Informe Fonder
l’avenir. Le temps de la conciliation, texto oficial del Gobierno de Québec, redactado por
Taylor en colaboración con el historiador G. Bouchard (2008), donde la discusión se
plantea en términos de “interculturalidad” (dada la resistencia quebequense a aceptar
el estatuto multicultural de la Multicultural Act de 1988). El interculturalismo quebe-

74
Superación del multiculturalismo y ciudadanías interculturales… A. C. BONILLA

quense asumido por los autores, no parece tal, en tanto defienden el francés como
lengua común de las relaciones interculturales, el cultivo de una orientación pluralista
protectora de derechos, la tensión entre la diversidad y la continuidad del núcleo
francófono, el acento en la integración y la participación y el fomento de las prácticas
de interacción cultural. La noción sesgada de interculturalidad que proponen está cal-
cada de un modelo esencialista o fixista débil del contacto cultural que, si bien preten-
de ser inclusivo, es deudor de modelos de “integración” que ignoran la riqueza, el
dinamismo cultural de los intercambios, cruces y mestizajes y el potencial innovador
del “otro”.
El modelo del liberal culturalism pretende hacerse cargo de la brecha entre el
igualitarismo de la teoría política liberal y la realidad de las democracias liberales, im-
plicadas “en cuestiones relacionadas con la nacionalidad y los derechos de las minor-
ías” (Kymlicka 2003:14). Si bien concibe la ciudadanía como un “ideal normativo de-
mocrático” de participación plena e igualitaria de todos los individuos en los procesos
políticos, con la noción de “ciudadanía diferenciada” de I. M. Young Kymlicka habilita
un modelo para integrar a los miembros de los grupos marginados en la comunidad
política a partir de la pertenencia grupal. Distingue dos categorías de “ciudadanías
diferenciadas”: los grupos que demandan derechos grupales como modo de alcanzar
mayor inclusión y participación (pobres, mujeres, minorías raciales e inmigrantes) y las
minorías nacionales, que comparten un territorio, una lengua y una historia, y exigen el
derecho a gobernarse autónomamente dentro de un régimen federal o confederal. El
ejercicio de la ciudadanía multicultural, en consecuencia, ha de pensarse ligado a dere-
chos específicos en función de la pertenencia grupal: 1) los derechos de autogobierno
serían concedidos a las minorías nacionales, si bien bajo el paraguas de una federación
multinacional (Kymlicka 2003:166); 2) los derechos poliétnicos se reconocerían a las
comunidades de inmigrantes; y 3) los derechos especiales de representación se estable-
cerían para ciertos grupos como remedio a sus desventajas para la participación políti-
ca. La representación por grupo no es intrínsecamente unívoca, siendo posible imagi-
nar modalidades alternativas a la legislativa. Kymlicka defiende también la idea de una
cultura nacional para asegurar la igualdad entre los grupos y la libertad y la igualdad en
el seno de los mismos de modo que las diferencias puedan “gestionarse” en forma
pacífica y justa dentro del estado nacional (Kymlicka 1996: 266). Poniendo al inmi-
grante como caso testigo, F. Colom expone algunos límites de esta teoría de la ciuda-
danía multicultural, en tanto aquél ocupa un lugar secundario en una sociedad política
multicultural organizada sobre este modelo de ciudadanía. En su defensa de la auto-
nomía del individuo liberal, Kymlicka desconoce que los colectivos de inmigrantes
muchas veces no han “elegido” migrar, sino que fueron conminados a la migración.
Además, si bien Kymlicka insiste normativamente en la idea de que la cultura societa-
ria es la condición de posibilidad de toda vida buena, tal nexo carece de necesidad
porque concede a la adscripción cultural un valor meramente instrumental, en tanto
“(…) la determinación del nomos de nuestra conducta recaería sobre la libertad moral
de cada persona” (Colom 1998:131). Además, el principio de este multiculturalismo
quedaría anulado si se extiende su funcionalismo hasta las últimas consecuencias:

75
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

“(…) si desde un punto de vista funcional los recursos proporcionados


por las distintas culturas societarias son equivalentes, la asimilación pau-
latina a una cultura ajena no supondría necesariamente un perjuicio (Co-
lom 1998:131).

Y, añado, Kymlicka olvida que la pérdida de pertenencia cultural lo es de per-


tenencia concreta; la caída en la anomia y la imposibilidad del ejercicio de la autonomía
como consecuencia de ello confluyen en la supresión de la posibilidad del ejercicio real
de la ciudadanía. Por otra parte, la distinción entre “minorías nacionales” y meros
“grupos etnoculturales” generados por los flujos migratorios estaría confinando a
estos últimos en una especie de limbo ciudadano o se los destinaría a una asimilación
voluntaria pero, en definitiva, fatal. Además, como Kymlicka sostiene que la migración
es resultado de una decisión voluntaria, tal voluntariedad establecería una “(…) dife-
rencia normativa fundamental a la hora de medir la legitimidad de sus exigencias al
país de acogida” (Colom 1998:132). En consecuencia, los colectivos de inmigrantes
carecerían de legitimidad moral cuando reclaman derechos diferenciales y sólo podrían
reclamar protección si fueran víctimas de acciones discriminatorias. Ante los intentos
de trato discriminatorio excluyente sobre la base de la procedencia étnica que se ob-
servaron con posterioridad al 11-09-2001, Y. Abu-Laban critica a estos autores porque
basan sus argumentos en una noción esencialista y estática de la cultura de pertenen-
cia; y, en consecuencia, no se diferencian de los defensores del “racismo liberal”
(Abou-Laban 2002:466-467). Por el contrario, el reconocimiento del entrecruzamiento
de culturas que resulta de los procesos de colonialismo, los flujos migratorios y diver-
sos fenómenos de globalización cultural vuelve impensable una noción esencialista o
monolítica de cultura, debiéndose reconocer que las culturas son dinámicas y diferen-
ciadas y que, en consecuencia, un individuo podría tener identidades culturales múlti-
ples. En una nota la autora argumenta de modo similar al mío, al decir que los dere-
chos reconocidos por Taylor y Kymlicka a los francocanadienses y a los pueblos origi-
narios son mayores que los derechos diferenciados acordados a los inmigrados. Esta
forma de otorgamiento de derechos no hace sino reforzar las estructuras coloniales y
el status quo canadiense (Abu-Laban 2002: 478 n.2).

Ciudadanías interculturales emergentes

É. Balibar caracteriza el fenómeno migratorio internacional como “el fenó-


meno político mayor de nuestro tiempo”; en sentido foucaultiano podría señalarse que
tales migraciones son un fenómeno netamente “biopolítico”, estando constituida la
biopolítica por el conjunto de las políticas de regulación del cuerpo-especie de la po-
blación (Foucault 1994:193). Si bien existen diversas categorías de personas que mi-
gran, la atención de numerosos estudios está focalizada en la condición de aquellas
personas que, incluso más allá de su voluntad y decisiones, han debido abandonar su
lugar de origen o de vida impelidas por las circunstancias, porque la existencia en él se
les tornaba imposible, es decir, en los y las migrantes pobres, denominación bajo la
cual también se incluyen a refugiados y exiliados, en tanto se encuentran en condicio-
nes similares de vulnerabilidad. Los movimientos migratorios actuales se ven afecta-

76
Superación del multiculturalismo y ciudadanías interculturales… A. C. BONILLA

dos indudablemente por las políticas de población, salud, educación y trabajo de los
estados nacionales contemporáneos, los cuales, total o parcialmente sometidos a las
diversas dinámicas y estrategias de la globalización económica y comunicacional, son
igualmente los responsables de la aplicación de estas políticas y de la normativa que las
regula (a veces adecuada a lineamientos regionales, como en la Unión Europea y el
Mercosur). En la concepción y establecimiento de políticas migratorias, así como en el
tratamiento que la población nativa otorga a las y los migrantes y en la formación de
subjetividad y empoderamiento de las y los migrantes, juega un papel decisivo el ima-
ginario social o ideología existente en cada contexto acerca de éstas y éstos8.
Respecto de la temática de este acápite, resulta indispensable una referencia a
la legislación y políticas migratorias de la Argentina actual, cuya población de origen
migrante proviene principalmente de países limítrofes o cercanos y se radica en las
ciudades. La aparición urbana de estos grupos con caracterísiticas fenotípicas propias
de los pueblos originarios, así como la implementación de las políticas neoliberales de
ajuste, destrucción de industrias y falta de empleo, derivó en episodios de xenofobia y
racismo que los tuvieron por objeto sobre todo en la década de los ’90 (Grimson y
Jelin 2006:70). Entonces las políticas migratorias, restrictivas y selectivas, se atenían a
la “Ley Videla” de 1981 basada en el principio de la seguridad nacional. La ley Nº
25.871, vigente desde comienzos de 2004, que es, en parte, fruto de los debates
multiculuralistas por el “reconocimiento” 9, en su Art. 4º establece el derecho humano
a migrar. Como señalan estudios bastante recientes, este derecho se fundamenta como
desarrollo del derecho humano a la libre circulación: si emigración e inmigración están
inextricablemente vinculadas entre sí, la Declaración de los Derechos Humanos y los
estados se han quedado a medio camino en su reconocimiento del derecho a circular
(Pécoud y de Guchtenaire 2008:23). Un logro similar fue la Ley 18.250 de la República
Oriental del Uruguay en 2008, que también establece el derecho a la migración como
derecho humano. En ambas leyes se supera la antinomia “legal–ilegal”, estigmatizante
y generadora de vulnerabilidad, y reconocen el derecho a la migración como derecho
inalienable de las personas. G. Chausovsky interpretó ambos textos de modo señero:

(…) ya no es el Estado quien da y quien quita, el Estado ahora es quien


reconoce y quien debe garantizar la eficacia del ejercicio de los derechos,
es quien debe dotar al sistema de las herramientas necesarias para la de-
fensa y protección de los derechos afectados, el rol del Estado es otro y,
si se sigue coherentemente, su resultado es decididamente favorable a la
persona humana (Chausovsky 2011:122).

En suma, si bien se insiste en el rol garantista del Estado, se pone de manifies-


to que los Derechos Humanos son superiores al propio Estado y que, como bienes
inalienables de las personas, no son “otorgados” por el Estado, sino que éste tiene la
obligación de reconocerlos, defenderlos y garantizar su ejercicio. Con ello, se introdu-
ce un concepto de ciudadanía novedoso que pone en jaque la idea tradicional de que

8Se trata de un factor de primera importancia (Mármora 2004:25).


9Las contribuciones publicadas en Migración: un derecho humano. Ley de Migraciones Nº 25.871 dan testimonio
de esto (Giustiniani, R. et al., 2004).

77
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

es el estado nacional el que da o reconoce la ciudadanía, como parte de su ejercicio


soberano.
La noción de “ciudadanía intercultural” que plantean algunos autores en-
marcándola en los contextos de los procesos políticos y sociales de los últimos treinta
años en América Latina es complementaria de estas perspectivas. Así, Á. Bello Maldo-
nado sostiene que la interculturalidad en los contextos de globalización adquiere una
dimensión central para las relaciones políticas, económicas y sociales y que “(…) la
comprensión conceptual de la ciudadanía intercultural pasa por el reconocimiento de
las transformaciones de la ciudadanía como vínculo con una comunidad” (Bello Mal-
donado 2008:30). Asumiento estos desarrollos me parece oportuno emplear la cate-
goría de “ciudadanías interculturales emergentes” para rotular esta temática de un
modo a la vez distintivo y técnico. Una consulta a diccionarios 10 remite a dos acepcio-
nes principales a tomar en cuenta: la más habitual, que remite a la aparición de algo
nuevo, más o menos novedoso o diferente, aunque pueda surgir como cambio de algo
anterior, y una segunda, que señala la necesidad de la acción inmediata para aportar
una solución a una situación de peligro. El calificativo de “emergentes” que añado
permite tanto comprender la aparición de nuevas maneras de manifestación ciudada-
na, sobre todo el pasaje de acciones sociales a otras propiamente políticas (constitutivo
para el surgimiento de nuevas ciudadanías), como investigar las actitudes y políticas de
dominación que impiden la plena expansión de la misma y son conculcatorias de dere-
chos. Igualmente orienta la búsqueda de formas más justas, dialógicas e inclusivas de
pensar y practicar la ciudadanía. Al hablar de “ciudadanías interculturales emergentes”,
se apela a ambas acepciones: 1) nuevas formas de entender la ciudadanía, nuevas for-
mas de entender este ejercicio pleno de los derechos y de participar y de ser represen-
tado o de representar; 2) si “emergencia” significa una situación de extremo peligro o
conflicto, con el adjetivo “emergentes” se indica justamente que lo puesto en jaque, lo
asediado, lo que peligra es justamente esta ciudadanía intercultural que viene brotando
con fuerza en nuestras sociedades complejas y plurales. En este sentido puede señalar-
se la continuidad de esta propuesta con la de la “moral de la emergencia” como quie-
bra de totalidades opresivas que A. Roig destaca como propia de las tradiciones libe-
radoras de América Latina, al menos, desde el siglo XVIII hasta hoy (Roig 2002: 107-
125).

Conclusiones

En definitiva, sólo a partir del reconocimiento a la vez internacional, estatal y


social del derecho a la ciudadanía cultural se podrá plantear el ejercicio efectivo de la
“ciudadanía intercultural emergente”. No se trata meramente de una cuestión teórica.
Para que ello sea posible, se necesita incidir en el cambio de numerosas políticas y
prácticas sociales racistas, xenófobas y discriminatorias que proliferan en las socieda-
des contemporáneas y sobre todo, en una transformación profunda del imaginario
social en su conjunto. La renovación teórica y el establecimiento de normativas que
atiendan estos aspectos fundamentales resultan letra muerta en tanto no se produzca

10Cf., emergere (Ernout y Meillet 1959:399) y “emergencia”, “emergente”, “emerger” (RAE 2002: 802). Ver
los diccionarios citados en la Bibliografía.

78
Superación del multiculturalismo y ciudadanías interculturales… A. C. BONILLA

una transformación positiva de las políticas y las prácticas de la sociedad en su conjun-


to. Una sociedad que no intente hacerse cargo de esta emergencia está destinada a
vivir en la injusticia que significa la conculcación de los derechos humanos de gran
parte de su población, con riesgo de crear guetos de población dominada que en defi-
nitiva se constituyen en nuevas fuentes de conflicto para un futuro no demasiado
remoto y que pueden convertirse en pasto de prácticas genocidas a las que la Argenti-
na no ha sido inmune ni en el pasado reciente ni antes. Tampoco podrá hacerse cargo
de la complejidad y riqueza de los diversos planos en los que hoy se plantean las rela-
ciones regionales e internacionales.
Ya terminando quiero plantear que solamente la consideración del “otro” cul-
tural en nuestros órdenes políticos como un bien a incorporar y no un peligro a conju-
rar o controlar resulta indispensable para que podamos gozar de una ciudadanía plena,
cada vez más rica, cada vez más potente, y, por lo tanto, cada vez más emancipada: la
ciudadanía intercultural emergente.

Agradecimiento

En primer término, agradezco a las autoridades de la UNVM y a las y los or-


ganizadores del Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos, en particu-
lar a las coordinadoras, Profesoras Dra. María Laura Gill y Mg. Graciana Pérez Zavala.
También, al Dr. Eduardo J. Vior, que organizó la Mesa Redonda sobre “Política e
interculturalidad” y al otro interlocutor de la misma, el Dr. Jorge Kulemeyer.

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81
VI
POBREZA Y EXCLUSIÓN DE LAS PERIFERIAS
ETNIZADAS E IDEALIZADAS1
Jorge Alberto Kulemeyer
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales – Universidad Nacional de Jujuy
jorgeak@gmail.com

Introducción

L a consolidación de todo tipo de organización siempre conoce de algún tipo de


cuestionamientos y presiones, tanto internas como externas, y difícilmente
termine alguna vez de arraigarse definitivamente. Es el caso de los Esta-
do/Nación latinoamericanos surgidos en el siglo XIX. El auge propios en las últimas
tres décadas de los llamados procesos de indigenización, etnización, re-etnización,
indianización, re-indianización, sumados a numerosas propuestas de reforzamiento de
distintas formas de colectivos agrupados por identidades según condición étnica y de
género, observa coincidencias, y no solo temporales, con otros elementos que hacen a
la coyuntura propia de los procesos de reestructuración del capitalismo como sistema
político, ideológico y económico dominante a nivel mundial. Aún tratando de evitar
explicaciones que puedan pecar de una excesiva linealidad en las interpretaciones de la
acumulación de factores que han conducido a la conformación de expresiones de la
realidad social y política contemporánea, siempre mucho más compleja que los inten-
tos de explicación que de ella se puedan proponer, se puede señalar que el contexto
inicial de referencia para sus lineamientos rectores se nutre, como es previsible para la
época, teniendo como referencia la tradición, ideología y experiencias históricas de
países anglosajones, especialmente los EEUU. Las políticas multiculturales se fueron
imponiendo a los estados nacionales como parte de las condiciones para el acceso a
líneas de créditos internacionales tal como, por ejemplo, concluyen Hoffmann y
Rodríguez (2007) en referencia a los casos de Colombia y México: “…es indispensable
subrayar la dimensión internacional de las políticas del multiculturalismo y su relación
estrecha con el neoliberalismo pregonado en los ámbitos internacionales (BM, PNUD,
BID, etc.)”.
La modalidad de organización social progresivamente planteada es adoptada
(casi sin ser adaptada) e institucionalizada por los referentes políticos e intelectuales de

1 Ponencia presentada en el marco de la Mesa Redonda “Política e Interculturalidad”.

83
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

las metrópolis de los países del Cono Sur para, finalmente, ser planteada como ideal de
modelo de organización social y modo de asumir el buen vivir para las zonas más
periféricas y empobrecidas. Se genera en las elites un discurso “políticamente correc-
to”, del que se apropian la mayoría de las banderías políticas, que pone énfasis en las
políticas identitarias permitiendo desalojar del centro del debate temas omnipresentes
como la pobreza, falta de equidad en la distribución de los recursos y marginalidad 2.
Una de las características salientes del discurso que propone la posmoderni-
dad es el uso de un nuevo léxico que da forma al discurso social, político y académico
que tiende, muchas veces eufemismos mediante, a signar positivamente aquello que
décadas atrás se consideraba el producto del atraso o de la explotación del hombre por
el hombre al plantear la realidad social en términos de diferencias culturales (multicul-
turalismo como proceso político y “diversidad cultural” o de “multiculturalidad” en
términos de contexto social). En este proceso es frecuente el debate en torno a la
pertinencia del uso de vocablos cuyo ciclo de vida atado a una determinada connota-
ción suele ser corto y controvertido debido a que, luego de un tiempo de ser conside-
rados pertinentes pasa a considerarse que tienen una connotación negativa e inade-
cuada (caso de las expresiones indio, indígena, aborigen). El indigenismo es entendido
como las políticas generadas desde el Estado para los indígenas en tanto que se plan-
tea al indianismo como las políticas que se plantean para sí mismos los indígenas co-
mo ese otro universo posible, opuesto a las recetas omnipresentes de la economía
política y de la cultura política neoliberales. Boccara y Ayala plantean que con el auge
del neoliberalismo se va conformando una nueva “configuración semántica” para dar
cuenta de una realidad social que, en referencia al caso de la emergencia de la nueva
cuestión étnica en Chile, es descripta como organizada a un tiempo por un compo-
nente valorado negativamente “… alrededor de las nociones de exclusión, negación de
la diferencia cultural, des-empoderamiento, paternalismo y asistencialismo…” en tanto
que un segundo conjunto de valoraciones son de carácter positivo en las que se inclu-
ye “… las de capital social y cultural, empoderamiento, agencia, cultural asset, fortale-
cimiento institucional, patrimonio cultural, participación y responsabilización (Bocca-
ra y Ayala 2011). La percepción de que en el presente las relaciones sociales se expre-
san cada vez más en el léxico de la “antropología” se contrapone con la idea de que
“… la antropología es un "hecho de escritura", y como tal debe ser tratado, producido
por el Occidente dentro de su geopolítica del saber” (Amodio 2005:148).
Este desdibujamiento o pérdida de fuerza de las expresiones que se usan para
designar la realidad socioeconómica dura y compleja de sectores de la población es un
instrumento que está acompañado por una fuerte tendencia al “pragmatismo” ideoló-
gico con una perspectiva en la que prevalecen las actitudes y pensamientos individua-
listas, desentendidos de idealismos y compromisos personales y, al mismo tiempo,

2 Aguilar Díaz y Tantaleán (2008) señalan (citando a Miguel Canales 2003), que “La posmodernidad, si
bien es cierto que significa la extensión de una partida de defunción al modernismo, es decir, el recono-
cimiento que la filosofía burguesa ha llegado a su fin, no señala ningún camino, sencillamente lo niega,
reducen la filosofía al lenguaje de modo que el objeto ya no es conocer la verdad sino deconstruir las
palabras; así, la pobreza y el saqueo que la gran mayoría sufre por todas partes del mundo es cuestión,
para ellos, de interpretación, las bombas y balas de la agresión de los más poderosos contra las víctimas
por poseer materias primas son pura representación del lenguaje”.

84
Pobreza y exclusión de las periferias etnizadas e idealizadas J. A. KULEMEYER

permite dar lugar a escenarios en los que no hay “enemigo” del cual no se haya sido
aliado ni con el cual no se pueda volver a conformar una alianza. Esta ambivalencia
entre el discurso y la práctica aparece especialmente expuesta en la pretensión de ob-
tención de autonomía socio-política para los actores indígenas. Los miembros de las
comunidades muchas veces asumen y se hacen cargo de construcciones y visualizacio-
nes iconográficas que, de ellos mismos, han sido realizadas por otros. Se observa en el
imaginario construido desde los grandes centros urbanos en relación a los habitantes
de las comunidades que viven en la pobreza de las periferias una demanda de indiani-
zación que requiere de éstos la exteriorización de algunas expresiones visuales y con-
ceptuales acordes con los estereotipos asignados.
Desde la corriente de pensamiento postcolonial se achaca que “… la opresión
de clase forma parte del canon de ideas hegemónico en las izquierdas…” en tanto que
“… la dominación étnica o racial aún no ha sido asimilada como uno de los ejes de
análisis necesarios para entender las sociedades latinoamericanas” (Lang 2012) en una
evaluación simplista que no se condice con la realidad histórica y que no puede ser
tratada como alternativas de observación de la realidad excluyentes entre sí. La pro-
puesta de vigencia de convivencia de tratamientos diferentes de la población que
comparte un mismo territorio en aspectos fundamentales de su organización y vida
cotidiana (sistema jurídico, tenencia de la tierra, ciencia, salud, educación, etc) en base
a criterios determinados por la pertenencia étnica, no puede sino concluir en una ato-
mización marcada por enfrentamientos extremos. Esta aseveración no significa resal-
tar supuestas excelencias de los sistemas dominantes ni pretende menoscabar la im-
portancia de mejorarlos o cambiarlos. Por el contrario, se pretende señalar que el im-
pulso auspiciado desde los centros de poder de la segregación de la asignación de de-
rechos y obligaciones sobre la base una organización étnica de la sociedad no solucio-
na las necesidades de la población sino que las profundiza. En efecto, el reconoci-
miento “multicultural” se acompaña casi siempre de la emergencia de “agentes so-
cialmente competentes”, de mediadores y nuevas elites capaces de negociar y expresar
las reivindicaciones de “las comunidades”. Pero estas nuevas elites se transforman a
veces en expresiones individuales de la etnicidad, cuando los agentes “socialmente
comprometidos”, aprovechan los nuevos espacios de derechos colectivos para benefi-
cios propios, individuales o de grupos restringidos (familiares o clientelares) algunos
de los “riesgos del multiculturalismo” mencionados por la postura crítica (fragmenta-
ción, mercantilización, exclusión).
El nuevo perfil y protagonismo del espacio indígena incluye una mercantiliza-
ción de las identidades, en parte protagonizada especialmente por sectores urbanos de
clase social acomodada que proponen a lo indígena como una referencia estética y
cultural para sus actividades comerciales como es el caso de, por ejemplo, los diseña-
dores de la “alta costura” de las grandes ciudades como Buenos Aires que

empiezan a percibir los beneficios de establecer algún tipo de relación


con la riqueza artesanal de las comunidades originarias, teniendo en
cuenta el éxito de diferentes realizaciones con intervención aborigen en
el resto de latinoamericana (Aconcha Díaz 2011).

85
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

El pensamiento está orientado a la búsqueda del beneficio personal que per-


mita la captación de clientes de muy buen poder adquisitivo en un discurso en el que
los miembros de las “… comunidades originarias que mantienen la producción artesa-
nal más por fervor a sus raíces que a la productividad de las mismas” (Aconcha Díaz
2011) se convierten en una especie de lejano espejismo de inhóspitos ambientes rura-
les. Las distintas geografías y poblaciones al interior de un mismo país asumen roles y
destinos contrapuestos en los que una de las partes esgrime un discurso en nombre de
un compromiso solidario y de reconocimiento de calidades destacadas de la otra que,
por su parte, parece estar condenada a la continuidad indefinida de su pasivo y sufrido
papel como referencia permanente de representaciones de valores inspiradores cuasi
míticos que conserva de generación en generación por imperio de su condición étnica.

Argentina, el caso de Jujuy

En nuestro país el nuevo discurso puede ser asumido por buena parte de los
sectores políticos y sociales pues no plantea un compromiso efectivo de cara a la reali-
dad social, económica y ambiental pero sí algunos reacomodamientos en las políticas
destinadas a determinados pobladores de las zonas económicamente periféricas y de
baja densidad de población para quienes, en la medida que se organicen jurídicamente
en comunidades indígenas basados en el concepto de autoadscripción dando lugar a
procesos de multiplicación y diseminación étnica. Para los grupos así organizados se
plantean desde el Estado beneficios específicos tales la “devolución” de tierras (pro-
mesa que se cumple a cuentagotas de la mano de una compleja estructura política,
legal y administrativa, estando generalmente circunscripta solo aquellas tierras que no
se encuentran en manos de particulares), sistemas de becas, subsidios, “restitución” de
restos óseos humanos de época prehispánica (hecho que también, rara vez se cumple
en la práctica), etc. Aranda (2010:17) afirma que “el 60% de los argentinos tiene ante-
cedentes indígenas y componentes genéticos amerindios de los pueblos nativos” dato
que permite suponer que se encuentran descendientes de indígenas en todas las gran-
des ciudades del país, incluyendo la de Buenos Aires. Sin embargo allí los derechos y
las demandas de restitución de tierras para esos lugares no están siquiera planteados
como parte de su escenario político cotidiano como lo están, por ejemplo, para las
porciones económicamente más postergadas del país. Tampoco hay reclamos por la
intangibilidad de los restos humanos que puedan destruirse por encontrarse en zonas
urbanas, como es el caso de aquellos asociados con restos de presencia incaica en Bajo
la Viña (San Salvador de Jujuy).
La diversidad de los factores que hacen a los contextos locales y regionales de
cada una de las situaciones de conflicto (paisaje, población, formas de desarrollo
económico, antecedentes históricos, relaciones de poder, etc) hacen que todo ensayo
referido a la problemática corra el riesgo de constituir una visión demasiado sesgada
por interpretaciones surgidas de experiencias, intereses, formaciones, posibilidades y
exigencias particulares que modelan opiniones como, por ejemplo, para el caso argen-
tino, los marcados contrastes que ofrecen el mundo intelectual/académico del área
metropolitana de Buenos Aires y las provincias de Formosa, Chaco, Jujuy o Neuquén
por sólo señalar a algunas de los distritos que generan visiones diferentes a partir de

86
Pobreza y exclusión de las periferias etnizadas e idealizadas J. A. KULEMEYER

sus propias realidades. En este contexto nuestro país se inserta en las dinámicas macro
(los estructurantes globales) en el sentido de haber planteado y compartir la problemá-
tica que surge del instalar nuevos mecanismos administrativos, sociales, económicos y
educativos de organización para sectores de su población casi exclusivamente a partir
de “ciudadanía cultural” o “étnica” estereotipada que lo han conducido a un “callejón
sin salida” que va adquiriendo creciente protagonismo de conflictividad generalizada.
Esto ocurre a partir del hecho de haber dejado de lado las otras dimensiones de la
ciudadanía y la identidad, aquellas que requieren de urgente y permanente atención y
deberían ser prioritarias en toda propuesta política, tales como la laboral, creencias,
salud, justicia, ocio, posibilidades de acceso y uso de servicios, las tecnologías, la co-
municación, educación y otros tantos que hacen a un umbral para la construcción de
ciudadanía de manera equitativa.
Desde las políticas oficiales se refuerza la necesidad de diferenciación en un
gran número de grupos étnicos que en su mayoría, con anterioridad a los noventa, no
estaban organizados como tales y, que en el caso de la provincia de Jujuy, permite el
reconocimiento formal de la existencia de las comunidades Kolla, Omaguaca, Ataca-
ma, Ocloya, Tilián, Toara, Guaraní, Kolla Guaraní y Toba. Todo indica que, al menos
en lo que respecta al pasado prehispánico inmediatamente anterior a la llegada de los
europeos, el número de grupos y parcialidades debió ser considerablemente mayor
aún. En el caso de Jujuy, la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI,
2004/2005), determinó que es la provincia con el porcentaje más altos de hogares en
los que algún integrante se reconoce como indígena o descendiente de indígena (sobre
un total de 141.631 hogares, el 10,5%) y el 38% de la población rural es aborigen. El
Registro de Comunidades Provincial de Comunidades Aborígenes de Jujuy otorga su
primer “personería jurídica” en el año 1996 y desde entonces a diciembre 2010 se
cuenta con 268 comunidades dicha certificación registrada o en trámite (García Mo-
ritán y Cruz 2011).
La actual política de derechos indígenas es conducida y defendida con entu-
siasmo por los gobernantes como parte de un todo del que forman parte la declamada
enfática protección del medio ambiente y el patrimonio cultural al tiempo que, si-
multáneamente, impulsan sin restricción la producción de soja, tabaco y minera. Para
aquellos que ejercen el poder y sus seguidores no parece haber demasiada ambición ni
exigencia de coherencia entre el discurso y la práctica. Los medios de comunicación
pública transmiten mensajes que parecen reflejar un acuerdo generalizado y apasiona-
do en torno a este tema de los principales actores involucrados (representantes del
Estado e indígenas). Otro tanto puede observarse en los discursos relativos a, por
ejemplo, a políticas ambientales y de género. Y sin embargo los hechos parecen de-
mostrar otra realidad en la vida cotidiana. Para ilustrar esta situación, cabe mencionar,
sin pretender aquí entrar a valorar el grado de honestidad de las expresiones que a
continuación se reproducen, que esta política estatal permite al gobernador de la pro-
vincia de Jujuy (Eduardo Fellner), señalar que en “… una decisión política, no de hoy,
sino tomada hace muchos años” en cuanto al respeto de los derechos indígenas, des-
taca que “… somos pioneros en Argentina en este tipo de diálogo” y “estamos en
condiciones y podemos trabajar en conjunto” para lograr objetivos que son comu-

87
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

nes”3. Por su parte, el líder del principal partido de oposición provincial, el senador
nacional Gerardo Morales, también se muestra como ferviente defensor de los inte-
reses de las comunidades aborígenes cuando, por ejemplo, denuncia que el gobierno
nacional “… pretende reconocer a las comunidades originarias como personas jurídi-
cas privadas, cuando en realidad son organizaciones públicas preexistentes al Estado
nacional…” y anuncia la presentación de un proyecto de ley que

apunta a contribuir al proceso de regularización de tierras indígenas en


Jujuy, generar condiciones para los procesos de titulación y fundamen-
talmente salvaguardar los derechos territoriales de las comunidades indí-
genas.4

En la misma línea el gobernador del Chaco, y en un contexto de enfrenta-


mientos en la provincia con miembros de la comunidad Qom, Jorge Capitanich, ase-
vera poseer “… un amor entrañable con las comunidades originarias”.5
La construcción ideológica oficial/estatal, tradicionalmente dominante en Ju-
juy, se cimenta en línea con la historia oficial nacional y tiene, a nivel provincial, como
epicentro a la figura de Manuel Belgrano y, en menor medida, otras figuras históricas
pertenecientes a “familias patricias” que han tenido un protagonismo destacado en la
conducción económica, política, religiosa y militar desde tiempos de la colonia, que se
habría consolidado en tiempos independentistas con el protagonismo destacado de la
figura del gaucho. La diferenciación en términos de contraposición vigente a lo largo
de la historia entre lo gauchesco (como representación de lo criollo y civilizatorio) y lo
indígena (barbarie) en la construcción de la nacionalidad argentina (Masotta 2005) es
cuestionada en la actualidad sin ofrecer una mirada integradora alternativa integradora.
Este antagonismo ideológico aún persiste y queda marcado desde una perspectiva de
la distribución geográfica y política como, por ejemplo, en la provincia de Jujuy donde
se observa que, entre los ámbitos urbanos y aquellos que se asocian como habitados
por indígenas, discurre el espacio ocupado por los “gauchos criollos”.
Se tiende a ver a la sociedad como si estuviera constituida por algunos blo-
ques étnicos que tendrían, cada uno, sus particularidades culturales (europeos, criollos,
aborígenes…) y no se considera la diversidad cultural interior que tiene cada uno de
esos grupos, se piensa en las diferencias sin analizarlas con el mínimo detalle y se dejan
de lado la gran cantidad de elementos en común que pudieran existir.
En diferentes escalas, la diversidad interna se observa en todos los casos y no
solo a nivel de los Estado/nación. En relación a Bolivia, caso emblemático para este
tema en el ámbito latinoamericano, Toranzo Roca (2009) propone bajar la intensidad
de la discusión al opinar que

3 El Tribuno de Jujuy, 2/05/2013. Gobernador ratificó su apoyo a pueblos originarios. Leído el 2/05/13
http://www.eltribuno.info/jujuy/277162-Gobernador-ratifico-su-apoyo-a-pueblos-originarios.note.aspx
4 Jujuy al Día, 14/06/2013. Gerardo Morales: “el gobierno nacional quiere degradar a las comunidades
originarias”. Leído el 15/06/2013 http://www.jujuyaldia.com.ar/2013/06/14/gerardo-morales-el-
gobierno-nacional-quiere-degradar-a-las-comunidades-originarias/
5 La Nación (Buenos Aires), 09/06/2013. Jorge Capitanich: “Tengo un amor entrañable con las comuni-

dades originarias”. Leído el 10/06/133 http://www.lanacion.com.ar/1590206-jorge-capitanich-tengo-


un-amor-entranable-con-las-comunidades-originarias

88
Pobreza y exclusión de las periferias etnizadas e idealizadas J. A. KULEMEYER

Sólo una mirada provinciana de nosotros mismos, nos puede conducir a


entendernos como el gran ejemplo de la diversidad social, política, cultu-
ral, etc. Somos diversos, pero no el caso emblemático de la diversidad, ni
el más complejo, ni el más difícil de las mezclas culturales y de todo tipo
(Toranzo Roca 2009: 47-48).

Y como de raíces históricas se trata para justificar la cohesión identitaria de


los diversos grupos étnicos interesa señalar que, según Albó (2002) en épocas preco-
loniales no habría habido siquiera la intención de considerar una identidad común
aymara ni de otra quechua. Las más obvias habrían sido las identidades a niveles infe-
riores, sean locales o más probablemente por adscripción a determinados linajes,
ayllus o federaciones de éstos a niveles más o menos envolventes. Con la llegada de
los españoles los objetivos prioritarios de la organización territorial de las poblaciones
tuvieron fines fiscales y evangelizadores y fomentaron la existencia de determinadas
“lenguas generales” o francas para facilitar la evangelización. Al parecer la reconver-
sión de la identidad étnica, con la identificación de aymaras y quechuas como grupos
homogéneos, ya no por afiliación a ayllus discontinuos o a etnias y lenguas locales sino
en torno a estas dos lenguas con cierta continuidad territorial, es una situación relati-
vamente reciente que se consumó sobre todo durante el siglo XVII (Albó 2002).
En la actualidad se encuentra en el primer plano de la agenda política la discu-
sión de las cuestiones étnicas, la contabilización de la cantidad de miembros de pue-
blos originarios y la importancia proporcional de los indígenas, lo que conlleva una
reformulación de los paradigmas que hacen a la construcción histórica de los países.
En Bolivia el censo de 2001 había arrojado el dato que 62% de la población boliviana
se definía a sí misma como indígena. Los resultados de los censos en estas cuestiones
siempre dependen de las opciones de respuesta que se presenten y las tendencias del
contexto socio-político-ideológico del momento histórico en que se realiza el releva-
miento (Albó 2009). Un dato no menor, y controvertido, es que el mencionado censo
no incluía la categoría “mestizo” por lo que ha hecho referencia a un “mesticidio es-
tadístico”.
En relación a las parcialidades guaraní del Paraguay. Bartolomé (2005:166) in-
forma que

no se puede en sentido estricto hablar de la “etnía guaraní”, sino de los


guayakíes, de los paí-tavyterá, de los avá guaraní o de los conservadores
mbyá, parcialidades que se comportan como etnías tanto a nivel adscrip-
tivo como organizativo, aunque exhiben reconocidas similitudes a nivel
lingüístico y cultural.

A escala aún menor se puede citar el caso de las numerosas variedades dialec-
tales del idioma wichi que requiere ser estandarizado para su enseñanza escolarizada
(Ballena, 2013).
Finalmente, otra dimensión que se observa en las actuales modalidades de la
etnización, está dada por la fuerte tendencia a la aymarización que, por medio de sus
íconos representativos, ha sido adoptada de manera generalizada como representación

89
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

de lo indígena en nuestro país. Esta afirmación encuentra corroboración en el prota-


gonismo que tiene la wiphala, la reproducción de Tiwanacu realizada en Alto Comede-
ro (en la capital jujeña), la consideración a nivel nacional y provincial de Bartolina Sisa
(esposa de Tupaj Atari) en las declaraciones en su homenaje del día internacional de la
mujer indígena (8 de septiembre) y de instituciones educativas con su nombre, etc.
Frecuentemente se ofrece una visión sobre la región andina caracterizada por destacar
una supuesta unidad y homogeneidad que, en la práctica, no puede sostenerse cuando
se profundiza el análisis y los estudios. La diversidad en Los Andes se presenta con
frecuencia bajo el enmascaramiento que ofrece el uso de conceptos abstractos y de
improbable consistencia tales como “cosmovisión andina”, “espiritualidad andina”,
“filosofía andina”, “racionalidad andina”, etc. Se suele presentar a la “cosmovisión
indígena” como si tuviera unicidad dejando de lado la diversidad presente y pasada
que caracteriza, en todo sentido, la existencia de los distintos grupos humanos.

A manera de cierre

A diferencia de Bolivia (Browman 2007) y Perú (Méndez 2000) que han cons-
truido, con cierta discontinuidad a lo largo del tiempo, las raíces simbólicas de sus
estados nacionales a partir de enaltecer su pasado prehispánico, en Argentina es recién
a partir de la irrupción masiva del pensamiento multiculturalista en los ámbitos de
conducción política que surge la voluntad de sus clases dirigentes de búsqueda de un
anclaje de las raíces de la nacionalidad en el pasado y presente de “nuestros” indígenas.
Las actuales políticas públicas enuncian la premisa de la necesidad de imple-
mentar una política de “discriminación positiva” que, en la práctica, deja en peores
condiciones relativas a aquellos (criollos, campesinos, etc.) que comparten el mismo
territorio y son igualmente estructuralmente pobres pero que, por alguna razón no
deciden optar por la autoadscripción formal a un grupo étnico. Esta lógica de distri-
bución de los recursos está asociada a la necesidad de contar con una versión sobre el
pasado que debe ser refrendada en el presente con evidencias fácticas que sean pro-
ducto y reflejo de la pertenencia étnica que se plantea como propia y que, con fre-
cuencia, resulta de carácter esencialista.
En el discurso de la clase política dirigente constantemente se hace referencia
reconocimiento de los pueblos indígenas y respeto a sus derechos. A diferencia de
otros ámbitos jurídicos, como el impositivo, donde la legislación suele ser clara y de
rápida aplicación, la diversidad de situaciones y las contradicciones en la legislación
llevan a que no siempre quede claro en qué consiste, cuales son las razones y quienes
los destinatarios de dicho reconocimiento como tampoco cuales son los derechos que
se plantea se deba respetar.
Indudablemente las posturas poscoloniales carecen de un análisis situado que
permita suponer la posibilidad de convivencia entre lo indígena y la llamada “institu-
cionalidad eurocéntrica”. En realidad lo indígena no es un todo único. Como tampoco
lo es aquello que, en diversos grados, quiera definirse y vincularse con lo europeo en
tierras americanas y sus formas de institucionalización (y los diversos perfiles propios
que han adquirido). La realidad en el terreno es infinitamente más compleja pues no
hay una sociedad binaria en sus raíces geográficas, etnicidad y lógicas en los países

90
Pobreza y exclusión de las periferias etnizadas e idealizadas J. A. KULEMEYER

andinos pero si abundan los ejemplos históricos y recientes de importantes cambios


de lugar de residencia de grupos humanos o al menos una parte de sus miembros,
intercambios y diversidad. Como también es heterogéneo y tiene su dinámica lo
afroamericano o lo asiaticoamericano. Las recientes y masivas protestas populares
registradas en las grandes ciudades de Brasil son un claro ejemplo en el sentido que la
sociedad vive y se moviliza en base a motivaciones en las que lo étnico es solo un
factor complejo entre otros muchos tantos a tener en cuenta. Siguiendo la lógica de
pensamiento poscolonial, sería justo generar esquemas de convivencia propios que
regulen a cada grupo que tenga diferencias culturales y/o étnicas. Y también habrá que
pensar que cada grupo no solo era distintito al otro en sus orígenes (situados en el
tiempo de manera indefinida con conceptos tales como “ancestral” o milenario”) sino
que también va conociendo cambios según pautas propias ligadas a su condición étni-
ca. Parece evidente que resultan insostenibles este tipo planteos para la vida cotidiana
en el territorio para el cual son pensados (desde lugares alejados al lugar donde se
proponen aplicar).
Quizás no se trate “… de contrastar dos racionalidades: la occidental y la an-
dina”, con el propósito que convivan o de destacar la superioridad de una sobre la otra
ni tampoco achacar a unos conductas, procesos históricos y económicos de opresión e
invisibilización sucedidos en algún tiempo y lugar lejano o cercano. La opción más
plausible parece ser la de generar propuestas, proyectos y soluciones de manera con-
junta y desprejuiciada, sin pretender la primacía de los unos sobre los otros, con ver-
dadero respeto por la diversidad cultural. Se podrá aducir que esta sencilla propuesta
es demasiado idealista, lo cierto es que los esquemas que se caratulan a sí mismos co-
mo “pragmáticos” han fracaso, muchas veces de manera por demás lamentable. Es
una evidente falacia intelectual pensar que la segregación racial representa la principal
opción como freno para la homogeneización cultural, la mejora de la calidad de vida
de los sectores más postergados y la óptima elaboración de un vínculo armonioso con
la cultura y la naturaleza.

Agradecimientos

Mi agradecimiento a las personas, colegas o no, que me ayudan en mi afán de


intentar comprender mejor la realidad de la que formo parte: a los organizadores de
simposio que con generosidad y esfuerzo tan bien han logrado hacer realidad la posi-
bilidad de estos imprescindibles debates latinoamericanos y a los compañeros de la
mesa redonda, los doctores Bonilla y Vior, que han tenido la gentileza de permitirme
compartir esta enriquecedora experiencia.

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92
VII
LO POLÍTICO Y LA INTERCULTURALIDAD1
Eduardo J. Vior
Universidad de Buenos Aires
ejvior@gmail.com

Introducción

L as masivas intervenciones que los regímenes autoritarios que rigieron en


América Latina entre las décadas de 1960 y 1980 realizaron en los conflictos
sociales y culturales y la debilidad de los regímenes posteriores de transición a
la democracia redujeron la capacidad de los Estados nacionales para imponer patrones
de subjetivación y de sociabilidad hegemónicos. Este debilitamiento permitió primero
el surgimiento de referencias identitarias diferentes al modelo nacional que desde la
década de 1980 se desarrollaron potentemente asumiendo funciones y tareas que antes
correspondían a los Estados y asegurando la gobernabilidad.
Aunque los procesos generalmente denominados como “neodesarrollistas”
que fueron asumiendo el poder en casi toda América del Sur y en América Central a
partir de principios de siglo fortalecieron nuevamente la estructura, el peso y la capa-
cidad representativa de los Estados nacionales en las respectivas sociedades, no elimi-
naron las instituciones, organizaciones, movimientos y prácticas pluriculturales exis-
tentes o en surgimiento, sino que se fueron articulando con ellos en formas diversas.
A partir de la experiencia de investigación sobre las condiciones de acceso al
ejercicio de los derechos políticos por parte de comunidades de origen inmigrante en
Alemania, Argentina y en las Tres Fronteras entre Argentina, Brasil y Paraguay que el
autor recogió en sucesivos proyectos realizados respectivamente en 2002/03,
2004/06, 2009/10 y desde 2011 (Vior, Manjuk y Manolcheva 2004; Vior 2006; 2009;
2012), del estudio histórico comparativo entre dichas experiencias y del análisis sisté-
mico2, desde una perspectiva intercultural de los derechos humanos en el siguiente
trabajo en el siguiente trabajo se discuten las condiciones para el reconocimiento de la
igualdad de derechos políticos de los actores, las prácticas y las instituciones de grupos
subalternos con identidades culturales radicalmente diferentes a las de los sistemas
políticos dominantes.

1 Ponencia brindada en el marco de la Mesa Redonda “Política e Interculturalidad”.


2 La síntesis y elaboración de las investigaciones realizadas por el autor puede encontrarse en Vior (2012).

93
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Para el tratamiento del tema propuesto, en el trascurso del trabajo primero se


presenta la aproximación intercultural a los derechos humanos que el autor ha de-
sarrollado en otros trabajos como instrumento epistemológico para el análisis de los
procesos de acceso a los derechos y construcción de ciudadanía. Luego se exponen
algunos conceptos centrales (poder, discurso, política, sistema político), las políticas de
incorporación a los sistemas políticos de grupos subalternos con identidades culturales
diferentes, se discuten teóricamente las relaciones entre sistema político, Estado na-
cional y política intercultural y finalmente se sistematizan las condiciones que deberían
cumplir los sistemas políticos para que fuera posible reconocer la igualdad de derechos
políticos de grupos subalternos con identidades culturales diferentes a las de los siste-
mas políticos dominantes.

El valor hermenéutico de la aproximación intercultural que se aplica en esta


contribución

Poner culturas en relación, aunque sea hipotética, supone compararlas, para


encontrar aspectos comunes y procesar sus diferencias. Al comparar culturas, debe
tenerse en cuenta que éstas no son homónimas, que sus interrelaciones en el sistema
mundial están determinadas por relaciones de dominación y coloniaje que tienden a
desestructurar las dominadas y dar a las dominantes un hálito de universalidad enga-
ñosa. Para no reproducir los ideologemas de los discursos dominantes, el investigador
tiene entonces dos alternativas metodológicas complementarias: reconstruir las condi-
ciones históricas tanto de surgimiento como de reconstitución de dichas “universali-
dades” dominantes y/o analizar los modos de tratamiento de las culturas dominantes
de las demandas por derechos de grupos subalternos. Al hacerlo, es preciso tener en
cuenta que, aunque las culturas sometidas han perdido su coherencia por los procesos
de aculturación y reculturación a los que están permanentemente sometidas y por
consiguiente tienen dificultades para estructurar discursos coherentes, en particular
sobre el poder y el orden político, siempre inciden en las dominantes y que es posible
reconstruir esta influencia mediante el análisis de los mecanismos de responsividad de
los discursos dominantes. Finalmente, es también necesario considerar que toda cultu-
ra está signada por relaciones intraculturales de desigualdad en la apropiación y aloca-
ción de bienes simbólicos y materiales. En tanto horizonte de significación, por más
que una cultura esté dominada por otra, siempre estará influenciada por luchas entre
sus integrantes para determinar el sentido de las afirmaciones y valoraciones.
Puede sintetizarse el problema diciendo que las culturas sólo existen y se de-
sarrollan como horizontes de significación en un entramado de relaciones inter- e
intraculturales en las que se dirime cuál es el discurso competente con habilidad y
reconocimiento para fijar los valores, normas y símbolos orientadores de la comuni-
dad (Bhabha 1994; Bonilla 2006; 2007; 2013, Bourdieu 1993 y 1997; Brah 1996; García
Canclini 1992; Gupta y Ferguson 1992). Toda relación inter- e intracultural es por
consiguiente una relación de poder, pero el poder, a su vez (como se expone más ade-
lante), sólo puede manifestarse en los términos de una cultura determinada. Poder,
política y cultura están entonces íntimamente interrelacionados.

94
Lo político y la interculturalidad E. J. VIOR

Poder, discurso, política y sistema político

A partir de los trabajos señeros de M. Foucault (1970; 1973) se sabe que el


poder es un fenómeno omnipresente en las sociedades humanas, que no puede expli-
carse mediante un esquema cuantitativo (entre los que tienen “más” poder y los que
tienen “menos”) ni mediante una topología “arriba/abajo”. Como regulador discipli-
nario de la corporeidad el poder es un sistema de relaciones en tensión permanente
entre el disciplinamiento necesario para asegurar la vida y los excesos del mismo que
actúan en sentido neurótico. Precisamente son estas tendencias neuróticas las que
llevan a ejercer poder sobre y contra otros.
Gracias a estos avances se sabe cómo funciona el poder, sin saber todavía qué
es. La etología del mismo, que pone de manifiesto su omnipresencia, su carácter flui-
do, sus tendencias mutuamente intercambiables a la concentración y a la difusión, su
capacidad de influir sobre otros y la facilidad con la que pasa de la creación a la des-
trucción inducen a caracterizarlo como una forma de energía.
En trabajos anteriores el autor ha definido el poder como “el sistema de
energías apto para la producción, circulación y reproducción de la vida” (Vior 2002;
2012:20-22). Esta metáfora económica, tomada del ciclo del capital descrito por K.
Marx, sugiere que el proceso de generación, circulación y reproducción del poder está
signado por relaciones sociales heterónomas, las recorre y las reconstruye. Pero el
poder no existe como un sistema de energías independientemente de los seres huma-
nos, sino que sólo puede constituirse por acción u omisión de la voluntad de los mis-
mos. El poder es el efecto de la acción de la voluntad que genera este tipo de energía.
El sistema energético del poder es un sistema de voluntades heterónomas encontra-
das. Cuando el poder tiene efectos públicos, se habla de poder político. Aquí se define
lo político como conjunto de concepciones y prácticas de poder con efectos públicos.
Estas energías pueden influir sobre otros seres humanos a través de los dis-
cursos. Los discursos son constitutivos de sistemas simbólicos y de imaginarios identi-
tarios. No hay un antes y un después entre el poder y el discurso: el discurso se orga-
niza en torno a relaciones de poder y éstas sólo pueden actuar por medios discursivos.
Por eso es que las relaciones de poder son constituyentes de la identidad individual y
grupal que determinan las formas en las que se dan las relaciones de poder.
Como estas configuraciones identitarias conforman culturas y éstas son siste-
mas simbólicos productores de sentido, las relaciones de poder sólo pueden manifes-
tarse a través de formas culturales específicas. Por consiguiente, las relaciones intercul-
turales deben analizarse como relaciones de poder producidas y puestas en circulación
a través de discursos encontrados.
Si el poder se convierte en poder político cuando tiene efectos públicos, todo
ejercicio de poder puede considerarse como político, en tanto alcance efectos públi-
cos. Es decir que pueden considerarse como políticas múltiples formas de ejercicio del
poder que exceden a las prácticas ejecutadas dentro y desde el sistema político institu-
cionalizado. Consecuentemente con la definición anterior, cuando las relaciones inter-
culturales tienen manifestaciones públicas, hablamos de relaciones políticas intercultu-
rales. Sin embargo, por la centralidad que los Estados nacionales siguen teniendo para
la satisfacción de demandas por derechos insatisfechos, así como para la articulación y

95
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

la integración de intereses, aquellas formas de poder político que no están integradas


en los sistemas políticos formales viven en una relación ambigua con los mismos: o
son absorbidas o se descomponen o conforman polos de articulación políticos infor-
males o contrahegemónicos.
Todas las formas de incorporación de grupos subalternos al sistema político
enunciadas más arriba tienen en común la necesidad de que existan mediadores inter-
culturales capaces de traducir las necesidades de estos grupos en demandas, hacerlas
públicas, formar coaliciones con grupos con demandas equivalentes y negociarlas con
el Estado (Dreidemie y Vior 2011). El pasaje a la política es, por consiguiente, contin-
gente. Depende de las estructuras políticas, económicas y sociales, de las culturas in-
tervinientes, de la coyuntura y de las configuraciones psicosociales de los grupos en
contacto, así como de la eventualidad de que surjan mediadores interculturales en los
grupos subalternos que sean capaces de articular demandas por derechos insatisfe-
chos, traducirlas y generalizarlas como políticas.

Los procesos reformistas y la incorporación a los sistemas políticos de los gru-


pos subalternos con identidades diferentes

En América del Sur los sistemas políticos han sido tradicionalmente restricti-
vos. Tanto las relaciones entre los sistemas políticos y los regímenes de acumulación
capitalista periféricos como los modos coloniales de articulación cultural predominan-
tes han inducido la configuración de sistemas políticos formales que presentan gran-
des disociaciones por un lado respecto de las masas de población excluidas como por
el otro respecto de los centros de decisión. Desde la estructuración de los Estados
oligárquicos en el siglo XIX los centros de decisión han estado ubicados en la mayoría
de los países y en casi todo el tiempo fuera de los sistemas políticos formales 3. Este
fenómeno produjo una superposición de prácticas interrelacionadas entre los procesos
decisorios y los procesos formales de la representación y el gobierno.
Desde mediados del siglo XX movimientos nacionalistas más o menos apo-
yados en movilizaciones de masas4 quebraron este esquema incorporando a sectores
subalternos a los sistemas políticos, pero a más tardar en la década de 1970 estos pro-
cesos fueron clausurados por las dictaduras autoritarias de nuevo tipo y el estableci-
miento de la hegemonía neoliberal.

3 Podrían señalarse Brasil, Colombia, Chile y Uruguay como ejemplos en contrario, pero no escapan a la
regla: si bien en todos estos países en distintas épocas los sistemas institucionales parecieron tener una
gran autonomía y capacidad de articulación e integración de intereses dentro de las clases dominantes, las
decisiones sobre las variables determinantes de sus sistemas económicos siempre se tomaron (y en gran
medida se siguen tomando) fuera del ámbito estatal e incluso en el exterior y su carácter oligárquico les
quitó representatividad y capacidad gubernativa, de modo que, cuando situaciones de crisis en sus articu-
laciones con el sistema mundial y/o procesos de movilización social y cultural cuestionaron su legitimi-
dad, se quebraron y debieron acudir a métodos violentos para afianzarse.
4 En distintas publicaciones el autor ha rechazado la calificación de “populistas” que se suele dar a estos

movimientos y ha propuesto designarlos por su autoidentificación como nacionalistas. Si se trata de


procesos que movilizan importantes sectores de las clases populares, se los denomina “nacionalismos
populares”. Cf. especialmente Vior (2010).

96
Lo político y la interculturalidad E. J. VIOR

Los regímenes democráticos posteriores, subordinados a las políticas neolibe-


rales y a la dominación norteamericana, no pudieron devolver a los sistemas políticos
su efectividad, porque las decisiones se tomaban fuera de los mismos, en los organis-
mos y centros financieros internacionales y nacionales. Por esta razón, entre otras, en
las décadas de 1980 y 1990 se desarrollaron nuevos movimientos sociales que se hicie-
ron cargo de numerosas tareas de “gobierno de la sociedad”, sustituyendo a los Esta-
dos y a los sistemas políticos. Cuando a partir de comienzos de este siglo nuevos
regímenes surgidos de la crisis de los sistemas políticos relanzaron políticas de desa-
rrollo económico con inclusión social y acumularon poder en base a coaliciones am-
plias entre sectores subalternos variados, desprendimientos de los sistemas políticos
tradicionales y grupos económicos hasta entonces secundarios, los sistemas políticos
recobraron su efectividad. Esto se dio en gran parte, porque al carecer de bases pro-
pias de poder, las nuevas elites dirigentes deben apoyarse en las mencionadas coalicio-
nes heterogéneas y fluctuantes, o sea que están compelidos a hacer política permanen-
temente, buscando compromisos entre las fuerzas propias y aliadas. Las decisiones ya
no se toman preponderantemente en círculos empresarios, sino en comandos políticos
necesitados de legitimación y, por consiguiente, obligados a justificarse permanente-
mente. Esta búsqueda de legitimación transparenta la política, mostrando los procesos
de formación de opinión, el establecimiento de las agendas y los problemas inherentes
a la ejecución de las políticas públicas en condiciones de permanente lucha por el po-
der.
Sin embargo, las políticas de inclusión que los nuevos regímenes aplican para
ampliar su representatividad y legitimidad se desenvuelven en medio de reiterados
conflictos por el control de los mecanismos e instrumentos de la intermediación entre
el Estado y los movimientos sociales con los liderazgos de aquellos grupos subalternos
que han desarrollado construcciones identitarias diferentes y hasta opuestas a las que
sirven de referencia al sistema político dominante. En los países que (como Bolivia,
Ecuador y Venezuela) han roto los viejos sistemas políticos oligárquicos y organizado
otros democráticos la articulación entre las elites gubernamentales y los liderazgos de
los movimientos sociales con identidades culturales diferentes dentro de los nuevos
sistemas políticos funciona dificultosamente (como en Bolivia) o no funciona (como
en Ecuador). De ese modo se producen fisuras, pérdidas de legitimidad y de capacidad
gubernativa de las coaliciones reformistas que pueden conducir a crisis de gobernabili-
dad. En los sistemas en los que los sistemas políticos antiguos se encuentran en trans-
formación progresiva (como Argentina, Brasil y Uruguay), en tanto los discursos ofi-
ciales enmascaran el reconocimiento de las diferencias culturales, la mediación entre
los sistemas políticos y las reivindicaciones de las minorías étnicas y culturales no se da
o funciona sólo esporádicamente.
Puede afirmarse por lo tanto que existe una contradicción entre la necesidad
de las elites reformistas por ampliar su base de sustento, para vencer en la lucha contra
las viejas elites oligárquicas y el capital financiero y sus dificultades para integrar los
centros alternativos de poder popular a los sistemas políticos. En todos los procesos
reformistas en América del Sur la ampliación de los sistemas políticos parece haber
tocado los límites que les imponen las estructuras de dominación heredadas. Es legí-
timo preguntarse entonces, primero, en qué consisten estos “límites” de los sistemas

97
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

políticos en las democracias ampliadas, y segundo, cuáles serían las condiciones de la


ampliación de la base de sustentación de los estados democráticos, para que, incluyen-
do a grupos que reivindican identidades culturales diferentes a la del Estado, puedan
estabilizar coaliciones tan amplias y diversas que se constituyen en nuevos “bloques
históricos” en el sentido gramsciano del término. Para responder esta pregunta es
necesario retornar a una pegunta básica de la Ciencia Política, actualizada por T.H.
Marshall a mitad del siglo pasado: ¿cómo se compagina la tendencia del capitalismo al
desarrollo desigual y combinado con la tendencia de la ciudadanía democrática a la
igualdad de derechos? Y añadamos: en condiciones de heterogeneidad cultural.

Sistema político, Estado nacional y política intercultural

La categoría de “sistema político” es tratada en la Ciencia Política y en la


práctica cotidiana de la política y el periodismo de modo bastante impreciso. Gene-
ralmente se combinan en la referencia aspectos de las prácticas políticas, instituciones
y actores. Ni los límites ni las relaciones del objeto con otros elementos del campo
político quedan claramente definidos.
En esta contribución se utiliza el concepto de “sistema político” como una ca-
tegoría abstracta, vinculada al campo empírico e histórico mediante la comparación y
la generalización de las relaciones entre actores, instituciones y prácticas políticas 5, que
sirve para establecer relaciones lógicas necesarias entre dichas relaciones, también
entre “lo político” y las demás prácticas sociales, así como entre los campos de prácti-
cas políticas referenciados en los estados nacionales y el sistema mundial. En este nivel
de análisis es posible formalizar las comparaciones en tipologías útiles para el estudio
de casos. Este nivel de tratamiento resulta importante, para que queden claros los
condicionamientos culturales de las estructuras y prácticas políticas.
El sistema político es una organización específica de las instituciones y las
prácticas sociales que se ocupan de regular la producción, circulación y reproducción
de aquellas formas de poder que tienen manifestaciones públicas, o sea el poder políti-
co. Este tipo de sistema se hace necesario para regular la constante producción de
desigualdad inherente al sistema mundial capitalista. La regulación se da al mismo
tiempo hacia adentro del ámbito de ejercicio de la dominación del sistema político y
hacia afuera del mismo, sea dentro del territorio en el que se ejerce la dominación o
hacia afuera. Por su vinculación con el mercado capitalista el sistema político está
permanentemente tensionado desde dentro de su ámbito de dominación y desde fue-
ra. En los países periféricos además el sistema político fue construido sobre la exclu-
sión de numerosos grupos subalternos que se referencian en construcciones identita-
rias diferentes a las del sistema político. Por consiguiente se trata de un sistema en
permanente crisis de adaptación y, si bien –como todo sistema- tiende a la estabilidad,
esta situación es la menos frecuente 6. Dado que la contradicción entre la tendencia al
desarrollo desigual dentro y entre los sistemas, constitutiva del capitalismo (Wallers-

5 Para una revisión crítica de las contribuciones sobre el concepto de “sistema político” en la teoría políti-
ca, pero también para su rescate, cf. Vior (2013).
6 La referencia a la tendencia a la estabilidad del sistema se hace en recuperación crítica de los aportes de

D. Easton (1969).

98
Lo político y la interculturalidad E. J. VIOR

tein 2003), y la tendencia a la homogeneización de los sujetos en la ciudadanía (Mars-


hall 2004) es permanente, no puede concebirse la estabilidad de los sistemas políticos
como ausencia de conflicto, sino como la capacidad de dichos sistemas para mantener
el equilibrio entre ambas tendencias sin estrechar ni ampliar demasiado su base de
dominación y adaptándose a las modificaciones en el sistema mundial. Sin embargo, el
equilibrio entre ambos polos de la contradicción no se establece por sí solo, porque no
hay equivalencia entre los términos. El equilibrio sólo lo pueden establecer actores
políticos capaces de adaptar los discursos políticos a las condiciones de reproducción
del sistema7. En esos discursos políticos que se entrelazan y desanudan permanente-
mente y mediante ellos se da la lucha por el poder, pero estos discursos sólo pueden
encontrarse (aunque sea conflictivamente), porque tienen un objeto en común. Este
permanente objeto del discurso político en el Estado contemporáneo que mantiene la
unidad de la comunidad política y restablece el equilibrio del sistema es la imagen de
nación o imagen nacional8. Desde la Revolución Francesa y la resistencia europea
contra Napoleón la referencia reiterada a la imagen nacional es el punto unificador y
homogeneizador de actores colectivos que en torno a la misma pueden constituir los
sistemas políticos (Vior 1991).9 En tanto sistema simbólico, la imagen nacional es una
construcción cultural. Quien más creíblemente enuncia un sujeto colectivo e indica un
camino para toda la comunidad política en nombre de la nación, se convierte en “suje-
to de la nación” con la competencia de establecer los criterios epistémicos, éticos y
estéticos que rigen la comunidad política y las reglas para el acceso a y el funciona-
miento de los sistemas políticos, es decir relaciones de hegemonía. De este modo el
equilibrio de los sistemas políticos sólo se alcanza por la referencia creíble a un tercero
cultural. Sólo quien puede referirse creíblemente a esa imagen como fundamento de
su acción puede ser reconocido como ciudadano. Por eso el acceso a la ciudadanía y el
goce de los derechos ciudadanos son prácticas eminentemente culturales. Toda la
política es principalmente una práctica cultural, debe y puede ser entendida con las
reglas con las que los estudiosos de la cultura investigan los fenómenos de ésta. En
consecuencia las relaciones entre quienes están dentro y fuera de los sistemas políticos
son relaciones interculturales.

7 Sobre la aplicación del análisis del discurso político cf. Dreidemie y Vior (2011).
8 Este paso de la argumentación recupera las contribuciones de la teoría cibernética de los sistemas políti-
cos (Deutsch 1970), pero poniendo el acento no en los contenidos que se trasmiten a través de las redes
comunicativas, sino en la articulación de las mismas. Los contenidos son contingentes; las articulaciones,
en cambio, se repiten, constituyendo clases tipificables.
9 En su tesis de doctorado sobre Bilder und Projekte der Nation in Brasilien und Argentinien [Imágenes y proyectos

de nación en Brasil y Argentina], defendida en la Universidad de Giessen, Alemania, en febrero de 1991, el


autor de la presente contribución define la nación como “el máximo sistema simbólico apto para la legi-
timación del poder político” (Cap. 2). En este sistema se articulan contingentemente los seis aspectos
racionales de la dominación y la legitimación (los principios de la soberanía popular y de autodetermina-
ción de los pueblos, las ideas compartidas de territorio e Historia comunes y los acuerdos sobre el orden
económico-social y sobre el lugar de la comunidad política en el sistema mundial) con los relatos míticos
de origen que tienden a crear adhesiones emocionales de la población a la imagen nacional.

99
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Relaciones políticas interculturales

Considerando que toda relación política es cultural, las relaciones entre quie-
nes forman parte del sistema político y quienes están excluidos del mismo deben en-
tenderse como relaciones interculturales de un tipo específico: relaciones políticas
interculturales. Sin embargo, estas relaciones no se dan entre interlocutores que se
encuentren al mismo nivel de competencia discursiva. En general la relación intercul-
tural se da entre una cultura hegemónica, integrada y en desarrollo y fragmentos de
culturas subalternas, deconstruidas por largos siglos de sometimiento, o sea con una
capacidad limitada para la producción de discursos sobre el orden político.
Los movimientos populares que en coaliciones diversas con restos del Anti-
guo Régimen han accedido al poder político en la década de 2000 pujan por modificar
las imágenes nacionales a su semejanza, para imponer su concepto de ciudadanía.
Aunque reconocen la diversidad –y en algunos casos (como Bolivia y Ecuador) hasta
la diferencia- cultural, su necesidad de legitimación los lleva a reforzar las imágenes
nacionales en transformación, lo que nuevamente conduce al monoculturalismo 10.
En tanto la apelación a la imagen nacional en la lucha por la hegemonía cons-
truye representaciones de ciudadanía11, estas referencias cruzadas a la imagen nacional
vigente en las relaciones interculturales reorganizan constantemente las dimensiones
simbólicas de los sistemas políticos modificando sus reglas de incorporación y funcio-
namiento. Esta modificación de las metas y objetivos de la política plantea la necesi-
dad de grandes debates sociales para alcanzar consensos, pero los mismos no pueden
construirse sobre el supuesto ilusorio de la igualdad de las condiciones de partida y
una lógica de la argumentación compartida. Muy por el contrario, deben considerar la
heterogeneidad cultural como un dato de partida y como parte del proceso. Idealmen-
te podrían proponerse alcanzar la convivencia de culturas “diversas” (o sea, diferentes,
pero isonómicas) con centros de poder político equivalentes que se reconozcan recí-
procamente. Pero esta utopía no es pensable bajo la predominancia de estados nacio-
nales.

Conclusiones

Al plantear la cuestión a tratar en esta contribución, se partió de la relativa de-


bilidad de los estados nacionales sudamericanos, para regular las relaciones sociales y
la articulación con el sistema mundial y controlar la construcción de subjetividades
sociales y culturales después de que durante treinta años de neoliberalismo disminuye-
ra su capacidad regulatoria y su influencia cultural. Se constató asimismo que durante
ese período de pérdida de legitimidad y capacidad gubernativa de los estados naciona-

10 Puede especularse con la posibilidad de que existan imágenes nacionales pluriculturales. Suiza, Bélgica,
Canadá parecerían ofrecer ejemplos exitosos de esta especulación. Algo similar se propone Bolivia, al
intentar fundar “una nación de naciones”. Sin embargo, la evidencia empírica de los estudios migratorios
demuestra que esas imágenes se limitan a los “pueblos fundadores” y son nuevamente excluyentes de
otros movimientos étnicos y culturales no previstos en el plan originario.
11 En su doble acepción de individuo dotado de plenos derechos y de espacio público en el que los ciuda-

danos dirimen sus diferencias.

100
Lo político y la interculturalidad E. J. VIOR

les habían surgido nuevos actores sociales que sustituyeron en gran parte a los estados
nacionales en el gobierno de sus sociedades. La construcción de nuevos regímenes
políticos democráticos a partir de principios de este siglo debió pasar en consecuencia
por algún tipo de articulación con los movimientos sociales surgidos en el período
anterior. Sin embargo, estas articulaciones se hicieron particularmente difíciles con
aquellos grupos subalternos (indígenas, afroamericanos y comunidades de origen in-
migrante) que en su “suplencia” del Estado nacional desarrollaron identidades cultura-
les diferentes a las de éste.
En el trato con tales grupos las elites reformistas persisten mayormente en
construir sistemas políticos monoculturales, por más que reconozcan la “diversidad”
de sus sociedades. En los países en que la transformación de los antiguos sistemas
políticos sólo se está desarrollando progresivamente este error está condicionado por
la adhesión de las elites las imágenes nacionales monoculturales hegemónicas. A su
vez, en los países que han roto y refundado sus sistemas políticos, a pesar de haber
proclamado la interculturalidad como principio político y constitucional, es la propia
lógica de la soberanía la que los devuelve al predominio de discursos nacionales. Co-
mo por otra parte han renunciado a la coacción como forma de sometimiento e inclu-
sión subordinada de las minorías étnicas y culturales, estas elites se encuentran en un
dilema: necesitan ampliar sus bases de apoyo, incorporando a dichas minorías a los
sistemas políticos existentes, pero sin (poder) renunciar a las articulaciones culturales
monocéntricas que los organizan, en particular a las imágenes nacionales. No importa
que las mismas hayan sufrido grandes cambios en sus contenidos y articulaciones; por
más que hayan sido democratizadas y hoy tiendan a representar comunidades políticas
igualitarias y democráticas, siguen estando organizadas por una lógica discursiva de
matriz occidental que no reconoce otros centros de la comunidad que los estatales-
nacionales. En estas condiciones se hace imposible incorporar a los sistemas políticos
reconociendo la igualdad de sus derechos políticos a comunidades que están desarro-
llando fuertes procesos identitarios.
A esta altura de la discusión los procesos reformistas en curso en América del
Sur parecen estar presos de una aporía: para ampliar la ciudadanía y legitimarse, nece-
sitan imponer la adhesión a las imágenes nacionales de referencia de sus sistemas polí-
ticos, pero al hacerlo, están excluyendo a grupos subalternos con referencias identita-
rias diferentes. Si por el contrario prescindieran de toda referencia a imágenes naciona-
les, les faltaría el tercer elemento unificador en la relación entre política y economía. Se
ha producido un conflicto que parece insalvable entre la homogeneidad de la ciuda-
danía y la individualidad de las imágenes nacionales. Pareciera que, si se quiere ampliar
la ciudadanía, se debería prescindir de la nación, pero esto es imposible. Evidentemen-
te es necesario desarrollar simultáneamente varios espacios ciudadanos que convivan
en el mismo ámbito de dominación con referentes simbólicos diferentes, pero con
derechos políticos iguales y recíprocamente reconocibles, una especie de confedera-
ción de las culturas y los sistemas políticos que quizás sólo pueda construirse a escala
sudamericana.

101
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Agradecimientos

A mi amada esposa Alcira B. Bonilla, sin cuya compañía, aliento e inspiración


ninguna actividad intelectual me sería posible. A aquellos integrantes de mis sucesivos
equipos de investigación en Alemania, Argentina y Brasil que perseveraron, me acom-
pañaron y me alentaron con sus preguntas y su solícita ayuda en cada una de las peri-
pecias de la migración y la remigración. A los pocos, pero firmes amigos que me aco-
gen y dan cobijo en una vida larga y muy trabajada.

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Lo político y la interculturalidad E. J. VIOR

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103
PARTE III
IDEOLOGÍAS, FILOSOFÍAS Y CIENCIAS
SOCIALES EN LOS PROCESOS LIBERADORES
DE NUESTRA AMÉRICA
VIII
FILOSOFAR DESDE SUJETOS Y PROCESOS
LIBERADORES DE NUESTRA AMÉRICA1
Horacio Cerutti Guldberg, Carmen Elena Villacorta, Carlos Asselborn,
Oscar Pacheco y Gustavo R. Cruz
Cooperativa Filosófica Pensamiento del Sur
gustavorcruz@gmail.com

Q uienes integramos la Cooperativa Filosófica Pensamiento del Sur (constituida


en 1999) pensamos colectivamente que el capitalismo globalizado subsiste gra-
cias a su permanente transmutación y permeabilidad de su estrategia de domi-
nación y explotación e instituye los límites y particiones de la realidad con lo cual
asegura la reproducción de la hegemonía del fragmento, sea éste económico, político,
racial o ideológico. De este modo pretende anular el punto de vista de la totalidad
como condición para la crítica.
Por su parte, los procesos liberadores presentes en la historia de los pueblos
de “Nuestra América” han producido un lugar de enunciación de prácticas políticas y
reflexiones teóricas centradas en “lo posible”: otra historia, otra economía, otro tipo
de organización socio-política, otro pensar. Diversos movimientos y organizaciones
sociales, políticas y culturales a lo largo de Nuestra América o Abya Yala muestran que
la lucha liberadora de los pueblos no se detuvo. La Historia de las Ideas, la Teoría de
la dependencia, el socialismo latinoamericano, el indianismo o las filosofías y teologías
de/para la liberación son algunos ejemplos relevantes de ello. El deseo de lo posible,
nunca alcanzado plenamente, pero indispensable para potenciar la emancipación, ha
producido una reflexión en la cual se articulan y disputan diversos cruces epistémicos,
entre ellos la ideología, la filosofía y las ciencias sociales.
A partir de este núcleo común de pensamiento iniciamos investigaciones so-
bre autores y procesos diversos, pero referidos todos a América Latina o Nuestra
América o Abya Yala, desde mediados del siglo XX en adelante. Investigamos el pro-
ceso de transición a la democracia en El Salvador (Centroamérica) y la función de lo
demócratas cristianos en dicho proceso (C. E. Villacorta); el aporte de Franz Hinke-
lammert al pensamiento crítico latinoamericano a partir de la racionalidad reproducti-
va y la crítica al capitalismo (C. Asselborn); la política, la subjetividad y la democracia

1Ponencias debatidas en el marco de la Mesa Redonda “Ideologías, filosofías y ciencias sociales en los
procesos liberadores de Nuestra América”.

107
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

en el pensamiento de Norbert Lechner (O. Pacheco) y la politización indígena/india


en Bolivia, en particular el indianismo de Fausto Reinaga (G. Cruz). En El Salvador,
Chile, Costa Rica, Bolivia se pensaron cuestiones fundamentales para un filosofar
histórico desde la conflictividad ideológica y desde un horizonte liberador o emanci-
pador. Existe una semejante realidad estructural de dependencia, aunque la particulari-
dad estatal, cultural y subjetiva los condicionó a ver, sentir, pensar desde perspectivas
distintas. No es lo mismo dos alemanes pensando desde Chile o Costa Rica, que los
filósofos liberacionistas desde Argentina, que un quechuaymara indio escribiendo
desde Bolivia. Pensar esta complejidad de lo diverso es fundamental, pero no para
hacer un ingenuo elogio de la diferencia, sino para pensar la totalidad de la domina-
ción como condición para la crítica del capitalismo moderno-colonial de nuestra re-
gión.
En Argentina, a inicio de los años setenta del siglo pasado se lanzaba un
proyecto de “filosofía de la liberación latinoamericana”, que en realidad está mejor
expresado en plural como “filosofías de/para la liberación”. Así se indica correctamente
la pluralidad de posiciones (y contradicciones) filosóficas y políticas entonces existentes.2
Entre ellos, se encontraba un joven mendocino -que se transformó en uno de los
exponentes fundamentales de la filosofía para la liberación de Nuestra América-, quien
en la obra colectiva Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana (1973) publicó el
artículo “Para una filosofía política indo-ibero americana: América en las utopías del
renacimiento”. En él se anunciaba uno de los temas ejes de su pensamiento: la utopía.
Se trata de Horacio Cerutti Guldberg, quien se cruzó en nuestro camino en 2004. Desde
entonces, se transformó para la Cooperativa en un interlocutor fundamental para nues-
tras investigaciones. Bajo su impulso nos “atrevimos” a publicar nuestras investigaciones
primerizas en el libro Liberación, Estética y Política (2009). Su modo de entender la filosofía
y el filosofar, su diálogo llano y transparente y su pensamiento crítico-utópico nos per-
mite considerarlo participante del pensar cooperativo que sostenemos. Por ello, nos
honra tenerlo entre nosotros con el tema “El derecho a desear”, que permite percibir la
evolución de su pensamiento desde aquel artículo de inicio de los setenta.

Investigaciones en proceso

A continuación presentamos los resúmenes de las ponencias que nutrieron la


mesa del Simposio sobre Estudios Latinoamericanos en Villa María (desarrollada el 19
de abril de 2013), con el objetivo de dejar testimonio escrito de nuestra participación
en un evento del que reconocemos su interés en los estudios latinoamericanos y en la
filosofía. Las ponencias recogen los temas de nuestras actuales investigaciones en
diferentes ámbitos académicos, pero desde un proyecto colectivo de pensamiento
filosófico. Núcleos problemáticos y temáticas comunes a todas ellas serían: la crítica al
capitalismo, la liberación, la democracia, la reivindicación de la utopía y la relación de
la filosofía con las ideologías y las ciencias sociales.

2 Para una panorámica de la cuestión, ver: La liberación indígena en la Bolivia contemporánea. Crítica filosófica a la
políticas-estéticas racializadoras, Córdoba-Argentina, EDUCC, 2009, capítulo I.

108
IX
EL DERECHO A DESEAR
Horacio Cerutti Guldberg

E l deseo es un tema trabajado desde múltiples perspectivas, particularmente, la


psicología y el psicoanálisis. Sin infravalorar estos enfoques, aquí intentamos
abordarlo desde lo coyuntural y en convergencia de disciplinas, para enfatizar
la aproximación filosófica tal como la practicamos. Atendiendo a quienes nos acom-
pañarán y con el ánimo de impulsar la interlocución, decidimos no refugiarnos en
terminología esotérica, aunque procurando no perder un ápice de rigor.
Por ello, apelamos, en buena medida, al lenguaje cotidiano con su inmensa
capacidad de sugerencia, de polisemia, de ironía. Todo para reivindicar el derecho a
desear, no en el sentido de caprichitos, sino de plenitud de nuestro ser; de llevar a su
máxima expresión y, por cierto, exteriorización del cuerpo que somos.
El derecho a desear se muestra, así, como el esfuerzo por construir alternati-
vas cuando pareciera que no hay opciones. Construir en el sentido de reconocernos
como protagonistas de nuestras propias decisiones y ejecutoras y ejecutores de nues-
tros propios proyectos, justamente para que no se queden en simples o valiosísimos
proyectos, sino en realizaciones efectivas. Y eso es un derecho no para ser simplemen-
te reconocido, sino para disfrutarlo en forma plena, porque nuestra propia dignidad va
en ello. Esto es lo que tratamos de desarrollar en nuestra exposición en Villa María el
19 de abril de 2013 bajo el título: “El derecho a desear”.

109
X
ANÁLISIS DE LA IDEOLOGÍA DEMÓCRATA
CRISTIANA A PARTIR DE LA FILOSOFÍA
NUESTROAMERICANA Y LA FILOSOFÍA DE LA
REALIDAD HISTÓRICA
Carmen Elena Villacorta

D ifícilmente cuando inicié mis estudios de posgrado hubiese imaginado que


terminaría escribiendo una tesis sobre la Democracia Cristiana (DC) salvado-
reña. Me interesan la historia política de El Salvador y la historia de las ideas
de Nuestra América, intereses ambos que he podido explorar, afianzar y profundizar
en el ambiente de los estudios latinoamericanos en la UNAM. Aquí pude conciliar dos
pasiones que en un momento temí separadas: la de la historia política con la de la his-
toria de nuestras ideas. Ahora me queda claro que nuestra política ha sido producto de
nuestras ideas y que explicar el modo en que las ideas e ideologías han dado de sí de-
terminados sistemas de posibilidades para la acción política es una de las tareas fun-
damentales del filosofar liberador nuestroamericanista. Filosofamos desde, con y para
nuestra historia. De ahí la necesaria implicación entre filosofía e historia. Una filosofía
producida en una región tan sufrida y festiva, milenaria y colonizada, diversa, pero
estructuralmente unida por una misma problemática, como lo es América Latina, sólo
tiene sentido de ser pensada, ejercida y vivida en profunda imbricación con la historia.
Para hacer pie y encontrar un ancla que le impida perderse en especulaciones estériles,
la filosofía de Nuestra América, nuestra filosofía, debe emanar de las contradicciones,
los conflictos, las negatividades e infinitas posibilidades que abre la historia a la creati-
vidad del pensamiento y a la acción de los seres humanos.
Mis referentes teóricos provienen de dos filosofías para la liberación de Amé-
rica Latina. Se trata de los conceptos filosofía nuestroamericana de Horacio Cerutti y filosof-
ía de la realidad histórica de Ignacio Ellacuría. Del primero rescato el carácter dialogante,
democrático, “plebeyo”, cotidiano, flexible y humilde de un filosofar que se impregna
del mundo que lo rodea, que conversa con las diferentes manifestaciones de la ciencia
y la teología, pero también con las múltiples expresiones del saber popular, para cons-
truir un discurso vibrante, comprometido e iluminador del quehacer diario. La reciente
historia política de El Salvador concita a una filosofía empapada de realidad que, sin
embargo, no ha renunciado a la utopía; que reivindica el carácter ético y político del
conocimiento; que cree que la razón debe estar puesta al servicio de la liberación de las

111
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

mayorías. Para que ello ocurra debemos arriesgarnos a pensar por nosotros mismos, a
recuperar nuestra propia tradición de pensamiento y usarla al servicio de la compren-
sión de nuestro presente y la construcción de nuestros proyectos de futuro.
Compartiendo la apuesta por la politicidad, la eticidad, la historicidad y la par-
cialidad liberacionista de la filosofía nuestroamericana, se encuentra la filosofía de la realidad
histórica de Ignacio Ellacuría. De ella rescato su definición de la realidad como una
unidad estructural y dinámica. La realidad es un conjunto de elementos cuyos vínculos
forman sistemas constantemente cambiantes. Los sistemas son más que la mera suma
de las partes. Son nuevas realidades, tanto en el mundo material, como en el mundo
social e histórico. Ellacuría ve en la historia el lugar en donde la realidad se manifiesta
más plenamente, en donde lo real se encuentra en toda su complejidad y densidad, en
donde ha dado más de sí. De ahí su énfasis en la historia como el objeto de la filosofía.
Dado que son los sistemas sociales y políticos los que definen los modos en los que
han de organizarse las sociedades, posibilitando o negando posibilidades para la so-
brevivencia y desarrollo de los seres humanos, en ellos se juega el potencial liberador
de la filosofía. Una filosofía que pretenda ser liberadora ha de ocuparse, pues, de la
sociedad, la economía y la política.
Es poco lo que en lengua castellana se ha publicado sobre las ideas demócrata
cristianas y social demócratas y su impacto en América Latina. Dos textos relevantes
en este sentido son: la compilación de los politólogos estadounidenses Scott Mainwa-
ring y Timothy R. Scully La democracia cristiana en América Latina. Conflictos y competencia
electoral, publicado en español por el Fondo de Cultura Económica en 2010; y La otra
izquierda. La socialdemocracia en América Latina, del historiador argentino Fernando Pe-
drosa, publicado por la editorial bonaerense Capital Intelectual, en 2012. Ambas obras
surgen como respuesta a una carencia evidente en las ciencias sociales. Me detendré en
la primera, referida directamente a mi tema. Se trata de bibliografía actualizada que
cuestiona la vieja premisa de la homogeneidad doctrinal de las DC en América Latina,
enfatizando en la diversidad de los partidos democratacristianos latinoamericanos y en
las variaciones de sus trayectorias. El hecho de que las experiencias socialcristianas
presenten notables diferencias entre países y también modificaciones importantes a lo
largo del tiempo ha pasado desapercibido por los académicos dedicados al estudio de
estos partidos 1. Mainwaring asegura que, con todo y esas variaciones, los partidos
demócrata cristianos en Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México y Vene-
zuela ocuparon papeles protagónicos

en el combate a regímenes autoritarios y en la construcción


de la democracia, contribuyendo al éxito de la democracia
en algunos casos, o a sus defectos en otros, e incluso con-
tribuyeron en dos de esos casos (Chile en 1973 y Venezuela
1948) a la caída de la democracia (Mainwaring 2010:19).

1Ya Horacio Cerutti señalaba esto en 1986, en su ensayo Ideologías políticas contemporáneas, Coordinación de
Humanidades, UNAM, México. Cabe subrayar que los autores de la obra en cuestión dialogan básica-
mente con la academia estadounidense.

112
Análisis de la ideología demócrata cristiana… C. E. VILLACORTA

El comportamiento ambiguo y en ocasiones contradictorio de los partidos


democratacristianos latinoamericanos llevó a los editores a la formulación de una tesis
que matiza la teoría clásica de Downs sobre partidos políticos, según la cual el objetivo
primordial de un partido es la obtención de votos 2. Los editores sostienen que esto es
verdad en democracias consolidadas (donde el golpe de Estado no es una amenaza
latente), en las que la única tarea de los partidos políticos es competir entre sí para
obtener más votos y con ellos más espacios de poder para implementar sus líneas
programáticas. No obstante, en regímenes autoritarios o “democracias frágiles”, los
partidos deben someterse a menudo a un “doble juego”: el de la competencia electo-
ral, consistente en la pugna por la obtención de votos y escaños; y el juego de régimen,
procurando influir en los conflictos por la conservación o el cambio de régimen políti-
co. De acuerdo con los autores, ése es el caso de los partidos analizados en la obra. El
hecho de que los partidos democratacristianos de América Latina hayan tenido que
abrirse camino entre regímenes más o menos autoritarios los llevó, en determinadas
coyunturas, a variar sus prioridades y a comportamientos incluso atentatorios contra
su desempeño electoral. Los casos de El Salvador y Guatemala son tomados como
ejemplos palmarios de esto.
La politología institucionalista tiene predilección por los métodos comparati-
vos y es ése el espíritu que impregna a la obra. Ahora bien, dado que mi estudio se
centra en el caso salvadoreño y que uno de los aspectos más interesantes de observar
es la metamorfosis que sufrió el PDC en El Salvador, resulta relevante dialogar con la
teoría de los dobles juegos y explorar su capacidad explicativa. Es sabido que esta
corriente concibe a la democracia como democracia formal, electoral. Además, sostie-
ne que ese modo de organización de la sociedad y la política es el mejor de los mun-
dos posibles. Por eso los trabajos comparativos de la politología institucionalista arro-
jan interesante información sobre el desempeño de los sistemas de partidos dentro de
las reglas del juego electoral. No obstante, omiten toda alusión al carácter antide-
mocrático de las relaciones internacionales y al modo en que esto influye en las posibi-
lidades de los actores locales de intervenir en política. En el caso de la obra en cues-
tión, se hace un corte transversal para analizar seis partidos democratacristianos y
observar sus relaciones con los demás partidos, con los actores autoritarios y con los
procesos de construcción de la democracia. Es decir, la teoría de los dobles juegos
opera dentro de ese marco metodológico y allí resulta útil. Pero ¿qué pasa si amplia-
mos el concepto de democracia e incorporamos en él los aspectos sociales, económi-
cos, culturales y geopolíticos que la ciencia política predominante suele soslayar? A mi
modo de ver, ahí es donde el institucionalismo se queda corto. Creo que a la perspec-
tiva institucionalista le hace falta profundidad histórica. Y evidentemente carece tam-
bién de una posición crítica frente al capitalismo y frente a un modo “minimalista” de
concebir la democracia. Si nos interesa reivindicar una visión más amplia, abarcadora y
utópica de la democracia, deberemos migrar hacia otro horizonte teórico.

2 Se refieren a Anthony Downs, pionero de la aplicación de criterios económicos al análisis del compor-
tamiento electoral y de la “teoría de la elección racional”.

113
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Bibliografía

CERUTTI, Horacio, Ideologías políticas contemporáneas, México, UNAM, 1986.


PEDROSA, Fernando, La otra izquierda. La socialdemocracia en América Latina, Buenos
Aires, Capital Intelectual, 2012.
MAINWARING, Scott, “Objetivos de partido en regímenes autoritarios con eleccio-
nes o en democracias frágiles: un doble juego”, en: MAINWARING, Scott y Ti-
mothy SCULLY La democracia cristiana en América Latina. Conflictos y competencia electo-
ral, Fondo de Cultura Económica, 2010.

114
XI
LA SUPRESIÓN DE LA DEMOCRACIA POR
MEDIO DEL UTOPISMO DEMOCRÁTICO
Carlos Asselborn

Punto de partida

E n la actualidad parece existir una suerte de encuentro histórico de dos expe-


riencias y tradiciones asentadas en los deseos de emancipación, dándose cita
en algunos procesos políticos latinoamericanos. Nos referimos a la preocupa-
ción por las alternativas de superación de las matrices capitalistas (de fuerte raigambre
histórica en los 60 y 70 y cristalizadas bajo el nombre de “socialismo”) y la emergencia
de nuevos nombres y adjetivos para la democracia (cuya discusión adquiere relevancia
teórica y práctica en la década de los 80 y que se expresa en los debates sobre las
“transiciones”).
Los procesos posneoliberales latinoamericanos instauraron una novedad
histórica en la temporalidad nuestroamericana y reinstalaron a la política, también con
sus retóricas y ritualidades populares, como espacio y tiempo en donde se explicitan y
median los conflictos sociales. Nuestro ensayo pretende rescatar ciertos aportes para
un nuevo debate sobre la factibilidad histórica del vínculo entre democracia y socia-
lismo o, asumiendo la ambigüedad de los términos, el vínculo entre democratización y
formas no capitalistas de organización social, política y económica.

Preguntas

¿Puede la democracia anular, controlar, neutralizar a la misma democracia? El


pensamiento que se dice crítico ha respondido a esta pregunta siempre de manera
afirmativa. Es decir: la formalización de la democracia (la institucionalización, juridiza-
ción y legalización de mecanismos de participación y decisión respecto a la cosa
común de los ciudadanos) ha llevado a su vaciamiento y, por esto mismo, es el sistema
de organización social, política y económica más eficaz para garantizar y reproducir
desigualdades, exclusiones y explotaciones de diverso cuño. Basta con hacer memoria
de las democracias neoliberales, las cuales asolaron no sólo la vida económica, sino la
vida social y cultural de las mayorías latinoamericanas para constatar el modo en cómo
este vacío inundó y aplastó toda interpelación crítico-política.

115
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Ahora bien, las democracias formalizadas en las cuales interactuamos cotidianamente,


¿no contienen en su seno posibilidades de superación de dicho vaciamiento? Es decir,
las democracias formales, ¿no poseen, de manera no-intencional, instantes en donde
se pone en cuestión su misma constitución formal?
La llegada a la presidencia de varios líderes políticos latinoamericanos de ten-
dencia socialista o anti-neoliberal, por medio de mecanismos institucionales propios
de las democracias vaciadas y formalizadas, ¿no nos posibilita pensar en la ambigüedad
escondida en este tipo de democracias?, ¿no obliga a pensar con mayor profundidad
los modos en cómo la “democracia radical” se disputa también a partir de las mismas
instancias formalizadoras?

De cómo se anula la democracia al desistir de la crítica utópica por el utopismo


ingenuo

En plena década de los ochenta y al calor de las transiciones, el cientista social


Franz Hinkelammert nos describe el proceso por el cual la democracia liberal es trans-
formada en democracia de Seguridad Nacional, es decir, en democracia antidemocráti-
ca. Las dictaduras de seguridad nacional fueron la condición de posibilidad para las
democracias de seguridad nacional. Dichas dictaduras irrumpieron con el interés de
solucionar una ambivalencia ínsita en la democracia liberal. Al ser democracia formal,
ella está abierta a transformaciones, incluso de sus relaciones de producción. Como
democracia burguesa posee un único y determinado contenido económico-social, pero
debe promover su destrucción en el caso de que la misma sociedad burguesa no sea
capaz de integrar económicamente a la población que, a su vez, ha adquirido el dere-
cho al voto universal. Cuando esta posibilidad irrumpe en el horizonte colectivo, las
dictaduras tienen entonces la función de anular y desactivar esta paradoja. En la lógica
democrática liberal, no existe un mecanismo formal que impida utilizar el poder políti-
co soberano en contra del carácter burgués de la sociedad. Si esto ocurre, la misma
sociedad burguesa se encarga de señalar la ilegitimidad e inconstitucionalidad de pre-
tender alguna mediación política que limite el poder de los grupos dominantes. Por
ello, se llama a anular la ampliación de la democracia en nombre de la misma demo-
cracia. Las democracias de Seguridad Nacional se legitiman entonces, desde el mito de
una democracia protegida de las aspiraciones populares, una democracia que habla
sólo de diálogos y no de intereses. Se trata pues, de un proceso de fetichización de las
instituciones, en donde la utopía de la democracia con justicia social es revocada por la
utopización de la democracia sin más, convirtiéndose así en instrumento de domina-
ción: la utopización como ancilla dominationis.

Realismo político y utopía

Frente a tal utopismo antidemocrático, el realismo político exige, en primer


lugar, la comprensión de las sucesivas crisis como crisis civilizatoria mundial y en se-
gundo, que las alternativas no pueden estar encorsetadas en el cálculo de éxito. El
realismo político significa la persistencia de la crítica y de la autocrítica en los mismos
procesos democráticos emancipatorios. Es una condición categorial y práctica de la

116
La supresión de la democracia… C. ASSELBORN

política como arte de lo posible. El ejercicio de la crítica es constitutivo de toda praxis


orientada a la disminución de la desigualdad social, la conquista y defensa de los dere-
chos violados, el reconocimiento de nuevos sujetos y la ampliación de la ciudadanía.
Supone un punto de vista, un criterio de juicio inmanente a las mismas vicisitudes de
todo proceso histórico-social y que, como tal, debe ser exigido y validado argumenta-
tivamente a partir de las disputas de sentido que irrumpen al interior de dicho proceso.
Dicho criterio se constituye a partir de la prioridad del sujeto y del criterio material de
la vida.
El presente y el futuro de las nuevas democracias latinoamericanas depen-
derán, en gran medida, de este difícil ejercicio de realismo político. Iniciamos este
ensayo con algunas preguntas, no sabemos si las mejores. Y cerramos nuestras apre-
ciaciones también con ciertos interrogantes que procuran señalar la necesidad de su-
perar ciertas dicotomías o, al decir de Horacio Cerutti, ciertas “dialécticas interruptas”
(2000:133-140): ¿cuánta democracia formalizada hará falta para profundizar los proce-
sos emancipatorios activados en la nueva temporalidad nuestromericana? y también:
¿cuánta democracia formalizada será necesario transformar, destruir y sustituir para
reducir la desigualdad, democratizar la riqueza, crecer en justicia social y ampliar la
participación popular? Preguntas que, tal vez, puedan ayudar a sostener, en la memoria
colectiva, los logros y avances producidos en este tiempo nuestroamericano, frente a la
amenaza que acicatea a las democracias populares latinoamericanas: la exigencia pre-
sente en algunos sectores sociales y políticos, de restaurar las democracias de seguri-
dad nacional.

Bibliografía

CERUTTI GULDBERG, Horacio, Filosofar desde nuestra América. Ensayo problematizador


de su modus operandi, Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos.
Centro Regional de Investigación Multidisciplinaria, México, 2000.
HINKELAMMERT, Franz, Democracia y Totalitarismo, Editorial DEI, San José, Costa
Rica, 1987.
HINKELAMMERT, Franz, La deuda externa en América Latina, Editorial DEI, San
José, Costa Rica, 1988
HINKELAMMERT, Franz, Cultura de la esperanza y sociedad sin exclusión, Editorial DEI,
San José, Costa Rica, 1995.

117
XII
REVOLUCIÓN Y DEMOCRACIA:
¿UNA VINCULACIÓN UTÓPICA?
Oscar Pacheco

E n el título de nuestra comunicación se entrelazan de manera directa tres con-


ceptos cargados de ideología y de diversas interpretaciones históricas. Revolu-
ción, democracia y utopía han sido vinculados de diferentes formas, incluso
algunas de ellas, de formas opuestas. El objetivo de nuestro texto busca revisitar algu-
nas de éstas vinculaciones e indagar los sentidos expuestos en tales relaciones.
Revolución y democracia pueden ser usados desde distintos intereses. Lucia
Sala (2007) lo demuestra en un muy interesante artículo. La historiadora uruguaya
señala que hasta mediados del siglo XX la democracia fue objeto de crítica y rechazo,
tanto en sectores conservadores como aquellos que propiciaban un cambio social.
Con respecto al término revolución en América latina fue asociado al derro-
camiento de gobiernos o a movimientos que lo intentaron. La fundación de los Parti-
dos socialistas peruano y colombiano adopta la perspectiva revolucionaria así como
son sofocados intentos revolucionarios en varios países. En Argentina se utiliza el
término revolución para derrocar al presidente constitucional Irigoyen, desde una
ideología de nacionalismo de derechas con integrismo católico.
Norbert Lechner en la década del 80 abordó, con cierta agudeza, el desplaza-
miento de la revolución a la democracia en los gobiernos postdictatoriales. Desplaza-
miento visible en los procesos políticos y también en la reflexión teórica de las ciencias
sociales.
Sin duda revolución tiene que ver con algunos procesos y teorizaciones de los
años 60. En éstos cree encontrar Lechner las siguientes características:
 el proceso revolucionario se realiza desde un sujeto preconstituido, por caso la
clase obrera, que posee características definidas y que entra en lucha con otros su-
jetos también predefinidos;
 aparece la concepción del sujeto-héroe, el hombre nuevo revolucionario con ca-
racterísticas precisas,
 una concepción de utopía como lo alcanzable a corto plazo, es lo realizable desde
una planificación que apunta por sobre todo a las estructuras económicas;
 la política es absorbida por lo económico y pasa a tener un mero carácter instru-
mental, esto trae graves consecuencias. Por ejemplo en la experiencia de la UP no

119
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

se piensa el rol de Estado en el socialismo y se pretende continuar con el Estado


burgués sin modificarlo;
 no se reconocer la pluralidad y diversidad de subjetividades presentes en todo
proceso;
 se descuidan aspectos de la vida cotidiana que conforman la cultura política de la
gente común con posibilidades de operar como un factor contrarrevolucionario.

La democracia como significante en pugna, es pensada por Lechner desde las


siguientes características:
 la construcción de un orden conflictivo, construcción que no evade las asimetrías
y desigualdades sociales, por esto la conflictividad que es insuperable;
 la utopía como idea límite no alcanzable que permite constituirse en criterio críti-
co de la realidad existente;
 el consenso como utopía de la democracia, nunca alcanzable pues el conflicto lo
trasciende, ahora el conflicto hay que institucionalizarlo desde la perspectiva del
consenso que se erige como criterio crítico, pero no como punto de partida;
 la constitución de los sujetos se realiza en la construcción del orden político, en el
reconocimiento recíproco de las subjetividades y desde allí se adoptan identidades;
 la democracia como escenario de cambios estructurales a través de pactos, Lech-
ner propone el concepto de “rupturas pactadas”;
 la importancia de la vida cotidiana como lugar de politización de la gente común
con sus miedos y expectativas. La democracia debe hacerse cargo de la incerti-
dumbre que genera en la vida cotidiana de los sujetos anónimos.

Tales caracterizaciones no son exhaustivas, pero nos permiten clarificar el uso


teórico de los conceptos democracia y revolución. Tras haber ganado en claridad
veamos en un cuarto y último punto algunos procesos inaugurados tras la crisis neoli-
beral de fines del siglo XX y principios del siglo XXI.
Es común admitir que en la amplia gama de gobiernos calificados de “progre-
sistas” o de “izquierda” si es que dichas denominaciones algo denominan, los proce-
sos de la revolución bolivariana, la revolución democrática y cultural en Bolivia y la
revolución ciudadana en Ecuador son los más sugerentes en perspectivas de cambios
ya efectuados y posibles. En ellos aparece el concepto de revolución sin negar y desde
el contexto de la democracia. Esta nueva vinculación permite resignificar ambos con-
ceptos desde los usos que se hacen. Frente a la novedad de dichos procesos es eviden-
te que la teoría política resulta insuficiente, ya que como toda teoría oscurece algunos
puntos y hecha luz sobre otros aspectos de la realidad. En este sentido la emergencia
del indio como nuevo (y muy antiguo y originario) sujeto político, plantea la necesidad
de visualizar el conflicto en América latina desde la perspectiva clase-étnia. El caso de
Bolivia es el más ilustrativo al respecto. La creación de un Estado Plurinacional plan-
tea la necesidad de replantear la concepción colonial y moderna de estado. A su vez un
Estado boliviano que con la llegada del MAS al gobierno se enfrenta a un desafío iné-
dito. “La construcción de un Estado pluriétnico o plurinacional y de una democracia
comunitaria y participativa requiere de un instrumento político” (Ansaldi 2009:11).

120
Revolución y democracia… O. PACHECO

Otro aporte de Lechner es comprender el surgimiento de un sujeto político desde la


propia construcción política. En el caso de Bolivia permite visualizar las contradiccio-
nes de un instrumento político que tiene orígenes en el socialismo falangista, con la
emergencia de un sujeto económico asociado al cultivo de coca y es capaz de quitarle
la hegemonía al movimiento sindical minero y a los representantes más identificados
con el indianismo-katarismo.
Podemos concluir que el actual contexto redimensiona los conceptos de de-
mocracia y revolución. Cuando se invocan procesos revolucionarios o la marcha al
socialismo, no está claramente definida qué se entiende por socialismo, ni tampoco se
proponen cambios radicales, aunque por ejemplo la Constitución boliviana reconoce
la propiedad comunitaria de la tierra de los pueblos originarios. Revolución hoy no
tiene el significado dado en los 60, pero al vincularlo con la democracia rompe con los
patrones neoliberales de la democracia instaladas desde la salida de los regímenes au-
toritarios. Cierta teoría de la transición de las dictaduras a la democracia acentuaba el
proceso de salida de los autoritarismos hacia una democracia ya definida. En este sen-
tido la crítica de Lechner a las utopías, tanto del mercado total como de las revolucio-
nes de cuño socialista, puede iluminar la insuficiencia de dichas transiciones, así como
calibrar positivamente cierta indecisión en los procesos del socialismo del siglo XXI
por ejemplo. Por último permite concebir a la democracia desde el conflicto y, a la
vez, el reconocimiento de los diferentes sujetos y sus intereses. Una democracia que
permita cambios estructurales, o en todo caso, que sea capaz de institucionalizar las
protestas y los conflictos sin acallarlos desde un consenso impuesto.
Dada las actuales circunstancias de relectura y crítica de los conceptos de de-
mocracia y revolución, la posibilidad real de vincularlos dada por algunos procesos
políticos nacionales es factible pensar dicha vinculación como utópica. El pensamien-
to utópico en nuestramérica tiene una rica y compleja historia imposible de abordar
por razones de espacio, pero queremos recuperar dos sentidos de utopía: como ten-
sión movilizante en la propia historia (Cerutti) y como crítica reguladora que visualiza
las falencias y contradicciones de los procesos históricos. Quizás revolución y demo-
cracia puedan ser pensadas como horizonte utópico.

Bibliografía

ANSALDI, Waldo, “El laberinto boliviano”, en ConCienciasocial, vol. IX, Córdoba,


Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba, 2009.
SALA, Lucia “Democracia y revolución: sus usos en América Latina, particularmente
en los años sesenta”, en ANSALDI, Waldo (director) La democracia en América
Latina, un barco a la deriva, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, Págs. 201-
237, 2007.

121
XIII
LA IDEOLOGÍA INDIANISTA: DESAFÍOS
DESCOLONIZADORES A LAS FILOSOFÍAS Y LAS
CIENCIAS SOCIALES EMANCIPADORAS
Gustavo R. Cruz

L os pueblos indios-indígenas han aportado a una mejor crítica a la dominación


capitalista moderno-colonial, aunque muchas veces se intente invisibilizarlos,
sino negarlos y exterminarlos. Desde 2006, estudio sistemáticamente la politiza-
ción indígena en Bolivia. Y desde hace cuatro años me aboqué a investigar la obra de
Fausto Reinaga (1906-1994), un escritor ideólogo indio quechuayamara nacido en el
norte de Potosí (Bolivia). Creo firmemente que los pueblos indios aportan a la creati-
vidad de las ideologías, filosofías y ciencias sociales liberadoras-emancipadoras en toda
nuestra región.
La “cuestión indígena o india” ha sido y es abordada desde diversas perspecti-
vas ideológicas. Una de ellas es el indianismo, que surgió desde los años sesenta del
siglo XX en Bolivia. El indianismo se propuso como una ideología de “liberación del
indio”, contraria a las posiciones darwinistas anti-indígenas, pero también al indige-
nismo, al que se enfrentó por considerarlo “integracionista” del indio a los Estados
modernos, a condición de abandonar “lo indio”. El indianismo se afirmó como una
ideología política producida desde el indio y para el indio; y se opuso al indigenismo, al
que situó como una ideología producida por no-indígenas (sobre todo mestizos) sobre
el “objeto-indígena”.
Fausto Reinaga fue el ideólogo indianista más importante. Sin embargo, el in-
dianismo de Reinaga no empezó de cero, sino que se fue elaborando a partir de una
etapa inicial de formación (entre 1940-19621). En su caso confluyeron tres perspecti-
vas fundamentales: el marxismo-leninismo, el nacionalismo revolucionario y el indige-
nismo. Luego de esta etapa inicial, Reinaga se abocó a la producción del indianismo
(aproximadamente entre 1962-1974).2 Por último, existe una etapa pos-indianista de su

1 Situamos el inicio en 1940, pues es el año en que publica su primera obra titulada Mitayos y Yanaconas
(1940).
2 El pensamiento indianista de Reinaga se explaya en dos trilogías. La primera se caracteriza por ser una
radical disputa ideológica contra los “enemigos del indio”: El indio y el cholaje boliviano. Proceso a Fernando
Diez de Medina (1964), La intelligentsia del cholaje boliviano (1967) y El indio y los escritores de América (1968). La
segunda es de contenido programático político para la “liberación del indio”: La revolución india (1970,
cinco ediciones), Manifiesto del Partido Indio de Bolivia (1970) y Tesis india (1971).

123
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

pensamiento, que él denominó como amáutica (aproximadamente entre 1974-1994),


reivindicando para sí la condición de Amauta (sabio andino quechua-aymara).
Los desafíos que plantea el indianismo son múltiples, uno de ellos es la pro-
blematización de la estructura moderna colonial que racializa al indio para dominarlo.
La reivindicación del “nosotros indio” es una clara afirmación de un a-priori antro-
pológico (según lo plantea A. Roig) de innegables consecuencias epistemológicas: la
creación de un pensamiento (filosófico) que se puede designar como “indio”. Con lo
cual se problematiza al sujeto que produjo y produce filosofía, también a la “filosofía
latinoamericana”. De ahí que planteo como proyecto de investigación la construcción
de una crítica filosófica de las ideas e ideologías sobre “el problema indio” en la región
andina sudamericana durante el siglo XX. Esto se puede iniciar a partir de la relación
del indianismo con el marxismo sudamericano y el nacionalismo de izquierda de los
años cuarenta y cincuenta.

Desafíos comunes, para continuar filosofando

Luego de poner en común, discutir y dialogar sobre las investigaciones reali-


zadas y en curso, acordamos en las siguientes cuestiones:

1. Para filosofar nos interesar precisar qué problemas pensamos. Los problemas de los
que nos ocupamos son “nuestros problemas”. Es decir, pensamos a partir de
problemas que son relevantes para nuestro contexto geo-histórico. Desde allí es-
cogemos autores, perspectivas, metodologías.
2. Un problema eje es la necesidad de profundizar políticas liberadoras o emancipa-
doras de toda dominación y los modos de pensar esas políticas. Destacamos la
cuestión del “sujeto político” (que es plural) y los “procesos políticos” (que son
ambiguos). En ese sentido, entendemos nuestra reflexión a partir de una “episte-
mología de la filosofía” o “filosofía de la filosofía” y una “filosofía política” desde
América Latina o Nuestra América o Abya Yala. Epistemología y política, política
y epistemología son los cruces que nos ocupan.
3. Una cuestión epistemológica central es la necesaria historización de los pensa-
mientos. De ahí la centralidad de la historiografía para: a) superar nuestra ignoran-
cia sobre la historia de América Latina; b) superar las perspectivas provincianas y
pobres en materia de análisis geopolítico, propias de la educación formal de todos
nuestros países; y c) aportar a una historia del pensamiento crítico de nuestra re-
gión. Aquí destacamos una tensión entre lo común de las sociedades y pueblos de
América (del norte, del centro, del sur) y las diferencias específicas de cada país,
por ejemplo de sus “culturas políticas”. ¿Lo común posee preeminencia ante las
diferencias estatales-nacionales? ¿o es lo inverso? En ese sentido la Historia de las
Ideas surge como un aporte a revisar junto al estudio de las historiografías nacio-
nales y regionales existentes y en gestación.
4. De la cuestión histórica surge una preocupación común: indagar sobre las filoso-
fías de la historia “subyacentes” en diferentes teorías, ideologías y procesos políti-

124
Filosofar desde sujetos y procesos liberadores de Nuestra América… H. CERUTI GULDBERG ET AL.

cos de nuestra región. A pesar del descrédito sobre la “filosofía de la historia”, no


menoscabamos la importancia de seguir rastreando la presencia de filosofías de la
historias en los autores y procesos investigados, para evaluar su aportes y límites.
Por otra parte, el peso de la historia en la comprensión de los procesos nuestroa-
mericanos hace indispensable que la filosofía se ocupe de la historia. Un tema re-
levante a considerar será, entonces, el de la relación entre la filosofía y la historia.
¿Cómo puede y cómo debe la filosofía ocuparse de la historia? ¿Qué aporta la his-
toria al filosofar latinoamericano y liberador?
5. La historia reciente de Nuestra América revela que existen dos categorías en jue-
go: Democracia y Revolución. Luego del embate neoliberal, constatamos la conti-
nuidad del problema de la democracia, ahora con un contenido diverso y, en algu-
nos casos, opuestos a la “democracia neoliberal”. Por ejemplo, en El Salvador
¿cuál es la resignificación de la noción de democracia a partir del gobierno del
Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), otrora una de las
guerrillas más grandes de América Latina? Desde algunas experiencias políticas de
América del Sur se ha reinstalado el concepto Revolución: Revolución bolivariana
en Venezuela, Revolución democrática y cultural en Bolivia, Revolución ciudada-
na en Ecuador. Incluso, hay quienes en Argentina entienden el proceso político de
los últimos años como “revolución nacional-popular”. La relación entre Demo-
cracia y Revolución, términos abstractos que deben ser precisados de acuerdo al
proceso histórico político al que nos refiramos, nos conduce a rastrear los modos
de pensar ambas cuestiones en los autores y procesos estudiados. En ese sentido
se impone un interrogante: ¿en los procesos mencionados se está superando el
capitalismo o se trata de una reedición del mismo bajo la forma de “capitalismo
periférico estatal”? ¿cuál es la rearticulación entre democracia y revolución?
6. Estas cuestiones conducen a repensar la cuestión del tiempo. Más específicamente
del “tiempo político” o “el tiempo en la política”. Conceptos como Reforma, Re-
volución y, desde la región andina, Pachakuti tienen en común modos de com-
prender y explicar el problema del tiempo en sus expresiones estatales y socio-
culturales. Es decir, se trata de pensar el tiempo desde los procesos políticos con-
temporáneos tensionados por lo utópico. En ese sentido retomamos el concepto
liberación y su análogo: emancipación.

125
PARTE IV
DEBATES FILOSÓFICOS E HISTÓRICOS
XIV
LA CRÍTICA DESCOLONIAL DE LOS
SUPUESTOS EPISTEMOLÓGICOS Y POLÍTICOS
DE LA MODERNIDAD
Carlos Alberto Merlo
Universidad Nacional de Córdoba
merlocarlos2002587@hotmail.com

E ntre las diversas críticas efectuadas a la modernidad se destaca la realizada por


la tradición descolonial1. En este ensayo analizamos la problematización que
tres de sus representantes: Dussel, Mignolo y Castro Gómez realizan acerca de
los supuestos epistemológicos y políticos de las principales filosofías modernas. En
sus análisis utilizan las categorías de hibrys del punto cero, el mito de la modernidad, la
colonialidad epistémica y el locus enuntiationis, que les permiten develar el carácter eu-
rocéntrico de las teorías modernas que legitiman implícitamente el colonialismo y el
neocolonialismo. Como alternativa proyectan una relectura de la modernidad desde
una perspectiva geopolítica, geoepistémica y geocultural que reconoce la relevancia del
lugar de la enunciación. Parten de la tesis de que las teorías modernas están contami-
nadas por prejuicios que obedecen a intereses extraños y en ocasiones contrarios a las
sociedades dependientes en general y al mundo latinoamericano en particular. La críti-
ca a la noción de modernidad se dirige contra una construcción que organiza y piensa
a la totalidad espacio-temporal en base a su propia experiencia (europea moderna) de
modo tal que esa singularidad histórico-cultural se convierte en el baremo de referen-
cia universal. Este metarrelato está en la base de las ciencias sociales que establecen las
carencias y deficiencias de las sociedades no occidentales, y que deben ser superadas
(Lander 2003:23-24). Entre las concepciones teóricas que responden a ese modelo se
encuentran las de Descartes, Hobbes, Hume, Adam Smith, Turgot, Locke, Kant,
Hegel, Marx y Habermas. En este artículo problematizamos desde el prisma descolo-
nial, los axiomas de las filosofías de cuatro de ellos, Descartes, Hegel, Marx y Haber-
mas.

1 La tradición descolonial no es una escuela monolítica de pensamiento. La integran entre otros Anibal
Quijano, Dussel, Mignolo, Castro Gómez, Lander, Grosfoguel, Catherine Walsh, Zulma Palermo y Fer-
nando Coronil. Se alimenta de la crítica posestructuralista, la teoría crítica y la poscolonial, perspectivas a
las que intenta trascender en la condición de una reflexión situada.

129
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Castro Gómez argumenta que las teorías modernas incurren en la hybris del
punto cero, porque de modo similar al Dios de la metáfora, se “ubican” fuera del mundo
(punto cero) para poder observar el mundo. Pero a diferencia de la deidad, no logran
obtener una perspectiva orgánica sino solo analítica. La ciencia y la filosofía moderna
pretenden ser como Dios y ubicarse en el punto cero de observación, pero carecen de
la capacidad de hacerlo. Buscan un punto de vista que esté sobre todos los demás
puntos de vista, pero sin que de ese punto de vista pueda tenerse un punto de vista
(Castro Gómez 2008:123). Es por ello que cometen el “pecado” de la desmesura.
Mediante el apoyo incondicionado de los fundamentos epistemológicos y/o antro-
pológicos ahistóricos y suprasociales, tratan de neutralizar las determinaciones socio-
históricas, geopolíticas y geo-culturales bajo las cuales surgen y se legitiman. La nega-
ción de esos condicionamientos implica la caída en un objetivismo que oculta un
compromiso etnocéntrico velado.
La desmesura epistemológica se produce cuando el sujeto cognoscente huma-
no y por lo tanto finito, limitado y condicionado, apela a una plataforma metateórica
supuestamente objetiva, aséptica y universal para lograr que la observación, el análisis
racional y el consecuente conocimiento de la realidad se basen en un punto de partida
independiente del tiempo histórico y el espacio geográfico y sociocultural. La exigencia
de neutralidad metacognoscitiva responde a la necesidad de un polo de observación
incontaminado por factores contingentes. Un principio epistemológico absoluto sobre
el que se levanta el edificio del conocimiento, punto de observación libre de las “taras”
del pensamiento metafísico y precientífico que permite alcanzar una mirada objetiva y
totalizante sobre el objeto de estudio (Castro Gómez 2005:24-27).
La sujeción de los relatos modernos a esa supuesta objetividad, implica la ex-
clusión de formas alternativas de comprender la modernidad. Frente a esto, la opción
descolonial reclama una reinterpretación que se efectúe desde una perspectiva geopolí-
tica y geocultural no eurocéntrica.
El enfoque descolonial liga el surgimiento de la modernidad a factores, a) so-
ciopolíticos y geopolíticos, como el desarrollo y despliegue planetario del capitalismo y
su contracara: el colonialismo y, b) geoepistémicos: la colonialidad, que opera en el
plano del conocimiento. Aspectos a los que las teorías modernas desconocen, en gran
medida, por el condicionamiento sociocultural, geocultural y geopolítico a los que
están sometidas.
En nuestra revisión de los postulados de los pensadores modernos: Descartes,
Hegel y Marx y Habermas, analizamos las estructuras y principios sincrónicos que
proponen y sus concepciones socioevolutivas.
Descartes caracteriza al conocimiento como un saber que no debe tener bases
en el sentido común, los sentidos e incluso la razón, si no superan la duda metódica.
Sigue una estrategia escéptica para definir el fundamento libre de toda duda que sean
la base indubitable del saber legítimo. Finalmente termina postulando al Ego cogito
como ese punto de partida (Descartes 1982a; 1982b), el cual opera como elemento de
legitimación epistémica y política.
Por su parte, respecto de la lógica del progreso histórico se destacan los apor-
tes de Hegel y Marx, quienes conciben la historia a partir de la acción de un macrosu-
jeto -Espíritu absoluto (Hegel 1974:66-68) y Genero humano (Marx 1997:190) respec-

130
La crítica descolonial y los supuestos epistemológicos… C. A. MERLO

tivamente- que se constituye a si mismo, conforme al progresivo incremento de la


racionalidad de las organizaciones sociopolíticas y al dominio de la naturaleza externa.
Con Hegel (1999), la noción de progreso implica la realización de la Razón
universal en la forma de un proceso sistemático: la historia de la humanidad. En ella,
el Espíritu Absoluto se objetiva bajo formas históricamente situadas y se encarna en el
espíritu del pueblo (Volkgeist). Sus momentos son: el mundo oriental, el griego, el ro-
mano y el germánico, siendo este último la instancia de la objetivación de la Razón en
el orden estatal y de la realización de la libertad universal del hombre.
En lo que atañe a la teoría de la historia de Marx, también legitima el concep-
to de progreso, pero presenta una cierta ambigüedad, la cual abona la posibilidad de
entender el materialismo histórico de dos maneras. Como: i) una filosofía de la histo-
ria que supone un diseño evolutivo valido para toda sociedad, de carácter, fatalista,
determinista y cuasimetafísico -perspectiva eurocéntrica- o, ii) un esquema de análisis
basado en una teoría macrosociológica, útil para ordenar el material histórico (Marx y
Engels 1985:26). Esta opción no concibe al progreso como prefijado por una lógica
inexorable, lo que da lugar a la posibilidad de diversas sendas alternativas de desarro-
llo2.
Como observamos, en la modernidad filosófica es fundamental la postulación
de una plataforma trascendental, libre de los condicionamientos socioculturales, histó-
ricos y geopolíticos. Con el advenimiento de la contemporaneidad, esa tesis se relativi-
za bajo la crítica posestructuralista. Se reconoce entonces que la racionalidad está atra-
vesada por componentes lingüísticos, sociales, históricos, geopolíticos y neoculturales,
lo cual revela la imposibilidad de mantener las premisas metateóricas del racionalismo
ilustrado. Ahora bien, Habermas, contradiciendo ese espíritu, trata de salvar el proyec-
to moderno mediante un ambicioso programa filosófico dialógico y lingüístico-prág-
mático cuyas bases son los principios pragmáticos universales (Habermas 1994:94-
158) y una teoría socioevolutiva que extrapola de Piaget y Kohlberg y de un recons-
truido materialismo histórico (Habermas 1986 y 1998).
Frente a la estrategia teórico crítica de Habermas, aparece una más radical, la
descolonial, bajo la cual se problematizan los supuestos geopolíticos de la racionalidad
moderna y su compromiso con el eurocentrismo y el colonialismo.
Desde la perspectiva descolonial, las justificaciones epistemológicas de los re-
latos eurocentricos de la modernidad y las teorías sobre ellos erigidas, deben ser estu-
diados no solo desde la teoría del conocimiento sino también desde la sociología del
conocimiento y otros ángulos de análisis: geoepistémico, geopolítico y geocultural.
Apuntan al desmontaje teórico de los diversos niveles de colonialidad del poder, con-
trol y actividad, operantes en los campos de la economía, la autoridad, la naturaleza, el
género y la sexualidad, la subjetividad y el conocimiento (Mignolo 2010:12), que se
asienta sobre una red de creencias y conocimientos que legitiman cierto tipo de racio-
nalización de la acción. Es en el plano metateórico que los descoloniales reclaman la
deconstrucción de los mecanismos de la colonialidad epistemológica, que justifican la
condición colonial o semicolonial de los países dependientes.

2 Para una defensa de la comprensión del materialismo histórico en clave antifatalista y no mono-
secuencial y eurocéntrica, véase: Hobsbawm 1972; Arico 1982, 2011; Claudín 1974 y Godelier 1966.

131
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

La tradición descolonial que conjuga el cuestionamiento del conocimiento y el


orden económico-cultural con una relectura de la modernidad, asume el reto de la
deconstrucción de la epistemología y la historiografía eurocéntrica a partir de la apro-
piación crítica de los conceptos de sistema mundo y capitalismo histórico de Wallers-
tein y de la teoría de la dependencia (Mignolo 2008:45-46). Plantean que la interpreta-
ción dominante de la modernidad, formulada a fines del siglo XVIII por la Ilustración
francesa e inglesa y por los románticos alemanes, está conectada con los intereses
coloniales e imperiales de esas naciones. Consecuentemente atacan al mito de la moderni-
dad, construcción filosófica e histórico-política que absolutiza una noción de progreso
propia de la “segunda modernidad”, provinciana y eurocéntrica, que niega el nexo
entre modernidad y el colonialismo.
Los descoloniales afirman que la modernidad es imposible de explicar sin el
colonialismo implementado tras el sojuzgamiento de las Américas por el poder espa-
ñol. Ambos fenómenos no son sucesivos temporalmente sino contemporáneos y
complementarios. La modernidad, a posteriori capitalista, no es un fenómeno inma-
nente, pues en su desarrollo fue fundamental la riqueza extraída y llevada al viejo con-
tinente por España. Un reino poderoso en lo militar pero subdesarrollado en lo políti-
co -no constituía un estado nación auténtico- y en lo económico. Su producción agrí-
cola y de manufacturas era pobre y rezagada frente a los ingleses, holandeses y france-
ses. La naturaleza precapitalista de las relaciones de producción españolas (Peña
2012:39-60) explica que su territorio sólo fuera una región de paso para los metales
preciosos expropiados a los pueblos americanos, hacia países donde germinaba el
capitalismo mercantil, que pronto mutaría hacia el capitalismo industrial. El proceso
moderno se complementa con el despliegue planetario colonial europeo que se da en
dos etapas. La primera, a inicios del siglo XVI, está en manos de las potencias latinas
católicas y la segunda -del siglo XVII al XIX- es liderada por Inglaterra, Francia y
Prusia sucesivamente.
Por su parte, la crítica al mito de la modernidad supone un giro epistemológico -
con implicaciones historiográficas- que reconoce la conexión de esa rama de la filosof-
ía con la geopolítica del poder (Mignolo 2001:21). Esto implica:
I. Repensar la teoría del conocimiento científico ya no como la manifestación de
un espíritu (pensamiento reflexivo metacognitivo) que está más allá de las len-
guas, las instituciones y el capital necesario para su cultivo, reconocimiento y
expansión. Admitir que es una disciplina geohistórica y geopolíticamente si-
tuada y que la producción de discursos filosóficos y científico-sociales está
fuertemente ligada a las relaciones de poder económicas y políticas imperantes
en el lugar de su enunciación. De allí la relevancia del locus enuntiationis.
II. Tematizar el eurocéntrico mito de la modernidad y la colateral falacia del de-
sarrollismo (Dussel 2001a:60), supuestos de la lectura a la que los descolonia-
les llaman “segunda modernidad”. El relato eurocéntrico que adoptan las so-
ciedades perisféricas, coloniales o semicoloniales, y que determina que estás se
autointerpreten a partir del cóncavo espejo de las teorías creadas en Europa.

Dussel (2001b:305-353) -y Mignolo- diferencian dos versiones de la moderni-


dad. La primera de carácter provinciano, eurocéntrico y regional (i) y la segunda, una

132
La crítica descolonial y los supuestos epistemológicos… C. A. MERLO

interpretación que la entiende como un fenómeno global acaecido a partir del “descu-
brimiento” de América y el advenimiento del sistema mundo moderno (ii).
i. El primer concepto sitúa su surgimiento con la Reforma protestante (y la Re-
volución francesa) cuyos aportes son apropiados reflexivamente por las prin-
cipales filosofías ilustradas. Las que definen a la modernidad con la ayuda de
nociones como ausang (salida) de la autoculpable minoridad, ego cogito, sujeto
trascendental, imperativo categórico, subjetividad y progreso, fundamentales
en la reconceptualización del conocimiento, la moral, la política y la historia.
La interpretación tradicional de la modernidad -desde Hegel (Dussel 2001a:
61) a Weber, Habermas (2008), y Taylor (2006)- es deudora de la noción
hegeliana de la Historia, como un trayecto que va desde las sociedades despó-
ticas de la Mesopotamia asiática hasta la modernidad centroeuropea, bajo el
despliegue dialéctico de la razón, que de modo análogo al movimiento del sol
inicia su travesía en Oriente y culmina en Occidente (Hegel 1976:116-117).
La metanarrativa de Hegel es fundamental en la articulación del mito de la
modernidad. Su influencia se observa incluso en Habermas. Ambos consideran que
los eventos que imponen conceptual y materialmente el principio moderno de subjeti-
vidad son, la Reforma protestante, la Ilustración y la Revolución francesa (Habermas
2008:28).
El postulado de la subjetividad -afirma Habermas - tiene cuatro connotacio-
nes: a) el individualismo, b) el derecho de crítica, c) la autonomía de la acción y d) la
autoconciencia de la modernidad a través de la propia filosofía idealista. Este principio
práctico impacta en la ciencia moderna (objetivante) pues desencanta el mundo y
emancipa al sujeto de conocimiento (Habermas 2008:27-28).
La modernidad es entendida como un fenómeno autopoiético. En esa sinto-
nía Marx (2000) explica la acumulación primaria fundamentalmente por la extracción
de la plusvalía de la que es objeto el proletariado. Por su parte Weber (1995) asigna el
rol de factor decisivo -aunque no monocausal ni absoluto- al ethos calvinista en el
mismo proceso.
ii. El segundo concepto de modernidad configurado por el prisma decolonial, su-
giere una lectura alternativa de la filosofía, la historia, la economía y el conoci-
miento. Refuta la visión de la historia signada por el mito de la modernidad y la
idea hegeliana de una historia unitaria. Los descoloniales argumentan que la
concepción eurocéntrica soslaya el hecho de que hasta la expansión hispánica
hacia America y la portuguesa hacia Oriente, no existían sino una pluralidad de
historias yuxtapuestas y aisladas: la romana, la persa, la de los reinos hindúes, de
Siam, de China y del mundo indoamericano: incas y aztecas (Dussel 2001b:349).
Plantean que una interpretación adecuada de la modernidad debe situar su ini-
cio con la invasión de Amerindia en 1492, hito que da inicio al sistema mundo
moderno y a la consecuente interconexión paulatina -bajo una lógica colonial
eurocéntrica- de las distintas regiones de la tierra. Este primer momento de la
modernidad sobreviene con el ascenso de España como imperio mundial, la co-
lonización, la explotación de los recursos naturales americanos y el desplaza-
miento del Mediterráneo por el Atlántico como centro del intercambio comer-
cial. En esta primera fase ibérica “humanista” y católica, la del aniquilamiento

133
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

de las culturas precolombinas, se produce la afirmación del espíritu del ego con-
quiro (yo conquisto) que impone su dominación a los “otros” por la violencia de
las armas. Es una primera instancia del ego moderno, a posteriori convertido en
ego burgués, imperial-colonial.
La lectura provinciana eurocéntrica de la modernidad responde -según Dussel-
a prejuicios implícitos en el mito de la modernidad: a) la superioridad de la civilización
(moderna) europea, que la obliga a civilizar y educar a las culturas menos desarrolladas,
b) el modelo de desarrollo es el mundo europeo occidental, c) si los no civilizados se
oponen de algún modo a la praxis de la modernidad, se hace legitima la violencia para
remover los obstáculos a su avance, d) La modernidad aparece -dada la condición de
culpable que se asigna al bárbaro o primitivo por oponerse al proceso civilizatorio- co-
mo una fuerza inocente que emancipará o redimirá a las victimas de su culpa y, e) los
sacrificios, sufrimientos y costos impuesto a los no modernos por los modernos, son
inevitables (Dussel 2001b:68-69).
Respecto de la ubicación de Habermas respecto de la modernidad y su pro-
yecto, no se puede situarlo en el mismo nivel de los filósofos eurocéntricos confesos
como Hegel, pero aun así su concepción teórica tiene resabios etnocéntricos, además
de presentar otros flancos tematizables.
La estructura pragmática universal supone una plataforma cuasitrascendental
de la racionalidad, tesis contra la cual se levanta el dictum gadameriano de que no
podemos trascender radicalmente nuestro horizonte dialógico-cultural (Mc Carthy
1995:229). También es bueno recordar la sentencia de Rorty acerca de que todos so-
mos etnocéntricos, incluso los que presentan sus principios metateóricos sociohistóri-
camente situados como válidos universalmente (Rorty 2000:246).
En lo que atañe al plano evolutivo, la teoría habermasiana también presenta
dificultades en particular respecto de su falsabilidad. Con la separación entre lógica y
dinámica evolutiva se inmuniza contra las refutaciones empíricas: las matanzas de
musulmanes bosnios en Kosovo, el Gulag soviético y la solución final nacionalsocia-
lista. Además el resurgimiento de las prácticas y creencias religiosas en sociedades
mayoritariamente seculares que contradice la evolución histórica de la conciencia mo-
ral orientado hacia la generalización del ateísmo de masas. Ante los contraejemplos,
Habermas responde que pueden explicarse como regresiones momentáneas de la con-
ciencia moral. Pero entonces si su teoría socioevolutiva se vuelve inmune ante los
datos que la falsan, nos encontramos ante una eurocéntrica metafísica del progreso
que además no considera la multiplicidad de historias paralelas y solapadas que siguen
lógicas locales de desarrollo y que -en todo caso- recién son subsumidas en un gran
relato a partir de la conformación del sistema-mundo moderno.
Otro tema a discutir es la diferencia entre emancipación y liberación. El pro-
yecto kantiano-habermasiano privilegia la emancipación social pero soslaya la pro-
blemática de la liberación de los pueblos bajo el yugo colonial o semicolonial. Esto
significa la exclusión del proyecto ilustrado de todos aquellos bajo la colonización, el
imperialismo y sus derivados: la colonialidad, el racismo, el sexismo y la explotación
socioeconómica. La diferencia entre emancipación y liberación consiste en que mien-
tras el primer concepto pertenece al discurso de la Ilustración europea, la noción de
liberación plantea la decolonización política-económica y epistemológica. Emancipa-

134
La crítica descolonial y los supuestos epistemológicos… C. A. MERLO

ción y liberación-descolonización remiten a proyectos ubicados en distintos terrenos


geopolíticos (Mignolo 2001:19-21).
Una alternativa a la noción de modernidad centrada en la emancipación euro-
pea es la propuesta por Dussel con su concepto de transmodernidad (Dussel 2001a:
403-407). Un proyecto más inclusivo que rechaza la irracionalidad de la violencia ge-
nerada por el mito de la modernidad, pero que asume la realización del núcleo racional
universalista de la modernidad, potenciado por la incorporando del “otro” negado por
el proyecto eurocéntrico: la periferia colonial, los indios, los esclavos, la mujer, las
culturas populares subalternas. El proyecto de la transmodernidad dusseliano trascien-
de a la modernidad y a la alteridad negada (sus víctimas), a partir de una concepción en
la que ambas dimensiones co-realizan un proyecto de política, economía, erótica y reli-
giosa liberación. Implica una solidaridad incorporativa (analéctica) entre centro-perife-
ria, hombre-mujer, diferentes razas, grupos étnicos, clases, civilización-naturaleza y
cultura occidental-cultura del Tercer mundo (Dussel 2001a:69-70).
Por último queremos resaltar otro rasgo llamativo en la teoría social de
Habermas, sobre todo en un autor con raíces marxistas. Nos referimos a su desinterés
respecto de la economía, cuya relevancia casi nula en su esquema teórico. Habermas
articula su discurso en base a Durkheim, Mead, Weber, Parsons, todos sociólogos. No
utiliza ni discute con Smith, Ricardo, Marx (su parte económica) Jevons, Marshall,
Keynes o Hayek (Dussel 2006:90). En su enfoque analítico parece haberse perdido la
materialidad de la existencia humana, lo cual es coherente con su viraje hacia posicio-
nes formales en ética. Esto puede atribuirse al hecho de que en Europa en general y
específicamente en Alemania -más allá de los cimbronazos actuales a los que está
siendo sometida su economía- las cuestiones ligadas a las necesidades materiales fun-
damentales han sido resueltas por el Estado benefactor. Parece ser que no constituyen
cuestiones dignas de ser teorizadas. Ahora bien, en el Tercer mundo las necesidades
económicas continúan siendo centrales para las preocupaciones existenciales y socio-
políticas, cotidianas y estructurales, por lo que resulta estéril una teoría crítica que no
toma en cuenta esas variables.
Como hemos planteado, la teoría de Habermas en su intento por neutralizar
las condiciones de producción geopolíticas, sociales y económicas apela a principios
ahistóricos, por ello recae en la en la hybris del punto cero, pues niega el contexto
histórico y geopolítico y geocultural que le da sentido. A esto se suma que en su apo-
logía de la racionalidad, Habermas sigue siendo cautivo de un etnocentrismo que ve a
las culturas que no responden a la tradición discursiva como menos racionales.
Además presenta una interpretación singular de la historia humana, comprometida
con la “segunda modernidad”, que invisibiliza la opresión, el sufrimiento y la aniquila-
ción de “la otredad no moderna” bajo el colonialismo y el imperialismo: el lado olvi-
dado de la modernidad capitalista.
Frente a teorías como la habermasiana, la tradición decolonial nos permite un
replanteamiento del problema del conocimiento y de la praxis social y política, a partir
de la conexión entre el conocimiento y las dimensiones histórica, socioeconómica y
geopolítica, en las que se gestan las teorías y a las que de modo indirecto responden.

135
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Bibliografía

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137
XV
DUSSEL Y APEL
UNA CUESTIÓN DE PRINCIPIOS
Eduardo Ovidio Romero
Universidad Nacional de Villa Mercedes
Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica
eduovi@yahoo.com.ar

Introducción

E n el presente trabajo se expondrán, por un lado las tesis apelianas en torno al


giro trascendental kantiano y por otro lado las tesis dusselianas en torno al
problema ético. En este contexto es que se pondrán a prueba sendas funda-
mentaciones de la ética normativa con el fin de indagar cuál de ambas tiene mejor
rendimiento para resolver los problemas de fundamentación y aplicación de las nor-
mas morales.

En torno a Kant y Apel

En la lectura de Apel, Kant no habría dado un giro trascendental lo suficien-


temente radical en su filosofía, esto lo lleva a Apel a afirmar que en el sistema de Kant,
aún en el período de la Crítica de la razón pura, la recaída en aquello mismo que enfáti-
camente criticaba -la metafísica dogmática- se torna plausible. Ello en referencia a la
necesidad de una metafísica dualista, debido a la consideración, por un lado, del mundo
fenoménico y, por otro lado, de la cosa en sí incognoscible. Según Apel, aquí se sitúa
“el obstáculo principal para una realización consecuente de la concepción de la ‘re-
flexión trascendental’ ” (Apel 2004:23).
La suposición de la cosa en sí incognoscible ha llevado a Kant a no poder ra-
dicalizar la reflexión trascendental en relación con las condiciones de posibilidad de la
validez del conocimiento, motivo por el cual éste sólo “ha sugerido […] mediante su
reducida ‘reflexión trascendental’, una inútil restricción de la pretensión de verdad del
conocimiento” (Apel 2004:25), debido a que

la suposición de la cosa en sí incognoscible también pre-


tende constituir un conocimiento, [por lo cual suponerla
marca para Apel] una hipótesis absurda porque define co-

139
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

mo incognoscible lo que propiamente hay que conocer


(Apel 1985:180).

Según Apel (2004:27), la cuestión de “cómo podría ser posible evitar la supo-
sición de las cosas en sí incognoscibles y la metafísica dualista de los dos mundos deri-
vada por Kant a partir de allí, sin renunciar a la agudeza crítica de la filosofía kantiana”
sólo pudo encontrar una respuesta más acabada, pero no definitiva, en el pensamiento
de Charles S. Peirce, el fundador del pragmatismo americano. Apel retoma de Peirce
las siguientes tesis:
 Lo real como aquello que no debe ser identificado ni con la idea de una “cosa
en sí incognoscible”, ni con lo “fácticamente dado” sino con lo cognoscible in
the long run. De esta forma Apel ve en Peirce la salida tanto a todo realismo me-
tafísico externo, como a la problemática de la posibilidad de alcanzar un cono-
cimiento definitivo, acabado, de lo real en sentido fáctico. Con ello Peirce in-
gresó, para Apel, en la discusión sobre la dualidad correspondiente entre la
cosa en sí y lo fenoménico, la distinción entre lo conocido bajo reserva de fa-
libilidad y lo cognoscible como lo aún por conocer (Apel 1997: 41-83).
 Una comunidad ilimitada de comunicación asumida como condición de posi-
bilidad e ideal regulativo en el dilucidamiento de lo real y la verdad. En este
punto Apel ve en el denominado “realismo crítico del sentido” peirceano que
el conocimiento de lo real y la verdad no pueden reducirse a un sujeto, como
así tampoco a una determinada comunidad (Apel 1985:182).

Desde estos dos puntos de partida es que Apel continuará con el desarrollo de
las principales tesis de Peirce y planteará la superación del solipsismo metodológico kantia-
no presente, por ejemplo, en los términos de un sujeto trascendental entendido como
unidad sintética a priori en la apercepción de sí. Con ello se transforma el trascenden-
talismo kantiano y se supera dicho solipsismo al postular en su lugar la idea de una
comunidad ilimitada de comunicación -o “comunidad sin límites definitivos” (Apel
1985:181)-, entendida como supuesto trascendental del conocimiento. En este marco
Habermas resalta, entorno a la articulación entre trascendentalismo y contexto prácti-
co, que

la ética del discurso supera el planteamiento meramente in-


terno, monológico de Kant, quien cuenta con que cada in-
dividuo particular realice la verificación de sus máximas de
acción en su fuero interno. [...] En contra de ello, la ética
del discurso espera un entendimiento mutuo sobre la uni-
versalizabilidad de intereses solamente como resultado de un
discurso público organizado intersubjetivamente (Habermas
2000:24).

De este modo “en la síntesis de la apercepción, es decir, en la unidad de las


representaciones para una conciencia finita, no podía residir […] el ‘punto más eleva-
do’ de un conocimiento de lo real [dado que] este podía ser postulado, en efecto […]

140
Dussel y Apel una cuestión de principios E. O. ROMERO

sólo mediante la ‘idea regulativa’ de una última unidad de convergencia del proceso de
investigación potencialmente infinito” (Apel 2004:28). Con ello Apel se distancia de la
Filosofía trascendental kantiana

en la medida en que no considera la «unidad de la concien-


cia del objeto y de la autoconciencia» -unidad determinada
mediante un «solipsismo metódico»- como «punto supre-
mo», en relación con el cual tiene que aplicarse la reflexión
trascendental; «tal punto supremo» es, por el contrario, la
«unidad intersubjetiva de la interpretación», en tanto que
comprensión del sentido y consenso de la verdad (Apel
1985:391).

En síntesis, esta transformación pragmática del trascendentalismo kantiano,


caracterizada por una superación del solipsismo metódico, consiste en la sustitución
del sujeto trascendental por una comunidad ilimitada de comunicación. Esto sólo
podrá ser operado por una transformación semiótica superadora de un tipo de filoso-
fía de la conciencia presente aún en Kant.

Tesis kantianas y peirceanas en el intento de fundamentación de la ética ape-


liana

La sustitución del sujeto trascendental implica la consideración del lenguaje -en


tanto que sistema de signos-, como el elemento en el cual se crea comunidad y se asigna
sentido. Para esto, la comunidad no debe ser entendida como a- o pre-lingüística, sino
como una comunidad de sujetos lingüísticos en donde lo real ya no puede ser conside-
rado por fuera del lenguaje y la interpretación. Esta transformación de la filosofía mono-
lógica kantiana, por medio de la consideración de la intersubjetividad, debe ser entendida
como una

transformación semiótica de la problemática del conoci-


miento que puso la ‘representación’ de los signos de lo real
en el lugar de la representación de [la] conciencia y la sínte-
sis de la interpretación lingüística de los signos en el lugar
de la síntesis de la apercepción (Apel 2004:28).

Con ello el problema del conocimiento ya no se plantea en un plano de rela-


ción o correspondencia entre sujeto-objeto, sino en la relación entre los sujetos enten-
didos como ejecutantes e intérpretes de signos. Este descubrimiento forma parte del
giro semiótico postulado por Peirce bajo la tesis de la tridimensionalidad lingüística, rela-
ción triádica del signo que supera toda relación diádica entre sujeto-objeto, y que se
caracteriza por el hecho de que los signos lingüísticos se conectan: a) con algo por
ellos “significados”, b) entre sí, y c) con los sujetos lingüísticos ejecutantes de los mis-
mos, entendidos como intérpretes de signos (Apel 2007:14). Para Apel, el punto cen-
tral de dicho descubrimiento consiste en tomar conciencia de que

141
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

el conocimiento, como función mediada por signos, consti-


tuye una relación triádica, que no es posible reducir a una
relación diádica [mostrando con ello que] el conocimiento
es irreductible a meros datos de los sentidos (positivismo
clásico), a una relación diádica sujeto-objeto […] e incluso a
una relación diádica entre teorías y hechos, como en la
semántica (positivismo lógico), aunque ninguno de estos
elementos pueda faltar, según Peirce (Apel 1985:189).

Esta vía lleva a una consideración que va más allá del plano meramente gno-
seológico. La tesis de una validez constituida intersubjetivamente, presupuesta de modo
contrafáctico en cada acto de habla argumentativo bajo la idea de una comunidad ilimita-
da de comunicación e interpretación de signos, no reduce su función a mera superación del
objetivismo gnoseológico, dado que

no es el caso que objetividad (en el sentido de la disponibi-


lidad concreta de datos para una ‘conciencia en general’) y
validez intersubjetiva (en el sentido de la obligación de un
acuerdo de sentido) deban ser idénticas (Apel 2004:32).

Más bien, el principio del consenso anticipado contrafácticamente en la co-


munidad ilimitada de comunicación debe ser asumido como un ideal regulativo que
excede el el mero campo de las ciencias, en lo que refiere al acuerdo sobre resultados
alcanzados en el marco de la experimentación científica propia de las ciencias de la
naturaleza. Como sostiene Apel

el proceso de interpretación, que determina el acuerdo en


una comunidad de comunicación y fija el sentido de los
símbolos lingüísticos de modo siempre renovado, podría
estar orientado hacia un principio de la formación de con-
senso, que no se basa solamente en el control de resultados
(por ejemplo, experimentales) objetivables del comporta-
miento, sino también en la obligatoriedad normativa de la
común orientación a metas (Apel 2004:32).

Según Apel, la idea de comunidad -si bien no asumida en los términos del giro
pragmático-lingüístico- puede encontrarse ya en Kant, pero no a partir de la perspecti-
va gnoseológica del yo trascendental, sino más bien desde la perspectiva ética de un
reino de los fines, dilucidable por medio de la razón pura práctica, en donde se asume el
mutuo reconocimiento de co-sujetos autónomos de la legislación moral, pero con un
altísimo costo en tanto suposición metafísica de dicha comunidad; supuesto que, si
bien es necesario, debe ser despojado de este déficit, como pretende Apel al recons-
truir dicha comunidad como comunidad ideal de comunicación supuesta como “con-
dición de una fundamentación filosófico trascendental de la ética (como también -in-
cluso- de la filosofía teorética y la teoría de la ciencia)” (Apel 2004:34). Esto último

142
Dussel y Apel una cuestión de principios E. O. ROMERO

implicará el reconocimiento del anclaje o referencia, por parte de todo sujeto, a deter-
minados contextos de acción, modos de vida, situaciones vitales, sistemas de auto-
afirmación, etc.; es decir: a su existencia en una comunidad real de comunicación. La
focalización en este punto posibilitará a Apel superar determinadas falencias del pro-
yecto moral kantiano, por ejemplo: al considerar no solamente el cumplimiento de la
norma moral en atención al principio ético fundamental explicitado en la comunidad
ideal de comunicación -asumido como ideal regulativo-, sino también considerando
los sistemas de autoafirmación ante la necesidad de asumir una responsabilidad y co-
rresponsabilidad solidaria con las consecuencias deseadas y no deseadas de la acción.
En este sentido Apel considera que Kant:

no reflexionó suficientemente sobre la dependencia en que


se encuentra la validez de normas materiales con respecto a
la situación, ni tampoco sobre el problema, estrechamente
relacionado con ella, de la responsabilidad moral por las
consecuencias y los efectos secundarios (Apel 1985:406).

Bajo este giro introducido por la Ética del Discurso se logra, por un lado, su-
perar el clásico rigorismo del proyecto ético de la filosofía kantiana, caracterizado por la
exigencia incondicional, sin lugar a ningún tipo de excepción, del seguimiento de la
norma regida por el imperativo categórico de obrar según el deber y por el deber
mismo. Por otro lado, también resulta posible concluir, ahora de forma satisfactoria, el
proyecto de fundamentar la razón práctica en la razón teórica en un estricto marco
postmetafísico (Apel 2007:21-49). Es decir, del consenso en tanto que a priori de la co-
munidad ideal de comunicación supuesta ya siempre en cada acto de habla argumenta-
tivo se deduce la exigencia de tornar reales las situaciones ideales de realización de la
fuerza ilocutiva del acto de habla en cuestión so pena de incurrir en autocontradicción
performativa (Apel 1988).

El principio material de la Ética de la Liberación dusseliana como criterio de


verdad práctico

En el punto anterior se han expuesto las tesis apelianas clave de superación en


la filosofía kantiana; ahora se presentará la propuesta dusseliana de fundamentación
ético-material de la Ética de la Liberación. Lo que Dussel muestra es la implantación
límbica de un sistema evaluativo-afectivo. En este sentido, la denominada falacia natu-
ralista pierde su relevancia para el autor latinoamericano, a saber: “Ahora necesitamos
de un principio material estrictamente ético, de obligación o deber-ser que sirva de
mediación entre el criterio descriptivo y su mediación crítica” (Dussel 1998:136). Es
decir, lo que se busca es refuncionalizar el concepto de hombre para poder dar el paso
del orden descriptivo al prescritito.
En primer lugar, Dussel explica que la responsabilidad sobre los actos del
hombre es consecuencia no sólo de la conciencia, sino de la autoconciencia. En se-
gundo lugar, el viviente humano -según expresión del propio autor- está constituido
originariamente por cierta intersubjetividad que convierte al ser humano mismo en

143
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

sujeto comunicativo, con lo cual surge la corresponsabilidad como consecuencia. En


tercer lugar, el viviente humano es un sujeto que, desde su origen, participa en un
mundo cultural.
Ahora bien, si se observa con cuidado, todo lo sintetizado en el párrafo ante-
rior tiene relación con el modo humano de ser viviente, es decir, con el modo de la
producción, reproducción y desarrollo de la propia vida como sujeto individual huma-
no. Por esto mismo es que todo enunciado descriptivo de momentos constitutivos del
ser viviente humano como humano incluye siempre y necesariamente una autorre-
flexión que involucra un deber-ser. La espontaneidad libre y autorreflexiva humana
abre un inmenso horizonte a las decisiones no determinadas por el instinto, pero,

entre la seguridad del instinto y la pura arbitrariedad de una


libertad sin límites, la ética enmarca una conducta regulada
por deberes, obligaciones, exigencias racionales, las cuales
tienen como parámetro material la frontera que divide la
vida de la muerte (Dussel 1998:137).

El paso del juicio de hecho material al juicio normativo es producido por la


razón práctico-material que explicita, en la autorreflexión material y cultural la obliga-
ción ética. La obligación es la “autolegislación responsable que la voluntad (del ‘ello’ a
través del ‘yo’) impera sobre el sujeto (el ‘sí mismo’) desde la responsabilidad de vivir”
(Dussel 1998:139).
En este sentido, Dussel entenderá que “el encuentro con la víctima como el
otro, como el sujeto ético en el ‘re-conomiento’ originario, es el a priori de toda ética,
lo que Lévinas llama proximité, cara-a-cara” (Dussel 1998:420). El tipo de racionalidad
que se establece en esta relación o encuentro es lo que el autor latinoamericano con-
ceptualizará como razón ética pre-originaria. La razón discursiva se funda en esta
razón ética pre-originaria, es decir, si se argumenta (momento práctico o teórico de la
razón) es porque el otro es re-conocido como un sujeto ético autónomo; consiguien-
temente, por respeto solidario al otro, se deben aportar razones para llegar a un acuer-
do y evitar el uso de la violencia -lo irracional-. Si esto es así, la razón discursiva es un
momento fundado en la razón ética pre-originaria (el por/para-el-otro de la razón
práctica como fuente primera, anterior a todo argumento y a toda comunicación):
“Aún las ‘pretensiones de validez’ de la comunicación se fundan en la ‘razón ética pre-
originaria’ pre-discursiva” (Dussel 1998:421).
Sintetizando, los conceptos de Dussel con que hemos articulado esta aproxi-
mación a su propuesta ético liberacionista pueden resumirse del siguiente modo: la
éticamente correcto-bueno (ya que la instancia de fundamentación, según se ha ex-
puesto, no es únicamente formal-procedimental) es reconocer al otro que me interpela
como simétrico-igual; la validez de ese reconocimiento debe ser anticipada por la soli-
daridad de quien oye, ya que no se cuenta en la comunidad vigente-hegemónica con
estructuras de validación posibles de tal interpelación (la víctima como exterioridad).
La anterior exigencia -es posible agregar- surge de la razón ética pre-originaria, que
precede a la comprensión ontológica del ser-en-el-mundo heideggeriano y a la razón
discursiva apeliana.

