destinos Desde los inicios de la psicología se ha hablado de lo importante que son los primeros años en la vida de la persona para su desarrollo futuro, del peso que estos llevan en su personalidad y como este individuo se desenvolverá en la sociedad. Es aceptado que las experiencias tempranas del bebé son de suma importancia para el desarrollo de este, pero aun así esto es un dato que muchas veces se ignora, por lo que se ha visto necesario realizar investigaciones que estudien en que grado afecta las interacciones tempranas del bebé su desarrollo, el cual se ha determinado que es afectado tanto neurológicamente como psíquicamente. Al momento de hablar de las interacciones tempranas, se habla de apego, y cuando se habla de apego se habla de que no todos suceden de la misma manera. Hay apego que son seguros para el bebé, que le traen beneficios a su desarrollo, pero hay otros que no, todos contando con las mismas dos variables: las acciones del cuidador y el desarrollo del bebé cuidado. Una afecta a la otra, y no siempre de buena manera. Factores como la atención que le de la madre a su bebé, influyen en si este tendrá un buen desarrollo o no, porque al final se está cumpliendo con una necesidad que tiene este, una necesidad de seguridad. Sin seguridad el bebé no explora, lo que en el futuro le hará difícil querer explorar cognitivamente, terminando con una mente rígida con dificultad de aceptar cambios, sin recibir el cariño que este necesita crecerá siendo una persona que sienta la necesidad de ser amado, lo cual le trae problemas en sus relaciones interpersonales futuras, incluso si se da el caso de que el cuidador abuse del niño, este tiene un efecto mórbido en el mismo, originando en él una patología que afectara drásticamente tanto su personalidad como su relación con el medio que lo rodea. Es ahí donde uno ve los efectos, donde uno ve el por qué es importante estudiar las interacciones tempranas del individuo y velar para que estas se den de buena manera, es viendo a las personas que tienen problemas ahora y estudiando su pasado como nos dimos cuenta de la influencia que este tiene en lo que son hoy en día. Se han realizado diversos estudios para comprobar estas teorías, uno ha sido e la neurología, se ha demostrado que aunque el cerebro y el sistema nervioso del bebé no ha madurado, todavía durante su proceso de desarrollo es influenciable por el entorno. Un buen desarrollo de este sistema se da cuando las acciones del bebé, la forma en que este lo ejercita, son significativas para la madre, en otras palabras, cuando la madre le presta atención a este desarrollo. Fallar en hacer esto, puede resultar en adolescentes y adultos con deficiencias tanto intelectuales como emocionales. Por desgracia, incluso al saber esto, es difícil en la edad contemporánea adecuar la crianza del niño a las necesidades aquí estipuladas, porque el cuidado del bebé no está en total control del cuidador, sino que aquí tiene mucha influencia un agente externo, el ambiente en que se encuentran dichos cuidadores. El contexto social, económico, familiar, las necesidades que se busquen satisfacer en la casa… todos son factores que al final afectan la capacidad de cuidado de los padres. Por lo mucho que un padre quiera pasar tiempo con su hijo, su habilidad de esto puede verse limitada por sus horarios de trabajo, al cual tiene la necesidad de asistir porque sin este no puede satisfacer muchas otras necesidades suyas y del mismo bebé. Las madres conocen menos a sus hijos, son menos empáticas a sus acciones y por lo tanto menos confiadas en el trabajo que hacen para cuidarlo, lo que muchas veces llega a un sentimiento de culpa. Las formas de crianza de ayer no son las mismas que las de hoy, a medida que la sociedad va cambiando también las formas de crianza. Cosas como que sean ambos padres que trabajen y no uno, un mayor número de divorcios, nuevos tipos de familias… han significado un gran cambio en las formas de crianza. Por ello, el crear un mejor ambiente de crianza no es trabajo solo de los cuidadores, sino de toda la sociedad en conjunto, promover políticas que favorezcan la posibilidad de entablar una buena crianza en el hogar es primordial. Debe dársele menos importancia a quitarle la responsabilidad a los padres institucionalizando a los niños desde muy temprana edad y comenzar a promover que estos tengan una mayor participación en el desarrollo del niño en edad temprana. Solo de esa forma, mejorando como los tratamos a temprana edad, es como mejoramos como ellos trataran a la sociedad en un futuro, consiguiendo así lo mejor para todos, un mejor desarrollo que lleve a una mejor salud mental para las futuras generaciones.
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