La persona (o particularmente un estudiante) arranca su proceso de
aprendizaje aceptando primero la decisión de llevarlo a cabo, porque sin esto es imposible dar la primera “chispa” de arranque, las palabras elocuentes y promulgantes no se valen de sí mismas, sino de la actitud del sujeto ante el ambiente de estudio comprometido. Muy sabia es aquella frase: “Nadie puede aprender por otro”, dichosa la persona que vive las experiencias que marcan el aprendizaje, y logra entenderlas a tiempo, porque si el sujeto no estima ser capaz y firme en su voluntad de aprender, el engaño prevalece allí sin dar fruto alguno.
El accionar de las cosas, se desenvuelve cuando los pasos iniciales, de
cualquier proceso, se entiende y funcionan acorde a su naturaleza o programación; de igual forma una persona reconoce internamente sus ideas, armónicas o conflictivas sobre la realidad, y plasma un cuadro mental para decidir entre avanzar por encima de las supersticiones o quedarse con pensamientos inescrutables. Si el estudiante logra fortificar su punto de vista con el objetivo de trascender la problemática, se le llama actitud. Y la actitud es la disposición interna de actuar que le nace al estudiante cuando entiende su posición intelectual y moral en la realidad del ambiente que lo está rodeando.
Es necesario que el estudiante se relacione con ciertas condiciones
necesarias para llevar una actitud idónea dentro del proceso de aprendizaje, así como el interés por los temas a estudiar que se imparten en clases; atención, para que haya buena receptividad de las enseñanzas, desde el comienzo hasta el final para no resbalar a un estado de sueño; trabajo, hacer y cumplir con las actividades diarias que se han establecido en el programa de estudio escolar, dando lugar a la práctica constante y cognitiva que permanece de acuerdo al nivel de insistencia de trabajar; compromiso, terminar lo que una vez se comienza, así como el estudio profundo (sin engaños) de un tema específico para que la obtención del aprendizaje sea colectiva y no haya bloqueos en medio de un parcial; persistencia, obtener ese refuerzo íntegro y mental para no flanquear durante el proceso de aprendizaje que se está efectuando, sino más bien haciendo frente a los retos que se presenten por diversas causas; curiosidad, preguntar e investigar imparablemente por cualquier medio exigiendo apasionadamente ( y con buenos principios también) las respuestas conforme a nuestros objetivos de aprendizaje.
La actitud es muy contagiosa, define al individuo antes de que éste
manifieste sus habilidades o dones; “resplandece” en todo lugar, y con buena automatización de ésta, se puede cruzar las puertas que conectan al desarrollo fructífero del aprendizaje. Cada persona que monitorea su situación académica debe entregarse a tener buena actitud disciplinaria para que el nivel de atención sea mayor. Buenas actitudes ante el estudio motivan e impulsan a seguir el camino del aprendizaje, como el confiar en obtener buenas calificaciones, preocuparse por hacer todo bien, preguntar frecuentemente a los profesores acerca de cualquier duda que surja. Pero el hacerse indiferente por las actividades académicas, dejarse llevar por la flojera, tener miedo a fracasar (que es normal) y poner eso en primer lugar como excusa para ni siquiera intentarlo.
Tomar conciencia de las aplicaciones en diversas circunstancias, ayuda
mucho a recordar esos momentos; no dejando de hacerlo porque el aprendizaje se olvida al no ser detectado nuevamente. Por ejemplo, Las dificultades en los exámenes no deben ser razón para desánimo, sino más bien la experiencia de volver a intentarlo y con mayor esfuerzo de receptividad en el aprendizaje; y así todo el tiempo hasta que la información se consolide en nuestra mentalidad.
El aprendizaje puede ir acompañado de la emoción del ambiente y el
reconocer la oportunidad de vivir ese momento. Si se ilustra el tema o la historia, o se utiliza alguna dinámica, puede llegar a formar parte de la vivencia emocional, y es muy apacible el hecho de saber que el estudio puede ir acompañado de imaginaciones creativas y a gusto del estudiante, que le hacen más fácil el retener todo lo que lee y escucha.
Lo aprendido permanece con la práctica y/o repaso en un lugar de estudio
adecuado, y siempre manteniendo las buenas actitudes reflejadas y concentradas; se trata de un compromiso, una oportunidad valiosa, y no dejando que los aprendido se quede “enpolvado” dentro de un aula de clases o los cuadernos de apuntes. Todo depende de la actitud del alumno, si su decisión es genuina entonces se esforzará a pesar de todos los pesares, así no cuente con los medios necesarios o con un buen preparador. Si el alumno no decide aprender desde un principio, vano resulta todo el trabajo inicial. Referencias https://formacionparaformadores.com/la-actitud-en-el-aprendizaje/