144
Dussel y Apel una cuestión de principios E. O. ROMERO

Resulta imposible no advertir la influencia levinasiana en las tesis dusselianas.


En tal sentido, Lévinas refería:

La ética como la exposición y sensibilidad externa de una sub-


jetividad a otra se convierte en moralidad y endurece su piel en
cuanto pasamos al mundo político del tercero impersonal -el
mundo del gobierno, las instituciones, los tribunales, las pri-
siones, las escuelas, los comités, etc.- Pero la norma que debe
continuar inspirando y conduciendo el orden moral es la nor-
ma ética de lo interhumano (…) Por ello la filosofía ética debe
seguir siendo filosofía primera (Kearny 1986:65-66).

La “Razón ético-preoriginaria” abre, como anterioridad, el “espacio-posibili-


dad” de la “acción comunicativa”, de la “argumentación”, desde la capacidad originan-
te de establecer el encuentro con el Otro, y en mayor medida, y como límite extremo
ético de exterioridad, abre en el espacio “del-Otro-afectado-excluido”. La Responsabi-
lidad/ Solidaridad del subvertir las estructuras que dominan a la víctima, que la ocul-
tan aun para la comunicación (por desconocida), para la argumentación (por no poder
participar) es lo originario originante, al entender de Dussel. Los oprimidos-excluidos,
en el modelo dusseliano, tras la toma de conciencia, luchan, en solidaridad, por la
participación plena en la “futura” comunidad de comunicación anticipada en la comu-
nidad de las mismas víctimas.
Si recapitulamos lo hasta aquí expuesto vemos cómo la argumentación se ha
desarrollado hasta el punto de poder sintetizarse en la siguiente proposición: lo ética-
mente correcto-bueno (ya que las instancias de fundamentación de la ética dusseliana,
según ya se ha visto, no son solamente formales-procedimentales) es el “reconocer” al
Otro que me “interpela” como “simétrico-igual”. La anterior exigencia, es posible
agregar, dimana de la “razón ético-preoriginaria” (en tal sentido, anterior a la com-
prensión ontológica del ser-en-el-mundo heideggeriano).

Consideraciones finales

En primer lugar, en el nivel de los postulados que de manera simplificada


forman la parte A de fundamentación de la Ética del Discurso, se suscitan algunos
motivos posibles, y hasta necesarios, para discutir las tesis dusselianas. En tal sentido,
se entiende que la Ética del Discurso presuponga que es posible, por principio, que
representantes de intereses encontrados -individuos y grupos- se comuniquen en dis-
cursos no estratégicos y lleguen a un consenso ético, esto es, que a pesar de todas las
dificultades se dan discursos de acuerdo entre personas que pertenecen a diferentes cla-
ses y formas de vida socio-culturales. Ahora bien, Apel observa:

Esta presuposición principal vale con un límite previsto a


priori, como se mostrará más adelante, pero está de antema-
no en oposición a una cierta sobredramatización de la idea
de totalidades del ser que se cierran hacia el exterior (Dussel y
Apel 2005:258).

145
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Es decir, el espacio, ético, político, alterativo, etc. no puede, por principio, ser
radicalmente heterogéneo como propone Dussel. Si esta heterogeneidad fuera radical
no nos sería ni siquiera posible formularla en un lenguaje articulado con sentido -o,
dicho de otro modo, dado que es posible articular lingüísticamente y con sentido la
heterogeneidad descripta y supuesta en el método analéctico dusseliano, esta no puede
ser radical-. Las distintas totalidades del ser, en tanto que diversos mundos de la vida, no
están cerradas, como Dussel las concibe, sino que se encuentran en permanente diálogo
y con límites difusos con diversos horizontes culturales (Apel 1985:69-102).
Bajo estas correcciones, es posible desde la Ética del Discurso seguir, en el
presente contexto, la tesis que propone que nuestro entendimiento del otro está con-
dicionado, en una medida empíricamente esencial, por la comprensión del mundo de la
propia forma de vida y tradición cultural. En este sentido Enrique Dussel puede pre-
suponer el concepto de mundo de la “ontología fundamental” y también el de la histori-
cidad del ser, concebida más tarde por el mismo Heidegger. Pero es difícil seguir la es-
peculación histórico-filosófica de Dussel sobre la relación de una ontología histórico-
hermenéutica o limitada por la forma de vida, por un lado, y la ética trascendental en
tanto que metafísica trans-ontológica del Alter, por otro lado.
En este punto es necesario hacer notar que la oposición señalada por Apel en-
tre la filosofía occidental orientada por Grecia, la cual elabora el problema de la subjeti-
vidad como una dialéctica de la identidad y la filosofía semítica vista como una analéctica
que trasciende toda dialéctica de la identidad, en el sentido de la analogía del ser de diver-
sas personas, épocas y culturas está irresuelta, al menos al parecer del autor del presen-
te trabajo, en la Ética de la Liberación dusseliana (Dussel y Apel 2005:260).
Desde esta perspectiva es posible entender que la comprensión del ser en el senti-
do de un mundo de la vida, determinado históricamente, y particularmente los juicios de
valor inherentes en el sentido de una moral sustancial pueden ser cuestionados radical-
mente por la interpelación del otro en el discurso y esto sucede ciertamente al intentar
llegar a una comprensión de diferentes formas de vida socio-culturales. El otro es, en
alguna medida, el sujeto -al menos como representante- de otra constitución del senti-
do del mundo. Pero es posible preguntarse con Apel: ¿esto puede significar que la
comprensión del ser del otro sea tan diferente de la mía que rebase toda identidad
imaginable de una “totalidad”?, ¿esto no contradice, también, la concepción de analogía
del otro que Dussel supone ad intra en el método analéctico? (Dussel y Apel 2005:249-
267). O, para regresar al problema de la hermenéutica trascendental, queda claro que no
resulta posible preguntar, con sentido, por las condiciones de posibilidad del entendi-
miento válido -pregunta a la cual Dussel no renuncia-, si no acordamos con Apel que
podemos presuponer, por principio la identidad de la razón en el otro y en nosotros,
aunque esto nunca se pueda saldar empíricamente (Dussel 2009:94-96).

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147
XVI
EL A PRIORI ANTROPOLÓGICO EN LA
PROBLEMATIZACIÓN DEL CONCEPTO DE
DESARROLLO
Oriana Cosso
Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires
orianacosso@gmail.com

Pensarnos a nosotros mismos

¿Q ué es el a priori antropológico? Según Arturo Roig (2013) no es ni más ni


menos que la condición de posibilidad del pensamiento latinoamericano, su
germen y su oportunidad de devenir tradición. La actitud de ponerse a sí
mismo como valioso es la fuerza, en sentido deleuziano, que nos impulsa a pensar y,
contraintuitivamente en un continente expoliado, a pensarnos a nosotros mismos. Po-
nernos a nosotros mismos como valiosos se convierte en una constatación trascen-
dental en sentido kantiano: solo nosotros podemos pensarnos, Europa no va pensar a
Latinoamérica. Nuestra es la tarea y también, la responsabilidad.
La fantasía autocéntrica de Buenos Aires obtiene su triunfo casi definitivo so-
bre nosotros el día que dejamos de citar a nuestros maestros. El día que prefiera a
Gramsci sobre Arturo Roig se habrá consumado la derrota cultural que me asimile a
Buenos Aires y borre mi identidad mendocina “de pura cepa”. Althusser fue el maes-
tro de Foucault, y quién sabe, quizás sin la experiencia del encierro de aquel el vuelo
académico de las hipótesis de este último hubiera sido menos factible. A la luz de ese
ejemplo histórico se enfoca mi objetivo en esta comunicación: rescatar el inmenso
aporte a la crítica filosófica de mi maestro, Arturo Andrés Roig, al mostrar el modo en
que habilita reflexiones que consideramos urgentes.
Arturo Andrés Roig no daba monólogos, sino clases. Era un auténtico docen-
te/investigador, porque no planteaba la necesidad de conservar el espacio de la teoría
y desplazar, o mejor dicho “aplazar” el de la praxis. Arturo Roig daba lugar al diálogo
y así nos enseñó sobre el origen pero también sobre la consumación de la práctica
filosófica. Y esto se apreciaba en la sensación que cada uno tenía luego del encuentro
con él: la sensación de haber sido transformado por esa experiencia, la que ofrecía su
modo de preguntar. Al evocar esta sensación, puedo afirmar que Arturo Roig no se
limitaba a declamar a favor de la interdisciplina sino que llevaba adelante una auténtica

149
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

praxis transdisciplinar: su enseñanza hacía de la disciplina la herramienta del proceso


individual de cada uno, no el fin de la praxis docente.
En lo esbozado radica la motivación planteada para esta comunicación: resca-
tar el pensamiento de Roig es intentar rescatar también del olvido y de la implacable
guadaña del tiempo lo efímero de una vida humana frente al carácter monolítico de las
tradiciones del pensamiento. Su proyecto filosófico y su trayectoria académica cobran
así un sentido trascendente: logran llegar más allá de la finalidad inmediata que él les
dio a sus textos, siempre urgidos, siempre urgentes. Su proyecto filosófico y su trayec-
toria académica conducen siempre a nuevos sentidos que deben ser reabiertos por
nosotros. Como nudo gordiano entre su problemática histórico-teórica-existencial y la
nuestra está la noción de a priori antropológico.

Los ministros de economía y nosotros

Mi tesis de doctorado brotó de un chiste de Tato Bores. En uno de sus ce-


lebérrimos monólogos, Tato recordó: “En el año 1958 se creó el Ministerio de Eco-
nomía. No sabemos si la misiadura estaba antes o se creó junto con el Ministerio”.
Después de reirme, no podía dejar de pensar en el trasfondo profundamente foucaul-
tiano de ese chiste. Si le creemos a Freud que el chiste es la expresión del subconcien-
te, comprendemos la tarea profunda que se le asigna a la filosofía en ese cliché actual
que es endilgarnos “el problema del sujeto y el problema del lenguaje”. Si la filosofía
quiere asumir el desafío epocal de sintetizar lo divergente, de constituirse como “dia-
gonal entre los saberes”1, puede empezar por lo obvio: trazar la diagonal entre los
lugares. Las tradiciones están profundamente arraigadas. El “francesa” de la Filosofía
Francesa no es un mero adjetivo sino una marca de identidad, así como el “latinoame-
ricana” de Filosofía Latinoamericana (Ardao 1993). Así, poner a dialogar esas identi-
dades consiste en trazar diagonales entre los lugares. ¿Cómo unir esos vértices no
consecutivos que son la Escuela de Frankfurt y la filosofía del mayo Francés? No será
tarea fácil, pero la envergadura del problema lo amerita.
Dentro de ese proyecto, como decíamos recién, aparece como importante re-
cuperar para la filosofía su condición de ser una diagonal entre los saberes. Pero cabe
plantearse entre qué ángulos ha de trazarse esa diagonal. Decíamos que la diagonal ha
de ir de Frankfurt a París, del proyecto de una Teoría Social Crítica, que plantea el
clivaje de su tradición filosófica con su condición epocal, hasta la filosofía del Mayo
Francés, de “la imaginación” que se rebela ante su incapacidad de pensar lo Otro
(Foucault 2008). No parece imposible si nos remontamos a cuál es la lectura que tie-
nen en común, quién es el filósofo que permite a franceses y alemanes reencontrarse,
no sin conflictos, luego de la experiencia atroz de la Guerra. Se trata de Nietzsche, un

1 “La filosofía, frente a la posición “miserable” de aceptar su conversión en una disciplina ordinaria, debe
asumir la posición heroica de resistir y preservar su libertad de circular por el campo de los saberes por
otras razones que las disciplinarias. La filosofía es útil como diagonal entre los saberes, una diagonal cuya
regla no está determinada de antemano sino que debe ser resultado de una invención. He aquí las resis-
tencias al destino técnico del conocimiento, del cual la división en disciplinas es solo un aspecto” (Badiou
2007).

150
El a priori antropológico… O. COSSO

pensador que reniega de la etiqueta de filósofo en su siglo, el XIX, razón por la cual
logra atraer a las mentes más filosóficas del siglo XX.
El pensamiento de Nietzsche nos permite pensar las prácticas de veridicción
articuladas con las prácticas de sí. Nos permite tomar cierto grado de conciencia acer-
ca de cómo nuestra vida cotidiana, hasta nuestro más mínimo gesto, materializa las
relaciones de fuerza de la época que habitamos. Así, podemos empezar a pensar el
régimen de verdad en que vivimos como correlato del régimen de dominación. Así,
podemos empezar a dar forma a una hipótesis sobre los ministros de economía y no-
sotros.

La ciencia económica y la ideología de los economistas. Liberar a Althusser

En su lucha contra el positivismo, Nietzsche nos abrió la posibilidad de sos-


pechar de la ciencia y del cientificismo. Reelaborada por Deleuze (1986), su filosofía
nos presenta una nueva imagen del pensamiento, cuyo elemento no es ya solo la ver-
dad sino el sentido y el valor. A la luz de esta perspectiva, interrogada en su supuesta
cientificidad, la economía abre también su condición de ser un saber instrumentaliza-
do, en muchos casos para la dominación. ¿Por qué son ciencias las ciencias económi-
cas? ¿Sobre qué efectos de verdad erigen ese status? Si la ciencia ha sido fuertemente
cuestionada como ideología (Habermas 1986), ¿no habrá llegado la hora de cuestionar
las ciencias económicas como ideología de los economistas?
Para empezar a interrogar entonces la relación entre ciencia e ideología, para
el caso del saber de los economistas, una de las posibles hebras a seguir es la oposición
entre ambos tipos de saberes. Cuando Althusser (1971) se propone enseñar la filosofía
de Marx nos coloca, con irrefrenable poder ético, frente al poderoso cóctel de mala fe
con voluntad de dominio de los que ostentan su condición de clase explotadora.
¿Cómo se reproduce en nuestra conciencia la dominación, cuáles son las cadenas invi-
sibles que nos atan a aquello que nos oprime? Ese problema, que sin duda comparti-
mos, es el que lleva a Althusser a proyectar una filosofía auténticamente materialista.
Es el que lo lleva a producir, a mi gusto, una de las definiciones más bellas de “filoso-
fía”: “La filosofía es lucha de clases en la teoría”. Althusser nos enseña que la noción
de ideología cumple un papel metateórico: interroga a la teoría. La ideología es necesa-
ria por su eficacia a la hora de producir una ruptura epistemológica incluso en la pro-
pia teoría marxista.
Pero lo más interesante para el propósito que nos convoca es aquella consta-
tación de Althusser que todavía no hemos terminado de abordar en sus propios
términos, es decir, en términos de prácticas teóricas. Se trata de la definición de ideo-
logía no ya solo como “falsa conciencia” sino de un modo mucho más complejo. La
ideología es una práctica, un dispositivo estatal, un régimen semiótico y una estructura
de subjetivación. Esta última noción es clave, quizás el germen de la teoría de Foucault
y claramente revulsiva para la práctica académica: el sistema educativo, allí donde nos
ciframos nuestra esperanza en la transformación social, no es sino el aparato ideológi-
co del Estado, concebido y sostenido para producir subjetividades dóciles. Este for-
midable concepto, inmortalizado por el arte en la película The Wall, condensa el clima

151
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

de la segunda mitad del siglo XX y abre el camino de la interpretación de las prácticas


políticas de quienes abjuraron de todo.

El desarrollismo como ideología

El concepto de desarrollo hace frunce nuestro entrecejo al constatar cuántas


injusticias se cometen en su nombre. Y despierta la sospecha al revelar su inquietante
genealogía. Según señala de modo revelador Arturo Escobar (1995), su fecha de naci-
miento es el 20 de enero de 1949, día en que Harry Truman anunció su concepto de
“un trato justo para el mundo entero”. Más producción es la clave de la paz y la pros-
peridad. Y la clave para [obtener] más producción es una aplicación más amplia y vi-
gorosa del conocimiento científico y tecnológico.
El discurso de Truman expresa la voluntad de extender a todo el planeta el
sueño americano de paz y abundancia. Nosotros hoy, exhortados por Roig a ponernos
a nosotros mismos como valiosos, estamos llamados a preguntarnos si ese sueño es el
nuestro o si hemos estado, como nos permite intuir Borges, “viviendo el sueño de
otro”.
Pero cabe plantearse, junto a Escobar, cuáles son las características de las so-
ciedades avanzadas que se habrían presentado como cualidades a emular. Él propone
una lista ilustrativa (1995:25):
 altos niveles de industrialización y urbanización e industrialización
 tecnicalización de la agricultura
 altos estándares de producción y vida
 adopción de valores y educación moderna
 integración del capital con la ciencia y la tecnología
 “el sueño americano”: paz y abundancia

La magnitud de la tarea de transformación social planteada es evidente y habría


consolidado, hacia mediados del siglo XX, una voluntad hegemónica. El libro de Esco-
bar intenta interrogar la pérdida de una “ilusión genuina” (la de mejorar dos tercios del
mundo) y la necesidad de dar cuenta de los signos patéticos del fracaso que tiene ante
sus ojos: crisis de la deuda en América Latina, hambruna en Sahelia, pobreza, desnutri-
ción, violencia. ¿Es este el “trato justo” que nos proponía Truman? Quizás estemos ante
la oportunidad de revisarlo, de sospechar del concepto de desarrollo como locus de
producción de hegemonía: el peso, la densidad histórica de ese concepto podría haber
equilibrado la creciente supremacía bélica estadounidense en el consenso de los países
que, en su búsqueda, se sujetaron. Si bien hoy estamos en condiciones de considerar el
discurso de Truman, en palabras de Escobar, como “etnocéntrico, arrogante y en el
mejor de los casos ingenuo”, lo que necesitamos saber es cómo fue que llegó a tener
tanto sentido.
La empresa autocrítica y renovadora en que se embarcó la antropología hace
ya unas dos décadas creó las condiciones de posibilidad para la crítica del concepto de
desarrollo que estamos intentando. Por primera vez se lo pensó en términos de pro-
ducción de un discurso, lo cual permitió mantener el foco en la dominación. En torno
al concepto de desarrollo, podemos decir, se constituyó un nuevo dominio de pensa-

152
El a priori antropológico… O. COSSO

miento y experiencia acerca de las condiciones estructurales en Latinoamérica, que se


constituyeron así en problemas. Sin embargo, las representaciones de Asia, África y
América Latina como “Tercer Mundo” y “subdesarrolladas” son herederas de una
estirpe de concepciones occidentales sobre ellas. El bárbaro, el pagano, el infiel, el
salvaje, el “nativo”, son las figuras en una secuencia de construcción del extranjero
como “otro que necesita ayuda”, en cuyo extremo tendríamos que ubicar al habitante
de ese espacio también construido como Tercer Mundo. Pero ¿por qué es este Tercer
Mundo el peor de los mundos posibles? Ha sido considerado así desde la comparación
con una imagen del mundo que es la imagen de una ciudad europea. Esta operación se
produjo bajo el régimen del objetivismo: el habitante de este Tercer Mundo estuvo
bajo la doble demanda de ser “sujeto” y “objeto” a la vez. La posición de sujeto que
habilita ese régimen es impotente, pasiva, pobre, ignorante e incapaz de modificar la
propia historia, como si hubiera estado esperando la intervención externa desde siem-
pre. Sin embargo, en la imagen de nosotros mismos que nos devuelve el proyecto de
Truman (de hambrientos, analfabetos, necesitados y oprimidos por la propia obstina-
ción, falta de iniciativa y tradición) escuchamos resonar la conocida caracterización de
los “pueblos sin historia” contra la que nos alertaba Roig.
Iluminados por la noción de a priori antropológico, esta representación nos
remite más bien al lugar que ocupa el Tercer Mundo en las relaciones de poder mun-
dial. Denota que el espacio terrestre que denominamos Tercer Mundo ha sido produ-
cido por las metáforas que subliman un orden descendente, como una especie de in-
fierno dantesco. Así, la producción social del espacio implícita en él es una producción
de diferencias en el orden de la subjetividad. La propuesta de Escobar consiste en
pensar el proyecto del desarrollo como la experiencia histórica, singular, de creación
de un dominio de pensamiento y acción. Analiza tres ejes que definen esa experiencia:
las formas de saber que refieren a ella, a través de las cuales aparece y es elaborada en
forma de objetos, conceptos, teorías, etc; el sistema de poder que regula su práctica y
las formas de la subjetividad que propicia, aquellas que permiten reconocerse como
“desarrollados” o “subdesarrollados”. Esta última conclusión nos permite repensar la
metáfora del aparato, que nos había propuesto Althusser. La producción de subjetivi-
dad no se da de modo mecánico, ni hay allí en juego carne inerte, como ilustra The
Wall. Hay, más bien, como conceptualizó Foucault, una modulación de nuestra vida,
eso que, en última instancia, determina siempre nuestra voluntad, tal como había pro-
fetizado Nietzsche.
Así, podemos comprender que tanto el desarrollo como el desarrollismo son
epifenómenos o particularidades de lo que hoy, alertados por Nietzsche, problemati-
zamos como Modernidad. En esta época póstuma, la antropología ha logrado mostrar,
a través de la etnografía, las formas sociales como producto de prácticas históricas que
combinan el conocimiento y el poder y ha examinado cómo las aseveraciones se rela-
cionan con prácticas y símbolos que producen y regulan la vida social. Estamos ahora
en condiciones de abordar el modo en que sobrepoblación, hambre, pobreza y analfabetismo
han devenido operadores hegemónicos. Es necesario, entonces, examinar este gran
significante que es el desarrollo en relación con las experiencias modernas de conocer,
ver, contabilizar, economizar. El objetivo será la emancipación en el campo discursivo
para que la tarea de imaginar alternativas pueda acontecer, en especial en los espacios

153
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

en que se produce conocimiento experto y saberes específicos. Se trata, en definitiva,


de elaborar “lo alternativo” como una pregunta de investigación y una práctica social.

Arturo Roig: los universales ideológicos y la eticidad opresiva del poder

En Arturo Roig y Louis Althusser se expresa un zeitgeist, en sentido hegeliano.


No solo por haber caminado las mismas calles de la misma ciudad en la misma época
(recordemos que se trasladó a París para cursar su doctorado allá por la década del
'40), sino por haberle dedicado una profunda reflexión a la operatividad de la ideolo-
gía. Y su reflexión nos convoca, otra vez, a pensar en nuestra América hoy. Allí nos
encontramos con Arturo Escobar, quien aborda las condiciones históricas que hicie-
ron posible la emergencia y consolidación del discurso del desarrollo en el período
inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sospechábamos de este con-
cepto y su operatividad ideológica, y nos encontramos con que fue el producido por la
problematización de la pobreza que tuvo lugar en la Posguerra.
Tuvo lugar, entonces, un proceso en que confluyeron la profesionalización del
saber sobre el desarrollo y la institucionalización de prácticas desarrollistas. Los con-
flictos sociales actuales en nuestro país, allí donde se cuestiona la eticidad opresiva que
este saber intenta operar, son entonces, quizás, el ámbito de objetivación de este con-
flicto primigenio cuyo origen intentamos develar: el significado mismo de “desarrollo”
está allí en disputa y plantea interrogantes que no tienen precedente respecto de la
posibilidad del diseño de órdenes sociales, la tecnología, la naturaleza y el significado
de la vida. Estos interrogantes irrumpen en la narrativa del desarrollo, que como tal no
ha sido una mera ficción, sino una instancia en que los mundos posibles han sido
reinventados en la contienda por mundos reales, presentes.
Cuando Roig utiliza la categoría “universales ideológicos” en la obra “Ética
del Poder y Moralidad de la Protesta”, apunta a elucidar fundamentos para una “moral
de la emergencia” o “moral del conflicto”, ubicada en la tensión que provoca afirmar-
se como sujetos de un enunciado crítico mientras se asume críticamente la subjetivi-
dad (Roig 2002). La moralidad social, o moralidad del conflicto, debe ser recuperada,
según Roig, en momentos en que la eticidad del poder muestre su carácter autoritario
u opresivo. La eticidad había sido caracterizada por Hegel en su Filosofía del Derecho
como la superación dialéctica tanto del derecho formal como de la mera moralidad
social, la creación racional de la voluntad libre que establece así una relación necesaria
y determinante consigo misma dentro de esta Ciencia del Estado, a la que se proponía
contribuir. Roig recupera la contradicción, principio de movimiento inherente a toda
dialéctica, entre moralidad y eticidad para abordar la pregunta que había planteado
José Martí: La ley mata. ¿Quién mata a la ley? (Roig 2002:7). Para responder ante el
escándalo del derecho injusto, es necesario abrevar en la emergencia de una nueva
moral dentro de la protesta social. Podríamos asumir, entonces, que la protesta grita lo
que las leyes callan.
Las leyes, así como el poder político institucionalizado, ostentan una eticidad
propia, la eticidad del poder. Frente a la moralidad de la protesta, esta eticidad se reve-
la como un conjunto de formaciones éticas opresivas que pueden denominarse uni-
versales ideológicos. La característica de estos universales es la de ser construcciones

154
El a priori antropológico… O. COSSO

discursivas a las que se les confiere valor ontológico, tal como sucedía en el Medioevo,
porque de este modo pueden sostener las normas que pretenden regir la vida humana.
En este sentido, Roig advierte la necesidad de prestar atención a los universales ide-
ológicos que se producen y reproducen en cada época: no son meras construcciones
discursivas sino que tienen performatividad, son políticos, se constituyen en principios
para la organización de la conducta humana. Su alto poder simbólico, esto es, su po-
der invisible, no puede ejercerse sino con la complicidad de los que no quieren saber
que lo sufren o que lo ejercen. En este sentido, cabe recordar que las tomas de posi-
ciones ideológicas de los dominantes son estrategias de reproducción que tienden a
reforzar en la clase y fuera de la clase, la creencia en la legitimidad de la dominación de
clase (Bourdieu 2000:65-73).

Problematizar el concepto de desarrollo: una tarea de la filosofía

Sostenemos que el conflicto social es el ámbito de objetivación de quiebres y


fracturas en el pensamiento hegemónico que es necesario abordar desde la crítica fi-
losófica. El conflicto social es la grieta que se abre y permite que se inserte la crítica, el
eslabón más débil que Lenin buscaba, donde, según Althusser, hay que operar. Poner
nuestro saber al servicio de las luchas populares, devenir minoría, como quería Deleu-
ze, tendrá sin dudas efectos emancipatorios. El primero de ellos es trascendental: es el
a priori antropológico, en palabras de Roig. Ponernos a nosotros mismos como valio-
sos nos habilitará para asumir las críticas que se dirigen hoy hacia la noción de desa-
rrollo y su operatividad ideológica, sensatamente intuida por las organizaciones socia-
les en lucha, tenazmente ignorada por el saber de los economistas... ¿o debemos decir
por su ideología?
¿Por qué es necesario pensar nuevamente la ideología, en nuestro país, luego
del asedio neoliberal a la subjetividad? ¿No se desvaneció de una vez la eficacia de la
ideología con el cuestionamiento de los aparatos y su desmantelamiento? En efecto, el
mito de la igualdad de oportunidades y las credenciales educativas se evaporó hace
tiempo gracias a los avisos clasificados que piden “buena presencia” y “referencias
comprobables”. El mito de legitimidad de las “fuerzas del orden”, a la par de la des-
clasificación de los documentos de la Doctrina de Seguridad Nacional, y por qué no,
también al ritmo de la avidez de la prensa contemporánea por los escándalos que in-
cluyen personas con algún tipo de autoridad social. Y sin embargo, por más que ya no
podamos afirmar tan fácilmente que somos sometidos a “aparatos”, que se nos muele
para hacer chorizos, no por ello estamos menos “sujetados”. Quizás entonces haya
que pensar cómo los aparatos mutaron en dispositivos. La metáfora ideada por Fou-
cault es cada vez más feliz si se la interpreta con un poco de ayuda de la filosofía de la
tecnología.

A modo de conclusión

Hoy, la dominación opera de modo más sutil, mucho más sofisticado, no por
ello menos cruento. Y de la filosofía será la tarea de interrogarla. Lo que me propongo
es enfocar un aspecto de este modo de dominación que está emergiendo, el rol que

155
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

cumple la ideología de la acumulación en el modo capitalista de organizar el trabajo.


¿Cómo opera la ideología hoy, cuando vivimos atravesados no ya por aparatos, quizás,
sino por dispositivos que operan a distancia, en forma remota, que permiten que cada
uno de nosotros sea perfectamente trazable? El modo que asume la interpelación
ideológica hoy no es ya la hipocresía que denunciaba Marx (2012:766-767). Hoy, la
ideología nos interpela desde el cinismo, desde el juego del “como si”.
Pensemos en la publicidad y su cinismo. El cinismo despiadado de la publici-
dad, con sus superhéroes de la limpieza, sus latas de atún en el subte y la cámara mine-
ra en los noticieros, vuelve a poner sobre el tapete la noción de ideología. Así como
Foucault nos mostró que el poder necesita un territorio donde ejercerse, y por eso se
dirige sagazmente hacia la sujeción de nuestro cuerpo, la noción de a priori antropoló-
gico nos propone retomar la búsqueda, en nosotros mismos, de las condiciones de
reproducción de la hegemonía, a contemplar, impávidos sin duda, cuánto hay de nues-
tro propio deseo en eso que nos oprime. Se trata, como planteó Roig, de asumir de
modo crítico nuestra condición de “sujetos”. Implica pensar cómo hemos sido produci-
dos en tanto sujetos. Producidos no sólo en instituciones en que, en tanto aparatos, se
habilitan ciertas prácticas y se gobiernan las conductas. Producidos, también, por la
ideología de la clase dominante que organiza nuestro modo de vivir en una eticidad
opresiva que, no obstante, las organizaciones sociales en lucha logran agrietar.
Es necesario rescatar la noción de ideología aunque más no fuera para poner
en evidencia la interpelación opresora del cinismo de la clase dominante, su articula-
ción en dispositivos de verdad-poder y su efectividad histórica hoy, en nuestra Améri-
ca. Esa es la tarea que asumo con el ejemplo y la obra de Arturo Roig como faro: pen-
sar los problemas que nos enrostran las organizaciones sociales en lucha, las moralida-
des emergentes que cuestionan la eticidad del poder. Así es como asumo la tarea de
pensar el significante “desarrollo” como un universal ideológico elaborado y sostenido
por la ciencia económica. Esto implica, ante todo, no dejarse encandilar por las letras
de oro en los epitafios que rezan "la ideología ha muerto" solo para poder seguir re-
produciéndola con extremo cinismo.

Bibliografía

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ROIG, Arturo, “Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano”, Edición a cargo de
Marisa Muñoz. Proyecto Ensayo Hispánico [en línea]. Dirección URL: http://http://
www.ensayistas.org/filosofos/argentina/roig/teoria/indice.html [acceso 24 de ma-
yo de 2013].

157
XVII
EL IDEAL EMANCIPATORIO DEL
PENSAMIENTO FILOSÓFICO
NUESTROAMERICANO EN EL CONTEXTO
INSURRECCIONAL DEL PERÍODO 1968-1974
Norma Lidia Rodriguez
Universidad Nacional de Córdoba
normalrodriguez@hotmail.com

E l presente trabajo se propone plantear la discusión -en el campo intelectual


específico - acerca de la posibilidad de pensar una filosofía nuestramericana. A
los fines de delimitación, se tomará el período 1968 – 1974, en el cual conver-
gieron las repercusiones de la polémica entre Augusto Salazar Bondy y Leopoldo Zea,
con otros debates sociales y político-ideológicos en el seno de América Latina, que
apuntaban a una transformación radical de las estructuras sociales. Por un lado, surge
la Teoría de la dependencia, que evidenciaba la división entre un centro -poseedor del
poder comercial, financiero y tecnológico- y una periferia dependiente. También se
suma el aporte de la Teología de la liberación que denosta el pecado estructural, como
fruto de la injusticia y defiende la idea de un socialismo latinomericano. Para comple-
tar el panorama, es menester mencionar la circulación de las variopintas corrientes
marxistas y la incorporación de los enfoques críticos de la Escuela de Frankfurt.
Toda esta confluencia, abonó el terreno permitiendo que germinara la Filoso-
fía de la liberación, la cual se caracteriza por asumir un giro descolonizador para apor-
tar a la praxis liberadora social y nacional.
Rastrear los cruces discursivos y tópicos comunes en esta constelación de
pensamientos que procuraron la superación del estado de dependencia es el propósito
de este breve artículo, aunque sin la exhaustividad que se merecería cada vertiente.

La inevitable revolución

Luego de la derrota de Batista en Cuba, en 1959, por parte de la guerrilla fo-


quista de Fidel Castro y Ernesto Guevara, la idea de la revolución a lo largo de todo el
continente, ganó una alta credibilidad. En tanto que los éxitos revolucionarios se pro-
ducían, crecía en los sectores de izquierda una potente fascinación que descartaba de
plano soluciones reformistas a los problemas sociales y políticos de la región. Se vivía

159
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

una etapa tumultuosa de hombres con voluntad transformadora, a la cual los intelec-
tuales no podían escapar. La política y la actividad intelectual debían marchar estre-
chamente unidas (Terán 1991:140-141). Una oleada de convulsiones sociales se fueron
dando, por medio de guerrillas armadas, movilizaciones y luchas de estudiantes y tra-
bajadores urbanos, e incluso en algunos lugares se sumaron los campesinos sin tierra,
en especial en aquellos países con mayoría aborigen. La nota dominante para los revo-
lucionarios fue el marxismo, pero con un tinte latinoamericanizado. Según Zanatta
(2012:180-184), se manifiesta una esencia del universo ideal latinoamericano con ten-
dencia al monopolio del poder y a homogeneizar al pueblo, con una manifiesta hosti-
lidad a la democracia liberal –considerada formal– frente a la democracia sustancial
que es fruto de la revolución. No obstante, la asunción en 1970, de Salvador Allende
en Chile por vías formales, suscitó esperanzas.
Se agudizó el debate por los nuevos “sujetos revolucionarios”: los intelectua-
les, los estudiantes, los jóvenes, los negros. Y según la región de América Latina, se
plantearon las figuras de la “clase revolucionaria”: el proletariado urbano, el proleta-
riado rural, el campesinado. La agenda política además incluía el repudio a toda poten-
cia colonial, el antiimperialismo, la soberanía y liberación nacional (Gilman 2003:29-
30). Las alternativas eran excluyentes: “socialismo o fascismo”, “revolución o muerte”,
“Liberación o dependencia”.
Desde el ámbito marxista, tuvo gran recepción la noción de imperialismo
propuesta por Lenin. La misma sostenía que el capital financiero en pos del control de
las materias primas y de los mercados a nivel mundial dividía al mundo en áreas de
influencia, controlando económicamente así a las colonias y semicolonias (Georgieff
2008:192-193). Ya desde el movimiento descolonizador iniciado desde 1945, la libera-
ción nacional se había convertido en una consigna de la izquierda, los pueblos ances-
trales a los que se impedía ejercer su derecho natural a la autodeterminación fueron
reclasificados como «colonias» que también se liberaban a sí mismas de la explotación
imperialista (Hobsbawn 1998:152). En esta misma línea, es considerable la circulación
y adhesión que obtuvo “Los condenados de la tierra” de Franz Fanon, la cual sostiene que
la contradicción principal es entre naciones opresoras y oprimidas. Sustituye a través
de esas categorías la clásica contradicción marxista entre burguesía y proletariado. La
tarea de la independencia es inevitablemente del pueblo, pero puede tener como alia-
dos a las burguesías locales. Para él la conciencia revolucionaria de los hombres es
proporcional al grado de opresión al que están sometidos. Solo la fuerza popular con
fines liberadores puede quebrar la lógica de la dominación (Ponza 2010:127-129).
De acuerdo a la exposición del filósofo argentino Nicolás Casullo, en síntesis
puede definirse esta época a través de tres características:
- Es un tiempo contestatario: Cuestiona al mundo desde la relación con los padres
hasta con el imperialismo. Se movilizan fuerzas sociales y políticas que manifiestan
su disconformidad con modelos de gobernabilidad, órdenes establecidos y valores
de vida imperantes.
- Existen fuertes elementos utópicos: Asume una herencia revolucionaria de largo
linaje histórico.

160
El ideal emancipatorio del pensamiento filosófico… N. L. RODRÍGUEZ

se está haciendo un largo viaje hacia la revolución francesa, hacia el co-


razón más utópico y temible de la modernidad (…) Todo el siglo XIX
está cruzado por anarquistas, socialistas, sindicalistas, marxistas, teóricos,
discusiones de Marx con Bakunin, de Bakunin con Marx, de Lenin con
Kautsky, de Gramsci con la Internacional comunista, etc… donde apare-
ce la discusión de la violencia revolucionaria o del camino pacífico re-
formista hacia el cambio del sistema (Casullo 2006:184).

- Los sujetos sociales políticos e ideológicos están claramente constituidos: la clase


obrera, el campesinado, el estudiantado. Aparece la juventud como una nueva sub-
jetividad (Casullo 2006:170).
A su vez, Casullo engloba los frentes concretos e históricos en que se da el
espíritu de la época en tres campos:
- La rebelión político ideológica estudiantil: Los estudiantes generan movimientos en
Francia, Estados Unidos, México, Argentina… Reclaman por transformaciones en
el orden universitario, las materias, los programas. “La universidad no es la clave,
salgan a la calle, juntense con la gente” es uno de los lemas en este frente (Casullo
2006:172-173).
- La rebelión cultural en el campo de las costumbres, las normas y los modelos de
vida: En esto se incluye el feminismo, el hippismo, el orientalismo, la cultura psi-
codélica, que cuestionan los principios de vida occidental naturalizados.
- Las rebeliones políticas entrelazadas con la tradición de las izquierdas: en esto se
incluyen los procesos políticos de liberación tercermundista: Vietnam, Camboya,
Laos, Angola, Argelia, China, Cuba. Contradiciendo los preceptos de la izquierda
europea, es una revolución que va de la periferia hacia el centro. En ella, la violen-
cia es la metodología (Casullo 2006:172).
Estos ideales son las banderas de La Nueva Izquierda que se conforma a fina-
les de los 60 hasta los primeros 70 con un amplio abanico de actores sociales involu-
crados en el espíritu de rebelión de la época: anarquistas, socialistas, nacionalistas,
marxistas, cristianos de izquierda y movimientos humanistas. Tomando como referen-
cia las experiencias de lucha tercermundistas cuestionan la lectura marxista ortodoxa
propiciada por la URSS a través del Partido Comunista.

la nueva izquierda latinoamericana es una generación que decidió com-


prometerse con una idea de cambio histórico –pasaje del capitalismo al
socialismo- que concluyese con las injusticias, con las desigualdades so-
ciales. Comprometerse con los pobres y olvidados del sistema. Genera-
ción política que se sintió ella misma, como generación, parte de ese
mismo mundo explotado. Que se sintió víctima. Víctima de una cultura
con sus morales y modelos de consumo y ciego materialismo económico.
Víctima de saberes universitarios que no cuestionaban dicha cultura, di-
cho orden de valores, donde todo terminaba siendo compraventa, mer-
cancía, sobre todo los sujetos, lo humano. Víctima de normas de vida re-
presoras, falsas, aparentes en su virtud, de autoritarismos que impedían
formas genuinas de vida. Víctimas de un sistema económico que conde-

161
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

naba a la miseria y a la exclusión a millones de personas en la tierra (Ca-


sullo 2006:189).

Este clima de insurrección y movilización social se hizo manifiesto en Argen-


tina, aunque con el tono particular que dio la masiva adhesión al peronismo. Es señero
el caso de Córdoba, en el que se produjo la alianza obrero estudiantil con el sindica-
lismo combativo de izquierda. Esta alianza, entre demandas sectoriales y rechazo a la
dictadura de Onganía, fue la que movilizó el Cordobazo. Revuelta que se incorporaría
como gesta heróica al imaginario revolucionario. “El Cordobazo se convirtió en la
prueba nacional y autóctona que tornó verosímil la hipótesis de la rebelión popular y
la posibilidad de conducir y esclarecer a las masas” (Casullo 2006:209).
Este espíritu de la época se atraviesa con los debates académicos acerca de la
posibilidad de una filosofía de Nuestra América:

Puede corroborarse como la orientación emancipatoria supone el reco-


nocimiento de los sujetos latinoamericanos en su capacidad de construir
su propia historia de un modo no enajenado y, en consecuencia, la posi-
bilidad de generar un pensamiento filosófico que contribuya a revertir las
formas de opresión y subordinación para construir otro tipo de relacio-
nes sociales e internacionales (Ramaglia 2009:388).

Sobre este debate teórico e ideológico, versa en adelante este trabajo.

¿Cómo filosofar siendo dependientes?

En 1968, Augusto Salazar Bondy publica “¿Existe una filosofía de Nuestra Améri-
ca?” cuyos postulados son puestos en cuestión inmediatamente (1969) por Leopoldo
Zea en su obra “La filosofía Latinoamericana como filosofía sin más”.
Salazar Bondy (2004) asume en su obra la consideración de si el pensamiento
hispanoamericano puede decirse que es una filosofía original, genuina y peculiar, por
un lado. Por otro, hace una apuesta normativa sobre cómo debe ser la filosofía hispa-
noamericana si quiere lograr autenticidad y por último, si “lo hispanoamericano” debe
o puede ser tema de reflexión filosófica. Para cumplir con esos objetivos, el autor
primero realiza una recuperación del pensamiento en la región, dejando manifiesto
que lo que se opera es un “trasplante” de ideas europeas. Ese trasplante, para él, se
inicia con la conquista y colonización. Da cuenta del predominio de la escolástica has-
ta el siglo XVIII, siglo en el que llegan los ideales modernos a los intelectuales locales.
Luego el siglo XIX adopta los principios románticos que inspiran tanto a liberales
como a conservadores. Desde fines del siglo XIX hasta 1920 domina el positivismo.
Ante ese enfoque, desde 1930 se constituyó un movimiento antinaturalista en el que
surgieron figuras entre las que destacaron Alejandro Korn y José Vasconcelos. A lo
largo del siglo XX presenta la recepción del marxismo, la filosofía neotomista, el posi-
tivismo lógico y el existencialismo francés.
Luego de ese recorrido, arriba al diagnóstico de que la filosofía en hispano-
américa ha sido fundamentalmente imitativa de las discusiones Europeas, con ausencia

162
El ideal emancipatorio del pensamiento filosófico… N. L. RODRÍGUEZ

de proclividad teórica y de aportes originales aunque reconoce que se les ha dado co-
lor local. A estas preocupaciones por actualizar en clave hispanoamericana, se dedica,
cuando menciona a Alberdi, para quien la filosofía no debe ser pura o abstracta sino
aplicada a la solución de problemas de la organización social. Luego, reafirma sí, la
preocupación de los pensadores acerca de la necesidad de una filosofía aunque mu-
chos plantean que no hay rasgos propios ni originalidad (Mariátegui, Risieri Frondizi,
Wagner de Reyna). Sin embargo, reconoce también los aportes de José Gaos y Leo-
poldo Zea que dan otro giro a la cuestión. Tanto uno como el otro, defienden que no
hay que proponerse hacer filosofía americana, sino hacer filosofía sin más.
El capítulo 3 del libro de Salazar Bondy, “Una Interpretación” ofrece aspectos
interesantes al tema que se viene perfilando en este artículo, ya que como señala Ra-
maglia pone en el centro la temática de la dependencia, lo que implica tomar en cuenta
los condicionamientos materiales para la producción intelectual (Ramaglia 2009:386).
En ese capítulo sostiene que el carácter imitativo de la producción filosófica local la
convierte en “inauténtica” puesto que se hace ideas sobre “lo que es”, tomando como
imagen suya la de otro, ofreciendo así una imagen incorrecta de la realidad, “vivimos
alienados de la realidad que se ofrece como una instancia defectiva” (Salazar Bondy
2004:83). Arriesga una hipótesis sobre las causas que llevan a este pensamiento
inauténtico: el subdesarrollo, la dependencia y la dominación. Se ha instaurado una
cultura de dominación por la relación histórica de subdesarrollo respecto de España,
Inglaterra o Estados Unidos. La cultura de dominación se afinca por:
- Una disposición a la “receptividad” generada por la dependencia económica.
- La sociedad hispanoamericana carece de fuerza y dinamismo por la condición
deprimida de su economía y la falta de integración y organicidad.
- Las producciones espirituales carecen del vigor metodológico necesario y de
sistematicidad, por lo tanto no pueden insertarse como aportes novedosos.
- Una distancia entre las elites intelectuales extranjerizantes y las masas pauperi-
zadas.
Pero, el autor no se queda en el diagnóstico sino que formula una manera de
darle autenticidad al pensamiento de nuestra América. La filosofía podría ser la parte
de la humanidad que se empine sobre sí misma de la negatividad a formas superiores:

El hombre en ciertas circunstancias –no frecuentes ni previsibles- salta


por encima de su condición actual y trasciende en la realidad hacia nue-
vas formas de vida, hacia manifestaciones inéditas que perdurarán o
darán frutos en la medida en que el movimiento iniciado pueda extender-
se y provocar una dialéctica general, una totalización de desenvolvimien-
to, eso que en el terreno político social son las revoluciones (Salazar
Bondy 2004:88).

La filosofía tiene el compromiso de gestar una “conciencia liberadora” que


sea capaz de:
- develar la sujeción como pueblo,
- pensar la sustancia histórica (valores y categorías) de la región,
- ser el resorte de un movimiento transformador,

163
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

- sumar a la filosofía una reflexión desde nuestra coyuntura,


- promover la unidad hispanoamericana,
- no renunciar a la industria pesada del conocimiento, pensar cuestiones sustan-
tivas,
- hacer un uso instrumental y provisional de la filosofía del centro, pero no co-
mo modelos definitivos,
- operar como pensamiento crecientemente creador y constructivo.
De esta manera, el desalentador diagnóstico de Salazar Bondy sobre la exis-
tencia de una filosofía nuestramericana, se torna en planteo normativo, en el cual se
imbrica con la generalizada conciencia de esos años, de la necesaria transformación
social que troque la dependencia en liberación. Para él, primero debería solucionarse la
dominación estructural para que al fin pueda darse la genuina y auténtica filosofía,
rigurosa, analítica y sistemática.
Pasando ahora al planteo de Leopoldo Zea (2003), en su obra ya mencionada,
hay que considerar que su punto de partida para el pensamiento filosófico latinoame-
ricano es la pregunta por la humanidad del conquistado. De este modo, se dio lugar a
un humanismo híbrido que toma como modelo del Hombre por excelencia, al euro-
peo. Del siglo XX rescata la búsqueda de “lo propio” por parte de los filósofos lati-
noamericanos. Para ello, la filosofía europea misma brindó elementos para desajenar a
los enajenados.
Zea incita a hacer pura y simplemente filosofía ya que al tratar de resolver los
problemas del hombre se hará inevitablemente desde “el nosotros mismos”. Hay que
pensar no sólo “cómo se hace” filosofía sino “para qué” se hace. La reducción de la
misma a una racionalidad técnica ha dividido al mundo en pobres y ricos y no ha
hecho nada por terminar con el subdesarrollo. Por tanto, la manera de pensar en
América Latina, se hace original por ser comprometida con su realidad y no por poner
su empeño en la creación de sistemas metafísicos.

El latinoamericano, como el no occidental en general, debe liberarse de


la enajenación en que ha caído por la acción de otros hombres. Desena-
jenarse es descolonizarse, dejar de ser instrumento, medio, de otros fines
(Zea 2003:106).

Coincide con Salazar Bondy en que pretender ser lo que no somos es un exis-
tir inauténtico. Pero, le refuta que considere solamente como genuina filosofía la que
alcanza la construcción de grandes sistemas, ya que por un lado se olvida de que inclu-
so la filosofía europea tiene poemas como el de Parménides o pensamientos como los
de Epicuro o Pascal. También disiente en que el subdesarrollo sea premisa de la filo-
sofía inauténtica. Ya que implicaría que solo los pueblos no subordinados pueden
filosofar. Acusa Zea, más bien de inauténtica a la filosofía europea que habla del hom-
bre y es la negación del hombre mismo:

Inauténtica es la filosofía de pueblos supradesarrollados que en nombre


de la seguridad de todos los valores que se dice tratan de proteger, justi-

164
El ideal emancipatorio del pensamiento filosófico… N. L. RODRÍGUEZ

fica la destrucción de pueblos, la mutilación del hombre y las restriccio-


nes de su libertad (Zea 2003:113).

A la pregunta de Salazar Bondy, responde Zea que no solo es posible la filo-


sofía americana, sino que lo ha sido y lo es, independientemente de la forma en que se
haya realizado.
En definitiva, desde una u otra postura, se revela que la filosofía nuestrameri-
cana, no puede definirse sino es con fines prácticos, y de liberación de la dominación,
tanto económica como cultural.

La cristalización de la filosofía de la liberación

Desde estos debates, pasando por otros aportes teóricos e ideológicos se fue
conformando el inicio de la filosofía de la liberación que define como su acta funda-
cional el Manifiesto firmado en el Congreso Nacional de Filosofía de Alta Gracia en
1972 suscripto por: O. Ardiles, M. Casalla, H. Cerutti Guldberg, C. Cullen, J. de Zan,
E. Dussel, A. Fornari, D. Guillot, A. Kinen, R. Kusch, A. Roig y J.C. Scanonne.
Esta nueva empresa teórico-práctica, abreva por un lado de la Teología de la
liberación, la cual denuncia que las masas empobrecidas son una clara manifestación
de pecado mortal. Cristo murió para liberar del pecado, por tanto, el reino de Dios no
se hace presente, sin una liberación de la opresión y la injusticia. La liberación tiene
entonces tres niveles: redentivo-salvífico, socioeconómico-político y utópico-histórico
(Moreno Rejon 1989:91-92). En 1972, Juan Carlos Scanonne afirma en este sentido:

La evangelización practicada en una situación de injusticia y dependencia


se convierte en una evangelización liberadora. Así es como por un lado,
se purifica el mensaje cristiano del uso ideológico que le truncaba su di-
mensión histórica y crítica, y lo reducía al ámbito de lo meramente inte-
rior, individual y privado, o a un nivel de expresión abstracta, genérica,
atemporal y no comprometida; y por otro lado, se descubren sus impli-
cancias históricas y políticas concretas, que apuntan a la liberación inte-
gral en Cristo (Scanonne 1972:443-444).

Otra vertiente que circula en este contexto de surgimiento de la Filosofía de la


liberación, es la Teoría de la Dependencia. Esta línea de pensamiento sociológico
contó con los aportes de los brasileños Cardoso y Faletto, Ruy Mauro Marini y el chi-
leno Gunder Frank1 es un esfuerzo por conjugar marxismo y nacionalismo y conducir
a América Latina hacia el socialismo, partiendo del análisis de las estructuras de domi-
nación y de la doctrina leninista sobre el imperialismo (Zanatta 2012:171-174).
Dussel reconoce el constante diálogo con la Teoría Crítica de Frankfurt en los
orígenes de la Filosofía de la Liberación. De su primer período, tomaron la idea de
“materialidad” como corporalidad viviente. Se trata de una materialidad antropológica
vulnerable, que tiene deseos, que necesita comer, vestirse y un techo. Se trataba de una

1Para ahondar en los matices que imprime cada uno de estos autores a la teoría de la dependencia ver
Cerutti-Guldberg 2006:117-150.

165
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

materialidad negativa que considera los efectos manifestados en dolor y miseria de las
víctimas del autoritarismo y el capitalismo. Pero esta primera generación con notas
eurocéntricas no alcanzaba –a su juicio– a responder a un horizonte que excede el
europeo o norteamericano (Dussel 2006:78-83).
La palabra liberación, es tomada de los movimientos de Argelia, África, y
América Latina. Al hablar de liberación, se refiere a algo que toca lo material, lo físico,
lo real, que es el sufrimiento del pueblo. A la interpelación de Salazar Bondy, Dussel
(2007) responde afirmativamente; es posible filosofar para pensar la explotación, la
dominación, el ser periférico y la esperanza de una liberación.
Y dicha esperanza estaba puesta en el pueblo. Dussel, rescata esta categoría
considerada en general, por las ciencias sociales, como no científica. Para él, es fun-
damental, si se pretende entender la contraposición de “centro-periferia”. Pueblo es el
oprimido que quiere cambiar el sistema. Ese cambio, es radical en tres sentidos: Es
una revolución patriótica, en tanto que busca la liberación nacional; una revolución
social, en pos de la liberación de las clases oprimidas y una revolución cultural que se
da en lo pedagógico como develación del proyecto de la oligarquía ilustrada. Los inte-
lectuales, deben cumplir la función crítica, comprometiéndose con el proceso de libe-
ración, oponerse a esa oligarquía y alentar al pueblo a defenderse (Dussel 1973:109-
111).
Volviendo al tema de la originalidad, en este caso vemos que se da en la asun-
ción de la localización histórica que responde al sufrimiento real y concreto de los
victimizados.
Paralelamente, se desarrolla en el seno de la filosofía de la liberación, una línea
que cuestiona esta confianza en el pueblo, caratulándola de populista. Esta otra expre-
sión se hace pública a través del “Manifiesto salteño” (1974) elaborado por Roig, Ma-
turana y Cerutti Guldberg:

Lo que importa en definitiva, no es la elaboración de un sistema, concep-


tual, sino integrar el proceso revolucionario histórico real con su dimen-
sión teorética indispensable. La prioridad no es elaborar una filosofía tal
o cual, sino la efectiva ruptura política de la dependencia (…) La filosofía
deja de ser una contemplación para sumarse a la praxis (Cerutti Guldberg
2006:488).

La impronta de este sector es entonces historicista más que ontológico y con


énfasis en la praxis transformadora basada en un compromiso ideológico.

Conclusiones

Para finalizar esta apretada presentación del profuso debate sobre la filosofía
latinoamericana, en relación al imperativo de posicionarse frente a la liberación o la
dependencia, cabe hacer mención a la actualidad de la filosofía de la liberación para
una nueva constelación de pensamiento crítico sobre un reconfigurado capitalismo
globalizado. Ante esta nueva realidad, la pregunta por cómo lograr la liberación de los
sectores que continúan siendo marginados o excluidos de una vida digna es más que

166
El ideal emancipatorio del pensamiento filosófico… N. L. RODRÍGUEZ

vigente. La naturalización de las relaciones de dominación -que son consecuencia del


desarrollo del capitalismo- es un desafío para que desde el campo intelectual no se ceje
en la tarea desenmascarar los procesos discursivos, políticos y económicos de subal-
ternización de los sectores más postergados de Nuestramérica.
Queda abierta la reflexión para que desde aquel testimonio de época, se logre
finalizar con la hegemonía del logos anglo europeo al que se refería Zea y germine la
posibilidad de un mundo que considere la diversidad.

Agradecimientos

Al Dr. Gustavo Roberto Cruz, quien me inspiró desde su compromiso con el


Pensamiento Latinoamericano y me alentó con sus comentarios. Al Dr. Horacio Ce-
rutti Guldberg, por la pasión puesta en sus enseñanzas acerca de filosofar para la libe-
ración.

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168
XVIII
PENSAMIENTOS SOBRE MARIÁTEGUI:
APORTES PARA UN MARXISMO
LATINOAMERICANO
Rocío Fatyass
Universidad Nacional de Villa María
rofatyass@hotmail.com

Introducción a las problemáticas del pensamiento social latinoamericano

E ste escrito tiene el objetivo de analizar las trasformaciones políticas, económi-


cas, sociales y culturales necesarias para la emancipación de América Latina,
desde la perspectiva marxista de José Carlos Mariátegui, cuyo debate se consi-
dera inherente al ámbito académico como así también de la acción política.
Se reconoce, siguiendo la línea de Alcira Argumedo (2009), que para compren-
der la realidad latinoamericana es necesario pensar fundamentalmente desde Latinoamé-
rica, de acuerdo a su literatura, a sus resistencias culturales y a ciertas formas de conoci-
mientos y mentalidades populares; se trata de recuperar las propias ideas y de reconstruir
las matrices de pensamiento latinoamericano, para detectar mediante ellas las líneas de
continuidad o ruptura de los valores, conceptos, enunciados y propuestas pertenecientes
a las principales corrientes en las ciencias sociales y en el debate político.
Las matrices de pensamiento implican por lo tanto la noción de totalidad
histórica, recuperando una visión comprensiva, abierta y dinámica sobre lo social,
haciendo emerger las voces de otros protagonistas de la historia. Entonces, pensar el
proceso de emancipación de la región desde Mariátegui es trabajar las continuidades,
no sobre un pasado sepultado. Esto supone reconocer que todo orden social es siem-
pre defendido hegemónicamente, pero a su vez resistido y alterado. Por lo tanto, en el
desarrollo de este escrito se sostiene como supuesto de sentido que el pensamiento de
Mariátegui contribuyó a la conciencia histórica crítica de la región; superó la mirada
euro céntrica, economicista y dogmática del marxismo y originó imaginarios sociales
para llevar a cabo la estrategia ética política de liberación latinoamericana y fundamen-
talmente peruana. Desde esta perspectiva que analiza la situación histórica de América
Latina, se reconoce que hay otras y muchas modernidades- si aún cabe la utilización de
este término-, como forma de ‘dialectizar’ la dicotomía imperante entre mito e histo-
ria, ritual y racionalización, metáfora y concepto, comunidad y estado, lo cual permite

169
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

visualizar mejor las estrategias de dominación y frente a esto las estrategias de resisten-
cia, negociación y producción de nuevos sentidos sobre lo social por parte de lo subal-
terno.
En síntesis, este trabajo aborda lo subalterno en América Latina como metá-
fora histórica e hipótesis de cambio histórico, para cuestionar activamente la domina-
ción y como verdad teórica, es decir, como categoría analítica y perspectiva crítica, que
pretende conciliar la reflexión sobre las prácticas de los agentes combinando el análisis
sobre las condiciones subjetivas y objetivas de la agencia.

Postulados filosóficos y políticos de Mariátegui para la trasformación social

Para comenzar es necesario, pero sin objetivos de grandes sistematizaciones


de la complejidad, dar a conocer cuál es el contexto de producción y acción de Mariá-
tegui. Lo anterior se ubica en la fase revolucionaria de los años 20, cuyo período coin-
cide con la reciente revolución rusa y el movimiento de masas en Centroamérica. Di-
cho marco socio político incluye las temáticas antiimperialistas y socialistas las cuales,
según la lectura de José Aricó (1999) y Michael Löwy (1998), repercutirán inclusive en
lo que denominan como la última etapa del pensamiento revolucionario -que sin em-
bargo continúa con trasformaciones- inaugurada con la revolución cubana.
Lo que propone Mariátegui está dirigido fundamentalmente a la explicación
de la realidad peruana en un momento histórico particular, pero como nos dice José
Aricó, este proceso se puede definir como “una diversidad de perspectivas girando en
torno a un denominador común de una perspectiva de trasformación social” (Arico
1985:956). En definitiva, este tipo de análisis admite problematizar, en toda la región
latinoamericana, el tema de etnicidad, las estratificaciones sociales, económicas y geo-
gráficas, las consecuencias del capitalismo y frente a esto la estrategia revolucionaria
comunista.
En su etapa madura, luego de su viaje a Italia -1928/1929-, y con respecto a
sus críticas al socialismo, Mariátegui entra en confrontación con los supuestos del
APRA y de su dirigente Haya de la Torre y también marca diferencias con la línea
oficial de la III Internacional expresada por Victorio Codovilla.
Frente a estos intelectuales, Mariátegui sostiene cuatro contraposiciones fun-
damentales: a) la imposibilidad del camino socialdemócrata debido a que la transfor-
mación del capitalismo de libre competencia en monopolista e imperialista no asegura
en ninguna de sus instancias la liberación social; b) la lejanía de esta corriente con
relación a Indoamérica; c) las diferencias que se producen entre las connotaciones
sobre la reforma y la revolución después de la experiencia de la Primera Guerra Mun-
dial y d) su crítica a la corriente socialista evolucionista y positivista, que niega el po-
tencial trasformador del campesino y el indígena, apostando a las burguesías naciona-
les y desconociendo las especificidades históricas de la región latinoamericana.
De este modo, la matriz de sus postulados filosóficos y políticos para la revo-
lución social se refieren a la siguiente tesis:

No queremos, ciertamente que el socialismo sea en América calco y co-


pia. Debe ser creación heroica. Tenemos que darle vida con nuestra pro-

170
Pensamientos sobre Mariátegui… R. FATYASS

pia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano


(Mariátegui 1928).

En este camino, Mariátegui sostenía que el APRA debía ser un frente, es decir
al estilo Lenin, debía constituirse en el partido de clase como instrumento de acción.
Asimismo, no se trataba de ir en busca de un actor social ya constituido objetivamente
-como prescribía la ‘ortodoxia’ soviética asentada en un materialismo economicista-
sino que la tarea de la organización revolucionaria consistía en construir políticamente
al sujeto para la revolución. Es decir, como explica también José Martí (2005), se con-
sidera que hay que generar al sujeto revolucionando, no copiando los procesos de
otros lugares, sino creando de acuerdo a las propias necesidades históricas. En estos
sentidos, el nuevo frente de clase tenía que ser compuesto, específicamente en la reali-
dad peruana, por el campesinado, el indígena y el proletariado urbano, así como tam-
bién era necesario el acompañamiento de los intelectuales subalternos.
Se combinan así los postulados del Marx europeo con una realidad latinoame-
ricana, sin caer en el exotismo o el folclorismo ni tampoco en la visión únicamente
universal. En estas síntesis conceptuales se puede visualizar la dialéctica entre lo parti-
cular y lo universal, entre América y Europa, entre lo nacional y lo internacional, entre
la tradición socialista europea y la tradición comunista incaica.
Avanzando en las reflexiones, 1928 fue clave ya que Mariátegui (2005) escribe
Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, donde intenta investigar la formación
social peruana utilizando el método marxista, pero nuevamente sin limitarse a repetir a
la ortodoxia. Desde acá comienza a plantearse las posibilidades históricas para una
transición de una organización socialista a una etapa de organización comunista incai-
ca, basada en el trabajo cooperativo de la tierra y la comuna agraria.
Mariátegui se opone así al primer Marx -quien recalca la necesaria destrucción
de la comunidad agrícola- y con ello cuestiona a una filosofía fatalista supra histórica,
universal y necesaria. Frente a esto, la revolución comunista en Latinoamérica, debe
sacar el problema indígena de su ambiente restringido para “denunciar la opresión
indígena ya al lado de las demás opresiones que se realizan en el mundo” (Aricó 1999:
101). Se cuestionan entonces, como también lo sostiene claramente el autor Aníbal
Quijano (1992), las ideas de racionalidad y modernidad eurocéntrica que anulan otros
procesos sociales e instauran identidades históricas dicotómicas y estigamatizantes.
De esta manera, las temáticas que analiza Mariátegui tienen que ver funda-
mentalmente con el problema de la tierra y el indio, e incluso con el desarrollo de una
literatura autónoma. Estas especificidades históricas constituyen lo propiamente lati-
noamericano en la obra de Mariátegui.
Lo anterior implica pensar que la liberalización nacional viene de la mano de
la recuperación del derecho a la tierra por parte de la comunidad indígena y campesi-
na. De este modo, el problema nacional se mezcla con el problema de la raza y de la
etnia. Ambos conceptos, aunque adquiere más relevancia el segundo, son utilizados en
Mariátegui de manera conjunta para marcar las estructuras biológicas y fundamental-
mente socioculturales, conformadas históricamente, que intervienen en los procesos
de organización nacional. Entonces, a diferencia de los enfoques positivistas que
hacen hincapié en el estudio de las razas ligadas únicamente a principios evolutivos y

171
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

biológicos, que sirven para legitimar la superioridad de una nación sobre otras, nuestro
autor reconoce los orígenes sociales e históricos de estos procesos permitiendo visibi-
lizar otras historias posibles sin establecer dicotomías.
Bajo estos ejes, la propuesta del autor tendrá que ver puntualmente con la
praxis revolucionaria entendida en los siguientes términos:

La lucha de los indios, proletarios y campesinos, en estrecha alianza con


el proletariado mestizo y blanco contra el régimen feudal y capitalista,
pueden permitir el libre desenvolvimiento de las características raciales
indias y podrá crear la ligazón entre los indios de diferentes países, por
encima de las fronteras actuales que dividen antiguas entidades raciales,
conduciéndolas a la autonomía política de su raza (Mariátegui 1984:257).

En cuanto al problema de la tierra, el autor explica que con la conquista se


generó el latifundio, cuestión que se mantuvo incluso con la independencia, lo cual
produjo que la organización social en gran parte de América Latina se caracterizará
por ser un sistema semi feudal. Además expone que la civilización peruana es agraria,
lo cual se expresa en la comunidad de la tierra (ayllus) y en su religión. Se puede consi-
derar que los europeos instauraron el sistema feudal y de esclavitud, desconociendo la
riqueza económica que representaba el trabajo agrícola en Perú, ya que los valores
morales que intervienen en el trabajo comunitario motivan al indio para una labor más
productiva.
Por otro lado, el período de la república no significó una verdadera revolución
burguesa, cuestión que viene a reafirmar la imposibilidad de que esta clase lleve a cabo
la revolución nacional. No hubo revolución burguesa porque no existió conflicto en
términos marxistas, sino más bien relaciones entre la nobleza terrateniente y la bur-
guesía comerciante, ligando ciertos intereses económicos y políticos con el imperialis-
mo. Tampoco hubo, en la mayor parte de la región, revolución indígena ya que el
programa revolucionario ortodoxo no reconocía sus verdaderas reivindicaciones; es
decir, a diferencia de la propuesta de Mariátegui, no se hizo hincapié en los factores
socioculturales como motores de la revolución.
Otra de las problemáticas, que aparece en el texto periodístico Peruanicemos al
Perú (Mariátegui 2007), es la idea de literatura, no como mecanismo para la reivindica-
ción sectorial sino como una manera de asumir la alteridad y definir la identidad na-
cional. Se propone entonces una concepción de literatura que une la vanguardia estéti-
ca y el nacionalismo indigenista. En este caso Mariátegui resalta la importancia de
reconocer en el indio su dimensión de sujeto y no de objeto; así la literatura debe
trasmitir el mensaje del indio expresado desde su lenguaje, justamente como una for-
ma de disputar a lo colonial las concepciones de identidad nacional.
De esta manera, se puede decir que el marxismo latinoamericano de Mariáte-
gui configura una visión voluntarista antipositivista, del tipo por ejemplo de Sorel. En
esta línea, dicho marxismo no es una teoría de la evolución lineal y automática de la
sociedad, y tampoco es una teoría del consenso democrático, del acuerdo parlamenta-
rio o del progresismo. Por lo tanto, lo que el autor propone es un pensamiento dialéc-
tico, remarcando que las luchas sociales tienen una base material e histórica, aunque
también es necesario para la revolución la acción concientizadora, ética y voluntaria.

172
Pensamientos sobre Mariátegui… R. FATYASS

Estas concepciones permiten comprender la clase no como una abstracción


teórica e ideológica, sino como un concepto tensionado por la evidencia histórica y la
dialéctica, entre las dimensiones objetivas y subjetivas de las prácticas de los agentes,
donde justamente la experiencia representa una esfera activa y objetiva, que posee
relativa autonomía de las relaciones materiales.
La clase entendida como proceso y relación, opera en dos niveles: entre las
clases, donde las relaciones de producción permiten estructurar con mayor o menor
presión las posiciones de clase; y dentro de la clase misma, donde para definir este
concepto no alcanza con mostrar cuáles son las relaciones de producción, sino que es
necesario la introducción de la mediación de la experiencia y los factores sociocultura-
les, como principio explicativo del proceso de situaciones de clase que da lugar a las
formaciones de clase. Por lo tanto, la experiencia también opera a dos niveles: como
experiencia vivida, tiene que ver con las nociones de ser social y clase en sí de Marx,
que condiciona, la experiencia percibida, como conciencia social visible y clase para sí
de Marx; los dos niveles representan dos etapas históricas diferentes del proceso de
formación de clase.
Es importante remarcar que este tipo de análisis aborda las “opciones bajo
presión” (Wood 2000:126) de lo subalterno, criticando la noción de falsa conciencia.
Se puede afirmar que el pensamiento general de Mariátegui presenta dimen-
siones de lo que se define como romántico. Como cosmovisión en el sentido más
completo del término, el romanticismo emerge en todos los aspectos de la vida cultu-
ral: artes, literatura, religión, política, ciencia social, historiografía, filosofía. Su carac-
terística más importante es la crítica a la moderna sociedad burguesa. El romanticismo
de Mariátegui no pretende volver a la edad media, sino que es el tipo de romanticismo
comunista que busca la trasformación social futura, desde un pasado resignificado:

El pensamiento burgués se entretiene con una crítica racionalista de los


métodos, las teorías, la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incompren-
sión! El poder de los revolucionarios no está en su ciencia, está en su fe,
su pasión, su voluntad. Es un poder religioso, místico, espiritual. Es el
poder del mito. La emoción revolucionaria... es una emoción religiosa.
Los motivos religiosos han sido desplazados desde los cielos a la tierra.
No son divinos, sino humanos y sociales. Se puede agregar que: El ro-
manticismo del siglo XIX fue esencialmente individualista; el romanti-
cismo del novecientos es, en cambio, espontáneo y lógicamente socialis-
ta, humanista (Löwy 1998).

Así, la referencia del elemento romántico en Mariátegui tiene relación con su


influencia e interpretación con respecto a Sorel, como un crítico de la ilusión del pro-
greso y un partidario de la interpretación heroica y voluntarista del mito revoluciona-
rio, para combatir la reducción determinista y positivista del materialismo científico.
Entre lo místico y lo político, se estructura la revolución radical y comunista,
que combina a la vez lo religioso y lo secularizado. Entonces, la noción de los mitos
revolucionarios, que adopta para el movimiento socialista la experiencia de los movi-
mientos religiosos, sienta las bases para una filosofía-teología de la revolución. En lo

173
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

místico es posible descubrir la dimensión espiritual y ética de la lucha revolucionaria:


la fe -mística-, la solidaridad, la indignación moral, y el compromiso total- heroico-.
Por último, cabe destacar la diferencia entre mito y utopía: la utopía no es más
que una construcción intelectual que puede analizarse y discutirse; mientras la utopía
dirige las mentes hacia las reformas, los mitos de estos pensadores revolucionarios,
como discurso y como práctica, suponen conducir a los hombres a la destrucción del
orden opresor, como acción revolucionaria.
El mito expresa en cierta manera la forma de concebir el mundo del revolu-
cionario, donde lo afectivo no anula la racionalidad sino que la trasciende; entonces,
no hay en el sujeto revolucionario una separación entre pensamiento, sentimiento y
acción, sino una unidad orgánica.

Conclusiones. Mariátegui y el marxismo crítico

En síntesis, es interesante analizar en el ámbito académico específicamente y


desde estos planteos de Mariátegui, los temas referidos al carácter colonial del saber y
del poder.
Edgardo Lander (2006) desarrolla el concepto de marxismo realmente exis-
tente para dar cuenta cómo ha sido la forma en que esta teoría general se ha aplicado
intelectual y políticamente, manteniendo ciertas maneras hegemónicas al momento de
abordar el tema del conocimiento, cuestión que Mariátegui quería superar reconocien-
do la realidad latinoamericana en sus procesos identitarios.
En ambos autores, la crítica al eurocentrismo implica cuestionar temas que se
relacionan con los postulados de la modernidad, los cuales se refieren fundamental-
mente a: las pretensiones universales de la historia; el establecimiento de un único
sujeto revolucionario y una única ley histórica para la revolución; las condiciones
históricas del surgimiento de los saberes modernos ligadas a la racionalidad instrumen-
tal; la separación jerárquica entre saberes; la naturalización de los procesos de coloni-
zación; entre otras consideraciones. Desde este dualismo cartesiano aparecen otras
divisiones como lo primitivo y lo civilizado, lo tradicional y lo moderno, raza inferior y
raza superior, entre otras cosas, que son cuestionadas en la propuesta de Mariátegui.
Ahora bien, teniendo en cuenta estas caracterizaciones hegemónicas que plan-
tea el eurocentrismo, hay que reconocer que el marxismo como teoría social general,
también posee sesgos de este pensamiento colonial. Estas naturalizaciones aparecerán
más claramente en las tres las fuentes del marxismo que cita Lander, es decir, en el
socialismo utópico, en la filosofía clásica alemana y en la economía clásica inglesa.
Frente a esta variedad de tensiones y contradicciones del pensamiento marxis-
ta, existe una diferencia entre los postulados del marxismo científico y el marxismo
crítico, en cuyo último caso ubicamos a Mariátegui.
En definitiva, para pensar la existencia de un marxismo crítico es necesario de-
sarrollar una dialéctica que combine el análisis de las condiciones objetivas y subjetivas
de los procesos sociales, desde el reconocimiento de las especificidades históricas.
Para finalizar, cabe remarcar que Mariátegui configura el tipo de intelectual
teórico y dirigente, que produce desde su posición social, invitando a la reflexión y a la
acción; tal como él dice:

174
Pensamientos sobre Mariátegui… R. FATYASS

No es posible entregarse a medias a la Revolución. La Revolución es una


obra política. Es una realización concreta. Lejos de la muchedumbre que
la hace, nadie puede servirla eficaz y válidamente. La labor revolucionaria
no puede ser aislada, individual, dispersa. Los intelectuales de verdadera
filiación revolucionaria no tienen más remedio que aceptar un puesto en
una acción colectiva (Mariátegui 1969:72).

Mariátegui, es entonces el símbolo del intelectual que se debe reconocer para


Latinoamérica, ya que es el “símbolo del Calibán” (Retamar Fernández 2004), quien
emana el proyecto ético político de liberación. Como dice Richard Morse (1980) su
obra sintetiza la relación entre lo nuestro y la tradición occidental del marxismo, siem-
pre renovada. Mariátegui da cuenta del carácter auténtico y revolucionario que la tarea
filosófica adquiere en nuestra América en el siglo XX, como manera de hacer frente a
la violencia epistémica que se lleva a cabo desde los paradigmas dominantes.
En conclusión, se reafirma que la obra de Mariátegui sigue vigente y articu-
lando procesos de luchas. Esto puede entenderse si se piensan las relaciones que tie-
nen, por ejemplo, los pensamientos de este autor con los procesos de la revolución
bolivariana actual, ya que en ambas perspectivas puede visualizarse: la importancia del
pensamiento propio; el reconocimiento del marxismo humanista y crítico; la praxis
entre la práctica y la teoría revolucionaria; la dialéctica entre el partido y los hombres y
fundamentalmente, la coincidencia en el establecimiento de un programa revoluciona-
rio anti-imperialista, socialista e indo-americano.

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175
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

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176
XIX
LA IRRUPCIÓN DEL POBRE Y EL NUEVO
“COMIENZO” DEL FILOSOFAR
LATINOAMERICANO SEGÚN EL
PENSAMIENTO DE JUAN CARLOS SCANNONE
Guillermo Carlos Recanati
Universidad Católica de Córdoba
guillermorecanati7@hotmail.com

Introducción

P ara Juan Carlos Scannone la interpelación ética desde los pobres y el profundo
asombro ante la manifestación de vida en medio de circunstancias de muerte
que ellos padecen, forman parte de las dos caras (positiva y negativa) de la po-
sibilidad de un novedoso “comienzo” del filosofar.

No nos referimos a un mero comienzo, sino a un punto de partida fun-


dacional (principio: Anfang) que permanece en el filosofar consiguiente,
dándose su horizonte englobante de comprensión (Scannone 1993:133).

En este nuevo punto de partida están implicados de modo simultáneo el cues-


tionamiento crítico práctico (ético y ético-político), la admiración y la pregunta crítica teórica.

Está en continuidad discontinua con la tradición filosófica (admiración,


quaestio, duda metódica, pregunta por las condiciones a priori de posibili-
dad, pregunta por el ser, cuestionamiento ético por el otro…)” (Scanno-
ne 1993:133).1

ya que la prosigue en el camino del preguntar crítico radical. Aunque, a la vez, es no-
vedoso (discontinuo) ya que se trata de una pregunta, tanto inconfusa como indivisa-
mente teórica y práctica, metafísica, gnoseológica e histórica, ética y política. Dicha
pregunta obliga a una respuesta profundamente reflexiva y crítica y al mismo tiempo
una con-versión intelectual, existencial y socio-histórica –socio-estructural e histórico-
cultural– (Scannone 1993:133).

1 Scannone afirma que alude aquí a Aristóteles, Santo Tomás, Descartes, Kant, Heidegger y Levinas.

177
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Un filosofar inconfuso e indivisamente especulativo y práctico

Tanto en la experiencia teórica como práctica, la primera palabra, es decir, la


palabra prioritaria y provocadora del cuestionar (el nuevo logos, a veces mudo, muchas
veces clamoroso), no tiene su punto de partida en el ego, entendido como ego cógito
moderno, ni en el kósmos, al modo antiguo, sino en el ego de los otros, históricamente, de
los pobres, en ellos justamente es donde se epifaniza la carencia injusta de kósmos
(Scannone 1993:133).
Dicha palabra (posible punto de partida del filosofar latinoamericano) al mis-
mo tiempo es práctica, ya que interpela a la libertad, y sapiencialmente especulativa
por su emergencia de sentido. En un segundo momento, tal reflexión filosófica tiene
la capacidad de articular crítica, metódica y sistemáticamente ese sentido, el cual es
simultáneamente teórico y práctico y que puede ser percibido y contemplado por el
pensamiento (Scannone 1993:133).
Tal cuestionamiento históricamente novedoso es indivisamente teórico y
práctico, como dos momentos irreductibles mutuamente, como “dos caras de una
misma moneda”.

La ‘primera palabra’ que surge desde el pobre es sapiencialmente especu-


lativa pues es la epifanía de su dignidad aunque esté de hecho histórica-
mente conculcada, la cual dignidad se significa en su ‘rostro’ y por ello
interpela a la libertad (Scannone 1993:134).

No obstante, para poder captar plenamente esa palabra sin reducir o anular su
verdad y significado, y en consecuencia, para poder pensarla luego en conceptos y
razones filosóficas, es imprescindible la respuesta práctica de la libertad que elige acep-
tar esa crítica, se abre a ella e intenta –con responsabilidad– ponerla en práctica (Scan-
none 1993:134).
La palabra primera, que no se puede escuchar sin la opción práctica, da razón
de esta, la ilumina y justifica, y a la vez, juzga críticamente a la elección anti-ética (anti-
humana y anti-histórica) que no esté abierta a la interpelación del pobre. Esta circula-
ridad no es viciosa, ya que en cada caso se refiere a una prioridad diferente: “en el
orden especulativo del sentido y la verdad, y en el orden práctico, de la apertura res-
ponsable ante los mismos” (Scannone 1993:134).
Al mismo tiempo, esta apertura práctica, por más que no forme parte de la ar-
ticulación del sentido y de la fundamentación racional de la verdad, permite su com-
prensión cada vez más honda –igual que un movimiento en espiral– en su sentido
cuestionador e interpelante, en su “plus” de sentido y en su contenido sapiencial. Es
ésta la condición sine qua non para dicha comprensión de la verdad (Scannone
1993:134).

Un filosofar inconfuso e indivisamente metafísico e histórico

Tanto el momento teórico como el práctico se experimentan, indivisamente,


como profundamente humanos e históricamente situados. Ya que la verdad de lo

178
La irrupción del pobre y el nuevo “comienzo” del filosofar… G. C. RECANATI

radicalmente humano y el bien radicalmente humano “se encarnan” de forma históri-


ca, social y estructural, aunque no sea de manera exclusiva. Por su lado, lo histórico y
lo político, sin perder la consistencia en sí mismos, otorgan cuerpo (en y a través de sí)
a la trascendencia inmanente de lo humano en cuanto tal (antropológico y ético) inclu-
so a lo que lo trasciende desde dentro (ya sea metafísica como éticamente). Al mismo
tiempo, dicho momento radicalmente humano (teórico y práctico) ocurre en situación
y en perspectiva ético-histórica y, por lo tanto, analógicamente (Scannone 1993:134).
Es por eso que en el cuestionamiento práctico se encuentran incluidos el
momento ético personal y el momento ético-político, ya que estamos hablando de una
situación histórica masiva, percibida como injusta social y estructuralmente. En cuanto
a la pregunta teórica, ésta, además de su momento gnoseológico (el cuestionamiento
de todo pensar o filosofar ideologizado que justifique la situación, o bien, se muestre
indiferente ante ella), supone fundamentalmente un momento metafísico, ya que
apunta a un cuestionamiento total y radical. Total, ya que, a partir del dolor del pobre,
se pregunta sobre la justicia de la realidad y la justificación de ésta; radical, ya que sur-
ge de experiencias-límite2, o sea, en el límite del bien y del mal, de la vida y la muerte,
del ser y el no ser. Tales experiencias son, como ya se dijo, la indignación ética y el
profundo asombro por la muerte y la vida de quienes sufren la pobreza (Scannone
1993:135).
La indignación ética es una experiencia-límite debido a dos razones: a) ya que
experimenta un mal radical que viola un bien en sí mismo y absoluto, como son la
dignidad ética y la vida física de las personas, los cuales son fines en sí de los pobres;
b) ya que el cuestionamiento ético es incondicionado, categórico, el cual, interpelando a la
libertad como tal, revela su contingencia, pues la ob-liga, al mismo tiempo que la respe-
ta en cuanto libertad. Por su parte, el asombro radical es una experiencia-límite ya que el
“plus” de vida gratuito en circunstancias de muerte, “plus” de sentido en medio del
sin-sentido y “plus” de libertad más allá de la opresión, manifiestan un “paso” creativo
del no ser al ser, y este hecho no puede sino provocar la maravilla y el asombro en
quien lo percibe (Scannone 1993:135).

El lugar hermenéutico del filosofar latinoamericano

El punto de partida de esta línea de la filosofía latinoamericana de la experien-


cia límite de pobreza y exclusión, la cual provoca el cuestionamiento y el asombro
radicales, constituye un novedoso lugar hermenéutico para dicho filosofar. Así deno-
mina Scannone al “desde donde”, el cual otorga la principal perspectiva, simultánea-
mente universal e histórica, de los cuestionamientos filosóficos. Y porque el pensar,
más allá de su universalidad, se encuentra siempre situado ética e históricamente,
jamás es indiferente. Está situado éticamente por la apertura positiva –libre, aunque
racional– a dicha interpelación –o por la cerrazón libre a ella–. Lo está históricamente
a causa de la “encarnación” socio-histórica de la interpelación ética en los pobres.

2Scannone señala que esa expresión la toma de P. Ricoeur, quien la expresa en “Biblical Hermeneutics”,
en Semeia 4, 1975, 29-147, ver pág. 122 ss. También refiere nuestro autor a K. Jaspers, quien habla de
“situaciones límite” y las experiencias de las que parte la pregunta por el ser en Heidegger, Einführung in die
Metaphysik, Tübingen, 1958, 1. Citado en Scannone, 1993:135, nota 12.

179
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

La opción ética por la vida, la dignidad y la libertad del hombre, es, por ra-
zones históricas, preferencial por los pobres, más amenazados por la muerte,
la degradación de su dignidad humana y la opresión (Scannone
1993:136).

Según nuestro filósofo (y aquí recurre a M. de Certeau) lugar es “lo que permi-
te y prohíbe”. No obstante, al tratarse de una elección auténticamente ética, entiéndase,
integralmente humana por lo integralmente humano, y por lo tanto, racional de acuer-
do con la razón recta, la misma provoca la apertura del pensamiento a la verdad y
otorga un horizonte de comprensión radicalmente humano, y por consiguiente, uni-
versal. No resta autonomía teórica al filosofar sino que la posibilita liberándolo de
posibles condicionamientos negativos (Scannone 1993:136).
Ahora bien, al tratarse de un lugar histórico –social y cultural– al mismo tiem-
po “prohíbe” otras perspectivas que también son universales, pero históricas y cultu-
ralmente diferentes, a tal punto, que dicho horizonte, por el mismo hecho de serlo,
jamás podrá posicionarse como saber absoluto, aunque de hecho provoque la apertura
al saber de lo absoluto (del ser, la verdad y el bien en sí). Es, por lo tanto, una auténti-
ca universalidad, pero analógica y situada (histórica y culturalmente situada) (Scannone
1993:136).
La opción preferencial por los pobres es segunda, no primera, se constituye
en respuesta responsable a la palabra primera, la misma es cuestionamiento ético in-
condicionado y surgimiento originario de sentido, la cual surge de los pobres. Ahora
bien, ella permite (dentro del círculo hermenéutico) el horizonte de comprensión de la
misma palabra, ya que está abierta práctica e intelectualmente a ella. La filosofía puede
tematizar reflexivamente y articular sistemáticamente –pero no agotarlo– dicho hori-
zonte de sentido y percepción de verdad. Y esa tematización origina las categorías
fundacionales de un nuevo pensar teórico reflexivo, o sea, de una filosofía primera. 3
No obstante, debido a la ambigüedad de la interpretación de la palabra prime-
ra y de la opción que le responde, la reflexión filosófica, además de ser teórica debe ser
crítica. Ya que, tanto la interpretación teórica metafísica como la opción práctica ética,
se encuentran mediadas por una particular comprensión histórica (social, cultural,
política, etc.) de la pobreza actual latinoamericana.

Ni la comprensión metafísica ni la opción ética se identifican con esas


mediaciones ni se les reducen, sino que las trascienden, ‘encarnándose’
inconfusa e indivisamente en ellas, tomando así cuerpo real, histórico y
efectivo (Scannone 1993:136).

Por lo tanto, es importante que se lleve a cabo un discernimiento crítico, tanto


de la racionalidad radicalmente humana –al mismo tiempo, teórica y práctica– de las
mencionadas “palabra” y opción, como también de las mediaciones históricas que le

3Scannone aclara que aplica aquí en el nivel filosófico, lo que B. Lonergan expresa con respecto al hori-
zonte de comprensión y su tematización en “foundations”, cf. Lonergan, B., Method in Theology, New
York, 1972, cap. 11. Citado en Scannone 1993:136, nota 13.

180
La irrupción del pobre y el nuevo “comienzo” del filosofar… G. C. RECANATI

dan cuerpo. No se trata de que la crítica científica suplante al conocimiento sapiencial


primero, sino que se ponga a su servicio, pueda distinguir lo auténtico de lo in-
auténtico y luego lo purifique para que su verdad salga a la luz (Scannone 1993:137).

La “forma” del novedoso filosofar latinoamericano

Según Scannone, si realizamos un análisis segundo, epistemológico, nos da-


remos cuenta de que la “forma” de la palabra (“logos”) la cual emerge de la pobreza y
es recogida especulativa y críticamente por el filosofar, mediante una primera re-
flexión, con-formándose con ella, es una forma incarnatoria y epifánica (Scannone 1993:137).
La “forma” incarnatoria era sugerida por nuestro autor por medio de las ex-
presiones que usaba: “encarnación”, “tomar cuerpo”, “en, a través y más allá”, “me-
diación”. La epifánica se expresa en el hecho del exceso, no en cuanto cualitativo ni
cuantitativo, sino en el sentido ético, que consiste en la excedencia de la dignidad del
pobre (a pesar de su situación) y de su asombrosa libertad creadora. A través de dicho
exceso se excede la significación de esa palabra por medio de la dignidad que se expresa
en y por ella, y que “brilla” en ella (Scannone 1993:137).
Tal palabra es excedida, ya sea en su sentido teórico como en su interpelación
práctica por la grandeza de su referente. 4 No obstante, ésta se dice a la inteligencia y
motiva a la voluntad, aunque no se reduce ni a su significación teórica, ni a la motiva-
ción práctica. Por eso dice Scannone, que la estructura del “logos” al que hace refe-
rencia es unitrina,5 además de incarnatoria y epifánica, o sea, que se realiza

en el movimiento unitario de interjuego tridimensional entre la exceden-


cia o sobreabundancia arriba mencionada, su epifanía en sentido históri-
camente encarnado y su interpelación ético-histórica a la libertad (Scan-
none 1993:137).

Aunque la palabra no es reducible ni a lo teórico ni a lo práctico, ni al movi-


miento circular entre ellos, y menos aún al movimiento de ambos de “encarnación”
histórica.
Esta novedosa “forma” asume y transforma a otras formas históricas del pen-
sar filosófico (hilemórfica, trascendental, dialéctica, fenomenológica, etc.) al explicitar
la interrelación –o mutua in-formación– entre la teoría y la praxis, y de ambas con lo
histórico –y por ende con lo socio-político– e incluso de todos estos con el momento
irreductible de excedencia, es por eso que dicha “forma”, al parecer de nuestro filósofo,
se encuentra en continuidad discontinua con esas formas históricas (Scannone
1993:138).

4 Nuestro autor toma de Levinas la importancia que éste le da a la “altura” o “grandeza” del otro en
cuanto otro en la relación ética del “cara a cara”, para el filósofo europeo el otro por antonomasia es “el
pobre, el extranjero, el huérfano y la viuda”, cf. Totalité et Infini. Essai sur l’ extériorité, La Haye, 1961. Citado
en Scannone 1993:137, nota 14.
5 Scannone señala que “el momento de excedencia se relaciona tanto con la ‘eminencia’ y el ‘excessus’ de

la analogía tomista como con la ya citada ‘altura ética’ y el ‘infinito’ que excede la idea, según Levinas, así
como también con la sobreabundancia de sentido de los símbolos y la categoría de la sobreabundancia, de
las que habla Ricouer”. Scannone 1993:137, nota 15.

181
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Gracias al momento irreductible de excedencia la encarnación histórica de lo


especulativo descubre una sapiencialidad contemplativa (la cual no queda reducida a la
racionalidad teórica, aunque la incluya), y la práctica ética (y ético-política) supone un
momento de gratuidad (el cual no se reduce a la simple exigencia de justicia, aunque la
dé por supuesta).

El momento de esplendor epifánico de verdad, bien y belleza, tan propio


de la celebración de la vida y la muerte de los pobres, es revelación de di-
cha excedencia: sobreabundancia de ‘algo’ que, en sus interrelaciones,
permanece gratuitamente ‘libre’, es decir absuelto (¡absoluto!) de toda re-
lativización (Scannone 1993:138)

El replanteo de la cuestión filosófica de Dios a partir de la irrupción del pobre

Como expresa repetidamente Scannone, la irrupción del pobre, da que pensar


y qué pensar a la filosofía, o sea, que además de ser un nuevo punto de partida y lugar
hermenéutico, le otorga a ésta un contenido (y contenidos) de pensamiento. Uno de
ellos es el problema de Dios. A partir del pobre, en quien lo humano del hombre se
percibe en cuanto tal, ya que el mismo está despojado de los “privilegios” del tener,
del poder y del saber, se puede transparentar mejor la riqueza ética y metafísica propia
de la pobreza o “desnudez” ontológica del hombre en su misma humanidad. Nuestro
autor entiende que se puede interpretar filosóficamente dicha riqueza como “gloria de
Dios” (Scannone 1993:138)
Por su dignidad absoluta, “el hombre supera infinitamente al hombre” 6, fuente
de un imperativo ético incondicionado que interpela y trasciende la libertad humana en
cuanto tal, o sea, lo más profundo y subjetivo de la misma subjetividad humana, y
además, fuente de misericordia, donde la mera interrelación moral racional se ve supe-
rada por la gratuidad. Incluso, en el pobre se revela que el hombre supera infinitamente
al hombre porque el pobre acoge un don de vida, sentido y libertad que excede la
misma capacidad de ésta, al mismo tiempo que le otorga la fuerza histórica de ser
sujeto creador de más vida, sentido y libertad en la historia (Scannone 1993:139).
De esta manera se experimenta el exceso del hombre por el hombre en forma
histórica, en esa historia compartida, colectiva y solidaria de los pobres. Desde ese
exceso “en y más allá del hombre”, la filosofía tiene la posibilidad de replantearse la
pregunta filosófica acerca de Dios. Ahora bien, Scannone se refiere a la pregunta por
un Dios que se epifaniza sobre todo en el hombre, hoy principalmente en los pobres,
y en la ratificación de su innegociable dignidad y su admirable y novedosa fuerza crea-
dora de historia. No se refiere a un Dios que anule al hombre, ni a un hombre que
absorba a Dios, sino a la hierofanía de Dios, que es la vida y creatividad histórica del
hombre, fundamentalmente, de los pobres; y de un hombre que, al crear historia y
realizar en ella más vida, sentido y libertad, glorifica a Dios (Scannone 1993:139).
Desde este re-enfoque básico de la relación liberadora hombre-Dios, replan-
teada a partir de la irrupción del pobre como hecho de vida y libertad, se podrá –según

6 Scannone toma esta frase de Pascal.

182
La irrupción del pobre y el nuevo “comienzo” del filosofar… G. C. RECANATI

el autor– reformular, tanto la comprensión filosófica de Dios, de la religión, del hom-


bre, de su libertad, de la historia, como también animarse a formular nuevas vías de
acceso a la expresión filosófica de un Dios viviente y liberador.

Ellas podrán partir de las experiencias humanas límite de cuestionamien-


to histórico radical del ser por el no ser (de los pobres), y de emergencia
histórica desde el no ser al ser (gracias a los pobres), como se dan en el
hecho de la irrupción del pobre en la conciencia y la sociedad latinoame-
ricana (Scannone 1993:139).

Scannone concluye afirmando que a partir de este nuevo inicio y lugar her-
menéutico del filosofar (la irrupción del pobre) es

posible un replanteo total no solo de la filosofía primera, sino también de


las filosofías segundas, replanteo de validez universal, pero hecho en pers-
pectiva histórica y socio-cultural latinoamericana (Scannone 1993:140).

Síntesis de otras racionalidades por la filosofía latinoamericana a partir de la


sabiduría popular de los pobres y marginados

Según el filósofo argentino, luego de la experiencia propia de Latinoamérica


(de pobreza, exclusión, solidaridad, búsqueda de integración, valores compartidos,
sincretismo religioso, etc.) en su novedad histórica, la filosofía aquí elaborada resultará
irremediablemente renovada y transformada. Sin que por ello deba renunciar a su
especificidad filosófica y a su continuidad con la tradición. No obstante, se trata sí, de
una continuidad discontinua (Scannone 1993:130).
Los pobres de América Latina al haber sufrido –y sufrir– la crisis y las limita-
ciones de la sociedad técnica moderna y de la lógica instrumental que la misma conlle-
va, tienen la posibilidad de querer superarla mediante su creatividad histórica, reafir-
mando su dignidad y sabiduría popular y apelando a la mutua solidaridad que los ayu-
da a sobrevivir a dicha crisis. La nueva filosofía que de esta realidad surge, no excluye,
sin embargo, las reflexiones de quienes, desde el “Viejo Continente” (Habermas, Apel,
etc.), ven en la sociedad moderna el terreno fértil para la emergencia de la lógica de la
racionalidad comunicativa (Scannone 1977:73).
Ante la profunda crisis que desde hace algunas décadas se ha instalado en el
ámbito filosófico y por ende en el cultural, debido a una manera ahistórica, uniforme,
e incluso, etnocéntrica, de concebir la universalidad de la filosofía, permanece vigente
la pregunta sobre la posibilidad de contribución de las diversas culturas a la filosofía
de nuestro tiempo (Scannone 1989:9).
La filosofía “occidental” que surge en Grecia y se desarrolla en Europa, que
lleva ese nombre y se autocomprende como filosofía, es dueña de un tipo de racionali-
dad que, podríamos llamar instrumental, abstracta, analítica, funcionalista, unidimen-
sional, entre otras denominaciones. Según lo señala repetidas veces Scannone, esta
filosofía podría ser re-situada por la racionalidad latinoamericana, la cual se manifiesta
como más englobante, abierta a la aceptación de otras estructuras de pensamiento o

183
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

de otras lógicas (Scannone 1989:9). En consonancia con este pensamiento, y partiendo


de la acción lingüística de los filósofos, Gustavo Ortiz afirma que

la filosofía tiene acceso a modos de ver, de relacionarse, de existir, de ac-


tuar, imbricados en el lenguaje cotidiano, en el lenguaje científico, en el
lenguaje religioso, etc., (…) esta comprensión de la filosofía permitiría
conciliar sus pretensiones universales y su anclaje histórico; permitiría
hacer filosofía siendo latinoamericanos (Ortiz 2003:86).

Tal vez con mayor claridad que otras culturas del llamado Tercer Mundo, la
cultura mestiza latinoamericana, que ha sido –y es– fruto de la fusión conflictiva pero
fecunda de las culturas amerindias, europeas y africanas, es capaz de asumir a partir de
su propia realidad los aportes de la filosofía occidental. Es decir, puede mediar o
“mestizar” los principios de dicha filosofía, logrando plantear, de esa manera, una
universalidad que esté situada histórica y culturalmente. La misma debe estar abierta a
todos los ámbitos de la vida y la razón humanas, en especial la dimensión sapiencial, y
también con apertura a la fusión entre distintas culturas y formas inculturadas del
filosofar. Esto podrá ser posible únicamente desde “una concepción comunicativa,
histórica y analógica de la universalidad” (Scannone 1989:10).
El objetivo no sólo es la contribución para ubicar las diferentes maneras de
expresión de la razón filosófica y científica en relación con la razón sapiencial, ni la
asimilación transformadora de los aportes históricos de otras formas de racionalidad,
sino más bien la resistencia, desde la propia cultura y desde la filosofía inculturada en
ella, a las formas reduccionistas e imperialistas de la razón. Es este un histórico recla-
mo de los pueblos latinoamericanos (cuyas culturas mestizas están marcadas por la
resistencia) a la filosofía del sub-continente, para que la misma tome las riendas de
dicha resistencia frente al imperialismo reduccionista y su falta de respeto a las dife-
rencias culturales.
Las contribuciones de la cultura de América Latina a la filosofía (y a su elabo-
ración futura) poseen como símbolo los aportes de la reflexión de un gran número de
filósofos latinoamericanos que teorizan (desde hace ya mucho tiempo) “sobre el pobre
como lugar hermenéutico histórico de un filosofar liberador e inculturado en América
Latina” (Scannone 1989:10). Esto se debe a que, por un lado, los pobres han resistido
históricamente a la opresión económica, política, social y religiosa, y por otro, a que su
misma existencia cuestiona e interpela tanto desde el ámbito epistemológico como
ético e histórico a toda forma de hacer filosofía que no tenga en cuenta (o bien, olvide
voluntaria e ideológicamente) la situación de injusticia estructural que genera pobreza.
El pobre, por eso, invita a pensar de manera tanto crítica como liberadora y llama a la
filosofía a ponerse “al servicio teórico de la liberación histórica integralmente humana
y humanizadora, y –por eso mismo– racional” (Scannone 1989:11).
La filosofía se ve interpelada especialmente por la sabiduría de la vida de los
pueblos latinoamericanos, una sabiduría que se manifiesta en la convivencia entre los
hombres, con la naturaleza y con Dios. El pobre latinoamericano posee en general una
visión trascendente de la vida, un sentido último de la misma que se manifiesta, por
ejemplo, en su religiosidad popular, con sus símbolos, ritos y celebraciones. Además

184
La irrupción del pobre y el nuevo “comienzo” del filosofar… G. C. RECANATI

del respeto de los valores propios y la continuidad de la práctica de las tradiciones


heredadas, los pobres latinoamericanos tienen la capacidad de organizarse a través de
diversos movimientos de carácter social, político o religioso y desde allí asumir y ex-
presar aquellos valores éticos y culturales que emergen de la re-flexión sobre la propia
realidad. La toma de conciencia de estos nuevos valores no contradice los tradiciona-
les, al contrario, los transforma desde adentro. Es más, se asumen aportes válidos de
la modernidad como ser: la crítica histórica, el reclamo por el respeto a los derechos
humanos, por la liberación, por el trabajo tecnificado, por la democracia, etc. Pero
esos valores son asumidos desde la idiosincrasia cultural latinoamericana, y por ende,
desde su sapiencialidad. “Así es como parece vislumbrarse la emergencia de una nueva
síntesis cultural y de un nuevo sujeto histórico-cultural” (Scannone 1989:11).
La filosofía latinoamericana actual puede y debe aportar a la filosofía futura el
esfuerzo por reubicar sapiencialmente a la racionalidad filosófica y científica moderna
en la cultura de los pueblos de América Latina. Se trata de una asimilación crítica,
transformadora y fecunda llevada a cabo por los mismos pueblos y del diálogo cultural
y filosófico entre las diversas culturas humanas sin excepción alguna.

A modo de conclusión

Mientras desde los sectores teóricamente más “civilizados” se excluye y escla-


viza desde el dolor del oprimido no sólo se clama por justicia sino que se promueve la
igualdad, la integración y el bien común de todos los ciudadanos. El “reverso de la
historia” ha hablado y se ha hecho escuchar. El “rostro del oprimido” ha interpelado a
los burgueses europeos que pretendieron excluirlo de la historia.
Aún permanece vigente el desafío del pensamiento latinoamericano acerca de
nuestra identidad y el destino de nuestros pueblos. Es fundamental integrar en el
mismo las intuiciones, ilusiones o esperanzas de Artigas, Bolívar, San Martín, y tantos
otros, para que el sueño de la “Patria grande” se haga realidad. De esta forma América
Latina demostrará ser parte de la historia, no ya de la historia dialéctica hegeliana de la
que hemos sido excluidos, sino de nuestra propia historia.
No pocas han sido –y son– las dificultades que se presentan a la hora de ela-
borar una filosofía propia. Lo común en los momentos y modos de elaboración de la
filosofía latinoamericana ha sido la búsqueda de emancipación europea y la conciencia
de identidad. En algunas ocasiones se han alcanzado mejores resultados, pero el es-
fuerzo siempre ha estado presente.
Adhiero al pensamiento de Scannone, con quien afirmo que es posible reubi-
car sapiencialmente la filosofía, otorgándole tanto arraigo cultural como orientación
ética a partir de la sabiduría popular sin necesidad de la pérdida de racionalidad cientí-
fica.

Bibliografía

ORTIZ, Gustavo, El vuelo del búho. Textos filosóficos desde América Latina, Ed. Ferreyra
Editor, Córdoba, 2003.

185
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

SCANNONE, Juan Carlos, “‘Mestizaje cultural’ y ‘bautismo cultual’. Categorías teóri-


cas fecundas para interpretar la realidad latinoamericana”, en Stromata 33: 73-91,
1977.
SCANNONE, Juan Carlos, “Las culturas latinoamericanas y la evolución de la filosof-
ía para el siglo XXI”, en Ccias, Revista del Centro de Investigación y Acción Social 380: 9-
11, 1989.
SCANNONE, Juan Carlos, “La irrupción del pobre y la pregunta filosófica en Améri-
ca Latina”, en Scannone J. C., y Perine, M., (comp.), Irrupción del pobre y quehacer fi-
losófico hacia una nueva racionalidad, Buenos Aires, Ed. Bonum, págs. 123-140, 1993.

186
XX
NARRATIVAS PERONISTAS.
PRESENCIAS Y AUSENCIAS DE UNA
OBSTINACIÓN ARGENTINA1
Ana Lucia Magrini
Universidad Nacional de Quilmes- CONICET
analucia.magrini@gmail.com

Introducción

D espués del 17 de octubre de 1945 y de las elecciones presidenciales de 1946


se constituyó en Argentina una nueva hegemonía política desde la esfera
institucional del Estado, “la era peronista”. Los años de “la victoria popular”
tendrían una drástica interrupción el 16 de septiembre de 1955, cuando la denominada
“Revolución Libertadora” derrocó al General e intentó “la desperonización de la Ar-
gentina”. El país entró en un período de proscripción del peronismo que activó,
nuevamente, la polémica. Si bien desde la emergencia del peronismo comenzaron a
ponerse en cuestión sentidos y representaciones sobre lo popular, fue especialmente
en el período posterior al 16 de septiembre de 1955 que voces, narrativas y relatos
intentaron definir desesperadamente “el verdadero” sentido de un acontecimiento, el
17 de octubre (1945); de un líder emblemático, Juan Domingo Perón, y de un
movimiento popular, el peronismo. Quizás porque sólo después del exilio de Perón,
se habilitaron condiciones de posibilidad y de decibilidad para abrir la polémica, para
luchar por la escena política y disputar nuevas formas de hegemonía apelando a nuevos
sentidos sobre el pasado reciente. El peronismo se dirime en una serie de debates en los que
se pugna por definir su naturaleza. De allí, que en esta ponencia se exhibe un análisis
exploratorio sobre los debates político-intelectuales producidos, entre 1955 y 1989, en
torno a la naturaleza del peronismo. La propuesta parte de una investigación doctoral
más amplia y comparativa que se propone explicar comprensivamente el modo en que

1 Retomamos del análisis de Pablo Feinmann la noción de peronismo como obstinación Argentina. “El
peronismo no es –entonces– una obstinación peronista. Es una obstinación argentina. Si la obstinación pro-
sigue, si no se detiene, es porque todos la alimentan. Peronistas y no peronistas. No sólo los no peronistas
que pactan con el peronismo o se le acercan en coyunturas en que “la patria lo reclama”. Sino (y muy
poderosamente) los antiperonistas” (Feinmann 2007: IV).

187
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

se re-construyeron los sentidos del discurso gaitanista2 y del discurso peronista en


tanto huellas puestas en disputa en una serie de narrativas de Colombia (1948-1989) y
Argentina (1945-1989). En esta instancia analítica más acotada nos proponemos cons-
truir un mapa de la emergencia de las narrativas peronistas. El objeto de estudio no es,
entonces, “el peronismo como hecho acontecido” o la enunciación de Juan Domingo
Perón, sino la reconstrucción que de este discurso podemos hacer por medio de tres
narrativas3.
El corpus de la investigación corresponde a una serie de textos producidos
entre 1955 y 19894. La selección de dichos textos responde a tres criterios de selección
que designan ―en analogía con la teoría musical― lugares de enunciación diversos:
(1) narrativas subjetivantes: textos producidos por enunciadores que públicamente
manifestaron su adherencia intelectual al peronismo y que acuden a estrategias
de legitimación de tipo subjetivas (generalmente asociadas a su rol dentro de
las organizaciones, conocimiento del líder, paternidad del movimiento, entre
otros). Si vinculamos esta idea con el lenguaje musical, podríamos decir que se
trata de una monofonía. La monofonía es una forma musical en la que se pro-
duce una melodía a la vez. Esta es una lectura horizontal de la música. Si tras-
ladamos este concepto al campo discursivo, diríamos que una monofonía re-
fiere a una línea discursiva, voz o relato en un tiempo y espacio determinados.
(2) narrativas objetivantes: textos histórico-sociológicos que se caracterizan por tener
pretensiones de verdad científica. Si trasladamos esta idea al lenguaje musical,
podríamos decir que se trata de una monofonía acompañada de acordes. Los docu-
mentos y fuentes serían tratados por el analista de la historia y de la sociedad
de manera similar a la que un músico recrea sus acordes para “soste-
ner/acompañar” su discurso melódico.
(3) narrativas polifónicas: textos que se caracterizan por la inclusión de voces y pun-
tos de vista diversos. La polifonía musical refiere a una configuración opuesta
a la monofonía, es una textura que consiste en dos o más voces melódicas in-
dependientes. Esta es una lectura vertical de la música. Aplicado al objeto de
estudio haría alusión a relatos multiperspectivales5.

En esta ponencia no nos proponemos realizar una descripción exhaustiva de


los textos sobre peronismo publicados durante casi cuatro décadas, sino rastrear aque-

2 El gaitanismo es un movimiento político liberal de corte popular colombiano. Como proceso político,
se desarrolló entre 1928 y 1948. Luego del asesinato de su líder, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de
1948, el movimiento quedó en una posición políticamente “marginal” en las disputas por la hegemonía
política en Colombia.
3 Las narrativas son entendidas en esta investigación como una instancia de mediación necesaria para dar

cuenta del proceso de reconstrucción de la lucha por la imposición de los sentidos sobre el gaitanismo y
el peronismo. Las narrativas no son, por tanto, una réplica de lo que acontece, ni mero reflejo, sino la
construcción de una trama que retoma lo previo y lo configura. Tampoco aquí se agota el proceso, ya que
en la recepción se refigura y resignifica también (Ricoeur 2004).
4 Vale señalar que las narrativas seleccionadas refieren a textos que reconstruyeron sentidos sobre el

peronismo histórico (1943-1955).


5 Resulta ineludible la referencia a la obra de Mijaíl Bajtín ([1979] 1993) quien construye la categoría “poli-

fonía” para analizar la poética de Dostoievski.

188
Narrativas Peronistas. Presencias y ausencias… A. L. MAGRINI

llas intervenciones que resultan significativas para mostrar la emergencia de tres posi-
ciones enunciativas, narrativas objetivantes, subjetivantes y polifónicas.

I. Las Primeras Narrativas Objetivantes… La (re)visión del pasado argentino y


la emergencia del peronismo como objeto de estudio

Algunos elementos que contribuyeron a encender la efervescencia del debate


sobre el peronismo a mediados de los años cincuenta fueron: la consolidación de la
sociología como disciplina; la reactivación del discurso revisionista6 de los años ´30
(Saítta 2004); y la institucionalización de una nueva hegemonía política que excluía no
sólo al propio Perón, sino también a todo aquello que simbolizara el sistema depuesto.
Por esos años comenzaron a producirse las primeras narrativas objetivantes.
Se produjeron entonces en el campo político-intelectual fuertes enfrenta-
mientos entre una serie de relatos que, de un lado, intentaron explicar el peronismo
para “superarlo”, y, de otro lado, se propusieron reivindicarlo. Ambos grupos de tra-
bajos se corresponden con dos tipos distintos de figuras intelectuales, el “sociólogo
científico” y el “intelectual nacional y popular” (Neiburg, F. [1988]1998).

I. a. Objetivaciones histórico-sociológicas

En 1957 se crea en la Universidad de Buenos Aires (UBA) la primera carrera


de sociología de la Argentina, programa dirigido por Gino Germani. La Universidad
postperonista emprendió un proceso de modernización que fue interpretado como
sinónimo de reforma y desperonización. La sociología comenzó a legitimarse como
saber científico capaz de diagnosticar y proponer soluciones a los problemas del país.
Gino Germani7 fue uno de los intelectuales que más contribuyó a dicha empresa, otra
figura clave en este proceso fue el historiador José Luis Romero, quien había sido
designado rector de la UBA en 1955.
En este contexto comenzaron a levantarse las voces de quienes venían a
nombrar la verdad de los hechos, apelando a su condición de expertos y científicos.
No se trataba de dar una nueva versión del pasado, el problema había cambiado de
dirección, estas narrativas se proponían hacer de los dilemas más álgidos de la
Argentina objetos de estudio de las ciencias sociales, eran la voz de “La Sociología” y
“La Historia”.
El peronismo era, en la versión de Germani, un modo anómalo de integración
social. No obstante, ello había sido menos un producto de la irracionalidad de las ma-
sas que de la incapacidad de los dirigentes políticos para atender las demandas de las
mayorías. De allí que la contribución de la ciencia social al país implicaba, el diseño de

6 Cabe aclarar que el revisionismo histórico representa una corriente historiográfica bastante heterogénea
en Argentina. Es posible ubicar aquí la perspectiva nacionalista y popular, así como intelectuales naciona-
listas conservadores y nacionalistas católicos. Véase: Tulio Halperín Donghi 1996.
7 Para un análisis de la biografía intelectual y la producción de saber de Germani, véase: Federico Neigurg

[1988]1998 y Alejandro Blanco 2004; 2006. Para una compilación la producción de saber de Germani,
véase: “Gino Germani: La renovación intelectual de la sociología. Selección de textos y estudio preliminar
de Alejandro Blanco” (2006).

189
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

propuestas y alternativas para la integración democrática de las masas. El investigador


ítalo-argentino enfatiza en su análisis la dualidad de la clase trabajadora argentina, divi-
dida entre viejos trabajadores (descendientes de inmigrantes extranjeros, de tradición
sindical, pertenecientes a partidos políticos de clase) y los nuevos trabajadores (mi-
grantes internos del campo a la ciudad). Esta lectura del peronismo como un proceso
que integró las masas a la política desde una vía no democrática, habilitó la inserción
del nuevo problema en el marco de contextos regionales más amplios, las sociedades
en transición a la modernidad y especialmente las sociedades latinoamericanas. Desde
este enfoque el peronismo comenzó a analizarse como un caso más de populismo
bajo una versión peyorativa del concepto.
La narrativa de Germani8 se orientó a consolidar el saber científico y especia-
lizado de los sociólogos. De allí, que es posible identificar dos “anti-sujetos”9 en dicho
relato: “un enemigo externo”, representado por ensayistas y los intelectuales nacional y
populares, y “un enemigo interno”, el intuicionismo y el antirracionalismo.

I. b. Objetivaciones revisionistas y nacional-populares

Parte de la lucha por la definición del peronismo estuvo marcada por una se-
rie de relatos producidos desde una revisión del pasado argentino en clave nacional y
popular. Vale mencionar que esta mirada no fue homogénea 10 y que se construyó a
partir de una compleja relación, no del todo explicita, con la perspectiva marxista.
Algunos trabajos, como los de Hernández Arregui, retomaron categorías de análisis de
la tradición marxista, mientras que en términos generales los nacionalistas populares se
diferenciaron del marxismo ortodoxo en su orientación anti-extranjerizante.
Bajo este lente analítico, la historia argentina fue re-significada desde una serie
de oposiciones binarias como “pueblo-nación” frente a “oligarquía-imperio-lo extran-
jero”. Dicotomías que llevaron a la exaltación de figuras como Mariano Moreno, Ro-
sas e Yrigoyen. De este modo, las disputas políticas pasadas asociadas a la emergencia
de “lo popular” en la escena política argentina fueron articuladas a la irrupción del
peronismo, el 17 de octubre de 1945, como un evento fundacional de un período de
reivindicación nacional e integración de los sectores populares. El dispositivo narrati-
vo de la visión dualista (Altamirano 2011) antagónica y bipolar de la Argentina
―presente ya en las narrativas de los ‘30― puede advertirse a través de dos ejemplos.
Por un lado, el extenso trabajo de Abelardo Ramos ([1957] 1965) “Revolución y contrarre-
volución en la Argentina”, cuyo argumento principal sostiene el enfrentamiento entre
personajes que encarnan cada uno de los polos antagonismo (revolucionario vs. con-
trarevolucionario). Por otro lado, “Los profetas del odio” de Arturo Jauretche, trabajo
publicado en 1957, donde el dualismo se escenifica a través de la oposición entre la

8 Dos trabajos de Germani que respondieron, visiblemente, a estos dispositivos son “La estructura social
de la Argentina; análisis estadístico” publicado en 1955 y “Política y sociedad en una época en transición”
de 1962.
9La categoría de “anti-sujeto” proviene de la perspectiva semiótica, y refiere a la dimensión polémica de
toda narrativa, representada en los receptores epistémicos opositores de un relato (Bernard 1999:2).
10 Algunos miembros de este grupo de intelectuales provenían de FORJA (Fuerza de Orientación Radical

de la Joven Argentina) fue un grupo de intelectuales radicales de orientación nacionalista, popular y anti-
imperialista que se conformó en 1935.

190
Narrativas Peronistas. Presencias y ausencias… A. L. MAGRINI

visión “extranjerizante y traicionera de los intereses nacionales” de los intelectuales


argentinos, y la “visión real”, la del pueblo, la del saber común. El relato deconstruye
las interpretaciones negativas del peronismo de reconocidas figuras intelectuales a
quienes denomina irónicamente como “la intelligentzia”, término a través del cual se
denuncia el pensamiento europeizante, producto de “la colonización pedagógica”
(Jauretche [1958]1967).

II. Nuevas voces … Narrativas Subjetivantes y Polifónicas

Durante los años sesenta comenzaron a producirse lecturas alternativas a la


explicación “clásica” del peronismo propuesta por Germani. En principio, el
argumento del sociólogo ítalo-argentino parecía agotado, aquello que en la academia
se consideraba un elemento desviado parecía estar fuertemente imbricado en las clases
trabajadores. El peronismo era más que una opción política y su base social era resis-
tente a la “resocialización democrática”. Emergieron entonces otras voces, que venían
a nombrar el objeto desde una perspectiva diferente, eran las narrativas subjetivantes y
polifónicas11.

II.a. Subjetivaciones peronistas

Ubicamos aquí la enunciación de líderes sindicales, peronistas y disidentes,


que participaron del 17 de octubre, de la formación del Partido Laborista y del
proceso electoral que dio lugar a la primera presidencia de Perón en 1946. Ellos
venían a contarnos “el verdadero peronismo” y podían, sabían y querían hacerlo,
porque su mirada era la de los que se comprometieron, los testigos, las víctimas, los
amigos traicionados. Estas narrativas comenzaron a legitimar su discurso apelando a
su cercanía con los hechos y a su rol dentro de las organizaciones. Dos textos
significativos al respecto son: el testimonio y la crónica de Ángel Perelman (1961)
“Cómo hicimos el 17 de octubre” y la autobiografía de Cipriano Reyes (1973) “Yo hice el 17
de octubre”. Dichos relatos abren el debate hacia adentro del peronismo. El 17 de octu-
bre representa un acontecimiento sumamente significativo en estas narrativas, porque
a partir de allí estos relatos reclamarán para sí su paternidad sobre el movimiento. La
intervención de Reyes resulta especialmente interesante en cuanto re-construye
críticamente el mito fundacional del peronismo desde las voces de un sector de sindi-
calistas que formaron el Partido Laborista en 1946, que no superaron las tensiones al
interior del partido -en parte debido a la incorporación al peronismo de radicales re-
novadores (UCR-Junta Renovadora)-, que llevaron a Perón al poder, y que perdieron
en el juego de la política tradicional. En adelante estas narrativas denunciarán, insisten-
temente, la traición del peronismo a los laboristas 12. No obstante a la crítica, estos

11 Si bien es posible identificar momentos de emergencia y períodos en los que nuestras narrativas se
mantuvieron en posiciones relativamente hegemónicas, estos relatos coexistieron durante casi todo el
período. Nuestra pretensión no es definir el inicio y el final de las narrativas, sino identificar los momen-
tos en los que cada narrativa fue más “audible”.
12 Para una reconstrucción interesante de las disputas entre laboristas, sindicalistas peronistas y radicales

renovadores véase: Torre 1974; 1990. Véase también Reyes, Cipriano 1987.

191
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

relatos no pueden ubicarse dentro del anti-peronismo, se posiciones más bien en el


lugar de “amigos traicionados”.

II.b. Polifonías peronistas

La disputa por la idea también involucró un nuevo relato, el polifónico, que con
un profundo anhelo de ampliar las voces y las miradas, configuró una narrativa multi-
perspectival que venía a nombrar pedacitos de objetos, recortes de miradas13.
Encontramos una de las primeras narrativas polifónicas en el texto compilado
por Carlos Fayt (1967) “Naturaleza del peronismo”. El mencionado trabajo fue reali-
zado por la Cátedra de Derecho Político de la UBA con un objetivo académico, “pro-
veer de material para el conocimiento del qué y el por qué del peronismo en la realidad
Argentina” (Fayt 1967:13).
Esta narrativa reúne 23 interpretaciones sobre el peronismo que van desde
Germani, José Luis Romero, Jorge Abelardo Ramos, Hernández Arregui, Ezequiel
Martínez Estrada al propio Perón. Ello naturalmente no exime que la postura de Fayt
respecto al “hecho peronista” sea configurada desde una oposición al peronismo 14.
Ahora bien, posiblemente esta narrativa remita menos a una polifonía multi-
perspectival y más una polifonía bi-perspectival o fuertemente polarizada por la oposi-
ción peronismo/anti-peronismo. Esto posiblemente se encuentre en estrecha relación
al contexto de producción del libro. El cual aparece un año después del golpe de Es-
tado de Juan Carlos Onganía (1966-1970).
Otro texto que conserva algunos rasgos polifónicos es el trabajo de Félix Lu-
na ([1968]1971) “El 45. Crónica de un año decisivo”. Quizás el componente más po-
lifónico de este trabajo esté asociado a la crónica, género que habilita la reconstrucción
de una multiplicidad de voces y hechos. El texto tiene una pretensión polifónica, sobre
todo si miramos su estructura, que siguiendo una misma trayectoria temporal muestra
“el camino de la oposición” -de aquí resulta especialmente interesante la reconstruc-
ción de las tensiones y posiciones internas de los radicales durante el 45 y “el camino
de Perón”.
¿Qué aspectos hacen de esta narrativa un trabajo relativamente polifónico? En
principio, la crónica parece responder más un subgénero, que a una dimensión estruc-
tural del relato. Pareciera que la reconstrucción de la multiplicidad de hechos que se
sucedieron durante el 45 se encuentra supeditada a la “interpretación de La Historia”.
Voz, que si bien es matizada por la reconstrucción de voces diversas no deja de estar
presente en el transcurso de la narración. Por otro lado, al final de la obra se incluye
un epilogo, en el que es posible identificar la posición del narrador, en este caso, de
“La Historia de las voces del peronismo y el anti-peronismo durante el 45”.

13 Vale mencionar que en el caso argentino es a fines de los ‘90 que se asiste a una suerte de “auge de las
narrativas polifónicas”, producidas principalmente por investigaciones antropológicas. Conforme a nues-
tra lectura, las condiciones de decibilidad de estos relatos, más recientes, se vincula a debates anteriores,
como los aquí referenciados.
14 La posición del narrador se identifica en el texto en las conclusiones de la primera parte del libro, que

en cierto modo “clausuran” la multiplicidad de interpretaciones presentadas en el desarrollo de esta sec-


ción. Las principales conclusiones de Fayt sostienen que el “peronismo es una forma de autoritarismo
basa en el poder de las masas (…) sin ideología ni fisonomía definida (…).” (Fayt 1967: 155-158).

192
Narrativas Peronistas. Presencias y ausencias… A. L. MAGRINI

no tiene ninguna importancia establecer si Perón era un tipo despreciable


-como aseguraban sus adversarios- o un hombre fuera de serie -como
clamaban sus admiradores-. Lo importante era el proceso que se estaba
desarrollando. (…). Porque significaba (…) que el país iba a mirarse en
adelante con los ojos de la verdad. (…). Y era Perón el elemento que
forzaba esa reducción del país a la verdad (Luna [1968]1971: 481).

III. La renovación objetivante

Durante los años setenta 15, a la luz de las izquierdas, de la teoría de la


dependencia y en general del pensamiento revolucionario, nuevas narrativas objetivantes,
lucharon por definir el contenido “verdadero” del peronismo. En Argentina, la circu-
lación de estos textos estuvo fuertemente amenazada por las dinámicas de la clandes-
tinidad ajustadas al sistema represivo de entonces. Se disputaron tales sentidos: relatos
propios del pensamiento nacional y popular (izquierda peronista), relatos peronistas
oficialistas y anti-peronistas, principalmente, socialistas y comunistas. Si algo puso de
manifiesto la inestabilidad política que vivió la Argentina durante estas décadas es que
el debate en torno al peronismo no había acabado, y que las disputas y violencias que
vivió la Argentina demandaron de nuevas re-reconstrucciones político-intelectuales
sobre uno de los enigmas más significativos de la experiencia histórica del país. Un
elemento característico del clima político-intelectual de aquel momento fue la borrosa
frontera entre la militancia y la producción intelectual.
En este contexto, se produjo un texto clave en la disputa por definir el pero-
nismo, el trabajo de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero ([1971] 2011) “Estudio
sobre los orígenes del peronismo”. Los autores realizan un análisis histórico -sociológico en
clave marxista -específicamente desde el postmarxismo gramsciano- en el que cuestio-
nan la distinción entre obreros nuevos y viejos como dimensión explicativa de la base
social del peronismo. Este trabajo puso en evidencia la presencia de un “mito” sobre
la génesis del peronismo en el campo intelectual: tanto las interpretaciones provenien-
tes del antiperonismo como aquellas configuradas desde campo nacional y popular
sostenían un supuesto común aunque con signo ideológico contrapuesto: la base
social del peronismo provenía de los nuevos trabajadores. El mencionado texto dialo-
ga con la sociología clásica, al recuperar un viejo problema, la base social del pero-
nismo, pero propone una explicación nueva. No niega la transformación de la clase
obrera argentina, pero era el desarrollo estructural del país, las condiciones socioeco-
nómicas de acelerada modernización combinadas con procesos de regresión política
de los años 30, la estructura de las organizaciones sindicales, la racionalidad de clase y
la orientación ideológica de los obreros lo que explicaba el peronismo. El principal

15 Para comprender la reactivación de las narrativas objetivantes durante estos años signados por un clima
intelectual hostil y represivo, vale recordar algunos acontecimientos políticos significativos: (1) la
intervención universitaria de 1966 y la represión a docentes y estudiantes de cinco facultades de la UBA el
29 de julio de ese año, producida por el golpe de Estado de Juan Carlos Onganía (1966-1970); (2) el
levantamiento estudiantil y obrero de 1969 “el cordobazo”; y (3) el retorno de Perón a la Argentina, en
1973, luego de 40 años de exilio.

193
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

efecto de esta lectura fue la desarticulación del argumento clásico del peronismo como
patología o desviación.
Este trabajo resulta significativo porque dislocó las interpretaciones disponi-
bles hasta el momento y desplazó el debate desde lo político a lo social, en tanto lucha
de intereses de clase. El trabajo de Murmis y Portantiero se enmarca en un contexto
de construcción conceptual latinoamericanista, que recurrió a una perspectiva sobre el
tercer mundo en la que se insertaba la Argentina. Esta narrativa desarrolla al menos
tres elementos que serán el centro de la discusión hacia la década siguiente: la rele-
vancia del sindicalismo para comprender la génesis del peronismo, la interpretación del
peronismo como un movimiento populista desde una mirada no peyorativa (aunque hasta
aquí tampoco benefactora de dicho concepto), y presenta una mirada comparada entre el
“modelo populista” brasilero (varguismo) y el argentino (peronismo).

IV. Objetivaciones “relativizadas”

Entrados los años ochenta se configuraron una serie de debates que pusieron
en cuestión las reglas de juego político y de la democracia. Ello fue producto de la
finalización de un período fuertemente represivo -el denominado “Proceso de
Reorganización Nacional” (1976-1983)-. La sociedad y la arena política se habían frac-
turado durante la represión, la democracia venía con una promesa de plenitud, suturar
lo simbólico, lo social y lo político. Adicionalmente, se produjo el regreso de intelec-
tuales exiliados, así como la publicación de obras censuradas durante el último golpe
cívico-militar. En lo político, el peronismo se vio cuestionado y debió nuevamente re-
significar su sentido.

El peronismo de los años ochenta debió mostrar sus credenciales demo-


cráticas y peronistas. La empresa no parecía fácil, en primer lugar porque
Perón ya no estaba para dotar de sentido al peronismo, en segundo lugar
porque el último gobierno justicialista, fundamentalmente la presidencia
de Isabel, era asociado al autoritarismo y a la escalada de la violencia, y,
por último, el radicalismo vencería al “movimiento del pueblo” en elec-
ciones inobjetables (Garategaray 2010:78).

Emergieron entonces nuevos significantes en el debate público -Paz y Demo-


cracia- que condujeron a un proceso de relativización de las oposiciones peronismo/
antiperonismo, despolitizando, en parte, la oposición entre izquierda y derecha en los
relatos sobre peronismo. Las narrativas objetivantes se levantaron nuevamente como las
voces más legítimas, más dignas y más verídicas para nombrar los problemas sociales y
sus causas, que necesariamente, se hallaban en el pasado.
En este marco resulta clave la intervención de Juan Carlos Torre (1990)16 en
“La vieja guardia sindical y Perón…” 17. En dicho trabajo es posible identificar huellas

16 El libro es producto de una investigación doctoral iniciada durante los años setenta, finalizada durante
los ochenta y publicada por primera en 1990.
17 Una referencia ineludible en este contexto es el trabajo de Sigal y Verón ([1986] 2003) “Perón o muerte”,

texto que se propuso analizar discursivamente peronismo desde la teoría de la enunciación. Este texto

194
Narrativas Peronistas. Presencias y ausencias… A. L. MAGRINI

de interpretaciones sobre el peronismo construidas en las décadas anteriores. En


primer lugar, y a pesar de las distancias con la interpretación clásica, el texto continúa
con una tradición investigativa iniciada por Germani, la sociología histórica. 18 En
segunda instancia, el investigador argentino retoma y populariza la idea de “vieja
guardia sindical”, así como el análisis sobre los años treinta realizado por Murmis y
Portantiero. El autor acude a fuentes suministradas por el Archivo de Historia Oral
del Instituto Di Tella, así como a testimonios y entrevistas a dirigentes sindicales.
El argumento de Torre sostiene: (a) La relevancia de la vieja guardia sindical
en la gestación del peronismo, como una fuerza política que se construyó desde un
pacto entre sectores obreros y sindicales y la figura de Perón. (b) La presencia de ante-
cedentes respecto a la orientación al diálogo y la colaboración de dirigentes sindicales
con funcionarios estatales. La principal diferencia que produjo, para Torre, el peronis-
mo fue la escucha y la solución de los reclamos obreros desde las instituciones del
Estado. (c) Una tendencia “manipuladora” por parte de Perón y una orientación
“oportunista” de la vieja guardia sindical. El relato relativiza la manipulación de líder
enfatizando el carácter limitado de los recursos de poder disponibles, al menos
durante el proceso de gestación del movimiento. (d) Respecto a la reconstrucción
histórica que el texto realiza del 17 de octubre se destaca: el carácter organizado,
coordinado y sincronizado de la movilización obrera, así como la acción de los gre-
mios autónomos en la organización de la movilización. Aquí el texto dialoga con los
testimonios de quienes participaron de dicho evento, principalmente con las voces de
Luis Gay y de Cipriano Reyes. Más que optar por la versión de oficial sobre este
evento o la de Reyes, la narrativa de Torre señala la complejidad de las disputas hacia
el interior del movimiento obrero. Del 17 de octubre, se desprende dos consecuencias
políticas importantes, en primer lugar la redefinición de la relación entre Perón y los
trabajadores, “el ex secretario de Trabajo emergió convertido en un líder popular
(…).” (Torre 1990:140). Y en segundo término la conciencia mutua de una relación de
interdependencia entre Perón y los trabajadores organizados.
La relevancia del argumento propuesto por Torre radica en que desplaza el
debate sobre el peronismo hacia la cuestión de las identidades políticas, específicamen-
te hacia la articulación entre Perón y el movimiento obrero.

Conclusiones

A lo largo de esta ponencia hemos mostrado un mapa de nuestras narrativas


que va desde la emergencia de las narrativas objetivantes a mediados de los años cin-
cuenta, las narrativas subjetivantes y polifónicas hacia los sesenta, el retorno de las
narrativas objetivantes en los setenta y finalmente la emergencia de narrativas objeti-
vantes más matizadas y relativizadas hacia los ochenta. De este desplazamiento es
posible advertir que las narrativas objetivantes, en sus diversas variantes, han logrado
mantenerse relativamente hegemónicas hasta nuestros días. Ello puede deberse, en

resulta central para comprender otro viraje que dieron los debates sobre peronismo durante los años
ochenta, el peronismo y el problema de la mediación del lenguaje.
18 En palabras de Torre: “Quienes hemos sido estudiantes de Gino Germani fuimos iniciados muy tem-

prano a esta reflexión; nuestra evolución intelectual ha sido marcada por ella” (Torre 1990:9).

195
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

principio, a la permeabilidad y flexibilidad discursiva de estas narrativas, elemento que


les permitió nutrirse de otros relatos (narrativas subjetivantes y polifónicas), y a un
clima político-intelectual, internacional y latinoamericano, en el que los novedosos
criterios de validez científicos fueron favorablemente aceptados.
Ahora bien, de las reflexiones que hemos presentado es posible identificar
algunos elementos concluyentes: (a) el peronismo es un discurso constitutivamente
disputado y polémico que se define en una serie de narrativas que lo reconstruyen des-
de posiciones enunciativas diversas. (b) el peronismo podría pensarse entonces como
un significante flotante, etiqueta semántica constitutivamente polisémicas y tendencial-
mente vacua. La imposibilidad estructural de fijar tales sentidos de un modo acabado y
trascedente hace que los sentidos de dicho concepto cambie históricamente (Palti
2007). No obstante, desde un análisis sincrónico es posible advertir las disputas a
través de las cuales el peronismo es definido, aunque siempre de un modo contin-
gente. (c) Finalmente, estas narrativas no solo han buscado fundar la verdad del pero-
nismo, sino que, de manera “desviada” (Palti 2012), representaron y configuraron
debates en torno a significantes como “lo popular” y “el populismo”. En otras pala-
bras, las narrativas sobre peronismo se encuentran sobreterminadas por la explicación de
“lo popular” y el “populismo”. Cuestión que no hemos desarrollado en esta oportuni-
dad, pero que consideramos deberá ser profundizada en futuros trabajos.

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197
XXI
EL PRIMER PERONISMO COMO EXPERIENCIA
REVOLUCIONARIA. LA INTERPRETACIÓN DE
JORGE ABELARDO RAMOS Y JUAN JOSÉ
HERNÁNDEZ ARREGUI
Gerardo Russo
Universidad Nacional de Tres de Febrero
gerardo.russo@villamaria.gob.ar

Quién espera una revolución social pura en su vida la verá.


Es una revolución de palabra que no comprende
la realidad de la revolución.
Lenin

Introducción

E xplicar el primer peronismo constituyó todo un desafío para la izquierda


marxista en la Argentina. Fundamentalmente porque este movimiento político
logró prontamente la adhesión de las masas trabajadoras -sujeto de la revolu-
ción para el marxismo-, algo que los partidos marxistas argentinos habían perseguido
sin éxito por décadas. Y si interpretar este apego les resultó complejo mientras el pe-
ronismo gobernó el país entre 1945 y 1955, tanto más complicado les resultaría com-
prender la fidelidad de los trabajadores a Perón tras su derrocamiento en 1955. Bási-
camente por dos cuestiones centrales: En primer lugar, porque la clase obrera persistía
en su apoyo a Perón, un líder extraño a dicha clase, y en segundo lugar, porque la
misma continuaba siendo refractaria “al partido de clase, considerado la vanguardia de
la revolución” (Amaral 2009). A partir de esta imposibilidad, desde la denominada
izquierda nacional surgieron líneas interpretativas que intentaron aclarar la vigencia del
peronismo entre los trabajadores y las clases populares desde una perspectiva diferente
a la aportada desde la izquierda tradicional. Estas líneas interpretativas pueden ser
clasificadas, simplificación mediante, en dos visiones diferentes, aunque no totalmente
antagónicas: la que vio en la experiencia peronista un camino a la revolución, y aquella
que asumió al peronismo como una experiencia revolucionaria.
Bajo esta perspectiva, nuestro trabajo aborda estas corrientes de análisis a
través de sus dos exponentes más representativos, Jorge Abelardo Ramos y Juan José
Hernández Arregui. Abelardo Ramos fue uno de los primeros intelectuales en analizar

199
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

al peronismo como revolución nacional en un momento clave del desarrollo histórico


de la Argentina. En tanto que Hernández Arregui sostuvo el carácter revolucionario
de Perón y del peronismo en las particulares circunstancias históricas de la Argentina
de 1945.
Acercarnos a los principales puntos de vista de los autores nos permitirá inda-
gar sobre las causas de la irrupción del peronismo en la escena política nacional, su
peculiar conformación policlasista y su representación político-social. La lectura de la
obra literaria de los autores nos permitirá comprender también la narrativa que Abe-
lardo Ramos y Hernández Arregui desplegaron sobre las transformaciones económi-
cas, políticas y sociales del peronismo en el gobierno, la relación de fuerzas de las cla-
ses sociales durante su período de gobierno y las causas de su derrocamiento en 1955.
Por último concluiremos con la caracterización que realizaron de este movi-
miento político: un camino a la revolución nacional o una experiencia revolucionaria
concreta en la Argentina de mediados del siglo XX.

Argentina: un país semicolonial

Como ya hemos mencionado, el surgimiento del peronismo representó un


problema para las corrientes marxistas vernáculas al momento de explicar el nuevo
fenómeno político y social que marcó profundamente la historia argentina desde me-
diados de la década de 1940. Es que, los trabajadores, sujetos de la historia y de la
revolución proclamada por estas corrientes, habían rehuido del partido de clase para
entronizar a Perón, alguien ajeno al proletariado, como su líder.
De diversas maneras, las corrientes marxistas trataron de explicar esta adhe-
sión obrera a Perón. En líneas generales las primeras interpretaciones se inscribieron
en lo que Mariano Plotkin denomina la “visión patológica” del peronismo (Plotkin
1991). Según esta visión el peronismo no podía ser comprendido por medios raciona-
les y Perón era presentado como un simple manipulador de la voluntad de la clase
trabajadora. Aferrados a esta interpretación, a los marxistas argentinos les resultó
complicado explicar este apoyo obrero al peronismo. Y si ensayar una interpretación
que fuese coherente y convincente no fue tarea sencilla durante los diez años de go-
bierno peronista, más complejo aún les resultó comprender por qué los obreros se-
guían siendo peronistas después de la caída de Perón (Codovila 1946; 1972).
Ante esta nueva realidad política, en la que la clase obrera se manifestaba aún
mayoritariamente peronista, bajo gobiernos que, “si no eran antiperonistas, tampoco
eran peronistas”, algunos autores provenientes de las filas marxistas introdujeron
cambios en sus interpretaciones, tendiente a poder explicar este fenómeno que no
encajaba en sus ortodoxos manuales doctrinarios (Amaral 2009). Jorge Abelardo Ra-
mos y Juan José Hernández Arregui, dos exponentes de esta nueva tendencia interpre-
tativa, confluyeron ante la supervivencia del peronismo después de 1955, en un espa-
cio político difuso, conocido como “izquierda nacional”, desde el que se intentó brin-
dar tales explicaciones.1

1La denominada “izquierda nacional” estaba integrada además de Ramos y Hernández Arregui, por
Rodolfo Puiggrós y Arturo Jauretche, entre otros. Y si bien esta corriente de pensamiento no tenía un

200
El primer peronismo como experiencia revolucionaria… G. RUSSO

Es importante destacar que, tanto para Ramos como para Hernández Arregui,
la correcta caracterización del país, desde el punto de vista político y económico, cons-
tituía un elemento central para poder interpretar la irrupción del peronismo en la es-
cena nacional y la adhesión de las masas obreras al nuevo movimiento político. Para
ambos autores, la Argentina anterior al año 1943 era un país semicolonial, dependiente
del imperio Británico. Este imperio, había deformado su economía ligándola íntima-
mente a las alternativas de las grandes potencias (Ramos 2009a:1), ejerciendo de esta
manera el control de su economía y de la toma de las decisiones políticas en el país
(Hernández Arregui 1972:298). La profundización de estas políticas por parte de los
sectores dominantes tornaba al estado argentino, para Ramos y Hernández Arregui, en
“prisionero del control oligárquico-imperialista” (Ramos 2009a:14). Dos ejemplos les
sirven a los autores para ejemplificar tales apreciaciones: El manejo por parte de capi-
tales británicos de la política monetaria nacional, y el control del medio de transporte
y comunicación más importante del país, el ferrocarril. El primero de los casos era
posible, merced al control que el capital financiero británico ejercía sobre el Banco
Central de la República Argentina. Regulando de esta manera, de hecho, la emisión de
moneda y la política económica nacional. Mientras que, en el caso de los ferrocarriles,
estos constituían una herramienta decisiva para el desarrollo económico argentino.
Regulando mediante su política tarifaria, a manera de aduana interior, la prosperidad o
no de las diferentes provincias e industrias argentinas. De esta manera, a partir de los
ejemplos citados entre otros tantos y recurriendo a las tesis planteadas por Lenín,
Trotski, Stalin y el propio Marx, sobre la cuestión colonial, Ramos y Hernández Arre-
gui sostendrán “no solo el papel regresivo de los capitales invertidos en colonias, sino
su función estranguladora de la economía nacional en los países atrasados” (Ramos
2009a:7-8; 2009b:12-13).
Esta situación, que Peter Walmann ha definido como crisis de dependencia de
la Argentina frente a las naciones industrializadas, se manifestó claramente durante la
década de 1930-1940. Circunstancia esta, que puso de manifiesto además, un senti-
miento de indignación y humillación en amplias capas sociales ante los manejos que
los círculos terratenientes hacían del aparato estatal en beneficio propio y de sus so-
cios, el capital extranjero (Walmann 2009:34-35). Esta realidad que no era exclusiva
del país, sostiene tanto Ramos como Hernández Arregui, también pesaba sobre todos
aquellos países “atrasados” del continente americano, asiático y africano, que veían
como se hundía el nivel de vida de las grandes masas campesinas y obreras que los
habitaban. Este explosivo panorama mundial, más la crisis del imperialismo, producto
de la segunda gran guerra, trajo aparejado, sostiene Ramos, “un terremoto histórico
que cambia la faz del planeta. En ese año (1945) las grandes masas de los países colo-
niales bajaron a la arena”, iniciando un “ciclo de levantamientos nacionales revolucio-
narios que luchan por su autodeterminación” (Ramos 2009a:1-2).
Este es el contexto nacional e internacional, descrito muy brevemente por
cierto, en el que surge el peronismo. Y ello resulta de vital importancia en la compren-
sión y explicación que, tanto Ramos como Hernández Arregui, darán sobre su natura-
leza, sus acciones y su persistencia en el tiempo.

mínimo de homogeneidad política, coincidían en líneas generales, en sus enfoques sobre la cuestión
nacional y en definir al peronismo como un movimiento nacional.

201
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

La lucha por la emancipación nacional

Como hemos visto, para Ramos y Hernández Arregui, los conflictos que esta-
llaron hacia 1945 en las diferentes naciones dependientes, tenían como causa principal
la explotación imperialista de esos países. Por lo que, sostienen los autores, la principal
acción a llevar a cabo por parte de todas aquellas fuerzas interesadas en terminar con
la dominación extranjera, consistía en iniciar un proceso de liberación nacional en
aquellos países dependientes. Ese proceso antiimperialista, fue iniciado en Argentina
en el año 1945 por el peronismo, siendo interrumpido por el golpe de estado en 1955.
Y requirió según manifiestan, “enfrentar una doble lucha, contra las metrópolis por un
lado y las oligarquías de la tierra del otro, ligadas por mutuos intereses económicos, y
por lo tanto, adversas, ambas fuerzas, a toda revolución anticolonialista” (Hernández
Arregui 2009a:27). Para tamaña empresa, inconclusa y vigente según expresan ambos
autores abordados, se requirió

la adaptación de la lucha por la liberación ‘a las particularidades naciona-


les y políticas de cada (nación)’ […], y comprender lo que hay de nacio-
nalmente particular y específicamente nacional en la manera como cada
país aborda concretamente la solución de un mismo problema interna-
cional (Hernández Arregui 2009a:27).

Requiere también, continúa afirmando Hernández Arregui, de acuerdos entre


todas aquellas fuerzas interesadas en la liberación nacional, por encima de sus contra-
dicciones internas, las que resultan secundarias ante la opresión imperialista. La tarea
en esta particular etapa histórica, continúa, consiste en coaligar a través del movimien-
to nacional, en una primera instancia, en un haz defensivo espontáneo, a todas las
tendencias nacionales como paso previo de la victoria del país sobre sus opresores
internacionales. Pero como esta etapa de lucha del pueblo argentino por su liberación
no era nueva, tanto Ramos como Hernández Arregui recurren en sus obras a antece-
dentes históricos para abonar esta afirmación. Para ambos, el país había tenido expe-
riencia en tal sentido. De la unión de aquellos sectores que tuvieron conciencia de la
necesidad de la liberación nacional, devino en 1945

un período estable, que permitió a la Argentina, dueña de su economía, y


su política nacional, un gran paso hacia delante. La ruptura de esta alian-
za significó el retroceso de la Nación a la humillación colonialista
(Hernández Arregui 2009a:27).

El peronismo como movimiento de liberación nacional: su potencialidad y sus


límites

Como sostuvimos oportunamente, el surgimiento del peronismo se produjo


en un particular momento de la historia mundial. Y

el proceso que se corona con las jornadas de Octubre obedece no sólo a


las fuerzas internas de la sociedad argentina que en 1945 se evidencian,

202
El primer peronismo como experiencia revolucionaria… G. RUSSO

sino a un acontecimiento de importancia histórica universal: la crisis


mundial del imperialismo (Ramos 2009a:1)

producto de la guerra imperialista librada entre 1939 y 1945. En esta caracterización


ambos autores coinciden, como han coincidido también sobre el carácter dependiente
del país, con el breve interregno de soberanía nacional entre 1945-1955.
A partir de estas ideas convergentes, las interpretaciones de Ramos y Hernán-
dez Arregui, sobre las potencialidades y limitaciones del peronismo como movimiento
de liberación nacional, presentan importantes coincidencias como profundas diferen-
cias. La naturaleza del peronismo, la orientación de su gobierno, el papel de Perón y el
peronismo en el proceso revolucionario argentino, son analizados por los autores, en
algunos casos de manera coincidente y en otros de manera divergente. Analizar enton-
ces, dichas interpretaciones, nos permitirá concluir sobre el carácter que ambos le
asignan al peronismo: una etapa en el camino del proletariado a la revolución, o una
etapa revolucionaria del pueblo argentino.

Potencialidades y limitaciones del peronismo. La interpretación de Jorge Abe-


lardo Ramos

Para Jorge Abelardo Ramos, el peronismo es un movimiento de tipo naciona-


lista, pero de un nacionalismo muy diferente al nacionalismo de los países imperialis-
tas. Representa el nacionalismo de un país semicolonial, dependiente, en contradicción
y conflicto con los países imperialistas, especialmente Gran Bretaña y Estados Unidos.
A partir de esta primera caracterización, Ramos, sostiene que en el peronismo se re-
sume una alianza antiimperialista, integrada fundamentalmente por la burguesía nacio-
nal y el proletariado. Esta alianza que reviste un carácter defensivo ante “la brutal
extorsión económica que el imperialismo realiza en los países atrasados”, se produce
en momentos en que se verificaba una importante expansión de la burguesía nacional
y un fuerte crecimiento del proletariado argentino (Ramos 2009c:9-10). Y es esta ex-
pansión de la burguesía industrial argentina, cuyos intereses entraban en relativo con-
flicto con el sistema económico exportador e importador sostenido por los grupos
agropecuarios ligados al imperialismo anglo-yanqui, lo que hace que Perón asuma su
representación. Una representación de la burguesía industrial, dice Ramos, que orientó
la económica medular del primer peronismo bajo un nacionalismo burgués caracteri-
zado por el desarrollo del capitalismo nativo, la nacionalización de servicios públicos
esenciales y la modernización económica del país.
A pesar de esta direccionalidad burguesa de la política del peronismo en el
gobierno, no será la burguesía industrial el principal sostén del gobierno. Para Ramos,
“cegada por su imbecilidad histórica y por la política social del régimen” (Strasser
2009:10), la burguesía en su gran mayoría no apoyó a Perón. “El verdadero sostén del
gobierno de Perón fue el ejército, y en realidad, es bueno decirlo, Perón no deseó otro
pilar” (Strasser 2009:10). Pero a pesar de esta afirmación, Ramos reconoce siguiendo
las tesis de Trotsky, que tanto la burguesía nacional como “el gobierno nacional, en la
medida en que procura resistir al capitalismo extranjero, está obligado en mayor o

203
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

menor grado a apoyarse en el proletariado” (Ramos 2009c:10). Y ello fue, a lo que se


vio obligado Perón, sostiene este autor.
Ahora bien, ¿si el peronismo representaba a la burguesía nacional, porque el
proletariado se incorporó decididamente a sus filas? ¿Y por que seguía siendo peronis-
ta luego del derrocamiento de Perón? Con sencillez y claridad, Ramos responde estos
interrogantes, por lo menos al primero de ellos:

La política económica de Perón fue, como ya se ha dicho, nacional, bur-


guesa, capitalista, y ese fue su mérito, si se tiene en cuenta que la política
clásica anterior a su ingreso a la escena había sido oligárquica, semi-
colonial, propia de una factoría. Si se busca saber en que medida la clase
obrera era beneficiada por esta política, cabe responder que en tanto
Perón representaba los intereses nacionales, también debía satisfacer
ciertas demandas obreras, solucionar problemas obreros específicos, de-
fender los salarios, las condiciones de vida, la expansión de los sindica-
tos, pues de otra manera no habría contado con el apoyo popular para
enfrentar al imperialismo y garantizar todo el resto de su política burgue-
sa (Strasser 2009:11).

A partir de este razonamiento, Ramos profundiza su análisis. El autor sostiene


que Perón debió representar a la burguesía industrial argentina en el conflicto relativo
de intereses que esta mantenía con los grupos agropecuarios ligados al imperialismo
anglo-yanqui por el modelo económico-productivo a desarrollar. Ante este escenario,
era deber de todo revolucionario apoyar críticamente a la burguesía en esta lucha. Y a
Perón, cuyas medidas obreristas y antiimperialistas habían movilizado a la clase obrera
en su apoyo.2 De esta manera, y a partir de la movilización en apoyo a Perón, la clase
obrera ingresaba con el peronismo a la política argentina. Y lo hacía, sostiene Ramos,
integrando un frente nacional antiimperialista del que participaba también la burguesía
nacional. Así, la burguesía encontraba en Perón a su más conciente y decidido político,
mientras que el proletariado hallaba, transitoriamente, a quien lo organizara y repre-
sentara en su lucha por el poder político. Pero luego las masas comprobarían, continúa
expresando Ramos, la impotencia histórica de la burguesía nacional para realizar su
propia revolución, recayendo en el proletariado la tarea de resolver las medidas de-
mocráticas burguesas que la burguesía era incapaz de ejecutar.
Basándose en estas observaciones, Ramos sostiene que el peronismo es un
movimiento nacional y burgués que representa fundamentalmente los intereses de la
burguesía industrial nacional, pero cuya base política esta constituida fundamental-
mente por los trabajadores. Ello le otorga al movimiento encabezado por Perón una
naturaleza política particular. Naturaleza política que será parte tanto de su fortaleza
como de su debilidad. Esta conformación policlasista del peronismo, en el que se
manifiestan varias clase sociales, representadas por un jefe militar que le imprimió a

2Ramos sustenta este “apoyo crítico” a la burguesía nacional y a Perón en lo sostenido por Marx, Engels,
Lenín y Trotsky en cuanto a la política que debe impulsar el proletariado de un país colonial o semicolo-
nial (Ramos 2009c:13-16).

204
El primer peronismo como experiencia revolucionaria… G. RUSSO

todo su gobierno, su propio carácter, y sus debilidades tanto como sus aciertos, fue
definida por Ramos como una conformación de tipo Bonapartista.

