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LAS BOTAS DE COLORES

Marcos mi primo, la semana pasada no quiso ir a comer helados porque sus


botas están viejísimas. El tío Teófilo le
contó lo que una vez le paso cuando
joven:
“Conocí a Rosita, tu madre
--empezó a decirle a Marcos
--cuando tenía 18 años. Solo tenía un
par de botas blancas, así que para
impresionarla, las pintaba de distintos
colores cada vez que nos veíamos. Si
usaba un pantalón azul, pintaba las
botas de azul, si usaba una chompa
marrón, las botas se volvían marrones;
y si me ponía mi casaca negra pintaba
de negro las botas.
Una vez, un amigo me dijo que debía
tener mucho dinero para estar comprando botas de distintos colores para
visitar a Rosita.
A los pocos días, llegando a la casa de tu madre, me robaron las botas, esa
vez recuerdo que las había pintado de guinda, tuve que llegar descalzo a su
casa y ya no fuimos al cine, nos quedamos viendo una película. Al cabo de
unas horas, llegó una caja con botas y una nota que decía: “tus botas viejas
tienen muchas manchas de pintura, no me sirven”. Rosita se rio, luego me
abrazó y me besó.”
Marcos, ni bien terminó de escuchar la historia, fue a buscar sus botas para
limpiarlas, ahora tenía muchas más ganas de ir a comer helados, luego al
cine, y finalmente al parque central, era de domingo y estaría lleno, la gente
podría mirar sus botas.

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