El Bonapartismo (define Ramos) es el poder personal que se ejerce ‘por


encima’ de las clases en pugna; hace el papel de árbitro entre ellas. Pero
en un país semicolonial como la Argentina, la lucha fundamental no se
plantea solamente entre las clases sociales del país, sino que asume un
doble carácter: El imperialismo extranjero interviene decisivamente en la
política interior y tiene a su servicio a partidos políticos nativos y a clases
interesadas en la colonización nacional. De esta manera el Bonapartismo
(Perón) se elevó por encima de la sociedad y gobernó con ayuda de la
policía, el ejército y la burocracia.
Una centralización semejante era inevitable en cierto modo, dada la tre-
menda fuerza del imperialismo (…) De estas ventajas del Bonapartismo
para combatir al gran enemigo, nacen sus debilidades. Al no contar con
partidos nacionales poderosos que lo apoyaran en la realización de un
programa antiimperialista y que al mismo tiempo lo controlaran en el
marco de una democracia revolucionaria, la persona de Perón se ‘inde-
pendizó’, por así decir, de las fuerzas que le dieron origen (Ramos
2009a:11).

Y si bien, como sostiene el propio autor, el bonapartismo en tiempos de crisis


aparece como una solución radical de las fuerzas nacionales para enfrentar a sus pode-
rosos enemigos interiores y exteriores, marca también sus límites al momento de llevar
hasta el fin la “revolución nacional”. Y serán precisamente estos límites, para Ramos,
los que marcaron no solo la imposibilidad de profundizar la “revolución nacional”,
sino también las causas del derrocamiento del peronismo. Esta afirmación de Ramos
nos lleva a señalar, aunque sea brevemente, aquellos aspectos que reflejan según su
interpretación, los límites del peronismo como movimiento revolucionario.
En primer lugar, aparecen para Ramos, la “indigencia ideológica” y la falta de
construcción de un partido revolucionario como los principales límites del peronismo.
Constituyéndose además en la causa central del fracaso de su régimen de gobierno.
Toda la ideología peronista, manifiesta, es una combinación inorgánica de las simpa-
tías totalitarias de Perón, con las políticas “obreristas” y “populistas” impuestas por
los acontecimientos de 1945. En esta conjunción, poco espacio tenían los elementos
democráticos pequeños burgueses de carácter positivo representado por “políticos”.
Tampoco tenía, critica el autor, demasiada cabida en el movimiento peronista, “orde-
nado” en base a la obsesiva búsqueda de “lealtad”, la formulación de programas polí-
ticos y el desenvolvimiento ideológico de la clase obrera. Esta situación, afirma, tendrá
además como consecuencia, la imposibilidad de que el partido peronista constituyese
una fuerza capaz de contrabalancear la influencia personal de Perón, y de exigir el
pleno funcionamiento de la democracia revolucionaria. Impidiendo de esta manera la
profundización del nacionalismo económico impulsado inicialmente por Perón. 3 Tal

3Tanto Ramos como Hernández Arregui ponderan detalladamente el nacionalismo económico del pero-
nismo. Sobre este tema consúltese: Ramos 2009a:9-11 y Hernandez Arregui 2009b:21-26.

205
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

profundización, hubiera resuelto, sostiene, los otros límites cruciales para su programa
de gobierno: el desarrollo industrial del país en base al predominio de la industria li-
viana y una insuficiente industria pesada, y la propiedad territorial oligárquica que
permaneció intacta durante los años de gobierno peronista. Será precisamente esto
último, y en esto coinciden Ramos y Hernández Arregui, el límite que más le costo
cruzar a Perón.

La expropiación de la oligarquía terrateniente sobrepasaba ya los límites


burgueses del movimiento peronista y Perón se detuvo allí […] La co-
existencia exasperada de la Argentina terrateniente y de la Nueva Argen-
tina industrial durante diez años, puso a prueba duramente el programa
nacionalista del peronismo (Ramos 2009a:11).

Lo cierto es que, para Ramos, el peronismo había expropiado el poder políti-


co a la oligarquía pero no había afectado seriamente su base de sustentación económi-
ca. Y fue esto último precisamente, lo que permitió la reacción de las fuerzas antina-
cionales que promovieron el golpe de estado del 16 de septiembre de 1955. El pero-
nismo caía vencido más por sus propios límites que por la fuerza del enemigo. De
todos modos, y a pesar de ello, el advenimiento del peronismo significó para la clase
trabajadora un paso gigantesco en su educación política al poner sobre el tapete la
lucha antiimperialista, preludio necesario de un agudizado desarrollo de la lucha de
clases en el país, concluye Ramos.

Potencialidades y limitaciones del peronismo. La interpretación de Juan José


Hernández Arregui

Como hemos mencionado, Hernández Arregui compartía con Ramos la ca-


racterización de Argentina como un país semicolonial. Para él, el tránsito hacia la in-
dependencia de las imposiciones que ataban al país al imperialismo, solo era posible
mediante el quebrantamiento del aparato montado por las clases altas, afirmadas
económicamente en la explotación de la tierra. Algo que también sostenía Ramos. La
salida de esta situación, según interpreta el autor, consistía en lograr un sistema
económico y político restrictivo de los privilegios que sostenían ese andamiaje depen-
diente, y que permitiese además, el avance político, aunque gradual e imperfecto, de
las masas. Y al igual que para Ramos, para Juan José Hernández Arregui, Perón en-
carnó en la Argentina ese avance político. Su régimen constituyó, según ha señalado,
una revolución de carácter democrático burguesa, caracterizada por un fuerte desarro-
llo industrial, una mejora substancial en las condiciones sociales de la clase trabajadora
y la aceleración de su conciencia política materializada en su masiva sindicalización.
Precisamente, el fuerte apoyo de las masas obreras es una característica que sobresale
en la experiencia política y en la acción de gobierno del primer peronismo. Y Hernán-
dez Arregui pone en valor esta situación. Para él, “en un país dependiente, sólo la
participación activa de la clase obrera, puede conseguir del Estado burgués la naciona-
lización. Y en esto reside la revolución democrático-burguesa de los países atrasados”
(Hernández Arregui 2009b:19). Es que para Hernández Arregui, como para los otros

206
El primer peronismo como experiencia revolucionaria… G. RUSSO

integrantes de la denominada izquierda nacional, la política de nacionalización consti-


tuye un instrumento de soberanía nacional. La adquisición de los ferrocarriles, la na-
cionalización de los puertos, la creación de la marina mercante, la nacionalización de
los servicios públicos, la nacionalización del comercio exterior, la repatriación de la
deuda externa argentina y la nacionalización de la banca, llevada a cabo durante el
primer gobierno de Perón, tuvieron por resultado, para el autor analizado, el dejar
sentadas las bases reales de la independencia nacional, con directa repercusión sobre el
bienestar general del país.
Para seguir el razonamiento de Hernández Arregui, sobre las potencialidades
y limitaciones del peronismo, y poder establecer una comparación con la interpreta-
ción aportada por Ramos sobre estas cuestiones, nos parece importante profundizar el
rol que aquel le asigna a la clase trabajadora dentro del régimen peronista. Máxime, si
tenemos presente, la estrecha relación que Hernández Arregui establece entre revolu-
ción democrática-burguesa, nacionalización y acción del proletariado.
Con respecto de la participación obrera en el peronismo, Hernández Arregui
sostiene que el 17 de octubre de 1945 constituyó para el proletariado una etapa histó-
rica en su emancipación como clase.4 A partir de este momento, la sindicalización de
los trabajadores y la unidad del movimiento obrero impulsado por el peronismo, cons-
tituyeron un prerrequisito indispensable en la lucha nacional. Solo con la participación
revolucionaria de las masas, insistía, la liberación dejaba de ser una abstracción agitada
por la izquierda marxista tradicional. Izquierda marxista que pregonaba la revolución
comunista a nivel internacional mientras que en el orden interno se apartaba de la
lucha nacional de las masas, siendo funcional de esta manera al imperialismo que decía
combatir. Una vez lograda la unidad del proletariado, apunta Hernández Arregui, el
paso siguiente para la emancipación de la Argentina, consistía en nuclear a todos los
sectores antiimperialistas alrededor de un programa de liberación nacional (Hernández
Arregui 2009a:6-8). Programa de liberación nacional que lograba materialidad desde
1945, como teoría y práctica concreta de la revolución nacional, bajo la representación
política del peronismo, manifiesta.
La resultante de tan heterogéneo conjunto político y social que se nucleó en el
peronismo, fue un movimiento policlasista de singular y contradictoria conformación.
Y así lo destacó el autor:

La imagen del nuevo partido no era nítida, y Perón debió manejarse en-
tre estas corrientes encontradas, entre antítesis irreconciliables. El pero-
nismo aflora bajo esta constelación ideológica múltiple y antagónica de
sus partes constituyentes […]
Pero fue la clase obrera […] la que condicionó en la práctica un progra-
ma nacional muy unitario pese a sus divergencias intestinas, que Perón
con genio político, logró consolidar en un frente anticolonialista (Her-
nández Arregui 2009c:1).

4Para Lenin la organización y unión del proletariado solo era posible si previamente las masas obreras
habían obtenido su libertad política. Basándose en dicha tesis, Hernández Arregui concibe al 17 de octu-
bre como el acto de libertad política del proletariado argentino.

207
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

En esta conformación policlasista y contradictoria, y en la representación ob-


jetiva de la industria nacional algunos autores han visto la naturaleza burguesa y bona-
partista del peronismo. Esta tesis, enfatizada por Ramos, es calificada por Hernández
Arregui como una simplificación del fenómeno peronista. Y si bien reconoce “que
ciertos rasgos del ‘régimen bonapartista’ como ser el equilibrio por encima de las cla-
ses, permiten calificar al peronismo en tal forma” (Hernández Arregui 2009a:27), ello
requiere para Hernández Arregui, de aclaraciones:

El ‘bonapartismo’ de Perón sólo relativamente puede ajustarse a la Ar-


gentina. Tal bonapartismo, en su contenido particular, no fue reacciona-
rio sino revolucionario, conciliador a medias por su recostamiento en la
clase trabajadora y no en las clase altas -oligarquía terrateniente, burgues-
ía industrial naciente, campesinado chacarero- fuerzas que, en definitiva,
nunca le prestaron su apoyo, y en última instancia, resistieron al sistema
en tanto el proletariado permanecía fiel al mismo (Hernández Arregui
2009a:28).5

A partir de esta afirmación, Hernández Arregui refuta en sus diferentes traba-


jos la mayoría de los cuestionamientos que le realizan al peronismo los grupos de iz-
quierda.6 Impugna el argumento sobre la falta de una “ideología concreta y determina-
da” del peronismo, devenido del carácter policlasista de su composición social y polí-
tica. Al respecto, sostiene que, las contradicciones de clase existente en su seno no
anulan sus objetivos revolucionarios. Por el contrario, continúa argumentando, su
definición como movimiento antioligárquico y antiimperialista fue muy avanzada para
la época, máxime si se tiene en cuenta el escenario nacional e internacional que impo-
nía la segunda guerra mundial. Y si bien, el programa nacional que implementó el
primer peronismo no fue socialista, sostiene, si tuvo aspectos socializantes muy avan-
zados para la época. Este programa nacional, sintetizado en la justicia social, la inde-
pendencia económica y la soberanía política, marca a las claras, afirma, los componen-
tes ideológicos del peronismo.
Que es la justicia social, sino una definición programática próxima al socialis-
mo, afirma. Y la independencia económica y la soberanía política, sino el tránsito obli-
gado del colonialismo a la liberación nacional y la conciencia de la oposición al impe-
rialismo, materializada en acciones concretas, insiste con vehemencia. 7 Por lo tanto,
continúa argumentando, el peronismo es una ideología de liberación nacional que

5 “El propio Engels, concibe, también en una aplicación particular del concepto, formas del `bonapartis-
mo’ progresistas, no reaccionarias”, sostiene el autor.
6 Si bien Hernández Arregui refuta muchas de las tesis centrales de la obra de Ramos sobre el peronismo,

comparte con él otras tantas, exhibiendo por su trabajo un profundo respeto intelectual. Diferente es el
trato que le confiere a los representantes de la izquierda marxista ortodoxa en argentina, en especial al
Partido Comunista Argentino, con los cuáles polemiza en duros términos.
7 “La política de nacionalizaciones de ramas enteras de la producción, de la banca, de los servicios, el

fomento de la pequeña y mediana empresa, la nacionalización del comercio exterior, la participación


sindical en la política nacional, la política energética, etc. […] colocaron los cimientos por primera vez en
la Argentina, de una economía autónoma” (Hernández Arregui 2009c:2).

208
El primer peronismo como experiencia revolucionaria… G. RUSSO

expresa a las masas en su anticolonialismo. El peronismo es nacional y revolucionario,


es la patria contra la colonia, concluye.
Dicho esto, Hernández Arregui, cede en su relato la palabra al propio Perón,
para reafirmar de esta manera las características de la revolución peronista:

Nuestra Revolución Justicialista partió de un gobierno legal y constitu-


cional elegido por una gran mayoría y pretendió alcanzar sus objetivos
por la vía legal dentro de la Constitución de 1949 […] Se trataba en con-
secuencia de promover y acelerar una evolución que llevaba progresiva-
mente a la República a un cambio fundamental de estructuras, hacia un
régimen nuevo y un nuevo sistema, en el que el Estado, la política, y las
condiciones socioeconómicas se orientarán hacia un socialismo nacional
tan pronto como se consiguiera liberarse de las influencias y penetración
imperialista, sin lo cuál no había soluciones posible.8

Y si no pudo ir más allá, fue por los límites fijados por el equilibrio de fuerzas
que lo condicionaban, y porque el programa inicial del peronismo fue interrumpido
drásticamente por la contrarrevolución de 1955, argumenta Hernández Arregui. Lo
objetivo y cierto, afirma, es que el derrocamiento del peronismo no fue causado por
sus debilidades. La constelación ideológica múltiple y antagónica que lo caracterizaba,
no era impedimento para profundizar el programa de liberación nacional iniciado en
1945. Mientras la clase trabajadora siguiera siendo peronista, sería esta, en última ins-
tancia la que condicionaría la dirección general de los acontecimientos. Por lo tanto,
tampoco era imprescindible la constitución de un partido revolucionario que dotara de
desarrollo doctrinario a la acción revolucionaria de las masas nucleadas en el peronis-
mo.9
En definitiva, para Hernández Arregui, el peronismo cayó derrocado en 1955
por sus aciertos más que por sus limitaciones. Fueron sus gérmenes socializantes los
que “arremolinaron la aguerrida y ciega -como en toda lucha de clases- coalición de
fuerzas que derribó al régimen” (Hernández Arregui 2009c:2), reflexiona finalmente.

Conclusión

El análisis de la bibliografía propuesta para realizar el presente trabajo, nos


permite señalar algunas reflexiones finales en cuanto a la interpretación que Jorge
Abelardo Ramos y Juan José Hernández Arregui realizaron sobre el carácter revolu-
cionario o no, del peronismo.
En primer lugar, debo señalar que ambos autores abordan el estudio del pe-
ronismo desde una posición ideológica perfectamente determinada. Su abordaje, como

8 Juan Domingo Perón (1971) en Hernández Arregui 2009c:12.


9 Quienes analizaban la política argentina en la década de 1960 desde una concepción marxista, se encon-
traban con el panorama de que ya no había un solo camino a la revolución, sino muchos. Que esta, podía
hacerse sin partido revolucionario, y que la revolución podía ser el resultado de la acción de muchas clases
sociales y no solo de una. Hernández Arregui, influenciado por la tradición marxista italiana, fue uno de
ellos (Amaral 2009).

209
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

vimos a lo largo del trabajo, es realizado desde la óptica de la denominada “izquierda


nacional”. Para esta corriente de pensamiento, la cuestión nacional, es decir el contex-
to internacional en el que se desenvuelve la realidad nacional, es determinante al mo-
mento de analizar al peronismo. Y en este sentido, el carácter de país semicolonial y
dependiente de la Argentina anterior a la irrupción política del peronismo, marcó pro-
fundamente los rasgos distintivos del movimiento conducido por Perón.
A partir entonces, del carácter semicolonial y dependiente que le atribuyen a la
Argentina de 1945, ambos autores reconocen en el peronismo la irrupción de un mo-
vimiento nacional antiimperialista. Sin embargo el análisis que realizan sobre su repre-
sentación social y el alcance de sus políticas gubernamentales, en tanto aporte a la
revolución proletaria en la Argentina, los conduce a interpretaciones y conclusiones
diferentes sobre el fenómeno peronista.
Para Ramos, el peronismo fue la resultante de una alianza antiimperialista en-
tre la burguesía y el proletariado, cuyo programa de gobierno puso de relieve el carác-
ter burgués de este movimiento. Aunque a pesar de ello, sostiene, logró el apoyo de las
masas trabajadoras merced a su política económica y social pro-obrera. Ello lo convir-
tió en un movimiento burgués por su ideología y proletario y popular por su base de
sustentación. En sus contradicciones, producto de esta composición político-social, y
en sus limitaciones para avanzar en la revolución proletaria, entre las que destaca su
carencia de ideología revolucionaria, y su falta de decisión para expropiar el poder
económico de la oligarquía, encuentra las principales causas de su derrocamiento en
1955.
De todos modos, en su balance, Ramos interpreta al peronismo como una re-
volución nacional antiimperialista, la que por su carácter inconcluso ubica como la
“primera oleada de la revolución”, es decir, un camino a la revolución proletaria.
Por su parte, Hernández Arregui, aporta una interpretación diferente del
fenómeno peronista a la propuesta por Ramos. Una mirada distinta en muchos aspec-
tos, aunque no totalmente antagónica, ya que ambos parten, como vimos, de iguales
supuestos. A partir de reconocer la alianza policlasista que conforma al peronismo,
centra su atención en el componente obrero de la misma. Ya que para él, el punto de
partida de toda teorización revolucionaria en un país colonial son las masas, y estas en
Argentina, son peronistas. Es entonces, para Hernández Arregui, la acción revolucio-
naria de las masas obreras, en alianza estratégica con la burguesía industrial nacional,
lo que constituye al peronismo en teoría y práctica de la revolución nacional antiimpe-
rialista en 1945.
Con esta composición social y política como sustento de su movimiento, y
con la liberación nacional del país como objetivo, manifiesta el autor, Perón impulsó
un programa de gobierno caracterizado por un fuerte nacionalismo económico y una
política social pro-obrera. Fueron estas características precisamente, las que llevan a
Hernández Arregui a sostener que el primer peronismo presentó una definición pro-
gramática próxima al socialismo. Manifestando este autor en esta afirmación, su propia
expectativa sobre la radicalización del movimiento peronista luego de su derrota en
1955.
De este modo, y a manera de conclusión, para Hernández Arregui, el pero-
nismo fue revolucionario por composición de clases, por programa y por unificación

210
El primer peronismo como experiencia revolucionaria… G. RUSSO

de los trabajadores detrás de un objetivo concreto: la liberación nacional. Y fueron


estas, sus potencialidades y no sus limitaciones, las causas de su caída.
Para finalizar, no queríamos dejar de resaltar que, como es sabido, cada gene-
ración revisa su pasado a partir de los interrogantes que le plantea su presente. Y el
principal interrogante que tanto Ramos como Hernández Arregui, intentaron respon-
der a través de sus trabajos bibliográfícos, estuvo centrado en el rol de Perón y el pe-
ronismo en el proceso revolucionario argentino. 10 Las respuestas que dieron, como
vimos, fueron diferentes. Pero en las mismas filtraron, lo que consideraron su propio
aporte al proceso revolucionario que entendieron inminente. Y esto que quizás los
condicionó en su interpretación, fue precisamente lo que los impulsó a continuar en el
camino militante por la revolución, que ambos habían elegido.

Bibliografía

AMARAL, Samuel, Peronismo y Marxismo: La cuestión nacional en la Argentina, 1945-1976,


Untref virtual, 2009.
CODOVILA, Victorio, Batir al nazi-peronismo para abrir una era de libertad y progreso, Bue-
nos Aires, Anteo, 1946.
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pueblo argentino, Buenos Aires, Anteo, 1972.
HERNÁNDEZ ARREGUI, Juan José, Nacionalismo y liberación, 3º edición, Buenos
Aires, Corregidor, 1972.
HERNÁNDEZ ARREGUI, Juan José, ¿Qué es el nacionalismo?, Untref virtual, 2009a.
HERNANDEZ ARREGUI, Juan José, La formación de la conciencia nacional, Untref
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PLOTKIN, Mariano Ben, Perón y el peronismo: un ensayo bibliográfico, Berkeley, California,
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Junio 1991.
RAMOS, Jorge Abelardo, La era del bonapartismo, Untref virtual, 2009a.
RAMOS, Jorge Abelardo, La revolución de junio y su proceso en Ramos, Jorge A, América
Latina: un país, su historia, su economía, su revolución, Untref virtual, 2009b.
RAMOS, Jorge Abelardo, La cuestión nacional como problema, en Jorge Abelardo Ramos,
América Latina: Un país. Su historia. Su economía. Su revolución, Untref virtual, 2009c.
STRASSER, Carlos, Las izquierdas en el proceso político argentino, Untref virtual, 2009.
WALMANN, Peter, El peronismo. 1943-1955, Buenos Aires, Eduntref, 2009.

10Ambos autores publican las obras revisadas en el presente trabajo, mayoritariamente durante la década
de 1960, por lo que “su presente” se encuentra condicionado por las luchas sociales y políticas de este
período de la historia nacional, y “cierta certeza” de estar viviendo un proceso revolucionario en ciernes.

211
XXII
EN LA PERIFERIA: DE LA CRÍTICA LITERARIA
AL ESTUDIO DE LA CULTURA DE MASAS
Silvina Mercadal
Universidad Nacional de Villa María
silvinamerc@hotmail.com

Introducción

E n el campo de estudios en comunicación y cultura situados en la periferia -tam-


bién se puede hablar de una “tradición periférica” (Alabarces 2008)- es posible
rastrear la relación literatura/medios en los estudios precursores de Aníbal Ford
y Beatriz Sarlo con Carlos Altamirano. En esta tradición la crítica cultural incorpora los
textos de la cultura de masas, en una operación que implica a la vez la expansión del
objeto literario.
Según Pablo Alabarces (2008) la invención de los estudios sobre cultura popu-
lar -en el campo de comunicación y cultura- implica a la vez la creación anticipada de
los cultural studies1. Los artífices de esta invención Aníbal Ford, Jorge Rivera, Eduardo
Romano -de procedencia letrada-, eligen como objetos de análisis textos que se sitúan
en la periferia de la legitimidad literaria, pero además incorporan el análisis de la cultu-
ra de masas realizando así un deslizamiento que también se puede rastrear en las tra-
yectorias biográficas: de los estudios literarios a los estudios de comunicación como
locus central de exploración de la cultura contemporánea.
Para Aníbal Ford -en un texto de Navegaciones (1994)- la relación literatura y me-
dios se presenta como un “conjunto abierto e impreciso” debido a la dificultad de acotar
aquella zona de vecindad que indica el conjuntivo “y”, aunque advierte que se trataría de
pensar la relación en términos históricos, considerando las políticas de alfabetización del
Estado moderno, los géneros que surgen asociados a la prensa, y su articulación con los
desarrollos técnicos (fotografía, cine, radio, televisión, entre otros).
Sin embargo, en las clases de Introducción a la Literatura -editadas por la
UNLP- Ford (2005) propone construir una perspectiva que amplía el campo de los

1 Alabarces evidencia los vínculos subterráneos con los estudios culturales británicos: “Lo que Ford,
Rivera y Romano habían inventado, sin saberlo, eran los cultural studies: sin su formalización, sin su reper-
torio de citas, como parte de un clima intelectual extendido que incorporaba a Gramsci” (Alabarces
2008:274).

213
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

estudios literarios a lo político-cultural, esto es, a las articulaciones entre los fenóme-
nos literarios con la economía y la sociedad, considerando el impacto del desarrollo de
los medios de comunicación. El título de la publicación “30 años después: política,
comunicación y cultura” explicita las relaciones entre los campos.
En la década del 80 Andreas Huyssen situaba la emergencia histórica del dis-
curso de “la gran división”, así advertía que la distinción entre literatura y medios de
comunicación -o la dicotomía arte elevado y cultura de masas- ha predominado duran-
te las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del XX, y en las décadas pos-
teriores a la Segunda Guerra Mundial. Para Huyssen tal división configura una creen-
cia que asegura la disociación de los estudios literarios y la investigación sobre la cultu-
ra de masas, la que resulta impugnada por la tradición vernácula de los Estudios Cul-
turales -aunque la adscripción es posterior-, los incipientes desarrollos teóricos -en el
caso de Ford- y las investigaciones realizadas durante la transición democrática en
argentina -por Sarlo- se sitúan en aquella perspectiva.

Literatura/Sociedad: los vínculos. Las redes de la crítica

En Literatura/Sociedad Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo se proponen explorar


la relación entre los términos implicados buscando trascender los límites de una pers-
pectiva disciplinar. Para los autores la definición más precisa de “sociología de la lite-
ratura” resulta inconveniente por remitir a una disciplina -con objetos y métodos con-
solidados- cuando se trataría más bien de un modo de interrogar fenómenos que se
agrupan en torno a la categoría “nada obvia” de literatura. Los términos que la rela-
ción Literatura/Sociedad articula implican indagar un lenguaje con otro, pues la re-
flexión sobre la literatura incluye disciplinas diversas (la filosofía y las ciencias socia-
les), y admiten que tal reflexión “no podría avanzar si se mostrara indiferente frente al
desarrollo de las teorías de comunicación” (Altamirano y Sarlo 1993:11).
El estudio citado consiste en la presentación de perspectivas sobre la relación
que, no obstante, supone una “versión” de la sociología de la literatura, es decir, la
tradición selectiva del discurso sociológico construida por los autores. El estudio se
organiza en dos partes: “El texto” y “Sujetos e instituciones”, mientras la primera
aborda una semiocrítica del texto, la segunda recupera la figura del autor, establece las
condiciones de desarrollo histórico del mercado asociado a la literatura, y aporta ele-
mentos para pensar la especificidad de la crítica.
En una paráfrasis de Michel Foucault se puede decir que el uso de cierta clase
de lenguaje recibe de la función autor su singularidad y su prestigio. La noción de
autor tiene su propia historia: en la cultura medieval y renacentista se asociaba con la
idea de autoridad (los “autores” eran los clásicos griegos y latinos) hasta su relación
con la moderna institución de la propiedad literaria. Sin embargo, el análisis de la fun-
ción autor requiere desmantelar la figura del escritor como “artista creador” que se
consolida en el siglo XIX con los núcleos significativos la estética idealista: la idea de
“creación”, “originalidad” y subjetividad irreductible2 (“creación, genialidad y miste-

2 En el período de instauración de las relaciones capitalistas en la producción literaria emerge “la imagen
carismática del escritor”, o dicho de otra manera su carácter aurático que repele la asimilación de su
actividad a los valores mercantiles. El surgimiento de la sociedad burguesa implica a su vez una profunda

214
En la periferia: de la crítica literaria… S. MERCADAL

rio” son conceptos que Walter Benjamin decide dejar de lado para analizar las tenden-
cias evolutivas del arte con la reproducción técnica).
Para Altamirano y Sarlo la “sociología del autor” tiene por objeto situar al es-
critor en la estructura social lo que implica su conciencia de pertenencia a determinado
grupo, las condiciones materiales de existencia y el reconocimiento social de su activi-
dad. Los estudios sociológicos sobre la condición del escritor en la historia de la cultu-
ra tienden a privilegiar el análisis de su relación con la institución del patronazgo y del
mercado: así hasta el siglo XVIII el patronazgo es la institución básica para la produc-
ción letrada, momento en que declina con la expansión de las relaciones mercantiles y
la aparición de un público lector. En el siglo XIX se consolida el mercado como rela-
ción social dominante con la constitución de una industria editorial de producción en
masa en los países centrales del mundo capitalista. La constitución del mercado a su
vez libera al escritor de las sujeciones propias de las relaciones de patronazgo (integra-
ción al séquito de la corte o dependencia de la pensión o suscripción del patrón, entre
otras); y la profesionalización se articula con la formación de un público lector asocia-
do a los procesos de alfabetización, urbanización e industrialización-.
El escritor se vincula con el mercado por medio del editor, quien asume el rol
de empresario en la producción del libro como parte de la producción general de mer-
cancías. El editor no es un mero intermediario sino “agente activo” de las relaciones
entre el escritor y el mercado: por las decisiones y recursos que “pone en juego”: elec-
ción del texto, la forma material del libro y vínculo con el mercado de lectores (Char-
tier 2005). La asunción del libro como mercancía y las condiciones para el ejercicio de
la escritura que se establecieron fueron resultado de un proceso conflictivo, en el que
distinguen la actitud de aquellos encuentran degradada la “dignidad de las letras” de
los apologistas de la mercantilización de la literatura:

Entre estos dos extremos, entre la actitud aristocrática y nostálgica con


que Sainte-Beuve contempla la “literatura industrial” y la confianza de-
mocrático-liberal de (Emile) Zola en la profesionalización como garantía
de autonomía no sólo económica, sino también intelectual, se moverá la
conciencia del escritor moderno (Altarmirano y Sarlo 1993:71).

Si bien para los autores el siglo XX no modifica este repertorio de posiciones,


al proceso de mercantilización se agrega la experiencia de las vanguardias como “la
verdad oculta del arte” (Altarmirano y Sarlo 1993:71). En efecto, los movimientos
históricos de vanguardia suponen una crítica a la institución arte tal como se constituyó
en la sociedad burguesa: la autonomía y relativa independencia del sistema social, la
diferenciación de la experiencia estética, su disociación de la vida cotidiana3.
Por otra parte, el origen social del escritor, su pertenencia a determinada clase
social, permiten pensar las condiciones de su práctica -no necesariamente una práctica

trasformación del lazo social, así surge una manera de experimentar la “individualidad” (la intimidad o
subjetividad). En la segunda mitad del siglo XVIII la emergencia de la escritura autobiográfica, con las
Confesiones de Jean Jacques Rousseau, es muestra de este cambio (Altamirano y Sarlo 1993:64-66).
3 En el clásico estudio Teoría de la vanguardia Peter Burgüer desarrolla la hipótesis de la crisis del arte bur-

gués con los movimientos de vanguardia. Véase: Bürguer 2010.

215
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

condicionada-. La interiorización de determinaciones sociales se mueve entre la “vida”


y la obra” porque así como ambas se aclaran también se exceden; la trayectoria bio-
gráfica no explica la obra, pero la obra origina la pregunta por el sujeto biográfico.
“¿Quién ha debido ser Flaubert para escribir Madame Bovary?” Se pregunta Sartre en su
largo estudio sobre el novelista francés (Altarmirano y Sarlo 1993:72). Los autores
retoman la noción de “proyecto” con la cual el filósofo define toda práctica humana:
“El hombre se caracteriza ante todo por la superación de una situación, por lo que
logra hacer con lo que han hecho de él, aunque no se reconozca nunca en su objetiva-
ción” (Sartre en Altarmirano y Sarlo 1993:74). El proyecto aparece entonces como el
impulso que permite trascender lo dado, es decir, los condicionamientos que estructu-
ran una situación, mediante actos paradójicos que realizan y cuestionan tales determi-
naciones de la realidad.4
En polémica con esta perspectiva el sociólogo Pierre Bourdieu propone una
manera diferente de abordar la relación entre el “proyecto creador” y las determina-
ciones sociales. La biografía como principio generador que tiene por tema “el sujeto
creador” resulta cuestionada por absorber las determinaciones sociales e históricas,
aunque este planteo se sitúa en un programa más amplio de construcción de una so-
ciología de la producción simbólica que incluya a los intelectuales como productores.
La pregunta anterior se reformula como sigue: “quien ha debido ser (Flaubert) para
ocupar esta posición en el campo intelectual de su tiempo”. El concepto de “campo
intelectual” en tanto espacio social con una estructura y lógica específica, su autono-
mización relativa en formaciones sociales capitalistas, el sistema de relaciones entre
posiciones de los miembros, la noción de “capital cultural” (patrimonio “legítimo” que
se traduce en determinadas convenciones) son parte del utillaje conceptual que aporta
el sociólogo (contribuciones que exceden los intereses de este artículo). Bourdieu pro-
yecta tales principios de análisis sobre la escena literaria francesa entre 1830 y 1860, e
identifica tres posiciones que resultan significativas, definidas como “arte burgués”,
“arte social” y “arte por el arte”, entre las que establecen relaciones de oposición o
competencia, las que tienen cierto carácter residual en los movimientos literarios
(Bourdieu 1978:79).
En las sociedades occidentales modernas la literatura abarca el acto de escribir
pero también las condiciones que otorgan a un escrito la forma de libro. Roger Char-
tier introduce en la historia cultural un enfoque que busca articular la crítica textual, la
historia del libro y una sociología de las prácticas de lectura 5. En esta perspectiva
comprender el sentido conferido a un texto -o un corpus textual- demanda reconocer
los principios que organizan su producción así como las estrategias -las retóricas- que
despliega la crítica. Los cambios históricos y sociales de las prácticas de lectura condi-

4 El proyecto -agregan los autores- no es un programa conciente, otorga cierta unidad al trayecto biográfi-
co, el que “debe atravesar en cada ocasión el campo de los posibles”, es decir el espacio social e histórico
que circunscribe lo que un individuo puede hacer (Altarmirano y Sarlo 1993:75).
5 La importancia de lo escrito -entre los siglos XVI y XVIII- transforma la cultura occidental, en relación
con la construcción de un orden político -el Estado moderno-, y la instauración de normas sociales me-
diante el sistema educativo. La cultura occidental también se apoya en lo escrito en la construcción de una
esfera privada que se sustrae a los dominios del Estado, pero a la vez en su circulación se reconoce la
constitución de una “esfera pública política” (según los términos de Jürgen Habermas) que origina un
espacio crítico de debate para las personas privadas.

216
En la periferia: de la crítica literaria… S. MERCADAL

cionan las estrategias editoriales, en la materialidad del libro se inscriben dispositivos


orientados a controlar la interpretación del texto (prefacios, glosas o comentarios,
también el diseño de tapas e interiores) y las operaciones de construcción de sentido
suponen prácticas de “apropiación” específicas.6
A su vez el autor propone superar la correlación entre divisiones culturales y
diferencias sociales (esto es atribuir una costumbre cultural a determinado sector so-
cial), más bien destaca el campo social de circulación de los textos, las “comunidades
interpretativas” que constituyen tanto los lectores como las “redes de la crítica”.
La consideración del campo intelectual permite captar las tradiciones literarias
(con sus convenciones, obras y autores “faros”), las instituciones culturales y los mo-
vimientos asociados a las formaciones, así como también la “problemática dominante”
en la que ingresan los críticos con sus definiciones y redefiniciones respecto de “aque-
llos de quienes se habla y a quienes se cita” (Altamirano y Sarlo 1993:84). La “auto-
nomía relativa” del campo intelectual respecto de los poderes económicos, políticos y
religiosos resulta, a su vez, relativizada por los autores para el caso de las sociedades
latinoamericanas -o capitalistas periféricas en términos de la teoría de la dependencia-:

La especialización de la producción intelectual, con sus diversas catego-


rías de escritores y artistas, la implantación del mercado como mecanis-
mo predominante de circulación de los bienes culturales y la institución
de órganos de legitimidad y consagración específicos, no van necesaria-
mente acompañadas, en estos países, de las formas de autonomización
relativa que las preserven de la coacción abierta por parte de las autori-
dades del sistema político (Altamirano y Sarlo 1993:85).

Los desplazamientos de la obra de Jorge L. Borges en la tradición literaria ar-


gentina permiten reconocer la dependencia de instancias de consagración externas al
campo intelectual argentino (en los sesenta su reputación surge de su publicación en la
revista francesa Les Temps Modernes); aunque se debería explorar la incidencia de tales
mecanismos de consagración. En la actualidad la crítica cultural manifiesta una in-
fluencia decisiva en la definición de lo legible sobre lo que aparece como “nueva escri-
tura” o una “nueva generación” de autores, lo que supone movimientos al interior de
la tradición en cuanto a filiaciones y rupturas genéricas.
En las sociedades modernas la escuela, la universidad y otros centros de estu-
dio configuran las instituciones que organizan un saber sobre la literatura. En el siglo
XIX la organización universitaria le confiere un nuevo estatuto cultural a la literatura,
aunque previamente se produce una modificación en las “Bellas Letras” 7, con la emer-
gencia de la “literatura” y la “crítica” como categorías que diferencian los escritos de
“creación” y los de “reflexión”; así la universidad se ocupa de transmitir una tradición

6 “La apropiación -aclara Chartier- tal como la entendemos nosotros apunta a una historia social de los
usos e interpretaciones, relacionados con sus determinaciones fundamentales e inscritos en las prácticas
específicas que los producen” (Chartier 2005:53).
7 En el siglo XVIII europeo se desgrana la unidad de las Bellas Letras que incluía a la historia, la filosofía,

la elocuencia, la poesía y la novela (Altamirano y Sarlo 1993:90).

217
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

selectiva con los respectivos “clásicos” de la literatura nacional8, la que se reformula


con los debates, restauraciones y exclusiones de cada momento histórico.
Con todo, la crítica literaria aparece vinculada a redes institucionales que abar-
can el periodismo, la universidad y la revista especializada, pero a tal diversidad insti-
tucional se agregan “una serie de operaciones discursivas”, esto es:

El comentario de un libro en el suplemento literario de un periódico, la


biografía de un escritor, la historia de un tema literario, el análisis de un
poema, en fin, una amplia gama de objetos y de discursos caen bajo la
categoría de la crítica o de la labor del crítico (Altamirano y Sarlo
1993:92).

La emergencia de la crítica obedece a su vez a la afirmación de la categoría


moderna de literatura: si la antigua crítica era una estética de los géneros poéticos, la
crítica moderna tiene por principio “el carácter relativo de los valores literarios”, sigue
el postulado de la “originalidad”, y la necesidad de orientar al público de consumido-
res letrados. El crítico aparece así como mediación profesional en su primera figura -y
articulación institucional- el periodismo: en el conocido estudio de Jürgen Habermas -
sobre la constitución de la “esfera pública”- la prensa y las publicaciones periódicas
crean las condiciones de transición del amateur cultivado al crítico profesional, quien
asume una tarea particular “se considera a la vez como mandatario del público y como
su pedagogo” (Habermas citado por Altamirano y Sarlo 1993:94). La expansión de la
prensa paralela a la constitución de un mercado de lectores consolida esta primera
figura del crítico profesional que escribe en las secciones de libros o en los suplemen-
tos culturales. La crítica se constituye como disciplina sólo cuando se institucionaliza
como saber en el ámbito académico (aunque entre los modelos de la crítica estética y
la crítica científica -o erudita- se producen combinaciones).
De acuerdo a la red institucional en la que actúa la crítica tiene efectos dife-
rentes: así la vinculada a los medios de comunicación masivos incide en el mercado de
lectores y en el origen de un “éxito literario”, mientras el saber académico tiene un
peso reducido en el mercado aunque posee “un valor simbólico específico” al interior
del campo intelectual (Habermas citado por Altamirano y Sarlo 1993:95).
Por último, la revista literaria constituye una de las redes de la crítica, aunque
los autores prefieren hablar de revistas “intelectuales” o “culturales” pues se trataría de
publicaciones periódicas cuyo propósito deliberado es generar “opiniones”, a la vez
configuran estrategias de los movimientos y tendencias (las que se traducen en valores
estéticos y políticos), define una posición que caracteriza a un grupo (la que puede ser
difusa), y una figura la puede investir de autoridad (Sartre en Les temps modernes, Victo-
ria Ocampo en Sur). Así, la revista se articula con “formaciones” que expresan tenden-
cias de la producción artística, lo que implica captar su sentido como acontecimiento
cultural así como las transformaciones que introduce o manifiesta la emergencia del
grupo.

8En 1913 se funda la cátedra de literatura argentina, su primer titular Ricardo Rojas orientó su labor a
definir la tradición literaria nacional, establecer la bibliografía, rescatar textos olvidados, y escribe una
monumental Historia de la literatura argentina.

218
En la periferia: de la crítica literaria… S. MERCADAL

En este trabajo la barra entre Literatura/Sociedad figura el enlace entre los


términos, relación que supone la construcción de una tradición selectiva para abordar
los fenómenos literarios con los aportes del discurso sociológico. De manera oblicua
tal articulación abarca la relación entre literatura/medios de comunicación, pues el
periodismo emerge como mediación que integra las redes institucionales de la crítica, a
la vez el mercado literario constituye un sector de la industria cultural que configura la
cultura de masas -y establece sus condiciones de desarrollo material-. En esta perspec-
tiva, resulta relevante considerar las relaciones del escritor con el mercado a través de
la industria editorial, y la constitución de la crítica como discurso que asume un “sa-
ber” sobre la literatura en las redes institucionales del periodismo, la academia o la
revista especializada.

Literatura/sociedad. La ampliación del objeto al análisis de los medios

En las clases de Introducción a la Literatura dictadas por Aníbal Ford en


1973, publicadas con el título “30 años después: política, comunicación y cultura” 9 por
la Universidad Nacional de la Plata, la relación literatura/sociedad presenta las tensio-
nes de la ampliación del objeto literario al análisis político-cultural y de la crítica litera-
ria devenida crítica cultural, esto implica la construcción de una perspectiva interdisci-
plinar sobre la literatura en tanto proceso cultural que requiere un dispositivo de lec-
tura específico y también la reconstrucción de los sentidos sociales que surgen de con-
diciones históricas.
En el prólogo Graciana Vázquez Villanueva se refiere a los apuntes recupera-
dos como “un texto en procuración” que requiere de una lectura donde el relato se
suspende -o la historia está en suspenso como quería Benjamin- pues se trata del mo-
mento de emergencia de un discurso crítico -representación del pasado- que retorna al
presente como “reflexión sobre discurso y experiencia, literatura e historia, escritura y
política” (Vázquez Villanueva 2005:30).
En las clases Ford presenta una concepción ampliada de literatura al realizar
una ruptura con la hegemonía de lo “culto” -oficial o elitista- proponiendo la inclusión
de lo popular, lo masivo, lo marginal. De manera explícita introduce el eje literatura/
sociedad10, anticipa líneas de investigación de los estudios culturales -a la vez que
construye la tradición vernácula-, y considera las transformaciones sociales que genera
el desarrollo de la industria cultural. Las clases constituyen así un “archivo” 11 donde

9 Las clases fueron dictadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y
recuperadas de una edición en mimeógrafo para su publicación por la UNLP.
10 Vázquez Villanueva menciona la crítica que realiza Jorge Rivera en 1987 a la carrera de Letras, la que

coincide con la propuesta que Ford desarrolla en 1973: “Las carreras de Letras –escribe Rivera- privile-
gian de manera convencional las grandes obras que conformarían el campo de la literatura; en este campo
las condiciones de producción, circulación y consumo no son consideradas; ciertos textos definidos como
no literarios son excluidos de los programas”. La cita forma parte de un volumen sobre la investigación en
comunicación social, asimilando los estudios literarios al campo (Rivera 1987).
11 Foucault define el “archivo” como “el sistema general de la formación y transformación de los enun-

ciados”. La noción remite a prácticas de interpretación, las que pueden ser orales o estar vinculadas a la
escritura -con sus reglas de formación-, y en la institucionalización de relaciones de poder (Foucault
1995:219).

219
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

las herramientas conceptuales de distintas disciplinas permiten abordar un objeto plu-


ral: “la producción social de sentido” en distintos soportes materiales.
Por empezar Ford plantea que el enfoque sobre los procesos literarios se nu-
tre de aportes que proceden de la antropología, la historia, la sociología y de la historia
social. Se trata de la convergencia de estudios ante los problemas que plantea el análi-
sis cultural en el que sitúa a los estudios literarios.

“Es imposible hoy -afirma- estudiar la literatura sin plantearse, por ejem-
plo, los cambios en las formas de producción de la cultura, operados es-
pecialmente a partir del desarrollo de los nuevos medios de comunica-
ción” (Ford 1994:45).

La perspectiva tiene un carácter de “propuesta en elaboración” debido a que


constata la falta instrumentos de análisis adecuados, y a la vez la sacralización de la
literatura -su naturalización o fetichización- que recorta el objeto a lo que se ha insti-
tucionalizado como tal. Ford realiza una breve genealogía, indicando que el término
literatura es relativamente reciente, inscribe su estudio en los procesos de transforma-
ción cultural que corresponden al desarrollo del capitalismo, con la emergencia del
romanticismo, y el ascenso de la burguesía al poder -la Revolución Francesa de 1848-.
Los cambios mencionados demandan a los intelectuales un movimiento de categorías
sociales: “la sectorización del saber exige ser ahora o profesor o periodista o simple-
mente sólo poeta” (Ford 1994:47). La constitución de un público lector en virtud de
los procesos de alfabetización -sumado a la concentración urbana- amplía las tiradas
de la prensa: así con el periodismo se desarrollan nuevas formas de comunicación
escrita que repercuten sobre las formas literarias tradicionales (el cuento y el folletín).
La emergencia de las ciencias sociales también afecta a la literatura con los cruces y
desplazamientos de sus “campos de observación” (los procedimientos del surrealismo
se explican por el descubrimiento del inconsciente por Freud), y la literatura comienza
interrogarse por su especificidad (la actitud esteticista de “el arte por el arte” expresa
esta tendencia).
En síntesis, dice Ford:

Ya sea por estas exploraciones aisladas, y marginales en el momento en


que se producen, ya sea por el desarrollo de nuevas formas de comunica-
ción escrita, a través fundamentalmente del periodismo, y el diálogo que
se establece entre los escritores que trabajan como asalariados en la in-
dustria cultural y los nuevos públicos constituidos por los lectores de las
clases populares, comienzan en la literatura procesos de transformación
que aún hoy vivimos (Ford 1994:49).

Por otra parte, en el tránsito del siglo XIX al XX se produce la crisis de la


estética tradicional que postulaba la belleza como un valor absoluto, mientras en el
siglo XX emergen diversos movimientos en la crítica (el formalismo ruso, la estilística,
el “new criticism”, el estructuralismo, entre otros), a los que se añaden lecturas que se
apoyan en la antropología, la psicología, la sociología y la filosofía. Ford menciona

220
En la periferia: de la crítica literaria… S. MERCADAL

también entre las corrientes sociológicas el marxismo y el existencialismo, y cruces que


generan nuevos horizontes.
Para Ford la escritura es un territorio de disputas debido a que la literatura
consagrada es aquella que corresponde a la retórica reconocida por los grupos domi-
nantes, mientras otras expresiones resultan desplazadas o marginadas; plantea que
existen escrituras que confirman el orden social, mientras otras producen una ruptura,
tales rupturas tienen procedencias diversas: desde la vanguardia a la cultura popular o
escrituras que oscilan en una frontera -“entre la literatura y la no literatura”-: crónicas,
historias de vida, periodismo, testimonios, etc. Lo cierto es que la ruptura no procede
necesariamente de una actitud experimental sino de la exploración de nuevas formas
de expresión que emanan de una actitud crítica.
Por último, sitúa a la literatura y la crítica en la “cultura” definida desde una
perspectiva antropológica funcionalista -algo inactual- pues se define como “todo
aquello que no es naturaleza” y configura las respuestas del hombre a sus necesidades.
Para Ford en la sociedad capitalista las estructuras económicas presionan sobre las
demás estructuras -léase culturales- de allí que resulta necesario introducir en el análisis
las relaciones entre estructura y superestructura, implicadas en el estudio de la ideolog-
ía entendida como formas de conciencia (tal problema desestimado por Williams es
asumido en la noción de hegemonía).
Sin embargo, Ford reconoce formas de organización de la cultura de los gru-
pos dominantes -la que aparece como “cultura universal”- y formas de las clases su-
bordinadas que resultan marginadas o reprimidas, tales formas constituyen fuerzas que
se enfrentan pero también “intercambian elementos”.12 Para el autor, a mediados de
siglo XIX las clases dominantes originan los siguientes proyectos culturales: 1) La
cultura de elite: retoma pautas de la aristocracia, considera a la cultura “como prestigio,
privilegio, diferenciación, apropiación”; 2) El proyecto distributivo: la alfabetización -me-
diante la educación- tiene el propósito de “elevar el nivel cultural de las clases popula-
res” para su inserción en la estructura económica pero reprime la cultura de las clases
dominadas como “formas de incultura o barbarie”; 3) La cultura de masas: con la alfabe-
tización sumada a la industrialización aumentan los públicos consumidores de cultura,
es decir, surge la industria cultural que abarca el proyecto anterior sobre la base de
intereses económicos; advierte que es contradictoria, no se puede reducir a un “pro-
yecto de dominio ideológico” (Ford 1994:55) pues admite contenidos progresistas.
En relación al estudio de la industria cultural plantea que el caso de Argentina
es particular debido al desarrollo a fines de siglo XIX de pequeñas empresas editoria-
les13, o en 1940 el apoyo de “los procesos nacionales y populares” (Ford 1994:56). Así,
se deben considerar los distintos momentos de su desarrollo para reconocer las carac-
terísticas propias de la industria cultural nacional. Por último, plantea como prioridad
orientar el análisis a la afirmación de la “cultura nacional y popular”, “entendida como

12 Esta expresión supone una formulación similar a la noción de “circulación cultural” de Mijail Bajtin. En
el estudio sobre la obra de Francois Rabelais el investigador ruso plantea la influencia recíproca entre la
cultura popular y la cultura oficial. Véase Bajtin 1987; Ford 1994:54.
13 En relación a esta afirmación Ford ejemplifica con la revista Caras y Caretas: un proyecto de intelectua-

les de la clase media produce cambios en la cultura argentina en diálogo con sectores de las clases popula-
res. El semanario se publicó entre 1898-1941.

221
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

parte de la formación de una conciencia nacional, antiimperialista y antioligárquica”,


como parte “de las luchas contra la explotación y la alienación”, y por otra parte la
“crítica a la cultura dominante”, lo que implica una tarea de “revisionismo” respecto a
la historia de la cultura tanto en el pasado como en el presente. 14
En las clases Ford propone desarrollar tres perspectivas de trabajo: 1) La pro-
blemática político cultural en el análisis de la cultura, 2) La literatura -“campo cultural
en crisis”- requiere la ampliación del análisis a textos no literarios, 3) La redefinición
del objeto de estudio. Las citadas perspectivas están entrelazadas pero su distinción
permite reconocer niveles de aproximación. La primera supone el estudio sistemático
de la cultura, esto es, los problemas planteados por los Estudios Culturales (ideología,
industria cultural, medios de comunicación, cultura de las clases subalternas, estudios
de recepción) y la restitución de la dimensión material a la producción cultural. Así, el
análisis de textos específicos: un documento de F.O.R.J.A (1943), el primer capítulo
de Política nacional y revisionismo histórico de Arturo Jauretche, y un artículo publicado en
el diario La Nación titulado “La tesis sarmientina” (11-09-1973) permiten plantear la
relación entre los procesos económicos y sociales con las instituciones culturales, y en
particular la situación de “dependencia cultural” (Ford 1994:68).
La ampliación del análisis a textos marginados por la “crítica oficial”, con la
redefinición del objeto, se plantea a partir de una charla ofrecida por el poeta Enrique
Santos Discépolo en la radio en 1951, con el título ¿A mí me la vas a contar? El texto
resulta importante por su crítica de un ruralismo estereotipado que provenía de la
literatura, la recuperación del lenguaje cotidiano como ruptura con la “retórica domi-
nante”, y demuestra que los medios de comunicación pueden asumir una función
crítica. Ford sitúa este material en el campo fronterizo de “textos híbridos”15, escritu-
ras que “son y no son literatura”, además de postular que la literatura no supone sólo
trabajo con la lengua sino exploración de formas de comunicación.
Para el autor la crítica recorta como literatura una parte de la escritura con un
criterio de valor que muta en la historia (tal criterio puede tener sustento en la produc-
ción, la estructura o la función del texto). En las historias de la literatura 16 los textos
incluidos no se ajustan a la definición actual por la incidencia de los criterios de la
retórica clásica, pero también por motivos histórico-filológicos. En el siglo XVIII el
romanticismo produce una ruptura con este modelo, las vanguardias del siglo XX
generan una nueva transformación, y el desarrollo de los medios de comunicación
produce otras orientaciones 17. Así, para Ford el estudio de la producción literaria en
Argentina no sólo debe atender a los autores consagrados, tampoco los marginales
luego oficializados, sino todo un corpus de escritura que incluye la narración folk, el
cancionero tradicional, la producción de los letristas populares, los payadores, el circo,
el sainete, las formas del periodismo popular, la producción literaria para la radio o el

14 En la respuesta de Ford a la encuesta realizada por Jorge Lafforgue en 1972 para la revista Latinoameri-
cana sobre el rol de la crítica literaria -reeditada luego como “Cultura dominante y cultura popular”- se
plantean estas afirmaciones con los objetos a incorporar en el análisis. Véase Ford 1985.
15 Con este concepto avant la lettre Ford introduce la noción de hibridación en el análisis cultural de mane-
ra anticipada al estudio de Néstor García Canclini (1989).
16 Si se toma como referencia la literatura griega y latina incluye epistolarios, biografías, crónicas, entre

otros textos.
17 La referencia es el campo de la non-fiction.

222
En la periferia: de la crítica literaria… S. MERCADAL

cine, la narrativa de las revistas, los guiones de historietas, entre otras (Ford 1994:116).
El corpus enrarece el concepto de literatura, evidencia su relatividad y redefine el obje-
to de estudio con la muestra concreta del material a analizar.
En esta perspectiva el concepto de literatura tiene un carácter histórico, cultu-
ral y convencional, se amplía a formas de expresión oral (una “literatura oral”) y usos
del lenguaje cotidiano. En base a esta concepción Ford plantea que aquello legitimado
como literatura corresponde a la “retórica dominante” -defendida por las institucio-
nes- que desplaza al margen de la “no literatura” o “subliteratura” todo aquello que
supone una ruptura de la convención. La ampliación del campo de estudio debe aten-
der entonces a la cambiante relación entre convención -escrituras consagradas- y rup-
tura -subliteratura- donde se situarían las formas de expresión del corpus citado, con
las formas de la oralidad.
En la tentativa de construir una perspectiva interdisciplinar que incorpore la
dimensión política y económica en los estudios literarios, Ford elabora un enfoque
original que supone no sólo un concepto ampliado de literatura, sino su relación con
la cultura y la comunicación. Así el “archivo” de las clases muestra una apertura con-
ceptual -y también una estrategia pedagógica- que sitúa avant la lettre a los estudios
literarios en el campo de estudios de comunicación y cultura, y en el campo de los
estudios literarios muestra la pertinencia de pensar los problemas de la comunicación
(el desarrollo de nuevos géneros asociados a la prensa, su impacto en las formas litera-
rias, los “textos híbridos” que se encuentran en las fronteras entre disciplinas).
En las clases Ford cuestiona las fronteras disciplinarias, muestra el carácter
histórico de los conceptos, produce una apertura en la noción de literatura que antici-
pa los estudios de discurso social. La propuesta comporta un diálogo crítico con el
discurso de “la gran división” pues reconoce las relaciones de poder que articulan la
oposición alto/bajo, y en los proyectos elitista, distributivo y masivo la exclusión de
expresiones de la cultura popular. Además desplaza la crítica literaria al análisis cultu-
ral, en tal movimiento reconoce la necesidad de construir una perspectiva que abarque
la dimensión política y económica.

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XXIII
ASPECTOS DIACRÓNICOS EN LA
CONCEPCIÓN ESTRUCTURALISTA:
UNA APLICACIÓN EN LA HISTORIA DE LA
ARQUEOLOGÍA
María Virginia Ferro
Universidad Nacional de Río Cuarto
mveferro@gmail.com

Introducción

E xisten dos maneras de presentar en los libros de textos el surgimiento de la


Concepción Semántica o Modeloteórica en el ámbito de la Filosofía de la
Ciencia: por un lado, aquellos relatos de manera sincrónica que aparecen en
libros de textos dónde se suele establecer muy fuertemente y de manera consecutiva
los aportes provenientes de la Concepción Heredada de la Ciencia, la emergencia de la
Corriente Historicista y finalmente la aparición en escena de la Concepción Semántica.
La distinción se centra sobre todo en el cambio que va operando el sentido de teoría
científica como punto neurálgico (Echeverría 1995; Lorenzano 1986; 2002)
En el marco de la propia Concepción Semántica, también de manera sincróni-
ca se va mostrando al lector cómo partir de ciertas postulaciones teóricas que se iden-
tifican dentro de un “parecido de familia” elaboraciones novedosas sobre conceptos
teóricos que se abren al juego proponiendo debates (Díez y Moulines 1997; Díez y
Lorenzano 2002; Díez Calzada 1997).
En este trabajo la estrategia que se sigue implica jugar tanto con la mirada dia-
crónica o local, como la sincrónica, como una manera de ir introduciéndonos en la
Concepción Estructuralista de las Teorías, iniciada por Joseph Sneed en The Logical
Structure of mathematical Physics en 1971.
Si nos proponemos indagar cuál es la naturaleza de los diálogos interdiscipli-
narios en un marco de integración intelectual, entonces esto supone conectar las no-
ciones implicadas desde los conceptos de evolución teórica, redes teóricas y holones
en el desarrollo de la arqueología anglosajona que nos sirve como ejemplo.
Se trata de una propuesta que no ha recibido atención por parte de los arqueó-
logos y que pretende sistematizar las implicaciones que tendría que ver de este modo la
historia de la arqueología (como historia del saber general y de éste en particular).

225
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Primera Parte: Evolución y red teórica; holones desde metateoría.

Siguiendo a Balzer, Moulines y Sneed (2012), en primer lugar rescataremos no-


ciones que hacen a una presentación diacrónica de las teorías: evolución teórica, concep-
tos pragmáticos primitivos, tales como: períodos históricos, precedencia histórica, cientí-
ficos (que aquí trocaremos por “filósofos de la ciencia”), comunidades científicos (que
aquí aparecerán como comunidades de “filósofos de la ciencia”) y generaciones científi-
cas, que serán vistos como “generaciones de filósofos de la ciencia”).
Siguiendo a Balzer, Moulines y Snned, se entiende por “evolución teórica”, como:

una secuencia de redes teóricas en el tiempo histórica sujeta a algunas


constricciones. Intuitivamente, una evolución teórica es una red teórica
cambiante. Más intuitivamente aún, una evolución histórica puede ser vi-
sualizada como una red “viva”, que crece y/o se achica en direcciones di-
ferentes a lo largo del tiempo histórico (Balzer et. al 2012: 263-264).

Se asume siguiendo a Thomas Khun, la presentación de una evolución “nor-


mal” en el ámbito de la metateoría filosófica, y en este sentido interesa la existencia de
una estructura conceptual particular en un período dado, conjuntamente con aquellos
tipos de fenómenos en la historia de la filosofía de la ciencia, tales como:
 Emergencia gradual o períodos de cristalización: (antecedentes de formula-
ciones teóricas previas a la aparición de la Concepción Heredada de la Cien-
cia, tanto como formulaciones iniciales de la Escuela de Stanford).
 Emergencia inicial (formación del Círculo de Viena, Círculo de Berlín, prime-
ros períodos de la Concepción Heredada de la Ciencia).
 Desplazamiento de un ámbito filosófico más viejo por uno más nuevo que
tiene mejores perspectivas de éxito, que conserva las “buenas aproximacio-
nes” anteriores (período central del desarrollo de formulaciones de la Con-
cepción Heredada de la Ciencia, tanto como formulaciones de la Concepción
Estructuralista de las Teorías).

En el marco de los conceptos pragmáticos primitivos y socio-históricos bási-


cos, se consideran “períodos históricos”, suponiendo que el concepto de historia es de
índole comparativo y no métrico; y que interesa la cronología por razones de mnemo-
tecnia y de referencia cruzada, más que por razones sistemáticas, dónde los períodos
históricos podrían superponerse.

Se asume que la evolución de una teoría puede ser dividida en períodos


preferentemente bien definidos, cada uno con sus características especí-
ficas. Se supone que los periodos históricos hi, constituyen una secuencia
finita, e.e. un tuplo ordenado – el primer período de la secuencia seña-
lando el “nacimiento” de la teoría y el último su “muerte” (o al menos el
último período considerado en nuestra reconstrucción de la teoría)- Lla-
maremos a una secuencia tal de hi´s una “historia” de la teoría, H. Cada
evolución teórica tiene su propia H y es un asunto contingente si la mis-

226
Aspectos diacrónicos en la concepción estructuralista… M. V. FERRO

ma H puede ser usada o no para representar la evolución de una teoría


diferente. El conjunto de todos los períodos históricos en todas las histo-
rias lo simbolizaremos mediante “HIST” (Balzer et. al. 2012: 270).

Los filósofos de la ciencia contemporáneos han señalado etapas por los que
ha atravesado la disciplina, distinguiendo cronológicamente: el período clásico en que
se asienta la concepción heredada de la ciencia, abarcando desde fines de la década del
20 hasta los 60; en segundo lugar un período historicista que se desarrolla entre la
década de los 60 hasta principios de los 80 y un tercer período contemporáneo que
marca el final de las dos décadas del siglo XX y que se extiende hasta el presente (Lo-
renzano 2002; Díez Calzada 1997).
Otra noción primitiva tenida en cuenta es el de “precedencia histórica”, que
implica la relación diádica entre períodos históricos, denotada por el símbolo “<” que
indica precedencia entre un par de períodos.

Una historia, entonces, será una estructura consistente en un conjunto de


períodos históricos, junto con < definida sobre éste, tal que < no sola-
mente antisimétrica y transitiva, sino también conectada con ese conjun-
to. Esto es, una historia dada será una estructura totalmente ordenada de
períodos históricos. Usaremos “H” mayúscula con índices para las histo-
rias y “h” minúscula con índices para los períodos históricos (Balzer et al.
2012: 271).

La noción de “científico”, aquí reemplazada por “filósofo de la ciencia”, conserva


su elucidación original, como “usuario” (potencial) de elementos teóricos y de las
redes teóricas, en el marco del trabajo específico que desarrolla (análisis conceptual), y
se denota mediante “SOPH”.
Las “comunidades científicas”, aquí reemplazadas por “comunidades de filó-
sofos de la ciencia”, son considerados subconjuntos de “SOPH”, y pueden dividirse
en subconjuntos más particulares, las “generaciones”.
Los autores mencionados, introducen a continuación las siguientes caracterís-
ticas que pertenecen exclusivamente a ambos conceptos:

(A) Una comunidad científica (CC), normalmente dura más que el lapso
de la vida de cualquiera de sus miembros particulares. En otras palabras,
una CC debería verse como una entidad genidéntica.
(B) Los límites de una CC son usualmente difusos. Con respecto a algu-
nos científicos en particular puede ser una cuestión debatible si pertenece
o no a una determinada CC. Por lo general, las CC´s no son grupos de
personas altamente institucionalizados.
(C) Cualquier CC dada consiste en subconjuntos (por lo general varios)
de SOPH llamados “generaciones científicas” (que abreviamos G´s). Ca-
da G dentro de una CC está asociada unívocamente a un período históri-
co, a saber, el período durante el cual el grupo de personas que pertenece
a una CC está científicamente activo. Formalmente, esto significa que

227
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

podrá construirse una función g tal que, si COM es la clase de todas las
comunidades científicas, entonces:
g. HIST COM Pot (SOPH)
Tal que g es biyectiva dentro de Du (g). Cada valor g (hi, CCj) de g es
una generación científica. Escribimos. G (hi, CCj)=Gk. Llamamos a g
una “función de generación”.
(D) Los miembros de una G se comunican entre sí en un “lenguaje
científico” específico que sólo ellos dominan como grupo y que difiere
de los lenguajes naturales ordinarios más o menos tajantemente. Este
lenguaje científico tiene un vocabulario propio y con frecuencia también
reglas de formación y transformación diferentes.
(E) Los miembros de una G comparten técnicas particulares para obser-
var, clasificar y sistematizar sus objetos de estudio; en las ciencias cuanti-
tativas también tienen técnicas y aparatos de medición específicos y pro-
cedimientos de cálculo para contrastar las hipótesis (Balzer et.al 2012:
272-273).

Las cinco características mencionadas, son aplicables al reemplazo realizado


“filósofos de la ciencia”, los medios usados para construir g para una CC dada, debería
incluir puntualmente estrategias, procedimientos (uso de recursos lingüísticos- sintác-
ticos en la Concepción Heredada de la Ciencia; o uso de recursos pragmáticos –
semánticos en la Concepción Semántica de la Ciencia), tanto como instrumentos utili-
zados (metamatemática para el primer caso nombrado; matemática para el segundo);
análisis de influencias (propuestas antecesoras a la Concepción Heredada). El uso del
lenguaje específico, con sus consiguientes reformulaciones (por convención). Y más
claramente en el caso de la última característica, nuevamente más que técnicas para
observar, clasificar y sistematizar sus objetos de estudio, en el reemplazo efectuado, se
trata más bien de alternativas de análisis conceptual o de elaboración de meta-teoría
(pretensiones de elucidación y de “aplicaciones intencionales”)
Las “redes teóricas” conectan elementos teóricos por medio de una relación
de especialización con otros elementos teóricos, pudiendo entenderse como especiali-
zación de estos o propias.

La relación de especialización puede imponer una estructura a un con-


junto dado de elementos teóricos diciendo cuáles de estos son especiali-
zaciones de cuáles otros de ese conjunto. La estructura resultante puede
ser representada gráficamente como una red cuyos nudos son elementos
teóricos y cuyas cuerdas representan la relación de especialización. A tal
estructura la denominamos red teórica (Balzer et.al 2012: 228).

De tal manera:
N es una red teórica idealizada syss existen T y o tales que:
(1) N= (T,o)
(2) T es un conjunto finito, no-vacío, de elementos teóricos
(3) o ⊆ TxT es la relación de especialización (restringida a T)

228
Aspectos diacrónicos en la concepción estructuralista… M. V. FERRO

La red teórica N es un conjunto parcialmente ordenado, y la relación de espe-


cialización definida sobre un conjunto de elementos teóricos es reflexiva, transitiva y
antisimétrica, y construida a partir de las relaciones identidad o inclusión entre los
diversos componentes de cada elemento teórico.
Se entiende por “Holón teórico”, justamente para aquellos conjuntos de elemen-
tos teóricos que están relacionados, es por medio de vínculos interteóricos arbitrarios
que satisfacen algunos requisitos mínimos adicionales concernientes a la estructura
global del complejo. O, también como una colección de elementos conectados inter-
teóricamente, dónde los vínculos se conciben de manera que para cada par ordenado
de elementos teóricos, está conectado por a lo sumo un vínculo no trivial, y la inter-
sección de todos los vínculos que conectan los componentes individuales en los ele-
mentos. Señalan una dirección, de tal manera que el complejo tendrá una estructura de
grafo direccional, tal dirección intuitivamente se puede entender como presuposición y
/o precedencia temporal. Puede haber otros elementos teóricos conectados a un ele-
mento teórico T por vínculos implicativos que preveen medios T- independientes de
medición de algunos de los componentes que aparecen en T.
Por definición:
H es un holón teórico syss existen N y λ tales que H= (N, λ) y
(1) N es un conjunto no vacío de elementos teóricos
(2) λ: N× N→ (Pot (Mp (T) Mp(T´))/T, T´ N) es una función parcial
(3) para toda T, T´: si (T, T´) (λ), entonces λ (T, T´) ⊆ Mp (T) Mp (T´)
(4) si N contiene más de un elemento, entonces , para toda T N, existe T´ N,
tal que (T, T´) D1(λ) o (T, T´) D1(λ)
(5) para toda T, T´, T´´: si (T, T´) D1 (λ) y (T, T´) D1 (λ), entonces (T, T´)
D1 (λ).

Se representa el vínculo del elemento teórico T al elemento teórico T´ como


el valor de la función λ (T, T´) de una función parcial λ que mapea pares de elementos
teóricos en un conjunto de entidades que tienen la forma correcta para ser vínculos.

Segunda Parte: Evolución y red teórica; holones en Arqueología

La evolución teórica en Arqueología hace a las distintas escuelas surgidas des-


de mitad del siglo XIX en adelante: Evolucionismo, Difusionismo, Arqueología Cultu-
ral Histórica, Arqueología Tecnológica, Nueva Arqueología Anglosajona, Arqueología
Marxista Moderna, Arqueología Post-Procesual, Arqueología Cognitiva, mostrándo-
nos un red teórica cambiante, o como red viva que puede achicarse o crecer en direc-
ciones diferentes en el tiempo. Siguiendo a Trigger (1992), con respecto a la evolución
normal, podemos observar fenómenos tales como:
 Emergencia gradual o períodos de cristalización: el caso del Evolucionismo y
de las Teorías de la Evolución Autóctonas; o el caso del Difusionismo y del
Difusionismo Modificado de Gordon Childre.
 Emergencia inicial: Evolucionismo/Difusionismo.

229
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

 Desplazamiento de un ámbito más viejo por otro más nuevo que tiene mejo-
res perspectivas de éxito conservando las aproximaciones anteriores: Nueva
Arqueología Anglosajona y Arqueología Post-Procesual, en relación a los nu-
dos de discusión: leyes, alcance, etc.
Con respecto a los períodos históricos, es posible observar secuencias finitas:
 Evolucionismo (1850/ 70).
 Difusionismo (1870/1926).
 Arqueología Cultural Historicista (1920-1945).
 Arqueología Tecnológica (1945- 1960).
 Nueva Arqueología Anglosajona (1960-1980).
 Arqueología Pos-Procesual (1980- 2000 y más).
Sobre la precedencia histórica:
 Fines de siglo XIX/ primeros años del siglo XX: Evolucionismo / Difusio-
nismo.
 Décadas comprendidas entre 1920/40- 1940/60: Arqueología Cultural Histo-
ricista/Arqueología Tecnológica/Arqueología Marxista Moderna.
Los usuarios potenciales y las generaciones pueden ser claramente visibles:
 Evolucionismo:
Thomsen- Worsaae: interés por elaborar tipologías de edades prehistóricas.
Pitt Rivers: interés por elaborar una ley de las tipologías con vistas a ordenación: “To-
do material arqueológico puede ordenarse según secuencias tipológicas.
 Arqueología tecnológica:
Wadell: impacto del uso de la Sedimentología; Elliot Douglas: datación den-
drocronológica, Agache y Osbert Crawford: uso de prospección del área. Lo que im-
plica una extrapolación de métodos y técnicas de otras áreas disciplinares, un intento
de no sólo ordenamiento, sino también de jerarquización.
Las entidades genidénticas pueden ser entendidas en el marco de los intereses
generacionales de cada escuela. Las características propias de cada comunidad según lo
postulado por la concepción modeloteórica estructuralista se cumplen, dado que es
posible identificar estrategias, procedimientos, uso de recursos pragmáticos o semánti-
cos, instrumentos utilizados, y aún más alternativas de análisis conceptual y pretensio-
nes de elucidaciones o de aplicaciones intencionales, como ya se dijo en el apartado
anterior.
Por ejemplo, en el caso de la Arqueología Procesual o Nueva Arqueología, el
interés por reconstruir completamente de manera virtual los procesos culturales del
ser humano, utilizando como base las teorías de nivel medio postuladas por Robert
Merton y Talcott Parsons (1984).
Todo el desarrollo de la Arqueología como disciplina científica puede soste-
nerse en una red teórica.
En el caso de los Holones, es central la identificación de colecciones de ele-
mentos conectados interteóricamente.
Recordemos que los elementos teóricos constituyen el núcleo teórico de la
ciencia empírica. Allí se alojan los modelos potenciales y los modelos, tanto como las
condiciones de ligadura que caracterizan las relaciones entre diferentes aplicaciones o

230
Aspectos diacrónicos en la concepción estructuralista… M. V. FERRO

modelos de la misma teoría; contiene también vínculos inter teóricos que caracterizan
las conexiones esenciales del elemento teórico con otras teorías, representadas por
otros elementos teóricos, y una clase de modelos parciales o fragmentos de modelos
potenciales que pueden ser entendidos independientemente del elemento teórico en
cuestión (Balzer et al. 2012). Entonces si pensamos en la identidad de una teoría, ten-
dremos:
T es un elemento teórico si y sólo si: tiene un núcleo K y un dominio de apli-
caciones intencionales I.
Los modelos y las aplicaciones diferentes no están aisladas, sino conectadas
por condiciones de ligadura.
En el marco de los conceptos, puede distinguirse estructuralmente: conceptos
específicos en el marco de una teoría T (T- teóricos) y conceptos independientes o que
pertenecen a otra teoría subyacente (t-no teóricos).
En nuestro ejemplo, se entiende el tipo de labor arqueológica realizada como
un dominio de aplicaciones intencionales de núcleos teóricos vistos anteriormente.
Parte de ese dominio lo constituye lo que llamamos “labor arqueológica”.
Labor arqueológica: empírica, descriptiva y taxonómica fundamentalmente
(Escuelas arqueológicas propias de fines de siglo XIX y principios del XX).
 Labor arqueológica: uso de modelos para reconstrucción de procesos cultura-
les. (Arqueología Procesual)
 Labor arqueológica: extrapolación e interpretación utilizando categorías de la
teoría previa. (Arqueología Marxista Moderna)
Las redes teóricas y los holones permiten vincular condiciones de ligadura en-
tre modelos y aplicaciones intencionales, como también definen los dominios de apli-
caciones intencionales en el ámbito de la historia de la arqueología, dado el breve
ejemplo mencionado arriba.

Conclusión

En este trabajo la estrategia que se sigue implica jugar tanto con la mirada dia-
crónica o local, como la sincrónica, como una manera de ir introduciéndonos en la
Concepción Estructuralista de las Teorías, iniciada por Joseph Sneed.
Una manera de pensar los diálogos interdisciplinarios en un marco de integra-
ción intelectual supone enlazar las nociones implicadas desde conceptos de evolución
teórica, redes teóricas y holones en el desarrollo de la arqueología con la posibilidad de
extenderlos a otras áreas disciplinarias.
Lo importante aquí, es el andamiaje, la estructura conceptual sobre la cual in-
troducir interpretaciones alternativas.
Los conceptos introducidos desde la metateoría estructural nos permiten ana-
lizar conjuntos de conceptos tanto sincrónica como diacrónicamente.
Las implicancias de las reconstrucciones siguiendo la Concepción Estructura-
lista han tenido cabida en el ámbito de diferentes ciencias sociales (Sociología, Eco-
nomía o Psicología), se relacionan con una nueva manera de presentar las teorías utili-
zando una lógica basada en teoría de los conjuntos y de las clases. Las experiencias
desde estos ámbitos mencionados no han hecho distinción con respecto a qué susten-

231
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

to ideológico está por detrás de las teorías. En este sentido, constituye un nuevo apor-
te en el campo de la Historia de Arqueología.

Referencias bibliográficas

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Focal Issues, New Results, de Gruyter Berlin, 1996.
BALZER, Wolfgang; MOULINES, Carlos Ulises y Joseph SNEED, An Architectonic
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Una arquitectónica para la ciencia. El programa estructuralista, Buenos Aires, Uni-
versidad Nacional de Quilmes, 2012.
BALZER, Wolfgang; MOULINES, Carlos Ulises y Joseph SNEED (eds.) Structuralist
Knowledge Representation: Paradigmatic Examples, Amsterdam, Rodopi, 2000.
DÍEZ CALZADA, José Alejandro y Carlos Ulises MOULINES, Fundamentos de Filo-
sofía de la Ciencia, Barcelona: Ariel, 1997.
DÍEZ CALZADA, José Alejandro y Pablo LORENZANO (eds.), Desarrollos actuales
de la metateoría estructuralista. Problemas y discusiones, Universidad Nacional de Quil-
mes/ Universidad Autónoma de Zacatecas/ Universidad Rovira i Virgili, 2002.
DÍEZ CALZADA, José Alejandro, “La concepción semántica de las Teorías Científi-
cas”, Endoxa: Series Fiosóficas, Madrid, UNED: 41-91, 1997.
ECHEVERRÍA, Javier Filosofía de la Ciencia, Madrid, Akal, 1995.
LORENZANO, Pablo, El problema de la teoricidad en la filosofía de la ciencia, Tesis de Li-
cenciatura, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986.
LORENZANO, Pablo, Filosofía de la Ciencia, Quilmes, Universidad Nacional de Quil-
mes, 2002.
PARSONS, Talcott, The Social System. Glencoe III: Free Press. Edición en castellano:
El sistema social, Madrid, Alianza. 1984.
SNEED, Joseph, The Logical Structure of Mathematical Physics, Reidel, Dordrecht, 1971.
TRIGGER, Bruce, Historia del pensamiento arqueológico, Barcelona, Editorial Crítica,
1992.

232
PARTE V
ESTADO, TERRITORIOS, MIGRACIONES E
INTERCULTURALIDAD
XXIV
MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO:
LOS DESPLAZADOS EN AMERICA LATINA
Florencia Chiffel Valdez 1 - Clara Dalmasso2
1 – 2 Universidad Católica de Córdoba
2 Centro de Investigaciones y Estudios sobre la Cultura y la Sociedad
2 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

florencia.chiffel@outlook.com - clara_dalmasso@hotmail.com

Introducción

E n estos tiempos nos encontramos frente a una crisis ambiental sin preceden-
tes, en la que las lógicas de apropiación de los recursos naturales están gene-
rando cuestionamientos a las estructuras sociales y políticas existentes, e inter-
pelando directamente a la relación hombre-naturaleza. La minería a cielo abierto, la
privatización de tierras, la construcción de represas, la implementación de la agricultu-
ra industrial, como el monocultivo de soja, la explotación hidrocarburífera, los proyec-
tos previstos por la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sura-
mericana (IIRSA) en materia de transporte, energía y comunicaciones, y los biocom-
bustibles (etanol y biodiesel), son ejemplos claros de las numerosas actividades que
conforman este modelo extractivo vigente en Latinoamérica y que implican enormes
cambios y transformaciones que destruyen por completo economías, condiciones y
estilos de vida de pueblos enteros.
Este paradigma no contempla al Medio Ambiente como un sistema vital para
la supervivencia humana, sino que lo ve como una mercancía más a ser apropiada y
explotada. Una consecuencia directa de esto son los desplazados por cuestiones am-
bientales y de desarrollo que son, en la actualidad, un fenómeno migratorio que genera
grandes preocupaciones a nivel mundial y se hace cada vez más visible en la región.
Este sistema hegemónico ha invisibilizado por décadas a otros sistemas de producción
y relacionamiento con la naturaleza, pero están resurgiendo hoy en Latinoamérica
voces que lo cuestionan, apoyadas en formas de vida ancestrales. A lo largo del conti-
nente se plantea un nuevo -viejo- paradigma comunitario, sustentado en nuevas for-
mas de relacionamiento entre sí, y con la naturaleza: el “buen vivir”, que representa
una cosmovisión diferente a la actual, el vivir en plenitud y armonía con la naturaleza.
En este trabajo, nos proponemos ahondar en la problemática que generan los
modelos de producción actuales y los desplazamientos de personas –internos e inter-

235
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

nacionales- que como consecuencia se dan. Proponemos ver también, como forma
superadora del actual relacionamiento con la naturaleza, las ideas del paradigma del
“buen vivir” que plantean los Pueblos Originarios.

Extractivismo y Desarrollo

Nos encontramos hoy frente a una crisis ambiental jamás vista, en la que las
lógicas de apropiación de los recursos naturales están cuestionando a las formas de
relacionamiento del hombre con la naturaleza, e interpelando a las estructuras políticas
y sociales existentes. Como bien dice Alimonda:

Estamos ante una a persistente colonialidad que afecta a la naturaleza la-


tinoamericana. La misma, tanto como realidad biofísica (su flora, su fau-
na, sus habitantes humanos, la biodiversidad de sus ecosistemas) como
su configuración territorial (la dinámica sociocultural que articula signifi-
cativamente esos ecosistemas y paisajes) aparece ante el pensamiento
hegemónico global y ante las elites dominantes de la región como un es-
pacio subalterno, que puede ser explotado, arrasado, reconfigurado,
según las necesidades de los regímenes de acumulación vigentes (Ali-
monda 2011:22).

Esta situación, sin embargo, no es nueva, sino que a lo largo de siglos, ecosis-
temas enteros fueron arrasados por la implantación de distintos modelos de produc-
ción y organización social. En efecto, la relación actual que se propone con la natura-
leza responde a una lógica de apropiación con el consecuente establecimiento de de-
terminadas relaciones de poder y que, según Alimonda, “se trata de una matriz de
relaciones de poder social, que está vigente en América Latina desde el período colo-
nial, y que tuvo como predicado central el acceso a la tierra y otros recursos naturales
y su control” (Alimonda 2011:44).
A lo largo y ancho de la región, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos
han implementado y aplicado esta lógica en sus modelos de producción y organización
social promoviendo políticas que alientan y profundizan la instalación de este sistema
colonial. Este modelo, extractivista de los recursos, responde a una nueva división
internacional del trabajo, basada en la utilización y explotación intensiva de recursos
no renovables, sin tener presente las consecuencias sociales y ambientales que éste
genera, y que tiene como resultado un proceso de re-primarización de la economía,

afectando a países no sólo como Bolivia, Ecuador o Perú, que cuentan


con una fuerte tradición extractivista, sino incluso a aquellos países con
patrones económicos más diversificados, como Brasil y Argentina
(Svampa 2011a:2).

Como asegura Svampa:

El extractivismo resultante no es un destino, es una opción política y


también civilizatoria, asumida por los diferentes gobiernos, que va recon-

236
Medio ambiente y desarrollo… F. CHIFFEL VALDEZ y C. DALMASSO

figurando negativamente nuestros territorios y economías y genera una


nueva dependencia: cada vez exportamos más materias primas, lo cual
aparece reflejado en la concentración económica, en la especialización
productiva, así como en la consolidación de enclaves de exportación,
rasgos que históricamente fueron criticados tanto por el desarrollismo
como el marxismo (Svampa 2011a:1).

De esta forma, el extractivismo imperante en la región responde a una etapa


del capitalismo de acumulación por desposesión, en términos de Harvey (2004), que se
ancla en la sobre-explotación de recursos. La acumulación por desposesión es una fase
dentro de la actual dinámica del capital que, según Svampa

ha producido nuevos giros y desplazamientos, colocando en el centro de


disputa la cuestión del territorio y el medio-ambiente (…) y que es, en de-
finitiva, un modelo que se asienta sobre la expropiación económica, la des-
trucción de territorios y la depredación ambiental (Svampa 2011b:184).

Tal racionalidad económica se ha convertido en el modelo de desarrollo vigente


y deseable en la mayoría de los países latinoamericanos, donde los beneficios econó-
micos provienen de la explotación de los recursos naturales y se derraman en la socie-
dad trayendo “progreso” y mayor “bienestar” en la población. De esta manera, queda
ligada la idea de desarrollo con el modelo extractivo de los bienes comunes, asociación
funcional para justificar, promover y profundizar actividades extractivas en su nom-
bre.

La idea de desarrollo fue utilizada inicialmente para movilizar a los pue-


blos de la periferia y llevarlos a aceptar enormes sacrificios para legitimar
la destrucción de formas de cultura arcaicas, para explicar y hacer com-
prender la necesidad de destruir el medio físico, para justificar formas de
dependencia que refuerzan el carácter predatorio del sistema productivo
(Gudynas 2011:21).

Luego de la Segunda Guerra Mundial se conoció y se expandió por el mundo


la idea y la concepción convencional del desarrollo que tuvo sus raíces teóricas en la
disciplina económica. A partir de ese momento, se realizó la división de los países en
desarrollados y subdesarrollados, siendo el camino del desarrollo el único capaz de superar
y solucionar la pobreza y aumentar la riqueza, para que lo segundos sean como los
primeros. La mayoría de los intelectuales que estudian el nacimiento de la idea del
desarrollo citan el discurso del presidente Harry Truman del 20 de enero de 1949 co-
mo fecha de implantación de esa idea-modelo.
Desde sus comienzos, la concepción de desarrollo estuvo ligada a la idea del
crecimiento económico y por lo tanto, el bienestar humano y la pobreza se resolverían
principalmente esa vía para logar la riqueza y el progreso de cada nación. Tal visión
adquiere además una connotación de proceso de lineal, por etapas, donde se requiere
la apropiación de recursos naturales guiada por principios como la eficiencia y la ren-

237
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

tabilidad económica. La concepción de desarrollo ha ido cambiando a lo largo del


tiempo, reacomodándose a las críticas, adecuándose a los nuevos contextos, sin em-
bargo su base ideológica parece seguir siendo la misma. En este sentido, para Gudy-
nas (2011:40), el extractivismo actual es la más reciente expresión de una nueva ver-
sión desarrollista que sirve para mantener vivo ese sueño.
Según Escobar, “por casi cincuenta años, en América Latina, Asia y África se
ha predicado un peculiar evangelio con un fervor intenso: el “desarrollo” (Escobar
2007:11). Éste también coincide con que los grandes autores de esta idea fueron Esta-
dos Unidos y Europa luego de la Segunda Guerra Mundial, pero le agrega el hecho de
que fue sumamente aceptado y mejorado por las elites y gobernantes del Tercer Mun-
do. El autor asegura que desde su inicio el modelo de desarrollo

contenía una propuesta históricamente inusitada desde un punto de vista


antropológico: la transformación total de las culturas y formaciones so-
ciales de tres continentes de acuerdo con los dictados de las del llamado
Primer Mundo (Escobar 2007:11).

De la mano de la “planificación” y adoptando los países subdesarrollados las


directrices económicas y racionales, los mismos se igualarían a los países considerados
avanzados.
Para Lander, también el discurso histórico del desarrollo tiene como base una
concepción antropocéntrica cuya construcción se sitúa en un contexto histórico-
cultural determinado, que ubica al resto de las culturas y sociedades en etapas anterio-
res e inferiores, colocándose a sí misma como superior y normal. Y que sumado a ello,
representa una forma de organización y de ser de la sociedad que se transforma, me-
diante el dispositivo colonizador del saber, en la forma “normal” del ser humano y de
la sociedad. Las otras formas de ser, de organización y del saber de la sociedad, son
transformadas en

diferentes, sino en carentes, en arcaicas, primitivas, tradicionales, premo-


dernas. Son ubicadas en un momento anterior del desarrollo histórico de
la humanidad lo cual, dentro del imaginario del progreso, enfatiza su in-
ferioridad (Lander 2000:24).

De esta forma, y a través del recorrido por diversos autores, queda clara la
idea de que el desarrollo fue una de las claves para la reconstrucción del orden inter-
nacional tras la segunda guerra mundial y que su procedencia intelectual-ideológica
resulta evidente. Esta construcción de la idea de desarrollo ha sido internalizada, apli-
cada y reproducida en América Latina. Actualmente, sigue vigente y está siendo reacti-
vada bajo la aplicación del modelo extractivista, en la que actúa de manera funcional
para implantarlo, promoverlo y justificarlo. Queda evidente también el tipo y el senti-
do de desarrollo que traen consigo tales actividades para las poblaciones y sociedades
enteras, que por supuesto, no es desarrollo. “Y sin embargo, de la tan anhelada transfor-
mación, parece que el desarrollo solo hubiera logrado multiplicar al infinito los pro-
blemas socioeconómicos de Asia, África y América Latina” (Escobar 2007:11).

238
Medio ambiente y desarrollo… F. CHIFFEL VALDEZ y C. DALMASSO

Los nuevos migrantes climáticos: las consecuencias del desarrollo

El desarrollo como paradigma y el extractivismo como modelo económico


generan innumerables consecuencias para aquellos pueblos y comunidades que no
pueden, o no quieren, estar dentro del sistema y que son obligadas a desplazarse para
poder sobrevivir: “(…) las migraciones son en realidad propias de la sociedad capita-
lista, al punto de reconocerse que no hay capitalismo sin migraciones” (García s/f).
Las personas pueden, por un lado, desplazarse por motivos voluntarios cuando en sus
lugares de origen no encuentran la satisfacción económica o social que buscan, emi-
grando entonces con el objetivo de alcanzar, por ejemplo, mejores condiciones de
empleo, estudios, mejor calidad de vida o simplemente para reunificar a su familia. En
este tipo de migrantes voluntarios, lo que prima en su decisión de partir son las condicio-
nes que el lugar de destino puede ofrecer, los factores de atracción que menciona Susana
Adamo (2001). Por el otro lado, existen aquellos migrantes involuntarios o forzados para
los cuales la decisión de migrar es, a fin de cuentas, la decisión de sobrevivir. Para
ellos, los factores de expulsión del lugar de origen son los que cuentan y pesan en la deci-
sión (Adamo 2001), la cual puede ser a veces repentina e irremediable como cuando se
sucede una catástrofe natural o estalla un conflicto armado.
Uno de los tipos de desplazamiento forzado del lugar de origen está influido,
según Paulina Acevedo Menanteau (2011), por el proceso de globalización y los mode-
los productivos y de desarrollo que los Estados llevan adelante y que conducen a la
explotación intensiva de los recursos naturales, con la consecuente degradación am-
biental que éstos generan. Los megaproyectos de infraestructura 1 amenazan con la
sustentabilidad del hábitat en el que se realizan y además, “el cambio climático consti-
tuye el principal desafío que debemos enfrentar este siglo XXI, existiendo cada vez
más evidencia científica sobre sus nocivos efectos y daños irreversibles” (Acevedo
Menanteau 2011:3).
Varios autores acuerdan con esta postura, y sostienen que son cada vez más
preocupantes los efectos del avance de la economía sobre el medio ambiente para la
movilidad humana. Para Appleyard (1989), los desastres naturales y el deterioro ecoló-
gico son motivos básicos para migrar, junto con la búsqueda de mejores oportunida-
des económicas y sociales, guerras civiles o persecuciones. Oli Browne (s/f: 12) tam-
bién afirma que para el 2050 el cambio climático será la causa del desplazamiento de
una persona cada 45 en el mundo. América Latina, por ejemplo, sólo es responsable
del 5% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, que es el principal genera-
dor del calentamiento global, pero es una de las regiones más vulnerables a los efectos
del cambio climático, y ya sufre consecuencias tales como sequías, inundaciones, pla-
gas, derretimiento de los glaciares, etc. (Acevedo Menanteau 2011:13).
Castles (2003) distingue varias categorías de personas dentro de migrantes forza-
dos para las cuáles la protección internacional es difusa o nula. Existen los desplazados
por el desarrollo, que son aquellos que deben emigrar a causa de megaproyectos de infra-
estructura como represas, carreteras y viviendas y que desplazan, según el Banco
Mundial, a alrededor de 10 millones de personas anualmente.

1 De acuerdo al Banco Mundial, cerca de 10 millones de personas anualmente resultan desplazadas y/o
reasentadas debido a grandes proyectos de infraestructuras (Castles 2003).

239
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

(…) las presas con frecuencia se construyen en áreas remotas habitadas


por pueblos indígenas o minorías étnicas. Es usual que tales grupos prac-
tiquen formas extensivas de agricultura y que tengan profundos vínculos
con su tierra ancestral. El desplazamiento significa perder estos vínculos
y ser forzados a adoptar una forma de vida completamente diferente
(Castles 2003:6).

La otra categoría que el autor enuncia dentro de las migraciones forzadas es


aquella que engloba a los desplazados ambientales, quienes emigran a causa de los cam-
bios ambientales, desastres naturales y desastres generados por el hombre (Castles
2003:7). Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Me-
dia Luna Roja (2010) entre 2000 y 2009 en el mundo se sucedieron 7184 desastres
naturales que afectaron a más de dos millones y medio de personas -además del millón
que fallecieron- que debieron desplazarse de sus lugares de origen.
Dos décadas atrás el concepto de desplazado ambiental no era un término utili-
zado, pero hoy, a partir de los fenómenos que se están sucediendo a nivel mundial, es
un tema que se está volviendo cada vez más visible para los Estados, y para la Comuni-
dad Internacional en su conjunto. El autor más reconocido en el tema previó que, para
el año 2050, habrá hasta 200 millones de personas desplazadas por alteraciones en las
lluvias, las subidas de los niveles del mar, inundaciones y sequías (Myers 2002:1).
Los migrantes climáticos se plantean como una forma distinta de vulnerabilidad
social, cuyas causas se enmarcan en dinámicas económicas, geográficas y demográficas
de largo plazo, que transforman el escenario de la vida cotidiana en un lugar de riesgo
permanente. Y este riesgo se relaciona entonces directamente con las formas concretas
de producir la naturaleza, modelos de producción industrial de bienes y servicios que
tienen consecuencias negativas en el ambiente, y en la sociedad.
El concepto que se encuentra en debate en la actualidad para agrupar a estos
movimientos humanos es el de refugiados ambientales, acuñado por primera vez por Es-
sam El- Hinnawi en un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA) en 1985, en el que se definen como:

aquellos individuos que se han visto forzados a dejar su hábitat tradicio-


nal, de forma temporal o permanente, debido a un marcado trastorno
ambiental, ya sea a causa de peligros naturales y/o provocado por la acti-
vidad humana, como accidentes industriales o que han provocado su
desplazamiento permanente por grandes proyectos económicos de desa-
rrollo, o que se han visto obligados a emigrar por el mal procesamiento y
depósito de residuos tóxicos, poniendo en peligro su existencia y/o afec-
tando seriamente su calidad de vida (Myers 2002:3).

La OIM planteó en el año 2007 la existencia de un migrante forzoso por motivos


ambientales, entendiendo por ello

a las personas o grupos de personas que por culpa de cambios medioam-


bientales ineludibles, súbitos o progresivos, que afectan de forma negativa

240
Medio ambiente y desarrollo… F. CHIFFEL VALDEZ y C. DALMASSO

sus vidas o sus condiciones de vida, se ven obligadas a dejar sus hogares
habituales, o deciden hacerlo voluntariamente (Pérez García 2011:6).

Por ende, los migrantes influidos por el desarrollo y los cambios ambientales
que éste genera son hoy un fenómeno reconocido a nivel mundial, y existen probados
estudios que dan cuenta de la relación que existe entre las formas de acercamiento con
la naturaleza y las lógicas extractivas, y las consecuencias en los desplazamientos masi-
vos y forzados de personas en el mundo -y en aumento constante en Latinoamérica-.
El deterioro de los suelos, el cambio climático que provoca sequías e inundaciones y
las catástrofes naturales derivadas de éste, son pruebas de que los modelos producti-
vos actuales están destrozando el medio ambiente, y que otras alternativas al desarrollo
son posibles y deseables, o hasta incluso indispensables.

El Buen Vivir, una nueva-vieja alternativa: reflexiones finales para el debate

El discurso del desarrollo en sus múltiples manifestaciones, cuando se aproxi-


ma y busca absorber a culturas o pueblos que no viven en la modernidad como para-
digma económico y social, choca con un modelo de relacionamiento hombre-
naturaleza totalmente distinto. Los pueblos originarios de la región andina han pro-
puesto un concepto político que cuestiona al ordenamiento político-social y económi-
co existente: el Estado Plurinacional, y junto con él, un concepto para abordar esta
relación con la naturaleza desde sus concepciones ancestrales: el “sumak kawsay”: “buen
vivir”. Esta concepción tiene como base la idea de acción y esencia comunitaria, que es
compartida por diversas naciones indígenas originarias de Latinoamérica, más allá de
que posean diferentes formas de expresión cultural y social.

En el paradigma de la cultura de la vida emerge de la visión de que todo


está unido e integrado, y que existe una interdependencia entre todo y
entre todos. Este paradigma indígena-originario- comunitario emerge
como una respuesta sustentada por la expresión natural de la vida ante lo
antinatural de la expresión moderna de visión individual; entonces es una
respuesta no solamente para viabilizar la resolución de problemas socia-
les internos, sino esencialmente para resolver problemas globales de vida
(Huanacuni 2010:20).

El cambio climático es un fenómeno -consecuencia directa de la acción


humana- que para estos pueblos socava la base misma de su existencia: la naturaleza.
Basados en informes de Naciones Unidas e informes propios, los pueblos andinos han
resaltado las diferentes formas en las que la depredación de la naturaleza los está afec-
tando directamente (Huanacuni 2010:20): aumento de la temperatura desde 1906-
2005, y específicamente en América Latina de 1 ºC, lo que provoca una desestabiliza-
ción que afecta a las condiciones climáticas necesarias para la producción de varios
cultivos; las concesiones para la explotación minera se otorgan en territorios habitados
o de uso para la agricultura y pastoreo de estas comunidades los que los obliga a emi-
grar; la región andina concentra el 95% de los glaciares tropicales del mundo, y el 71%

241
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

de ellos están en Perú, el 22% en Bolivia, el 4% en Ecuador y el 3% en Colombia, y en


todos se observa un franco retroceso con las consecuencias devastadoras que esto
genera para las poblaciones.
Frente a estos problemas proponen entonces al paradigma comunitario del buen
vivir. La traducción de los términos suma qamaña (aymara) o sumak kawsay (quechua)
es vivir bien, o más acertadamente, vivir en plenitud (Caoi 2010:13).

Vivir bien es la vida en plenitud. Saber vivir en armonía y equilibrio; en


armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida y de la
historia, y en equilibrio con toda forma de existencia en permanente res-
peto (Caoi 2010:49).

Estos pueblos oponen el término vivir bien al de vivir mejor que propone la mo-
dernidad. El paradigma moderno propone que vivir mejor es ganar más dinero y ser más
exitoso, provocando una competencia individuo-individuo que incita al consumismo,
a la acumulación material y a la competencia desmedida, “para que algunos puedan
vivir mejor millones y millones tienen y han tenido que vivir mal. Es la contradicción
capitalista” (Caoi 2010:50). Los principios en los que reposan sus concepciones ances-
trales son los siguientes (Palacin Quispe et. al. s/f:15): relacionalidad (el hombre, la so-
ciedad y la naturaleza constituyen un punto de convergencia de múltiples relaciones y
significados cruzados y todo lo que ocurre en cada uno de estos ámbitos hombre-
sociedad-naturaleza repercutirá en el resto); complementariedad (nada existe separado
sino coexiste con su complemento específico); dualidad (todo tiene su pareja y es el
modo natural y único de existir); reciprocidad (todo lo que haga un ser humano, sea
bueno o malo, con respecto a otro o a la comunidad, será retribuido y correspondido
por ellos).
Basados en ellos, proponen que las políticas públicas sean entonces el reflejo
de las prácticas de gestión territorial de los pueblos originarios. Un programa agrario,
por ejemplo, debe tener en cuenta la dimensión espiritual de la Pachamama, en ar-
monía con la naturaleza y con los demás hombres. Los Pueblos Originarios se han
reunido en diversas oportunidades2 para plantear estas problemáticas, y para buscar
soluciones en sus tradiciones y conocimientos ancestrales. Sus propuestas, todavía, no
han sido escuchadas en los foros internacionales que tratan el tema del medio ambien-
te, y quizás por eso no se han logrado avances en la materia, solo efusivas declaracio-
nes sin cambios o planes sustanciosos, ni mucho menos compromisos a largo plazo.

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2 En el tema del cambio climático, tres reuniones indígenas han sido vitales: la Conferencia Internacional
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siones de gas en el Cambio Climático" (2008); la Cumbre Mundial de los Pueblos Indígenas sobre el
Cambio Climático (2009); y la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya
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242
Medio ambiente y desarrollo… F. CHIFFEL VALDEZ y C. DALMASSO

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243
XXV
LA RESIGNIFICACIÓN DE LOS ESPACIOS
URBANOS A PARTIR DE PROCESOS
MIGRATORIOS: MUJERES CHAMULAS EN
LEÓN GUANAJUATO
Erika Julieta Vázquez Flores
Universidad de Guanajuato
vazquezflores@yahoo.com

Introducción

E n los últimos 40 años la creciente migración indígena a las ciudades ha venido


transformando las relaciones y prácticas sociales de las grandes metrópolis del
país, en un primer momento quienes migraban eran hombres que se insertaban
en diferentes espacios laborales como podían ser la construcción, la jardinería y el co-
mercio informal. Sin embargo, en los últimos 20 años, a esta dinámica migracional se ha
incorporado la mujer indígena, quien se ha ocupado, principalmente, como empleada
doméstica, y en algunos casos, como comerciante de artesanías, frituras o flores.
Tanto mujeres como hombres indígenas ya no tienen como único destino las
grandes urbes; en las dos últimas décadas, las ciudades medias han sido el principal
foco de recepción, ello se debe principalmente a dos factores; el fuerte impulso que
éstas han tenido en materia de inversión, a través de corredores industriales y el otro
factor se debe a que las grandes ciudades ya no ofrecen las mismas oportunidades de
inserción, además de que se han convertido en espacios inseguros y competitivos, por
lo que algunas ciudades medias del Bajío, como León Guanajuato, se han convertido
en un fuerte foco de atracción de población indígena.
En la presente ponencia me interesa analizar la historia de dos mujeres Cha-
mulas que migraron a la ciudad de León a partir de la reflexión de dos conceptos que
considero clave en el estudio de la migración indígena femenina a las ciudades; el de
identidad concepto polisémico pero sobre todo politizados; pues se trata de una no-
ción que no puede desprenderse de otro concepto como es el del poder.

Identidad

Debo empezar por aclarar qué entiendo por identidad, no sin antes señalar
que este concepto es uno de los más difíciles de definir ya sea por su carácter polisé-

245
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

mico o por su controversia ideológica. Sin embargo se sigue utilizando como herra-
mienta de análisis para entender los procesos de resignificación cultural de ciertos
grupos humanos, sobre todo de aquellos que por diferentes circunstancias tienen que
moverse de su lugar de origen, lo que conlleva a una serie de procesos y prácticas de
resignificación identitaria.
Hiernaux (2000:94) define

de manera tentativa a la identidad como la percepción subjetiva que tiene


un sujeto social de sí mismo y de su grupo de pertenencia, visión basada
en la existencia de una serie de factores diferenciados de este mismo
grupo frente a los demás.

En este sentido, si por identidad, debemos entender el proceso de reflexión


de un grupo sobre sí mismo, ¿podemos hablar de identidad indígena, para hablar del
caso de los indígenas mexicanos?
Diversos discursos sobre los indígenas de México señalan que forman parte
de un referente identitario, toda vez que tienen un pasado histórico común al ser
herederos de una cultura impuesta desde hace más de 500 años, que conservan y re-
producen prácticas milenarias como son el cuidado y cultivo de la tierra y mantienen
una íntima relación con la naturaleza.
Pero, que tanto de estos grupos indígenas guardan en su memoria histórica un
pasado común de conquista e imposición, qué tanto han asumido nuevas prácticas
culturales, producto de un discurso colonialista y se las han apropiado como suyas sin
cuestionar desde cuándo y dónde o por qué se emplean? ¿Cuántos indígenas han deja-
do de lado su vínculo con la tierra y con la naturaleza para incorporarse de manera
activa, aunque muchas veces marginal a la vida urbana, otros tantos han nacido en las
ciudades y su único referente con la tierra y el cuidado con la naturaleza tiene que ver
con su trabajo como jardineros en las residencias de las metrópolis?
Creo por el contrario que la identidad no puede entenderse desde grupos tan
extensos y con categorías impuestas desde el exterior. No podemos hablar de identi-
dad indígena, puesto que la categoría indígena es una acepción impuesta desde fuera,
pero si podemos hablar de identidad mazahua, tzotzil, huichol o nahua.
La identidad no es pues una categoría homogeneizante ni de armonización de
grupo, la identidad es más bien una categoría cambiante dinámica y que se transforma
en la medida que estos mismos grupos asumen resignifican o desechan ciertas practi-
cas culturales.
Hoy en día el concepto de identidad cobra un sentido distinto cuando se le
analiza desde el ámbito de la resistencia, entendida no sólo como una práctica de or-
ganización formal o política frente a otro grupo, sino además aquella resistencia coti-
diana sin que sea necesariamente reflexionada. Y es precisamente estas prácticas la que
los distinguen de otros grupos en forma radical. “Se deriva de inmediato que no puede
existir una identidad si no es a partir de la distinción, de la identificación propia como
grupo frente a otro grupo” (Hiernaux 2000:94).
La identidad es entonces la relación diferenciada de “nosotros” frente a
“ellos”. “Nosotros” construimos a partir de imaginarios, discurso y prácticas la identi-

246
La resignificación de los espacios urbanos… E. J. VÁZQUEZ FLORES

dad de los “otros” a partir de nuestra autoconcepción de lo que no somos frente a los
“otros”. Así pues, cuando hablamos de identidad indígena muchas veces, estamos
reproduciendo discursos racistas y discriminatorios que han venido construyéndose
por años y que en la medida que se “naturaliza” se convierten en verdades irrefutables.
A partir de la experiencia particular de las mujeres Chamulas que trabajan
vendiendo sus artesanías en las calles principales del centro histórico de León, ex-
pondré tres premisas de análisis; 1) la identidad y su relación con la diferencia, 2) Iden-
tidad y la relación con el lugar, 3) la identidad y la construcción de espacios urbanos.

1.- Identidad y diferencia

Hablar de identidad indígena en México implica necesariamente analizar la di-


ferencia y el distanciamiento que hay frente al mestizo, esta diferencia y distanciamien-
to se ahonda aún más cuando vemos el caso de indígenas migrantes a las ciudades.
La ciudad, histórica y discursivamente se ha relacionado con el espacio “natu-
ral” del mestizo y del blanco y aunque el indígena ha vivido y trabajado en las ciudades
durante siglos no deja de pensarse como un invasor, una amenaza o simplemente se
ha invisibilizado.
En el caso de las mujeres indígenas migrantes, la triple opresión que sufren;
clasista (por ser pobres), genérica (por ser mujeres) y étnica (por ser indígenas), tiene
su máxima expresión en las ciudades, pues más allá de invisibilizarlas, se les discrimina
y se les explota.
En este sentido, la diferencia nos permite definirnos a nosotros mismos y por
ende a los demás, sin diferencia no existe identidad, la diferencia no sólo fenotípica,
genérica, de clase o cultural, es también simbólica en la medida de que estas diferen-
cias pautan el control de espacios privados y públicos.
De ahí solo queda un paso para poder afirmar que el concepto de diferencia y,
por ende el de identidad, es inherentemente un concepto político y politizado, nos defi-
nimos a nosotros mismos y definimos a los demás, en buena parte, como una manera de
controlar los recursos territoriales, simbólicos y materiales (Benach 2005:74).
En este sentido, identidad es una construcción social de la diferencia y que
tiene un alto contenido político y de control. Es común encontrar que el concepto de
identidad se naturalice, es decir, se justifica la diferencia a partir de la naturalización de
la identidad como algo esencialista y aproblemático.

2.- Identidad y su relación con el lugar

El concepto de identidad no solo está fuertemente relacionado con el de la di-


ferencia sino también con el del lugar, entendido como una construcción social no
solo de significado geográfico o territorial sino también simbólico

esta aproximación, tan bien asumida en tanto ámbitos de la vida social,


política y cultural, contiene una triple trampa, la de pensar en los espacios
como áreas cerradas, como contenedores de culturas (Benach 2005:76).

247
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Así, desde la construcción discursiva de la identidad indígena a partir de la re-


lación entre identidad y lugar; se dice erróneamente que el indígena “pertenece” a las
comunidades, a los pueblos de indios, donde se les segregó desde épocas coloniales y
por tanto salir de estos “lugares a los que naturalmente pertenecen” implicaría una
extrañeza, por tanto su presencia en las ciudades es vista como atípica y antinatural,
son ajenos y forman parte de una amenaza, son en pocas palabras un problema.
Por eso cuando hablamos de identidad y lugar debemos pensar más bien en
un sentido simbólico; así por ejemplo el indígena migrante tiene una fuerte identifica-
ción con su lugar de origen, resimboliza esos espacios en su nuevo lugar de residencia,
pero al mismo tiempo se apropia de espacios urbanos, no sólo hablo de barrios, par-
ques, espacios laborales calles, sino también de prácticas; rituales, actividades, lengua-
jes, etcétera.

3.- Identidad y la construcción de espacios urbano

El proceso migratorio conforma a la ciudad como un nodo de red global


donde los vértices de cada flujo no son procesos armónicos ni naturales, pero al mis-
mo tiempo permiten confrontar a migrantes y citadinos para reconstruir y replantearse
no sólo su espacio geográfico, sino también simbólico.
Así, el concepto de identidad utilizado en el presente trabajo se utiliza en el
sentido de construcción política de la diferencia, se aleja, por tanto, de la concepción
de identidad como natural y aproblemática, y es precisamente este discurso el que
vamos analizar en la medida que justifica las prácticas racistas y discriminatorias para
con los indígenas migrantes en las ciudades.
Negociación, capacidad de agencia, resilencia, confrontación, invisibilización,
son algunos de los mecanismos que se generan a partir de los encuentros y desencuen-
tros entre los actores que ocupan la ciudad. Mecanismos que se complejizan aún más
cuando se trata de mujeres indígenas migrantes a las ciudades pues se generan espacios
de resistencia a las formas de identidad excluyentes ya que no existen espacios públi-
cos de conexión que no vayan más allá de la relación de intercambio mercantil, como
es el caso de las empleadas domésticas o de las artesanas que venden en la vía pública.

El enfoque teórico-metodológico

Para el análisis de este fenómeno recurrimos al enfoque de género que en


términos generales permite entender la migración de las mujeres como un fenómeno
social diferente de la movilidad espacial de los varones. Tal perspectiva ha propuesto
que la migración de mujeres responde a influencias económicas, sociales y culturales
vinculadas con la construcción social de lo masculino y lo femenino, y que afecta y es
afectada a las relaciones de género (Szasz 1999:132).
En este sentido, lo femenino y masculino, como construcciones sociales, nos
permiten entender diferentes aspectos que se desprenden de la migración; formas,
prácticas, procesos y cómo éstos son experimentados de diferente manera entre hom-
bres y mujeres, no obstante, ambos géneros se ven afectados por aspectos macroes-
tructurales que no corresponden a cuestiones de género sino a estructuras políticas y

248
La resignificación de los espacios urbanos… E. J. VÁZQUEZ FLORES

económicas, tal como lo señala Szasz (1999:132), la migración “responde a influencias


económicas, sociales y políticas” que han de comprenderse en contextos históricos
determinados, por ello además de la perspectiva de género es necesario recurrir al
enfoque histórico – estructural, que nos permita entender que las relaciones de poder
entre hombres y mujeres trastrocadas por la migración son parte de un reforzamiento
de la estructura de dominación y desigualdad que permite la reproducción de un sis-
tema capitalista basado en la inequidad. A partir del enfoque histórico - estructural se
entiende que los movimientos migratorios son parte del desarrollo histórico y son
provocados por los cambios en los sistemas productivos y en las relaciones sociales.
Desde este enfoque –enraizado en la economía política marxista- se sitúa la migración
dentro del sistema capitalista global, en cuya base está la división del trabajo, fruto de
un sistema de intercambio desigual entre economías “centrales” y “periféricas” (Gre-
gorio Gil 1998:25-26).
Se considera asimismo que las relaciones de género, son parte de un proceso
histórico, es decir, no pueden entenderse sin caracterizar a los sujetos involucrados a
partir de espacios y tiempos precisos, así por ejemplo, no es lo mismo hablar de relacio-
nes de género entre mujeres indígenas migrantes de la mixteca oaxaqueña que migran a
Estados Unidos que en el caso de las mujeres Chamulas que migran a Cancún o a León.
Por ello, consideramos fundamental la perspectiva de género enmarcada en
un contexto histórico estructural para estudiar a estas mujeres Chamulas que han de-
cidido romper con esquemas tradicionales de género y en el que no solo ellas se ven
afectadas sino la familia y la comunidad a la que pertenecen.
En el presente trabajo no abordaremos el aspecto de género en los hombres,
(solo comentado tangencialmente) pero sí un punto que consideramos crucial y que
creemos que se ha invisibilizado: si los cambios de género implican un conflicto con el
hombre, no lo implican menos con la madre o con la o las figuras generacionales y
transgeneracionales representantes de una tradición en relación a modelos de género
tradicionales, familiares y sociales.
Para entender este proceso, nos hemos centrado en la historia de dos mujeres
Chamulas que conocimos en el centro de la ciudad de León y dejamos que su relato
nos permita entender el complejo proceso migratorio de estas mujeres indígenas que
hacen uso de diferentes estrategias de supervivencia para sobrevivir en una urbe.

Mujeres Chamulas en León

Melitona

Cuando conocimos a Melitona no pudimos dejar de sorprendernos; la imagen


de su rostro capturaba las miradas. Ella siempre es muy amable y tiene toda la disposi-
ción de platicar sobre su vida. Así, supimos que nació en Mackviló, paraje de San Juan
Chamula en el estado de Chiapas y cómo su madre la abandonó cuando aún era una
niña, no recuerda la edad que tenía, solo que su madre tomaba mucho posh 1 y fue la
responsable del accidente que quemó su rostro y parte de su cuerpo.

1Posh es una bebida fermentada de maíz que contiene alcohol, se usa de manera ceremonial en la iglesia
de San Juan Chamula.

249
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Don Pancho, padre de Melitona, se casó con Juanita y juntos se hacen cargo
de ella, esta madre sustituta le enseña a crecer fuerte, a darse paso ante la vida y a no
amilanarse por las miradas hirientes. Como cualquier mujer de su comunidad, se casa y
a los 19 años tiene a su primera hija; Juanita, que mejor nombre que el de aquella mu-
jer que la había criado. Su matrimonio duró poco, pues no aguantó los golpes de su
marido, aunque primero se refugió en el alcohol, ella nos cuenta que tomaba mucho
posh, le gustaba andar todo el día borracha, pero cuando “conoció a Cristo” fue que
dejó el alcohol y comenzó a ser responsable con sus hijos y con su trabajo. Decidió
dejar la bebida y al marido y convertirse al cristianismo, pero sus problemas apenas
habían comenzado; ante los ojos de la comunidad un cristiano no es bien visto por lo
que queman su casa, días después es expulsada de la comunidad junto a su familia,
esto sucede a principios de los años noventa.
Melitona se va a vivir al barrio conocido como La hormiga en San Cristóbal
de las Casas2. Ahí, conoce al padre de su segundo hijo; Vicente. La situación de extre-
ma pobreza en Chiapas junto a la inestabilidad y conflictos políticos que generaron el
estallido armado del Ejército Zapatista en 1994, dio como resultado la migración de
muchas familias chiapanecas a otros estados, incluso hacia Estados Unidos. Melitona,
junto con su familia decide probar suerte en Cancún, Quintana Roo; lugar turístico
por excelencia tanto de extranjeros como de nacionales.
Allá, vivían de la artesanía que elaboraban y vendían en los principales centros
turísticos. Al principio, les iba bien, pero deciden buscar otro lugar porque creen que
sus hijos corren el peligro de ser robados por el DIF3. Ellas fueron testigo de cómo
funcionarios de dicha institución, se llevaron a niños de otras mujeres indígenas de
Chiapas y sólo se los entregaban con la condición de regresar a sus lugares de origen.
Estas medidas poco difundidas en la prensa y maquilladas como programas de Estado
que intentan proteger a la niñez de la explotación laboral, no son sino disposiciones
que discriminan y atentan contra los derechos humanos, específicamente con el dere-
cho de libre tránsito.4

2 La negativa de los conversos a beber alcohol y cooperar para las fiestas, fue el pretexto para dar comien-
zo a un gran movimiento de expulsión de las familias campesinas por parte de las autoridades tradiciona-
les, que dio origen a una masiva migración al centro urbano más importante de la región alteña, la ciudad
de San Cristóbal de las Casas” (Robledo Hernández 2007:109).
3 Desarrollo Integral de la Familia. Institución Federal encargada de llevar programas orientados al desa-

rrollo de grupos vulnerables; niños, ancianos, mujeres, indígenas.


4 El 21 de junio del 2011 se da a conocer en la red digital, una denuncia contra el DIF de Cancún por

parte del presidente del Colegio de Abogados Postulantes de Cancún, Héctor Salinas Almaguer, quien
revela las terribles violaciones de los derechos humanos de las mujeres chiapanecas y sus hijos por parte
de la institución, a partir de un programa llamado “repatriación”, que implica retornar a mujeres, hom-
bres y niños indígenas a sus lugares de origen, violentando la libertad de tránsito. El funcionario señala
que: “.…no se puede aplicar el término “repatriación” porque son patriotas mexicanos, y tienen todo el
derecho de transitar por todo el territorio mexicano, asimismo el presidente del Colegio de Abogados,
insistió en que se viola a estos chiapanecos su derecho de transitar libremente, pero lo más grave dijo, es
que se atenta contra las garantías individuales de los menores, porque ¿Qué delito estarían cometiendo,
cuando la misma constitución garantiza la libertad para andar en el comercio? Asimismo destacó el DIF
no tiene ninguna facultad para hablar de una repatriación, porque se trata de personas mexicanas. Fue una
violación fragante a los derechos humanos y civiles, porque ya la constitución nos garantiza que ellos en
primer lugar son nacionales mexicanos no son extranjeros entonces no se puede llamar repatriación

250
La resignificación de los espacios urbanos… E. J. VÁZQUEZ FLORES

Ante esta situación y la fuerte necesidad de mantener un mercado de trabajo


remunerable, algunas mujeres deciden permanecer en Cancún, pero con el miedo de
ser “repatriadas”, se organizan de tal manera que dejan a sus hijos encargados con
parientes o amigas en Chiapas, mientras las demás salen a trabajar cuidándose de los
inspectores de mercado y los funcionarios del DIF. Pero Melitona, decide irse antes de
arriesgar a sus propios hijos. Ella es la líder del grupo, decide cuando hay que volar y a
donde hay que llegar.
Cuando Melitona llega a una nueva ciudad, además de ver una nueva oportu-
nidad para ganase la vida, ve en ella un espacio que le permite explorar y ampliar el
sentido que le da a su vida. Antes de guiar a su familia, Melitona viaja con sus hijos a
diferentes partes de la república y conocer la ciudad que las albergará, decide dónde
quedarse por un tiempo a partir de ciertos criterios: el clima y la competencia. De esa
manera llegaron a León, Guanajuato, ciudad donde nació Mónica; la más pequeña de
sus hijas, recién acaba de cumplir dos años.
La situación de Melitona en León es aún más compleja que las condiciones de
muchas mujeres indígenas que viven en la ciudad. León es una ciudad conservadora,
profundamente católica, reproductora de esquemas inequitativos de relación genérica,
donde el hombre somete a la mujer. La mujer indígena carga con doble estigma dentro
de la sociedad leonesa y dentro de la visión del Estado. Es común ver en el centro de
la ciudad a mujeres indígenas escapando de los inspectores de mercados, amenazán-
dolas sin ningún tipo de consideración. Dentro de su comunidad también sufre las
condiciones de ser mujer, ser indígena, ser cristiana y ser una mujer que tiene un as-
pecto “poco estético”. Pero a pesar de este escenario, se atreve a volar, a vivir y a sen-
tir. Es una mujer que pese al sufrimiento, sabe caminar y no se le complica relacionar-
se, ni enamorarse, su optimismo la lleva siempre a encontrar soluciones.

Esthela

¿Cómo podemos dar cuenta de lo anterior si no escuchamos de viva voz lo


que ellas piensan y sienten de su experiencia migratoria, pero sobre todo de cómo
viven la ciudad? Para ello me gustaría hablar de Esthela, una mujer chamula de apenas
22 años, madre soltera que lleva fuera de su terruño desde que tenía 10.
Esthela salió de San Juan Chamula en el año 2000, a diferencia de la mayoría
sus problemas no fueron económicos sino político y religiosos. Su padre se rehusaba a
pagar la cuota de compra de posh (bebida alcohólica preparada de forma artesanal por
miembros de esta comunidad) para las fiestas católicas. A raíz de eso eventos, el padre
de Esthela fue acosado y presionado constantemente bajo la amenaza de expulsarlo de
la comunidad. Consiguieron huir antes de que lo encarcelaran, pero no logró salvar sus
tierras, las que fueron robadas por las autoridades tradicionales que para ese entonces
se habían corrompido y habían conformado cacicazgos desde donde ejercían el autori-
tarismo y la violencia. Esthela señala que “tenía como 8 años cuando me fui, no ter-
miné el segundo grado ahí en mi comunidad y mi papá me trasladó y ya podíamos
vivir tranquilos. Pero en vez de que viviéramos felices, ya no había para cosechar”.

porque son de Chiapas además el DIF no tiene la facultad de hacer el procedimiento de repatriación”
(Radio Enfoque, junio 2011).

251
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Se fueron a vivir a una colonia marginal en San Cristóbal de las Casas, llamada
“la Hormiga”, que justamente se inició en los años ochenta por expulsados de las
comunidades ya sea por problemas religiosos o políticos. Siguiendo con el relato de
Esthela nos cuenta que en La Hormiga vivieron poco ya que se trasladaron a México,
Distrito Federal.
Bueno había una señora antes que nos llevó, nos decían váyanse, éramos bien
pobres, ni terminé yo la primaria porque de los recursos y los trabajos y de la humilla-
ción que hay ahí, pues ya no nos dejaban terminar. Entonces me salí, no teníamos
nada que comer. Existía mi abuela, ya estaba enferma y mi mamá la cuidaba. Tuve que
salir adelante y una señora nos invitó a trabajar a México a vender artesanía. En ese
tiempo no se vendía nada. Bueno a lo mejor no sabíamos vender.
Esthela aprendió a hablar español desde chiquita, sus padres se lo enseñaron,
pues sabían que aprenderlo marcaría la diferencia para sobrevivir. En México vivieron
momentos muy difíciles. Esthela recuerda: “un día cuando no teníamos nada, fui a
robar yerbabuena y la vendí y con eso comíamos. Costaba en ese entonces la lata de
frijol 4.50 pesos, allá en Chamula. Entraba yo a robar, pero si veían que robabas ya te
metían al bote aunque fueras chiquita, menos mal que no me vieron”.
En México permanecieron poco tiempo, aproximadamente 1 año, las expe-
riencia fueron muy tristes y traumáticas. De ahí se pasaron a Veracruz, donde perma-
necieron 4 meses, luego a Puebla, poco tiempo después se fueron a Guadalajara, don-
de permanecieron 3 años vendiendo artesanías en la Plaza Tapatía. Hace poco fueron
a probar suerte a Cancún, pero con un largo suspiro me dijeron que esa era historia
muy larga y triste que luego me iban a contar.
Esthela señala que su padre ya no la siguió, al poco rato llegó Melitona, su
hermana, a la que luego se agregó Juanita, la más grande del grupo y madre de Esthela
y Monserrat, la más joven con apenas 19 años. Esthela señala que son sólo mujeres las
que viajan, “sin maridos, sin padres ni hermanos”. El hecho de ser solo mujeres las
que andan viajando y buscando espacios laborales de inserción las ha llevado a tener
muchas experiencias desagradables. Esthela señala que la prostitución es una de las
actividades a las que muchas de sus paisanas caen engañadas, pero que ellas afortuna-
damente han salido bien libradas de la situación. Ellas prefieren ganar poco pero sien-
do dueñas de su propio cuerpo, aprender a sortear a las autoridades del mercado,
aprender a convencer al turista y local para que compren sus mercancías, buscan estra-
tegias para que sus hijos no dejen de ir a la escuela, establecen nexos con ciertos secto-
res para que les permitan trabajar en ciertos lugares de la ciudad, en pocas palabras
resignifican su identidad, reconociendo sus diferencia, apropiándose de espacios y
reconfigurando espacios urbanos; a esto podemos llamarlo también desarrollar una
capacidad de agencia, pues aunque no tienen como objetivo organizarse políticamente
frente a una estructura de poder que las discrimina y violenta, ellas lo hacen de manera
cotidiana, tal como lo señala Ortner (2006) existe una agencia intencionada pues recu-
rren a la práctica rutinaria de la resistencia al poder, de la construcción de metas y
objetivos no sólo individuales, pues ellas se conforman como un grupo de mujeres
que toman decisiones compartidas, pero que a su vez han construido en la ciudad un
rol distinto; Melitona es la líder; ella decide a dónde hay que moverse, Esthela es joven
y tuvo la oportunidad de estudiar un poco más que todas, se ha apropiado de un dis-

252
La resignificación de los espacios urbanos… E. J. VÁZQUEZ FLORES

curso citadino, utiliza estrategias de convencimiento y sabe como tratar con las autori-
dades que constantemente buscan timarlas, Juanita la mayor, aunque es la que menos
habla el español, es reconocida y respetada por todas, ellas, sus hijas, adoptivas o de
sangre, harían cualquier cosa para cumplir sus sueños.
Finalmente Esthela suspira y nos dice
Mi sueño es tener mi casa ya con mi terreno, pero no sé, a ver que em-
piezo a vender para seguir adelante con mi hijo, es lo único que me hace
seguir luchando para tener eso. Es lo que yo necesito en la vida, una casa
ya con eso me conformo y ya voy a vivir tranquila, con mi hijo, es mi
único sueño, darle lo mejor a mi bebé, darle un estudio, que no se vaya
como yo, de aquí a diez años ya no hay ventas, viviendo la crisis como
nosotros (cuando le pregunto si quiere encontrar pareja me dice)… No
para que? El amor fracasa, luego a veces se pelean. Yo estoy muy enamo-
rada de mi vida, ya tengo mi bebé y eso es lo único que yo necesito.

Conclusiones
Hay todavía mucho por hablar de estas mujeres, solo aquí se plantea un pe-
queño semblante a fin de ver la pertinencia de analizar los estudios de migración indí-
gena femenina a partir de la reflexión de dos conceptos clave: identidad y capacidad de
agencia.
Los estudios realizados parecen indicar que existe un doble proceso: tanto un
cambio considerable e irreversible en cómo la mujer indígena migrante se va perci-
biendo asimisma, efectuándose el pasaje de roles tradicionales a roles no tradicionales,
de mujeres-madres subordinadas a mujeres sostenedoras de su hogar en relación de
mayor reciprocidad con sus compañeros masculinos, tanto como una continuidad por
el cual el proceso migratorio refuerza procesos de subordinación y control patriarcal.
Por nuestra parte no descartaríamos una tercera opción, en relación a situaciones de
ambigüedad o de compromiso entre ambos factores, lo que indicaría la existencia de
variables en procesos de transición.
En lo que respecta a la migración indígena femenina, los estudios interdisci-
plinarios han aportado interesantes debates acerca de cómo la mujer indígena que
migra trastoca los roles que tradicionalmente le han asignado, lo que da pauta al em-
poderamiento y a la capacidad de agencia, pero por otro lado se verifica también que
al salir de su terruño, al no dominar la lengua castellana y al no contar con herramien-
tas que le permitan descifrar una ciudad extremadamente violenta, se incrementa su
explotación y sufren de constante discriminación. Simultáneamente no es poco fre-
cuente que estas mujeres no solo subsanen su condición de extrema pobreza en la que
vivían en sus comunidades, sino que además, a partir de que se apropian de espacios
urbanos, resignifican su rol como mujeres activas en la comunidad a la que pertenecen
tolerándose menos el maltrato machista tanto de hombres como de mujeres.

Bibliografía

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México, Plaza y Valdés, 2000.

253
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

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Mary y Rosa Tello (cords). Inmigración, Género y espacios urbanos. Los retos de la diversi-
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estudio de la migración femenina en México, en García, B. (Coordinadora). México, El
Colegio de México-Sociedad Mexicana de Demografía, 1999.

254
XXVI
INTERCULTURALIDAD Y
PLURINACIONALIDAD EN EL CAMINO DE LA
DEMOCRATIZACIÓN. ESTADO Y PUEBLOS
INDÍGENAS EN ARGENTINA Y BOLIVIA DEL
SIGLO XXI
María Virginia Quiroga 1 - Mariano Yedro 2
1 UniversidadNacional de Río Cuarto-CONICET
2 Universidad Nacional de Río Cuarto -IFDC/SL

mvirginiaq@yahoo.com.ar - marianoyedro@gmail.com

Introducción

E ste artículo indaga en torno a algunas de las problemáticas y de las reivindica-


ciones de las naciones-pueblos indígenas frente a los Estados de Argentina y
Bolivia, en los contextos recientes. De este modo, partiremos de una breve
revisión histórica sobre la relación entre sociedades indígenas y Estados en los men-
cionados países.
En un segundo momento, pondremos en discusión las categorías de multicul-
turalidad, interculturalidad y plurinacionalidad. Identificaremos puntos de diálogo y de
distanciamiento, como así también distintos matices en cuanto a los alcances de estas
perspectivas.
En tercer lugar, definiremos algunos rasgos generales de las reivindicaciones
indígenas en la actualidad de Argentina y Bolivia. En ese sentido, señalamos algunos
logros que apuntan al reconocimiento jurídico de derechos indígenas; no obstante su
aplicación efectiva aún revela insuficiencias.

1. Breve revisión histórica: La diversidad de las sociedades latinoamericanas y


su desconocimiento/ reconocimiento en la trama estatal

La teoría política liberal y el discurso jurídico del Estado moderno han legiti-
mado la equivalencia entre nación y Estado. En América Latina ello contrastaría con la
existencia concreta de pueblos heterogéneos en su constitución, costumbres, episte-
mes y cosmologías. La pretensión moderna de consolidar estados nacionales homogé-

255
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

neos soslayó la “condición abigarrada” (Zavaleta Mercado 1986) de vastas sociedades


latinoamericanas, en las cuales se superponen mundos, culturas, memorias, temporali-
dades e historias diversas. Prosiguiendo con esta línea, el politólogo Luis Tapia se
refiere a los países latinoamericanos como “multisocietales” (Tapia 2002) ya que cobi-
jarían en su interior varias civilizaciones, ni plenamente disueltas ni del todo integra-
das, sino más bien subsumidas bajo un único patrón colonial basado en el mestizaje
“castellano hablante e individuado” (García Linera 2003).
En este sentido cabe destacar que, en América Latina, la forma estatal (como
Estado moderno, occidental, liberal, capitalista) se impuso subsumiendo formas alter-
nativas de organización social, económica y política, como las desarrolladas por las
sociedades indígenas. En términos generales se puede decir que los Estados nacionales
modernos en relación con estos “Otros internos” adoptaron diversas perspectivas que
se reflejaron en el diseño e implementación de una variedad de políticas concretas.
A fines del siglo XIX se trató de asimilar a los pueblos indígenas, en el marco
de las reformas liberales impulsadas por las oligarquías nacionales. Posteriormente
desde principios del siglo XX las políticas estatales mantuvieron criterios asimilacio-
nistas y/o de integración. En algunos casos, como las propuestas del indigenismo, se
buscó modificar la situación material de las sociedades indígenas respetando su especi-
ficidad; sin embargo, su intervención se tradujo en prácticas de asimilación (Rocchietti
2011). Por otro lado, la pobreza estructural de estas sociedades se mantuvo.
A partir de la década de 1980, en el marco de la globalización, distintas pro-
puestas inauguran una nueva relación entre Estados y naciones-pueblos indígenas. Así,
una de las vías por las que intentó aprehenderse la condición abigarrada de diversos
países latinoamericanos, fue a través de los proyectos de pluriculturalismo, multicultu-
ralismo e interculturalidad. Recientemente la sanción de nuevos textos constituciona-
les, como los de Bolivia y Ecuador, han planteado el reconocimiento del carácter plu-
rinacional del Estado; ello conlleva nuevas implicancias y consideraciones en torno a la
relación entre el Estado nacional y los pueblos - naciones preexistentes. Volveremos
sobre esta cuestión en el apartado siguiente.
En primera instancia, interesaría efectuar una somera reconstrucción histórica
de las relaciones entre el Estado argentino y los pueblos-naciones indígenas. Durante
el siglo XIX, dicha vinculación se configuró centralmente a partir del sometimiento y
la asimilación. La consolidación del Estado moderno argentino, proceso impulsado
por la oligarquía argentina hacia 1880, se asienta en la expansión territorial hacia el sur
patagónico, la que se conoce como “Conquista del Desierto”, y hacia el norte median-
te la ocupación del territorio chaqueño ya en el siglo XX. Ambos procesos deben
comprenderse en el marco de una hegemonía cultural y discursiva del positivismo
decimonónico, que considera a los indígenas como etapas anteriores e inferiores que
perecerían al contacto con la civilización, a la vez que es la misma oligarquía la que
entiende que una nación no puede tener en su interior formas no civilizadas de vida
(Quijada 1994). Es esta misma visión la que permite en algún punto justificar y hasta
estimular la matanza de los pueblos indígenas durante la “Conquista del Desierto”
aunque ésta posiblemente no haya sido la política oficial ni la intención de la política
estatal (Quijada 1999). Estudios recientes, no obstante, indagan dicho acontecimiento
desde la perspectiva de un genocidio (Delrio 2010).

256
Interculturalidad y plurinacionalidad en el camino… V. QUIROGA y M. YEDRO

Posteriormente al avance del ejército hacia el sur, se aplicaron desde el Estado


políticas de asimilación en las cuales tuvieron un rol importante los sectores políticos y
religiosos. Los discursos populistas1 de mediados del siglo XX tendieron a soslayar e
invisibilizar mediante el concepto de “crisol de razas” la presencia indígena en nuestro
país (Briones 2002). Las políticas de integración entre las décadas de 1940 – 1970 ex-
presan y acentúan a la vez el carácter homogeneizador del Estado en la convicción de
una pronta desaparición de las naciones indígenas, en términos físicos o culturales
(Briones 2002).
Los procesos de etnogénesis de los pueblos indígenas que comienzan a visibili-
zarse a partir de 1980 son resultado de las luchas de los mismos, como también del re-
acomodamiento de reivindicaciones jurídicas en el plano internacional. El retorno de la
democracia argentina en 1983 posibilita la articulación de las esferas político–social,
visibiliza y profundiza la reivindicación de los “derechos indígenas” en el marco de ga-
rantizar los derechos humanos (Mombell 2002). Así, en el plano nacional, se sanciona en
septiembre de 1985 la Ley 23.302 que crea la Comisión Nacional de Asuntos Indígenas y
el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), la Ley Nacional de Políticas Indíge-
nas y de Apoyo a Comunidades Indígenas2. Por otro lado, el país adhiere al convenio
169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1989, el cual presta protec-
ción a los pueblos originarios y adquiere el carácter de ley (ley 24.071) en 1992. La re-
forma constitucional del año 1994 otorga garantías constitucionales a los pueblos pre-
existentes3, lo cual marca un proceso de transición fundamental dado que es la primera
vez que se cuestiona el fundamento homogéneo del Estado (Briones 2002). Hacia no-
viembre del 2006 se sanciona la ley 26.160 que hace especial hincapié en el tratamiento
de la tierra y la creación de un fondo destinado a las comunidades indígenas, y la ley
26.206 de educación nacional que promueve la educación intercultural bilingüe (EIB).
Actualmente se estima que existen en la Argentina, según el Censo Nacional
de Población, Hogares y Viviendas de 2001 y el Censo Complementario de Pueblos
Indígenas (ECPI) realizado entre 2004 y 2005, entre 800.000 y 2.000.000 personas
pertenecientes a más de 20 etnias4 y más de 700 comunidades indígenas (Ramírez
2006).

1 Aludimos a la perspectiva esbozada por Ernesto Laclau (1980 [1978], 2005) para comprender al popu-
lismo. Se trata de un modo especifico de articulación política, cuyas precondiciones remiten a la construc-
ción de solidaridades entre demandas diversas pero comúnmente insatisfechas, el trazado de fronteras
políticas, y la consolidación de una identidad popular. Una interesante reconstrucción, desde esta lectura,
sobre el discurso populista del primer peronismo puede encontrarse en el trabajo de Groppo 2009.
2 La Ley Nacional Indígena se dicta en 1985, se reglamenta en 1989 y el INAI surge dos años después.
3 Artículo 75. Inc. 17 de la Constitución Nacional: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los

pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e
intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitaria
de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarro-
llo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos.
Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los
afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.
4 Región noreste: pueblos Mbyá – Guaraní, Mocoví, Pilagá, Toba, Vilela y Wichi; en la región del Noroes-

te Atacama, Ava – Guaraní, Chané, Choroté, Chulupí, Diaguita – Calchaquí, Kolla, Omaguaca, Tapiete,
Toba, Tupí – Guaraní y Wichí; en el sur Mapuce, Ona, Tehuelche y Yamana; en el centro Atacama, Ava –
Guaraní, Diaguita – Calchaquí, Huarpe, Kolla, Mapuce, Rankulche, Toba y Tupí – Guaraní.

257
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Por su parte, en el caso de Bolivia las sociedades indígenas representan la ma-


yoría de la población, alcanzando un 62% según el censo de 2001. Esta gran diversi-
dad poblacional y el importante número de indígenas conllevarían dificultades para
conciliar las dos caras de una realidad nacional que se presentaba “hispánica en la
forma e india en su esencia”5. En los análisis de la literatura de fines del siglo XIX y
comienzos del XX, podría rastrearse la centralidad del dilema en torno a la consolida-
ción de la nación y la resolución de la cuestión de ¿qué hacer con el indio?6
En general podríamos establecer que la exclusión de las comunidades origina-
rias ha sido una constante en la historia del país andino, no sólo en tiempos coloniales
sino también a partir de la instauración de la República en 1825. Los pueblos indíge-
nas permanecían en una situación de carencia de derechos, sometidos a trabajos for-
zados, al margen de las decisiones políticas, expuestos a la discriminación en sus más
diversas variantes. Al decir de García Linera, la blanquitud de la piel funcionaba como
un capital complementario a los capitales económicos, culturales o escolares que favo-
recían o limitaban el ascenso social en Bolivia (Stefanoni y Do Alto 2006:66).
A la situación de exclusión se sumó el despojo acelerado de las comunidades
indígenas y sus formas de organización económica, como consecuencia del auge mine-
ro. Éste provocó el aumento de la demanda de mano de obra en las minas y alentó un
proceso de “descampeneización” (Gallego 2006:315). A su vez, la marginación de los
pueblos originarios se profundizó con la concentración de poder en torno a los de-
nominados “barones del estaño”. Estas familias detentaron el monopolio de la extrac-
ción de estaño hacia fines del siglo XIX y, con el apoyo del partido liberal boliviano,
impusieron sus designios en el plano político.
Más adelante, algunas medidas gubernamentales receptaron las demandas
indígenas. Bajo el militarismo nacionalista de Gualberto Villarroel (1943 -1946)7 se
organizó el Congreso Indigenal que acabó con el pongueaje y el mitanaje8 y reguló
obligaciones y derechos entre patrones y colonos, hacia mayo de 1945.
El gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), inaugurado
en 1952, contó con fuerte protagonismo del campesinado indígena, pero impulsó un
proyecto que concebía a Bolivia como “un país homogéneo, integrado y subordinado
a la concepción occidental” (Patzi Paco 1999:34). La reforma agraria de 1953 limitó el
latifundio, distribuyó la tierra -restituyendo parcelas a las comunidades originarias- y
eliminó el trabajo forzado. No obstante, según denuncia la Confederación Sindical
Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la distribución de tierras a
las comunidades se realizó en forma individual, desarticulándolas y promoviendo el
minifundio como propiedad9.

5 Expresión utilizada por el literato boliviano Carlos Medinaceli, para referir a la paradoja irresuelta del ser
nacional boliviano.
6 Tomamos prestada la frase que utiliza Pablo Stefanoni para dar título a su obra publicada en 2010: ¿Qué

hacer con los indios?... y otros traumas irresueltos.


7 La corta duración de su mandato se debe a que Villarroel fue asesinado y colgado en un farol de la Plaza
Murillo (plaza principal de La Paz) en 1946.
8 Sistemas de trabajo forzado a los que eran sometidos los indígenas, desde las épocas coloniales hasta

entrado el siglo XX.


9 Documento “Historia del Movimiento”. Disponible en www.csutcb.org.bo Consultado en noviembre

de 2010.

258
Interculturalidad y plurinacionalidad en el camino… V. QUIROGA y M. YEDRO

De este modo, algunos autores (Mires 1988; Pearse 1984) marcan que la iden-
tidad campesina se superpuso a la identidad indígena, en tanto que la tenencia comuni-
taria debió dar lugar en muchos casos, y forzosamente, a un tipo parcelario o indivi-
dual de explotación de la tierra. Ello influyó en la creciente difusión de una nueva
identificación para los sectores indígenas, en tanto “campesinos”, en el marco de un
proyecto de nación boliviana mestiza.
Luego, las reivindicaciones indígenas adquirieron mayor resonancia con el as-
censo del “indianismo/katarismo”10. Esta corriente encontró rápido eco en las comu-
nidades, en tanto sostenía la necesidad de descolonizar la historia nacional y, al mismo
tiempo, lograr que las culturas originarias, particularmente aymara y quechua, desarro-
llen un proyecto alternativo.
Otro momento en que las demandas indígenas parecieron encontrar cabida en
la agenda gubernamental fue durante la gestión de Gonzalo Sánchez de Lozada hacia
1993. La inclusión del dirigente aymara Víctor Hugo Cárdenas como candidato a vice-
presidente se enmarcaba en una serie de reformas que tendían a incorporar las de-
mandas “pluri-multi” al neoliberalismo (Stefanoni y Do Alto 2006:66). En este senti-
do, a través de la sanción de la nueva Constitución Política del Estado en 1994, se
reconoció el carácter pluricultural y multiétnico de Bolivia, y se fomentó la educación
intercultural bilingüe.
Las reivindicaciones de las naciones-pueblos indígenas también adquirieron
notoria presencia en el discurso del Instrumento Político de las organizaciones cocale-
ras del Trópico de Cochabamba, bases de la plataforma política que condujo a Evo
Morales al poder a partir de enero de 2006. Para Xavier Albó el “indio” reemplazó en
gran medida al obrero como sujeto del cambio, y se erigió como el “nombre” de una
identidad plebeya cuya base material son las economías familiares del campo y la ciu-
dad (Albo 2009).
La Constitución boliviana aprobada por referéndum en enero de 2009, dio un
paso más allá de las anteriores reformas multiculturalistas y reconoció al Estado su
carácter plurinacional y comunitario. También se han realizado avances en este sentido
a través de la reestructuración de instituciones de representación y participación con la
sanción de la Ley Marco de Autonomías y Descentralización y la Ley del Régimen
Electoral. Dichas normativas reglamentan las tres formas de la “democracia intercultu-
ral” a las que alude la nueva Constitución: democracia directa y participativa, demo-
cracia representativa y democracia comunitaria. A su vez, la organización del Estado
nacional bajo gobierno de Evo Morales ha contemplado instituciones para atender las
problemáticas indígenas, por ejemplo el Ministerio de Autonomías y su Viceministerio
de Autonomía indígena originaria campesina y organizaciones territoriales o el Minis-
terio de Cultura y sus Viceministerios de Descolonización y de Interculturalidad. Pro-
fundizaremos estas cuestiones en lo sucesivo, luego de reparar en las nociones de
multiculturalismo, interculturalidad y plurinacionalidad.

10 Katarismo en alusión a Tupac Katari, quien fue un aymara protagonista de la resistencia al dominio
español en el Alto Perú. Katari encabezó un levantamiento conocido como el asedio a La Paz, durante
cinco meses en 1872, y luego fue muerto y descuartizado.

259
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

2. Acerca de multiculturalismo, interculturalidad y plurinacionalidad. Algunas


diferenciaciones y matices.

El concepto de multiculturalismo hace referencia a la constitución heterogé-


nea de las sociedades latinoamericanas. El mismo implica la descripción de una situa-
ción caracterizada por la coexistencia de grupos diferentes. Para Laura Diez (2004) el
multiculturalismo negaría la conflictividad de las relaciones sociales que se dan a partir
de la diversidad, suponiendo unas relaciones simétricas e igualitarias. Por otro lado,
también supondría, en el terreno práctico, no establecer relaciones de asimilación
(Rocchietti 2011).
La noción de interculturalidad, en cambio, refiere a un ideal de sociedad que
busca tender puentes entre las diversas culturas con la finalidad de establecer simetrías
en la práctica (Rocchietti 2011). En el fondo dicho ideal reconoce el carácter conflicti-
vo de las relaciones sociales al registrar no sólo el sometimiento histórico de los pue-
blos indígenas sino su condición presente de pobreza estructural (Diez 2004). La in-
terculturalidad, entonces, reconoce que las vinculaciones entre naciones-pueblos indí-
genas y Estados se entienden en tanto relaciones de poder. En los últimos años algu-
nas de las políticas de Estado, orientadas a la problemática indígena, han sido desarro-
lladas bajo la perspectiva de la interculturalidad. Dicho enfoque también ha sido uno
de los elementos a partir de los cuales los pueblos indígenas han reivindicado sus de-
rechos.
La propuesta de Estado plurinacional, reconocida en las constituciones de Bo-
livia y Ecuador, trasciende a las nociones exclusivamente ancladas en lo cultural y
social. Pablo Dávalos, por ejemplo, distingue entre el Estado plurinacional y las ideas
de multietnicidad o pluriculturalismo en tanto sólo “la plurinacionalidad afecta a la
estructura misma del Estado” (Dávalos 2003:46).
Es decir, a diferencia de las propuestas multiculturales o interculturales, la plu-
rinacionalidad plantea redefiniciones a la noción misma de Estado. Ya no se trata de
reconocer una sociedad pluricultural y plurilingüe; sino que es la estructura del Estado
la que se modifica para articular prácticas diferenciadas de organización social, de im-
partir justicia, de autoridad, de educación, entre otros aspectos. De este modo, la for-
mulación del Estado plurinacional propone la ruptura con un pasado de comunidad
nacional homogénea, para que las diferencias puedan incluirse en una idea de “nación
de naciones” (Harten 2008).
Se aspira a la incorporación plena de las naciones-pueblos indígenas a la vida
social, económica y política del país. Ello implica incorporar o expresar la diversidad
en la misma trama estatal.
No obstante, la propuesta del Estado Plurinacional -materializada en las cons-
tituciones de Bolivia y Ecuador- ha despertado diversas voces críticas. Entre ellas, el
politólogo Luis Tapia advierte que si la unidad plurinacional adopta la forma de un
Estado, será la organización política de la vieja cultura dominante porque las naciones
comunitarias no contienen en su seno la “forma estatal” (Tapia 2007).
En definitiva, enfatizamos que los conceptos de multiculturalismo, intercultu-
ralidad y plurinacionalidad resultan pertinentes para el abordaje de la problemática
planteada en este artículo: la relación entre Estados y pueblos-naciones indígenas. Sin

260
Interculturalidad y plurinacionalidad en el camino… V. QUIROGA y M. YEDRO

embargo, dichas categorías revisten diferencias en la interpretación de cómo es y de-


bería ser esa relación. Mientras el multiculturalismo sostiene una coexistencia sin con-
flictos entre grupos diferentes, la interculturalidad intentaría establecer un diálogo
entre las culturas con la intención de promover simetrías prácticas a partir del recono-
cimiento de la otredad. La plurinacionalidad trasciende las propuestas anteriores para
reconocer que el Estado se compone de diversas naciones, afectando su estructura y
dinámica.

3. Aproximaciones al estado actual de la cuestión

Si bien se identifican logros y avances en la articulación entre Estados y socie-


dades indígenas en los últimos años a partir del reconocimiento jurídico y de los cues-
tionamientos al rol del Estado como institución históricamente homogeneizadora de
las diferencias; aún quedan deudas pendientes y desafíos hacia el futuro. Ello también
evidencia el desencuentro que muchas veces acontece entre los avances en el plano
jurídico y la efectiva implementación de dichas disposiciones.
En el caso argentino, distintos investigadores de la temática y voces propias
de los pueblos indígenas, objetan que si bien se han reconocido derechos no se ha
logrado modificar la situación estructural de pobreza de las comunidades originarias.
El discurso intercultural ocultaría así un proceso que se presenta como mucho más
radical: el de simetría de las culturas. A la vez revelaría otro aspecto, que las prácticas
políticas y sociales todavía mantienen el comportamiento histórico de descalificación y
discriminación hacia los pueblos indígenas.
Los derechos que los pueblos originarios reivindican son la libre determina-
ción y la identidad política, la mayor participación política, la posibilidad de preservar
su propia institucionalidad, la educación intercultural y bilingüe, la posesión y propie-
dad comunitaria (colectiva) de la tierra11. Estos dos últimos reclamos son fundamenta-
les en su discurso de reivindicación.
En el caso de la EIB hasta el año 2006 se regía por dos leyes, la ley 23.302 so-
bre “Política Indígena y Apoyo a las Comunidades Indígenas” y la ley 24.195 ó Ley
Federal de Educación. La primera, sancionada en 1985 y puesta en marcha en 1989,
enfatiza respetar los valores propios de las comunidades indígenas en el proceso de
enseñanza. La segunda, sancionada en 1994, dictaminaba el fortalecimiento de la iden-
tidad nacional a partir de preservar sus pautas culturales y su lengua. En el año 2000 se
crea el “Proyecto Educación Intercultural Bilingüe” que buscó precisamente profun-
dizar la educación bilingüe y revisar el imaginario indígena en las escuelas. Finalmente,
la ley Nacional de Educación del 2006 enuncia como uno de sus fines “Fortalecer la
identidad nacional, respetando la diversidad cultural” y el “Respeto a la identidad cul-
tural aborigen” a la vez que reconoce como una de las modalidades de formación la
“Intercultural bilingüe”.
Más allá de estos avances jurídicos, la EIB presenta dificultades para encon-
trar una aplicación adecuada. Así por ejemplo en el 2009 en Pampa del Malleo, la es-
cuela “Mamá Margarita” de la comunidad Paine Filú en Aluminé, provincia de Neu-

11 Para mayor referencia sobre esta problemática ver Ramírez 2006:59-74.

261
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

quén, fue tomada por sectores de los pueblos indígenas mapuce. Dicha medida expre-
saba el reclamo por una “gestión comunitaria” (Indymedia 2008) entre docentes de la
Provincia y docentes y representantes Mapuce12. Así la política del Estado nacional –
provincial se traduce, en términos prácticos, en una desprotección de los pueblos indí-
genas. En consecuencia, la interculturalidad parecería hoy no revertir la estructura de
dominación sino solo modificar su forma.13
En el caso de Bolivia, la constitución aprobada por referéndum en 2009, sig-
nificó un sustantivo avance en la articulación entre Estado y naciones indígena-
originario-campesinas14. No obstante, el texto no contempló varias cuestiones que
originalmente plantearon las organizaciones indígenas en el marco del denominado
“Pacto de Unidad”.15 No tuvo cabida, por ejemplo, la demanda por una Asamblea
Legislativa Plurinacional Unicameral que incluyera a sus representantes por elección
directa al interior de las comunidades. Tampoco se respetó integralmente la propuesta
de los tres niveles de autonomía: territorios indígenas originarios y campesinos; inter-
cultural urbana, y regional.16
La nueva figura de autogobierno indígena -reconocida por la Constitución y
reglamentada por la Ley Marco de Autonomías- son las Autonomías Indígena-
Originario-Campesinas (AIOC).

Las mismas se construyen a partir de la conversión de municipios en


AIOC y están pensadas como espacio para el ejercicio de la democracia
comunitaria en territorios con población mayoritariamente indígena
(Cordero Ponce 2012:145).

A pesar de ello, la autora señala que solamente 11 de los 337 municipios que
existen en Bolivia están en proceso de conversión, lo que reflejaría las dificultades
para modificar la institucionalidad vigente. Asimismo, en las nuevas construcciones

12 Los reclamos son diversos: que los docentes que envía el gobierno no saben la lengua Mapuce; que
muchos de los docentes que trabajan en la escuela no conocen las problemáticas de la comunidad da
cuenta; que la historia que se enseña en mapudungun continúa siendo la historia oficial; que la escuela
niega la interculturalidad debilitando su cosmovisión, argumentando que la religión católica no se contra-
dice con la suya, sino que se complementa.
13 En palabras de Diana Oliva, werken del pueblo ranculche, el “Estado intercultural” significa la partici-

pación en el sistema parlamentario y la coparticipación de las políticas que allí se diseñan pero que no se
cumplen. Diana Oliva en las I Jornadas sobre movimientos indigenistas, discursos y literaturas latinoamericanas, los
días 7 y 8 de octubre de 2010.
14 Reiteramos que esa es la denominación que les confiere la Constitución política del Estado Plurinacio-

nal de Bolivia: “Es nación y pueblo indígena originario campesino a toda la colectividad humana que
comparta identidad cultural, idioma, tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya
existencia es anterior a la invasión colonial española.” (artic.30).
15 De cara a la realización de la asamblea constituyente, las organizaciones indígenas confeccionaron un

documento constitucional conjunto, presentado el 5 de agosto de 2006 como “Propuesta de las Organi-
zaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores hacia la Asamblea Constituyente”, que se
conoció como “Pacto de Unidad”. Su objetivo era apoyar e incrementar los esfuerzos del gobierno para
la concreción de la misma; e incluyó la expresión de múltiples organizaciones.
16 Finalmente la nueva Constitución establece cuatro tipos de autonomía: regional, departamental, muni-

cipal e indígena; a las cuales les corresponden autoridades propias. Además, se sostiene que “las entidades
territoriales autónomas no serán subordinadas entre ellas y tendrán igual rango constitucional”.

262
Interculturalidad y plurinacionalidad en el camino… V. QUIROGA y M. YEDRO

aparecen las diferencias entre las distintas naciones indígenas, que están lejos de pre-
sentar una visión univoca u homogénea.
Por otra parte, algunos conflictos desatados recientemente en Bolivia ponen
de manifiesto las tensiones entre la democracia representativa y la organización comu-
nitaria, entre la centralidad del Estado a nivel nacional y la pretendida autonomía en el
nivel comunitario. Tal es el caso del problema en torno al Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), a partir de las intenciones del gobierno de cons-
truir una carretera que uniría las localidades de Villa Tunari (Cochabamba) con San
Ignacio de Moxos (Beni). Mientras diversos movimientos indígenas protestaron contra
su construcción, porque atravesaría el corazón de una de las mayores reservas natura-
les del país, con presencia de población nativa; desde el Poder Ejecutivo se argumentó
que se trataba de una ruta clave para el desarrollo económico y comercial del país.

Palabras finales

En los últimos años ha sido cuestionado el rol históricamente homogeneiza-


dor del Estado - nación, en el marco, por un lado de las luchas que los pueblos indí-
genas han desarrollado y, por otro, de la modificación de las normativas jurídicas en el
plano internacional y el cambio en los procesos político-económicos de la región.
Más allá del avance en los planteos jurídicos, todavía se observan las dificulta-
des en la implementación de esas trasformaciones. En el caso de Argentina, esta situa-
ción de alguna manera refleja la desprotección de los pueblos indígenas a los cuales-
paradójicamente- el Estado aduce proteger. Así, la perspectiva de la interculturalidad
ha permitido ampliar el debate en torno al vínculo entre Estado y naciones - pueblos
indígenas y ha retroalimentado su lucha, aunque todavía no ha logrado operar modifi-
caciones tendientes a dar un trato igualitario a las diferencias en la misma instituciona-
lidad estatal.
El caso boliviano ha operado en los años recientes un salto cualitativo al re-
conocer, en el texto constitucional de 2009, el carácter comunitario y plurinacional del
Estado. Dicha apuesta cuestiona la existencia de una única forma de organizar lo eco-
nómico, lo jurídico, lo político, lo social y cultural. Este modelo innovador en todos
los niveles de la institucionalidad del Estado, implica la redefinición misma de los
criterios de inclusión, lo que permite introducir un nuevo marco jurídico y político en
donde tienen su lugar aquellos actores, comunidades y espacios marginados del con-
trato social moderno. No obstante los alcances de la plurinacionalidad en Bolivia, no
deben inducirnos a pensar que se trata de un proceso completo o que han sido supe-
radas todas sus contradicciones.
Sobre la base de los señalamientos precedentes, interesa destacar que los lo-
gros en materia de derechos indígenas han respondido a un arduo proceso de luchas.
Estos mismos actores se involucraron en la exigencia de políticas estatales capaces de
considerar problemáticas históricas, como la exclusión y discriminación racial, conjun-
tamente con la modificación estructural de sus condiciones socio-económicas. Incluso,
en la última década las naciones - pueblos originarios se convirtieron en actores cen-
trales de la escena político-institucional de algunos países latinoamericanos, e instaura-
ron en la agenda gubernamental sus reivindicaciones.

263
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

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265
XXVII
DE BOLIVIA A LA ARGENTINA, FRONTERAS
CRUZADAS POR MUJERES. EL CASO DE LAS
MIGRANTES BOLIVIANAS EN LA PROVINCIA
DE CÓRDOBA
María Luz Holgado - Mariana Gottero
Universidad Nacional de Villa María
malu_holgado@hotmail.com - mariana.gottero@hotmail.com

Introducción

E l artículo que presentamos tiene como objetivo reflejar nuestro primer acer-
camiento a la problemática de las mujeres migrantes bolivianas en Córdoba,
en el marco del proyecto de investigación “La población de origen boliviano
de zonas periurbanas de ciudades cordobesas. Territorialidades, relaciones e identida-
des sociales, culturas y política”. Pretendimos aproximarnos a la experiencia de cruzar
las fronteras de las mujeres bolivianas que trabajan en la producción hortícola y ladri-
llera en las ciudades de Córdoba y Villa María (Argentina). Para ello hemos realizado
un acercamiento teórico desde la perspectiva de género(s), tratando de analizar algunas
cuestiones específicas observadas en los años de trabajo de campo realizado (desde
2011 hasta principios de 2013).
Las conceptualizaciones que proponemos desde este punto de vista contri-
buyen al estudio y análisis de la presencia de las mujeres en las migraciones y sus
situaciones particulares en el país receptor, en tanto mujeres y en tanto migrantes,
indagando acerca de cuáles son los principales obstáculos que deben atravesar por esta
doble condición, acentuando la mirada en aspectos no observados desde los estudios
tradicionales sobre migraciones.
En nuestro país, desde tempranas épocas, se observa la presencia femenina en
las migraciones, por lo tanto hablar de migración femenina, no es aludir a un tema
nuevo, sino a un contenido que durante muchos años ha sido ignorado en los estudios
que abordaban las migraciones, quedando de esta manera su presencia invisibilizada.
Históricamente, cuando se hace referencia a la migración, se piensa en los desplaza-
mientos que realizan hombres en busca de mejores condiciones laborales, económicas,
que represente una mejora en su vida cotidiana. Las mujeres en este proceso sólo son

267
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

pensadas como “acompañantes” de sus cónyuges o de sus padres; es decir, se las pien-
sa como migrantes en condiciones familiares, otorgándoles un papel pasivo.
Esta invisibilización de las mujeres como actrices sociales participantes de los
procesos migratorios y su especificidad ha comenzado a ser cuestionada desde y por la
teoría feminista en la década del setenta del siglo XX. Si bien los primeros estudios
académicos situaban a las mujeres en movimientos que se realizaban en un contexto
familiar, conforme se comenzó a adentrarse en las situaciones particulares, se las puede
encontrar como promotoras de las migraciones y trabajadoras en el lugar de destino.
El informe del año 2009 elaborado por el programa de las Naciones Unidas
para el desarrollo, revela que a escala mundial, cerca de la mitad de los migrantes son
mujeres, percibiendo un marcado aumento de su número en el conjunto de migrantes
sobre la base del fenómeno de las migraciones internacionales. Siguiendo ese informe,
Argentina continua siendo en la actualidad un polo de atracción de migrantes de la
región, principalmente provenientes de los países limítrofes: Paraguay 21,2%, Bolivia
15,2%, Chile 13,9%, Uruguay 7,7% y Brasil 2,3%. El total de migrantes representa un
3,9% de la población total del país, y hay aquí una fuerte presencia femenina. De allí
que para dar cuenta de este fenómeno se acuñó el concepto “feminización de las migracio-
nes” como una forma de dar nombre al inmenso caudal femenino de los flujos migra-
torios, como así también a las transformaciones en las relaciones y roles de género, es
decir, al cambio respecto a la importancia de las mujeres en tanto promotoras del des-
plazamiento, en los papeles desempeñados en la sociedad de recepción, en las familias
y en los vínculos entre varones y mujeres (Magliano 2008).
Sin embargo, no podemos dejar de remarcar que este proceso de feminización
de las migraciones no se da en forma pareja en todos los colectivos de mujeres, ya que
las condiciones socioeconómicas de los países que expulsan población, el lugar de
procedencia de los diversos colectivos femeninos, las condiciones familiares, etc.,
actúan como factores decisivos a la hora de emprender un movimiento hacía el exte-
rior por parte de las sujetas antes mencionadas.
En el caso de nuestro país, se desprende de los datos censales que el colectivo
más numeroso de mujeres migrantes que ingresan son de nacionalidad paraguaya,
insertándose laboralmente en su mayoría en el sector de servicios. Mientras que las
mujeres bolivianas que nos interesa analizar corresponden al segundo grupo más nu-
trido, con la particularidad de que son migrantes en condiciones familiares ya que
llegan junto a sus padres, cónyuges o hermanos a trabajar dentro de unidades produc-
tivas familiares.
Para Mallimaci (2011), las características de migrar de las mujeres bolivianas
no se asocian en términos generales a los grupos de mujeres que caracterizan la “femi-
nización de las migraciones”. La autora plantea dos hechos fundamentales que lo ca-
racterizan, a saber, el aumento cuantitativo de la cantidad de las mujeres que se des-
plazan, y un cambio significativo en su rol. En el caso específico de este colectivo de
mujeres, el aumento del número de mujeres migrantes no se evidencia como en otros
colectivos de extranjeras, sin embargo, el segundo hecho fundamental si se corres-
ponde a estas mujeres en la actualidad, ya que a diferencia de sus antepasadas que se
trasladaban bajo la forma de reunificación familiar, ellas lo hacen como promotoras y
en algunos casos hasta cabeza del desplazamiento.

268
De Bolivia a la Argentina, fronteras cruzadas… M. L. HOLGADO y M. GOTTERO

Creemos necesario distinguir y hacer explícito que en la complejidad de los


procesos migratorios que ocurren en la provincia de Córdoba, si bien las mujeres boli-
vianas no son mayoría numérica respecto a los varones, el concepto feminización de la
migraciones nos ayuda a comprender su especificidad en tanto mujeres y migrantes,
acercarnos a vislumbrar su capacidad de agencia en los procesos migratorios, a correr
el velo y escuchar sus voces como protagonistas del proceso, a deconstruir la propia
imagen estereotipada que la sociedad receptora se forma de ellas, como sujetas pasi-
vas, sumisas, así como también los vínculos que se generan entre ellas en la nueva
sociedad, el entramado de redes de mujeres, etc.

Las mujeres migrantes bolivianas y su especificidad

De la lectura de investigaciones desarrolladas en diferentes localizaciones de


migrantes bolivianos y en particular las referidas a mujeres, queda clara la heterogenei-
dad de situaciones, que dificultan pensar a las mujeres bolivianas en tanto colectivo
homogéneo. El empleo de la categoría “mujeres migrantes bolivianas” establece una
distinción teórica respecto a los varones y en relación a otros colectivos migratorios de
mujeres de otras nacionalidades.
Sí se registran en Argentina experiencias de mujeres migrantes bolivianas or-
ganizadas, pero no es generalizable. De hecho en la provincia de Córdoba y en el sec-
tor productivo considerado, este tipo de grupos, se encuentran ausentes.
En el cuadro siguiente, podemos observar el número de mujeres y varones
que residen en la provincia de Córdoba para en el año 2010.

Cuadro Nº 1: Provincia de Córdoba. Población total nacida en el extranjero por


lugar de nacimiento, según sexo y grupo de edad. Año 2010
Población Sexo y grupo de edad
total Varones Mujeres
Lugar de
nacida en
nacimiento 65 y 65 y
el extran- Total 0 - 14 15 - 64 Total 0 – 14 15 - 64
jero más más
Bolivia 11.439 5.957 945 4.579 433 5.482 935 4.136 411
Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda. 2010

De los datos que aquí se presentan, podemos observar que en el caso del con-
junto de migrantes bolivianos/as que residen en la provincia en estudio, no hallamos
un elevado número de mujeres en comparación con los varones de la misma naciona-
lidad. Este hecho, puede deberse a que en su mayoría, -los migrantes bolivianos resi-
dentes en Córdoba- se dedican a trabajos donde la particularidad es su carácter de
trabajo familiar. En la provincia, podemos encontrar a los migrantes bolivianos traba-
jando básicamente en tres rubros: la construcción, donde se encuentran ubicados los
varones exclusivamente; la producción hortícola y la producción de ladrillos (de carác-
ter mixto). En estos dos últimos rubros de producción es donde se insertan mayorita-
riamente las familias migrantes.
Ahora bien, ¿qué sucede con las mujeres en particular? Las migrantes bolivia-
nas, a nivel nacional, dentro de la estructura económica se ubican predominantemente

269
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

en el llamado sector informal, dedicándose mayoritariamente al servicio doméstico, el


cuidado de niños y ancianos, la venta ambulante, industrias textiles, labores agrícolas y
en los cortaderos de ladrillos, donde se realiza un trabajo de tipo familiar. Todas estas
ocupaciones, como puede observarse, son actividades que se caracterizan por su in-
formalidad, precariedad y baja calificación, hecho que las hace vulnerables a la explo-
tación y a la discriminación social. En el informe 2009 del programa de las Naciones
Unidas para el desarrollo, se sostiene que las mujeres bolivianas que residen en Argen-
tina eran discriminadas, tenían pocas oportunidades laborales y mantenían lugares
subordinados en la escala social. Estas mujeres realizan trabajos más precarios y en
peores condiciones que las de sus pares varones y de otras mujeres migrantes de otra
nacionalidad.
Según el censo 2001 en Argentina, las mujeres migrantes bolivianas represen-
tan un 26,2% de las trabajadoras del servicio doméstico; el 23,2% de las trabajadoras
de comercios; el 13,6% de las trabajadoras de la industria manufacturera y el 12,8% de
las trabajadoras en la agricultura (Cerruti 2009). Cabe destacar que particularmente en
el caso de las migrantes bolivianas mantienen su tradición de venta ambulante. Esta
actividad se observa fuertemente en la ciudad de Córdoba capital, en los mercados de
la ciudad y en algunos barrios, donde los migrantes bolivianos residen, como lo ejem-
plifica la plaza de Villa el Libertador, al sur de la ciudad. Las mujeres que viven en la
ciudad de Córdoba, son las que mayores oportunidades tienen de insertarse en traba-
jos fuera del ámbito familiar, muchas mujeres logran ubicarse en trabajos en el sector
servicio. Aquellas mujeres que se encuentran viviendo en las ciudades de Villa María y
Villa Nueva, realizan actividades de tipo familiar en los hornos y quintas, donde las
que trabajan en los hornos ladrilleros se dedican a las tareas “más livianas” como son
la limpieza de la denominada cancha, apilar los ladrillos para su cocción, entre otras.
Mientras que, aquellas que se encuentran en las quintas, desempeñan tareas de mante-
nimiento, entiéndase desmalezamiento y recolección de las verduras.
No obstante, éstos no son los únicos trabajos que suelen llevar a cabo las mu-
jeres migrantes bolivianas. Como también ocurre con el resto de las mujeres, muchas
asumen la “doble o triple jornada de trabajo” que no es otra cosa que el “trabajo re-
productivo”1 que responde a los roles asignados a varones y mujeres, y se puede con-
ceptualizar como estereotipos de género y división sexual del trabajo, es decir, trabajan
fuera y dentro de sus casas, producen y reproducen.
Otra de las características del mencionado trabajo es que se encuentra natura-
lizado aún por las propias mujeres que lo desarrollan a diario.
Elisabeth Jelin (2005) plantea que migrar en contextos familiares, como es
mayoritariamente el de las migrantes bolivianas, considerando a la familia como una
organización nuclear-patriarcal donde la división del trabajo por género está muy
arraigada, este modelo de organización familiar sigue vigente en la sociedad receptora
y no necesariamente se modifican en la experiencia de migrar.
Es necesario destacar que la formación de redes sociales es muy importante
para los y las migrantes a la hora de decidir emprender un traslado. Mediante el uso de
las mencionadas redes, las mujeres utilizan información valiosa sobre posibles empleos

1 Todas aquellas actividades destinadas al mantenimiento y cuidado del hogar (Carrasquer 1998).

270
De Bolivia a la Argentina, fronteras cruzadas… M. L. HOLGADO y M. GOTTERO

para el grupo familiar, así como potenciales lugares donde insertarse productivamente.
Otra función relevante de las mencionadas redes es que en las mismas se generan
lazos de solidaridad mediante los cuales las mujeres se acompañan, se ayudan entre sí,
comparten saberes y contienen en situaciones de necesidad.
Las redes sociales son mecanismos valiosos de acceso a información que se
generan entre las personas de una misma nacionalidad y son una herramienta significa-
tiva a la hora de tomar la decisión de migrar y hacia dónde hacerlo. Entre las personas
migrantes se generan lazos de carácter invisible, con un fluir de información muy im-
portante para ellos. Aquellos que formen parte de este entramado de relaciones socia-
les que conforman las redes sociales, deben estar dispuestos a dar información así
como a utilizarla de la mejor manera para el funcionamiento de dicha red.
Quienes constituyen estas redes sociales, pueden hacer uso de ellas de dos
maneras, a saber, un uso fuerte o débil según lo explica Oliva (2003). Con el primer
tipo de uso, los migrantes pueden acceder a un mejor empleo y ubicación. La proxi-
midad física no es importante para desempeñar determinado uso; mientras que el uso
débil sí necesita de la proximidad física porque se genera con en el trascurso de la
trayectoria migratoria.
En la Argentina en general, y en Córdoba particularmente, una de las carac-
terísticas en cuanto a la ubicación de las migrantes, que se relaciona en muchos casos
con el tipo de trabajo que realizan, es su ubicación espacial. A saber, en lo que respecta
a las migrantes que trabajan en la producción de ladrillos, las familias habitan en los
mismos predios donde están construidos los hornos. Las mujeres trabajan junto a sus
familiares directos, padres, hermanos/as, esposos e hijos/as. Lo hacen en contextos
muy precarios, con escaso acceso a los servicios, en malas condiciones ambientales; en
muchos casos las viviendas no poseen baño ni cloacas y utilizan “hoyos” en el piso,
compartidos con otros que trabajan en el mismo predio. La tenencia de la tierra es
muy baja, la mayoría de los horneros arriendan un “pedazo” de tierra e incluso hay
diversos arrendatarios juntos que montan en un mismo terreno varios hornos.
Según Pizarro (2011) un amplio conjunto de la población de origen boliviano
que habitan en la provincia de Córdoba lo hacen en condiciones desfavorables, ya que
se encuentran no sólo en precariedad de vivienda sino también respecto a servicios y
medio ambiente.
A su vez, son múltiples las actividades que efectúan las mujeres. No sólo se
dedican a realizar las tareas en el hogar (tareas reproductivas) sino que trabajan a la par
de los varones en los hornos (tareas productivas) donde los niños y niñas también
llevan adelante tareas livianas junto a su familia. Este hecho hace que la “doble jorna-
da” que realizan estas mujeres sea interminable. En las entrevistas se plantea la falta de
tiempo, no sólo para realizar las actividades sobre todo del hogar, compartir tiempo
con sus hijos e hijas -lo que se traduce en la vivencia de culpa, por un mandato mater-
no que opera en sus cuerpos y que no pueden resolverlo en términos prácticos- sino
también la posibilidad de disponer de un tiempo propio, del cuidado de sí, desde el
aseo personal, hasta el cuidado de la propia salud y la posibilidad de encuentro con
otros y otras en actividades recreativas. La vida de estas mujeres, observamos que
mayoritariamente consiste en el trabajo, en producir a un determinado ritmo que ga-
rantice los ingresos económicos para el sustento familiar.

271
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

En los casos de las mujeres que trabajan en la horticultura, por lo general no


habitan en las quintas, lo hacen en barrios periféricos de las ciudades, por lo que de-
ben viajar y trasladarse para ir a trabajar. El tipo de labor es el de recolección y desma-
lezamiento; lo hacen con sus propias manos, sin guantes ni ningún tipo de herramien-
ta; y que ellas mismas definen como “sacar los yuyos”.
Tanto el trabajo en el sector ladrillero como en las quintas, es un trabajo in-
tensivo, en condiciones ambientales contaminantes (la quema e inhalación del humo) y
manipulación de sustancias tóxicas (agroquímicos y fertilizantes), por lo tanto en mu-
chas de ellas estas circunstancias repercuten afectando su salud.

Consideraciones finales

A modo de cierre de la presente ponencia, resaltamos el hecho que el trabajo


de investigación que venimos realizando sobre las mujeres bolivianas en la provincia
de Córdoba aún está en curso, por lo tanto hasta esta instancia, planteamos como
conclusión provisoria que en el caso de las migrantes bolivianas que se ubican en las
actividades productivas, hortícolas y ladrilleras de las ciudades de Córdoba y Villa
María, la experiencia de migrar no repercutió en un aumento de su autonomía, en la
mayoría de ellas. Se trata mayoritariamente de mujeres que migraron en el marco de
proyectos familiares y se insertan en ambas actividades económicas, como parte de la
misma unidad familiar.
En cuanto a la estructura familiar y la división de roles en el hogar no se
advierten modificaciones que mejoren la calidad de vida de las mujeres, que sean
disparadores de nuevos proyectos individuales para las propias mujeres. Por el
contrario, el trabajo ocupa paulatinamente gran parte de sus días y las posibilidades de
realizar cualquier otra actividad se dificulta.

Bibliografía

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Historia de la inmigración en Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2003.
CARRASQUER, Pilar, El trabajo reproductivo, Universidad Autónoma de Barcelona,
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globales: hacia una nueva agenda de políticas públicas”. Reunión de expertos “políticas
hacia las familias, protección e inclusión social”, CEPAL, 2005
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272
De Bolivia a la Argentina, fronteras cruzadas… M. L. HOLGADO y M. GOTTERO

OLIVA, Alicia Susana, “El concepto de red social en la migración boliviana. Estudio de caso de
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PIZARRO, Cinthia (ed.), “Ser Boliviano” en la región metropolitana de la ciudad de Córdoba.
Localización socio-espacial, mercado de trabajo y relaciones interculturales, Córdoba, EDUCC,
2011.

273
XXVIII
VIDA COTIDIANA, TRABAJO Y MIGRACIÓN:
PRÁCTICAS Y ESPACIALIDADES
COMPARTIDAS
Claudia Isabel Ortiz
Escuela de Ciencias de la Información-Centro de Estudios Avanzados
Universidad Nacional de Córdoba
claudiaisabel.ortiz@gmail.com

Introducción

E n este artículo desarrollo un análisis preliminar sobre algunos aspectos de la


dimensión simbólica implicada en la formación de culturas laborales de traba-
jadores de nacionalidad boliviana en la producción artesanal de ladrillos en la
Región Metropolitana de Córdoba en el período 2.000-2.010. El estudio de caso se
llevó a cabo en un paraje rural del municipio de Malagueño situado a unos 20 km de
Córdoba departamento Capital.1
En términos generales, este abordaje toma en cuenta la experiencia de los tra-
bajadores denominados medieros que ponen en marcha estos emprendimientos produc-
tivos de caracterizados como un tipo de actividad informal.2 En especial analizo los
vínculos socio-espaciales que se traman en la vida cotidiana de la fabricación de los
ladrillos. En la mayoría de los casos, su organización productiva incluye la fuerza de
trabajo familiar y a su vez, el emplazamiento del cortadero de ladrillos está ubicado en
el mismo lugar de residencia de la familia. Esta característica que integra a la vida fami-

1 Este trabajo forma parte del proyecto de tesis doctoral denominado Culturas laborales: prácticas y relaciones
de poder en los cortaderos de ladrillos. Un estudio de caso de migrantes bolivianos en el mercado de trabajo de Córdoba a
partir del año 2000, dirigido por Roberto Benencia y becado por el Programa de Becas de Finalización de
Posgrados de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba.
2 Existen varias vertientes de estudios sobre la informalidad en América Latina. Para este caso adopto la

hipótesis planteada por Gonzalo Saraví con respecto a las actividades informales “como actividades
gestadas mayoritariamente, por individuos que cuentan con muy escasos recursos. Constituyen la alter-
nativa que está al alcance de sus manos, y que les permiten subsistir en el medio urbano. Pero, gestadas
desde abajo, con muy pocos recursos, y mayormente por individuos con pocos años de educación y
escasa calificación, los ingresos que se obtienen rara vez alcanzan a un mínimo establecido. (...) La
pobreza inicial genera un círculo de pobres informales e informales pobres, del cual sólo unos pocos
encuentran un punto de fuga” (Saravi 1994).

275
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

liar y las relaciones laborales en un mismo espacio, llevó a interrogarme sobre ¿qué
significados sobre el trabajo y la vida de estas familias se traman en ese espacio que las
une?
Dentro de la perspectiva de los estudios referidos a la vida cotidiana se ha da-
do cuenta de la importancia que tienen las coordenadas espacio-temporales para situar
su análisis. Es decir, es el “lugar desde donde se conoce” (Tapia Uribe 1997:155). En
general en este tipo de líneas teóricas, predomina el análisis de la temporalidad sobre la
espacialidad de la acción social. Sin embargo, ¿qué sucede cuando nos encontramos
con ciertas formas de la vida cotidiana en las cuales el espacio aparece como principio
organizador sobre la temporalidad? Este es el interrogante que atravesó distintas eta-
pas de mi trabajo de campo desarrollado en el paraje de Punta de Agua y de la inmer-
sión personal en la interpretación de las lógicas prácticas de la vida de estos trabajado-
res del ladrillo. Fundamentalmente, como el cortadero emerge como “una totalidad”
orientadora de las mismas.
El desarrollo de esta presentación se organiza de la siguiente manera: en la
primera parte sitúo el tema dentro del contexto de la inserción laboral de migrantes
bolivianos recientes en la denominada Región Metropolitana de Córdoba, en especial
en un paraje rural que es parte del municipio de la ciudad de Malagueño. Una de las
actividades en esta zona es la producción a pequeña escala de ladrillos artesanales.
Luego, establezco algunas coordenadas teórico-metodológicas para comprender el
análisis propuesto sobre las prácticas de residir/trabajar en espacio de los cortaderos.

Breve panorama de la producción de ladrillos artesanales y la inserción de bo-


livianos en la actividad

En términos generales, la migración boliviana a la Argentina se ha caracteriza-


do por ser predominantemente laboral facilitada por ciertas condiciones del mercado
de trabajo argentino y, a su vez, por la dinámica socio-económica de Bolivia producto
de diversas crisis en el pasado siglo. Para algunos investigadores, el Estado Plurinacio-
nal de Bolivia es considerado un país en diáspora (Hinojosa Gordonava 2008) dado
que ha mantenido el crecimiento de las migraciones internas e internacionales, con
distintas consecuencias económicas, sociales y demográficas, entre las más sobresalien-
tes. Sin embargo, la migración boliviana a la Argentina no puede reducirse sólo a fac-
tores económicos. También han incidido los aspectos culturales, sociales e históricos
que, desde la época colonial, han caracterizado la movilidad de las personas entre am-
bos países.
En el caso de la migración de bolivianos hacia la provincia de Córdoba, se ob-
servan tendencias similares a lo acontecido principalmente en Buenos Aires y otras
provincias, con respecto a su territorialización y su vínculo con las actividades produc-
tivas que desarrollan. En el año 2008 el Gobierno de la Provincia de Córdoba llevó a
cabo el segundo Censo Provincial y los datos definitivos se publicaron en Agosto de
2010. De acuerdo a sus resultados obtenidos, 17.354 habitantes son bolivianos, es
decir, le corresponde 18, 69% de la población limítrofe en la Provincia y 11.413 resi-
den en Capital (15,20%).

276
Vida cotidiana, trabajo y migración… C. I. ORTIZ

También, en Córdoba a partir de la última década aproximadamente, la inser-


ción de migrantes bolivianos en los cortaderos de ladrillos se ha visibilizado como
problemática social relacionada a las formas de trabajo esclavo contemporáneo.3 Sin embar-
go, ésta representación es la que merece un tratamiento analítico en profundidad, que
excede a los objetivos de esta presentación. Pero, ¿qué tipo de actividad productiva es
un cortadero de ladrillos y cómo los migrantes bolivianos recientes se han incorpora-
do a este sector?
En general, la dinámica del sector de la producción del ladrillo está estrecha-
mente ligada a la evolución de los ciclos económicos, al desarrollo del sector de la
construcción (obras nuevas y trabajos de renovación, residenciales y no residenciales) 4
y a los cambios en las tendencias de los sistemas constructivos, en particular, aquellos
que se produjeron de la mano de las innovaciones tecnológicas, desde fines del siglo
XIX e inicios del XX.5 En Argentina, históricamente, la producción ladrillera artesanal
fue marginal y con escasa proyección de desarrollo si se la compara con la producción
de ladrillos industrializados.6 En términos generales, puedo afirmar que estos empren-
dimientos están localizados en los límites del espacio urbano y rural (áreas periurba-
nas), sus condiciones socio productivas están caracterizadas por un marcado predomi-
nio de relaciones laborales precarias, con importantes señales de exclusión que com-
prometen la calidad de vida de aquellos que realizan este trabajo. ¿Cuál es su impor-
tancia económica? Si bien no hay datos precisos sobre este sector, a nivel nacional,
según estimaciones de la Secretaría de Minería dependiente del Ministerio de Planifi-
cación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación, la producción de ladrillos
artesanales genera un volumen de negocios por encima de los 1.200 millones de pesos
anuales, afectando un universo de empleo del orden de los 130 mil puestos de trabajo,
en 21 provincias del país. También, se calcula que por cada localidad de 700 habitantes
existe, como mínimo, un horno de ladrillos que sustenta laboralmente a una familia.
En el caso de la provincia de Córdoba, si bien no hay cifras oficiales al respec-
to de la cantidad de hornos en funcionamiento, la Unión Obrera Ladrillera de la Re-
pública Argentina (UOLRA), plantea que unas cuatro mil familias trabajan en los
aproximadamente 700 cortaderos. Estos datos varían de manera estacional. En la
temporada alta (de mayo a octubre) entre 10 mil y 12 mil personas trabajan como
cortadores. Luego, esa cantidad se reduce a la mitad desde Noviembre debido al co-
mienzo de las lluvias y al empleo que los ladrilleros obtienen en otras actividades pro-
ductivas. La mayoría de los cortaderos de ladrillos están distribuidos en localidades de

3 La situación de los trabajadores en estos emprendimientos ha sido denunciada por la prensa local y el
Centro de Residentes Bolivianos de la ciudad de Córdoba. Sin embargo, esta representación mediática
contribuye con la visibilización de la migración en término de problema, aspecto específico que merece una
revisión crítica.
4 Centro de actividad regional para la producción limpia, 2006. También véase Hervia 2001.
5 Camara de la vivienda y equipamiento urbano de la Republica Argentina, 2007.
6 A pesar de esta situación, de los cambios en los sistemas constructivos y la incorporación de una amplia
diversidad de materiales, el ladrillo artesanal común (macizo) no ha sido reemplazado aún y se lo incluye
como una opción económica principalmente, destinado a la autocontrucción. También, se lo utiliza
como complemento de otros tipos de mampuestos que son empleados, en mayor volumen (es el caso de
los ladrillos cerámicos portantes huecos), para las obras públicas, grandes proyectos edilicios de zonas
urbanas y edificaciones industriales.

277
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

la Región Metropolitana Córdoba (sur de la ciudad de Córdoba, municipio de Monte


Cristo, municipio de Malagueño, municipio de Colonia Caroya, municipio de Río Se-
gundo), en otras regiones metropolitanas de ciudades cabeceras departamentales (Río
Cuarto, Villa María) y en departamentos del norte y sureste provincial, en los cuales
estas actividades productivas ya eran características de las economías locales.
Como he indicado en parágrafos precedentes esta actividad ha sido relegada e
invisibilizada social y económicamente durante décadas. Si bien dentro del sector pro-
ductivo han acontecido diversas transformaciones cuyos orígenes son variados, poco
se conoce tanto de los procesos de trabajo, su organización, modalidades que asume el
relacionamiento productivo y comercial, como la situación de trabajadores y su rela-
ción con dichos cambios. Este sector ha incluido a generaciones de pequeños produc-
tores familiares argentinos pero también, se ha nutrido de la fuerza de trabajo migran-
te en diferentes épocas. En el caso de los bolivianos esta actividad representa una
posibilidad para circular estacionalmente entre distintos empleos (a nivel local, inter-
departamental e interprovincial) o iniciar la explotación del propio emprendimiento
como una forma de autoempleo, que en la mayoría de los casos, están orientados a la
subsistencia de las mismas familias, en condiciones vulnerabilidad social aspectos que
han sido abordados en las diversas investigaciones realizadas sobre este tema (Lucifora
1997).

Ubicación del estudio y aspectos teórico-metodológicos

En esta ocasión expongo un recorte del análisis que surge de la descripción de


los factores organizativos, técnicos y estratégicos del proceso de trabajo implicado en
la elaboración de ladrillos. Este trabajo forma parte de un estudio de caso realizado en
el paraje rural conocido como Punta de Agua perteneciente al municipio de Malague-
ño, departamento de Santa María, Córdoba. El trabajo de campo se realizó desde el
año 2008 al año 2010 en base a observaciones periódicas en el ámbito productivo, en
particular sobre diversas dimensiones del proceso de trabajo y el ámbito familiar. A su
vez, realicé treinta y dos entrevistas en profundidad a trabajadores (doce mujeres y
veinte hombres) del sector que residen en el paraje rural mencionado. Casi la totalidad
de los entrevistados provienen de Potosí (sólo uno tiene procedencia de Tarija) y la
mayoría tiene entre tres a cinco años de residencia en Córdoba. También se comple-
mentaron con entrevistas a distintos funcionarios del Municipio, habitantes del paraje
que no están vinculados al trabajo de los cortaderos, empresarios del sector y repre-
sentantes sindicales.
Metodológicamente busco poner en relación diferentes niveles de análisis.
Uno que podría definir como general que apunta a reconocer las matrices culturales
que ligan a la región con la migración y otros específicos, relacionados a la imbricación
del ámbito productivo y el ámbito familiar característicos de la producción de ladrillos.
En especial, presto especial interés a las prácticas que sujetan a los trabajadores y sus
familias al mantenimiento de este tipo de emprendimientos que en la mayoría de los
casos, están orientados a la subsistencia de las propias familias. Estos aspectos permiten
observar la centralidad del trabajo como dimensión que configura la subjetividad, la
cotidianidad y la espacialidad de estas familias.

278
Vida cotidiana, trabajo y migración… C. I. ORTIZ

En mi perspectiva de análisis considero al trabajo como un principio organi-


zador de las prácticas pero a la vez, un proceso de aprendizaje, es decir, un conjunto
de acciones que transforman al mundo y al sujeto que lo transforma (Spinosa 2007).
Por lo tanto, el objetivo es revalorizar la dimensión práctica del trabajo y a partir de
ella, la configuración de un universo simbólico que revitaliza la agencia del sujeto. Si
consideramos que socialmente se ha naturalizado la relación entre un tipo de activida-
des que son consideradas devaluadas y el empleo de inmigrantes (en particular, de
aquellos que provienen de regiones limítrofes o en general de Sudamérica), es impor-
tante analizar tanto esta construcción social como la propia experiencia de los sujetos.
En este sentido, al poner en foco uno de sus principios de orientación (el tra-
bajo) se puede comprender qué significados surgen en torno a la posibilidad de movili-
dad social, familiar y personal. Aún cuando aquellas actividades que emprendan sólo
les faciliten un modo de sobrevivencia. Dentro de este marco, la configuración de ciertos
significados que le atribuyen a sus actividades les permite llevar adelante el proyecto
(personal y/o familiar) de un negocio propio. Para algunos, esta es la meta dentro de una
trayectoria de vida y de trabajo que resignifica los sufrimientos, injusticias, esfuerzos y
dolores, individuales y colectivos. En este sentido cobra importancia indagar en la
dinámica que conforman estos emprendimientos productivos y en las formas que los
migrantes asumen su organización y le confieren distintos significados. En tanto, la
figura del migrante como el trabajo migrante (por lo general, considerado como traba-
jo precario, descalificado) no son excepcionales en la conformación de las sociedades
locales. Es decir, permite abordar las relaciones de dominación y explotación que,

lejos de estar reducidas a una dimensión residual, continúan jugando un


papel esencial en el diseño y perfil del mundo en el que vivimos, alcan-
zando en todo caso una intensidad y brutalidad sin precedentes (Mezza-
dra 2005:129).

Entonces, es relevante volver la mirada a esos intersticios de la vida cotidiana


de grupos de trabajadores que operan en esos ámbitos invisibilizados socialmente e
interrogarse sobre ¿qué significados del trabajo y la vida cotidiana se configuran al trabajar y
residir en el mismo espacio?, especialmente cuando

esa espacialidad del trabajo es opuesta al modelo contemporáneo y urba-


no en el que el trabajo y la familia son dos ámbitos separados espacial-
mente y diferenciados por racionalidades propias (Lindon Villoria
2000:194).

(…) “acá abrís unos yuyos y encontrás un cortadero”

La autoría de estas palabras le pertenece al interventor de la Unión Obrera de


Ladrilleros de la República Argentina (UOLRA) en Córdoba, el señor Leandro Valle-
jos. De esta manera caracterizó la dinámica de los cortaderos cuando le realicé la pri-
mera entrevista en la etapa exploratoria de mi investigación. Sus palabras son significa-
tivas porque me ofrecieron una primera aproximación hacia algunas cuestiones que

279
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

son centrales para tratar de comprender las dimensiones que integran la vida en los
cortaderos de ladrillos. A simple vista, estos emprendimientos productivos parecen
funcionar de manera homogénea. Sin embargo, a través de la observación y las entre-
vistas pude reconocer un universo heterogéneo de procesos, actores y situaciones.
Cuando realicé la entrevista al Sr. Vallejos, aún no había ingresado a ningún
cortadero. La aproximación al tema fue a través de la lectura de algunos informes téc-
nicos sobre las problemáticas medioambientales ocasionadas por las emisiones gaseo-
sas de la quema de ladrillos, la degradación de los suelos fértiles (que por lo general
son utilizados para la agricultura) por la actividad extractiva y en menor medida, los
riesgos laborales y de salud de los trabajadores en este tipo de oficio. En términos
generales, una de las mayores dificultades fue la disponibilidad de información sobre
este tema. Esta primera entrevista me permitió tener en cuenta ciertas coordenadas de
interpretación de las situaciones a abordar. Sin embargo, el mundo del cortadero se
manifestó en las sucesivas visitas a la zona.
Por lo tanto, lo que advertí fue la fragilidad organizativa de algunas de estas
unidades productivas que guarda relación con las posibilidades de continuidad en el
tiempo, dinámicas relacionadas con la incorporación de trabajadores, etc. En especial
aquellas que se configuran a partir de la sola disponibilidad de dos recursos básicos: el
terreno y la familia. Se trata de pequeños emprendimientos que suelen iniciar la fabri-
cación de ladrillos, en algunos casos, como escisiones de otros de mayor tamaño y
capacidad productiva. Por lo general, funcionan de forma contigua y complementan el
proceso productivo de los anteriores. En ese marco se generan ciertos intercambios o
“arreglos” (de productos, herramientas y fuerza de trabajo) en términos de prácticas
de trueque. De esta manera, el espacio del cortadero crece y se extiende de manera
difusa, tanto en términos espaciales como en relación a la capacidad de la fuerza labo-
ral que los moviliza.
Con respecto a la caracterización precedente, cuando llegué a Punta de Agua 7
el recorrido inicial de la zona lo realicé junto a la trabajadora social del Centro de Sa-
lud del paraje. Desde la perspectiva de la profesional, en Punta de Agua se reconoce
una zona alta, en la cual se localiza la escuela, la iglesia y las viviendas más antiguas en
cercanía con el paraje conocido como La Juanita 8 y una zona baja, donde se concen-
tran los cortaderos, viviendas de familias que no trabajan en la fabricación de ladrillos
y campos cultivados. Avanzamos en el recorrido hasta una lomada que funcionaba
como divisoria del camino. Allí nos detuvimos y me señaló ese lugar para ubicar las
referencias del paraje. Hacia la derecha se visualizan tres casas con corrales de anima-
les y hacia el fondo de las mismas, se podía advertir un amplio terreno, sin vegetación,
con tierra seca y situado como en un pozo. A lo lejos se recortaban las pilas de ladri-
llos y unas casitas de techos de chapa de zinc, entre las cuales sobresalía nylon negro,
con ladrillos que oficiaban de sostén de esa estructura. El primer croquis que confec-
cioné lo realicé de acuerdo a estas indicaciones y consigné en mi primer registro de
campo lo siguiente:

7 Uno de los aspectos centrales de estos parajes es que se encuentran alejados de los centros urbanos (tanto
del mismo Municipio de Malagueño como de otras ciudades vecinas) y su accesibilidad es dificultosa.
8 La Juanita es un yacimiento minero que integra el sistema de las canteras de caliza características de esta

región.

280
Vida cotidiana, trabajo y migración… C. I. ORTIZ

las casas lucían cercanas, más no juntas. Dispersas pero formando una
hilera que acompañaba la calle de tierra por donde transitábamos. No se
observan medianeras entre los terrenos de las viviendas. Una depresión
del terreno se ubica en el centro de ese espacio y las casitas parecen for-
mar una corona. Es sorprendente el tamaño de ese pozo. En ese pozo
enorme se pueden reconocer montículos de ladrillos, bultos de nylon ne-
gro y una especie de hornos similares a los hornos de pan pero de un
tamaño mayor. A lo lejos de escucha el motor de un tractor y dos hom-
bres están revisando el horno. En el mismo predio se puede observar
una mujer lavando la ropa en fuentones plásticos.9

Luego, con el avance en la realización de las entrevistas, estas zonas (alta y ba-
ja) eran una referencia espacial constante en las narraciones y aludían a los contextos
a través de los cuales se organizaban las relaciones vecinales. En esta ocasión no me
referiré a ellas, si bien son parte de las categorías en las cuales se puede analizar la
trama de la vida cotidiana de la zona, junto a las correspondientes al ámbito domésti-
co, laboral y de tiempo libre.
Retomando mis registros en torno al lugar del trabajo integrado por el pisade-
ro de barro, la cancha de secado y el horno, se suelen ubicar las viviendas de la familia.
Así, a partir de la observación de estos ámbitos, la organización del trabajo y la vida
doméstica de los cortaderos, emergen diversas conexiones temporales y espaciales que
modelan su cotidianidad. Estas interconexiones muestran a las prácticas diarias orga-
nizadas por la predominancia de la espacialidad del trabajo en el cortadero. ¿Qué resul-
taba significativo de esa situación? Primero, la abrumadora monotonía de las rutinas
del proceso de trabajo y de los hogares. Segundo, aparentemente, en la sucesión de los
días iguales, llenos de silencios, de sufrimientos escondidos no se observaba algo signi-
ficativo, es decir, “acontecimientos” que irrumpieran en esa continuidad. Sin embargo,
ahí se encontraba el problema de mi interpretación.
Esa cotidianidad que se anclaba en prácticas espaciales cuasi fijas, confrontaba
con la espacio-temporalidad de lo urbano (que convive con estos escenarios a unos
pocos kilómetros de distancia). Como investigadora y observadora externa mis pro-
pias categorías de referencia para analizar estos escenarios estaban constituidas por el
espacio urbano: los movimientos que realizan las personas que se van de sus hogares a
sus lugares de trabajo, de los espacios de tránsito, la fragmentación de las prácticas y
las discontinuidades de las temporalidades impuestas por la vida laboral y doméstica
escindida. En cambio, en el cortadero, la complejidad se urde entre las prácticas coti-
dianas (laborales-domésticas), los tiempos que demanda la producción de los ladrillos
y la espacialidad que las fija o anuda. Una actividad caracterizada por el uso de la fuer-
za laboral de manera intensiva, de prolongada jornadas laborales y que transcurre en el
mismo lugar. Se trata de “estar ahí” y de “unir los esfuerzos” de los integrantes de la fami-
lia para “sacar adelante”, esa producción que, de temporada en temporada, podría gene-
rar ingresos suficientes para el mantenimiento del grupo o tal vez, no.

9 Registro de Observación Nro.1 realizado el día jueves 17 de Noviembre del año 2008.

281
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Estos aspectos observados me permitieron retomar los análisis de Alicia


Lindón en sus diversos trabajos sobre la periferia metropolitana de México y su filia-
ción a la geografía humanística. La espacialidad y la temporalidad son las coordenadas
básicas de la vida cotidiana. En cuanto a la espacialidad se presenta desde dos formas.
La primera, en términos de espacios de vida que alude a los espacios frecuentados y
recorridos por los sujetos, los espacios en los cuales se cristaliza su existencia (Di Méo
2000). La segunda, hace referencia a los espacios vividos, es decir cómo son represen-
tados esos espacios de vida, cómo son pensados, imaginados y qué significados se les
otorgan (Fremont 1976).

Al pensar la espacialidad en estas dos formas es posible aprehender tanto


la cotidianidad del trabajo y la familia, como su contexto subjetivo. En
otras palabras, la espacialidad del trabajo vista en estas dos dimensiones
viene a constituir una expresión síntesis de la cotidianidad y al subjetivi-
dad: los espacios de vida son el lugar donde se despliegan las prácticas
cotidianas y se constituyen en espacios vividos por el significado que to-
man dentro de la subjetividad colectiva (Lindon Villoria 2002).

Las prácticas de “trabajar/residir”10 son analizadas en la complejidad de tres


categorías:

a) lugar de trabajo y lugar de residencia unidos, b) lugar de trabajo y de


residencia separados en el conjunto territorial metropolitano, c) lugar de
trabajo y lugar de residencia separados y próximos. La primera de estas
situaciones se refiere a un espacio vivido, en tanto que las dos últimas
permiten postular la existencia de espacios de vida y espacios vividos
(Lindon Villoria 1997:187).

Por lo tanto, teniendo en cuenta estas coordenadas analíticas el cortadero es la


figura y fondo de las relaciones sociales de estas familias.
En este sentido, un aspecto importante es el significado que adquiere el pro-
pio trabajo familiar que se percibe como un medio para lograr el sostenimiento (mate-
rial y simbólico) de la familia. Allí se sitúa el logro de poner en marcha el cortadero
propio, obtener el terreno a través de algún tipo de arreglo (alquiler o intercambios de
productos). A la vez, se difuminan todos los esfuerzos físicos y psíquicos que supone
una actividad que subsume toda la vida social de la familia a la permanencia del corta-
dero. Es en definitiva, un logro colectivo.
Estas prácticas permiten, también, observar cómo se trama una serie de dis-
putas cotidianas frente a esa “espacialidad frágil” del cortadero. Aquellas familias que
logran establecer cierto control sobre el sistema productivo también, son las que facili-
tan que el espacio del cortadero crezca en base a la incorporación de emprendimientos
de menor tamaño.

10Esta categoría es recuperada por Lindón de la primera época de la obra de Alain Touraine (1965) y de
Chombart de Lauwe (1963).

282
Vida cotidiana, trabajo y migración… C. I. ORTIZ

A modo de cierre

El espacio que une la vida y el trabajo es el cortadero de ladrillos. Un ámbito


invisibilizado, devaluado social y económicamente pero que a pesar de estas condicio-
nes continua como una opción para la inserción laboral, en especial de migrantes.
Cabe aclarar que estos emprendimientos siempre han conservado la estructura de
empresas familiares y es así como se sostienen, además, como oficios tradicionales. La
investigación de este tipo de actividades muestra la densidad del mundo laboral de
estos trabajadores. Sus experiencias permiten analizar un entramado complejo en el
cual se movilizan determinados saberes. No son sólo conocimientos prácticos sino
que, además, guardan profundas cosmovisiones que han sido legitimadas como una
formar ser, en la vida y en el trabajo (Ortiz 2012). Así, la fijación en el espacio que
implica trabajar/residir en el ámbito del cortadero resignifica el trabajo familiar y la
vida social en general del grupo. La centralidad que ocupa el proceso de trabajo en la
fabricación de ladrillos genera diversas limitaciones a las interacciones sociales de las
familias. Sin embargo, ese ámbito cuasi fijo permite establecer las condiciones en las
cuales re-crear sus expectativas.

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284
XXIX
UNA MIRADA DESDE LO POSTCOLONIAL Y LA
OTREDAD ACERCA DE LOS MIGRANTES
BOLIVIANOS EN RÍO CUARTO. REFLEXIONES
SOBRE EL DOCUMENTAL EL ‘IMPERIO DE
LOS COLORES’
María Noelia Galetto - Mariana Jesica Lerchundi
Universidad Nacional de Río Cuarto
noeliagaletto@hotmail.com - marianalerchundi@gmail.com

1. Introducción

E n Latinoamérica, el fenómeno de la migración es una problemática histórica


que influye de diversas maneras en los ámbitos sociales, culturales, políticos,
educativos, etcétera. En lo que concierne a Argentina, la inmigración desde
países limítrofes puede remontarse al período colonial (Pacecca 2008); sin embargo,
recién hacia mediados del siglo XX comenzó a ser visibilizada y reconocida como
fenómeno social y político (Benencia 2008).
En el país, los datos censales del año 1991, indicaban que en las ciudades, y en
particular en Buenos Aires, los migrantes de origen boliviano estaban llegando y em-
pezaban a conquistar y pelear por espacios de vida y trabajo. El censo habitacional de
2001 exhibió que el 50% de estos migrantes -que primero se habían instalado en las
áreas rurales reemplazando y ocupando los espacios de trabajo que dejaban los locales-
ahora se encontraban en el Área Metropolitana Bonaerense junto a los migrantes uru-
guayos y paraguayos llegados al país tiempo antes (Benencia 2008).
En Río Cuarto, al igual que en el resto del país, la población migrante, espe-
cialmente la de origen boliviano, aumentó en la última década del siglo pasado. Si bien,
actualmente, es una de las poblaciones más numerosas, también hay migrantes prove-
nientes de Perú, Paraguay, Chile, Uruguay, y otros países de Latinoamérica (Giosué
et.al 2010) que se radican en la ciudad por razones laborales y en busca de mejores
condiciones de vida1. Al hacer referencia a la comunidad boliviana que residente en

1 “En dos años se duplicó la comunidad boliviana que vive en la ciudad Diario Puntal”, Puntal, Río Cuar-
to, julio de 2009. Dirección URL: http://www.puntal.com.ar/notiPortal.php?id=28241 (Consulta: 15 de
mayo de 2013).

285
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Río Cuarto, se puede decir que, un porcentaje elevado se dedicó a la producción y


comercialización de horticultura, ya que las demandas del sector no alcanzaban a ser
cubiertas por la producción local. Hacia el año 2004 el grupo de migrantes bolivianos
que llegó a la ciudad encontró empleo en los hornos de ladrillo y en actividades vincu-
ladas a la construcción. En el período comprendido entre 2006 y 2008 no sólo se in-
crementó la presencia de ciudadanos de origen boliviano, sino también de otros gru-
pos provenientes de países limítrofes como Paraguay. Las actividades en las cuales se
empleó a la comunidad boliviana fueron particularmente las de construcción y servicio
doméstico (Busso y Escudero 2008).
En la Ciudad de Río Cuarto, gran parte de los migrantes bolivianos, sin distin-
ción de género o edad, tienden a ser ‘invisibles’, no sólo para las instituciones, sino
también para la sociedad local. Sus problemáticas no son consideradas, discutidas ni
reflexionadas en programas, políticas o proyectos institucionales (Busso y Escudero
2008). La invisibilización de este sector poblacional conlleva, la mayoría de las veces, a
la negación de sus derechos y a cuestionarse sobre ciertas problemáticas que esto trae
aparejado.
A través de esta ponencia se pretende reflexionar sobre la realidad riocuarten-
se, multicultural y multiétnica, utilizando como elementos empíricos las historias na-
rradas en el cortometraje ‘El Imperio de los Colores”; el cual expone el testimonio de
tres migrantes bolivianos que residen en Río Cuarto. Para realizar esas reflexiones, se
eligen ciertas dimensiones propuesta por el postcolonialismo y la otredad a modo de
‘caja de herramientas teóricas’ para pensar y redimensionar analíticamente ciertos
fenómenos sociales locales.
A los fines de cumplimentar con el objetivo propuesto, este trabajo se en-
cuentra estructurado en varios puntos. En un primer momento, se presenta -breve-
mente- el documental ‘El Imperio de los Colores’. Posteriormente, se exponen las
nociones teóricas vinculadas a los estudios postcoloniales y a otredad en constante
relación con los testimonios que se narran en el film. En un último apartado, se pre-
sentan algunas consideraciones finales, en las que se señalan los puntos principales del
análisis trabajado.

2. Presentación del documental “El Imperio de los Colores”

Un grupo de jóvenes riocuartenses realizó un documental llamado ‘El Impero


de los Colores’, que formó parte del programa de investigación: ‘Sistemas productivos
locales y ciudades intermedias. Dinámica actual y escenarios futuros en el aglomerado
Río Cuarto’, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Río
Cuarto y del Instituto de Desarrollo Regional. El video no sólo refleja las característi-
cas principales de la cultura boliviana sino que, además, “resalta los aspectos positivos
del fenómeno de la migración como una estrategia de vida, como un derecho esencial
e inalienable que contribuye a la inclusión social y el respeto a la diversidad cultural” 2.
El cortometraje comienza diciendo:

2 Con un documental retratan la vida de inmigrantes bolivianos, Puntal, mayo de 2010. Dirección URL:
http://www.puntal.com.ar/noticia_ed_anteriores.php?id=80174 [Consulta: 15 de mayo de 2013].

286
Una mirada desde lo postcolonial y la otredad… M. N. GALETTO y M. LERCHUNDI

La llegada considerable de inmigrantes latinoamericanos se produjo en la


década del noventa, con lo cual se modificó la composición étnica de las
comunidades extranjeras en Río Cuarto, una ciudad intermedia del cen-
tro de la Argentina donde residen pobladores provenientes de Paraguay,
Perú, Chile, Uruguay, Bolivia, Colombia, Brasil, Venezuela, Ecuador,
Cuba, República Dominicana (Altamirano y Curletto 2010).

Si bien el documental recorre tres historias de migrantes bolivianos que viven


en Río Cuarto, se detiene en Fidel un niño de 13 años, quien en su historia relata, en-
tre otras cuestiones, cómo sus compañeros/as lo discriminan en la escuela por ser
boliviano. Él dice:

En la escuela no me llevaba bien con los chicos, y en barrio… también


no me llevaba bien con los chicos. Me decían ándate a tu país, qué haces
acá, no se entiende lo que decís. De todo me decían, me dibujaban en el
pizarrón, me insultaban… de todo… (Altamirano y Curletto 2010).

Pero Fidel, no sólo relata esas situaciones de menosprecio, también comenta


experiencias placenteras respecto a la conmemoración de las fechas patrias de Bolivia.
Al respecto dice: “una vez vine para el 6 de agosto3 y toda la gente boliviana vino acá a
arriba, a Las Quintas. Se baila como en las fiestas de Bolivia. Hay de todo, de baile, de
carnaval, bailan y hay premios” (Altamirano y Curletto 2010). Otros momentos gratos,
son los vinculados al deporte. Así, Fidel comenta “Acá en el fútbol, un domingo es
mucha alegría, así y mucha risa con los que ganan y enojos también. Y vienen muchos
señores a ver el partido y toman, de todo hacen”.
El segundo caso es el de Omar, un hombre de 30 años proveniente de Tarija,
dueño de la verdulería en la que trabaja Fidel. Omar dice “las expectativas mías de
venir acá cuando compré el negocio (…) era venir a probar, probar si me anda bien, si
me sale bien y si no me vuelvo de vuelta a Buenos Aires” (Altamirano y Curletto
2010). Actualmente, dicho comercio, lleva cuatro años en la ciudad.
El tercer relato pertenece a Simón, un hombre de 50 años, proveniente de La
Paz, Bolivia. Él expresa que migró a la Ciudad de Río Cuarto en busca de mejores
condiciones laborales y de vida. Él se dedica a la albañilería. A pesar de reconocer que
vive con mayores comodidades que en su país de origen, en su relato hace referencia
al deseo que tiene de que su comunidad sea reconocida y valorada por los ciudadanos
locales. Y agrega:

Queremos integrarnos, deportivamente, mostrar nuestras costumbres,


nuestras danzas (…) las comidas (…) pero yo creo que ya vamos orga-
nizándonos de formar una colectividad, y ahora sobre esa organización
nosotros vamos a querer formar parte en la ciudad, porque queremos
también que toda la ciudad nos tome en cuenta de que existen bolivianos
(Altamirano y Curletto 2010).

3 El 6 de agosto es el día de celebración de la Independencia de Bolivia.

287
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Cabe destacar que los migrantes bolivianos son los únicos que se identifican
como colectivo porque crearon su propio barrio, mantienen sus costumbres, consoli-
daron en reclutamiento mediante redes migratorias, fortalecieron su territorio y gene-
raron riqueza. Mantienen escaso contacto con el resto de la sociedad riocuartense.
En síntesis, a través de las diferentes historias se reflejan situaciones de discriminación
y vulnerabilidad; y un gran esfuerzo, por parte de algunos migrantes bolivianos para
que su cultura sea reconocida y respetada.

3. Aportes teóricos y reflexiones en torno al documental

3.1. Los estudios postcoloniales

Los estudios postcoloniales se constituyen en el mundo académico anglosajón


y se caracterizan por ser un campo heterogéneo de prácticas teóricas que alcanzan a
una multiplicidad de disciplinas. Entre otras cuestiones, “invitan a problematizar las
fronteras que organizan los propios mapas mentales” (Mezzadra 2008:23) y a recono-
cer las voces invisivilizadas a lo largo de la historia.
El término postcolonial surge en los años ochenta cuando comienza a cues-
tionarse la expresión ‘tercer mundo’ y a ser considerado como un concepto problemá-
tico (Shohat 1992). Su campo de estudio se remitía al análisis de las colonizaciones
europeas y a los legados en las colonias, a los efectos del conocimiento en los países
‘receptores’ y los textos literarios allí desarrollados.
Los inicios de esta vertiente fueron definidos por Edward Said en 1978 con su
libro Orientalismo, a través del cual realiza un análisis crítico respecto del discurso
colonial y la construcción de Oriente que había realizado Occidente. Académicos in-
dios y latinoamericanos receptaron esta vertiente y comenzaron a desarrollar sus escri-
tos posicionándose en una mirada postcolonial (Mezzadra 2008:15-32).
En los últimos años se desarrollaron alternativas teóricas y políticas que impo-
sibilitan tener una definición unívoca de la categoría. En consecuencia, lo postcolonial
hace referencia a las continuidades y rupturas con el viejo orden y, al mismo tiempo,
analiza las nuevas formas de las viejas prácticas colonialistas (Mezzadra 2008; Shohat
1992).
El postcolonialismo ‘invita’ a distanciarse de la mirada eurocéntrica para des-
cribir la modernidad y propone ubicarse en una multiplicidad de lugares y experien-
cias. Al mismo tiempo, desconfía de la relación rígida entre el imperio y la colonia, es
decir, de una idea lineal extensiva desde el centro hacia la periferia. En efecto, comple-
jiza el campo analítico y propone un movimiento inverso desde las colonias hacia el
centro considerando a cada una de ellas como casos particulares.
Bhabha realiza fundamentales aportes a la comprensión de la cultura y sus ca-
racteres -ya sea los imperiales o los subalternos- en vinculación con el poder. Señala
que las culturas ‘periféricas’ se caracterizan por la heterogeneidad y la hibridez (Bravo
1998). Asimismo, para Bhabha, la hibridez crece desde el borde, la frontera, los espa-
cios intermedios; y revela su interés por las representaciones que se producen entre
dos culturas y el entremedio o espacio intermedio, que se genera en el encuentro.
Bhabha considera que la frontera es aquella en la cual algo comienza a ser lo que es y

288
Una mirada desde lo postcolonial y la otredad… M. N. GALETTO y M. LERCHUNDI

no donde termina; e interroga respecto de la representación fronteriza en la que habi-


tan migrantes, indígenas, entre otros. Es decir, la frontera para Bhabha es un espacio
de explotación y resistencia (Bravo 1998).
En síntesis, el postcolonialismo ‘renuncia’ a una idea universalista ya que in-
tenta comprender cada situación en contextos demarcados temporal y espacialmente.
Aquí, la relación ‘yo-otro’ presupone jerarquías e imaginarios acordes a ellas ya sea
“como ser superior (en la asunción de la subordinación) o como ser inferior (en la
estructura de dominio)” (Bravo 1998:7).
El autor indio vincula la cultura dominante y subalterna con el poder, propo-
ne -además- la idea de frontera como espacio de explotación y resistencia. El cortome-
traje manifiesta estos postulados para el caso de la comunidad boliviana residente en
Río Cuarto, puesto que puede percibirse, por un lado, la cultura de los sujetos locales
como la hegemónica o dominante y la cultura propia de las personas de ascendencia
boliviana como subalterna. Esto implica, en los hechos, que la cultura dominante im-
parte reglas ya sea por omisión de las instituciones que no proponen estrategias de
vínculo, intercambio o inclusión o por acción con quienes son diferentes.
En concordancia con lo que se viene desarrollando, a través de Bhabha puede
pensarse que los miembros de la comunidad boliviana se encuentran en lo que él de-
nomina borde, frontera, espacios intermedios; lugar donde se produce la explotación
por parte de la cultura dominante -en este caso, la local- sobre la cultura subalterna -
comunidad migrante boliviana- y, a su vez, la resistencia de esta última. La cual estaría
explicitada por medio de la conservación de sus costumbres: lengua, cantos, danzas y
los festejos que celebran la independencia del, oficialmente denominado, Estado Plu-
rinacional de Bolivia, que a pesar de la distancia geográfica que separa a los ciudadanos
de su tierra, cada 6 de agosto se celebra dicha fiesta tal y como se desarrolla en el país
vecino.
Finalmente, se puede decir que, los estudios postcoloniales contribuyen a
pensar la sociedad de Río Cuarto mirando la realidad desde la periferia. Al escuchar las
voces de algunos miembros de la comunidad boliviana la mirada postcolonial se hace
presente porque problematiza y reorganiza la dinámica de alteridad propuesta desde la
hegemonía. El cortometraje prioriza la perspectiva de los actores y expone la hetero-
geneidad de las culturas periféricas.

3.1. Conceptualización acerca de la otredad

La otredad hace alusión a un tipo particular de diferencia relacionada con la


experiencia de lo extraño, de lo ajeno; a partir del encuentro con desconocidas singula-
ridades de otro grupo humano -lengua, costumbres, fiestas, ceremonias (Krotz 1994).
En este sentido, la otredad siempre se refiere -en relación con la pertenencia grupal
propia- a ‘otros’, quienes son considerados miembros de una cultura, herederos de una
tradición, representantes de una colectividad y quienes tienen una forma de vida dife-
rente de ‘otros’.
La Antropología es una ciencia, definida como “el estudio de la otredad cultu-
ral, de la alteridad cultural o de la diversidad cultural” (Boivin et.al 1999:6), que postula
la separación entre el ‘Nosotros’ y el ‘Otro’. Sin embargo, a lo largo de la historia han

289
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

ido cambiando sus objetos de estudio, teorías, métodos y técnicas; por lo que se pue-
den diferenciar tres momentos claves de la Antropología en Europa y Estados Unidos:
la construcción de la otredad por la diferencia, por la diversidad y por la desigualdad
(Boivin et.al 1999). A continuación se explican brevemente cada uno de esos perío-
dos.
a) Construcción de la otredad por la diferencia: A fines del siglo XIX el evolu-
cionismo fue el modelo paradigmático de la construcción de la otredad por la
diferencia, es decir, las diferencias entre los hombres se pensaron como ‘dife-
rencias culturales’ (Boivin et.al 1999). Se retoman las obras de Tylor 1871) y
Morgan (1871) con la finalidad de describir y explicar las características princi-
pales del primer período de la Antropología. Desde esta perspectiva, la otredad
frente al ‘nosotros’ es anterioridad, ausencia o incompletud; confusión total o
parcial.
b) Construcción de la otredad por la diversidad: Este momento está marcado por
el período entre guerras (1918-1946), en el cual las teorías relativistas se pre-
ocupan por mostrar que, si bien las culturas son distintas entre sí, a su vez, son
equivalentes, y en consecuencia, diversas. Durante este período, se comenzó a
emplear el término ‘diversidad’ entendida como variedad, abundancia de cosas
distintas, y se utiliza para explicar la construcción de la otredad a partir de dos
teorías, que reaccionaron contra el evolucionismo: el funcionalismo con Mali-
nowski, y el estructuralismo con Lévi-Strauss (Boivin et.al 1999).
Por un lado, desde el enfoque funcionalista, para Malinowski (1976), la diver-
sidad es un hecho que se puede constatar empíricamente y que expresa la hete-
rogeneidad de modalidades culturales de la vida humana. Para Malinowski, el
‘nosotros’ se caracteriza por ser complejo y especializado; en cambio, el mun-
do de los ‘otros’, por la generalización (Boivin et.al 1999). Por otro lado, se en-
cuentra la teoría estructuralista, representada por Lévi-Strauss (1984), quien en
sus obras vincula la noción de diversidad con la unidad y la diversificación.
c) Construcción de la otredad por la desigualdad: Es el momento, que se sitúa
cronológicamente después de la Segunda Guerra Mundial y se caracteriza por
los aportes del marxismo a la Antropología, teoría que permitiría dar una pri-
mera explicación acerca de la desigualdad cultural y la dominación -de Occi-
dente sobre las culturas dominadas. El cambio de perspectiva de pasar de pen-
sar a la diversidad cultural como desigualdad se debió a las transformaciones
de las sociedades ‘primitivas’ en sociedades ‘complejas’, a causa de la situación
colonial, los procesos de descolonización y la situación postcolonial; hechos en
los que prevaleció siempre una relación de dominación. Así, el neomarxismo -
en tanto corriente antropológica- comienza a tener mayor fuerza para explicar
la otredad cultural a partir de la desigualdad (Boivin et.al 1999).

Por medio de lo expuesto acerca de las teorías de otredad, se puede decir, que
en el cortometraje se refleja la relación nosotros (sujetos locales) – otros (sujetos mi-
grantes). Relación que no sólo surge del contacto cultural sino que además se refiere
constantemente a él. En este caso particular, ‘los otros’, es decir, los migrantes bolivia-
nos son vistos y considerados como extraños y ajenos, debido a que poseen una cultu-

290
Una mirada desde lo postcolonial y la otredad… M. N. GALETTO y M. LERCHUNDI

ra, una tradición y un modo de vida ‘diferente’ a la del ‘nosotros’. A través de las histo-
rias que se narran en el video, los migrantes bolivianos expresan cómo, muchas veces,
sus prácticas culturales son desvalorizadas al ser consideradas ‘diferentes’ y, a su vez,
los deseos que tienen de que ‘su cultura’ sea conocida, valorada, aceptada e integrada a
la cultura local. Por medio de sus historias, Simón, Fidel y Omar comentan algunas
experiencias o situaciones en las que están presentes ciertas relaciones de dominación
de algunos ciudadanos locales hacia ellos. Los migrantes bolivianos relatan que vivie-
ron situaciones de preeminencia de la cultura del país de llegada, a partir de las rela-
ciones asimétricas que ocurren entre ambos grupos, por ejemplo, en el trato cotidiano
hacia ‘ellos’, en la desvalorización y desconocimiento de sus creencias, costumbres,
actividades económicas y modos de vida. En este caso se presentan relaciones de po-
der y de dominación entre grupos culturales diferentes. Cabe señalar que en la relación
de otredad que se construye entre diversos grupos siempre los ‘otros’, los ‘diferentes’
son invisiblizados y considerados inferiores frente a la sociedad local -como suele
ocurrir con la comunidad boliviana en la Ciudad de Río Cuarto.
El documental aquí analizado -a través de las tres historias que refleja- invita a
reflexionar sobre las experiencias de vida y los sufrimientos que ‘padecen’ tres sujetos
migrantes bolivianos. Al mismo tiempo, el cortometraje exhibe caracteres propios de
la cultura boliviana como la celebración típica que realizan todos los 6 de agosto o las
reuniones en la cancha los días domingo. Con el relato de Simón, uno de los protago-
nistas del film, claramente, se puede observar la necesidad de mostrar su propia cultu-
ra para que el resto de los sujetos locales conozcan las costumbres, los significados y
prácticas culturales de este grupo de migrantes.

4. Consideraciones Finales

A partir de la recuperación de algunos fragmentos del documental ‘El Imperio


de Los Colores’ se pudo llegar a las mismas voces y relatos de algunos de los afecta-
dos, quienes ‘padecen’ en su propia cotidianeidad numerosas y heterogéneas situacio-
nes de menosprecio y discriminación. A su vez, se considera que las demarcaciones
teórico-conceptuales seleccionadas se constituyeron en herramientas interpretativas de
la realidad misma, aportando elementos al desentrañamiento, caracterización, descrip-
ción y problematización de los relatos para poder así reflexionar acerca de los mismos.
De este modo, se problematizó desde los márgenes, desde la periferia, tal como lo
proponen los estudios postcoloniales.
Como se mencionó, en la presente ponencia, el colectivo boliviano en Río
Cuarto aumentó en los últimos años, pero, en general, la población local y las mismas
instituciones no dan cuenta de este escenario, de la presencia multicultural y multiétni-
ca. El escaso reconocimiento hacia la comunidad migrante deviene de la invisibiliza-
ción que acaece sobre este grupo y de la vulneración de sus derechos.
Además, a partir de algunas relaciones establecidas entre aquellos que plan-
tean los estudios postcoloniales y las teorías de otredad y las voces de los actores, se
advierte que en la sociedad de Río Cuarto -caracterizada por ser multicultural y hete-
rogénea- la noción nosotros-otros se manifiesta como la relación entre grupos cultura-

291
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

les ‘diferentes’ y por lo tanto opuestos. En consecuencia, los ‘otros’ -la mayoría de las
veces- no son reconocidos ni considerados por la sociedad local.
A partir de la realidad descripta, se considera que, para modificar paulatina-
mente estas situaciones que afectan a la comunidad boliviana, y lograr una mejor con-
vivencia sería necesario trabajar de manera conjunta conociendo, valorando, com-
prendiendo y encontrándose con el ‘otro’ para lograr un auténtico intercambio y un
enriquecimiento mutuo que favorezca al desarrollo de una sociedad más justa e iguali-
taria.

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293
XXX
PROCESOS INTERCULTURALES:
EXTRATERRITORIALIDAD Y
DESTERRITORIALIZACIÓN EN LA LITERATURA
CONTEMPORÁNEA
Silvia Cattoni
Universidad Nacional de Córdoba
cattonisilvia@gmail.com

Introducción

E n tanto fenómeno lingüístico asociado a la figura del escritor desarraigado, el


cambio de lengua, la capacidad de abandonar la lengua de origen para escribir
en una segunda lengua o lengua adquirida, es un fenómeno relevante en el
horizonte literario contemporáneo. La literatura del siglo XX ofrece destacados ejem-
plos de este fenómeno que adquirió significación en el seno mismo de la modernidad
literaria de la primera mitad del siglo.
Constituye ya una referencia obligada para este tema el ensayo de G. Steiner
(2000:19) en el que el crítico, a partir del estudio de los casos de V. Nabokov, S. Bec-
kett y J. L. Borges, define los aspectos que caracterizan al escritor extraterritorial. Las
observaciones que G. Steiner realiza sobre el pluralismo lingüístico de destacados es-
critores occidentales entienden el cambio de lengua como una de las respuestas posi-
bles que la tradición moderna dio a la crisis del lenguaje.
En un sentido diferente al arriba señalado, el cambio de lengua vuelve a mani-
festarse en la literatura de fin de siglo XX. Asociado, en este caso, a la literatura de mi-
gración, numerosos escritores encuentran en el desplazamiento lingüístico formas de
vinculación con la cultura del país receptor. Una estrategia posible que permite elabo-
rar simbólicamente el trauma del exilio. En este contexto, el cambio de lengua aparece
como una de las manifestaciones más evidentes que los procesos poscoloniales inscri-
ben en la literatura y por su marcada valencia antropológica posibilita en el seno de
distintas tradiciones la redefinición de los paradigmas que estructuran los sistemas
literarios nacionales (Camilotti s/f).

295
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Cambio de lengua y literatura extraterritorial

El reconocimiento de una nación en una lengua es una idea promovida por el


historicismo romántico, ella define los aspectos más relevantes que el romanticismo
esgrimió en relación a la literatura nacional y al vínculo que una nación establece con
su lengua. La idea permite, como acertadamente señala Steiner pensar en “escritores
con casa” (Steiner 2000:16), escritores que definen los aspectos más relevantes de su
literatura a partir de un vínculo natural con su idioma materno y su lugar de origen
(Steiner 2000:15). Es ésta, sin lugar a dudas, una relación que, justificada en las ideas
sobre el lenguaje desarrolladas por J.G. Herder y W. Humboldt 1, actualiza la noción de
literatura nacional y límite territorial, al tiempo que establece un vínculo íntegro con el
lenguaje porque acepta su valor cognoscitivo. Así, el contexto romántico es adecuado
para consolidar el paradigma de literatura nacional que legitima mediante un conjuntos
de valores definidos la idea artista / genio de la comunidad en tanto maestro privile-
giado de la lengua. Nadie como él podrá experimentar un vínculo pleno con el lengua-
je y nadie como él tendrá la capacidad para expresarlo.
El siglo XX, por el contrario, vincula de manera diversa las nociones de na-
ción, lengua y territorio. La pérdida de confianza en el logos y la consecuente crisis del
lenguaje revelan la inconsistencia de los valores morales y formales propios de la cul-
tura humanista a comienzos de siglo y marcan la fragilidad del lenguaje como sistema
eficaz para representar el mundo. Un amplio espectro de la cultura de finales del siglo
XIX y principios del siglo XX mostró su preocupación en torno a la fragilidad del
lenguaje en tanto sistema eficaz representación. El hecho de que el siglo XX, como
ningún otro siglo de la historia, haya colocado al lenguaje en el centro de sus reflexio-
nes filosóficas y literarias, explica la preocupación derivada de tal crisis. El horizonte
poético de S. Mallarmé, F. Kafka, H. Von Hofmannsthal, entre otros, inauguran po-
tentes metáforas del silencio, formas poéticas abrevadas en las nuevas concepciones
de lenguaje y literatura que ofreció la segunda mitad del siglo XIX. El fracaso del len-
guaje alcanza relevancia en múltiples postulados teóricos: el psicoanálisis revela la
relatividad del significado, F. Saussure señala la arbitrariedad del signo lingüístico, los
aportes de la filosofía analítica del lenguaje de B. Russell orientan el estudio de la de-
notación y la teoría de los tipos lógicos como así también los dos momentos de la
filosofía de L.W. Wittgenstein, las investigaciones de los círculos lingüísticos de Moscú
y Praga postulan los aspectos fundamentales del formalismo en la lingüística y la semi-
ótica literaria.
M. Foucault en De Lenguaje y Literatura (1996:63) precisa por qué y cómo la li-
teratura contemporánea habilita vínculos oscuros y profundos entre el artista y el len-
guaje y justifica cómo en estos marcos de inusitada libertad se establece nuevos modos
de creación y por tanto nuevos modos de relación con el lenguaje. El cambio de len-
gua en el seno de la tradición moderna sólo puede pensarse después de S. Mallarmé.
Es precisamente en este marco de contemporaneidad en el que es posible interpretar

1Contrariamente a las opiniones generalizadas que reconocen a W. von Humboltd la creación de la lin-
güística moderna, hay quien piensa que fue Herder con su texto Tratado sobre el origen de la lengua (de 1770
pero publicado en 1772) quien marcó en la historia de la filosofía una nueva interpretación del lenguaje
en tanto considera a la lengua como expresión de la naturaleza especifica del hombre.

296
Procesos Interculturales: Extraterritorialidad y Desterritorialización… S. CATTONI

el fenómeno del cambio de lengua como una respuesta a la crisis de la representación,


una alternativa a las metáfora del silencio en la que se exponen los aspectos radicales
de la renovación de la imagen del hombre y su relación con el logos en la cultura occi-
dental.
En una atmósfera generalizada por la falta de credibilidad en el lenguaje como
vehículo de representación eficaz y motivada por la búsqueda de cosmopolitismo que
definió la tradición moderna importantes escritores contemporáneos, bajo situaciones
de exilio forzado o autoexilio, orientaron su búsqueda literaria al pluralismo lingüístico
y crearon con ello una literatura extraterritorial. El desplazamiento lingüístico, un ges-
to artificioso y muchas veces irónico, tensionó la relación lengua/ nación de escritores
como Joseph Conrad, Eugéne Ionesco, Vladimir Nabokov, Samuel Beckett y Emil
Cioran.
Aunque con algunas diferencias respecto al grupo de escritores extraterritoria-
les que operaron en territorio europeo y con matices diferentes entre sí, también los
casos de Juan Rodolfo Wilcock2 y Héctor Bianciotti 3 se ajustan, dentro del panorama
de la literatura argentina del siglo XX, al paradigma del escritor moderno extraterrito-
rial. Motivados por dinámicas propias y respondiendo a tensiones particulares que
afectaron su sensibilidad y su estatus personal ambos escritores desplazaron las vincu-
laciones naturales que asocian la lengua de origen al territorio nacional. En ellos el
exilio voluntario y el desplazamiento lingüístico posibilitaron un proceso literario de
auto ficción, un banco de pruebas en el que gestaron su identidad. El cambio de len-
gua les posibilitó la construcción literaria de sí mismo en otra lengua, el italiano y el
francés respectivamente.
Aunque con rasgos particulares, los aspectos que, según Steiner, definen al es-
critor extraterritorial se reconocen en Héctor Bianciotti y J. R. Wilcock. El cambio de
lengua aseguró a ambos la recuperación de los aspectos esenciales de la tradición lite-
raria moderna occidental, que sintieron, en mayor o menor medida, siempre propia y
que, en Argentina, se sintieron lejana. La sensación de haber nacido en el lugar equi-
vocado y de encontrar en la literatura la posibilidad de recuperar el “espacio propio”
que sintieron les fue expropiado es común tanto a J.R. Wilcock como a H. Bianciotti.
Son significativas las observaciones que ambos escritores realizan al respecto de sus
respectivos procesos de apropiación de la lengua extranjera y las motivaciones que
orientaron el cambio. Ya sea para señalar la naturalidad de un pasaje como fue el
transito del español al francés en Bianciotti4 o el sentido de pertenencia que siempre
sintió Wilcock (1967:544)5 con respecto a la cultura europea y que lo llevó a optar por
el italiano como lengua de creación, ambos escritores evidencian en sus respectivos
procesos más que la pérdida de un centro la recuperación de una cultura que está en

2 Juan Rodolfo Wilcock (1919-1978) escritor argentino vinculado al grupo Sur que en 1957 se radicó
definitivamente en Italia. Luego de una importante producción en español en la que se destaca la poesía,
produjo en italiano una importante obra en la que se destaca sobre todo la narrativa.
3 Héctor Bianciotti (1930-2012) escritor y crítico literario argentino radicado en Francia. Vivió desde 1961
en París, en 1981 se naturalizó francés y al año siguiente dejó de escribir en español. Fue el único miem-
bro de la Academia Francesa procedente de un país hispánico.
4 Tanto en su autobiografía como en distintas entrevistas Bianciotti señala, una y otra vez, la naturalidad

con la cual ingresó a la lengua francesa.


5 Wilcock, J.R. refiere su propia condición de plurilingüe en Fernández Moreno 1967:544.

297
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

consonancia con el ideario cosmopolita y universalista del grupo Sur (Cattoni


2007:103). Mientras en el caso de Bianciotti se reconoce con más claridad “una de las
mitologías más arraigadas en nuestra cultura nacional desde el siglo XIX: la de la supe-
rioridad espiritual y estética de la cultura francesa” (Giordano 2000:396). Wilcock
interpreta en clave borgeana6 su experiencia del exilio cuando dice: “sono un poeta,
appartengo alla cultura europea. Come poeta in prosa, discendo per non complicate
vie da Flaubert, che generò Joyce e Kafka, che generarono noi” (Wilcock s/f).
Aunque la extraterritorialidad adquiere notas más relevantes en Wilcock por
su condición plurilingüe y por su vinculación con toda la tradición europea 7, ambos
escritores compartieron un sentimiento común a la élite intelectual argentina de la
época: sentirse extranjeros en su propio país. Un sentimiento que recrea la clásica
oposición argentina civilización/ barbarie y desnaturaliza el vínculo lengua de origen y
territorio nacional, tensión necesaria en todo escritor extraterritorial.
El cambio de lengua posibilita en ambos escritores además el artificio de auto
ficción, una operación literaria que les posibilita renovar, mediante la creación literaria,
la imagen de sí. Así la necesidad de inventarse en una nueva lengua se reconoce en
ambos como un proceso complementario e ineludible al cambio de lengua. Tanto uno
como otro se valen de la auto ficción, un pacto ambiguo y necesario para sus propósi-
tos. En el primer caso, las dos novelas autobiográficas de Bianciotti conforman el
artificio simbólico necesario en el que el escritor argentino consolida la imagen de
escritor público de le belles lettres, miembro de la academia francesa. En el segundo, la
reinvención irónica que Wilcock hace de sí en su novela autobiográfica, permite al
escritor redefinir su relación con lectores y con el propio Borges de cuya sombra Wil-
cock pretende huir.
El cambio de lengua en ambos escritores supuso un proyecto autobiográfico
conforme a un ideario fuertemente arraigado en la tradición moderna: el culto del yo
(Arfuch 2002:98). En el caso de Bianciotti, la escritura en francés de dos obras: Lo que
la noche le cuenta al día (1992) y El paso tan lento del amor (1995) en las que como advierte
A. Giordano “la supuesta dignidad estética de la vida de Bianciotti no es la causa de su
acto biográfico, sino el efecto que espera lograr” (Giordano 2000:396). La obra bajo la
forma de la novela de aprendizaje narra cómo un hombre nacido en el seno de una
familia de inmigrantes del campo argentino logra convertirse en un escritor público en
Francia, uno de los medios europeos más exigentes. También Wilcock dedica una
obra al culto de sí y su yo se expande en la novela L’Ingeniere (1975), una clara metáfora
de la diversidad claramente funcional a la imagen de escritor moderno.
Lo que ambos escritores señalan como sentido de pertenencia original o co-
mo un proceso natural hacia un centro al que se sienten naturalmente vinculados no
es más que la solución estética y vital que dio repuesta a la tensión de base: la paradoja
de sentirse escritores europeos fuera de Europa.

6Ver el ensayo de J.L. Borges 1974:267.


7No pareciera existir más que una razón lingüística para que Wilcock opte por Italia y el italiano sin
embargo su primer intento de exilio fue en 1952 en Inglaterra.

298
Procesos Interculturales: Extraterritorialidad y Desterritorialización… S. CATTONI

Cambio de lengua y literatura desterritorializada

Un aspecto diferente asume el cambio de lengua en la literatura contemporá-


nea desde fines del siglo XX a nuestros días. Asociado a la literatura de migración y
estrechamente vinculado a los procesos de descolonialización de fines de siglo XX el
cambio de lengua revela un fenómeno literario vigente y complejo, caracterizado por
fuertes rasgos antropológicos y con marcados cuestionamientos a los paradigmas de
comunidad uniforme, de literatura nacional en tanto categoría natural e inmodificable
y en un sentido amplio y general al de literatura occidental. Es éste un fenómeno lin-
güístico con implicancias en la literatura y la cultura académica que enfrenta el para-
digma transnacional con el de las ideologías nacionales.
El caso de inmigrantes de países semi periféricos o periféricos que escriben en
la lengua del país receptor (países centrales) es un fenómeno cada vez más frecuente
en la literatura actual y propio de sociedades pluriétnicas cada vez más complejas y
heterogéneas, una práctica que redefine simbólicamente la conciencia política y cultu-
ral de los países receptores. Italia como otros países centrales experimentó hacia fines
del siglo XX los efectos de la globalización. Un fuerte proceso inmigratorio iniciado
en los años ’80 ha convertido a la península en país receptor de una heterogénea can-
tidad de inmigrantes provenientes de Europa del este, África, Medio Oriente y Su-
damérica. La complejización de su imaginario social revela hoy fuertes tensiones iden-
titarias que alteran las relaciones, hasta entonces estables, entre lengua, literatura, cul-
tura y nación8. Es en el seno de éstas sociedades complejas que se definen nuevos
imaginarios simbólicos y nuevas fronteras culturales y se reconocen procesos intercul-
turales definidos en los que las fronteras simbólicas, como señala A. Grimson
(2003:14), ya no se reconocen en el límite de aduana sino en la identidad. Es éste un
proceso que en Italia se vincula a la literatura de migración y que permiten reflexionar
sobre el significado y el valor que el cambio de lengua asume en la literatura del fin de
siglo XX. El caso de los escritores no italianos que optan por el italiano como lengua
de creación es un ejemplo significativo que revela como un sistema literario fuerte-
mente arraigado a los ideales de la cultura clásica y sostenido por las prácticas de legi-
timación de agentes de alta cultura ve peligrar los vínculos estables y sólidos que ese
sistema mantuvo con la tradición.
El argentino Adrian Bravi9 y del uruguayo Milton Danilo Fernández10, radica-
dos en Italia desde hace varios años, conforman ejemplos relevantes de escritores del
Río de la Plata que inscriptos en este fenómeno político, social, cultural, característico

8 Una detallada referencia de esta nueva y compleja realidad cultural es ofrecida por Armando Gnisci en el
libro sobre el fenómeno migratorio y la literatura italiana de hoy: Nuovo Planetario Italiano. Geografia e anto-
logía della letteratura della migrazione in Italia e in Europa, Enna Citta aperta Edizioni.
9 Adrian Bravi escritor argentino de lengua italiana. Su familia se radicó en Italia a finales de la década de

los ’80 como consecuencia de los problemas sociales y económicos de Argentina en esos años. Estudió
filosofía en la universidad de Macerata, actualmente es bibliotecario en Recanati.
10 Milton Danilo Fernández es un actor, director teatral y escritor uruguayo radicado en Italia. Ha escrito
Fattebenefratteli (2001, Premio concorso Terre di mezzo), Versi randagi (Gedit, 2004, Primo premio Dipar-
timento di Italianistica dell’Università di Bologna), Bracadà (Mangrovie Edizioni, 2008), L’Argonauta (Ra-
yuela Edizioni 2010), Sapessi, Sebastiano... (Rayuela Edizioni, 2011), Per arrivare a sera (Rayuela Edizioni
2012), Sua maestà Il Calcio (Rayuela Edizioni 2013).

299
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

de estas décadas, orientan su experiencia literaria a una segunda lengua, el italiano.


Ambos casos replican el de tantos otros inmigrantes de primera generación, africanos,
iraníes o albaneses que desde la década del ’90 delinean el fenómeno de la literatura
migrante en Italia, fenómeno que por su naturaleza antropológica permite analizar el
cambio de lengua en tanto acto voluntario de apropiación de la segunda lengua, una
operación cultural (De Certeau 1999:200) necesaria y condición primera que puede
garantizar la hospitalidad del país receptor.
Sin embargo escribir en italiano no legitima a estos escritores. La denomina-
ción literatura italiana es incómoda para albergar textos de esta naturaleza que, aunque
escritos en italiano todavía revelan las marcas de una lengua adquirida. Aunque inser-
tos en la actividad cultural que les garantiza la publicación y la recepción del público,
su obra es subestimada por la academia que, simplificando su naturaleza y descono-
ciendo sus valores intrínsecos, no acepta los considera aun objeto de estudio. Su acti-
vidad y promoción, a cargo de asociaciones, de concursos literarios, editoriales alterna-
tivas y revistas on –line, se inscribe en un circuito paralelo cada vez más dinámico y
visible que por el momento solo obtiene legitimación en clave de literatura exótica y
ocupando un lugar periférico en el aparato crítico.
Esta natural resistencia que se libra en el campo literario italiano obedece, sin
lugar a dudas, a las amenazas que suponen estos textos para un modelo de centro que
ve peligrar a su integridad y afirmación. Pensar que este conjunto de obras pueda ten-
sionar tradiciones consolidadas y relativizar modelos de identidad es un riesgo alto
para los círculos culturales hegemónico de una sociedad como la italiana sin tradición
colonial. En el entramado simbólico de su imaginario todavía se reconoce la noción de
literatura como práctica asimilada al paradigma de las bellas letras, consagrada por los
clásicos y vinculada de un modo relativamente estable con la tradición, que en este
caso, vislumbra la gloria la cultura romana.
La noción de desterritorialización (Deleuze 1985:40) esespecialmente signifi-
cativa para pensar y significar el efecto que la literatura de migración implica en la
sociedad receptora. El término alude al movimiento por el cual se abandona el territo-
rio, una categoría que la antropología ha encontrado especialmente útil para aludir al
debilitamiento de los vínculos entre la cultura y el lugar. En tanto dispositivo hete-
rogéneo y complejo, la literatura desterritorializada alcanza las obras de escritores mi-
grantes a la vez que comprende los procesos interculturales que ellas operan. Su signi-
ficado es vago mientras no se lo asocie al concepto de reterritorialización y a toda la
serie de prácticas que de él se desprenden.
Abandonar el territorio periférico, habitar zonas centrales del sistema- mundo,
adoptar la lengua del país receptor y convertirse en escritor del sistema literario de la
nueva lengua implica para el sistema literario de arribo la definición de nuevas zonas
de contacto que amenazan la estabilidad lingüística y simbólica de un sistema literario
nacional consolidado a lo largo de los siglos. Estas nuevas escrituras, que aluden en su
gran mayoría a mundos no europeos, posibilitan a sus autores elaborar el trauma del
desarraigo del lugar de origen y del abandono de la lengua de origen al tiempo que
reterritorializan el sistema literario / simbólico de arribo todavía fuertemente cohesio-
nado, como es el caso del italiano, por categorías etno y eurocéntricas. Asociado a las
diásporas propias de las migraciones y entendido como efecto de la desterritorializa-

300
Procesos Interculturales: Extraterritorialidad y Desterritorialización… S. CATTONI

ción, el estudio del cambio de lengua permite señalar los nuevos contextos de alteridad
y las nuevas zonas de contacto intercultural presentes en las literaturas nacionales e
impugnando en ellas toda ilusión de homogeneidad.
Radicados en Italia desde la década del ’80 y con un ritmo sostenido de escri-
tura literaria, Adrian Bravi y Milton Danilo Fernández constituyen un reflejo de las
transformaciones sociales en acto. Ellos representan este nuevo tipo de escritor que
como señala W. Mignolo es capaz de escribir

entre lenguas, alejándose de la idea de que la lengua es un hecho y


aproximándose a la idea de que el habla y la escritura son estrategias para
orientar y manipular campos sociales de interacción (Mignolo 2003:301).

El exilio ofrece a estos escritores nuevas posibilidades de concebir la literatu-


ra (Chambers 1995:28). A. Bravi y M. Fernández encuentra en el cambio de lengua la
posibilidad de un proyecto literario intercultural que como señala Iain Chambers en el
que el mestizaje desarticula los principios ilusorios acerca de la pureza de una lengua y
la homogeneidad de la literatura (Bhabha 2010:15).
D. Fernández, ayudado por la técnica del monologo interior, presenta en
L’Argonauta, el trauma irresuelto del exilio. En un discurso ininterrumpido del prota-
gonista consigo mismo revela la necesidad de reorganizar la existencia ante la devasta-
dora y al mismo tiempo enriquecedora experiencia de la migración. Los textos de
Fernández crean espacios lingüísticos de proximidad y muestran una experiencia mul-
tilingüe que pone en acto el drama personal de reinventarse en el exilio a través de una
épica personal que le permite nuevas aperturas lingüísticas enriquecedoras tanto para
el escritor como para la sociedad receptora.
También las obras de A. Bravi son vehículos para la nostalgia que permiten
concebir la literatura como hecho privado, en donde la experiencia individual y la
necesidad de comunicación adquieren relevancia. Las múltiples referencias a su lugar
de origen y a su lengua, el español revelan un tipo de escritor que se realiza en un ter-
cer espacio que no corresponde ni al espacio de origen ni al de llegada, un espacio que
se crea en la lengua. Cuando Bravi advierte que habla su lengua madre, el español, en
italiano da cuenta del particular desvío que produce en la norma literaria y cómo este
impacta en el sistema literario nacional.

Conclusión

Los desplazamientos lingüísticos recorren la literatura del siglo XX. En su


manifestación y desarrollo se advierten claramente dos posiciones que responden a
dos paradigmas. Como fenómeno de alta cultura el cambio de lengua generó una lite-
ratura extraterritorial que responde al ideal de cosmopolitismo de la modernidad y que
puede entenderse como una respuesta de extremo refinamiento que algunos escritores
ofrecieron a la crisis del lenguaje y a las nuevas concepción poéticas de ella surgidas.
En un sentido diferente y en función a motivaciones diversas que impugnan posicio-
nes euro/etnocéntricas propias de la tradición occidental moderna, la manifestación
del cambio de lengua se presenta como una estrategia socio cultural derivada de los

301
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

fenómenos migratorios que caracterizaron el fin del siglo XX. Su ocurrencia favorece
zonas de contacto que impugna los paradigmas culturales esencialistas. En estos nue-
vos contextos el cambio de lengua redefine la identidad de los sistemas literarios na-
cionales a la luz de nuevas tradiciones a la vez que cuestiona concepciones literarias
inherentes a la alta cultura. La conformación de nuevas geografías lingüísticas en el
interior de una nación producto de las transformaciones sociales de las últimas déca-
das coloca la práctica literaria no sólo como objeto de estudio artístico sino como
objeto de análisis de las diferentes prácticas sociales.

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303
XXXI
PALABRAS MIGRANTES. VER AL OTRO A
TRAVÉS DEL IDIOMA OTRO. DIÁLOGOS
INTERCULTURALES E INTERLITERARIOS
ENTRE RENOVACIÓN E INTEGRACIÓN
Massimo Palmieri
Universidad Nacional de Córdoba
palmassimo@hotmail.com

Introducción

E ste trabajo consiste en un análisis comparado de textos literarios escritos en


idioma castellano por un autor italiano, Maximiliano Mariotti, de Viareggio
(Toscana), emigrado a la Argentina a los 19 años, y en lengua italiana por un
autor argentino, Adrián Bravi, oriundo de Buenos Aires y actualmente residente en
Italia.
El objetivo es encontrar elementos de reconocimiento del “otro” como sujeto
social a partir de un código compartido que es el idioma del lugar “otro” y por ende
código lingüístico “segundo” de los sujetos autores.
La hipótesis de lectura se basa en la capacidad de nuevas voces que trabajan lite-
rariamente la lengua a partir de un idioma que no es el nativo de aportar elementos de
renovación y de diálogo intercultural a partir de una suerte de “desarraigo creativo”.
Como corpus se tomarán los cuentos de Mariotti titulados 10 de guerra publi-
cados en Córdoba en 1982 para confrontarlos con las novelas breve Il riporto publicada
por Bravi en Italia en 2011 y La Pelusa de 2006.
El marco teórico general está constituido por la elaboración conceptual de
Bajtín, que considera el producto literario textual como una obra abierta en cuyo en-
tramado pueden leerse las voces sociales. Otros puntos de anclaje teórico son el con-
cepto de semiosfera enunciado por Iuri Lotman (2005) y el de extraterritorialidad
desarrollado por George Steiner (2009).
El recorrido analítico quiere representar una reflexión acerca de cómo la lite-
ratura puede convertirse en espacio de diálogo entre culturas “de igual dignidad”
(Gnisci 2002) y al mismo tiempo en el lugar privilegiado del juego lingüístico debido a
su potencialidad creativa que permite construir porciones del imaginario social partici-
pando en la construcción de una nueva visión de la realidad.

305
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Este trabajo se acota al estudio de casos de sujetos “migrantes”, es decir de


personas que se han trasladado en algún momento a vivir en un lugar distinto de su
tierra natal y allí han producido y publicado textos en el ámbito literario, fenómeno
particularmente interesante en el panorama de la literatura italiana actual, en donde ha
habido un verdadero estallido de producciones narrativas por parte de sujetos inmi-
grados de primera generación (Gnisci 2006). El objeto de estudio, o sea los textos
literarios, se considera sobre todo por su valor en perspectiva intercultural. Es una
búsqueda trasversal de indicaciones sobre una condición de “otredad” vivida y trans-
mitida por medio de un código adquirido en el lugar “otro”.

Abismos y puentes

En una entrevista de Gabriela Andrea Vidal a Juan Carlos Alarcón, escritor


cordobés emigrado en Francia, publicada en la página web Espaciolatino.com sobre el
tema Identidad y literatura social, la entrevistadora cita al escritor italo-argentino Maximi-
liano Mariotti a propósito de una idea de Witold Gombrowicz,

el polaco decía algo sabio: el hombre tiene un abismo inmenso que sal-
var, y éste no consiste más que en el espacio existente entre un hombre y
otro. Maximiliano Mariotti, en unos de sus cuentos de 10 de Guerra,
sostiene algo parecido que me parece clarísimo: “hay un abismo entre dar
y recibir, y el abismo más angosto es el más difícil de salvar” (Vidal s/f).

La cita tomada del cuento de Mariotti hace referencia a Nietzsche. En el cuen-


to citado, titulado significativamente “El tanque de Zaratustra”, se describen dos per-
sonajes antitéticos, dos soldados alemanes que representan respectivamente la re-
flexión teórica y la acción concreta, pero también dos tipos sociales opuestos. Hombre
ignorante, del pueblo, verdulero musculoso, práctico y de un coraje que viene de la
calle versus hombre de buena familia, profesor de filosofía y con tendencia a la duda.
El hombre concreto y limitado intelectualmente es inferior de grado y desprecia a su
superior por considerarlo un cobarde indeciso. El sacrificio heroico del supuesto co-
barde y la imposibilidad del otro personaje de sacar a luz su supuesto coraje, crea una
situación en la cual el abismo tan estrecho cuanto insalvable aparece en toda su fuerza.
Los mencionados cuentos de Mariotti son diez relatos que tienen como fondo
la segunda guerra mundial, como indica el título mismo. Sin embargo el autor toscano
no presenta un desfile de memorias ni un intento de agregar su voz al coro de los que
abordaron el tema desde el horror vivido en primera persona. Más bien los cuentos de
Mariotti parecen construidos para buscar el punto de ruptura entre lo humano y lo
deshumano, representado en toda su crueldad por la guerra, y sin embargo quieren
dejar un espacio aunque sea mínimo desde el cual apenas asome lo profundamente
humano, en donde lo más alejado y “otro” pueda encontrar un resquicio de proximi-
dad, casi de hermandad. La muerte de la razón como punto de partida para la recupe-
ración del pensamiento a través de la posibilidad de compartir una misma identidad,
un mismo destino.

306
Palabras migrantes. Ver al otro a través del idioma otro… M. PALMIERI

He aquí que el abismo más angosto entre dar y recibir se hace insalvable. No
hay posibilidad de salvación, de rescate si no es a través del sacrificio que no deja hue-
llas, quedando incomprensible para quien lo recibe. El gesto noble no es otra cosa que
un deseo de acercarse al otro, de cruzar la frontera entre seres humanos condenados a
no entenderse.
Como afirma Bajtin (2011), a través del intercambio literario las sociedades
hablan entre sí, dialogan buscando palabras siempre nuevas en una polifonía de dis-
cursos. Si la palabra es el instrumento príncipe de la comunicación reflexiva humana,
la literatura es su máxima representación tanto a nivel estético como expresivo y por
ende un espacio de intercambio simbólico de enorme potencialidad.
Los cuentos de Mariotti levantan puentes entre mundos lejanos y cercanos al
mismo tiempo. El escritor revive su guerra y la de otros, de varios individuos y otros
tantos pueblos. La absurda máquina bélica sirve de referencia para echar una mirada a
360 grados entre las miserias humanas y el destino y busca su forma en un idioma que
no es el suyo.

El juego creativo

La escritora argentina María Cecilia Barbetta, durante una conferencia dictada


en Córdoba en septiembre de 2009, acerca de su novela titulada Änderungsschneiderei Los
Milagros, escrita en alemán, afirmaba que la lengua alemana es para ella una manera de
mirar “desde afuera” su escritura, de poder jugar con la materia lingüística, cosa que
no hubiese podido hacer con su lengua materna, que tiene incorporada.
La literatura es una vez más espacio dialógico intercultural y lugar privilegiado
del juego lingüístico que puede crear y hacer de intermediario entre culturas, descu-
briendo nuevos potenciales de la palabra escrita, gracias al acercamiento al otro a
través de la lengua otra.
En una entrevista de diciembre de 2008, Barbetta afirma “el alemán, el idioma
extranjero, es justamente la lengua que me protege de los grandes abismos” (Prieto
s/f). Vuelve el concepto de abismo ya visto en Mariotti, pero en este caso es el idioma,
y el idioma otro, el que parece poder franquear el salto al vacío.
Esta aparente paradoja hace particularmente estimulante trabajar en la fronte-
ra semiótica, justo en el lugar en donde las distintas semiosferas se hacen permeables y
dejan pasar instancias que pertenecen a otros universos simbólicos.
En el caso de Adrián Bravi, escritor argentino hijo de italianos, se percibe con
cierta inmediatez y casi con urgencia la necesidad de poner en comunicación dos uni-
versos simbólicos al mismo tiempo cercanos y lejanos, dada la presencia importante
del elemento italiano en la cultura argentina y la enorme distancia geográfica entre las
dos comunidades.
El diálogo interliterario e intercultural que en Mariotti era más una exigencia
inconsciente destinada como sus personajes a sufrir una derrota anunciada de antema-
no, se transforma en Bravi en un juego a veces hasta dramático pero siempre cons-
ciente, que le permite enfrentarse a la lengua como algo que se puede plasmar y no
sólo aceptar, una materia significante que le es permitido mirar desde afuera para re-
modelarla de alguna manera.

307
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

El nuevo escritor migrante parece querer rellenar ese espacio infranqueable a


través de un diálogo consciente con la cultura y la lengua otra y para construirlo utiliza
como herramienta la lengua ajena que juega a hacer propia (citando a Barbetta).
En su novela breve publicada en 2011, titulada Il riporto, Adrian Bravi nos lle-
va al mundo de Arduino Gherarducci, descendiente de una familia de calvos que por
tradición cubre su calvicie con su propio pelo, creando improbables flequillos, una
suerte de peluquín autárquico que se transforma en parte de su personalidad. Pero
todo el equilibrio construido se derrumba cuando uno de sus estudiantes universita-
rios (no por casualidad argentino) en plena clase le descubre la pelada con un gesto
simple y atrevido. Arduino decide abandonar todo y fugarse lejos, aunque su viaje lo
llevará a situaciones que nunca hubiera imaginado.
En una novela anterior titulada La pelusa, publicada por Bravi en 2007, el pro-
tagonista, Anselmo, es un bibliotecario obsesionado por el polvo que se deposita en
cualquier lugar cerrado y pasa la vida tratando de limpiar metódicamente e inútilmente
su casa, terminando derrotado por la pelusa que en cierto momento llega a definir co-
mo una suerte de caspa del universo. La búsqueda lingüística se hace evidente desde el
título, constituido por una palabra del idioma castellano que no tiene definición co-
rrespondiente en italiano, por lo menos en cuanto a valor semántico y de uso. El per-
sonaje principal decide adoptar la palabra extranjera para definir su obsesión de mane-
ra más acertada.
La irrupción de lo absurdo en lo cotidiano, las pequeñas grandes obsesiones
que nos rodean y nos forman, esto es lo que busca desentrañar Bravi, y eligiendo un
idioma, por así decirlo, adoptivo, acepta ponerse en juego pero también jugar con la
lengua, gozando de una libertad que le es otorgada por la necesidad de descubrir pro-
fundidades desconocidas y al mismo tiempo proponer novedades impensadas.
Sin embargo, Bravi no alcanza, en La pelusa, una autonomía que le permita un
mayor nivel de experimentación sobre la lengua, cosa que se hace evidente, en cambio,
en el caso de Il riporto.
Es así que, por ejemplo, en esta última novela, el autor decide abandonar la
forma del “passato remoto”, el pretérito indefinido, que en la lengua italiana neostan-
dard hablada y enseñada hoy se relega casi exclusivamente a función de tiempo verbal
de la narrativa. El escritor se lanza en una experiencia que le sugiere abandonar la
convención para que su personaje nos hable con el lenguaje de la oralidad. Es una
oralidad controlada, más racionalizada que intuitiva, pero consigue un notable efecto
de ruptura sin que el lector ingenuo logre percibir la causa.

Integración y renovación

Bravi abandona sus lugares para plasmar con la lengua su nuevo lugar. Pero
volviendo al abismo infranqueable de Mariotti y desplazándolo de lo humano a lo
lingüístico se puede llegar a afirmar que la proximidad lingüística deja hendiduras pro-
fundas difíciles de descifrar. En este espacio vale la pena moverse y buscar indicios y
sugerencias.
Como en la idea de rizoma de Deleuze-Guattari (1980), la dialéctica próxi-
mo/lejano se hace particularmente intrincada y no sistemática. La proximidad lingüís-

308
Palabras migrantes. Ver al otro a través del idioma otro… M. PALMIERI

tica y los vericuetos interpretativos que ella determina se unen a una lejanía geográfica
y de fuerte asimetría en donde el imaginario colectivo europeo queda atrasado y atra-
pado, atrasado en caminos de viejos estereotipos que quitan profundidad a la com-
prensión del otro y atrapado en una maraña de estímulos de fácil atracción hacia lo
exótico que sabe a naturaleza, a emoción, a sensualidad. Así se explica en parte el éxito
del tango en Italia.
Puede ser útil a este punto retomar contacto con una realidad que pertenece a
un proceso que nació mucho antes, cuando el flujo migratorio era al revés, desde Eu-
ropa hacia América. Mariotti ha sido parte de ese movimiento, de su manera de sentir,
de sus esperanzas y decepciones y elige el idioma del país huésped para tratar de ex-
presar realidades tan distintas. En otro cuento de 10 de guerra describe cómo una bom-
ba destruyó el cementerio de un pueblo. La danza entre lo macabro y lo humorístico
de los esqueletos revoloteando en el aire bajo el bombardeo es una suerte de surreal
Spoon River donde junto a las bombas estalla la realidad y lo absurdo de la guerra. El
título es emblemático: “Cuento a mi hijo para que nunca juegue a la guerra”.
Los esqueletos danzantes toman actitudes y poses de su vida pasada; el viejo
cura, por ejemplo, parece bendecir en el aire y otros hacen reverencias. Lo absurdo se
hace metáfora perfecta de la guerra, pero es curioso también notar cómo los nombres
quedaron en italiano cuando la lengua que los hace revivir es el castellano. Otra vez
proximidad y lejanía, tentativo de acercar en búsqueda tal vez de un lenguaje universal
que sepa franquear fronteras. Las palabras clave del episodio narrado por Mariotti son
quizás arraigo, guerra, absurdidad, conjunto de palabras que indican una realidad que
supera lo surreal. Las palabras clave de la novela de Bravi pueden identificarse en ob-
sesión, búsqueda, absurdidad, palabras que indican una realidad que supera al hombre.
Absurdidad es una de las palabras que hacen de nexo entre los dos mundos,
entendidos ya sea como contexto espacio temporal ya sea en cuanto fronteras se-
miosféricas.

Conclusión
Mientras la guerra de Mariotti sirve para subrayar una condición humana es-
clava de lo absurdo, para describir un mundo en donde se multiplican los abismos
infranqueables entre seres sólo aparentemente unidos en un destino común, el perso-
naje de la novela de Bravi se encuentra de repente agobiado por la absurdidad de lo
cotidiano y frente a la caída de sus defensas, elige huir hacia Laponia.
Sin embargo su viaje termina en una gruta escondida en los bosques no muy
lejos del lugar de donde había huido, donde se transforma a su pesar en una especie de
santo ermitaño al que la gente acude para curar sus enfermedades tocándole los pocos
pelos que le adornan la cabeza. El protagonista pasa de una situación absurda a otra y
termina con emprender una vez más la fuga hacia espacios lejanos.
En esta novela Bravi transforma la dramaticidad en una suerte de humor sutil
e irónico que se adapta como un perfecto molde a su manera de manejar el idioma,
como si fuera un juego muy serio, es decir con la curiosidad de un niño y el atrevi-
miento de un experimentador, demostrando un notable avance con respecto al estilo
de La pelusa, su trabajo anterior ya mencionado.

309
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

En ambas novelas los personajes son marginados por sus obsesiones, pero en
Il riporto el drama se hace comedia al mismo tiempo en que la lengua se deja plasmar
por la intervención de un escritor en condiciones de jugar a hacerla propia.
Los cuentos de Mariotti son hijos de tiempos distintos, de la necesidad de
contar una vez más el horror para exorcizarlo de alguna manera; los abismos se crean
para que alguien encuentre la forma de construir puentes. El idioma que Mariotti usa
es parte de un proceso en donde el juego todavía no está permitido porque el fracaso
de la modernidad se puede ver a partir de mundos alternativos pero no a través de una
materia alternativa. El instrumento lingüístico tiene reglas dictadas a las que no sirve
enfrentarse.
Las novelas de Bravi, en cambio, esconden detrás de su liviandad y minima-
lismo una urgencia de encontrar alternativas expresivas que intervienen más sobre la
materia misma, o sea la lengua, que sobre la historia.
En los dos casos nos encontramos en plena frontera semiótica, en un lugar
privilegiado de diálogo entre culturas a través del texto literario que por cierto repre-
senta también un espacio de enorme interés para el estudio en clave comparatista de
nuevas narraciones en las cuales van formándose nuevos discursos sociales entre inte-
gración y renovación.

Bibliografía

BAJTIN, Mijail, Estética de la creación verbal, Buenos Aires, Siglo XXI, 2011.
BARBETTA, María Cecilia, Änderungsschneiderei Los Milagros, S. Fischer, Frankfurt am
Main, 2008.
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BRAVI, Adrián N., Il riporto, Roma, Nottetempo, 2011.
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Paris, Les Éditions de Minuit, 1980.
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2002.
GNISCI, Armando (coordinador), Nuovo Planetario Italiano, Troina (En), Città Aperta
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latino.com Dirección URL: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/ vi-
dal_gabriela/juan_carlos_alarcon.htm [Consulta 6 de julio de 2009].

310
XXXII
DESANDANDO LA INTERCULTURALIDAD:
PROBLEMAS Y DESAFÍOS DERIVADOS DE UNA
EXPERIENCIA DE INTERVENCIÓN
Paula Ayelén Sánchez Marengo - Truyitraleu Tappa - Milva Natalí Valor - Iván Zgaib
Área Política, Cultura e Interculturalidad - Programa Multiculturalismo, Migraciones y Desigual-
dad en América Latina - Centro de Investigaciones y Estudios sobre la Cultura y la Sociedad-
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Centro de Estudios Avanzados -
Universidad Nacional de Córdoba
grupointerculturalidad@gmail.com

E l objetivo de este trabajo es reflexionar sobre el aspecto metodológico de una


intervención llevada a cabo en una escuela primaria del sur de la ciudad de
Córdoba, que reconoce en su matrícula a estudiantes de familias inmigrantes.
Nos basaremos en la experiencia desarrollada entre los años 2010 y 2012 por un equi-
po de trabajo que se enmarca dentro del Programa “Multiculturalismo, Migraciones y
Desigualdad en América Latina”. Nos proponemos reconstruir el trayecto recorrido,
para entenderlo como un proceso continuo, desde el cual la intervención es repensada
y reformulada a partir del diálogo entre las diferentes perspectivas involucradas. Las
experiencias aquí analizadas parten de un proyecto de investigación-intervención que
se propone abordar la categoría de interculturalidad. Teniendo esto en cuenta, la po-
nencia se basa en reconocer dicho proceso y desde allí construir una mirada crítica
sobre el rol del investigador-interventor, y las diferentes tensiones entre la realidad del
ámbito académico y la de la escuela. En una primera instancia, contaremos el proceso
de intervención: el comienzo y algunas modificaciones introducidas a partir del diálo-
go con las docentes. Luego, reflexionaremos sobre las condiciones de posibilidad que
encontramos y plantearemos algunos aspectos vinculados al trabajo conjunto entre la
academia y la escuela.

1. El proceso de intervención: pasos iniciales y transformaciones necesarias

Hacia el año 2010, en el período inicial del área Cultura, Política e Intercultura-
lidad,1 el proyecto comenzó con la realización de observaciones y entrevistas, cuyo

1 El programa Multiculturalismo, Migraciones y Desigualdad en América Latina se estructura en tres áreas


de trabajo: Migraciones y política; Cultura, política e interculturalidad; Género y migraciones.

311
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

objetivo inicial era analizar el vínculo escuela/nación/alteridad en ocasión de los actos


escolares del 25 de mayo del 2010, al cumplirse doscientos años de la Revolución de
Mayo de 1810. Los actos se comprendieron teniendo en cuenta su valor histórico,
incluso de gran repercusión mediática, al conmemorarse una fecha que marcó lo que
se considera el inicio del proceso de formación del Estado argentino. De esta manera,
durante ese primer año de trabajo se realizaron observaciones (notas de campo y gra-
ba-ciones fílmicas) de los actos escolares en seis escuelas primarias de la ciudad de
Córdoba.
En esta primera etapa, durante el año 2011 continuamos con el análisis de los
registros que habíamos tomado, conjuntamente con lecturas y debates de carácter
teórico sobre escuela/nación/memoria/alteridad, así como también acerca de la rela-
ción entre aboriginalidad y nación. Teniendo esto en cuenta, incluimos la lectura de
investigaciones etnográficas acerca de dichos eventos escolares (a modo de anteceden-
tes de nuestro campo de estudio), que ayudaran a entender sus mecanismos, propósi-
tos y su rol dentro de la institución educativa. Nos interrogábamos entonces acerca de
los cruces, los diálogos y las tensiones entre las categorías actos escolares, nación y alteridad,
y sobre las formas en que se expresan dentro de la dinámica escolar. En esta etapa, el
avance en paralelo del análisis de los actos registrados conjuntamente con las lecturas,
fue llevando a preguntarnos acerca del mecanismo del recuerdo, de la memoria, las
construcciones de identidades y el rol histórico y actual de la escuela en la formación
de la nación y su accionar respecto a la alteridad. Así fuimos delineando nuestra propia
concepción teórica sobre los actos, entendiéndolos como un relato sobre la historia,
como un lugar de construcción ideológica y como una escenificación (que exhibe
actores con determinados roles, un discurso y un público). Esto nos permitió avanzar
hacia la definición de aquello que queríamos preguntarnos sobre lo ya conceptualiza-
do: qué discursos y concepciones se encuentran en los actos, cómo se cuentan los
hechos y a qué se llama 'hechos'; qué se visibiliza/invisibiliza, y si existen cambios
posibles en lo que se pudiera considerar como problemático. En otro plano, pensando
ya en los actos como una instancia donde se ponen en juego representaciones sobre la
nación, comenzamos a preguntarnos acerca del impacto de dicha construcción, sobre
las nociones y prácticas de igualdad e inclusión. De esta forma, vinculábamos nuestras
primeras inquietudes sobre actos, nación y alteridad, con la noción de interculturalidad.
Durante la primera mitad del año 2011, las discusiones llevadas a cabo por el
grupo fueron tramando las intenciones de dejar de lado las instancias de reflexión
internas para realizar una devolución a las escuelas implicadas en el proceso. En este
sentido, la idea de la intervención surge como una posibilidad de accionar sobre el
campo para hacer dialogar las esferas del debate teórico y de la práctica misma. La
vuelta a las escuelas representaba, desde nuestra perspectiva, un esfuerzo por tender
puentes y rearticular los lazos usualmente desgastados entre la academia y las otras
instituciones educativas.
En este contexto, con algunas preguntas y observaciones, buscamos restable-
cer e intensificar el vínculo con las instituciones educativas, indagar sobre percepcio-
nes y representaciones de los docentes en torno a las preguntas que circulaban en el
grupo, y también comenzar a charlar sobre los métodos de proceder en la escuela para
la organización de los actos escolares. En algunas escuelas realizamos entrevistas con

312
Desandando la interculturalidad: problemas y desafíos… P. A. SÁNCHEZ M ARENGO ET AL.

docentes para conocer cuáles eran las preguntas, pensamientos, ideas, etc. que tenían
sobre las “efemérides”, término que pensábamos podría colaborar en el diálogo con
las maestras como bisagra entre sus intereses y los nuestros (intentando evitar hablar
de modo directo de “actos escolares”).
Comenzamos entonces con la lectura de textos conceptuales y otros descrip-
tivos sobre intervenciones, trabajos de campo, propuestas metodológicas y políticas
públicas llevadas adelante en torno a este tema. Así, nuestras preguntas fueron en-
focándose hacia cómo intervenir y qué perspectiva construir: cómo hacer que nuestro
planteo dialogue con los problemas sentidos como tales en las escuelas, cómo sugerir
interrogantes que acorten la distancia entre las formas de trabajar convencionales en la
academia y aquellas propias de la escuela, cómo interpelar a los docentes sin llevar a
cabo prácticas verticalistas y sin proponer unidireccionalidad de pensamiento. Respec-
to a la interculturalidad, nos preguntamos sobre las estrategias de la institución escolar
para incluir la diversidad cultural: cómo y por qué lo hace, así como también cuáles
son los riesgos de ese discurso y práctica. Comenzamos a pensar entonces la interven-
ción como un espacio de diálogo de reflexión y discusión sobre los ejes que mutua-
mente se reconocieran como necesarios, y en el que la experiencia de las docentes
tuviera un lugar importante. De esta manera, descartamos las ideas iniciales que pensá-
ramos como posibles instrumentos de intervención, como por ejemplo la producción
de un cuadernillo, que -reflexionamos luego- se proponía la transferencia de ciertos
contenidos seleccionados por el grupo de investigación sin participación de las docen-
tes. Así, comenzamos a pensar en otras herramientas que nos permitieran promover el
acercamiento desde la academia a la educación primaria.
Fue entonces a partir de la temática de interculturalidad que finalmente deci-
dimos realizar la intervención en una sola escuela, a modo de prueba piloto (dejando
abierta a futuro la posibilidad de repetir la experiencia en otras instituciones). Algunos
de los establecimientos con los que teníamos contacto experimentaban en aquel mo-
mento cambios institucionales, por lo que decidimos no tomarlas como espacios de
trabajo, quedando así como opción más viable la escuela Vicente Forestieri.
De esta manera, en el año 2012 ya comenzado el ciclo escolar, establecido el
contacto y explicitado el interés desde ambas partes, tuvimos algunas reuniones con el
equipo directivo de la escuela elegida. En estos encuentros fuimos definiendo conjun-
tamente los ejes que serían más factibles de ser abordados, las fechas tentativas y la
forma de inscripción de las docentes participantes. Cuando todo esto estuvo definido,
concurrimos algunos integrantes del grupo a una reunión de docentes que se realiza de
forma periódica. En esa ocasión, expusimos nuestra propuesta (verbalmente y por
medio de una presentación de diapositivas), con la intención de que se inscribieran
aquellas docentes que se sintieran interpeladas por la propuesta.
La intervención finalmente consistió en la realización de dos talleres llevados a
cabo después del horario de clases, y contó con la participación de las vice directoras -
en tanto encargadas de la difusión de los talleres-, las maestras que coordinarían el
acto del 12 de octubre y otras docentes. El primer taller, que tuvo lugar el 27 de sep-
tiembre del año 2012, giró en torno al tema de la “Interculturalidad”, con el objetivo
de discutir esta categoría en el ámbito de la escuela desde las concepciones y prácticas
cotidianas de las docentes. El taller se desarrolló a partir de dinámicas orientadas a

313
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

generar la participación de las maestras acerca de los siguientes interrogantes, que


fueron propuestos a modo de disparadores: ¿Qué entendemos por interculturalidad?, ¿Pode-
mos hablar de interculturalidad en nuestra escuela? El encuentro estuvo marcado por distin-
tos momentos: al comienzo la presentación de los integrantes del grupo y las docentes
de la escuela, seguido por una dinámica de tarjetas con palabras para definir intercultu-
ralidad en dos grupos de docentes que luego tenían que exponerlo a modo de plenario
y por último la proyección del corto “Proverbio chino” (Javier San Román, 2006)
centrado en la problematización de los estereotipos.
A partir de esta experiencia fue posible reconstruir las miradas de las maestras
en torno a la interculturalidad y las nociones que allí se presentaban. Las definiciones
armadas colectivamente por las docentes ponían de manifiesto sentidos que cristaliza-
ban los límites entre lo conflictivo y lo armónico, lo inclusivo y lo exclusivo. De este
modo, la interculturalidad aparecía asociada a los vínculos construidos por una convi-
vencia “basada en la armonía, el respeto y la inclusión”. El discurso señalaba así la
ausencia de estas relaciones como la aparición de la exclusión y la desigualdad. Desde
esta definición, las maestras ponían en escena una noción en la cual la diversidad cul-
tural se apoyaba en el respeto y la convivencia, al mismo tiempo en que se la conside-
raba en oposición al conflicto. Esta dimensión problemática, de hecho, parecía tener
lugar únicamente cuando los vínculos interculturales estaban ausentes bajo connota-
ciones negativas que lo consideraban como algo “malo”.
El segundo taller, al que denominamos “12 de octubre 1492–2012. Pensar el
presente re-pensando el pasado”, se realizó el día 3 de octubre y comenzó con una
introducción a cargo de nuestro grupo, que retomaba la idea de interculturalidad desde
una perspectiva propia, la importancia de los actos en la vida escolar en general y de
esta efeméride en particular con su consecuente recorrido histórico. Mientras que un
segundo momento se basó en un intercambio bajo la consigna “contemos nuestro
propio 12 de octubre”, que consistía en que las docentes seleccionaran y expusieran lo
que elegirían y lo que rechazarían contar sobre el 12 de octubre, entre los distintos
materiales ofrecidos por el grupo. El principal objetivo de dicha actividad fue que las
maestras se reconocieran como participantes activas en la construcción del sentido de
esta fecha. Dicha dinámica interpeló a las docentes y permitió a todas expresarse, in-
cluso cuando algunas opiniones no coincidían con las de las vice directoras y había
que justificar y sostener la elección de cierto material delante de sus pares.
Estos intercambios en torno a los modos de contar el 12 de octubre pusieron
de manifiesto una diversidad de perspectivas desde la cual fue posible ahondar más en
las complejidades que el fenómeno intercultural asume en el contexto escolar. Al re-
querir de la participación de todas las presentes, la actividad propuesta en el segundo
taller disparó opiniones incluso diferentes, desde las cuales las concepciones de con-
flicto/armonía, inclusión/exclusión se siguieron tensionando. En esta dirección, algu-
nas de las maestras descartaron el uso de ciertos materiales por tener contenidos vio-
lentos, que consideraban inadecuados para la edad de los estudiantes. Otras se expre-
saron en discordancia con esta postura, haciendo hincapié en la necesidad de contar el
relato dando cuenta de ese aspecto violento que le fue inherente.
A rasgos generales, la experiencia del segundo taller dejó en claro cierta postu-
ra del cuerpo docente de cuestionar el relato oficial histórico que se ha instituido sobre

314
Desandando la interculturalidad: problemas y desafíos… P. A. SÁNCHEZ M ARENGO ET AL.

la fecha del 12 de octubre, lo cual se volvía evidente cuando las maestras criticaban
aquellos materiales que incorporaban símbolos o posiciones tradicionales y estereoti-
padas. Sin embargo, las diferencias se mostraban cuando las decisiones del cómo con-
tar el relato apuntaban a distintas perspectivas sobre las condiciones de desigualdad
que supone la interculturalidad y las posibilidades de igualdad a las que apuesta el pro-
yecto de la escuela. En este sentido, una de las docentes sostuvo que más allá de las
posturas institucionales respecto a la diversidad cultural, aún queda un vacío a llenar
para romper con la dinámica del acto a partir de la creación de “otra cosa con la mis-
ma fuerza”.
Como cierre del taller, después de compartir estas reflexiones, abrimos la po-
sibilidad de quedar en contacto, aportarles material y proyectar un proceso de acom-
pañamiento y asesoramiento por parte del grupo a las docentes, que en ese momento
principalmente demostraban necesidades prácticas e interés por los materiales alusivos
al 12 de octubre. También surgió la iniciativa de facilitar material bibliográfico para
quienes estuvieran interesadas en continuar la reflexión sobre la problemática tratada.
Para ello, se creó una casilla de correo con el propósito de tener una vía de comunica-
ción directa entre docentes y grupo de intervención. Como instancia de cierre de lo
trabajado en los talleres, asistimos a los actos escolares organizados por la escuela el 11
de octubre que celebraba “el último día de libertad de los pueblos originarios”,
haciendo un registro de los mismos.

2. Del concepto a la práctica: la interculturalidad “posible”

2.1 La escuela en contexto: las condiciones de posibilidad en el proceso de intervención

Las lecturas teóricas sobre las cuales se apoyaron las discusiones hasta aquí
descriptas, abrieron el panorama para delinear una concepción particular de lo que
entendíamos por interculturalidad. Bajo este punto de vista, la definición teórica se
volvía entonces crucial para la construcción del objeto a abordar en la intervención.
En este sentido, los distintos autores trabajados (Briones 2002; Heras Monner Sans
2002; Blázquez 1996) apuntan a comprender el fenómeno de la interculturalidad desde
los procesos de alterización que se ponen en juego en las relaciones sociales. El lugar
desde el cual nosotros nos posicionamos como equipo, hace hincapié en subrayar
cómo las formas particulares de concebir y construir las relaciones entre grupos dife-
rentes no puede leerse si no es en una clave histórica, es decir, en tanto formas situa-
das de configurar dichas modalidades.
Teniendo esto en cuenta, apostar por un proceso de intervención supone con-
templar las maneras en que las relaciones interculturales se materializan entre los mu-
ros de la escuela de acuerdo a las dimensiones institucionales, socioeconómicas y cul-
turales que la atraviesan. Estos factores configuran el espacio sobre el cual decidimos
actuar. Así, las preguntas sobre el cómo intervenir tuvieron que estar siempre guiadas
por las condiciones específicas que hacen a la Escuela Vicente Forestieri. La experien-
cia de este proceso de investigación-intervención nos lleva a pensarlo como una ac-
ción situada y en contexto, en función del cual la problemática de la interculturalidad
adquiere rasgos específicos.

315
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Para contextualizar la experiencia realizada, es conveniente considerar algunos


aspectos relativos a la escuela donde la misma tuvo lugar. La institución educativa se
encuentra ubicada en la periferia de la zona sur de Córdoba Capital (habitada funda-
mentalmente por sectores populares), en el barrio más poblado de la ciudad: Villa El
Libertador. En este barrio en particular se concentra el mayor número de población
que migró desde países limítrofes a la capital provincial. Asimismo, la escuela en la que
se realizó la intervención posee en su matrícula la mayor presencia de niños vinculados
de alguna forma a la migración (ya sea por haber nacido en otro país o por ser hijos de
migrantes). Además, es colindante con un barrio donde sus habitantes se organizaron
en torno a una Cooperativa de nombre ArPeBoCh, que alude a la nacionalidad de sus
habitantes (de procedencia argentina, peruana, boliviana y chilena). Es importante
también tener en cuenta que la escuela comenzó a funcionar en el año 1993, producto
del reclamo de los vecinos de la zona. La creación del barrio, la cooperativa y la escue-
la, se hallan así en estrecha relación.
Por otro lado, la institución se caracteriza por llevar adelante un proyecto pe-
dagógico que se diferencia en muchos de sus lineamientos del común de las escuelas
de Córdoba. En principio, hay pautas y reglas institucionales que contemplan una
presencia y participación diferente por parte de los alumnos en la vida escolar: no se
forma fila, no hay timbre sino un llamado de las maestras, la portación de la bandera
es colectiva, por citar algunos ejemplos. Por otra parte, las particularidades se marcan
en lo referente al abordaje de la interculturalidad: eje que desde la década del '90 se fue
trabajando de distintos modos según el contexto y las directoras que se fueron suce-
diendo, pero siendo siempre un tema tratado y priorizado institucionalmente, bajo el
objetivo expreso de la inclusión (Domenech 2012:365).

2.2 Relación academia-escuela: desafíos frente a algunas dificultades

En una de las escuelas que habíamos contactado en la etapa inicial, se advirtió


en los encuentros con las docentes que no se consideraba la temática de actos escola-
res como parte de una problemática percibida y sentida. También esto se puede vincu-
lar a nuestra intención, aún en esa instancia, a buscar ingresar a la escuela mediante el
planteo de la temática de los actos escolares. Tras otras experiencias similares del gru-
po se dio un giro en este aspecto, que implicaría abandonar el ingreso a la escuela a
partir de preguntas sobre la construcción de la nación que se realiza en cada recreación
de la narrativa histórica en los actos escolares. La abstracción en algunos de estos
términos dentro de la escuela, sumado al ritmo escolar que implica enfocar la atención
en tareas de orden práctico, entre otras razones; alejaba los intereses de cada una de las
partes. Al interior del grupo se dieron varios debates en torno a la contradicción que
percibimos. Por un lado, habíamos trabajado en la construcción de un punto de vista
sobre los actos escolares y buscábamos aportar a las escuelas nuestras reflexiones. Sin
embargo, empezamos a cuestionarnos el modo de abordar la intervención planteando
que quizás debíamos estar más atentos a las problematizaciones que sobre esta temáti-
ca emergían en el contexto de la propia escuela. Así fue que tras algunas discusiones
hacia el interior del grupo resignificamos el enfoque inicial centrado en el rol de la
escuela en la construcción de la nación (y la forma en que allí se presentaba la alteri-

316
Desandando la interculturalidad: problemas y desafíos… P. A. SÁNCHEZ M ARENGO ET AL.

dad), para orientarnos entonces hacia la noción de interculturalidad: cómo se materia-


liza en la vida escolar, y cómo se la entiende desde la comunidad educativa. Posterior a
esto, continuamos pensando los actos escolares como eje, pero decidimos modificar la
forma de abordarlo, abandonando la problematización directa en relación a la nación y
eligiendo un planteo desde los actos escolares vinculados a la inclusión de la diversi-
dad. Entendimos que éste era un debate más presente en la institución Vicente Fores-
tieri, incluso como parte de una preocupación percibida.
En este sentido, el acto escolar representa una de las instancias donde la es-
cuela expresa ideas y realiza prácticas que se vinculan con la interculturalidad, pero de
ninguna manera la única. De hecho, los actos escolares son considerados una actividad
obligatoria para las docentes, cuya realización implica seguir una serie de acciones
convencionales y pautadas, que se encuentran sujetas a expectativas de parte de varios
actores vinculados a la institución (niños, otros docentes, padres, y especialmente
directivos).
Estas primeras reflexiones en torno a las distintas necesidades que expresaba
la escuela y el propio grupo de investigación, trazaron un escenario desde el cual fue
posible identificar las distancias entre las prácticas escolares y las prácticas en el con-
texto académico. Uno de los planos donde esto se volvía evidente consiste en la per-
cepción social que consideramos se tiene sobre el rol de la academia. En este sentido,
la institución que como investigadores representamos está asociada a la posesión y
dominio de un saber especializado. Es crucial para reflexionar sobre nuestra presencia
en la escuela, entonces, tener en cuenta que en el contexto escolar somos percibidos
en relación a ese saber que se nos atribuye, pudiendo ser considerados como evalua-
dores o como poseedores de un conocimiento legitimado. Por otro lado, los tiempos y
ritmos que rigen a la escuela y la academia constituyen otro de los planos que dan
cuenta de las distancias que complejizan el proceso de intervención. Dichas tempora-
lidades se rigen en base a lógicas distintas, y por ese motivo se producen desencuen-
tros en la instancia de organización de forma coordinada. Desde el grupo de investiga-
ción nos propusimos concretar una intervención antes de finalizado el año, plazo con
el cual la escuela coincidió. Pero concretamente sus tiempos formales (incluyendo los
feriados, las fechas conmemorativas) y algunos eventos coyunturales (como un breve
período en el que la escuela estuvo tomada por vecinos como reclamo por una inva-
sión de ratas que no se resolvía) fueron postergando la concreción de los talleres.
Aún luego de establecido un contrato de trabajo conjunto, nos encontramos
con una serie de situaciones (algunas estructurales y otras coyunturales) que se situa-
ron como condiciones de posibilidad/imposibilidad de nuestra intervención. Más
específicamente, en el contexto de una escuela donde frecuentemente encontramos
tensiones derivadas de la precariedad material surgen algunas preguntas sobre las rela-
ciones que podemos identificar entre desigualdad e interculturalidad al interior de este
contexto específico que hemos descrito. También nos preguntamos cómo eso define
la centralidad o no de un proyecto de interculturalidad, considerando la realidad con-
creta de la escuela. Aún en menos instancias que las propuestas inicialmente (se lleva-
ron a cabo sólo dos talleres con las docentes) y en las condiciones antes expuestas, la
acción se realizó con participación de las docentes y directivos.

317
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

A partir de lo trabajado en los talleres, podemos comenzar entonces por re-


conocer la existencia de una necesidad por parte de las maestras de pensar formas de
abordar la interculturalidad en situaciones específicas dentro del aula, sin plantearse en
esta instancia la problematización del acto escolar, como habíamos enfocado en un
principio la propuesta. Si bien los actos escolares forman parte de las actividades for-
males que deben cumplir las escuelas, a la hora de hablar de interculturalidad en los
talleres la mayoría de las maestras se remitía a situaciones vividas diariamente en el
aula, al tiempo que remarcaban su confianza en que los cambios comienzan por el
aprendizaje que sucede en dicho espacio. Sin embargo, este trabajo en las aulas no se
les presenta diariamente como una tarea sencilla a las docentes, que más bien lo plan-
teaban como una cuestión problemática y dual:

“nos cuesta mucho a nosotros descolonizarlos, trabajarlo en las aulas,


una cosa es decirlo y otra cosa estar en las aulas… es muy difícil ponerlo
en la práctica…nosotros lo tenemos claro, pero cuando estamos frente a
los chicos se complica…2

El aula aparece así como lugar conflictivo donde se ponen en juego diversas
situaciones desafiantes para las maestras, pero también como su lugar para hacer, don-
de se sienten cómodas y pueden introducir algunos cambios. A su vez, dicha práctica
docente parece transitar entre el proyecto institucional de “educación descolonizado-
ra” al que adhieren las maestras, y el cómo llevar adelante dicho proyecto en las situa-
ciones de diversidad que se dan en el aula con los alumnos o que se plantean hasta en
los mismos actos escolares.

3. Conclusiones

Una vez finalizada la experiencia y mirando con cierta distancia temporal el


camino recorrido, decidimos reflexionar sobre nuestra intervención en la escuela revi-
sando algunas cuestiones que nos permitan comprender los límites, alcances y posibi-
lidades que este proceso puede abrir. De ahí que nos preguntemos por nuestro posi-
cionamiento a la hora de ir a la escuela a ofrecer un taller, por cuáles son nuestros
intereses y cómo estos son vistos por los involucrados, por el lugar desde el cual es
mejor intervenir según las necesidades concretas de los sujetos y por medio de qué
modalidad lograr la toma de palabra de los mismos.
Considerar este tipo de reconocimientos por parte de las docentes, tanto co-
mo tener en cuenta sus necesidades manifestadas como una preocupación a resolver,
representa para nosotros el resultado de un proceso a través de cual construimos de-
terminados objetivos ligados a un modo particular de comprender la intervención. De
esta manera, los distintos acercamientos a la escuela implicaron una búsqueda conti-
nua marcada por el desafío de redefinir el diseño de la intervención en función del
campo de acción escogido. Una mirada hacia atrás sobre la experiencia nos invita a
reconstruir el esfuerzo de pensar el fenómeno de la interculturalidad como una prácti-

2Taller “¿Qué entendemos por interculturalidad?”, Escuela Vicente Forestieri, 27 de septiembre del año
2012.

318
Desandando la interculturalidad: problemas y desafíos… P. A. SÁNCHEZ M ARENGO ET AL.

ca cuyos nudos conflictivos se reconfiguran en función de la escuela como institución


social y de las particularidades que hacen al establecimiento educativo en el cual se
decidió intervenir. Teniendo esto en cuenta, el proyecto aquí delineado constituye una
experiencia situada que pone en discusión las formas de diálogo posibles entre la es-
cuela y la academia, poniendo en cuestión las diversas aristas que comprenden a la
intervención en este proceso.
A través de la revisión crítica y autorreflexiva del trayecto recorrido, pudimos
trazar lo que entendemos ahora como un progresivo acercamiento a las problematiza-
ciones y necesidades de las escuelas con las que establecimos el contacto y más pun-
tualmente, con aquella en la que efectuamos la intervención. Esos cambios comenza-
ron cuando visualizamos la distancia que había entre algunos de nuestros planteos e
intereses y los que encontramos en las escuelas. Iniciamos así la reformulación de la
propuesta, incorporando aquello que vimos que era sentido de su parte como necesa-
rio a ser trabajado. Además, en los talleres buscamos realizar actividades que promo-
vieran la participación activa de las docentes, para escuchar sus voces, trabajar a partir
de sus ideas en torno al tema y de su experiencia en el trabajo diario, y no sólo desde
nuestros conocimientos y prácticas. Con esto, pretendimos brindarles las reflexiones
que habían acompañado nuestras indagaciones como grupo, en términos de diálogo e
intercambio de puntos de vista para la generación conjunta de conocimiento.
Las complejidades observadas a partir de la relación establecida con la escuela
abren puertas a una serie de interrogantes para seguir pensando los modos de abordar
la interculturalidad desde la intervención en las escuelas. En este sentido, a partir de
haber identificado la necesidad de las maestras por trabajar esta temática en las aulas,
nos preguntamos por las posibilidades de aportar desde nuestro rol de investigadores-
interventores a dicho espacio. Esta apuesta nos invita a preguntarnos: ¿con qué
herramientas contaríamos y cuál sería su alcance? ¿Podríamos pensar el trabajo en las
aulas como instancia de construcción de un nuevo contenido para la puesta en escena
en los actos escolares? Y en esta misma dirección, ¿es posible concebir que el cambio
en las aulas se proyecte en los actos más allá de su carácter ritual y homogeneizante?
Los interrogantes aquí presentados problematizan las búsquedas por “desan-
dar” la interculturalidad en el contexto escolar y resuenan en una pregunta final: ¿Pue-
de el proyecto hacia la construcción de una mirada que contemple la diversidad cultu-
ral desde un enfoque no homogeneizante, insertarse en el marco de una institución
fundada bajo los designios del Estado-Nación? La experiencia descripta a lo largo de
este trabajo entonces se ubica en el contexto de estas discusiones, donde la interven-
ción sirve como una herramienta en la búsqueda de posibilidades distintas hacia el
interior del ámbito educativo y en la cuales la participación de los actores involucrados
-consideramos- tiene un rol central a la hora de aspirar a promover prácticas trans-
formadoras.

Bibliografía

BLÁZQUEZ, Gustavo, ¡¡¡Viva la Patria!!! Una etnografía de los actos escolares. Córdoba,
Tesis de Maestría. CEA, Universidad Nacional de Córdoba, 1996.

319
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

BRIONES, Claudia, “Mestizaje y blanqueamiento como coordenadas de aboriginali-


dad y nación en Argentina”, en Revista Runa, Nº 23: 61- 68, Universidad de Buenos
Aires. 2002.
DOMENECH, Eduardo, Estado, escuela e inmigración boliviana en la Argentina contemporá-
nea. Tesis Doctoral, Universidad de Salamanca, 2012
HERAS MONNER SANS, Ana Inés, “Acerca de las relaciones interculturales: un
presente-ausente tenso”, Scripta Ethnologica 24: 149-172, Buenos Aires, CONICET,
2002.
SORIA, Ana Sofia. Ser “otro” en la escuela. Un analisis sobre interculturalidad en Córdoba.
Tesis doctoral. Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba.
2011.

320
PARTE VI
POLÍTICAS PÚBLICAS, CIUDADANÍA,
ALTERIDAD Y EDUCACIÓN
XXXIII
LA NOCION DE “FORMACION PROVINCIAL
DE ALTERIDAD” PARA PENSAR LOS
PROCESOS DE INCLUSIÓN HABITACIONAL
EN LOCALIDADES CHAQUEÑAS
Cecilia Quevedo
Centro de Estudios Avanzados-Universidad Nacional de Córdoba
Universidad Nacional de Villa María - CONICET
quevedoceci@gmail.com

Introducción

E n Argentina, existen distintas tensiones al pensar la situación histórica de los


pueblos indígenas al interior del Estado-Nación y la coyuntura actual suscitada
en las últimas décadas con los procesos de reconocimiento cultural. De allí
que sea prioritario la consideración y distinción entre procesos de larga duración (la
conformación del Estado-nación latinoamericano y la constitución de lo indio como
“otro interno”) y transformaciones recientes ligadas a las procesos de inclusión en
contextos multiculturales (los reconocimiento del derecho indígena como diferencia
cultural posterior a la década de los ochenta).
En el país, estas transformaciones recientes respecto a cómo la diferencia
indígena pasa de ser objeto a sujeto de derecho (incluso internacional), culminó con la
incorporación de un artículo en la Reforma de la Constitución Nacional del 1994 1.
Anteriormente en 1985, se sancionaba la Ley Nacional 23.302 sobre “política indígena
y apoyo a las comunidades aborígenes” que reafirmó el reconocimiento de comunida-
des indígenas y derechos de autonomía. Dos años después y en la provincia de Chaco,
se sancionaba la Ley 3258 o Ley del Aborigen Chaqueño que proponía una regulación
de aspectos “integrales”.
En esta misma reforma constitucional de 1994, en el contexto de políticas ne-
oliberales, de achicamiento del Estado y descentralización, se sancionó el artículo 123
que institucionaliza la autonomía de los gobiernos locales o Municipios. En este mar-
co, es que se inserta el objetivo de la investigación tratando de pensar en cómo las

1 Briones (1998a; 2005) propone llamar “neoliberalización de los estándares metaculturales hegemónicos”
al proceso por el cual la diferencia se convierte en un valor.

323
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

instancias locales vehiculizan el reconocimiento: ¿Cómo es el vínculo entre Estados


locales y las comunidades indígenas bajo su gestión? Para ello analizaremos una políti-
ca pública específica a fin de analizar los criterios locales de inclusión en las instancias
de “formulación” y “materialización” de los programas de vivienda elaborados por el
Estado local: ¿Qué criterios normativos priman en las políticas habitacionales respecto
a las poblaciones indígenas? ¿Qué implicancias sociales tienen los procesos de relocali-
zación, generalmente, a las plantas urbanas de las localidades?
La presente ponencia pretende ahondar en el abordaje teórico-metodológico
vinculadas a la propuesta de la antropóloga Claudia Briones (1998a; 2005) basado en
los conceptos de formaciones provinciales de alteridad y la construcción de aboriginalidad.
Como una aproximación a este tipo de enfoque antropológico, desarrollada en el apar-
tado inicial, se analizará posteriormente: el rol del Estado local -la estructura estatal
que más cerca está de sus pobladores- ante la diferencia indígena y sus criterios de
inclusión; y por otra parte y en relación, la política de viviendas implementadas por el
Municipios de Villa Río Bermejito como prácticas ideológico-tecnológicas que definen
y representan, desde lo estatal, a las relaciones interétnicas en matrices sociales locales.
En la realidad objeto de estudio delimitada en el contexto nacional actual
temporalmente definido entre 2004-2011, se intenta problematizar los procesos de
inclusión habitacional a lo indígena a partir de las políticas públicas implementadas
desde los Estados locales y en su articulación con el Estado provincial chaqueño 2. El
recorte temporal se encuadra en el contexto discursivo sobre “la reparación histórica
hacia los pueblos originarios” que se sostiene tanto desde el gobierno de la Nación
como por varias de las provincias con población indígena 3. Con el desafío de pensar
una provincia no patagónica con una historicidad específica -con todo el peso del
sistema capitalista y de la misionización cristiana-, la reflexión de la ponencia intentará
pensar los procesos de inclusión habitacional respecto a las experiencias sociales qom y
wichí en los Estados locales del Departamento Güemes4.
En cuanto a lo metodológico, la realización del trabajo de campo se desarrolló
en los municipios -seleccionados de manera intencional- de Villa Río Bermejito, El

2 La política habitacional escogida para el análisis intenta responder a problemáticas históricas como
acceso a la propiedad de la tierra, el déficit habitacional o las enfermedades endémicas ligadas al hábitat
como el Mal de Chagas. Son algunos elementos discursivos ineludibles a la hora de comprender cómo se
configura la cuestión indígena y la gestión de la vivienda social como tematización estatal en el presente
provincial. A la vez es fundamental introducir los factores socio-económicos contextuales como el mode-
lo productivo provincial en crisis, la obra pública estatal como el intento de crear puestos de trabajo, entre
otros.
3 En el caso de la provincia de Chaco, la gobernación encabezada por Jorge Capitanich desde el 2007 al

2013 por el partido Frente para la Victoria. El recorte temporal de la investigación enfatiza a partir del
2004 debido a que en ese año tiene sanción el Convenio Marco del Programa Federal de Mejoramiento
de vivienda (29 de julio de 2004) a la luz de la cual tiene implementación políticas provinciales focalizadas
para población indígena (dependientes del Instituto de vivienda provincial –IPDUV- y articulados a
Municipios). En este período, el gobernador la provincia de Chaco es Roy Nikich por la UCR (2003-
2007).
4 El Departamento Güemes se conoce como la región del “Impenetrable” por el contexto de monte. El
Impenetrable está constituido, entre sus localidades de tercera categoría (centros de población de hasta de
5.000 habitantes), por El Sauzalito, Misión Nueva Pompeya, El Espinillo, Miraflores, Castelli y Villa Río
Bermejito. En este proyecto de tesis el trabajo de campo se realiza en las localidades de El Sauzalito y
Misión Nueva Pompeya con población Wichí, y Villa Río Bermejito con población Qom.

324
La noción de “formación provincial de alteridad”… C. QUEVEDO

Sauzalito y Misión Nueva Pompeya, y a partir de entrevistas, análisis de documentos y


programas habitacionales (Muzzopapa y Villalta 2011) y observación etnográfica. En
estas localidades, la población indígena es la mitad o la mayoría de la población total
considerando el área rural (parajes) de cada localidad. El Departamento Güemes es el
más extenso geográficamente al noroeste de la provincia, el que posee mayor cantidad
de indígenas de las etnias Qom (o Mataco, familia lingüística Mataco-Maká) y Wichí (o
Mataco, familia lingüística Mataco-Maká), y la existencia histórica de índices socio-
económicos alarmantes (entre ellos, el déficit habitacional) en retroceso en los últimos
años.

Puntos (teóricos) de partida: la nación, provincia y alteridades

En Argentina, Claudia Briones (1998a) a través de la categoría de aboriginali-


dad5 -entendida como marco de alterización de poblaciones cuya etnicidad queda vin-
culada a su autoctonía- explicita el proceso por el que se fue constituyendo discursi-
vamente a lo indígena, desde tiempos coloniales y republicanos tempranos, en torno a
la demanda de dos recursos fundamentales. En primer término, tierras para una oli-
garquía en ascenso en toda la extensión de la Patagonia austral para integrarlas a la
producción ganadera; en segundo lugar, la necesidad de mano de obra para las nacien-
tes industrias forestales y extractivas de la región norte (Carrasco y Briones 1996). Esta
diferenciación conlleva a una cuestión central: se introdujo una temprana distinción al
interior del colectivo genérico “indígenas” haciendo que a las poblaciones de la región
sur se le imputara peligrosidad entendiéndolos como salvajes y violentos, mientras que
los grupos del norte fueron descriptos -al menos en ese momento- como pacíficos y
dóciles, potencialmente domesticables como mano de obra.
La región de Chaco fue organizada como Territorio Nacional desde 1884, su
Provincialización se realiza en el año 1951 y se delimitaron las fronteras respecto a las
provincias lindantes. Los procesos de sometimiento, sedentarización, desplazamientos
e incorporación compulsiva como mano de obra en el nuevo sistema económico tu-
vieron además importantes consecuencias sobre la población indígena de la región
(Iñigo Carrera 2010). Los grupos indígenas qom y mocovíes o moqoit, junto a Wichís y
Vilelas soportaron los procesos conjuntos sedentarización y desplazamientos de regio-
nes que ancestralmente ocupaban y la afectación a los límites configurados geográfica
y políticamente por la ruptura con sus pares y los vínculos de parentesco con nuevas
fronteras geo-políticas.
En este marco, Briones define a las formaciones nacionales de alteridad como
“complejas articulaciones entre sistemas económicos, estructuras sociales, sistemas
jurídico-institucionales y aparatos ideológicos prevalecientes en los distintos países”

5 La noción de aboriginalidad en esta autora, tomándolo de Beckett quien propone la categoría para el caso
australiano, expresa los procesos particulares de construcción de alteridad entendiéndolas como formas
históricas de construcción de grupos como “otros internos” permitiendo, de esta manera, poner en evi-
dencia las formas específicas de construcción de etnicidad por parte del Estado. Así, es posible problema-
tizar construcciones singulares en relaciones sociales que a partir de denominaciones como las de “indio”,
“indígena”, “aborigen”, “originario”; convirtiendo a la noción en una categoría central para el análisis de
realidades concretas y relaciones sociales de identidad/otredad como los que la presente tematización
pretende.

325
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

(Briones 2005:16). Dichas formaciones y su transformación no sólo son producto de


prácticas estatales pero por ser los Estados-nación puntos de condensación de un vas-
to conjunto de tecnologías, dispositivos e instituciones que inscriben lugares de auto-
ridad –siempre territorialmente basados- desde donde hablar de la sociedad como un
conjunto. Briones (2005) propone detenerse en las coordenadas espacio-temporales
que tanto el Estado federal como los Estados provinciales ponen en juego como geo-
grafías de inclusión y exclusión respecto a la diversidad interior. Entonces, es posible
analizar en concreto cómo una determina formación social pone en funcionamientos
estrategias articuladas entendidas como “maquinarias”. Entre estas maquinarias es po-
sible distinguir entre las estratificadoras (producción de subjetividad desigualmente
distribuida), diferenciadoras (sistema categorial a partir de tropos de pertenencia des-
marcados o selectivamente etnizados y racializados) y territorializadoras (regímenes de
poder que instituyen sistemas de circulación entre lugares específicos).
En este marco, la provincia, más allá de ser una instancia jurídica administrati-
va y geografía naturalizada, es la construcción sociopolítica e histórica donde se evi-
dencia las problemáticas de lad aboriginalidades situadas. Entonces adquiere impor-
tancia la idea de formaciones provinciales de alteridad conceptualizándolas como “produc-
ción de categorías de identificación/clasificación y pertenencia” (Briones 2005:20). 6
Estas categorías sociales, en el campo social, materializan la regulación de existencias
concretas de diferentes tipologías de “otros internos”. En el caso Qom y Wichí, si bien
al entenderlos como otros internos son incluidos por las representaciones del Estado
en la historia de la provincia (Chaco en este caso) y de la nación, no dejan de ser con-
siderados a partir de su carácter de “subordinados”. Como expresa Giordano (2012),
en la provincia del Chaco, pervive el discurso político-cultural basado en el dispositivo
del “crisol de razas”.
Por ello, podría decirse que se dispone a estas formaciones provinciales como
la última instancia que maniobra aquellas identificaciones desde propias formas pro-
vinciales respecto a “la identidad nacional” y por ende es la matriz de identidades que
prima en cuanto a los otros internos situados. De esta manera, las fronteras entre pro-
vincias son analíticamente, para la antropología, una arista geo-política central para
considerar los procesos sociales que ocasionaron variaciones de un mismo pueblo
indígena según distintas provincias. Pero, por su parte, nada se sabe si desde las últi-
mas décadas el municipio -donde aumenta sus competencias y la implementación de
políticas públicas y programas sociales en mayor o menor articulación a la provincia e
incluso a la Nación- tiene capacidad performativa respectos a las subjetividades indí-
genas que administra y cómo son las prácticas estatales que materializan el reconoci-
miento7.

6 Así, Briones (2005) propone dos puntos teóricos y metodológicos de partida para analizar las particula-
ridades que la estructuración del Estado-nación tuvo en Latinoamérica, a saber:
- Las construcciones de alteridad hegemónicas se van copiando con las particularidades y propios
matices según relación provincia/nación y provincia/alteridades internas.
- Variaciones de un mismo pueblo según distintas provincias. Las fronteras tienen capacidad performa-
tivas respectos a las subjetividades indígenas.
7 Esta perspectiva puede vincularse con una de las nociones analíticas de Briones: las geografías estatales de

inclusión/exclusión. La categoría es definida como aquellas “articulaciones históricamente situadas y cam-


biantes mediante las cuales niveles anidados de estatalidad (…) ponderan y ubican en tiempo y espacio su

326
La noción de “formación provincial de alteridad”… C. QUEVEDO

La importancia del análisis antropológico para abordar prácticas y discursos


relacionados con políticas públicas está siendo muy tematizada en los últimos años
(Shore y Wright 1997; Shore 2010; Ramírez 2010; Gil Araujo 2006) como así también
la perspectiva etnográfica del Estado desde sus prácticas cotidianas (Das y Poole 2004;
de la Maza Cabrera 2012b; Saldi 2013 et al.).
El análisis del Estado como construcción cultural desde las metodologías an-
tropológicas permite explorar las lógicas de los Estados locales, particularmente res-
pecto a los criterios de inclusión y de reconocimiento a la diferencia cultural y com-
prender a través de qué prácticas cotidianas ese reconocimiento a nivel local se afirma,
se niega o se negocia (de la Maza Cabrera 2012a). Las políticas públicas desde la visión
antropológica que plantea Shore y Wright (2007) posicionan el rol de éstas como arti-
culadores sociales. Así, por medio de la etnografía del Estado, es posible desentrañar
algunas modalidades renovadas de dominación que se imponen en una política de re-
conocimiento y en sus niveles burocráticos más locales pero también más “capilares”.
En la misma línea argumentativa que propone Leticia Saldi en su análisis del
departamento mendocino de Lavalle en relación a las representaciones locales sobre la
reemergencia huarpe:

A nivel local también se construyen y actualizan identidades territoriales


que intentan establecer lazos fraternales entre sus pobladores, salvando
las diferencias étnicas y de clase allí presentes. Más cuando, el municipio
es la única institución con poder estatal que puede tener el control legí-
timo de sus poblaciones y recursos presentándose como una unidad
hacia fuera del distrito, pudiendo recibir recursos sin intervención del Es-
tado provincial. En este sentido, también es posible pensar en una forma-
ción departamental (o local) de alteridad en donde el gobierno local intenta
construir y hacer prevalecer una identidad regional que se conforme co-
mo una característica particular frente a las demás localidades y gobier-
nos locales, creando así legitimidad tanto hacia el interior del distrito,
como, y por sobre todo, hacia el exterior (Saldi 2013:66).

El ámbito local, ni en términos estrictamente administrativos ni como espacio


político autónomo, puede ser considerado como el contexto estatal más específico
donde se ocasionan los procesos productores de grupos alterizados en base a etnici-
dades concretas reproduciendo desigualdades desde diversos clivajes o tratando de
borrarlas desde sus representaciones ligadas a lugares de autoridad.
En este marco, adquiere importancia la propuesta de Foucault para entender
el pensamiento político como una analítica que busca visibilizar la existencia en prácti-
cas concreta de un ejercicio del poder a partir del juego -aparentemente invisible- entre
poder y verdad. Desde allí es posible analizar entonces cómo las políticas de vivienda

diversidad interior” (Briones 2005:17). Es aquí donde la autora refiere visión tripartita de la estructura
federal: estado federal, estados provinciales y estados municipales. Paralelamente, a estos niveles Briones
les atribuye la misma lectura foucaultiana -y basándose en Stuart Hall- al entenderlos como formaciones
multidimensionales que condensan discursos y prácticas políticas en un hacer sistemático cuyo objetivo es
la regulación y normalización de lo social.

327
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

–como “práctica” gubernamental- y la vivienda en sí misma –no sólo la familia- insti-


tuye en las localidades consideradas un nuevo sistema de relación política. La habitabi-
lidad pasa a definirse en el escenario del espacio político, el lugar donde se vinculan las
fuerzas “tensionales” de la sociedad. La problematización sobre el hábitat social refe-
rido a los asentamientos sociales es al mismo tiempo discurso político y dispositivo de poder
(Cortés Ortiz 2011; Foucault 2009). En las tramas de estos discursos -que son también
dispositivos de poder- se constituyen nuevas relaciones sociales y conflictos, y su
puesta en funcionamiento -más que como meros significantes- afecta la materialidad
de los espacios y las relaciones (Grosso 2008). Se dirime, de este modo, una determi-
nada lógica del poder, con propios instrumentos ideológicos-tecnológicos, en una
coyuntura específica del modo de producción capitalista y de la matriz socio-política
poscolonial que condiciona ciertos procesos de alterización.

El Municipio como formación local de alteridad situada

Se intentará, bajo una primera aproximación conceptual, dar cuenta de los


procesos actuales de inclusión/exclusión que surgen de los procesos de reconocimien-
to de la diferencia indígena en ámbitos locales de gestión y algunas de sus categorías
sociales de clasificación e identificación a partir de las cuales llevan adelante las prácti-
cas estatales locales, en este caso, las políticas habitacionales.
En este sentido, Briones (2005) propone pensar cómo cada provincia tiene
otros “heredados” de la simbología hegemónica nacional y cómo esta simbología se
confronta con los estilos provinciales de “ser argentino”. A partir de los supuestos de
la autora, y antropólogos afines, sobre las co-construcciones contextualizadas de abori-
ginalidad y nación (nación-como-Estado) es posible analizar cómo cada provincia orga-
niza su hegemonía cultural. El aporte que se propone estaría en dar fuerza y focalizar,
en tercer lugar, en las Estados locales o municipios como productora de alteridades internas a
la provincia pero situadas en las localidades. Además de la relación nación/provincia y
provincia/alteridades internas es necesario pensar un nivel más específico y concreto
donde rastrear la confrontación o interjuego entre los otros heredados y los estilos
propios y localmente asentados. Pues, en los estudios antropológicos el municipio o el
Estado local no tiene demasiada importancia más que como entidad administrativa o
geográfica naturalizada.
Pensando en los municipios del Departamento Güemes8, son tres los argu-
mentos que han colocado al Estado local en un lugar segundario al análisis social en
relación al vínculo con poblaciones indígenas. En primer lugar, por la formación tardía
de estas administraciones: a excepción del Municipio de Villa Río Bermejito, el de
Misión Nueva Pompeya y el de El Sausalito datan de la década de los 70 (1977 y 1979

8 El último Municipio en fundarse es el de El Espinillo en 2010, el cual antes era un paraje en dependen-
cia administrativa de Villa Río Bermejito y en vinculación social permanente (comercial o por servicios
públicos) con la ciudad de J. J. Castelli por cercanía geográfica y disponibilidad de medios de transporte.
Este municipio es el segundo en contar con un Intendente qom (y el tercero en la elección de un intenden-
te indígena luego de la experiencia de El Sauzalito con los intendentes de origen wichí Rogelio Herrera y
Romualdo Martínez), habiendo sido electo Ricardo Sandoval en las elecciones de 2011. En el departa-
mento, la ciudad de J. J. Castelli (cabecera departamental) y Miraflores son las únicas localidades de pri-
mera y segunda categoría respectivamente y no las contempla en el análisis.

328
La noción de “formación provincial de alteridad”… C. QUEVEDO

respectivamente9). En segundo momento, el lugar subordinado (en un territorio de-


partamental relegado socialmente) se imputó por las escazas capacidades instituciona-
les atribuidas a pesar de la autonomía y los procesos de descentralización que se con-
cede desde hace dos décadas, es decir, a partir del artículo 123 de la reforma constitu-
cional de la Nación de 1994 y el artículo 202 de la reforma de la constitución Provin-
cial del mismo año.
En tercer lugar, los trabajos antropológicos, debido a la dispersión rural de las
comunidades indígenas en contextos rural (de monte o en los denominados “parajes”) y
la relativamente escaza población a su cargo -que normativamente clasifica a los munici-
pios de tercera categoría-, han ensayado análisis que ponen al ámbito más urbanizado de
las localidades como mero “lugares de paso” (Franceschi y Dasso 2010). Este tipo de
argumentaciones han montado al gobierno municipal como irrelevante más que no sea
para otorgar algún beneficio (desde puntos de vista que enfatiza las lógicas clientelares y
asistencialistas respecto a ciudadanos indígenas pasivos y oprimidos).
En la actualidad y respecto a este aspecto poblacional, se destaca una modifi-
cación de la dinámica migratoria en relación a procesos de urbanización en torno a las
plantas urbanas de las localidades. Al comparar los censos nacionales de 2001 y 2010
(INDEC, 2001; 2010), se comprueba que en estas localidades se suscita un incremento
de la población urbanizada a través de la migración campo-plantas urbanas (más apro-
piado que campo-ciudad en este contexto departamental) que modifica el patrón tra-
dicional de migración a la capital provincial (Barreto y Edel 2013) o, como era el caso
específicos de las comunidades indígenas, a los grandes centros urbanos del país (Ro-
sario, La Plata, Buenos Aires).
Por otro lado, es necesario considerar que el análisis antropológico atribuye
un peso irreductible a la impronta de la Misión Franciscana y las Iglesias Católicas y
Anglicanas en la matriz subjetiva de las comunidades indígenas de la región objeto de
estudio -particularmente con la población wichí-, incluso habiendo condicionado el
surgimiento de las propias estructuras municipales desde la década de los años 70 -
como es el caso de El Sauzalito- (Doyle 1997). En la realidad actual y considerando los
roles sociales diversos de las administraciones municipales, podría pensarse que aque-
llos procesos de subjetivación únicamente otorgados desde sistemas religiosos parale-
los a los suscitados a través de las “misiones” en la construcción del Estado-Nación
(pensando en Misión Nueva Pompeya), pueden ser pensados en la actualidad en rela-
ción a instituciones administrativas e incluso a niveles de la política local. De un modo
relacional, e intentando conceptualizar los modos sociales que adquiere el liderazgo
(niyát) en la sociedad wichí de Nueva Pompeya actual, expresa la antropóloga María
Cristina Dasso:

A la Municipalidad van los representantes a hablar con el intendente,


aunque de otro modo. Tanto es así que la figura del jefe municipal es
identificada como jefe, “de los nuestros” o “de los otros” según las per-

9 Hasta 1970 la población rural de la provincia aún superaba a la población urbana.

329
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

sonas wichí que se consulte. Es decir, su agencia y presencia define –


entre los wichí- un nosotros y un otros diferenciado (Dasso 2008:208).10

Entendiéndolos como ámbito con especificidad histórica y sociológica, aun-


que sin sobredimensión la relevancia de las relaciones de dominación local, el Estado
local, desde su gestión de la diversidad cultural local, coadyuva a la representación de
esa diversidad en relación a las matrices sociales hegemónicas disponibles.
Desde una mirada contextual, el municipio proporciona mucho más que mer-
cadería (por ejemplo, a través del sistema de “vales” que otorga el Municipio de Nueva
Pompeya con sello y firma del intendente y canjeables en ciertos almacenes), trabajo o
pensiones. Pensando en la idea de localización más acentuada que se propone, permite
darle mayor especificidad a la noción de aboriginalidad y las representaciones sobre las
relaciones interétnicas que desde el Estado local se articulan. Por ello adquiere centra-
lidad el análisis de este tipo de entidades administrativas que son las que, en definitiva,
más “control social” poseen sobre su población.
No obstante, no se puede dejar de explicitar el vínculo de estas dinámicas
identitarias -y el control social a nivel local- con los cambios estructurales en la pro-
vincia (el sistema productivo) y las formas de incorporación actuales al indígena en
estos dinámicas económicas así como los medios de subsistencia de que dispone la
realidad indígena (principalmente los que provienen del empleo público o de los pro-
gramas sociales nacionales como los subsidios y pensiones no contributivas)11.
Por todo ello, es que se considera pertinente el análisis a los Estados locales
del Departamento Güemes, no sólo desde las políticas públicas y programas sociales
focalizados para población indígena que comienzan en los años 80 y 90, sino desde la
descripción de los nuevos escenarios socio-políticos mediados por la implementación
de políticas públicas de hábitat social, en nuestro caso. Esto permite problematizar la
interacción social y cotidiana entre indígenas y no indígenas (“aborígenes” y “criollos”)
articulada por Estados locales y sus políticas públicas, y los consecuentes procesos de
construcción de aboriginalidad que allí se suscitan.

Análisis de una política de vivienda como práctica estatal local

El tema de la vivienda se inserta en toda la crisis de pasar de ser cazado-


res-recolectores nómades, a sedentarios. No solamente cambian las acti-
vidades, cambian los símbolos, cambia el estilo de diálogo con la natura-
leza, cambian las escalas de valores (Doyle 1997).

10 Las expresiones “gente del intendente”/”no es gente del intendente” son también utilizadas para dar
cuenta por parte de los Wichí los procesos de identificación y diferenciación social en la localidad de
Nueva Pompeya (donde el intendente, por la UCR, es reelecto en cuatro gestiones en el cargo –periodo
1999-2003/2003-2007/2007-2011/2011-2015-; situación similar al intendente de El Sausalito y de Berme-
jito, ambos reelectos por tres gestiones -2003/2007-2007/2011-2011/2015-).
11 Es por ello, que Briones aclara la necesidad que la fue llevando a introducir el concepto de “economía

política de producción de diversidad cultural” (Briones 2001; 2005), a partir de una matriz de mayor
complejidad de alterizaciones y normalizaciones relacionadas con cuestiones estructurales.

330
La noción de “formación provincial de alteridad”… C. QUEVEDO

En 1987, se sanciona la Ley 3258 o Ley del Aborigen Chaqueño, que en su


artículo 19 expresa:

El instituto provincial de desarrollo urbano y vivienda coordinará con el


IdACh [Instituto del Aborigen Chaqueño] acciones en materia de vivien-
da que permita al indígena el acceso a condiciones de habitabilidad digna,
adecuadas a las necesidades socio-culturales de su grupo familiar y las ca-
racterísticas ecológicas de la zona que habitan, priorizando las actividades
en el área rural.

En este artículo, se expresa el reconocimiento cultural a la diferencia indígena


por parte del Estado subnacional en relación al marco mayor de la Ley de protección
jurídica “integral” a los pueblos indígenas. Expresa también la necesidad de que el
Estado regule un ámbito específico, lo que con el paso de los años será una bisagra
para dicho reconocimiento: la vivienda social para las comunidades indígenas.
Desde la sanción de aquella ley provincial, nunca antes las “acciones en mate-
ria de vivienda que permita al indígena el acceso a condiciones de habitabilidad dig-
na”12 fueron tan acentuadas como en el periodo analizado (2004-2011). La proporción
cuantitativa de viviendas estatales otorgadas a indígenas se incrementa a niveles inusi-
tados en las localidades consideradas. Esto tiene un relación con las dinámicas de-
mográficas, como mencionábamos anteriormente, y los procesos de migración cam-
po-plantas urbanas que ocasionan las relocalizaciones en los barrios periféricos de las
localidades.
Allí es que resulta central analizar las definiciones normativas de los Estados
locales y sus prácticas entendidas en términos de políticas públicas para los ciudadanos
indígenas para conceptualizar los procesos de construcción de alteridades. Al pensar
en la producción estatal de la vivienda, y a partir del paradigma “vivienda occidental-
urbana-moderna” (Pelli 2007), el Estado local tiene un rol central en relación a la vin-
culación con la construcción de la diferencia indígena.

El programa Mejor Vivir

En el 2004, el Instituto Provincial de Desarrollo Social y Vivienda del Go-


bierno del pueblo de la provincia del Chaco firma el convenio marco del Ministerio de
Planificación Federal, Inversión pública y Servicios que pone en funcionamiento el
Programa Federal de Mejoramiento de Viviendas “Mejor Vivir”. Este programa tiene
como objetivo reducir el déficit habitacional y ocupacional. En el primer caso, el pro-
grama se propone reducir la necesidad de mejoras del 80% del total de hogares del
país que, teniendo una vivienda requiere refacción o ampliación (para familias sin ac-
ceso al crédito). Respecto al déficit ocupacional se propone la generación de fuentes
de empleo a partir de la reactivación del mercado de la construcción (Barreto 2012). El
esfuerzo asociativo entre Nación-Provincia-Municipio se propone alcanzar estas me-

12 La noción de “condiciones de habitabilidad digna” esta en estrecha relación con el expresión “casa
digna”, que como ideologema, sustituye a la marginalidad por la membrecía de lo indígena dentro del
campo igualitario de la ciudadanía.

331
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

tas. La construcción de los planes de vivienda queda en manos de los municipios,


cooperativas de trabajo o, en la mayoría de los casos, del Instituto de Vivienda (IP-
DUV) quien lo ejecuta a través de licitaciones públicas a empresas. Cuando es el Mu-
nicipio quien se ha encargado de la instancia de implementación y administración
según el cupo de viviendas asignado desde el IPDUV, es éste el que confecciona la
lista de los posibles pobladores adjudicatarios de las viviendas y, en el caso analizado,
también elabora dos sub-programas donde el Municipio de Villa Río Bermejito mate-
rializa los criterios con que gestionará la asignación de viviendas (Quevedo 2011) y la
gestión de la diversidad. En este sentido, es que el aspecto documental de la política
pública local adquiere relevancia analítica.

Formulación de la política habitacional local y lo “aborigen”

En nuestro caso, se toma para el análisis un programa habitacional federal que


luego de ser avalado por el IPDUV, baja hasta los municipios como última instancia
de implementación. Se considerará, en esta ocasión, un análisis referido a las instancias
referidas a la formulación de algunos programas municipales13. Partiendo de la dificul-
tad para acceder a los documentos de la administración estatal, se puso tener acceso al
documento de la Municipalidad de Villa Río Bermejito que fundamenta el pedido de
evaluación para la ejecución de dos programas de vivienda que tomaremos como refe-
rencia para el análisis. En lo metodológico, se considera que los documentos poseen
“la fuerza de lo estatal” (Muzzopappa y Villalta 2011) como palabra legitima o autori-
zada.
En el análisis de la política pública de vivienda en un sentido a priori universa-
lista (es decir, no focalizado exclusivamente para indígenas como sí otros programas
que no se aludirán en esta ocasión) respecto a la población total de la localidad, se
manifiestan al menos tres dicotomías en las representaciones locales. A saber:
a) Representación municipal y objetivación de la diversidad local. Como primera dicoto-
mía, surge la diferenciación documental que elabora la municipalidad entre
dos subprogramas de viviendas con fecha del 23 de septiembre de 2007. Al
solicitar aprobación para la ejecución de viviendas ante otra instancia estatal,
es el municipio quien representa a la sociedad en términos de la necesidad
habitacional y desde la composición y características culturales de esa socie-
dad como “comunidad imaginada” (Anderson 1993).
El primer subprograma denominado “Viviendas Programa Mejor Vivir” rurales y
urbanos. Para aborígenes (MV). El segundo sub-programa Viviendas Programa
“Familias Criollas” rurales (FC). Entre las características de cada subprograma
enunciadas en la portada del documento se destacan: el presupuesto por ad-
ministración municipal, el plazo temporal de la obra, la cantidad de unidades
habitacionales y requisitos fundamentales respecto a las características de la

13 También se analizó la elaboración de listas de posibles beneficiarios, modos de construcción, disposi-


ciones territoriales, características arquitectónicas de las viviendas, y la posterior adjudicación a los benefi-
ciarios indígenas relocalizados o no en cuanto a sus experiencias. Se desarrolló una instancia etnográfica
exhaustiva a través del trabajo de campo pero su mención excedería los límites de la presente ponencia.
Sólo se referirá a datos imprescindibles.

332
La noción de “formación provincial de alteridad”… C. QUEVEDO

vivienda. En cada uno de estos puntos (a excepción de la temporalidad racio-


nalizada de 4 etapas de 6 meses cada uno), hay diferencias sustanciales en la
comparación:
 La cantidad de unidades habitacionales requeridas: 500 para FC y 200 pa-
ra MV.
 Presupuesto: $24.800 para FC y $14,222 para MV
 Requisitos fundamentales respecto a las características de la vivienda: “El
Aljibe y la letrina son fundamentales para ellos” para MV; “La Galería, la Cisterna
de 8.000 litros y la Letrina son fundamentales para ellos”. Esta distinción denota
cómo las “condiciones de habitabilidad digna” a las que refería el artículo
19 no son universales para el Estado local en cuestión.
Luego, en la segunda página del documento se esbozan los croquis de cada ti-
pología de vivienda dependiente de los subprogramas. El “croquis Nº 1” de
MV es: una habitación de 4 metros de largo por 3,30 metros de ancho con re-
ferencias (puerta, ventana, etc.), un dibujo que evidencia una ventana pequeña
y rectangular y el techo inclinado en la vivienda, cisterna de 6.000 litros, la ca-
naleta en el techo para juntar agua de lluvia y letrina y baño en una pieza al
costado de la “habitación-vivienda” (decimos “habitación-vivienda” porque a
pesar de ser un mejoramiento de vivienda preexistente, se construyeron en
todo el departamento como viviendas en sí mismas). En el “croquis Nº 2” de
FC es: dos habitaciones de 7 metros de largo por 3,15 de ancho (3,50 cada
habitación por 3,15 metros) con una galería de 7 metros por 2,50; la cisterna
de 8.000 litros; y baño y letrina al costado de la vivienda que “se anexa a la vi-
vienda existente que en la mayoría de los casos es de tierra”.
Por último, en la tercera página del documento se esboza la lista de posibles
beneficiarios en un cuadro con columnas que detallan: con nombre y apellido,
DNI y categoría de pertenencia e identificación como aborigen. Pero en el ca-
so del subprograma Familia Criolla se esboza la lista de beneficiarios con
nombre y apellido, DNI, nombre del conjugue, cantidad de hijos y paraje (de-
be recordarse que las viviendas son para la población rural). No hay categoría
de pertenencia e identificación como criollo.
b) Tropos de diferenciación, individuación y alterización. Como segunda dicotomía, se
evidencian las configuraciones normativas de lo que debe ser el sujeto reco-
nocido por el Estado (Bocarejo 2011) y la composición de la diversidad cultu-
ral de la localidad. Desde las portadas de los documentos, se instituye una di-
cotomía central: un programa que se destina a población aborigen y otro a
población criolla. En la construcción del beneficiario, el sujeto sólo es identi-
ficado a través de las dos categorías sociales centrales de clasificación y objeti-
vadas en la red de escritura documental entendida ésta como práctica estatal
esencial. Se limita la posibilidad de que un sujeto de identifique como “crio-
llo” pero también como “qom” o viceversa, haciendo que el mestizaje no nos
sea identificación posible. A la vez, si bien la categoría criollo, es enunciada
desde el título y en relación a un vínculo normativo con una idea de parentes-
co (“Familia Criolla”), a diferencia del programa para aborígenes, el casillero de
identificación “criollo” es inexistente, como si fuera una matriz invisible de

333
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

identificación. En ambos casos, la individualidad del sujeto desaparece y sólo


cobra importancia ante la homogeneidad de cada categoría de pertenencia.
En la construcción de la “necesidad” habitacional se suscita lo que se podría
denominar proceso de construcción de la alteridad respecto a cómo se simbo-
liza la necesidad del grupo “aborígenes”. Esta diferenciación da cuenta los
debates y discursos políticos que orientan las políticas respecto a inclusión de
lo indígena en el Estado local chaqueño. Las denominadas “condiciones de
habitabilidad digna”, como expresión constitucional, difieren en relación de
cada categoría de identificación. En la “representación” del Estado local a la
sociedad que gestiona se desliza una argumentación sobre qué es lo prioritario
para “ellos”, ya sea criollos o aborígenes, y significa la “necesidad habitacio-
nal” marcadamente diferenciada en relación a las proporciones espaciales y
arquitectónicas. La habitación/vivienda MV para aborígenes (que, en el traba-
jo de campo se constató que se construye como vivienda y no como mejora-
miento de vivienda preexistente como sí expresan los argumentos del pro-
grama federal) en comparación con la del mejoramiento (efectivo) de vivienda
del programa FC implica un discurso que desfavorece a los beneficiarios indí-
genas ante un mismo beneficio estatal. Se subordina, bajo un criterio cultural
de diversidad, la inclusión estatal de lo indígena respecto a lo criollo (como
matriz cuasi-invisible) que otorga el Estado local.
c) Estrategia local de espacialización de la diferencia. Las denominadas “condiciones de
habitabilidad digna” implicará una nueva re-localización, generalmente urba-
nizada, para las formas de vida de la alteridad indígena. Cada categoría de
identificación y clasificación implicará una localización determinada. Es decir,
la primera dicotomía que es objetivada desde lo documental conllevará a que
la vivienda tenga una lugar determinado, ya sea en el ámbito urbanizado (para
los aborígenes) o rural (criollos)14. La lógica espacial actualiza las formaciones
locales de alteridad en las cuales el ejercicio de la regulación municipal se apo-
ya, localizando y situando a la otredad indígena en el territorio bajo ejido mu-
nicipal, principalmente en la planta urbana de la localidad bermejitense en este
caso15. La nueva relocalización como el “lugar” que emerge de cada uno de
los sub-programas habitacionales implica que aquella distinción categorial
primaria regulará posteriormente las existencias concretas de los sujetos y sus
experiencias sociales e identitarias (Vivaldi 2010). El principal límite como

14 Siguiendo a Tamagno (2001), esto no implica que los ámbitos del campo y de la ciudad sean realidades
separadas, una tradicional, la otra moderna; una resistiendo al cambio, otra basándose en él sino que las
tendencias y contradicciones de una determinada formación social se manifiestan tanto en las áreas rura-
les como urbanas.
15 En la realización del trabajo de campo se puede constatar que un gran porcentaje de viviendas, (reco-

nocibles por las características arquitectónicas: una piecita pintada de colores llamativos) ha sido en su
mayoría realizada en las plantas urbanas no sólo de Bermejito sino de Nueva Pompeya y fundamental-
mente en El Sauzalito. A partir de comparar las tres localidades, se llega a la hipótesis de trabajo de que
existen tres lógicas de construcción de las viviendas dependientes de los Estados locales: Caso 1: lógica
espacial de sectorización indígena (Barrio Nuevo y Barrio Norte en Villa Río Bermejito); Caso 2: lógica
espacial de “integración” al indígena (viviendas “entreveradas” entre indígenas y no-indígenas en El
Sauzalito); Caso 3: Lógica espacial mixta (en el Barrio wichí y en las 20.000 hectáreas de propiedad indí-
gena comunitaria que contornea la planta urbana en Nueva Pompeya).

334
La noción de “formación provincial de alteridad”… C. QUEVEDO

beneficiario de una vivienda MV en planta urbana es la reproducción de la


familia extensa en una habitación-vivienda pensada para la familia nuclear -
esto es particularmente interesante en el caso wichí con las “casas asociadas”-
(Franceschi y Dasso 2010; Barúa et. al. 2008). Por ello, la política habitacional
como discurso político es fundamentalmente un dispositivo de poder (Fou-
cault 2009) o una maquinaria eficazmente territorializadora (Briones 2005).
Materializa criterios locales de diferenciación, de inclusión y exclusión. Es de-
cir, la política habitacional local se instituye como prácticas ideológico-
tecnológicas que definen y representan a las relaciones interétnicas en las ma-
trices sociales de la localidad16.

Reflexiones finales

El focalizar en una política pública comprendiéndola como tecnología norma-


lizadora y disciplinante (Foucault 2009), permite analizar la construcción de alteridad
por parte de un municipio sin desestimar el rol que éste tiene como articulador social.
Las formaciones provinciales de alteridad operan como articuladores que generan
representaciones acerca del propio Estado estipulando las construcciones categoriales
y clasificatorias a sus propias formaciones locales de alteridad con las que los “otros
internos” se identificarán o interpelarán (Saldi 2013). La distinción entre “aborígenes”
y “criollos” a través de una política que articula dos programas para cada categoría
clasificatoria denota los instrumentos ideológicos-tecnológicos (Grosso 2008) que
inscriben subjetividades al mostrar el doble movimiento que realiza la norma: homo-
geneizar y a su vez diversificar el campo de lo social (Briones 1998b).
Con una analítica que acentúa la especificidad de las relaciones sociales articula-
das por el Estado local (y problematizando los nuevos desplazamientos de las comuni-
dades a ámbitos urbanizados), el trabajo pretendió dar cuenta de cómo se configura una
política habitacional a nivel local entendiéndola como práctica estatal y cotidiana, cómo
se suscitan los procesos de reconocimiento cultural a la diferencia indígena a la luz de los
procesos metaculturales (Briones 1998b) pero en ámbitos locales y cómo esta instancia
estatal construye alteridades particulares en su población a gestionar.
La apuesta por el análisis a las formaciones locales de alteridad significa deve-
lar como se actualizan viejas relaciones de poder, matrices nacionales y provinciales de
alteridad en base, indudable e implícitamente, de supuestos biologizantes de las rela-
ciones sociales, por un lado, entre los procesos de identificación local entre “nosotros”
y los “otros”, y por otro, entre una relativamente “nueva” instancia estatal y las carac-
terísticas del control social que se ejerce a las comunidades indígenas que, a su vez, lo
interpelan, disputan, negocian o aceptan desde sus matrices culturales. Pero funda-

16En la realización del trabajo de campo en Misión Nueva Pompeya, no se pudo acceder a los documen-
tos pero en una actividad exhaustiva de mapeo de viviendas estatales con informantes claves se notó que
en el caso de las viviendas del programa Mejor Vivir II (que formalmente suponía la construcción de
comedor-cocina y dos habitaciones) fueron construidas de dos maneras: para aborígenes wichí en las
20.000 hectáreas de propiedad comunitaria, y son sólo una habitación, y para los criollos en la planta
urbana con la tipología esbozada desde el programa federal (Mejor Vivir II, 28 de Octubre de 2010, Reso-
lución 1030/2010 – Secretaria de Obras Públicas de la Nación).

335
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

mentalmente, de este modo, al problematizar el vínculo concreto entre los municipios


y comunidades indígenas se describen las aristas políticas en sus anclajes locales que
adquieren los procesos de ciudadanización, la consecución de derechos y los “consen-
sos” sobre el reconocimiento de las actuales retóricas discursivas de la inclusión pro-
vincial y nacional a lo indígena. Por ello, como bien lo explicita Briones (1998b), es
que cuanto más se indaga en los procesos de alterización específicos, en este caso de
una de la política pública con más impacto redistributivo de la última década junto a
subsidios y pensiones, más se debe poner la mirada en los procesos de construcción
hegemónica que nos cruza y constituye.

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337
XXXIV
LAS “ÁREAS DE DESARROLLO INDÍGENA” EN
CHILE: UNA OBSERVACIÓN CRÍTICA DESDE
LOS APORTES DE HABERMAS Y DUSSEL1
Victoria Rivera Ugarte1 - Francisca Gómez Lechaptois2
1 Universidad Santo Tomás – Pontificia Universidad Católica de Chile
2 Universidad Alberto Hurtado – Pontificia Universidad Católica de Chile

victoriaru@gmail.com - fjgomezl@uc.cl

Introducción

E ste artículo busca responder a la pregunta por la forma en que los principios
normativos que han marcado el horizonte de las políticas públicas de los últi-
mos años en Chile –como participación, derechos e integración– han sido
traducidos por la política indígena, específicamente las Áreas de Desarrollo Indígena
(ADI), definidas como

espacios territoriales en que los organismos de la administración del Es-


tado focalizarán su acción en beneficio del desarrollo armónico de los
indígenas y sus comunidades (CONADI, Ley Indígena N° 19.253).

Este análisis se realizará desde dos teorías éticas que permiten efectuar un
análisis crítico particularmente de la dimensión normativa de las policies: la teoría haber-
masiana y la teoría dusseliana. Éstas han sido operacionalizadas por las autoras en sus
respectivas tesis de posgrado en la forma de principios de análisis de política pública
(Rivera 2010), y que ahora se transforman en una serie de preguntas que interrogan en
un nivel de mayor concreción a la política pública.

1. La ética dialógica como perspectiva posible para el análisis de las ADI

A la luz de los aportes de J. Habermas, la escasa participación de los ciudada-


nos y el protagonismo alcanzado por los saberes técnicos diagnosticado en el país 2,

1Ponencia vinculada al proyecto FONDECYT N° 1110428. Presentada originalmente bajo el título


“Observando la Política Pública Indígena Chilena Desde una Perspectiva Crítica: los Aportes de Haber-
mas y Dussel para el Análisis de Políticas Públicas en Contextos Latinoamericanos”.

339
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

puede ser interpretado como una expresión del proceso decolonización del mundo de
la vida por parte de sistemas sociales. Aquí y en el marco del proceso de moderniza-
ción del Estado, los procesos políticos se han tecnificado, encontrando como espacio
privilegiado de validación la racionalidad estratégica y técnica 3.
Ante esto, toma relevancia la ética deliberativa, que ofrece principios que
permiten evaluar la validez de las normas, lo que en el proceso chileno ha sido esca-
samente incorporado a las políticas. Específicamente, esta ética ofrece dos principios,
el dialógico (“D”) y el universalista (“U”), desde donde es posible testear las condicio-
nes para que en la política pública los afectados puedan participan en un diálogo simé-
trico, donde cada cual sea reconocido como un interlocutor válido, es decir, con capa-
cidad de argumentación; además de observar si a la política pública subyacen proce-
dimientos que permitan la ponderación de consecuencias, respectivamente (Habermas
2000). En el horizonte de superar la perspectiva monológica y subjetiva, incorpo-
rando el diálogo y entendimiento, para la política pública esta teoría abre una mirada
crítica que exige que las decisiones públicas trasciendan las burocracias estatales e
incorporen a actores diversos de manera simétrica y con perspectiva universalista,
relevante para el trabajo en un contexto plural.
Así, en consideración de los principios U y D, es posible observar analítica-
mente algunos elementos subyacentes a las ADI, cuya interpretación se operacionalizó
a través de los elementos que se presentan en el apartado siguiente.

1.1. Principio “D”

Para la observación del principio discursivo, se identificaron dos elementos


clave: la representación del otro y uso del discurso como medio de deliberación.
Respecto al primero, el principio se cumplirá cuando el otro es identificado en un
sentido amplio e inclusivo, asumiendo un rol determinado dentro de la formulación de la política. La
observación fue guiada por preguntas como: ¿quiénes son los actores que participan
en las decisiones con posibilidad de diálogo, sin coacción y en relación simétrica?,
¿quién define los actores que participarán en la toma de decisiones?, ¿qué función
asumen los afectados por las decisiones dentro del proceso de la política en sus distin-
tas fases?
En el caso de las ADI, es posible ver que ésta no considera espacios de parti-
cipación continuos como parte de su operar. Concretamente, las ADI, enmarcadas
institucionalmente en el programa Orígenes, consideran las Iniciativas Comunitarias
como instancia que posibilitan el financiamiento de “proyectos formulados por la
comunidad en un proceso participativo, que luego son analizados y evaluados por los
equipos regionales del Programa, y aprobados a nivel regional por los COZ4”. ¿Qué

2 Además de las obras citadas en esta ponencia, ver los aportes conceptuales de Serrano y Raczinsky
(1998) o la mirada evaluativa de Fernández y Ordoñez (2007).
3 Para observar el énfasis técnico que el proceso de modernización del Estado ha tenido, ver:
http://www.modernizacion.gob.cl/nuestra-agenda/
4 Los Comités de Coordinación Zonales, COZ están conformados por el Intendente, Gobernadores y

Alcaldes, Directores regionales de las instituciones coejecutoras, el Coordinador de la Unidades Ejecuto-


ras Zonales y 2 representantes indígenas. Tiene por función coordinar las acciones del programa a nivel
regional, provincial y municipal, y aprobar, los proyectos presentados por la UEZ.

340
Las “áreas de desarrollo indígena” en Chile… V. RIVERA UGARTE y F. GÓMEZ LECHAPTOIS

implica esto desde la ética dialógica? Que los afectados no participan directamente,
sino a través de representantes, donde el proceso de validación de su elección no es
aludida por el programa. A su vez, éstos se ponen en diálogo en un espacio donde la
voz mayoritaria corresponde a funcionarios públicos no elegidos democráticamente 5.
Finalmente, las iniciativas nacen de las comunidades, pero deben ser aprobadas por un
equipo técnico, quienes en última instancia determinarán la realización o no del pro-
yecto.
Respecto al “uso del discurso como medio de interacción” éste estará presen-
te cuando la política contemple un espacio formal y permanente para su construcción,
donde los principios de funcionamiento estén basados en la universalidad y discurso, a
partir de los cuales se construyen normas, recogiendo la argumentación y capacidad de
consenso y deliberación colectiva por parte de los actores involucrados.
Para su observación, se consideraron preguntas como: los afectados por las
decisiones ¿qué medios disponen para comunicar sus visiones de mundo?; estos me-
dios ¿son inclusivos para que todos los afectados puedan formar parte de las decisio-
nes pertinentes a la política, considerando factores culturales, idiomáticos, geográficos,
etáreos, de género, etc.?; ¿forman parte de los procedimientos contemplados por la
política, o más bien irrumpen desde afuera?
En efecto, los procedimientos que desde la ley determinan los medios de co-
municación son los Consejos Directivos de las ADI y los COZ, donde hay un predo-
minio de actores estatales validados por la razón técnica, señalándose que “establecen
nítidamente los organismos del Estado que deben participar pero en ningún caso se
hacen cargo de los mecanismos de participación indígena” (Asesorías para el Desarro-
llo 2005). Existen además mecanismos externos de coacción al diálogo, dadas por
líneas de desarrollo definidas antes de que se constituyan estos espacios de participa-
ción (Espinoza 2007:6). Por otra parte, los planes participativos deben pasar por una
evaluación técnica, siendo esta racionalidad la que determinará que las decisiones de
los actores involucrados se traduzcan en prácticas efectivas. Con esto, la diversidad de
argumentos queda solapada por un aparente consenso basado, en realidad, en la racio-
nalidad instrumental que predomina desde la burocracia estatal, dejando en segundo
plano el diálogo orientado al entendimiento.

1.2. Principio “U”

Para la observación de este principio, se considerará, por una parte, la existen-


cia de simetría y, por otra, la ponderación de consecuencias. En este sentido, la simetr-
ía refiere a que el procedimiento que subyace a la política pública permita que los par-
ticipantes propongan problemas o intereses de manera autónoma, sin coerción, pri-
mando los mejores argumentos. Aquí, se busca responder a ¿qué nivel de incidencia
tienen los discursos de cada actor, es decir, que los discursos deriven en decisiones?;
¿existen actores externos a la política que coaccionen las decisiones que ahí se tomen?

5 La excepción aquí son los alcaldes, quienes según la legislación chilena, pasan por un proceso de elec-
ción popular cada cuatro años. Sin embargo, éstos representan intereses no sólo de las comunidades
indígenas, sino de la población en general que habita una comuna.

341
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Al respecto, se observa que las ADI se implementan desde una estructura pi-
ramidal y centralizada, destacando el rol de los técnicos por sobre los ciudadanos.
Específicamente, el programa es operado desde la Secretaría Ejecutiva, la que actúa
desconcentradamente a través de las Unidades Ejecutoras Zonales presentes en cada
región que participa en el programa. Estas unidades son conformadas por un coordi-
nador y un equipo compuesto por técnicos y especialistas en las áreas de desarrollo
rural, administración financiera, además de promotores locales, quienes se coordinan
con funcionarios de las agencias co-ejecutoras en sus respectivas regiones y con las
administraciones locales. Esta estructura puede comprenderse si se considera que el
programa funciona en un marco de procedimientos determinado desde la lógica esta-
tal, que busca coordinar y focalizar una oferta de servicios ya definida.
En tanto la ponderación de consecuencias, se observará mediante la existencia
de un espacio discursivo abierto, las consecuencias positivas (oportunidades, produc-
tos a lograr, etc.) y externalidades negativas, para los diversos afectados, asociadas a la
política.
Se consideran espacios de información sobre estas consecuencias. Las pregun-
tas orientadoras aquí fueron: ¿la política incorpora criterios de ponderación de conse-
cuencias desde los afectados?; ¿la política considera las consecuencias que afectarán a
grupos no presentes, como generaciones futuras u otros impedidos de participar por
razones no posibles de controlar por la política, de participar?
Al respecto, se observa que sí existe una ponderación de consecuencias, pero
reducida a la evaluación técnica de los proyectos, los que si bien fueron formulados
por las comunidades a través de un proceso declarado como participativo, finalmente
son analizados y evaluados por los equipos regionales del Programa, y aprobados a
nivel regional por los (COZ).
En síntesis, puede reconocerse que el principio dialógico reconoce la capaci-
dad de habla de quienes forman parte de las instituciones formales de la burocracia
estatal, estableciéndose desde allí los procedimientos validadores para la política. Esto
puede comprenderse como una expresión de la democracia representativa en tanto
principio formal que enmarca esta política y, por añadidura, la generalidad de las polí-
ticas del país. Sin embargo, no se estarían entregando condiciones para que en los
contextos en donde se aplica la política, exista una comunidad de habla concreta que a
la luz de los principios “D” y “U”, den forma a un procedimiento con validez local y
contextual.

2. La ética y política de la liberación como perspectiva posible para el análisis


de las ADI

La mirada crítica que levanta Dussel a la ética dialógica, aun cuando bebe de
ella, se vincula al desconocimiento que esta teoría tendría del nivel material como nivel
ético originario, así como a la inexistencia de condiciones de simetría para el discurso
en el caso de las comunidades de víctimas. Desde esta vertiente, el nivel fundante de
toda relación es el encuentro con el Otro, un Otro que es siempre trascendente, que
no es una cosa ni un mero medio para la consecución de determinados fines, cuestión
clave a considerar si en relación a las ADI se afirma que ellas pueden ser pensadas

342
Las “áreas de desarrollo indígena” en Chile… V. RIVERA UGARTE y F. GÓMEZ LECHAPTOIS

“como un mecanismo para el control de los ‘conflictos indígenas’ [como] un meca-


nismo de compensación o el pago de una deuda histórica, como en el caso de Alto
BíoBío” (Asesorías para el Desarrollo 2005). Ese Otro que desde Dussel se denomina
bajo la categoría analítica estricta de “víctima”, que es quien enfrenta a la imposibilidad
del acceso al habla y a la imposibilidad de producir, reproducir y desarrollar su vida
humana.
Para presentar su ética y política de la liberación Dussel construye una serie de
principios que, previa transformación, sirven ahora para el análisis de las ADI. Dichos
principios son categorizados en dos niveles, fundamental y crítico, donde el primero
está formulado en términos positivos y cuando no hay cumplimiento emerge su ver-
sión crítica; y en tres esferas: material, formal y de factibilidad. La primera referida al
contenido de la acción política, la segunda a la legitimidad de dicha acción y la tercera
a la posibilidad de concretar la acción en un marco de legitimidad; niveles en relación a
los cuales cuestionaremos la política pública seleccionada.

2.1. Principio material

Toda política pública que tenga 'pretensión de justicia política' debe tener como contenido la
producción, reproducción y desarrollo de la vida humana en comunidad, en el largo plazo (fundamen-
tal). Para guiar el análisis, se formularon las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los obje-
tivos y ejes principales de la política?, ¿Incorpora la producción, reproducción y desa-
rrollo de la vida humana? ¿De qué forma lo hace?, ¿El desarrollo de la vida humana
está pensado en relación al individuo, grupo, y/o comunidad?, ¿Cuál es la noción de
desarrollo que subyace a la política?, ¿Quién o quiénes define(n) el contenido de la
política?, ¿Qué dimensiones y/o elementos del desarrollo de la vida humana se incor-
poran en la política?, ¿La política se piensa a corto, mediano y/o largo plazo? En el
nivel crítico, las preguntas se repiten al nivel anterior, a él se accede cuando la respues-
ta a dichas preguntas habla de un no cumplimiento del principio: Una política pública
injusta es aquella que no permite la producción, reproducción y desarrollo de la vida de los afectados,
en el largo plazo (crítico).
Respecto a la producción, reproducción y desarrollo de la vida de los pueblos
indígenas, la ley establece que las ADI están orientadas al “mejoramiento de la calidad
de vida de las personas de origen indígena” que habitan determinados territorios.
¿Qué significado tiene calidad de vida? Se precisa que el desarrollo propuesto en este
marco se compone de crecimiento, acceso equitativo a mejores condiciones de vida y
superación de la pobreza; sumándose en este caso la solución a los problemas de tie-
rras y aguas y la afirmación de la propia identidad. Lo que no se incorpora –aun cuan-
do es la misma ley la que lo identifica como ‘estratégico’ para el desarrollo con identi-
dad, y aun cuando, leído dusselianamente es requisito para cumplir con el principio mate-
rial- es la idea de territorio, sin territorio no hay pueblo, sin territorio no hay identidad,
aun cuando esta política recurre una y otra vez a este último concepto como “condi-
ción de factibilidad y legitimidad” de la política6.

6 Cabe señalar que el borrador de discusión de la ley indígena en 1990 establecía los denominados “terri-
torios de desarrollo indígena”, sin embargo, finalmente en la discusión parlamentaria se decidió eliminar

343
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

En relación a la noción de desarrollo que subyace a la política, dentro de los


objetivos específicos de las ADI, está el “respetar, proteger y promover el desarrollo
de los indígenas, sus culturas, familias y comunidades”. No obstante esta intención, en
el mensaje presidencial de 2012 se indica que: “estamos dando un nuevo trato a nues-
tros pueblos originarios para integrarlos a nuestro desarrollo económico y social, y
respetando al mismo tiempo su identidad, cultura, lengua y tradiciones”. Se entiende
desde ahí que hay un tipo de desarrollo económico y social -“nuestro desarrollo”- al
que los indígenas deben ser integrados y sobre el cual no tienen autonomía.

2.2. Principio formal

Toda política pública que tenga 'pretensión de justicia política' debe alcanzar su legitimidad
por la participación pública, efectiva, libre y simétrica de los afectados (fundamental). La política
sería interrogada a partir de las siguientes preguntas: ¿Qué mecanismos de participa-
ción establece la política? ¿Aseguran estos mecanismos una participación pública de
los afectados? ¿Aseguran estos mecanismos una participación efectiva de los afecta-
dos?, es decir, ¿una participación que incida en la toma de decisiones en la política?
¿Aseguran estos mecanismos una participación libre de los afectados?, es decir, ¿sin
coacción? ¿Existe un acceso al habla simétrico de los afectados?
A nivel crítico, una política pública que tenga pretensión de construir estructuras políticas
justas debe establecer un diálogo simétrico con las comunidades de víctimas (que pueden tener la forma
de movimientos sociales), acogiendo la exigencia de transformación de sus estructuras de dominación y
negación de la vida de las víctimas. De esta exigencia, emergen las siguientes preguntas a la
política: ¿Se establecen mecanismos de diálogo entre la política y los afectados? ¿Cuá-
les? ¿Cuál es el rol de los movimientos sociales u otros actores (que toman la figura de
comunidades de víctimas) en la política pública? ¿Cuál es el/los espacio/s de trans-
formación dentro de la propia política?
La ley reitera la importancia del protagonismo indígena en la forma de un de-
sarrollo con identidad “tal como lo definan las propias comunidades involucradas”.
Pero ¿cuáles son los mecanismos para concretar esta intención? La ley especifica res-
pecto de la participación: el derecho de los indígenas de mantener y desarrollar sus
propias manifestaciones culturales (art. 7); y la obligación de los servicios de la admi-
nistración del Estado de escuchar y considerarla opinión de las organizaciones indíge-
nas reconocidas en la ley (art. 34). Es decir, los organismos públicos están obligados
sólo a escuchar y considerar la opinión de las organizaciones indígenas pero ella no es
vinculante, siendo una participación más bien consultiva. Durston es claro al decir que
en la actual ley

se elimina el derecho de las comunidades indígenas asentadas en las ADI


de participar en la toma de decisiones con respecto a los planes y pro-
gramas de desarrollo que se impulsen en esas áreas, así como el derecho
de oponerse a esos planes (Durston 2002).

la palabra territorio para incorporar la palabra “área” un término más técnico, neutro y con menos conte-
nido etnopolítico.

344
Las “áreas de desarrollo indígena” en Chile… V. RIVERA UGARTE y F. GÓMEZ LECHAPTOIS

Además la aceptación de las organizaciones indígenas como interlocutores de


la sociedad civil por la CONADI y otros organismos públicos es un aceptación de

buena voluntad, sólo para consultar la opinión de los usuarios, y no re-


presenta el reconocimiento del derecho que asiste a las comunidades
indígenas de participar en forma directa en la gestión de las ADI (Durs-
ton 2002).

Por otra parte, que la política pública asegure la simetría de los participantes
significa hacer frente a la dificultad de incluir en la argumentación a aquellos ‘hablan-
tes’ que se ubican en la exterioridad y cuyo lenguaje no se corresponde con el del
‘oyente’ que es parte de la ‘comunidad de comunicación real’. Dificultad que se hace
evidente en políticas públicas que intervienen con comunidades indígenas, donde el
hablante (el indígena) no sólo se ubica en la periferia sino que además proviene de un
‘mundo de la vida’ distinto de aquél al cual pertenece el oyente (el ‘occidental’) (Bautis-
ta 1994).

2.3. Principio de factibilidad

Toda política pública que tenga 'pretensión de justicia política' debe tener en cuenta las con-
diciones lógicas, empíricas, ecológicas, económicas, sociales, etc. de la posibilidad real de su concreción
(fundamental). La pregunta clave que emerge es: ¿Ha sido formulada la política de
acuerdo a las condiciones lógicas, empíricas, ecológicas, económicas, sociales, etc.,
necesarias para su concreción?
Al establecer las ADI como espacios de focalización de políticas coordinadas
del Estado, la ley da condiciones legales para el funcionamiento de las mismas a través
de convenios generados entre CONADI y otros organismos públicos y privados. Asi-
mismo, existe –en teoría- un reconocimiento a la identidad de los sujetos de la política
como un factor importante para su misma concreción, además del incentivo -en el pa-
pel- del protagonismo y potenciamiento de las propias y autogestionarias capacidades de
los indígenas. Sin embargo, se debe considerar que “los objetivos del desarrollo de las
ADI y las estrategias para alcanzarlos se deciden en los ministerios y son coordinados
por ellos” (Durston 2002); además, no existirían mecanismos concretos de participación
que permitan la definición autónoma del contenido de la política también por parte de
los ‘beneficiarios’ de la misma. Lo cual evidentemente quita posibilidades de concreción
de la política.
Otra de las condiciones establecidas, es el uso racional de los propios recursos
naturales, humanos, económicos y culturales de los indígenas de modo de “dotarse así
de procesos sustentables”, y de la generación de “condiciones legales para que la ges-
tión territorial en zonas geográficas en las que habitan indígenas puedan ser realizadas
sustentándose en las formas particulares que tienen las culturas indígenas de relacio-
narse con su hábitat ecológico y social”. Sin embargo, la ley o sus instrumentos no
establecen cuales son dichas condiciones legales y de qué manera ellas aseguran el
respeto de las particularidades indígenas. Más aún, la ley sólo se limitaría “a proponer
la creación de las ADI estableciendo lineamientos mínimos para su declaración pero

345
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

no existe un reglamento ni una normativa ni menos un plan de gestión para hacerlas”


(Asesorías para el Desarrollo 2005).
En el nivel crítico se vuelve a la pregunta por el espacio de transformación
dentro de la propia política. Una política pública que tenga pretensión de construir estructuras
políticas justas debe permitir la de-construcción de aspectos negativos de las estructuras injustas del
sistema vigente y/o la construcción de aspectos nuevos en el orden político vigente, que respondan a los
principios de materialidad y legitimidad, proporcionando las condiciones estratégicas para el proceso
eficaz de transformación (crítico).

3. Comentarios finales

El análisis efectuado permite afirmar en primer lugar que las teorías haberma-
siana y dusseliana cobran un nuevo sentido al ser utilizadas para la observación de polí-
ticas públicas. Ambas miradas constituyen un aporte en tanto iluminan la dimensión
normativa y no sólo técnica de las policies. Relevamos en este sentido el carácter crítico
de ambas posturas, desde Habermas en tanto instala principios contrafácticos para
observar el punto de vista moral que subyace a la política pública, y el lugar que ocu-
pan los afectados; desde Dussel en tanto permite pensar la política desde un locus de
enunciación distinto, ya no desde una perspectiva eurocéntrica que tiene pretensión
universal, sino desde la razón del Otro que irrumpe exigiendo el cumplimiento de
derechos negados. Ambos autores permiten incorporar al Otro no sólo como medio
para la concreción de determinados fines sino como un fin en sí mismo, como un
Otro que es siempre trascendente (Dussel) y puede ser visto como un interlocutor
válido (Habermas), y que por tanto, en el caso de la política pública no puede ser re-
ducido a meras categorías como la de ‘cliente’, ‘beneficiario’, o ‘indígena’, en este caso.
Así, en un análisis que incorpora una ética formal habermasiana, es significati-
vo integrar la dimensión del contenido, haciendo ver que –aun cuando son importan-
tes- no basta con el cumplimiento de principios formales (Habermas) sino primero
deben cumplirse principios materiales (vida). Éstos últimos marcarán un horizonte
crítico respecto a las condiciones concretas, pero debe reconocerse que el estableci-
miento de dicho horizonte tendrá un arraigo contextual ineludible, en este caso, vincu-
lado a los procesos socio históricos locales que enmarcan la relación establecida entre
el Estado y los pueblos indígenas. Por esto, frente al diagnóstico habermasiano de la
primacía y colonización de la racionalidad estratégica, se requeriría establecer puentes
comprensivos para su aplicación al análisis de políticas en este lado del mundo, no
negando, sino poniendo en cuestión la eficacia del principio formal del reconocimien-
to del otro en su capacidad de habla, como medio para la generación de condiciones
materiales para la producción de la vida, en donde Dussel se inclina hacia la dimensión
de la vida lograda, que negativamente no es permitida en la figura de la víctima.
Indudablemente esta es una propuesta que hay que continuar complejizando,
trabajando, discutiendo, investigando, y no sólo en el ámbito académico, sino también
con actores de la política en general. Se abren nuevas preguntas como la pertinencia de
la utilización de una teoría de origen europeo como la habermasiana, y las mediaciones
necesarias para su aplicación en contextos latinoamericanos, y la importancia de poner
en discusión el aporte de Dussel para pensar la política pública en estos contextos,

346
Las “áreas de desarrollo indígena” en Chile… V. RIVERA UGARTE y F. GÓMEZ LECHAPTOIS

considerando que su construcción teórica se sustenta en pensadores europeos (Marx,


Apel-Habermas, Lévinas). Se abre además el desafío de pensar las policies desde otros
autores del pensamiento latinoamericano, e incluso desde otros saberes y prácticas que
no se ubican en el ámbito académico o científico. Además de extender este análisis a
una mirada regional y no sólo nacional.

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347
XXXV
DISEÑO DE POLÍTICAS PÚBLICAS SOBRE EL
ESPACIO URBANO A PARTIR DE LA
PERCEPCIÓN DE LOS NIÑOS; EL CASO DE LA
LOCALIDAD DE MORRISON (CÓRDOBA)
Emiliano Spontón - Mauricio Menardi - Antonella Vagliente - Olivia Antonio
Ignacio Cancé - Emilio Pérez Campanelli
Universidad Nacional de Villa María
Instituto de Formación para la Participación Ciudadana
Bomberos Voluntarios de Morrison
emiliano.sponton@gmail.com - mauricio.menardi@gmail.com

Introducción: ¿Quiénes somos? ¿Qué buscamos?

S omos un equipo de jóvenes, estudiantes y profesionales de la Universidad Na-


cional de Villa María que, articulando acciones con organizaciones locales en pos
del mejoramiento de la calidad de vida de las poblaciones, trabajamos en el dise-
ño e implementación de instrumentos, herramientas y metodologías para el desarrollo
local.
Las Universidades se estructuran a través de tres pilares: docencia, investiga-
ción, extensión. Reflejo de estas últimas dos palabras es el proceso que presentaremos
en este escrito.
Desde la Licenciatura en Desarrollo Local-Regional, carrera que vincula a
quienes formamos este equipo, se forman profesionales polivalentes con la capacidad
de articular eficientemente teoría y práctica mediante el manejo y la gestión de equipos
multidisciplinares, asesorando municipios, organizaciones sociales, empresarias y reali-
zando todas aquellas actividades tendientes a lograr el desarrollo sustentable necesario
para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Desde nuestra carrera se otorga especial énfasis a la perspectiva territorial, a
partir de la cual se dictan cátedras como Geografía Urbana y Regional I y II. Es me-
diante esta disciplina que se dictó el Seminario “Percepción del espacio urbano y la
imagen de los niños”, con el fin de que este equipo reúna las herramientas necesarias
para llevar a cabo este proyecto.
El Instituto de Formación para la Participación Ciudadana (INFOPACI) ha
brindado su apoyo total, siendo el intermediario ante el Instituto para la Cultura, la

349
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Innovación y el Desarrollo (INCIDE), organización que consideró viable el proyecto


avalando y financiando el desarrollo de esta micro iniciativa.
Teniendo en cuenta que:
 es importante que la configuración urbana de una localidad esté adaptada
a las necesidades y usos de sus habitantes,
 en la diagramación de espacios públicos como plazas y parques nunca son
consultados los niños (sus principales usuarios),
 los niños son sujetos de derecho, tal como lo establece la Ley de Protec-
ción Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (26.061)
sancionada en nuestro país es el año 2005. En el Artículo Nº 24 la ley dic-
tamina:

DERECHO A OPINAR Y A SER OIDO. Las niñas, niños y adolescen-


tes tienen derecho a:
a) Participar y expresar libremente su opinión en los asuntos que les con-
ciernan y en aquellos que tengan interés;
b) Que sus opiniones sean tenidas en cuenta conforme a su madurez y
desarrollo.
Este derecho se extiende a todos los ámbitos en que se desenvuelven las
niñas, niños y adolescentes; entre ellos, al ámbito estatal, familiar, comu-
nitario, social, escolar, científico, cultural, deportivo y recreativo.”
La participación de los individuos y las comunidades en mantener y me-
jorar sus ambientes de vida debe promoverse y apoyarse. La participa-
ción comunitaria debe plasmarse en estrategias para el desarrollo soste-
nible, incluida la atención primaria de la salud, del ambiente y la educa-
ción de niños y adultos. En cada nivel de la organización social y política
se debe estimular y apoyar redes de intereses y personas que actúen en
colaboración, a fin de fomentar la integración de preocupaciones y recur-
sos sectoriales en procesos de desarrollo” (Conferencia Panamericana
sobre Salud y Ambiente en el Desarrollo Humano Sostenible –
COPASADHS- Washington DC, 1995).

Hemos decidido llevar a cabo un proyecto con niños de 10 a 12 años de la lo-


calidad de Morrison, ubicada al este de Córdoba en el departamento Unión, con el
objetivo de conocer su percepción de la ciudad, de los espacios públicos y el uso que
hacen de los mismos, considerando a esta información fundamental para una poste-
rior planificación urbana basada en las propuestas elaboradas por ellos mismos. A
través de mapas mentales (dibujos y encuestas) que realizaron los alumnos de 5to y
6to grado de las escuelas “Niñas de Ayohuma” y “Leopoldo Lugones”, logrando me-
diante estas técnicas detectar lugares de interés, desinterés, mayor o menor concurren-
cia, miedo, entre otras percepciones.
La metodología implementada se consideró que permite la generación de un
mecanismo a partir del cual los niños pueden manifestar sus percepciones, opiniones
respecto de la ciudad, sus formas de uso y/o apropiación y con ello contribuir al desa-
rrollo urbanístico local. Este proceso de seguro desembocará en intervenciones que la

350
Diseño de políticas públicas sobre el espacio urbano… E. SPONTÓN ET AL.

Municipalidad manifestó estar predispuesta a realizar a partir del trabajo de campo


realizado.
La problemática del proyecto implica reconocer e investigar las diferentes
formas en las que los espacios públicos y la estructura urbana se adecuan a las diferen-
tes demandas de los niños. Por lo general, la mayoría de los espacios públicos de las
diferentes localidades y ciudades, han sido pensados por adultos, por lo que es menes-
ter analizar si se adaptan a los deseos y necesidades de los niños. Sabemos que para
esto es importante conocer sus visiones y cuáles son sus preferencias al momento de
apropiarse de un lugar, a fin de brindarles un espacio que, incorporando la mirada de
sus mayores beneficiarios, adquiera una lógica que les permita expresarse e interactuar
libremente.
A continuación, luego de un arduo trabajo de análisis y sistematización, ex-
pondremos las opiniones expresadas por los niños acerca de los siguientes temas:
Aspectos que hacen a la identidad de Morrison; Lugares que sirven de orientación; Espacios de agra-
do y desagrado; Propuestas para realizar en la localidad.

Para mí Morrison es….

Tras el análisis de las encuestas se ha podido detectar que más de la mitad de


los niños (61%) con los que se trabajó, le asigna a Morrison un significado emotivo
positivo, que está caracterizado por sentimientos vinculados a aspectos del pueblo
como su pequeñez, tranquilidad y belleza como así también a las actividades que coti-
dianamente realizan, aludiendo que allí se divierten mucho entre amigos y pueden
jugar libremente. Muchas son las frases que se vinculan con estos sentimientos:

“me imagino que Morrison es el pueblo más grande de Argentina”, “me


pone alegre y contento”, “[…] está lleno de alegría, felicidad y entre to-
dos cuidamos el pueblo para que la otra gente de afuera la disfrute.”, o
“[…] un pueblo que no se compara con otro […]” además de muchas
otras.

El otro 39% de niños le da a Morrison un sentido práctico, entendiendo que


la imagen del pueblo no está representada por un sentimiento abstracto sino por luga-
res o zonas particulares que son utilizados por ellos a la hora de desplazarse por la
localidad o realizar actividades. Los espacios más destacados fueron los siguientes: El
Parque de la Hermandad, el Arco de Ingreso, la Plaza Centenario, la Sala de Juegos, el
Cristo y los Bomberos Voluntarios. Podemos afirmar que todos estos han sido incor-
porados en el imaginario de los niños, pasando así a formar parte de lo que ellos con-
sideran que es Morrison.
Son los tipos de sentimientos emotivos sobre los que creemos que se debe
trabajar, para generar un contagio de “sentido de pertenencia” y orgullo. El arraigo
con el espacio que denotan estas respuestas, nos demuestra que los niños se sienten
identificados con su comunidad, por lo que la aprecian y cuidan.
Sin embargo, detectamos también un porcentaje de niños que posee una ima-
gen negativa de la localidad. En este sentido, consideramos que respuestas como: “no

351
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

se” o “nada” cuando preguntamos “¿Qué imagen viene a tu mente cuando oyes hablar
de Morrison?”, reflejan que ese niño o niña no ha logrado conectarse emotivamente
con el pueblo, ya que las mismas llevan implícitas indiferencia en cuanto a lo que su
localidad es, o a lo que en ella sucede. Otros tipos de respuestas obtenidas son por
ejemplo “es un pueblito muy humilde”; “Morrison no me da alegría porque Morrison
es un pueblo muy asqueroso, pero a lo mejor si a otra personas le gusta”.

Fuente: elaboración propia

Cabe aclarar, a la hora de leer estos datos, que cada niño, al igual que cada
adulto, posee una atmósfera personal con la que convive todos los días. Así, debemos
tener en cuenta que influye mucho ese micro-espacio en cada una de las respuestas.
También es preciso aclarar que tratamos de buscar puntos comunes, nociones estere-
otípicas que nos permitan acercarnos a la visión que los niños tienen de Morrison, sin
desviar el análisis hacia estas otras causas que influyen en el niño a la hora de respon-
der a una pregunta.

¿Cómo nos orientamos?

Un indicador del sentimiento de pertenencia a la localidad que poseen los ni-


ños es la identificación de lugares claves a través de los cuales se orientan. Un niño
que siente indiferencia respecto al pueblo, probablemente tome como referencia úni-
camente su casa y los pocos espacios que utiliza, mientras que uno que recorra habi-
tualmente la localidad y sienta interés por ciertos lugares aunque no concurra habi-
tualmente a ellos, recordará y hará uso de muchos más elementos.

352
Diseño de políticas públicas sobre el espacio urbano… E. SPONTÓN ET AL.

Según las respuestas de los niños, los lugares más mencionados a la hora de
orientarse en la ciudad son:
Parque de la Hermandad: A través de acotaciones como “me gusta porque
hay muchos juegos donde me puedo divertir con mis amigos y hermanos”, todos los
niños lo tienen como referente en la localidad.
La mayoría son comentarios positivos, ya que lo utilizan como espacio de jue-
go, encuentro y recreación. Es éste un espacio nuevo en la localidad que ha permitido
una importante apropiación de la comunidad faltando aún el desarrollo natural de la
forestación. En cuanto al Cristo que allí se ubica, los niños aluden que el mismo les
sirve para saber la ubicación del parque desde lejos.
Durante la realización de la actividad hubo un comentario emitido concreta-
mente sobre el Cristo: uno de los niños manifestó su disconformidad con respecto a la
orientación Norte que la figura posee. Tras un análisis de la situación, podemos diag-
nosticar que el comentario refleja un sentimiento que podrían incluso compartir otros
miembros de la localidad y que creemos trasciende a la simple queja “yo quiero que el
Cristo también mire para mi lado”. Analizando a Morrison como una de las tantas
localidades cordobesas del Siglo XIX, podemos decir que el fenómeno tiene su origen
en la fundacional división de la localidad entre el norte y el sur, originada por el traza-
do del ferrocarril, con un mayor desarrollo posterior de la zona norte sobre la sur en
términos infraestructurales, comerciales, etc. En este caso el Cristo refuerza la visión
de una localidad de por sí fragmentada territorialmente, haciéndolo ahora a través del
simbolismo que implica que éste “dé la espalda al sur” y su rostro mire hacia el norte.
Plaza Centenario: Posiblemente sea un elemento de referencia por ser la plaza
del centro, por el hecho de encontrarse en frente de la Iglesia “Cristo Rey” (especial-
mente por la edad de los niños, puesto que muchos de ellos están realizando la comu-
nión) y por ser sede de varios de los actos cívicos que todos los años se festejan en la
comunidad. Es un espacio agradable para la vista ya que está muy bien mantenida:
“me alegra la plaza porque me siento con mis amigas en la sombrita a tomar unos
mates con galletitas”.
Bomberos Voluntarios: El cuartel de Bomberos está muy presente en el ima-
ginario de los niños, ya que es una institución que despierta una gran admiración por
el trabajo que realiza día a día para su comunidad. Ejemplos de descripciones acerca
de la misma son “se encargan de cuando hay accidentes o incendios” o “en un incen-
dio llegan siempre a horario”. Otro motivo es que varios de los niños poseen un lazo
directo con los Bomberos ya que la Escuela de Cadetes les brinda la posibilidad de
participar activamente en la Institución.
Municipalidad: Pese a que no es un espacio a los que los niños concurran
habitualmente, muchos de ellos consideran que ejerce un rol importante dentro de la
localidad (“desde allí se desarrollan las ideas para mejorar el pueblo y para hacerlo más
bello”).
Iglesia “Cristo Rey”: En algunos niños significa una institución importante
porque provienen de familias católicas en donde la Iglesia juega un rol fundamental
(“siempre me cuenta sobre Dios”), mientras que para otros constituye únicamente un
elemento de orientación.

353
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Otros lugares tomados como referencia son la Policía (“cuidan las calles para
que no haya robos”), el Arco de ingreso, mojón que está presente en todos los dibujos
(“muestra el camino de entrada a Morrison”) y las Escuelas.
El gráfico que presentamos a continuación ilustra los elementos de la estruc-
tura urbana a través de los cuales los niños se orientan en Morrison.

Hitos de orientación en la
localidad
Parque de la her- 40%
mandad
Plaza Centenario 32%
Bomberos Volunta- 31%
rios
Municipalidad 27%
Iglesia 21%
Arco de Ingreso 16%
Escuela L. Lugones 16%
Policía 14%
Escuela N. de 12%
Fuente: elaboración propia Ayohumna

A mí me gusta…

Cada sitio de la localidad es percibido de forma diferente por cada niño. Es así
como las escuelas, el río y las plazas fueron caracterizadas como lugares de agrado por
algunos y como espacios de desagrado por otros.
Según las encuestas, los lugares de los cuales los niños más disfrutan son:
- El Parque de la Hermandad (y dentro de éste, el “Cristo”, que según los
niños se distingue desde el arco de entrada a Morrison).
- Las plazas (plaza centenario principalmente).
- Las canchitas de fútbol.
- El centro de la localidad, que sobresale como espacio de encuentro.
Por otro lado, los niños dicen: “…un lugar común en el cual solemos juntar-
nos con mis compañeros, es el ciber”. Este espacio privado señala numerosas dico-
tomías en términos de aceptación y negación por parte de los niños y jóvenes, ya que
es caracterizado como un espacio de juego y de encuentro pero al cual asisten simultá-
neamente (en palabra de los niños/as) “borrachos” y “mala gente”. Uno de ellos ex-
presó: “cambiaría la sala de juegos porque se venden bebidas alcohólicas y se arma
pelea…” “(…) viene gente de afuera (…)”.

Yo quisiera que en Morrison…

Los niños han detectado la necesidad de realizar proyectos de intervención en


las siguientes áreas:

354
Diseño de políticas públicas sobre el espacio urbano… E. SPONTÓN ET AL.

Lugares de Agrado y Desagrado


45

40

35

30

25

20

15

10

0
Plaza Plaza Parq Parq Canc Ceme Espa
Ns/N Bomb Iglesi Eucal
Cente faluc ue uesit Llug NAHU has Cyber Otros nteri cios rio otros
c eros a iptus
nario ho herm o Futbo o Oscu
Agrado 7 22 10 6 45 7 7 6 6 16 12 27 0 0 0 11 38
Desagrado 10 1 0 0 0 0 0 1 0 0 0 23 8 10 5 7

Lugares de agrado Lugares de desagrado


Parque de la Hermandad 48% Cementerio 24%
Plazas 34% Espacios oscuros 11%
Canchas de fútbol 17% Zona de eucaliptus 9%
Centro 11%
Fuente: elaboración propia

Servicios Públicos: Específicamente y fundamentalmente la oscuridad es una


palabra que con frecuencia se repite y que guarda una connotación sumamente negati-
va entre los niños. Es aquí donde se visualiza la necesidad de dar respuesta mejorando
y aumentando los dispositivos de iluminación que hacen al alumbrado público.
Sobre el estado de las calles, han dicho: “hace falta limpieza de las calles”; “yo
quisiera poner semáforos, hay algunos pero están rotos”; “cambiaría las calles de tierra”.
Refacciones Edilicias: Respecto a la Escuela, los niños dieron respuestas co-
mo: “yo cambiaría la escuela primaria y le haría las aulas más grandes para que puedan
entrar más chicos a los grados y haría el patio más grande para que podamos jugar,
correr (…)”. La enfatizada en sus escritos es una perspectiva referente a la estructura,
pero, asimismo, podemos encontrar comentarios relacionados al desgano y aburri-
miento que, teniendo en cuenta la edad de los niños encuestados, les genera ir a la
escuela.
Vivienda: La necesidad que muchas familias de la localidad presentan en rela-
ción a la vivienda no escapa a la realidad descripta por los niños en esta investigación.
Posiblemente, muchos de ellos sean integrantes de familias que anhelan por estos
tiempos contar con una casa propia. Esta problemática forma parte del abanico de

355
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

políticas públicas que en los distintos niveles de gobierno el ciudadano peticiona cons-
tantemente.
Vegetación: El imaginario de Morrison como el “Pueblo de las Flores” parece
estar en el inconsciente de los niños, quienes han expresado su deseo de que haya más
color en la vegetación. Seguramente esto se deba a los comentarios de padres y abue-
los que recuerdan al pueblo en los años ’70, época en la que logró esa identidad gracias
a la identificación que las flores y los árboles generaron en los morricenses.
Actividades Deportivas: Una de las herramientas de promoción de habilidades
para la vida es el deporte y los niños parecen percibirlo. Un gran porcentaje de ellos ha
dicho que le agregaría a Morrison mayor cantidad de actividades deportivas:

me gustaría que haya más deportes para las chicas porque hay voleyball
solamente”; “me gustaría que hubiera cine u otros juegos como una can-
cha de saltos de caballo”; “(…) patín, natación”. “(…) fútbol femenino”
“(…) rugby.

Actividades Culturales y Recreativas: No son pocos los interesados en que


haya más espacios en la localidad en los que los niños se formen culturalmente.
Además de museos, son muchas las peticiones de cines (los cines móviles son una
alternativa interesante, sobre todo en casos de escasez de espacios públicos cerrados,
además de que permiten el desplazamiento por distintas áreas de la localidad).
Espacios Públicos: Algunos niños se han referido a la necesidad de incremen-
tar y mejorar el mobiliario de las plazas y parques, es decir, de los juegos, bancos, etc.
que hay en ellos.
Es preciso aclarar que varios niños, ante preguntas respecto a qué cambiarían
de Morrison, han contestado “nada”. Esto puede indicar una cierta indiferencia de su
parte o simplemente demuestra que están conformes con lo que existe en la localidad.

Reflexiones finales

Dentro de lo que es la psicología ambiental, creemos que es fundamental co-


nocer y analizar los espacios remarcados por los niños (espacios simbólicos) ya que su
potenciación y dinamización son esenciales para fortalecer la identidad local, que es el
sentimiento que les permitirá a los habitantes sentirse cada vez más morricenses y
estimulará el fortalecimiento de los vínculos comunitarios.
Por último, este equipo de trabajo desea proponer a modo de sugerencia una
serie de proyectos de intervención en las problemáticas que, por un lado, identificaron
los niños, y aquellas que, por otro, hemos deducido luego de un exhaustivo análisis de
las encuestas y los dibujos. Esperamos que sean de utilidad.

356
Diseño de políticas públicas sobre el espacio urbano… E. SPONTÓN ET AL.

Actividades /lugares que no debería haber

Parque de diversiones
en blanco
La Escuela
Cyber
Sala de juegos
Lugares oscuros
Nada

Fuente: elaboración propia

Actividades que debería haber

Cines
Shoppings
Más act. Deportivas
Más juegos
Otros

Fuente: elaboración propia

Bibliografía consultada para el proyecto

ALBET, Abel, Una geografía humana renovada: lugares y regiones en un mundo global. Barcelo-
na, Vicens Vives i I.C.E. de la U.A.B., 2000.
BORJA, Jordi, Democracia local: descentralización del estado, políticas económico-sociales en la
ciudad y participación popular, Barcelona, Ajuntament, Regidoria d'Edicions i Publica-
cions, 1988.
Duro, Elena, Unicef va a la escuela para aprender a participar en pequeñas y grandes comunidades
democráticas, Buenos Aires, UNICEF, 2002.
Gimenez, Gilberto, “La geografía humana como ciencia social y las ciencias sociales
como ciencias ´geografiables´”, en Simposio ‘La geografía humana y su reencuentro con las
ciencias sociales’, Michoacán, Colegio de Michoacán, 2006.

357
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

CATE- NUDO SOLUCIONES OBJETIVOS /


GORÍA CRÍTICO PROPUESTAS FUNDAMENTOS
La sensación de inseguri-
dad muchas veces tiene
-Mejorar y extender el que ver con la presencia
alumbrado público de objetos que impiden
-Colocar luces bajas tener una visión panorá-
Zonas oscu- en zonas de árboles mica. De esta forma, de-
ras frondosos o de altura ben evitarse lugares con
(como por ejemplo el árboles altos, de troncos
predio del ferrocarril y anchos y cercanos entre sí,
de los eucaliptus). que posibiliten que alguien
se esté escondiendo
detrás.
Recuperar el imaginario de
Morrison como “Pueblo
de las Flores” es un obje-
tivo que consideramos
-Asegurar una poda
vital. Las acciones ten-
CALLES racional (en la época
dientes a continuar con el
correspondiente y de
proceso iniciado en rela-
la forma adecuada) de
ción a la planificación
los árboles ya existen-
forestal son importantes
tes, y concientizar
para la reconstrucción del
acerca de la importan-
imaginario local, entendi-
Vegetación cia de su cuidado.
do como una noción
-Plantar nuevos árbo-
compartida por los habi-
les que diversifiquen la
tantes que les permita
flora ya existente.
reconocerse como pares.
-Sembrar y plantar
La forestación como ac-
flores, incentivar a las
ción de plantar y sembrar
familias para que tam-
diversas especies debería
bién así lo hagan.
ser acompañada de una
concienciación sobre la
importancia del cuidado
de los árboles.
-Equipar los parques Los espacios públicos
de forma participativa, como las plazas y parques
Insuficiente es decir, que sean los son lugares de identifica-
mobiliario en niños no sólo los que ción, relación y expresión
ESPACIOS
algunos par- deciden qué juegos comunitaria, pero muchas
PÚBLICOS
ques y espa- debe haber, sino tam- veces en su configuración
cios de juego bién los que los inven- esto no se tiene en cuenta,
ten y los que, en con- por lo que el mobiliario es
junto con adultos, los escaso o no se correspon-

358
Diseño de políticas públicas sobre el espacio urbano… E. SPONTÓN ET AL.

construyan. de con las necesidades de


-Lo ideal es que los la población. Esto deriva
parques sean espacios naturalmente en una falta
de encuentro interge- de uso y en su posterior
neracionales: con deterioro. Para evitar que
bancos enfrentados a ocurra, una herramienta
distancias razonables, útil es planificar el espacio
o concentrados en en conjunto con los veci-
grupos para fomentar nos que harán uso de él
el diálogo entre adul- (tanto niños como adul-
tos. tos); de esta forma no sólo
la concurrencia está asegu-
rada, sino que también se
fomenta el intercambio
entre ciudadanos.
Los espacios privados de
entretenimiento se carac-
terizan por ser intergene-
racionales: a estos concu-
rren tanto niños y adoles-
centes, como adultos.
-Reglamentar los es-
En Morrison, los niños
pacios cerrados de
han declarado sentirse
ESPACIOS entretenimiento de
inseguros en situaciones
PRIVADOS niños y adultos, como
Sensación de de violencia entre adultos,
DE EN- cybers y salas de jue-
miedo e expresando su incomodi-
TRETE- gos, controlando
inseguridad dad ante la presencia de
NIMIEN- horarios, accesos a
personas en estado de
TO determinada informa-
ebriedad. A su vez, el
ción, estado de sanita-
lugar debe cumplir con las
rios, etc.
normas básicas de higiene.
Por lo tanto, reglamentar
su funcionamiento resulta
fundamental a la hora de
brindar contención a
quienes allí concurren.
-Generar espacios de Debido a cómo han sido
encuentro a través de los procesos de urbaniza-
Débil inte-
TERRITO- actividades sociales, ción de las localidades a lo
gración so-
RIALIDAD deportivas y educati- largo de la historia, mu-
cial entre las
E INTE- vas en la zona sur, chas de las que han creci-
zonas norte y
GRACIÓN como ciclos de cine do gracias al ferrocarril se
sur de la
SOCIAL móvil (para lo cual se han desarrollado de forma
localidad
necesita un cañón o desigual a uno y otro lado
proyector, una com- de las vías, como es el

359
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

putadora y una panta- caso de Morrison. Por tal


lla gigante o pared motivo, es fundamental
blanca), actividades incentivar el desarrollo de
lúdicas, entre otros. actividades sociales, cultu-
rales y comerciales en
ambos sectores, no úni-
camente en la zona céntri-
ca.
Fuente: elaboración propia.

360
XXXVI
LA EXPANSIÓN DEL DERECHO A LA
EDUCACIÓN… ¿HA GENERADO ESCUELAS
MÁS DEMOCRÁTICAS?
Silvia María Paredes - Andrea Riva
Universidad Nacional de Villa María
sparedes@arnet.com.ar - rivandrea@hotmail.com

La expansión de los sistemas educativos latinoamericanos

L os datos estadísticos muestran con contundencia el importante crecimiento de


los sistemas educativos en América Latina durante todo el siglo XX. Es posible
constatar la disminución del analfabetismo, el crecimiento de las tasas de esco-
larización, la multiplicación de la esperanza de vida educacional y la disminución de la
brecha entre géneros en el campo educativo, entre otros indicadores favorables que se
dan en los distintos países de la región. Estos indicadores dan cuenta de un proceso
no homogéneo pero si constante de expansión y atención a un derecho fundamental
como es el derecho a la educación.
Sostenemos que el derecho a la educación se ha atendido por vía de la expan-
sión de los sistemas educativos y que los Estados y las sociedades han trabajado en
torno al cumplimiento de este derecho como una obligación indelegable.
No obstante, expansión y democratización al acceso de los bienes culturales
requiere- a nuestro entender- de algunas reflexiones que nos permitan evidenciar la
complejidad de ambos procesos. Nuestra preocupación se centra en la democratiza-
ción de la escuela, de allí que los interrogantes giren en torno a: ¿Podemos pensar que
se democratizó la escuela en la misma medida que se expandió? ¿Son variables que se
extienden del mismo modo la expansión y la democratización?
La escuela, como sabemos, es una construcción histórica y social, surgida so-
bre discursos propios de la modernidad y -como sostiene P. Pineau (2007)- triunfa
porque fue capaz de hacerse cargo de la definición moderna de educación amalga-
mando formatos, instituciones y prácticas preexistentes, apropiándose de sentidos
construidos y transformando otros. El proceso de institucionalización de los sistemas
educativos se sostiene en un profundo optimismo pedagógico propio de la época, que
encuentra en la escuela el vehículo para la instalación de ciertos valores y la distribu-
ción de los saberes necesarios para la consolidación de un proyecto político.

361
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Si bien esta escuela para todos nunca fue, exactamente, para todos, la idea de una
progresiva democratización del acceso a la educación estuvo siempre vigente y cons-
truyó un cierto sentido común. Desde esta perspectiva el crecimiento fue entendido
como un proceso de democratización constante, ya que permitió la incorporación de
sectores sociales, que no tenían acceso a la escuela. La generalización y expansión de
los sistemas educativos nos prometían democratización ilimitada y ambos procesos se
encontraban fuertemente entrelazados. O, dicho de otro modo, la manera de construir
democratización era a través de la expansión de los sistemas educativos.

¿A mayor expansión mayor democratización? Una correlación que empieza a


discutirse

A la promesa de democratización hoy la ponemos bajo sospecha, no estamos


seguros que la expansión efectivamente operó en términos de una mayor democrati-
zación. Además, los cambios que estamos transitando construyen un escenario social
diferente que nos impone repensar esta relación entre expansión y democratización.
En la actualidad parecen licuarse los procesos sociales y económicos que fue-
ran centrales en otros momentos y están poniendo en jaque a las instituciones y su
papel históricamente construido. En particular pensamos en la escuela, quién se ve
debilitada en su funcionamiento y paradójicamente sobredimensionada en la demanda
hacia la misma.
¿Cómo pensar en mayor democratización en estos nuevos escenarios? ¿Es
posible constatar que a mayor expansión se consolida mayor democratización?
Hay algunas problemáticas que nos marcan los límites de este avance demo-
cratizador, en esta oportunidad nos detenemos en una de ellas que consideramos cen-
tral: la persistencia de las desigualdades.

La persistencia de las desigualdades

“América Latina es hoy una de las regiones del mundo con mayores desigual-
dades sociales” (Sidicaro 2009). Esta persistencia de las desigualdades sociales -his-
tóricamente construidas- se han visto profundizadas por los procesos de globalización;
mientras que pequeños sectores sociales tienen la capacidad de apropiarse y de benefi-
ciarse con las novedades (tecnológicas, económicas, etc.) de los procesos de globaliza-
ción, otros sectores quedan nuevamente y doblemente excluidos de ese acceso.
Aún así la escuela y los sistemas educativos han hecho un esfuerzo importante
para que todos entren a ella, si bien al persistir y profundizarse las desigualdades socia-
les esa inclusión no logra su propósito, opera lo que Gentili (s/f) llama “la exclusión
incluyente”.
Siguiendo a Robert Castel (1997) hay diferentes formas de exclusión. Una de
ellas es la supresión completa de una comunidad; otra la reclusión o el confinamiento
y una tercera, más generalizada y más sutil es aquella que consiste en segregar inclu-
yendo, “esto es, atribuir un status especial a determinada clase de individuos” (Gentili
s/f). Esto significa que los chicos pueden entrar a la escuela, están ahí, pero no se
garantizan las condiciones para que se dé un aprendizaje adecuado. Se mantienen las

362
La expansión del derecho a la educación… S. M. PAREDES y A. RIVA

desigualdades que naturalizan que a unos les vaya bien en la escuela y a otros les vaya
mal y deban abandonar tempranamente sus expectativas de igualdad de acceso a la
cultura.
En otro texto Gentili rescata y valora los procesos de expansión escolar pero
los relativiza al señalar que existen diferentes tendencias que contrarrestan los avances
alcanzados en los procesos de expansión de los sistemas educativos, a estas tendencias
las denomina: “Universalización sin derechos” y una “expansión condicionada”.

Por universalización sin derechos entiendo el proceso de acceso a la es-


cuela que se produce en un contexto de empeoramiento de las condicio-
nes necesarias para hacer realidad las dimensiones atribuidas y reconoci-
das al derecho a la educación desde 1948 (Gentili 2011).

El proceso de universalización de la escuela al no ir acompañado por un pro-


ceso de mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de los diferentes secto-
res sociales, incluye a los sujetos pero no se garantizan las condiciones para un apren-
dizaje pleno ni para que la apropiación de ciertos saberes impacte –positivamente- en
esas mismas condiciones de vida. Por

expansión condicionada entiendo el proceso por el cual los sistemas na-


cionales de educación han tendido a crecer en el marco de una intensa
dinámica de segmentación y diferenciación institucional, lo que otorga a
los sujetos que transitan por ellos un estatus y un conjunto de oportuni-
dades altamente desiguales (Gentili 2011).

Estas diferentes maneras de conceptualizar nos ayudan a explicar los límites


que existen a la democratización a pesar de la importante expansión. Gentili (2011)
afirma que la persistencia de las desigualdades, la pobreza y el hambre a los que se
condena a sectores importantes de la población, la injusticia social que ha caracteriza-
do el desarrollo latinoamericano contemporáneo han limitado el potencial democrati-
zador de este proceso de expansión.
Sistemas educativos divididos, fragmentados en sociedades fragmentadas y
desiguales, distribuyendo de manera desigual los bienes simbólicos, tanto como distri-
buye de manera desigual los bienes económicos.
La escuela se ha universalizado sin que se haya extendido o democratizado su
condición de “pública”, sino que ha ido construyendo una “telaraña de circuitos”
(Gentili 2011) donde transitan diferentes sujetos según su condición social, de sexo,
racial, etc.
Diferencias y segregaciones en un sistema escolar que se consagró sobre una
escuela homogeneizante, que construyó y distribuyó los sentidos que nos integraban a
la Nación y nos volvían portadores de ciertas coordenadas para el ejercicio de la ciu-
dadanía hoy se encuentra estallado en múltiples fragmentos que obedecen a lógicas
diferentes: sectores sociales, generaciones, pertenencias culturales, etc.
Al decir de Antonio Bolívar (2004), la institución escolar, que en su origen
desplegó un ejercicio consistente en subordinar las identidades históricas y culturales

363
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

particulares al proyecto de creación de una identidad nacional, está hoy involucrada en


responder a la multiculturalidad (Tiramonti 2008).

Entonces… ¿Qué es la democracia? acerca de algunas discusiones sobre su


sentido

Estas discusiones entre democratización y límites a esos procesos, nos llevan a


señalar algunos aspectos en la disputa de sentidos sobre la categoría democracia. En
principio, por democratización entendemos: generar las condiciones sociales para que
los derechos sean respetados, para que no existan ciudadanías de diferente rango y que
las distancias entre diferentes grupos sociales se vayan desdibujando.
Sabemos de la generalidad de esta definición, pero también de la centralidad
de los aspectos que enuncia. En este sentido sumamos algunos elementos más a esta
definición inicial. En primer lugar traemos la discusión que un fantasmal Aristóteles –
que recrea Atilio Borón- entabla con un grupo de cientistas sociales sobre el concepto
de democracia a propósito de analizar las democracias en América Latina. Aristóteles
expresa –enfáticamente- frente a la mirada atónita de ese imaginado auditorio que lo
que hay en América Latina no son democracias; señala:

Debo confesar que estos regímenes que ustedes con mucha ligereza de-
nominan ‘democracias latinoamericanas’, en rigor de verdad, son oligar-
quías o plutocracias, es decir, gobiernos de minorías en provecho de ellas
mismas. En realidad, el componente ‘democrático’ de esas formaciones
deriva mucho menos de lo que son que del simple hecho de que surgie-
ron con la caída de las dictaduras de seguridad nacional y recuperaron al-
gunas de las libertades conculcadas en los años setentas, pero de ninguna
manera llegaron a instituir, más allá de sus apariencias y rasgos más for-
males, un régimen genuinamente democrático. Por lo tanto, si su caracte-
rización como ‘plutocracias’ u ‘oligarquías’ les parece demasiado radical o
les resulta indigesta –lo dijo mirando fijamente al joven doctor– sugiero
entonces otro nombre: ‘regímenes post-dictatoriales’. Pero ‘democracias’,
jamás (Borón s/f).

La democracia no se constituye solamente con la puesta en juego de algunos


mecanismos propios de estos regímenes (más allá de que sean altamente valorados y
que los continuemos defendiendo como conquista) como el sufragio, la existencia de
partidos políticos, la libertad de prensa, etc. Sino que supone la necesidad de discutir -
y transformar- las maneras en que los bienes sociales se distribuyen; es evidente ya que
a la persistencia de la desigualdad conlleva menos posibilidades de democratización
(de todo bien social).
Otras posiciones afirman que la idea de democracia la tenemos que localizar
más cercana en el tiempo porque lo que -en general- llamamos democracia es “demo-
cracia liberal”1. Esta se define, sobre todo, como un régimen político mixto de gobier-

1 A través de diferentes autores tuvimos acceso a las discusiones sobre las “diferentes mode-
los/conceptos/ construcciones de democracia”, muchas de ellos muy interesantes y complejos. A los

364
La expansión del derecho a la educación… S. M. PAREDES y A. RIVA

no del estado. Y viene entrelazada con otras formas, con otros modos de hacer políti-
ca, ellas son: oligarquías, burocracia, tecnocracia, partidocracia y corporatismo y las
“dosis” de cada uno de estos elementos en la trama democrática varía según los mo-
mentos históricos y los países (Strasser 2000).
Más allá de que pudiéramos discutir esta idea es bien interesante considerar
los efectos políticos ya que, al decir del autor, estas conceptualizaciones requieren
construir una ciudadanía de “baja intensidad” y requieren también el mantenimiento
de prácticas clientelares que garanticen estas modalidades de hacer política.
Desde otra perspectiva, Boaventura de Souza Santos expresa las relaciones
entre capitalismo y democracia. En ese sentido, analiza diferentes cuestiones pero
enfatiza que en este contexto de debilitamiento del Estado, la democracia se vacía de
esa capacidad de igualación o de atención universal, se emparenta con el capitalismo
global y termina funcionando a la par.
Señala enfáticamente que en la actualidad las sociedades se vuelven política-
mente democráticas pero socialmente fascista. Esto significa que se contrarrestan los
avances en el plano de los derechos de los ciudadanos y su respecto universales por
una –diría Aristóteles- apariencia democrática.
En este escueto punteo de discusiones en torno al concepto de democracia,
nos preguntamos ¿vale la pena hacer un esfuerzo de dotar al concepto de un significa-
do? ¿Tiene algún valor seguir disputando sentidos en torno a esta categoría? Nos res-
pondemos que es una tarea central de la producción teórica, forma parte del aporte
que las disciplinas sociales y humanas hacen a la compresión y la transformación de la
sociedad. Según Tapia -citado por Bonetto- podemos afirmar que:

…el trabajo teórico de reconceptualización de la democracia y las luchas


políticas por la democratización y reforma de las instituciones políticas
no son algo que corren de manera separada… es decir que la discusión
teórica puede alimentar la lucha política, en términos de apoyar, precisa-
mente procesos de democratización histórica (Bonetto s/f).

Tal como lo señala Boaventura de Sousa Santos es necesario: “democratizar la


democracia” y esto supone desarmar el etnocentrismo en las relaciones sociales e institu-
cionales, lo que nos lleva –señala Bonetto- a la dimensión de la interculturalidad en el
ámbito de las relaciones intergubernamentales.
Interesantes desafíos teóricos y políticos dejan abiertas estas perspectivas y
nos comprometen a seguir reflexionando sobre la potencialidad democratizadora de
un concepto y de una práctica que apueste a la igualdad y a la justicia. La producción
conceptual tiene la potencialidad de pensar, de imaginar, de construir otros modos de
organización social y política y, de esta manera, se constituye en condición de posibili-
dad de que eso, efectivamente, ocurra.

fines del trabajo no podemos recrear aquí esos aportes pero es válido señalarlo. Entre otros: Reigadas,
María Cristina; Reigadas Maria Cristina en Tealdi (Comps.) Strasser, Carlos; Macpherson C.B.; Bonetto,
Susana. Y sobre las maneras en que la democracia está presente/ausente y los procesos de despliegue en
diferentes planos de la vida social revisamos algunos aportes de los textos publicados en Ansaldi (compi-
lador) “La ética de la democracia”.

365
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Figura 12

Para cerrar: “Me gustas democracia pero estas como ausente”

Sistemas educativos que crecen pero se diferencian en su interior acompañan


sociedades fragmentadas y profundamente injustas. Tempranos sistemas educativos
que no lograron garantizar el acceso a la cultura a las mayorías, heterogeneidades ver-
gonzosas y desigualdades mafiosas nos interpelan para seguir pensando en estos pro-
blemas; para seguir problematizando aquello que se naturaliza.
Celebramos la democracia por sobre otros regímenes políticos (más aun con-
denamos las experiencias de gobiernos totalitarios), valoramos la expansión de los
sistemas educativos (por sobre sistemas educativos explícitamente excluyentes y ex-
pulsores y llanamente elitistas) estas conquistas permiten a muchos apropiarse de una
vía de acceso a ciertos bienes simbólicos; pero asumimos los limites de estos procesos
entendiendo que el debate y la demanda política y pedagógica debe ahora orientarse en
otros sentidos que abonen procesos de profundización real de democratización.
¿Cómo pensar – y generar- hacia adelante procesos de mayor democratización
que acompañen el crecimiento y la expansión de los sistemas educativos? Esto requie-
re poder pensar en diferentes planos; en un plano de las políticas más macro ya que
sociedades más igualitarias generan mejores condiciones para la democratización del
acceso a diferentes bienes y, entre ellos, los bienes culturales; en el plano de las políti-
cas educativas donde será necesario pensar, modos de intervenir en ciertas definicio-
nes y prescripciones; y en el plano de las instituciones y de las prácticas estamos obli-
gados a pensar otros modelos institucionales y revisar ciertas prácticas institucionales y
áulicas.
Para intervenir en estos planos será necesario mirar críticamente la produc-
ción de conocimientos que se genera en el campo de las ciencias sociales y humanas.
En este sentido recuperamos, citando a Foucault, el papel de lo que llamó “intelectuales
específicos”.

El trabajo del intelectual no es modelar la voluntad política de los otros;


es, por medio de los análisis que ha hecho en los dominios que le son

2 Le agradecemos a la Lic. Susana Paez a quien le pedimos la foto que ella se la pidió a una amiga…. Esas
cosas que van de mano en mano, ¿será también democratizar? Creemos que sí, por eso gracias a Susana y
a su amiga.

366
La expansión del derecho a la educación… S. M. PAREDES y A. RIVA

propios, reinterrogar las evidencias y los postulados, sacudir las costum-


bres, las maneras de hacer y de pensar, disipar las familiaridades admiti-
das (Castro 2011).

Romper con algunas prácticas instaladas, recuperar algunas ideas devaluadas,


pensar e interrogar buscando las maneras de que sea posible que todos sea -efec-
tivamente- todos; lo cual exige no detenerse con quienes ganan la carrera en las compe-
tencias meritocráticas de lo escolar, sino en recorrer los diversos caminos que cada
uno puede emprender, las condiciones de esos caminos y las transformaciones que
serían deseables para conseguir -efectivamente- igualdad.

Ahora no hay vanguardias. No hay ningún tipo de conocimiento al que


podamos atribuir, en general, un privilegio epistemológico. Más aún co-
mo dice el Subcomandante Marcos, debemos hablar con los más lentos,
no con los más rápidos (Dale 2007).

No creemos en quienes se autoproclaman la vanguardia, tampoco creemos en


anunciar tragedias, ni pensar en el fin de todos los procesos; quizás conviene, siguien-
do a Diker, que señala a propósito de la escuela, pensar que, “Quizás sea necesario
ponerle fin a la retórica del fin; no necesariamente para desmentirla, sino para definiti-
vamente ampliar el horizonte y atrevernos a imaginar que hay del otro lado” (Diker
2010).

Bibliografía

BORÓN, Atilio, Aristóteles en Macondo: Notas sobre el fetichismo democrático en América Lati-
na, Mimeo, (s/f).
BONETTO, María Susana, La democracia en Latinoamérica. Reflexiones sobre la continuidad
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y la escuela respondió: ´Yo me ocupo´”, en Pineau P., Dussel I. y M. Caruso La es-

367
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

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(comp.). Diversidad cultural, desigualdad social y estrategias de políticas educativas, Buenos
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razza, R. (comp.) Pensar en lo público. Notas sobre la educación y el Estado, Buenos Aires,
Ed. Aique, 2008.

368
XXXVII
SOBRE MESTRES E APRENDIZES: RELAÇÃO
UNIVERSIDADE-ESCOLA NA FORMAÇAO
INICIAL DE PROFESSORES
Tatiana Leite da Silva Pessoa
Universidade Federal Fluminense
tatyanaleyte@yahoo.com.br

Introdução

A o longo dos últimos anos, durante minha trajetória de estudante e pesquisado-


ra, pude acompanhar a consolidação de um novo ideário em prol da formação
de professores na Universidade Federal Fluminense (UFF). Percebi os traços
de um movimento instituinte1 através das diversas iniciativas propostas pelos grupos
atuantes na formação de professores, na tentativa de romper com as históricas dificul-
dades e desenvolver a integração com a escola básica, necessária à formação dos seus
profissionais de educação.
A Subcoordenadoria de Apoio à Prática Pedagógica Discente 2 surgiu em de-
corrência desse movimento com o objetivo de resignificar a prática pedagógica dos
estudantes das Licenciaturas, através do intercâmbio entre a UFF e as escolas da rede
pública de ensino. Cabe à Subcoordenadoria dar apoio administrativo e pedagógico ao
estágio supervisionado em Pesquisa e Prática de Ensino, componente curricular co-
mum aos cursos de licenciatura e promover a integração das muitas ações pedagógicas
desenvolvidas na universidade, através de projetos de ensino, pesquisa e extensão, articu-
lando os interesses dos profissionais das escolas com a formação de professores.

1 Com Célia Linhares (2004) entendemos que os movimentos instituintes “não emergem em redomas de
vidro, nem tampouco institucionais; não crescem isolados da vida, da história, das ações coletivas e indi-
viduais, mas alimentam-se de circuitos incessantes de religação entre passado e futuro, entre as disciplinas,
entre afetos, linguagens, emoções, saberes e conhecimentos. É por isso que esses movimentos, e a expe-
riência deles decorrente, estouram nos mais diferentes espaço e tempos de vida. Sua potência criadora
depende também de nossa capacidade de reconhecê-los, de refletir suas promessas, possibilidades e
limites, de interligá-los, sem achatá-los ou homogeneizá-los, para que possam ir conjugando projetos
múltiplos de sociedade e de educação”.
2 A Subcoordenadoria de Apoio à Prática Pedagógica Discente é um setor integrante da PROAC, res-

ponsável pela efetivação das relações concretas entre a universidade e a escola básica.

369
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Em âmbito nacional, na contingência das políticas públicas pela formação de


professores, foi criado, pelo Governo Federal, no ano de 2006 o Programa de Conso-
lidação das Licenciaturas – PRODOCÊNCIA - visando à melhoria da qualidade do
ensino dos cursos de licenciatura das Instituições de Ensino Superior e trazendo como
marca a articulação entre as licenciaturas e as escolas de educação básica da rede
pública pela formação inicial e continuada de professores.
A Universidade Federal Fluminense aderiu ao PRODOCÊNCIA e desde o
ano de 2006 desenvolve projetos que articulam diversos cursos de licenciatura no
sentido de promover a formação inicial de professores em articulação com as escolas
da rede pública.
Envolvida nas atividades da universidade, tomei conhecimento de um projeto
desenvolvido na parceria entre o Instituto de Letras/UFF e o Colégio Universitário
Geraldo Reis/UFF. Tratava-se de uma proposta de iniciação à docência de licencian-
dos de Letras desenvolvida no espaço da sala de leitura. Essa proposta de compartil-
hamento de responsabilidades entre o professor da universidade e o professor da edu-
cação básica na formação inicial de professores estava trazendo resultados animado-
res. Durante a pesquisa, busquei conhecer esse trabalho mais de perto, saber como ele
acontecia, quem eram esses sujeitos autores desse novo saber-fazer.
Nesse sentido, busquei compreender de que forma as experiências de docên-
cia vividas pelos estudantes do curso de Letras da UFF, envolvidos em projetos de
ensino no âmbito do PRODOCÊNCIA/MEC, contribuíram para despertar nos licen-
ciandos o interesse pelo magistério. Essas experiências proporcionaram uma formação
sintonizada com a realidade educacional pública? Conseguiram estabelecer uma relaç-
ão mais orgânica entre a universidade e a escola? Como a parceria universidade-escola
pública tem contribuindo para a formação dos futuros profissionais da educação e
para a valorização da escola pública?
São essas as questões que nortearam meu processo de investigação e compre-
ensão da política de formação de professores da UFF, sua adesão e participação no
PRODOCÊNCIA e as experiências que têm sido vivenciadas nesse contexto.
Foram objetivos dessa pesquisa: apresentar a política de formação de profes-
sores da Universidade Federal Fluminense; descrever o PRODOCÊNCIA, seu perfil e
sua trajetória e a atuação da UFF nesse programa, em especial, o projeto da Letras
desenvolvido na sala de leitura do Colégio Universitário da UFF; apresentar as expe-
riências de formação do grupo atuante no projeto do Curso de Letras desenvolvido na
sala de leitura.
O referencial teórico-metodológico deste estudo se fundamentou na episte-
mologia da complexidade de Edgar Morin com vistas a compreender o homem e a
cultura, como um todo complexo, organizado e articulado. Foram analisados tanto os
aspectos instituídos – a norma, presentes nos documentos e projetos, quanto os as-
pectos instituintes – a vida, da formação acadêmica e da participação dos licenciandos
no projeto do PRODOCÊNCIA.
A pesquisa documental foi utilizada para o estudo do acervo dos documentos
e dos textos relacionados às políticas de formação de professores da UFF e ao mate-
rial de acesso público sobre o PRODOCÊNCIA. Através da pesquisa narrativa, foram
apreendidos o ideário pedagógico e a atuação dos grupos envolvidos no projeto.

370
Sobre mestres e aprendizes: relação universidade-escola… T. L. DA SILVA PESSÔA

Epistemologia da Complexidade e formação de professores

Para compreender a dinâmica pesquisada neste trabalho, que inclui desde


políticas públicas de governo a experiências de formação inicial de professores na
parceria universidade-escola é preciso encarar o desafio do pensar complexo.
Uma das avenidas da complexidade que contribui para essa compreensão é o
reconhecimento de um sistema como uma unidade complexa organizada, que traz em
sua essência o paradoxo de ser, ao mesmo tempo, considerado sob o ângulo do todo,
como único e homogêneo, considerado sob o ângulo dos constituintes como diverso
e heterogêneo – unitas multiplex.
É preciso associar à complexidade do sistema as marcas da unidade e da di-
versidade, que, em princípio, se excluem. Enquanto unidade complexa, um sistema é
uma unidade global, formado por partes diversas e inter-relacionadas, e que, ao mes-
mo, por ser um todo possui qualidades próprias, formadas a partir da soma dessas
partes.
E enquanto unidade complexa, não podemos reduzir nem o todo às partes,
nem as partes ao todo, mas sim, tentar conceber essas noções em conjunto, de modo
complementar e antagônico.
Morin (1921) traz diversas contribuições para uma reflexão acerca dos princí-
pios que devem estar intrínsecos aos processos de formação. Em um mundo de reali-
dades cada vez mais multidimensionais e planetárias é preciso promover a superação
da fragmentação do conhecimento, que torna invisível os problemas globais, as interaç-
ões e retroações entre partes e todo. Assim, uma inteligência que fragmenta o com-
plexo do mundo em pedaços separados é incapaz de conceber a complexidade da
realidade planetária, se tornando cega, inconsciente e irresponsável (Morin 1921:15).
Nos cursos de formação de professores, têm predominado uma proposta ba-
seada em um modelo curricular que: separa os conhecimentos específicos dos con-
hecimentos pedagógicos, hierarquizando-os em importância de ordem e de aprofun-
damento; prioriza os saberes científicos, ensinados na academia, em detrimento dos
saberes da prática, produzidos no cotidiano escolar e ainda desconsidera a importância
da aproximação da universidade com a escola na formação inicial e continuada de
professores. O retalhamento do conhecimento vai de encontro com a perspectiva da
complexidade, quando lembramos que complexo é “o que é tecido junto”.
Dessa forma, o papel do ensino deveria ser o de desenvolver a aptidão para
contextualizar e integrar, própria da mente humana para, enfim, promover um pensa-
mento capaz de enfrentar os grandes desafios de nossa época, sem deixar de conside-
rar a condição humana na vida, no mundo.
Outra importante contribuição trazida por Morin (1921) se refere à noção de
sujeito. O princípio determinista e redutor, propagado pela ciência moderna, acabou,
de alguma forma, expulsando o sujeito não só das ciências exatas, como também das
ciências humanas. Assim, o sujeito desapareceu do conhecimento determinista e objeti-
vista sobre o homem e a sociedade produzido por este paradigma.
Nesse momento, precisamos promover a inclusão do sujeito através de um
conhecimento compreensivo, que o contemple em sua complexa inteireza, conside-
rando todas as suas incerteza e ambivalências.

371
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Em sua dimensão cognitiva, o sujeito processa o tratamento de estímulos, de


dados, de signos, de símbolos que traz conhecimentos que o permite agir não só em
seu universo interior como na abrangência do universo exterior.
Cabe acrescentar que nessa perspectiva está presente também a consciência
que esse sujeito faz parte de sistema eco-organizado ou ecossistema que afeta e é afe-
tado por esse sujeito.
Essa noção está em sintonia com a perspectiva narrativa, compreendida nesse
trabalho como fenômeno e como método (Chaves 1999), que atribui grande importância às
experiências de vida e de formação vividas pelos sujeitos na sua trajetória. Essa pers-
pectiva tem um papel central no desenvolvimento pessoal e profissional.
A pesquisa narrativa é um importante processo que possibilita a reconstrução
do passado, a compreensão de nossas práticas no presente, bem como vislumbra uma
perspectiva de futuro.
Segundo Chaves (1999:126), essa perspectiva possibilita:

evocar a experiência humana de forma significativa, tornar o investigador


mais intimamente ligado ao processo investigativo, favorecer a reflexão
sobre os relatos dos sujeitos, dar voz aos sujeitos participantes do estudo,
organizar o pensamento a memória e a ação.

A abordagem narrativa aproxima ainda mais o pesquisador do processo inves-


tigativo, por colocá-lo de perto com as experiências humanas. Assim, como a mão do
oleiro na argila do vaso, o narrador imprime na narrativa a sua marca. Ao lançarmos
uma escuta sensível à história do outro nos aproximamos de seu pensamento, de sua
cultura, de suas crenças, de seus valores, de suas raízes. Dessa forma, compreendemos
o outro e a nós mesmos, em nossas identidades humanas.

Formação de professores: histórias de vida e de formação

Apresentarei, a seguir, a narrativa de dois estudantes do curso de Letras, parti-


cipantes desta pesquisa, que foram orientados em suas atividades de iniciação à docên-
cia no Colégio Universitário Geraldo Reis/UFF.

Narrativa de um estudantes - Monteiro3

Monteiro tem 21 anos e é estudante do curso de Letras, na modalidade Portu-


guês-Literatura. Descobriu seu interesse pelo magistério com seu professor de redação
do curso de pré-vestibular.
Destacou em sua trajetória duas professoras que têm marcado sua formação.
Uma delas é uma professora de literatura portuguesa

Não é só pelo conteúdo que ela transmite, você percebe nos olhos dela a
fascinação por aquela disciplina, o gosto por aquilo, então isso me deixou

3 Nome fictício, em referência ao escritor Monteiro Lobato.

372
Sobre mestres e aprendizes: relação universidade-escola… T. L. DA SILVA PESSÔA

mais encantado ainda e me deu ainda mais certeza de que era isso que eu
queria para o resto da minha vida. (Depoimento do estudante Monteiro)

A outra é a profª. Aldaléa Figueiredo que lhe proporcionou a oportunidade de fa-


zer estágio não só de observação. Monteiro criticou a maioria das práticas em estágio, que se
resumem em ficar no canto da sala anotando o que o professor está falando, para ele importante
tem sido a prática efetiva nas atividades de sala de aula, que têm lhe possibilitado enca-
rar uma turma de frente, trazendo aos poucos a confiança necessária para a sua atuação
como professor. Nesse sentido, Gudsdorf (1987) afirma: “Aquele que encontrou seu
mestre acha-se por ele conduzido por um caminho iniciático em direção da conquista
de sua própria vocação”.
Para Monteiro, a sua formação enquanto professor é tão importante quanto a
sua formação como pesquisador, em sua opinião tem que ter um equilíbrio, tem que ter um
meio termo, que ele avalia estar conseguindo com a sua atuação na sala de leitura.
Quando Monteiro começou a faculdade, teve a oportunidade de participar de
projeto com estudantes da Educação Básica. Entrou para o Colégio Universitário
Geraldo Reis/UFF em 2008 para fazer estágio e acabou se envolvendo em várias ati-
vidades.
Para ele, a vivência que teve na sala de leitura é como uma chave de ouro, como um
pote de ouro no final do arco-íris, pois tem lhe possibilitado uma experiência no magistério,
que para ele tem sido um importante diferencial na sua formação.

Eu olho para os meus colegas na sala e vejo que têm algumas dificulda-
des que realmente eles não tirar ali. Pra você que já teve essa oportunida-
de de estar desenvolvendo atividades no magistério, você vê que só vai
ser resolvida aquela dificuldade no magistério. Só que infelizmente quan-
do ele for descobrir já está tarde demais, ele já vai ter se formado e ele
vai acumular aquelas inseguranças, aquelas dúvidas, é o que acaba acon-
tecendo com muitos professores, eles não tem essa chance, essa oportu-
nidade que eu tive e quando eles vão dar aulas, eles assumem uma turma
e passam essa insegurança toda para os alunos deles, que a partir daí só
vai piorando, piorando (Depoimento do estudante Monteiro).

Em Chevalier & Gheerbrant (2009:233) a chave é “o símbolo do mistério a


penetrar, do enigma a resolver, da ação dificultosa a empreender, em suma, das etapas
que conduzem à iluminação e à descoberta”. Possuir a chave significa ter sido iniciado,
indica acesso a um grau iniciático. O arco-íris é caminho e mediação que leva ao pote de
ouro, que é o metal perfeito (Chevalier & Gheerbrant 2009:77). Assim para Monteiro, a
sala de leitura e, consequentemente, as experiências que nela vivenciou são esse ca-
minho que o leva ao ouro, que o inicia na docência.
Pedi a Monteiro que me dissesse alguma imagem, alguma, música, algum
poema que representasse o que é ser professor. Ele escolheu uma palavra: amor.
Acrescentou dizendo que não tem como ser professor sem amor. Monteiro nos diz
que no magistério não é possível ser só um profissional, não é possível ser indiferente
ao humano.

373
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

A sala de leitura, sem dúvidas, representou um importante marco na sua for-


mação. Considera ter uma proposta fantástica, que é muito bem desenvolvida e que
tem sido muito importante para todos que passam por ela. Quando pensa na sala de
leitura, lhe vem a imagem da caixa de pandora.

A sala de leitura poderia ser uma caixa de pandora, mas sem os males do
mundo, somente com o bem, que abre para poder ensinar, porque ali
tem tudo, até mesmo o que nós não sabemos tem ali (Depoimento do
estudante Monteiro).

A caixa possui valor simbólico por seu conteúdo. “A caixa sempre contém
um segredo: encerra e separa do mundo aquilo que é precioso, frágil ou temível”
(Chevalier & Gheerbrant 2009:164). Nesse contexto, a sala de leitura representa o
conteúdo precioso da caixa, um segredo que precisa ser revelado.

Narrativa de uma estudante - Clarice4

Clarice sempre quis ser professora, era um desejo de menina. Ela queria fazer o
curso normal, mas como trabalhava e o curso era em período integral teve que cursar
contabilidade que era oferecido no período noturno, embora não tivesse a ver com o
que queria. Na faculdade, escolheu o curso de Letras, habilitação Português-Frances, e
pode, então, fazer um curso de formação de professores, aperfeiçoando o desejo pelo
magistério que já fazia parte do seu cotidiano.

Eu gosto de lidar com pessoas, com crianças com adolescentes, dessa co-
isa de você ensinar um pouco do que você aprende e de você aprender
também um pouco com as pessoas, eu gosto muito disso. Sempre gosta-
va de ajudar, as amigas da minha filha precisavam de um reforço em Por-
tuguês e iam para minha casa. Eu queria também ensinar as pessoas a le-
rem, tenho muitos amigos, muitas pessoas que eu conheço em Itaboraí
não lêem nem escrevem, aí eu me ofereço: vamos lá que eu te ensino.

A fala de Clarice revela seu desejo em ser professora como algo que surge qua-
se que quando ela tem consciência de si no mundo, desde menina. Ferreira (2003:21) diz
que “uma das ‘chaves’ para a compreensão dos diferentes caminhos que cada ser
humano trilha no que diz respeito ao trabalho a que vai se vincular durante a sua
existência pode estar no imaginário”.
Isso nos remete à perspectiva vocacional, que durante muito tempo e ainda
hoje é negligenciada. Entendo com Ferreira (2003) vocação como uma das dimensões
de humanidade que não nega qualquer outra.

Penso que, nesse processo de dicotomização, a vocação como uma di-


mensão de humanidade, por se apresentar como um mistério, como ‘in-

4 Nome fictício, em referência à escritora Clarice Lispector.

374
Sobre mestres e aprendizes: relação universidade-escola… T. L. DA SILVA PESSÔA

visível’, no contexto da emergência de um paradigma que desprezou tu-


do aquilo que considerou imaginação, quimera, fantasia, acabou também
por ser desconsiderada (Ferreira 2003:20).

A partir de um pensamento complexo (Morin 2003) consigo conceber a vocação


como uma das dimensões da formação docente que não exclui nenhuma outra, que vê
o homem inteiro, como pessoa e profissional, porque não, como um educador vocaciona-
do.
Sobre a relação bacharelado e licenciatura, não considera que um seja melhor
ou pior que o outro, em sua opinião são apenas escolhas diferentes. Alguns alunos
começam cursando licenciatura, mas depois mudam para o bacharelado, pois não se
identificam com o magistério, não querem dar aulas. Eles desejam o oposto de Clarice:
o bacharelado para mim não serviria, a minha meta é me formar para dar aula.
Destacou que o Programa de Iniciação à Docência do Instituto de Letras tem
contribuído muito para a sua formação enquanto professora. A orientação nas ativi-
dades práticas desenvolvidas junto aos alunos nas escolas da rede pública, no caso
dela, desenvolvidas no Colégio Universitário Geraldo Reis/UFF, tem ajudado muito a
exercer a profissão professor.
Já na formação obtida com as disciplinas da faculdade, avalia que elas não est-
ão muito entrosadas com a realidade da escola. Para ela, acaba resultando na dicoto-
mia que tem marcado a formação de professores: a teoria é uma coisa, a prática é outra.
Teoria e prática não estão em diálogo. Revelou que os professores do seu curso não
estão muito preocupados na relação que o licenciando vai fazer com a prática, para
eles, o que importa é o conteúdo em si, voltado para a pesquisa.
Diferente, um pouco, do que acontece com as disciplinas pedagógicas, cursa-
das na Faculdade de Educação, que em sua opinião, estão mais próximas da realidade
da escola e conta com professores preocupados em fazer essa articulação.
Para Morin (2003) precisamos caminhar rumo a um ensino que supere o pen-
samento que isola, que separa, por um pensamento do complexo, no sentido do originário do
termo complexus: o que é tecido junto. Na formação de professores, considerando a escola e
o processo educativo como “fenômenos complexos, precisamos de um pensamento
que Reconheça e examine os fenômenos multidimensionais, em vez de isolar, de ma-
neira mutiladora, cada uma de suas dimensões” (Morin 2006:88).
Em sua trajetória, alguns professores têm deixado marcas em sua formação.
Dois deles dão aula de literatura, e têm contribuído para a percepção da literatura co-
mo parte da vida, do cotidiano. Na área educacional, a Profª. Bernadete Rocha foi
citada como uma importante referência e como grande orientadora da sua experiência
prática.
No início da faculdade, não trabalhava na área educacional. Decidiu sair do
emprego em um escritório, quando começou a cursar as disciplinas pedagógicas, que a
instigaram a querer começar a atuar no magistério. Sua primeira experiência foi reali-
zando estágio de observação das aulas de língua portuguesa de uma professora do
Liceu Nilo Peçanha. Em seguida, teve a oportunidade de atuar na sala de leitura, que
para ela significou sua experiência maior. Clarice foi parceira de Cora no projeto que
ganhou o prêmio da Mostra de Iniciação à Docência.

375
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Começou em 2008, a convite da Profª. Bernadete Rocha, a atuar na sala de lei-


tura com atividades de leitura e produção textual. Procurou desenvolver com o grupo
um trabalho mais voltado para a produção, visando estimular a criatividade e a partici-
pação dos alunos. Como as atividades da sala de leitura não tem nota, não tem uma
avaliação, revelou esse ser um grande desafio, fazer as crianças participarem por pra-
zer.
Para ela, todas essas experiências têm contribuído muito também para a sua
formação acadêmica, pelo fundamento teórico que precisa buscar para dar aulas. Além
disso, com suas experiências no magistério passou a compreender melhor o ponto de
vista do professor e a problematizar mais as aulas, do ponto de vista da prática.
O trabalho em conjunto, realizado pela Profª. Bernadete Rocha, pela Profª.
Aldaléa Figueiredo, de orientação aos estudantes do curso de Letras para ela é muito
positivo e tem contribuído muito para a formação de todos os envolvidos.
A oportunidade de atuar como bolsista, em uma experiência de iniciação à
docência, tem sido para Clarice uma vivência fundamental. O trabalho na sala de leitu-
ra tem sido um grande aprendizado para a sua formação enquanto professora, nesse
espaço despertou a vontade de sempre querer aprender. A atuação orientada, com um
suporte de professoras experientes tem contribuído muito para a sua formação como
professora.

Muita gente inicia sem experiência nenhuma e eu já conversei com mui-


tas amigas e é difícil demais, elas ficam perdidas, eu acho que isso vai ser
um diferencial para mim, de ter essa oportunidade de conhecer antes
como é uma sala de aula.

Clarice acredita que no magistério é essencial que o professor tenha um bom


relacionamento com seus estudantes, uma relação de amizade, respeito e carinho.
Trabalhando com seres humanos é impossível não se envolver emocionalmente. Não tem co-
mo considerar como se fosse só um trabalho, tem que ter a parte humana, a parte afetiva senão não
funciona.
Nesse sentido, lembro Paulo Freire (2000) quando nos diz que ensinar é uma
especificidade humana, que exige, entre outras coisas, querer bem aos educandos. A esse
respeito no diz:

É que lido com gente. Lido, por isso mesmo, independentemente do dis-
curso ideológico negador de sonhos e das utopias, com os sonhos, as es-
peranças tímidas, às vezes, mas às vezes, fortes, dos educandos. Se não
posso, de um lado, estimular os sonhos impossíveis, não devo, de outro,
negar a quem sonha o direito de sonhar. Lido com gente e não com co-
isas. E porque lido com gente, não posso, por mais que, inclusive, me dê
prazer entregar-me à reflexão teórica e crítica em torno da própria práti-
ca docente e discente, recusar a minha atenção dedicada e amorosa à
problemática mais pessoal deste ou daquele aluno ou aluna (Freire
2000:163).

376
Sobre mestres e aprendizes: relação universidade-escola… T. L. DA SILVA PESSÔA

Clarice representou o que é ser professor com uma poesia 5:

Para ser grande, sê inteiro: nada


Teu exagera ou exclui
Sê todo em cada coisa. Põe quanto és
No mínimo que fazes
Assim em cada lago a lua toda
Brilha, porque alta vive.

Para Clarice, no magistério é preciso colocar a nossa essência em todas as ati-


vidades que desenvolvemos. Se você colocar o mínimo de você naquilo que você está fazendo, eu
acho que é o mais importante. Ser professor exige comprometimento e identificação.

Conclusão

Esta pesquisa revelou que o Programa de Consolidação das Licenciaturas –


PRODOCÊNCIA – tem contribuído para a consolidação de um novo paradigma em
relação à formação de professores. No lugar da concepção racionalizante e dicotômi-
ca, que separa e hierarquiza saberes teóricos e práticos, conhecimentos específicos e
conhecimentos pedagógicos, instala-se, gradativamente, uma perspectiva relacional e
dialógica, em sintonia com o pensamento complexo (Morin 2003), que promove o
diálogo entre os saberes e entre os sujeitos.
Tanto o movimento em prol da formação de professores na UFF, quanto a
adesão desta Universidade ao Programa de Consolidação das Licenciaturas têm ca-
minhado em direção a uma PRÓ-DOCÊNCIA, a uma atitude voltada para a docência
como o próprio título anuncia. Repensar o currículo, promover o estreitamento da
relação universidade-escola e a oportunidade dos licenciandos experimentarem o ma-
gistério, tem contribuído não só para a mudança de uma mentalidade na universidade
quanto à formação de professores, mas também tem possibilitado, de fato, a vivência
por parte dos estudantes de experiências docentes.
As narrativas apresentadas nesse trabalho apontam para uma importante
questão a ser considerada na formação de professores: a docência é aprendida. Para
formar professores é preciso haver dedicação às experiências realizadas na escola, é
preciso reservar tempo para o aprendizado do magistério, é preciso organização, pla-
nejamento, estudo, é preciso ter mestres. Mestres que orientem as práticas desses
aprendizes.
Nesse sentido, Chaves & Guedes (2008) apresentam a discussão entre puer e
senex, entre o novo e o velho, destacando as conexões entre presente e passado, ex-
pressas nessa polaridade. Considera que a polaridade puer-senex direciona para o equilí-
brio, busca, a um só tempo, exaltar a juventude e honrar a velhice. Chevalier & Ghe-
erbrant (2009:934) apresentam a velhice como “um sinal de sabedoria e de virtude, um
longo acúmulo de experiência e de reflexão”, não configurando somente em relação à
idade.

5 Poesia: Ser grande, Fernando Pessoa.

377
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Assim, puer e senex se relacionam de modo recursivo (Morin 2003), ao mesmo


tempo em que se constituem enquanto subjetividade, se afetam e se influenciam: por
um processo de interação, o Mestre aprende com o seu discípulo enquanto lhe ensina. (Chaves
2008).
O mestre, na sua condição de condutor de almas, recebe seu discípulo, que nele
deposita a confiança para que o instrua e o conduza enquanto ele não for capaz de se
conduzir a si próprio. Nesse sentido, a condição de discípulo é provisória. Há prepa-
ração para que ele possa conduzir a si próprio. Nesse tempo, é a presença do mestre, o
estar-junto que transmite ao discípulo a segurança, o apoio, o amor, necessários à sua
formação.
Dessa forma, o mestre, como discípulo mais velho – senex – conduz seu discí-
pulo – puer – para que ele se converta também em mestre-aprendiz. Monteiro foi
discípulo, encontrou seus mestres, tornou-se, também, mestre.

Referências Bibliográficas

CHAVES, Iduina, “Pesquisa narrativa: uma forma de evocar imagens da vida dos
profesores”. In: Teixeira, Maria Cecília Sanchez y Maria do Rosário Silveira Porto,
(Orgs.), Imagens da cultura: um outro olhar, São Paulo, Plêiade, 1999.
CHAVES, Iduina y Adriane Ogêda GUEDES, O aprendiz de Mestre Aprendiz: trajetivi-
dade da orientação da escrita de uma tese de doutorado. Mimeo, 2008.
CHEVALIER, Jean y Alain GHEERBRANT, Dicionário de Símbolos: mitos, sonhos, costu-
mes, gestos, formas, figuras, cores, números. 24. Ed, Rio de Janeiro, José Olympio Editora,
2009.
FERREIRA, Rodolfo, O professor invisível: imaginário, trabalho docente e vocação. Rio
de Janeiro, Quartet, 2003.
FREIRE, Paulo, Pedagogia da autonomia: saberes necessários à prática educativa. 15.
ed. São Paulo, Paz e Terra, Coleção Leitura, 2000.
GUDSDORF, Georges, Professores para quê? Para uma Pedagogia da Pedagogia. São Paulo,
Martins Fontes, Coleção Psicologia e Pedagogia, 1987.
LINHARES, Célia, “Políticas de formação de professores e experiências instituintes”, en II Se-
minário de Educação: memória(s), história(s) e educação: fios e desafios na formação de profesores,
Rio de Janeiro, UERJ, 2004.
MORIN, Edgar, Ciência com consciência. Trad. de Maria D. Alexandre e Maria Alice
Sampaio Dória, 7. Ed, Rio de Janeiro, Bertrand Editora, 1921.
MORIN, Edgar, A cabeça bem feita: repensar a reforma, reformar o pensamento. Trad. Eloá
Jacobina, 12. Ed, Rio de Janeiro, Bertrand Editora, 2003.
SEVERINO, Antonio Joaquim, Pensando em subsídios filosóficos para a formação do educador,
Revista Humanidades, N° 43, 1997.

378
XXXVIII
A PROPOSTA PEDAGÓGICA DA UFPR – SETOR
LITORAL, E O PROGRAMA DE EXTENSÃO:
MÍDIA E EDUCAÇÃO NAS ESCOLAS DAS ILHAS
DO LITORAL PARANAENSE
Rafael Da Silveira Falcão
Universidade Federal do Paraná – Setor Litoral
rafael.silveira@ufpr.br

Introdução

E ste presente trabalho possui como princípio e eixo motivador de sua apresen-
tação, o fomento e a visibilização de uma articulação pedagógica inovadora,
tendo como alicérces o contexto político-educacional brasileiro. Este Projeto
Político Pedagógico (chamado PPP), foi pensado para o ensino superior do litoral
paranaense, através da instauração do compus/setor Litoral da Universidade Federal
do Paraná, UFPR.
Estruturando-se em dois níveis, este artigo traerá as experiências obtidas du-
rante a realização do projeto PIBID (Programa Institucional de Bolsa de Iniciação a
Docência), nas escolas das ilhas do litoral paranaense, que tem consigo as marcas de
ser desenvolvido dentro dos fundamentos pedagógicos que constituem o processo de
aprendizagem desta universidade.
Neste contexto realizou-se o projeto de intercâmbio em parceria universitária
a nível de graduação, entre a Universidade Federal do Paraná – Setor litoral (UFPR –
Litoral) e Universidade Nacional de Río Cuarto (UNRC), com o seguinte título: “Um
intercâmbio que propõe um estudo sócio-comunitário e humanístico nas regiões de
influência das instituições de ensino superior (IES)”. Finalmente cabe aclarar que o
mencionado programa de intercâmbio teve apoio da Coordenação de Aperfeiçoamento de
Pessoal de Nível Superior (CAPES) e Ministério da Educação Brasileiro.

O Projeto Politico Pedagógico (PPP)

A Universidade Federal do Paraná, setor Litoral, tem seu Projeto Político-


Pedagógico (PPP), oriundo de um momento de transição política. Essa transição foi a
eleição em 2001 da sua reitoria, que constituiria a gestão de 2002-2006. A proposta

379
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

teve primeiramente o objetivo de ampliar as vagas para o ensino superior, neste âmbi-
to viu-se a oportunidade de instalar um projeto pedagógico distinto dos demais seto-
res, e que na época constituíam a Universidade Federal do Paraná. Além da oportuni-
dade de levar desenvolvimento à uma região desacreditada sócio e economicamente.
Em 2005 no Município de Matinhos/PR, foi constituída e portanto legitimada
a instauração do novo PPP (Projeto Político-Pedagógico) e posteriormente firmada
sua implantação em 2008 com a eleição e posse da direção. A elaboração do projeto
teve como ferramenta orientadora, um diagnóstico da realidade socioeconômica da
região, fato este que fortaleceu sua concepção.
Apresentando um posicionamento que leva em consideração uma educação
anti-hierárquica e anti-exclusivista, o setor surge e compromete-se efetivamente com
seu papel de intervenir socialmente. Neste sentido sentido a universidande, através do
seu projeto político pedagógico (PPP), mantém como princípio de ação que:

um desenvolvimento cultural e socioeconômico surge através da oportu-


nidade de acesso a uma educação universitária gratuita e diretamente
comprometida com o desenvolvimento social sustentável.1

O processo de instauração do setor, também teve como eixo uma fundamen-


tação proveniente de um diálogo politico continuado, que se manifestou através da
parceria de distintas instâncias governamentais: Federais, Estaduais e Municipais, in-
corporando assim a perspectiva dessas instituições em diálogo com a demanda da
população.
Diversos segmentos nacionais encontram-se em crise, ou seja, expressam uma
necessidade já saturada de desenvolvimento, sejam eles segmentos econômicos, edu-
cacionais, sociais, tecnológicos, ambientais e muitos outros. Neste contexto, aborda-
remos o panorama educacional. De este modo, se plantea a importância de retornar
para a universidade a responsabilidade de refletir criticamente seu papel enquanto
agente social, frente aos processos sociais excludentes que se traduzem e refletem no
mercado de trabalho e constituem um “individuo social”.
Tal panorama, que evidencia a ideologia racionalista já esgotada e proveniente
da modernidade que não mais comporta constituir os alicerces educacionais de um
sistema educacional e que assim, deve ser problematizado.

A identificação dos limites, das insuficiências estruturais do paradigma


científico moderno é o resultado do grande avanço no conhecimento
que ele propiciou. O aprofundamento do conhecimento permitiu ver a
fragilidade dos pilares em que se funda (Sousa Santos 1988:24).

A partir desta identificação, se torna possível plantear a necessidade, e mais,


além disso, plantear a importância de desconstruir certas concepções curriculares que
sejam unicamente tecnicistas, e também trazer à tona as relações de contexto que per-
passam as áreas do conhecimento, como por exemplo:

1 Confrontar: http://www.litoral.ufpr.br/ppp <acessado em: 13/10/2013>.

380
A proposta pedagógica da UFPR – setor Litoral… R. DA SILVEIRA FALCÃO

Os fatos observados têm vindo a escapar ao regime de isolamento pri-


sional a que a ciência os sujeita. Os objetos têm fronteiras cada vez me-
nos definidas; são constituídos por anéis que se entrecruzam em teias
complexas com os dos restantes objetos (Sousa Santos 1988:34).

Neste sentido e de acordo com Boaventura Souza santos, é que podemos


compreender que o conhecimento tem um papel de construção científico-social, que
parte de uma relevância contextual. O PPP (Projeto Político Pedagógico) da UFPR
Litoral se apresenta inovador, e traz consigo o posicionamento do sujeito frente à
realidade em que se apresenta, tonar parte de um processo emancipatório necessário.
A aquisição de um poder de autonomia no diálogo e entrosamento entre comunidade-
aluno-professor explicita-se na educação como ato político e de construção de subjeti-
vidade.

Como não há educação sem política educativa que estabelece priorida-


des, metas, conteúdos, meios e se infunde de sonhos e utopias, creio que
não faria mal nenhum neste encontro que sonhássemos um pouco. Que
nos aventurássemos um pouco, que corrêssemos o risco de pensar em
certos valores concretos que pudessem ir se incorporando a nós (Freire
2001:14).

Não há educação de esteja por fora da política, já dizia o pedagogo Paulo


Freire, e nesse sentido, Projeto Político Pedagógico (PPP), concebe o conhecimento
como uma totalidade articulada, decorrente de uma reflexão e consequentemente de
um posicionamento social, que gera o indivíduo no processo educacional. Partindo
desse pressuposto se pode identificar dos níveis de estruturação que se entrelaçam em
todos os cursos oferecidos pela instituição.
 Estrutura vertical (Eixos que desenvolvem-se de maneira linear e que funcionam
como pré-requisitos para acceder ao próximo, por exemplo, somente quando se
finalizam os objetivos estabelecidos no primeiro eixo, se poderá acceder ao se-
gundo eixo, e assim sucessivamente durante os 4 anos mínimos necessários para
obtenção do título universitário pela UFPR Litoral).
1º Conhecer e compreender: Percepção Crítica da Realidade;
2º Compreender e propor: Aprofundamento Metodológico e Científico;
3º Propor e agir: Transição para o Exercício Profissional.
 Estrutura horizontal (Eixos que desenvolvem-se de maneira conjunta durante
todos os anos em todos os cursos oferecidos pela UFPR Litoral, e que se correla-
cionam com o momento em que o aluno se encontra na “Estrutura vertical”).
- Projetos de Aprendizagem (20%): Os Estudantes desenvolvem projetos de acordo com
os seus interesses, orientados por professores que os estimulam e desafiam objetivan-
do o desenvolvimento de processos de aprendizagem.
- Interações Culturais e Humanísticas (20%): Através de encontros que ocorrem semanal-
mente, integrando estudantes dos diferentes cursos e em diferentes momentos da
graduação, o ICH constitui-se num espaço de aprendizagem interdisciplinar. Possibili-
ta a articulação de diversos saberes (científicos, culturais, populares e pessoais) e busca
um olhar mais amplo para a problemática cultural e humanística contemporânea.

381
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

- Fundamentos Teórico-práticos (60%): são meios e não fins no processo de formação.


Com rigor científico e contextualização com os demais desafios reais que o estudante
vai enfrentando, os fundamentos são organizados em consonância com as diferentes
etapas da proposta pedagógica, buscando atender tanto às diretrizes curriculares de
cada curso, como propiciar os saberes necessários à execução dos projetos de aprendi-
zagem.
Elementos Estruturantes do Projeto Político Pedagógicos (PPP). Projeto dife-
renciado que foi pensado para o ensino superior do litoral paranaense, e que articula-
se com as necessidades sócio-econômicas da região.

- Fases com focos orientadores:


1. Percepção crítica da realidade;
2. Aprofundamento Metodológico e Científico;
3. Transição para o exercício Profissional.
- Atividades diversificadas:
1. Elaboração e desenvolvimento de projetos;
2. Estágios de vivência e de aprimoramento;
3. Trabalhos interdisciplinares e interprofissionais;
4. Intercâmbios;
5. Trabalhos de extensão, pesquisa e monitoria;
6. Grupos temáticos de estudo;
7. Módulos de Fundamentos Teórico-práticos;
8. Oficinas de teatro; dança; música; cinema; esportes; lazer e artesanato;
9. Interações Culturais e Humanísticas;
10. Estágios e Trabalhos pré-profissionais orientados.
O método de avaliação acontece de maneira processual e de múltiplos objeti-
vos. Manifesta-se através de indicadores progressivos (Conforme constam abaixo).
Desta maneira o processo de avaliação é realizado por distintas unidades pedagógicas,
cada unidade compõem um grupo de orientadores que são integrantes dos grupos de
competência de acordo com a estrutura horizontal (ICH – PAs – FTP). Os grupos
são: GICH (Grupo de Interações Culturais e Humanísticas), GEPA (Grupo Especial
de Projetos de Aprendizagem) e CAEA (Comitê de Avaliação de Ensino-Aprendi-
zagem).

- Conceitos (Indicadores progressivos de avaliação).


APL – Aprendizagem plena;
AS – Aprendizagem suficiente;
APS – Aprendizagem parcialmente suficiente;
AI – Aprendizagem insuficiente.

- Evolução do Estudante
APL – Evolução normal;
AS – Evolução mediada;
APS – SEI (Semana de Estudos Intensivos);
AI – Re-periodização.

382
A proposta pedagógica da UFPR – setor Litoral… R. DA SILVEIRA FALCÃO

PIBID: Mídia e Educação nas Escolas das Ilhas do Litoral Paranaense

Este trecho está constituído como relato de experiência sobre as atividades


desenvolvidas pelo PIBID (Programa Institucional de Bolsa de Iniciação a Docência)
na UFPR Litoral. O programa tem por finalidade, apoiar a formação de estudantes
dos cursos de licenciatura em âmbito nacional, com o objetivo de contribuir para a
elevação da qualidade da educação básica nas escolas públicas. O programa estrutura-
se em sub-projetos, que funcionam como temas e que são definidos por área de co-
nhecimento (humanas, exatas, etc...) e coordenados por um professor da universidade
que seja integrante do corpo docente e um dos cursos de licenciatura integrante da
área de conhecimento relacionada.
Dentro do contexto de fomento educomunicacional, o projeto (“Mídia e E-
ducação nas Escolas das Ilhas do Litoral Paranaense”), apresenta uma metodologia
pedagógica que propõe o uso de recursos tecnológicos e teorias próprias da comuni-
cação social para abordar temas e trabalha-los nas escolas, como por exemplo, a “vio-
lência”, tema utilizado em uma série de apresentações de trabalhos que abordavam
questões como: violência na internet, nos video-games, no esporte, etc. Nesse sentido
a educomunicação é tida como uma ferramenta de articulação de diversas matérias
escolares, um instrumento de interdisciplinaridade.
De tal modo, as equipes de cada subprojeto são constituídas por estudantes
da graduação e professores das escolas públicas de educação básica participante. O
projeto é mantido pela Diretoria de Educação Básica da Coordenação de Aperfeiçoa-
mento de Pessoal de Nível Superior (CAPES) e na UFPR, pela Pró-Reitoria de Gra-
duação e Educação Profissional (PROGRAD).
No setor Litoral da UFPR, há entre outros, o projeto “Mídia e Educação nas
Escolas das Ilhas do Litoral Paranaense”, que é reflexo de uma parceria entre as licen-
ciaturas de Artes e Linguagem e Comunicação, que atuam nas escolas das ilhas fomen-
tando a produção e articulação do conhecimento com suporte midiático gerando uma
reflexão crítica.
Tais atividades variam desde a participação em eventos escolares, como por
exemplo: mostra de trabalhos na semana de combate a violência, evento esse que
contou com produtos levados pelos bolsistas, aportes de violência no esporte, em
desenhos animados, videogames e reflexões críticas sobre cidadania e que funciona-
ram como base para um debate de ideias.

Ao desenvolver um vídeo, por exemplo, o aluno pesquisa sobre o tema,


organiza as informações em um roteiro, re-significa essas informações na
gravação e faz uma sistematização ao editar o material. Ao longo de todo
o processo, desenvolve competências (como capacidade de pesquisa e
expressão, capacidade de trabalho em grupo, responsabilidade e senso
crítico) e se apropria do conteúdo trabalhado (Revista rede CEP
2013:15).

Assim sendo, as competências desenvolvidas pelo aluno em uma atividade


mediada por aportes educomunicativos, sejam “(como capacidade de pesquisa e ex-

383
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

pressão, capacidade de trabalho em grupo, responsabilidade e senso crítico)”, ajudam


no desenvolvimento e aplicação de suas inteligencias, tendo como aporte teórico que
não será profundizado neste artigo, as teórias de processo de aprendizagem significati-
va de David P. Ausubel.
Outro exemplo de atividades realizadas no programa e que também estão
contempladas no que aporta da revista rede CEP, “Educomunicar: Comunicação,
Educação e Participação para uma educação pública de qualidade”, (conforme constata na
cita anterior), foi o momento de articulação realizado durante as produções de curtas-
metragens. Os alunos foram mediados no processo de resgate e registro audiovisual de
suas próprias lendas locais. Tendo como resultado, materiais como: A mulher de
branco e A noiva do pé de Guanandi. O projeto também tem como um dos seus obje-
tivos proporcionar ao aluno de escola pública um olhar crítico sobre o contexto ao
qual está inserido, conhecendo-o, compreendendo-o e propondo mudanças.

Conclusão

Tendo em consideração a preocupação expressada através do seu projeto po-


lítico pedagógico, projeto que norteia todas a linhas de ação promovidas pela Univer-
sidade Federal do Paraná, sede/campus Litoral, a coloca hoje, como instituição educa-
cional de nível superior de referencia, no que se refere a aplicação e desenvolvimento
da sua autonomia para reger um plano pedagógico a nível universitário. Em tal senti-
do, problematizou a necessidade de humanizar desde seu gestionamento administrati-
vo até os núcleos didáticos, suas salas de aula, buscando e trabalhando para obter uma
resposta ao processo de ensino-aprendizagem, de maneira mais significativa.
Entretanto, o setor Litoral não se apresenta dentro de um contexto ideológico
isolado, a exemplos de sucesso, temos também a “Escola da Ponte” em Portugal (de-
dicada ao ensino fundamental), no interior do estado de São Paulo com a “Escola
Projeto Âncora” (ensino fundamental, médio e profissionalizante), e na grande São
Paulo a “Escola Municipal Desembargador Amorim Lima”. Cada qual, possuidora de
um projeto político pedagógico articulado de acordo com suas características e con-
texto ao qual se inseri cada uma delas, mas que ao final, possuem o mesmo objetivo:
uma educação que parte do aluno e para o aluno, jamais por sobre o aluno. Desta meneira.

Entendemos a escola como um espaço de humanização no qual a criança


é convidada a vivenciar os conhecimentos, as diversas formas de com-
preender e estar no mundo que a cerca. A escola é um local que propicia
oportunidades para desenvolvimento de habilidades sociais, críticas e da
autonomia.2

Compreendendo esta abordagem pedagógica, é que resultou válida a exposi-


ção ainda que como relato de experiência sobre as atividades desenvolvidas pelo pro-
jeto: “Mídia e Educação”, que é composto pelos alunos da universidade, professores
das escolas públicas das ilhas e seus alunos. Considerando tais atividades como uma

2 Confrontar em: http://projetoancora.org.br/pedagogia.php?lang=port <acessado em: 13/10/2013>.

384
A proposta pedagógica da UFPR – setor Litoral… R. DA SILVEIRA FALCÃO

maneira de confrontar teoria e práxis, numa tentativa de resposta e intendo de pro-


mover o diferencial para um ensino de qualidade.

Bibliográfia

CARRIER, Hervé; Revolução Cultural e Educação; Tradução de Ireneu Martin;


Editora Champagnat; Curitiba/PR; 1994.
FREIRE, Paulo, Política e Educação, 5ª Edição, São Paulo, Editora Cortez, 2001.
GULDBERG, Horacio Cerutti, La Utopía de Nuestra América, Costa Rica, Editora
Escuela de Filosofia, 2007.
RAJAGOPALAN, Kanavillil, Por uma lingüística crítica: Linguagem, Identidade e a Questão
Ética, São Paulo, Editora Parábola, 2003.
SOUZA SANTOS, Boaventura, “Um discurso sobre as ciências na transição para uma
ciência pós-moderna”, Estudos Avançados, Vol. 2, N° 2, São Paulo, May/Aug, 1988.

385
XXXIX
UNA MIRADA DIFERENTE SOBRE IQUITOS
María Victoria Fernández
Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González;
Centro de Investigaciones Precolombinas
mvicfernandez@gmail.com

Introducción

L a ciudad de Iquitos se encuentra ubicada en el noreste del Perú, en la desembo-


cacura de los ríos Itaya y Nanay. Está conformada por cuatro distritos: Iquitos,
Belén, Punchana y San Juan Bautista. La distribución de la población en los
mismos es la siguiente: Iquitos (19%), Belén (17%), Punchana (19%) y San Juan Bau-
tista (25%). Iquitos vive del turismo, el comercio la industria forestal y cuenta con un
extenso litoral que le permite tener una de las más grandes riquezas pesqueras del
mundo (López Ríos 2010). Su población es multicultural, ya que, incluye etnias indíge-
nas, mestizos y extranjeros. El barrio de Belén es muy populoso, posee una extensa
actividad económica pero por sobretodo es un retazo de la cultura iquiteña. Podríamos
considerarlo como mágico y pintoresco. El mismo está dividido en Alto Belén y Bajo
Belén. Su nombre se debe a su arquitectura convencional compuesta principalmente
por palafitos y balsas hogareñas, así como también escaleras y andenes de concreto.
Belén es conocida como “la Venecia amazónica”, y es el caso que nos ocupa en este
escrito.
Hacer trabajo de campo en Belén es parte de una serie de actividades acadé-
micas para el seminario “Los Andes antes de los Inka”, que se dicta en el Instituto Supe-
rior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González” desde el año 1994, y se encuadra de-
ntro del convenio entre la Institución antes mencionada, el Centro de Investigaciones
Precolombinas (CIP) y la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP). El
mismo tiene como objetivo el intercambio académico entre docentes y alumnos de
Perú y Argentina. Promoviendo la investigación de campo etnográfica, antropológica
social y de la historia latinoamericana.
El aporte al “Simposio Internacional sobre Estudios Latinoamericanos: Diálo-
gos interdisciplinarios sobre sociedad, historia, cultura, frontera y territorio (antropología, historia,
ciencias sociales, geografía, música popular)” consiste en describir el barrio de Belén y a partir
de ahí ver su dualidad, la cual se inserta en la misma ciudad de Iquitos. Vale aclarar que
este trabajo lleva igual título que una reseña publicada en el Boletín del Centro de

387
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Investigaciones Precolombinas Nº 4, Año 2, Buenos Aires, 2002, debido a que el pre-


sente es una versión ampliada (Fernández 2002).
En primer lugar haremos referencia al contexto territorial e histórico, en se-
gundo al contexto observacional y en tercero al contexto dual.

Contexto Territorial e Histórico

Belén nació a orillas del río Belén Cocha, un pequeño brazo del río Itaya que
desembocaba en el río Amazonas por el año 1886.
Antes de 1860, año en que fundó el puerto, la factoría y el apostadero naval,
ya existía un caserío de pescadores omaguas, quienes habitaban unas chozas flotantes
formadas por palafitos de topas y palos entrecruzados:

Nació como un caserío de pescadores omaguas, aquellos expertos caza-


dores de río cuyas vidas transcurrían junto al diestro bogar de las canoas,
el manejo de las redes y el tiro certero de las flechas y la precisión de los
anzuelos (Reátegui Bartra 2001:95).

Con el transcurrir del tiempo el “lago de Belén” fue desapareciendo. El río


Amazonas devoró al río Itaya y se fueron construyendo playas. Aquél caserío de pes-
cadores se transformó en un centro de atracaderos, en un puerto natural, que era la
puerta de ingresos de Iquitos. Allí confluían los ribereños de todos los ríos tributarios
del Amazonas para intercambiar productos necesarios y de venta rápida por artículos
manufacturados.
En 1886, el Capitán de Navío Don Enrique Espinar, bosquejó el primer plano
de la ciudad de Iquitos, y allí se puede observar la presencia de edificaciones en distin-
tos sectores de la zona alta de Belén.
En el año 1904, se transformó en el puerto central de la ciudad de Iquitos, por
eso jugó un rol fundamental dentro del período de la extracción cauchera. En esta
etapa, la población de Belén se hizo más heterogénea, debido a la llegada de gente de
la Amazonía y de la zona andina peruana (Hurtado Gomez s/f).
La explotación del caucho entre 1880 y 1914 provocó un crecimiento econó-
mico en la región que conllevó a un aumento demográfico. La Amazonía peruana fue
una zona inexplorada antes de 1880 que sólo producía plantas medicinales como la
quinina, pescado salado y sombreros de paja. A partir de la década de 1880, el caucho
es el producto por excelencia y la panacea económica de esta zona. En Iquitos se ins-
talaban aventureros, comerciantes y todo tipo de gente quienes compraban provisio-
nes y alquilaban peones para ser guiados hasta el lugar donde se encontraba el ansiado
producto, iniciando su propio negocio (Roux 1995; San Román 1994).
A principios del siglo XX, Belén no sólo era un espacio de compra-venta, sino
que también lo era de construcción y embarcaciones. En la década de 1920, el puerto
de Belén tenía una intensa actividad comercial. La zona baja, debido a la acumulación
de limo y arena generada por las crecientes del río Amazonas, se extendió, y en conse-
cuencia las nuevas playas eran utilizadas para la construcción de casas, algunas flotan-
tes, otras unidas a altos horcones de 7 metros que hundían en la tierra.

388
Una mirada diferente sobre Iquitos M. V. FERNÁNDEZ

Entre 1950 y 1960, Belén era una barriada intensamente poblada y ya tenía
graves problemas de hacinamiento y salubridad. La amplia playa que se formó frente
al puerto da nacimiento a Pueblo Libre. Aquí podemos mencionar un dato interesante:
gran parte de Belén era propiedad de la familia de Julio César Arana, un patrón cau-
chero. Esto daba lugar al alquiler de viviendas por parte de la familia Arana y al uso
discrecional de esas tierras sin considerar los intereses de sus pobladoras. Esta situa-
ción llega a su fin con la expropiación de terrenos a dicha familia, y su venta al precio
de un sol a los habitantes de Belén dispuesto por el gobierno de del Gral. Juan Velasco
Alvarado.
Belén presenta un trazado urbano con calles y carreteras que muestra un or-
den y amplitud que difiere con la alta densidad ocupacional descripta en todos los
trabajos que tratan sobre marginalidad y pobreza:

Todas las características muestran que en estos asentamientos la estacio-


nalidad ha logrado un carácter de normalidad, que difiere de la visión de
las instituciones y que cuestiona el concepto de zona de alto riesgo de
inundación (Hurtado Gomez s/f:137).

No obstante, Belén no creció solo por el cambio de su estructura arquitectó-


nica por las playas, sino que sufrió una serie de incendios que conllevó a la reubicación
de sus distintos sectores.
La creación de lo que hoy conocemos como Distrito de Belén puede sinteti-
zarse de la siguiente forma:
Marzo de 1983: la población de Belén es convocada a una asamblea. En la
misma se constituye la Comisión Coordinadora Pro Distrito de Belén. Esta comisión
se encargará de impulsar la recopilación de firmas de adherentes para el pedido en
todos los caseríos y calles de la jurisdicción. Posteriormente se presentará un memorial
a la Cooperación Departamental de Desarrollo de Loreto.
16 de noviembre de 1984: el Diputado por Loreto Orison Pardo Mattos soli-
citó a la Presidencia del Consejo de Ministros la creación de cuatro distritos en la Pro-
vincia de Maynas, entre ellos Belén.
05 de marzo de 1986: Orison Pardo Mattos reiteró el pedido ante la Cámara
de Diputados.
1987: la población asistió a una nueva asamblea donde se acordó luchar hasta
las últimas consecuencias para la creación del distrito. En esta comisión se eligieron
los miembros del Comité Pro Distrito de Belén.
1988: el Consejo de Ministros reiteró el expediente de Orison Pardo Mattos a
la dirección ejecutiva del Instituto Nacional de Planificación (INP). Este organismo
comunicó que dicha solicitud debería adecuarse a lo establecido en las normas legales
vigentes.
30 de marzo de 1988: la Comisión Pro Distrito presentó un primer expedien-
te, el cual fue devuelto para su complementación en abril de 1991.
19 de agosto de 1991: se presenta nuevamente el expediente. Pero por diver-
sos problemas que se generaron en el comité por el distrito las gestiones quedaron
truncas.

389
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

17 de septiembre de 1993: se realizó una nueva asamblea popular llevada a


cabo en la plaza pública de Belén donde se erigió una segunda directiva del Comité
Pro Distrito.
22 de septiembre de 1993: la Secretaría de Planificación del Consejo Transito-
rio de Administración Regional de Loreto (CTAR Loreto), alcanzará las observaciones
que debían adecuarse al expediente sustentatorio.
28 de octubre de 1993: el expediente adecuado es entregado al Congresista y
Presidente del Consejo de Ministros Dr. Carlos Torres y Torres Lara.
Comenzó entonces una nueva travesía de trámites burocráticos, de trabajo en
conjunto, para lograr el Distrito. Tanto el partido que detenta el poder como la oposi-
ción enarbolaronn la bandera de creación del Distrito exigiendo su cumplimiento.
29 de octubre de 1999: por la Ley 27195 se creó el Distrito de Villa Belén,
luego de dieciséis años del inicio de las gestiones (Reátegui Bartra 2001).

Contexto Observacional

Entre los años 1998 y 2002 recorrimos Belén junto a Augusto Cárdenas Gref-
fa y Julissa Rondón Campana y estudiantes de la Universidad Nacional de la Amazon-
ía. Se hicieron observaciones en el mercado y en el interior del barrio, donde nos
adentramos por estar acompañados por ellos, aunque hubo zonas donde no pudimos
pasar. A partir de lo visto en las zonas recorridas podemos enumerar lo siguiente:
 El Distrito no posee servicio de agua potable, cloacas, recolección de residuos,
seguridad. La red eléctrica es el único servicio público existente.
 Los puestos de venta en el Mercado de Belén se encuentran sectorizados (pesca-
dería, agrícolas, productos alimenticios, ropa y calzado). Vale aclarar que la activi-
dad pesquera y comercial es una fuente de abastecimiento local.
 Hay comederos y también puestos de juego donde se apuesta por dinero.
 Belén es un centro de atracción para los migrantes, ya que ese encuentra cercano a
Iquitos, entonces ven la posibilidad de un cierto acceso a la educación de niños y
jóvenes, servicios de salud, conseguir empleo y disfrutar de los beneficios de la
modernidad (televisión, radio, cine, internet).
 La prostitución es una práctica común. Se realiza en las casas, cantinas y lugares
camuflados.
 Los asentamientos del Bajo Belén y poblado de San José no poseen tierras titulari-
zadas debido a que la zona no es apta para la construcción de viviendas, por lo
tanto, la tierra es considerada propiedad fiscal.
 Las viviendas en su mayoría están construidas sobre palafitos, sobre balsas, siendo
escasas las casas de material por su alto costo y porque el suelo es blando, lo cual
lo hace inestable a la hora de edificar.
Belén a pesar de toda esta descripción observacional es un sitio atrayente por
sus características particulares.
Ahora bien, el futuro de Belén según el Plan de Desarrollo Urbano Sostenible
2011-2021, Municipalidad Provincial de Maynas y a cargo de la Arq. Adela Esmeralda
Jiménez Mera, se plantea crear un "Nuevo Mercado Mayorista" con el equipamiento

390
Una mirada diferente sobre Iquitos M. V. FERNÁNDEZ

adecuado: camal (lugar destinado a sacrificar y faenar las reses), terminal pesquera,
almacenes de frutas y verduras y diversas instalaciones para la conservación de alimen-
tos. Esto permitirá que el Mercado de Belén mantenga sus funciones en el plano zonal
y sus valores se potenciarían como mercado turístico; también se podrán controlar y
regular eficazmente las actividades comerciales, des una óptica tributaria, sanitaria y de
seguridad, así como también mejorar la calidad de los productos y la competencia de
las cadenas productivas y de distribución (Jimenez Mera s/f).
Por eso a continuación hablaremos de un contexto dual que no solo es propio
de Belén sino también de la misma ciudad de Iquitos, y que no pensamos que desapa-
rezca a manos de diferentes políticas de desarrollo.

Contexto Dual

La ciudad de Iquitos en la Provincia de Maynas, Departamento de Loreto


Perú, es la capital del distrito del mismo nombre y centro principal en el ámbito de la
provincia, la región y de la cuenca del Amazonas.
Si bien Belén está ubicado en Iquitos. Son dos universos distintos. Pero a su
vez, Belén se abre ante nuestros ojos dividido en dos: “el Belén diurno” y “el Belén
nocturno”.
En “el Belén diurno” el bullicio del mercado con los vendedores pregonando
sus mercancías, los “chaucheros” (estibadores) que van y vienen desde y hacia el mue-
lle cargando diferentes productos; los “plataneros” (vendedores de plátanos) y los
“rematistas”, intermediarios entre el productor y el consumidor; los puestos de comi-
das, jugos y bebidas alcohólicas (aguardiente en sus diferentes especialidades); los ven-
dedores de cigarros de hoja; los puestos para jugar por dinero una especie de lotería...
pintan un ambiente donde mezclan colores y olores diversos.
En oposición a este paisaje... “el Belén nocturno”. Del bullicio diurno pasa-
mos a un paisaje totalmente distinto y lo primero que percibimos es una “aparente
tranquilidad”. Las actividades también son otras, gente descansando, muchachos re-
unidos tomando una cerveza, jugando a las cartas o bailando, por un lado. Por otro
desde la canoa en la que nos movemos puede verse mujeres ejerciendo sin ningún tipo
de pudor la prostitución. Por este trabajo cobran S/ 3,00 (U$S 0,87). No trabajan
solas, lo hacen en conjunto con el “llevo, llevo” (canoero), por lo tanto las ganancias
de dividen.
Y mientras nuestra canoa se desliza sobre el río con un cielo negro estrellado
reflejándose en el río, no podemos dejar de percibir los sonidos del silencio...
En el otro extremo de la ciudad de Iquitos, en la Plaza de Armas, frente al
Hotel “El Dorado” (cinco estrellas), encontramos a: Claudia y Milagros (travestis),
Lupe y Violeta, quienes ejercen igual trabajo por el cobran S/ 50 (U$S 14,58) por una
hora, pagando la habitación el caballero que solicita los servicios. Ellas trabajan libre-
mente, nadie las protege, y pueden entrar y salir de ese círculo cuando lo deseen. Por
lo tanto, la ganancia es para ellas, neta.
A diferencia de las mujeres de Belén tienen registro de control y se cuidan a
nivel sexual. Sus familias y en el caso particular de una de ellas, ni sus hijos saben qué
ocupación ejerce. En Belén se “sabe todo”, inclusive si las mujeres son casadas, el

391
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

marido si posee canoa oficia de “llevo, llevo”. Dos caras contrapuestas en una misma
ciudad (Fernández 2002).

Conclusiones

La situación de marginalidad y pobreza no nos es ajena, pueden compararse


con la impresión que produce en el observador el paisaje de una “villa miseria” en la
Argentina, o de una “favela” en Brasil, o cualquier asentamiento de cualquier ciudad
latinoamericana.
Es necesario analizar la estructura socioeconómica de los países latinoameri-
canos que hacen una gran cantidad de personas sean condenadas a vivir en condicio-
nes infrahumanas.
Este escenario se contrasta con el Belén del mercado que lo hace un sitio atra-
yente y único para el turismo. Es decir, dos caras, una dualidad.

Bibliografía

FERNÁNDEZ, María Victoria, “Una mirada diferente sobre Iquitos”, Boletín del Cen-
tro de Investigaciones Precolombinas, Nº 4, Año 2, Buenos Aires, 2002.
HURTADO GOMEZ, Lina María, “Ambientes, saberes y calidad de vida. Elementos
para cuestionar la pobreza y marginalidad urbanas en las ciudades amazónicas” en
www.biodigital.unal.com
JIMENEZ MERA, Adela, Plan de Desarrollo Urbano Sostenible 2011-2021, Municipalidad
Provincial de Maynas, Perú, en www.arqamazonia2013.com
LOPEZ RIOS, Javier, “El mercado de productos pesqueros en la ciudad de Iquitos”,
2010, en www.infopesca.org
REÁTEGUI BARTRA, Herman Martín, “Distrito Belén. Capital Belén”, Kanatari 900,
Año XVII, Iquitos, págs. 95-103, 16 de diciembre de 2001.
ROUX, Jean Claude, “El reino del oro negro del Oriente peruano: una primera des-
trucción del medio amazónico, 1880-1910”, en: García Jordán, P. (Coordinadora)
La construcción de la Amazonía Andina (Siglos XIX – XX), Quito, Abya-Yala, 1995.
SAN ROMÁN, Jesús Víctor (OSA), Perfiles Históricos de la Amazonía Peruana, Iquitos,
CETA-CAAAP-IIAP, 1994.

392
PARTE VII
HERENCIA SOCIAL, FORMAS DE
PERTENENCIA Y EXPRESIÓN
XL
RAIZ COMUN DE LAS MUSICAS
SUDAMERICANAS E INFLUENCIAS MUTUAS
Alejandro Arelovich
Universidad Nacional de Villa María
arelo_19@yahoo.com

Introducción

E ste estudio forma parte de un Trabajo Final de Grado titulado “De la Raíz a
Otra Copa” y pretende contribuir y reforzar la idea de que los países de Lati-
noamérica somos parte de una región más grande que tiene rasgos culturales
en común (ritmos, danzas, entre otros).
La música argentina de raíz folclórica tiene una historia en común con la música de
gran parte de Sudamérica. Esto implica que en la música argentina se pueden encon-
trar elementos musicales que provienen de géneros arraigados en otros países sudame-
ricanos y que sin embargo no suenan como un elemento “extraño y foráneo” sino que
la enriquecen y amplían sus posibilidades.
Desde el ámbito académico, a través de investigaciones y diversos documen-
tos se ha demostrado la raíz común y la mutua influencia que tienen las músicas de los
países sudamericanos. En el presente estudio se realiza un repaso por las investigacio-
nes realizadas por Carlos Vega y los textos de Juan Pablo González que trabajan en
torno a esta temática.
En el campo de la práctica musical, el guitarrista, compositor y arreglador Lu-
cho González propone “la hermandad” de muchos géneros musicales sudamericanos
y cuando toca la guitarra demuestra empíricamente esta idea.

Ambito académico

A partir de la lectura y revisión de los textos de Carlos Vega se puede afirmar


que este investigador plantea para la música argentina un origen común con las músi-
cas sudamericanas. Cuando habla de los cancioneros ternario colonial y binario colo-
nial se pueden identificar dos grandes influencias en todas las músicas sudamericanas.
En el territorio más próximo al Pacífico el foco de irradiación cultural ha sido Lima en
Perú, y de allí devienen y se desarrollan diferentes géneros musicales que tienen como
elemento común la polirritmia 6/8 – 3/4 y todos los patrones y combinaciones rítmi-

395
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

cas que de allí derivan. Esto puede corroborarse con un ejemplo muy gráfico y claro
que se trasluce en los nombres y los patrones rítmicos básicos de las danzas. En Perú
hay una danza que se llama Zamacueca y a partir de ella nacieron en Argentina la
Zamba y la Cueca. Estas tres danzas tienen una base rítmica muy similar que pueden
observarse si comparamos el patrón rítmico básico de la Zamacueca con el cuadro de
los patrones rítmicos básicos de las especies birrítmicas realizado por Juan Falú y Jor-
ge Cardozo (Cardozo 2006:45).

Mientras que en las regiones más cercanas al Atlántico los centros de difusión
cultural han sido Río de Janeiro, Buenos Aires y Montevideo, y a partir de ahí nacen
los diversos géneros musicales de pie binario que se sustentan en la acentuación 3-3-2
y sus múltiples rítmicas derivados. Para corroborar esta afirmación es preciso y con-
tundente lo que plantea María del Carmen Aguilar, quien sostiene que la milonga, el
rasguido doble, la chamarrita y el candombe poseen estructuras rítmicas similares,
variando la velocidad, los instrumentos y los tipos de toque pero que pueden sinteti-
zarse en el siguiente esquema rítmico (Aguilar 1991:32-33):

396
Raíz común de las músicas sudamericanas e influencias mutuas A. ARELOVICH

En la década del ‘80 Juan Pablo González (1986:60-61; 64-66) ensaya una cla-
sificación en cuatro géneros para la música popular latinoamericana. En este trabajo
solo se hará mención y se analizarán los que permitan reforzar la idea de la raíz común
y la influencia mutua entre diversos géneros musicales de Sudamérica. Un primer
género es la folklorización de la Música Popular. El autor plantea que hay algunos
géneros musicales (Tango, Choro, Vals, Bolero, Samba Urbana) originados y desarro-
llados en un determinado país que han trascendido las fronteras de su país de origen y
se han constituido en patrimonio cultural comunitario para el pueblo latinoamericano.
Por ejemplo: en la actualidad hay conjuntos musicales y solistas de diferentes países de
Latinoamérica que componen e interpretan Tango. Esta práctica que se desarrolla en
simultáneo en diversas zonas enriquece al Tango y le imprime un rasgo distintivo en
cada lugar, ya que se da un proceso de fusión e influencia con las músicas propias de
cada país.
Otro género es la Masificación del folklore y dentro de éste realiza una divi-
sión en tres sub-géneros. Para este estudio es importante destacar el sub-género Nue-
va Canción. El autor habla de una nueva canción latinoamericana que surge en la
década del ’60 y se desarrolla paralelamente en México, Cuba, Brasil, Uruguay, Argen-
tina y Chile. También plantea que la Nueva Canción trasciende las fronteras de cada
país ya que la temática de sus letras aborda problemáticas y esperanzas comunes de
todo el pueblo latinoamericano. Y por otro lado, en lo musical favorece el sincretismo
e integración de instrumentos, ritmos y especies folclóricas de distintas regiones de
Latinoamérica. Entre los músicos encuadrados en el movimiento de la Nueva Canción
fue una práctica muy habitual integrar en el repertorio obras de autores y composito-
res de diversos países de Latinoamérica. En Argentina el caso más paradigmático y
claro se puede ver en la conformación del repertorio de los primeros discos que grabó
Mercedes Sosa. Por ejemplo en el disco “Yo no canto por cantar” se puede observar
que hay una obra perteneciente al poeta Pablo Neruda y al músico Vicente Bianchi,
ambos chilenos. Y otra obra cuya letra y música pertenecen al uruguayo Daniel Vi-
glietti (Sosa 1966: track Nº 6 y Nº 11).

Referentes musicales

Desde la práctica musical, o sea la interpretación, arreglos y composición es


un buen ejemplo lo que hace y opina Lucho González. Se ha escogido a este referente
porque ha sido y es un actor clave en el desarrollo de la música latinoamericana ya que
como guitarrista ha acompañado a dos grandes cantantes (Mercedes Sosa y Chabuca
Granda) que se han dedicado a interpretar obras del repertorio de la nueva canción
latinoamericana (como lo llamaría Juan Pablo González). Y en sus acompañamientos
con la guitarra se puede percibir como permanentemente toma “prestado” recursos o
patrones rítmicos típicos de diversos géneros musicales y los utiliza en una misma
obra musical.
Durante el curso de Música Americana que dictó en la Licenciatura en Com-
posición Musical con Orientación en Música Popular de la Universidad Nacional de
Villa María, Lucho González planteó que utilizar recursos característicos de diversos
géneros musicales latinoamericanos, en una misma obra, es una herramienta que enri-

397
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

quece la música y amplía los límites de los géneros musicales respetando su esencia. A
continuación se darán ejemplos musicales en los que se intercalan patrones rítmicos
característicos de diversos géneros musicales latinoamericanos en una misma obra
musical.
En el disco Esta parte del camino de Lucho González (2001) se utiliza este re-
curso en muchas de sus interpretaciones. Una de las herramientas que más utiliza y
que insta a usar en su labor como docente es la de duplicar el tempo del acompaña-
miento en algunos pasajes o compases. Es decir tomar como unidad de medida para
pensar el pulso una figura que dure la mitad del tempo real del tema. Esto provoca
una superposición entre la melodía que sigue su curso en el tempo que venía y el
acompañamiento que utiliza los golpes graves, los agudos y los chasquidos con figuras
rítmicas más pequeñas que los que corresponden al tempo real del tema. Esto permite
superponer rítmicas de géneros que se interpretan tradicionalmente a tempos bien
diferenciados como por ejemplo una Marinera (lento) y un Joropo (rápido). En el
tema “Improvisación por marineras” se puede apreciar como el cajón y la guitarra en
un momento aplican esta práctica:

398
Raíz común de las músicas sudamericanas e influencias mutuas A. ARELOVICH

Otro ejemplo de la duplicación del tempo puede percibirse en la versión de


“Cueca de los coyas” del disco “Cumbo-Vitale-González” (1985) donde en el interlu-
dio y en ciertos pasajes utilizan esta herramienta y de alguna forma superponen la
Cueca con un acompañamiento rítmico que se asemeja a un Joropo.

Otra de las herramientas que propone es más sencilla. Se trata de agregar o


quitar figuras o cambiar de lugar los acentos, los golpes graves y agudos pero con el
mismo tempo como referencia. Con las diferentes combinaciones se pasa de los pa-
trones rítmicos básicos de un género a otro. En el tema “Palabras para Julia” del disco
Esta parte del camino se puede observar como es utilizado algunos de estos recursos.
Aquí en la Introducción e Interludio realiza un bordoneo sincopado y el cajón perua-
no responde y acompaña al estilo de una Marinera pero durante el canto el acompa-
ñamiento apoya los graves en el tiempo 1 y 3 y los agudos en la corchea de arriba de
los tiempos 2 y 3 como en un vals peruano:

Puntos de encuentro

Con lo que se ha expuesto y desarrollado hasta aquí se puede afirmar que hay
coincidencias y puntos de encuentro entre lo que exponen las investigaciones y teorías
elaboradas desde el ámbito académico y lo que se puede percibir y analizar de la
práctica musical llevada a cabo por los referentes musicales del presente trabajo.
Por un lado, Carlos Vega advirtió un origen común para los géneros musicales
de los diversos países de Sudamérica. En esa misma línea Juan Pablo González hizo
notar como a lo largo del siglo XX se traspasaron las fronteras nacionales y se dieron
diferentes procesos de fusión, sincretismo e influencia mutua entre músicas prove-
nientes de distintos países de Latinoamérica.

399
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Y por otro lado, Lucho González demuestra y afirma en la práctica musical


como es posible entremezclar y alternar patrones rítmicos procedentes de géneros de
diversas zonas de Sudamérica en una misma obra en el momento de la interpretación.
Con esta demostración empírica manifiesta la idea que estas músicas tienen un origen
común y, por consiguiente, es posible “tomar prestados” distintos elementos musica-
les de unas y otras; entremezclarlos y ampliar las posibilidades compositivas en la in-
terpretación de estos géneros musicales. Pero además esta práctica musical conlleva
una posición ideológica que sostiene que los habitantes de cada uno de los países de
Latinoamérica somos parte de una región más grande que tiene rasgos culturales en
común (ritmos, danzas, idioma, historia, entre otros aspectos).

Agradecimientos
A Silvia Aballay por acompañarme en este camino. A mi familia por saber
comprender mis dilatados tiempos y mis contradicciones para finalizar este trabajo.

Bibliografía

AGUILAR, María del Carmen, Folklore para armar, Buenos Aires, Ediciones Culturales
Argentinas, 1991.
CARDOSO, Jorge, Ritmos y formas musicales de Argentina, Paraguay y Uruguay, Misiones,
Editorial Universitaria, 2006.
GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Juan Pablo, “Hacia el Estudio Musicológico de la
Música Popular Latinoamericana”, Revista Musical Chilena, Santiago de Chile, 1986.
GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Juan Pablo, “Musicología Popular en América Latina:
síntesis de sus logros, problemas y desafíos”, Separata de Revista Musical Chilena.
Santiago de Chile, 2001.

400
Raíz común de las músicas sudamericanas e influencias mutuas A. ARELOVICH

VEGA, Carlos, El origen de las danzas Folklóricas, Buenos Aires, Ricordi, 1956.
VEGA, Carlos, Las canciones folklóricas de la Argentina, Buenos Aires, Instituto Nacional
de Musicología, 1965.
VEGA, Carlos, Panorama de la Música Popular Argentina, un ensayo sobre la ciencia del folklo-
re, Buenos Aires, Losada, 1998.

Discografía

Jorge Cumbo, Lito Vitale y Lucho González. Cumbo – Vitale - González. Ciclo 3. Bue-
nos Aires, 1985.
Jorge Fandermole y Lucho González. Primer Toque. Melopea. Buenos Aires, 1988.
Lucho González. Esta parte del camino. Epsa. Buenos Aires, 2001.
Mercedes sosa. “Yo no canto por cantar”. Buenos Aires. Philips, 1966.

401
XLI
EL SIKU: EXPRESIÓN DE LA COSMOVISIÓN
ANDINA EN EL NOA
Susana Dutto
Universidad Nacional de Villa María
coquidutto@yahoo.com.ar

Introducción

E
Corral.
l presente trabajo se enmarca en un proyecto de investigación acreditado por
la UNVM y el Trabajo Final de Maestría en Artes y Ciencias titulado: La Fiesta
del viento. Sincretismo en la procesión a la Virgen de Copacabana del Abra de Punta

En particular desarrollaré los antecedentes morfológicos e interpretativos del


siku bipolar de técnica dialogada que se utiliza en el NOA, en una fiesta de carácter
sincrético como es la procesión a la Virgen de Copacabana que se realiza en Semana
Santa en la localidad de Tilcara, Jujuy.

1-El siku. Clasificación. Origen. Evolución. Morfología.

Sicu o siku, es el nombre aymara de la flauta de pan1. Su práctica se esparce


principalmente por América del Sur, y de manera especial en la zona del altiplano
(Perú, Bolivia, norte de Argentina y Chile). También es llamado antara (en quechua) y
zampoña (en español).
Existen muchos modelos de este instrumento, según la región, materiales, y
cultura que los utiliza. En la región del noroeste argentino2, en su expresión más habi-
tual, está formado por un par de hileras (dobles o simples ) de tubos de caña en dife-
rentes cantidades y longitud, generalmente de 8 y 7, aunque en la actualidad hay va-
riantes de 6 o 7, ordenados de mayor a menor. Cuando la hilera es doble, los tubos de
la primera están obturados en su extremo distal por el nudo de la caña y la segunda
hilera es abierta con el objeto de cumplir la función de “resonador” y enriquecer me-
diante armónicos la interpretación. Los tubos se atan a través de dos líneas delgadas de
caña o madera, que a su vez se sujetan con hilos generalmente de lana (Locattelli
2000:50).

1 Lleva el nombre de “Pan” en honor al ser mitológico griego que la interpreta.


2 En adelante se utilizará la sigla NOA.

403
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

En la forma de interpretación propia del NOA, el siku se toca siempre en par, es


decir que cada hilera es medio instrumento, pues se necesitan dos (arca e ira) para
obtener una escala completa, y cada músico tiene sólo una. Es decir que el siku necesi-
ta al menos de dos personas para “sonar”, para poder abarcar la serie melódica que
propone. Esta técnica de interpretación se denomina “diálogo musical”, y se realiza
generalmente de manera comunitaria, variando la cantidad de integrantes de la Banda
o Tropa 3, según la región.
La principal característica de este instrumento es su uso colectivo, que se con-
creta en la interpretación en “Bandas de Sikuris” integradas generalmente por un gru-
po de 30 a 50 músicos, en la que también participan bombos, redoblantes y platillos.

Una sesión de música sikuriana es una experiencia profundamente grega-


ria que contagia vigor y vida en abundancia. Es una fiesta de unión don-
de los espíritus se vuelven uno y todos construyen la música mientras
danzan. En ellos –los sikuris- se da nítidamente la paradoja dialéctica de
ser el todo y la parte al mismo tiempo (Valencia Chacón 2006:12)

Esta particularidad morfológica e interpretativa expresa la cosmovisión que


prevalece en los pueblos andinos que poblaban la región antes de la llegada de los
conquistadores: la dualidad como modo de concebir el mundo y la existencia, lo que incluye concep-
tos como la complementariedad y la reciprocidad.

Así, el pensamiento dual andino se expresa de manera concreta: es la bi-


polaridad, paridad o dualidad complementaria, expresada también en
otras formas culturales como: tinkuy, tupay, atipanakuy o encuentro en-
tre dos sujetos o seres competentes que se relacionan entre sí y la natura-
leza para reproducir la vida (Manga Chavez 2010:72).

El instrumento que sin lugar a dudas representa de manera más clara la


cosmovisión de los pueblos andinos, es el siku.
Pero no es el aspecto morfológico el que sobresale, sino el relacionado con la
técnica de interpretación, la cual se denomina, como mencionamos: “diálogo musical”.
La misma consiste en confeccionar las frases musicales que componen una melodía
mediante un íntimo diálogo, la alternancia de sonidos hechos por dos instrumentos, y
desde luego, dos instrumentistas o grupo de instrumentistas, que constituyen una uni-
dad. El tipo de ejecución más habitual es entre dos grupos formados en hileras que tie-
nen a su cargo una "mitad" de la melodía. Un grupo de los sicuris ejecuta usando, por
ejemplo, el Do, Mi, Sol, Si, etc. mientras la otra mitad ejecuta las notas Re, Fa, La, Do,
Mi, etc. por lo que la escala se intercala entre los dos grupos ejecutantes (Dutto 2008).

1.1 Clasificación

A los sikus se les llama de acuerdo a su tamaño y sus funciones musicales.


Siendo fundamentales tres:

3 Banda o Tropa son los nombres que se asigna al grupo de sikuris según la región.

404
El Siku: expresión de la cosmovisión andina en el NOA S. DUTTO

1-Ch´ili o suli (el registro más agudo)


2- Malta o ankuta (voz central, mayor número de parejas en los conjuntos)
3-Sanqa o tayka (sonido bajo).

1. 2 Origen

La flauta de pan ha aparecido desde tiempos remotos en diversas culturas que a


lo largo de los tiempos, han existido en los diferentes continentes del planeta. Se co-
noció e interpretó en culturas y pueblos antiquísimos y disímiles como China, Corea,
Japón, Moche, Nazca, Tiawanaco, Siria, Frigia, Fenicia, Fenicia, Palestina, Persia, In-
dia, Egipto, Grecia, Roma, etc. (Valencia Chacón 2006:6).
Luego de estudiar y comparar investigaciones en las que se describen minu-
ciosamente las características de este instrumento por parte de numerosos investigado-
res (D`Harcourt 1925, Vega 1932, Aretz 2003, Bolaños 2007, Valencia Chacón 2006),
coincidimos en el postulado de Isabel Aretz, quien considera que es indudable la rela-
ción del sistema musical de América prehispana con el continente asiático. Difícilmen-
te se pueda establecer una relación directa entre las culturas estudiadas y su reflejo en
las americanas, pero el análisis de sus instrumentos, de sus escalas y de la filosofía que
implicaba su práctica, muestran a culturas del continente asiático como antecedentes
de los pueblos americanos que se desarrollaron antes de la conquista española.
Nos parece importante citar los principales datos que permiten establecer esta
vinculación, no sólo desde lo organológico, sino también desde algunos aspectos de la
estructura musical y filosófica, tomando como referencia principal un relato de Isabel
Aretz que se sitúa en China, unos 3000 años antes de Cristo. La China mongólica
había desarrollado una teoría musical en base a leyendas sobre el origen de la misma.
La más significativa quizá para vincularla a la práctica del siku, es la que se refiere a la
creación de la pai´siao, llamada por el mundo occidental flauta de pan, y que en América
adquiere –como mencionamos arriba- el nombre aymara de siku. Compartimos una
leyenda en la que se narra la creación del instrumento 4:

Una leyenda muy famosa dice que el emperador Huangti hizo cortar en
las montañas occidentales cinco tubos de bambú (au) con los que se pu-
dieron establecer las notas fundamentales exactas en la música y obtener

4Esta leyenda, que se transcribe en la versión de Isabel Aretz, es también referida con ciertas diferencias
en detalles, por Valencia Chacón (2006:7), y datando la misma en 4700 a C.

405
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

“una perfecta armonía entre la tierra y el cielo”. Después, las dinastías


Chan y Han utilizaron los tubos de bambú como base para establecer un
complicado sistema tonal (Aretz 2003:17).

Es importante destacar aquí algunos aspectos de la leyenda que se consideran


relevantes en función de su relación con el mundo andino americano:
 Se habla de una conformación realizada aproximadamente unos 3000 a.C., es
decir muy antigua y coincidente con versiones de diversos autores sobre las
distintas corrientes migratorias que poblaron América muchos siglos antes de
la conquista.
 Se vincula a la música con la astrología y los ritos religiosos. Esta característica
se propone de igual manera en las prácticas musicales de la región del NOA,
como así también en la de tantos otros pueblos pre colombinos americanos.
 Se observa la búsqueda de armonía entre el cielo y la tierra, es decir de una re-
lación profunda y fraterna con la naturaleza. También puede deducirse que se
atribuye a la música la posibilidad de ser un elemento que favorece esa armon-
ía, de allí su participación como “mediadora” en el culto en general y en parti-
cular al relacionado con los pueblos agro productivos.
 Las cañas se obtienen de las montañas, un sitio considerado una huaca en las
culturas andinas.
 Se realiza como base la escala de cinco notas (pentatónica). Esta escala tam-
bién es considerada como la principal por numerosos estudiosos de la música
andina, aunque por cierto, no la única como se postuló durante muchos
años.5
También es relevante el hecho de que la práctica musical estaba vinculada a
las estaciones del año, con restricción o uso de determinados instrumentos y/o can-
tos para acompañar algunas ceremonias (Aretz 2003:18). Esta característica se puede
observar en las prácticas rituales propias de los pueblos andinos, donde determinados
instrumentos corresponden a particulares estaciones, de lo contrario, se estaría provo-
cando una falta de armonía entre el instrumento y la naturaleza.

1. 2. 1 Antecedentes en América

En el continente americano, existen numerosas muestras de la presencia del


siku como un instrumento distintivo de las prácticas musicales pre hispanas, con ma-
yor o menor preponderancia en diversas culturas, períodos y regiones.
Sin pretender hacer una cronología que pueda potencialmente evidenciar una
posible continuidad, tomamos el estudio de Bolaños sobre la música en la región an-
dina6 como principal referente, para destacar la presencia de instrumentos que pueden

5 Excede al presente trabajo un detalle de la evolución en los estudios de las escalas musicales, aunque se
puede tomar como referencia de los mismos a numerosos investigadores (Vega 1932, Holzmann 1966,
Bolaños 1988, Gudemus 2010).
6 El estudio comprende toda la región de los Andes, desde Ecuador hasta el norte de Argentina y Chile.

406
El Siku: expresión de la cosmovisión andina en el NOA S. DUTTO

considerarse antecedentes –tanto desde lo organológico como desde la técnica de


interpretación- de los utilizados en la actualidad en la región de Tilcara.
Se mencionará la característica principal del instrumento (generalmente usada
en el nombre del mismo) y las culturas andinas que los desarrollaron.

 Antaras W o en escalera doble. Chorrera (1200 – 500 a C.) - Jama-Coaque (500 a


C. -1530 d C.) – Vicús (500 a C. – 500 d C.) – Se encuentra un ejemplar de piedra en la
región de Bolivia.
La característica de esta particular flauta está dada por la distribución de sus
tubos: el más largo se ubica en un extremo, el siguiente en el extremo opuesto y así de
manera sucesiva decreciente. Es decir que los tubos de menor longitud se ubican al
centro del instrumento. Esto distribución produce una ubicación de los tubos impa-
res (1, 3, 5, 7, etc) agrupados de un lado y del lado opuesto se encuentran los tubos
pares (2, 4, 6, 8, etc) (Bolaños 2007a:61).7

Cerámica Vicú. Vasija silbadora con escultura de antara w

 Antara complementaria a la octava. Moches (100 a C. – 800 d C.) Wari (600 -


1000 d C.) Paracas (700 a C. – 100 d C.) Nasca (100 a C. - 600 d C.)- Tiahuanaco
(1500 a C. -1100 d C.)
Este instrumento está conformado por dos filas de tubos que deben ser ejecu-
tados por dos personas y puede presentarse de dos maneras: una, que reparte la escala
entre ambos instrumentistas, tal como ocurre en la técnica del dialogo musical utiliza-
da en la actualidad; la otra se denomina “a la octava” y define a la técnica en que dos
músicos usan una misma escala musical, pero a diferencia de una octava entre ambos
instrumentos. Algunas se encuentran en conjuntos, con colores que las distinguen y
con afinaciones variadas, sobresaliendo la increíble variedad encontrada en los Nasca.

7César Bolaños propone una hipótesis importante para el presente trabajo y es que con los Vicús tar-
díos o Moches tempranos, la antara W pueda haber sufrido un cambio convirtiéndose en la antara com-
plementaria Moche (100 a C. a 800 d C.), que es considerado uno de los modelos más cercano al utiliza-
do en la práctica actual de los habitantes del NOA.

407
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Antara de caña nazca Antara de cerámica nazca

 Antaras simples en escalera. Chancay (1200-1470 d C.) y Pachacamac (200-600


d C.) - Paracas (700 a C. – 100 d C.) Nascas (100 a C. - 600 d C.)- Tiahuanaco (1500 a
C. -1100 d C.)
Estas antaras se interpretan de manera individual o grupal, pero de manera
simultánea, comprendiendo en una sola línea de tubos la gama de alturas que utiliza-
ban. Se construyeron principalmente en caña y cerámica. En Paracas se han encontra-
do de hueso y plumas de pelícano. También se hallaron ejemplares de piedra, entre los
que sobresale un hermoso siku tallado en piedra de talco (Bolivia) que tiene la particu-
laridad de presentar unos pequeños orificios en la parte superior de algunos de sus
tubos, que al quedar abiertos enmudecen el sonido de los mismos (Bolaños 2007a:
122-127).

Antara de piedra

408
El Siku: expresión de la cosmovisión andina en el NOA S. DUTTO

 Antaras simples en escalera con resonadores - Paracas (700 a C. -100 d C.) –


Chiribaya (600 – 1100 d C.)- Chincha (1000 – 1450 d C.) - Chancas (1200-1438 d C.) y
Chancay (1300 – 1438 d C.)
Poseen la misma característica musical que las anteriores, agregando una do-
ble hilera de tubos sin obturar que servían de resonadores. Generalmente se constru-
ían de caña y le agregaban un vástago inferior más angosto unido con un hilo, a través
del cual afinaban el tubo. A los Chincha, Chancas y Chancay se les atribuye un pro-
fundo conocimiento de acústica y un notable perfeccionamiento técnico en la cons-
trucción de instrumentos, como así también el establecimiento de una escala pentáfo-
na más precisa.

Antara chincha con resonador

1.2.2 Los Incas

El imperio Inca, que en el corto período de su desarrollo domina toda la re-


gión andina, abarcó a distintos pueblos con grados diferentes de desarrollo, algunos
muy avanzados como los Chinchas y los Chimú. Los Incas continúan la civilización
del Tiahuanaco, apoderándose del reino Colla y trasladando su capital al Cuzco. En el
proceso expansivo, algunas culturas como la Nazca y la Mochica son prácticamente
destruidas y otras son sometidas de manera pacífica, a través de la aceptación volunta-
ria de pertenecer al Imperio y en un proceso que implicó un intenso intercambio cul-
tural. Éste se profundizó a través de la técnica de los mitimaes8, que consistía en trasla-
dar o reubicación grandes grupos de familias de una población determinada (en algu-
nos casos se habla de hasta 3000 personas), en territorios alejados de su hábitat natu-
ral para cumplir diferentes funciones: políticas, culturales, y principalmente militares.
Esta práctica, además de afectar profundamente la demografía de la región andina,
generó un forzado e intenso intercambio cultural.
Si bien el instrumento principal de culto utilizado por los Incas fue la quena,
es indudable el uso del siku en función ceremonial y popular. Los incas gustaban de la
música y la danza, y además de las prácticas propias, permitían la continuidad de las
costumbres de los pueblos conquistados. Pero además de las fiestas extraordinarias u
ocasionales, el calendario estuvo claramente organizado en el ciclo anual, siendo éstas

8 En quichua mitmac, que significa esparcir.

409
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

ocasiones propicias para compartir la música, la danza y los cantos entre la refinada
clase incaica y las prácticas de los diferentes ayllus9. Estas fiestas estaban organizadas
en torno al ciclo agro pastoril y tuvieron cuatro como principales, que se celebraban
en todo el Tahuantinsuyo y especialmente en Cuzco (Bolaños 2007b:46).
Los Incas procuraron unificar el sistema musical, de increíble variedad meló-
dica a partir de las posibilidades que generaban los instrumentos, a través del uso de la
pentatonía.

Antara de piedra Inca, con orificios laterales

1.3 Antecedentes de esta práctica interpretativa

La técnica de tocar en pareja es una práctica milenaria, aunque es difícil preci-


sar su origen. Al referirnos a la música en Melanesia y norte de Australia, enumerába-
mos -además algunas características musicales- que aún en la actualidad se encontraba
grupos de interpretación de música antigua que conservan la interpretación “dialoga-
da” o “entre dos”. Esta práctica podría estar vinculada o constituir el principal ante-
cedente de esta práctica en América. Aunque es ciertamente improbable encontrar una
línea evolutiva, es lógico considerar esta hipótesis.
En relación a la presencia de esta técnica de interpretación en nuestro conti-
nente, los arqueomusicólogos10 Dimitri Manga y Chalena Vázquez (2007), junto a
otros investigadores como los esposos D´Hacourt (1925), Bolagnos (1988), Bueno
(2011), entre otros, han realizando importantes investigaciones en organología pre-
hispánica –principalmente en la región de Perú- en los últimos años. A partir de los
vestigios arqueológicos, encontramos antecedentes de esta práctica en las flautas de
Caral, que son las más antiguas encontradas en América y que datan de aproximada-
mente 2500 años antes de Cristo (Shadi Solis 2000)11 También se encuentran represen-

9 Ayllu: grupo de familias extensas que poseían en común las tierras de cultivo o pasto. Constituyó la base
de la organización oscila de los pueblos andinos anteriores al establecimiento inca.
10 La arqueomusicología es la rama de la musicología que se dedica a estudiar los instrumentos musicales
antiguos.
11 Shadi Solis (2000) señala que algunas flautas presentan huellas de posibles ataduras, lo que permite

plantear la hipótesis de que hayan servido para establecer la unión entre dos músicos ejecutantes, cada
uno de los cuales tocaba la flauta amarrada por un extremo y conectada a la otra por un cordel.

410
El Siku: expresión de la cosmovisión andina en el NOA S. DUTTO

taciones en la iconografía Mochica, en la práctica del wawku (cráneo del venado), como
así también en ilustraciones de Huamán Poma.

Conclusiones parciales

Aproximándonos a conclusiones en torno a las características del instrumento


siku que se utiliza actualmente en las expresiones de religiosidad sincrética que se ma-
nifiestan en el NOA, podemos afirmar que el mismo presenta claros antecedentes
morfológicos e interpretativos propios de las prácticas prehispanas de los pueblos
andinos.
Es posible pensar en antecedentes muy antiguos, que lo vinculen con los pue-
blos chinos, melanesios y del norte de Australia a partir de hallazgos de instrumentos
muy similares y de la pervivencia de prácticas interpretativas que incorporan la técnica
del diálogo musical.
El siku mantiene su uso colectivo y ritual vinculado a festividades que acom-
pañan el ciclo agro-pastoril, que en la actualidad se ha mixturado con el calendario
religioso cristiano. Podríamos decir que este instrumento representa la síntesis de una
forma de vida comunitaria en armonía y equilibrio, en la que la búsqueda de la com-
plementariedad se ha hecho música. Y esto es así porque la interpretación actual man-
tiene la práctica dialogada, representativa de la cosmovisión andina. Es probable que

411
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

ello se deba a la voluntad de preservar sus tradiciones milenarias, las que –sin embar-
go- se manifiestan claramente mixturadas con el lenguaje occidental aportado por la
conquista.

Bibliografía

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412
XLII
MÚSICA Y ESTRUCTURA SOCIAL EN LA
FRONTERA SUR DE CÓRDOBA DURANTE LA
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX:
UNA ANALOGÍA
Gustavo Torres
Universidad Nacional de Río Cuarto
gustavotorres_7@hotmail.com

Introducción

E ste trabajo se inserta en la Historia Cultural (Burke 2001, 2004) por cuanto se
centra en el análisis de las vinculaciones entre el arte de la música y la historia
fronteriza. Es común que los estudios históricos utilicen ejemplos iconográfi-
cos y/o sonoros para caracterizar una época, un período o un hecho, debido a que
éstos poseen una carga valorativa e ideológica.
Un elemento que se ha distinguido en el devenir histórico del hombre es la
música, la cual existe desde la prehistoria y se mantiene vigente en las relaciones coti-
dianas de la humanidad. Se puede insertar a la música como un componente de lo
cultural, Clifford Geertz (1987) ofrece un concepto representativo de la cultura, defi-
niéndola como un esquema históricamente transmitido de significaciones representa-
das en símbolos, heredados y expresados en formas imaginadas por medio de los cua-
les los hombres comunican y desarrollan su conocimiento.
El objetivo es establecer las características generales de las prácticas musicales
en la Frontera Sur de la Provincia de Córdoba durante la segunda mitad del siglo XIX,
tomándolas como un hecho socio-cultural. Para ello se examinará el contexto históri-
co de época; los partícipes en las prácticas musicales; los lugares en que éstas se lleva-
ban a cabo y el sentido y significado propio de la música y sus elementos. Ello permi-
tirá sostener que la música puede ser considerada una expresión de la interacción so-
cial en un escenario signado por el contacto pero también por el conflicto.
El carácter del trabajo será exploratorio debido a la ausencia de trabajos pre-
vios relacionados con el tema en el ámbito regional, que se aplica a la segunda mitad
del XIX. Por esta razón, los motivos que fundamentan este trabajo de investigación
son la escasez de antecedentes directos sobre el tema y la intención de aportar nuevos
enfoques para enriquecer la historia regional. Se desarrollará en base al análisis de

413
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

fuentes éditas, como los libros: “Una excursión a los indios ranqueles” del Coronel
Lucio Mansilla; “La Conquista del Desierto. Memoria militar y descriptiva de la tercera
división expedicionaria”, del Coronel Eduardo Racedo; “La vida de un soldado o re-
miniscencias de las fronteras” del Gral. Ignacio Fotherigham y “La guerra al malón”
del Comandante Manuel Prado.
A los efectos de organizar el trabajo, se ofrecerá una breve revisión del con-
cepto de frontera que en Argentina decimonónica, en términos generales, se interpreta
al espacio fronterizo como la última etapa del proceso de expansión de la sociedad
criolla, en donde había que eliminar los elementos que dificultaban el avance de dicho
poblamiento. A continuación, se analizará el contexto y las características de las prácti-
cas musicales realizadas en la Frontera Sur de Córdoba a mediados del siglo XIX. Por
último, se expondrán aspectos vinculados al orden social relacionando armonía musi-
cal y estructura social.

Consideraciones generales sobre Frontera Sur de la Provincia de Córdoba

La Frontera Sur de la Provincia de Córdoba fue un espacio construido en un


contexto sociohistórico específico, en donde se articularon proyectos políticos,
económicos y sociales. Su situación de alejamiento de los principales centros de con-
trol político y la propia dinámica de la región reforzaron el carácter polisémico del que
naturalmente están dotadas las fronteras.
Las definiciones de frontera que se utilizan actualmente son numerosas y dis-
pares. La conceptualización de la frontera de Turner (1986) como un área de tierras
libres que invita a la movilidad y como franja territorial que el poder estatal tenía la
intención de dominar, sigue teniendo enorme peso. Para Trinchero (2004) las nocio-
nes de frontera que se manejan en nuestro país están ligadas a concepciones tradicio-
nales y dominantes y parece haberse construido bajo la dirección de la burguesía. Sin
embargo, cualquier enfoque que repare en el problema de los sujetos fronterizos, ne-
cesita entenderla como un espacio de interacción entre la sociedad indígena y la hispa-
no-criolla.
Este trabajo, focalizado en el caso particular del sur de la actual Provincia de
Córdoba, adopta una concepción de frontera que adhiere a las definiciones anteriores,
en tanto pone el acento en los dos rostros complementarios de la experiencia fronteri-
za, “por un lado, su organización militar y demográfica y por el otro, la tierra adentro
como espacio fuera del control político y cultural” (Rocchietti 2008:33).
El punto de vista de los chilenos Leonardo León Solís y Sergio Villalobos
también abona al carácter polisémico que queremos remarcar:

en la frontera no había aculturación ni transculturación, sino que se regis-


traba el nacimiento de una nueva cultura, que si es síntesis de los elemen-
tos que se combinan, rescataba los aportes de ambos mundos siguiendo
los dictados y vaivenes de la vida real (Leon y Villalobos 2000:24).

Silvia Ratto (2003), especialista en la frontera bonaerense, invita también a ex-


plicar la frontera a partir de la articulación de la sociedad aborigen con la sociedad

414
Música y estructura social en la Frontera Sur de Córdoba… G. TORRES

criolla, dejando de lado la concepción historiográfica tradicional que la concebía, desde


el paradigma positivista, como una línea interior que dividía la civilización de la barba-
rie.
En la frontera, sin embargo, se desplegó una dinámica de poder según la cual
los sujetos sociales no solo convivían, sino que también rivalizaban generándose
núcleos de contacto y conflicto. Según Tamagnini (2004), ésta puede ser comprendida
como un campo de relaciones entre fuerzas antagónicas con consecuencias en lo polí-
tico, lo económico y lo social. La frontera fue así un espacio de poder en constante
construcción a lo largo del tiempo, siendo parte de un proceso planificado en concor-
dancia con los intereses de un sector determinado de la sociedad.
Estas definiciones deben ser complementadas con un análisis del contexto
histórico en el que la frontera estuvo vigente, el cual estuvo asociado a las condiciones
necesarias para la constitución de un Estado. Para Oszlack (2008), fueron las condi-
ciones materiales las que posibilitaron la expansión e integración de un espacio
económico y la movilización de actores sociales para el control y uso de recursos. Si se
proyectan estas explicaciones a la Frontera Sur de la Provincia de Córdoba a mediados
del siglo XIX, se advierte que la idea de dominio del espacio estuvo sustentada en un
proceso político basado en el control de los espacios marginales y aseguramiento de
las regiones fronterizas.
Cabe describir entonces el proceso de conformación de la frontera cordobesa.
En la época colonial la autoridad de la corona española aplicada en la región sur del
virreinato nunca logró efectuar una expansión territorial acabada, razón por la cual la
frontera se convirtió en escenario de disputa por la ocupación efectiva. La situación
comenzó a cambiar tras la reformulación del pacto colonial llevada a cabo por Carlos
III en 1765. Para J. Lynch (1980), el objetivo fue detener la emancipación de las colo-
nias a través de la instauración de un nuevo imperialismo, el cual reformará la adminis-
tración, reorganizará la defensa y reavivará el comercio.
Siguiendo a Olmedo (2002), quien en su tesis realiza una breve reseña históri-
ca de estos años, puede decirse que el proceso de organización nacional fue protago-
nizado por diferentes fuerzas sociales y sectores económicos en constante conflicto.
En 1852, tras el triunfo del caudillo entrerriano Urquiza en la batalla de Caseros sobre
las huestes de Rosas, se produjo un importante avance en lo que concernía a la organi-
zación nacional ya que el mencionado caudillo intentó lograr una unificación nacional
partiendo de la construcción de un nuevo orden mediante un acuerdo interoligárquico
materializado en una constitución y un gobierno nacional.
En lo que concierne a la región sur de la provincia de Córdoba, y desde la
perspectiva de Mayol Laferrére (1977), durante la presidencia de Justo José de Urquiza
(1854-1860) se ordenó al Coronel Manuel Baigorria la creación de un cuerpo de caba-
llería en 1855, conocido con el nombre de Regimiento de Dragones N º 7, con el obje-
tivo de levantar un fuerte en el paso del Lechuzo. Cabe aclarar de todos modos, que
este avance estuvo signado por marchas y contramarchas según la intensidad de las
incursiones indígenas o de la población blanca. Fue recién en la presidencia de Do-
mingo F. Sarmiento (1868-1874) que su Ministro de Guerra, Coronel Martín de Gain-
za, se propuso recuperar los territorios fronterizos adelantando nuevamente la fronte-
ra Sud y Sudeste de Córdoba hasta la estratégica barrera del Río Quinto.

415
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Para Olmedo (2002), el gobierno de la Confederación Argentina, en conjunto


con la provincia de Córdoba, llevó a cabo una política común a varias fronteras, con-
signándose un plan militar concreto sobre el territorio y cumpliendo así con lo pres-
cripto en la Ley Nacional Nº 215, sancionada en 1867 que proponía el traslado de la
frontera sur del territorio hasta los ríos Negro y Neuquén. El objetivo de dicha Ley
fue el de efectivizar el avance de las líneas de fuertes y fortines de la Frontera Sur. Para
la realización de tal empresa, se encomendó la tarea al Coronel Lucio V. Mansilla.
Pérez Zavala (2007) señala que el proyecto del Coronel consistía en la reorganización
de la línea militar para después continuar el avance a través de eventuales armisticios
con los caciques.
Luego del triunfo de las fuerzas porteñas de Bartolomé Mitre sobre las de Ur-
quiza en la batalla de Pavón, surgieron nuevos objetivos, destinados a la consolidación
de un Estado-Nación fuerte y a la inserción en la economía mundo. Dicho proyecto
se tradujo en la ocupación territorial, con la intención de definir los límites del territo-
rio y hacer efectivo el dominio y la puesta en producción de las tierras situadas en las
fronteras.
Siguiendo Tamagnini y Pérez Zavala (2002) en el transcurso de la década de
1870 y más allá de los tratados celebrados con los ranqueles en 1870, 1872 y 1878, el
Gobierno Nacional había logrado penetrar lenta pero indefectible sobre la sociedad
indígena a la par que ésta apelaba más a la estrategia diplomática por su propia conflic-
tividad intraétnica.
La reseña anterior muestra cómo en el siglo XIX la Frontera Sur de Córdoba
fue el escenario de una compleja trama de relaciones protagonizadas por quienes habi-
taban y/o se movilizaban por ella. La frontera aparece plasmada en un espacio geográ-
fico concreto en algunos casos y ambiguo en otros.

Música en la frontera

El universo sonoro remite, de forma diferente, a experiencias que favorecen la


construcción de formas de adaptación por parte de la música en su relación con el
mundo social.
Se puede definir a la música como una organización de sonidos que transcu-
rren a través de un tiempo. Ella tiene un papel destacado en casi todas las sociedades,
existe con variedad y estilos particulares de regiones geográficas y/o épocas históricas.
Es una actividad natural y cotidiana, que adquiere significantes para quien la escucha.
El sonido puede hacer referencia a un estado de consciencia, articulando procesos de
experiencia social, como lo demuestran las prácticas musicales utilizadas en el ejército.
Ignacio Fotheringham, un avezado militar que se desempeñó en la Frontera del Río
Cuarto, lo dijo en estos términos:

Por todas partes el ruido del tambor marcando el compás del paso, los
toques de clarín, los relinchos de los caballos, voces de mando, ruido de
pasos uniformados, choques de armas, y alertas de centinelas formaban
el gran concierto que alegraba el espíritu de los que se preparaban para
morir o matar (Fotheringham 1998:93).

416
Música y estructura social en la Frontera Sur de Córdoba… G. TORRES

Según lo expresado en el párrafo anterior, en la frontera militar la música fue


utilizada como elemento para lograr disciplina y dar forma a la memoria. Algunos de
sus usos tenían por objeto intensificar la vivencia del presente, mientras que otros
estaban pensados para rememorar el pasado.
Las prácticas musicales estaban atravesadas por distintas jerarquizaciones
marcadas en primer término por el grado de aprendizaje: músicos profesionales en
contraposición a intérpretes aficionados. Existe además una segunda diferencia impor-
tante establecida por el nivel social, pudiéndose aquí distinguir entre la música que
practica la elite y la de los sectores populares.
El valor y la función social de la música en la frontera estaban ligados a los
dispositivos de vigilancia, los cuales tuvieron un notable papel en los mecanismos que
posibilitaron el control social y la concentración de poder. Fotheringham ilustró esta
cuestión en los siguientes términos: “Avisado el Coronel Segovia hizo tocar: Generala,
luego: Tropa y con estandarte al viento y Marcha Marcial de clarines guerreros, salió
de su fortaleza” (Fotheringham 1998:206).
En la Frontera Sur de Córdoba no había músicos virtuosos, en el sentido que
esta expresión tenía para Europa. Estos espacios alejados de las grandes ciudades se
caracterizaban por que cualquiera podía interpretar. Siguiendo con Fotheringham
(1998:275): “Oímos las notas claras y precisas de un entusiasta toque de llamada,
avanzamos con precaución para el ataque y no hallamos mas que dos indios ebrios, de
tranca musical, divirtiéndose en tocar llamadas…”.
Si se analizan los contextos en donde se realizaban estas prácticas musicales,
se encuentra que, para la tradición musical de Occidente, las condiciones ideales de
recepción es el concierto. La música era expresión del orden frente a desorden, algo
que se escuchaba en silencio, en la sala de conciertos, sin interrupciones ni interferen-
cias y de forma individualizada, con la atención puesta en una sola cosa.
En cambio en la frontera, las prácticas musicales adquieren una pluralidad de
significados en los que intervienen diferentes procesos de valoración vinculados con la
satisfacción de necesidades y a los contextos donde se producen. Otro militar que se
desempeñó en la frontera, en este caso la bonaerense, lo expresó así:

para que no entrase el desaliento en los espíritus, la división hacía cons-


tantes ejercicios durante el día, hundiéndose en el fango que se formaba
a causa del agua que empezaba a manar del suelo. Por la noche esos
mismos milicos lo pasaban bailando, al compás de las bandas de música,
que tocaban, en orden superior, las más alegres piezas de sus repertorios
(Prado 1974:131).

La música también puede ser considerada desde el uso que hacen los actores
sociales en relación a su forma de vida. En esta dirección, existirían prácticas musicales
que llaman a trabajar, otras que convocan a la guerra, a enterrar a los muertos, a re-
memorar o a bailar. En suma, a marcar los diferentes momentos del día.

Después de la parada, se toco “carneada”, y por primera vez, después de


un año, se mataron reses vacunas en excelente estado de gordura. Hubo

417
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

además una distribución de caña a la tropa, con acompañamiento de


azúcar y café. Por la noche baile. Pero antes, durante el día tenían que ve-
rificarse diversos números de un variadísimo programa. El más impor-
tante de todos lo constituía un palo jabonado, alto de cuatro o cinco me-
tros, en cuya punta colgaba nada menos que un vale de cincuenta pesos.
Todo el mundo intentó apoderarse de la codiciada prenda; después de
tres largas horas de chacota y de broma consiguió arrebatarla un músico
del 2º de Infantería. Después del palo jabonado, la atracción del día fue-
ron las carreras, en las cuales más de un milico logró quedarse sin sueldo
para cuando volviese el comisario. A la puesta del sol, vuelta a formar lo
mismo que por la mañana, y pasada la retreta, al baile. En una de las cua-
dras que se construían para el 3º de Caballería se improvisó un salón. Y
cuando la banda del 2º rompió el fuego con una cueca, estaban presentes
todas las damas de la guarnición (Prado 1974:58).

Las prácticas musicales sirven para movilizar a las personas y para reforzar la
conciencia de clase, de grupo étnico o de nación. Así describió Fotheringham los sen-
timientos despertados y anhelados al tocar el Himno Nacional:

Me permití insinuarle, que como preámbulo elegante, y como saludo cor-


tes que hacen los duelistas antes de principiar el combate, que podríamos
hacer ese saludo marcial, formando en línea con las banderas desplegadas
y tocar el Himno Nacional. Bien pensado, me dijo, “Hágase tocar el glo-
rioso Himno”. Y con las armas presentadas y la emoción de veneración
consiguiente, se hizo oír en la mañana serena los dulces acordes del him-
no patrio (Fotheringham 1998:506).

Este ajuste entre el contexto y las necesidades del oyente se puede entender
desde lo planteado por Merrian (1964), quien propone la existencia de una sinestesia
entre el canal auditivo y otras modalidades de experiencia sensorial que produce una
confusión efectiva entre los estímulos procedentes de distintos sentidos y es en virtud
de esta capacidad de asociación que se entremezclan datos sensoriales diversos.
Para la mayoría de los grupos sociales, la música cumple la función de integra-
ción social, un medio por el cual muchas sociedades comparten sentimientos de per-
tenencia. Es un elemento del que las personas se apropian y sirve para la construcción
de una identidad individual y social.
Cualquier intento por delimitar una identidad musical en la Frontera Sur de la
Provincia de Córdoba debe partir de concepciones teóricas e ideológicas que se re-
montan al contexto particular del Estado en formación, el cual no tenía el control
pleno de las áreas fronterizas. Estas regiones alejadas de los centros urbanos impor-
tantes se encontraban cruzadas por identidades heterogéneas.

Orden social

La mayoría de las culturas han desarrollado valores propios alrededor de la


música; esto tiene su equivalencia en la lógica interna que posee toda combinación de

418
Música y estructura social en la Frontera Sur de Córdoba… G. TORRES

sonidos y en una estructura que sirva para producir una práctica musical. Ya hacia
mediados del siglo XIX, el compositor italiano radicado en Córdoba, Inocente Cárca-
no (padre de Ramón J. Cárcano) señalaba que la música

no ha sido hasta hoy definida satisfactoriamente, Rousseau y la mayor


parte de los autores la definen diciendo que la música es el arte de com-
binar los sonidos de una manera agradable al oído”. En cambio para él se
trataba del “arte de expresar determinados sentimientos mediante la
música (Suarez Urtubey 2007:137).

La música se presenta como una yuxtaposición de dos elementos generalmente


llamados melodía y ritmo. La unidad mínima de organización musical es la nota, que es
un sonido con una altura (afinación) y una duración determinados. La combinación de
notas individuales de forma sucesiva crean una melodía y la superposición de notas de
manera simultánea constituyen los acordes que sostienen y dan sentido a la melodía.
La polifonía, definida como voces independientes que se mueven con pre-
ponderancia de la horizontalidad, con la superposición de intervalos entre notas, va
creando una sonoridad que se puede definir como armonía. Ésta pone el acento en la
manera en que las notas que se organizan de forma simultánea (los acordes) se interre-
lacionan y en la progresión de estos grupos de acordes a través del tiempo.
En todo sistema musical, la creación de una obra musical implica la selección
de notas preexistentes que corresponden a una escala, definida esta última como un
conjunto de sonidos separados por intervalos determinados. Toda música organiza los
sonidos haciendo posible la consolidación de una obra musical en una determinada
tonalidad, la cual tiene un centro de poder o tónica y demás grados que tienen un
orden, función y ubicación dependiendo de la distancia que se encuentren de esa tóni-
ca. Walter Piston (1998:39) definió a la tonalidad como el conjunto de notas alrededor
de una tónica. Esto significa que hay una nota central soportada, de una forma u otra,
por todas las demás notas.
Cada sector tiene un modo de narrar, de tocar, de ejecutar un instrumento y
de concebir a la música que los distinguen en su relación. Existe una coherencia socio-
cultural que refiere a paralelismos entre mundo sonoro y mundo social. Si se examina
el escenario de la Frontera Sur, se observa que las prácticas musicales ocurren en un
ambiente que si bien no está desjerarquizado, los escalafones no se corresponden con
los utilizados en una sociedad clasista. El auditorio -ya sea el fogón, la carpa, etc.- es
un espacio tan estructurado como el salón de conciertos pero con cierta igualdad teó-
rica. Así lo deja entrever el siguiente relato militar:

En esas marchas, o expediciones de exploración, es donde vive uno más


contento y en mas intimidad con sus subalternos. En nuestro fogón nos
sentábamos el Mayor, el Teniente, el trompa Barrera, el indio Godoy y
yo. Godoy y el trompa contaban rivalizando, cuentos amenos e intere-
santes de sus vidas de soldados y andariego (Fotheringham 1998:442).

419
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

En la frontera la música aparece como instrumento de interacción entre las


personas, sin tener en cuenta las jerarquías sociales.

Sin embargo, por la noche, ardieron los fogones y mientras chirriaba la


carne ensartada en los asadores, y cantaba el vapor en las ollas de puche-
ro, los milicos reían festejando el cuento picaresco del camarada o zapa-
teaban al compás de las guitarras gatos o malambos (Prado 1974:112).

Como se ha señalado anteriormente, la música puede expresar valores sociales


centrales de una sociedad. En el caso de la sociedad de frontera, la posición de los
intérpretes de la banda es expresión de un sistema jerárquico con impronta militar.
Uno de los autores que sostiene que la armonía musical es una metáfora del
orden es Baker (2008). De acuerdo con esta hipótesis, el toque de trompetas y tambo-
res constituiría un símbolo del poder así como el despliegue de polifonía sacra repre-
sentaría a una civilidad que se buscaba instituir. Esta relación entre armonía y orden
social no era casual, debido a que al menos desde el siglo XV ciertos teóricos vincula-
ban la música con las proporciones arquitectónicas. Por ejemplo, en el Barroco con su
gran carga de simbolismo, las notas más agudas representaban al cielo mientras que las
graves al infierno.
El modelo estructural de la música señalada como “culta” tiende a enfocarse
en algunos de los parámetros del sonido. Un ejemplo de esto lo constituye la música
tonal, las relaciones armónicas, es decir, la relación de cada sonido de la escala dentro
de un conjunto de sonidos que se encuentran jerarquizados por una tónica. Esa es-
tructura armónica sobrelleva a su vez una estructura social que no está sujeta a una
estructura institucional. La música suele superar la estética clasista que le atribuye el
sector que la produce, pero las condiciones reales de existencia de las sociedades refle-
jan una conexión directa entre la armonía musical y la estructura social.
La estructura social se encuentra vinculada a la armonía musical de manera
metafórica por paralelos que incluyen conceptos que se aplican en las dos áreas, como
lo son el de equilibrio, ordenamiento y determinada función en relación a la posición.
Esto permite relacionar la idea de que la armonía social y musical deriva de una dispo-
sición ordenada y atrayente de las piezas.
Finamente, para comprender el vínculo entre la estructura social y armonía
musical es necesario analizar desde dónde se ejerce el poder. Las sociedades llevan
implícitas en sus instituciones una jerarquización y organización social, en donde los
componentes se distinguen entre sí por sentidos de pertenencia, factores socio-
económicos, étnicos y culturales. La analogía de la armonía musical y social es posible
en un orden socio-cultural y económico que resulta de cotejar el lugar del individuo en
la sociedad. Cabe recordar que en las sociedades de frontera del siglo XIX los máxi-
mos encargados de mantener este orden fueron las fuerzas y militares.

Conclusión

Durante la segunda mitad del siglo XIX se comienza a plasmar el proceso de


construcción de una legitimidad estatal que incluye estrategias de apropiación territo-
rial por parte de un grupo hispano-criollo dominante. La Frontera Sur aparece como

420
Música y estructura social en la Frontera Sur de Córdoba… G. TORRES

un espacio indeterminado, pero con una direccionalidad política en el que intervinie-


ron intereses hegemónicos. Hacia mediados del siglo XIX, la frontera fue también
expresión de una situación equidistante entre la subordinación, la centralización y la
autonomía. Ello se palpa en la situación de temor latente de los pobladores fronterizos
que coexistían con la sensación de estar observados constantemente, clara manifesta-
ción de una sociedad criolla conformada al margen del Estado.
En el sur de la región cordobesa, tanto en el período colonial como en la épo-
ca constitucional, el objetivo de los gobiernos fue el de obtener su control, apropia-
ción y regulación. Uno de los medios que se utilizaron para alcanzar esta finalidad fue
la instalación de dos líneas de fortificaciones bien diferenciadas entre sí: la del Río
Cuarto primero y la del Río Quinto después.
El paralelismo de los procesos de articulación geográfica y socio-cultural de
un territorio como la Frontera Sur de Córdoba durante la segunda mitad del siglo
XIX, va a permitir, entre otras cosas, la conformación de un espacio musical en donde
se puede amalgamar el concepto de armonía musical con el de las jerarquías sociales.
Esta relación va a estar determinada por las condiciones sociales, el grado de partici-
pación y la posición en la estructura social que ocupan los sujetos que se desenvuelven
en ella.
Las prácticas musicales que se desarrollaron en la Frontera Sur tenían diferen-
tes funciones y, en ocasiones, la vida cotidiana se volvía inconcebible sin la música, a
que ésta comprende el sonido en sí mismo, los conceptos que llevan a su existencia -
con sus formas y funciones particulares en cada contexto- y los efectos que produce
en la conducta humana.
Entre los usos principales de la música se pueden mencionar la audición de
conciertos y su función de principal entretenimiento en reuniones aunque muchas
veces los ejecutantes suelen tocar para su propia diversión, sin necesidad de público
oyente.
La música es una actividad que implica diferentes significados y cumple un gran
número de funciones en la vida humana. Teniendo en cuenta el contexto en donde se
lleva a cabo una práctica musical, creemos que En la Frontera Sur la música no tenía
relevancia en el proceso creativo, la gente tocaba, cantaba y escuchaba la música, no en
salas de concierto, sino en fogones, carpas, reuniones, fiestas patrias, etc.
En este espacio fronterizo particular, la música crea entre los que escuchan un
conjunto de relaciones en las que reside el verdadero significado de la práctica musical.
Las relaciones armónicas tienen así que ver no sólo con la organización de los sonidos,
sino también con los vínculos que ocurren entre individuos en el espacio de la práctica
musical.
Atendiendo a los puntos antes señalados, es posible pensar una relación entre
la armonía musical y la composición de la sociedad en la Frontera Sur de Córdoba.
Esta estructura social en la que cada sector expresa un determinado sentido de perte-
nencia, se puede relacionar con la composición de las relaciones armónicas en donde
cada grado musical tendrá un lugar y una función en relación a la distancia que se en-
cuentre de la tónica.
El contexto social de los sonidos determina si pertenecen a una práctica social
considerada musical o no. Si se examina la armonía musical se encuentra que su esen-

421
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

cia se basa en relaciones matemáticas racionales que funcionan dentro de una escala,
que afectan el sentido de los oyentes produciendo sensaciones de tensión y relajación,
conflictos y resoluciones.
La analogía entre la estructura social y armonía musical se puede emplear de
manera descriptiva para representar la combinación de notas al mismo tiempo, para
producir acordes. Pero también se puede utilizar para expresar un sistema de princi-
pios estructurales que administran la combinación de esas notas.
En un espacio como la Frontera Sur en el que no se puede diferenciar entre el
músico aficionado y el profesional, la música aparece como un aspecto de la vida coti-
diana. Esto no significa que no exista una especialización en los ejecutantes de instru-
mentos musicales, sino que las personas que no eran de profesión “músicos profesio-
nales” interpretaban también prácticas musicales. En la frontera la música cumple un
propósito orientado al entretenimiento quedando comprendida por la cultura a la que
pertenece. Esta situación se traduce en una representación simbólica y en ocasiones en
una respuesta física producida por las prácticas musicales. La música interpretada en la
Frontera Sur presume así un refuerzo de la conformidad a las normas sociales y con-
tribuyen a la continuidad y estabilidad de una integración cultural de la sociedad.

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423
XLIII
RELACIONES ENTRE MÚSICA Y SOCIEDAD EN
LOS PASOS PERDIDOS, DE ALEJO
CARPENTIER
Isabel Abellán Chuecos
Universidad de Murcia / Universidad Nacional de La Plata (UNLP)
isabel.abellan.chuecos@hotmail.com

1. Introducción

L a literatura se nos muestra como vía y realidad para poder analizar una dialécti-
ca interdisciplinar sobre sociedad, historia, cultura, música y frontera. En este
caso nos serviremos para ello de uno de los grandes autores cubanos del siglo
XX, Alejo Carpentier. Además de escritor y periodista, Carpentier fue musicólogo, por
lo que consideramos muy significativas las vinculaciones que entre uno y otro lenguaje
se dan en su escritura. Igualmente su curiosidad lo llevó a abordar otros aspectos co-
mo la Historia, cultura o Arquitectura.
Interdisciplinar en sí mismo, Carpentier nos sirve para abordar la dialéctica
que puede darse entre Historia, Humanismo, Literatura, Sociedad y Música. Entre
estos ámbitos nos moveremos para entablar este estudio, centrándonos en el diálogo
entre música y sociedad (la concepción de la primera en ojos de la segunda, las rela-
ciones entre ellas, el ámbito cultural...).
La obra seleccionada para nuestro trabajo, Los pasos perdidos, responde perfec-
tamente a este diálogo entre música y sociedad, pues en ella un músico occidental
viajará hasta los lugares más recónditos de la selva y allí hallará la música e instrumen-
tos ancestrales, aquello que él reconocerá como “el Nacimiento de la Música” (Car-
pentier 2005:672) y que hará que en su interior se planteen cuestiones sobre la verdad
que existe en las diversas músicas, la verdad que existe en sí mismo a través de ellas y
donde observará cómo la sociedad concibe, por lo general, a esta arte y ciencia –eje en
el que basaremos nuestro análisis-.
Además, Los pasos perdidos permite atisbar en relación a este tema musical y de
identidad también una cuestión de frontera, separando entre Norte y Sur, Occidental e
Indígena. El personaje descubrirá las músicas selváticas y éstas propiciarán su auto-
gnosis. Pero aunque él sienta esta experiencia decisiva, la concepción de la música por
aquellos que lo rodean no será siempre como él quisiera.

425
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

2. Música y sociedad

(…) pero la música siempre se toca por contento.


El acoso. Alejo Carpentier.

Aunque la música sea una profesión merecedora de los más sinceros respetos,
el desconocimiento de todo lo que en torno a ella se cierne hará que en ocasiones su
sentido pueda desvirtuarse. No concibiéndola el vasto de la sociedad serio oficio sino
más bien elemento de diversión, nos encontraremos con dos cuestiones relevantes.
Por una parte, la posible incomprensión y rechazo hacia los músicos de tradición oc-
cidental -que han estudiado la música y se dedican a ella, y que presentan costumbres
propias a las que no suelen acceder quienes no se encuentran dentro de su círculo-;
por otra, el eterno vínculo de ésta a lo festivo, ese eslabón que siempre se establece
entre la música y el contento, la fiesta, lo lúdico, la alegría, a pesar de que la música no
pueda ceñirse exclusivamente a estos arquetipos y sea, sin duda, mucho más.
Esta doble concepción paradójica por parte de la sociedad –gustan de la
música pero no aprecian ni entienden realmente a los músicos- se dará a lo largo de la
obra narrativa de Alejo Carpentier, presentando ejemplos claros en obras como La
consagración de la primavera o El acoso, entre otras. De esta manera, si en la primera se
desprecia, por ejemplo, el “oficio de saltimbanqui” (Carpentier 1998:438) que es para
los nuevos ricos el de bailarina, o a los músicos negros, que solamente deben actuar en
cabarets, en El acoso se verá la incomprensión de quienes no entienden que “el repaso
de los ejercicios no significaba una transgresión del luto, y que el aprendizaje de la
música clásica era compatible con el dolor sentido por la muerte de un pariente” (Car-
pentier 1983:87) o quienes comentan el “irrespeto de quien allá arriba, tan cerca de
una muerte, tenía los discos sonando. No era música de bailar, desde luego; pero la
música siempre se toca por contento” (Carpentier 1983:127).
Si a todos les agrada la música como entretenimiento –y en este sentido sí
aprecian a quienes ejercen la música-, sin embargo, no suelen sentir afecto o aprecio,
ni tan siquiera un ápice de comprensión, por quienes tienen como forma de vida la
dedicación a este arte más allá de la diversión. Al asociar la música a la fiesta y el jolgo-
rio, todo se reduce a eso, sin comprender a quienes se dedican seriamente a tal profe-
sión y no pueden verla simplemente como un entretenimiento, divertimento o distrac-
ción. Sin embargo, no se trata de un desprecio consciente, sino que suele darse por el
gran desconocimiento; es la imposibilidad de la empatía con lo desconocido.
Además, centrándonos en el caso de Los pasos perdidos, nos encontraremos con
la dualidad entre la oralidad y la escritura. Mientras los músicos que provienen de una
tradición occidental conocerán la escritura musical, los indígenas carecerán de este
conocimiento. Este dato supondrá una barrera más a la hora de comprender plena-
mente algo que se desconoce por completo, es la línea divisoria que indica la separa-
ción de unos y otros, esa separación que es visible, tangible, y dificultosa en cuanto a
su pronta superación. “Conocer es resolver” (Martí 2004:161), como diría José Martí
en Nuestra América, pero si no se conoce, difícilmente podrá darse la resolución más
conveniente, acertada u oportuna. Todo lo que conoce el indígena en cuanto a música
proviene de una más o menos larga, distendida y extensa tradición oral, o bien es im-

426
Relaciones entre Música y Sociedad en Los Pasos Perdidos… I. ABELLÁN CHUECOS

provisación, pero en cualquier caso no está sometida a los signos que otros han escrito
en un papel pautado. Sin embargo, el estudioso de la música, además de su conoci-
miento por tradición (y transmisión) oral, se encuentra sometido e interpreta lo que ha
nacido bajo otras plumas y ha sido expresado y acotado por los medios del papel y la
tinta, e igualmente este músico es capaz de crear por los mismos medios, para que
otros puedan interpretar bajo sus designios. Así, el protagonista nos dirá:

Acabo de tener una desagradable sorpresa. El Adelantado, a quien fui a


pedir otro cuaderno, me preguntó si me los tragaba. Le expliqué por qué
necesitaba más papel. “Te doy el último”, me dijo, de mal humor, ex-
plicándome luego que esas libretas se destinaban a levantar actas, consig-
nar acuerdos, tomar apuntes de utilidad, y en modo alguno podían des-
pilfarrarse en músicas. Para calmar mi despecho, me ofrece la guitarra de
su hijo Marcos (Carpentier 2005:710).

La música no es considerada por la mayoría de la población como una tarea


de utilidad; solamente la música vinculada a los rituales posee estimación, pero ésta no
necesita del papel, ni tan siquiera es considerada como música en sí misma sino como
elemento partitivo del ritual, cuya función es pragmática. Lo demás es entretenimiento
o distracción. La música que pretende escribir nuestro protagonista es una vana tarea
para quienes lo rodean que, además, no comprenden la relación entre el hecho de
hacer música y la necesidad de la escritura. Así también Rosario –la indígena amante
de nuestro protagonista- preguntará en el subcapítulo 31 del capítulo V al protagonista
a quién escribe cartas, pues no concibe que a lo que su compañero se dedica es a la
escritura musical.
Empero, estos músicos incomprendidos e incomprensibles para quienes des-
conocen sus costumbres, necesidades o sentimientos profundos, harán que se precipi-
ten hacia ellos sentimientos de compasión. Así, “Al saber que trataba de escribir en
yaguas, en cortezas, en el cuero de venado que alfombra un rincón de nuestra choza,
el Adelantado, compadecido, me ha dado otro cuaderno, aunque advirtiéndome que es
el último” (Carpentier 2005:710). Es el compadecerse por el “pobre músico”, por el
loco, sin entender que se trata del desarrollo de su profesión, de su vocación, su nece-
sidad profunda. De esta forma, cuando al padre de nuestro protagonista, en su nostal-
gia, le daba por cantar y dirigir orquestas imaginarias, su madre, en ese mismo senti-
miento de compasión y para evitar los comentarios de lo que pudieran pensar de él,
“cerraba apresuradamente las ventanas para que no lo creyeran loco, aceptando, sin
embargo, con vieja mansedumbre hispánica, que cuanto hiciera este esposo, que no
bebía ni jugaba, debía tomarse por bueno, aunque pudiera parecer algo estrafalario”
(Carpentier 2005:569). Se trata del desconocimiento, de la incomprensión, los juicios
anticipados y el rechazo de aquello que es diferente y que no se entiende al mirarlo
desde una perspectiva externa.
Aunque en ocasiones los enjuiciados permanecerán ajenos a tales juicios que
se ejercen sobre ellos, otras veces serán conscientes de los pensamientos que pueden
(o suelen) propiciar a su alrededor. En este sentido, nuestro protagonista preferirá
alejarse de cualquier compañía e iniciar la búsqueda de los instrumentos que le han

427
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

sido encomendados -y que le recuerdan y forman parte de su verdadera vocación- en


solitario, ya que considera que su compañera no es capaz de comprender la profunda
magnitud de ésta y su ansiedad y entusiasmo por desempeñar aquellas tareas que
hacen que se sienta realizado en lo más hondo de sí:

Me dieron ganas de acostarme de nuevo; pero pensé que fuera bueno


aprovecharse de su sueño [el de Mouche –la amante con la que había ini-
ciado el viaje- que sigue dormida] para iniciar la búsqueda de los instru-
mentos indígenas –la idea me obsesionaba- tal como lo había pensado la
víspera. Sabía que al verme tan empeñado en el propósito me trataría,
por lo menos, de ingenuo. Por lo mismo, me vestí apresuradamente y salí
sin despertarla (Carpentier 2005:527).

La elección es la de mantener las apariencias antes de mostrar realmente cuánto


le importa la tarea encomendada, en ese ánimo de no verse tratado despectivamente.
Como se observa, el desprestigio que en ocasiones se da a la profesión del
músico o el artista irradiará igualmente hacia otros oficios, relacionándolos precisa-
mente con el aspecto musical. De esta forma, fray Pedro, por ejemplo, vapuleará con-
tra esos “párrocos mundanos, a los que califica de nuevos vendedores de indulgencias,
rumiantes nunciaturas y tenores de púlpito” (Carpentier 2005:655). En esos “tenores
de púlpito” dejará entrever su desprecio hacia la profesión musical en relación con la
religiosa, esos “tenores” que asombran con sus cantos desde el púlpito en lugar de
evangelizar realmente, en esa falsedad que proviene de sus músicas, en lugar de ceñirse
a prodigar la Palabra de Dios como el sacerdote considera que es debido.
En la relación entre música y sociedad, será esta última la que decida final-
mente (dentro de la tradición occidental) qué música va a escuchar, a qué espectáculos
va a asistir. De este modo, vemos cómo el protagonista de Los pasos perdidos piensa que
“quien hiciera un balance de ejecuciones, podría llegar a la evidencia de que, este u
otro año, el máximo usufructuario del tiempo hubiese sido Bach o Wagner, junto al
magro haber de Telemann o Cherubini” (Carpentier 2005:492). A pesar de esta afir-
mación que podría ser válida en el territorio donde se mueve la música occidental,
cuando el innominado protagonista –acompañado de Mouche- viaje hasta el otro
hemisferio y asista a la ópera, se dará cuenta de que allí no se elige en función del es-
pectáculo que se quiere ver, sino que la ópera sirve precisamente como excusa para la
reunión social. No es la sociedad la que elige la música que le apetece escuchar o con-
templar, sino que la música es el marco para las relaciones sociales, la cual funciona
como fondo melodioso a los devaneos de la multitud, en ese teatro donde -como nos
indicará el protagonista- “Todo el mundo parecía conocerse” (Carpentier 2005:523).
Es la concepción de la música como entretenimiento, como telón de fondo para sus
diversiones y divertimentos, al igual que se dará en distintos momentos de la obra
donde nos encontraremos, por ejemplo, con todo el hotel en fiesta por la música del
pianista o el pretender entonarse con un poco de alcohol a cambio del entretenimiento
de los demás.
Además, la música será uno de los elementos que establezca la diferenciación
social. Así, mientras nuestro protagonista recorría los caminos de la guerra como

428
Relaciones entre Música y Sociedad en Los Pasos Perdidos… I. ABELLÁN CHUECOS

intérprete militar, muy cerca de donde se exponían los horrores de ésta, “A dos pasos
de aquí, una humanidad sensible y cultivada -sin hacer caso del humo abyecto de cier-
tas chimeneas, por la que habían brotado, un poco antes, plegarias aulladas en yiddish-
seguía coleccionando sellos, estudiando las glorias de la raza, tocando pequeñas músi-
cas nocturnas de Mozart, leyendo La sirenita de Andersen a los niños” (Carpentier
2005:577). No se trata solamente de la diferenciación social sino, en este caso, también
racial. Es, además, la hipocresía y, al mismo tiempo, la ironía de quien nos habla de
ella, pues esa “humanidad sensible y cultivada” no presenta tanta sensibilidad hacia las
personas que están siendo asesinadas, privadas de su vida, a dos pasos de ella, y se
preocupa solamente por su cultivo intelectual, creyéndose sensible y culta cuando su
insensibilidad para con el prójimo es mucho más grande de lo que pueda ser la sensi-
bilidad que posean y muestren hacia esas obras que leen o estudian. La música, la lec-
tura, el estudio o el coleccionismo forman parte de la vida de estas personas cultivadas
pero, en esta preocupación, cierran los ojos y tapan sus oídos hacia otras cuestiones y
preocupaciones mayores, de las cuales prefieren evadirse.
Es por todo esto, como podemos ver, que las relaciones entre música y socie-
dad son múltiples y complejas. La música forma parte de la sociedad y la sociedad
juzga la música, pero al mismo tiempo esta última nos sirve para juzgar a la primera.
Se trata, por tanto, de una simbiosis que conforma al individuo y lo va justificando. El
arte nos sirve, indudable e ineluctablemente para esto. Es a través del arte y las huma-
nidades en donde podemos observar cómo es el comportamiento humano. Es cierto
que en ocasiones las humanidades se ven vejadas en relación a las ciencias técnicas o
naturales, apelando a su falta de utilidad -entendiendo ésta como lo que normalmente
se asocia con la utilidad inmediata (y generalmente física) que pueden proporcionar
cosas como una nueva vacuna o un nuevo fármaco-, pero la utilidad de las humanida-
des -como también se ha podido entrever en estas relaciones entre música y sociedad-
es de otro tipo; las humanidades nos ayudan a entender la formación y el pensamiento
del hombre.
Si no estuviéramos conformes con esto, siempre podríamos preguntarnos en
relación con las humanidades… ¿es lo humano útil? Lo humano quizás no sea útil, no
sea práctico, pero –sin duda- es lo único que nos justifica.

Bibliografía

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Carpentier; 3. Madrid, Siglo XXI, 1983.
CARPENTIER, Alejo, La consagración de la primavera, Edición crítica a cargo de Julio
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429
XLIV
LA MÚSICA POPULAR CHILENA DURANTE EL
PROCESO DE CONFORMACIÓN Y
CONSOLIDACIÓN DE LA UNIDAD POPULAR
EN CHILE: EL CASO DE VÍCTOR JARA Y SU
INTERPRETACIÓN AURÁTICA DE LA REALIDAD
Pablo Reyna Manero
Universidad Católica de Córdoba
pavloreyna@gmail.com

Introducción

L a presente investigación pretende hablar del fenómeno de la “Nueva Canción


Chilena”, a través de uno de sus representantes más sobresalientes: Víctor Jara.
A partir de algunas de sus letras pretendemos tensionar su denuncia social con
el análisis de la realidad socio-económica del pueblo chileno, a fines de los ´60 y pri-
meros años de los 70, e intentaremos ver las condiciones de vida de las clases subal-
ternas y la dinámica social que implicó el fenómeno conocido como migraciones in-
ternas.
Escrudiñar la historia chilena de este periodo, y considerar la música como
elemento de transformación de lo social, es una elección que está relacionada sin du-
das con un modo de ver y sentir al mundo. Es reflexionar que el arte, más que expre-
sión artística de un determinado autor, es una expresión de la sociedad, en la que sus
sueños y miedos, cultura y angustias, sus alegrías y proyecciones al pasado o al futuro,
son un engranaje importante del motor que la dinamiza.
Apelaremos a un marco teórico referencial nada novedoso, pero sí creemos
que cumple con nuestras expectativas para responder los objetivos de este escrito.
Hablaremos de clases subalternas en el sentido gramsciano. Es decir, clases sociales
pensadas a partir del lugar que ocupan no sólo en el modo de producción, sino, con-
sideradas como estratos expuestos a condicionamientos estructurales (aunque no
determinantes) e imbricados en un proceso constante de negociación, donde la acep-
tación y/o rechazo (consciente o inconsciente) de las prácticas culturales del bloque
hegemónico, definen identidades y dinamizan el proceso socio-histórico. Es así como
las clases sociales internalizan, reproducen, ejecutan o rechazan la ideología hegemó-

431
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

nica. Cuando hablemos de clases dominantes nos referiremos no sólo a los sectores
dueños de los medios de producción, sino a aquellos estratos que a partir de su lugar
en la sociedad ejercen poder real y simbólico sobre los sectores subalternos.

La cultura popular como elemento de transformación social

El amplio y complejo espectro denominado cultura popular, ha sido y es un


campo de poder, no del todo homogéneo, constructor de subjetividades en la socie-
dad; y por ello mismo portador de alteridad radical que se postula como contrapuesta
a la cultura hegemónica burguesa. Es entonces, un territorio de tensiones con dinámi-
ca propia y conflictiva, donde nacen, se consolidan y enuncian, diferenciadamente, las
expresiones culturales que pueden ser dominantes de su espacio, de acuerdo a condi-
cionamientos inherentes que el proceso histórico le imprime, entre otros factores. Por
lo tanto, la cultura popular, manifestada en las diferentes variantes artísticas, se con-
trapone a la visión del mundo de las clases dominantes, y propone un contra-
discurso, otra visión del mundo, otro relato y sentido, y por ende otra proyección
política. Quiere embestir la realidad social tal cual está, asumiendo un posicionamien-
to contestatario dentro de las tantas facetas de la lucha de clases.
Durante períodos revolucionarios, la cultura y el arte popular, han operado de
manera significativa en la subjetividad de las clases subalternas, a través de las cancio-
nes, de las pinturas, o de la literatura. Si la cultura burguesa e ilustrada, pretendida-
mente letrada, científica y tecnológica, nos ha llevado al “progreso”, la cultura popular
se define en contraposición a este metarrelato, de indudable aspiración universalista. La
concepción filosófica de progreso lineal, tiene como concreción histórica la sociedad
moderna capitalista. Esta concepción de “progreso” propuesto en términos positivis-
tas y evolucionistas, tiende a convertirse en totalidad sistémica1, y ha sido debidamente
revisada y criticada por diversas corrientes 2. En contraposición a esta concepción, se
destaca la que han sostenido aquellos grupos sociales que en determinados momentos
históricos, y siendo representantes de las clases subalternas, son portadores y cons-
tructores de otros ideales políticos, y que a partir de una determinada praxis política
de deconstrucción reflexiva de relaciones de poder y fuerza, han intentado batallar a la
visión y manejo propios de la totalidad sistémica.
Esta visión de la cultura hegemónica también ha sido revisada por Guy De-
bord y Antonio Gramsci. El primero sugiere que la sociedad hoy, es una sociedad del
espectáculo reafirmada desde/en la ideología dominante, donde se presenta a la cultu-
ra como un conjunto de representaciones, valores, y creencias alimentadas por un
ideal de felicidad privada que no es otra cosa que una manifestación de la alienación
social: la cultura pasa a ser la mercancía vedette de la sociedad espectacular (Debord
2005:9 y ss.). Se habla de mercancía, y es allí donde la obra artística cultural, se con-
vierte en una pieza más dentro del abanico de ofertas del mercado, o según Walter

1 Este concepto dusseliano, implica pensar al actual sistema capitalista como positividad sostenida desde
el poder, es decir, como sistema de valores, creencias, normas, y estructuras vigentes que constituyen el
fundamento de la racionalidad sistémica. Al respecto ver Jalif de Bertarnou 2001.
2 La Escuela de Frankfurt quizás sea la corriente que más exhaustivamente a revisado los postulados de la

modernidad.

432
La música popular chilena… P. REYNA MANERO

Benjamin, pasa a ser parte del patrimonio cultural. Podemos afirmar que, al verse
obligadas a salir de su estado original-mágico, ritual-religioso, es decir, al no responder
ya a fines trascendentales y creativos; al entrar en el circuito comercial o formar parte
del legado patrimonial de una sociedad, impregnadas de la lógica hegemonizante pro-
pia del capitalismo, la obra de arte y la cultura, se integran a la vida social como pro-
ductos fetichizados con su correspondiente valor de cambio. De esta manera, al expe-
rimentar el “torbellino” del proceso histórico moderno, la función aurática de la obra
de arte se desliga de su propuesta inicial, y se asiste a una profanación del espíritu
creador. También Gramsci sugiere que la cultura burguesa re-presenta la “ideología”
del bloque hegemónico que es internalizada a base de coerción y consenso por las
clases subalternas (Gramsci 2011:491 y ss). Es decir, se interioriza como valor univer-
sal una ideología que intenta expresar, vivenciar, explicar e interpretar el mundo y el
orden social, desde parámetros de la clase dominante, aunque esta postura sea o no
explícita en las manifestaciones artísticas. Sin olvidarnos que la ideología va dina-
mizándose con el proceso histórico y no siempre presenta las mismas características,
ni podemos ver en ella vestigios de su posicionamiento ante la realidad. A ello nos
referíamos cuando decíamos que la cultura es un campo dinámico de fuerzas.
Dentro de estas manifestaciones que se oponen a la cultura hegemónica se
encuentra la música folclórica, de la que nos importa señalar un doble sentido: prime-
ro, que ha sido y es trascendental en los pueblos de Nuestra América, como modo de
expresión y cauce de los sentires de esos pueblos, y en segundo lugar, como espectro
posible de anclaje para los estudiosos de lo social. Rescatar la cultura popular, y más
precisamente la canción folclórica es, desde una perspectiva histórica, un intento de
mostrar la multidimensionalidad de los procesos históricos y el complejo entramado
social. Benjamin advierte a los historiadores que “sería un error menospreciar su valor
combativo” (Benjamin 2011), refiriéndose directamente al trabajo artístico de la so-
ciedad.

La Nueva Canción Chilena y “el hombre creador”: Víctor Jara

Víctor Jara, nació en el seno de una familia campesina y de escasos recursos,


hacia 1932. Vivieron en el pueblito rural de Ñuble, hasta que se trasladaron a la ciu-
dad capital. Su padre, Manuel Jara, realizaba tareas relacionadas al campo, y muchas
veces se ausentaba de la casa por largo tiempo. Es así cómo su madre, la recordada
Amanda, tuvo que hacerse cargo de sus hijos. Amanda, muere cuando Víctor tiene
apenas quince años, en el momento en que, otro golpe como el abandono de hogar
por parte del padre, azotó a la familia. Jara, ya artista consagrado, compone para su
madre quizás una de las canciones más famosas y sentidas: “Te recuerdo Amanda”. Pero
se adivina que no sólo es una canción para su madre: Víctor asume, en una entrevista
que recogimos del documental El derecho de vivir en paz, de Carmen Luz Parot, que

es una canción que habla del amor de dos obreros, dos obreros de ahora,
de esos que usted mismo ve por las calles y a veces no se da cuenta de lo
que existe dentro del alma. De (…) cualquier lugar de nuestro continente
(Parot 1999).

433
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

El dolor por la falta de su padre también se ve reflejado en “La luna siempre es


tan linda”, donde describe los avatares de un trabajador campesino que vende su fuer-
za de trabajo por apenas un pobre salario, y se abandona al alcohol.
Significativamente histórico es, que la familia Jara, como nombrábamos recién,
se trasladó a la ciudad de Santiago en busca de mejores condiciones laborales. Esta
práctica era en su época una tendencia poblacional de cierto sector social: las migracio-
nes internas del campo a la ciudad abarcan un período que comienza desde los años 40
en adelante en Nuestra América, y sus raíces las analizaremos más adelante.
Luego de una adolescencia llena de conflictos, Jara conforma el grupo folcló-
rico Cuncumén. La impronta identitaria de este conjunto, pertenece a un fenómeno
cultural más grande conocido como la Nueva Canción Chilena (NCC) y estaba dada por
un retorno e interés hacia las producciones, ritmos e instrumentos de la música popu-
lar (que en Jara habrían sido estimulados por su madre) y por la utilización de una
indumentaria y estética, que sin dudas distanciaba a Cuncumén, del folclore más anti-
cuado. A partir de los años 1962 y 1963, alentado por otra representante de la NCC,
Violeta Parra, Jara decide estudiar dirección teatral, donde pone todos sus conoci-
mientos del mundo popular al que pertenecía. También dirige artísticamente a otro
emergente de la NCC, el grupo Quilapayún.
La NCC como fenómeno artístico-cultural fue un movimiento musical que
tuvo su consolidación aproximadamente hacia 1968, y se extendió hasta 1973, año del
golpe de Estado que derrocara al gobierno de la Unidad Popular (UP). El “Primer
Festival Nueva Canción Chilena” realizado en 1968, tenía como objetivo reflexionar
acerca de la situación de la música popular chilena de los años sesenta, y promocionar
a los nuevos artistas chilenos, que con su poética, situaban a Chile en el ámbito lati-
noamericano, convulsionado por vientos de cambio. Es en este festival donde Víctor
Jara gana el primer premio con el tema “Plegaria de un Labrador”, otra de sus obras más
famosas.
Es notable que no es un fenómeno sólo chileno: Luis Vitale ubica a la NCC
dentro de otro movimiento más grande: la Nueva Canción Latinoamericana. Al res-
pecto señala que “el texto filudo de la canción ensambla con la fuerza y el vigor reno-
vado de una música de adentro, que busca una identidad común latinoamericana”
(Vitale s/f:61). Las experiencias urbanas, campesinas y de los aborígenes se veían
reflejadas en una síntesis musical folclórica que los integrantes del movimiento artísti-
co proponían que debía ser un patrimonio cultural. Hubo varios elementos que po-
tenciaron el fenómeno de la NCC: entre los que destacaremos la importancia de jóve-
nes militantes del Partido Comunista Chileno (PCCh) en la organización de eventos y
en su difusión3. Jara, se relaciona con las Juventudes Comunistas, pertenecientes al
PCCh. Su convencimiento ideológico quizás haya estado condicionado por su origen
campesino, los sufrimientos de la vida en el ámbito rural, y se haya forjado por su
visita a la Cuba castrista en 1960.
La Revolución Cubana había marcado fuertemente a parte de la juventud la-
tinoamericana, así como la figura mítica de Ernesto Guevara luego de su asesinato en
Bolivia. “El aparecido”, de 1967, es uno de los temas que Jara dedica a Guevara, y “A

3 Para una mayor comprensión de los elementos que ayudan a la consolidación de la NCC, ver Simôes
s/f.

434
La música popular chilena… P. REYNA MANERO

Cuba”, de 1969, es otras de las piezas musicales en donde se percibe una admiración
hacía la revolución caribeña.

Chile en los decenios de 1960 y 1970

Luego de la Segunda Guerra Mundial, en algunos lugares del llamado “Tercer


Mundo”4 existieron oleadas revolucionarias distintas a las que se habían perpetrado
en Europa en el siglo XX. Para el caso chileno, la llegada de la UP en 1970, puede
ubicarse dentro de este efecto de corta duración.
Creemos que debemos entender el surgimiento del proyecto de la UP en tor-
no a las exigencias y carencias manifestadas explícitamente por las clases subalternas,
principalmente denunciando la falta de tierras. Más allá de la sobresaliente figura de
Salvador Allende, percibida como fundamental en la construcción de la UP y del so-
cialismo chileno, es pertinente pensar que el proyecto de la UP fue creciendo con las
demandas de los más desfavorecidos: necesidades de tierras, exigencias de mejoras en
las condiciones laborales y salarios, problemáticas de vivienda, y atención sanitaria, de
las miles de personas que se trasladaban a las ciudades.
Bajo las presidencias de Arturo Alessandri (1958-1964) y de Eduardo Frei
(1964-1970), se encararon tímidas reformas agrarias5. Esta inclinación reformista por
parte del poder hegemónico, estaba en muchas ocasiones alineada a los consejos de la
CEPAL (Comisión Económica para América Latina) y a las recomendaciones, de la
“Alianza para el Progreso”, impulsada por J.F. Kennedy, como parte de su estrategia
para frenar el ejemplo cubano en el continente. Más allá de que el problema de la
tierra se funda desde la misma génesis del estado chileno, y que hubo preocupaciones
como las de Aguirre Cerda (1938-1942) y Carlos Ibáñez del Campo (1952-1958), será
recién con la administración de Frei cuando se lleven a cabo políticas concretas de
distribución de tierras, que tienen como finalidad constituirse en una válvula de escape,
frente a las necesidades y presiones por parte del sector más politizado de las clases
subalternas.
La efectivización del programa agrario bajo la presidencia de Frei, se dio gra-
dual y lentamente. Así fue expuesto por organismos como la CORA (Corporación de
la Reforma Agraria) y por las masas campesinas e indígenas que no esperaron al timo-
rato gobierno y comenzaron a tomar tierras. Ejemplos de ello fueron las tomas de
Culparán en el año 1965, y las ocupaciones en la población de Barrancas en 1967,
luego llamada Herminda de la Victoria6. Estos hechos sirvieron de inspiración a Jara,
para componer la canción “Herminda de la Victoria”, donde relata musicalmente el
asesinato de una niñita de escasa edad llamada Herminda, durante el accionar policial
tendiente a desalojar a las familias ocupantes.

4 Utilizaremos el concepto de “Tercer Mundo”, aunque en la actualidad es una categoría discutida por
algunos intelectuales por la supuesta visión “eurocentrista” que subyace al término.
5 En 1970 el número de beneficiarios de la reforma agraria era sólo de 20.000 en vez de los 100.000,

como había prometido Frei en la campaña presidencial.


6 De 8 tomas de tierras a nivel nacional en 1967 se asciende a 220 tomas en 1970. Al respecto ver Garcés

s/f.

435
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Respecto a las problemáticas de los trabajadores urbanos en Chile, cabe seña-


lar que el flujo de migraciones internas entre el campo y las ciudades o enclaves mine-
ros, evidenciaba la existencia de un panorama laboral y social complejo. Se debe tener
en cuenta, como sostiene Roxborough, que a partir de fines de los 70 en la región se
asiste a una nueva escalada de tensión entre capital y trabajo, y a un nuevo fenómeno:
el sindicalismo clasista que lejos de expresar en su discurso reivindicaciones solo
económicas, luchaba

por los servicios urbanos (transporte, sanidad, agua, electricidad, recogi-


da de basura, alcantarillado, carreteras, escuelas, policía, etcétera), el acce-
so a tierras donde edificar viviendas y diversos asuntos de este tipo
(Roxborough 1997:176)

Como en muchos estados latinoamericanos, la población campesina chilena


era mayoritaria con respecto a la urbana en la primera mitad del siglo XX, tendencia
que comenzó a revertirse desde los años 40 por la creciente proletarización de las
masas rurales, con el consecuente fenómeno de las migraciones hacía las grandes
ciudades. Esta lógica de urbanización y modernización, junto con las políticas indus-
trialistas son denominadores comunes en las décadas que estamos analizando, en toda
Nuestra América.
Teniendo en cuenta el orden interno del país, es pertinente señalar algunos
elementos ilustrativos de la estructura social chilena hacía 1960. Existía una población
de 7,6 millones de personas aproximadamente. El crecimiento demográfico, a la par
del latinoamericano, en el periodo que va de los años 1950 a 1970, se dio con una tasa
de 2.23%. Cifra alta si la comparamos con las de los periodos anteriores y posteriores.
Como recién enunciábamos, relacionado a este aumento demográfico, encontramos
otro elemento que es el aumento de la población urbana que de un 58% en 1950 se
eleva a un 81% hacia 19807. El aumento de la población urbana nos lleva a reflexionar
que:

los problemas asociados con el rápido crecimiento urbano –desempleo,


pobreza urbana, marginación, sobresaturación de los servicios urbanos,
sumados a la agitación política que estas condiciones pueden generar-
son las cuestiones más apremiantes que la región afronta en las décadas
finales del siglo XX (Merrik 1997:191).

Es así que podemos argumentar que el desigual régimen de tenencia de la tie-


rra es la causa sustancial del aumento urbano poblacional, aunque no la única.
A partir de estos movimientos poblacionales podemos ver cómo se consoli-
da, con la fusión de distintos elementos, un periodo de innegable lucha de clases. La
dificultad de la falta de viviendas, de tierras para su construcción, así como el hacina-
miento al ritmo de la concentración urbana, ha sido uno de los problemas principales
del Chile de este periodo (Castells s/f:9-10), como así también es notable la politiza-
ción de las clases subalternas.

7 Las cifras corresponden al análisis de Merrik 1997.

436
La música popular chilena… P. REYNA MANERO

El análisis que antecede nos permite identificar cual era el clima que precedió
a las elecciones que en 1970 llevaron a Allende al poder: aunque, sin dudas la repre-
sión y el asesinato de diez personas que ocupaban tierras en la población meridional
de Puerto Montt por parte del Ejército durante el gobierno de Frei, fue uno de los
picos que demuestran la violencia y el aire que se respiraba durante esos días. Jara
reflejará en una de sus canciones (“Preguntitas sobre Puerto Montt”) este acontecimiento
en particular.
Como decíamos, aumentaron las apropiaciones de terrenos urbanos y granjas,
mientras grupos de izquierda pasaban a la clandestinidad. Provocando, de esta mane-
ra, reacciones desde la derecha, que intentaban legitimar la violencia ejercida desde el
Estado. Cinco meses antes de que asumiera Allende al poder, tuvo lugar una huelga
nacional que contribuyó a instalar definitivamente en la sociedad el problema de las
tierras y su posesión. La UP, ya conformada, se proponía como la única alternativa
que posibilitaría solucionar los problemas estructurales de los chilenos.
Ahora: ¿cuál fue el puente entre lo estrictamente político y la NCC? Al res-
pecto en el mismo Programa de la UP se daba lugar a una nueva cultura que “surgirá
de la lucha (…) contra la colonización cultural; por el acceso de las masas culturales al
arte, la literatura y los medios de comunicación contra su comercialización” (Simôes
s/f:129). Es considerable, aquello que planteábamos en relación a la función social del
arte: se pregona, desde el programa de la UP, una vuelta al acto rituálico, dando un
lugar privilegiado a los artistas en el camino al socialismo.

Conclusión: El canto de “Las manos del humilde, que llegarán sembrando” 8

Si bien en lo descrito fuimos intercalando canciones de Jara, nos resta relevar


los aspectos de la realidad que Jara describe con sus letras o apelando a las de otros
autores9. Enunciaremos tres líneas por donde se desliza la poesía aurática de Jara:
aquellas canciones relacionadas a los campesinos, otras que hablan de los movimientos
obrero y estudiantil, y por último, aunque no por ello menos importante, las canciones
que reflejan su pensamiento latinoamericanista y antiimperialista. Proponemos tomar
algunas de sus canciones más trascendentales para mostrar como Jara, intelectual
orgánico de los sectores subalternos -al decir de Simôes-, hacía cuerpo, con particular
ironía y humor –y orgullo campesino-, el proyecto contra hegemónico de la UP.
El rol del movimiento estudiantil y el movimiento obrero chileno en la lucha
antiimperialista se ven reflejados en varias canciones. Aunque en la canción “Móvil Oil
Special”, Jara muestra claramente su visión sobre los estudiantes, y la necesaria unión que
debían establecer con los obreros organizados, siempre pensando en el antiimperia-
lismo. Estos sujetos sociales, según el poeta chileno, debían hacerse cargo de su papel
de actores activos de los años que corrían. Mientras tanto, esa pelea antiimperialista,
decididamente antinorteamericana, también es reflejada en canciones que defienden a
la Cuba pos revolución.

8Canción “El alma llena de banderas”


9Para acceder a su discografía completa se puede consultar en http://www.fundacionvictorjara.cl/obra-
musical-victor-jara.php

437
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Central es, en este sentido, la figura del “hijo de la rebeldía”, Ernesto “Che”
Guevara, que despertó seguramente admiración en Jara, ya que le dedica varias can-
ciones, como mostramos cuando analizábamos la NCC. Es evidente que, otros proce-
sos latinoamericanos también repercutieron en su obra: Jara le canta a Camilo Torres
(la canción es de Daniel Viglietti) y a la Revolución Mejicana, retomando corridos
mexicanos dedicados a los campesinos y a Pancho Villa.
Aunque creemos que Jara, ubica al campesino en un lugar privilegiado a la
hora de cantar. Orgulloso entonces de su raíz, cree y tiene fe en el campesinado como
actor político central en el proceso de la vía al socialismo de la UP. Temas como “El
arado”, “El cigarrito”, “El niño yuntero”, “Juan sin tierra”10, y “El lazo”, son poesías que
innegablemente reflejan deseos, formas de vivir y sentir, anécdotas e historias, de la
vida campesina. ¿Cómo evitar pensar en las condiciones pésimas en que se encontra-
ban los campesinos cuándo Jara canta: “el sudor me hace surcos, yo hago surcos a la tie-
rra…sin parar” en “El Arado”?11 Hay, entonces, una dignificación y ennoblecimiento
del campesino como actor político. En “¿Qué saco rogar al cielo?”, nos dice:

¿Qué saco rogar al cielo?...si en tierra me han de enterrar. La tierra me da


comida, la tierra me hace sudar (…) ¿qué saco sudando tanto?...Y co-
miendo poco y nada…si mi tierra no es mi tierra, y el cielo, cielo nomás
(…) una espiga hay en el campo, una espiga colorada, si juntos la cose-
chamos, grandes será nuestro pan.

Esa “espiga colorada”, creemos es el campesino politizado, núcleo del canto


de Jara. En este mismo sentido, si escuchamos “El Pimiento” dedicada a Luis E. Reca-
barren, fundador del Partido Obrero Socialista, veremos como Jara toma nuevamente
un fruto de la tierra (ese pimiento que “debe seguir floreciendo, como un incendio”) al
que dota de conciencia de clase campesina.
Sus letras a la sazón, se perfilaban como la materialización musical del proyec-
to “colorado” de la Unidad Popular. Al editar el álbum “El derecho de vivir en paz” en
1971, y luego del triunfo de la UP, invita y canta: “Ven, conmigo ven, vamos por ancho cami-
no (…) al corazón de la tierra…germinaremos con ella (…) Amigo: tu hijo va, hermano tu madre
va, van galopando en el trigo…”12. Se percibe una conjunción entre el ser campesino-
reflexivo (y por lo tanto filósofo, al decir de Gramsci), y el campesino como parte
fundante en la vida política de aquellos años: esa unión creemos, es la síntesis del pen-
samiento aurático del poeta chileno.
Como último dato, y a modo de cierre, existe una temática -si se presta debida
atención a sus canciones- que persiste en su canto a los campesinos: las manos. Esas
manos campesinas, como las del mismo Jara, que se hicieron gigantes con su trabajo
en el campo cuando niño…esas manos creadoras, necesarias y que interpelaban a
quien mirara. E irónica, aunque no casualmente, la dictadura cívica-militar de Pino-

10 De Jorge Saldaña.
11 Caso aparte se merece el álbum “La Población” en el que todas las letras de sus canciones están relacio-
nadas con los nuevos actores que llegan a las ciudades.
12 Canción “Vamos por Ancho camino”.

438
La música popular chilena… P. REYNA MANERO

chet, cuando asesinó a Víctor Jara, le destrozó las manos. Las manos “nacedoras” no
sólo de música, sino sembradoras de futuro.

Agradecimientos

A Verónica y Florencia Fuentes, por sus tiempos. A José Chapu Jaccard, por
su sinceridad; y al Pez, por ser Pez nomás…

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PAROT, Carmen Luz (Dir. Prod.) El derecho de vivir en paz, Chile. 1999, DVD.

439
XLV
SUBJETIVIDAD MULTICULTURAL Y
PERFORMANCE ARTÍSTICA: ÓPERA Y MÚSICA
POPULAR EN EL SUDESTE CORDOBÉS A
PRINCIPIOS DEL SIGLO XXI
Manuela Reyes
Universidad Nacional de Villa María
manuelareyes85@hotmail.com

Introducción

E n el prólogo de su ya clásico Culturas Híbridas, publicado en 1989, Néstor


García Canclini propone una metáfora muy eficaz para “analizar las idas y
venidas de la modernidad, los cruces de las herencias indígenas y coloniales
con el arte contemporáneo y las culturas electrónicas” propios de nuestra Latinoamé-
rica actual.
Sugiere que

tal vez sería mejor no hacer un libro. Tampoco una película, ni una tele-
novela, nada que se entregue en capítulos y vaya de un principio a un fi-
nal. Quizá puede usarse este texto como una ciudad, a la que se ingresa
por el camino de lo culto, el de lo popular o el de lo masivo. Adentro to-
do se mezcla, cada capítulo remite a los otros, y entonces ya no importa
saber por qué acceso se llegó (García Canclini 1989:16).

Más adelante detalla sintéticamente

La historia del arte y la literatura, y el conocimiento científico, habían


identificado repertorios de contenidos que debíamos manejar para ser
cultos en el mundo moderno. Por otro lado, la antropología y el folclor,
así como los populismos políticos, al reivindicar el saber y las prácticas
tradicionales, constituyeron el universo de lo popular. Las industrias cultu-
rales engendraron un tercer sistema de mensajes masivos que fue atendido
por nuevos especialistas, comunicólogos y semiólogos (García Canclini
1989:17).

441
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Apelamos a esta metáfora de la ciudad como relato para describir el presente


trabajo: una mirada sobre un cruce puntual de caminos, la experiencia de un grupo de
artistas músicos que venían transitando la “avenida música popular” y se encontraron
con la diagonal “ópera” en el sudeste cordobés. ¿Qué sucedió en esa esquina de la
cultura latinoamericana contemporánea? Una performance artística que a la vez cons-
truye y expresa los procesos de hibridación cultural en curso, habilitados y favorecidos
en este caso por circunstancias derivadas de una política educativa argentina. Propo-
nemos una lectura que incluye la crónica de los hechos y el relato de los sujetos de la
experiencia1, pero también una explicitación de las perspectivas teóricas de las que
emanan los conceptos que ponemos en juego, y algunas conclusiones que nos invitan
a la acción.

“Capuletos y Montescos”, Teatro Verdi de Villa María, 23 de junio de 2007

I Capuleti ed I Montecchi (Capuletos y Montescos) de Vincenzo Bellini (1801 –


1835)2 es un título de ópera italiana de la primera mitad del siglo XIX, firmemente
anclado en el canon europeo, con presencia ininterrumpida en las temporadas de los
principales teatros y compañías dedicados al género desde su estreno en 1830.
En la función a que nos referimos 3, la ópera se presentó completa en forma
tradicional, es decir en italiano, sin amplificación eléctrica de las voces ni de los ins-
trumentos, con puesta en escena, solistas, coro y pequeña orquesta4, y sobretitulado en
castellano. Fue la primera ópera completa en Villa María desde 1967. La producción
estuvo a cargo de una compañía independiente, de alcance regional, que trabajó en esa
oportunidad sin apoyo estatal significativo. Esta realización dio lugar a todo un pro-
yecto integral que sigue aún desarrollándose con apoyo del estado.
Cantantes de Música Popular5 (en adelante MP), alumnos de una carrera uni-
versitaria orientada a la MP, participaron en esta producción integrando el coro. Se dio
la particular situación de que su primer contacto “en vivo” con el género fue con ellos
mismos como sujetos de la performance, ya que esta producción fue la primer ópera

1 Todos los datos citados en el presente trabajo, correspondiente a testimonios, entrevistas, encuestas,
material periodístico y de programas de mano forma parte del corpus de información que es fuente pri-
maria de mi tesis de Maestría en Humanidades y Artes U.N.V.M. “I Capuleti ed I Montecchi en el sudeste
cordobés entre 2007 y 2009: ópera como performance vocal” actualmente en elaboración.
2 Véase Bellini 1994 y s/f.
3 “Capuletos y Montescos”, Teatro Verdi de Villa María, 23 de junio de 2007, Programa de mano de la

función, Archivo Particular de la autora.


4 El conjunto orquestal utilizado incluyó solamente instrumentos acústicos, con la única excepción del

piano eléctrico, por motivos económicos y logísticos. Este detalle no es relevante al resultado sonoro,
pues el timbre y volumen utilizado no diferían del producido por un piano acústico. Entrevista a la pianis-
ta Lucía Zapata, Archivo Particular de la autora.
5 Tomamos como referencia la siguiente definición instrumental de Música Popular “Entenderemos

como música popular urbana una música mediatizada, masiva y modernizante. Mediatizada en las relacio-
nes música/público, a través de la industria y la tecnología; y música/músico, quien recibe su arte princi-
palmente a través de grabaciones. Es masiva, pues llega a millones de personas en forma simultánea,
globalizando sensibilidades locales y creando alianzas suprasociales y supranacionales. Es moderna, por su
relación simbiótica con la industria cultural, la tecnología y las comunicaciones, desde donde desarrolla su
capacidad de expresar el presente, tiempo histórico fundamental para la audiencia juvenil que la sustenta”
(Gonzalez 2001:38–64).

442
Subjetividad multicultural y performance artística… M. REYES

en 40 años en esa ciudad. No habían asistido a una función de ópera antes de cantar
en una función de ópera,6 circunstancia muy relevante cuando hablamos de un género
musical-teatral cuya principal característica intrínseca actualmente es la de ser “en
vivo”, una práctica artística arcaica en su relación con el cuerpo, el sonido y el espacio-
tiempo real.
Antes de continuar nuestro desarrollo, debemos aclarar que cuando hablamos
de ópera nos referimos a la performance en vivo propiamente dicha, y no a los videos
o grabaciones, ni a las fuentes escritas. A la vez, aunque no lo tenemos particularmen-
te en cuenta en este trabajo, no ignoramos la carga simbólica que caracteriza al género
en cuanto práctica cultural en Latinoamérica.

La ópera como performance artística y su significado social en el espacio lati-


noamericano

Las diversas maneras en que puede considerarse la ópera en cuanto género


musical, o musical teatral, están muy condicionadas por el o los soportes que se elijan
como base para el trabajo. Como participantes de esta época que Walter Benjamin
llamó la era de la reproductibilidad técnica de la obra de arte, podemos partir no sólo
de la partitura o libreto -registro escrito, soporte tradicional y referencia favorita de los
abordajes formalistas- sino también de la grabación o el video de una determinada
versión. A cada una de esas expresiones o facetas de la obra se le puede llamar “la
ópera”. En este trabajo, no obstante, optamos por referirnos la ópera en cuanto per-
formance, es decir como acontecimiento musical teatral colectivo, como acción encar-
nada, como interpretación realizada en un espacio/tiempo determinado por unos
cuerpos vivos. Por lo tanto, enmarcamos nuestra perspectiva en los estudios de per-
formance.
Desde la perspectiva de la interdisciplina -o posdisciplina- de los estudios de
performance, situado en la intersección entre las artes y las humanidades, entre la an-
tropología y el teatro, el término performance puede delinearse con más precisión a
partir de lo que Richard Schechner llama “la restauración de la conducta”. La conducta
restaurada o la conducta dos veces actuada es aquella que se puede repetir, ensayar y sobre
todo recrear. […] La paradoja de la restauración de la conducta reside en el fenómeno
mismo de la repetición: ninguna acción o secuencia de acciones puede realizarse dos
veces de la misma exacta manera; debe reinventarse o recrearse en cada aparición
(Roach 2011:194).

La única vida del performance transcurre en el presente. El performance


no se guarda, registra, documenta ni participa de manera alguna en la cir-
culación de las representaciones: una vez que lo hace, se convierte en
otra cosa, ya no es performance. En la medida en que el performance
pretenda ingresar en la economía de la reproducción, traiciona y debilita
la promesa de su propia ontología […] El performance se da en un tiem-
po que no se repetirá. Puede realizarse de nuevo, pero esta repetición ya

6 Sólo uno de los cantantes asistió a una función de Carmen en el Teatro Colón en 2003. Entrevistas al
elenco, Archivo Particular de la Autora.

443
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

lo vuelve otra cosa. Así, el documento de un performance es sólo un


estímulo para la memoria, un impulso para que el recuerdo se haga pre-
sente (Phelan 2011:97).

También debemos mencionar que la ópera es vivida en general en Latinoamé-


rica como una práctica emblemática del arte culto, o la alta cultura, y está cargada de
significados “distintivos”, en el sentido de Bourdieu. 7 El cultivo de este género, cuyos
comienzos se remontan a la época colonial, está asentado en las metrópolis, y se reali-
za para consumo excluyente de las elites, con muy pocas excepciones, incluso en cen-
tros de producción gestionados y subsidiados por el estado.8
El caso presente constituye, desde este punto de vista, una de las excepciones,
que se inscribe en una corriente argentina de realizaciones llevadas adelante a partir del
comienzo del XXI por grupos independientes, en ámbitos geográficos y sociales atípi-
cos. El género ópera, que se caracteriza hoy por ser pura performance no mediatizada,
por lo arcaico de sus recursos sonoros y su condición de producción no industrializa-
ble, es tomado para estos actores sociales meramente como herramienta colectiva de
expresión.9

Los sujetos

Se entrevistó a integrantes del coro de la ópera que eran alumnos de la Licen-


ciatura en Composición Musical con orientación en Música Popular de la Universidad
Nacional de Villa María, 5 cantantes encuestados sobre un total de 27 coreutas. Para
dimensionar correctamente este número, tengamos en cuenta que los egresados de la
carrera al año 2013 son alrededor de 30 (la carrera se dicta desde 1997)
En 2007 tenían 21, 22, 26 y 29 años de edad. Excepto el de 21 años, todos
habían completado más del 50% de la carrera. Actualmente 2 se recibieron y 3 tienen
los anteproyectos de Trabajo Final de Grado aprobados.
Todos venían de experiencias artísticas dentro de la MP, a las cuales sumaban
lo que les aportó la carrera y la participación en el Coro Nonino de la Universidad.
Todos provienen de lugares donde el género ópera no se cultiva ni siquiera
para consumo de las élites (Santiago del Estero, Rio Cuarto, Leones, Jujuy).

7 Respecto a la lectura de este tema que realiza Pierre Bourdieu en su fundacional obra La Distinción,
actualiza García Canclini “La obra de Bourdieu, poco atraída por las industrias culturales, no nos ayuda a
entender qué pasa cuando hasta los signos y espacios de las élites se masifican y se mezclan con los popu-
lares. Tendremos que partir de Bourdieu, pero ir más allá de él para explicar cómo se reorganiza la dialéc-
tica entre divulgación y distinción cuando los museos reciben a millones de visitantes, y las obras literarias
clásicas o de vanguardia se venden en supermercados, o se convierten en videos” (García Canclini
1989:37).
8 Para un panorama de la historia de la ópera en la Argentina, uno de los casos de mayor difusión del

género en el espacio latinoamericano, ver Ferro 1997, García Brunelli 1999 y Sanguinetti 2001.
9 A modo de ejemplo, puede considerarse como primeros antecedentes en la región la producción de La
Flauta Mágica de 2003 en la ciudad de Córdoba, que marca la aparición pública de la compañía indepen-
diente A Cuerda, y las funciones de Orfeo y Eurídice del Ensamble Lírico Orquestal en ciudades del interior
de la Provincia de Buenos Aires en el período 2003 - 2010. Programas de mano de las funciones – Archi-
vo Particular de la autora.

444
Subjetividad multicultural y performance artística… M. REYES

Ninguno era lo que puede llamarse consumidor del género como público, ni
había asistido nunca a una función de ópera en vivo, con una única excepción (1 de
los cantantes había asistido 1 única vez a una función de ópera, 4 años antes).
Las entrevistas arrojaron información que puede leerse organizándola en tres
aspectos. Por un lado los datos del contexto, que acabamos de exponer sintéticamen-
te, además, las cuestiones artísticas intrínsecas, en particular las diferencias entre las
performances (MP y ópera) y por último las cuestiones sociales, centrándonos en las
ideas acerca del género previas a la performance.

Cuestiones artísticas intrínsecas: Diferencias performativas (MP y Ópera)

Todos señalaron tres diferencias conocidas, que en relación al canto en la MP son


- En la MP se accede al repertorio escuchando grabaciones, el soporte escrito es
secundario. En la ópera, por el contrario, se conoce la obra a partir de decodificar
el soporte escrito y la escucha de grabaciones es algo muy secundario
- en la MP se canta amplificado, en la ópera se canta sin amplificación
- en la MP en general no se actúa en sentido estricto, no se compone deliberada-
mente un personaje, en la ópera sí, y se utiliza además vestuario, escenografía,
iluminación y puesta en escena muy explícita y precisa.
Un dato interesante que aparece en las entrevistas es que este tipo de práctica
musical no era nueva para ellos, pues la habían experienciado muy a fondo en el coro
de la Universidad o espacios dedicados al Canto Coral dentro de la carrera, en los
cuales cantaron varios años. Así, cantar sin micrófono y sonar, cantar en otros idiomas
(además de inglés y portugués) y cantar con puesta en escena fueron prácticas artísti-
cas que estos cantantes ya conocían – en el sentido experiencial – y reencontraron en
la ópera. En las propias palabras de los entrevistados

La función que debí desempeñar en la ópera era algo muy simple y de


poco tiempo, si bien debía conocer la obra, no requirió demasiado es-
fuerzo. Esto se debe a que con el coro Nonino veníamos desarro-
llando desde el año 2003 un repertorio que abarcaba espectáculos
más completos, es decir, que no era solamente cantar con la for-
mación tradicional. Además había participado [como integrante del
coro] de diferentes concursos para los cuales hubo que ensayar ex-
haustivamente y prepararnos en cuanto a una puesta grupal y tra-
bajo escénico.
En cuanto a cantar, no significo mucho problema, ya que contaba con experiencia
coral previa.
Este hecho delata un nexo entre la oportunidad de conocer el género ópera
participando en una performance y el contexto institucional, y por lo tanto político, en
que esta oportunidad se produce. Volveremos sobre el tema en las conclusiones.

Cuestiones Sociales: ideas acerca del género previas a la performance

A partir de los datos vertidos en las entrevistas, sabemos que previo a su par-
ticipación en I Capuleti… estos cantantes habían accedido a alguna información acerca

445
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

del género por dos vías: lo que estudiaron en la materia Historia de la Música en la
Universidad, y las referencias generales presentes en el ambiente sociocultural.
Lo percibían como algo interesante, bello, pero ajeno e inaccesible.

“Era algo que me gustaba mucho, que admiraba en cuanto a cantantes


solistas, pero jamás me hubiera imaginando participando en una”
Tuve la oportunidad de aplicar conocimientos adquiridos previamente,
como preparar el coro y cantar, pero desde un lugar que no me hubiese
imaginado antes, ya que tenía a la opera como un género demasiado
idealizado. El entrevistado se sorprende de verificar que sus propias ca-
pacidades funcionaron satisfactoriamente en un ámbito que suponía aje-
no e inaccesible.
“Un género atrapante, integrador desde lo artístico y lo humano, y al
que es posible acceder con una correcta guía, y respetando ciertos
condicionamientos mínimos” (las negritas son nuestras). El entrevistado
suponía al género inaccesible.

Vemos que tanto la educación formal como los mensajes en los mass media
tienden en este caso a reforzar la actitud ya presente en nuestro medio social de
aproximarse a ciertos objetos –en este caso artísticos- como cosas para ser miradas
(admiradas) desde afuera. Todas las referencias citadas por los entrevistados pueden
encuadrarse en esta corriente de política cultural que García Canclini llama “divulga-
ción de lo selecto como recurso para reproducir la hegemonía”:

Divulgar masivamente lo que algunos entendemos por “cultura” no


siempre es la mejor manera de fomentar la participación democrática y la
sensibilización artística. Porque la divulgación masiva del arte “selecto”,
al mismo tiempo que una acción socializadora, es un procedimiento para
afianzar la distinción de quienes lo conocen, los que son capaces de sepa-
rar forma y función, los que saben usar el museo. Los mecanismos de re-
forzamiento de la distinción suelen ser recursos para reproducir la hege-
monía (García Canclini 1989:146-147).

Por el contrario, el encuentro con el género mediante la participación en la


performance, además del valor artístico reconocido por los propios sujetos, produjo
un valor agregado muy importante, de tipo político: el sujeto artista nacido y criado en
la periferia de la periferia conquista una libertad y seguridad nuevas cuando vive la
experiencia de apropiarse de un género que está conceptuado como propio de las
élites, pues verifica que el orden de cosas que conoce no es el resultado de un “ser”
esencial del mundo sino de una distribución de espacios y oportunidades que podría
ser de otra manera.

Conclusiones

Nos interesa desarrollar dos conclusiones generales. Llamaremos a una artísti-


co – económica y a la otra artístico – política. En lo artístico – económico, hay un

446
Subjetividad multicultural y performance artística… M. REYES

aspecto de la ópera como performance que por sus diversos significados debe anali-
zarse con cuidado, y es el hecho de que este género, aún siendo un espectáculo sufi-
cientemente “espectacular” en sentido debordiano10 para ser percibido como potente
en nuestro medio social actual, es un género teatral-musical acústico, es decir, se canta
y se toca sin amplificar.
La inversión económica que requiere no está aplicada a parafernalia tecnológi-
ca, sino a recursos humanos capacitados con ciertas destrezas específicas. Por supues-
to que la adquisición de estas destrezas, que son un tipo de conocimiento, también
implicó de algún modo costos económicos para el sujeto que las ejerce, pero un costo
económico que está integrado al sujeto como conocimiento: en un sentido no menor a
la hora de realizar, el artista de ópera, sea cantante, instrumentista, actor, director mu-
sical o regisseur, posee los medios de producción.
Este hecho tiene consecuencias que juzgamos importantes en el contexto ac-
tual, en que

La expansión más o menos uniformada y mundial de ‘prótesis tecnológi-


cas’ (computadoras y programas informáticos, teléfonos celulares, CD,
tarjetas de dinero electrónico) no elimina la diversidad de las relaciones
sociales entre las personas, de estas con el conocimiento, con el dinero y
con su cuerpo. Sin duda, contribuye a poner en relación los estilos de
vida y de representación de la vida. Pero persisten las diferencias, las di-
vergencias, las discrepancias (García Canclini 2004:193).

Los costos económicos comparativamente altos11 que la ópera tiene se deben


a que su escala es artesanal: casi todo lo que se gasta se gasta en trabajo de personas,
muy poco en bienes de capital o de consumo.
Entonces, sin olvidar que en Latinoamérica la ópera está cargada simbólica-
mente como emblema cultural de las oligarquías, proponemos, a partir de los datos del
caso, una mirada socialmente creativa sobre el género en el contexto de la cultura de
masas hipertecnologizada: vemos que la ópera tiene actualmente un potencial revolu-
cionario en cuanto a la formación de sujetos artistas que no estén culturalmente confi-
gurados para ser engranajes de la industria cultural metropolitana.

10 En 1967, “Guy Debord llama espectáculo al advenimiento de una nueva modalidad de disponer de lo
verosímil y de lo incorrecto mediante la imposición de una separación fetichizada del mundo de índole
tecnoestética. Prescribiendo lo permitido y conveniente así como desestimando en lo posible la experi-
mentación vital no controlada, la sociedad espectacular regula la circulación social del cuerpo y de las
ideas” (Ferrer 2008).
“El espectáculo se presenta como una enorme positividad indiscutible e inaccesible. Dice solamente lo que
aparece es bueno y lo que es bueno aparece. La actitud que exige por principio es esa aceptación pasiva que de
hecho ha obtenido por su modalidad de aparecer sin réplica, por su monopolio de la apariencia” (Debord
2008:12).
11 Tomando como base datos económicos de algunas compañías independientes de ópera en las ciudades
de Córdoba y Buenos Aires, cabe plantearse como tema de investigación hasta qué punto los costos de
producción que se le atribuyen al género en Latinoamérica, y sirven para justificar incluso en teatros
estatales un precio de entrada a las funciones inaccesible para las mayorías, son exagerados deliberada-
mente como estrategia de marketing.

447
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Debido a su espectacularidad y sus condiciones de producción paradójica-


mente viables en lo económico, el cultivo de la ópera puede contribuir al desarrollo de
artistas que no se asuman a priori como piezas que deben someterse a los dictados de
la industria porque sin medios tecnológicos (que no tienen ni tendrán capital para
poseer) no existen artísticamente. La negociación con “el sistema”, que es industrial,
se da por parte del artista dedicado a la MP en términos de mayor seguridad y libertad,
si el artista es un sujeto que tiene en su horizonte vital una posibilidad de existencia
artística socialmente relevante que está más allá de la industria.
Para desarrollar la segunda conclusión, de tipo artístico - política, volvemos
sobre el nexo artístico entre la performance de “I Capuleti…” y las experiencias ante-
riores de los entrevistados: aún siendo músicos populares, habían tenido contacto con
prácticas propias de la música culta en el coro de la Universidad.
En el ámbito del coro de la Universidad, todos los cantantes habían trabajado
con soporte escrito como fuente única, en otros idiomas además del inglés y el portu-
gués, cantando sin amplificar y participando en algunos espectáculos con puesta en
escena. Entonces, se desprende de los datos recabados que, por más que fueran artis-
tas provenientes de y dedicados a el campo de la MP, su experiencia en el coro univer-
sitario ya los había convertido en habitantes anfibios de la multicultura, por lo menos
en lo que se refiere al par popular/culto, antes de participar en la performance de
ópera.
Por lo tanto, no podemos ni siquiera empezar a considerar el tema de la sub-
jetividad multicultural de los entrevistados sin situar debidamente la existencia de la
UNVM en toda su dimensión social, cuanto más si incorporamos a nuestra lectura un
dato muy significativo: la producción de “I Capuleti…” fue llevada adelante por una
artista de ópera que llegó a la región por ser docente de la UNVM.
Ni la ópera ni el coro hubieran sido posibles sin un espacio que es en defini-
tiva fruto de una acción política de un Estado Nacional: se estableció una Universidad,
con una carrera orientada a la MP. Se ofrece una posibilidad real de ejercer y explorar
la hibridación cultural, hay medios físicos para trabajar (edificios, instrumentos) y hay
una oferta laboral para docentes que hace que algunos profesionales salgan de su ni-
cho social (cultural, geográfico) para insertarse en otros.
Entonces esta experiencia con ópera canónica europea se inscribe en una co-
rriente y un espacio artístico – político que ya es multicultural, donde ya está planteada
la hibridación popular/culto. En ese sentido, la existencia de la UNVM puede leerse
como materialización de las nuevas políticas culturales cuya necesidad planteó García
Canclini en 2004 a la hora de analizar el debate cultural latinoamericano

Tal vez una tarea clave de las nuevas políticas culturales sea, como lo en-
sayan ciertas performances artísticas, reunir de otros modos afectos, sa-
beres y prácticas. Reencontrar o construir signos que representen creí-
blemente identidades de sujetos que a la vez quieren, saben y actúan: su-
jetos que respondan por actos y no personajes que representan marcas
de entidad enigmática. Este es un núcleo dramático del presente debate
cultural, o sea del sentido con que están reelaborándose las opciones de
desarrollo social (García Canclini 2004:212).

448
Subjetividad multicultural y performance artística… M. REYES

Por estar implantado en este contexto institucional, pensamos que este pri-
mer encuentro performático con la ópera a partir de un título tradicional puede llevar-
nos a un proceso de experimentación creativa con el género que, tomado como lo que
es intrínsecamente y sin complejos de inferioridad social, nos ayude a construir nues-
tro ser/estar en el mundo como artistas latinoamericanos.

Bibliografía

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449
XLVI
PERFORMANCE DEL TANGO EN VILLA MARÍA
Y RÍO CUARTO ENTRE 1940 Y 1970.
COMPARACIÓN DEL REPERTORIO Y LAS
CREACIONES
Silvia Irene Aballay - Alfredo José Crespo
Universidad Nacional de Villa María
aballay_crichigno@hotmail.com - alfredojosecrespo@yahoo.com.ar

Introducción

E
la UNVM.
l presente estudio se enmarca en la investigación “Aproximaciones a la Per-
formance musical. Estudio, innovación y producción musical. Aportes a la
ejecución instrumental desde ópticas renovadoras” acreditada y subsidiada por

El marco desde el cual se trabaja la óptica del fenómeno a tratar se inscribe en


lo dicho por Daiana Taylor que expresa:

…performance también constituye un lente metodológico que nos permite


analizar eventos como performances. Las conductas de ciudadanía, géne-
ro, etnicidad e identidad sexual, por ejemplo, son ensayadas y reproduci-
das a diario en la esfera pública, de manera consciente o inconsciente
(Tylor 2007:1).

Desde la Performance se propone un estudio comparativo entre el repertorio


interpretado y las creaciones de Tango en dos ciudades del interior de Argentina1: Villa
María y Río Cuarto. Al ser estas dos ciudades contingentes de características identita-
rias y contextuales similares se toma como indicadores los repertorios y las creaciones.
El estudio se sitúa temporalmente, en la época más floreciente del género, en dichas
ciudades, el período que va entre las décadas del 40` al 70`.

1 Villa María se encuentra a 150 kilómetros de Córdoba, capital de la provincia y a 545 kilómetros de la
capital de la República Argentina. Río Cuarto se encuentra a 235 kilómetros de Córdoba y a 603 de la
capital de la República Argentina.

451
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Inicialmente la investigación sobre el tango en Río Cuarto se realizó durante el


año 2003 y se denominó: “El Florida: una aproximación a dos generaciones de com-
positores de tango y su obra en Río Cuarto” 2. En el mencionado trabajo se realizó la
reconstrucción histórica de un lugar donde se difundía el tango, un recreo bailable
donde dos generaciones de tangueros desarrollaron su accionar. Según se pudo anali-
zar, en el interior de Córdoba hubo un movimiento tanguero importante potenciado
por las características identitarias de ambas ciudades. Río Cuarto desde antes de su
fundación, el antiguo paraje, fue un lugar de paso con características de transicionali-
dad, cuestión que conservó hasta la actualidad, situándose en el cruce de las rutas na-
cionales 8, 36 y 158, siendo un punto de referencia en la ruta del Mercosur (Barrio-
nuevo Imposti 1986) y en la comunicación entre la ciudad capital con las ciudades de
la región de Cuyo (oeste del país).
En el caso de Villa María presenta rasgos identitarios de transicionalidad simi-
lares a Río Cuarto, pues es y fue el paso obligado para la antigua ciudad de Córdoba y
para en noroeste del país. En la actualidad, a la vera de la ruta nacional 9 e intercepta-
da por la ruta 158, continúa presentando esas características. Esta congruencia de
espacios, características, en relación a las expresiones tangueras que motivaron la con-
tinuación de la investigación en esta ciudad durante los años 2005 a 2007. Dicha inves-
tigación se denominó: “Reconstrucción de la Historia del Tango en Villa María. Una
mirada a las creaciones realizadas entre 1940 y 1955”, llevada a cabo por docentes y
alumnos de la Licenciatura en Composición Musical con Orientación en Música Po-
pular de la Universidad Nacional de Villa María desde el año 20053.
La ciudad de Río Cuarto; por su condición de ciudad de paso fue anfitriona
de los más importantes músicos y cantores de tango de la época. Esto posibilitó un
fluido contacto de los músicos locales con el centro tanguero por excelencia que fue
Buenos Aires. Por otro lado, el salón de baile “Florida” tuvo una nutrida actividad
tanguera ininterrumpida durante 32 años y que, a pesar de los cambios de público y
que numerosos locales lo precedieron o se crearon durante su existencia, dos genera-
ciones de músicos se sustentaron con él. Cabe señalar que se ficharon, catalogaron y
archivaron 83 obras compuestas por los compositores de la familia Di Santo (Aballay
2005).
La investigación sobre el tango en Villa María se inició realizando una
aproximación a las creaciones de tango en la época de 1940 a 1955, pero luego del
estudio se tuvo que modificar la fecha inicial al intervalo 1940-1970 debido a que el
auge del tango continúo por más tiempo más allá que la fecha límite planteada para
Buenos Aires como la “Época de Oro” del tango. Villa María como Río Cuarto, por
su condición de ciudad de paso, fue anfitriona de importantes orquestas, lo que posi-
bilitó el contacto fluido de los músicos locales con el centro tanguero por excelencia,
pero a la vez complejizó su relación, debido a la competencia que generó. Se observó
que las orquestas locales no podían compartir escenario con una porteña, porque si

2 Este trabajo fue presentado en el VI Congreso de la IASPM y ha sido publicado en las actas del Congre-
so en su página: www.iaspm-al/actas/.
3 Investigación subsidiada por la Universidad Nacional de Villa María. Año 2005. Resolución de Consejo

Superior 072/2005. Año 2006/2007 Resolución de Consejo Superior 106/2006. Como producto de esta
investigación se publicó el libro: Aballay, et al. 2008.

452
Performance del tango en Villa María y Río Cuarto… S. I. ABALLAY y A. J. CRESPO

actuaba una orquesta típica de Buenos Aires no podía actuar una local y sólo podía
hacerlo una característica. Se debe aclarar que para los bailes se solía contratar dos
orquestas una de cada repertorio (la de tango y la característica), como las orquestas de
Buenos Aires eran famosas y más conocidas que las locales, éstas últimas tuvieron que
hacer el gran esfuerzo en parecerse, en todo lo posible a las de Buenos Aires. Esto
generó una competencia que trajo aparejadas varias exigencias para los directores y los
integrantes. Por un lado, debían tener un alto nivel para poder permanecer y trabajar,
por el otro, era necesario parecerse a las orquestas de Buenos Aires para que las con-
trataran.
En relación con la existencia de composiciones de villamarienses, los libros de
historia local no presentan registros y los entrevistados plantean que no había o que
eran escasas. En principio se recopilaron obras de 18 compositores. Esto permite
inferir que deben existir más, pero no se ha podido encontrar referencia de ellas. En
total fueron recopiladas 48 obras. Esta diferencia permite vislumbrar que algo limita-
ba, entre otras cuestiones, la posibilidad de difusión de las creaciones en Villa María lo
que analizaremos más adelante.

Características identitarias similares

Las dos ciudades estudiadas presentan característica identitaria de transiciona-


lidad lo que facilitó la llegada e influencia de lo que sucedía en Buenos Aires al interior
dado que era el paso obligado de las más variadas compañías artísticas, incluidos los
músicos de tango que arribaban en Villa María o en Río Cuarto trayendo su música y
sus estímulos encontrándose de gira por las grandes ciudades del país. Esto posibilitó
la presencia de figuras y orquestas de Buenos Aires muy importantes por las dos ciu-
dades.
Esta característica identitaria se relaciona con el concepto de identidad histó-
rica y patrimonial que según Michel Bassand (1990) está constituida en relación con
acontecimientos pasados importantes para la colectividad y/o con un patrimonio so-
cio-cultural natural o socio–económico del lugar.
En ambas investigaciones se partió del supuesto de que en una ciudad con
una característica identitaria de transicionalidad y una importante actividad tanguera
debía haber en ella una profusa creación de obras del género. Para el presente trabajo
se pondrá atención a los repertorios y las creaciones, estas últimas, por un lado, por-
que el hecho creativo trasciende la mera interpretación como alternativa laboral transi-
toria, tan común entre los músicos populares aficionados, el hecho creativo implica
otro nivel de compromiso con la actividad, determina, en cierto sentido y como corte
a los fines investigativos, una garantía de pertenencia al género. Por otro lado, porque
las creaciones de tango constituyen un patrimonio intangible que debe preservarse.4

4 Tomando como referencia a García Canclini, al hablar de patrimonio, consideramos a las obras creadas
como parte del conjunto de manifestaciones de la cultura consabida como construcción social, es decir
independiente de “la oficial” dado que ese conjunto de bienes culturales reunidos a lo largo de la historia
de una comunidad, sumado a lo que crea cotidianamente, no pertenece a todos por igual, ni identifican
cultural e históricamente a todos. Pues se debe reconocer, además, la desigualdad de los colectivos socia-
les en su producción, la diferencia de oportunidades al acceso a los mismos y la diferente valoración que

453
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

El tango en Río Cuarto

El trabajo se centró en la reconstrucción de la historia del tango en Río Cuar-


to, poniendo la mirada en las creaciones de una familia de tangueros, los Di Santo, que
tenía un local bailable, siendo este El Florida, con el objetivo de rescatar ese patrimo-
nio intangible que es testimonio de una diversidad cultural no reconocida en el interior
de la Argentina. Como las historias del tango se escriben en su mayoría en torno a
Buenos Aires o en países lejanos pero muy poco se ha escrito sobre el tango en las
ciudades pequeñas del interior, partiendo de la idea de que en ciudades con dichas
características el tango se desarrolló en forma conjunta y con la misma intensidad que
en Buenos Aires, existiendo entonces gran cantidad de intérpretes y creadores del
género.
Para la reconstrucción de la historia se realizaron entrevistas en profundidad a
la viuda y dos de los hijos del fundador del Florida, a músicos que participaron en las
orquestas, al historiador de Río Cuarto Carlos Mayol Laferrere y a público habitué.
Ciertamente, estos métodos dieron datos de profunda significación respecto de la
temática a estudiar (Aballay 2005).
En relación a las creaciones de los Di Santo, Nicolás era para Buenos Aires,
un referente en el interior, él enviaba música para que le pongan letra o le enviaban
letras para que él le compusiera la música. Era una costumbre de la época que los
compositores ya consagrados de Buenos Aires viajaran al interior, a los lugares donde
había buenos músicos y compositores, producían junto a ellos y así lograban más rédi-
tos económicos en Sadaic, porque así las orquestas del interior tocaban sus obras. Lo
mismo pasaba con los letristas de tango, por eso Nicolás Di Santo tiene obras con
poetas como Francisco Lio, Nelio Gualpa, Enrique Dizeo, Santiago Coronel, Alberto
Cubría y Raúl Taborda. Tangos como “No hace falta” o “Quién te llevó de mi lado”
fueron furor en el Florida y cuando los interpretaban la gente los cantaba a coro.
La Primera obra registrada de Nicolás Di Santo data de 1940, es un tango y se
llama “Tiempos lindos”. Como la orquesta del Florida era típica y característica 5, él
compone varios géneros y aparecen además valses, milongas, fox trot, cumbias, sam-
bas, rancheras, pasodobles, marchas, boleros, polcas, tarantelas, zambas y gatos entre
sus creaciones.
De varios tangos está editado el arreglo, como el caso del tango “Quién te
llevó de mi lado” que aparece una edición de la orquesta de Julián Plaza con todas las
partes para tres violines, tres bandoneones, bajo y piano. Del fox trot “Tengo un
amor” también de Nicolás Di santo, está editado el arreglo de Clemente Vega para dos
saxos alto, un saxo tenor, un barítono, dos trompetas, trombón y contrabajo También
hay un arreglo manuscrito del mismo compositor de su tango “No hace falta”. En la

cada colectivo le da a esos bienes. Lo que además deja trasuntar una diversidad cultural que está materiali-
zada en estas creaciones como una parte del patrimonio de las dos ciudades estudiadas que no ha sido
reconocido como tal (Garcia Canclini 1993).
5 Las orquestas Típicas se dedicaban a las expresiones tangueras, contando con 2 o 4 violines, 2 o 4 ban-
doneones, contrabajo y piano. Por otro lado la orquesta característica tenía una estructura no tan definida,
siendo integrada por instrumentos de viento, percusión (batería, castañuelas, pandero) y otros; que inter-
pretaban obras de diferentes proveniencias, entre ellas: Tarantelas (Italiana), Paso doble (Español), Polca
(Polaca), Fox trot (Estados Unidos), y demás.

454
Performance del tango en Villa María y Río Cuarto… S. I. ABALLAY y A. J. CRESPO

planilla de Sadaic figuran 4 obras grabadas y hay información verbal de varias graba-
ciones pero solo se encontraron algunas copias en el Archivo de Radio Río Cuarto.
Carlos Di Santo, hijo de Nicolás, compuso fundamentalmente tangos, la pri-
mera de ellas fue un tango “Compañeros” que data de 1950 escrito a la edad de 15
años, también compuso valses y fox-trot. Cuando estuvo en Buenos Aires compuso
junto a Ernesto Baffa dos tangos “Cachet” y “Hola Popof”.
Como consideraciones en relación a lo estudiado en Río Cuarto, según se pu-
do analizar a lo largo del trabajo, en este interior de la Argentina hubo un movimiento
tanguero importante potenciado por la característica identitaria de la ciudad, ya que
debido a su condición de ciudad de paso albergó a los más importantes músicos y
cantores de tango de la época, lo que posibilitó un fluido contacto de los músicos
locales con el centro tanguero, que fue Buenos Aires.
Se pudo comprobar que el salón de baile el Florida tuvo una nutrida actividad
tanguera ininterrumpida durante 32 años y que, a pesar de que fue cambiando de
público y que numerosos locales lo precedieron o se crearon durante su existencia, dos
generaciones de músicos se sustentaron con él. Su creador fue un referente del interior
para Buenos Aires, como lo manifiesta el hecho de que varios letristas fueran colabo-
radores de él en sus creaciones y también fue referente para los músicos de Río Cuar-
to, ya que fue promotor para resguardar sus composiciones y lograr el rédito por su
difusión.
Por otro lado, Carlos Di Santo fue y es un referente ya que además de ser el
bandoneonista clave, a la hora de necesitar a alguien para que acompañe cantores invi-
tados, en épocas del Florida, los músicos de Buenos Aires cuando recalaban en Río
Cuarto lo iban a escuchar y solían sumarse a su orquesta por el placer de hacer música.
En su primera época el Florida tuvo una gran importancia en la vida social de
una zona de Río Cuarto porque asistía la familia y tenía una nutrida y sostenida concu-
rrencia, constituyéndose en una parte de la historia de la localidad. La cantidad y va-
riedad de obras fichadas demuestran una profusa actividad, las que son parte del con-
junto de manifestaciones de la cultura de ese colectivo, y que atesoran el mérito de ser
testimonio de una porción del pasado histórico de Río Cuarto.

El tango en Villa María

En la investigación sobre el tango en Villa María se trabajó sobre la recons-


trucción de la historia analizando lo escrito sobre el tema, las orquestas típicas del
lugar, pasando por los estilos de las orquestas, las costumbres de la época, la forma-
ción de los músicos, los compositores, para luego realizar los análisis, arreglos, inter-
pretación y grabación con el objetivo de realizar una puesta en valor de las obras.
La metodología empleada en este estudio fue fundamentalmente cualitativa,
con la utilización de múltiples técnicas de recolección y análisis de datos. Durante el
mismo proceso de recopilación de información y análisis de datos, fue posible cons-
truir y reconstruir categorías analíticas y ampliar las posibilidades de acceso a la infor-
mación.
El trabajo de campo se inició con entrevistas exploratorias a informantes cla-
ve, lo que permitió obtener material (partituras, grabaciones, artículos periodísticos) y

455
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

establecer parámetros para luego delinear los ejes temáticos de las entrevistas en pro-
fundidad. La recopilación de obras se realizó a partir de los archivos personales de
músicos y familiares. Los criterios para elegir a los entrevistados fueron los actores
directos, los protagonistas de la historia del tango en Villa María, músicos integrantes y
directores de orquestas y compositores.
En Villa María se estilaban dos tipos de bailes: en el verano, al aire libre en las
pistas de baile, y en invierno, en los salones. Los lugares más frecuentes fueron los
clubes Ameghino, Sarmiento, Unión, Central Argentino, Sport, la Sociedad Española,
la Sociedad Italiana, el Palace Hotel, el Jockey Club, entre otros 6. Había mucha activi-
dad, lo que traía aparejada la creación de gran cantidad de orquestas en la ciudad. Hab-
ía numerosas formaciones y todas tenían trabajo, como relata el cantor Bringas.

Pero acá, mire… acá en la década del ’50 (que fue la década más fuerte)
[...], había diez orquestas, doce, y había siete, ocho bailes acá nomás, en
Villa María. [...] ¡Tocaban todas! Nosotros teníamos seis, siete bailes
mensuales, que no es fácil hacerlos [...] bailes: el Sport Club… en el Pala-
ce Hotel, donde ahí se hacían los bailes de estudiantes, de promocio-
nes… así que… acá copaba todo Villa María, más que todo, porque tenía
más orquestas.7

El desarrollo del tango en la ciudad fue muy importante, y el auge de los bailes
fue tal que mientras en Buenos Aires el tango decaía por diferentes factores, en Villa
María se siguió practicando varios años más. Pero la necesidad de competir con las
orquestas de Buenos Aires trajo aparejado la obligación de parecerse a dichas orques-
tas para que las contrataran. Lo antedicho es confirmado por un compositor de la
época que dice:

Todas las orquestas trataban de tener repertorio de los temas más cono-
cidos y los de uno no se hacían, con decirte que yo tocar un tango
mío!!!… nunca. Vanzetti tampoco, nunca tocó el tango de él en la or-
questa, es decir, nadie, Calderón tampoco. Pero uno, hasta, no sé… pa-
recía que era imponer algo en la orquesta, entonces se elegían los tangos
más populares8.

Este “parecerse” a las orquestas de Buenos Aires incidió directamente en el


repertorio que abordaban. Las obras expuestas eran las de moda, el bailable, el que
más se escuchaba por los medios de comunicación, y por lo tanto en ese repertorio no
cabían las composiciones de los villamarienses. Era impensable que interpretaran un
tango de un compositor local. La posibilidad es catalogada casi como arrogante o
vergonzosa. Este hecho debió incidir directamente en la posibilidad o incluso en la
necesidad de componer tangos.

6 Entrevistas en profundidad – Marzolla, Eduardo (Aballay, et al. 2008).


7Entrevistas en profundidad – Bringas, Antonio (Aballay 2008).
8 Entrevistas en profundidad – Cánova, Héctor (Aballay 2008).

456
Performance del tango en Villa María y Río Cuarto… S. I. ABALLAY y A. J. CRESPO

Este “parecerse” se daba también en otros ámbitos: en la cantidad de inte-


grantes, ya que todas las orquestas eran numerosas -lo que los entrevistados plantean
como normal y necesario-. También debían parecerse en la vestimenta, todos se ves-
tían con uniformes como en Buenos Aires. Por último, debían parecerse musical-
mente, en la investigación se observó que la mayoría de las orquestas imitaba los
estilos de las de moda en la ciudad porteña.
El hecho de no realizar arreglos, de tener la costumbre de imitar estilos y
arreglos de otros, que eran sacados de oído o los recibían de las editoriales desde Bue-
nos Aires, trajo como consecuencia que hasta en la actualidad queden esos resabios y
que algunos arregladores de tango planteen que lo hacen imitando estilos. Esto
normalizó un modo de conducirse que incidió, incluso, en la costumbre de no capa-
citarse en el tema. Por lo tanto, no era habitual estudiar cómo realizar arreglos ni las
herramientas necesarias para elaborarlos. En cambio, se puede decir que sí se generó
un desarrollo audioperceptivo considerable.
Con relación a este tema surge otra variable: el desarrollo de buenos maestros,
debido a la necesidad de lograr un “buen nivel”. Es decir, los directores de orquesta
necesitaban cantidad de músicos en sus orquestas y desarrollaron metodologías ten-
dientes a que rápidamente los alumnos pudieran integrarse a ellas, incluso organizando
procesos pedagógicos relacionados con la práctica previa, antes de incorporarse for-
malmente a la orquesta. Se destaca la existencia de muy buenos maestros de violín y
bandoneón, al punto de que muchos de sus alumnos emigraron o integraron tem-
poralmente orquestas importantes como refuerzo en giras realizadas por el país.
Las fechas de la primera y la última obra editada, 1939-1966, confirman que el
auge del tango se vio desplazado en Villa María en relación con el de Buenos Aires.
Por otra parte, a partir de la búsqueda documental se ha podido afirmar que el interés
de los historiadores del género estuvo centrado en las importantes visitas llegadas de
Buenos Aires y en el hecho de referenciar a los músicos locales sólo como intérpretes.
En relación al análisis, los tangos poseen elementos reconocibles en tangos de
la guardia vieja, como melodías con acordes despegados y armonías simples. Y otros
elementos musicales de la guardia nueva, como melodías con saltos expresivos y en
algunos casos contraste entre los temas A y B, y también el hecho de todos poseer dos
temas. Esta mezcla de elementos de las dos etapas del tango hace presuponer un ele-
mental desarrollo de las herramientas compositivas, más que una adhesión ha deter-
minado estilo.
Es necesario aclarar que las herramientas de composición más elementales,
como son las citadas en el análisis, que son imprescindibles para componer, coinciden
con las necesarias para realizar arreglos. Esta necesidad de “parecerse” a las orquestas
de Buenos Aires provocó un círculo vicioso en el que no era necesario arreglar porque
ya venía todo hecho desde la Capital. Tampoco era necesario componer porque había
que interpretar un repertorio ya consagrado, todo redundaba en la no capacitación de
los músicos en estos aspectos: composición y arreglos. Las consideraciones demues-
tran que el tango en Villa María estuvo atado a la impronta de la moda de Buenos
Aires, conformándose como una ciudad de difusión y no de producción y creación.

457
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Una realidad, dos resultados diferentes

Teniendo en cuenta estas cuestiones pueden observarse características cultura-


les completamente diferentes, sean estas endógenas y exógenas con respecto a su per-
tenencia local, según corresponda el caso.
Río Cuarto con una importante producción compositiva en una familia de
tangueros de la época estudiada, si bien en la ciudad existían otros lugares de encuen-
tro y que a la vez prevalecían las orquestas de Buenos Aires, los músicos estudiados
trabajaban normalmente en estos lugares como acompañantes de las figuras que llega-
ban de Buenos Aires y los invitados luego de su actuación visitaban el Florida y se
sumaban a tocar con los Di Santo. Era lo normal, no estaba aislado del resto de la
actividad cultural de la ciudad. Es decir, en este lugar estudiado, también participaban
músicos de Buenos Aires pero de otro modo.
Lo fundamental a destacar, sobre lo analizado en Río Cuarto, además de las
creaciones recopiladas, el hecho que el público del Florida coreaba las composiciones
de los Di Santo, confirmando así un hábito de escucha de las obras locales. En este
aspecto puede verse la característica endógena con respecto a la creación de Tangos, si
bien esto pudo estar mediado por la llegada de aspectos desde Buenos Aires, este ras-
go endógeno se ve fuertemente acentuado.
En Villa María en cambio, como ya se detalló, para poder trabajar había que
parecerse a las orquestas de Buenos Aires y era impensable que interpretaran una obra
compuesta por los músicos villamarienses. Este depender de una cultura, de no asimi-
lar lo propio como verdadero y/o válido, este mirar hacia la Ciudad Capital es que
puede verse como exógeno en materia de elecciones y predilecciones. También es
preciso resaltar que el repertorio se muestra como indicador de un rasgo identitario,
pero no fue el único, ya que la vestimenta, la conformación de orquestas, y demás
cuestiones también se dirigieron en el mismo sentido. Por otro lado, en el aspecto del
músico profesional, el ideario de un artista formado y capaz de conocer varios estilos
tangueros conllevó a un fuerte desarrollo en materia de interpretación musical.
Por lo que se observa que a pesar de poseer características identitarias aparen-
temente similares en las dos ciudades se pudo analizar que los procesos de elecciones
de gusto, de consumo, de formación de identidad, de referencia y de generación de un
ideario del Tango y su validación de autenticidad, eran muy diferentes; y trajeron co-
mo consecuencia historias muy distintas.
Estos rasgos observados, de una consolidación a partir de una idea exógena
en una ciudad, y endógena en otra, puede ser visto desde la complejidad de la perfor-
mance, según lo trata Taylor (2007). Si bien en condiciones que atraviesan procesos
culturales, políticos, económicos, y geográficos de una sociedad dada, las formaciones
de idearios de autenticidad del Tango se generan en base a la interacción entre los
ámbitos de actores artísticos con los auditorios y viceversa (todos estos miembros de
un mismo escenario); en tanto que las singularidades ocultas a simple vista y sus pro-
cesos culturales generan expresiones y actividades diversas. Lo cual, hace pensar al
fenómeno estudiado con un caso en el que la puesta en práctica y su permanencia en
el tiempo, en relación a sus actores y sus producciones, dan como resultado procesos

458
Performance del tango en Villa María y Río Cuarto… S. I. ABALLAY y A. J. CRESPO

culturales performativos y sus correspondientes tradiciones con características bien


definidas y algunas veces contrastantes.

Bibliografía

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vación de las creaciones, 1º Edición, Villa María, UNVM, 2008.
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sitores de tango y su obra en Río Cuarto”, en Actas del V Congreso de la IASPM-AL,
Buenos Aires, 2005, www.iaspm-al/actas/
BARRIONUEVO IMPOSTI, Víctor, Historia de Río Cuarto, Río Cuarto, Secretaría de
Cultura y Junta de Historia de Río Cuarto, Tomo I, 1986.
BASSAND, Michel, Culture et regions d´Europe, Lausann, Pressesm Polytechnique, 1990.
GARCIA CANCLINI, Nestor, “Los usos Sociales del Patrimonio”, en El Patrimonio
cultural de México, México, Florescano, 1993.
TAYLOR, Daiana, “Hacia una definición de Performance”, S/D, en Performanceología.
Todo sobre Arte de Performance y Perfromancistas, [S/D], 2007.

Entrevistas en profundidad en Villa María


 Alessio, Dante.
 Bringas, Antonio.
 Cánova, Héctor.
 Marzolla, Eduardo.

Entrevistas en Profundidad en Río Cuarto


 Di Santo, Carlos, bandoneonísta, compositor hijo del fundador del Florida.
 Seig de Di Santo, María Enriqueta, esposa del fundador del Florida y madre de
Carlos y Hugo.
 Di Santo, Hugo, contrabajista y compositor, hijo del fundador del Florida.
 Scorsetti, Pocho, caramelero del Florida.
 Laferrere, Mayol, Director del Archivo Histórico de Río Cuarto

459
XLVII
LA GESTIÓN TURÍSTICA SOBRE LOS BIENES
PATRIMONIALES MEDIDAS DE MITIGACIÓN
ANTE SU APLICACIÓN
Yanina Valeria Aguilar
Universidad Nacional de Río Cuarto
feryanin@yahoo.com.ar

Introducción

E n este trabajo pretendemos mostrar los impactos positivos y negativos que


implica la práctica del turismo cultural, en tanto consideramos que las políticas
vinculadas al turismo como parte de la agenda de los Estados, en sus diferen-
tes escalas, solo son consideradas como una industria cultural que debe favorecer la
tematización cultural en pos de convertir a la cultura como un recurso y mercancía.
La gestión turística sobre los bienes patrimoniales debería formar parte de un
adecuado marco legal que se corresponda a su vez con la planificación sustentable
sobre el territorio. Para ello comenzaremos en justificar la importancia de la planifica-
ción estratégica sobre las políticas turísticas tomando como marco de aplicación la
normativa existente en nuestro país, señalando los puntos centrales en torno a las
directrices que tienen un rol vinculante con la conservación y protección del patrimo-
nio integral.

Los marcos legales en Argentina en relación a las políticas turísticas

En la Argentina, las políticas en relación al turismo se gestionan desde la Se-


cretaría de Turismo de la Nación dependiente de la presidencia de la Nación. La ley
Nacional del Turismo (25.997/2004) le otorga a esta Secretaría amplias facultades en
materia de decisión, administración y gestión. Cabe señalar que en su artículo 7 señala
entre los deberes de la misma:

Fijar las políticas nacionales de la actividad turística con el fin de planifi-


car, programar, promover, capacitar, preservar, proteger, generar inver-
sión y fomentar el desarrollo en el marco de un plan federal estratégico
(Ley Nacional de Turismo 25.997 del año 2004. Art. 7).

461
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

A su vez la misma ley crea la figura del Consejo Federal de Turismo y el Insti-
tuto Nacional de Promoción Turística (INPROTUR). Al primero le corresponde
examinar y pronunciarse sobre cuestiones referentes a la organización, coordinación,
planificación, promoción, legislación y estrategias de las actividades turísticas de carác-
ter federal. Cabe mencionar que si bien están representados allí todos los organismos
oficiales de turismo de las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el
mismo tiene carácter consultivo y carece de poder de decisión. Por su parte el IN-
PROTUR tiene la facultad de desarrollar y ejecutar los planes, programas y estrategias
de promoción del turismo receptivo internacional y de los productos directamente
relacionados con él, así como la imagen turística del país en el exterior. Estas funcio-
nes, sin embargo, las concentra lo que se denomina Estrategia Marca País, iniciativa
conjunta entre la Secretaría de Medios de la Nación, el Ministerio de Relaciones Exte-
riores y la Secretaría de Turismo (Correa 2010:120-121).
Teniendo en cuenta lo propugnado por dichos organismos a partir de las fa-
cultades que le otorga la ley mencionada, podemos advertir una tendencia turística que
prioriza una gestión cultural orientada a la promoción internacional, en tanto el objeti-
vo que tiene el INPROTUR de administrar y gerenciar la Estrategia Marca País (EMP)
y la Marca Argentina implica articular, con el sector público y el privado, la utilización
de la Marca Argentina para optimizar la imagen de la República Argentina en el exte-
rior, como así también coordinar el trabajo interjurisdiccional en materia logística,
administrativa y organizativa (Decreto 2102/2008, Poder Ejecutivo Nacional).
Bajo esta perspectiva nos preguntamos acerca de los criterios de activación
patrimonial que realiza el Estado ante el objetivo de posicionar a la Argentina en el
mercado global a partir de las políticas turísticas empleadas a partir de sus recursos
patrimoniales.
En el plano estratégico activar un repertorio patrimonial implica seleccionar
determinados referentes y exponerlos de una determinada manera. Ello equivale a
articular un discurso que dependerá de los referentes escogidos, de los significados de
estos referentes que se destaquen, de la importancia relativa que se les otorgue y del
contexto. Ninguna activación patrimonial es neutra, sean conscientes o no de ello los
correspondientes gestores del patrimonio (Prats 1998, citado por Gómez Schettini,
2008:117).
De esta manera la relación entre turismo y patrimonio muestra un nuevo tipo
de consumo cultural, y por ende de gestión turística, que tiene como objetivo refun-
cionalizar el territorio con el propósito de generar ingresos económicos. Las estrate-
gias que se diseñan e implementan para dinamizar la economía se posiciona a partir de
la receptibilidad y movimiento del turismo internacional, en particular y del turismo
interno en general.
Podemos citar el caso de la ciudad autónoma de Buenos Aires que en el año
2004 el gobiernos de la ciudad y la Secretaria de turismo de la Presidencia de la Na-
ción, celebraron el convenio N° 21 de cooperación para la promoción de los atracti-
vos turísticos de la ciudad, en el cual se establece, entre otras acciones, la coordinación
entre dicho organismo nacional y la Subsecretaria de Turismo de este gobierno, con el
fin de participar conjuntamente en las misiones internacionales programadas por la
Nación. Dicho convenio como marco legal para el desarrollo y la promoción en su

462
La gestión turística sobre los bienes patrimoniales… Y. AGUILAR

artículo tercero enumera los siguientes principios: el fomento, desarrollo y promoción


del turismo receptivo, nacional e internacional; la coordinación e impulso del creci-
miento turístico planificado, en función de la mejora de la calidad de vida de los resi-
dentes y de la conservación y preservación del patrimonio natural, histórico y cultural;
fomento y apoyo de la iniciativa pública, privada y académica en materia de captación,
creación y conservación de empleos generados por la actividad turística; la revaloriza-
ción de los recursos turísticos existentes, la recuperación de los que se hallen despre-
ciados y la búsqueda de otros nuevos que contribuyan al enriquecimiento del patrimo-
nio y a la diversificación de la oferta turística, entre otros (Marco Legal para el desarro-
llo y la promoción. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2004, Art. 3. ).
En este escenario se desdibujan las tramas concretas que implica la mercantili-
zación del patrimonio en tanto se produce un proceso de invisibilización fundamen-
talmente en torno a quiénes participan, de qué manera y con qué beneficios o perjui-
cios. Se señala, por ejemplo, la escasa o nula inclusión de la población local en la defi-
nición de cuál es el valor patrimonial de su lugar o en los beneficios económicos que
genera la turistificación del territorio.

Con frecuencia esa mercantilización del patrimonio a través del turismo


es presentada bajo la idea de beneficios mutuos. Esa decir, no solo se
alude a que los agentes y prácticas de patrimonialización permiten la ge-
neración de nuevos recursos y destinos turísticos, sino también, a que los
agentes y prácticas turísticas contribuyen a difundir y crear conciencia
acerca del valor patrimonial o a generar fondos para preservar los objetos
y lugares patrimonializados (Martínez 2005:49).

Entonces en términos de Prats (1998) –citado en Gómez Schettini (2008)-, es-


tos procesos de patrimonialización involucrarían la presencia y actuación de un con-
junto de autoridades disciplinarias y corporativas que se hacen portavoces de los valo-
res hegemónicos y contribuyen a socializarlos a partir de este tipo de acciones. Como
tal, entonces, la patrimonialización es resultado de un proceso de selección organizado
en torno a los valores, ideas e intereses contemporáneos, que median sobre la defini-
ción de la condición de legado o acervo (Almirón et. al., 2006, citado por Castro
2008:48).
A continuación presentamos a nivel macro los lineamientos del turismo cultu-
ral y su gestión en el territorio a fin de describir los procesos de patrimonialización
que se practican como políticas enmascaradas bajo los principios de la conservación
integrada. Esto nos conduce a considerar dicho criterio en función del ordenamiento
territorial y el desarrollo sostenible.

El turismo cultural y su gestión en el territorio

Teniendo en cuenta la definición de turismo cultural por la Organización


Mundial del Turismo (OMT), la cual lo ha especificado como la inmersión en la histo-
ria natural, el patrimonio humano y cultural, las artes y la filosofía de otras regiones,
podemos advertir una relación entre turismo y cultura que privilegia una concepción

463
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

tradicional de esta última donde el turismo se práctica a partir de la visitas a los muse-
os, las artes dramáticas o las galerías que estatizan una historia decimonónica.
Esto nos conlleva a mencionar la tematización cultural como uno de los
puentes que une al turismo con la cultura como una estrategia de desarrollo que se
instala cada vez más, no sólo en nuestro país en particular sino en el mundo en gene-
ral. La tematización cultural puede estar asociada a los recursos patrimoniales cuando
se ponen en valor y se promocionan los centros históricos, conjuntos de museos o
monumentos. También puede vincularse a polos de producción y creación artística,
vinculados a productos de las industrias culturales o simplemente a sectores urbanos
en los que se puede acceder en forma directa a la creación artística, a través de la expe-
rimentación o el consumo (Correa 2010:56).
Por lo tanto es de suma importancia considerar que el turismo cultural como
una industria asociada a la espectacularización de la cultura, debe atender a las norma-
tivas que implica la ordenación del territorio, ya que el turismo nos muestra que si bien
atiende a las condiciones necesarias para transformar un recurso en un destino turísti-
co, el desarrollo de esta industria tiene mucho de estrategia, y también de inversión
por parte de actores públicos o privados. El turismo parte de la existencia de un lugar
y de la voluntad de desplazamiento por parte de otros. Está lejos de ser un fenómeno
espontáneo, su crecimiento y desarrollo depende de la sistematización de los recursos,
la planificación y la gestión relacionados con los recursos, los mercados potenciales, la
infraestructura y la necesidad de una localidad de tener al turismo como un elemento
para el desarrollo económico (Brusadin 2005:40).
Entonces ¿cómo articular las políticas turísticas que los Estados justifican en
beneficio socioeconómico de acuerdo con las alteraciones naturales y antrópicas de los
territorios donde la gestión turística apunta al atractivo de este último?
Primero debemos considerar que tipo de gestión turística patrimonial se
adopta desde el ámbito de las administraciones estatales.
Si sostenemos que los lineamientos del desarrollo económico, implican un de-
sarrollo equilibrado territorialmente, con la lógica de un modelo basado en la cultura
como mercancía y en las potencialidades de cada una de las comunidades locales y
regionales, haciendo referencia a entornos territoriales innovadores, estamos pensando
en una intervención territorial desde una sostenibilidad, que prioriza estrategias de
desarrollo económico que tradicionalmente se visualizan como procesos secuenciales,
vinculados a la industrialización, tercerización y urbanización, que son asimilados al
avance de la modernización.

La fortaleza de las convicciones ideológicas, reiteradas de forma acrítica a


través de las instituciones de enseñanza de la economía o de los principa-
les medios de comunicación, ayuda a mantener esta percepción incom-
pleta acerca de una versión del desarrollo económico que no incorpora a
los actores reales y sus capacidades potenciales en sus territorios concre-
tos (Alburquerque 2008:39).

Ahora bien, si pensamos en un nuevo criterio de gestión turística desde la cual


las dimensiones territoriales de la sostenibilidad consideren que la cultura forma parte

464
La gestión turística sobre los bienes patrimoniales… Y. AGUILAR

de una planificación integral dentro de la estrategia de desarrollo, se hace necesario


promover un contexto institucional apropiado, así como instrumentos eficientes de
promoción local.
La gestión turística que considere la convivencia entre los bienes culturales
que configuran el patrimonio histórico y los componentes del ambiente que los rodea,
prioriza sobre el territorio un principio de conservación integrada de dichos bienes
con el compromiso de mantener políticas de protección, haciendo de la conservación
de aquellos un aspecto importante no sólo de las políticas culturales, sino de las del
medio ambiente y ordenación del territorio.

Medidas de mitigación ante la gestión turística

La Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico, resultado del Congreso de


Patrimonio Arquitectónico Europeo, celebrado en Ámsterdam en 1975, señala por
primera vez los principios de la conservación integrada aconsejando prever medidas
contra los deterioros por una explotación turística excesiva.
El concepto de conservación integrada alcanzó consolidación por su acepta-
ción efectiva en el ámbito europeo y fue ampliado y actualizado veinte años después,
en 1966, en la Conferencia de Helsinki de los Ministros Responsables del Patrimonio
Cultural. Fue entonces cuando otro nuevo concepto, el de desarrollo sostenible, se
vinculó decididamente al de patrimonio integral y se produjo la identificación del pa-
trimonio como recurso económico y factor de desarrollo, que ha de ser utilizado con
las restricciones que se aplican al uso de los bienes no renovables, siempre mediante
acciones compatibles con el entorno (Watemberg García 2004:192).
Por lo tanto la gestión turística que atienda al criterio de desarrollo sostenible
debe ser parte de las políticas de ordenación del territorio introduciendo en su inter-
vención políticas de urbanismo y medio ambiente para la conservación del patrimonio
cultural.
Es importante destacar que el patrimonio integral debe protegerse y transmi-
tirse a las generaciones futuras; además, debe incorporarse al tratamiento del patrimo-
nio términos como “riesgo”, “análisis de riesgo” o “gestión de riesgo”, adoptando
pautas para afrontar los problemas de impacto ambiental sobre el patrimonio con
criterio científico.
Para tal caso adoptamos los principios normativos del Conejo Europeo a re-
comendar para la legislación en nuestro país en materia de ordenamiento territorial, en
relación a los impactos a tener en cuenta en cuenta al momento de la gestión turística
sobre los bienes patrimoniales:
Eliminar o mitigar las causas del deterioro, citando entre los efectos climáticos
negativos, los contaminantes, la humedad, el crecimiento biológico y las vibraciones.
 Neutralizar los procesos de deterioro influyendo en las condiciones que los
favorecen.
 Reducir la vulnerabilidad de los bienes, suprimiendo o reduciendo los factores
intrínsecos que aceleran o contribuyen al deterioro.
 Como medidas imprescindibles para el desarrollo de la protección contra el
deterioro, la recomendación del Consejo Europeo enumera:

465
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

 La investigación a largo plazo sobre el territorio, sus causas y efectos.


 La evaluación de los métodos de conservación y mantenimiento y el control
de las intervenciones.
 El análisis y gestión de riesgo, así como la aplicación de la conservación con-
tinúa.
 La formación interdisciplinaria, la sensibilización del público y la cooperación
(Watemberg García 2004:194).
A partir de todo ello la necesidad de conservación va acompañada del uso y
disfrute del patrimonio, y esto debe ir conjuntamente con el análisis y el conocimiento
de la entidad de los bienes culturales y de los procesos de deterioro que puedan afec-
tarlos. Esta política deben ser base o referencia fundamental para las estrategias de
gestión turística implementadas por el Estado, así como de las medidas correctoras o
protectoras de la degradación por el efecto ambiental, para apoyar el diseño de políti-
cas de protección.

Conclusiones

Teniendo en cuenta lo planteado, las políticas de gestión turística generadas


desde el Estado suelen manifestarse de forma aislada con respecto a la conservación
integrada en el marco de un ordenamiento territorial, donde los marcos de aplicación
difieren de la letra escrita.
Si tomamos en consideración la Política Nacional de Desarrollo y Ordena-
miento Territorial (PNDT) podemos observar un abismo entre sus objetivos y lo que
realmente se práctica en materia turística en nuestro territorio, en tanto si bien se pre-
tende desarrollar una identidad territorial, cultural y un sentido de pertenencia al terri-
torio nacional sosteniendo los valores y toma de conciencia y compromiso de este
último, apuntando al estímulo del patrimonio cultural para el desarrollo de la identidad
nacional y regional y que además, se hace propósito participar plenamente en la ges-
tión democrática del territorio en todas sus escalas, ante el compromiso social respec-
to a la comunidad bajo una planificación de la gestión territorial, potenciando y capaci-
tando el capital social y humano en cada región, en realidad la política cultural en ma-
teria de turismo se constituye no integrada a dicha estructura de gestión ya que el Plan
Federal Estratégico de Turismo Sustentable 2016 (PFTS) hace visible la jerarquía y
selección de los bienes patrimoniales a partir de los criterios correspondientes a los
corredores turísticos que se plantean como espacios geográficos y culturalmente
homogéneos, vertebrados por rutas troncales de circulación con atractivos de jerarquía
que motivan la demanda turística nacional e internacional, áreas de uso turísticos de
escala variable pero con volúmenes importantes de demanda turística motivada por la
alta concentración de atractivos, buenos servicios turísticos e inversiones públicas y
privadas de tendencia creciente planteando áreas con vocación turística (Plan Federal
Estratégico de Turismo Sustentable 2016, 2012:1-3).
Todo ello nos sugiere considerar que existe una clara separación y falta de ar-
ticulación de las planificaciones estratégicas existentes, las cuales provocan inevitable-
mente impactos negativos en la conservación integrada de los bienes patrimoniales, lo
cual explica las tendencias actuales de las políticas culturales que a partir de sus proce-

466
La gestión turística sobre los bienes patrimoniales… Y. AGUILAR

sos de patrimonialización, hayan transitado el paso de una concepción de un territo-


rio-soporte a la de territorio-recurso. Las tendencias globalizadoras y descentralizado-
ras así como el desplazamiento del Estado de Bienestar, han dado paso a nuevos en-
foques del desarrollo donde se fundamenta el valor de una redefinición del rol territo-
rial: el territorio no se concibe como un mero soporte de actividades, sino que se ca-
racteriza por ser un espacio signado por la tendencia de la apropiación por parte de las
sociedades sobre el uso de los recursos contenidos en el espacio. De dicha apropiación
se desprende una concepción del territorio asimilable al resultado de un proceso de
producción, que incluye no sólo estrategias de organización, sino también de domina-
ción y exclusión.

Agradecimientos

A la Comisión Organizadora del Simposio Internacional Sobre Estudios Lati-


noamericanos. Diálogos Interdisciplinarios sobre sociedad, historia, cultura, frontera y
territorio (antropología, historia, ciencias sociales, geografía, música popular), por pro-
piciar el intercambio de ideas y la construcción del conocimiento dentro de las distin-
tas áreas disciplinares convocadas.

Bibliografía

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Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2008.
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Documentos Consultados

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ción de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su 18 reu-
nión, celebrada en Ámsterdam, Documentos UNESCO, Noviembre de 1975.

467
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Decreto 2102/2008, Poder Ejecutivo Nacional, Turismo de la Ciudad de Buenos Ai-


res, Disponible en: www.bue.gov.ar
Ley Nacional de Turismo Argentino 25.997/2004, Art. 7, Secretaría de Turismo de la
Nación, Disponible en: www.sectur.gov.ar
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www. slideshare.net.plan-federal-de-turismo-sustentable-2016.
Política y Estrategia Nacional de Desarrollo y Ordenamiento Territorial. Argentina
2016, República Argentina, Poder Ejecutivo Nacional. Ministerio de Planificación
Federal, Inversión Pública y Servicios, Sitio Oficial.

468
XLVIII
LA HERENCIA SOCIAL COMO POTENCIAL
CULTURAL HISTÓRICO LOCAL. VILLA NUEVA
(LA DEL PASO DE FERREYRA). PEDANÍA VILLA
NUEVA. CUENCA DEL TERCERO ABAJO.
CÓRDOBA
María Laura Gili - Graciana Pérez Zavala - Silvina Simieli - Adriana Watson - Sergio
Alonso - Paula Fernández - Celeste Audagna - Matías Luna Broggi - Nahuel Diaz
Universidad Nacional de Villa María
mlauragili@yahoo.com.ar

Introducción

N os proponemos con esta investigación registrar con enfoque histórico-


antropológico, los elementos constitutivos del potencial cultural histórico
local de una ciudad histórica del centro-este de la provincia de Córdoba, Villa
Nueva, cuyo relato histórico la sitúa en los inicios del proceso colonizador y como eje
regional en el Camino de Postas del periodo independentista. Lo hacemos a partir del
registro del circuito e itinerario histórico urbanístico, el relevamiento de sitios históri-
cos, de expresiones musicales populares en bandas de música locales, del archivo
histórico, la Casa de la Cultura, relatos orales de historiadores, personalidades y veci-
nos locales sobre la historia local. Entendemos el patrimonio histórico cultural y los
bienes culturales, materiales y simbólicos que lo conforman, en términos de un patri-
monio integral (Martini 2008). Relevado con investigación interdisciplinaria, permite
reconocer los pasados múltiples, visibilizar los aspectos ocultos de la narrativa históri-
ca sobre las herencias sociales (Rocchietti 2008) en sus expresiones de cotidianeidad,
costumbres, formas musicales populares, estilos de vida, etc. El trabajo se ordena en
cinco puntos donde abordamos una caracterización y antecedentes históricos de la
ciudad estudiada, su circuito histórico, aspectos teóricos del patrimonio cultural y su
registro y, finalmente, las conclusiones.

Caracterización y antecedentes históricos

El proyecto propone una investigación de tipo descriptiva, diagnóstica e in-


terdisciplinar para realizar el relevamiento del potencial cultural histórico de la ciudad

469
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

de Villa Nueva, Pedanía Villa Nueva, antiguo Paso de Ferreyra, posta del Camino
Real, en la Cuenca del Tercero Abajo. Ubicada a 32° Lat. S 63° Long. O; a 194 msnm;
con 21.200 habitantes. Se encuentra en la provincia pampeana, en el límite con la pro-
vincia del espinal.
Área de escasa población indígena, se desconoce el potencial arqueológico de
la región de la cuenca del Tercero Abajo; solo se tiene constancia del asentamiento en
Yukat (Granado 1975; Laguens y Bonin 2007) y en tres sectores a la altura del actual
Parque Yrigoyen, Villa Nueva (Granado 1975). El primer reparto de tierras en merce-
des en la región data de 1585. Durante el período independentista la región fue paso
del ejército y camino de postas (Podestá y Coria 1987; Pereyra 2012). Y eje regional
durante los siglos XVIII y XIX. Villa Nueva reconoce su fundación en octubre de
1826, con población ya establecida en torno al Paso de Ferreyra. En ese año, Juan
Bautista Bustos, gobernador de la Provincia de Córdoba, le daba trazado urbano (Pe-
reyra 2012:14). En 1857 fue declarada Municipalidad Departamental del Tercero Aba-
jo (Fonseca 2004). En 1891 una inundación provoco desplazamiento poblacional. En
el siglo XX se instalaron empresas agroindustriales y lecheras en la ciudad. Las casonas
de finales del s. XIX e inicios del XX, fueron puestas en el centro de atención por el
actual itinerario histórico urbano realizado por la Junta Municipal de Historia. La ciu-
dad cuenta con Junta Municipal de Historia, Archivo Histórico, Casa de la Cultura,
Itinerario histórico urbano, historiadores locales, escuelas públicas y de gestión priva-
da, grupos de música popular (cuarteto, tango, folclore). Carece de un registro de si-
tios históricos y arqueológicos; el Archivo Histórico es reducido y falta sistematiza-
ción. La Casa de la Cultura carece de muestras permanentes y de un depósito inventa-
riado.
Villa Nueva es una localidad del centro-este de la provincia de Córdoba, cuyo
relato histórico la sitúa en los inicios del proceso colonizador y como eje regional en el
Camino de Postas del periodo independentista. El relato histórico actual, manifiesto
en el itinerario histórico urbanístico realizado por la Junta de Historia Municipal, resal-
ta dicha situación y la urbanización de finales del siglo XIX e inicios del XX, momento
de crecimiento económico del poblado junto al tendido del ferrocarril y el avance en la
región del modelo agroexportador que cerró la sociedad de frontera, desplazó las so-
ciedades indígenas del territorio nacional y abrió las puertas a la inmigración.
Observamos como principal problema de investigación en esta instancia pre-
liminar que, las representaciones sobre la historia local, tensan por proyectar un ima-
ginario moderno sobre su conformación social, invisibilizando su diversidad social
constitutiva y el pasado criollo de la región, presente en formas de cotidianeidad, ex-
presiones artísticas-musicales, arquitectura tradicional.
El inventario y relevamiento patrimonial de Villa Nueva (viviendas urbanas,
edificios de administración pública, escolares y religiosos neoclásicos, oficios tradicio-
nales, grupos de música popular, relatos orales) tiene por finalidad comprobar la inter-
acción entre vestigios y representaciones.

Circuito histórico. Ciudad de Villa Nueva

El recorrido histórico de la ciudad fue realizado por la Junta Municipal de


Historia Villa Nueva, entre 2010 y 2011. Actualmente vigente.

470
La herencia social como potencial cultural histórico local… M. L. GILI ET AL.

Para la elaboración del itinerario se utilizó un Inventario de Patrimonios Culturales


de Villa Nueva. Relevamiento de sitios de interés patrimonial, arquitectónico, histórico y cultural,
realizado por el arquitecto Carlos Pajón y la museóloga Paola Pérez, en 2007. En el
inventario se registraron ochenta y un sitios de interés patrimonial entre casonas, edi-
ficios escolares, construcciones ferroviarias y arboles añosos. Recomienda al vecino
propietario asumir mayor o menor responsabilidad sobre su inmueble en lo que res-
pecta al cuidado, conservación y restauración del mismo. Y diferencia seis recorridos
urbanos:
1- Camino Real.
2- Plaza Capitán de los Andes; Parroquia Nuestra del Rosario; Escultura del Ge-
neral San Martin realizada por Armando Fabre, escultor local; edificio municipal,
edificio de la Policía. Todos ellos dispuestos en torno a la plaza céntrica.
3- Colegio Inmaculada Concepción; Capilla del Colegio; Casonas Calle Cabanillas.
4- Calle Dean Funes: Casonas de Pablo Sandes, Familia Casas-Moreno; Sergio
Cáceres Rodino, Familia Pereyra (Casa de la Cultura); Escuela República de Bo-
livia.
5- Algarrobo en Capilla San Ignacio (Comunidad Joven par la gran Comunidad)
6- Bosque natural no intervenido en el predio del Villa María Golf Club.
En su mayoría, las construcciones fueron realizadas entre finales del siglo XIX
e inicios del siglo XX. Sobresalen las edificaciones de estilo italianizante, le siguen las
neoclásicas y modernistas. También se registran un par de viviendas catalogadas como de
estilo simple; son viviendas populares, una de ellas totalmente construida en adobe.
El inventario y registro de las construcciones y espacios patrimoniales más
significativos de la ciudad, fue dispuesto por ordenanza municipal:

El municipio regula y coordina planes urbanísticos y edilicios que tiendan


al desarrollo urbano en armonía con la conservación del patrimonio
histórico, arqueológico, cultural, artístico y paisajístico de la ciudad (Or-
denanza Nº 1543/09, Municipalidad de Villa Nueva).

A su vez, en su Art.1) declara:

Patrimonio Histórico y Arquitectónico Municipal a las construcciones


y/o edificios que por su antigüedad, uso, significación sociocultural, y/o
diseño estructural, existan en la Ciudad de Villa Nueva (Art. 1, Orde-
nanza Nº 1543/09, Municipalidad de Villa Nueva).

Como decíamos, el circuito histórico fue realizado por la Junta de Historia


sobre la base del inventario patrimonial anteriormente citado. Cuenta con veintitrés
lugares históricos; se inicia por el Parque Hipólito Irigoyen y finaliza en el Puente
Vélez Sarsfield o Puente Viejo.
El Parque Hipólito Irigoyen es considerado el lugar fundacional del poblado.
El historiador local Armando Fonseca da cuenta que, en octubre del 1600, Juan de
Ávila y Zárate tomó posesión de estas tierras ubicadas a ambas márgenes del río desde
Yucat a La Herradura (Fonseca 2010). Juan de Miranda fundaba, en 1658, la estancia

471
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

San Francisco. En 1770, allí se radicaría la Posta del Paso del Ferreira, punto más ac-
cesible para vadear el rio.

Patrimonio cultural y su registro

El patrimonio cultural y natural es la memoria colectiva que engloba la suma


de manifestaciones de la acción humana y que constituyen la base de diferenciación de
cada sociedad (Gili 2007). Las representaciones que la gente se hace sobre el pasado le
dan forma también a su presente. Con la renovación de la historiografía después de la
Segunda Guerra Mundial, la historia cultural construyó su espacio incorporando la
antropología a la investigación histórica, tomando como tema de investigación los
sectores populares y sus emergentes culturales (Coraza de los Santos 2001).
Proponemos una investigación descriptiva, diagnostica e interdisciplinar a par-
tir de los siguientes pasos: relevamiento, recopilación, registro, descripción, análisis e
identificación de temas relevantes al potencial cultural e histórico de la herencia social
de Villa Nueva. Las preguntas preliminares de investigación, factibles de ser modifica-
das en el transcurso de la misma, son ¿Cómo se percibe la historia local en el relato de
historiadores locales? ¿Qué aspectos son visibilizados e invisibilizados en la narrativa
histórica local, en los relatos orales de los historiadores locales y los vecinos de la ciu-
dad, en su itinerario histórico urbano, sobre la propia historia? ¿Cuál es la mirada ac-
tual sobre los bienes culturales, materiales y simbólicos, de Villa Nueva de los vecinos
de la ciudad, sus historiadores y su itinerario histórico-urbano? ¿Qué tópicos son los
más revalorizados como constitutivos de su herencia social y cultural? Nuestras uni-
dades de recolección de datos son el archivo histórico, entrevistados (historiadores lo-
cales; vecinos de la ciudad vinculados a actividades culturales como expresiones musi-
cales tradicionales de cuarteto, tango, folclore; oficios tradicionales como la soguería;
educación, etc.). Accedemos a los datos a partir de la Casa de la Cultura Maruja Pereyra,
su Archivo Histórico, la Junta Municipal de Historia de Villa Nueva. Se trata de regis-
trar y digitalizar el itinerario histórico urbano, recuperar relatos orales de los poblado-
res de la ciudad, para analizar en ellos, las representaciones presentes y ausentes de la
historia social de la ciudad. Pretende también conocer la valoración que la comunidad
hace de su patrimonio cultural y natural: cómo está considerado, cómo lo protege
(ámbitos administrativo y vecinal), qué se decide conservar. El enfoque metodológico
que aplicaremos se desenvuelve a partir de tareas de investigación que tienen en cuen-
ta el registro de sitios históricos, la utilización de fuentes de orales (entrevistas en pro-
fundidad, historias de vida) realizadas a los vecinos de la ciudad; trabajo con fuentes
escritas primarias y secundarias. En el relato de cada sujeto aparecen las visiones com-
partidas por su grupo de pertenencia, aquellas tradiciones y lecturas de la realidad que
se acumulan y sedimentan en torno a narrativas nuevas y viejas, formas propias de
verse y narrar la propia comunidad.
En cuanto fuentes construídas en la interacción entrevistado/entrevistador,
los testimonios orales permiten incorporar el punto de vista de la gente común sobre
los acontecimientos del pasado. Y recuperar, así, los hechos que forman la trama
oculta de la memoria colectiva.

472
La herencia social como potencial cultural histórico local… M. L. GILI ET AL.

El pasado resumido en los bienes materiales y simbólicos del patrimonio cul-


tural y natural, así también como en el paisaje cultural, es constituyente de las expe-
riencias cotidianas de las sociedades actuales. Las representaciones que la gente se hace
sobre el pasado le dan forma también a su presente. El paisaje cultural histórico como
patrimonio heredado, conserva huellas de los sucesivos modelos productivos, distin-
tos momentos de ocupación del territorio y factores sociales, culturales, económicos,
ambientales, entre otros (Sánchez 2009). Se constituye en depósito de memoria histó-
rica del territorio y su gente. En el paisaje es posible reconocer los grados de trans-
formación natural, agraria, industrial, urbana, turística, productiva, etc.
Las transformaciones urbanas y territoriales de las últimas décadas hicieron
perder los iconos y referencias de las ciudades y con ellos, su valor simbólico. Sin em-
bargo, Ciccolella sostiene que hay formas de resistencia inercial de las identidades urbanas
(Ciccolella 2009), por ejemplo con la recuperación del patrimonio arquitectónico, de la
memoria territorial, contribuyendo a generar escenarios urbanos híbridos. Es decir,
procesos sobreimpuestos, la suma de territorios heredados:

Quizá sea este el carácter esencial y la nueva condición de la ciudad lati-


noamericana contemporánea: su naturaleza hibrida, a partir de la yuxta-
posición de rasgos prehispánicos, coloniales, industrialistas y pos-fordis-
tas-posmodernos (Ciccolella 2009:139).

Los circuitos históricos diseñados en base a la arquitectura tradicional, escolar,


industrial, re-creativa de la ciudad, es decir, sobre los lugares significativos del conjun-
to urbano, generan articulación, encuentro, conectividad, le dan orden a la ciudad y le
aportan espacios de encuentros de sociedades distintas, de diferentes tiempos y mo-
mentos históricos. Generan espacios de transtemporalidad (Carrión 2010) donde conflu-
yen espacios, tiempos y sujetos patrimoniales distintos. Allí la sociedad se visibiliza y
se representa. Allí también se dan las disputas por la herencia cultural, por las formas
que toma el patrimonio histórico-cultural con la transmisión generacional.
Así ocurre con el Camino Real y la calle ancha en Villa Nueva. Para el histo-
riador local, Armando Fonseca, preocupado por reconstruir el itinerario regional y
urbano del Camino Real y su paso por Villa Nueva, Fonseca sostiene:

…podemos decir que tenemos bien identificado el recorrido que debía


realizarse para su paso por ésta, ya que existen documentaciones en el
Archivo Histórico Municipal que así lo acreditan y marcan sin ninguna
duda su itinerario. Viniendo desde Buenos Aires por el camino susodi-
cho, encontramos la posta de La Herradura como anterior a la del Paso
de Ferreyra instalada en Villa Nueva, y así lo declaran todos los historia-
dores desde Alonso Carrió de la Vandera en 1771, hasta nuestros días.
Con respecto a la posta de La Herradura, se ha consultado a un testigo
ocular de esa zona, de 92 años de edad de nombre Santiago Giovana,
quien manifestó que recordaba haber visto restos de esa edificación en el
campo de su padre, junto al río Ctalamochita; e incluso confeccionó un
mapa de su puño y letra con todos los accidentes geográficos que indica-

473
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

ba el sitio exacto de su ubicación, y que obra en poder de quien esto es-


cribe, lo que ya es un testimonio oral muy importante, como lo es el de
don Manuel De La Iglesia de 90 años, que ya citaremos a continuación.
Don Manuel tenía una quinta donde cultivaba verduras para la venta,
precisamente en el hoy barrio Las Quintas, donde hace esquina la calle
ancha, hoy llamada Juárez Celman, con el camino que va rumbo al puen-
te de hierro sobre la antes conocida Cañada de los Castañones; en un re-
portaje grabado que le efectuara, este señor manifiesta que por frente a
su casa, pasaban hace muchos años, las carretas que venían de Buenos
Aires, ya que algunos carreteros pasaban por su quinta para adquirir ver-
duras. Este testimonio oral de este antiguo vecino sirve para ubicar ge-
ográficamente el Camino Real en tierras villanovenses (Fonseca 2010).

Más adelante agrega y cita a Concolorcovo:

…un cholo peruano de nombre Calixto Bustamante Carlos, más conoci-


do por Concolorcorvo, “inca color ala de cuervo”…” (…) Este viajero
tan singular, fue nombrado visitador de Correos y Postas entre Buenos
Aires y el Alto Perú (Lima) y partió a finales del año 1771, finalizando su
recorrido en 1773. En su bitácora de viaje, figura Córdoba, Santiago del
Estero, Tucumán, Salta, Jujuy y el Alto Perú entre otros. (…) …saliendo
de Buenos Aires se pasaba por las postas llamadas Esquina de la Figura –
Puente del Márquez – Cañada de Escobar – Cañada de Rocha – Cañada
de la Cruz – Areco - Chacras de Ayala – Arrecife - Fontezuela – Cañada
de Gómez (Santa Fe) – Arroyo del Medio – Arroyo Pavón – Arroyuelo
del Sauce – Manantiales – Candelaria – Desmochados - Arequito – Es-
quina de la Guardia – Cruz Alta (Córdoba) – Cabeza de Tigre – Esquina
de Lobatón – Saladillo – Barrancas – Zanjón – Fraile Muerto – Tres
Cruces – Esquina de Medrano – Ballesteros – La Herradura - Paso de
Ferreira – Tio Pujio – Chañares - Impira – Río Segundo - Rodríguez y
Córdoba (Fonseca 2010).

Luego cita a Walter L.B. Bose, en su obra “Córdoba, Centro de las Comuni-
caciones Postales en las provincias unidas del Río de la Plata 1819-1824”, y sostiene:

Prosiguiendo el camino se llegaba a la posta de Tío Pujio, a 7 leguas de la


Cañada del Gobernador, y 6 de la Esquina de la Herradura, siendo maes-
tro de posta en ese lugar Don Justo Pereyra, desde el 21 de Mayo de
1777. El 28 de Julio de 1783 le siguió Don José González, contratado
por 8 años, a quien, el 20 de Noviembre de l799 reemplazo su hijo Don
Miguel Jerónimo González. Seis leguas más adelante se llegaba al Paso de
Ferreyra o a la Esquina de la Herradura, lugares donde se cruzaba el Río
Tercero. Fue maestro de postas en el Paso de Ferreyra, Don Juan Ma-
nuel de la Fuente, desde el 15 de Setiembre de 1773 hasta 1789 en que
renunció, continuando Don José Ignacio de las Casas, desde el 25 de

474
La herencia social como potencial cultural histórico local… M. L. GILI ET AL.

Agosto de ese año, en el sitio denominado Esquina de la Herradura. El


24 de Octubre de1811 se nombró a Don Manuel Bustos para establecer-
se en el Paso de Ferreyra, quien antes, había servido en la Esquina de
Medrano (Fonseca 2010).

Sin embargo, para uno de nuestros entrevistados (H.S.), trabajador rural y


tropero jubilado, quien nos brindara un relato oral sobre su vida, se refiere al mismo
como la calle ancha al momento de recordar el bar-almacén que allí funcionaba en los
años de la décadas de 1960 y 1970 y menciona los alrededores de la ciudad, la periferia
en sus espacios de trabajo: la Feria de Scaglia donde trabajara entre 1960 y 1970 como
tropero; la fábrica de leche Nestlé; la fábrica de Pólvora y Explosivos.
Al referirse al espacio céntrico de Vila Nueva, la Plaza Capitán de los Andes y
las escuelas Bartolomé Mitre y República de Bolivia, donde había cursado hasta tercer
grado, el Sr. H.S. expresa: “Yo voy poco a la plaza, alguna vez… pero, hace más o
menos tres años fui… no se podía caminar… que bárbaro!” -por los carnavales- (HS
2012).
Sobre los entretenimientos relata las carreras de caballo de los días domingos
en la zona rural aledaña a Vila Nueva, La Herradura y Sanabria:

HS: Ahí era lindo en Sanabria, por las fiestas… había carreras… como a
mí me gustaba correr a caballo… (…) era livianito. Si… amansaba y
también hacia eso… (…) Y tenía un campo en Cárcano, también. Y es
ese tiempo, mire, ahí, don José Cañas y don Borsatto, me acuerdo, si no
se hacía carrera de, de… caballos… corrían ellos, de a pie!.(…)
MLG: carrera de trote.
HS: esta de furia, con caballo, y de trote.
MLG: y Ud. hacia la carrera de trote o de furia?
HS: que tiene?
MLG: Ud.?
HS: de furia. Corría ese.

Y así manifiesta las otras miradas sobre la ciudad y sus vivencias. Las costum-
bres ancestrales que sobreviven en las periferias de las prácticas y tradiciones urbanas:
los juegos criollos. Los documentos dan cuenta de ellos en el siglo XIX. La corres-
pondencia entre ellos da cuenta de las jineteadas, compra y venta de caballos, apuestas
y demás actividades relacionadas a “…los caballos y las carreras cuadreras eran la gran
afición de Manuel Lopez y su hijo” (Pereyra 2012).
La gestión del patrimonio en relación al territorio urbano es relativamente re-
ciente en Latinoamérica. La tradición por la preservación del patrimonio urbano trans-
formo las áreas céntricas en ciudad histórica y patrimonio monumental, en centros a renovar
(Correa y Hayakawa 2010). Ello género que:

…las áreas centrales fueran vistas más como una suerte de ficción mu-
seística pletórica de edificios de gran valor, antes que como un espacio de
vida y cultura en permanente cambio (Correa y Hayakawa 2010).

475
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Un documento de ICOMOS de 2011, Principios de La Valeta para la salvaguardia


y gestión de las poblaciones y áreas urbanas históricas, señala la importancia de entender y
actuar en términos de áreas urbanas históricas y sus poblaciones, entendiendo que
tanto los elementos de la arquitectura como los paisajes, las tradiciones y prácticas
culturales hacen a la herencia social urbana.
Entendido como una construcción social, el patrimonio cultural es producto
de un proceso colectivo de carácter social, participativo, dinámico y en continua inter-
pretación (Correa y Hayakawa 2010). El patrimonio cultural y natural, compuesto por
los bienes materiales y simbólicos que la sociedad produce, usa, le otorga significado y
desecha en los diferentes momentos de su devenir histórico, es la memoria colectiva
que engloba la suma de manifestaciones de la acción humana y que constituyen la base
de diferenciación de cada sociedad, su identidad, en un marco de integración con el
ambiente social y natural.
Su estudio abarca aspectos socioculturales diversos (Rocchietti y Gili 2002). A
partir de una idea dinámica y social de patrimonio cultural, espacio donde se reflejan
las tensiones sociales, entendemos los bienes culturales como herencia social (Rocchietti
et. al. 2008) en sentido amplio, abarcando los modos de pensar y ver la realidad, los
estilos de vida insertos en políticas de planificación territorial, educativas, turísticas y
científicas para la apropiación y disfrute social-comunitario.
El concepto de museo, como reservorio de bienes culturales, está asociado en
la actualidad con nuevos planteos del ámbito histórico, antropológico y ético. Las
huellas, tangibles e intangibles que en él se encuentran, ponen de manifiesto las formas
tecnológicas y motivos que los originaron (Martini 2008:32). Certifican la memoria
histórica y la memoria documental de la sociedad que los creo y recepto. A su vez, en
el marco del retorno a la democracia en 1983, los Estados han generado perspectivas
legislativas renovadas en relación al patrimonio cultural, incorporando criterios de la
Convención de Patrimonio Natural y Cultural, de U.N.E.S.C.O. 1972 (Endere 1995).
La ciudad evidencia una multiplicidad de transformaciones que se traducen en
problemas metodológicos y técnicos al momento de su registro (Schávelzon 1991):
topografía, momentos constructivos, tipologías de materiales, viviendas urbanas, entre
otros. Es, también, una construcción donde los diversos actores que la habitan se dis-
putan la apropiación del espacio urbano o determinados espacios: espacio físico, social
o simbólico. Los dos últimos poseen imaginarios y representaciones sobre el pasado
que se van construyendo históricamente en la ciudad o sobre ella.
La historia y el registro de la memoria permiten aproximarse a las mismas.
Ellas crean procesos de interpretación que dotan de sentido las propias historias (Ba-
denes 2006). El relato biográfico permite acceder a la mirada de los sujetos anónimos
sobre la historia de su comunidad y revisar la narrativa oficial.

Conclusión

El pasado indígena y criollo de la ciudad y región, emergen en formas de ex-


presión tradicionales, en arquitectura tradicional, en fiestas populares, en costumbres
que testimonian la presencia de las distintas maneras en que la ciudad fue habitada. La
localización, análisis y crítica de producciones bibliográficas locales y de registros ora-

476
La herencia social como potencial cultural histórico local… M. L. GILI ET AL.

les junto a su contrastación con la bibliografía regional y nacional, permite observar la


diversidad con que se fue armando la trama de la historia social local. El carácter inte-
gral, social, participativo y dinámico que se observa en la construcción del patrimonio
cultural queda reflejado en las identidades urbanas, visibles en los circuitos históricos-
urbanos, en su patrimonio arquitectónico, en la memoria territorial, contribuyendo a
generar escenarios urbanos híbridos, procesos sobreimpuestos que suman territorios
heredados.

Agradecimientos

A los vecinos de la ciudad de Villa Nueva, en la provincia de Córdoba, espe-


cialmente a Don Hugo, Don Julio, Doña Teresa por su amabilidad y predisposición en
contarnos sus experiencias. A Don Armando Fonseca y al Profesor Luciano Pereyra,
por sus generosos aportes sobre la historia de Villa Nueva.

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478
XLIX
VILLA NUEVA (PROVINCIA DE CÓRDOBA):
CARACTERÍSTICAS DE SU POBLACIÓN A
PARTIR DEL CENSO DE 1869
Graciana Pérez Zavala - María Laura Gili - Silvina Simieli
Universidad Nacional de Villa María
gracianapz@gmail.com

Introducción

E n este escrito abordaremos el estudio de la herencia social de Villa Nueva,


ciudad situada en la Cuenca del Tercero Abajo, Provincia de Córdoba, Argen-
tina. El poblamiento de Villa Nueva se remonta a tiempos coloniales, siendo
mencionado en la documentación como Paso de Ferreyra (por su localización en el
cruce de caminos ligados a Buenos Aires, Córdoba y las pampas). Su fundación oficial
habría ocurrido en 1826 y hacia 1857 recibió la categoría de Municipalidad Departa-
mental del Tercero Abajo. Décadas después, la creación de la ciudad de Villa María en
la banda norte del río Tercero y la presencia del ferrocarril la ubicaron en un nuevo
reordenamiento territorial, vinculado éste a la consolidación del Estado argentino con
la mirada hacia el Atlántico.
Este escrito se inscribe en una línea de investigación1 que procura analizar las
formas en que se expresa el actual patrimonio histórico- cultural de Villa Nueva a
través del circuito histórico elaborado por los miembros de la Junta de Historia local.
Al respecto, se considera que el estudio pormenorizado del pasado socio-económico
de Villa Nueva durante el siglo XIX ofrece la posibilidad de contrastar y complejizar
los relatos contemporáneos sobre su fisonomía. Por este motivo, en las páginas si-
guientes se buscará caracterizar a la población de Villa Nueva, en lo relativo a edad,
sexo, nacionalidad y oficios desempeñados, a partir de la información proporcionada
por el Primer Censo Nacional efectuado en la República Argentina en 1869.
El trabajo primero refiere al contenido de la Guía Histórica de Villa Nueva.
Luego caracteriza someramente el contexto histórico de Villa Nueva durante el siglo

1Proyecto de Investigación El Potencial Cultural-Histórico de Villa Nueva (la del Paso de Ferreyra). Pedanía Villa
Nueva. Cuenca del Tercero Abajo. Córdoba (IAPCH, Instituto de Investigación, Universidad Nacional de Villa
María, Argentina).

479
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

XIX. Posteriormente precisa algunas consideraciones metodológicas en torno al abor-


daje de los censos. Y, finalmente se analiza el Censo de 1869.

Villa Nueva a través de su Recorrido Histórico

La “Guía para conocer el Recorrido Histórico por Villa Nueva” que ofrece el
Municipio, y cuya elaboración estuvo a cargo de la Junta Municipal de Historia de
Villa Nueva, se constituye en el principal documento para conocer el modo en que los
habitantes de dicha ciudad conciben su patrimonio histórico-cultural.
En la misma se incluye diversos lugares que, según su contenido y uso público
o privado, hemos agrupado en: Parques: Parque Hipólito Irigoyen, Parque ecológico;
Puentes: Puente Juan Bautista Alberdi, Puente “Negro” Isidro Fernández Núñez, Fe-
rrocarril Pacífico; Puente de Hierro en la Cañada de los Castañones y Puente “Viejo”
Vélez Sarsfield; Plazas: Plaza Capitán de los Andes, Plazoleta del Tranway “Olmos”,
Plaza de las Carretas; Escuelas: Escuela Bartolomé Mitre, Escuela República de Bolivia;
Cementerio: Cementerio San José; Iglesias de culto católico: Parroquia Nuestra Señora del
Rosario, Instituto Inmaculada Concepción e Iglesia Quinta San Ignacio; Construcciones
ligadas a producciones económicas y de servicios: Estación de trenes y tanques del ferrocarril,
Defensa Agrícola, La vieja Bodega Menicor, Ex fábrica Nestlé y Planta de tratamiento
de líquidos cloacales (CAPYCLO); Construcciones político-culturales: Municipalidad de
Villa Nueva, Casa de la Cultura, Casa de la Familia Villasuso (antiguo almacén de Ra-
mos Generales).
La elección y valorización de dichos lugares da cuenta de la impronta de las
producciones económicas ligadas al modelo agropecuario y sus derivados (plazas,
casas de Ramos Generales, Defensa Agrícola). A su vez, advierte sobre la huella de la
iglesia católica y de la educación. En el circuito conviven lugares de uso cotidiano que
asientan en múltiples pasados: algunos de larga data como el Parque Hipólito Irigoyen,
donde hacia fines del siglo XVIII y bajo el nombre de Paso de Ferreyra transitaba el
camino real que comunicaba a Buenos Aires con Córdoba y los circuitos alto perua-
nos. Otros lugares remiten a estructuras edilicias gestadas en el marco de las transfor-
maciones de las últimas décadas del siglo XIX, tales como la instalación del ferrocarril
y los puentes que conectan a Villa Nueva con Villa María, fundada en 1867. En cam-
bio, la mención de la Planta de tratamiento de líquidos cloacales o la Ex fábrica Nestlé
remiten al devenir del siglo XX. Algunas edificaciones han sido puestas en valor, co-
mo es el caso de la Casa de la Cultura, en tanto otras, están limitadas en su conserva-
ción y uso.
Ahora bien, ¿en qué medida estos lugares patrimonializados nos permiten ac-
ceder al pasado socio-económico de la población de Villa Nueva durante el XIX?

Villa Nueva: encrucijada de historias

En 1865 Richard Seymour, un inglés que buscó probar suerte en las pampas
argentina radicándose en Fraile Muerto, Provincia de Córdoba, apuntó las siguientes
impresiones sobre Villa Nueva y su geografía:

480
Villa Nueva, provincia de Córdoba… G. PÉREZ ZAVALA ET AL.

Habíamos cruzado el río Tercero en Villa Nueva, pueblito situado a unas


diecisiete leguas de Fraile Muerto, y a treinta y tres de Córdoba. Era en-
tonces una localidad muy pobre, pero desde la llegada del ferrocarril, ha
crecido mucho, y algún día, probablemente adquiera importancia. El ca-
mino de Fraile Muerto a Villa Nueva en algunas partes es muy bonito, ya
que aquí y allá divisase el río Tercero, con sus altas barrancas cubiertas de
sauces llorones y espeso monte natural lleno de enredaderas. El avanzar
a través de esta maraña resulta extremadamente difícil, salvo en el caso
de que se lo haga por el camino (Saymour 2003:53).

Cinco años después, otro viajero de apellido Mulhall añadía:

Villa Nueva, del otro lado del río Tercero, es un importante pueblo de
3345 habitantes, el tercero de la Provincia de Córdoba y centro de consi-
derable comercio. Exporta cueros, lana, ganado y frutas sécas. Este co-
mercio se estima en 60.000 libras esterlinas anuales, importándose otro
tanto en mercaderías europeas. Tiene cuarenta pulperías, además de car-
pinterías, herrerías, panaderías, etc. y una fonda, pero a veces se carece
de médico. Los indios suelen en sus incursiones aproximarse a él tanto,
que se les puede divisar desde el techo de la iglesia, pero desde 1870 en
que se comenzó la nueva línea ferroviaria hasta el Río Cuarto, han dejado
de invadir. Villa Nueva ofrece un pobre aspecto, pues casi todas sus vi-
viendas son de adobe o barro y techos de paja. El río tiene allí poca agua
por lo general, pero cuando cree, amenaza al pueblo2. A media cuadra de
éste existe un puente de hierro sobre el río Tercero (Saymour 2003:68).

Los relatos de estos viajeros condensan una multiplicidad de acontecimientos


enlazados en paisajes socio-geográficos y estructuras materiales que dan sentido a la
herencia social y a la memoria colectiva actual de Villa Nueva. Las referencias de los
viajeros sobre la abundante vegetación y la impronta del río Tercero así como las
menciones sobre sus puentes, actividades económicas y vínculos con otros poblados a
través de caminos y la emergente vía del ferrocarril se vinculan estrechamente con los
lugares seleccionados para la Guía Histórica.
Simultáneamente, estas descripciones del siglo XIX ponen en relieve otros as-
pectos de la vida del poblado que no se valorizan en el presente. Este es el caso de las
viviendas de adobe y techos de paja. Como demostraremos en las páginas siguientes,
por entonces estas construcciones organizaban el paisaje urbano y rural de Villa Nue-
va. Sin embargo, este tipo de construcciones, lejos de pensarse como un elemento
constituyente de la herencia social de la ciudad, está ausente en los circuitos históricos
actuales, quizá por su vinculación discursiva a un pasado de “atraso” o “pobreza”.
Las anotaciones sobre los malones indígenas en Villa Nueva también advier-
ten sobre la distancia entre lo que hoy se recuerda y aquello que era cotidiano en el

2En diciembre de 1891 se produjo una inundación del Río Tercero, que afectó notoriamente al poblado
de Villa Nueva. El puente de Hierro de la Cañada de los Castoñones que había sido construido un año
antes de la inundación fue derrumbado. El actual puente de hierro data de 1906.

481
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

siglo XIX. Cabe destacar que el poblado analizado estaba emplazado en las proximi-
dades de las dos fronteras con indígenas que existían en la Provincia de Córdoba (Pe-
reyra 2012). La del Este y la del Sur (sobre el curso del río Cuarto). Los 100 kms que
separaban a Río Cuarto de Villa Nueva (residencia de la Comandancia del Departa-
mento 3° Abajo) no impedían el ingreso de los malones ranqueles en momentos de
tensión interétnica. Justamente, en los años 1866 y 1867, en coincidencia con la mon-
tonera puntana de los Saa, las invasiones afectaron toda la frontera sur cordobesa y
llegaron a las inmediaciones de Villa Nueva (Tamagnini y Pérez Zavala 2003). Una
parte militar proveniente de dicho poblado informaba en diciembre 1867:

[…] el Sur de este Departamento [Tercero Abajo] se halla completamen-


te despoblado, y la mayor parte de los habitantes, en general, han sido
llevados recientemente por los salvajes. Hoy tengo que poner en su co-
nocimiento una nueva y horrorosa invasion de Indios, que en número de
doscientos y tantos, han saqueado ayer algunas casas, llevándose muchos
cautivos […] infinidad de haciendas de los parages denominados “Caña-
da de Luque, “Pichama” y campos adyacentes, siguiendo hoy sus corre-
rias por “Cernica”, la “Paja”, hasta “Pejeyo”, distante tres leguas de este
pueblo, de donde igualmente se han llevado familias y todas las hacien-
das que han encontrado, habiendo las personas que han podido evadir-
les, disparado despavoridas en direccion á esta poblacion [Villa Nueva], y
esto es tanto mas alarmante en estos momentos; pues las indicadas fami-
lias recien acababan de irse de esta Villa, á consecuencia de la peste que
nos diezma, y á los trabajos de trasquila en sus establecimientos.3

A los traslados de población en búsqueda de seguridad ante los malones se


agregó el impacto de la epidemia de cólera que se propagaba por el territorio argenti-
no. Siguiendo a Seymour, la enfermedad llegó a Villa Nueva a través de los empleados
del ferrocarril, muchos de ellos de origen extranjero. Según el registro del médico
Penna, sólo en diciembre de 1868, murieron en el lugar de estudio ciento noventa y
cinco personas (Saymour 2003). Por último, si se considera la temporalidad de los
relatos de los viajeros citados, es preciso indicar que entre 1865 y 1870 Villa Nueva
también se vio afectada por la Guerra de la Triple Alianza (entre Argentina, Brasil y
Uruguay contra el Paragua). Bajo la misma se trasladaron al escenario bélico ejércitos
de distintos puntos de las provincias mientras las resistencias se expresaban en estalli-
dos de las montoneras. Villa Nueva no fue ajena a este proceso: debió contribuir con
hombres para el ejército mientras se desataban motines de oposición (González 1997).
Las situaciones expresadas se tornan sumamente importantes al momento de analizar
la información provista por el Primer Censo Nacional de la República Argentina de
1869.

3 Servicios Históricos del Ejército. Doc. N° 967. Rte: Sargento Mayor de Guardias Nacionales de la
Provincia y Comando Municipal Apolinario Ipola al Ministro de Gobierno de la Provincia de Córdoba,
Luis Vélez. Villa Nueva, 27/12/1867. Se respeta la ortografía del documento.

482
Villa Nueva, provincia de Córdoba… G. PÉREZ ZAVALA ET AL.

Alcances teórico-metodológicos de los Censos

Antes de proceder al examen de los datos ofrecidos por el Censo de 1869 se


considerará el alcance teórico-metodológico de este tipo de documento a la vez que se
precisarán las características generales de los censos realizados en Argentina.
Anderson advierte, en relación a los censos producto del imperialismo de fi-
nes del siglo XIX en Asia, que un censo en sí mismo presenta una “ficción” porque
“todos están incluidos en él y que cada quien tiene su lugar”, razón por la cual no
emergen las “fracciones”. A su vez, manifiesta que a partir de 1870 se produce una
auténtica innovación por su sistemática cuantificación. Es decir, los censos previos
enumeraban a las poblaciones (masculinas) bajo la formas de listas del fisco y de reclu-
tamiento, en cambio los nuevos censos buscaron contabilizar “los objetos de su febril
imaginación (por ejemplo las mujeres)”. Guiados por un mapa imaginado estos censos
sentaron las bases de las instituciones “burocráticas educativas, jurídicas, de salubri-
dad, de policía y de inmigración”, formadas sobre el principio de “jerarquías etno-
raciales” (Anderson 1993:235).
De manera similar a los países europeos, la construcción del Estado moderno
en Argentina trajo consigo un verdadero proceso de interpretación del territorio que
debía ser administrado por el Estado y en el que iba a desenvolverse la sociedad na-
cional, más allá de las acciones de “reconocimiento” y “recopilación de información”.
Por esta razón, el conjunto de imágenes y textos del siglo XIX en el que se plasma la
primera lectura geográfica del territorio argentino debe encuadrarse en el movimiento
intelectual que promovió el desarrollo de una “ciencia nacional”, en la que la estadísti-
ca y la cartografía fueron centrales (Quintero 2004:267-268).
Atendido a lo expresado y siguiendo a Otero, los censos deben ser concebi-
dos no sólo como “fuente en primer grado” al permitir estudiar la población en un
momento determinado, sino también como “fuente en segundo grado” por ser “pro-
ducción intelectual que testimonia las concepciones intelectuales y políticas de sus
actores o de una época”. Para el autor la analogía frecuente en los análisis demográfi-
cos del “censo como fotografía” remite a “una concepción filosófica de carácter realis-
ta ingenua”, al considerar a la producción estadística como una reproducción de la
realidad. En su visión, el discurso estadístico no implica una percepción “objetiva” del
mundo social porque en su producción intervienen múltiples procesos de selección y
definición de las categorías de análisis que afectan la construcción del propio objeto
(Otero 2004:304).
Para el territorio de estudio los censos se remontan a siglo XVIII. En el mar-
co de la creación del Virreinato del Río de la Plata se efectuó un Censo de Campaña
(1778-1779), que registró a los pobladores del entonces Paso de Ferreyra en el Partido
del Río Tercero. Durante las guerras de independencia y bajo el mandato de la Asam-
blea del 1813 se concretó otro censo a la vez que en 1822, 1840 y 1856 el Gobierno de
la Provincia de Córdoba empadronó a la población de su territorio. En lo que respecta
a los censos de carácter nacional, la Argentina anota diez. Dos en el siglo XIX (1869 y
1895), seis en el siglo XX (1914, 1947, 1960, 1970, 1980, 1991) y dos en el presente
siglo (2001, 2010).

483
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Según Álvarez et. al. (2004:3), estos censos presentan como características ge-
nerales: el empadronamiento individual (relevamiento de cada uno de los habitantes
del hogar por separado), la universalidad (incluye a todas las personas que están pre-
sentes en la zona abarcada), la simultaneidad (todas las personas y todos los hogares
deber ser empadronados al mismo tiempo) y la periodicidad definida (para disponer
de información comparable). Estos principios fueron aplicados en el Censo objeto de
estudio.

Villa Nueva a través del Primer Censo Nacional (1869)

En relación a lo expuesto, a partir del Censo de 1869 es posible visualizar el


lugar asignado a Villa Nueva y a su población en el marco del proceso de ordenamien-
to político-territorial del Estado argentino. De igual modo, su análisis ofrece la posibi-
lidad de apreciar, en distancia con el relato actual sobre el pasado de Villa Nueva, la
permanencia de formas de vida ligadas a las actividades agrícolas, pastoriles y comer-
ciales de inicios de poblado.
Desde el punto de vista de su confección el censo de 1869 definió carillas im-
presas organizadas a partir de los siguientes ítems: “Número de Orden”; “Habitantes
(Apellido y Nombre)”, “Edad por años”, “Sexo”, “Estado Civil”, Nacionalidad -el
remarcado corresponde a la cartilla-, “Si es Arjentino Provincia de su Nacimiento”,
“Profesión, oficio, ocupación ó medio de vida”, “Instrucción (sabe escribir, leer)”,
“Condiciones especiales de algunos empadronados (ilegítimos; mancebas; dementes;
sordo-mudos; ciegos; cretinos, imbéciles, estúpidos, opas; con bocio ó coto; inválidos
en acción de guerra, inválidos por accidente en el trabajo)”; “huérfanos de padre,
huérfanos de madre; van a la escuela”. Cada cartilla posibilitaba registrar a 12 habitan-
tes, a la vez que 130 carillas conformaban un “libro censal”.
Si bien algunas de las categorías precedentes están en los censos previos
(nombre y apellido del censado y sexo, edad civil, profesión) hay otras que difieren en
su contenido. Por ejemplo, en el censo de 1856 la edad es registrada mediante la men-
ción de mayor o menor a 12 años. A su vez, el censo de 1869 reemplaza la palabra
“Patria” (que en los censos cordobeses equivale a la provincia de nacimiento) por
“Nacionalidad” (pensada en el sentido de Estado Nacional) y, de manera paralela,
agrega la solicitud de información de la provincia de nacimiento para los argentinos,
omitiéndose el registro de la localidad específica. La consulta sobre enfermedades está
asunte en los censos anteriores a 1869 a la vez que éste deja de indagar sobre la condi-
ción jurídica del censado (libre o esclavo). Las preguntas sobre alfabetización varían de
un censo a otro.
En el Censo de 1869 las cartillas correspondientes a Villa Nueva se incluyen
dentro del Departamento de Tercero Abajo, Provincia de Córdoba (Tabla 1), siendo
éste definido como “Campaña” y “Población Terrestre”. Los censistas que intervinie-
ron en Villa Nueva organizaron a la población según fuera “urbana”: Manuel Lescano
(21 de octubre: 1 libro); Tomás Castillo (21 al 24 de octubre: 3 libros); Silverio Peña
(21 y 22 de octubre: 2 libros); “rural” Irico Santos (21 y 22 de octubre: 1 libro pobla-
ción rural) y “Guardias Nacionales en Villa Nueva”: Juan Puma (23 al 27 de octubre, 2
libros).

484
Villa Nueva, provincia de Córdoba… G. PÉREZ ZAVALA ET AL.

Tabla N° 1: Libretos registrados en Departamento 3ero Abajo


Departamento 3 Abajo Libros Habitantes
Manuel Lascano [Villa Nueva, 21/10/1869] 1 130
Urbana Ignacio Carranza [Dpto.3° Abajo urbano] 4 839
Tomás Casillo [Villa Nueva, 21-24/1869] 3 603 [591]
Juan Ugalde [“La Octava”] 2 450
2022
Rural Eusebio Gonzalez [Yucat] 4 722
Ramón Torres [Dpto.3° Abajo] 3 503
1225
Suma 17 3.247 3.247
Departamento 3 Abajo Libros Habitantes
Belisario N. Ortiz [Villa María] 4 [3] 696
Urbana Joaquin Puigdengola [3er Abajo] 1 228
Romulo Vertavez [no dice lugar] 1 138
Silverio Peña [Villa Nueva, 21-22/10/1869] 2 250 [262]
1312
Rural Juan Martinez [3ero Abajo] 1 183
Irico Santos [Villa Nueva, 21-22/10/1869] 1 151
Baldomero Neyra [no dice lugar] 3 626
Julio D. Gonzalez [no dice lugar] 3 684
1654
Guerras Juan Pumma [Villa Nueva, 23-27/10/1869] 2 349 349
Nacionales
Total 18 3.215

Tabla 2: Población censada en Villa Nueva 1869 según sexo y edad


Villa Nueva Sexo Edad Total
V M - 12 años + 13 Población
años
población urbana 510 473 381 602 983
población rural 83 68 67 84 151
Guardias nacionales 311 38 16 333 349
Total 895 579 464 1019 1483

Según la estadística de estos libretos, 1483 individuos fueron censados en Vi-


lla Nueva en 1869 (Tabla 2), registrándose 983 como población urbana, 151 como
rural y 349 de Guardias Nacionales. Cabe destacar que según el Censo de Campaña de
1840 la Pedanía de Villa Nueva poseía 813 habitantes (357 varones y 456 mujeres)
(Pereyra 2012:71) mientras que el Censo de 1856 contabilizó un total de 819 habitan-
tes (334 varones y 485 mujeres) sólo para Villa Nueva (Censo de la Provincia de
Córdoba de 1856). Los censos anteriores no diferenciaron entre población urbana de
la rural. Sin embargo, al pensar la distribución ofrecida por el censo de 1869 es necesa-
rio tener en cuenta que los malones indígenas de los años previos posiblemente inci-
dieron en el traslado de la población rural al ejido urbano. Por su parte, la significativa
presencia de los Guardias Nacionales y, como se verá su diversa composición de ori-

485
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

gen, debe ser vinculada con las convocatorias forzadas de hombres de distinta proce-
dencia provincial ante el conflicto con el Paraguay (González 1997:394). Es posible
que estos cuerpos censados en Villa Nueva hayan estado retornando a sus lugares de
origen dado que en 1869 el conflicto bélico estaba llegando a su fin.

Los orígenes de la población

Si se toma como criterio de análisis de la Nacionalidad (Tabla 3) se puede


apreciar que la población rural fue definida en su totalidad como “Argentina” y de
“Córdoba”. En cambio, la pertenencia nacional y provincial se complejiza al conside-
rar a la población urbana y de los Guardias Nacionales. En el primer caso el 96,33 %
corresponde a la nacionalidad Argentina distinguiéndose en orden decreciente cordo-
beses (93,3 %), puntanos (2,1 %); tucumanos (1,3 %), bonaerenses (1,1 %), mendoci-
nos (0,84 %), santiagueños (0,52 %), correntinos (0, 21%), santafesinos (0,21 %), ca-
tamarqueños (0, 10%) y riojanos (0,10 %). En cuanto a la población extranjera se des-
tacan españoles, seguidos por chilenos e italianos para finalmente registrarse indivi-
duos provenientes de Bolivia, Holanda y Portugal.
La composición de los Guardias Nacionales también muestra el predomino
de argentinos (89,34 %) por sobre los extranjeros (10,66 %) representados por para-
guayos, italianos, chilenos, suizos, “orientales”, belgas, franceses, húngaros como así
también por hombres de Austria, Brasil, España, Holanda, Países Bajos, Rusia y “Ved-
tenberg”. A excepción de Jujuy, todas las Provincias que componían la Argentina en
esa fecha están representadas en el censo, inclusive a un individuo nacido en “Para-
guay” se le asigna dicha nacionalidad. La forma en que fueron registrados (de manera
contigua) atestigua la presencia de algunos contingentes homogéneos en cuanto a su
procedencia provincial. Al respecto se destaca el proveniente de Tucumán (23,39 %).
En términos cuantitativos le siguen Guardias de Córdoba (20,19%), Buenos Aires
(14,10 %), Santiago del Estero (9,29 %), Corrientes (7,05 %), Catamarca (6,41 %), La
Rioja (5,76 %), San Juan (4,8 %), Santa Fe (3,2 %), Mendoza (2,24 %), San Luis (1,6
%), Entre Ríos (0, 96 %) y Salta (0,64 %).
Los censos previos, en particular el de 1840, registraron a la población de Vi-
lla Nueva como homogénea compuesta mayoritariamente por “cordobeses” y algunos
“puntanos”. Por el contrario, el Censo de 1869 testimonia el inicio del proceso migra-
torio de Europa y Asia tan estudiado en la historiografía argentina (Devoto 2003) a la
vez que pone en relieve la presencia de población de países limítrofes, más oculta en el
relato historiográfico y de herencia social.

Profesión, Oficio, Ocupación o Medio de vida

Si se considera como punto de análisis los aspectos ligados a las ocupaciones


socio-económicas de la población urbana y rural de Villa Nueva se aprecia un pano-
rama que no varía sustancialmente de los censos de 1840 y 1856, con la predominan-
cia de rubros ligados a oficios tradicionales. Es llamativa la ausencia de censados vin-
culados con el proceso “modernizador”, tan valioso en el relato contemporáneo. Es
decir, no se registraron trabajadores ligados al ferrocarril, a los molinos harineros, o
bien profesionales en medicina, abogacía o letras (Tabla 3).

486
Villa Nueva, provincia de Córdoba… G. PÉREZ ZAVALA ET AL.

Los censos de 1840 y 1856 daban cuenta de la importancia de los trabajos


vinculados al campo y sus consiguientes variaciones en la posesión de la tierra y su
lugar en la estructura laboral (estancieros, peones, jornaleros, labradores, chacareros,
puesteros), al comercio (comerciantes, pulperos, panaderos), a las producciones arte-
sanales y de construcción (albañiles, zapateros, carpinteros, costureras, sastres), a las
actividades domésticas (lavanderas, cocineras) y en porcentaje mínimo: militares, re-
caudador de impuestos, maestro de posta, postillón, lomillero, carrero, sacristán, plate-
ro, herrero y músico -“violinista”- (Pereyra 2012:71; Censo de la Provincia de Córdo-
ba de 1856).
Específicamente el Censo de 1869 permite caracterizar a la población Urbana
y Rural a partir de profesiones ligadas a la propiedad raíz (estancieros, hacendados); al
trabajo en la ganadería y la agricultura (mayordomos de Establecimientos de Campo,
peones/as; labradores, jornaleros, domadores), al comercio y los servicios (comercian-
tes; abastecedores, fonderos, panaderos, peones de panaderos, peluqueros); a la cons-
trucción (carpinteros, maestro de albañil, albañiles, peones de albañil; horneros, tapia-
dor); al trabajo artesanal (costureras, sastres, zapateros, talabarteros, colchoneras, ciga-
rreras, herrero, platero), al trasporte (carreros); al trabajo doméstico (sirvientes / sir-
vientas, cocineras, lavanderas, planchadoras, domésticas, dependientes), a las profe-
siones liberales (maestro/as de escuela, farmacéutico), a la religión (sacerdote y curan-
dero), a la música (violinista), a la carrera militar y a la caridad (mendigo).
En lo que respecta a los Guardias Nacionales sin duda se destaca el oficio
“militar” y sus respectivos grados (Teniente Coronel, Teniente Primero, Teniente
Segundo, Capitán, Sargento Mayor). A su vez, se apuntaron actividades similares a las
desempeñadas por los habitantes no propietarios de Villa Nueva (labradores, agricul-
tor, jornaleros, capataz de campo, peones, peones de estancias/campos, lavanderas,
planchadoras, costureras, sastres, sirvientas, albañiles, carpinteros, zapateros, herrero,
platero, hornero, talabartero, comerciante, panadero). Y, teniendo presente la hetero-
geneidad de sus orígenes (de nacionalidad y de provincias), emergen otras profesiones
tales como las de arrieros, mineros, cortadores de ladrillos, licorista, calero y catador,
cervecera, confitero, cañetero, cochero, curtidor, tensado de cueros; farmacéutico;
impresor; relojero, maquinista; marinero; mozo de hotel; mozo de tienda y pescador.

Las viviendas

El análisis de la vida socio-económica de la población de Villa Nueva adquiere


mayor profundidad al pensar su territorialidad y en particular las características de sus
viviendas. Tal como lo recuerda Moreyra (2009:52) la

casa representa el indicador más confiable de la identidad esencial del


hombre porque ella es reflejo de la sociedad con todas sus desigualdades,
en tanto que tiene una forma, un uso, un consumo que responde a razo-
nes de orden económico.

487
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Tabla 3: Villa Nueva en 1869 según Nacionalidad, Provincia y Profesión


Villa Nueva Nacionalidad PROVIN- PROFESION, OFICIO, ocu-
CIA de na- pación ó medio de vida
cimiento (si
es Argenti-
no)
Población Argentina Buenos Aires Abastecedor (7); Albañil (16);
urbana (947) (11) Albañil maestro (1); Carpintero
Bolivia (1) Catamarca (1) (18); Carrero (8); Cigarrera (2);
Brasil (1) Córdoba Cocinera (13); Colchonera (1);
Chile (7) (884) Comerciante (44); Costurera
España (13) Corrientes (2) (101); “Cura” – Sacerdote (1)
Holanda (1) Mendoza (8) Curandero (1); Dependiente (2);
Italia (5) Rioja (1) Estanciero (13); Farmacéutico
Portugal (1) San Luis (20) (1); Fondero (1); Herrero (1);
Sin definir (7) Santa Fe (2) Hornero (2); Jornalero (33); La-
Santiago del brador (29); Lavandera (33);
Estero (5) Maestra/o de escuela (3); Ma-
Tucumán yordomo de E. de campo (2);
(13) Mendigo (1); Militar (5); Panade-
ro (4) Peluquero (2); Peón/a
(92); Peón Albañil (3); Peón
panadero (4); Planchadora (13);
Platero (1); Sastre (14); Sirvien-
ta/e (50); Talabartero (4); Tapia-
dor (1); Violinista (1); Zapatero
(13)
Población Argentina Córdoba Costurera (4); Domador (1);
rural (151) (151) Doméstica (6); Jornalero (18);
Hacendado (14); Labrador (12);
Peón (3); Sirvienta (1)
Guardias Argentina Buenos Aires Agricultor (1); Albañil (1); Arrie-
nacionales (312) (44) ro (7); Calero y catador (1); “Ca-
Austria (1) Catamarca ñetero” (1); Capataz de campo
Bélgica (2) (20) (1); Capitán (2); Carpintero (4);
Brasil (1) Córdoba (63) Cervecera (1); Cochero (1); Co-
Chile (3) Corrientes merciante (1); Confitero (1);
España (1) (22) Cortador de ladrillos (3); Costu-
Francia (2) Entre Ríos rera (7); Curtidor (1); Farmacéu-
Holanda (1) (3) tico (1); Herrero (1); Hornero
Hungría (2) “En Para- (1); Impresor (1)Jornalero (20);
Italia (6) guay” (1) Labrador (112); Lavandera (21);
Oriental (5) Mendoza (7) Licorista (1); Maquinista (1);
País Bajo (1) Rioja (18) Marinero (1); Militar (83); Mine-
Paraguay (6) Salta (2) ro (4); Mozo de Hotel (1); Mozo

488
Villa Nueva, provincia de Córdoba… G. PÉREZ ZAVALA ET AL.

Rusia (1) San Juan (15) de Tienda (1); Panadero (1);


Suiza (3) San Luis (5) Peón (14); Peón de estan-
Vedtenberg(1) Santa Fe (10) cia/campo (3); Pescador (1);
Sin definir (1) Santiago del Plancadora (9); Platero (1); Relo-
Estero (29) jero (1); Sargento Mayor (2);
Tucumán Sastre (1); Sirvienta/e (2); Tala-
(73) bartero (1); Tenientes Coronel
(2); Teniente Primero (3); Te-
niente Segundo (1); “Tenzador”
de cueros (1); Valero (1); Zapate-
ro (11)

En sus orígenes Villa Nueva fue un caserío, predominantemente rural, en el


que las viviendas algo dispersas entre sí, se construían con los materiales ofrecidos por
la geografía de la región: tierra, agua y cañas. Hacia 1840 la planificación urbana daba
cuenta de una posta, un batallón, un hospital, una iglesia, un cementerio y viviendas
con paredes de adobes y techos de paja cocida y, esporádicamente, con cielos rasos de
cañas y terminaciones de tejas.
Veinte años después, las viviendas no habían modificado radicalmente su fi-
sonomía. El Censo de 1869 distingue las viviendas (únicas construcciones registradas)
según el material empleado en sus techos, dando por sobreentendido su construcción
en adobe. Así, de las 166 casas incluidas en la población urbana (correspondientes a
192 familias de 5 individuos cada una en promedio), 150 son definidas con “techo de
paja” y de “un cuerpo”, 15 de “azotea” (12 de un cuerpo, 1 de dos cuerpos y 2 de tres
cuerpos) y 1 de “madera” de un sólo cuerpo. En lo relativo a la población rural las 28
casas registradas poseían techo de paja y un cuerpo, viviendo en ellas igual número de
familias, con un porcentaje de 5,3 individuos en cada una. Finalmente, el censista acla-
ra que los Guardias Nacionales residían en la “Barranca de la propiedad del Señor D.
Silvano Funes, que sirve de cuartel a las fuerzas nacionales”.
Sin duda las viviendas de estilo “rancho” organizaron el paisaje urbano y rural
de Villa Nueva durante el siglo XIX y quizá hasta avanzado el siglo siguiente. Testi-
monio de su existencia es la vivienda de Don Sampay. Su morador también revive el
pasado de soguero.

Pasados que perviven

El estudio del Primer Censo Nacional del año 1869 aporta un conjunto ele-
mentos para el análisis de la herencia social y las formas de apropiación, re significa-
ción y silenciamientos en la memoria colectiva de Villa Nueva. Las actividades agríco-
la-pastoriles, artesanales y comerciales de tipo tradicional registradas en dicho docu-
mento nos impulsan a reflexionar sobre su destacado rol durante el siglo XIX. Al
pensar esta dimensión histórica se advierte -y se procurará profundizar en esta investi-
gación- la larga duración en las formas de trasmisión de los oficios como también en
los constructivos edilicios, pero también los procesos de desdibujamiento de las mis-
mas durante el siglo XX.

489
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Bajo esta línea de análisis lo llamativo es la ruptura entre las prácticas ancladas
en buena parte de la población y las representaciones gestadas en las propuestas de
Municipio tendientes a dar a conocer la historia de Villa Nueva. En este sentido, sería
importante complejizar el recorrido histórico a partir de la incorporación de las casas
de adobe. Si bien las dificultades en su conservación inciden en su ausencia (por las
demoliciones naturales y artificiales) u ocultamiento (revestimientos) en el paisaje ac-
tual de Villa Nueva, es posible llevar adelante acciones que tiendan a su identificación,
registro y re valorización. De igual modo, el patrimonio intangible debería constituirse
en la base del relato histórico. Es decir, no es necesario contar con lugares físicos para
dar cuenta del pasado de Villa Nueva en su vinculación con la frontera con los indíge-
nas y con los movimientos de tropas en momentos de consolidación del Estado ar-
gentino. Tampoco lo es para profundizar en las identidades de su población, en las
que el componente “cordobés” se enlaza y redefine a partir de herencias provenientes
de otras provincias y países. De igual modo, la variedad de “profesiones, oficios, ocu-
paciones o medios de vida” mencionadas en el Censo de 1869 debería ser potenciada
en tanto ella remite a la riqueza de prácticas laborales, técnicas, uso de materiales y
saberes que organizaron la vida del poblado y que, de manera solapada, perviven en
algunos moradores.

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491
L
UN ANÁLISIS DE LA CULTURA POLÍTICA
OBRERA: EL CASO DE LA CIUDAD DE RÍO
CUARTO (1930-1943)
Martha Grodsinsky - Gabriel Germanetto †
Universidad Nacional de Río Cuarto
mgrodsinsky@hum.unrc.edu.ar

Introducción

E l trabajo propone interpretar el conjunto de ideas, valores, principios y prácti-


cas que reflejan las condiciones en las cuales se desarrolló la vida y las tareas
de los trabajadores riocuartenses entre 1930 y 1943, teniendo en cuenta las
características propias de una ciudad del sur de la provincia de Córdoba.
Si miramos este proceso desde una perspectiva social, la cultura obrera se
considera una representación de las experiencias y aspiraciones de la clase obrera y,
por tanto, se trataría de enmarcar la visión a través de una cultura de clase, en la cual
se evidencian intereses y expectativas y, por sobre todo, tendríamos que asumir que
dicha cultura protagoniza un rol específico en el proceso “de toma de conciencia” en
la cual los obreros van internalizando sus intereses como clase. Es decir, se puede
reconocer dentro de este proceso la posibilidad de que los obreros son capaces de
adoptar y adaptar elementos de otras culturas pudiéndolos reutilizar para ajustarlos a la
defensa de sus intereses.
Si al mismo proceso lo miramos desde una perspectiva sociocultural, pode-
mos introducir la noción de “cultura política obrera”, basándonos en la tesis de Jesús
de Felipe, en la cual “las luchas obreras no fueron únicamente el resultado de los con-
flictos de clase, sino que en ella tuvieron importancia determinadas nociones e identi-
dades previas, arraigadas en la cultura popular” (De Felipe s/f:9). Por tanto, desde esta
perspectiva, el marco cultural proporciona la clave para entender las diferencias entre
las características que asumen el comportamiento de la clase obrera de una ciudad
capital, como serían Buenos Aires o Rosario, en relación con una ciudad más pequeña,
como el caso que nos atañe. Estas diferencias existen no tanto porque la conciencia de
clase de los obreros se depure a través del tiempo, sino porque éstos interpretaban sus
situaciones socio-laborales con recursos y herramientas que les proporcionaba su pro-
pio contexto cultural. Dicho de otra forma, la cuestión de la conciencia de clase pasa a

493
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

un segundo plano y lo que toma preeminencia es estudiar el proceso por el cual las
experiencias de los obreros se plasmarían en formas culturalmente específicas.
Dividimos el trabajo en tres partes, la primera la iniciamos con los debates
acerca del término cultura para hacer hincapié también en un abordaje sociocultural
que resulta vital para comprender la cultura política. En la segunda parte, nos aboca-
remos a desarrollar el término de cultura política, y tercero, lo aplicamos al contexto
riocuartense entre 1930 y 1943.

Ciencias sociales y cultura: nuevos debates

Al hablar de cultura, es casi imposible no mencionar tres temas que se entre-


lazan y que son claves: subjetividad, interpretación del significado y construcción so-
cial del conocimiento; en realidad, de eso trata la cultura. Las ciencias sociales tienen
como objeto de estudio a lo más complejo que se puede encontrar: el ser humano. Es
por eso que el tema resulta por momentos complicado y abstracto.
En este sentido, el concepto de cultura es, como mínimo, paradojal. Las cien-
cias sociales lo han aceptado como una contribución cabal de la antropología, casi en
el mismo momento en que un debate de esta última disciplina pone a la idea de cultura
ante las opciones del descarte o la depuración radical de sus usos y supuestos. Si para
una parte de las ciencias sociales la cultura en sentido antropológico es un concepto
significativo, para la antropología es importante discutir qué se afirma con ese concep-
to, ya que es un foco de profundos disensos en torno al concepto de cultura y las
cuestiones ineludibles para las ciencias sociales como son el conflicto, el poder y las
clases sociales.
Coincidimos con Grimson y Semán (2005:1-2) cuando afirman:

Si en la Sociología, las ciencias políticas, la historia, los estudios culturales


y de comunicación suele decirse (y crecientemente) que el concepto de
cultura es apreciado y utilizado en un sentido antropológico. Con ello se
afirma […] que no se trata de “bellas artes” o de cultura de elite, sino de
estilo de vida, cosmovisión vinculada al sentido común y a las prácticas
sociales más extendidas.

Si reflexionamos acerca de los estudios específicamente antropológicos, el de-


sarrollo del concepto de cultura ha tenido fuerte implicancias teóricas y metodológi-
cas, así como ha generado acalorados debates de tipo ético-políticos, puesto que estas
discusiones alrededor del concepto de cultura:

tienen vigencia porque, fuera del mundo académico, no ceden las visio-
nes de la cultura que la identifican con las bellas artes, ni los esencialis-
mos que pretenden predecir el rendimiento escolar de los niños según su
color o su etnia, y porque nacen los fundamentalismos que avizoran y
propugnan un choque entre civilizaciones, culturas o religiones (Grimson
y Semán 2005:2).

494
Un análisis de la cultura política obrera… M. GRODSINSKY y G. GERMANETTO

Lo precedente nos lleva a valorar la noción de cultura expresada por Denys


Cuche, el cual sostiene que el concepto de cultura es inherente a la reflexión de las
ciencias sociales, puesto que el hombre es esencialmente un ser de cultura. Este autor
parte del proceso de hominización y de la ductilidad del ser humano para la adapta-
ción a su medio, llegando a la conclusión de que “La cultura hace posible la transfor-
mación de la naturaleza” (Cuche 2002:5). Para Cuche, la noción de cultura penetra en
el orden simbólico, en aquello que se vincula con el sentido, por lo cual es complicado
ponerse de acuerdo. De esta manera, el mismo pensador sigue argumentando:

el encuentro de las culturas no se produce sólo entre sociedades comple-


tas, sino también entre grupos sociales que pertenecen a una misma so-
ciedad compleja. Dado que estos grupos están jerarquizados, es posible
observar que las jerarquías sociales determinan las jerarquías culturales, lo
que no significa que la cultura de un grupo dominante determine la cul-
tura de los grupos sociales dominados (Cuche 2002:8).

A este postulado es posible observarlo en la sociedad riocuartense, cuando


nos referimos a la cultura política obrera del período 1930-1943, en donde se puede
inferir que las culturas de las clases populares no carecen de autonomía ni de capaci-
dad de resistencia.
En este sentido, Cuche (2002:8) expresa que:

la defensa de la autonomía cultural está muy relacionada con la preserva-


ción de la identidad. “Cultura” e “identidad” son conceptos que remiten
a una misma realidad vista desde dos ángulos diferentes. Una concepción
esencialista de la identidad no resiste tampoco el examen de una concep-
ción esencialista de la cultura. La identidad cultural de un grupo dado no
puede comprenderse más que si se estudian sus relaciones con los gru-
pos cercanos.

Esta vinculación que realiza Cuche entre cultura e identidad es profundizada


por Brubaker y Cooper (2008:30), quienes afirman:

las ciencias sociales y humanas se han rendido a la palabra “identidad”; y


esto tiene costos tanto intelectuales como políticos, el término identidad
tiende a significar demasiado (cuando se entiende en un sentido fuerte),
demasiado poco (cuando se entiende en un sentido débil) o nada (por su
total ambigüedad).

Estamos de acuerdo con los autores, cuando sostienen que la identidad es una
categoría analítica, por lo que para ellos el análisis social que incluiría la profundización
en torno a las identidades políticas, requeriría categorías de análisis relativamente in-
equívocas.
Pero también observan que es una categoría tanto práctica como de análisis:

495
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Como categoría de la práctica, es utilizada por actores “corrientes” en al-


gunas circunstancias cotidianas dando sentido a sí mismos, a sus activi-
dades, a lo que comparten con, y a lo que los diferencia de, otros. Tam-
bién es usada por políticos para persuadir a la gente de que los compren-
dan a ellos, […], para persuadir a cierta gente de que son “idénticos” a
otros y a la vez diferentes de otros, […] Así el término “identidad” es
complicado tanto en la vida cotidiana como en “identidades políticas” de
varias maneras (Brubaker y Cooper 2008:33-34).

De esta manera, a las expresiones analizadas en la ciudad de Río Cuarto en el


período trabajado, las podemos enmarcar en estas categorías identitarias tanto prácti-
cas como de análisis, puesto que en las manifestaciones obreras se evidencian colecti-
vos de trabajadores que luchan por reivindicaciones que afectan a su accionar cotidia-
no y, por otra parte, la acción de los socialistas, que intentan convencer a este colecti-
vo de que sus ideas llevarían finalmente a insertar la cuestión obrera dentro del sistema
político.

Los trabajadores y la construcción de una cultura política

Coincidimos con el concepto desarrollado por Solano Rocha, en el sentido de


que: “…el término hace referencia a las percepciones, actitudes y costumbres de la
gente hacia la forma en la que considera se desempeña y trabaja su gobierno y la ma-
nera en que se relaciona con él ”. El mismo “…funciona como un escudo que alberga
percepciones creencias y valores concernientes con todo lo que sea político” (Solano
Rocha s/f:3).
Este concepto es tan flexible que fácilmente se adapta a cualquier área de estu-
dio social. Todo lo que somos es cultura, de la misma manera que todas nuestras rela-
ciones son políticas. Autores como Thompson, Ellis y Wildavsky en Cultural Theory:

establecen que hay dos tendencias que, aunque en disputa, son las prin-
cipales. Una de ellas, usada con más frecuencia entre los científicos polí-
ticos, considera que la cultura se compone de valores, creencias, normas,
símbolos e ideologías, en otras palabras, los productos mentales. El otro
enfoque, que es más apropiado para el estudio de la cultura política, se
refiere a la cultura como la forma de vida de las personas, sus relaciones
interpersonales así como sus actitudes (Solano Rocha s/f:6).

Por lo tanto, la diferencia entre los dos enfoques reside en que el primero con-
sidera “cultura” a todo lo que el individuo ha adaptado en cuanto a creencias y valores –
sesgo cultural–, mientras que el otro enfoque abarca, además de lo anterior, la forma en
la que los individuos se relacionan socialmente –forma de vida–.
El término “Política” denota relaciones de poder, por lo que no hay nada que
no sea política, de la misma manera que se afirma que no hay nada que no sea cultura.
La relación que podemos establecer entre estos dos conceptos es que la cultura políti-
ca incluye las actitudes acerca de lo que el gobierno hace (o debe hacer), así como lo
que la gente fuera del gobierno intenta hacerle hacer.

496
Un análisis de la cultura política obrera… M. GRODSINSKY y G. GERMANETTO

Al respecto, Thompson y Berger expresan que:

…cada cultura política, cada grupo, considera que sus valores y formas
de vida son los ideales, ignorando que es la presencia en el mundo de
personas que no son como ellos lo que les permite ser como son. Por lo
tanto, la teoría cultural añade un “teorema de necesidad” donde el con-
flicto entre culturas es una precondición para lograr una identidad cultu-
ral (Solano Rocha s/f:30).

Para vincular el tema de la cultura política al movimiento obrero, tomamos


como referencia a la historiografía española, ya que diversos historiadores de los orí-
genes del movimiento obrero español comenzaron a emplear el término “cultura polí-
tica obrera” desde finales de 1980. Estos pensadores sociales articulan este novedoso
concepto desde dos perspectivas explicativas diferentes:

La primera concibe la cultura política obrera como un producto, más o


menos directo, de la aparición de la clase obrera, mientras que la segunda
la considera un ámbito autónomo con respecto a la esfera socioeconómi-
ca, en el que las experiencias y los intereses obreros adquieren una forma
cultural específica que conduce parcialmente su conducta política. La
primera utiliza el concepto partiendo de los supuestos teóricos de la his-
toria social, y la segunda desde la perspectiva de la historia sociocultu-
ral (De Felipe s/f:2-3).

Nosotros asumimos, y damos fuerza a la perspectiva sociocultural, porque la


mirada está puesta en:

las luchas obreras no fueron únicamente el resultado de los conflictos de


clase, sino que en ellas tuvieron importancia determinadas nociones e
identidades previas, arraigadas en la cultura popular. Así la cultura políti-
ca de los trabajadores no era un reflejo de las condiciones socioeconómi-
cas de vida y trabajo de la clase obrera, sino el fruto de una construcción
histórica a partir de los elementos proporcionados por las tradiciones
culturales y políticas (De Felipe s/f:2-3).

Acorde con esta línea argumental, los sujetos históricos no aparecen sólo por
los cambios socioeconómicos, sino cuando se insertan en una red cultural que estruc-
tura sus vivencias y aspiraciones. Esta concepción se halla en el trabajo de Pérez Le-
desma, que centra sus análisis en la “cultura obrera”. Para ese autor, la aparición del
sujeto clase es tanto un hecho económico como político cultural. Esto significa que
hay que tener en cuenta no sçolo las experiencias obreras derivadas de los procesos de
industrialización y proletización, sino también la cultura que permite a los operarios
interpretar dichas experiencias. Y esto implica que:

497
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

para entender la formación de la clase como sujeto histórico, es impor-


tante y aún necesario analizar lo planteado por E.P. Thompson en rela-
ción con las “experiencias comunes”, las tradiciones ideológicas de W.H.
Sewell, los lenguajes de clase de G.S. Jones y las visiones de la sociedad
de P. Joyce. Todos estos factores, planteados por distintos historiadores
contribuirían a conformar la cultura obrera (De Felipe s/f:12).

En la medida en que la identidad obrera depende del marco cultural que la es-
tructura, ésta no deriva directamente de las relaciones de producción ni tampoco
adopta una forma única. Desde esta posición:

la identidad obrera puede adopta formas múltiples, no necesariamente


clasistas, incluso superpuestas y contradictorias. De ahí que deba estu-
diarse la clase obrera como un sujeto histórico que se desenvuelve en un
proceso histórico, y no como una estática categoría sociológica. De esta
manera, para el surgimiento de la identidad obrera es necesaria la cultura
(De Felipe s/f:13).

En referencia a lo precedente, los trabajadores riocuartenses se insertan en el


proceso histórico de lucha por conseguir sus reivindicaciones como obreros a partir
de la dureza que impone la patronal, tanto del sector secundario, como terciario de la
economía. Teniendo en cuenta que estos procesos se desarrollan en una ciudad no
comparable a Córdoba capital, ni menos aún a Buenos Aires o Rosario, pero sí es
dable afirmar que recibe las influencias ideológicas de aquellas.

Los trabajadores en Río Cuarto a través de una mirada sociocultural (1930-1943)

En ese proceso de conformación cultural, es fundamental el papel desempe-


ñado por mitos, rituales y símbolos unificadores, cultivados por las organizaciones
obreras riocuartenses desde los comienzos del siglo XX; mediante dichos elementos,
aquellos trabajadores fueron creando una cultura basada en una imagen dualista de la
sociedad (pobres-ricos, explotadores-explotados, patrones-obreros). Si bien esta cultu-
ra compartía elementos con la cultura dominante, su carácter diferenciado estribaría en
el proceso de apropiación y adaptación obrera de esos elementos para la interpretación
de las experiencias laborales.
El primero de mayo aparecía como una ocasión para lo que Hobsbawm de-
nominó la “autorepresentación de una clase” (Hobsbawn 1987:9). En este sentido,
Aníbal Viguera (1991:62) considera que dicha efeméride: “…puede ser estudiada co-
mo una forma más de la participación política popular, y el hecho de ser una práctica
que se repite año a año la convierte en un prisma privilegiado para observar muchos
aspectos de dicha participación”.
Este mismo autor, analizando los festejos de esta fecha en Buenos Aires, sostie-
ne que el tono trágico –recordando lo que había ocurrido en Chicago en 1886– que
pretendían otorgarle los anarquistas a fines del siglo XIX, no fue asimilado por el sector
popular argentino, como así tampoco el “sentido contestatario” que éstos quisieron

498
Un análisis de la cultura política obrera… M. GRODSINSKY y G. GERMANETTO

darle. Lo que sí observó Viguera es la marcada influencia socialista en estos festejos, que
se manifestaba “…en la mesura de los actos conmemorativos” (Viguera 1991:65).
En este sentido, Gutiérrez y Lobato (1992:35) consideran que la realización:

de estas prácticas rituales y simbólicas tuvieron una clara función ideoló-


gica ya que por medio de ellas se buscaba inculcar determinados valores
y comportamientos. Era la ocupación de un espacio público, una plaza,
una esquina, las calles, por los trabajadores movilizados […] servía para
que los militantes efectivizaran sus prácticas oratorias con las que busca-
ban dotar de identificación a los adherentes y convencer a los curiosos.

A través de lo manifestado por estos historiadores, inmersos en esta “nueva


historia social”, podemos observar que el primero de mayo es factible de ser conside-
rado como una ritualidad cargada de simbolismo que evidencia la adquisición paulati-
na de una cultura política por parte de los trabajadores.
En este sentido, podemos enmarcar los festejos del primero de mayo en Río
Cuarto, en el período al que Viguera denomina como de “cooptación y politización” –
delimitado por el autor entre 1925 y 1943–, debido a que el Presidente Marcelo T. de
Alvear decreta al primero de mayo como “Día de festejo”, y en estos años:

Las manifestaciones públicas –organizadas por las más diversas entida-


des– estaban dedicadas a los grandes temas de la política nacional e in-
ternacional. El discurso del trabajo y el sentido atribuido al primero de
mayo se habían hecho bastante homogéneos: desde La Prensa hasta el
partido socialista, pasando por la derecha nacionalista y sin excluir al par-
tido comunista y las centrales obreras en general, hasta abrevaban, en
mayor o menor medida, en una fuente común de ideas y símbolos (Vi-
guera 1991:71).

En Río Cuarto, el primero de mayo se conmemora desde los primeros años


del siglo XX, fortaleciendo la identidad del incipiente movimiento obrero, quienes se
fueron conformando paulatinamente en un grupo de presión que, a través de la for-
mación de diversas organizaciones, comenzaron a luchar por conseguir mejores con-
diciones de vida y de trabajo.
En el período que nos atañe, observamos que se continúa con las expresiones
callejeras alrededor de esta fecha, excepto en el año 1933, en donde: “La suspensión de
los actos que había organizado el partido socialista, hizo que el primero de mayo pasase
poco menos que desapercibido”.1 Desconocemos los motivos de esta medida, pero en
los años sucesivos, volvieron a celebrarse con normalidad dichos festejos. Tanto el dia-
rio El Pueblo como Justicia, así lo referencian.
Se puede estar afirmando que entre 1930 y 1943 el desarrollo de los festejos
del primero de mayo en Río Cuarto, sufre una resignificación sustantiva, pasando de
ser un acontecimiento de matices luctuosos, a un verdadero festejo. Pero esto no se

1 El Pueblo, Año XXI, N° 9649, miércoles 3 de mayo de 1933, Río Cuarto, pág. 4.

499
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

debe solamente a la acción estatal, sino también a la influencia ideológica ejercida por
los medios de comunicación y su posición con respecto al gobierno de turno, sobre
todo nacional. Pero también es importante evaluar el accionar de las diferentes organi-
zaciones que organizaban actos para esta fecha, las cuales “manipulaban” el significa-
do de la misma según el objetivo inmediato que perseguían.
De esa manera, la configuración de rituales en torno al poder de los trabajado-
res se manifestó, en los festejos en los cuales se observan prácticas que mantuvieron
cambios de sentidos y mutaciones en los patrones de sociabilidad por los que transita-
ron las organizaciones gremiales.
Esa fecha fue adquiriendo un carácter más obrero y confrontador que marcó
el sentido de los discursos y se proyectó al espacio público, al elegirse lugares de alta
exhibición, como las calles y plazas; los mismos tenían un tono de arenga que incitaba
a la organización y a la lucha gremial. Asimismo, a través de la introducción de bande-
ras rojas, emblemas del socialismo, las columnas de trabajadores de los distintos gre-
mios eran precedidas por una banda de música que ejecutaba himnos obreros,
otorgándole un tono festivo a la celebración que fue perfilando la identidad de este
sector en la población de esta ciudad del sur cordobés.
Otra variable a tener en cuenta para la comprensión de la formación de la cul-
tura obrera de Río Cuarto, es la publicación de periódicos por parte de diversas orga-
nizaciones de trabajadores. En el Archivo Histórico Municipal de Río Cuarto, hemos
encontrado dos publicaciones: Despertar, periódico mensual obrero, redactado por la
Unión Gráfica Riocuartense y La Reforma, perteneciente al Centro de Empleados de
Comercio. El primero de ellos, son dos ejemplares fechados el 30/10/1937 y
04/11/1937. Del segundo, también se han hallado dos impresos, de junio de 1941 y
agosto del mismo año. Lamentablemente, son los únicos cuatro documentos de este
tipo a los que pudimos acceder.
Con respecto a la prensa obrera, Mirta Lobato expresa:

Nancy Fraser ha denominado “contra públicos subalternos” a un con-


junto vasto de actores y a las producciones político-culturales que se
conformaron y circularon de manera paralela a la construcción de los
públicos y de una opinión pública burguesa, según la expresión de
Habermas. La noción de contra públicos subalternos es útil para analizar
la prensa gremial como parte de una amplia producción cultural que sur-
gió cuando esos bienes en su calidad de mercancías comenzaron a ser
universalmente accesibles y, por esto mismo, capaces de generar discu-
sión y controversia entre grupos con intereses heterogéneos y clases so-
ciales diversas (Lobato 2009:14).

El concepto trabajado por Lobato es viable aplicarlo en el periódico Despertar,


donde en uno de sus artículos hacía hincapié en:

que los asalariados necesitan mejorar su situación económica y que están


dispuestos a cuadrarse firmes hasta conseguir las mejoras que reclamaban
[…] uno de los gremios de trabajadores de nuestro medio que más reza-

500
Un análisis de la cultura política obrera… M. GRODSINSKY y G. GERMANETTO

gado parecía con el despertar de la conciencia obrera de nuestra ciudad


era precisamente el Centro de Empleados de Comercio, ya que, si no to-
dos, casi todos los sindicatos ya han presentado su justo pedido de mejo-
ras con resultados todos halagüeños […] sólo nos guiará un propósito
sano: defender a quienes debemos defender de nuestra condición de pe-
riódico obrero; defenderemos a los explotados, a los oprimidos, a los
que, como nosotros, necesitan también que reine para ellos la verdadera
justicia sobre la tierra.2

Por su parte, el órgano de prensa del Centro de Empleados de Comercio de


Río Cuarto, La Reforma, en su tirada de junio de 1941 y agosto del mismo año, están
referidas totalmente al tratamiento de la Ley de Jubilaciones y a la lucha del cumpli-
miento de leyes obreras que afectan a su gremio, como la de apertura y cierre unifor-
me de los comercios en la provincia de Córdoba y la Ley Nacional N° 11.729, conoci-
da como “Ley de Despidos”. En todos estos casos, el medio de prensa obrero resaltó
la oposición de la patronal, quienes sostenían que dichas leyes llevaban a un “estanca-
miento industrial del país”, mientras que los trabajadores consideraban la aprobación
de estas normas como “…la más preciada conquista y orgullo de una de las capas
productoras: los trabajadores del comercio y la industria”.3

A modo de conclusión

A través del presente trabajo, consideramos que el concepto de “cultura polí-


tica obrera” adquiere formas históricas diversas en función de las tradiciones cultura-
les, según la explicación sociocultural.
Pero lo que en última instancia explica la aparición de las culturas políticas
obreras son los procesos de industrialización y proletarización y las experiencias que
éstos generan, las cuales impactan sobre los marcos culturales de los obreros.
En la ciudad de Río Cuarto, en el período 1930-1943, entran en tensión ese de-
sarrollo económico con las intenciones de trabajadores en el sector secundario y tercia-
rio –propios de una economía urbana– de luchar por mejorar sus condiciones de vida y
trabajo. Las mismas se canalizaron a través de la acción del partido socialista y la organi-
zación de diferentes agremiaciones, que generalmente agrupaban a trabajadores por
oficio, con las experiencias de obreros de centros urbanos de mayores dimensiones y
tradición en lo que se refiere a problemáticas laborales.
En este contexto, podemos estar determinando que la cultura política obrera
fue surgiendo a medida que sus prácticas se evidenciaban a través de la organización y
realización de movimientos huelguísticos, manifestaciones callejeras y publicación de
periódicos obreros, fueron conformando un “nosotros” frente a esos “otros” que
tuvieron que empezar a dar respuestas.

2 Despertar, año I, Nº 1, 30 de octubre de 1937, Río Cuarto, pág. 1.


3 La Reforma, Año IV, Nº 50, agosto de 1941, Río Cuarto. pág. 3.

501
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

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pasado para los trabajadores argentinos”, Entrepasados, Año II, N° 5:25-50, Buenos
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http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lco/solano_r_m/ capitulo1.pdf
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usos de una tradición”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E.
Ravignani”, Tercera Serie, N° 3: 60-84, 1991.

Referencias documentales

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to, 30 de octubre de 1937,
AHMRC, El Pueblo, Año XXI, N° 9649, Río Cuarto, 3 de mayo de 1933.
AHMRC, La Reforma, Año IV, Nº 50, Río Cuarto, agosto de 1941

502
PARTE VIII
LITERATURA, HISTORIA, GÉNERO E
IDENTIDADES
LI
LOS PROCESOS DE SUBVERSIÓN Y
RESISTENCIA EN EL CAMPO DE LAS
LITERATURAS DE “NUESTRA AMÉRICA”
Marisa Moyano
Universidad Nacional de Río Cuarto
marisamoyano@hotmail.com

Introducción

E l Poscolonialismo, como enfoque teórico, desempeña en la actualidad un rol


central a la hora de pensar y analizar la condición de las discursividades lati-
noamericanas en términos de “diferencia colonial”1. En este sentido, el Pos-
colonialismo ha demostrado ya sobradamente la importancia paradigmática y la nece-
sidad política de una lectura que implique la revisión de las categorías del pensamiento
eurocéntrico y el logos occidental que se enlazan con las textualidades americanas y
generan como “efecto” la condición colonial de las literaturas latino, indo y afro ame-
ricanas producidas tras la conquista de América. Sin embargo, nos proponemos de-
mostrar que en el campo de esas mismas literaturas en situación de colonialidad pue-
den leerse en germen procesos de subversión y de resistencia que enfrentan la colonia-
lidad del saber y del poder desde el mismo contexto histórico de la colonización euro-
pea hasta la actualidad, poniendo en tela de juicio el relato de la historia como conti-
nuum desarrollado por los respectivos dominadores de cada época, que son –en el
decir de Benjamin 1989- “los herederos de todos los que han vencido”. A modo de

1 Walter Mignolo sostiene que la “Diferencia colonial es, básicamente, la que el discurso imperial construyó,
desde el siglo XVI, para describir la diferencia e inferioridad de los pueblos sucesivamente colonizados
por España, Inglaterra, Francia y Estados Unidos. La colonialidad no consiste tanto en la posesión de
tierras, creación de monasterios, el control económico, etc., sino más que nada en el discurso que justifica
mediante la desvalorización, la diferencia que justifica la colonización” (Mignolo 2005:88).

505
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

ejemplo, se retoman en nuestro análisis dos textos emblemáticos: la “Nueva Corónica 2


y Buen Gobierno” (1617), de Felipe Guamán Poma de Ayala, y el “Diálogo entre
Atahualpa y Fernando VII en los Campos Elíseos” (1809), de Bernardo de Monteagu-
do.

Los dispositivos hegemónicos de la subalternización de las culturas

En esta línea de sentido, una relectura de la literatura de nuestra América 3 pre-


supone la asunción de una categoría que hoy resulta común: la diferencia colonial,
concepto que define –desde la perspectiva de Walter Mignolo (2005) - la aceptación y
justificación de la subalternización de las culturas y prácticas por parte de los propios
sujetos colonizados. En este sentido, hay una primera posición epistémica que circula
–con la legitimidad casi propia de la agenda internacional- y se autoerige como punto
de origen de esta lectura: el marco paradigmático del poscolonialismo, según el cual es
necesario suspender el juicio del logos histórico y la categoría de “bellas letras” para
dejar entrar al campo literario a aquellos discursos que se experimentan –desde el pun-
to de vista occidental y eurocéntrico- como disonantes y alejados de la estética canóni-
ca (Mignolo 1986:143), pues el canon, desde su hegemonía cultural dominante, no
permite abarcar lo diverso, excluye y clausura la diferencia.
El enfrentamiento de un logos occidental y eurocéntrico, del que es preciso
“des-hacerse” para enfrentar y reconocer las letras de nuestra América reposicionando
epistemológicamente otro centro desde el que construir el saber que Roig denominó
“lo nuestro” y “el nosotros” (Roig 2004), se imbrica conceptualmente con el problema
de la Identidad, problema frente al cual preferimos reposicionarnos desde la inmedia-
tez discursiva hablando no de Identidad, sino de “identidades”, diversas, contrapues-
tas, contradictorias, plurales, heterogéneas. Como Ángel Rama lo planteara, si algo hay

2 La utilización de la palabra “Corónica” por parte de Guaman Poma de Ayala puede ser objeto de análi-
sis y aclaraciones. Al respecto una perspectiva inicial podría indicar que la utilización de esta palabra no se
ajustaría al uso del canon genérico de época, desde la cual se interpretaría que la palabra “corónica” utili-
zada por un escritor indígena del siglo XVI constituiría simplemente una “deformación” de la palabra
“crónica”. Sin embargo, como estudiosos del autor, sostenemos que desde el contexto filológico de la
obra, podríamos interpretar que el uso de la palabra “corónica” por parte de Guaman Poma puede
resultar de un proceso de selección y elaboración del escritor a partir de una mezcla semántica bicultural
entre dos campos semánticos: por un lado, el de “crónica” entendida como género discursivo, y por otro,
el campo semántico correspondiente a “la Corona Española”, ya que el texto de Guaman constituye una
extensísima carta dirigida primero a Felipe II y, cuando éste muere, a Felipe III. De éste último proceso
derivaría –a nuestro juicio- la génesis y uso de la palabra “corónica” que el autor utiliza para titular su
obra.
3 Es imposible desarrollar en este apartado la problemática del “nombre” asignado e impuesto a estas
literaturas por cuestiones de espacio. Lo común es hablar de “literatura/s latinoamericana/s” como un
topoi genérico intersubjetivo reconociendo sus dificultades conceptuales. Para obviar el análisis de esta
problemática hablaremos en lo sucesivo de la literatura de “Nuestra América” en un sentido inclusivo de
todos los componentes a partir de los múltiples sentidos que abre la imagen utilizada por José Martí.

506
Los procesos de subversión y resistencia en el campo de las literaturas… M. MOYANO

de común en América, frente a la diversidad constitutiva que la caracteriza, esto es


sólo -en todo caso- una historia común de colonialidad, sometimiento y resistencia
(Rama 2007:67). Por ello, una lectura propia de los discursos de “nuestra América” no
supone en la opción decolonial por parte de los sujetos críticos latinoamericanos un
deber ser moralizante, esencialista, pretendidamente ético, ideológico o políticamente
correcto, sino la capacidad de superar o suspender el canon, para abrir la mirada al
reconocimiento de las palabras-otras que quedaron afuera, de las palabras que fueron
excluidas de las perspectivas del saber y el conocimiento, tratadas como no-literatura,
como no-arte, como no-cultura.
Esta operación supone, con toda la complejidad que ello implica, abrir la pers-
pectiva al reconocimiento de la diferencia: a la lectura, la interpretación y la escucha de
esas palabras diversas que parecieran haber dependido de un “filtro traductor” (Lotman
1995:23-24) para hacerse oír, que fueron tratadas históricamente como emergentes de
“semiosferas inconmensurables”, como rémora primitiva de una barbarie originaria que
les hubiera impedido formar parte del corpus de las letras de americanas.
La necesidad de especificar la naturaleza de la diferencia -qué se pone en jue-
go en estas discursisvidades-otras- es imprescindible para no caer en rescates esencia-
listas, pero además porque los estudiosos y los sujetos latinoamericanos perdemos la
oportunidad de reconocer, identificar y valorar sistemas de producción altamente
complejos de estas palabras diversas, en términos de estrategias compositivas plurise-
mióticas que articulan cosmovisiones alternativas; y por otro lado, quedamos atrapa-
dos en la red de una subalternización paradójica que opera en un juego múltiple de
pliegues, sustentada en las mallas protectoras de la hegemonía epistémica moderna que
garantiza legitimidad, pero que ha sido fundada a fuerza de mirar América y los dis-
cursos de las diversas zonas geoculturales del continente desde la ajenidad frente a los
sujetos plurales, heterogéneos y diversos4 de una América que todavía guarda, preser-
va, produce y reproduce con las resonancias de la diferencia y de lo múltiple, las pala-
bras de “nuestra América”.
Ello implica la necesidad de recuperar la capacidad y la condición de un noso-
tros americano, plural, heterogéneo y contradictorio, para releer en el discursos y las
literaturas americanas, desde la colonización en adelante, la emergencia de la resisten-
cia al saber y al poder, a las armas y las palabras, a los mitos y los lenguajes de la ajeni-
dad del logos eurocéntrico imperial. Resistencia palmaria, constante, latente, que re-

4 Desde esta perspectiva teórica, para definir el objeto de las letras continentales y sus perspectivas de
abordaje consecuentes, asumiremos con Cornejo Polar el concepto de “totalidad contradictoria” y “sujeto
plural heterogéneo” en la literatura latinoamericana, como forma de dar cuenta de los plurales mundos y
modos de relación en una realidad múltiple en manifestaciones y plural en líneas de mundo simbólico,
donde conviven formas de oralidad, diversidad de estratos míticos, formas diferentes de escritura, trans-
cripción, traducción, multiplicidad de lenguas, fenómenos de heteroglosia y diglosia, textualidades varia-
das, receptores inscriptos en órdenes culturales altamente diferenciados e incluso antagónicos, en tanto
instancias generadoras de sentido (Cornejo Polar 1999:9-12).

507
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

clama dejarse oír, ser leída y ser interpretada, más allá de las legitimidades de los dispo-
sitivos hegemónicos de las teorías en boga, sencillamente, porque desde siempre esta-
ban allí -en las textualidades americanas- las palabras que la decían.

Leer la resistencia: un aprendizaje desde el nosotros

Estos aspectos adquieren una relevancia problematizadora si tomamos en


consideración que -en el marco mayor de las regiones americanas implicadas en la
situación de colonización y sus culturas originarias- existían y supervivieron sistemas
sociales y culturales complejos a los que se atribuyó un “prestigio indiscutible” -en el
decir de Lienhard (1993:43)- a ciertas prácticas discursivas (orales y hasta escritas)
“socialmente estables y de gran sofisticación”, pasibles –aún en su diferencia- de ser
concebidas o relacionadas con esa práctica occidental denominada como “literatura”,
o al menos concebida como “arte verbal”. Estos sistemas culturales siguieron coexis-
tiendo en paralelo5 como circuitos heterodoxos o se hibridaron como cursos o “estra-
tificaciones colindantes”6 en situación de subalternización cultural frente a la norma
literaria y el canon letrado impuestos desde la metrópolis -norma y canon literario que
conllevan implícitos, no sólo supuestos culturales de la tradición europea sino también
los fundamentos ideológicos de la pretendida superioridad de los europeos respecto
de los demás pueblos del mundo, avalados por la monarquía universal y el cristianismo
(Lienhard 1993:43-44), y su proyección en la instauración performativa del pensamien-
to dicotómico articulado en la díada “civilización/barbarie” y sus proyecciones. Así
nace la idea de una “literatura letrada-culta” que se escribe o responde a las pautas del
continente europeo y de occidente, que se impone como “literatura oficial”, que tam-
bién coexiste con los circuitos de una “literatura alternativa” producida en las “zonas
de contacto” (Pratt 2000:20) y su mixtura e hibridación con las literaturas de rasgos y
circuitos de producción y circulación oral-populares. Y aquí pensamos en lo obvio: en
la lírica azteca y sus géneros, en las codificaciones escritas que recogen los restos de la
memoria oral de infinidad de textos como las discursividades recogidas por Sahagún,
como el Chilam Balam o el Popol Vuh, ejemplos palmarios de resistencia cultural en el
marco de la derrota bélico-política inicial del momento de Descubrimiento/Conquista
del continente. Pero sobre todo pensamos en textos producidos ya en el contexto de
la Colonización como es el caso de la “Corónica” de Guamán Poma de Ayala, presu-
miblemente terminada en 1617, en la que se ejercen procesos de resistencia histórico-
cultural difíciles de identificar con el andamiaje colonial de los dispositivos teóricos
eurocéntricos, desde los que sólo se ven en el texto las perspectivas presentes en los

5 Las culturas indígenas están presentes en la evolución de esta literatura y su constitución como voz de la
subalternidad se va diseñando como una permanencia en el tiempo soterrada, a modo de bajo continuo
que asume o se subsume en algunas funciones de la otra serie letrada. Cfr. Pizarro 1993:32.
6 Tomamos este concepto de Rama 1982:23 y siguientes.

508
Los procesos de subversión y resistencia en el campo de las literaturas… M. MOYANO

largos memoriales que intentan relacionar la historia y el surgimiento mítico de los


pueblos andinos con la historiografía de raíz cristiana como ejemplo de subalternidad
cultural, así como el esfuerzo por anclar la historia del Perú en la donación del territo-
rio del Tawantisuyo a Pizarro y el reconocimiento a la figura del Rey.
Nos detendremos en el caso de Guamán Poma precisamente por las paradojas
que podemos identificar en su larga carta, dirigida primero a Felipe II y redestinada a
Felipe III tras la muerte del primero, si giramos la perspectiva epistémica de lectura. Las
1200 páginas de su texto constituyen una verdadera memoria contracultural frente a la
historiografía eurocéntrica de los pueblos andinos centrada en el Incanato, articulada en
un texto bicultural producido como reclamo a la corona española frente los derechos
históricos violentados de las comunidades andinas e incas en un momento posterior a la
Conquista. Y, a la vez, constituye una narración histórica de los avatares del desencuen-
tro destinado a los Señores andinos como ejes de reclamo, defensa y resistencia del pa-
sado. Texto bicultural, además, porque se articula en un doble código -el de la letra,
destinada a Occidente, y el del dibujo, destinado a sus congéneres étnicos-, que configu-
ra un doble mecanismo de lectura y circulación: el de la lectura del código escrito pensa-
do para llegar más allá del tiempo presente y la travesía oceánica y el de la interpretación
del dibujo que prefigura al intérprete y la oralización en ámbitos de lectura comunitaria,
proyectando en ese doble juego lo que debe ser leído como resistencia cultural aún des-
de la forma enunciativa que articula esta doble matriz de la textualidad. Esta resistencia
cultural de la que hablamos, adquiere matices y perfiles nítidos si suspendemos el juego
de las continuidades del aparato teórico de occidente, que sólo permite ver en las matri-
ces de las literaturas coloniales de América precisamente signos de colonialidad, articula-
ción y continuidad con las matrices del continuum de una Historia universal y única
montada sobre el eje europeo. Decimos esto, porque si se deja de leer en la “Corónica”
de Guamán Poma la escritura de un semi-alfabeto que escribe en un semi-español, se
puede advertir la presencia y las huellas discursivas del intelecto de un indígena america-
no sosteniendo argumentos que –recién finalizando el siglo XVI y tras apenas 60 años
de la conquista del Perú- debate mano a mano con la Corona, utilizando hasta los argu-
mentos de Bartolomé de las Casas en su polémica con Ginés de Sepúlveda acerca de la
“humanidad de los indios” y la legalidad de la llamada “guerra justa” que se hacía contra
los indígenas, de tal modo que la subordinación de la historia andina al Génesis cristiano
y la donación del Tawantisuyo al monarca europeo pasan a funcionar, no como subal-
ternización justificatoria del dominio que los europeos ejercen sobre la percibida como
inferioridad intelectual, cultural y política de los “nativos”, sino como argumentos filosó-
ficos de defensa contra la tiranía y la violencia que se ejerció desde la conquista contra
los señores incas y los señores andinos más antiguos y contra la disolución futura de los
ayllus y los modos de vida históricos y culturalmente instituidos por siglos de permanen-
cia en el territorio común andino. Historia del Perú, la de Guamán Poma de Ayala, que

509
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

puede postularse como legado de resistencia cultural, no esencialista ni a-histórico sino


genuinamente político y auténticamente original en su formas, argumentos y lenguajes, si
se sabe desmontar la matriz colonial del poder que define desde las relaciones de subal-
ternidad cultural cómo debe interpretarse la diferencia a la luz de los universales europe-
os y su matriz de saber y de poder, toda vez que la inferioridad termina cuando se debate
y el sometimiento se disuelve cuando se habla al Otro desde una misma posición de
igualdad enunciativa. Pues es con el Rey con quien pelea y a quien resiste Guamán Po-
ma de Ayala, en una lucha discursiva que le lleva la mitad de su vida.
Es desde este Guamán Poma de Ayala, indio, desde el que proyectamos en es-
te trabajo otro ejemplo de decolonización y resistencia en las letras americanas, posi-
cionados en momentos extraños en los que los poscoloniales a ultranza suelen no
detenerse por reverencia teórica y cierto temor a la heterodoxia práctica de las lecturas
que ponen en juego las teorías. Nos referiremos a Bernardo de Monteagudo y su
“Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII en los Campos Elíseos”, texto dado a luz
en Chuquisaca, en 1809, antes de las revoluciones independentistas del surcontinente.
Héroe de la Revolución de Mayo, factótum de las luchas continentales que le siguen,
Montegaudo enlazará su accionar con el de Castelli, Belgrano y el mítico Moreno, pero
antes –como estudiante de derecho marcado por las tensiones de una geocultura en la
que la encomienda y la mita habían sido y seguían siendo formas de sometimiento y
esclavización indígenas- escribe y lee su “Diálogo…” ante un auditorio estudiantil ya
atravesado por la dicotomía de la subordinación a la potestad de una corona que ha
caído y el avizoramiento de una revuelta libertaria en América, poniendo en igualdad
de condiciones interlocutivas con el arma de la palabra en las manos al último Inca del
Perú y al Rey español depuesto por Bonaparte. El “Diálogo…” constituye una revolu-
ción literaria cuando todavía no ha pasado al acto la potencia de la revolución política,
ya que lleva al plano de la escritura el concepto ludmeriano de revolución: escribe lo
nunca escrito y dice lo nunca dicho todavía, más allá de la colonia y el colonialismo,
elevando su texto a la condición de resistencia frente la “diferencia colonial”. En su
texto se da la paradoja que habilita la ficción al permitir poner en situación de presen-
te, en un tiempo ubicuo, a Atahualpa y Fernando VII. En el tiempo de los muertos (el
de los Campos Eliseos) se ubica al Atahualpa que murió resistiendo casi tres siglos
antes y un “muerto político” como lo es Fernando, destituido y entregado en la pelea
con Francia. De este modo, Monteagudo inventa una situación enunciativa paradojal
en la historia, que precisamente permite y habilita invertir las categorías de la razón
moderna y el poder colonial: un Indio de América que habla de igual a igual a un Rey
Europeo y le disputa las razones que la colonialidad y la violencia imperial imponen
sobre la soberanía territorial y política de las naciones, para justificar la necesidad de
independizar a América de España tras las tribulaciones de la una Historia ajena que
las coronas europeas impusieron a sangre y fuego sobre los genuinos habitantes due-

510
Los procesos de subversión y resistencia en el campo de las literaturas… M. MOYANO

ños de América. Aún bajo la forma de un texto Neoclásico, es decir, bajo una forma
retórica emanada del propio corazón del canon literario eurocéntrico, Monteagudo es
capaz de resistir y rebelar, de impugnar a Europa y sentar las bases argumentales para
una oratoria jurídica que fundamenta la Revolución, invirtiendo desde adentro -o dan-
do vuelta una matriz de poder como una media- las propias matrices de pensamiento
que fundan el poder europeo sobre el mundo. Tan fuerte fue el impacto del texto que
se convirtió en un factor de poder que influyó con todo el peso de la resistencia y la
rebeldía sobre la realidad extratextual, dando origen a la Rebelión de Chuquisaca del
25 de mayo de 1809, germen de las futuras acciones libertarias independentistas.
Estos dos ejemplos, Guamán Poma, un indígena tomando la pluma para resis-
tir, y Bernardo de Monteagudo, un burgués letrado tomando la palabra para rebelar,
nos hablan de que las letras de nuestra América interpretadas desde el nosotros ameri-
cano suponen otros sentidos, formalizan otros dispositivos interpretativos que ponen
en tela de juicio la colonialidad del poder en el mismo tiempo en que colonialismo e
imperialismo se ejercen e imponen como supuestos parámetros únicos para el pensar
y el saber. Aprender a leer la resistencia entonces, parece ser la contrapalabra del noso-
tros que debemos ejercer.

Retomando, algunas consideraciones finales

La situación de discontinuidades y diferencias, de heterogeneidad y segmenta-


ción, nos lleva a considerar la necesidad de buscar una “coherencia-otra” para dar
cuenta de las prácticas discursivas continentales en su emergencia y su desarrollo pos-
terior, en el que paralelamente a la imposición colonial de los modelos, formas y len-
guajes de la literatura canónica hegemónica de corte occidental-letrado y raíz peninsu-
lar y europea y la subalternización de las prácticas discursivas-otras, se va desarrollan-
do la emergencia de procesos de transculturación y operaciones de resistencia cultural
en prácticas discursivas hibridadas, donde diversos procesos de selección, revisión y
mezclas interculturales definen los modos en que determinadas formas se van sepa-
rando de las prácticas y modelos reproductores de las formas, sentidos y concepciones
heredadas, para recombinarse en nuevas formas literarias neoculturales, -alejadas de
los modelos hegemónico-canónicos instituidos- y nuevas prácticas escriturarias desco-
lonizadoras del eurocentrismo impuesto, los que desde el mismo siglo XVI comienzan
a proyectarse desde la “Nueva Corónica” de Guamán Poma, las proyecciones del
mestizaje, de la autoconciencia criolla y la idea de “representatividad” americana del
siglo XIX, hasta las búsquedas de “originalidad” e “independencia” en “trance trans-
culturador” de Martí en adelante y los procesos de “reconversión cultural” y “resim-
bolización” como tácticas de sobrevivencia o estrategias de resistencia (De Grandis
1995) de la literatura latinoamericana a lo largo del siglo XX.

511
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Bibliografía

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actualizada por el autor, se basa en la primera edición del libro (México, Fondo de
Cultura Económica, 1981) y fue autorizada por el autor para el Proyecto Ensayo
Hispánico. http://www.ensayistas.org/filosofos/argentina/roig/teoria/3.htm [Fe-
cha de consulta: 12/04/2013].

512
LII
LOS DISCURSOS FUNDACIONALES DE LA
CONQUISTA: LA NEGACIÓN DEL “OTRO” EN
LOS PROCESOS DE CONSTRUCCIÓN
TERRITORIAL
Juan Manuel Borgatello
Universidad Nacional de Río Cuarto
juanmanuelborgatello@yahoo.com.ar

Introducción

E n este trabajo se pretende reflexionar sobre la construcción del espacio, del


territorio. Y si hablamos de “construcción” es en tanto constituye una opera-
ción discursiva desplegada por la potencialidad creativa del lenguaje, y, por
otro lado, porque toda construcción no es sino el proceso de un efecto mimético, en
tanto mimesis y sujeto se determinan mutuamente. Entendemos que el espacio no es
simplemente un fenómeno físico susceptible de objetivarse como tal; sino, por el con-
trario, sus límites, su ordenamiento, en fin su imagen cartográfica está sometida a pro-
cesos de índole subjetivos.
Debido a los procesos históricos, a la condición colonial del continente ame-
ricano, el espacio ha sido objeto de conflicto entre diversos grupos étnicos que se lo
han disputado. La llegada de los descubridores-conquistadores europeos al continente
que ellos designaran arbitrariamente “América” produjo una imagen territorial que
dista mucho de la que tenían sus “originarios” habitantes nativos como de la que ide-
arán, posteriormente, los criollos en el siglo XIX cuando asumieron el poder tras la
revolución y las guerras independentistas.
Los diversos cuerpos discursivos (relatos, narraciones, diversas iconografías y
modernamente los mapas cartográficos) son portadores de una imagen territorial al
mismo tiempo que funcionan como dispositivos de apropiación del espacio. Pero
¿cuáles son los dispositivos de los que se sirvieron los conquistadores para apropiarse
del territorio? ¿Qué particularidad tienen esos dispositivos? Son algunos de los inter-
rogantes que guiarán a continuación el desarrollo.

513
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

La construcción territorial entre lo real y lo ficcional

El espacio1 no sólo puede ser entendido como un fenómeno físico que está
ahí afuera, con una lógica natural que se impone sin más al individuo. Por el contrario,
el espacio es construido y por ello intervienen procesos subjetivos, simbólicos que lo
delimitan y lo ordenan (o lo reordenan) de acuerdo a intereses particulares de los suje-
tos o de la comunidad que lo habita y que, a su vez, define su identidad. En este senti-
do, Marisa Moyano explica que la “toponimia” no sólo sirve a los fines de señalar y
ubicar espacialmente sino que siempre “está al servicio de una verdadera toma de
posesión (simbólica o real) del espacio” (Moyano 2005:31), por lo que el territorio se
constituye entre los símbolos que estructuran las identidades colectivas.
Podríamos decir que el sujeto o la comunidad crean culturalmente una imagen
propia del territorio que responde a sus identidades como grupos étnicos. Pero esta
relación entre sujeto - territorio para que sea completa debe incorporar al discurso, es decir
a los dispositivos que son los portadores de la construcción de una imagen territorial.
Tomamos el sentido de la noción de “imaginación territorial” como fuera definida por
G. Montaldo (1999:16):

Podríamos llamar imaginación territorial a una actividad fundamental de


apropiación del terreno, a una actividad de los letrados que ocupa con la
letra un territorio cuya pertenencia está en permanente disputa y, por lo
tanto, se tiene que legitimar a través del relato y del discurso.

Según palabras de la autora, podemos entender que el territorio se instituye y


se ordena por medio del discurso, lo que es además una operación de apropiación en
el que interviene tanto la inteligencia como la subjetividad que es capaz por sí misma
de fundar el espacio.
En este sentido, para Walter Mignolo (1986) hablar de una construcción del
territorio conduce necesariamente a plantear el vínculo que se establece entre un gru-
po (un nosotros étnico) con un espacio, y por extensión con toda una tradición comparti-
da. Y postula que las configuraciones del espacio que producen los diferentes grupos
culturales son el resultado de las relaciones entre sujeto - discurso - identidad. De este
modo, para este autor, en el período colonial accedemos, por lo menos, a tres tipos de
construcciones territoriales: la de los nativos -indígenas, la de los conquistadores- co-
lonizadores y la de los nativos -criollos.
Pero no es sino la irrupción de los europeos en la historia del continente la
que provocó una ruptura del orden establecido y consecuentemente un reordenamien-
to del mismo. Podríamos decir que el acto de “descubrimiento - conquista” -tal como
lo llama Arturo Roig- constituye el momento inaugural que nos permite vislumbrar, en
una narrativa histórica, la construcción de una nueva realidad, o mejor dicho de un
referente.

1 Según Mitchel de Certau (1988) la noción de espacio se diferencia de la de lugar en tanto la primera refiere
al territorio producido, en constante cambio, siempre coyuntural.

514
Los discursos fundacionales de la conquista… J. M. BORGATELLO

En primer lugar, Roig critica la noción del “descubrimiento de América” por-


que respondería funcionalmente a la ideología “eurocéntrica”.2 Dicha concepción
implica un doble movimiento: por un lado, sirvió a los fines de la justificación de la
apropiación del territorio por los europeos, ya que se soporta en la falaz idea de que la
tierra descubierta era nueva y por lo tanto sin dueños que la reclamaran. Por otra par-
te, sugiere un juicio sobre la historicidad de las comunidades nativas a las que se con-
sidera a-históricas. La crítica de este autor descansa en el hecho de que “descubrimien-
to” y “conquista” no constituyen dos momentos distintos sino que es un mismo mo-
mento que implica tanto la contemplación (“descubrimiento”) como la acción (“con-
quista”).
En segundo lugar, el acto de “descubrimiento – conquista”, que es un acto
colonial, implicó un desplazamiento de lo “otro” (de lo nativo - indígena) y posterior-
mente un asentamiento de la ideología “eurocentrista” que se materializó en lo discur-
sivo. Ante un mundo nuevo, extraño, inexplorado, las operaciones de reordenamiento
del espacio comienzan a operar con los primeros discursos escritos (crónicas, relaciones,
diario náutico, tratados historiográficos) que se producen sobre los nuevos territorios por
medio de relatos y descripciones del espacio.
Si la acción de imaginar el territorio funciona como una operación de apro-
piación del espacio, debemos considerar que para lograrlo activa una serie de disposi-
tivos que construyen la territorialidad. Y el aparato discursivo del que se valen los
europeos para hacerlo está soportado en la escritura: dispositivo central para entender
la conquista y la apropiación del espacio como explica Marisa Moyano (2005:32):

la escritura, como operación territorializadora, manifiesta su naturaleza


esencialmente política y se constituye en una maquinaria generadora de
metarrelatos de legitimación de los procesos de apropiación del espacio.

La escritura no sólo constituía un sistema de comunicación lingüística para el


europeo, sino que representaba en sí misma un “valor universal” y un “criterio abso-
luto” que permitía discriminar, según se poseyera o no, entre culturas superiores e
inferiores; y en este sentido es “eurocéntrica”, dice Chavolla (2005). En otras pala-
bras: la apropiación territorial encuentra su justificación en la lengua y se legitima por
medio de la escritura.
La construcción del territorio o del referente que hacen los descubridores -
conquistadores europeos y que puede leerse en el corpus de los relatos de la conquista
es particularmente interesante en cuanto está atravesado por la intersección entre los
llamados “discursos verdaderos o reales” y los “discursos literarios”.
Según Ferro (1994), el discurso ficcional o literario se particulariza por la au-
sencia de un referente o por la correspondencia con un referente imaginario o ficticio,
lo que deja fuera la posibilidad de someter los textos literarios a operaciones de veri-
dicción que sería lo propio de los discursos reales o verdaderos, cuyos signos sí se
corresponden con los objetos del mundo. En este sentido, el referente que emerge en

2 Para Arturo Chavolla (2005) el “eurocentrismo” es una ideología de dominación que tuvo su origen en
la convicción de superioridad histórica/política/cultural que los europeos formaron de sí mismos, a la
vez que ha brindado una justificación de tipo racional a sus empresas imperialistas.

515
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

las cartas o en las relaciones está configurado tanto por las observaciones y descripciones
de lo real como también por el propio “imaginario”3, el que traen los europeos desde
el otro lado del mar y que se impone sobre la nueva realidad.
En un texto fundacional como es la carta de Cristóbal Colón en la que se
anuncia el descubrimiento a los reyes de España, ya puede observarse que la narración
está atravesada tanto por sus observaciones de lo real como también por su imaginario
socio - cultural. De este modo, se produce un cruce entre literatura y realidad que
deviene en un referente soportado en el imaginario del “descubridor-conquistador”.
Dos son las fuentes de las que se nutre el referente imaginario que surge en la
carta: por un lado, los mitos y relatos fabulísticos que se reavivan con las expediciones
por tierras desconocidas y exóticas; y, por otro, la intertextualidad con la obra de Mar-
co Polo (El Milione), de quien fuera lector el genovés y que utiliza como un instrumen-
to de interpretación del paisaje y de los habitantes nativos.
El cruce genérico entre el discurso verdadero (el diario náutico) y la ficción es
lo que conduce a que hoy este texto figure dentro del canon de la literatura latinoame-
ricana además, por supuesto, de constituir una importante fuente historiográfica. Pero
no es sino la ambigüedad general lo que permite al discurso colombino ingresar al
campo de la literatura a la vez que se aleja de aquel discurso técnico y objetivo.
Como explica Lienhard (1993), la singularidad de estas textualidades se debe a
que se encuentran entre dos mundos, dos culturas; y por ello no entablan un verdade-
ro diálogo con el “otro”. También se presentan como unilaterales e intraculturales en
tanto el mensaje circula en la propia cultura, la del europeo, a la vez que excluye a la
otra, la del nativo - indígena. Ese esfuerzo por ignorar a los habitantes nativos y a su
cultura constituye un gesto deconstructivo de la realidad con la que se toparon, y por
lo tanto también de una configuración ya existente del territorio soportada en la
“cosmovisión” de las distintas culturas originarias que habían vivido desde siempre en
el continente. Esta “literatura egocéntrica” como la llama Lienhard (1993) a la vez que
ignora y niega construye una imagen del territorio soportada en el propio imaginario
socio - cultural del europeo.
Pero hay otros discursos, ya propios del ámbito jurídico - legal, aquellos capa-
ces de certificar y dar fe de los hechos, que experimentan en América algo similar a lo
que acontece con las crónicas, las relaciones o el diario náutico; a saber: se comportan como
un discurso literario en tanto el referente está ausente o es al mismo tiempo invención y
ausencia.
Discursos que legitiman la apropiación del espacio y la fundación del territo-
rio, que pueden tomar el carácter de una ceremonia formal: la del Requerimiento o la del
ritual de la espada, la cruz y el escribano, cuya presencia basta para institucionalizar
con fuerza legal el acto de posesión y la afirmación del derecho del conquistador para
con la tierra. En otros casos, la apropiación no es tan ceremonial y se cumple por el
simple y arbitrario acto de la re-nominalización y la consecuente imposición lingüística
al modo de un juego de lenguaje.

3 Según Castoriadis (1989) por imaginario se entiende: “una creación incesante y esencialmente inde-
terminada (social-histórica y psíquica) de figuras/formas/imágenes”. De esta manera lo que llamamos
realidad y racionalización son obras de esta creación.

516
Los discursos fundacionales de la conquista… J. M. BORGATELLO

Para Ferro (1994), lo que realmente institucionaliza con fuerza legal el acto de
posesión y la afirmación del derecho del conquistador era la participación de un escri-
bano o un escriba que redactara la escritura de las tierras. En primer lugar, porque con
ello se daba testimonio en la permanencia de la letra del acto fundacional; y, por otro,
se asentaba constancia de que ese acto tenía razón de ser por el mandato de una orde-
nanza real.
Sin embargo, la fundación del territorio por la escritura, por la letra es en sí
mismo paradójica; ya que se toma posesión de un territorio, de una ciudad, de una
villa que carece de concreción real pero, a su vez, se considera como un hecho notifi-
cado con carácter de verdad en un documento legal. En palabras de Ferro (1994:42)
“…la escritura fundacional dejaba establecido en el trazo que la ciudad era una refe-
rencia futura, que su origen queda inscripto en la letra que le daba esa posibilidad”.
Sólo la fe ciega del europeo en la escritura podía permitir este acto virtual. De
este modo, la letra escrita era el origen de lo que luego tomaría, en un futuro indeter-
minado, forma concreta en el mundo empírico de los objetos. No es sino la lógica de
la “ciudad letrada” de Rama: “…sólo ella es capaz de concebir, como pura especula-
ción, la ciudad ideal, proyectarla antes de su existencia, conservarla más allá de su eje-
cución material” (Rama 1984:46).

Conclusión

La construcción territorial, como vimos, es un acto subjetivo en tanto el ima-


ginario socio - cultural de los sujetos o de una comunidad interviene en la producción
de “imaginaciones territoriales” que implican un determinado ordenamiento de lo real
y consecuentemente una apropiación del espacio que debe justificarse o legitimarse
por medio del relato, del discurso.
Las textualidades que produjeron los descubridores - conquistadores durante
el período colonial, conocidos como Cartas o Relaciones, nos permitieron advertir, por
un lado, una construcción territorial configurada desde su imaginario socio -cultural
que se particulariza por los cruces entre lo real y lo imaginario, entre los “discursos
reales” y los “discursos ficcionales”. Por otro lado, el ordenamiento del espacio ope-
rado desde la lógica del colonialismo europeo conlleva, por ende, la negación de lo
“otro” distinto (de los nativos – indígenas).
Para concluir, debemos decir que toda propuesta que intente dar cuenta de la
construcción territorial durante el período colonial en América Latina debería ser capaz
de articular la “imagen territorial” producida por los tres grupos señalados por W. Mig-
nolo. Con ello se lograría una mirada abarcadora y plural, capaz de mostrar el complejo y
real mapa que configura el continente y a sus habitantes y las relaciones entre éstos. Y si
bien este trabajo no ha cumplido con esta expectativa y se ha centrado sólo en uno de
los grupos (el de los conquistadores - colonizadores) tiene el valor de representar una
apertura hacia una investigación mayor que logre aquel cometido a futuro.

Bibliografía

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517
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

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518
LIII
LITERATURA E IDENTIDAD. FRONTERAS DEL
DISCURSO Y RELATOS IDENTITARIOS EN LA
REGIÓN PAMPEANA CORDOBESA
Marcela Fabiana Melana - Fabián Gabriel Mossello
Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Humanas
Universidad Nacional de Villa María
marcelamelana@gmail.com - fmossello@gmail.com

E n los últimos años se ha asistido a una verdadera expansión de los llamados


relatos del Yo. Biografías, autobiografías, relatos de vida y de viajes exponen
sus escrituras y reconfiguran la escena de la literatura argentina a través de
nuevas formas de la subjetividad e identidad.
De este modo, la problemática de la identidad ha tenido una expansión signi-
ficativa, ‘impregnando’ buena parte de los estudios en Ciencias Humanas y Sociales.
“Así, han cobrado importancia, tanto las“identidades étnicas, regionales, lingüísticas,
religiosas, (…) [como] los nuevos espacios (…) de las identidades políticas (…) las
nuevas ciudadanías, (…) culturales, sexuales, de género” (Arfuch 2002:42).
Las reflexiones en torno al lenguaje y su capacidad constructiva del mundo, el
llamado ‘giro lingüístico’, puso en tela de juicio los principios estáticos del esencialis-
mo, para redefinir la identidad como una “construcción nunca acabada, abierta a la
temporalidad, la contingencia, una posibilidad relacional sólo temporariamente fijada
en el juego de las diferencias” (Arfuch 2002:45). Es decir,

La identidad no es una esencia metafísica que define a los individuos más


allá de cualquier conciencia que puedan tener de ella (...) sino una auto-
descripción en el seno de una comunidad que los agentes hacen propia a
través de la socialización y que puede visualizarse empíricamente en las
expectativas y códigos que ponen en funcionamiento cuando se embar-
can en acciones comunitarias (Kaliman 1987:286).

Estas autodescripciones son ‘haceres’ y ‘decires’ históricos, culturalmente mo-


dulados por todos los factores que hacen de las sociedades espacios dinámicos y cam-
biantes.

519
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

En este marco de teorías, en relación con las problemáticas identitarias


emergentes, “la narrativa, como perspectiva teórica y analítica, adquirió relevancia,
tanto para la disciplina histórica como para las ciencias sociales, sin desmedro por
cierto de la teoría literaria” (Arfuch 2007:5). Este hincapié en la narración, implica
reflexiones que enfatizan la “dimensión (...) simbólica de la identidad; el hecho de que
ésta se construya en el discurso y no fuera de él (…), coloca la cuestión de la
interdiscursividad social, de las prácticas y estrategias enunciativas, en un primer
plano” (Arfuch 2003:21).
Así, y como consecuencia de lo dicho, el énfasis en la narración proyecta una
serie de prácticas discursivas al espacio de las discusiones sobre la identidad, cobrando
importancia “la microhistoria, la historia oral, la historia de las mujeres, el recurso de
los relatos de vida y los testimonios” (Arfuch 2003:22).
Para Paul Ricoeur (1995), autor clave para las reflexiones identitarias contem-
poráneas, es necesario separarse “de la ‘ilusión sustancialista’ de un sujeto ‘identico a sí
mismo’, pero sin desatender, sin embargo, el principio esencial de autoreconocimien-
to” (Arfuch 2003:26). Al problema de una identidad “entendida en el sentido de un
mismo (ídem), se sustituye la identidad entendida en el sentido de un sí mismo (ipse);
la diferencia entre ídem e ipse no es sino la diferencia entre una identidad sustancial o
formal y la identidad narrativa. La identidad narrativa, así, se articula entre el polo de la
mismidad, “que cubre todo aquello [del] sentido clásico de la noción de identidad”
(Robin 1996:38) y la “ipseidad, es decir, la idea de una identidad que no está nunca
terminada” (Robin 1996:39).
Creemos que la noción de identidad narrativa supone un punto de partida
germinal para los estudios de memorias, relatos de vida y otras formas de escritura
atravesadas por los ritmos de la oralidad, con sus desfasajes, asimetrías, lapsos, silen-
cios. En el intervalo entre lo mismo y la promesa de lo que será la identidad, la narra-
ción articula en forma dinámica las oscilaciones entre el tiempo de la historia, que es
un fragmento de vida, y el del relato.
Así en esta comunicación hablaremos de un proyecto de investigación cuyo
objetivo fue recopilar y analizar literatura producida en la provincia de Córdoba; dicho
proyecto está inscripto en el espacio de las literaturas del Yo y atravesado por la emer-
gencia de nuevas identidades. En particular se destacan en este trabajo las identidades
de descendientes de inmigrantes, sus viajes, sus exilios, sus trabajos en el contexto de
la región pampeana de dicha provincia.
De este modo en nuestra investigación nos dedicamos al estudio de relatos
que aparecían en el contexto de la región pampeana cordobesa -Villa María y su zona
de influencia- y que presentaban las notas características de narraciones con importan-
te valor identitario. En estos textos se destacaban con intensidad, historias de persona-
jes, familias y grupos rurales y ciudadanos; hechos asociados al surgimiento del ferro-
carril; las fiestas locales y regionales; los pequeños emprendimientos industriales y los
sucesos extraordinarios que modificaron la topografía cultural de una región del cen-
tro del país. Hechos que cobraban visibilidad a través de la literatura y actualizaban
dos aspectos clave a nuestro entender.
Por un lado, las problemáticas de la identidad cultural y los distintos modos
en que se construye, difunde, modifica y también olvida en función de contextos

520
Literatura e identidad. Fronteras del discurso… M. MELANA y F. MOSSELLO

históricos y culturales. La literatura aparecía, así, como un modo de reescribir la histo-


ria, en particular la de los inmigrantes europeos, enfatizando algunos aspectos y ‘ne-
gando’, ‘olvidando’ otros.
Y por otro, las problemáticas de la escritura y su desarrollo sistemático como
herramienta clave para dar cuenta de los modos en que se construyen esas identidades
culturales.
En este sentido, nuestras indagaciones nos fueron llevando a trabajar la rela-
ción entre identidad, escritura y literatura en dos planos complementarios. En primer
lugar, el plano de la identidad asociada con las historias individuales y familiares. La
escritura de la memoria potencia la emergencia de las historias densas y complejas de
individuos y familias sin voz, ausentes o perdidas en el tiempo. Un nombre propio,
una descripción de la habitación de la infancia o el juguete más añorado, son motivo
para reescribir un fragmento de historia.
En segundo lugar, pudimos considerar las identidades que van más allá de los
individuos, es decir, los que expresan grupos y subgrupos que comparten intereses y
objetivos afines y cohabitan un espacio y una historia comunes. Estas identidades son
importantísimas a la hora de redefinir el rol del sujeto en el marco de una sociedad.
Así, al trabajar desde la ficción, la posición del sujeto y su particular relación con la
historia, emergen temas compartidos como los inmigrantes y sus gestas; lo nativo y lo
extranjero; los exilios; los encuentros y desencuentros generacionales; la dureza de la
vida en el campo y en la ciudad; los trenes y los viajes; las fiestas, entre otros.
El rastreo de textos literarios para construir un corpus, supuso, en esta etapa,
un trabajo casi etnográfico, a partir del cual los relatos, que iban apareciendo, confir-
maban la presencia de ciertos ejes temáticos configurados en torno a la voz de un
enunciatario que asumía, en la mayoría de los casos, una voz autobiográfica que rees-
cribía un fragmento de historia personal.
Los tipos de relatos que emergían manifestaban las notas de las narrativas del
Yo, en particular los relatos de vida en los que se mezclaba inexorablemente el trabajo
de la ficción y los recursos de la no-ficción que convalidaban las referencias de las
historias en torno a determinados ejes.
Un primer eje se organizaba a partir de historias relacionadas con personajes y
familias, en los que se ritualizaba la escena familiar de campo, la constitución de una
arcadia campestre y el proceso de la autosubsistencia en la producción de alimentos.
Dos textos emblemáticos: Un recuerdo de infancia: ¡de carneada!; Los panes y la bolsa (Melana
y Mossello 2007).
El segundo vinculaba historias que tienen como centro al tren; el ferrocarril
reviste la importancia de ser el eje civilizador, el enlace cultural entre las diferentes
localidades. Dos textos emblemáticos: El tren lechero; Viaje en tren (Melana y Mossello
2007).
En tanto, el tercer eje estaba relacionado con historias en torno a las festivi-
dades tradicionales que recuperan los rituales, entre la asimilación y la memoria de
Europa. El carnaval ocupa casi toda la escena de los textos, festividad con espesor
significativo, punto de reunión de las poblaciones y casi única expresión artística de las
comunidades de agricultores. Se destacan: Tiempos de carnaval; ¡Viva el corso! (Melana y
Mossello 2007).

521
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Por último, aparecían historias de cine y de circo, dos espacios privilegiados


del espectáculo colectivo y asociados a lo lúdico. Los cines reconstruyen los enlaces
entre las metrópolis y las pequeñas comunidades pampeanas; conexión, además, entre
los paradigmas culturales exógenos -Buenos Aires o América y Europa- y las costum-
bres de la colonia rural. El circo es, asimismo, un capítulo clave para entender la géne-
sis de teatros, salas de espectáculos y distintas agrupaciones de danza y baile que cada
pueblo tuvo en su historia. Los textos: Cotito, el cirquero; El circo; El cine Odeón (Melana y
Mossello 2007).
Llegábamos a la conclusión de que la literatura es el lugar donde se daba cuen-
ta de la idiosincrasia cultural, de la imbricación de los saberes individuales con los
colectivos, de la relación entre datos del mundo empírico y las construcciones imagi-
narias; de las ligaduras entre realidad y subjetividad.
Los relatos de vida estudiados manifiestan, entonces, los trazos de una identi-
dad “‘puesta en trama’, al modo en que se articulan tiempos, voces, protagonistas en
los diversos planos de la narración, una forma que es a la vez una puesta en sentido”
(Arfuch 2007:22).
La identidad aparece, así, soportada en una memoria cognitiva (en relación al
saber), una memoria pragmática (del hacer) y una memoria emotiva (de las pasiones
puestas en juego), que articulan el relato del Yo y le permiten nombrarse como parte
de un mundo en su carácter de ser, su mismidad. Referencia explícita a unas ascenden-
cias, a través de una memoria de lo contado, más que de lo vivido. Protomemoria en
el sentido que se constituye a partir de los fragmentos de historias contadas al Yo, en la
mayoría de los casos por informantes calificados, como padres, tíos, abuelas, entre
otros coterráneos y próximos al espacio de experiencias y constitutivos del contorno
etnocultural de partida del enunciador. En este nivel, la identidad se completa con las
referencias cliché de relatos de inmigrantes: “buques”, “Italia”, “nieve”, entre otros,
para construir el viaje, motivo recurrente como espacio móvil de la esperanza.
Además, el relato del Yo se constituye en relación al otro y su entorno, a través
de un mundo narrado, espacio vivencial de unos itinerarios hechos de ‘retazos’, ‘jiro-
nes’ -las microhistorias-. Surge así, una identidad no fijada, móvil, dinámica que inten-
ta construirse en relación a lo otro -personajes, espacios, circunstancias, que satelitan
en torno al Yo. Es este polo, el de la ipseidad, en el que se enfatizan las relaciones inten-
sas con la población vernácula, como modo de abrir el relato a otras voces, según lo
propuesto por Bajtín, (1989) y propiciar la actividad dialógica de una identidad inte-
grada entre las dos culturas dominantes (criolla y gringa).
En algún sentido se estaba constituyendo un entorno de recurrencias no sólo
temáticas, sino también retóricas -por el uso de cierto lenguaje- y enunciativas -en
relación con la construcción de la voz que dice-, lo que en términos de Iuri Lotman
son fenómemos dentro de una semiósfera discursiva. Si consideramos la “semiósfera
[como ese] (...) espacio semiótico fuera del cual es imposible la existencia misma de la
semiosis, [Y que] Las semiósferas no se encuentran aisladas, sino que tienen carácter
grupal” (Lotman 1996), la literatura comprendida en nuestro corpus parecía recortar
un espacio acotado, dentro de un campo mayor de literaturas regionales. Espacio que
se valía del discurso de ficción para contar unas versiones de la historia de antiguos

522
Literatura e identidad. Fronteras del discurso… M. MELANA y F. MOSSELLO

inmigrantes, desde la perpectiva de sus descendientes, lo que implicaba operaciones


discursivas específicas.
En el interior de esa semiósfera, los textos (cuentos, poemas y otras escrituras
más cercanas a los relatos de vida y experiencias autobiográficas) interactuaban actua-
lizando una frontera de discursos, separando sutilmente lo que Lotman llamó el espa-
cio semiótico del alosemiótico. Es decir, una semiósfera discursiva atravesada por las
rutinas de la literatura, con sus géneros, temas, formas retóricas de comienzo y fin del
relato y de usos específicos del lenguaje, con frontera en otro espacio de prácticas no-
discursivas - o no discursivizadas-, más asociadas con las formas del relato oral y géne-
ros primarios (Bajtín 1989) en forma de centencias, chistes, refranes y otras microes-
tructuras de la discursividad no letrada. Fenómenos alosemióticos que se asocian con
aquello que Giddens denomina conciencias prácticas y que en nuestro corpus se cir-
cunscriben, casi exclusivamente, a los haceres rurales de fines del siglo XIX y primeras
décadas del XX, junto con los primeros itinerarios urbanos de la región en formación.
Así, un enunciador memorialista y con énfasis en lo pasional, arma una ver-
sión de su pasado compuesto de detalles y nutrido de recuerdos vagos, enfrentados,
globales, flotantes, particulares o simbólicos, lejos de la objetivación histórica y cerca-
na al mundo vivencial del Yo. En algún sentido hay un proceso de traducción de un
afuera a un adentro; de un afuera, constituido más por los haceres de actores sociales
que viven una existencia no discursiva (espacio alosemiótico) y un adentro que recon-
vierte ese material no textualizado en discurso literario (semiósfera 1). En esta traduc-
ción se juegan, como indicamos, por un lado procesos de narrativización, de literaturi-
zación y de reconversiones de las historias en argumentos de ficción; por otro, y en
sentido inverso, los personajes de los relatos se anclan en referencia a unas historias
vividas, es decir, la literatura se orienta hacia el referente.
Por todo esto podríamos decir que los relatos recogidos en este libro consti-
tuirían fenómenos de frontera, no sólo fronteras espaciales que delimitan una separa-
ción geografíca casi no existente, entre lo inmigrante y lo criollo; sino, además, y en el
sentido plenamente bajtinano, una frontera que alude a la cultura, en tanto

no se debe imaginar el dominio de la cultura como un conjunto espacial


encuadrado por sus fronteras y teniendo, al mismo tiempo, un territorio
interior. El dominio cultural no tiene territorio interior: está situado en
las fronteras -las fronteras le recorren por todas partes, a través de cada
uno de sus aspectos-. Todo acto cultural vive, de manera esencial, en las
fronteras: en esto reside su seriedad e importancia, alejado de las fronte-
ras pierde terreno, significación, deviene arrogante, degenera y muere
(Bajtin 1989).

La problemática de la identidad y la literatura trabajada desde las teorías discur-


sivas y semióticas expuestas, permite iluminar sectores relegados por los enfoques
sustancialistas. La idea de un intercambio dinámico entre distintas esferas del discurso,
supone visibilizar, no sólo temas recurrentes, estilos y retóricas, sino hacer presente
los mecanismos que hacen de la literatura un tipo de práctica situada en las fronteras
del discurso, entre un ‘afuera’ de referencia histórica, cultural, social y un adentro todo
discurso, todo escritura hablando sobre lo que creemos ser.

523
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

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524
LIV
LA EMERGENCIA DE UNA SUBJETIVIDAD
AFROAMERICANA EN LA POESÍA DE NICOLÁS
GUILLÉN Y LUIS PALÉS MATOS
Giselle De la Cruz
Universidad Nacional de Río Cuarto
giselle_dlc@hotmail.com

Introducción

P ara hablar de literatura centro caribeña o antillana y las subjetividades que cons-
truye discursivamente no podemos hacerlo sin partir y enmarcarnos en la pro-
blemática más amplia y global sobre la literatura latinoamericana o “nuestra litera-
tura” como lo llaman muchos pensadores. Hoy por hoy, de acuerdo con lo que sostiene
Cornejo Polar, está en boga pensar a nuestra literatura como muchas literaturas imbrica-
das entre sí de manera belicosa y conflictiva; así como no se deja de asociar con, re-
flexionar sobre, y buscar la pretendida originalidad de la misma; es decir, qué o cuáles
son los componentes que hacen que esta literatura se distinga de las demás, que sea
propia y única de este bloque geográfico, histórico y cultural como es Latinoamérica.
La originalidad de nuestra literatura es buscada y visualizada desde cómo las
producciones literarias que surgen de nuestros espacios culturales diversos intentan
alejarse y transformar los parámetros y cánones que guían la literatura europea oficiali-
zada. Ello no implica dejar a un lado y tirar por la borda el legado que la cultura occi-
dental europea ha dejado a nuestra literatura, sino que significa el ingreso de elementos
que hacen a las cosmovisiones de las otras culturas alternativas que coexisten con la
occidental en América para dar lugar a un producto transculturado nuevo. La búsque-
da y el logro de la originalidad en nuestra literatura están en consonancia con el pro-
yecto mayor de construcción de una identidad latinoamericana.
A partir del binomio “otros-nosotros” que da lugar a la construcción de un
otro cultural cuyas prácticas resultan deslegitimadas por la falta de similitud con las
occidentales y forman parte de un circuito alternativo, estamos acostumbrados a en-
contrar la originalidad en el “otro-indio” olvidándonos de la consideración y estudio
del “otro-negro afroamericano”, el cual también ha vivenciado los procesos de con-
quista y colonización como los procesos históricos posteriores que ha atravesado el
continente. Este sujeto negro afroamericano, descendiente de africanos traídos como

525
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

esclavos hacia América, es portador de todo un acervo cultural propio que aporta su
dosis de originalidad al momento en que ingresa en las letras latinoamericanas. Especí-
ficamente en la literatura que se produce en las zonas caribeñas o antillanas, espacios
históricos culturales cuya gran parte de la población es integrada por negros y mulatos.

Palés Matos y Guillén: Emergencia de la cultura afroamericana en poesía

Así, las producciones líricas de Luis Palés Matos y Nicolás Guillén apuntan
hacia la búsqueda de la originalidad literaria y de una identidad antillana desde la inclu-
sión de elementos pertenecientes a la cultura desarrollada por los descendientes afri-
canos nacidos en América. La poesía de ambos autores es contemporánea y emerge
con peso a finales de la década del veinte del siglo anterior y continúa produciéndose
durante toda la década del treinta. Momento histórico que es visto por muchos críti-
cos como el “redescubrimiento del negro” (por parte de la raza blanca) debido a la
confluencia de factores tales como la publicación de varios estudios antropológicos
sobre África, la emergencia del concepto de la “negritud” de Aimé Césaire, el éxito de
nuevos géneros musicales como el son en Cuba, el jazz y el blues en Estados Unidos;
el auge del movimiento artístico Harlem-Reinassance, la poesía de Emilio Ballagas, la
pintura de Picasso con su plástica africana y la presencia de las vanguardias artísticas
como el surrealismo que ponían su acento en lo instintivo y la irracionalidad. Estos
factores indujeron que la mirada se enfoque en el negro como sujeto cultural.
La poesía de Nicolás Guillén en Cuba como la de Luis Palés Matos en Puerto
Rico, líricas que hicieron de la “negritud” de Césaire una práctica poética, significaron
tanto para el habitante negro como blanco reconocer la importancia de lo africano en
la cultura de su propio pueblo y el mestizaje como fenómeno consustancial con su
propia herencia (Cornejo Polar 1990). Y la literatura, en este contexto histórico, se
vuelve camino viable para la búsqueda del ser centroamericano, un ser que pueda
aceptarse a sí mismo como mestizo cultural a partir de propuestas estéticas que se
distancien de la imitación servil de los modelos culturales impuestos por Europa y que
permitan la confluencia de la cultura africana con la impuesta por el colonizador
(Zambrano s/f).
De esta manera, la poesía de estos autores, en la búsqueda de unas letras que
sean consecuentes con la idea de originalidad de nuestra literatura y de una verdadera
identidad como sujetos mestizos, construye discursivamente una subjetividad que po-
dríamos llamarla “negra” en cuanto manifiesta una cosmovisión heredada de los afri-
canos traídos hacia América.
La misma puede vislumbrarse en los poemas si prestamos atención a las estra-
tegias compositivas que ambos autores utilizan por igual para expresarla, éstas resultan
los moldes formales indicados e inherentes para expresar dicha subjetividad. Por un
lado, podemos distinguir estrategias compositivas formales desde el uso frecuente de
recursos fónicos e innovación lingüística en cuanto a la inserción de vocablos y frases
pertenecientes a otras lenguas; y por otro lado, tópicos constantes como el de la belle-
za de la mujer negra, el sincretismo religioso, la dualidad del canto para expresar felici-
dad y tristeza, la invitación y ensalzamiento del mestizaje, y lo ritual que se realiza a
partir de la fiesta y la danza.

526
La emergencia de una subjetividad afroamericana… G. DE LA CRUZ

La subjetividad afroamericana: manifestación de una poética particular

Para desarrollar con detenimiento lo expuesto anteriormente, hemos tenido


en cuenta y analizado poemas varios que pertenecen a diferentes obras de los autores.
En el caso de Nicolás Guillén estudiamos poemas que se encuentran en Motivos de son
publicado en 1930, en Sóngoro Cosongo publicado un año después, y en El son entero pu-
blicado 1947. Con respecto a Luis Palés Matos nos detuvimos en poemas que se en-
cuentran en su obra Tuntún de pasa y grifería, poemario que es publicado 1937. Los ver-
sos de estos poemas nos servirán de ejemplo para ilustrar lo manifestado en cada caso.
Desde una lectura y reflexión comparativa de la obra de ambos poetas pode-
mos observar, y esclarecer desde un primer momento, que las construcciones discursi-
vas de la subjetividad negra que realizan cada uno no son iguales y no están sedimen-
tadas de la misma forma. Ambas tienen importantes aspectos en común, pero tampo-
co podemos dejar de señalar que en la poesía de Nicolás Guillén encontramos la ma-
nifestación de una cosmovisión afroamericana desde las experiencias cotidianas que el
poeta ha vivenciado en su cultura y desde el saber generacional y racial que le fue
transmitido por sus ancestros de ascendencia africana. Mientras que, en la poesía de
Luis Palés Matos encontramos en intento de manifestar una cosmovisión africana que
se encuentra determinada por los mitos y estereotipos que la cultura blanca ha creado
sobre la negra, lo cual no deja de revelar su condición de poeta blanco modernista.
Aun así, su poesía es valorable positivamente en cuanto utiliza estrategias compositi-
vas que resultan innovadoras en las letras oficiales y proponen la reconstrucción de la
identidad antillana.
Para dar paso al análisis/ deconstrucción de esta subjetividad recreada en los
poemas, en primer lugar, vamos a ver cuáles son las estrategias compositivas formales
y cuáles son los sentidos que aportan para la construcción de dicha subjetividad. Lue-
go, repetiremos el proceso con los tópicos que, en relación con la cultura afroameri-
cana, atraviesan la poesía de estos escritores.
En relación con las estrategias formales, todas ellas apuntan a recrear la idea
de poesía africana y de palabra como sonido y movimiento, sin concebirla de forma
desligada con la música: poesía, palabra dicha y música resultan cuasi sinónimos y
forman parte de un mismo modo de pensar. Es por ello que tanto la poesía de Guillén
como la de Palés Matos utilizan recursos poéticos que se caracterizan por consistir en
estrictamente fónicos, en ensalzar la dimensión rítmica y musical del lenguaje.
Uno de los recursos que hace más evidente la vinculación entre lenguaje y
musicalidad es la jitanjáfora, el cual podemos observarlo en varios poemas. La jitanjá-
fora, es un enunciado lingüístico cuyas expresiones o palabras son inventadas y care-
cen de significado en sí mismas. Así en Canto negro de Guillén podemos observar las
famosas jitanjáforas “Yamambó, yamambé”, “Mamatomba/serembé cuserembe”
(Guillen 2009:13) como en Pregón con “¡Quencúyere, quencúyere, /Quecúyere! (Gui-
llen 2009:24) y en Si tu supiera con “Sóngoro cosongo /sogo bé” (Guillen 2003b:3) por
citar algunos ejemplos.
En los poemas de este autor, comúnmente las jitanjáforas están dispuestas ti-
pográficamente como si se trataran del estribillo de canciones, al mismo tiempo que
suelen ser reiteradas a lo largo del poema. A partir del juego que el poeta hace con los

527
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

espacios en blanco y de la repetición, nos sugiere una lectura en términos musicales,


recreando en la decodificación una percepción auditiva melodiosa y armónica que nos
concentra en la pura captación de sonidos dejando afuera significados convencionales.
En Palés Matos, también observamos el mismo juego pero sin el uso de ji-
tanjáforas sino con versos que se erigen con estribillos. En algunos casos estos hacen
uso de anáforas y paralelismos. Por ejemplo, en Danza negra encontramos los versos
“Calabó y bambú/ Bambú y calabó” (Palés Matos 1993:95) que aparecen intermiten-
temente en los comienzos de las estrofas, los cuales logran generar el efecto rítmico
constante en el poema y en Canción festiva para ser llorada la estrofa “Cuba – ñáñigo y
bachata- / Haití – vodú y calabaza- / Puerto Rico –burundanga-” (Palés Matos 1993:
119) aparece de forma reiterada como el estribillo de una canción.
En el caso particular de Nicolás Guillén, su poesía es intencionalmente creada
como son, género musical propio de Cuba y que se configura como marca identitaria
para el cubano. Ello puede vislumbrarse en la métrica menor de los versos, en la ca-
rencia de rima y la transmisión de un mensaje de forma clara y convincente (Evora
1987), tanto como en las menciones que hace el yo lírico de su poesía como canto y
como son: “Atiendan, amigos, mi son, que empieza así”, “y mi voz entera es / la voz
entera del son” (Guillen 2003a:7).
Otro de los recursos retóricos utilizados para acentuar la sonoridad musical y
hacer de los poemas una experiencia auditiva es la onomatopeya. Éstas abundan en la
poesía de Palés Matos y recrean imágenes de la selva africana: “El cerdo en el fango
gruñe: pru-pru-prú. / El sapo en la charca sueña: cro-cro-cró” (Palés Matos 1993:95).
En la misma dirección, la poesía negrista de ambos autores también hace uso
permanente de otras tres figuras retóricas que ponen su acento en lo fónico, en la pro-
ducción de ritmo y en la dimensión lúdica del lenguaje, a saber: anáfora, aliteración y
paranomasia. En poemas de Guillén podemos encontrar anáforas como “Ébano real, yo
quiero un barco, / ébano real, de tu negra madera”, “Hay que andar, / hay que mirar
para ver, hay que andar” (Guillen 2003a:5). La anáfora, al igual que la jitanjáfora, es ma-
yormente utilizada en los poemas para los versos se configuran como “estribillos”.
También en la lírica del poeta puertorriqueño encontramos anáforas como “por ti crepi-
tan bombas y bámbulas; / por ti calendas desenfrenadas” (Palés Matos 1993:155).
La aliteración, que consiste en la repetición de esquemas consonánticos, a par-
tir de su uso frecuente en la poesía de Palés Matos, permite recrear y remitirnos a so-
nidos propios de instrumentos musicales, específicamente del tambor, uno de los
instrumentos musicales más ligados con la cultura africana: “ y sordo gruñido de gon-
go”, “-rumba, macumba, candombe, bámbula”- (Palés Matos 1993:155). Este recurso
también aparece en poemas de Guillén y podemos encontrar incluso estrofas sosteni-
das por aliteraciones, cuyos sonidos también se asemejan a instrumentos de percusión
y llevan al extremo la dimensión lúdica: “Tamba, tamba, tamba, tamba, / tamba del
negro que tumba, / tumba del negro, caramba, / caramba, que el negro tumba: /
¡yamba, yambó, yambambé!” (Guillén 2009:13).
En el mismo sentido que se utiliza la aliteración y la anáfora, se continúa el
juego con la lengua con la utilización de paranomasias: “ritma una conga bomba que
bamba” (Palés Matos 1993:114); “y el remo, rema, interroga” (Guillén 2003a:10).

528
La emergencia de una subjetividad afroamericana… G. DE LA CRUZ

Continuando con las estrategias formales, en la poesía negrista podemos ob-


servar, en correspondencia con la búsqueda de originalidad, innovaciones en la lengua
literaria. Además de la utilización de figuras retóricas canonizadas como las que vimos
anteriormente, las líricas de estos autores permiten el ingreso de vocablos, neologis-
mos, y variedades lingüísticas que pertenecen a una voz alternativa, que no era resca-
tada en la literatura: la voz del negro africano. Así, concibiendo siempre a las lenguas
como portadoras de una cosmovisión, los poemas resultan multilingüísticos en cuanto
fusionan el español con términos que provienen de las lenguas africanas así como lo
adaptan a la variedad lingüística particular de los negros descendientes de africanos
nacidos en América. De esa fusión es que surge una cosmovisión nueva portadora de
una subjetividad afroamericana particular.
En Motivos de son de Nicolás Guillén, el lector se encuentra con ocho poemas
escritos de manera tal que recreen el español hablado por los negros americanos, con
el traspaso de marcas de la oralidad a la escritura. La recreación de esa variedad se
produce a partir de cambios fonológicos que el poeta realiza a conciencia: seseo, es
decir, cambio de “c “por “s”, “cuando te disen negro bembón”; cambios de “v” por
“b”, “Anoche te bi pasá / y no quise que me biera”; proliferación de apócopes,
“Bembón así como ere, / tiene de to”, “tu no sabe inglé”, contracciones, “be p’aya”,
“ben p’acá”; yeísmo “Camina, negra, y, no yore”; asimilación, “sin acoddadte de mí”.
No sólo hay poemas escritos en esta variedad lingüística sino que también
existen casos en los que se introduce algunos versos escritos en lengua africana. Esto
podemos observarlo por ejemplo en el poema Ébano real en El son entero: “Arará, cué-
vano, / arará sabalú” (Guillén 2003a:5).
No obstante, el cambio introducido en la lengua literaria es fundamentalmen-
te percibido a partir de la proliferación de vocablos que derivan de lenguas africanas,
así como de vocablos de esas lenguas surgidos en sincretismo con el español, como
vocablos que designan objetos propios del espacio geográfico y cultural en el que sur-
gen. La abundancia de estos en la poesía no sólo de Guillén sino primordialmente en
la lírica de Palés Matos, generan un acercamiento al lector con la cultura popular na-
cional desde una de las dimensiones más vivas que es lenguaje y expresan un modo de
pensar a partir de los conceptos que están contenidos en esos vocablos, originarios de
ese espacio, cultura y momento histórico particular.
Tuntún de pasa y grifería del poeta puertorriqueño nos crea la atmósfera cultural
afroamericana a partir de términos como “ñañiguería”, “congada”, “maraca”, “gongo”,
“macaca”, “funche”, “mondongo”, “rumba”, “malecón”, “mandinga”, “lingo”, “mari-
yandá”, “jungla”, “manigua”, “candombe”, “mayombera”, “embó”, “sofrito”, “limbo”,
“cocal”, “fango”, “melaza”, “macumba”, “bámbula”, “zafra”, entre otros tantos ejem-
plos. Incluso, crea neologismos a partir de palabras africanas como ocurre con “papa-
mientosas” y “pataluesas”, derivadas ambas de papamiento y patois correspondiente-
mente, palabras que refieren a lenguas habladas en islas antillanas. En la poesía de Gui-
llen encontramos vocablos como “cañaveral”, “tambor”, “caimán”, “Zambeze”, “con-
gó”, “songo”, “caramba”, “rumbera”, “chévere”, “jícara”, “cumbancha”, “zumba”,
“conga”, “bongó”, “zafra”, “jarana”, “mango”, “mamey”, “yoruba”, “lucumí”, “man-
dinga”, “carabalí”, entre otros.

529
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Hasta aquí hemos visto las estrategias compositivas que expresan una subjeti-
vad afroamericana desde el plano de lo formal. Ahora bien, vamos a ver cómo esta se
expresa también a partir de los tópicos que esta poesía de la negritud aborda y como
éstos se asocian y se vinculan entre sí.
Uno de los tópicos que atraviesa esta poesía y se corresponde con la intención
de exaltar la particularidad antillana es la expresión e invitación al mestizaje cultural,
característico de todos los pueblos de Latinoamérica. La lírica de Palés matos y Gui-
llén reconoce la existencia una cultura nacional a partir de la fusión de la cultura negra
con la cultura blanca, al mismo tiempo, que la fomentan y la festejan en cuanto resul-
tan representativas de su condición de puertorriqueño y cubano respectivamente. Se
trata de la imposibilidad de pensar a estos pueblos sin el componente cultural que
aporta el negro.
El poema de Guillén Son nº 6 resulta paradigmático en relación con lo expues-
to: “Estamos juntos desde muy lejos, /jóvenes, viejos, / negros y blancos, todo mez-
clado; / uno mandando y otro mandado, / todo mezclado” (Guillén 2003a:7). El poe-
ta manifiesta en pocos versos un estado cosas en el que si bien existe una subordina-
ción racial, ello no ha impedido que el peso de la historia y el paso del tiempo hicieran
lo suyo dando lugar al mestizaje cultural. Aun así, anida la esperanza de lograr la igual-
dad para todos los cubanos: “Adivinanza de la esperanza: / lo mío es tuyo, / lo tuyo
es mío; / toda la sangre / formando un río” (Guillén 2003a:7).
En otros poemas también podemos notar cómo el yo lírico pretende remarcar
la presencia de los dos componentes culturales y como ellos se unifican: “Pero mi
repique bronco, / mi profunda voz, / convoca al negro y al blanco, / que bailan el
mismo son, / cueripardos o almiprietos / más de sangre que de sol, / pues quien por
fuera no es de noche, / por dentro ya oscureció” (Guillén 2009:6).
En el caso específico de la poesía de Guillén, la concepción de una Cuba que
no puede pensarse sin su componente cultural africano se revela en la fuerte identifi-
cación que manifiesta el yo lírico con los grupos étnicos del África: “Yoruba soy, soy
lucumí, / mandinga, congo, carabalí” (Guillén 2009:7).
Versos de Palés Matos, por su parte, también expresan la particularidad de las
Antillas desde las categorías del mestizaje y desde la presencia ineludible del negro. En
el poema Ten con ten, título idóneo para anunciar la naturaleza puertorriqueña ya que
consiste en una expresión popular que se utiliza para expresar el movimiento de osci-
lamiento entre una cosa y la otra, podemos constatar lo dicho: “Al ritmo de los tam-
bores / tu lindo ten con ten bailas, / una mitad española / y otra mitad africana”
(Palés Matos 1993:139-140). Estos versos sugieren la lectura de un Puerto Rico que no
puede negar su ascendencia africana, porque ésta se delata por sí sola y es la que apor-
ta la particularidad propia del pueblo al ser una de las mitades culturales que se unen
con la española. Por lo tanto, la ascendencia africana no se trata de un componente
cultural vergonzoso sino glorioso, digno de ser festejado, en cuanto contribuyen a
diferenciar al pueblo de Puerto Rico frente a otros pueblos latinoamericanos.
Como se ha dicho en párrafos anteriores, existe en la poesía de estos autores
una arraigada asociación entre lenguaje y música. De ésta nace el tópico del canto y la
danza. Ambos, a su vez, están asociados otros aspectos relevantes a la subjetividad
afroamericana.

530
La emergencia de una subjetividad afroamericana… G. DE LA CRUZ

El canto, una de las manifestaciones vitales por excelencia, que posee una va-
loración humana altamente positiva y en general está vinculado con la alegría, paradó-
jicamente en la lírica de Guillén y Palés Matos podemos observar que el canto en va-
rias ocasiones va acompañado de la pena, la pena existencial que escinde al mestizo
afroamericano: “Yoruba soy, / cantando voy, / llorando estoy” (Guillén 2003a:7);
“bebe el negro su pena fría / alelado en la melodía/ que le sale de las entrañas” (Palés
Matos 1993:101). Así, el canto, para el negro africano es considerado como “alegre
llanto”, posibilidad feliz de expresar libremente su angustia, como un constitutivo de
la esencia del afroamericano: “Nuestro canto / es como un músculo bajo la piel del
alma, / nuestro sencillo canto” (Guillén 2009).
Sin embargo, la danza, la otra manifestación vital por excelencia, en los poe-
mas siempre va unido de la fiesta, ocasión propicia también para conectarse con la
espiritualidad religiosa: “¡Que rompa el son caliente, / y que lo baile la gente, / pecho
con pecho, / vaso con vaso / y agua con aguardiente!” (Guillén 2003a:8).
De esta manera, danza, canto y fiesta unificados adquieren la condición sa-
cramental de ritual, ritual en cuanto implica un modo de conexión con la sensación
íntima de libertad así como de experiencia religiosa.
Haciendo mención a la religiosidad, el sincretismo religioso, es decir, el culto a
entidades divinas que surge de la convergencia y fusión de dos credos diferentes, es
también un tópico recurrente ya que forma parte de la manera de concebir el mundo y
de la cultura popular del afroamericano. El sincretismo, en las regiones de Centroamé-
rica, se da con la trasfiguración de deidades africanas en deidades cristianas.
En los poemas de Nicolás Guillén, el sincretismo religioso es observable en
cuanto encontramos poemas que refieren explícitamente a las deidades africanas,
poemas que refieren a las deidades cristianas, a las trasfiguraciones de las deidades
africanas, y poemas cuyos versos metaforizan dicho sincretismo. Ejemplo de este
último caso son unos versos de La canción del bongó: “Santa Bárbara de una lado, / del
otro lado, Changó” (Guillén 2009:6). Changó, desde la religión africana yoruba, es uno
de Orishas del panteón, simboliza los truenos, los rayos, la justicia, la virilidad, la dan-
za, y el fuego así como la alegría de vivir, la pasión, la inteligencia y las riquezas. Éste,
en el culto pagano religioso sincretizó con Santa Bárbara y San Marcos; de manera
que, estos versos al ilustrar la dualidad y fusión de dos credos en el culto religioso, son
también metáforas del mestizaje cultural que caracteriza a Cuba.
Con respecto a la poesía de Palés Matos, hallamos varios versos que hacen
referencia al sincretismo religioso a partir del nombramiento del culto mismo “cuece
la noche mayombera” “Cuba- ñáñigo y bachata- / Haití - vodú y calabaza” (Palés
Matos 1993:119), como también de deidades “el negro embó de Obatalá” “y la Nigri-
cia es toda dientes / en la tiniebla –ñam-ñam” (Palés Matos 1993:100); y personajes
históricos que por sus acciones heroicas o mitos que giran en torno de ella han pasado
a formar parte de la espiritualidad religiosa de los afroamericanos de las Antillas “Jun-
gla africana- Tembandumba / Manigua haitana – Macandal” (Palés Matos 1993:97).
La fusión explícita de credos, africano y cristiano, se observa en versos como: “¡Gloria
a Dios en las alturas / que nos trae por fin al ñáñigo!” (Palés Matos 1993:125).
Otros tópicos recurrentes que podemos percibir en los versos de estos auto-
res aluden a las concepciones y asociaciones de significado en cuanto a los géneros

531
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

femenino y masculino. Los sujetos femeninos, es un tema que aparece en un buen


número de poemas y se los encuentra siempre asociados a la idea de sensualidad, sen-
sualidad que se exalta aún más en las ocasiones rituales de encuentro espiritual con la
música y la danza.
En los poemas de Guillén, los sujetos femeninos creados discursivamente son
las mujeres de raza negra, mujeres que se caracterizan por despertar el desenfreno
sexual, específicamente cuando baila: “En el agua de tu bata / todas mi ansias nave-
gan: / rumbera buena, / rumbera mala”. En esta mujer, lujuriosa y complaciente, en
los cuerpos de éstas, está toda la belleza de la raza negra. Varias son las metáforas que
encontramos para aludir a su belleza particular:

Ésa/ es la fuerte gracia negra / de tu cuerpo desnudo; y ese caimán oscu-


ro/ nadando en el Zambeze de tus ojos; Piel, / carne de tronco quema-
do, / que cuando naufraga en el espejo; ahuma / las algas tímidas del
fondo; ¡prieta, quemada en ti misma, / cintura de mi canción! (Guillén
2009)

Los poemas de Palés Matos, por su parte, crean sujetos femeninos personifi-
cados en mujeres que resultan ser diferentes pueblos de las Antillas o divinidades co-
mo la Nigricia o la virgen africana Tembandumba. Los rituales que se realizan en tor-
no a estas divinidades, descritos en los poemas, también están asociados con el ero-
tismo y la danza:

Culipandeando la Reina avanza, / y de su inmensa grupa resbalan/ me-


neos cachondos que el gongo cuaja / en ríos de azúcar y melaza: Por la
encendida calle antillana/ va Tembadumba de la Quimbamba. / Flor de
Tortola, rosa de Uganda, / por ti crepitan bombas y bámbulas; / por ti
en calendas desenfrenadas / quema la Antilla su sangre ñáñiga; Es la Ni-
gricia. Baila el negro (Palés Matos 1993).

Es más, estas construcciones femeninas parecen estar en vinculación con todo


lo que representa la deidad africana Ochún u Oshun, divinidad de la religión yoruba,
que en oposición a Changó, representa todo lo femenino, la sensualidad, la coquetería,
y la sexualidad femenina. De allí una construcción discursiva de lo femenino como
expresión de lo sensual y de lo bello y estrechamente ligado con la herencia africana
religiosa.
Ahora bien, los efectos de sentido que generan las creaciones discursivas de su-
jetos masculinos son muy diferentes. En la poesía de Guillén y Palés Matos, uno de los
sujetos masculinos de mayor relevancia es el negro, éste cuando se lo alude, comúnmen-
te se lo vincula con la miseria y la pobreza, se lo nombra para designar el sufrimiento de
toda una raza, con un pasado atravesado por la condición de esclavitud:

El sol despertó temprano / y encontró al negro descalzo, / desnudo el


cuerpo llagado / sobre el campo; el negro, para fabricar/ el oro; / para
llorar en su destierro / por el camino de la mar; Negro con hambre,

532
La emergencia de una subjetividad afroamericana… G. DE LA CRUZ

piernas de soga, brazos de alambre (Guillén 2003a); Y hacia un rincón –


solar, bahía, / malecón o siembra de cañas- / bebe el negro su pena fría
(Palés Matos 1993).

Conclusión

Estos han sido los tópicos en común a la poesía de ambos autores y que sobre
todo apuntan a la manifestación de una subjetividad que es propia de los sujetos ame-
ricanos de raza negra. La misma se encuentra atravesada por un pensamiento musical
que estructura todas las formas lingüísticas, al mismo tiempo que estas permiten lograr
la música. De allí la fascinación por las manifestaciones musicales y su disfrute mate-
rializada en los tópicos de la danza y el canto. Danza y canto que permiten el ritual, la
experiencia religiosa del sincretismo, la expresión íntima de los sentimientos, la co-
nexión con el erotismo y la sensualidad. Danza y canto en tanto constituyen espacios
de libertad, espacios para poder ser: ser mestizos culturales, ser negros.
La emergencia de esta cosmovisión en la poesía ha contribuido a la construc-
ción de una literatura mucho más original, “nuestra”, en cuanto retomó el imaginario
de las culturas populares centro caribeñas sedimentadas todas ellas por la presencia del
negro y en cuanto significó el redescubrimiento, el ensalzamiento, la valoración positi-
va y un autoconocimiento del ser afroamericano, así como conocer una partícula del
diverso y heterogéneo ser y sentirse latinoamericano.

Bibliografía

CORNEJO POLAR, Antonio, “Para una teoría literaria hispanoamericana: a veinte


años de un debate decisivo”, Revista de crítica literaria latinoamericana, Nº 50, 1990.
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PALÉS MATOS, Luis, Tuntún de pasa y grifería, San Juan, Instituto de Cultura Puerto-
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/1/articulo12.pdf

533
LV
¿QUÉ ES EL ARTE? LA IDEA DEL ARTE
AMERICANO DESDE LA PROPUESTA DE
RODOLFO KUSCH
Laura Mir
Universidad Nacional de Río Cuarto
mir_laura@hotmail.com

Introducción

L o que nos proponemos en este trabajo es intentar una explicación de la idea de


arte americano que propone el filósofo Rodolfo Kusch. Lo primero que debe-
mos tratar de desentrañar es la idea de “lo americano”, y para eso vamos a
entender a la identidad como una construcción. Toda identidad es una construcción
de un nosotros, que se hace por oposición a otro. Said entiende que la construcción de
la identidad implica la construcción de opuestos y de otros cuya relevancia siempre
está supeditada a la interpretación y reinterpretación continuas de sus diferencias res-
pecto a nosotros. Hozven (1998) citando a Anderson (1996) expone que una identidad
es una “comunidad imaginada”, lo cual supone que no hay una esencia identitaria, es
una representación identificatoria de un grupo sociocultural e histórico que la lleva a
un nivel hegemónico como para decir “nosotros”, “nuestra cultura”, “somos esto”.
En esta noción identitaria debemos reconocer una construcción que es histórica y que
evoluciona y se transforma en función de la historia, de los cambios, por las disputas,
por la misma hegemonía, por eso, por ejemplo en literatura, el canon cambia, avanza.
Lo que antes era “la belleza” cambia de parámetros, por eso, cambia la forma, evolu-
ciona el arte también.
Los esencialismos son intentos de hegemonizar y congelar una construcción,
una interpretación de identidad que es histórica, y variable; si no variara podríamos
decir que esa imagen no reconoce las disputas políticas, las luchas por la hegemonía.
Cornejo Polar explica que a partir de los setenta surge la necesidad de produ-
cir una teoría latinoamericana sobre la literatura y su especificidad, pero el proyecto
de los 70 fracasó por suponer que la literatura latinoamericana era una y coherente y
que transportaba o expresaba los signos de una identidad también pensada en térmi-
nos globalizantes. Este fracaso de creer que era posible una homogeneización de la
idea de literatura americana, entró en crisis cuando comenzó a imponerse una imagen

535
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

variada y multiforme de la literatura latinoamericana. Hay muchos que reivindican la


condición múltiple, plural, híbrida, heterogénea o transcultural de los distintos discur-
sos que se producen en Nuestra América, manera en que Cornejo Polar reconoce a la
américa toda.
El planteo de Cornejo Polar es que la construcción del “objeto” no depende
solamente de una opción propia de la teoría, sino y sobre todo, de una opción inocul-
tablemente política acerca de quiénes (y quiénes no) formamos parte de Nuestra Amé-
rica. Ante este problema se evidencia otro, ¿cómo, con qué instrumentos, con qué
arsenal metodológico enfrentamos a este arte complejo y heterogéneo? Cornejo Polar
responde diciendo que no existe una respuesta, pero desde el momento que se asume
que nuestro arte (literatura) es muchas artes (literaturas) imbricadas, el pensamiento
crítico encuentra caminos excepcionalmente creativos para dar razón no sólo de la
heterogeneidad de las literaturas latinoamericanas, sino también de esas muchas “to-
das” las sangres que se entreveran entre nosotros, en nosotros, y que tenemos la posi-
bilidad de vivir en cada una de nuestras patrias, todas las patrias, como lo explica José
María Arguedas, en cada uno de los textos que el escritor peruano escribe para poder
explicar el problema de la heterogeneidad que se encuentra en América.
Elegimos para pensar la idea del arte americano desde la mirada que plantea el
filósofo argentino Rodolfo Kusch. Si él no hubiera hablado del arte americano de un
modo esencialista y generalizante, no hubiera servido políticamente su gesto porque si
hablaba de las diferencias ad intro, es decir, al interior de América, de diferencia de
clases, sectores, lenguas, etnias, historias, culturas, no tenía algo fuerte para oponerse a
Europa. El gesto valioso de Kusch es la mirada del arte americano en el contexto y su
por qué, lo que conlleva un significado político anti-eurocéntrico.

La perspectiva de arte desde la concepción de Rodolfo Kusch

Rodolfo Kusch en el tomo IV de las obras completas (2000 [1959]), bajo el


título Planteo de un arte americano, presenta este pensamiento: “Un arte verdadero no
puede andar lejos de la verdad, porque si no, no sería arte sino juego” (Kusch
2000:775), agregando que cuando el arte no confiesa simplemente miente, entrando
así en el plano de la diversión. Es así como en América se hará arte, porque es la mis-
ma América la que exige confesión.
El arte surge así de un miedo original que cuestiona a lo amorfo, su falta de
forma. La visión que un artista corriente tiene de lo americano, contiene esa irritación,
dice Kusch, y en el caso de rozar lo americano, el artista o el escritor tienden sobre esa
hondura un barroco conceptual sutilmente entretejido para cerrar toda posibilidad de
visión o de resquicio hacia lo viviente. Con este difícil acercamiento a la obra se pro-
duce la mentira, es decir, se miente porque esa es la ley -explica Kusch- se miente
siendo federal y también se miente siendo unitario. En la esencia misma de esa activi-
dad mentirosa yace un acto de conjuración de aquel espanto original de no saber qué
se escribe, se lucha, se enseña o se vive aquí en América, podemos decir, que muchas
veces los artistas o productores no se permiten hacer con el arte americano ese des-
ocultamiento que nos permita abrir la obra a su posibilidad de ser en sí misma, como
sí sucede con el arte europeo.

536
¿Qué es el arte? es posible pensar un arte americano L. MIR

En América según Kusch se da un arte de producción y no de creación como


en el caso del arte occidental, donde el arte se constituye como una estética del placer
y de la forma. En este sentido, Kusch cree que un arte americano no puede sostenerse
en una estética del arte, sino que debe apostarse en una estética del acto artístico. Pre-
cisamente nos interesa ahondar en esta diferencia que Kusch intuye proponiendo una
contrastación entre su concepción acerca del arte indígena y el arte occidental, a partir
de algunas concepciones de Luis Juan Guerrero (1956) cuando aborda la idea del
“Museo imaginario”.
En primer lugar Guerrero (1956:60) sostiene posicionándose en el arte occi-
dental que la obra de arte siempre fue reproducible, abarcando tanto la reproducción
manual como la mecanizada. Esta reproducción lo lleva a Guerrero a postular la idea
de museo imaginario a partir de esa reproducción que permitiría juntar imaginaria o
conceptualmente a las obras de arte individuales. Esta concepción no se ajustaría a las
ideas de Rodolfo Kusch sobre el arte indígena que él postula como arte americano.
Basta pensar en la Puerta de Sol de Tiahuanaco que más allá de una fotografía no pue-
de ser reproducible manteniéndose como la cosa originaria que es, sin que se pierda su
“esencia”. Justamente el mismo Guerrero sostiene que el arte fue en otro tiempo un
medio de acceso a lo sagrado, pero que hoy nos llega a través de su reproducción en
un universo imaginario que las junta con otras obras de arte, pero indicando que esas
obras de arte son arrancadas “de sus pretéritas conexiones culturales, sociales e histó-
ricas”: desde esta mirada sucedería lo que Benjamín (1976) sostiene en relación a la
reproducción, es decir, se perdería el aura de la obra. Guerrero sostiene que ese museo
imaginario que junta a las obras como idea, las separa del mundo, ya sea sagrado o
profano. Así el arte occidental moderno se diferenciaría de las concepciones no occi-
dentales: el mismo Guerrero dice que el Museo imaginario y las colecciones de obra de
arte en occidente permiten confrontar, comparar y analizar obras de arte desde una
perspectiva intelectual, pero esas operaciones se oponen al “abandono o entrega” que
exige la contemplación asiática, ya que en Asia un museo de obras de arte sería incon-
cebible, distinguiendo “apreciación” de “revelación” en el sentido de “descubrimien-
to” o “contemplación pura”. Esto que Guerrero le atribuye al arte asiático es lo que
Kusch dice sobre el arte americano.
Para Guerrero mediante la reproducción mecánica se ha llegado a un dominio
universal, ya que hoy penetrarían en nuestro ámbito artístico las obras de todos los
tiempos y lugares, pero reconoce que al entrar en el Museo imaginario esas obras han
sufrido grandes metamorfosis, ya que han perdido sus propiedades de objetos o cosas
y, por ende, su contacto con la realidad de los contextos en que fueron producidos.
Esto es justamente lo que Kusch entiende como opuesto el arte americano, ya que el
arte viene a salvar la herida original, es decir, el arte americano vive en su contexto.
Guerrero sostiene que desde la sensibilidad actual se “filtra” el arte del pasado de
acuerdo con nuestra propia orientación y eso constituye el criterio artístico de nuestra
época, simbolizado en el Museo imaginario que consiste en “aislar la obra de arte de
sus funciones para dejar que se presente por sí misma”: “nos permite contemplar los
puros valores de la creación sin pagar tributo a los dioses y los temas terrenales, servi-
dos por el artistas o invocados por la obra”, disolviendo los lazos históricos que liga-
ban “una obra de arte con los dioses del cielo y los poderosos de la tierra con las de-

537
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

vociones de lo Sagrado y las ficciones de la imaginación”. Esto se opondría totalmente


a lo que Kusch cree que exige el arte americano, ya que éste no debiera salir de su
propio contexto para ser interpretado, sin desvirtuar su naturaleza. Aquí es importante
tratar la noción de “autenticidad” que presenta Guerrero, ya que mientras antiguamen-
te el significado estético de una obra se refería al “momento inicial”, entendiéndose
por este su autenticidad, hoy la reproducción mecanizada está más allá de ese principio
originario y original de la obra de arte. Guerrero entiende que la reproducción mecani-
zada “arranca la obra de arte del dominio de la tradición”, separándola del tiempo y
del espacio original, con lo cual la autenticidad ya no estaría ligada al valor de una
herencia cultural o la función de testimonio histórico, idea que Kusch no comparte
para el arte americano, ya que este, vendría a ser puente entre lo que la sociedad exige
y lo que la obra para el momento propone como respuesta, manifestando en esta
afirmación que el arte americano quedaría desvirtuado de su “esencia” y función si se
separa de su contexto de producción.
Ahora bien, esta oposición que venimos desarrollando entre las perspectivas
de Kusch y Guerrero podríamos explicarlas oponiendo el esencialismo de Kusch, del
que más arriba hablamos, y la historicidad del arte y la estética propuesta por Guerre-
ro. Desde esta mirada la posición de Kusch manifiesta una visión esencialista que
termina en el fondo siendo a-histórica porque sólo le deja al arte americano la posibi-
lidad de ser interpretada y contemplada en su propio espacio y contexto de produc-
ción, mientras que Guerrero, por el contrario, analiza los cambios que en la concep-
ción de la obra de arte se pueden ir produciendo a lo largo de la historia. Es por ello
que, consideramos importante seguir profundizando en las concepciones y la idea del
arte americano de Kusch tratando de buscar una explicación que nos permita entender
o buscar una respuesta de su posición tan esencialista.

Las ideas de Kusch sobre arte

Kusch (2000:783) en su obra rescata las palabras de Klages, quién dice que el
artista ejerce una especie de violencia al crear. El arte se vuelca con violencia, como
venciendo una resistencia, ya que expresa un contenido que adopta una forma. Reto-
mando la idea del cuadro de Van Gogh presentado por Heidegger, en la obra, “La
concepción de arte” se puede entender que

el arte se convierte en lectura de transición entre la forma y el contenido,


es decir, aparecen dos polos opuestos que en primer momento parecen
ser irreconciliables, por un lado la vida y por el otro un canon establecido
socialmente. Este logro de poder reconocer aspectos tan aislados uno del
otro, es lo que permite entender el proceso del arte como un acto de su-
peración. La superación de una falla esencial en lo humano, por la que el
arte es una solución para un aspecto fallido de la existencia, precisamente
aquel por el cual la vida y la inteligencia se oponen (Kusch 2000:782).

El arte americano trata de alguna manera de reconstituir una herida original, la


que Jung propende al explicar el mundo por el hombre, y es lógico que acontezca así,

538
¿Qué es el arte? es posible pensar un arte americano L. MIR

cuando no parte de formas, ni de figuras o seres objetivos, sino de imágenes conteni-


das en el alma humana, en las honduras hirvientes del inconsciente. Para Jung todos
los frutos de la vida interior es el fruto de un perpetuo fluir desde las profundidades,
en un proceso análogo al de la creación en su gradual desenvolvimiento (Cirlot
1985:19-21).
Es así como, desde la visión de Kusch, el arte entra en el proceso general de
lo humano porque subsume el mundo vital al mundo intelectual para fijar y contener.
Podemos decir que el arte cierra una parábola de ajuste porque es la transición de la
oscuridad hacia la luz, convirtiéndose en una respuesta plástica a la pregunta primor-
dial que un grupo social se ha hecho de sí mismo, siendo por intermedio del artista
que se la encuentra, es la restitución de la herida original, apareciendo el artista como
mediador entre los requerimientos de la sociedad y la obra.
Es el momento de encontrarle la respuesta a la pregunta que dio inicio a este
apartado, y para ello nos preguntamos junto con Kusch ¿qué es lo americano? Kusch
responde a esto diciendo que partiendo del sentido común, lo americano es lo esen-
cialmente indígena y en segundo lugar el mundo construido por el hijo del inmigrado.
Leyendo a Kusch vemos que aquí se encuentran lo muerto y lo viviente, es decir, lo
indígena y lo inmigrado, este último como posibilidad única. Lo indio es lo muerto
porque dentro del mundo de occidente no tiene ninguna validez política, social o artís-
tica, en ese momento histórico en el que él hace la lectura.
Hay en el arte indígena una incautación del espacio como cosa. El antagonis-
mo entre hombre y espacio dio una solución estrictamente humana que, por una par-
te, realza el significado dramático del arte indígena y, por la otra, brinda cierta modali-
dad instrumental a la estructura de su arte. El arte según Kusch desempeña una fun-
ción fundamental hasta el punto de que el sustrato emocional y mágico le crea una
estructura peculiar, ejemplo de esto, es la Puerta del Sol de Tiahuanaco, que simple-
mente es un espacio cuadrangular y plano sobre el cual se desarrolla la cosmogonía
indígena, pero no cabe duda de que el verdadero sentido de este arte es el de la confi-
guración del espanto1- cosa. Es importante entender aquí que este predominio del
todo sobre la parte, de lo colectivo sobre lo individual en la sociedad indígena res-
pondía ante todo a una visión de lo humano como absoluto frente a ese otro absoluto
que era el espacio natural de América.
El antagonismo entre hombre y espacio dio una solución estrictamente
humana que, por una parte, realza el significado dramático del arte indígena y, por la
otra, brinda cierta modalidad instrumental a la estructura de su arte. El arte indígena es
mucho más que un simple muestrario o experiencia de un grupo humano. La ecuación
hombre- espacio como generadora de una cultura típica de lo americano, por cuanto
registra lo geográficamente dado, nos lleva directamente a la visión monstruosa de

1 Se entiende como estética del espanto según lo explica Kusch (2000:788) a ese choque que se produce al
ver las obras indígenas las cuáles la primera impresión que provocan son la de monstruosidad, provocada
por los mundos diferentes del cual somos participes y que está marcado por una rigurosa alteridad
además de marcarse el antagonismo del hábito cotidiano de sostener la distancia entre esa cultura y la
propia. Se ve al indígena como el exponente de luchas que han quedado alejadas y opuestas al sentir
ciudadano.

539
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

una humanidad que ha escamoteado el sentido de dinamismo de lo humano (la reivin-


dicación de la naturaleza del arte americano ante el arte racional).
Así, el arte indígena es mucho más que un simple objeto arqueológico, preci-
samente porque el panorama de los componentes de la cultura indígena manifiesta una
integridad insospechada para nuestra percepción de tipo occidental. Desde la conquis-
ta hasta la actualidad, la historia del arte americano fue sometida a un reemplazo del
arte mágico del espacio-cosa por el arte del espacio vacío, o sea, la sustitución del arte
defensivo y comprometido del indígena por el arte ofensivo y neutro (no sagrado) de
la cultura europea.
Así manifestado por Kusch es difícil poder lograr la contemplación de la obra
de arte americana situándonos en los parámetros occidentales que rigen las leyes para
considerar qué es arte y qué es simplemente instrumento. Con esto quiero decir que
considerando las ideas occidentales, el arte americano se convertiría en un instrumento
que nos permitiría conocer algo de la cultura americana; pero si nosotros nos cerra-
mos a entender el arte mirando sólo en él una cultura, nos perdemos la posibilidad de
encontrar al otro dentro del arte, en este caso al “otro” expresado en el arte indígena.
Porque en el caso contrario se cerraría la posibilidad del desocultamiento del arte ame-
ricano.
En relación a esta propuesta de Kusch, Nerva Bordas de Rojas Paz (1986), en
su texto Kusch: expresión de una estética americana. Vía de acceso al sujeto americano, explica
que la idea del filósofo argentino es llegar a la América Profunda, realizando la
búsqueda de la esencia de lo americano y su incidencia en lo argentino. Kusch propo-
ne, según Bordas de Rojas Paz, una estética que nos abra las entrañas de su tierra,
haciendo posible con ella distinguir las voces de los ecos.
Esta aproximación estética a la realidad implicaría afirmar la vía estética como
el camino más idóneo para penetrar la intimidad del sujeto latinoamericano –según la
perspectiva de Kusch- cuya característica primordial estaría dada por su manifestación
simbólica. Está lectura de la realidad por medio de las categorías del arte, tendría un
efecto expansivo de comprensión pues al penetrar en su interior se nos aparecerían en
todas su riqueza las manifestaciones políticas, sociales, económicas y jurídicas.

Algunas consideraciones finales

La respuesta a la pregunta que dio inicio a este escrito -¿es posible pensar un
arte americano?- no se puede responder de manera uniforme y homogénea. Como
Kusch, también Heidegger sostenía que el arte es un llegar a ser y acontecer de la ver-
dad, también como una esencia. Pero ese esencialismo encerraría al arte en una visión
absoluta y a-histórica, dejando sin alternativas a las nuevas proyecciones del ente,
robándonos su posibilidad de nuevas manifestaciones como respuestas de cada mo-
mento a las preguntas de la sociedad.
En esta línea de sentido, esta posición de la filosofía del arte propuesta por
Rodolfo Kusch se mantiene en las vías de un esencialismo primordial, lo que consti-
tuiría a su teoría como un marco de difícil aplicación a la hora de aproximarnos al
análisis de obras y movimientos artísticos latinoamericanos concretos y específicos.
Sin embargo, la lección de la filosofía del arte americano de Kusch resulta un aporte

540
¿Qué es el arte? es posible pensar un arte americano L. MIR

fundamental en el momento en que fue producida, ya que impulsó la necesidad de


pensar el arte latinoamericano como diferente del arte europeo, así como la de romper
los parámetros occidentales para que emergieran otras posibilidades de des-oculta-
miento de la realidad, des-europeizando los parámetros y categorías de pensamiento y
conocimiento.
Esta posición que sostenemos nos permitiría también entender porque hoy
Kusch es releído y reivindicado por algunos autores del poscolonialismo, como Walter
Mignolo (1996), quien identifica en Kusch el gesto anticipatorio de la necesidad de
postular una nueva mirada epistemológica para el arte y los discursos latinoamerica-
nos, cuando propone la necesidad de una hermenéutica diatópica o pluritópica, que
posibilite desde la suspensión del canon europeo, la inclusión y la apertura hacia otras
discursividades y propuestas artísticas que se generan al margen de ese canon.

Bibliografía

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541
LVI
FANTÁSTICO, POLICIAL, RELIGIOSO,
AMOROSO: LA VOZ DEL “OTRO” SOCIAL EN
LA LITERATURA CORDOBESA
Mariana Celeste Valle
Conicet, Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad
Nacional de Córdoba
mariana_valle17@hotmail.com

Introducción

¿C ómo ingresa el pobre a nuestra literatura cordobesa?, ¿puede hablar el sujeto


subalterno?, si en la mayor parte de los discursos literarios el “pobre” no es el
portavoz de su propio reclamo, ¿de qué manera se “infiltra” su voz entre los
intersticios de éstos?
Analizaremos, a continuación, los rasgos de las “voces” de los “otros” socia-
les bajo las condiciones específicas de los géneros discursivos que las incluyen: el
poema religioso, el relato policial, el cuento fantástico y la novela erótica.

Ética y Estética en el encuentro con el “otro”

Según Benhabib existe un “otro generalizado” y un “otro concreto”:

El punto de vista del otro generalizado nos exige ver a todos y cada uno
de los individuos como seres racionales a los que les corresponden los
mismos derechos y deberes que quisiéramos atribuirnos a nosotros mis-
mos, (pero) al asumir este punto de vista nos abstraemos de la individua-
lidad y la identidad concreta del otro (Benhabib 2006:187).

Por el contrario, el punto de vista del otro concreto nos hace ver a cada ser
racional como un individuo con una historia, identidad y constitución afectivo emo-
cional concreta y, de esta manera, nos abstraemos de lo que constituye lo común entre
nosotros y nos centramos en la individualidad (Benhabib 2006:183). En el cruce entre
ambos términos surge el verdadero diálogo entre el “ser” y “el otro” para este autor.

543
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Lo que debemos comprender, entonces, son los comportamientos asumidos


frente a este “otro”, que tienen que ver con los presupuestos lógicos del narrador o
“yo lírico” que deposita su mirada en él y con el modo de describirlo (la estética) con
que lo representa.
Así, hay un “pobre” del cual se hacen cargo tradicionalmente las ideologías
evangélico-revolucionarias surgidas del ciclo de la industrialización (González
1992:287). En la literatura esta ideología asume una mirada “piadosa” sobre el otro y a
menudo lo inserta en una comprensión más amplia del cristianismo como un hecho
verdaderamente redentor y revolucionario.1
Parece que el pacto narrativo a veces implica mirar al otro desde la caridad, lo
que constituye una manera de sortear las imposibilidades de describir la pobreza y de
estetizar esta experiencia para el lector burgués, el “miserabilismo” al que apunta Rosa
(1997).
Para Emmanuel Levinas (1996:275) se puede alcanzar la justicia a partir de la
caridad que surge como una obligación ilimitada frente otro. Esta mirada es la que
aplica el cura José Guillermo Mariani (el mismo que conquistó la fama por su polémi-
co libro “Sin Tapujos”).
En el siguiente poema suyo el “yo lírico” escucha la palabra de Jesús como
una “caricia” para los humildes, entendiendo incluso la violencia como un “estallido”
necesario si la justicia social se “esconde con los signos de los tiempos”:

Guardo muy dentro el sonido de tu palabra paterna/como se guardan es-


trellas en una noche serena./ y con coraje de aurora/ la despierto en la
mañana/ para clavarla en la carne/ de la realidad humana/Tu Palabra es
suave brisa/y también viento impetuoso/ Ella es caricia de humildes/ y
látigo de orgullosos./El hambre y la sed le duelen/ como duelen a los
pobres/ y por eso es estallido/ si la justicia se esconde/ con los signos
de los tiempos./ La palabra marcha unida/ con la Vida se hace historia/
Con la historia se hace Vida (Mariani 2003:36).

En el poema “Mueren en las calles”, Mariani concibe a la muerte imbricada en


la lucha, contra la tiranía y a favor de los desposeídos, como un “camino de triunfo y
ofrenda” y hace alusión a los desaparecidos durante “El Cordobazo”:

Los mendigos que no tienen techo/ y un día amanecen tendidos/por el


frío o el hambre en la calle/o borrachos de pena y de vino/Los peque-
ños sin casa ni padres/que no piden llegar a esta tierra/ y se van, sin pe-
dirlo tampoco/por la fiebre o el hambre o la guerra/Los obreros que
buscan justicia,/ los muchachos que luchan sin armas/por romper unos

1 Es el tema del cuento “Chau, espíritu santo” –de Adriana Pérez- que localiza a la Virgen y José obser-
vando el panorama de la pobreza urbana y hace que éstos se pregunten, asustados “¿no tendremos más
hijos, verdad?”, frase que resuena como una crítica hacia la inequidad del sistema del mundo moderno e,
incluso, hacia la iglesia adornada con “oro” que, al menos, presta sus grandes muros para el descanso de
los linyeras en la gran ciudad. En este relato la postura “piadosa” de la iglesia católica hacia el pobre es
cuestionada por los mismos padres de Jesús.

544
Fantástico, policial, religioso, amoroso: la voz del “otro” social… M. C. VALLE

moldes que estrujan/sin conciencia sin nombre sin alma/ cuando un día
su sangre caliente/moja y tiñe el asfalto insensible/ ¿Dónde está el asesi-
no?, gritamos/y ocultando “nosotros” decimos son “ellos”/ Es que el
hijo del hombre no tiene/ni aún dónde poner su cabeza (…)/ Él ha
muerto allá afuera en el campo/ comulgando con los expulsados/ el que
darnos su vida da todo/con ladrones está colocado./ Comunión que re-
dime en la lucha/y transforma la calle en patena./Comunión que con-
vierte la muerte/en camino de triunfo y ofrenda (Mariani 2003:54).

Ahora me pregunto, ¿no es ésta una manera de reducir al “otro concreto” ba-
jo el imaginario del “otro generalizado” en la mirada más ética del cristianismo occi-
dental?

El policía cordobés

El libro Chanfles en acción de Víctor Retamoza fue publicado inicialmente en


1968 y fue reeditado en 1996 por Ediciones El Fundador, todavía se puede hallar esta
joyita de la narrativa cordobesa en la librería del Cabildo. Retamoza fue sumariante de
una comisaría y muchas de sus historias provienen directamente de su experiencia,
aunque él dice ya no recordar muy bien cuáles fueron reales y cuáles imaginarios.
En su libro de cuentos la presencia policial del pobre tiene la particularidad de
ingresar al relato literario bajo las formas discursivas propias de los sumarios, que
además son reales –los ha receptado en sus años como comisario- y sólo levemente
modificados en sus nombres propios, por lo cual esto constituye en sí un acto de van-
guardia narrativa que, por un lado, lo sitúa en una comprensión tan profunda de los
vericuetos del submundo delictivo que para Huerga sólo tiene un antecedente directo
en Fray Mocho2 y, por el otro, destaca por su experimentación formal, lo que para
Mastrángelo casi no tiene “antecedente alguno” en la literatura argentina (Retamoza
1996:5-7).
Los “crímenes” van desde hechos triviales que rozan lo absurdo –como la ri-
ña entre vecinos- y otros que por lo desopilante de los casos provocan el humor –
como el caso de un hombre que descubrió un extraño bajando del techo de su casa y
resultó que era el amante de su mujer o el de un vecino que quiere sentar precedente
de que su vecino no se baña, lo cual lo incomoda al percibir diariamente sus hedores-.
La voz del “otro” social ingresa entonces en los textos de Retamoza a través
de sus confesiones, porque éste es el resquicio que les deja el poder para alzar su voz y
legitimar sus reclamos. El “otro”, el marginal, puede ingresar como querellante o co-
mo victimario, pero siempre se lo interpela para mantener el orden del estado, garanti-
zar el “bien común”, por eso también es una manera de “neutralizar” las amenazas al

2 Desde que Eduardo Gutiérrez escribió su Juan Moreira, utilizó el recurso de los sumarios policiales para
inspirar los sucesos de su novela, según nos lo recuerda Ludmer en El cuerpo del delito. José S. Alvárez
fue, como Retamoza, un gran “escritor-policía” cuyo cargo de funcionario y cronista policial le permitió
observar los tipos del hampa porteña, que trasladó a numerosas narraciones: Galería de ladrones de la
Capital (1880-1887), Vida de los ladrones célebres y sus maneras de robar (1887) y Memorias de un vigi-
lante (1897).

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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

orden burgués, garantizar la protección de la propiedad y mantener el control (De


Certeau 2004:77).
En algunos de los cuentos de Retamoza, incluso, el narrador desaparece y
aparece directamente el documento que da lugar a la sensación de verosimilitud sobre
lo expuesto y deja librado al lector su facultad de imaginar el desenvolvimiento de los
hechos, otra particularidad de su escritura es incorporar directamente la “voz” del
“otro” social citando directamente sus denuncias en su particular lenguaje (con “bar-
barismos”, expresiones coloquiales no avaladas por el “diccionario” o no avaladas por
la norma, etc.).
En otros de los cuentos, se produce a la escritura “paralela”: con la hoja divi-
dida al medio el autor escribe lo que sucede “para el afuera” en los personajes y lo que
sucede “internamente” al personaje, artilugio de una narración experimental que desa-
rrolla con maestría.
Al fin y al cabo los seres humanos estamos constituidos por esa doble mirada:
lo que somos “para los demás”, para el sistema que nos reconoce por las huellas que
dejamos a través de los sumarios policiales, los ingresos que ganamos, lo que gastamos
y pagamos, nuestros documentos de identidad, nuestras respuestas en los censos y lo
que somos “por dentro” hasta donde es posible sondear los resquicios de libertad de
un poder cuasi omnipotente, como lo hace Martín Váldez imaginando un destino
escogido para su muerte en “Muerto, Joaquín Valdéz, Muerto”.

“Misteriosa Córdoba”: El cuerpo subalterno desde una mirada fantástica

Podríamos empezar esta breve reflexión sobre la relación posible entre los
términos “subalternidad” y “fantástico” pensando en el significado de ambas palabras.
¿Qué es lo subalterno? Para Guha lo “subalterno” puede ser definido como “de rango
inferior” (significado estricto del término): sintagma que, en su sintética composición,
es una excelente muestra de la configuración textual de la desigualdad. Resta delimitar,
entonces, el término opuesto en esta relación binaria, lo “superior”, contraposición
que exhibe la condición de posibilidad de lo subalterno en tanto sólo definible con
respecto a un “otro”, por lo tanto aquí nos referiremos a lo subalterno como equiva-
lente del “otro” social, marginado por el sistema económico, el lumpen-proletario de
Marx y Engels.
¿Qué es lo fantástico? Para Todorov, es el tiempo de la “incertidumbre” en el
lector, que vacilará sobre la posibilidad de que los hechos presentados en la narración
tengan una explicación “natural” o “sobrenatural”3.
Ya encontramos la primera regla de semejanza: Tanto lo “subalterno” como
lo “fantástico” se dirimen en torno a una figura exterior al sistema quien lo juzga, no
es el propio “subalterno” quien se califica como tal ni es el relato quien juzga su cuali-
dad de fantástico sino el lector que lo recibe. Se trata, en ambos casos, de cómo la
mirada ajena percibe a un sujeto-objeto que contempla.

3“Lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre (...) es la vacilación experimentada por un ser que
no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural” (Todorov
2006:18).

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Fantástico, policial, religioso, amoroso: la voz del “otro” social… M. C. VALLE

En segundo lugar, ambos términos sirven para designar a los márgenes siem-
pre en torno a la perspectiva de un sujeto privilegiado para definir la norma.
Si lo “sobre natural” es lo “fuera de”- en este caso, del sistema de lo “natural”
o “lógico”-; también así lo subalterno, lo “marginal” es lo que está por “fuera de” el
sistema económico productivo, cualidad que para Marx y Engels se define bajo el
concepto del “subproletariado”.
En tercer lugar, podemos decir que tanto lo fantástico como lo “subalterno”
generan curiosidad, pero también, muchas veces, temor y rechazo. Para Lovecraft
(citado por Todorov 2006:18) el criterio de lo fantástico incluso se sitúa en la expe-
riencia particular del lector, y esta experiencia debe ser el miedo.
Lo subalterno genera este efecto por parte de una sociedad que cuida celosa-
mente de sus posesiones y de su integridad física y ve en el “otro” -que siente que no
es como “uno”- una posible amenaza ya que la exclusión social impulsa a satisfacer las
carencias-urgencias de modo inmediato para garantizar la sobrevivencia, generando en
el imaginario construido desde la hegemonía cultural, la identificación de las zonas de
pobreza como territorios de crimen (Korol 2009:65).
En cuarto lugar, lo fantástico opera creando figuras y atmósferas que produz-
can este rechazo y, por ende temor, y la narración de la pobreza muchas veces tam-
bién lo hace. En estos relatos, la descripción del sujeto “pobre” y su entorno general-
mente destaca la fealdad y no la belleza de éstos. Y es que la pobreza no es “linda”,
biológicamente, la pobreza genera hambre y el hambre es un estado de indefensión
que provoca estragos físicos en el cuerpo: paralización del crecimiento en el sujeto
joven, lentitud, adelgazamiento, extenuación y al cabo, muerte (Masseyef 1960:31).
Por otro lado, podemos presuponer que el relato fantástico utiliza el rechazo y
el temor que provoca la figura del marginal en gran parte del imaginario promedio de
la sociedad en la que se inscribe el lector modelo para introducir el elemento “fantásti-
co” en su figura y en su entorno.
¿Cómo se representa lo subalterno desde una mirada “fantástica” en nuestro
corpus? La historieta “Nadie” de Massei y Aguirre lo hace a través de una interesante
metáfora sobre la condición del marginal, su “invisibilidad” en el trajinar diario de la
apresurada vida de la ciudad de Córdoba. De repente un día, la población abandona
las calles, deja de trabajar, de consumir y se recluye en sus casas. Esta atmósfera enra-
recida para un alienado muchacho que aún ocupa el territorio público de la Ciudad, se
transforma en una cualidad para percibir a los marginales que ocupan el territorio casi
desolado y son portadores de la verdad que resuelve el enigma del misterioso caso.
La condición casi “espectral” de los mendigos que sólo se tornan visibles cuan-
do la ciudad se detiene encierra una fuerte crítica al funcionamiento de una sociedad
capitalista que parece olvidar diariamente que los pobres existen y necesitan ayuda.
Otra mirada “fantástica” sobre lo subalterno es la de las leyendas urbanas re-
cogidas, en este caso, por Luisa Ventura en su libro Cuentos cordobeses de terror.
En “La Tipa de la Cañada” transforma el mito cordobés en una prostituta tra-
vesti que es víctima y victimaría de un escalofriante mandato. El cuento construye la
figura del marginal como un ser desprotegido e indefenso que, por tal condición, no
puede huir del ser maligno que termina “silenciosamente” cobrándose su vida y la de
tantas “tipas” más como él/ella.

547
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Otra vez, el relato juega con el concepto de “invisibilidad” de la figura subal-


terna, en este caso la prostituta travesti, en el marco de la sociedad que lo abandona “a
su suerte”. Además, el cuento puede organizarse en torno a la construcción del cuadro
semiótico “movilidad-inmovilidad / heterosexual-homosexual”. El modelo de sexuali-
dad hegemónico hará que aquellas personas que experimenten placeres “inadecuados”
para su condición genérica perderán tanto “movilidad social y física como apoyo insti-
tucional y beneficios materiales” (Martínez 2001:201).
La extraña maldición que pesa sobre el cuerpo del travesti en este caso es la
de inmovilizarse en el paisaje típico de la Cañada, algo que “fija” exteriormente la
inmovilidad intrínseca a un personaje subalterno no sólo discriminado por gran parte
de la población por su condición sexual, sino también económica en la triple condi-
ción “pobre-prostituta-travesti”.
En “Debajo del Puente”, un grupo de mendigos que viven, precisamente, de-
bajo del puente, se devoran el cadáver que quiere esconder la narradora-asesina, quien,
al principio, hipócritamente se escandaliza del acto de canibalismo y luego se complace
del fortuito hecho para desligarse de su culpabilidad. Aquí el efecto de asombro pro-
pio del fantástico está dado por la situación de “extrañamiento” con la que el observa-
dor contempla los cuerpos subalternos, casi como “bestias” que son capaces de con-
sumir los despojos de la sociedad, cualquiera sean. Este relato recuerda a “Las Puertas
del Cielo” de Córtazar donde la mirada asombrada de un sujeto exterior al mundo de
la pobreza envuelto excepcionalmente en un contexto humilde (un baile popular) se
convierte en el giro “fantástico” de una situación típica vivida con ajenidad y sobreco-
gimiento por parte de un espectador extrañado. Lo que se torna fantástico es el sobre-
cogimiento típico que la irrupción de la “barbarie” genera en el seno de una sociedad
“civilizada”, el temor que genera el “hedor”4 latinoamericano genera sobre la clase
media o alta, situación que también se percibe en el cuento “La boda Mellman-
Gorosito” de Estaban Llamosas donde los desaforados y animalescos bufones, parien-
tes populares del novio, generan una atmósfera sobrenatural para los sobrecogidos y
“cultos” parientes de la novia.
Todos estos relatos también funcionan a manera de metáforas y encierran una
crítica a la sociedad que se deslinda de su responsabilidad para con los marginados que
sólo se hacen “visibles” cuando constituyen una posible amenaza a un bien personal.
Cuando eso ocurre, como espectros tenebrosos en la noche, aparecen para
escandalizar a una población a la que simplemente se le olvidó que siempre estuvieron
allí...

4 Los efectos de temor que genera el “otro” social –comprendido desde el ángulo psicoanalítico y desde la
postura arquetípica de la “sombra” en Jung que refiere al plano reprimido que causa el temor hacia lo
desconocido, es recuperado por el antropólogo argentino Rodolfo Kusch, quien lo denomina el “hedor”
latinoamericano refiriéndose a los rasgos que toman los marginados de nuestro continente (indios, po-
bres, “cabecitas negras”) desde la óptica del discurso occidental anclado en buena parte del imaginario de
la clase media o alta.

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Fantástico, policial, religioso, amoroso: la voz del “otro” social… M. C. VALLE

A la sombra de las tipas5: Deseo, poder y placer

Por extensión con los que adornan nuestra Cañada cordobesa se les suele lla-
mar directamente “tipas” a las prostitutas que trabajan en esa zona de nuestra Ciudad.
El libro de Cristina Luz, Orgasmo, es una “autobiografía bárbara” donde la protago-
nista y escritora refiere su propio pasado de condena y pesadumbre a causa de la
práctica del “oficio más viejo del mundo”. Para dominé las “autobiografías bárbaras”
son aquellas que revierten el ingreso de la “voz” del “otro” sólo enmarcado por un
sujeto letrado ajeno a su condición (Dominé 1999).
Con respecto a estos relatos sucede algo curioso también analizado por Be-
verley. Para él, el “subalterno” ya no lo es “tanto” cuando se apodera del registro es-
crito y se posiciona en cierto lugar de privilegio que conlleva la literatura como bien
simbólicamente legitimado entre otros (algo que refiere analizando el caso de la escri-
tora Rigoberta Menchú y recuperando algunas nociones claves de Spivak en “¿Puede
hablar el sujeto subalterno?”). Para él, el narrador testimonial (de estos relatos) no es
lo subalterno, como tal tampoco sino más bien algo como un “intelectual orgánico”
del grupo o de la clase subalterna, que habla a (y en contra de) la hegemonía a través
de esta metonimia en su nombre. Por lo tanto, la naturaleza de estos testimonios está
marcada por una serie de aporías: es y no es “voz”; es y no es una forma auténtica de
cultura subalterna; es y no es “documental” (Beverley 1992:21).
Orgasmo es un relato de iniciación al mundo de la prostitución, donde la prota-
gonista aprende a acatar sumisamente los códigos que las más antiguas en el trabajo
han diseñado: no besarás, no sentirás placer, no te enamorarás.
Cristina Luz encarna desde joven el poder hegemónico que el hombre detenta
aún en nuestras sociedades modernas. Cuando adolescente, es violada por un joven de
alta alcurnia y si bien su madrastra conoce de la situación por su postura machista la
culpa a ella de todo.
Cuando crece, Cristina se transforma en “servidumbre” de un hombre violen-
to que la obliga a trabajar para consentir todos sus vicios (la droga fundamentalmente)
y caprichos, sometiéndola a todo tipo de vejaciones y humillaciones.
¿Pero, desde cuándo surge esta hegemonía del sexo masculino sobre la mujer
y por qué decimos que el libro de Luz es un relato revolucionario aún en nuestro
tiempo?
La tradición del poder patriarcal y la supremacía de la virilidad y la honra mas-
culina proviene de la tradición judeocristiana y griega, pero no está ausente en nues-
tros días. ¿En qué medida se ejerce sobre el sexo una relación de poder? Para Fou-
cault, la marca del poder era en la Antigua Grecia la situación anorgásmica bajo la cual
quedaba el “dominado” (mujer u hombre de inferior rango social) en el encuentro
sexual. Algo similar ocurría en la tradición judeo-cristiana donde, si bien no se explici-

5Según el léxico cordobés, se le llama “tipas” a los árboles que adornan de lado a lado La Cañada. “Des-
de el norte de América del sur a la provincia de Tucumán. Córdoba no es su ambiente nativo pero las
Tipas de La Cañada se adaptaron muy bien, hasta su corteza negruzca disimula el hollín de los autos. De
día las Tipas son el filtro del sol, dejando pasar apenas hilos de luz que luego se llevará el arroyo; de
noche las Tipas son los quietos testigos guardaespaldas mudos de las prostitutas de Güemes” (Fuente:
“Nosotros los Cordobeses”, web).

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ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

taba la ausencia del deseo en la mujer, se enfatizaba su rol pasivo y la preeminencia del
hombre sobre ésta (Medina Carrasco 2002).
En el relato de Cristina Luz todo el tiempo se enfatiza la relación entre su po-
sición subordinada en una sociedad machista con la incapacidad de sentir deseo. Que-
da embarazada después de una violación y, en sus sucesivas, concepciones sigue aún
sin experimentar nunca el goce del sexo. En su trabajo, la anorgasmia es una condi-
ción pautada por las más viejas en el oficio, para quienes “experimentar el orgasmo
implicaría un desgaste físico y emocional que perjudicaría su profesión” (Luz 2006:27).
Con uno de sus ex clientes, Cristina experimenta por primera vez un orgasmo.
La rueda ha girado y la ha convertido a ella en una mujer libre y capaz de decidir su
propio destino incluso en el ámbito íntimo de su sexualidad.
Orgasmo narra la búsqueda del dominio del propio cuerpo y de la palabra. To-
do el relato está orientado por esa búsqueda continua del placer. El encuentro con la
palabra escrita viene después del encuentro con el cuerpo mismo. Cuando el sujeto
antes dominado puede imprimir su soberanía sobre la piel desnuda de su cuerpo y el
papel en blanco.

Conclusión

El “otro social” generalmente no accede a la literatura sin el marco de una


voz “letrada-otra” que lo recupere: ya sea haciéndolo ingresar como referente dentro
de su propia historia o cediendo simbólicamente el espacio para incorporar su “voz”
en el marco de su escritura (caso el de Martín Fierro) o apoderándose de las “voces”
de la cultura popular en compendios de poesía popular, leyendas y cancioneros que
también ameritan la intervención de un estudioso que fragmenta y selecciona una
parte de esas voces para presentarlas a un público ajeno a esas comunidades.
Pero cuando el “otro” habla por sí mismo también es polémica la autenticidad
de su voz como expresión de alteridad, ya que si accede a la literatura está dejando
atrás una parte considerable de su subalternidad al acceder al poder simbólico que ello
implica.
Todos estos casos en especial seleccionados de nuestra literatura cordobesa
no implican que no podamos localizar -como el murmullo quieto del río manso- el
balbucear y el pulular incesante de los subalternos, resistiendo al poder hegemónico
bajo las posibilidades de los relatos genéricos en los que se encarnan sus discursos: el
policial, el religioso, el fantástico, la novela erótica.

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551
LVII
NORMAS Y LEYES EN LA CONSTRUCCIÓN
DISCURSIVA DE LA FEMINIDAD
María Eugenia Álvarez
Universidad Nacional de Río Cuarto
malvarez@hum.unrc.edu.ar

Palabra, discurso y género femenino

V amos a partir de la idea de que los discursos tienen la capacidad de construir


una determinada realidad, independientemente de la realidad misma. Desde
esta posición pensamos que la palabra puede desempeñar diferentes funcio-
nes, puede presentarse de diversas maneras; pero, muchas veces tiene una sola finali-
dad: crear un estado de cosas a través de un discurso. Pero esto no sucede de manera
simple, sino que hay un proceso complejo que se desarrolla en las mentes de las per-
sonas que hace posible este fenómeno. Dicho proceso tiene lugar debido a la capaci-
dad de representar, como una facultad inherente a la condición humana, que tenemos
todas las personas desde edad temprana.
De esta manera, construimos el sentido, mediante un sistema de representa-
ciones, que es tan sólido que parece ser genuino, auténtico; y, como consecuencia de
ello, las relaciones que se establecen en él, parecen ser completamente naturales. El
medio es el lenguaje que, nada más ni nada menos, construye, codifica y fija esas re-
presentaciones.
Ahora es preciso aclarar que, cuando hablamos del establecimiento de la cate-
goría de género, nos estamos ubicando en un segundo sistema de representaciones, en
un nivel de abstracciones, conceptual si se quiere, que revela las relaciones entre las
convenciones sociales y las características individuales; ya que, si consideramos que
hay un sistema más primario de representaciones, nos tendríamos que circunscribir
sólo al ámbito de lo físico o de lo anatómico que es en donde se pueden percibir las
semejanzas y diferencias no de género sino de sexos.
Ubicándonos en esta operación primaria de clasificación de sexos, podemos
observar cómo históricamente se ha establecido la diferenciación de géneros a través
de la división binaria entre género masculino y femenino, de acuerdo con las diferen-
cias anatómicas y genitales que los cuerpos de las personas presentan. Rasgos diferen-
ciadores que se perciben y se comprueban en la materialidad corporal y otorgan el tipo
de sexo a cada individuo. De esta manera, el “sexo” se transforma en un criterio clasi-

553
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

ficatorio que identifica y define a las personas, como un rasgo que permitirá un primer
paso en la construcción de una representación. Pero curiosamente, en el segundo sis-
tema de representaciones que es en donde las categorías se ponen en funcionamiento
en relación con otros conceptos, surge la noción de género y se instala como una cate-
goría idéntica a la de sexo y, generalmente, hasta la sustituye.
En realidad el concepto tiene otro alcance ya que incorpora dentro de sus ras-
gos una serie de comportamientos y actitudes que poco tienen que ver con las carac-
terísticas físicas corporales. Así, la noción de género desplaza y reemplaza a la de sexo,
instalándose en la tradición cultural como una categoría sustancial del ser humano.
Evidentemente hay otras variables que entran en juego y hacen que el lenguaje cumpla
una función de regulador de prácticas discursivas y culturales.
Por lo tanto, podemos comprobar que el concepto trasciende los límites de lo
específicamente corporal y se traslada a otros ámbitos regulando, prescribiendo y
proscribiendo determinadas prácticas. Según este esquema, la asignación del género
está dada sólo por las diferencias corporales pero ordenada por reglas, se manifiesta
socialmente, y está condicionada por una comunidad determinada. Así, la feminidad no
sólo es reconocida a través de determinados rasgos que los cuerpos de las mujeres
manifiestan, sino también por las conductas que despliegan en diversos espacios. Pero,
además, estos comportamientos y aspectos físicos se encuentran regulados discursi-
vamente y se ponen de manifiesto en las diferentes interacciones que una persona
tiene cotidianamente. Además, se encuentran reforzados por la intervención del dis-
curso legitimado y autorizado de ciertos medios de comunicación.
Desde esta perspectiva, creemos que al establecer la división hombre/mujer
desde lo biológico se desplaza esta diferenciación hacia el ámbito de lo conductual y
de lo social de manera unidireccional y aparentemente lógica, de manera que se pro-
duce un sincretismo entre las categorías sexo y género, que se manifiesta en la promo-
ción de la división binaria de los géneros como una cuestión natural, indiscutible y
universal, y además, para reforzar esta distinción se proclaman series de normas a
través de estrategias discursivas y lingüísticas que las personas deben cumplir de
acuerdo con el rol social que, naturalmente, le ha asignado su sexualidad.
En este contexto, la palabra desempeña una función primordial en la transmi-
sión de conceptos, valores, mandatos y construye destinatarios específicos según el
orden socialmente establecido. Esto resulta posible debido a la capacidad performativa
del lenguaje, a la que Hugo Aguilar (2004: 4) define como “una dimensión que le per-
mite al enunciado no sólo producir un efecto desde la acción que constituye, sino
también y sobre todo instaurar una realidad”. Este rasgo constitutivo del lenguaje
humano es lo que permite que en un momento determinado, a través de una práctica
discursiva, se instale una forma de caracterizar al género femenino y dictar normas que
aseguren dicho esquema. En trabajos posteriores Aguilar (2007:06) nos dice

La Performatividad está ahí y construye al mundo inevitablemente y mu-


chas veces desde la más absoluta invisibilidad. No es un ornamento ca-
sual de la palabra, sino que se funde con la naturaleza misma del lengua-
je. Quizás, su naturaleza multiforme y en algunos casos indeterminada
nos lleve a engaño y nos lleve creer que no está presente. Pero, si mira-

554
Normas y leyes en la construcción discursiva de la feminidad M. E. ÁLVAREZ

mos bien, seguramente la adivinaremos acechando en el umbral de cual-


quier intercambio lingüístico.

De esta manera, a través de esta dimensión performativa de la palabra se acti-


van las representaciones que los hablantes tenemos como miembros de una comuni-
dad, por lo que la asociación entre un concepto y el mundo se produce de manera
involuntaria, impensada.
Es indudable que la construcción discursiva de los roles que desempeñan las
mujeres y la misma categoría de género femenino es una actividad que se desarrolla per-
manentemente en los diferentes ámbitos, de manera colectiva y a través de diversas
prácticas, dentro de las cuales se pueden distinguir de manera notable las prácticas
discursivas. Desde esta posición, Judith Butler (2001) considera que el género es una
forma de hacer, una actividad permanente, performada y construida culturalmente.
A esto podemos agregar que en todo sistema de representaciones la relación
binaria hombre/mujer como par antinómico aparece como categoría fundamental del
pensamiento de orden simbólico en todas las configuraciones sociales que han existi-
do y que existen. En este sentido, cualquier comunidad funciona con categorías bina-
rias que establecen signos de lo masculino y de lo femenino, en una relación de oposi-
ción que no promueve la igualdad entre géneros, sino la jerarquía que se ha instalado
de forma sistemática de manera tal que los rasgos propiamente masculinos general-
mente son siempre superiores a los femeninos.
Esta supuesta superioridad se produce arbitrariamente ya que en la naturaleza
no hay nada que nos muestre que los rasgos masculinos sean superiores a los femeni-
nos. Entonces, esta relación de desigualdad se produce como efecto de una construc-
ción conceptual fundada en una serie de representaciones a partir de la distribución y
organización de los rasgos que manifiestan las diferencias y semejanzas de los cuerpos
de las personas. Este orden se ha establecido y solidificado a través de diferentes
prácticas discursivas, transformándose en representaciones que se encuentran en los
esquemas mentales y se comunican interpersonalmente formando parte de la cultura,
regulando nuestro modo de clasificación y se expresan en categorías dualistas opuestas
sobre las cuales se construyen todos los demás discursos.

La ley y la regla

La capacidad performativa de las prácticas discursivas, a la vez constitutivas y


constituyentes del conjunto de significaciones, sólo se entiende a partir de una deter-
minada concepción del lenguaje, a la que adherimos en este trabajo. En primer lugar,
la idea de performatividad supone una oposición a las concepciones representaciona-
listas del lenguaje. Cuando alguien habla o escribe, está realizando una acción, y esta
acción no se reduce a representar o expresar con palabras alguna otra acción o estado
de cosas que está, sino que hablando realiza una serie de acciones e inaugura distintos
estados de cosas. En segundo lugar, junto a la noción de performatividad de Judith
Butler (2002), viene la de repetición de la norma como una de las condiciones de po-
sibilidad de realización de efectos preformativos: sólo la repetición de una norma ga-
rantiza la eficacia performativa de la performance.

555
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Consideramos que actualmente vivimos en una sociedad que posee dos cuer-
pos de normas: uno debatido, discutido, consensuado, sujeto a modificaciones de
acuerdo con diferentes datos y hechos, codificado para su consulta, con carácter pres-
criptivo, transmitido a través de la escritura, que atiende a reclamos de la comunidad
en general, de las minorías, de la militancia activa; otro estable, fijo, indiscutible, tradi-
cional, disperso en distintos medios, circulante, general, transmitido a través de dife-
rentes lenguajes y que posee una gran fuerza al actuar en el terreno de las representa-
ciones colectivas de los que se considera género.
A un sistema, al de las reglas del orden jurídico, lo llamaremos “ley”, al otro
sistema, al de las reglas sociales, lo llamaremos “norma”. Creemos que el primero si
bien posee la fuerza de su aplicación obligatoria, a su vez tiene la debilidad de pertene-
cer al un ámbito al que sólo tiene acceso poca gente y no cuenta con la difusión masi-
va, recurrente y atractiva que sí tiene el segundo sistema. Las normas se transmiten de
manera intersubjetiva, con el empleo de diferentes discursos complejos que circulan
en distintos medios al cual acceden todas las personas desde edades muy tempranas.
De esta manera pertenecen al orden simbólico formando parte de la cultura y de la
idiosincrasia de los grupos sociales.
Dentro del primer sistema encontramos leyes que se han sancionado recien-
temente y que han abierto la discusión, han generado rechazos y adhesiones de dife-
rentes sectores de la sociedad, pero sobre todo han instalado en la opinión pública
temas que décadas anteriores eran tabú. Leyes como la del matrimonio igualitario, la
ley Nacional de Educación Sexual, la Ley de identidad de género suponen un salto
cualitativo en lo relativo al respeto a la diversidad cultural y social. Tomamos como
ejemplo la Ley 26.743 que define:

identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como


cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asig-
nado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del
cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la fun-
ción corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra
índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras
expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los mo-
dales.

Como puede observarse, el ámbito de aplicación de esta ley es muy amplio y


el impacto que causará la misma trasciende los límites de lo biológico, ya que la idea de
igualdad no se restringe solamente a las aptitudes físicas sino que incluye las diferentes
manifestaciones de la persona. La definición es clara e instala un nuevo paradigma
desde donde mirar al género, marca la diferencia entre los conceptos “género”, “sexo”
y “sexualidad”. Sin embargo, y a pesar del impulso que cobra este nuevo posiciona-
miento, puede observarse que circulan siempre con ventaja otros mensajes que van en
la dirección contraria de lo que define la ley; ya que no sólo no se promueve la igual-
dad sino que permanentemente se brinda una serie de normas de comportamiento, de
pautas culturales y hasta de rasgos físicos que cada género debe tener para distinguirse
del otro.

556
Normas y leyes en la construcción discursiva de la feminidad M. E. ÁLVAREZ

Como ejemplos de este tipo de pautas encontramos en distintas revistas diri-


gidas a mujeres, en programas de televisión o de radio también dirigidos a nosotras las
siguientes maneras de calificar, de clasificar y de regular el comportamiento de las
mujeres: “Mujeres que marcan tendencia”, “Mujeres optimistas”, “Embajadoras de la moda”.
“Musas”. “Pura y simple. Sensual y tierna”. “Arrolladora”. “Nuevas reglas de estilo”. “¿Por qué
ellos odian a las chicas demandantes?”. Según estos titulares de notas el universo femenino
estaría dominado por los siguientes tópicos:
- Vida saludable: Alimentación, cuidado de la salud, cuidado del cuerpo, deportes.
- Dar placer a otros: adaptación al medio, estilo personal, vida sexual, belleza física y
cuestiones de imagen.
- Emotividad y temas superficiales: consultorio emocional, horóscopo, relaciones
con la moda.
De estos temas y de estas características atribuidas a las mujeres ya hablaba
Simone de Beauvior (1982) en 1949 en “El segundo sexo”, así que vemos de qué manera
el esquema se repite utilizando otros medios más sofisticados pero con el mismo con-
tenido conservador.
Estas prácticas discursivas, continúan naturalizando las diferencias y las jerar-
quías de género que indudablemente vienen a resguardar, de algún modo, las costum-
bres y lo que se considera estable y sin posibilidad de cambio; pero ciertamente han
advertido que se encuentran en franca modificación porque al menos un sector de la
población, aunque sea una minoría, las ha cuestionado y el aparato jurídico la ha teni-
do en cuenta.
Jean Baudrillard (1990:125) establece una comparación entre la las normas y la ley:

La regla juega con un encadenamiento inmanente de signos arbitrarios,


mientras que la ley se funda en un encadenamiento trascendente de sig-
nos necesarios. La una es ciclo y recurrencia de procesos convencionales,
la otra es una instancia fundada en una continuidad irreversible. La una
es del orden de la obligación, la otra de la coacción y de lo prohibido.

Justamente en la recurrencia y en la repetición hasta el hartazgo creemos que


reside la potencia de la obligatoriedad de la norma y su capacidad de no pasar desaper-
cibida para nadie. A lo que habría que agregarle la posibilidad que tiene de asociarse
con otros lenguajes como los audiovisuales logrando múltiples mensajes, muy podero-
sos en el impacto que causan en las personas, dado que se transmiten como cuerpos
de normas sin que sean codificados ni decodificados como tal.

Ley, norma y sistema educativo

Si tenemos en cuenta lo dicho anteriormente, podríamos adoptar una postura


desalentadora frente al impacto tan desigual que causa la difusión del corpus de reglas
y normas de cada uno de estos sistemas, pero consideramos que con una planificación
estratégica que contemple un trabajo permanente y serio en las diferentes etapas de
formación de la persona, se pueden lograr cambios importantes en la concepción de
género.

557
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Indudablemente uno de los ámbitos propicios para el desarrollo de los conte-


nidos referidos a un nuevo paradigma en lo referido al tema de estudio de género es el
educativo, sobre todo el de la educación pública, ya que allí es donde hay posibilidades
de acercamiento, profundización y abordaje desde diferentes áreas y disciplinas.
La Ley de Educación Nacional, sancionada en diciembre de 2006, abre un
nuevo espacio de trabajo para los estudios de género, ya que la igualdad de género
aparece de manera reiterada a lo largo de toda la ley, sobre todo en el artículo 11 don-
de específica como uno de los objetivos asegurar las condiciones de igualdad, respetar
las diferencias y no admitir ningún tipo de discriminación. En el artículo 92 inciso f
aclara sobre la importancia de incluir “contenidos y enfoques que contribuyan a gene-
rar relaciones basadas en la igualdad, la solidaridad y el respeto entre los sexos”. Pero,
lo que para muchos significó una gran posibilidad de sentirse incluidos dentro del
sistema, para un grupo social, el más conservador y hasta la misma Iglesia Católica,
tuvo una interpretación opuesta, dado que consideraron que estábamos frente a un
modelo negativo para los jóvenes ya que se promueven prácticas que no son contem-
pladas por la religión.
El posicionamiento adoptado en La Ley tiene su correlato en los Núcleos de
aprendizajes prioritarios, NAP, en los cuales hay un interés muy importante en materia
de derechos humanos, respeto a la diversidad, diferentes formas de vida y de organi-
zación social, problemáticas de salud sexual y reproductiva y, si bien, en relación a la
temática de género no hay una propuesta como contenido específico sí aparece de
manera transversal, lo cual significa un gran avance pero también nos marca la necesi-
dad de continuar generando más espacios de discusión sobre el tema.
Lo que debemos destacar es de qué manera la educación se hace eco de los
temas debatidos en los diferentes sectores de la sociedad, que no necesariamente los
medios reflejan, y que a través de programas y propuestas académicas se cristalizan en
la formación de los niños desde pequeños. Consideramos que el estudio, el intercam-
bio de ideas y de experiencias, el debate profundo dentro de las aulas es el comienzo
para el tratamiento serio, sin banalización de los temas que han surgido en la sociedad
misma y que la ley intenta contemplar. Podría ser uno de los ámbitos ideales para que
el conocimiento del contenido de las leyes, traducido en palabras que buscan interpre-
tación, llegue a todos y todas.

Bibliografía

AGUILAR, Hugo, La Performatividad: dimensiones, trampas y puntos de vista, Río Cuarto,


UNRC, 2004.
AGUILAR, Hugo, “Sentido y performatividad: la potencia virtual de lo inseparable”
en Aguilar, Hugo y Marisa Moyano, (comp.) Sentido y performatividad: la construcción
discursiva de lo real, Río Cuarto, Fundación UNRC, 2007.
BAUDRILLARD, Jean, De la seducción, México, Ed. Rei, 1990.
BEAUVOIR, Simone de, El segundo sexo. Los hechos y los mitos, Buenos Aires, Siglo XX,
1982.
BUTLER, Judith, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, México,
Paidós, 2001.

558
Normas y leyes en la construcción discursiva de la feminidad M. E. ÁLVAREZ

BUTLER, Judith, Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”,
Buenos Aires, Paidós, 2002.
EQUIPO LATINOAMERICANO DE JUSTICIA Y GÉNERO, Informes sobre Género
y Derechos Humanos. Vigencia y respeto de los derechos de las mujeres en Argentina (2005-
2008), Buenos Aires, Ed. Biblos, 2009.
TEXTO DE LA LEY 26743, Derecho a la identidad de género, Dirección URL:
http://www1.hcdn.gov.ar/dependencias/dsecretaria/Leyes/26743.pdf. (Consulta:
25 de febrero de 2013).
TEXTO DE LA LEY 25673, Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Res-
ponsable, Dirección URL: http://www.msal.gov.ar/saludsexual/ley.php. (Consul-
ta: 25 de febrero de 2013).
TEXTO DE LA LEY 26.206, Ley de Educación Nacional, Dirección URL:
http://www.me.gov.ar/doc_pdf/ley_de_educ_nac.pdf. (Consulta: 25 de febrero
de 2013).

559
AUTORES

ABALLAY, Silvia Irene. Profesora de Música, especialidad Guitarra, UNCuyo (1982);


Diploma de Postgrado en Cooperación Cultural Iberoamericana (2000) y Master en Ges-
tión Cultural, UB (2002). Magíster en Interpretación de Música Latinoamericana del
siglo XX, UNCuyo (2008). Profesora Titular Exclusiva por concurso, UNVM. Coor-
dinadora Licenciada en Composición Musical con orientación en Música Popular,
electivo (2005-2010). Miembro del Banco de Evaluadores de Proyectos de Extensión
Universitaria y Evaluadora de Carreras de Posgrado, CONEAU. Coordinó: 1º y 2º
Congresos Latinoamericanos de Formación Académica en Música Popular, UNVM
(2007-2009). Investigadora categoría 3 (tres) PNI. Publicaciones: El Tango en Villa
María (1940 – 1970). UNVM 2008; Evaluar el desarrollo cultural, EDUVIM, 2009; Gestión
Cultural. EDUVIM, 2010. Confluencia de saberes. 2013. Intérprete, Dúo de Flauta y Gui-
tarra, presentaciones en Argentina, Chile, España, Italia, Francia, Suiza, Inglaterra,
Alemania y Egipto. Grabaciones: De lo nuestro y algo más, Mixtura, Mensajes del Río, Dúos
x 3 y Destino=Buenos Aires.

ABELLÁN CHUECOS, Isabel. Licenciada en Filología Hispánica por la Universi-


dad de Murcia –España-. Máster en Literatura Comparada Europea. Máster Universi-
tario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillera-
to. Becaria del programa FPU del Ministerio de Educación desde mayo de 2013. Su
tesis de licenciatura versó sobre Música y transculturación musical en Los pasos perdidos,
de Alejo Carpentier. Sus investigaciones y artículos publicados se centran en la literatura
hispanoamericana. Ha realizado estancias de investigación doctoral –como becaria
Fórmula Santander- tanto en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP)
como en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Actualmente se encuentra
realizando en España un Doctorado en Literatura.

AGUILAR, Yanina. Profesora y Licenciada en Historia, Universidad Nacional de


Río Cuarto. Docente del Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Humanas.
Universidad Nacional de Río Cuarto. Maestranda en Dirección y Consultoría Turística
de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. RED UNIVERSITARIA FUNI-
BER. Publicaciones a nivel nacional e internacional en Capítulos de libros, Actas de
Jornadas, Congresos y Seminarios, sobre el tratamiento del Patrimonio Integral políti-
cas museológicas y turismo cultural. Directora de la “Revista Culturas en Red”. For-
mato Digital. Publicación Semestral, Universidad Nacional de Río Cuarto. Miembro
Investigador del Centro de Investigaciones Precolombinas (CIP). Delegación Río
Cuarto. Trabajos de Curadoría patrimonial en la Comarca de Achiras.

561
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

ALONSO, Sergio. Licenciado en Composición Musical Universidad Nacional de


Villa María Licenciada en Música.

ÁLVAREZ, María Eugenia. Especialista en Prácticas Redaccionales, Profesora en


Lengua y Literatura, Universidad Nacional de Río Cuarto. Se desempeña como docen-
te a cargo del dictado del “Seminario de Investigación Lingüística” y participa en
“Análisis del discurso”, cátedras del ciclo de Licenciatura de Lengua y Literatura en la
misma universidad. Su ámbito de formación se centra en las ciencias del lenguaje,
desde las cuales ha realizado abordajes sobre el uso de estrategias performativas en
revistas infantiles y femeninas. Como investigadora integra el Proyecto de Investiga-
ción “La construcción de la identidad, la autoridad y la legitimidad en el entramado
semiótico-performativo de la norma social y la ley positiva”. SECyT-UNRC
2012/2013.

ANTONIO, Olivia. Estudiante avanzada de la Licenciatura en Desarrollo Local-


Regional de la Universidad Nacional de Villa María.

ARELOVICH, Alejandro. Licenciado en Composición Musical con Orientación en


Música Popular, Universidad Nacional de Villa María. Actualmente reside en la ciudad
de Villa María donde participa y realiza múltiples proyectos vinculados a la música
como compositor, arreglador vocal e instrumental, pianista, docente, investigador y
productor.

ASSELBORN, Carlos. Licenciado en filosofía por la Universidad Católica de


Córdoba, en la que se desempeña como docente. Actualmente cursa su doctorado en
Estudios sociales de América Latina en el Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la
Universidad Nacional de Córdoba, desarrollando una investigación sobre el pensa-
miento de Franz Hinkelammert. Co-autor de Liberación, estética y política (2009).

AUDAGNA Celeste. Estudiante avanzada en la Licenciatura en Desarrollo Local y


Regional, Universidad Nacional de Villa María.

BONILLA, Alcira. Doctora en Filosofía y Letras (Universidad Complutense 1985),


Licenciada en Filosofía (Facultad Filosofía Universidad del Salvador 1968 y Facultad
Filosofía y CCEE Universidad Complutense 1978). Profesora Titular Regular de An-
tropología Filosófica y Adjunta Regular de Ética (Departamento Filosofía FFyLL
UBA). Investigadora principal CONICET. Dirige PI+D UBACyT y PIP CONICET.
www.ddhhmigraciones.com.ar Áreas de investigación: filosofía contemporánea, filo-
sofía intercultural, antropología filosófica, ética, ética aplicada, géneros de escritura
filosófica, investigación y enseñanza universitaria de la filosofía. Libros, artículos, capí-
tulos, traducciones, notas, reseñas y ponencias publicadas; recientemente, La ciudadanía
en jaque (e/c Alcira Bonilla/Carlos Cullen eds.), Buenos Aires, La Crujía 2012/2013.
Formación de RRHH.

562
M. L. GILI y G. PÉREZ ZAVALA, COMP.

BORGATELLO, Juan Manuel. Estudiante avanzado en el Profesorado y en la


Licenciatura de Lengua y Literatura en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Trabaja
desde el año 2009 en el Instituto Secundario Juan Pascual Pringles (Vicuña Mackenna,
Córdoba). La U.N.R.C. le ha otorgado la beca de investigación SECYT. Participa co-
mo miembro activo en el Centro de Investigaciones Precolombinas. Ha participado
como expositor en diversas jornadas y coloquios regionales y nacionales. Además
cuenta con publicaciones virtuales de trabajos en torno a la temática: el territorio y su
construcción por medio del discurso.

CANCÉ, Ignacio. Estudiante avanzado de la Licenciatura en Desarrollo Local-


Regional de la Universidad Nacional de Villa María.

CATTONI, Silvia. Docente e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba.


Doctora en Letras modernas. Magister en lengua y cultura italiana en perspectiva in-
tercultural. Profesora titular (por concurso) de Literatura Occidental Contemporánea
de la Facultad de Lenguas de la UNC y profesora adjunta (por concurso) a cargo de la
cátedra de Literatura Italiana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.
Investiga aspectos vinculados al cambio de lengua en la litertaura contemporánea.
Actualmente co-dirige el equipo de investigación subsidiado por la SECyT, Literatura e
Interculturalidad: Encuentros diálogos e Hibridaciones y forma recursos humanos en el área
de italianísima e interculturalidad.

CERUTTI GULDBERG, Horacio. Licenciado y Profesor en filosofía por la UN-


Cuyo, Mendoza, Argentina y Doctor en filosofía por la Universidad de Cuenca, Ecua-
dor. Docente e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, autor
de Filosofía de la liberación latinoamericana (1983) y Filosofar desde Nuestra América. Ensayo
problematizador de su modus operandi (2000), entre otros libros, artículos y ensayos. Ac-
tualmente es profesor invitado de la Universidad Nacional de Córdoba y la Universi-
dad Católica de Córdoba, en donde imparte clases durante su año sabático.

CHIFFEL VALDEZ, Florencia. Maestranda en Gestión Política de la Universidad


Católica de Córdoba. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad
Católica de Córdoba.

COSSO, Oriana. Profesora de Grado Universitario en Filosofía (UNCuyo). Docente


a cargo de la cátedra Ética y Legislación, de la Universidad Nacional de Quilmes. Do-
cente Adjunta en el Seminario de Filosofía Práctica III de la Universidad de Ciencias
Empresariales y Sociales. Cursó la Maestría en Política y Gestión de la Ciencia (UBA).
Actualmente cursa el doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de La
Plata con una Beca de Estudio de la Comisión de Investigaciones Científicas de la
Provincia de Buenos Aires.

CRESPO, Alfredo José. Docente en la UNVM desde 2005: a cargo de Clarinete I, II,
III y IV, Teorías y Métodos del Análisis Musical, co-responsable de Metodología de la
Investigación Musical y Taller de Apoyo para la elaboración del Trabajo Final de Gra-

563
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

do. Mgter. en Interpretación de Música Latinoamericana del Siglo XX especialidad


Clarinete, UNCuyo. Profesor Nacional de Música con Especialidad en Clarinete, Insti-
tuto Provincial del Profesorado de Música de Rosario. Post-título Profesor Superior.
Licenciado en Clarinete y Técnico Superior en Piano, Escuela de Música UNR. Se
perfeccionó en dirección orquestal. Intérprete, investigador y director. Premiado en
concursos de orquestas sinfónicas de Rosario, Santa Fe y Teatro Colón. Su sólida
formación académica e instrumental, sumada a su experiencia docente, se evidencia en
los artículos de su autoría.

CRUZ, Gustavo. Doctor y Magíster en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.


Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica de Córdoba, en donde se desem-
peña como docente. Autor de La liberación indígena contemporánea en Bolivia. Crítica filosófi-
ca a una política estética racializada (2009) y co-autor de Liberación, estética y política (2009).
Su tesis doctoral sobre el pensamiento del ideólogo indio y boliviano Fausto Reinaga
se encuentra en prensa. Actualmente realiza su posdoctorado en CONICET.

DALMASSO, Clara. Becaria doctoral tipo I CONICET, Maestranda en Gestión


Política de la Universidad Católica de Córdoba, Licenciada en Relaciones Internacio-
nales de la Universidad Católica de Córdoba.

DEVÉS VALDÉS, Eduardo. Doctor en Filosofía por la Universidad de Lovaina,


Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Paris III; especialista en
pensamiento latinoamericano y pensamiento de las regiones periféricas; investigador y
encargado del Programa de Estudios Posdoctorales del Instituto de Estudios Avanza-
dos de la Universidad de Santiago de Chile y profesor del Doctorado en Estudios
Americanos de la misma universidad. Ha publicado más de 150 trabajo. Ha enseñado
en universidades y otras instituciones académicas de América Latina como también
de la Unión Europea y USA. Ha realizado estadías de investigación en diversas ciuda-
des de América, Asia, África y Europa. Ha realizado conferencias, charlas o presenta-
do trabajos en unas 100 instituciones de educación superior de América, Asia y la UE.
Se encuentra entre los fundadores de la Internacional del Conocimiento.

DE LA CRUZ, Giselle. Alumna avanzada del Profesorado y de la Licenciatura de


Lengua y Literatura, Universidad Nacional de Río Cuarto. Ayudante de Segunda Ad-
Honorem en la cátedra Literatura Española II del Profesorado de Lengua y Literatura
en la UNRC. Becaria del Proyecto de Investigación “La construcción de la identidad,
la autoridad y la legitimidad social en el entramado semiótico performativo de la nor-
ma social y de la ley positiva” dirigido por Hugo Aguilar y subsidiado por la Secretaría
de Ciencia y Técnica de la UNRC. Fue miembro del equipo de investigación del pro-
yecto “Hacia la reconstrucción de la memoria rankülche” dirigido por Marisa Moyano,
y aprobado por el Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto de San Luis. Co-autor del
libro “Ranqueles: Del silencio a la palabra” Obra Colectiva. Responsable General:
Marisa Moyano. 1º Edición. San Luis. Gobierno de San Luis. 2010.

564
M. L. GILI y G. PÉREZ ZAVALA, COMP.

DIAZ, Nahuel. Estudiante avanzado de la Licenciatura en Desarrollo Local y Regio-


nal, Universidad Nacional de Villa María.

DUTTO, Susana. Es música, docente y comunicadora.Se ha desempeñado en dife-


rentes niveles educativos, actualmente es profesora en la Licenciada en Composición
Musical de la Universidad Nacional de Villa María, donde realiza además tareas de
investigación (categoría 3) y de extensión, dictando cursos de capacitación docente en
el país y el exterior. Es miembro activo de Momusi (Movimiento de música infantil),
del Movimiento Latinoamericano y del Caribe de la Canción Infantil y del Fladem
(Foro Latinoamericano de Educación Musical). Su actividad artística está vinculada a
la infancia. Es fundadora del grupo “La Chicharra” (1989 – 2008), habiendo editado
cuatro discos con temas de autoría para niños. Desde el 2008 realiza una intensa acti-
vidad como solista, habiendo visitado el país, México, Colombia, Uruguay, Brasil,
Chile, Bolivia, España, y editado 3 nuevos discos. Dirige una colección de cuentos
musicalizados para niños, habiendo editado 4 discos, y realizado presentaciones en
todo el país y en países vecinos como Colombia, México, Chile, Uruguay, España,
Bolivia y Brasil. Produce y conduce junto a Pate Palero el programa radial infantil “Me
extraña araña” (Radio Universidad Córdoba).

FATYASS, Rocío. Estudiante avanzada en Licenciatura en Sociología de la Universi-


dad Nacional de Villa María Becaria del CIN 2012-2013. Integrante del Proyecto de
Investigación “Prácticas de clases populares en contextos de pobreza”, UNVM. Inte-
grante del Proyecto de Voluntariado “Formación y Práctica en Educación Popular”,
UNVM. Ayudante de Alumno en la cátedra de Teoría Social Contemporánea UNVM.
2012-2013, Tutora en el “Programa de Apoyo a los Alumnos de Primer Año” UNVM.

FERNÁNDEZ, Paula. Licenciada en Composición Musical. Universidad Nacional


de Villa María.

FERNÁNDEZ, María Victoria. Investigadora del Centro de Investigaciones Preco-


lombinas desde 1998 y continúa con trabajo de campo en el Centro de Estudios Teo-
lógicos de la Amazonía Peruana y en la Universidad Nacional de la Amazonía Perua-
na. Se desempeña como docente en el I.S.P. Dr. J. V. González. Con referencia a car-
gos de gestión, es Coordinadora del Nuevo Plan de Estudios, I.S.P. Dr. J. V. Gonzá-
lez; y se desempeña como Secretaria en el Centro de Investigaciones Precolombinas.
Ha participado en Congresos, jornadas, coloquios. Tiene publicaciones sobre su temá-
tica de investigación

FERRO, María Virginia. Actualmente se halla desarrollando el Doctorado en Epis-


temología e Historia de la Ciencia. Universidad Nacional Tres de Febrero. Tesis en
estado avanzado: Director: Dr. Pablo Lorenzano. En 1997- Magíster en Epistemología
y Metodología Científica. Tesis en el área de Epistemología de la Tecnología. Facultad
de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Río Cuarto. En: 1992- Licenciada en
Historia. Tesis en el área de Historia Mundial del Siglo XX. Facultad de Ciencias
Humanas. Universidad Nacional de Río Cuarto. Desarrolla actividades de docencia e

565
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

investigación en las Facultades de Ciencias Humanas y de Ciencias Exactas, Físico-


Químicas y Naturales, en Epistemología, Metodología de la Investigación y Seminario
de tesis. Ha publicado libros, artículos en revistas.

GALETTO, María Noelia. Profesora y Licenciada en Educación Inicial, Universi-


dad Nacional de Río Cuarto. Alumna regular de la Carrera de Especialización en Es-
tudios Culturales de prácticas e identidades en contextos de globalización, UNRC.
Período de elaboración del Trabajo Final Integrador titulado “Los procesos de cons-
trucción de identidades culturales de niños/as de familias migrantes bolivianas en
espacios escolares. Río Cuarto, 2013”. Alumna regular del Doctorado en Ciencias de
la Educación (UNC). Becaria doctoral de CONICET (2012-2015). Investigación:
“Educación intercultural en escuelas públicas de nivel inicial y primario de la Ciudad
de Río Cuarto, Provincia de Córdoba (2012-2015)”. Durante el año 2012, se tuvo Beca
Tipo “C” del Stipendienwerk Lateinamerika-Deutschland, Alemania, que financió la
investigación denominada “La Conciencia Intercultural de los Dirigentes Sociales.
Claves para el diseño de medidas de intervención políticas y educativas de inclusión
social de la población inmigrante en la ciudad de Río Cuarto”.

GILI, María Laura. Doctora en Ciencias Naturales. Magíster en Ética Aplicada. Pro-
fesora en Historia. Docente-investigadora, Universidad Nacional de Villa María.
Miembro del Programa Achiras Histórica. Nuevo enfoque para su planeamiento de
desarrollo cultural. Segunda Parte. SECYT-UNRC. Universidad Nacional de Río
Cuarto. Miembro del CIP. Centro de Investigaciones Precolombinas. Instituto del
Profesorado Dr. Joaquín V. González. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Buenos
Aires. Miembro del TEFROS. Taller de Etnohistoria de la Frontera Sur. Laboratorio
de Arqueología y Etnohistoria. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional
de Río Cuarto. Posee numerosas presentaciones y publicaciones en jornadas y congre-
sos del país y el exterior sobre arte rupestre, ética aplicada a la arqueología y los bienes
culturales, historia. Área de actuación: Historia, Patrimonio histórico/arqueológico,
Ética aplicada.

GÓMEZ LECHAPTOIS, Francisca. Trabajadora Social y Magíster en Estudios


Sociales y Políticos Latinoamericanos. Actualmente es Jefa del Departamento de Es-
tudios de la Fundación Defensa del Niño (CODENI), y se desempeña como docente
del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado y de la Escue-
la de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su trabajo se centra
en el análisis crítico de las políticas públicas -particularmente de las políticas de infan-
cia y juventud-, y en el vínculo entre pensamiento latinoamericano e intervención
social. Se destaca su condición de becaria de CONICYT y su participación como asis-
tente de investigación de los proyectos FONDECYT N° 1095186 y N°1110428.

GOTTERO, Mariana. Estudiante de la Licenciatura en Sociología en el Instituto de


Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María. Integrante del equipo de
investigación: “La Población de Origen Boliviano de zonas periurbanas de ciudades
cordobesas. Territorialidades, relaciones e identidades sociales, culturales y políticas.”

566
M. L. GILI y G. PÉREZ ZAVALA, COMP.

GRODSINSKY BOLOTIN, Martha Noemí. Profesora de Historia, Instituto de


Enseñanza Privada del Profesorado Incorporado a la Enseñanza Oficial “Padre Eli-
zalde”, Buenos Aires, 1969. Licenciada en Historia, Universidad Nacional de Río
Cuarto, 1989. Master en Historia Latinoamericana, Maestría en Historia Latinoameri-
cana: “Resistencia, Insurgencia y Revolución”, Universidad Internacional de Andalu-
cía, La Rábida, España, 2001. Profesora Adjunta Efectiva por concurso, dedicación
Semiexclusiva, en la cátedra de Historia General IV, luego Historia de los Fundamen-
tos del Mundo Moderno. Profesorado y Licenciatura en Historia, Dpto. de Historia,
FCH, Universidad Nacional de Río Cuarto. Desde el 13/06/96.

HEREDIA, Edmundo. Doctor en Historia. Investigador Principal del CONICET


(jubilado y actualmente contratado). Ha sido Profesor Titular de Historia de las Rela-
ciones Interamericanas en la Universidad Nacional de Córdoba y de cursos de posgra-
do en esa Universidad y en otras del país y del extranjero. Autor de catorce libros y de
unos 140 artículos sobre la historia de las relaciones internacionales latinoamericanas
publicados en Argentina y en otros países, con traducciones al portugués e inglés. Ha
participado con ponencias en 110 Congresos realizados en Argentina y en el extranje-
ro. Actualmente prepara un libro sobre la historia de las relaciones inter-latinoame-
ricanas en la época de las Confederaciones.

HOLGADO, María Luz. Estudiante de la Licenciatura en Sociología en el Instituto


de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María. Integrante del equipo
de investigación: “La Población de Origen Boliviano de zonas periurbanas de ciudades
cordobesas. Territorialidades, relaciones e identidades sociales, culturales y políticas.”

KULEMEYER, Jorge. Licenciado en Antropología, Universidad Nacional de La


Plata. Diplomado en Geología del Cuaternario, Université de Bordeaux I-Francia.
Doctor en Ciencias Filosóficas, Universität zu Köln, Alemania. Profesor titular en la
Universidad Nacional de Jujuy, responsable del Seminario de Gestión del Patrimonio.
Director del Doctorado en Ciencias Sociales (FHyCS/UNJu). Director del Centro de
Investigaciones sobre Cultura y Naturaleza Andinas (C.I.C.N.A, UNJu). Fundador del
Grupo Yavi de Investigaciones Científicas y su Centro Cultural y Museo de Alto la
Viña (San Salvador de Jujuy).

LANGON, Mauricio. Profesor de Filosofía, Instituto de Profesores “Artigas”, Uru-


guay. Realizó otros estudios en Filosofía y Educación. Fue Inspector Nacional en la
asignatura en Educación Secundaria. Fue profesor en Universidades e Institutos Supe-
riores en Uruguay y Argentina y profesor invitado en Universidades de otros países y
ha realizado trabajos de investigación. Fue Presidente de la Asociación Filosófica del
Uruguay y miembro fundador de Filosofar Latinoamericano y del Corredor de las
Ideas. Ha obtenido premios, entre ellos el Premio Nacional Morosoli en Filosofía. Es
Director del Boletín de Filosofía de la Fundación para el Estudio del Pensamiento
Argentino e Iberoamericano (Argentina), e integra los consejos académicos de varias
revistas. Ha escrito libros y artículos sobre Filosofía Latinoamericana, Filosofía de la
Educación y Didáctica de la Filosofía.

567
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

LERCHUNDI, Mariana Jesica. Licenciada en Ciencia Política, Universidad Nacio-


nal de Río Cuarto. Estudiante regular de la Carrera de Especialización en Estudios
Culturales de prácticas e identidades en contextos de globalización, UNRC. Período
de elaboración del Trabajo Final. Estudiante regular del Doctorado en Administración
y Política Pública, IIFAP – UNC. Becaria doctoral de CONICET (2012-2015). Inves-
tigación: “Jóvenes Estigmatizados, Jóvenes Invisibilizados. El interculturalismo en las
políticas públicas.” Durante el año 2012, se tuvo Beca Tipo “C” del Stipendienwerk
Lateinamerika-Deutschland, Alemania, que financió la investigación denominada “La
Conciencia Intercultural de los Dirigentes Sociales. Claves para el diseño de medidas
de intervención políticas y educativas de inclusión social de la población inmigrante en
la ciudad de Río Cuarto.”

LUNA BROGGI, Matías. Estudiante avanzado de la licenciatura en Composición


Musical, Universidad Nacional de Villa María.

MAGRINI, Ana Lucia. Becaria Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones


Científicas y Técnicas -CONICET. Es Doctorada en Ciencias Sociales y Humanas de
la Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires. Es Magíster en Comunicación de
la Universidad Javeriana de Bogotá y Politóloga de la Universidad Católica de Córdo-
ba. Es miembro del Centro de Historia Intelectual del Departamento de Ciencias So-
ciales de la Universidad Nacional de Quilmes. Sus áreas de interés incluyen: temáticas
de cruce entre teoría política, historia político-intelectual, comunicación y análisis de
discurso. Priorizando las indagaciones por la democracia y los procesos de construc-
ción discursivos de la nación y el pueblo en América Latina. Ha publicado artículos y
ensayos en revistas y libros especializados de Argentina, Colombia y Chile.

MELANA, Marcela. Licenciada y Profesora en Letras Modernas por la Universidad


Nacional de Córdoba y Especialista en Ciencias Sociales con mención en Educación,
Lectura, Escritura por Flacso-Argentina. En la actualidad cursa la Maestría en Culturas
y Literaturas Comparadas de la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional de
Córdoba. Se desempeña como coordinadora de la Licenciatura en Lengua y Literatura
de la Universidad Nacional de Villa María donde es, a su vez, docente de Introducción
a los Géneros Académicos. Asimismo, tiene a su cargo el Taller de Producción Escrita
en el Profesorado en Lengua y Literatura de la misma casa de estudios. Entre sus pu-
blicaciones se cuentan: en co-autoría con Fabián Mossello, Memoria e identidad cultural.
Construcción de identidades culturales a partir de procesos de escritura de ficción. Editorial Advo-
catus. Córdoba. 2007. Ha coordinado talleres de escritura literaria para adultos mayo-
res en el marco del PEUAM -Programa de Educación Universitaria para Adultos Ma-
yores- del Instituto de Extensión de la UNVM. En la actualidad co-dirige el proyecto
de investigación “El Discurso como práctica. Condiciones de producción y estrategias
discursivas en prácticas de la literatura neopolicial contemporánea”. Entre sus publica-
ciones se destacan artículos y ensayos en torno a la problemática de la escritura.

MENARDI, Mauricio. Licenciado en Desarrollo Local-Regional por la Universidad


Nacional de Villa María. Desde los 16 años es parte de diferentes organizaciones no

568
M. L. GILI y G. PÉREZ ZAVALA, COMP.

gubernamentales y desarrolla proyectos focalizados en empoderamiento de la juventud


y desarrollo sustentable. Es miembro fundador de la organización bellvillense Infopaci
y miembro de Incide; parte del equipo coordinador del Plan Estratégico de la Ciudad
de Bell Ville y miembro del Consejo Local Asesor de la Agencia de Extensión Rural
Bell Ville de INTA. Recientemente fue elegido como becario de Conicet para cursar
estudios de doctorado.

MERCADAL, Silvina. Docente en las cátedras Comunicación y Procesos Culturales,


Seminario sobre Políticas de Comunicación y Cultura, Teorías de la Comunicación I
de las Licenciaturas en Ciencias de la Comunicación y Comunicación Social, también
del Módulo de Realidad Social Política y Económica del NFC en la Universidad Na-
cional de Villa María (UNVM). En la actualidad es maestranda en Comunicación y
Cultura Contemporánea del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacio-
nal de Córdoba (CEA-UNC) prepara su tesis sobre los vínculos entre literatura y me-
dios de comunicación.

MERLO, Carlos Alberto. Licenciado en Comunicación Social. Escuela de Ciencias


de la Información, Universidad Nacional de Córdoba. Doctorando en el doctorado de
Filosofía, UNC; y maestrando en Ciencias sociales. Escuela de Trabajo social. UNC.
Profesor adjunto en Epistemología de las Ciencias sociales, profesor asistente en Te-
oría Sociológica I y Teoría del Conocimiento y Lógica. Escuela de Ciencias de la In-
formación. UNC. Integrante del Programa de Filosofía Social y Teoría de la sociedad y
del Proyecto de investigación: Comprensión sociológica de la filosofía y las ciencias
sociales en la modernidad tardía. Centro de Estudios Avanzados, UNC.

MIR, Laura. Profesora de Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Río


Cuarto. Actualmente cursa la Licenciatura en Lengua y Literatura. Es profesora en el
nivel medio. Es Autora del texto “(Des) integración de la nación peruana: identidad y
memoria entre la trama del discurso literario y el discurso político actual” en La Cons-
trucción discursiva de la identidad: la emergencia de la voz indígena. Hugo Aguilar y Marisa Mo-
yano (comp). Universidad Nacional de Río Cuarto, Facultad de Ciencias Humanas. Es
becaria del Proyecto de Investigación “La construcción de la identidad, la autoridad y
la legitimidad social en el entramado semiótico performativo de la norma social y de la
ley positiva” dirigido por Hugo Aguilar y subsidiado por la Secretaría de Ciencia y
Técnica de la UNRC.

MOSSELLO FABIÁN, Gabriel. Profesor y Licenciado en Letras Modernas, Espe-


cialista en Lectura, Escritura y Educación, Flacso y Magíster en Literaturas Latinoame-
ricanas por la Universidad Nacional de Córdoba. Entre sus libros se destacan: Melana,
Marcela, Fabián Mossello (2007) Construcción de identidades culturales a partir de procesos de
escritura de ficción. Advocatus; Melana-Mossello (2003) Voces de ceniza y agua. Antología
literaria. Mozejko-Costa (2002) Lugares de decir. Competencia social y estrategia discursiva.
Homo Sapiens; Mossello, Fabián (2010) Literatura, ideología y sociedad. EDUVIM.
UNVM; Mossello, Fabián, Daniel Teobaldi (2010) Imaginarios literarios y culturales. Géne-
ros y poéticas. Ediciones El Copista. Cba. Ha co-dirigido la revista Sendero, del Programa

569
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Universitario para Adultos Mayores de la Universidad Nacional de Villa María, en el


período 1998-2009. En la actualidad es el Director del Proyecto de Investigación “El
Discurso como práctica. Condiciones de producción y estrategias discursivas en prá-
cticas de la literatura neopolicial contemporánea”, y escribe su tesis doctoral (Docto-
rado en Semiótica del Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Cór-
doba) sobre la problemática del neopolicial latinoamericano y la configuración del
delito en la sociedad postindustrial.

MOYANO Marisa. Licenciada en Lengua y Literatura, Magister en Literatura Hispa-


noamericana y actualmente cursa el Doctorado en Letras en la Universidad Nacional
de Cuyo. Es Profesora Adjunta Responsable de las Cátedras de Literatura Hispanoa-
mericana y Literatura Argentina I de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Es vice-
directora del Proyecto de Investigación de dicha Universidad que desde el año 2003 se
centra en los estudios sobre la performatividad y la construcción discursiva de la iden-
tidad. Ha publicado varios libros, algunos en coautoría con Hugo Aguilar, numerosos
capítulos de libro y artículos en revistas nacionales e internacionales.

ORTIZ, Claudia Isabel. Docente de la Escuela de Ciencias de la Información y del


Departamento de Cine y Tv de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Licencia-
tura en Diseño y Producción Audiovisual, Universidad Nacional de Villa María. Direc-
tora del Programa Multiculturalismo, Migraciones y Desigualdad en América Latina
del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba-CIECS-
CONICET. Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea del CEA de la
UNC. Doctoranda del Instituto de Desarrollo Económico y Social-Universidad Na-
cional General Sarmiento (IDES-UNGS). Investigadora en temáticas referidas a mi-
graciones, trabajo y políticas migratorias en América Latina dentro de proyectos finan-
ciados por organismos nacionales.

PACHECO, Oscar. Licenciado en filosofía por la Universidad Católica de Córdoba,


en la que se desempeña como docente. Actualmente cursa su doctorado en Estudios
sociales de América Latina en el Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la Univer-
sidad Nacional de Córdoba. Sus temas de investigación son: la constitución de los
sujetos políticos, la dimensión subjetiva de la política y las tensiones de la democracia.
Co-autor de Liberación, estética y política (2009).

PALMIERI, Massimo. Licenciado en Comunicación Social y Profesor de Lengua


Italiana egresado de la Universidad Nacional de Córdoba. Magíster en Ciencias de la
formación por la Università degli Studi di Torino. Profesor titular de las cátedras de
Lengua Italiana IV y Didáctica Especial I Sección italiano de la Facultad de Lenguas
de la Universidad Nacional de Córdoba. Integrante de los proyectos de investigación
aprobados por la UNC: “Diálogos entre Mediterráneo, África, América continental y
Caribe insular desde 1980 hasta nuestros días (2008-2009), “Diálogos interculturales y
escrituras migrantes. Derroteros literarios entre el Caribe y el Cono Sur” (2010-2011);
“Interculturalidad y literatura”, (2012-2013).

570
M. L. GILI y G. PÉREZ ZAVALA, COMP.

PAREDES, Silvia María. Profesora y Licenciada en Ciencias de la Educación, Uni-


versidad Nacional de Córdoba. Especialista en Docencia Universitaria (UTN), Espe-
cialista en Pedagogía de la Formación (UNC) y Diploma Superior de Universidad
“Jóvenes en situación de dificultad. Enfoques interculturales y prácticas profesionales”
(Universidad de Paris 8/cem). Candidata a doctora en el Doctorado en Estudios So-
ciales en América Latina orientación socio-antropología de la educación (CEA- UNC).
Actualmente se desempeña como Directora del Instituto Superior del Centro de la
República “Dr. Ángel Diego Márquez”, es docente de la misma institución y docente
investigadora de la Universidad Nacional de Villa María.

PÉREZ CAMPANELLI, Emilio. Es estudiante avanzado de la Licenciatura en


Desarrollo Local – Regional de la Universidad Nacional de Villa María. Se encuentra
elaborando su tesis final en la cual propone una metodología de planificación para
pequeñas y medianas localidades de la Pampa Húmeda Argentina. Ha formado parte
del equipo técnico que elaboró planes productivos del Partido de Coronel Dorrego
(Buenos Aires, 2012) y de Villa Mugueta (Santa Fe, 2013).

PÉREZ ZAVALA, Graciana. Profesora y Licenciada en Historia, Universidad Na-


cional de Río Cuarto. Magister en Antropología, Universidad Nacional de Córdoba,
Argentina. Doctoranda en Historia, Universidad Nacional de Córdoba. Docente-
investigadora de la Universidad Nacional de Río Cuarto y de la Universidad Nacional
de Villa María. Delegada Académica Regional Río Cuarto del Centro de Investigacio-
nes Precolombinas (CIP). Miembro del TEFROS (Taller de Etnohistoria de la Fronte-
ra Sur). Posee publicaciones en revistas, capítulos de libros, actas de jornadas y con-
gresos nacionales e internacionales. Ha participado como conferencista, ponente y
coordinadora en eventos académicos regionales, nacionales e internacionales. Área de
estudio: Proceso de sometimiento de indígenas en la Frontera Sur (siglo XIX).

QUEVEDO, Cecilia. Licenciada en Ciencia Política, Universidad Nacional de Villa


María, habiendo desarrollado el Trabajo Final de Grado denominado “El poder políti-
co de la gestión local y las comunidades indígenas. Estudio de caso del Municipio de
Villa Río Bermejito”. Doctoranda en Ciencia Política (CEA-UNC) como Becaria de
CONICET y desarrollando el proyecto de tesis doctoral titulado “Estados locales y
comunidades indígenas en el Departamento Güemes: programas de gobierno e impli-
cancias disciplinarias”. Miembro del proyecto de Investigación “Estado y ciudadanía:
problemática en torno a la diferencia y a la inclusión” dirigido por el Dr. Onelio Truc-
co (UNVM).

QUIROGA, María Virginia. Becaria posdoctoral de CONICET, Doctora en Estu-


dios Sociales de América Latina (CEA-UNC). Estudió la Licenciatura en Ciencia Polí-
tica en la UNRC, donde actualmente se desempeña como investigadora. La autora
participa como expositora y coordinadora en eventos científico-académicos y realiza
publicaciones en el área de los estudios políticos sobre América Latina.

571
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

RECANATI, Guillermo Carlos. Licenciado en Filosofía y Licenciado en Ciencias


Religiosas por la Universidad Católica de Córdoba. Ha sido profesor invitado de la
Universidad Nacional de Villa María. Actualmente participa como profesor adscripto
de un Proyecto de investigación de carácter filosófico en la Universidad Católica de
Córdoba y ejerce la docencia en diferentes instituciones educativas de la misma pro-
vincia. Posee publicaciones, la mayoría de ellas de carácter filosófico, en torno a la
temática del pensamiento latinoamericano.

REYES, Manuela. Mezzosoprano, docente y gestora cultural, enseña Canto y Técni-


ca Vocal en la Universidad Nacional de Villa María. Desarrolla una carrera artística
como intérprete de ópera, oratorio y música de cámara en las ciudades de Córdoba,
Villa María, Rosario y Buenos Aires. Integra proyectos de investigación dedicados a las
artes performativas, en particular musicales, y a su didáctica. Se encuentra actualmente
realizando su Tesis de Maestría en Humanidades y Artes, cuyo tema es el género ópera
en la periferia latinoamericana a principios del Siglo XXI.

REYNA MANERO, Pablo. Profesor en Historia, Instituto de Culturas Aborígenes


de Córdoba. Estudiante de Licenciatura en Historia, Universidad Católica de Córdo-
ba.

RIVA, Andrea. Profesora de Enseñanza Primaria (ENVM), Especialista en Investi-


gación Educativa (ENVM) y Licenciada en Ciencias de la Educación (UNVM), Espe-
cialista en Pedagogía de la Formación (UNC) y Diploma Superior de Universidad
“Jóvenes en situación de dificultad. Enfoques interculturales y prácticas profesiona-
les” (Universidad de Paris 8/Cem). Actualmente se desempeña como Directora y
Docente del Instituto de Formación Docente y Formación Técnica “Escuela Normal
Víctor Mercante” de la ciudad de Villa María, es docente e investigadora de la
UNVM.

RIVERA UGARTE, Victoria. Trabajadora Social y Magíster en Trabajo Social de la


Pontificia Universidad Católica de Chile. Se desempeñaba como Profesora Asistente
de la Universidad Santo Tomás. Es docente de la Universidad Alberto Hurtado e Ins-
tructora Adjunta en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Destaca su participa-
ción como tesista en Investigación Fondecyt Nº 1095186 (2009) y como co investiga-
dora en proyecto financiado por la Universidad Santo Tomás en torno a la historia del
Trabajo Social (2013). Sus últimos escritos hacen referencia a la normatividad en polí-
ticas públicas, participación social y pensamiento latinoamericano.

ROCCHIETTI, Ana María. Licenciada en Ciencias Antropológicas y Licenciada en


Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires. Posee Posgrado por el
Programa de Especialización en Antropología Social, Universidad de Buenos Aires,
Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y Fundación
Fullbright. Doctora en Antropología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires. Se ha desempeñado como Directora del Departamento de Arqueología,
Universidad Nacional de Rosario. Directora Centro de Estudios en Arqueología

572
M. L. GILI y G. PÉREZ ZAVALA, COMP.

Histórica de la citada universidad. Directora Académica del Centro de Investigaciones


Precolombinas, Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González. Participa
en la Dirección de Formación Docente, CABA. Es docente-investigadores de la Uni-
versidad Nacional de Rosario y de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

RODRIGUEZ, Norma Lidia. Licenciada en Comunicación Social de la Escuela de


Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba. Profesora en
Ciencias Religiosas por el Instituto Lumen Christi (Córdoba). Maestranda en Sociolo-
gía en el Centro de Estudios Avanzados (UNC). Doctoranda en Comunicación Social
(UNC). Docente en Escuela de Ciencias de la Información. Línea de investigación:
Intelectuales, subjetividad política y esfera pública.

ROMERO, Eduardo Ovidio. Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional


de Río Cuarto. Doctorando en Filosofía en la UNC, Profesor adjunto de las cátedras
de Filosofía y Antropología de la Universidad Nacional de Villa Mercedes, Beca Tipo I
y Tipo II de CONICET. Períodos de estudio en Curitiba, Brasil y en Bonn Alemania.
Numerosos artículos publicados en el país y el extranjero.

RUSSO, Gerardo. Profesor de Historia. Miembro del Instituto Municipal de Historia


de Villa María, provincia de Córdoba. Trabajos publicados: Dardo de la Vega Díaz,
Historia desde la Rioja. Corredor de las Ideas Latinoamericanas, editorial Universidad Na-
cional de Río Cuarto, 2001. Los Intelectuales y el Poder: El caso La Rioja, Villa María, Eduvim,
2010. Numerosos artículos periodísticos publicados en El Diario del Centro del País,
Villa María, Córdoba y Diario Puntal Villa María, Villa María, Córdoba.

SÁNCHEZ MARENGO, Paula Ayelén. Técnica Universitaria en Comunicación


Social Escuela de Ciencias de la Información, Universidad Nacional de Córdoba,
orientación en Investigación y Planeamiento de las Ciencias Sociales. Ayudante Alum-
no en el Programa Multiculturalismo, Migraciones y Desigualdad en América Latina,
CEA-UNC, CIECS-CONICET-UNC. Integrante del proyecto de investigación “De-
bates y tensiones sobre la interculturalidad en América Latina: nación-alteridad, dife-
rencia-desigualdad e inclusión-exclusión”, Secretaría de Ciencia y Tecnología de la
Universidad Nacional de Córdoba para el período 2012-2014.

SILVA PESSÔA, Tatiana Leite da. Doutoranda em Educação, Mestre em Educa-


ção, Especialista em Leitura e Produção de Textos e Graduada em Pedagogia pela
Universidade Federal Fluminense (UFF). Membro do grupo de pesquisa CIMNE/
UFF (Cultura, Imaginário, Memória, Narrativa e Educação).

SILVEIRA FALCÃO, Rafael da. Graduando em Linguagem e Comunicação pela


Universidade Federal do Paraná. Participou do projeto de Mídia e Educação nas esco-
las das ilhas e litoral paranaense. Integrante do coletivo Leque de diálogos sociais:
classes, etnia e diversidade sexual. Atualmente cursando Lengua y Literatura na Univer-
sidad Nacional de Río Curto, através de uma parceria binacional entre Brasil e Argentina.
Nesta oportunidade, atua como auxiliar nas classes de português da universidade e

573
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

realiza pesquisas sobre metodologias de ensino da língua portuguesa para hispanofa-


lantes.

SIMIELI Silvina. Licenciada en Sociología, Universidad Nacional de Villa María.


Docente de la Universidad Nacional de Villa María.

SPONTÓN, Emiliano. Licenciado en Desarrollo Local-Regional, Universidad Na-


cional de Villa María. En los últimos 15 años ha estado vinculado a proyectos e inicia-
tivas sociales en diferentes organizaciones del país. Es Maestrando PLIDER por la
Universidad Nacional de La Plata. Extensionista y Becario de posgrado por el Institu-
to Nacional de Tecnología Agropecuaria, con sede en la AER Ushuaia. Se desempeña
como docente investigador de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral e in-
vestigador integrante del laboratorio Franco-Argentino de Cooperación Científica y
Técnica sobre Desarrollo Rural y Agroalimentario.

TAPPA, Truyitraleu. Licenciada en Comunicación Social, Universidad Nacional de


Córdoba. Desde el año 2010 integra el Programa de Investigación Multiculturalismo,
Migraciones y Desigualdad en América Latina, CEA-UNC, CIECS-CONICET-UNC.
En su tesina de grado trabajó la construcción de la figura del migrante/extranjero en el
cine argentino de la última década. Es integrante del grupo de investigación “Mirando
'25 Miradas'. Un análisis sociosemiótico de los cortos del Bicentenario”, CePIA-UNC.

TORRES, Gustavo Darío. Profesor de Guitarra, Conservatorio Superior de Música


Julián Aguirre, Río Cuarto. Profesor de Historia, Universidad Nacional de Río Cuarto.
Alumno avanzado de la Licenciada en Historia, UNRC. Alumno de la Maestría en
Arte Latinoamericano, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. Becario Investiga-
ción de SECyT, Universidad Nacional de Río Cuarto: “Música en la Frontera Sur de
Córdoba. Las bandas militares de la segunda mitad del siglo XIX”. Miembro del Te-
fros (Taller de Etnohistoria de la Frontera Sur) y del CIP (Centro de Investigaciones
Precolombinas. Ha participado como asistente y expositor en jornadas y congresos
regionales y nacionales.

VAGLIENTE, Antonella. Estudiante avanzada de la Licenciatura en Desarrollo


Local-Regional en la Universidad Nacional de Villa María. Desde los 15 años lleva a
cabo distintos proyectos vinculados al cuidado del medio ambiente y la participación
ciudadana juvenil. Actualmente es Representante Nacional del Movimiento Agua y
Juventud Argentina y coordinadora del Programa SedCero: Agua para el Gran Chaco,
que busca facilitar soluciones de acceso al agua en comunidades rurales. Miembro del
Instituto de Formación para la Participación Ciudadana (INFOPACI) y de la Funda-
ción Plurales.

VALLE, Mariana Celeste. Doctoranda en Letras con el proyecto: "El marginal me


llaman: Tensiones en torno a las posibilidades de representación de la marginalidad,
sus estrategias y retóricas discursivas en las ´literaturas' de Córdoba (1980-2010)".
Becaria Conicet, tipo II. Profesora adscripta de Literatura Argentina II y del equipo

574
M. L. GILI y G. PÉREZ ZAVALA, COMP.

"Modelizaciones estéticas de la cultura popular en la literatura y el ensayo argentinos"


dirigido por Pablo Heredia y Codirigido por Domingo Igihina en la Universidad Na-
cional de Córdoba. Participó como colaboradora en la revista Silabario. Además brindó
un taller literario junto con Eugenia Tale, de carácter gratuito en la Hospederia padre
hurtado, también ha realizado otras experiencias de educación popular en colegios ur-
bano-marginales de Córdoba, en dos proyectos radicados en la secretaría de extensión
universitaria. Autora del libro infanto-juvenil No dejes que el viento nos arrastre y Extranjero
en la realidad, la verdaderia historia de @camushacker.

VALOR, Milva Natalí. Técnica Universitaria en Comunicación Social. Integrante del


Programa Multiculturalismo, Migraciones y Desigualdad en América Latina, CEA,
Universidad Nacional de Córdoba. Proyecto “Debates y tensiones sobre la intercultu-
ralidad en América Latina: nación-alteridad, diferencia-desigualdad e inclusión-
exclusión”, SECyT, Universidad Nacional de Córdoba (2012-2013).

VÁZQUEZ FLORES, Erika Julieta. Posdoctorado en Antropología Social CIE-


SAS Sureste 2009 – 2011. Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Guadalajara
(2002-2006). Maestría: Historia de México, Universidad de Guadalajara (1999-2001).
Licenciatura: Historia, Departamento de Historia, Universidad de Guadalajara (1992-
1997). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores SNI 2011- 2013: Nivel I,
registro: 216272. Profesora Investigadora de Tiempo Completo Titular A en la Uni-
versidad de Guanajuato, Campus León. Algunas publicaciones: Racismo y poder. La
negación del indio en la prensa del siglo XIX. México, INAH-2007; Enfoques Multidisciplina-
rios en el estudio de la migración, la comunicación y la subjetividad. Universidad de Guadalajara-
CUNorte, México, 2010; Construcción de un discurso racista en la prensa tapatía. Universidad
de Guadalajara. CUCienega, 2011; Discursos de la discriminación: el indígena en la prensa tapa-
tía durante el siglo XIX. Universidad de Guanajuato. México, 2012.

VILLACORTA ZULUAGA, Carmen Elena. Posgrado Estudios Latinoamericanos-


UNAM. Licenciada en filosofía por la Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas de El Salvador, su país natal. Magíster en Estudios Latinoamericanos por la
UNAM. Es candidata a doctora en Estudios Latinoamericanos por la misma institu-
ción. Sus temas de investigación son la historia política de El Salvador y Centroaméri-
ca, la transición a la democracia en América Latina y la filosofía nuestroamericana.

VIOR, Eduardo. Dr. en Ciencias Sociales, Universidad de Giessen, Alemania, 1991.


Dr. en Sociología, Universidade Federal do Paraná, Brasil, 2011. Magister Artium en
Ciencia Polìtica, Univiversidad de Heidelberg, Alemania, 1984. Profesor de Historia,
Universidad de Buenos Aires, 1977. Investigador en la Facultad de Filosofía y Letras,
UBA, www.ddhhmigraciones.com.ar, blogdeeduardojvior.blogspot.com.ar Áreas de
investigación: derechos humanos e interculturalidad, acceso de las comunidades de
origen inmigrante a la ciudadanía, teoría de la nación y de los nacionalismos, peronis-
mo. Publicaciones: libro: Migraciones internacionales y ciudadanía democrática (Saarbrüc-
ken: EAE, 2012), desde 2000 numerosos artículos sobre “las visiones entre las Améri-
cas” y sobre ciudadanía e interculturalidad.

575
ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

WATSON Adriana. Licenciada en Composición Musical Universidad Nacional de


Villa María.

YEDRO, Mariano. Maestrando en Comunicación y Cultura en el Centros de Estu-


dios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Además de se ha graduado
como Profesor y Licenciado en Historia en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Se
desempeña como docente e investigador en el Instituto de Formación Docente de la
ciudad de San Luis, con afectación a las cátedras Historia Americana y Taller de Inves-
tigación en Historia. El autor participa de jornadas, congresos, simposios.

ZGAIB, Iván. Licenciado en Comunicación Social de la Escuela de Ciencias de la


Información, Universidad Nacional de Córdoba. A partir del año 2010 se integra co-
mo miembro del área de investigación “Interculturalidad y Educación” en el programa
“Multiculturalismo, Migraciones y Desigualdad en América Latina”, enmarcado en el
Centro de Estudios Avanzados. Allí también participa de un proyecto sobre Nación y
alteridad financiado por la Secretaria de Ciencia y Técnica. Hacia finales del 2013 fina-
liza su tesis de grado, una investigación en torno a los conflictos de clase social y espa-
cio urbano que ha presentado en diversos congresos.

576

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